16/11/20

HERMANITOS. SACHA BARRERA ORO.

 




sachatustra@yahoo.es
www.portaldedramaturgos.com.ar/sacha
Para más obras: www.teatrovision.com.ar




Sacha Barrera Oro


HERMANITOS
sachatustra@gmail.com




La obra se estrenó el 25 de junio de 2004 en la Enkosala, ubicada en calle San Juan de la ciudad de Mendoza. La ficha técnica correspondiente a este montaje es la siguiente:

Hermano 1: Carlos Suárez

Hermano 2: Rolando Orduña

Hermano 3: Javier Massi

Hermano 4: Sebastián Lucero

Dramaturgia y dirección: Sacha Barrera Oro

Asistencia de dirección: Juan Comotti

Compaginación musical: Héctor Castagnolo y Sacha Barrera Oro

Asistencia técnica: Martín Bizzotto y Pablo Grosso

Producción: Carmona Croche y Mauricio Astorga



En cada uno de los cuadros, los hermanitos ingresan con los ojos cerrados y permanecen así la mayor parte del tiempo. Sólo abren los ojos en los apartes con el público, en cada uno de los monólogos individuales y en el monólogo grupal hacia el final de la obra.


en el hotel


Al encenderse las luces, se ven cuatro sillas en hilera. El Hermano 1 y el Hermano 2 avanzan desde el fondo y se sientan.

Hermano 1- (Despierta sobresaltado) ¿Te quedaste dormido?

Hermano 2- Sabés muy bien que cuando salimos no puedo pegar un ojo.

Hermano 1- (Busca en el interior de un bolso. Da un alarido) Sabía que me había olvidado algo. Te das cuenta, (Afectado) no la traje.

Hermano 2- ¿Qué no trajiste?

Hermano 1-  ¡La malla!

Hermano 2- ¿Para qué querés la malla, si salimos a tomar algo? 

Hermano 1- Te das cuenta que cambiás de planes todo el tiempo vos. ¿No me dijiste que salíamos a tomar el sol de la mañana y que de paso nos refrescábamos un poco?

Hermano 2- Claro, pero no dije nada de ir a la playa y de usar una malla.

Hermano 1- ¿Quién habló de la playa?

Hermano 2- Dejate de hablar cosas raras, ¿querés?

Hermano 1- Yo no hablo cosas raras. (Resentido) Si hay un raro en la familia, ¡ese sos vos!

Hermano 2- ¡Ahhh, sí...! A ver... ¿Y por qué?

Hermano 1- No empecemos...

Hermano 2- ¡Empezá!

Hermano 1-  No empiezo nada.

Hermano 2-  Bueno.

Hermano 1- ¿Ya empezaste?

Hermano 2-  Terminala. ¿Y yo soy el raro?

Hermano 1- No sé como explicarte. Mirá, siempre fuiste raro... (No encuentra la palabra justa) Te movés raro.

Hermano 2-  Claro, mirá vos... Así que yo me muevo raro. Decime. ¿Quién es el que se baña con papel picado los domingos? (Pausa) O cuando no hablás por tres semanas... ¿Y yo soy el raro?

Hermano 1- Cómo te gustan los golpes bajos a vos, ¿no? Sabés perfectamente que lo del papel picado es una costumbre artística que heredé de Papá. (Afectado) Y que no hablo por una semana es cierto... Pero sólo semana por medio o cada dos semanas, según lo que diga el médico. (Avergonzado) Por lo de las operaciones, viste...

Hermano 2-  Ves que sos mentiroso. (Con seriedad) ¡Vos mentís mucho! Por eso yo a vos te creo la mitad de las cosas.

Hermano 1-  ¡Sabés muy bien que lo de las operaciones es verdad! El médico dijo que una cosa llevaba a la otra y viceversa. Y que si seguía con lo del papel picado me tendrían que operar la glotis para sacarme los residuos que se depositan allí después de cada inmersión. Igual que a Papá.

Hermano 2-  ¡No mientas, porque a  Papá nunca lo operaron!

Hermano 1-  ¡Sí!

Hermano 2- ¡Te digo que no! Además es mentira. Yo estaba cuando el médico dijo que si seguías con esas prácticas, ibas a terminar muy mal. Es más, me acuerdo que te dijo que si no lo podías evitar, lo hicieras tratando de cerrar la boca. ¡Pero no!, el señorito no hace caso... Y sigue tragando... Y traga... Y traga... Traga... Tragás papel picado como una palangana.

Hermano 1-  Papá siempre cantaba en la ducha.

Hermano 2-  Ves que no sabes nada. Papá no se duchaba.

Hermano 1-  Sí que se duchaba.

Hermano 2- (Nervioso) Bueno, pero no cantaba. Ves que te inventás cosas.

Hermano 1- ¡Sí que cantaba! Aceptá que no sabés nada de Papá. Además, te morís de envidia porque de los cuatro, yo soy el único que heredó su sensibilidad artística.

Hermano 2- Eso no tiene nada que ver. Aceptalo. Aceptá que lo de las operaciones te lo inventás, porque te encanta andar por la vida intervenido quirúrgicamente y estar en la boca y en las miradas de todos.

Hermano 1- (Avergonzado) El médico dijo…

Hermano 2- ¡Callate! Mitómano.

Pausa. Entra el Hermano 3 y se sienta junto al Hermano 1. Hasta el final del cuadro se quedará en silencio y –tal vez– sin ser percibido por los otros.

Hermano 1-  (Ofuscado) ¡Y no me toqués!

Hermano 2-  ¿Pero quién te está tocando?

Hermano 1-  Vos...

Hermano 2-  Pero si yo ni me moví.

Hermano 1-  ¡Pero lo pensaste!

Hermano 2-  ¿Me querés decir qué hacés?

Hermano 1-  Estoy llamando a la chica. ¿No te das cuenta? (Pasa los dedos por el borde de la silla)

Hermano 2- ¿Y se puede saber qué estás tocando?

Hermano 1- ¡La mesa!

Hermano 2- La mesa... ¿Así que hay una mesa? ¿Y por qué tocas la silla? ¡Haceme el favor de levantar la mano como la gente normal!

Hermano 1- Ves que no estás actualizado. ¡Ves que sos un fósil! En estos hoteles tienen sistema braile de llamadas desde las sillas. Y con sólo rozar las yemas de los dedos en el borde, ellos ya saben que los llamás. ¿Te das cuenta?

Hermano 2- Así que además estamos en un hotel.

Hermano 1- Claro... (Golpea los dedos sobre el borde de la silla con violencia)

Hermano 2- ¿Y ahora qué haces?

Hermano 1-  Le estoy pidiendo a la moza que no traiga los licuados que pedí con leche en polvo, porque me caen de mal, mirá... ¡Y que ni se le ocurra ponerle azúcar! Si no es con edulcorante, que mejor no los traiga. ¡Ahhh! Y que los bizcochitos sean caseros... A mí el poliéster me hace mal a las cuerdas vocales. Vos sabés cómo sufro yo si no es algodón.

Hermano 2- (Lo “mira” perplejo) ¿Terminaste? ¡Ves cómo sos! ¿Te das cuenta? ¡Mirá que sos egoísta! Siempre pedís lo tuyo y a mí que me parta un rayo, ¿no?

Hermano 1-  Pero no, tonto, a vos te pedí lo de siempre. (Pausa) ¡Nada!

Hermano 2-  ¿Y si yo no quería nada?

Hermano 1-  Siempre que salimos no querés nada...

Hermano 2-  ¡Callate!  (Pausa cargada de bronca) Mirá, yo no salí para esto, eh.

Silencio.

Hermano 1- No grites.

Hermano 2-  Sabés perfectamente que no me gusta que decidas por mí.

Hermano 1-  ¡Calmate!

Hermano 2-  ¡No me calmo nada!

Hermano 1-  ¡Calmate, te digo!

Hermano 2-  ¡No me calmo nada!

Hermano 1- Te perjudicás vos. Dejame comer tranquilo. (Saca algo comestible de su bolso y se lo pasa muy cerca de los párpados)

Hermano 2- ¿Ya empezaste a comer?

Hermano 1- Sí, pero yo lo hago por las cuencas de los ojos; no hago la cochinada como vos.

Hermano 2- Después me preguntás por qué ya no te digo nada de salir... Si seguís así, vas a terminar como...

Hermano 1- ¿Como quién? Hablá.

Hermano 2- ¡Callate! Que ahí nos traen las cosas. (Saca algo comestible de uno de sus bolsillos)

Pausa. Entra el Hermano 4 y se sienta junto al Hermano 2.

Hermano 1- (Se queda “mirando” al Hermano 2)  Cuando me gritás te ves de ordinario mirá...

Hermano 2-  Sabés perfectamente que no me puedo ver... Por eso lo decís...

Hermano 1-  Comé despacio, ¿querés?

Hermano 2-  (Traga algo que sacó del bolso) ¿Quién está comiendo?

Hermano 1-  Yo sé que sacaste algo del bolso. ¡Guardá eso! 

Hermano 2-  Es la toalla.

Hermano 1-  ¡Mentira! Yo sé que sacaste otra cosa. Te estás baboseando...

Hermano 2-  No me grités.

Hermano 1-  (Grita) No te estoy gritando.

Hermano 2- (Ofendido)  Sabés que no me gusta que me gritonees delante de la comida...

Hermano 1-  Mirame cuando te hablo.

Hermano 2-  ¿Para qué? Si sabés que no tiene sentido.

Hermano 1-  Es un tema de respeto. La gente en la mesa mira lo que está por comer.

Hermano 2-  A mí me da lo mismo. 

Hermano 1-  ¡A mí no!

Hermano 2- Bueno, bueno... Está bien... (Gira la cabeza hacia el lado opuesto al lugar donde esta el Hermano 1) Ya te estoy mirando. ¿Estás contento? ¿Te cambió la vida en algo?

Permanecen en silencio. El Hermano 1 mira hacia el público mientras los otros se tocan los genitales.

Hermano 1- ¿Te estás tocando o me parece a mí?

Hermano 2-  Qué decís. ¿Sos loco?

Dejan de tocarse.

Hermano 1-  (Serio) Te estás tocando.

Hermano 2- ¿Ya empezaste?

Hermano 1- (Lo señala con el índice) Si contestás así, de esa manera, es que te estás tocando.

Hermano 2- ¿Qué hablas? Si vos no ves nada.

Hermano 1-  Pero lo siento.

Hermano 2- Así que yo me toco y el señorito lo siente.
Hermano 1- ¡Ah! Ves que sí te estás tocando.

Hermano 2-  Lo digo de manera análoga.

Hermano 1-  (Lo “mira” indignado) Mirá que sos cochino.

Hermano 2-  Si no hice nada.

Hermano 1-  ¡Pero lo pensaste!

Hermano 2-  ¡No pensé nada te digo!

Hermano 1-  ¡Calmate!

Hermano 2-  ¡No me calmo nada!

Hermano 1-  ¡Calmate, te digo!

Hermano 2-  ¡No me calmo nada!

Hermano 1-  Te perjudicás vos.

Permanecen un instante en silencio de frente al público.

Hermano 1- ¿Sabés una cosa? Vos deberías tocarte.

Hermano 2- ¿Qué decís?

Hermano 1- Te haría bien. Probá.

Hermano 2- Dejame tranquilo.

Hermano 1- El que se tocaba mucho era Papá.

Hermano 2- ¡Mentira! La abuela no se lo habría permitido.

Hermano 1- ¿Y Mamá?

Hermano 2- Mamá ¿qué?

Hermano 1- ¿Mamá también se tocaba?

Hermano 2- ¡No! Bah, no sé... Lo que quiero decir es que si Mamá se lo hubiera permitido.

Hermano 1-¿Y yo qué sé?

Hermano 2- (Burlón) ¿Y yo qué sé?

Hermano 1- A Mamá la agarraba y la zangoloteaba de una forma... ¿Te acordás?

Hermano 2- ¿Quién? ¿La abuela?

Hermano 1- No.  ¡Papá!

Hermano 2- Esa no era Mamá.

Hermano 1- Sí era.

Hermano 2- No era te digo. Además, Papá y mamá nunca se tocaron.

Hermano 1- Vos porque no los veías.

Hermano 2- Vos tampoco.

Hermano 1- Yo los sentía.

Hermano 2- Estás inventando.

Hermano 1- Se amaban en silencio.

Hermano 2- Pero, ¿que decís? Si no eran mudos.

Hermano 1- ¡No importa! Ellos no creían en las palabras. Se miraban en silencio.

Hermano 2-  Callate, que me vas a hacer llorar.

Hermano 1- Se pasaban horas en silencio. Uno frente al otro. La abuela me dijo que llegaron a estar un año sin hablarse. (Pausa) Eso es amor...

Hermano 2- Me vas a hacer llorar, tonto.

Hermano 1-  (Se pone de pie) ¡Habría que reivindicar el silencio!

Hermano 2- (Duda un momento) ¿Te parece?

Hermano 1- ¡Sshhh! ¡Callate!

Los dos quedan en silencio.


fantasías nutritivas


Hermano 3- (Mira al frente al público) ¿Cuántos son?

Hermano 4-  Muchos.

Hermano 3-  Quiero un número. No seas malo, decime cuántos son.

Hermano 4-  Y... No sé... No se dejan... (Mira al frente)

Hermano 3- ¿Son criaturas? ¿Humanos? (Temeroso) ¿Son monstruos? ¿Se dejan comer? (Decidido) ¿Qué son?

Hermano 4-  ¡Dejame tranquilo!

Hermano 3-  (Saca un cepillo para el cabello) ¿Te...?

Hermano 4-  Nooo...

Hermano 3-  (Afectado) Mamá te lo hacía.

Hermano 4-  Mamá nunca me tocó el cabello.

Hermano 3-  ¿En serio? Yo creía que sí.

Hermano 4-  No... Así que dejame tranquilo.

Hermano 3- Mamá dijo que cuando ella no estuviera vos pasabas a ser mi tutor. Lo dijo... ¿Sí o no?

Hermano 4-  No sé.

Hermano 3-  Así que...

Hermano 4-  No quiero saber nada.

Hermano 3-  Ella ya no está.

Hermano 4-  Por eso mismo lo digo.

Hermano 3-  Yo nunca la oí decir algo así.

Hermano 4-  Vos nunca la oíste decir nada.

Hermano 3-  ¡Mentira!

Hermano 4-  ¡Verdad!

Hermano 3-  Por mí se puede ir al diablo Mamá.

Hermano 4-  ¿Y Papá?

Hermano 3-  (Duda) También.

Hermano 4-  ¿Y su recuerdo?

Hermano 3-  No sé... No me acuerdo mucho de ellos.

Hermano 4-  ¿De qué no te acordás? ¿De Mamá?

Hermano 3-  De ella sí.

Hermano 4-  ¿Y de Papá?

Hermano 3-  También.

Hermano 4-  Entonces, ¿de qué no te acordás?

Hermano 3- (Con naturalidad) De sus recuerdos.

Silencio incómodo.

Hermano 4-  Papá era ciego.

Hermano 3-  ¿Y...? ¿A mí, justamente a mí me venís con esto?

Hermano 4-  Yo no te vengo con nada...

Hermano 3-  Entonces, ¿qué hablás?, ¿qué decís? Si vos nunca lo viste.

Hermano 4-  ¿Y? 

Hermano 3-  ¿Cómo podés hablar de lo que nunca viste? Ahhh... Te agarré... ¿Viste?

Hermano 4- Y eso qué tiene que ver. Vos hablás todo el tiempo de mujeres, de la comida, de la honestidad en las relaciones humanas... Y que yo sepa nada de lo que decís has visto nunca.

Hermano 3-  ¡Sí, las he visto!

Hermano 4-  ¿No mientas, eh? Es muy feo que andes diciendo mentiras.

Hermano 3-  (Entusiasmado por dar un ejemplo) En la tele...

Hermano 4-  En la tele, ¿qué?

Hermano 3-  En la tele, algunas veces dicen muchas mentiras.

Hermano 4-  Mentira, porque vos no ves tele.

Hermano 3-  ¡Sí veo!

Hermano 4-  Te sentás frente a la pantalla y pegás la cara durante horas y la empañás con tu respiración. Pero eso no es ver tele.

Hermano 3-  Lo hago para saber qué se siente. Para saber qué pasa.

Hermano 4-  Pero si ni siquiera lo encendés...

Hermano 3-  Y eso qué tiene que ver.

Hermano 4-  ¿Cómo qué tiene que ver?

Hermano 3-  Claro... No tiene nada que ver... Por ejemplo: yo sé que la leña sirve para encender fuego y no por eso necesito prender una fogata para comprobarlo.

Hermano 4-  ¡Ahhf!  Pero qué me pongo a discutir con vos...  Si ni siquiera tenemos tele...

Hermano 3-  Sí tenemos.

Hermano 4-  No tenemos.

Hermano 3-  Esta mañana...

Hermano 4- Hablá.

Hermano 3- Nada.

Hermano 4- Decí lo que ibas a decir.

Hermano 3- Que yo, algunas veces pego la cara a la pantalla y siento tanta comida...

Hermano 4-  Ese es el microondas, ridículo.

Hermano 3- (Aparte con el público) Hay noches en las que me levanto sin hacer ni un ruidito para no despertarlo y me voy en puntas de pie, derecho a la pantalla, y me pego unos atracones de comida bárbaros.

Hermano 4- (Aparte con el público) Yo ya lo sabía, lo escucho todas las noches. Bueno, lo hace noche por medio cuando le agarra la angustia visual. Y… Hace como todo el mundo, se desquita saciando la angustia oral.

Hermano 3-  ¡Mentira!, porque vos a esa hora dormís.

Hermano 4- ¡Yo no duermo!

Hermano 3-  Sí dormís.

Hermano 4- Igual no sé de qué hablás. (Con naturalidad) Si nosotros no tenemos microondas.

Hermano 3- ¿Y eso qué tiene que ver? Total, a mí lo único que me gustan son los... (Piensa) los programas donde cocinan y hacen cosas ricas para comer y... Te preparan zapallitos rellenos, bitel toné, carne a la masa… 

Hermano 4- (Lo interrumpe) No sé para qué discuto con vos, si siempre estás hablando de lo mismo: de lo que te vas a comer, de lo que te vas a dejar de comer, que te gusta esto, que te gusta lo otro...

Hermano 3- Repollitos de Bruselas... Mmmmm. Lástima que no se dejen...

Hermano 4-  (Determinante) ¡Sos ciego!

Silencio tenso.

Hermano 3-  Vos también.

Hermano 4-  Sí. ¡Igual que Mamá!

Hermano 3-  Y Papá.

Hermano 4-  ¡No me digás que Papá era ciego! Pobre, con razón...

Hermano 3-  Con razón ¿qué?

Hermano 4-  Nada. No me hagas caso.

Hermano 3- (Melancólico) Yo nunca lo vi.

Hermano 4-  Yo tampoco.

Hermano 3-  Tal vez por eso mismo se casó con Mamá.

Hermano 4-  ¿Qué querés decir con eso?

Hermano 3-  Digo que por eso mismo se casaron.

Hermano 4-  Un día no se vieron y empezaron a salir.

Hermano 3-  Qué romántico.

Por momentos representan un juego de roles familiares. El Hermano 3 hace el papel del Padre y de la abuela. El Hermano 4, el de la Madre. 

Hermano 4-  (Sensibilizado) Estoy hablando en serio, tonto.

Hermano 3- Yo también. Me los imagino a los dos en una esquina diciéndose al oído:  “Nos vemos mañana, mi amor.” (Ríen)

Hermano 4-  O a Mamá diciéndole a la abuela: “¡Déjeme ir a verlo, Mamá, déjeme ir a verlo, por favor!”

Hermano 3- Y la Abuela diciendo: “Ya vamos a ver m’hijita. Ya vamos a ver…” 

Hermano 4- Qué romántico...

Hermano 3- Te lo imaginás a Papá diciéndole a Mamá: “Cuando te veo, se detiene el mundo, y si el mundo se detiene a vernos, ¿qué verán me pregunto? Porque lo que es yo, no los veo” (Ríen)

Hermano 4- Y un buen día se casaron. Tuvieron cuatro hijos y comieron perdices. Porque el amor es ciego, igual que ellos...

Hermano 3-  Papá y Mamá no comían perdices. Es más, no comían.

Hermano 4-  Si comían.

Hermano 3-  Te digo que no. Los vegetales no comen.

Hermano 4-  Sí come.

Hermano 3- (Didáctico) Succionan nutrientes y minerales de las capas inferiores de la biosfera.

Hermano 4- Succionar es una forma de comer, tarado. Si no, mirá a los bebés cómo se comen a la madre.

Hermano 3- Eso es sexo explícito. ¿Ves que no entendés nada? Sos un desubicado. (Didáctico) Los vegetales...   

Hermano 4- ¡Sí comen!

Hermano 3- ¿Dónde viste a un alcaucil comiendo un asado con los amigos?

Hermano 4- ¿Tienen amigos los alcauciles?  

Hermano 3- No sé. Pero sí tienen corazón.

Hermano 4- Papá era ciego, pero tenía un gran corazón. Eso decía Mamá.

Hermano 3- Y Mamá era una repollito de Bruselas que perdió la cabeza cuando lo conoció. Eso lo decía Papá.

Hermano 4- ¿Todos los vegetales son ciegos?

Hermano 3- No sé.

Hermano 4- Así como no se vieron nunca, Papá y Mamá se amaron con locura... Como se aman los vegetales en el interior de las latas de conservas... Como sólo lo pickles pueden hacerlo.

Hermano 3- ¿Y eso quién lo decía? ¿La abuela? 

Hermano 4-  ¡No, tonto! Eso lo digo yo.

Hermano 3-  Cuando pienso en Papá y Mamá me da hambre.

Hermano 4-  Terminala.

Hermano 3-  Mmmm... Repollitos de Bruselas... (Se relame)

Hermano 4- (Determinante) Somos ciegos. Y nos guste o no, a la hora de comer uno come por los ojos.

Hermano 3- Yo me imagino. Y como... y cómo... Como...  ¿Cómo?  ¿Cómo, cómo como? ¡Como!  ¡Y como! ¡Y como!

Hermano 4- ¡Basta!

Hermano 3- Pienso en una mesa puesta a la antigua, llena de platos y cosas ricas... Pienso en Mamá y Papá... Y no me amargo como una fruta ácida y pasada de estación... (Fastidiado) Como uno que yo conozco.

Hermano 4- Sí, pero yo no ando como un lunático delirado gritando a los cuatro vientos. Diciendo: “¡Como!  ¡Y como! Que me voy a comer esto... Que me voy a comer lo otro...”

Hermano 3-  Yo, nenito, me...

Hermano 4-  ¡Callate!

Hermano 3-  (Pausa) ¿Cuántos son?

Hermano 4-  ¡No te voy a decir nada!

Hermano 3-  ¿Cuántos son te digo?

Hermano 4-  Muchos...

Hermano 3-  Quiero un número. No seas malo, decime.  ¿Cuántos son?

Hermano 4-  Y... No sé... No se dejan...

Hermano 3- ¿Son criaturas? ¿Humanos? (Temeroso) ¿Son monstruos? ¿Se dejan comer? (Decidido) ¿Qué son?

Hermano 4-  ¡Dejame tranquilo!

Silencio.

Hermano 3- ¿Qué tiene de malo tener fantasías nutritivas?

Primer monólogo

Hermano 3- Los que no se ven se aman. ¿Será por eso que a mí me cuesta tanto amarme? Yo no tengo a dónde escapar. Mire donde mire, siempre estoy ahí, tratando de causarme una buena impresión a mí mismo. (Pausa) ¡Qué estupidez!, ¿no? Papá decía que hay tres clases de no videntes. Están los ciegos estatales que dependen del estado de ceguera de muchos otros ciegos privados de subsidios, estatales y privados... Los privados... son privados... Los estatales también quieren ser privados, pero no les da... Y terminan siendo privados, pero privados de subsidios... Privados y estatales...
Entonces un día se encuentran y uno le dice: “¿Y vos quién sos? Yo soy estatal, ¿y vos? Ah, yo soy privado. ¿Querés que nos privemos? Dale, yo me privo, tú te privas, nosotros nos privamos...
Y así se va transformando todo en un maremágnum, un histeriqueo social tan, pero tan...  Bueno...
Y están los ciegos privados, esos que se pelean por una tajada de ciegos que andan a la deriva y que forman parte de nichos de mercados sin flores ni placas recordatorias.   
Y están los otros ciegos... Los que podrían pasarse todo el día viendo películas mudas para sentirse otra vez en casa.
Yo creo que hay diferentes modos de no ver la vida.


vouyeristas


Hermano 2-  (Despierta sobresaltado) ¿Te quedaste dormido?

Hermano 1- No.

Hermano 2- ¿Qué hacías?

Hermano 1- Pensaba.

Hermano 2- ¿En qué?

Hermano 1- Yo creo que si me lo propongo podría ser vouyerista.

Hermano 2- ¿Ah sí? No me digas...

Hermano 1-  Sí, me encantaría.

Hermano 2- A ver... ¿Y cómo?

Hermano 1- Y, me pondría detrás de una cortina mientras los otros se tocan... (Piensa) Como en el teatro, ¿viste? O como en los cibers.

Hermano 2- No te das cuenta que no podés.

Hermano 1- Vos siempre frustrándome la vocación.

Hermano 2- ¡No podés!

Hermano 1- ¡Sí puedo! Resentido.

Hermano 2- ¡No entendés que si no podés ver, no tiene sentido!

Hermano 1- En el chat no se ven y sin embargo la pasan re bien.

Hermano 2- No es lo mismo. Además se usa la webcam.

Hermano 1- Y los que no tienen, ¿qué?

Hermano 2- Los que no tienen se joden.

Hermano 1- ¡Mirá que sos reduccionista eh! (Se queda en silencio)

Hermano 2- Cuidado con lo que vas a hacer. Mirá, que yo te conozco a vos... Cuando te quedás callado después empezás a hablar cosas raras y siempre terminamos mal.

Hermano 1- (“Mira”, sin ver, hacia una mujer del público) Si me concentro en alguien, seguro que intuyo todo.

Hermano 2- ¡Dejá! No te concentrés tanto ¡Si te creo!

Hermano 1- Es como cuando apagás la luz. ¡Igual seguís viendo todo!

Hermano 2- ¡Uhhh, sos un vouyerista bárbaro vos!

Hermano 1-  Ves a esa chica que está allá.

Hermano 2- ¡No!

Hermano1- Lo digo de manera figurada. Te hablo de esa chica. Esa que se tapa. La que esta apoyada sobre el joven. ¡Ella! (Señala hacia un sector del público. El hermano 2 busca en la misma dirección que señala el Hermano 1) Yo obviamente tampoco la veo. Pero la intuyo. (Habla amablemente) No te escondas, si ya sé dónde estás.

Hermano 2- (Señala hacia donde el hermano está apuntando) No le haga caso, Señorita... Señora...

Hermano 1- ¡A vos te digo! (Se concentra) Vamos a ver en qué estás pensando.

Hermano 2- Mire, le pido un favor... Podría reprimirse un poquito, un poco nada más. Si no, éste se va de mambo y se pudre todo. (Pausa) ¡Claro! Usted se ríe. Pero el que se lo tiene que aguantar después soy yo.

Hermano 1- (Concentrado) Sííí... (Deja ver en su cuerpo señales de goce) Uhhh... (Sonríe) El mar... La playa... Las palmeras en la orilla... Como a mí me gusta. Un par de tragos. El agua azul en el fondo. Me esparcís bronceador por la espalda, mientras la brisa marina despeina mis cabellos. (Muestra en el cuerpo los efectos relajantes de los masajes)
Está un poco fresco, pero el calorcito se lo ponemos nosotros... Sos tan linda... Tenés una piel tan... (Cree que la chica se ha parado) ¿A dónde vas? (Mira hacia un costado) Ahhh... (Sonríe) Ahí viene una nativa. ¿Es una amiga tuya? ¡Está buena! Juguemos de a tres, me gusta... (Se dirige a su hermano) Che, ¿te gustan las negras?

Hermano 2- ¡Dejame tranquilo!

Hermano 1- Mirá que está buena... Saludala. ¡Dale! (Lo codea) Animate, decile algo.

Hermano 2- Dejá de meterte en la fantasía de la chica.

Hermano 1- (Señala con el índice hacia el frente)  Si la que empezó fue ella.

Hermano 2- (Le habla a la persona elegida) ¿Le puedo pedir otro favor? Ignoreló, no le dé más letra.

Hermano 1- Vienen dos más ¡Esto se pone re hot!

Hermano 2- (Le reprocha) ¡También usted no ayuda Señorita! Después, no se queje.

Hermano 1- (Se le hace difícil poder intuir con precisión. Al darse cuenta de que son dos hombres los que se acercan, habla de ellos con desprecio) ¡Ah! ¡Aahhh!  Son dos nativos...

Hermano 2- ¿Y? (Burlón) Parece que la chica tiene otros planes y vos estás en el medio interfiriendo. Aunque perfectamente podría ser una orgía de cuatro. El famoso trío que se divierte mientras un ciego los mira.

Hermano 1- Es cuestión de organizarse... Si nos ordenamos un poquito en una de esas hay para todos.

Hermano 2- Salí de ahí. Te va a ir mal.

Hermano 1- Todo porque a él no lo invitaron, ¡envidioso! ¿Te das cuenta cómo sos?

Hermano 2- A ver... ¿Cómo soy?

Hermano 1- (Deja de lado la fantasía)  Sos un resentido.

Hermano 2- ¡Calmate!

Hermano 1- ¡No me calmo nada!

Hermano 2- ¡Calmate, te digo!

Hermano 1- ¡No me calmo nada!

Hermano 2- (Le da una bofetada) Te perjudicás vos.

Hermano 1- (Intenta retomar la fantasía desde donde la dejó) ¡Vos me perjudicás! ¿Te das cuenta? Ya perdí el hilo. (Busca en todo el frente. Después de hacer un paneo logra ubicarlos nuevamente) ¡Se están tocando! ¡Ehhh, no me dejen afuera!

Hermano 2- (Mira a lo lejos) ¿Qué pasó?

Hermano 1- ¿Qué va a pasar? (Desconcertado)  Se cortaron solos.

Hermano 2- (Agudiza la vista hasta encontrar a la chica junto a los dos nativos) ¡Ehhh! ¿Qué pasó? ¡Ojo, que éste no vino solo! Está bien que es un asco... Pero es mi hermano y tampoco es para dejarlo tirado por ahí como a un perro.

Los Hermanos 3 y 4 se acercan al límite con los espectadores como haciendo causa común con el Hermano 1.

Hermano 1- Dejá, no me ayudes más. Vos siempre el mismo. Mirá a la hora que te acordás que vinimos juntos. ¿Te acordás de la amiga que vino cuando la chica me hacía masajes? Seguro que se ofendió cuando no quisiste saludarla y por eso se fue. Y yo, como siempre, terminé pagando tu desaire.
Hermano 2- Resulta  que ahora yo tengo la culpa...

Hermano 1- No me dejás ni vivir mis fantasías tranquilo. Siempre hacés lo mismo.

Hermano 2- Igual no las conocías.

Hermano 1- (Desolado) Si sigo con vos, seguro que al paso que voy nunca voy a conocer a nadie.

Hermano 2- (Mira al frente por un instante) Che, a todo esto, la morocha no estaba nada mal.

Hermano 1-  Pero claro, tarado. No te dije que me gustaba para vos...

Pegan  mejilla con mejilla y ubican con una “mirada” de ojos cerrados el mismo sector alejado en el público.

Hermano 1- Siempre quise tener un sobrino de color. Los niños negros tienen eso en la sangre. Una intensidad... Una alegría de vivir... ¡Así como era Papá!

Hermano 2- No me digas que Papá era negro...

Hermano 1- ¡Claro!

Hermano 2- No me había dado cuenta.

Hermano 1- ¿De dónde creés que sacamos esta alegría de vivir?

Hermano 2- ¡De Mamá!

Hermano 1- ¿Mamá era negra?

Hermano 2- ¡Ves que no entendés nada!

Hermano 1-  Mirame cuando te hablo.

Hermano 2- ¡Dejame tranquilo!

Continúan discutiendo pero se hace difícil entender lo que dicen.

Segundo monólogo

Hermano 1- Los que no se intuyen no se aman. ¿Será por eso que a mí no me cuesta tanto intuirme? Yo sí tengo a dónde escapar. Mire donde no mire, siempre estoy ahí.
Tratando de causarme una buena impresión a mí mismo. (Pausa) ¡Qué estupidez!, ¿no?
Papá decía que hay tres clases de intuitivos. Están los intuitivos naturales que dependen del estado de intuición del momento. Ésos, decía, pueden pasarse toda la vida intuyendo, ya que les sale naturalmente por los poros. A ésos muchas veces lo que les cuesta es dejar la actividad intuitiva un segundo y ponerse a realizar algo en lo concreto.
Después están los intuitivos a la fuerza, ésos son los que se ponen colorados cada vez que se mandan un intento de intuición. Papá decía que se los puede reconocer de lejos ya que andan tratando de intuir cualquier cosa todo el tiempo. Sea la hora que sea, se los ve con el ceño fruncido cargando casi siempre intuiciones ajenas de acá para allá. Son especialistas en formar grupos de pseudointuitivos que ayudan a otros, todavía más desgraciados que ellos, ésos que no dan pie con bola en nada.  
Papá diría que ésos son pobres que se solidarizan con cualquier pobreza que esté a la deriva.
Y por último están los que Papá llamaba “inclasificables”.
Los que no podemos ver, decía... Pero sabemos que están por todos lados creando mundos.
Los que no podemos ver... (Sonríe)   

Apagón.

vamos bien...

Luz.

Hermano 3- (Enervado) ¡Papá, negro! A quién se le puede ocurrir semejante cosa. ¡Pero por favor!

Hermano 1- ¿Y vos cuándo llegaste?

Hermano 3- Uhhh, hace bastante.

Hermano 1- ¿Pero en qué momento? Si nosotros...

Hermano 3-  (Serio)  ¿Sabés una cosa? Me das vergüenza. Es más, me das asco.

Hermano 2- Ehh, esperá un poquito. Tampoco es para que lo tratés de esa manera.

Hermano 3-¿Y vos qué salís a defenderlo a este otro? A este porquería. ¿Acaso sos el abogado? Vergüenza tendría que darles a los dos. ¿Qué clase de no videntes son? Se supone que un ciego de verdad agudiza todos los demás sentidos y así de alguna forma remplaza a los ojos. 

Hermano 2- Bueno, es cierto... Pero...   

Hermano 4- ¡Pero nada!

Hermano 1- ¿Vos también?

Hermano 4- Y sí... 

Hermano 2- (Burlón) Y sí...

Hermano 3- ¿Y sí qué? ¿Mamá era negra?

Hermano 1- Claro.

Hermano 2- Nada que ver.

Hermano 4- Y sí... Más vale que nada que ver. Si somos ciegos.

Hermano 3- ¡Mamá, negra! Pero por favor... ¿En qué cabeza cabe algo así?

Los tres giran sus cabezas para dirigirse al Hermano 3 y se quedan en silencio.

Hermano 3- ¿Qué dije?   

El Hermano 2 saca algo para comer.

Hermano 1- ¿Ya empezaste?

Hermano 3- ¿Y ahora qué pasa?

Hermano 2- (Refiriéndose al Hermano 1) Éste, que ya empezó a joder... Al final no se puede hacer nada, que ya se empieza a quejar.

Hermano 4- ¡Terminala! Dejate de pensar en comida.

Hermano 3- Si yo no pensé nada.

Hermano 1- Nooo... Si ahora resulta que nos vamos a pelear por la comida.

Hermano 2- (Con la boca llena) Es la toalla.

Hermano 1- No te digo yo... Ya empezaste a babosearte.

Hermano 3- ¿Quién está comiendo? Mirame las manos.

Hermano 1- ¡Calmate!

Hermano 3- ¡No me calmo nada!

Hermano 4- ¡Calmate, te digo!

Hermano 3- No me calmo nada...

Hermano 2- Te perjudicás vos.

Hermano 4- Si estuviera Papá...

Hermano 2- Seguro que también estaría Mamá.

Hermano 4- ¿Por qué?

Hermano 2- Porque eran inseparables.

Hermano 1- Como los siameses.

Hermano 3- No me digan que Papá y Mamá eran siameses… 

Hermano 1- Como la abuela...

Silencio tenso.

Hermano 4- ¿Y el abuelo?

Hermano 1- No sé, creo que no. Parece que el viejo apenas pudo irse se fue.

Hermano 2- No puede ser, porque los siameses andan de un lado para el otro juntos y no pueden dejarse así como así. 

Hermano 3- Yo nunca los vi.

Hermano 1- Yo tampoco.

Hermano 2- Yo qué sé... Pero vamos bien.

Tercer monólogo

Hermano 4- (Irónico) Vamos bien... Vamos bien... ¿O ahora qué? Resulta que porque sale uno y dice “vamos bien”, vamos bien. ¿Todo está bien? Nooo... Ahora nos vamos a olvidar que han pasado seiscientos años de ceguera... Qué digo seiscientos, dos mil años... Nooo... A mí no me van a venir con el cuento de que hay que dar un paso adelante porque el futuro está para allá... (Señala hacia un sector del público, y alguno de los otros hermanos intenta escaparse hacia el futuro) Nooo... Yo me juego la retina que cuando dicen eso es porque hay un precipicio adelante Y ojo, porque yo no voy a salir a buscar un futuro en otro país. A mí me dejan acá, éste es mi país; éste es mi lugar y se terminó ¿O ahora qué? Me van a... (Murmura en voz baja cosas que no se llegan a entender. Los tres giran sus cabezas para dirigirse al Hermano 4 y se quedan en silencio por unos instantes)

Hermano 1- Y... No sé… Habría que ver... 


en el cuarto de baño


Hermano 3- Cuando me acuerdo de ellos me da un hambre...

Hermano 4- A vos todo te da hambre.

Hermano 3- Y bueno... ¿Qué querés?

Hermano 4- A veces me pongo a pensar...

Hermano 3- Eso es bueno, muy buen ejercicio.

Hermano 4- ¡Pienso! Pienso y no me canso de pensar... ¿Cómo puede ser que algo como vos esté acá? Así como así. Digo yo, no entiendo cómo puede ser que alguien, no sé, cualquiera, no se le ocurrió pegarte un tiro en el jardín de infantes, cuando todos éramos niños. En algún recreo. ¡Si no cuesta nada! Yo que sé... O tal vez algo menos cruel, en alguna escuela de verano... Las piletas son peligrosas... En un mínimo descuido podrían haberte ahogado... Yo no me explico... ¿Cómo puede ser que te dejaron llegar a esta edad y que nadie haya hecho justicia con vos?     
¡Qué crueldad!

Hermano 3- Aunque... Fijate vos que una vez, si mal no recuerdo, Papá...

Hermano 4- ¡No te permito, eh! ¡No te permito que hables así de Papá! Papá habrá sido lo que vos quieras. Pero si eliminarte hubiera estado en sus planes, te aseguro que vos no estarías acá. Se puede decir de él cualquier cosa, menos que era un inepto.

Hermano 3- No, si está bien.   

Hermano 4-  No, si está bien. ¡No! No está nada bien.

Hermano 1- ¿Te acordás de Simona?

Hermano 2-  Simona... (Piensa) Ah, la prima de Marta.

Hermano 3- Pero no, tonto... ¡Simona! La que vivía enfrente de la casa de la abuela.

Hermano 4- Pero si la Abu nunca tuvo casa propia.

Hermano 2- La abuela de Simona sí.

Hermano 1- Qué decís si la Abu toda la vida vivió con nosotros en la casa.

Hermano 3-  Pero si la Abuela de Simona siempre vivió en su casa. ¿Qué decís?

Hermano 2-  ¿Qué Simona?

Hermano 4- ¡Simona! La que tenía esos hijos tan lindos... ¿Te acordás?

Hermano 2- (Da un alarido) ¡Ahh! Simona... Que tenía dos hermanos... Claro, si me acuerdo que uno de ellos jugando se sacó un ojo y que el otro también jugando se sacó la lotería. ¿Te acordás?

Hermano 3-  Ves que confundís todo. Esos son los ahijados de la Agustina.

Hermano 1- La costurera. La que tenía el drugstore.

Hermano 2- Yo te hablo de Simona, la morochita. La que a vos te gustaba. (Duerme)

Hermano 4- A todos nos gustaba. Pero de los cuatro te prestaba siempre más atención a vos.

Hermano 3- A todos.

Hermano 1- ¡Calmate!

Hermano 3- ¡No me calmo nada!

Hermano 1- ¡Calmate, te digo!

Hermano 3- No me calmo nada.

Hermano 1- Te perjudicás vos.

Hermano 4- Sabés que no me gusta verte así.

Hermano 3- ¿Así cómo?

Hermano 4- Así.

Hermano 1- A mí también me duele verte así. (Le da una bofetada  al Hermano 2)

Hermano 2- A mí también me duele. Pero para qué están los hermanos, sino para recordarnos los dolores.

Hermano 1- Claro, hombre. Arriba ese ánimo. A ver esa boca grande llena de dientes.  

Hermano 3- ¡No quiero!

Hermano 2- Vamos... Una sonrisita para el tío.

Hermano 3- (Tímido) No...

Hermano 1- Una solita. Vamos...

Hermano 3- ¡No, no y no!

Hermano 2- ¿Qué va a decir la tía?

Hermano 4- Nada. ¿Qué va decir? ¡Nada! Si la tía se murió hace como veinte años atrás. (En este momento el Hermano 3 mira hacia el público, como si allí estuviera el espejo del baño, y muestra los dientes)

Hermano 2- Así me gusta... Que recuerde a la tía con cariño. 

Hermano 3- ¿Es cierto que la tía era luchadora?

Hermano 1- Es cierto, la tía fue una mujer muy luchadora.

Los tres le dan la espalda y debaten.

Hermano 1- No puedo verlo así.

Hermano 2- Es cierto. Está tan perjudicado el pobre. Lo peor es que el tiempo pasa y él ni sabe defenderse solo.

Hermano 4- Y sí... Está cada vez más perdido.

Hermano 3- (Perplejo) ¿Qué dije?

Hermano 1- Mírenlo, pobrecito... Si ni se acuerda lo que dijo hace un segundo atrás. No sé cuánto tiempo más lo tengamos entre nosotros.

Hermano 2- Un día de estos lo vamos a perder y ahí nos quiero ver...

Hermano 4- Se nos va a ir un día y ahí te quiero ver.

Hermano 1- Sí... Ahí te quiero...

Hermano 3- Yo también los quiero.

Hermano 1- La narcolepsia la heredamos de Mamá, pero la amnesia no sé de dónde la sacamos.    

Hermano 2- No sé, no me acuerdo.

Hermano 4- ¿Cómo es eso de la narcolepsia?

Hermano 1- ¿De la qué?

Hermano 2- De la qué ¿qué?

Hermano 3- Somos argentinos. (Sonríe y se va quedando dormido. Se ve una sonrisa en sus labios)

Hermano 4- No sé de qué estás hablando.

Hermano 1- ¿Hablando? ¿Yo? ¿Hablando de qué?

Hermano 2- Mirá, ¿no es una ternura? Se durmió.

Hermano 4- No te digo... Si está sensible... Así se la pasa... O se queda dormido, o le da por hablar de comida. Ya hace varios días que no hace otra cosa. 

Hermano 2- Aprovechemos ahora y le enseñamos algo de defensa personal. Digo, por si uno de estos días nos deja. Por lo menos que se pueda defender solo.

Hermano 1- Es cierto, yo cuando duermo me defiendo mucho mejor.

Hermano 2- ¡Sí! ¿Sabés que tenés razón? Yo cuando duermo lo hago mucho mejor.

Hermano 1- Levantalo. ¡Dale!

Hermano 2- ¡Che, levantalo, dale! Yo no puedo verlo así.

Hermano 4- Vamos hermano. ¡Arriba!

Los Hermanos 1, 2 y 4 arengan al Hermano 3 para que se levante. Éste se va incorporando lentamente y camina hacia uno de los laterales hasta perderse de vista. Los tres lo siguen con las cabezas. La escena queda a oscuras. Mientras levantan las sillas van caminando con ellas hasta armar el ring side.  Apagón.


el ring side

Se da la luz e ilumina de lleno al Hermano 3, mientras los demás quedan en la sombra, cada uno en un rincón del ring. En la oscuridad se ven sus siluetas. Cada vez que uno de los hermanos relata alguna indicación, el Hermano 3 ejecuta lo mismo en el espacio.

Hermano 2- El ciego sale a la calle. Todo el mundo lo mira y de a poco recorre uno a uno los lugares comunes a todos los ciegos.     

Hermano 1- Su mano izquierda está levantada recordándole toda su herencia histórica de los años 70. Está a punto de gritar un gol. Pero recuerda que ha salido a la calle para otra cosa...

Hermano 3- Tiene hambre...

Hermano 2- Sí, sí, tiene hambre. (Molesto) ¡Concentrate!

Hermano 1- El resto del mundo lo mira por televisión y no entiende cómo se puede tener hambre y ser así. (Sería preferible que el Hermano 3 fuera de una gordura alarmante)

Hermano 4- La respuesta es que por ser así es que tiene hambre y no al revés.

Hermano 1- Lo bueno es que ahora está organizado...

Hermano 3- Sí, claro... Muy organizado... ¡Pero tengo hambre!

Hermano 2- Los hermanos lo miran y van a darle una lección de defensa personal...

Hermano 1- Para que nunca se olvide...  

Hermano 2- Para que camine solo por la vida como el código de convivencia lo indica.

Los Hermanos dejan de dirigir al Hermano 3 y hablan entre sí por un momento.

Hermano 4- Yo no puedo verlo así.

Hermano 1- Yo tampoco, me da una pena... Me hace acordar a mí cuando era chico.

Hermano 4- Si no hacemos algo ahora, creo que me mato.

Hermano 2- Si no hacemos algo ahora, él nos va a matar y eso es mucho peor.

Hermano 4- Si le llegara a pasar algo, yo no sé, creo que me volvería loco... Pero también es cierto que si no le pasara nada, pero nada nunca, también me preocuparía. Por eso es mejor que, si le va a pasar algo, sea ahora. (Vuelven al juego del ring)

Hermano 2- El ciego comienza a desplazarse mientras la mirada atenta de los demás lo sigue.  

Hermano 4- Además de ciego tiene amnesia, pero eso ahora no importa, porque él sabe que es el protagonista de un cambio social sin precedentes. Avanza dos pasos y...  

Hermano 1- ¡Cuidado! Parece que algo pasa... Se detiene, no avanza... Al parecer tiene miedo, vuelve a levantar su mano izquierda y mueve los dedos lentamente sin hacer mucho ruido.

Hermano 4- Sabe que tiene otro brazo y por eso duda si festejar con más efusividad.

Hermano 1- Algo anda mal. Cuidado.

Hermano 2- Es tarde... Ya es demasiado tarde... La mano derecha se ha dado cuenta de los movimientos siniestros que pretende realizar su otro brazo.

Hermano 1- El ciego cierra los puños con fuerza y no sabe con qué mano debe dar el golpe.

Hermano 3- Tiene hambre.

Hermano 4- Claro... Por eso la mano derecha lo golpea con fuerza.

Hermano 2- Una vez en el suelo comienza a despabilarse. Se pone de pie y va a dar un paso... ¡Pero cuidado! Las dos manos con sus respectivos brazos le impiden avanzar... La izquierda no lo deja... Le recuerda los pro y los contra de moverse... Le sugiere hacer una votación para determinar si debe mover primero el pie o...

Hermano 4- Antes de poder terminar, ya la derecha le hace muchas preguntas... Le sacude el corazón y le vuelve a hablar... No lo deja avanzar...  Lo llena de miedos... El ciego se mira las manos con rabia y recuerda la importancia de tener manos… No vaya a ser que se vuelva a caer al suelo...  Esto no me gusta nada, aunque parezca mentira, ese cuerpo es demasiado chico para que convivan los dos brazos de hecho...  (Entra el Hermano 1 al ring)

Hermano 2- El choque de fuerzas es inminente.  

Hermano 4- Los dos brazos armados están en posición de ataque.

Hermano 2- Se miden con recelo.

Hermano 4- Giran por todo el espacio y tiran golpes al aire.

Hermano 2- Despacito... Acordate que es tu hermanito... 

Hermano 4- Medilo... Cuidate de la izquierda...

Hermano 2- Dale un derechazo a la cabeza ¡Dale!

Hermano 4- Hacele sentir quién manda, pegale...

Hermano 2- Movete, no lo dejés pensar... Hacé de cuenta que no es tu hermano y pegale.

Hermano 4- Matalo, dale. ¡Hacete respetar! ¡Dale con todo!

Hermano 2- ¡Matalo! Rompele la cabeza con el borde de la calle.

Hermano 2 y 4- ¡Dale, campeón! ¡Dale, campeón!

La luz se va lentamente y se ve a los Hermanos 1 y 3 girando en el ring mientras los demás los arengan. Después de unos momentos vuelve la luz y están los hermanos 1, 2 y 4 sentados en sus sillas. La silla del Hermano 3 está vacía: él se encuentra en el suelo ensangrentado y con los ojos abiertos.




la inseguridad


Hermano 1- Eso es lo bueno de enseñar a respetar las normas de convivencia y dar amor sobre todas las cosas materiales del mundo. Ya que la más importante de todas es el amor.

Hermano 4- Y la seguridad, claro... Si no, cómo podríamos amarnos, si no estamos seguros...

Hermano 1- No hay amor sin seguridad.

Hermano 4- Con seguridad, ¿es amor?

Hermano 2- Los que están seguros, ¿se aman?

Hermano 1- No sé.

Cuarto monólogo

Hermano 2- ¿Será por eso que a mí me cuesta tanto estar seguro? Yo estoy seguro, pero no tengo a quién amar. ¿Será por eso que no tengo para quién escapar?
Mire donde mire, siempre estoy ahí, tratando de estar seguro ante mí mismo. (Pausa) ¡Qué estupidez!, ¿no?
Papá decía que había tres clases de seguridades. La primera es la seguridad que armamos todos los días en nuestros cerebros apenas nos levantamos de la cama. Esta seguridad la construimos tratando de convencernos de que la racionalidad del mundo es idéntica a la nuestra...
Después Papá decía que venía la seguridad sexual. Él decía que ésta estaba íntimamente ligada a la comida... Aunque eso nunca lo entendí muy bien.  
Por último se quedaba en silencio y se zambullía al regazo de Mamá y se perdía entre sus senos transformándose en un bebé de pecho. Después de un rato me llamaba con la mano y me decía al oído que ese era el único lugar donde un hombre se podía sentir totalmente seguro de que otro hombre no fuera a matarlo. Al menos por ese día. (El Hermano 2 echa un vistazo disimulado al Hermano 3, que cierra los ojos. Apagón)

Vuelve la luz. El Hermano 3 está de pie al lado de su silla.

Hermano 3- Papá, un bebé... Pero por favor...

Hermano 1- ¿Qué es lo primero que te acordás de nosotros?

Hermano 3- Que somos hermanitos y que Papá era ciego.

Hermano 2- Igual que Mamá.

Hermano 4- No sé, yo nunca la vi.

Hermano 1- Yo tampoco. Pero la intuyo.

Hermano 3- ¿Se acuerdan de Simona? 

Hermano 2- No, pero yo me acuerdo de un bebé negro que me hablaba...

Hermano 1- Ya empezaste a comer... ¿Te estás baboseando?

Hermano 4- No, pero me encantaría.

Hermano 1- ¿Por qué no puedo dejar de pensar en el nombre de alguien que no recuerdo?

Hermano 3- Tal vez esté tan dentro de nosotros que no podemos decir una sola palabra sin dejar de nombrarla...

Hermano 2- Simona... Simona... No, no me dice nada.

Hermano 3- (Saca el cepillo y le habla al Hermano 1) Me... Me podrías, digo... A mí me encantaría que vos me... ¿Querés? ¿Ah?

Hermano 1- Pero claro, mi negro, si sabés que me encanta. (Comienza a peinarlo)

Hermano 4- ¿Qué es lo que te encanta?

Hermano 2- No empiecen... Yo sé cómo termina esto.

Hermano 1- Dejalo que se exprese... Dejalo.

Hermano 3- Lo peino porque me hace acordar a Mamá.

Hermano 4- ¡Mentira, porque vos nunca la viste!

Hermano 3- Sí la vi.

Hermano 4- No la viste.

Hermano 3- Bueno... No la vi, pero la peinaba.

Hermano 2- Pero si Mamá no tenía cabello.

Hermano 1- Sí tenía. Los dos teníamos casi el mismo cabello.

Hermano 2- No tenía, pobrecita... Pero hacía como que tenía y así Papá la peinaba... Bueno no la peinaba... Hacía como que la peinaba y eran felices... Bueno... O hacían como que eran felices... ¿Te acordás?

Hermano 3- No. No me acuerdo. Pero no importa... Yo igual te peino, mi negro, si total no me cuesta nada. A mí...

Hermano 4- A vos siempre te encantaron los objetos de funcionamiento simbólicos...

Hermano 1- Vos qué te metés, envidioso.

Hermano 4- ¿Qué me meto? Ya te voy a decir por qué me meto. (Lo amenaza)

Hermano 1- Ahí está, ya salió el mafioso. Cómo te encanta intimidar a vos, ¿eh? Desde que llegaste que no has parado de ejercer el apriete. ¿Te das cuenta vos? Vos sos consciente,  ¿no?

Hermano 2- ¿Yo mafioso?

Hermano 1- ¿Quién te está hablando a vos? ¿Qué te metés?

Hermano 2- ¿Que por qué me meto? Ya te voy a decir por qué me meto. (Lo amenaza)

Hermano 4- No se peleen.

Hermano 1- (Burlón) No se peleen. Ya te vamos a decir por qué nos peleamos. (Lo amenaza)

Hermano 2- Por algo será.

Hermano 3- (Deja de peinar al Hermano 1) ¡Bueno, basta! No se dan cuenta que me hacen mal...

Hermano 4- Mal… Así que nosotros te hacemos mal…

Hermano 3- (Tímido) Si…

Hermano 2- Te hacemos mal...

Hermano 3- Si…

Hermano 1- Nosotros te hacemos mal...

Hermano 3- Si.

Hermano 1- ¿Y vos? ¿Se puede saber qué te pasa, qué tenés?

Hermano 3- Ya te voy a decir qué tengo. Esperá un minuto... Ya vas a ver... (Lo amenaza)

En el preciso momento en que el Hermano 3 va a golpear al Hermano 1 se va la luz.

Simona

Vuelve la luz. Se puede ver a las cuatro hermanos sentados en hilera, de espaldas al público.

Hermano 3- Yo tengo un agujero, negro.

Hermano 2- Se dice Mamá, negro.

Hermano 4- No, se debería decir agujero negro.

Hermano 1- Nada que ver, se dice Simona.

Hermano 2- ¿Simona?

Hermano 4- Sí, sí, sí. Simona.

Hermano 3- ¿Simona es Mamá?

Hermano 1- ¿Un agujero negro, Mamá?

Hermano 4- ¡Qué espanto!

Hermano 2- Claro que es un espanto, negro. Si de Simona venimos y a Simona nos vamos...

Hermano 1- Nada que ver. 

Hermano 3- Obvio que nada que ver, si somos ciegos. 

Hermano 1- Qué decís... Si nada puede salir  de un agujero, negro.

Hermano 2- Claro, negro. No somos nada.

Hermano 4- Un agujero negro es negro... Negro... ¿Entendés, negro? 

Hermano 3- ¿Será cierto que la luz no puede salir de un agujero, negro?

Hermano 1- Obvio, si es negro es porque se chupa… La luz.

Hermano 2- Más vale, más vale que es negro. Si es un agujero.

Hermano 3- O sea que vale más... ¿Y esto es porque es un agujero o es porque es negro?

Hermano 2- Y, no… Me imagino que vale más porque... Porque el negro es un agujero lleno de colores y...

Hermano 4- ¡Qué profundidad!

Hermano 2- Obvio, si es un agujero.

Hermano 1- ¡Qué cursi!

Hermano 3- Cuando hablamos de Mamá me da hambre... 

Hermano 4- A mí me da miedo.

Hermano 2- ¿Por qué?

Hermano 3- ¿Por qué qué?

Hermano 1- ¿Por qué Simona nos hizo a algunos tan grandes?

Hermano 3- Y a otros tan pequeños...

Hermano 4- ¿Qué es Simona?

Hermano 2- Simona es Mamá. Pero también es...

Hermano 1- Es esa sensación que no podemos dejar de tener, aunque no sabemos qué es... 

Hermano 4- Ella es la nostalgia.

Hermano 2- Y nosotros todos los días no hacemos otra cosa que recordar la nostalgia.

Hermano 3- ¿La nostalgia?

Hermano 2- Claro... Recordar la nostalgia para exorcizarla. 

Hermano 1- Para recordar los momentos que aún no hemos vivido.

Hermano 3- ¿Qué aún no hemos vivido?

Hermano 4- ¿Quién no ha vivido?  

Hermano 2- A mí alguna vez me gustaría recordar momentos vividos.  

Hermano 3- ¿Y cómo se hace eso?

Hermano 1- Y hay que empezar a ver.

Hermano 3- Y a ver...

Hermano 4- Pero si somos ciegos.

Hermano 2- No hay mejor ciego que el que no quiere ver.

Hermano 1- No hay mejores ciegos que nosotros.

Hermano 4- ¿Y Simona?

Hermano 3- (Aparece detrás de ellos, en el cielo, la luna) Y Simona fue Mamá. Mirá, ahí está. Si la estoy viendo... Justo en el preciso instante en que dio a luz a cuatro bebés.

Hermano 2- Simona es Mamá... y nos ve a los cuatro... ¡Qué lindo!

Los Hermanos comienzan a ponerse de pie, de a uno, y toman diferentes posiciones en el espacio mientras contemplan en lo alto a Simona.

Hermano 1- Claro, porque la visión es femenina.

Hermano 4- La ceguera también, hermanito.

Hermano 3- Para ver hay que empezar por abrir los ojos.

Hermano 2- A mí me da miedo. Yo no estoy seguro...

Hermano 1- Yo pretendo seguir intuyendo todo.

Hermano 4- Somos ciegos y los ciegos tenemos miedo de abrir los ojos y seguir viendo todo oscuro.

Hermano 3- Tengo miedo. Pero también tengo hambre.

Hermano 1- Entonces me dan ganas...

Hermano 4- Pero tengo miedo…

Hermano 2- Y estoy como un perro ciego que cruza la calle porque sabe que una cuadra más allá hay una carnicería…

Hermano 3-  Porque tiene hambre...

Hermano 4-  Pero se acuerda del carnicero y su enorme cuchillo y le da miedo. 

Hermano 2- Entonces se queda congelado de miedo…

Hermano 1-  No avanza ni retrocede…

Hermano 4-  Se queda quietecito en el medio de la calle.

Hermano 3- Tiene tantos motivos para avanzar como para retroceder...
Hermano 1- Pero se queda congelado…

Hermano 2-  Pensando por qué le habrá tocado nacer perro y no carnicero.

Hermano 4- Y entonces una sensación fría le corre de punta a punta todo el espinazo.

Hermano 1- Y es que por un segundo se imaginó algo peor:

Hermano 3- Nacer como vaca y estar condenado a ser un bife.

Hermano 2- Sabe que algo se mueve más allá... Y se le viene encima.  

Hermano 1- Eso se está acercando con rapidez.

Hermano 4- Es un camión de la basura.

Hermano 3- Uno de esos que se lleva todo... Hasta los perros muertos...

Hermano 1-  Hasta los perros ciegos...

Hermano 2- Entonces sabe que si se queda ahí ya está muerto.

Hermano 4- No tiene nada... Sólo le quedan las ganas de saber qué hay delante de la ceguera.

Hermano 3- El camión dobla la esquina y cuando se quiere acordar ya está rodeado de empleados municipales.

Hermano 1- Entonces...

Hermano 2- Toma aire...

Hermano 3-  Mucho aire... Y respira...

Hermano 4- Profundamente.

Monólogo grupal

Los Hermanos se van agrupando desordenadamente hasta quedar en línea, de frente al público.  

Hermano 1, 2, 3 y 4- Tengo hambre. Tengo ganas de matar a besos y a mordiscones a los que no puedo ver. Tengo ganas de pescarme un resfrío de sol jugando en tu panza, mientras que mis ojos se bañan desnudos en tus mares oculares.
Tengo ganas de saltar de un puente y romperme la cabeza contra un contingente de jubilados de la mutual de luz y fuerza, y que de mi cabeza se escapen millones de mariposas de azúcar impalpable.
Tengo ganas de morirme de risa y olvidarme de una vez por todas de qué color es el caballo blanco de San Martín, para levantarme temprano y poder ir de nuevo a la escuela. Pero esta vez siendo yo el que le pregunte a la señorita si es preciso tener los ojos cerrados durante nueve años seguidos sin decir ni siquiera  “MU”.
Preguntarle si es parte del plan educativo repetir como un loro descerebrado todo eso que sale en los libros. Preguntarle a la abuela si es posible enamorarse tantas veces como uno quiera... Y que lo quieran, sí... Y que nos quieran... Jugando al pisa pisuela zapato sin suela me dijo mi abuela que sí... que no... que sí... que no... Que Papá era ciego, que Mamá era Simona. Pero que ella a pesar de todo no tenía la culpa.
Que cuando sea grande quiero ser perro y no chofer de camión recolector.
Que va a ser mejor que abra los ojos... Porque ya soy grande.
Que Papá Noel no es Papá Noé... Porque Noé. O sea, no existe. Así como los superhéroes nunca vinieron a tomar la leche conmigo.
Así como me doy cuenta de que cada vez tengo más miedo de abrir los ojos... Porque es mucho más fácil hacerlo cuando se está soñando... Por eso durmiendo lo hace cualquiera...
Por eso sigo hablando y no me canso de saber que soy una cinta que se repite... Y se repite... Todos los días. Como esos anhelos de Papá y Mamá se repiten en mí...
Hoy no estoy tan convencido de que mis hermanos sean mis hermanos, de que tu país sea tu país, de que tu Mamá se llame como se llamaba ayer y de que tus tíos de Córdoba realmente sean de Córdoba y sean tus tíos.
Hoy sólo sé que algo importante se llama Simona y que estoy ciego... Que todas estas ecuaciones sirven para llevarme a algún lugar. Y que hay una guerra de hormonas que me sacude desde antes de nacer y que me muero de ganas de bañarte en silencio, mientras mis ojos se pierden en tus ojos y te veo tan bella y tan negra caminando en el parque con tu cabellera roja flameando por la brisa marina del lago.

Y yo sé qué me vas a preguntar algo...

Se van separando lentamente hasta que solamente  existe un contacto mínimo entre ellos.

Y la respuesta es... Que sí, que tenés razón... Que detrás de todo siempre hay una mujer que pregunta...

¡Hermanitos! ¡Hermanitos! Hermanitos...

¿Por qué tienen unos ojos tan grandes?

Abren los ojos lentamente hasta el punto de no poder abrirlos más. Reconocen por primera vez todo lo que tienen a su alrededor. Tanto a sí mismos como al otro. Luego miran detenidamente hacia donde se encuentra el público y avanzan.

¡Para comerte mejor!

 Justo en el límite de la cuarta pared, se va la luz.


Fin




sachatustra@yahoo.es
www.portaldedramaturgos.com.ar/sacha
Para más obras: www.teatrovision.com.ar

4/11/20

ANDRÉS OLMOS. EL JUICIO FINAL. SIGLO XVI

 



ANDRÉS OLMOS


EL JUICIO  FINAL


SIGLO XVI


CUADRO I

(Sonarán las flautas. Se abrirá el cielo. Bajará hacia acá san Miguel.)


San Miguel

¡Oh criaturas de Dios! Sabed, como ya sabéis, las órdenes divinas de Dios nuestro señor, de cómo se acabará, de cómo se perderá el mundo y las cosas creadas por Dios, nuestro amado padre. Se perderán, se terminarán todas las cosas que hizo, todo tipo de ave, todo tipo de animal y vosotros también. Desapareceréis ¡oh hombres de la tierra! En vuestros corazones ya sabéis que se levantarán los muertos y los rectos que sirvieron obedientemente al verdadero juez, Dios, serán llevados allí a su casa real a gozar de la gloria con sus santos.

     Pero los malvados, que no sirvieron a Dios nuestro señor en sus corazones, sufrirán los tormentos del infierno. ¡Llorad por esto! ¡Recordad esto! ¡Temedlo! ¡Espantaos! Pues vendrá sobre vosotros el día del Juicio espantoso, horroroso, terrible, tembloroso. Vivid vuestras vidas rectamente en cuanto al séptimo sacramento, porque ya viene el día del Juicio. ¡Ha llegado! ¡Ya está aquí!



CUADRO II

(Sonarán las flautas; subirá se retirará san Miguel. Saldrán hacia acá la Penitencia, el Tiempo, la Santa Iglesia, la Confesión  y la Muerte.)


Penitencia

Que ya no se hable del desatino de todos los habitantes del mundo, agobiados por toda clase de pecados. ¿Qué creerán? ¿Por qué obran así? No quieren abandonar las transgresiones  horrorosas de sus corazones, la dureza de su ceguedad. ¡Oh cuatrocientas veces desgraciados!

Morirán por sus pecados. Están sordos: ya no escuchan. Están ciegos: ya no ven. Se dirá que el pecado les ha destruido los ojos. Les ha sabido dulce, les ha olido a perfume. Se han adiestrado en el pecado como si se edificaran en una casa, como si se cubrieran en un manto. Ya no pueden tener vida; la han considerado agua, comida. ¡Y al señor Dios lo han olvidado! ¡Oh cuatrocientas veces desdichados! ¡Ya termina su vida en la tierra!


Tiempo

Yo soy el tiempo, el tiempo siempre es una manifestación divina que me dio, que me encargó Dios nuestro señor. Diariamente los cuido, los vigilo, los recupero. Ni un momento los abandono, ni de día ni de noche. Les estoy gritando en los oídos que recuerden al Criador, al Dios hacedor, al Soberano. Los exhorto a que giman, a que lo glorifiquen, a que le sirvan, a que cumplan con lo que desea Dios nuestro señor. Les suplico que vayan a su querida casa a que lo sirvan, a que le rueguen que les dé su amada gracia.

Pero ellos no sacan provecho de mi vida, de mis labores. Yo les digo: “Yo os quiero salvar; y no soy de culpar.” Ya se tendrán que defender en presencia de Dios cuando sean llamados uno por uno. Cuando sean interrogados ellos sabrán qué contestar.

Y yo voy a rendir cuentas ante Dios Padre, quien me dio todo poder. Y no encontrarán ninguna disculpa. ¡Pronto serán llamados!


Santa Iglesia

Yo soy la madre misericordiosa. Me puso aquí en la tierra mi amado doncel  Jesucristo para los hombres del mundo. Lloro por ellos todo el tiempo, ante todo cuando muere alguno. Vierto lágrimas por ellos; oro ante mi amada Madre Santa, fuente de alegría, para que se apiade, para que ilumine a sus criaturas, para que no desprecien el séptimo sacramento. Aquí los tengo guardados los sacramentos para el momento en que se necesiten para santificar a la humanidad. Les daré de comer, les daré de beber cuando tengan sed. Y ahora los espero, aunque estoy triste. Que vayan, que vivan rectamente, que oren. Se apiadarán de sí mismos. Y que lloren: ¡Que se arrepientan de sus pecados y defectos!




Confesión

¡Oh tú, madre de la verdadera fe! Todo lo que dices es verdad; pero no se acuerdan de eso, no lo desean. Sólo quieren estar pecando. ¿Acaso no estoy haciendo las cosas como las debería hacer? Los llamo continuamente; diario les pido que se confiesen, que se examinen, que se levanten al alba, que hagan penitencia, que se preparen para la muerte, o sea, que se casen por la Iglesia, que purifiquen sus corazones y sus almas, que ayunen, que se abstengan de comer. Y si no son perdonados, no podrán entrar a la casa preciosa de Dios nuestro señor, si no ayunan primero. Pues al que lo merezca me lo llevaré allá. Ya tienen la escalera para llegar al cielo. Así podrán entrar al cielo. Serán llamados a que uno por uno rindan cuenta de cómo vivieron en la tierra en presencia de Dios nuestro señor.


Muerte

Yo soy el alguacil, el elegido, el enviado del cielo. Se yergue todo mi poder en el cielo y aquí en la tierra. Resplandece plenamente en todas partes, en el cielo y en el universo. Saben en sus corazones los habitantes del mundo que mañana o pasado vendrá hacia acá el hijo amado de Dios a sentenciar a los vivos y a los muertos. A los justos los llevará a su casa señorial dentro del cielo y a los malos, a los que no lo sirvieron aquí en la tierra, los arrojará a las profundidades del Averno. Así, en sus corazones, los habitantes del mundo saben que llegará el día del Juicio espantosísimo cuando caiga sobre ellos. Mientras tanto, que vivan rectamente pues ya está, ya serán juzgados, y se les preguntará si buscaron a Dios nuestro señor.


Santa Iglesia

Es muy cierto lo que habéis explicado, lo que habéis expresado. Vosotros que servís como obreros de mi amado hijo único, de mi marido espiritual Jesucristo, os manifestáis para llamarlos, para que vayáis enfrente como redentores  del mundo. Los pecadores siguen viviendo en la maldad; se han rebajado, han enlodado los corazones y las almas.

Y ahora vamos. Llamémoslos para que pongan en orden sus cosas espirituales, con llanto, con lágrimas. Y yo soy el que los cuido para que se purifiquen, para que se bañen espiritualmente, para que queden limpios dentro del séptimo sacramento, el matrimonio, que les tengo guardado.


Tiempo

Me voy en este momento. Les voy a gritar. Los voy a casar. A toda hora les recuerdo sus obligaciones, para que no pierdan, para que no desperdicien el tiempo de vida que concedió Dios nuestro señor para que cuidara de ellos.

(Se va el Tiempo, solo.)


Santa Iglesia

Yo soy la única luz divina de la fe; por eso los ilumino. Enciendo una luz espiritual para que todos los cristianos vengan a que los purifique. ¡Están ebrios de tanto pecado! Pero si lloran, si gimen, si piden perdón a mi amado doncel Jesucristo, él les dará el reino celestial.

(Se va la Santa Iglesia, sola.)


Muerte

Son realmente dignos de lástima los hombres de la tierra. Están ciegos; se les olvida que serán sentenciados. En eso, en una vida frívola, pecando, han ensuciado sus almas. Lo que hablo, ellos lo entienden. Están ciegos los habitantes del mundo: ya no ven. Los pecados les han ennegrecido los corazones y las almas. No se arrepienten. ¡Que se purifiquen, que se bañen en la buena luz divina!

      Tal vez se acuerden, tal vez lloren cuando venga el día del Juicio, pues en verdad ya no habrá misericordia. ¡Mañana viene el día del Juicio, oh hombres del mundo, cuatrocientas veces desdichados! ¡Ya viene, ya está!

(Sonarán las trompetas. Se retirarán la Muerte y la Confesión.)


CUADRO III

(Aparecerá LUCÍA. Vendrá muy angustiada.)


LUCÍA

¡Oh Dios mío, señor mío Jesucristo! ¡Ya sucedió, oh desgraciada de mí! ¿Y ahora qué me pasa? Mi alma está acongojada como si hubiera entrado en una nube. ¿Ahora qué haré? Me iré a confesar. Tal vez así descanse mi alma. Iré a buscar un confesor, pues están afligidos mi rostro y mi corazón.



(Irá LUCÍA a llamar a una puerta. Aparecerá un Sacerdote.)



LUCÍA

Que Dios nuestro señor esté contigo, amado padre.

(Saldrá el Sacerdote. Hablará.)


Sacerdote

¡Que te guíe Dios nuestro señor hacia acá, querida hija!... ¿Qué quieres?


LUCÍA

Has de saber, amado padre, por qué he venido, con tal de que no te enojes, querido padre.


Sacerdote

¿Qué es lo que quieres, hija amada? Dime, pues Dios nuestro señor nos ha manifestado que hemos de escuchar las confesiones de nosotros, los habitantes del mundo.


LUCÍA

Querido padre: quiero confesarme ante Dios nuestro señor y ante ti, padre amado.


Sacerdote

Hijita: esto me da mucho gusto. Escucho lo que te aflige, lo que te acongoja, ¿son tus pecados? Vamos a la iglesia, a la casa de Dios nuestro señor.


(Luego se confesará LUCÍA y mientras se esté confesando se levantará el Sacerdote espantado.)


Sacerdote

¡Jesús, Jesús! ¿Qué dices, qué hiciste? ¿Acaso no eres cristiana? ¿Acaso no sabes que has cometido un pecado cuatrocientas veces mortal? Pero ya ha sucedido, ¡oh cuatrocientas veces desgraciada! Que salves, que purifiques tu alma. ¿Por qué no has aceptado las cosas divinas? Sólo has seguido al demonio quien te ha apartado del séptimo sacramento bendito, del matrimonio. ¡Ya sucedió, cuatrocientas veces desgraciada! Ahora, ya que no quisiste casarte en la tierra, en tu corazón sabes que ultimadamente te casarás en el infierno, pues mereces que te toquen los suplicios  infernales. ¿Qué cuenta le vas a dar ahora a tu Dios, a tu Señor? No te podrás ayudar a ti misma, pues ha llegado el Juicio de Dios. Ahora tendrás que espantarte cuando descienda el amado hijo de Dios, cuando venga a juzgar a vivos y muertos, cuando cada uno tenga que dar cuentas a su criador, Dios. Y tú también aparecerás ante el verdadero juez, el amado hijo de Dios, Jesucristo.

(Se irá el Sacerdote. Queda LUCÍA.)


LUCÍA

¡Aaaaaaay, aaaaaaay, Dios! ¡Ya aconteció! ¡Oh cuatrocientas veces desdichada soy en la tierra! ¿Qué es lo que he escuchado? ¿Qué cosa espantosa ha dicho este amado hijo de Dios el Sacerdote? Tal vez debería haber escuchado, creído en lo que me dijeron  mi padre, mi madre y todos mis parientes, que me aconsejaron a que cambiara mi vida, pero yo menospreciaba el bendito, el santo sacramento del matrimonio. ¡Ya pasó, ahora soy cuatrocientas veces infeliz!

Abominada sea mi soberbia con la cual nació mi presunción. Malditos sean el Tiempo y el Mundo, el cual ya se está acabando, el cual ya se está feneciendo. Ya está: me siento desgraciada, cuatrocientas veces, de la manera más terrible, pues soy una gran pecadora.


CUADRO IV     

(Sonarán las flautas. Aparecerán los vivos. Se sentarán en el suelo junto con LUCÍA. Aparecerá el Anticristo. Traerá puesto el manto de los condenados. Traerá puesta la túnica por afuera. Levantará un dedo de la mano izquierda. Tronará la pólvora. Entrará el Anticristo.)


Anticristo

¡Oh amados hijos míos! ¿No me reconocéis? Yo soy el que padeció por vosotros en la tierra, el que se afligió por vosotros. Ahora podréis estar seguros en vuestros corazones que terminaré con la tierra, que la destruiré. Debéis creer en mí, oh criaturas mías, pues perdonaré vuestros pecados, vuestros defectos. Creed en mí, mirad mi sangre, mi sagrada carne.


Vivo primero

Tú no eres el que esperamos, pues vendrá nuestro Dios, nuestro Señor. El padeció y murió en la cruz por nosotros. Allí le estiraron los brazos por nuestros cuatrocientos grandes pecados.


LUCÍA

Sí, ciertamente, tú eres el que  hemos estado esperando, oh Dios nuestro señor, oh Señor nuestro, para que perdones nuestros pecados.


Anticristo

Sí, yo soy el que os va a auxiliar. ¿No sabéis que tengo todo el poder del universo?



CUADRO V


(Se abrirá el cielo. Vendrá hacia acá Jesucristo. Vendrá enfrente san Miguel, trayendo las balanzas. Jesucristo cargará la cruz y se detendrá a la orilla del cielo. Huirá el Anticristo. Se  tronará  la  pólvora.)


Coro

Por nosotros Cristo fue

obediente hasta la muerte,

hasta la muerte en la cruz.

Y por eso Dios

lo exaltó y le dio

un nombre que sobrepasa

a todos los nombres.




Jesucristo

Ven, mi caudillo en la guerra, ven al cielo. En este momento voy a terminar, a destruir el tiempo. Se llama el Juicio Final el día del juicio, tal como lo dejé asentado en mis órdenes divinas. Voy a barrer, a limpiar el cielo y la tierra, ensuciados por los habitantes del mundo, tanto vivos como muertos, porque se portaban mal.

     ¡Despertad, oh vivos y muertos, buenos y malos! A los buenos daré en el paraíso una ración regia y florida, el jade celestial, la palmera celestial del río. Y los malos recibirán la casa de la muerte y las aflicciones del averno, ya que no han guardado mis órdenes divinas.

(Jesucristo bajará hacia acá. San Miguel se sentará.)


Jesucristo

Ya te di mis órdenes en cuanto a lo que has de hacer, ¡oh caudillo mío en la guerra!


San Miguel  

Me parece muy bien, querido maestro, que tengan vida los muertos, que despierten los vivos, que se junten los huesos y que se coloquen en su lugar el barro, el lodo para que tú les des vida en el espíritu y en el alma, para que puedan contestar, para que puedan hablar de lo que hicieron bueno y de lo que hicieron malo.


Jesucristo

Con mi poder resucitarán, se moverán, pues les daré la resurrección tal como yo me levanté al tercer día. Que así sea. Que se levanten mis criaturas.



CUADRO VI

(Sonarán las flautas. Se irá Jesucristo por otra puerta. Ya no volverá a subir al cielo. San Miguel sonará la trompeta después.)


Ángel primero

¡Resucitad, oh vivos, pues Dios lo ordena! ¡Encarnaos!

(De nuevo san Miguel sonará la trompeta, con lo cual llamará a los muertos.)


Ángel segundo

¡Surgid oh muertos y venid al juicio! ¡Resucitad, oh muertos, y salid de la tierra! Encarnaos, pues es la orden de Dios nuestro señor.

(Aquí saldrán los muertos incorporados. Volverá a sonar la trompeta san Miguel.)


San Miguel

Ahora ya habéis resucitado. Juntaos, pues ahora daréis cuenta al verdadero Juez. No estéis inquietos; considerad que es vuestro Dios, vuestro Creador.


(Sonarán las flautas. Se irá san Miguel.)


CUADRO VII

(Saldrá el Anticristo que viene a engañar a vivos y muertos. Mucho después aparecerá Cristo.)


Anticristo

He venido para que se cumplan mis sagradas órdenes.

(Se canta el  TE DEUM “PARA TI SEÑOR”)


Te alabamos, oh Señor, te reconocemos.

A ti, eterno padre, toda la tierra te adora.

Lo mismo hacen los ángeles, los cielos y todas las potestades.

Los querubines y serafines cantan sin cesar:

¡Santo, santo, santo, eres Señor y Dios de los ejércitos!

Rebosan los cielos y la tierra de la grandeza de tu gloria.

Te alaba el grandioso conjunto de los apóstoles y la muchedumbre de los profetas.

Te alaba el inmaculado ejército de los                                                          mártires.

Y la santa Iglesia te entona un himno de alabanza.

Himno que se eleva a ti, padre de inmensa majestad a tu venerado, verdadero y único hijo, y también al Espíritu Santo, el Consolador.

Tú eres, oh Cristo, el rey de la gloria, hijo eterno del Padre.

Por salvar al hombre no dudaste de encarnarte en el vientre de la Virgen.

Y destruido el terror de la muerte, abriste a los que creen en ti el reino los cielos.

Tú estás sentado a la derecha del Padre en su misma gloria.

Creemos que tú eres el juez que vendrá al final de los tiempos.

A ti, pues, rogamos que te acuerdes de tus siervos, pues los redimiste con tu sangre preciosa.

Haz que seamos contados con tus santos en la gloria eterna.

Salva a tu pueblo, Señor, y a nosotros, herencia tuya.

Gobiérnanos y hónranos contigo en la eternidad.

Todos los días vivimos bendiciéndote y alabando tu santo nombre por los siglos de los siglos.

Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.

Apiádate de nosotros, Señor, apiádate de nosotros.

Que tu misericordia se derrame sobre nosotros, Señor, como lo hemos esperado.

Pues en ti, oh Señor, he confiado.

Y espero no ser defraudado para siempre.

Amén.



CUADRO VIII

(Desaparecerá el Anticristo. Se tronará pólvora. Luego aparecerá Cristo. Vendrán el Ángel primero y el Ángel segundo, guiándolos san Miguel.)


Jesucristo

¡Ven acá, oh perla celestial, oh arcángel san Miguel! Llama a los vivos  y a los muertos para que se junten en mi presencia. Les tomaré cuenta de cómo vivieron en la tierra.


San Miguel

Así se hará, querido maestro. Los llamaré.

(San Miguel sonará la trompeta. Luego uno por uno irán a sentarse ante Cristo. Un Ángel pesará sus obras buenas y malas. Se arrodillará el muerto primero.)


Jesucristo

Ven, tú. ¿Cumpliste con mis mandamientos mientras vivías en la tierra?... Habla. Contéstame tal como hablabas en la tierra. Habla así ahora.



Muerto primero

Oh Dios mío, Señor mío: observé, guardé tus benditos mandamientos. Cumplí con tus órdenes. Interroga a mi ángel custodio, querido maestro.


Jesucristo

Me serviste bien. Gozarás y serás feliz en el cielo. Jamás terminará, jamás se acabará tu felicidad.

(Lo bendecirá. Lo colocará san Miguel a la derecha de Cristo.)


Jesucristo

Ven tú, oh vivo. ¿A quién honraste en la tierra, a quién amaste?


Vivo primero   

A ti, Dios mío, Señor mío.


Jesucristo

Si es cierto que soy tu Dios, tu Señor ¿guardaste mis divinos mandamientos? ¿Cumpliste con ellos?



Vivo primero   

Eso no lo hice, divino padre. Pero perdóname ya que soy un pecador.


Jesucristo

Ahora ya no existe el perdón. Vete.

(A empujones san Miguel lo llevará al otro lado. Luego se arrodillará el muerto segundo ante Dios.)


Jesucristo

Ven tú, que estabas muerto. ¿Qué hiciste cuando vivías en la tierra? ¿Trabajaste por mí? ¿Me serviste en la tierra? Contéstame.


Muerto segundo

De ninguna manera. Pero perdóname, Señor, Maestro, Dios.


Jesucristo

Ya no. En el juicio ya no hay perdón. Vete.


(San Miguel se llevará al muerto segundo a empujones y los demonios lo jalarán, lo tirarán al otro lado. Se arrodillará la segunda viva, que es LUCÍA.)


Jesucristo

Ven tú, viva. ¿Acaso cumpliste con mis diez mandamientos divinos? ¿Acaso amaste a tu prójimo y a tu padre y madre?


LUCÍA

Seguramente. Primero te amé a ti, Dios mío, Señor mío, y luego a mi padre y madre.


Jesucristo

Si es cierto que soy tu Dios y que me has amado primero, y luego a tu padre y a tu madre ¿guardaste mi mandamiento y el mandamiento de mi amada y gloriosa madre en cuanto al séptimo sacramento sagrado, el bendito matrimonio? ¿Viviste con castidad en la tierra? ¿La manifestaste?




LUCÍA

No, no te he servido, ni reconocí a tu amada madre. Pero perdóname, Dios mío, Señor mío.


Jesucristo

En la tierra tu corazón jamás se dirigía a nosotros. Sólo te la pasabas jugando. Vete. Que se cumpla. Tal vez recuerdes tu vida viciosa para que sufras trabajos. Así es que ya no espere nada tu corazón del Cielo. Te has vuelto desgraciada porque nunca quisiste casarte en la tierra. Te has ganado la casa infernal que será tu tormento. Vete a ver a los que serviste, pues yo no te conozco.


(Será llevada a empujones a los demonios.)


Jesucristo

Ven tú, que viviste en la tierra. ¿Qué movía tu corazón? ¿Mis palabras divinas? ¿Me invocabas dormido y despierto?





Muerto tercero      

Jamás te olvide, ni cuando comía ni cuando bebía, ni cuando estaba despierto ni cuando dormía, amado maestro.


Jesucristo

Me serviste bien, criatura mía. Y yo también siempre me acordé de ti. Por eso te tuve guardado tu collar florido.

(Lo llevará san Miguel a colocarlo entre los justos.)


Jesucristo

¡Venid, oh moradores del averno! Llevad a vuestros siervos a las profundidades del infierno. Y a esta mujer desgraciada, metedla en un temascal  de fuego; atormentadla allí.


Demonio segundo

Señor, nos has hecho un favor. En nuestros corazones te esperábamos... Hemos sido merecedores, hemos sido favorecidos por tu corazón amado. Hemos logrado quedarnos con tus criaturas.

(Este demonio ahora se dirige a otro.)


      Trae la cuerda de metal ardiente y la vara de metal ardiente para que los azotemos. Y dile a nuestro señor Lucifer que ya le llevamos a sus siervos. Que mande inmediatamente las espinas metálicas ardientes al lugar adonde llevaremos a sus siervos.

(Se va Satanás a traer las espinas de metal ardiente.)


Satanás

Aquí traigo todo lo necesario para atarlos, no sea que huyan de nuestras manos. Ahora tendremos nuestra comida en las profundidades infernales. Hemos hecho todo lo posible para que cayeran en nuestras manos.


(Todos los condenados.)

 ¡Auxilio!


Jesucristo

Ya no esperéis nada. En vuestros corazones podéis estar seguros que quedaréis en el abismo infernal.



(Nuevamente hablan todos.)

Condenados

Oh señor Dios nuestro, ¡sácanos a nosotros los pecadores!


(Luego se les expulsará. Tronará la pólvora. Gritarán. A los justos se les entregarán coronas floridas de palma. Subirá Cristo hacia el cielo. A la mitad de la escalera hablará.)


 Jesucristo

Subid hacia acá. Siervos míos. Recibid lo que tengo guardado: la felicidad que nunca termina, que nunca se acaba.



CUADRO IX       

(Sonarán las flautas. Subirán los ángeles, Jesucristo y los justos. Luego sacarán a LUCÍA hacia acá. Sus aretes serán mariposas de fuego, su collar una serpiente. La atacarán de la cintura. Vendrá gritando y le contestarán los demonios.)


Demonio primero

Muévete, maldita. ¿Acaso no recuerdas lo que hiciste en la tierra? Ahora lo vas a pagar allá en el abismo del infierno.


LUCÍA

¡Ya me sucedió, oh cuatrocientas veces desgraciada! ¡Soy una pecadora que merece la morada infernal!


Satanás

¿Con que ahora gritas, desdichada? Ahora te haremos gozar en lo hondo del averno. Allí, en nuestra casa señorial, te casaremos, ya que nunca quisiste casarte en la tierra. ¡Ándale! Muévete, pues te espera nuestro señor Lucifer.


LUCÍA

¡Aaaaaaay, aaaaaay, ya sucedió! ¡Oh infeliz de mí, oh pecadora! Mis merecimientos resultaron en tormentos infernales. Ojalá no hubiera nacido en la tierra. ¡Aaaaaaay, aaaaaay, malditos sean el tiempo y la tierra en que nací! ¡Maldita sea la madre que me parió! ¡Aaaaaaay, malditos sean los pechos que me criaron! ¡Maldito sea todo lo que comía y bebía en la tierra! ¡Aaaaaaay, maldita sea la tierra que pisé y la ropa que vestí!

      Todo se ha vuelto fuego. ¡Aaaaaaay, me quema mucho! Mariposas de lumbre me envuelven las orejas y señalan las cosas con que me embellecía, mis joyas. Y aquí, alrededor del cuello, traigo una serpiente de fuego que me recuerda el collar que traía puesto. ¡Me ciñe una espantosa víbora de lumbre, corazón del Mictlán , la morada infernal! Con  ella me acuerdo de mis placeres en la tierra. ¡Aaaaaaay, cómo no me casé! ¡Aaaaaaay de mí, desdichada, ya sucedió!


Demonio primero

Ahora serás encerrada, ahora la pagarás. Ha caído sobre ti la cosa de la cual te amonestaba  tu familia en la tierra.


(La azotarán.)





Satanás

¡Anda, infeliz! ¿Con que ahora te acuerdas de que deberías haberte casado? ¿Cómo no te acordaste de eso cuando vivías en la tierra? Ahora pagarás por toda tu maldad. ¡Anda, muévete!

(La azotarán. Se la llevarán. Tronará la pólvora. Tocarán sus trompetas los demonios. Se entiende que se cerrarán el cielo, la tierra y el infierno. Ya no se escucharán los gritos de LUCÍA ni las voces de los demonios.)


CUADRO X

(Aparecerá un Sacerdote ante el público.)

Sacerdote

¡Oh amados hijos míos, oh cristianos, oh criaturas de Dios! Y habéis visto esta cosa terrible, espantosa. Y todo es verdad, pues está escrito en los libros sagrados. ¡Sabed, despertad, mirad en vuestro propio espejo! Para que lo que sucedió en la comedia no os vaya a pasar. Esta lección, este ejemplo, nos lo da Dios.

      Mañana o pasado vendrá el día del juicio. Oren a nuestro señor Jesucristo y a la Virgen santa María para que le pida a su amado hijo Jesucristo que después del juicio merezcáis, recibáis la felicidad del cielo, la gloria. ¡Así sea!


Coro

Dios te salve santa María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas y sobre todas las mujeres, y también es muy bendito el fruto de tu vientre Jesucristo.

      ¡Oh santa María! Ruega por nosotros. Así sea.


*