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13/9/10

Ansiedad Oral, del autor argentino Pablo Albarello


Pablo Albarello








 
Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a pablo_albarello@e-pol.com.ar  o  palbarello@argentores.org

ANSIEDAD ORAL


Pablo Albarello

Ansiedad oral
(Reg. Prop. Int. Nº 755162)
                                                                                                                        
Personajes (3 masculinos)
Cárpena (55)
Soldati (50)
Guardia

ESCENA I
Patio de recreo de cárcel de máxima seguridad, entra un guardia transportando a CÁRPENA, lo lleva en un carro, va atado con cadenas con pasadores en tobillos y muñecas, un bozal enrejado le cubre la mitad inferior de la cara. El guardia lo deja parado sobre el carro en mitad de la escena y sale.
APAGÓN


ESCENA II
Vuelve el guardia trayendo a SOLDATI  en otro carro, encadenado y con su bozal, lo coloca junto a CÁRPENA y sale. Ambos quedan de frente al público. Debido a la posición de los carros y a las ataduras, en los diálogos van a tener dificultades para mirarse. Largo silencio.
SOLDATI: Calor.
CÁRPENA: …
SODATI: Esta vez se adelantó, ¿no?
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Mi Dios, y lo que va a ser enero!
CÁRPENA: …
SOLDATI: Es el tema este de la capa de ozono…
CÁRPENA: …
SOLDATI: Parece que los gases que largan las fábricas suben y hacen como una costra que no deja pasar el aire…
CÁRPENA: …
SOLDATI: A mí este año no me joden: me voy los tres meses al mar.
CÁRPENA, sin poder evitarlo, se sonríe.
SOLDATI: ¡Bien! ¡Ve que no es tan difícil!
CÁRPENA: ¿Cómo dice?
SODATI: ¡Que se relaje un poco, hombre! ¡Tiene que cortarla con la mufa!
CÁRPENA: …
SOLDATI: Más ahora que nos vamos.
CÁRPENA: Le pido que no vuelva con eso.
SOLDATI: ¿Por qué? Sería negar la realidad.
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Si nos vamos, nos vamos!
CÁRPENA: …
SOLDATI: Córdoba en esta época es ideal: nos instalamos en Alpacorral, conseguimos una cabañita en medio de las sierras, hacemos una huerta, fabricamos dulces, algo así de pantalla, y a la tardecita bajamos al pueblo. ¿Qué me dice?
CÁRPENA: …
SOLDATI: Con el turismo, las caminatas y los paseos a caballo nos mimetizarnos, como quien dice, con el paisaje.
CÁRPENA: Anteayer había dicho Santa Teresita.
SOLDATI: Cambio de planes, Cárpena. La costa atlántica con el Operativo Sol está jodida (pausita, observa al otro) ¿A usted le pasa algo?
CÁRPENA: No. ¿Por qué lo dice?
SOLDATI: No sé, lo veo lánguido.
CÁRPENA: …
SODALTI: ¡Cuente, che, para eso están los amigos!
CÁRPENA: ¡Y QUIÉN DICE QUE USTED ES MI AMIGO!
SOLDATI: ¡Bueno, no es para que se ponga así!
CÁRPENA (cambiando): Disculpe.
Pausita.
CÁRPENA: Un tema familiar, mi nena…
SOLDATI: A ver, ¿cómo es eso?
CÁRPENA: Mi mujer la quiere casar, le llenó la cabeza y ella, pobre, se pone de novio y –como siempre fuimos muy pegados- se siente en la obligación de presentarme a los candidatos.
SOLDATI: Me imagino.
CÁRPENA: Siempre la misma historia: no se anima a decirles, los trae, los pobres muchachos me ven, se les baja la presión y se van dando tumbos. Lógicamente, después ella no les ve más el pelo.
SOLDATI: Me imagino. ¡Qué barbaridad! ¿Y cuantos van?
CÁRPENA: ¿Desde que estoy acá?
SOLDATI: ¡Ajá!
SOLDATI: Seis
SOLDATI (reflexivo): Más este: siete. ¡Qué barbaridad!
CÁRPENA (se remueve, le pica la espalda): ¡Aaaay!
SOLDATI: ¿Le volvió?
CÁRPENA: ¡Uuuuy, sí! No me puedo acostumbrar (se rasca contorsionando el cuerpo)
SOLDATI: Utilice la inteligencia. Cada vez que le pique fije en la memoria el lugar, después en la celda se rasca todo junto.
CÁRPENA: ¡No diga pavadas!
SOLDATI: Es lo que hago yo. Escuche, volviendo a lo de su nena, si quiere podemos hacer algo: cuando lo vengan a ver intercambiamos carretilla y me hago pasar por usted.
CÁRPENA: ¿Y para qué quiere hacer eso?
SOLDATI: Una mano lava a la otra: yo le hago un favor a usted y usted me hace otro a mí.
CÁRPENA: Explíquese.
SOLDATI: Pido hablar a solas con el chico, no sé, para decirle algo de hombre a hombre, para darle algunos consejos antes del casamiento y entonces...
CÁRPENA: ¿Entonces?
SOLDATI: ¡¿Usted es o se hace?! ¿Qué le parece?
CÁRPENA (espantado, hace algún gesto con la boca que signifique comer): ¿L-lo, lo…, quiere decir, se lo?...
SOLDATI: ¡Correcto! Usted mantiene a su hija soltera, yo corto con la dieta y todos felices.
CÁRPENA: ¡No diga disparates!
SOLDATI: ¿Qué tiene? Si con estos bozales ni se nos ven las jetas. ¡Plan perfecto, Cárpena!
CÁRPENA: ¡CÁLLESE!
Pausita.
CÁRPENA: Usted de veras que está enfermo.
SOLDATI: ¡Ay, mire quien habla: mister equilibrio!
VOZ EN OFF: Interno 4811, interno 4811 tiene visita…
SOLDATI, da un salto de su carro.
SOLDATI: ¡Ahí están, dele, mueva las cachas!
Atado, va como puede hasta CÀRPENA,  trata de sacarlo de su carro.
CÁRPENA: ¡Salga de ahí, suelte!
SOLDATI: ¡No se retobe, vamos!
CÁRPENA: ¡Le dije que salga!
APAGON


ESCENA III
Siempre en el patio de la cárcel  y sobre los carros, CÁRPENA y SOLDATI  están inclinados boca arriba tomando sol.  Aunque con cadenas, no llevan los bozales y están con el torso desnudo. SOLDATI tiene puestos lentes oscuros (para conseguir el ángulo apropiado los carros pueden estar apoyados en el extremo superior en una banqueta, tarima o símil)
SOLDATI: Hay que sacarse el tono verdoso, Cárpena, tener aspecto saludable.
CÁRPENA: ¡Déjese de embromar!
SOLDATI: La imagen es importante, vende a la persona. Más cuando uno llega a un lugar donde no lo conocen.
CÁRPENA: ¿Sabe que existe algo llamado cáncer de piel?
SOLDATI: ¡Ay, córtela con la mala onda! ¡Usted es imposible!
CÁRPENA: …
SOLDATI: Hágalo por la patrona y por la nena, entonces.
CÁRPENA: ¡Le dije que no mencione a mi familia!
SOLDATI: Para que lo vean mejor, digo. Obsérveme a mí, me afeito cada mañana, relojée los abdominales. Doscientas lagartijas diarias. Encadenado y todo cumplo con la rutina (hace distintos movimientos, limitado por las cadenas) fuerza de brazos, deltoides, cuádriceps, trote. ¡Contemple!
CÁRPENA: Veo, veo. ¡Atropellado por los éxitos!
SOLDATI (tocado): No sé si atropellado por los éxitos pero se nota la diferencia.
CÁRPENA: …
SOLDATI: Es una cuestión de actitud.
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Qué poca iniciativa, hubiera sido tan sencillo! ¡Usted me decepciona!
CÁRPENA: ¿De qué habla?
SOLDATI: Lo de su futuro yerno: me lo almorzaba antes de que pudiera decir pío. Incluso le hubiera dejado la bolsita con la achuras para que trabajara en lo suyo.
CÁRPENA (impactado): ¿P-perdón?
SOLDATI: “En lo suyo”, en su vicio, quiero decir…
CÁRPENA (temblando de la furia): ¡USTED QUÉ SABE! ¡CÁLLESE!
SOLDATI: ¡Bueno, bueno, hombre, no se ponga así! (pausita) Si no quiere hablar, no hable. Pero, para que lo sepa, yo no vivo en un tarrito de azafrán.
CÁRPENA: …
SOLDATI: Cuando estaba afuera miraba la televisión, leía los diarios…
CÁRPENA: …
SOLDATI (conciliador): Vamos, sólo intento crear un vínculo, yo le cuento de lo mío, usted me cuenta de lo suyo y así nos vamos conociendo.
CÁRPENA: ¡Yo a usted no quiero conocerlo!
SOLDATI: Okey, como guste.
SOLDATI cierra los ojos, se abstrae en el baño de sol. Canta.
SOLDATI: “Quieren matar al ladrón / que se robó a una mujer / quieren, quieren / quieren saber donde está / nunca lo van a saber / yo se porque, yo se porqueeeee”… Lo que no entiendo es cómo se las arreglaba para la conservación sin frío…
CÁRPENA: No voy a hablar.
SOLDATI (embalado): Ese era mi problema, sabe, probé de todo: con barras de hielo, un esplit frío-calor, la heladera familiar. Pero vio que si no es desmembrado el cuerpo no le entra…
CÁRPENA: No lo escucho.
SOLDATI: Y si me subía la heladera de la carnicería, que tiene más espacio, podía levantar la perdiz. Sabe, cuando seguían su caso por la tele no daban detalles y yo me decía “¡Este hombre sabe lo que hace!”…
CÁRPENA: ¡No-lo-escucho-no-lo-escucho!
SOLDATI: Los somete a algún proceso raro de estos con químicos para evitar la pudrición. ¡Y ahora está acá, Cárpena, lo tengo para que me cuente todo en detalle! ¿No es increíble?
CÁRPENA: ¡NO LO ESCUCHOOOOO!
APAGÓN


ESCENA IV
Están otra vez verticales en sendos carros y con los bozales puestos. A CÁRPENA le falta la mitad del brazo derecho, tiene un muñón vendado a la altura del codo. SOLDATI lo observa con culpa.
SOLDATI (carraspea): ¡Q-quiero pedirle disculpas, Cárpena!
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Dele, hombre, disculpe!
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Afloje, parece una mina, che!
CÁRPENA: ...
SOLDATI: ¡Está bien, si le sirve siga enculado!
SOLDATI, se distrae, canta.
SOLDATI: “Yo soy ladrón por que Dios quiso / que en mi camino te cruzaras /  y que a pesar de tener novio / que yo de ti me enamorara”… Es que últimamente, no sé, estoy como exaltado, vio. Siento un hormigueo, no sé, un vacío, una cosa por acá… Como angustia y a la vez como algo que tengo que llenar.
CÁRPENA: ...
SOLDATI: Claro que igual eso no justifica....
CÁRPENA: ...
SOLDATI: ¡Lo que quiero expresarle es que no fue a propósito, Cárpena!
CÁRPENA: Voy a pedir el cambio de celda.
SOLDATI: ¡Uy, bueno, no exageremos, che!
CÁRPENA: ¿LE PARECE QUE EXAGERO? ¡MIRE! ¿LE PARECE QUE EXAGERO? ¡USTED ES INIMPUTABLE, NO TIENE CURA, USTED EN VEZ DE MEJORAR ESTÁ CADA VEZ PEOR! ¡TENDRÍAN QUE SACRIFICARLO COMO A UN PERRO! ¡ANIMAL!
SOLDATI: …
Pausita.
CÁRPENA (para sí): De todas formas está bien.
SOLDATI: ¿Qué dijo?
CÁRPENA: ¿Cómo?
SOLDATI: No sé, lo escuché decir “de todas formas está bien”.
CÁRPENA: Asunto mío.
SOLDATI: ¡Uy, dele, che, había empezado a hablar! ¿Por qué no sigue? ¡Qué tipo egoísta!
CÁRPENA: ¡Que bien merecido lo tengo! ¡Eso! ¡Que todo se paga en esta vida!
SODATI: No, Cárpena, por favor, no me salga con eso ahora, usted es un tipo inteligente, una persona preparada.
CÁRPENA: No pienso escucharlo.
SOLDATI: Por lo del brazo le expreso mis más sinceras disculpas, fue un accidente desafortunado. Ahora, no me venga con esto de la culpa, le pido por favor.
CÁRPENA: No insista, no voy a entrar en diálogo.
SOLDATI: Hay que aceptarse, mi viejo, quererse como uno es, aprender –cómo se dice- ‘a convivir’ con las debilidades. ¡Vea: míreme a mí!
CÁRPENA: Usted está loco, por lo tanto no tiene conciencia de sus actos.
SOLDATI: ¿Que yo no tengo conciencia de mis actos? ¿Le parece que yo no tengo conciencia de mis actos?
CÁRPENA: Sí
 SOLDATI busca las palabras.
SOLDATI: ¿S-si yo no tuviera conciencia de mis actos cree que yo… mejor dicho cree que usted y yo?... ¡Mire, mejor déjela ahí! (cambiando abruptamente, divertido) Escuche, escuche:iglesia abandonada”.
CÁRPENA: ¿Qué?
SOLDATI: Recién dijo que no tengo cura. Iglesia abandonada: no tiene cura. ¡Jua, jua!
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Relájese: un chiste! Cárpena, créame, con la culpa la embarra. ¿Sabe lo que le pasa a usted? Está ansioso, eso le pasa. Y es comprensible: se acerca el momento de rajar y eso lo altera. Le pido que deposite su confianza en mí.
CÁRPENA (señalándose con la vista el muñón): ¡Sí, justo!
SOLDATI (sin acusar recibo): Ya está todo encaminado: mi gente nos va a conseguir DNI falsos, algo de ropa y dos pasajes en la Chevallier: directo a Tafi del Valle, turistas ingleses y alemanes, clima seco, sol, y a faenar de lo lindo. ¿Que me dice?
CÁRPENA: …
SOLDATI: Habrá notado que el Morocho está totalmente controlado: nos saca los bozales para tomar sol, me compra el Sapolán…
CÁRPENA: ¿Amenazó a su familia?
SOLDATI: Hermosa mujer y tres niños en edad escolar.
CÁRPENA: ¡Era cantado!
SOLDATI: No es perversión, Cárpena, es una cuestión puramente estratégica: él va a ser nuestro nexo, ¿entiende?, y llegado el momento el encargado de facilitar la salida. ¿Qué le parece?
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡No hay caso, sigue con esa jeta de amargado! Vamos con el juego de las escupidas, entonces (escupe a distancia) Dele, su turno.
CÁRPENA: ¡Déjeme en paz!
A CÁRPENA le vuelve la picazón, se retuerce:
SOLDATI: ¡Ahí lo tiene, por ingrato!
Vigilando que no lo estén mirando SOLDATI se sale de su carro, atado, circula por la escena con mucha dificultad, a los saltitos y a punto de caerse.
SOLDATI: ¡Ahhh, no hay como estirar un rato las piernas! (observa a CÁRPENA que no para de retorcerse) ¿Probó lo que le dije?
CÁRPENA: Sí
SOLDATI: ¿Y?
CÁRPENA: Otro de sus disparates. No se para qué lo escucho.
CÁRPENA se retuerce un rato más, SOLDATI hace unas torsiones de cintura, se detiene, contempla al otro desilusionado. Pausita. A CÁRPENA se le va pasando la picazón, al mismo tiempo comienza a cambiar, por primera vez algo parece rescatarlo del malhumor.
CÁRPENA: Snif, snif.
SOLDATI: ¿Qué pasa?
CÁRPENA: Snif, snif.
SOLDATI (a la defensiva): Snif, snif. ¿Qué huele? ¿Huele algo? Sí está insinuado que tuve algún tipo de escape…
CÁRPENA: ¡Cállese! Snif, snif (sonríe) Puedo oler los cuerpos, la ropa...
SOLDATI: ¿De quién?
SOLDATI: Snif, snif. La gente que espera.
SOLDATI: ¿En la parada del 38, del otro lado del muro? Snif, snif. ¡No joda, che!
CÁRPENA (transportado): Snif. El moho de ese viejo paredón descascarado y lleno de inscripciones, las cortezas, las hojas de los plátanos.
SOLDATI mira la copas de los árboles que asoman por encima de la muralla, maravillado.
CÁRPENA: Percibo con nitidez el olor dulzón del césped de los jardines, el agua de las veredas baldeadas que se evapora con el primer sol de la mañana.
SOLDATI: Lo que está diciendo es muy bello, Cárpena. ¡Atiendanmeló: así que también había resultado medio poeta!
CÁRPENA: Y la fragancia más exuberante e inolvidable: el olor salvaje del río. La vida es misteriosa, la gente asiste a toda una serie de milagros menores sin comprenderlo nunca (pausita, cambiando) Menos usted y yo.
SOLDATI: ¿Por qué dice eso?
CÁRPENA: Nos habita el mal.
SOLDATI: ¡Uy, afloje con eso, che! (a los saltitos vuelve a su carro, se acomoda y cierra los ojos) Siga con los olores, dele, no arruine el momento.
CÁRPENA: Y ya no hay paz para el Hombre que levanta su mano contra el Hombre (gradual, cada vez con más sentimiento) Madre de Dios, consoladora de los que sufren, intercede ante tu hijo divino....
SOLDATI: ¿Qué hace? ¿Está rezando?
CÁRPENA: A ti te llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti, suspirando, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas…
SOLDATI (inquieto): ¡Cárpena! ¡Está rezando!
CÁRPENA: Vuelve a nosotros, esos, tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús…
SOLDATI: ¡CÁRPENA! ¡HEY! (hace algún ruido con la boca o silba) ¡REACCIONE, HOMBRE! ¡ESTÁ REZANDO!
APAGÓN


ESCENA V
Cuando vuelve la luz, CÁRPENA  está ubicado en su carro de perfil, con una toalla en la cabeza para evitar el sol. SOLDATI, de frente, con el torso desnudo, tiene una rodaja de pepino en cada ojo y la nariz cubierta de Sapolán. Está descalzo, el guardia, inclinado, le corta las uñas de los pies. 
CÁRPENA: La temperatura ambiente tiene más efecto en el proceso de descomposición que el tiempo transcurrido desde el momento de la muerte…
SOLDATI: Ah, mire…
CÁRPENA: Si uno se descuida, las bacterias anaeróbicas toman control del proceso convirtiendo el cadáver en papilla. Entonces hay que actuar con rapidez: se taponan la tráquea y la garganta con algodón, una vez extraído el intestino grueso y el hígado, mientras se completa la evisceración ya se comienzan a drenar la sangre y la orina, se ubican las arterias principales y se incorpora al sistema circulatorio aceite de maíz…
SOLDATI: ¿Aceite de maíz? ¿Quiere decir el de cocinar, aceite Patito?
CÁRPENA: Exacto. Yo descubrí que el aceite de maíz, más que la solución de formol, permite que músculos y tendones conserven la flexibilidad. Eso evita el rigor mortis, entonces no se complica tanto llegado el momento de mover el cuerpo.
SOLDATI: ¡Increíble! ¿Y por qué lo del gusto distinto?
CÁRPENA: ¿Cómo?
SOLDATI gira la cabeza en dirección a CÁRPENA, las rodajas de pepino caen al piso.
SOLDATI: Lo del gusto distinto. La carne de mujer, ¿por qué tiene gusto distinto?
CÁRPENA: Ah, es por el ADN y los ácidos grasos. Por una cuestión hormonal. El sistema glandular femenino en el momento de la muerte libera a nivel del endotelio una gran dosis de óxido nítrico para contrarrestar la interrupción del oxígeno en sangre…
SOLDATI: Óxido nítrico, claro, ¿por eso tiene ese sabor metálico?
CÁRPENA: Exacto.
SOLDATI: ¡Cárpena, usted es un genio!
CÁRPENA (molesto): ¡Le dije que habláramos de otra cosa! ¡No sé para qué le hago caso!
SOLDATI: Está, está, no se chive. Sólo una cosita: cuando pasaban lo de su juicio por la tele usted en un momento dijo que ¿se ayudaba con unos libros?
CÁRPENA: “Anatomía comparada” de Shackelford y “Atlas de la Cirugía de Duodeno” de W. Gray
SOLDATI (al guardia): ¿Morocho, escuchaste? (a CÁRPENA) Después pásele los nombres a este para que los consiga (pausita, SOLDATI lloriquea) La pucha…
CÁRPENA gira la cabeza, lo mira intrigado.
CÁRPENA: ¿Qué le pasa?
SOLDATI: No me haga caso (el guardia saca de su bolsillo un pañuelo, le suena la nariz) Gracias (a CÁRPENA) Mi familia siempre fue gente de trabajo, sabe, yo ni siquiera terminé la escuela, toda mi vida trabajé en la carnicería del viejo: descargar, cortar, destazar, ‘El vicio’ para mí fue como una extensión del trabajo. Usted en cambio… (vuelve a lloriquear) ¡Usted es un artista!
CÁRPENA (entre molesto y abrumado): Escuche, Soldati...
SOLDATI: ¡No déjeme! Le voy a confesar algo: yo antes de caer, guardaba detrás de una cajonera para que el viejo no lo encontrara, un cuaderno con sus recortes. (impostando voz de locutor de Crónica) “¡Parecía viva! El cadáver de la joven cajera, desprovisto de sus órganos internos, fue descubierto por una clienta en su puesto de trabajo. Otra víctima del Cirujano de Villa Madero”…
CÁRPENA (levantando presión): Le agradezco, pero no insista...
SOLDATI: ¡El Cirujano de Villa Madero, Cárpena! Le canto su campaña, escuche: 1995, Marincovich, Eduarda, vedette retirada, barrio de Nuñez, vaciada y embalsamada; 1998, Salcedo, Rubén, concejal justicialista de Tres de Febrero, también vaciado; 1999, Caprisi, Selma, ama de casa, Barracas, único descuartizamiento; 2001, Quiroga, Remigio, guardabarreras línea Sarmiento, destazado y colgado por partes del monumento a los…
CÁRPENA (estallando): ¡BASTA! ¡CIERRE LA BOCA! ¿NO ENTIENDE QUE ES ALGO QUE QUIERO BORRARME DE LA CABEZA? ¡Y USTED INSISTE, INSISTE, METE EL DEDO EN LA LLAGA! ¿QUÉ BUSCA?
SOLDATI: Lo que yo digo es que lo suyo es un don, Cárpena, tendría que estar agradecido. ¿Se da cuenta lo que podemos llegar a hacer juntos? Usted el cerebro, yo el brazo ejecutor (vuelve a lloriquear) El destino nos ha regalado un milagro. ¿No lo ve? ¡Somos el dream team!
CÁRPENA: ¡GUARDIA! ¡SÁQUEME DE ACÁ!... AL LADO DE ESTE ENFERMO MI VIDA CORRE PELIGRO. ¿QUÉ PASA CON EL CAMBIO DE CELDA? ¿NADIE SE OCUPA? ¿EN ESTA CÁRCEL SON TODOS INFRADOTADOS? ¡CONTESTE, LE ESTOY HABLANDO!
El guardia cruza una mirada con SOLDATI.
SOLDATI: Él no puede decirle nada, Cárpena, no está autorizado. Dele no se chive, le prometo que enmudezco, no hablo más.
CÁRPENA: …
Pausa tensa, SOLDATI, incómodo, trata de desviar la atención.
SOLDATI: ¡Qué injusticia su juicio, Cárpena!
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Los testigos! ¡Daban vergüenza ajena, daban!
CÁRPENA: …
SOLDATI: Con esas caritas de víctimas. En todo caso si alguna víctima había eran los fiambres. ¿No? Y usted, que de ahí en más ya no podría seguir ejerciendo… (CÁRPENA no hace un gesto, cambiando) Hagamos algo: dejemos el plan para más adelante, ¿qué le parece? Total hay tiempo. Si quiere ahora podemos jugar un rato a ‘piedra papel o tijera’. Claro que va a tener que usar la zurda (culpable) No sé si… Digo, usted era diestro, ¿no?... ¿Se podrá arreglar?
CÁRPENA: …
SOLDATI (previendo otro estallido): ¡Okey! ¿Qué hora será? Uy, mi sesión de masajes (al guardia) Morocho, remolcame. Desde ayer que tengo un dolor que me va de acá al cuello. Debe ser la gimnasia, debo estar sobre-entrenando (el guardia comienza a salir con el carro llevando a SOLDATI) Ah, Cárpena, después hágame acordar que le cuente el del domador y el paralítico, jua, jua, es buenísimo.
SOLDATI y el guardia salen.
CÁRPENA: El tiempo se estira. Las horas no pasan. Esperar, agonizar dentro de este caparazón. Embrutecido, anulado. ¡Qué importa! Tengo que estar sereno, domesticar al pensamiento, hay toda una parte de mí que nadie, sólo yo,  puede ver. Es una parte sana, es una parte limpia que trata de ver un… un mañana. Es necesario creer (solloza) ¡No! No hay solución humana cuando los detalles del problema son inhumanos. ¿Cuándo? ¿Cuál fue el momento preciso en que me perdí? (vuelve a sollozar,  se reprime, con desesperación) ¡Tengo que dominarlo! Sí, lo huelo, huelo un campo. Snif, snif. Huelo un camino perdiéndose en un mar de espigas. Es un campo. Trigo, tierra negra. Snif. Trigo dulce entibiándose al sol, un olor cargado, un poco ácido. Snif. ¡Cuánta belleza! Tierra virgen, fragante a raíz, a mineral...
Hay un cambio de luces que denota la presencia de algo, CÁRPENA se sobresalta.
CÁRPENA: ¿Qué hay?
APAGÓN MUY BREVE


ESCENA VI
Cuando vuelve la luz, por medio de efectos de luces y sonido, asistimos a una escena cargada de horror: CÁRPENA es acosado por los fantasmas de sus víctimas. Desesperado por librarse de las  ataduras, trata con ojos alucinados de esquivar y sacarse de encima a una jauría de “ánimas” que lo acosan, se le abalanzan, lo hostigan.
CÁRPENA: ¡Noooo! ¡Noooo! ¡Basta! ¡Por favor, nooooo! ¡Basta! ¡Noooo!
APAGÓN


ESCENA VII
En el patio, verticales sobre los carros, a CÁRPENA ahora le falta la parte inferior de la pierna derecha, tiene otro muñón vendado a la altura de la rodilla. La luz los  sorprende en un silencio tenso en medio de una fuerte discusión.
SOLDATI: ¿Y por qué me contradijo?
CÁRPENA: ¡Porque estábamos discutiendo! ¡Animal! ¡‘Discusión’: esgrimir razones contra el parecer del otro!
SOLDATI: De acuerdo, pero si mientras discutíamos hubiera evitado contradecirme…
CÁRPENA: ¿Es tarado? ¡Se discute para eso: si los que discuten están de acuerdo la discusión no existe!
SOLDATI: Ok, póngale que estábamos discutiendo, se lo concedo. Ahora, usted conociendo –digamos- ‘esta tendencia’ mía, me contradice y encima por semejante gansada.
CÁRPENA: ¡No es una gansada!
SOLDATI: ¡La receta del matambre a la leche, Cárpena! ¿No le parece una gansada?
CÁRPENA: Para un tipo que sabe de cocina lo que usted dijo es una afrenta.
SOLDATI: Hay tantas recetas como cocineros.
CÁRPENA: ¡No señor! El matambre a la leche es un plato tradicional de la cocina uruguaya, soy nacido y criado en el Uruguay: cuando la carne se introduce en el horno este tiene que estar precalentado a 250 grados y ‘nunca’ existe un tiempo fijo de cocción.
SOLDATI: Volvemos a lo mismo: depende.
CÁRPENA: ¿Depende de qué?
SOLDATI: De si a uno le gusta o no que se le haga esa costra dorada cuando se evapora la leche.
CÁRPENA: ¡Cállese! Cuando la leche empieza a secarse se le agrega más, porque de lo contrario se corre el riesgo de que el matambre no termine de cocinarse. Y cuando está casi hecho se le agrega sal y se tira en una asadera con una buena cantidad de vinagre para que la leche se coagule.
SOLDATI: Usted perdone pero sigo teniendo una duda: ¿de qué carne estamos hablando?
CÁRPENA: ¡DE VACA! ¿DE QUE CARNE CREE QUE ESTAMOS HABLANDO?
SOLDATI: ¡Bueno! ¿Por qué se pone así?
CÁRPENA: …
SOLDATI: Puede que lo del matambre sea como dice, se lo concedo (señalándole el muñón) Ahora, ¿le parece que teníamos que llegar a esto?
CÁRPENA (sacado): ¡Y CLARO QUE NO ME PARECE! ¡Y CLARO QUE NO ME PARECE! APROVECHÓ LA EXCUSA DE LA DISCUSIÓN PARA VOLVER A ATACARME. ME CORTÓ LA PIERNA.
SOLDATI: No se la corté, se la comí.
CÁRPENA: ¡ME CAGO EN LA DIFERENCIA!
Pausa.
SOLDATI (de golpe, convencido): Es lo que yo digo.
CÁRPENA: ¿Qué es lo que dice?
SOLDATI: Una discusión estúpida en la que encima usted me contradijo.
CÁRPENA (resignado): No hay dudas: aparte de estar loco usted es oligofrénico.
SOLDATI: Soy un tipo simple, Cárpena, siempre fui así, transparente, expreso todo lo que me pasa. Es usted el que la complica (cambiando) Además, basta de agredir, viejo, que yo también tengo mi orgullo, eh. Si tanto le jodo por qué no se cambia de celda, digo yo.
CÁRPENA (nuevamente sacado): Y CLARO QUE VOY CAMBIARME, ES LO QUE MÁS DESEO EN ESTE MUNDO, QUÉ SE CREE, QUE SOY MASOQUISTA. ¡PERO ESE PUTO TRÁMITE NUNCA AVANZA!
Pausita.
SOLDATI (arrepentido): Sé que sirve de poco, pero le reitero mis disculpas. Sabe, cuando me agarran estos arranques no puedo controlarme, me viene como una
sudoración, se me llena de saliva la boca. ¡Algo tan desagradable! Se me pone una cosa acá, vio, de agitación y al mismo tiempo como de algo que no puede esperar. ¿Usted qué cree que sea?
CÁRPENA empieza a agitarse, de golpe por la expresión de la cara vemos que sufre un dolor agudo en el pecho y pierde el conocimiento.
SOLDATI: ¡MOROCHO, MOROCHO!
Entra el guardia.
SOLDATI: Le dio un bobazo, dale en el pecho (el guardia duda) ¡Dale en el pecho, no seas maricón, no ves que se le paró el corazón!
El guardia le pega un par de veces, CÁRPENA no reacciona.
SOLDATI: ¡Pegale más fuerte, haceme caso!
El guardia obedece, CÁRPENA finalmente  reacciona. Pausita.
SOLDATI: ¡Uf, lo sacamos, Carpena! ¡Qué susto nos dio!
El guardia lo apantalla con un pañuelo, a continuación le toma el pulso y mira su reloj.
SOLDATI: ¿Se siente mejor? ¡También usted! ¿Registró o no registró que con lo de la gamba perdió un litro y medio de sangre? No entiendo cómo se le ocurre salir al patio.
CÁRPENA (al guardia): Estoy bien, déjeme.
El guardia sale. Pausita. CÁRPENA mantiene un silencio hosco. SOLDATI vuelve a saltar del  carro, mira que no lo vigilen  y con extrema dificultad, ya que las cadenas se lo impiden, remeda la acción de practicar ‘marcha’. Da un giro completo en torno a CÁRPENA, mientras marca el compás con la respiración.
SOLDATI: “Mens sana in corpore sano”, como decía Mario Sokolinsky, el doctor ese de la tele. Sabe, leí que la marcha es el ejercicio aeróbico más adecuado para la gente de nuestra edad. Por la cuestión articular, vio, hay menos rebote en el piso, los tobillos y las rodillas no sufren.
CÁRPENA: …
SOLDATI (se debate, hasta que se anima a hablar): Cárpena, quiero preguntarle algo.
CÁRPENA: No vuelva con lo del matambre a la leche, por favor.
SOLDATI: No, es otra cosa. Ayer, cuando el Morocho lo trajo a la celda, le pasaba algo, ¿no?
CÁRPENA ¿Quién dice eso?
SOLDATI: Soy un tipo observador, aparte estaba pálido como un fiambre. Cuente, che, somos amigos. ¿La nena de nuevo?
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡No, ahora caigo: la patrona! (CÁRPENA no lo escucha, su cara se va descomponiendo en una mueca de miedo. SOLDATI no lo percibe) La patrona, claro, por eso no viene a visitarlo. ¿Qué, tiene otro? Y, es comprensible, el cuerpo tiene sus necesidades, tanto tiempo sin -como se dice- ‘practicar el acto marital’, la pobre ha tenido que salir a practicarlo afuera (finalmente repara en la expresión del otro) ¿Qué le pasa?
CÁRPENA: Se presentan.
SOLDATI: ¿Qué?
CÁRPENA: Dije que se presentan, que se aparecen...
SOLDATI: ¿Quiénes?
CÁRPENA: Usted sabe.
SOLDATI: ¡No, por favor! Se está volviendo un obsesivo. Mejor huélase algo, dele. Si quiere yo también pruebo: snif, snif.
CÁRPENA (afiebrado): Al principio sólo eran voces, repetían “por qué, por qué”. Unas pocas, después se iban sumando más: “por qué, por qué, por qué”. Hasta que se hacía un clamor intolerable (cierra los ojos con fuerza)
SOLDATI: Quédese tranqui o le va a dar otro patatus.
CÁRPENA: Pero ahora es peor. (solloza) Me tocan.
SOLDATI: ¿Cómo que lo tocan?
CÁRPENA: ¡Sí, ahora pasan y me tocan! Yo trato de sacármelas, pero con estas cadenas no puedo. De pronto ya no están, no las veo pero sé que siguen en algún lado, al acecho. Y de golpe vuelven a lanzarse (se retuerce con asco, solloza) Un contacto frío, viscoso, la sensación más espantosa que se pueda imaginar. ¡Dios está detrás de todo esto! (alucinado, comienza a rezar en ritmo creciente) Que tu espíritu sea mi fe y todo el que a mi lado estuviere, encuentre la fuerza que necesita mi materia…
SOLDATI: ¡Cárpena, está rezando de nuevo!
CÁRPENA: Para poder llevar las pruebas del planeta en que habitamos. Ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo…
SOLDATI (inquieto): ¡Cárpena!
CÁRPENA: Defiéndenos en la lucha, que Dios manifieste sobre ti su poder, es nuestra humilde súplica…
SOLDATI: ¡CÁRPENA, BASTA! ¿Qué quiere, terminar en el pabellón de los evangelistas?
CÁRPENA: Usted no entiende nada. Ellos rogaban...
SOLDATI: ¡Córtela!
CÁRPENA: Rogaban por sus vidas y yo no los escuché. Yo me equivoqué.
SOLDATI: ¡No señor! Usted no se equivocó. Usted es un ser humano como cualquier hijo de vecino. Usted tiene su familia, tiene su trabajo y  por otro lado tiene el ‘vicio’. ¿Cuál es el problema? Permítame, porque yo esto lo he pensado mucho: no hay contradicción, Cárpena. ¿Quién puede decir lo que está bien y lo que está mal? La vida es un amasijo confuso, algo que está más allá de lo que usted y yo podamos entender. Aunque usted sea más inteligente y preparado, en esto está en bolas y a los gritos igual que yo. “No era yo cuando lo hacía, tenía el Demonio en el cuerpo” ¡Mire qué fácil! ¡No viejo, era usted mismo y también era yo! Cárpena, ¿sabe cuál es la diferencia entre nosotros? Usted piensa que hay un barbudo que lo vigilantea marcándole lo que está bien y lo que está mal, yo en cambio sólo pienso en mí, en lo que está bien y lo que está mal para mí. Mi viejo, un burro de carga como yo, se murió sin enterarse de nada de lo que hacía, pero ¿sabe qué creo? Que si lo hubiera sabido, lo entendería. En el mundo hay de todo como en botica: empanadas de carne y de humita, gente como nosotros y Ceferino Namuncurá, y todos conviviendo en armonía. ¿O se cree que somos los únicos que carneamos? Mire a los yanquis que tienen a todos esos encerrados el la cárcel esa de Guantánamo, ¿sabe lo qué les hacen?; mire a esos hombres-bomba que se mezclan en una feria y masacran a mujeres y chicos. ¿No le convence? Busque en otras especies, mire un simple animalito de granja como el chancho, ¿las chanchas no se almuerzan a las crías? ¿Las arañas hembra no eliminan a sus machos? ¡Contemple la mitad llena del vaso y déjese de embromar, Cárpena! Su esposa y su hija están vivitas y coleando, ¿eso no es algo meritorio de su parte?
CÁRPENA (confundido): Sí, puede ser (pausita) Sabe, hasta no hace mucho yo tenía un grupo de amigos.
SOLDATI: ¡Ve, ahí tiene!
CÁRPENA: Era una especie de peña científica, leíamos cosas, nos reuníamos una vez a la semana.
SOLDATI: Mire que lindo. ¿En Villa del Parque?
CÁRPENA: Sí. A algunos los conocía desde la infancia. Pero fue pasando el tiempo y cada vez fuimos quedando menos.
SOLDATI: Suele pasar, hoy vio al ritmo que se vive, a la gente le cuesta socializar.
CÁRPENA: No, al contrario, nos reuníamos todos los jueves.
SOLDATI: ¿Y entonces?
CÁRPENA solloza.
SOLDATI: Ah, quiere decir... (comprende que CÁRPENA los pasó por el cuchillo)  ¡Cuanto lo lamento, Cárpena! Pero, dígame, ¿esta era toda gente de su barrio? Porque en la lista que yo tengo....
CÁRPENA (grave): ¡Eran mis amigos!
SOLDATI: Ah, por supuesto, hizo muy bien, para qué amargar a las familias. (con curiosidad) ¿Y como…?
CÁRPENA: Ácido clorhídrico.
SOLDATI: Claro (pausita, cambiando) ¡La mierda, usted también no dejó títere con cabeza!
CÁRPENA vuelve a sollozar, lentamente se va calmando. De golpe se le repite la picazón, se retuerce desesperadamente.
CÁRDENAS: Le dije que su sistema contra la picazón era una mierda, ¿no?
SOLDATI: Sí, gracias…
CÁRDENAS: ¿Por qué agradece? ¿Se está burlando?
SOLDATI: No me burlo, sólo trato de crear un clima positivo.
CÁRPENA: ¡Sabe, sus ‘climas positivos’ me tienen las bolas al plato! Dígame algo, ¿cuál es su condena?
SOLDATI: ¿Por qué quiere saber?
CÁRPENA: Usted conteste.
SOLDATI: Sumando todas las causas, setecientos sesenta y cinco años y dos meses.
CÁRPENA: Setecientos sesenta y cinco años y dos meses ¿Y qué le ve de positivo al hecho de estar encerrado setecientos setenta  cinco años y dos meses en un lugar como este y en mi compañía?
SOLDATI: Encontrando un motivo puede sentirse bien.
CÁRPENA: ¿Un motivo?
SOLDATI: Sí.
CÁRPENA: ¿Cualquiera?
SOLDATI: Uno que le sirva.
CÁRPENA: ¿Cuál es el suyo?
SOLDATI: Rajarme de acá y trabajar con usted.
CÁRPENA: Encuéntreme uno a mí.
SOLDATI: Déjeme ver (piensa) Ya está: agarre, por ejemplo, esa picazón. El primer sistema que le di me dice que no le sirvió y que le sigue picando.
CÁRPENA: Sí, ¿y?
SOLDATI: El segundo es algo más trabajoso, pero la cosa mejora. ¡Ahí tiene su motivo!
CÁRPENA: No entiendo.
SOLDATI: ¡Está lento, Cárpena! Que gracias a mí ahora cuenta con una gamba y un brazo menos. Menos para que le pique.
CÁRPENA: …  
SOLDATI: ¡Un chiste, che! Aflójese un poco.
CÁRPENA: ¡Váyase a la puta que lo parió!
APAGÓN MUY BREVE


ESCENA VIII 
Es el atardecer, SOLDATI y CÁRPENA están en la misma posición que la escena anterior. SOLDATI  ronca con la boca abierta y los lentes para sol puestos, a CÁRPENA se le aparecen los espectros de sus víctimas, lo torturan, se debate.
CÁRPENA: ¡Noooo! ¡Noooo! ¡Basta! ¡Por favor, nooooo! ¡Basta! ¡Noooo!
APAGÓN


ESCENA IX
Cuando vuelve la  luz a CÁRPENA le falta el otro brazo. Atado a uno de los laterales del carro se eleva  una vara con un gancho del que cuelga un sachet de suero, a su derecha hay un aparato para medir la frecuencia cardíaca del que salen cables que se conectan a su pecho. Está débil y tiene muy mal aspecto. SOLDATI, siempre encadenado, está parado a su izquierda.
SOLDATI: Función de circo, ¿sí?, la carpa llena de público y en la primera fila, en su sillita de ruedas, un paralítico. Comienza el espectáculo: pasan los payasos y hacen su número, pasan los equilibristas hacen su número y llega el turno del domador y los leones. Entonces vienen los que arman, ponen las rejas, entra el domador con el látigo, sueltan a los leones y estos empiezan con las pruebas: se suben a una tarima, el domador les pone el aro prendido fuego, pega con el látigo ¡Chassss! Y los leones saltan por el aro. El público aplaude entusiasmado. Pero en un momento uno de los leones va hacia las rejas, se apoya con las tremendas manazas y ¡paf!, las rejas que caen y los tres leones hambrientos que encaran hacia el público. ¡Tremenda escena de pánico! La gente que se da vuelta y empieza a correr despavorida hacia la salida, y el paralítico que, último, gira con su sillita y también empieza a salir. Entonces el domador desde el medio de la pista que ve que el primero de los leones ya tiene su tremenda bocaza en la nuca del paralítico y grita: “¡EL PARALÍTICO, EL PARALÍTICO!” Y el paralítico que se da vuelta y le dice: “¡HIJO DE PUTA, DEJÁ QUE ELIJAN LOS LEONES!” ¡Juá, juá!
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¡Juá, juá! “¡Hijo de puta, dejá que elijan los leones!”¿No es genial?
CÁRPENA: …
SOLDATI (ante la inexpresividad del otro): ¡Afloje, che, no me haga sentir más mal de lo que me siento! (Cárpena se mantiene inmutable, con nerviosismo señalándole la nueva herida) ¿Le duele mucho? (Cárpena  ídem) ¡Ah, Cárpena, me olvidaba, tengo una sorpresa para usted, esto le va a encantar! (llama) ¡MOROCHO!
Entra el guardia trayendo un sobre floreado con un moño.
SOLDATI: Acá al Morocho le pareció un detalle envolverlo para regalo.
El guardia le alcanza a CÁRPENA el sobre, pero este,  lógicamente, no puede recibirlo.
SOLDATI: ¡ABRÍSELO, ANIMAL!
El guardia abre el sobre, saca un folio escrito, sellado y firmado  y se la acerca a CÁRPENA para que lea.
SOLDATI: La aceptación para su cambio de celda. Fíjese qué detalle: firmada por el personal de guardia completo y todos los internos del pabellón especial. ¿Vio cómo finalmente llegó?
CÁRPENA: …
SOLDATI: ¿No va a decir nada?
CÁRPENA (con debilidad): ¡Guárdesela!
SOLDATI: ¿Cómo?
CÁRPENA: ¿Es sordo? Que se la guarde, no la quiero.
Pausita, SOLDATI pasa del desconcierto a la emoción, lloriquea, CÁRPENA lo mira con curiosidad.
SOLDATI: ¡Discúlpeme! No sé qué me pasa, últimamente lloro por todo. Sabe, no me pregunte cómo lo sé, pero estaba seguro que la iba a rechazar. Aunque usted no quiera reconocerlo, entre nosotros… (lloriquea) se ha creado un vínculo, Cárpena, algo muy fuerte, algo –como se dice- ‘indisoluble’. Ya tengo la confirmación, sabe, nuestro destino al final: Sierra de la Ventana. Se atrasó un poco porque se nos había colado un buchón, hubo un allanamiento, cayeron dos de mis contactos, en fin, es una historia larga, pero ya está cerrado, ahora sólo hay que esperar el...
CÁRPENA (interrumpiéndolo): Me retumba la cabeza, le molestaría mucho quedarse un rato en silencio.
SOLDATI: No para nada, es más, voy a aprovechar porque me quedaron por hacer dos series de treinta abdominales…
SOLDATI vuelve a su carro, se acomoda  y se las arregla para hacer algo parecido a abdominales, que acompaña con la respiración.
SOLDATI: 8, 9, 10, 11…
CÁRPENA: Hasta acá llegué.
SOLDATI: ¿Qué dijo?
CÁRPENA: Nada que le importe.
SOLDATI: No, dele, dijo algo.
CÁRPENA: Que no puedo más.
SOLDATI: Jua, ¿yo hago los ejercicios y usted se cansa?
CÁRPENA: Que me quiero morir.
SOLDATI: ¡No diga disparates, si está entero, Cárpena!
CÁRPENA: Mire, no pienso gastar aliento con usted. Tiene que hacerme dos favores. El primero es que termine con lo que empezó.
SOLDATI: ¿Qué quiere decir?
CÁRPENA: Que me coma.
SOLDATI (estupefacto): ¡Avise, che! Pero mire las cosas que se le ocurren. Que yo lo coma.
CÁRPENA: Está todo muy claro, Soldati, no se crea que le guardo rencor. Usted es apenas un instrumento, está acá para cumplir con una misión.
SOLDATI: ¡Qué misión ni ocho cuartos, a mí déjeme de joder con esas pavadas! Usted además de mi amigo es mi socio, en un par de días tenemos mucho trabajo por hacer.
CÁRPENA (delirando): ¡Oh, muerte esquiva dónde está tu aguijón! (se entreduerme)
SOLDATI: Hey.
CÁRPENA (reaccionando a medias): ¿Qué quiere?
SOLDATI: Recién habló de dos favores, ¿cuál es el otro?
CÁRPENA: Ah, nada, olvídelo…
SLDATI: No, dele, no me deje con la intriga.
CÁRPENA: Como usted no los aprovecha, le pensaba pedir que donara mis órganos.
SOLDATI: ¡Basta, Cárpena, le pido por favor, me va a hacer chivar en serio! Usted está hecho un pibe. Hágase unos ejercicios, dele.
CÁRPENA se sonríe ante una ocurrencia.
SOLDATI: ¿De qué se ríe?
CÁRPENA: Esas flexiones que usted hace.
SOLDATI: ¿Qué tienen?
CÁRPENA: No creo que yo vaya a poder.
SOLDATI: ¿Por?
CÁRPENA: Me puede agarrar un calambre.
Los dos estallan en una carcajada.
SOLDATI: ¡Un calambre! (no pueden parar de reír) ¡Un calambre! ¡Me jodió!
Paran de reír. Pausita.
CÁRPENA (desfalleciente): Me-mue-ro (se entreduerme, reacciona) Snif, snif.
SOLDATI: Eso. Si no quiere hacer ejercicios, por lo menos huélase algo. Dele.
CÁRPENA: Snif.
SOLDATI (entusiasmado): Cuente, ¿qué huele, Cárpena?
CÁRPENA: Mierda.
SOLDATI: ¿Mierda? ¿Cómo mierda?
CÁRPENA (casi sin aliento): Lo huelo a usted, todo usted es un gran pedazo de mierda, Soldati.
SOLDATI: ¿Por qué me habla así?
CÁRPENA: Porque es la verdad, usted está podrido por fuera y por dentro.
SOLDATI: No me trate así (lloriquea) Yo no le diría nunca una cosa así a un amigo.
CÁRPENA: Lo último que haría en la vida es ser su amigo. Usted es una comadreja, una triste bestia carroñera.
SOLDATI (lloriqueando): ¡Cállese! Sabe que no puedo discutir.
CALLESE: Aparte, sépalo: también le faltan algunos fósforos en la caja. ¡Triste carnicero! ¡Haga lo único que sabe hacer! ¡Gusano!
SOLDATI: Yo nunca le falté el respeto, Cárpena, todo este tiempo para mí ha sido un maestro, usted es mi ejemplo a seguir.
CÁRPENA: ¡Cortar, destazar y comer! ¡Chacal! Acaba con la vida de alguien y ni siquiera se da cuenta.
SOLDATI: ¡Mentira! Compartimos la celda. ¿Quién le ayuda a orinar ahora que no tiene manos, eh? Usted es mi único amigo
CÁRPENA: Los enfermos como usted no tienen amigos. ¡TERMINE LO QUE EMPEZÓ: COMAME!
SOLDATI: ¡Cállese! (lloriquea) No me humille.
CÁRPENA: ¡BESTIA, ALIMAÑA CARROÑERA, LE DIJE QUE ME COMA! ¡CÓMAME! ¡CÓMAME! ¡CÓMAME!
SOLDATI: ¡BAS-TA!
SOLDATI  salta de su carro, con un aullido animal va hasta CÁRPENA, le clava un tarascón en el cuello. CÁRPENA lanza un grito agónico.
APAGÓN


ESCENA X
Cuando vuelve la luz  SOLDATI está solo,  con el carro inclinado tomando sol. Tiene la boca y la barbilla manchadas con sangre. Está relajado, canta.
SOLDATI: “Quieren matar al ladrón / qué se robó a una mujer, quieren, quieren / Quieren saber dónde está / nunca lo van a saber / yo se porque, yo se porqueeee”… (llama) ¡MOROCHO! ¡MOROCHO!
Entra el guardia, se acerca a SOLDATI, saca un pañuelo y le limpia la boca.
SOLDATI: Llevate el Sapolán y dejámelo en la repisa. Fijate que la ropa para el lavadero está debajo de la litera. Limpiá bien y todo lo que no sea mío tiralo.
El guardia alza el pote de bronceador y sale. SOLDATI vuelve a cantar.
SOLDATI: “Yo soy ladrón porque Dios quiso / que en mi camino se cruzara / y que a pesar de tener novio / que ella de mí se enamorara”…
Efecto de luces muy leve (el mismo que se producía cuando CÁRPENA era torturado por sus fantasmas) SOLDATI se interrumpe, vigila el entorno, pero enseguida vuelve a lo suyo.
SOLDATI:Yo soy ladrón porque en tus ojos / brillo la luz de una esperanza /
y no pensé en las consecuencias / sólo pensé en llevarte a casa”…
Vuelve a producirse el cambio de luces, esta vez más marcado. SOLDATI ahora se interrumpe, con inquietud busca, husmea el aire.
SOLDATI: ¿Cárpena? ¿Es usted? (cambiando, le da gracia su ocurrencia) ¡Juá, juá! ¡Qué idiotez! “Quieren matar al ladrón, que se robo una mujer / quieren, quieren / Quieren saber dónde está / nunca lo van a saber / yo se porque, yo se porqueeee”…
La luz comienza a bajar. Mientras SOLDATI sigue cantando, regresa  el guardia trayendo en un carro a otro preso con bozal y grilletes, lo coloca a su lado, SOLDATI deja de cantar y mira hacia el recién llegado.
SOLDATI: Calor, ¿no?
APAGÓN FINAL