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7/6/21

La gringa. Florencio Sánchez.

 







La gringa
Florencio Sánchez


PERSONAJES
 
 
MARÍA,   esposa de [don Nicola].
DON NICOLA,   chacarero gringo.
VICTORIA,   su hija.
ROSINA,   su hija.
HORACIO,   su hijo.
LUIGGIN,   su hijo.
PRÓSPERO,   hijo de [Cantalicio González].
CANTALICIO GONZÁLEZ,   criollo pobre.
NILDA,   hija de [Margarita].
MARGARITA,   esposa del [fondero].
FONDERO.
EL MÉDICO (Buottini).
EL CURA.
PEÓN 1.º.
PEÓN 2.º (Ramón).
PEÓN 3.º.
EL CONSTRUCTOR.
UN PAISANO.
UN ALBAÑIL.
UN ACOPIADOR.
UN GRINGO.
PARROQUIANO 1.º (don Pedro).
PARROQUIANO 2.º.
COMENSAL 1.º.
COMENSAL 2.º.
Parroquianos.
Peones.
Colonos.
Albañiles.
 
La acción en la provincia de Santa Fe.
La chacra de DON NICOLA.
   
(A la derecha, fachada exterior de una casa sin revocar, de aspecto, si no ruinoso, sucio y desgastado. Una puerta y dos ventanas sin rejas, y sobre éstas, a todo lo largo de la pared, una hilera de casillas -el palomar- bastante pringosas. Junto a la ventana, en primer término, algunos cacharros con plantas cubiertas con lonas, por la helada. A la izquierda, construcción de adobe y paja, un rancho largo con dos puertas. Al fondo un gran pozo de balde de brocal bajo y un largo abrevadero en comunicación con el pozo por una canaleta; junto al pozo un baldecito manuable con una soga. Perspectiva amplia de terrenos de labranza, en la que deben notarse los manchones negros de la tierra recién arada. En las paredes del rancho y de la casa, colgados, arreos, sogas, piezas de hierro viejo, bolsas, etc., y por el suelo, en desorden, picos, palas, rastrillos, horquillas, una carretilla de mano, trozos de madera, un arado viejo, bancos, cacharros. Junto al rancho, en segundo término, un yunque con las herramientas adecuadas. Pleno invierno. Al alzarse el telón, los rayos del sol naciente empiezan a bañar la fachada de la casa.)
 
ACTO PRIMERO
Escena I
 
VICTORIA y MARÍA.
 
VICTORIA.-    (Con traje tosco de invierno, gruesos botines y la cabeza envuelta en un rebozo, aparece por la puerta primera izquierda y se detiene en mitad de la escena, indecisa, como pensando que olvida algo.)  ¡Ah!...  (Vuélvese rápidamente hacia los tarros de plantas y comienza a destaparlos.) ¡Qué helada!...
MARÍA.-   (Desde adentro, lejos.) ¡Oh, Victoria, Victoria!... ¿Es hora ya? ¿Está pronto eso?...  (Tanto esta pregunta como la respuesta deben ser dichas en dialecto piamontés, si es posible.) 
VICTORIA.-   (Observando la altura del sol.)  Sí, es hora. ¿Pongo la señal ya?
MARÍA.-  ¿Cómo no?
 
(VICTORIA toma una bolsa del suelo, la engancha en una horquilla y va a colocarla sobre el brocal del pozo.)
 

Escena II
 
VICTORIA y PRÓSPERO.
 
PRÓSPERO.-   (Saliendo con una reja de arado en la mano. Lleva también ropa gruesa, la cara envuelta en un rebozo y los pies retobados con tamangos de cuero de carnero.)  ¡A buena hora pone la señal!... ¡Ya vienen llegando los peones del bajo!... Se le pegaron las sábanas, ¿eh?...
VICTORIA.-  ¡Mejor!... ¿Y a usted qué se le importa?...
PRÓSPERO.-  ¿A mí?... Nada... ¡Si usted anduviera trabajando desde las dos de la madrugada y con esta helada!...  (Deteniéndola.) ¡Buenos días, pues!... Salude a los pobres... ¿Qué tal pasó la noche?
 
(VICTORIA hace una mueca y huye gambeteando a un manotón audaz que le tira PRÓSPERO. Cuando se ha alejado bastante vuelve para hacerle un palmo de narices y escapar de nuevo, riendo a carcajadas.)
 
PRÓSPERO.-  ¡Ande irá el buey que no are!...
 
(Va hacia el yunque y se pone a limar la reja.)
 

Escena III
 
PRÓSPERO y MARÍA.
 
MARÍA.-    (Aparece con un balde de leche. Debe conservar marcado acento italiano.) Buen día, Próspero. ¿Tiene mucho que hacer ahora?... Hágame un favor... Después, ¿eh?, que tomen el mate, lléveme la vaca negra al potrerito de la alfalfa...  (PRÓSPERO sigue su tarea.)  ¡Maldita vaca!... Miren qué porquería de leche... Una gota... Ni vale el trabajo de ordeñarla... Y eso que todas las tardes le doy la ración... ¡Victoria!... ¿Has preparado el café para el viejo y los chiquilines?


Escena IV
 
PRÓSPERO, MARÍA y VICTORIA.
 
VICTORIA.-    (Sale con cuatro o cinco escudillas de hojalata y cucharas en una mano, y un atado de galleta dura en la otra.)  ¡No puedo hacer todo a la vez, mama!... Allí tiene las cosas prontas... el café... el agua hirviendo.
MARÍA.-  ¡Haragana!... Ya te lo decía esta mañana. Levántate... levántate... Y vos nada. ¡Si no durmieras tanto, te sobraría el tiempo!... Se lo voy a contar a tu padre. ¡Desde que viniste del Rosario, te has vuelto muy señorona!...  (VICTORIA se pone a tararear.)  ¡Sinvergüenza!... Prepara eso y tírame un balde de agua. ¡En seguida!...
 
(Toma el balde de leche y vase izquierda rezongando.)
 

Escena V
 
PRÓSPERO y VICTORIA.
 
PRÓSPERO.-   (Bribón.)  ¡Jo, jo, jo!...  (De espaldas a VICTORIA golpea sobre el yunque, como si trabajara, y cantando con alguna tonada conocida.)  ¡Bien hecho! ¡Bien hecho! ¡Me alegro mucho!...
VICTORIA.-  ¡Zonzo!...  (Coloca en orden, sobre un banco, los platos, cucharas y galletas.) 
PRÓSPERO.-   (Volviéndose.) ¿Habla conmigo?
VICTORIA.-  No sé...
PRÓSPERO.-  Anda mal el tiempo, ¿verdad?
VICTORIA.-   (Mimosa.)  Ahora, por eso mismo, no le doy una cosa que le traía para usted...
PRÓSPERO.-   (Interesado, yendo hacia ella.)  ¿Qué?... ¿A ver?...
VICTORIA.-   (Ocultando algo en la espalda.)  ¿Eh? ¿Ansioso?...
PRÓSPERO.-  ¡No sea mala!... ¡Muestre!  (Intenta tomarle el brazo.) 
VICTORIA.-  ¡Salga!... ¡Atrevido!...
PRÓSPERO.-  ¡Mire que se lo quito!
VICTORIA.-    (Alejándose.)  ¡Vea!... ¡Pan, pan fresquito!...
MARÍA.-   (Desde adentro.)  ¡Muchacha!... ¿Me traes el agua?...
VICTORIA.-   (Dejando el pan sobre el banco.)  ¡Voy!... Agárrelo si lo quiere, pero... yo no se lo he dado.
 
(Va al pozo y echa el balde.)
 
PRÓSPERO.-    (Toma el pan; lo divide en dos pedazos, que guarda en los bolsillos, y volviéndose a VICTORIA.)  Espere... ¡Voy a ayudarla!...
VICTORIA.-  No preciso.
PRÓSPERO.-   (Con fingida autoridad.)  ¡Qué no preciso ni no preciso!...¡Salga de ahí!... ¡Qué se ha pensado! ¡Chiquilina desobediente!...  (Intenta quitarle la soga.)  
VICTORIA.-  ¡Déjeme, le digo! ¡Déjeme!... ¡No quiero!...
PRÓSPERO.-  Bueno... Entonces entre los dos... ¡Vamos a ver! ¡Así!... ¡U... upa!... ¡Cómo pesa!... ¡Tire usted, pues!...
 
(VICTORIA, temerosa, se aleja un tanto, conservando entre las manos una braza de soga, mientras PRÓSPERO recoge el balde.)
 
PRÓSPERO.-   (Después de una pausa.)  ¡Diablo!... ¡Si había estado vacío!...
VICTORIA.-  ¡Mentira!
PRÓSPERO.-  ¡Mire!...
 
(Se inclina para mirar y PRÓSPERO aprovecha el momento para darle un ruidoso beso.)
 
VICTORIA.-  ¡Atrevido!...  (Le pega en la espalda un sogazo. El balde cae al pozo de nuevo.) 
PRÓSPERO.-   (Regocijado.)  ¡Ja! ¡Ja!... ¡Cómo me duele!...
VICTORIA.-  ¡Ah! ¡Sí! ¡Tome!...Vea lo que hago...  (Se limpia la cara con la manga.) 
PRÓSPERO.-  ¡Hum! ¡Cualquier día se lo borra!...
 
(Toma la reja y vase derecha. VICTORIA extrae de nuevo el balde. Oye fuera voces diversas y chirridos metálicos. Los trabajadores van llegando, con arados, a tomar el desayuno. VICTORIA vuelca el agua en otro cubo y rápidamente lo lleva a MARÍA.)
 
VICTORIA.-   (Antes de hacer mutis.)  ¡Mama, ya han venido!...


Escena VI
 
DON NICOLA, Peones, MARÍA y VICTORIA.
 
DON NICOLA.-    (Saliendo, con el PEÓN 1.º.)  Sí. ¡Natural! ¡Natural!...Los animales no sienten, ¿eh?
PEÓN 1.º.-  Vea, don Nicola. Le digo que esa yegua es muy mañera. Esta madrugada, cuando la até, casi me rompe un balancín a las patadas...
DON NICOLA.-   (Sacándose los gruesos guantes verdes.)  Ma, por eso no se la castiga, ¿me entiende? ¿Se ha pensado que las yeguas son hombres... y que comprenden las cosas cuando les pegan?
PEÓN 1.º.-  No, pero...
DON NICOLA.-  Basta. No se habla más...
 
(Van saliendo lentamente los otros Peones, con indumentaria parecida a la de PRÓSPERO. Algunos con arreos y herramientas en las manos, que arrojan al suelo en cualquier parte. DON NICOLA se sienta sobre un tarugo o banco, saca una pipa, la llena, la enciende pausadamente y comienza a desatarse los tamangos; después aparece VICTORIA con una olla hirviendo de mate cocido y se pone a llenar las escudillas. Los Peones las van tomando uno por uno, con la ración de galleta, y se esparcen por el patio, sentándose en el suelo a hacer sopas y tomar el desayuno. Pausa prolongada, cuya duración puede depender de la buena disposición escénica.)
 
Diga, Ramón. ¿Va bien la reja en la melga del Alto Grande?...
PEÓN 2.º.-  No, señor don Nicola. Creo que debíamos dejar ese pedazo hasta que llueva. Aquello es romper arados y matar animales al ñudo. Ta muy seca la tierra.
DON NICOLA.-  Bueno. Andate ahora al rastrojo de la punta del alfa. Irá mejor... ¡Victoria! Traeme las botas... y decile a Luiggin que me ate el tordillo viejo en el birloche. Voy al pueblo. ¿No ha venido Luiggin? ¿Dónde está ese muchacho?...
 
(VICTORIA entra por la puerta derecha y regresa en seguida con las botas.)
 
MARÍA.-   (Asombrada.)  ¡Oh!... ¿Vienen o no vienen a tomar el café?... ¿Qué se han creído?... Hace una hora que está pronto.
DON NICOLA.-  Esperate un poco... ¡caramba!...  (Se pone las botas.) 
VICTORIA.-  ¿Quiere el otro saco?
DON NICOLA.-  ¿Y cómo no?...
 
(VICTORIA vase de nuevo.)
 

Escena VII
 
DON NICOLA, Peones, MARÍA, VICTORIA, LUIGGIN, PRÓSPERO y ROSINA.
 
LUIGGIN.-    (Aparece saltando con una liebre en la mano. Al ver a DON NICOLA trata de ocultarla.) Buen día.
DON NICOLA.-  ¿Qué es eso? ¿Qué es eso?...
LUIGGIN.-  Nada... Una liebre...
DON NICOLA.-  ¡Ah, canalla! Has andado cansando la yegua, ¿eh?
LUIGGIN.-  ¡Mentira!
DON NICOLA.-  ¿Cómo?
LUIGGIN.-  Digo, no señor. La agarraron los perros. ¡Yo no la corrí! Iba por el alfalfar y...
DON NICOLA.-   (Amenazador.) Los perros, ¿no?... los perros... Conque...
LUIGGIN.-  Este... ¡Ah, tata! Del potrero del alfa falta un buey...
DON NICOLA.-   (Reaccionando.)  ¿Cómo? ¿Cómo?...
LUIGGIN.-  Un buey. El buey blanco. Pa mí que se ha pasado al potrero de don Cantalicio.
DON NICOLA.-  ¿Pasado?... ¡Hum! ¡Pasado o... robado... o robado!...
PRÓSPERO.-   (Sentándose.)  ¡Hum!... ¡Está bien!
MARÍA.-   (Asomándose otra vez.)  ¿Pero no vienen a tomar el café? Yo no tengo la culpa si está frío... Diablos con la gente ésta... ¿Se han pensado que estamos en la fonda?...
DON NICOLA.-  Esperate...
 
(VICTORIA aparece con un saco de pana. DON NICOLA se saca el que tiene puesto y el rebozo de la cara y se cambia. Mientras, sale ROSINA, chica de diez a doce años, ocultando la mano izquierda, y se acerca a uno de los Peones pidiéndole algo. El PEÓN le da una navaja y la chica va a sentarse en el suelo, en primer término. Entonces muestra la mano ensangrentada, sobre la que hurga con la punta del cuchillo.)
 
VICTORIA.-  Bueno; vamos, vamos a tomar el café, que mama está enojada... Vení, Luiggin... Pasá...  (Mutis de DON NICOLA y LUIGGIN.)  ¿Y Rosina?...  (Llamando.)  ¡Rosina!...
ROSINA.-  ¡Aquí estoy!... Esperate un poco...
VICTORIA.-  ¿Qué hacés?  (Se aproxima a la chica, y al ver la sangre da un grito.)  ¡Muchacha!... ¿Qué te has hecho?... ¡Dios mío!...
ROSINA.-  Nada... Una astilla... En la mancera del arado... al hacer así... me la clavé.
VICTORIA.-  ¡Oh!... ¡Qué barbaridad!... ¡Virgen Santísima!
DON NICOLA.-   (Reapareciendo.)  ¿Qué pasa? ¿Qué gritos son ésos?
VICTORIA.-  Esta pobre chica... ¡Dios Santo!
DON NICOLA.-   (Alarmado.) ¡Cosa!... ¡Cosa!  (Examina la mano de la chica y con gesto displicente.)  ¡Bah!... ¡Zoncerías!... ¡No es nada!... ¡Zoncerías!... ¡Vení a tomar café!...
ROSINA.-  ¡Eso digo yo!... Una pavada...  (Se pasa la lengua sobre la herida y hace mutis con DON NICOLA y VICTORIA.) 


Escena VIII
 
Peones y PRÓSPERO.
 
PEÓN 1.º.-  ¡Pucha, gringos desalmaos!... Podridos en plata y haciendo trabajar a esas pobres criaturitas...
PEÓN 2.º.-  Por eso tienen plata, pues...
PEÓN 1.º.-  Natural... ¡Miren a esa chiquilina!... Dejuro que se ha tajeao una vena... y los padres tan frescos... ¡Había de ser hija mía!...
PEÓN 2.º.-  O mía... Hacer levantar a esas criaturitas de Dios a las dos de la madrugada, con estas heladas, pa que trabajen como piones...
PEÓN 1.º.-  Y trabajan los botijas como hombres grandes... ¡che! ¿Habrá más?
 
(Va a la olla y se sirve otra escudilla de mate.)
 
PEÓN 2.º.-  Güeno, son estrangis y se acabó. Está dicho todo.
PRÓSPERO.-    (Alzándose.)  ¡Cómo son ustedes de murmuradores!... Si fuesen dueños de la colonia harían trabajar hasta los gatos... ¡Salgan de ahí!...
PEÓN 1.º.-  ¡Hijito!... ¡Yo no!...
PRÓSPERO.-  ¡Ah!... Vos... ¡Qué esperanza!... Tus hijos serían diputados y las mujeres... modistas cuando menos... Cállense la boca... ¡Qué saben ustedes!... Búsquenme la última gringuita de éstas y verán qué mujer así les sale... qué compañera pa todo... habituada al trabajo, hecha al rigor de la vida, capaz de cualquier sacrificio por su hombre o por sus hijos... ¡Amalaya nos fuéramos juntando todos los hijos de criollo y de gringo, y verían qué cría!
PEÓN 2.º.-  ¡Oigalé!... ¿Y qué hacés vos que no te juntás de una vez con la hija del patrón?...
PRÓSPERO.-  Callate la boca...
PEÓN 1.º.-  ¿Te pensás que no te hemos visto prendido con ella en el brocal del pozo?...
PRÓSPERO.-   (Arrimándosele amenazador.)  Bueno. Si me has visto, me has visto... Pero cuidado con la lengua...
PEÓN 2.º.-  No tengás miedo... Vos sabés, hermano, que...
PEÓN 3.º.-  Che, Próspero... Ahí llega uno a caballo que me parece tu tata...
PRÓSPERO.-   (Acudiendo a mirar.)  Sí; es él.  (Llamando.)  Apéese, viejo...
 
(Vase foro derecha.)
 

Escena IX
 
MARÍA y Peones.
 
 
(Los Peones, con el bocado aún, se alzan, depositan las escudillas sobre el banco y recogiendo sus herramientas, látigos y anexos, acomodándose las ropas, afilando las rejas [ad libitum] desaparecen lentamente en el transcurso de las dos escenas siguientes.)
 
MARÍA.-   (Saliendo.)  ¡Me hace el favor, Próspero!... ¡Oh!... ¿Se ha ido ya?...
PEÓN 1.º.-  No, señora. Fue a recibir al viejo Cantalicio que ha llegado...
MARÍA.-  Bueno. Me hace el favor, ¿eh?, de decirle que no se olvide de llevar la vaca negra al potrerito... que la lleve con el ternero también, ¿eh?... Y que me traiga la otra vaca, esa vaca amarilla, ¿sabe?
 
(Vase derecha.)
 
PEÓN 1.º.-  ¡Pierda cuidado!  (A los otros.)  ¡Fíjate, che!... ¡La vaca amarilla!... ¿Por qué no pedirá una vaca violeta?...
 
(Risas.)
 

Escena X
 
PRÓSPERO y CANTALICIO.
 
PRÓSPERO.-    (Sale derecha con CANTALICIO.)  Pase no más, viejo.
CANTALICIO.-  Milagro que no hay perros... Estos colonos saben tener la perrada enseñada a morder y garronear criollos. ¡Güen día!... ¿No hay nadie, che?
PRÓSPERO.-  Están tomando el café. Siéntese por ahí. Yo me voy porque tengo mucho que hacer...
CANTALICIO.-  No, quedate no más. Tenemos que hablar un rato. Supongo que no te han de pegar porque demorés un poco...


Escena XI
 
PRÓSPERO, CANTALICIO, VICTORIA y ROSINA.
 
VICTORIA.-   (Apareciendo con ROSINA, tironeándola.)  Venga a curarse esa mano...
ROSINA.-  Yo, yo solita quiero sacarme la espina... Si vos lo hacés me duele...
VICTORIA.-  Venga a lavarse primero...  (Viendo a CANTALICIO.)  ¡Buen día!... ¿Cómo está?
CANTALICIO.-   (Seco.)  Bien no más.
VICTORIA.-  ¿Busca a tata?... Ya viene... Siéntese...  (Le acerca un banco.)  Está terminando el viejo... ¡Qué milagro por acá!...
CANTALICIO.-  Es verdá; un milagro... ¿Qué le ha pasao a esa criatura?...
ROSINA.-   (Con cierto orgullo.)  Vea, me clavé una astilla tremenda en la mano. Aquí; mire...
CANTALICIO.-   (Como distraído.)  ¡Ta güeno!...
 
(VICTORIA, impaciente, toma de un brazo a la chica y vase derecha.)
 

Escena XII
 
PRÓSPERO y CANTALICIO.
 
PRÓSPERO.-  ¿Qué le han hecho, tata, ellos pa que los trate así?...
CANTALICIO.-  A mí... nada. ¿Y yo qué te he hecho a vos para que me vengas con esas cosas?...
PRÓSPERO.-   (Displicente.)  ¡Bah!... ¡Bah!... ¡Bah!...  (Aparte.)  Vale más que me vaya.
CANTALICIO.-  ¿Qué estás rezongando?...
PRÓSPERO.-  Digo, que si volvemos a las andadas... vale más que vaya al trabajo...
CANTALICIO.-  ¡Te he dicho que esperés!... ¡Ahí viene el gringo!...


Escena XIII
 
PRÓSPERO, CANTALICIO y DON NICOLA.
 
DON NICOLA.-   (Con la pipa en la boca.)  ¡Ramón!¡Ramón!... ¡Ah!... Buen día... ¿Cómo va, don Canta... licio? Está bien, ¿eh?  (Le tiende la mano.) 
CANTALICIO.-   (Alargando la suya con desgano.)  De salud, bien...
DON NICOLA.-  Menos mal.  (Sentencioso.)  En este mundo... en este mundo la salud es lo primero. Habiéndola, lo demás es... trabajo... buenos puños.
CANTALICIO.-   (Aparte.)  Güenas uñas pa robar...
DON NICOLA.-    (A PRÓSPERO.)  ¿Ramón se ha ido ya?... ¡Bueno... nada!...  (A CANTALICIO.)  Conque... hace frío, ¿eh?
CANTALICIO.-  ¡Rigular!...
DON NICOLA.-  Una helada de la gran siete... Y el tiempo no piensa llover... ¡La tierra más dura!... Se rompen los arados...
CANTALICIO.-  Así ha de ser.
DON NICOLA.-  Está bien, está bien... Bueno... Usted venía por alguna cosa, ¿verdad?...
CANTALICIO.-  Sí, señor.
DON NICOLA.-   (Sacando la ceniza a la pipa.) ¡Está bueno!... ¿Le han ido bien los negocios?...
CANTALICIO.-  ¡Como el diablo!...
DON NICOLA.-  Está bien...  (Se frota las manos.)  Usted viene a hablarme, ¿verdad? Bueno... Yo voy adentro, a mi cuarto, a buscar los papeles, ¿eh? Usted me disculpará un ratito... Con permiso, ¿eh?
 
(Vase frotándose las manos.)
 

Escena XIV
 
CANTALICIO y PRÓSPERO.
 
CANTALICIO.-  ¿Lo has visto al gringo?... Miralo qué contento. Ha husmeado que no le traigo la plata... ¡Hum!...
PRÓSPERO.-  No sé de qué me habla.
CANTALICIO.-  Hacete el desentendido. Cuando menos, sos socio ya d'él... ¿O no sabés que ayer se me vencieron todos los papeles que le firmé... y que no tengo con qué pagarle?...
PRÓSPERO.-  ¿Eh? La culpa no es mía...
CANTALICIO.-  ¡Desalmao!... Es que me va a quitar el campo... y la casa... y todo...
PRÓSPERO.-  ¿Y?...
CANTALICIO.-   (Desconcertado.)  Es que todo eso es tuyo también... que nos quedaremos los dos sin nada...
PRÓSPERO.-  ¡Pa lo que he tenido!...
CANTALICIO.-  Mirá, Próspero... No empecés con esas cosas... Viá creer que ya me has perdido el poco cariño que me tenías... Vení aquí, a mi lado... ¡Sentate!... ¿Te parece cosa linda que de la mañana a la noche, un estrangi del diablo, que ni siquiera argentino es, se te presente en la casa en que has nacido, en que te criaron tus padres y vivieron tus agüelos... se te presente y te diga: fuera de acá; este rancho ya no es suyo, ni ese campo es suyo, ni esos ombuses ni esos corrales, ni esos cercos son suyos?...  (Conmovido.)  ¿Te parece justo y bien hecho?...
PRÓSPERO.-  Yo no le digo que sea justo, tata. Digo... que no tengo la culpa... Usted sabe que desde hace tiempo vivo por mi cuenta y de mi trabajo. Jamás me he metido en sus negocios...
CANTALICIO.-  Lo sé muy bien, pero...
PRÓSPERO.-  Y si pudiera pagarle a don Nicola lo que usted le debe, lo haría con mucho gusto...
CANTALICIO.-  Entonces crees que debo quedarme tan fresco y dejar que éstos me pateen el nido.
PRÓSPERO.-  ¡Qué más remedio! Si usted me hubiese dado el campito cuando yo se lo pedí pa sembrarlo, no se vería en este trance; pero se empeñó en seguir pastoreando esas vaquitas criollas que ya no sirven ni pa... insultarlas, y cuidando sus parejeros y puro vivir en el pueblo, y dele al monte y la taba... y, amigo... a la larga no hay cotejo...
CANTALICIO.-  ¡Velay!... ésa no me la esperaba... Llegar a esta edá pa que hasta los mocosos me reten... ¡Salite de acá, descastao!...
PRÓSPERO.-  No, tata. ¡No sea así!... «Bisogna eser»...
CANTALICIO.-  ¡No digo!... Conque «bisogna» ¿no?... ¡Te has vendido a los gringos!... ¿Por qué no te ponés de una vez una caravana en la oreja y un pito en la boca y te vas por ahí a jeringar a la gente?... ¡Renegao!... ¡Mal hijo!...


Escena XV
 
DON NICOLA, CANTALICIO, PRÓSPERO y VICTORIA.
 
DON NICOLA.-   (Apareciendo con una escopeta a la espalda y un rollo de papeles en una mano.) ¡Cosa! ¡Cosa!...
CANTALICIO.-  Nada, señor.
DON NICOLA.-  Disgustos con el muchacho, ¿no?... Bueno... ¡no es malo el muchacho!... Trabajador... honrado... Está bien... Conque... aquí tenemos los papelitos, los papelitos.
CANTALICIO.-  ¿Y pa qué se viene con escopeta?... ¿Piensa que soy algún bandido?...
DON NICOLA.-  ¡Qué esperanza? Usted es buen hombre... un buen criollo... Traigo la escopeta por las dudas... Como voy al pueblo, ¿sabe? Siempre se encuentra una liebre... una martineta en el camino... Diga. ¿No ha visto un buey blanco en su potrero?
CANTALICIO.-  Sí, y acabo de arrearlo p'acá... Güeno. Vamos a ver si arreglamos eso...
DON NICOLA.-  ¡Vamos a ver si lo arreglamos! A mí me gustan los negocios derechitos, ¿sabe?...  (Revisa los papeles lentamente.)  Tres mil... tres mil... y setecientos... son tres mil setecientos, ¿no?... y quinientos, cuatro mil doscientos... y cuatrocientos cincuenta más... aquéllos, ¿se acuerda?, del valecito... Bueno; en total cuatro mil seiscientos cincuenta pesos nacionales del país... ¿eh?
 
(Mientras DON NICOLA hace su cuenta, pasa VICTORIA hacia el foro con un cernidor aventando maíz o trigo. PRÓSPERO la sigue con la mirada y a poco vase también.)
 
CANTALICIO.-  Justito... No ha puesto nada de menos...
DON NICOLA.-  Y ahora nos vamos al pueblo... dal escribano... y usted me da la platita... y se lleva todos estos papelitos... Digo, si usted me trae la platita...
CANTALICIO.-  No traigo nada... Usted lo sabía mejor que yo...
DON NICOLA.-  Entonces, ¿qué cosa hacemos?... Usted lo dirá...
CANTALICIO.-  Una renovación... Vea... con franqueza, yo venía a pedirle que me diera un año más de plazo... al interés que usted diga...
DON NICOLA.-  ¿Un año?... ¿Un año?... Mire... Usted es un buen hombre, ¿sabe?, un buen criollo... pero de negocio entiende poco... ¿Un año? Esto son cosas que no se pueden hacer.
CANTALICIO.-  ¿Cómo que no?... ¿Quién le ha dicho?...
DON NICOLA.-  Le voy a ser franco, ¿sabe? Si ahora usted no me puede pagar, dentro de un año me paga menos...
CANTALICIO.-  ¿Usted qué sabe?
DON NICOLA.-  ¡Pa!... ¡pa!... ¡pa!... Si no supiera esas cosas...
CANTALICIO.-  ¿De modo que usted quiere quedárseme con el campo?
DON NICOLA.-  Bueno. Para decirle la verdad... Usted tiene razón... Y eso, ¿sabe?, es el negocio que le conviene a usted. Necesito el terreno. Mi hijo, ése que estudia de ingeniero en Buenos Aires, me ha demandado que le busque tierra porque quiere venir a poner una granja o cremería, o qué sé yo... Piense bien el negocio, ¿sabe?... De todos modos... ese campito está perdido. Si el año que viene o el otro... va a tener que entregármelo, me lo entrega hoy y se gana los intereses...
CANTALICIO.-   (Paseándose nervioso.)  ¿Y si a mí se me antoja no pagarle ni entregarle el campo, ni hoy ni nunca?...
DON NICOLA.-   (Rascándose la cabeza con socarronería.) ¿Si se le antoja?... Eso es una otra cosa...
CANTALICIO.-  Y dirme al pueblo y meterle un pleito de todos los diablos.
DON NICOLA.-  ¡Ah!... ¡No!... Con la hipoteca non se scherza, caro amico...
CANTALICIO.-   (Aparte.)  (¿Qué no?... Ya vas a ver... ¡Conozco un procurador que te va a meter cada esquerzo!... ) ¿De modo que no me espera?
DON NICOLA.-  No me conviene...
CANTALICIO.-  ¿Última palabra?... Bueno. Proteste, demande.. y haga lo que quiera. Yo no pago ni entrego el campo. Está dicho...
DON NICOLA.-  Bueno. Pero vea que usted se perjudica, ¿no?...
CANTALICIO.-  Pero del lobo un pelo... adiosito...
DON NICOLA.-  Escuche, amigo... ¡Escuche!... ¡Es por su bien!
 
(Llegan voces acaloradas de foro izquierda. DON NICOLA y CANTALICIO se detienen.)
 

Escena XVI
 
DON NICOLA, CANTALICIO, MARÍA y VICTORIA.
 
MARÍA.-    (Aparece con VICTORIA, tironeándola de un brazo.)  ¡Indecente!... ¡Sinvergüenza! ¡Mala hija!... ¡Camina, pues!...  (Como VICTORIA se resiste, le aplica unos mojicones.)  ¡Indecente!... ¡Indecente!...
DON NICOLA.-  ¿Cosa?... ¿Cosa?...  (Interponiéndose.)  ¡Victoria!... ¿Qué has hecho?...
MARÍA.-  ¡Figúrate!... Yo iba para el corral a buscar una cuerdita que había dejado, y de repente me la veo a esta porcachona indecente  (Le tira un manotón.)  que se dejaba dar un beso con ese gauchito, ese... el hijo del señor... ¡Cochina!...
CANTALICIO.-  ¡Oigalé!...
DON NICOLA.-  ¿Cómo? ¿Cómo?... ¿Próspero la besaba?
MARÍA.-  ¡Sí, Próspero!...
DON NICOLA.-  ¡Ah, no! ¡Ah, no! ¿Y dónde está ese atrevido?...  (Llamando.)  ¡Próspero!... ¡Eh!... ¡Próspero!...


Escena XVII
 
DON NICOLA, CANTALICIO, MARÍA, VICTORIA y PRÓSPERO.
 
PRÓSPERO.-   (Grave.) ¿Me llamaba, patrón?...
DON NICOLA.-  Diga, señor...
MARÍA.-  ¿Cómo, señor?... ¡Es un atrevido, un canalla, un pión!...
DON NICOLA.-  Usted callate, ¿eh?... Diga... ¿Ésa es la manera de portarse con las personas decentes?... ¿Qué se ha pensao... que está en la casa de una china como usted?...
CANTALICIO.-  ¡Eh! ¡Baje la prima, gringo del diablo!...
DON NICOLA.-  ...Como usted bien conoce, ¿eh? Diga, ¿qué se ha creído?...
PRÓSPERO.-  Yo nada, señor...
DON NICOLA.-  Nada,¿eh?... Bueno. Entonces, ahora mismo arregla sus cosas y se manda mudar, ¿sabe?...  (A VICTORIA.)  Y vos, sinvergüenza...  (Empujándola.)  Andate pa dentro, que ya te voy a arreglar...
PRÓSPERO.-   (Interviniendo.)  Vea, señor. Más despacio con ella. Caramba... Aquí no hay falta ni delito. Lo que pasa es que... los dos nos queremos y que estoy dispuesto a trabajar para casarme con ella.
DON NICOLA.-  ¿Cosa?... ¿Cosa?... Mándese mudar le digo... En seguida, ¿eh?... ¡Casarse!... ¡Casarse!... Te gustaría, ¿eh?, casarte con la gringa pa agarrar la platita... los pesitos que hemos ganado todos trabajando... ¡trabajando como animales sobre la tierra!... ¡Ya! Mándese mudar... ¡Haraganes!... aprendan a trabajar primero... No me faltaría otra cosa que, después de tanto sacrificio pa juntar un poco de economía, viniese un cualquiera a querérsela fundir... Mándese mudar...  
(PRÓSPERO hace ademán de echarse sobre DON NICOLA. CANTALICIO lo contiene. MARÍA empuja a VICTORIA hacia la derecha. DON NICOLA sigue detrás, hablando y volviendo la cabeza.)
  ¡Conque casarte!... Casarte con la herencia, ¿no? Con la herencia del gringo viejo... pa gastarla en los boliches y jugarla en las carreras... ¡Haraganes!...  
(Vase mascullando frases en dialecto.)
  ¡Mándese mudar! Aprenda a trabajar primero.






Acto II
 
En la fonda.
   
(En una fonda del pueblo. El comedor y despacho de bebidas. Puerta al foro, que da a la calle. Una o dos, a derecha e izquierda, que comunican con el interior. Mostrador y armazón con botellas. Profusión de mesas, una de ellas larga, ocupada por los Parroquianos que almuerzan. En otras, gente que bebe aperitivos, lee diarios o charla simplemente. En uno de estos últimos grupos, UN CURA. Detrás del mostrador un señor grueso -EL FONDERO- y sirviendo las mesas una muchacha, su hija. Las paredes del despacho, tapizadas de reclamos de máquinas agrícolas, retratos de los reyes italianos, etc. Del techo penden una gran lámpara y guirnaldas de papel de colores. Donde resulte más cómodo, un ventanillo que comunica con la cocina.)
 
Escena I
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, NILDA y COLONOS.
 
 
(Al levantar el telón, gran bullicio. Un grupo de COLONOS, con trajes de pana, trenzados en los últimos tantos de una partida a la murra.)
 
COLONOS.-  ¡Tre!...
¡Cuatro!...
¡Due!...
¡Tre!...
¡Due!...
¡Tre!...
¡Tutta la morra!...
E finita.
 
(Risas y exclamaciones.)
 
UN GRINGO.-  ¡Patrone!... ¡Una botiglia de barbera!...
FONDERO.-  ¡Súbito!...
EL CURA.-   (Dejando un diario.) ¿Han acabado de gritar? ¡Ya era tiempo, hombre!...  (Aproximándose al grupo.)  Usted, doctor... ¿Qué tal se encuentra para una partidita a la escoba?... Mire que debe la revancha de anoche...
EL MÉDICO.-  Podríamos hacerla de cuatro...
EL CURA.-  Eso es.  (A un PARROQUIANO.)  ¿Usted juega, don Pedro?...
PARROQUIANO 1.º.-  Por pasar el rato... ¿Cómo no?
EL CURA.-  Falta otra pierna...  (A otro PARROQUIANO.)  ¿Usted entra?
PARROQUIANO 2.º.-  No puedo; tengo que irme a la estación. Voy a acompañar a Próspero, el hijo de don Cantalicio, que se va para el Rosario del todo.
NILDA.-   (Acercándose al ventanillo.)  ¡Vitela para uno! ¡Minestra para dos!... ¡Un postre!...
 
(Regresa con varios platos y sirve a diversos comensales.)
 
EL CURA.-  ¡Caramba! ¿Y cómo hacemos?  (Al FONDERO.)  ¿Entra usted, patrón? Le jugamos yo y usted a don Pedro y al doctor.
FONDERO.-  ¡Cómo no! Ya estuvo... Voy a servirles a estos borrachos el barbera y en seguida...
 
(Se acerca a la mesa de los COLONOS con botellas, copas y tirabuzón.)
 
EL CURA.-  Aquí, en esta mesa no más. ¡Nilda!... ¡Nilda!... Trae las cartas. Ya debían estar aquí, muchacha. Ya debían estar aquí...
NILDA.-  ¡Ni que yo fuera Dios pa estar en todas partes!...
 
(Va en busca de las cartas al mostrador y vuelve con ellas. Mientras, el FONDERO destapa la botella y sirve vino a los COLONOS, que lo reciben con grandes muestras de alborozo.)
 
COLONOS.-  ¡Evviva el vin!... ¡Evviva!... ¡Evviva Garibaldi!...
EL CURA.-   (Volviéndose.)  ¿Eh? ¿Eh? ¡Qué tanto Garibaldi ni Garibaldi!... Miren, mañana es fiesta y tendrán que ir a misa...
FONDERO.-   (Acercándose.)  Aquí estoy... A ver, padre, cómo se porta, ¿eh?...
EL CURA.-  Yo doy...
 
(Da las cartas. Pausa. Los COLONOS, copa en mano, entonan uno de esos aires nostálgicos del Piamonte. Los Parroquianos escuchan atentamente, a excepción del CURA y sus compañeros, que continúan absorbidos en el juego. Antes de terminar el coro entra UN PAISANO y se recuesta contra el mostrador y así que ha concluido, golpea fuertemente con el mango del rebenque.)
 

Escena II
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, NILDA y PAISANO.
 
UN PAISANO.-  ¿No hay quién sirva aquí?... ¡A ver, pues!
FONDERO.-  ¡Ya va, hombre!... ¡Hijo del país para ser barullento!... ¡Nilda, andá, serví a ése!...  (Prosigue la jugada.) 
NILDA.-  ¿Qué va a tomar?...
UN PAISANO.-  Ginebra con bitter...
NILDA.-   (Sirviéndole rápidamente.)  Ahí tiene... veinte centavos...
UN PAISANO.-   (Después de apurar la copa.)  Diga, moza... ¿No ha caído por acá el médico?...
NILDA.-  ¿El doctor Buottini?... Allí está, ¿no lo ve?...
UN PAISANO.-  Ni lo había visto.  (Acercándose al grupo.)  Güen día, señor dotor... Yo venía a buscarlo pa ver si quiere dirse hasta la chacra de los Bertoni, que hay un enfermo grave.
EL CURA.-    (Alarmado.)  ¿Cómo? ¿Bertoni está enfermo? ¿Cuál de ellos? ¡Pobre!...
UN PAISANO.-  No es ninguno de los colonos... Es un pión del mediero, un cordobesito joven...
EL CURA.-  ¡Ah!... ¡Eso es otra cosa!...
UN PAISANO.-  ¿Cómo otra cosa?... Desde que un cristiano está enfermo... lo mismo es que sea rico que pobre...
EL MÉDICO.-  ¿Y qué tiene el peón ése?...
UN PAISANO.-  Está muy mal, dotor... Antiyer cuereó un animal muerto de peste y se le ha formao un grano en el brazo...
EL MÉDICO.-  Carbunclo!...
UN PAISANO.-  Eso debe ser...
EL MÉDICO.-  Está bien...dígale a Bertoni que veré si puedo ir esta tarde...
PAISANO.-  ¡Pero dotor!... Si es que ya está muy hinchao y si no lo operan en seguida se muere...
EL MÉDICO.-  ¡Qué quiere que le haga! ¡Estoy muy ocupado!... No puedo...
UN PAISANO.-   (Medio aparte.)  ¡Ocupado!... ¡Ocupado!... Muy bien que si fuera Bertoni el enfermo o cualquier otro gringo rico, ya andaría al trote por entre los maizales... Vea dotor... Haga el servicio... ese pobre muchacho se va a morir...le asiguro que le vamos a pagar lo que sea...
EL MÉDICO.-  Bueno... bueno Está bien. Espéreme por acá, que cuando acabe vamos...  (Recogiendo las cartas de la mesa.)  ¡Escoba!...
UN PAISANO.-  ¡Ta bien!...  (A NILDA.)  Niña, ¿me quiere servir otra ginebrita?...
 
(NILDA le sirve. Uno de los Colonos cantores pide barajas, y el grupo arma otra partida a la escoba.)
 

Escena III
 
NILDA, PAISANO, GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, MARÍA, VICTORIA y COMENSALES 1.º y 2.º
 
 
(MARÍA y VICTORIA avanzan desde la puerta del foro, cargadas de paquetes. Visten trajes de domingo, de mal gusto.)
 
MARÍA.-   (Depositando los paquetes en una mesa.)  Salud a toda la reunión... ¡Uf! ¡Cómo estoy cansada! ¿Cómo está, señor cura?... ¡Señor doctor!... ¡Señor don Pedro!...  (Al saludar al FONDERO.)  Y la señora Margarita... ¿está buena?...
NILDA.-    (Que ha saludado ya a VICTORIA.)  Está buena, señora María... Voy a llamarla...
MARÍA.-  ¿Cómo te va, hija?... No la incomodes... Mirá, traeme primero un refresquito... Tengo una sed como un diablo...
EL CURA.-  ¿Y don Nicola, señora?
MARÍA.-  Ahora no más viene. Está dal escribano por unos asuntos...  (A VICTORIA.)  Pero sentate, muchacha... Parece que vos no te cansaras nunca... ¿O tenés gana de irte a la puerta de la calle?...
NILDA.-   (Después de servir los refrescos.)  ¡Mama! ¡Mama!... ¡Venga, que está la señora de don Nicola!...
COMENSAL 1.º.-  ¡Nilda!... ¡Nilda!... ¿Acabarás de servirme?...
NILDA.-  Aquí estoy. ¿Qué más quiere?...
COMENSAL 1.º.-  Un pechito...
COMENSAL 2.º.-  Y a mí también...
NILDA.-   (Rápidamente al ventanillo.)  Dos pechitos...
EL CURA.-   (Volviéndose.) De cordero.


Escena IV
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, NILDA, PAISANO, COMENSALES 1.º y 2.º, MARÍA, VICTORIA y MARGARITA.
 
MARGARITA.-   (Que aparece secándoselas manos con el delantal.) ¿Cómo está, doña María?... Disculpe, que tengo las manos mojadas...
MARÍA.-  ¡Oh! ¡No es nada!...
 
(Se abrazan y se besan efusivamente.)
 
MARGARITA.-  Asiéntese, tome asiento...¿La salud bien?...
MARÍA.-  ¡Cosí, cosí!... Por ahora buena, gracias... A usted ya la veo tan gorda, ¿eh?
MARGARITA.-  ¿Y qué milagro es éste?...
MARÍA.-  Un milagro de veras... Yo no pensaba venir al pueblo... pero ésta me empezó con que vamos y vamos... que le dije bueno. Quería comprarse un vestido, ¿sabe?, y acabamos de hacer una punta de gastos; cómo están caras las cosas, ¿eh?... una punta de gastos para la señorita hija... Yo no sé de veras qué hace esta muchacha con los trajes... El año pasado le compré ése que tiene... y dice que ya no le sirve... Ahora me han vendido este generito en casa Testaseca... Mírelo; ¿qué le parece?...
 
(Desenvuelve un paquete y ambas examinan prolijamente el género.)
 
Es bueno; ma es caro como la gran siete... Y ahora se le antoja que lo haga de la modista el vestido... Y yo le digo que no... ¿Para qué gastar más plata, que cuesta tanto ganarla, si podemos coserlo nosotras mismas?... No quedará de moda, pero anda vestida, y limpia... ¿Qué se piensa?... Ahí donde la ve a ésta, se le están viniendo muchos pájaros en la cabeza...
MARGARITA.-  Y diga... don Nicola... ¿está también en el pueblo?...
MARÍA.-  Vinimos con él en el carro grande... Tenía que arreglar el pleito con ese viejo Cantalicio... embrollón... Le metió cuestiones, ¿sabe?... para no pagar, procuradores y juez de paz y testigos y qué sé yo... Nicola tuvo que andar en viajes a Córdoba, al Rosario... Pero el viejo tenía los papelitos... y le ganó el asunto en el juez... Mas le ha costado buenos pesitos... Mire, doña Margarita, con estos criollos del país no puede tener negocio; son una punta de tramposos. Como no ganan la plata como nosotros...
 
(Tumulto en la mesa que sirve NILDA. Al acercarse ésta con los platos, uno de los Parroquianos se ha tomado cualquier libertad, y NILDA, dejando caer un plato, la arremete con él a moquetes.)
 
NILDA.-   (Pegándole.)  ¡Sinvergüenza!... ¡Sinvergüenza!... ¡Atrevido!...
 
(Risas, algarabía.)
 
FONDERO.-   (Interrumpiendo el juego, sin moverse.)  ¡Pero decime una cosa, Bachicha!... ¿Cuándo vas a dejar de embromar la paciencia?... ¿Andás buscando que un día te sosiegue yo?... ¿Qué te has pensado, eh?...
MARGARITA.-  ¡Eso digo, eso digo yo! A ver si se acaba la historia, ¿eh? Todos los días tiene que hacer con la muchacha... ¡Sinvergüenza!... ¿Se ha creído que mi hija es un trapo?... ¡Caramba!... ¡Caramba!... Si va a seguir así se cambia de fonda...
MARÍA.-  Déjelo estar, doña Margarita. Déjelo estar... Estos atrevidos no valen la pena de un bochinche... Se figuran, ¿sabe?, que todas las mujeres son iguales... La vez pasada... con ésta  (Por VICTORIA.)  también me sucedió una cosa. El compadrito del hijo de don Cantalicio se estaba propasando mucho, caramba... por eso lo echaron... Pero la muchacha...
NILDA.-    (Que vuelve del ventanillo.) ¡Mama!... La llaman de la cocina...
MARÍA.-  Haga su comodidad... Haga, no más... Vea, y con su permiso yo también voy un poco adentro a aflojarme este vestido que me incomoda...
MARGARITA.-  Pase... Pase...
MARÍA.-    (A VICTORIA.)  ¡Che... venite vos también!...
VICTORIA.-  No; yo me quedo... ¿Qué voy a hacer adentro?...
MARÍA.-  ¡No, no, no!... Caminate no más para adentro...
 
(VICTORIA vase de mala gana, volviendo los ojos hacia la puerta y deteniéndose lo suficiente para ver a PRÓSPERO.)
 

Escena V
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, NILDA, PAISANO, COMENSALES 1.º y 2.º, PRÓSPERO y VICTORIA.
 
PRÓSPERO.-    (En traje pueblero aparece nervioso y alegre, saludando a todos los Parroquianos «a piacere» y se acerca por último a la mesa del CURA.)  ¡Salud, señores!... ¡Buenos días!... ¿Qué tal esa escoba? ¿Quién pierde?...
EL CURA.-  Hola, Próspero. Conque te vas, ¿eh?
PRÓSPERO.-  Sí, señor. Ahora mismo. En el tren del Rosario. ¡A hacer patria a otro lado!...
EL CURA.-  No vas mal encaminado, muchacho... No vas mal encaminado... ¡La cuestión es tener juicio ahora!... Da usted, doctor... Ese míster Daples es una buena persona, y si te toma cariño vas a ir muy lejos con él...
PRÓSPERO.-  Efectivamente. El hombre me tiene fe... Pero por algo ha de ser... Si yo no sirviera para nada, no me protegería... ¿Tata no ha venido? Quedamos en vernos aquí... ¡Pobre viejo!... No le hace un chiquito de gracia que yo me vaya... Dice que soy un renegao, que me he vendido a los gringos, que le abandono ahora que está pobre...
EL CURA.-  Preocupaciones de criollo viejo no más...
PRÓSPERO.-  ¡Es natural!...  (Viendo que VICTORIA se asoma tímidamente a la puerta.)  ¡Cómo está usted, señorita VICTORIA!...  (La obliga con el gesto a avanzar.)  ¿Su mamá está buena?
VICTORIA.-   (En voz baja.)  ¿Se va, entonces?
PRÓSPERO.-  No hay más remedio... Le juro que he hecho todo lo posible por quedarme...
VICTORIA.-  ¡No lo ha hecho, no!... Si me quisiera de veras...
PRÓSPERO.-  Eso es lo que usted no sabe... Porque la quiero, y mucho, es que me voy... a trabajar... a hacerme gente... a ganar dinero para merecerla...
VICTORIA.-  Si yo no preciso eso...
PRÓSPERO.-  Pero su padre sí. ¿Piensa que me he olvidado de aquellos insultos?...
VICTORIA.-  ¿Por qué no trabaja aquí?  (Mimosa.)  Ahora usted se va y no se vuelve a acordar de mí... Cuando vea otras muchachas en el Rosario, más lindas y más educadas que esta pobre gringa, me deja no más... me deja...
PRÓSPERO.-   (Transportado.) ¡No, prenda, no! ¡Si vos sos mi vida, lo único que he querido en este mundo!...
VICTORIA.-   (Compungida.)  Es que me voy a quedar muy triste, muy triste... solita... Sin verlo...
PRÓSPERO.-   (Afectado también.)  Te queda el consuelo de saber que nunca te olvidaré...


Escena VI
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, NILDA, COMENSALES 1.º y 2.º, PRÓSPERO, VICTORIA, PAISANO y MARÍA.
 
MARÍA.-   (Asomándose.)  ¡Oh! ¡Victorina!...
 
(PRÓSPERO se aleja rápidamente. VICTORIA queda estática, con la cabeza baja.)
 
¡Victorina!... ¿Qué cosa estabas hablando con ese sinvergüenza? Contestá, pues... Andás con gana de una paliza, vos, ¿eh? ¡Y yo te la voy a dar ahora no más! Caminate adentro ya... ligerito...
 
(VICTORIA, a medida que le habla su madre, contrae el gesto y acaba por estallar en sollozos. Se produce en ese momento una pelotera entre los gringos Colonos. MARÍA empuja a VICTORIA hacia afuera.)
 

Escena VII
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, NILDA, PAISANO, COMENSALES 1.º y 2.º y PRÓSPERO.
 
PRÓSPERO.-    (Que miraba la escena con emoción; reaccionando.)  ¿Eh?... Ya debe estar por llegar el tren.  (Al PARROQUIANO 2.º)  ¿Nos vamos, che?...
PARROQUIANO 2.º.-  ¡Sí, ya es hora!...
PRÓSPERO.-  Caramba, sentiría no despedirme del viejo... Bueno... ¡Conque... señores, hasta la vuelta!
 
(Da un apretón de manos al CURA y sus compañeros, que lo despiden con gran afectuosidad.)
 
¡Salud, señores, a todos en general!...
VOCES.-    (De distintas mesas.)  ¡Chao!... ¡Buen viaje!... ¡Felicidad!... ¡Pronto regreso!...
 
(PRÓSPERO retribuye alegremente las demostraciones. Al llegar a la puerta se encuentra con CANTALICIO.)
 

Escena VIII
 
PRÓSPERO y CANTALICIO.
 
PRÓSPERO.-  Viejo... Ya me iba sin despedirme...
CANTALICIO.-  No lo jurés, porque te lo creo... ¿Pa qué te ibas a ocupar del pobre paisano? ¡Si al menos yo juese gringo!...
PRÓSPERO.-  ¡Bah!... ¡Bah!... ¡Bah!... ¡Déjese de macanas, viejo! ¡Le ha dao fuerte con los gringos!...
CANTALICIO.-  ¡No he de tener razón cuando menos, canejo!...
PRÓSPERO.-   (Palmeándolo.) Ya veremos, ya veremos quién la tenía más...  (Pausa.)  Bien; ya es muy tarde. A ver, tata, un abrazo...
CANTALICIO.-  ¿Pero es que te vas de veras?...
PRÓSPERO.-  ¿Lo creyó broma?...
CANTALICIO.-  ¿Y me dejás solo aura que no queda ni la casa?...
PRÓSPERO.-  ¡Qué más remedio! Venga ese abrazo... Hasta la vuelta...
CANTALICIO.-  ¡No, no te abrazo!... Andate nomás... andate... andate...
PRÓSPERO.-  Como guste usted.
 
(PRÓSPERO se va. CANTALICIO lo sigue con la mirada.)
 

Escena IX
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, Colonos, COMENSALES 1.º y 2.º, PAISANO, NILDA y CANTALICIO.
 
CANTALICIO.-   (Entrando en la fonda.)  ¡Pobre muchacho! ¡Malo no es!... Pero se me ha dao güelta... se me ha dao güelta.  (Al PAISANO.)  ¿No le parece, compadre?
PAISANO.-  ¡Así ai ser, no más, pues!...
CANTALICIO.-   (Reaccionando.)  ¿No ha dao con el dotor entoavía?...
PAISANO.-  Estoy aguaitándolo... Dice que está ocupao...
CANTALICIO.-  Ya lo veo... trensao a la escoba... Si será desalmao... Venga, compadre... vamos a tomar una copa...  
(Se aproximan a las mesas donde han estado los gringos.)
  ¡A ver quién sirve aquí!...  
(NILDA se aproxima.)
  ¿Qué toma usted?...
PAISANO.-  Yo, lo mismo.
NILDA.-  Ginebra con bitter...
CANTALICIO.-  A mí también; bien cargao. ¡Ando con ganas de chupar juerte!... ¡De todas maneras!... ¡Pa lo que sirvo ya... tranca más o tranca menos!...
PAISANO.-  Eso no diga... ¿Pa quién si no pa los hombres se han hecho las disgracias?...
CANTALICIO.-  ¡Qué caray!... Y la bebida también se ha hecho pa los varones... Serán los últimos copetines que chupe en este pueblo disgraciao...
PAISANO.-  Entonces ha determinao no más dirse...
CANTALICIO.-  ¿Y qué quiere que me quede a hacer?... No he nacido pa tordo, amigo... pa andar viviendo en nido ajeno... Me acaban de quitar el mío... Y ya lo ve, con el nido los pichones... ¡Ese muchacho, lo único que me quedaba en el mundo de familia, se me manda mudar como un ingrato!...
 
(NILDA sirve. CANTALICIO se bebe de un sorbo la ginebra.)
 
UN PAISANO.-  Ya volverá. ¡Quién sabe si no le va bien!... ¡Es travieso el mocito!...
CANTALICIO.-  Cualquier día lo veo más... Aura va pa la ciudad, se agringa del todo, y si te he visto no me acuerdo. Y si le va bien, es hasta capaz de avergonzarse del criollo viejo que le dio el ser...
UN PAISANO.-  ¡Pucha, que los quiere bien usted a los gringos!... ¡Se parece a mí en eso!...
CANTALICIO.-  ¡De balde no más!... Mire, compadre... Toda esa pampa de aquel lao del pueblo, hasta cerca del Chañarito, ha sido nuestra, de los González, de los González. ¡Cordobeses del tiempo e la independencia, amigo!... Y un día un pedazo, otro día otro, se lo han ido agarrando esos naciones pa meter el arao... Una pena, amigazo; romper esos campos en que venía así la gramilla... que era un gusto...
 
(Bebe el nuevo vaso que NILDA le sirve, también de un sorbo.)
 
UN PAISANO.-  No tome eso tan ligero, compadre... ¡Mire que es muy engañosa!...
CANTALICIO.-  No le hace... Pues sí, señor... Y el último pedazo de pampa que nos iba quedando, me lo acaban de arrancar estos ladrones... ¡Ahora mesmito!... Vergüenza nos había e dar a todos los criollos...  (Golpea fuertemente la mesa.) 
EL CURA.-  ¡No se altere, don Cantalicio! ¡Un poco de orden, pues!
CANTALICIO.-  ¡Oh!... Hasta eso me quieren privar también... ¡Sabe que está bonito!... ¿Es decir, que porque soy hijo del país tengo menos derecho que todos ustedes, que se pasan aquí el día gritando y cantando como si fuese fonda e vascos?... El golpiar lo que se me antoje, porque pa eso soy criollo, ¿me oyen?...
EL CURA.-  Era una broma, don Cantalicio... Por ver lo que decía.
CANTALICIO.-  Está güeno. Si es así, no he dicho nada.  (Irguiéndose de nuevo.)  Pero sepan todos...
UN PAISANO.-  ¡Siéntese, compadre!... No valen la pena...
CANTALICIO.-  Está güeno.  (Sentándose.)  ¡Hum!...
UN PAISANO.-  Entonces, decía...
CANTALICIO.-  ¡Sirva otra ginebra... cargadita!...
UN PAISANO.-  ¡No tome más!... Le hará mal.
CANTALICIO.-  Déjeme.
PAISANO.-   (Distrayéndolo.)  ¿Entonces, negoció no más el campito?...
CANTALICIO.-  Me lo quitaron; ¿no le he dicho?... Yo le metí pleito al gringo... Y tenía derecho... Pero estos diablos, con la plata, pronto se arreglan con los jueces y fiscales, y esa runfla de escribanos... El asunto seguía, pero sin miras de acabar, y entonces transamos. He firmado ya... y estoy esperando al gringo viejo que me debe entregar la... fortuna que me queda...
UN PAISANO.-  ¿Y qué piensa hacer?...
CANTALICIO.-  ¿Yo? ¡Irme a Córdoba... bien lejos! ¡Ande no vea naciones!... ¡A levantar un rancho en el mesmo corazón de la sierra, aunque no haiga más que zorros!... ¡Al menos ésos serán criollos puros!...  (Pausa.)  ¿Me sirven o no me sirven?...
EL CURA.-  Escuche, don Cantalicio, ¿conoce usted el undécimo mandamiento?...
CANTALICIO.-  No conozco más que diez, salvo que usted haya inventado algún otro pa cobrar más caros los funerales...
EL CURA.-  El undécimo, no embriagarse.
CANTALICIO.-  Si usted no fuese cura, ya me oiría...  (Después de vaciar la tercera copa.)  Y perdone...
UNA VOZ.-   (Dentro.) ¡Porta vino barbera!...
CANTALICIO.-  Diga, padre, mamarse con vino barbera ¿no es pecado?...
EL CURA.-  También, también...
CANTALICIO.-  Entonces, apunte pa el lao de los gringos...


Escena X
 
GRINGO, FONDERO, CURA, MÉDICO, PARROQUIANOS 1.º y 2.º, COLONOS, COMENSALES 1.º y 2.º, PAISANO, NILDA, CANTALICIO y DON NICOLA.
 
DON NICOLA.-   (Entrando.)  ¡Buon giorno!...
CANTALICIO.-  Ahí está el gringo... No me deje solo, compadre... que no me vaya a trampiar...
COLONOS.-   (De la mesa.)  ¡Evviva Nicola!... ¡Evviva Nicola!...
 
(Uno de ellos le ofrece un vaso de vino.)
 
DON NICOLA.-  Disculpame... Tengo un asunto que arreglar... En seguida vengo... ¿Cómo está, señor cura?... ¿Me dispensa, don Cantalicio, si he demorado?... Tenía que ir en casa de Testaseca, ¿sabe?, a sacar la plata, y como estaban ocupados los patrones, me tuvieron esperando...
CANTALICIO.-  Está dispensao... Y vaya largando sin muchos partes, porque estoy de prisa...
DON NICOLA.-  ¡Bueno! ¡Bueno! La cosa es bien fácil... Todo lo que teníamos de hablar, ya está conversado...  (Saca papeles y dinero del cinto.)  Vamos a ver... Tengo de darle... de darle... espérese; mil de una parte, y trescientos cuarenta de la otra... mil trescientos cuarenta...
CANTALICIO.-  Me parece que está errao...
DON NICOLA.-  ¡Cosa!... ¡Cosa!...
CANTALICIO.-   (Alterado.)  ¡Sí, señor, está equivocado!... Son mil trescientos cuarenta y ocho pesos...
DON NICOLA.-  Dispense... Tenía razón... Lo que es justo es justo. Este número estaba mal hecho y cualquiera se equivoca... Yo tampoco ando muy bien de escritura...
CANTALICIO.-   (Aparte.)  Pero no te perdés en los números...
DON NICOLA.-  Muy bien...  (Cuenta prolijamente el dinero.)  ¡Aquí van mil pesitos justitos!... Haga el favor de contarlo...
CANTALICIO.-    (Al PAISANO.)  Cuente, compadre...
PAISANO.-   (Contando.)  Seiscientos, ochocientos y mil... ahí tiene.
DON NICOLA.-  Bueno, bueno. Y ahora por el resto le voy a dar este pagarecito...
CANTALICIO.-  ¿Qué es eso?... Usted no me va a dar pagareses... Yo no quiero papeles... El trato es trato... ¡Usted me tiene que entregar platita!
DON NICOLA.-  Pero escuche, don Cantalicio... Sucede que yo tengo mi plata da Testaseca, y Testaseca no tenía hoy moneda disponible...
CANTALICIO.-  ¡Habíamos de salir con ésas!... Vea, o me paga todo en dinero, o se queda usted con todo... ¡Qué embromar también!...
DON NICOLA.-  Pero escuche, don Cantalicio... Si mi firma es como un banco... Usted lleva este papelito a cualquier parte y se lo pagan.
CANTALICIO.-  ¿Un banco?... ¡Quién sabe qué trampa me quieren hacer!... No señor... El trato es trato... Venga la plata...
DON NICOLA.-  Dispense, pero tramposo no soy, y no me lo diga, porque no me gustan esas cosas...
CANTALICIO.-  ¡La platita! ¡La platita!...
DON NICOLA.-  ¡Bueno!... ¡Bueno!... ¡Qué caramba!... Ahí tiene la platita, y si no le gusta así... haga lo que se le antoje... No digo más nada.  (Hace ademán de retirarse.) 
CANTALICIO.-  ¡Che!... ¿Ande vas, gringo del diablo?...  (Tironeándolo.)  Sujetá el pingo... ¡Aflojá los pesos!...
DON NICOLA.-  Mire, don Cantalicio... No me busque cuestiones, que no me meto con nadie... Usted está medio tomado y...
CANTALICIO.-  ¡Tu madre!...  
(Quiere echarse sobre DON NICOLA y lo detiene el PAISANO. Los Parroquianos, que han estado a la expectativa, acuden, con excepción de los COLONOS, que se limitan a pararse en los asientos.)
  Lárgueme, que lo mato a ése...
 
(DON NICOLA, muy calmoso, se recuesta contra una mesa de frente al público, carga su pipa y fuma.)
 
EL CURA.-  Vamos, don Cantalicio... Cálmese... No haga locuras... ¡No tiene razón!...
CANTALICIO.-  ¡Madre mía!... ¡Que no tengo razón!... ¿Pero no han visto a ése, que tras de querer embrollarme me insulta? ¿No lo han visto?...
DON NICOLA.-  Yo no embrollo a nadie... Soy una persona honrada y trabajadora...
CANTALICIO.-  Sos honrao porque todos te protegen... todos... todos... todos... hasta el cura, que te da la razón... Yo soy un pillo... No tengo plata, ni chacra y he nacido en este país... Sos muy honrao, y sin embargo, me querías estafar los poquitos riales que me dejaste...
EL CURA.-  Cantalicio... Eso no es cierto... Tranquilícese. Repose un poco y venga conmigo. Yo le voy a descontar el vale.  (Lo sienta.) 
CANTALICIO.-  No señor. Me lo ha de pagar él... Me lo ha de pagar, y me lo ha de pagar... Y sálganse todos de aquí... Déjeme... Vayan a cuidarlo a él... que le hace más falta... ¡Déjenme, déjenme!... ¡Solito!... Yo no preciso de nadie... Ya no tengo amigos, ni casa, ni hijos... ni patria... Soy un apestao... Nadie me quiere... ¡Salgan!... ¡Yo me voy a morir!... Estoy muy triste... Salgan... Sin casa... Sin hijos... Sin amigos... Soy un pobre criollo... un pobre criollo...
 
(Oculta la cara entre los brazos, llorando convulsivamente. EL CURA, con el gesto, pide compasión para él, y allá, en el fondo, los COLONOS cantan de nuevo el aire nativo, mientras desciende lentamente el telón.)
 
Acto III
 
La chacra de CANTALICIO.
   
(En la nueva granja de DON NICOLA. Dos años después. Ocupando toda la mitad de derecha de la escena un edificio en construcción, con las paredes que se alzan apenas medio metro del suelo, lo suficiente para sostener los marcos que deben estar ya colocados. Varios Albañiles trabajan colocando ladrillos. Cayendo hacia el centro mismo un viejo ombú a medio desgajar, que extiende su rama más gruesa hacia el lado de la obra. En el suelo, las ramas recientemente cortadas. Perspectiva alegre, verde, de alfalfar. Pleno sol.)
 
Escena I
 
PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
PEÓN 1.º.-  ¡Y diai! ¡Qué más remedio!... Ahora viene lo gordo, hermano... Estos árboles se debían hacer saltar a barreno.
PEÓN 2.º.-   (Señalando la rama gruesa.)  ¿Le metemos a ésta no más?
PEÓN 1.º.-  ¡Y diai!... ¡Qué más remedio!...
PEÓN 2.º.-  Animal viejo, ¿ai ser, no?... Fijate qué raíces...
PEÓN 1.º.-  Pa mí que ha nacido en el tiempo de los españoles...
PEÓN 2.º.-  ¿Qué?... ¡Mucho antes!... ¡Pero mucho!... Debe ser del tiempo e los ingleses...
PEÓN 1.º.-  ¡Siás bárbaro!... Si los ingleses no han venido nunca a este país... Recién están llegando...
PEÓN 2.º.-  ¿Qué sabés vos?... Mirá: a la República Argentina vinieron: primero los indios... los matacos; dispués los ingleses, dispués los gallegos y dispués... el general San Martín, Belgrano y todos esos otros...
ALBAÑIL.-   (Burlón.)  ¡Pucha!... ¡Si me parece estar en la escuela!... Diga, maestro...
PEÓN 2.º.-  Has de ser muy inteligente vos... como ese ladrillo que estás golpiando...
ALBAÑIL.-  Si vos me hubieses enseñado, pue que sí no más...
PEÓN 2.º.-  ¡Andá!... ¡Andá!... ¡Trabajá! ¡Zonzo!... ¡Que si te ve tu patrón!...
ALBAÑIL.-  Más fácil es que te agarre el tuyo haciendo sebo... Y mirá, ni que hubiese adivinao... Ahí llega en el breque...
PEÓN 2.º.-  ¡Cierto!... ¡Metelo, che!... (Buscan acomodo para aserrar mejor.)
PEÓN 1.º.-  De veras que me da pena cortarlo...
PEÓN 2.º.-  ¿Por el ombú... o por el trabajo?...
PEÓN 1.º.-  ¿Eh?... ¡Por las dos cosas!... Vamos.
 
(Comienzan a aserrar. Pausa. Debe oírse un instante el ruido de la sierra y los golpes de cuchara de los Albañiles.)
 

Escena II
 
PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, DON NICOLA, HORACIO y VICTORIA.
 
 
(Salen DON NICOLA, VICTORIA y HORACIO, con indumentarias livianas de verano. Notable progreso en el vestir de los dos primeros, especialmente VICTORIA. HORACIO, elegante y desenvuelto.)
 
HORACIO.-  Le digo, viejo, que está equivocado... Cuanto más en la altura se coloque el depósito surtidor, menor tiene que ser su elevación...
DON NICOLA.-  ¿Ma por qué hay que hacerlo más alto?... Eso es lo que yo no te comprendo.
HORACIO.-  La teoría física de los vasos comunicantes...
DON NICOLA.-  ¡Qué comunicante!... ¡Dejate de zonceras... que yo no soy ningún sabio... Decí las cosas claras...
HORACIO.-   (Riendo mientras se aparta DON NICOLA.)  ¡Bueno, bueno, bueno, viejo!... Confieso la plancha... Y no discutamos más. Ahora verá cómo el constructor me da la razón... Veamos cómo anda la obra... ¿Vos no habías venido nunca, Victoria?...
VICTORIA.-  ¡No, nunca!...
HORACIO.-  ¡Sos poco curiosa!... Mirá; de esta parte, en la esquina misma, y bien arriba, va a quedar un pabelloncito lindísimo... Te lo ofrezco...
VICTORIA.-  Para mí es lo mismo. Yo estoy bien en cualquier sitio... y no entiendo mucho de comodidades...
HORACIO.-  ¿De modo que nada te llama la atención? ¿Desencantada de la vida?... ¿A esta edad?
VICTORIA.-  ¡Yo... no sé!...
HORACIO.-  ¡Pobrecita!... ¿Y no has pensado en el suicidio?... Esperate... ¡Con fósforos es más romántico!...
VICTORIA.-   (Con fastidio.)  ¡Oh!... Salí...
HORACIO.-   (Riendo.)  Me olvidaba... ¡Ahora son sin veneno!... ¿Y el viejo?... ¿A qué se ha ido este porfiado?... ¡Tata!...
DON NICOLA.-   (Reapareciendo.) Te digo que yo tengo razón... He visto el terreno con estos ojos...
HORACIO.-  Bueno... Ya lo dirá el constructor... Vamos a verlo...
DON NICOLA.-  Vos tendrás mucho estudio... Pero yo tengo la práctica...
HORACIO.-    (Al ALBAÑIL.)  ¿El constructor?...
ALBAÑIL.-  Se fue a la cremería en el automóvil, pero ahora no más vuelve...
HORACIO.-  Entre tanto podríamos ir a ver el surgente... ¿Le parece, viejo?...
DON NICOLA.-  Sí, pero esperá un poco...  (A los Peones.)  ¿Y desde ayer que trabajan no han podido voltear más que esos gajitos?... Parece que andan haraganeando mucho, ¿eh?...
PEÓN 2.º.-  Si es muy fuerte este árbol... ¿Se cree que así no más se voltea un ombú?...
DON NICOLA.-  ¡Hacha!... Hacha y buenos brazos se precisa... Y verán cómo cae pronto...
PEÓN 2.º.-  Es que no dentra el hacha, pues. ¡Rebota como si fuese goma!...
DON NICOLA.-  ¡Caramba!... ¿Y para qué tienen ese serrucho en las manos?...Bueno, bueno, ¿eh? A ver si acaban pronto... Vamos...
HORACIO.-  ¿Cómo no?... Vamos, Victoria...
VICTORIA.-  No... es muy lejos... No tengo ganas de caminar tanto...
HORACIO.-  ¿Y qué vas a hacer?...
VICTORIA.-  Nada... Volverme al coche...
HORACIO.-  Facha il suo cómodo, señorita romántica...  (Viendo que VICTORIA se vuelve fastidiada.)  ¡Ah, no!... Enojos no permito, hijita...  (La besa.)  Hasta luego.
 
(Mutis de DON NICOLA y HORACIO por la derecha. VICTORIA se aleja lentamente por el lado opuesto.)
 

Escena III
 
PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
PEÓN 1.º.-  Adiós, niña... ¿Ya no se acuerda de los viejos amigos?...
PEÓN 2.º.-  Quién la ve, ¿no?... Y las veces que hemos arao en la misma melga...
PEÓN 1.º.-  ¡Ahora es señorita, che!... ¡Ja... ja!...
PEÓN 2.º.-  Me gustaría que golviese Próspero, el hijo'e don Cantalicio... pa ver si lo trataba con tanto disprecio.
ALBAÑIL.-  Murmuren no más... Murmuren... Eso ha de ser en pago del café que les ha dao el viejo Nicola...
PEÓN 2.º.-  ¡Callate, ladiao!...


Escena IV
 
PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, CANTALICIO, luego VICTORIA, y al final DON NICOLA.
 
CANTALICIO.-   (Saliendo.) ¿Quién habla de don Cantalicio por acá?...
PEÓN 2.º.-   (Regocijado.) Salú, don Cantalicio... ¡Ánima bendita!... ¡Ya lo creíamos muerto!...
CANTALICIO.-  Ya ve que no, amigo... ¡Cosa mala!... Che, ¿andan los gringos cerca?...
PEÓN 2.º.-  Están en el bajo... ¿Y qué vientos lo traen por estos pagos?... ¿Ande anduvo?
CANTALICIO.-  Lejos... Por la provincia de Córdoba...
PEÓN 2.º.-  ¿Haciendo?...
CANTALICIO.-  De todo. ¿Qué más remedio? ¡Precisé llegar a viejo pa tener que deslomarme trabajando! Y gracias que entoavía servía pa algo... ¿A que no sabés en qué me ocupo?
PEÓN 2.º.-  No, señor.
CANTALICIO.-  En venderles animales a los gringos... Fijate qué suerte... Yo que en mis tiempos sabía tropiar ganaos ariscos de la sierra pa mí... pa mi campo, pa este mesmo campo... me veo ahora condenao a acarrearles güeyes a los colonos...
PEÓN 2.º.-  Lo que son las cosas, hombre...
CANTALICIO.-  Ayer no más le traje a un chacarero del Chañarito unos sesenta animales. Después, como quedaba tan cerca del pago viejo, le dije a Cantalicio: che, andate a mirar cómo marcha aquello... Yo no quería pasar por este camino pa no acordarme, ¿sabés? Pero la querencia me empezó a cuartear pa este lao, y cuando quise acordar... estaba aquí...
PEÓN 2.º.-  ¡Mire, mire!...
CANTALICIO.-  De lejos ya vide todas las judiadas que me habían hecho los gringos con esto...  (Mirando en redor.)  Vean... vean... De la casa, ni qué hablar... Parece que le van a edificar encima un pueblo entero... ¡Ni el horno... ni la noria... ni el palenque!... ¡Cosa bárbara! ¡Desalmaos!... ¿Y aquello? Eso sí que no les perdonaré nunca... ¡talarme los duraznitos!... ¡Los había plantao Elisa, la finadita mi hija... y todos los años daban unas pavías así!... ¡Dañinos!... Lo único, lo único... de lo mío que entoavía puedo ver es ese ombú... Pero che... ¿y por qué lo están podando así?...
PEÓN 2.º.-  ¿Podar?... Al suelo va ir también... ¡Eso estamos haciendo... voltearlo!...
CANTALICIO.-  Eso sí que no... ¿El ombú?... En la perra vida... Todo han podido echar abajo, porque eran dueños... Pero el ombú no es de ellos. Es del campo... ¡Canejo!...
PEÓN 2.º.-  Yo creo lo mismo. Pero los patrones dicen que el pobre árbol viejo les va a dañar la casa...
 
(Aparece VICTORIA y se detiene a escuchar.)
 
CANTALICIO.-  ¿Y por qué no edifican más allá?... ¡Bonita razón!... Los ombúes son como los arroyos o como los cerros... Nunca he visto que se tape un río pa ponerle una casa encima... ni que se voltee una montaña pa hacer un potrero... ¡Asesinos!... ¡No tienen alma!... Si tuvieran algo adentro, les dolería destruir un árbol tan lindo, tan bueno, tan mansito... ¡Cómo se conoce, canejo, que no lo han visto criar ni lo tienen en la tierra de ellos!...
PEÓN 2.º.-  Vaya usted a hacerles entender esas razones...
CANTALICIO.-  ¿Y qué van a comprender ellos... si ustedes mismos, ¡parece mentira, criollos como son!, se prestan a la herejía?...
PEÓN 2.º.-  ¡Oh!... Y si nos mandan...
CANTALICIO.-  No se hace... Salgan de ahí... desgraciaos. ¡Todos se han vendido... todos se están volviendo gringos... todos!... ¡Pa qué habré venido, canejo! ¡A ver tanta pena!...  (Al volverse se encuentra con VICTORIA y bruscamente.)  Buen día... ¡Venís a mirar las lindas cosas que están haciendo, no?...  (Intenta irse.) 
VICTORIA.-  No se vaya, don Cantalicio... Oiga, escúcheme... Tengo que decirle algo... Venga...  (Lo aparta y se queda un momento indecisa.) 
CANTALICIO.-  ¡Hablá de una vez, pues!...
VICTORIA.-  Este... ¿Usted sabe algo de Próspero?...
CANTALICIO.-  No sé, ni necesito saber... ¿Pa eso no más me llamabas?...
VICTORIA.-  Es que... Próspero está ansioso por tener noticias de usted...
CANTALICIO.-  ¿Y vos cómo sabés eso?...
VICTORIA.-   (Confundida.)  Por ahí... la gente lo dice...
CANTALICIO.-  No ha'e ser cierto... No se acuerda más ya...
VICTORIA.-  Sí que se acuerda...
CANTALICIO.-  ¡No, no, no!... ¡Mentira!...  (Intenta irse.) 
VICTORIA.-   (Deteniéndolo.)  Si me lo ha dicho a mí muchas veces...
CANTALICIO.-  ¿Dónde?
VICTORIA.-  En el Rosario... En esta temporada que pasamos allí hace dos meses... Nos veíamos muy seguido... y me hablaba del viejo, que lo quería mucho... que deseaba tanto verlo... y... vea, ayer me escribió y en la carta me preguntaba dos o tres veces por usted...
CANTALICIO.-  ¿Cómo es eso?... ¿Cartitas?...
VICTORIA.-   (Pegándose en la boca.)  ¡Qué zonza!... ¡Se me escapó!
CANTALICIO.-   (Muy suavizado.) Conque ésas teníamos, señorita, ¿eh?
VICTORIA.-  ¡Sí, pero... nadie lo sabe todavía!...
CANTALICIO.-  ¿Y qué es de la vida de ese bandido?...
VICTORIA.-  Está muy bien... acreditadísimo con míster Daples... ¡Ay! Creo que llega tata...
CANTALICIO.-  Yo me mando mudar...  (Al volverse se encuentra de manos a boca con DON NICOLA.) 


Escena V
 
PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, CANTALICIO, VICTORIA, DON NICOLA y HORACIO.
 
DON NICOLA.-   (Un poco sorprendido.)  Cosa... Cosa... ¡Ah!... ¿Es usted, don Cantalicio?... ¿Cómo dice que le va?... ¿Qué anda haciendo por estos pagos?... Ha venido a ver su antigua casa, ¿eh? Está un poco cambiada, ¿no? Pero todavía va a quedar mejor...  (CANTALICIO, que se ha quedado mudo, hace jugar el rebenque entre sus manos.)  Ahora, cuando edifique este otro ranchito de dos pisos... y venga el jardín y la quinta de frutales... y la lechería allá abajo...  (Sacude la ceniza de la pipa y vuelve a colgársela de los dientes.)  Va a quedar mejor... bastante mejor... Pero ya se va notando el cambio... ¡Ah, y mire qué pichón de alfalfar!... Y todo lo está haciendo mi hijo el mayor, que ha estudiado en Buenos Aires de ingeniero... ¿Dónde anda Horacio?...
HORACIO.-   (Saliendo.)  ¿Qué hay, viejo?...  (Saludando cortésmente a CANTALICIO.)  ¡Buen día, señor!...
DON NICOLA.-  Aquí te presento a don Cantalicio, el que era dueño de este terrenito... Mi hijo Horacio...
HORACIO.-   (Dándole la mano.)  Muchísimo gusto, señor...
CANTALICIO.-   (Muy seco.)  Igualmente.
 
(DON NICOLA se aparta y luego se va.)
 
HORACIO.-  Yo debo haberlo conocido cuando era muchacho; pero, francamente, no recuerdo.
CANTALICIO.-  Así ha de ser...
HORACIO.-  Acércate, Victoria... A ella la conocería, ¿verdad?... ¿Se conocían ustedes?
CANTALICIO.-  La he saludao ya...
VICTORIA.-  Somos viejos amigos.
HORACIO.-  ¡Pero qué cabeza la mía!... Si mal no recuerdo usted tiene un hijo en el Rosario...
CANTALICIO.-  Sí, señor, Próspero.
HORACIO.-  ¡Lo conozco!... ¡Lindo muchacho!... Nos hicimos amigos últimamente, cuando fui a contratar la trilla con míster Daples.
VICTORIA.-  Dale noticias de él, porque creo que el señor hace tiempo que no lo ve...
HORACIO.-  Está muy bien. Es el hombre de confianza de Daples... Tiene trilladoras a su cargo... Precisamente le propuse que viniese a hacer nuestro trabajo.
CANTALICIO.-  ¿Cree que vendrá?
HORACIO.-  No sé... Pensaba salir con una máquina rumbo a Arias... No sería difícil...  (Pausa.)  Usted hace mucho que no cae por estos pagos. Le habrá extrañado esta transformación.
CANTALICIO.-  ¡Ya he visto, señor, ya he visto!...
HORACIO.-  Con un poquito de pena, ¿no es cierto?...
CANTALICIO.-  ¿Por qué? Ustedes eran muy dueños...
HORACIO.-  Acompáñenos un rato... Le enseñaré algunas cosas...
CANTALICIO.-  No puedo... Tengo que dir lejos...
VICTORIA.-  ¡Qué se ha de ir con este sol!... Lo invitaremos a almorzar en casa...
HORACIO.-  ¡Excelente idea!...  (Muy familiarmente.)  Venga, amigo viejo... Verá qué lindo le vamos dejando su campito... Vamos, vamos pues... y no tenga pena... que esto es pa bien de todos...
CANTALICIO.-  Vea, mocito, que no hemos dormido juntos que se tome tanta confianza... Ya le he dicho que tengo que dirme...
HORACIO.-  Bueno, señor... Disculpe... Usted es muy dueño... Pero le aseguro que no he tenido el ánimo de ofenderlo...
CANTALICIO.-   (Mirando al campo.)  Güeno... Adiosito...
 
(Se va casi corriendo.)
 

Escena VI
 
HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
HORACIO.-   (Que lo ha seguido con la mirada.)  ¡Rico tipo!... ¿Lo has visto?...
VICTORIA.-  ¡Pobre hombre!...
HORACIO.-  No le hemos tratado mal, sin embargo...
PEÓN 2.º.-  ¡Va como luz derecho al caballo!...
VICTORIA.-  ¿Te parece poca mortificación la de ver desaparecer tanta cosa querida?...
HORACIO.-  Estoy seguro de que el hijo no piensa de igual manera...  (Viendo a los Peones que han dejado de aserrar.)  ¡Oh!... ¿Y ustedes por qué no siguen trabajando?...
PEÓN 2.º.-  ¡Este!... Nos pareció oír que decían que se iba a dejar así no más el ombú...
HORACIO.-  ¿Quién ha dado semejante orden?...
PEÓN 1.º.-  Nosotros no sabemos... pero... creíamos no más...
HORACIO.-  Las pocas ganas que tienen de trabajar les hace ver visiones... ¡Adelante! ¡Adelante!...
VICTORIA.-  ¡Oíme, Horacio!... Vos decías hace un rato que me hallabas triste... ¿Querés que te diga la causa?...
HORACIO.-  ¡A ver! ¡A ver!... Confidencia tenemos. ¿Quién es el favorecido?... ¿El novio?...
VICTORIA.-  No tengo ningún novio...
HORACIO.-  Es una lástima, m'hijita...
VICTORIA.-  Estaba así... afectada... por el ombú...
HORACIO.-    (Risueño.) ¿Cómo?... ¿Cómo?...
VICTORIA.-  Me dio pena ver que lo echaban abajo... ¡Un árbol tan viejo!...
HORACIO.-  ¡No oigo!. ¡Caso perdido de romanticismo!...
VICTORIA.-   (Fastidiada.)  ¡Oh!...
PEÓN 2.º.-  Ahí debe venir el automóvil del constructor. Veo una polvareda bárbara en el alto grande...
HORACIO.-  Afligirse porque se destruye una cosa inútil... ¿Viene, che?...
VICTORIA.-  Inútil... no.
HORACIO.-  Y fea y perniciosa... Te imaginás un parque a la inglesa, frente a un chalet, con semejante adefesio en medio... Además obstruye la vista del edificio... y es sucio, hijita, muy sucio; lo inunda todo con esas flores que parecen gusanos... Se podría conservar por respeto a la tradición y quizá prestara algún servicio... si estuviese en mitad del campo... ¡Pero aquí no, de ninguna manera!...
VICTORIA.-  Tendrás razón... Sin embargo, es un capricho mío... y me darías un inmenso gusto si lo hicieras dejar...
HORACIO.-    (Viendo a DON NICOLA.) ¿A que no sabe, tata, lo que me pide Victoria?... ¡Que dejemos el ombú!...


Escena VII
 
DON NICOLA, HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
DON NICOLA.-  Esa porquería... Un árbol criollo que no sirve ni pa leña... y que no sirve más que pa que le hagan versitos de Juan Moreira... Ya debía estar en el suelo...
HORACIO.-   (A VICTORIA.)  ¿Has visto?...
VICTORIA.-  ¡Malo!... ¡Me la vas a pagar!...
PEÓN 2.º.-  Y... ¿se corta o no se corta?...
DON NICOLA.-  ¡Métanle serrucho y déjense de zoncerías!... ¡Caramba!... ¿E don Cantalicio... se ha ido ya?... Parece que está más mansito ahora... Tenía un poco de mal genio antes... Era medio peleador...
 
(Se oyen los ruidos de un automóvil que detiene su marcha.)
 
HORACIO.-  No crea, viejo... Se fue empacao...
DON NICOLA.-  Es una lástima... El hijo no era malo. Mas se metió a enamorársela a ésta... y tuve que echarlo de casa...
HORACIO.-   (Jovial.)  ¡Ah!... ¡Ah!... ¡Ya comprendo!... Conque el ombú, ¿no?... ¡Te ajustaré las cuentas!... ¡Picarona!...
 
(Suena más intensamente el motor.)
 
PEÓN 2.º.-  Aistá la máquina...
PEÓN 1.º.-  ¿Qué trae, che? ¿Qué pasa?
HORACIO.-  Ahora veremos quién tenía razón, viejo. ¿Cuánto jugarías vos, Victoria, a mis manos?...
VICTORIA.-  ¡Yo qué entiendo de eso!...
DON NICOLA.-  Jugale la herencia a las mías y vas a ver cómo la práctica le gana... ¿Se han creído que porque han estado en la Universidad van a saber más que un viejo que se pasó la vida sobre la tierra y el arado?...


Escena VIII
 
DON NICOLA, HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL y CONSTRUCTOR.
 
EL CONSTRUCTOR.-   (Apresurado.)  ¡Hagan el favor!... ¡Don Nicola!... ¡Horacio!... ¡Vengan un momento!...
VOCES.-  ¿Qué pasa?... ¿Qué ocurre?...
EL CONSTRUCTOR.-  ¡Traigo un herido!... ¡Un paisano viejo!...
VICTORIA.-   (Muy alarmada.)  ¿Cómo?... ¿Quién?...
EL CONSTRUCTOR.-  No sé!... ¡Vengan, señores, un momento!...
 
(VICTORIA corre adelante.)
 
HORACIO.-   (Deteniéndola.)  Quedate vos... ¡Nada tenés que ver!...
VICTORIA.-  ¡Oh!... ¡Yo voy!...
 
(Vanse VICTORIA, HORACIO, DON NICOLA y EL CONSTRUCTOR.)
 

Escena IX
 
PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
PEÓN 2.º.-    (Observando, como los demás trabajadores.)  ¡Che!... ¡Fijate!... ¡Si parece don Cantalicio!...
PEÓN 1.º.-  ¡Sí, es él mismo!...
ALBAÑIL.-  No ha de venir muy mal herido cuando corcovea tanto.
PEÓN 1.º.-  ¿Qué le habrá pasao?
PEÓN 2.º.-  Dejuro que tu patrón lo ha llevao por delante con el aparato... Son piores que el ferrocarril esas máquinas...
 
(Pausa.)
 
PEÓN 1.º.-  ¡Mirá, che!... Se apea solo...
 
(Pausa.)
 
PEÓN 2.º.-  ¡Oh!... ¿Y por qué esos gringos lo quedrán atajar?...
 
(Pausa.)
 
ALBAÑIL.-  Y porfía pa venirse...
 
(Pausa.)
 
PEÓN 1.º.-  Ahí le sacan el poncho...
 
(Pausa.)
 
PEÓN 2.º.-  ¡Dejuramente!... ¡Un cristiano no camina así!...
PEÓN 1.º.-  ¡Caray!... ¿Qué le habrá pasao?...
ALBAÑIL.-  Lo que sea... Pero métanle, muchachos, al trabajo, si no quieren llevarse un café. A nosotros... ¿qué nos importa?...
 
(Actividad afectada de los Peones.)
 

Escena X
 
CANTALICIO, VICTORIA, HORACIO, DON NICOLA, CONSTRUCTOR, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.
 
CANTALICIO.-   (Desde fuera aún.) ¿Por qué no me han dejao?...
 
(Rumor de voces.)
 
PEÓN 2.º.-  ¡Mírenlo!... ¡Pobre hombre, cómo viene!...
CANTALICIO.-    (Apareciendo sin poncho, tambaleante, sostenido por VICTORIA y con el brazo derecho ensangrentado.)  ¿No están conformes con haberme molestado en vida?... Déjenme morir en paz... y ande se me antoje...
VICTORIA.-  ¿Por qué es tan caprichoso?... ¡Aquí no tenemos nada para curarlo!... ¡Venga a casa!...
CANTALICIO.-  No preciso que me curen. ¡Me via morir!... ¡Se acabó!... El criollo viejo ya no los incomodará más... ¡Nunca más!...
DON NICOLA.-  Atienda, don Cantalicio... La muchacha tiene razón... ¡Nosotros no queremos dejar que un criollo se muera como un perro!...
VICTORIA.-   (Alterada.) ¡Cállese, tata!... ¡Déjelo en paz!...
CANTALICIO.-  Déjalo... déjalo, muchacha... Puede decir lo que quiera... ¡Es dueño del campo!... ¡Está en su casa!...  (Quejándose.)  No puedo más... Llévame, m'hijita... Sos la única gringa buena... Allí... al ombú. Si lo voltean antes que me muera, dejen no mas que me caiga encima...
 
(VICTORIA lo conduce lentamente hacia el ombú.)
 
HORACIO.-    (Al CONSTRUCTOR.)  ¿Y cómo fue eso?
EL CONSTRUCTOR.-  Iba a todo galope, y al pasar junto a la máquina, el caballo dio una espantada y lo arrojó lejos... Le recogimos desmayado. Cuando volvió en sí...
HORACIO.-  ¿Por qué no lo llevó a la chacra, amigo?...
EL CONSTRUCTOR.-  Si se quería tirar del automóvil al pasar por acá... Por eso me detuve...
HORACIO.-  ¡Qué desgracia!... Pero no ha de ser grave, ¿verdad?
CONSTRUCTOR.-  ¡Cuando menos, algo roto! Dio contra un poste...
CANTALICIO.-   (Acomodándose entre las raíces del ombú.)  ¡Dejame aquí no más m'hijita!... Entre estas raíces que parecen brazos... Era destino de Dios que había de morir en mi mesma tapera...
DON NICOLA.-  ¡Caramba, don Cantalicio!... ¡Usted hace mal en ser tan porfiado!...
CANTALICIO.-   (Irguiéndose.)  Retirate... ¡gringo!…



Acto IV
 
La chacra de DON NICOLA, reformada.
   
(La chacra primitiva de DON NICOLA. El rancho ha sido sustituido por una construcción de material revocada y pintada, con un alero, sillas y sillones de paja bajo el alero. El viejo edificio se conserva igual, sin el palomar. En el sitio del primitivo pozo un molino de viento, y en el patio, jardín reciente con un canterito en el centro. Donde estaba el abrevadero, más al fondo, parvas de trigo recién cortado en formación. Dos Peones trabajan alzando horquilladas de paja. Muy temprano de la mañana.)
 
Escena I
 
DON NICOLA y ACOPIADOR.
 
DON NICOLA.-   (Saliendo con varias bolsitas de trigo.)  ¡Aquí tiene las muestras!... El grano es parejito, como le decía... Yo no quiero engañarlo... No miento nunca...
UN ACOPIADOR.-   (Observa ligeramente el trigo.)  Las conozco... las conozco... El único trigo mezclado y sucio es el de la chacra de Rodiní.
DON NICOLA.-  No me diga... Ése es un abandonado... No lo tengo ya más de mediero... Han venido unos parientes míos, ¿sabe?, y les voy a dar ese pedazo de tierra para que empiecen a trabajar... Son gente pobre, ¿me entiende?
UN ACOPIADOR.-  Bien; por las instrucciones que tengo, podría ofrecerle treinta y cinco...
DON NICOLA.-  ¿Cosa? ¿Cosa?... ¿Ma usted sabe lo que dice? ¿Se piensa que está tratando con gente que no entiende el oficio?... Aquí tiene La Capital, del Rosario, de ayer... lea un poco... Vea esos precios...
UN ACOPIADOR.-  Usted bien sabe que ese diario es alcista...
DON NICOLA.-  ¿Alcista?... Alcista porque nos abre los ojos a los gringos... Y después de todo, ya sabe que yo hago negocios con Soberán, y si usted viene a proponerme que deje esa casa, ha de ser mejorando los precios... ¿Cómo quiere que yo me cambie de cliente sin ganar nada?...
UN ACOPIADOR.-  Bueno, señor; deme las muestras y trataré de mejorar precio... si nos conviene.
DON NICOLA.-  Como le parezca... Que le vaya bien...
 
(Vase el ACOPIADOR.)
 

Escena II
 
HORACIO y DON NICOLA.
 
HORACIO.-   (Saliendo.)  ¿Qué decía ése?...
DON NICOLA.-  Figurate qué zoncería... Ofrece treinta y cinco... Se ha pensado que nosotros nos chupamos el dedo chico de la mano...
HORACIO.-  Si me lo larga a mí, pronto lo arreglo.
DON NICOLA.-  ¡Oh!... Yo también lo mandé bien arreglado.
HORACIO.-  ¿Y la trilladora empezó?...
DON NICOLA.-  La máquina ha llegado ya... Pero no puede comenzar todavía porque falta el encargado... que dice que se quedó con el birloche en la chacra de Baranda... Se espera que venga...
HORACIO.-  ¿Me ataron el tílburi?
DON NICOLA.-  ¡Sí, creo que sí!... Pero no te vayas a ir, que tengo que decirte una cosa... Vos sabés muy bien que el constructor se andaba enamorando de Victoria... La muchacha ya es grande y tiene que casarse... Anoche el mozo me habló de la cosa... y yo le contesté que iba a pensar el negocio...
HORACIO.-  ¿Sabe usted si Victoria le lleva el apunte?...
DON NICOLA.-  ¡Qué voy a saber yo!... Me he fijado... sí... y me parece que la muchacha le dispara... Nunca andan juntos...
HORACIO.-  ¡Si es así, ni qué hablar!... Ese asunto no lo resuelve nadie mejor que ella... Consúltela usted.
DON NICOLA.-  ¡Ah... no!... a mí me da... me da vergüenza hablar de esas cosas con la hija...
HORACIO.-  ¡Vergüenza! ¡Qué rica cosa!... Entonces se lo preguntaré luego o mañana...
DON NICOLA.-  ¡Qué esperanza!... El otro me ha demandado la contestación para hoy, antes de irse al Rosario... El constructor es buena persona, ¿eh?
HORACIO.-  Se lo preguntaré en seguida... Pero le advierto que esas cosas no deben tratarse así... como un arrendamiento o como una venta...
DON NICOLA.-  No digo eso... mas si a la muchacha le gusta... no hay para qué andar con tanto firulete ...
HORACIO.-  ¿Dónde estará Victoria?...


Escena III
 
DON NICOLA, HORACIO y MARÍA.
 
MARÍA.-   (Saliendo con una bolsa de galleta en la mano.) ¿Victoria?... Debe estar con el viejo... con ese viejo criollo... curándole el brazo roto... No sé, de veras, para qué habrán traído en casa esa roba de gente ... Luiggini... ¡Oh!... ¡Luiggini!... Para trabajo no más... Son un mes y medio que lo estamos cuidando y gastando la plata con el médico y el boticario...  (Impaciente.)  ¡Luiggini!... ¡Luiggiii... niii!...


Escena IV
 
DON NICOLA, HORACIO, MARÍA y LUIGGIN.
 
LUIGGIN.-   (Saliendo.)  ¿Qué hay?
MARÍA.-  Cuando la madre lo llama se viene pronto, ¿sabe?... Agarrá esa bolsa de galleta y llevala a los piones del bajo... Se podía haber quedado en su casa... y no venir a embromar a las familias... Y esa Victorina, que se pasa el día y la noche con el hombre, como si fuera el propio padre... y no hace lo que tiene que hacer... y deja que una mujer vieja tenga de andarse incomodando y cargando bolsas de galleta...
 
(Coloca la bolsa sobre las espaldas del chico, que se va agobiado por el peso. Aparece por la derecha CANTALICIO con el brazo amputado.)
 

Escena V
 
HORACIO, MARÍA, CANTALICIO y DON NICOLA.
 
HORACIO.-  Haga el favor, mamá, de no hablar así... ¡Parece que no tuviera sentimientos!...
MARÍA.-  Tengo sentimientos, tengo... Y no deseo mal de nadie... Pero es verdad lo que digo... ¿Qué nos precisaba tener en casa, ahora que hay tanto trabajo con la trilla, a un hombre enfermo que no sirve mas que para incomodar?... Dejame hablar, te he dicho. Si queríamos protegerlo al póvero diávolo, lo hubiésemos mandado al pueblo, a la fonda... Se pagaba lo que era... y se acabó... Sin embargo, lo tenemos en casa y son dos trabajos... sobre todo porque la muchacha no hace nada por cuidarlo...
CANTALICIO.-  ¡Don Horacio!...  (Sorpresa.)  Si me hace un favor... el último que via pedirle; empriésteme un birloche pa dirme al pueblo... y un pión también, porque con esta manquera, ¡maldita sea!, no via poder manejarlo...
HORACIO.-  ¿Y por qué va a irse?... No está sano aún...
CANTALICIO.-  Porque no soy sobra de naides... Bastante he incomodado ya...
DON NICOLA.-    (A MARÍA.)  Caminate pa dentro, si no querés que te pegue una trompada aquí mismo... Siempre ha de hacer zoncerías... Vieja loca...
MARÍA.-   (Yéndose.)  ¡Lo que he dicho, lo he dicho!... Y tengo razón... ¡qué demonio!...
HORACIO.-  No; usted no puede tomar en serio esas cosas... Ella misma lo aprecia... Estaría alunada... ¡Hablaba por hablar!...
CANTALICIO.-  No hable más, don Horacio... Yo sé que usted es muy güeno... casi tan güeno como su hermana, pero esos otros me tienen tirria... no me pueden querer bien... Me voy, me voy...
DON NICOLA.-  Mire, don Cantalicio... Usted sabe bien que yo no engaño nunca a las personas... nunca, ¿eh? Bueno. Yo le digo que soy su amigo... E le doy esta mano de amigo, ¿sabe?  (Se la extiende.) 
CANTALICIO.-  Mire, don... ¡Ya no tengo con qué apretarle los cinco!... Me la han cortao... Y la del corazón... disculpe... pero no es pa usted...  (A HORACIO.)  ¡Me hace aprontar el birloche por favor!...
DON NICOLA.-   (Sacando la ceniza de la pipa.)  Bueno... Está bien... haga lo que quiera.
 
(Vase.)
 

Escena VI
 
HORACIO y CANTALICIO.
 
HORACIO.-  Comprendo su delicadeza, don Cantalicio... Sin embargo, no tiene derecho...
CANTALICIO.-  Derecho no; obligación... ¿Me hace aprontar el birloche?... ¡De no!...
HORACIO.-  Venga acá... Siéntese y razonemos... Voy a traerle un sillón...


Escena VII
 
HORACIO, CANTALICIO y VICTORIA.
 
 
(Sale VICTORIA.)
 
HORACIO.-  Llegas a tiempo para ayudarme a convencer a don Cantalicio... ¡Quiere alzar el vuelo!...
VICTORIA.-  ¿Qué es eso?...
CANTALICIO.-   (Tristemente.)  ¡Sí, hijita!... Como los caranchos... comen y a las nubes...
VICTORIA.-  ¡Eso será si lo dejo! Usted es mío, viejo...
HORACIO.-   (Con el sillón.)  Aquí tiene... Siéntese...
CANTALICIO.-  Gracias... Como estoy con el pie en el estribo, les hablaré de parao... Ustedes son una yunta de güenos muchachos... Ésta... ¡un alma de Dios!... Sé muy bien que han tenido lástima...  (Protestas.)  Sí, lástima del pobre criollo viejo... Me recogieron lisiao... para curarme... Pero les pasó como a esos muchachos en el pueblo, que llevan a su casa un perro sarnoso que se han encontrao, y dispués resulta que los padres se lo echan a patadas puerta ajuera...
HORACIO.-   (Afectado.)  ¡Oh!... ¡No!... ¡No!... Le juro... que...
CANTALICIO.-  Les he dicho todo lo que tenía que decir y me voy... No crean que soy un mal agradecido... ¡Por otro lao, ya les había anunciao que nunca me resolvería a vivir entre gringos!...
HORACIO.-  ¿Pero somos gringos nosotros?
CANTALICIO.-  No, pero lo son los otros... Y no hablemos más, don Horacio. Le declaro que si ahora mismo no me hace llevar al pueblo, me marcho a pie... ¡Palabra de hombre y de criollo!...
HORACIO.-  Si es así... no habrá más remedio... lo acompañaré yo...
CANTALICIO.-  Que sea en seguida...
HORACIO.-   (Después de una pausa.) Voy a preparar el coche...
 
(VICTORIA se echa a llorar, ocultando la cara en las faldas.)
 

Escena VIII
 
CANTALICIO y VICTORIA.
 
CANTALICIO.-  ¿Qué es eso, hijita?... ¿Quiere hacerme llorar a mí también?... ¡Le aseguro!... Si me voy es porque me han echao... Ya me estaba aquerenciando aquí... con sus cuidados.
VICTORIA.-   (Sin alzar la cabeza.)  ¡Mentira! ¡Nadie lo echa!... Usted se va porque no me quiere.
CANTALICIO.-  ¡Mucho, pero mucho!... ¿Cómo no había de quererte?... Si sos tan güena... Vamos, alce esa cabeza... Deme un beso y adiosito...  (La alza.) 
VICTORIA.-   (Echándose al cuello.)  ¡Tata!... ¡Tatita!... Usted no puede irse... No se vaya... ¡No me deje sola!... ¡Porque yo me muero!...
CANTALICIO.-  ¿Tata?... ¡Oh!...
VICTORIA.-  ¡Tata!... ¡Sí!... ¡Tata!... Usted es mi otro padre...
CANTALICIO.-  ¡Me lo vas a hacer creer, muchacha!...
VICTORIA.-  ¡Es la verdad! Por eso usted no puede irse...
CANTALICIO.-  Si no hablás claro...
VICTORIA.-   (Serena ya.) ¿Me promete quedarse?...
CANTALICIO.-  ¡Eso no!... Perdoname, pero...
VICTORIA.-  Entonces, siéntese un ratito...  (Se sienta.)  Diga... ¿Usted no me había dicho que estaría muy contento si yo me casara con Próspero... y... le diera muchos nietecitos?...
CANTALICIO.-  ¡Ya lo creo!... Pero se me hace muy difícil... ¡Imposible!... De tu parte, claro está que no... Los viejos es la cosa...
VICTORIA.-  Bueno; por eso mismo es que quiero que no se vaya...
CANTALICIO.-  ¿Pa convencer a los gringos? ¡Ah! ¡No, hijita!... ¡Ah! ¡No, hijita!... Eso sería como querer contar las estrellas. Nunca se cuentan y le salen verrugas a uno en los dedos...
VICTORIA.-  Es que usted me puede ayudar de otra manera...
CANTALICIO.-  No sé cómo!...
VICTORIA.-  Mire. A mí no me hacen casar con ningún otro... Me andan metiendo por los ojos al constructor y hasta creo que ya habló con tata el individuo... pero yo primero me escapo...
CANTALICIO.-  ¿Y ande vas a ir?...
VICTORIA.-  Me iría con usted... o qué sé yo...


Escena IX
 
CANTALICIO, VICTORIA y LUIGGIN.
 
LUIGGIN.-   (Saliendo.) Manda decir don Horacio que el tílburi está pronto... Que si siempre piensa irse...
CANTALICIO.-  ¡En seguida!... ¡Alcanzame el poncho, m'hija... y adiosito!...  (Se incorpora.) 
VICTORIA.-  ¡No! ¡No! ¡No! Me va a hacer llorar otra vez... Quédese quieto... ¡Si usted supiera!... ¡Lo necesito mucho!...
CANTALICIO.-  Dejame... Es mejor que me vaya...
VICTORIA.-    (A LUIGGIN.) Decile que ya no se va... ¡Corré!...
 
(LUIGGIN hace mutis.)
 

Escena X
 
VICTORIA y CANTALICIO.
 
VICTORIA.-  ¡Si yo le contara una cosa!... ¡No se mueva!...
CANTALICIO.-  Dejate de historias y alcanzame el poncho...
VICTORIA.-  ¡Es que es muy serio... tata!...
CANTALICIO.-   (Impaciente.)  Bueno. Contalo de una vez. ¡Y se acabó!...
VICTORIA.-  Es que... ¡Ja, ja! Me da risa y me da vergüenza...  (Mirando en rededor.)  Si quiere... se lo digo al oído...
CANTALICIO.-  Pero tapate la cara si es tan feo...
 
(VICTORIA, después de un instante de indecisión, le habla al oído.)
 
CANTALICIO.-   (Levantándose.) ¿Vos?...  (VICTORIA, que se ha quedado muy avergonzada, hace una señal de asentimiento.)  ¡Ave María Purísima!...
VICTORIA.-  Fue en el Rosario... Mamá estaba en el hotel enferma... Próspero iba a verme y... ¡Por eso quiero que no se vaya!... Mañana, esto tiene que saberse, me descubren, y sino disparo, los viejos son capaces de matarme...
CANTALICIO.-  ¡Pobrecita!... Y ese bandido fue capaz de...
VICTORIA.-  Bandido ¿por qué?... ¡Pobre!...
CANTALICIO.-  ¡Hija de mi alma!... ¡Dame un abrazo!... ¡Así!... ¡Ahora comprendo por qué mientras estaba enfermo me hablabas tanto de los nietecitos!... ¡Hija querida!...  (La estrecha.) 


Escena XI
 
VICTORIA, CANTALICIO y PRÓSPERO.
 
PRÓSPERO.-   (Que ha salido un momento antes.)  ¡Bravo! ¡Así me gusta!... ¡Bravo! ¡Bravo!...
CANTALICIO.-  ¡Próspero!...  (Cae uno en brazos del otro.)  Disculpá, hijo, si no puedo abrazarte bien... Es la primera vez que echo de menos el pedazo éste...
PRÓSPERO.-  ¡Oh!... ¿Qué ha sido eso?...
CANTALICIO.-  ¡No te ocupés de mí hijo!... Ya lo sabrás... Andá y saludá a la gente...
PRÓSPERO.-  Perdoname, Victoria...  (Le toma las manos.)  ¿Cómo estás?...
CANTALICIO.-  ¡Abrácense!... ¡Si están deseándolo y no son mancos... como yo!
 
(Se abrazan.)
 

Escena XII
 
VICTORIA, CANTALICIO, PRÓSPERO y MARÍA.
 
MARÍA.-   (Que los ha visto abrazados, saliendo.)  ¡Ah! ¡Porcachona!... ¡Sinvergüenza!... ¡Yo te voy a enseñar!... ¡Bandida!... ¡Qué estás haciendo!...
 
(Corre hacia VICTORIA, que va a refugiarse, asustada, junto a CANTALICIO; PRÓSPERO se interpone.)
 
Me la vas a pagar... ¡Te voy a encajar tres palizas!... ¡Indecente!... Ahora verás cómo te arreglo. Andá para adentro ya... ¡Ah!... ¿No querés irte?...  (Llamando.)  ¡Oh! ¡Nicola!... ¡Nicola!... ¡Véngase pronto... que hay un asunto aquí!... ¡Nicola!...  (Con rabia.)  ¡Nicola!... Vení un poco... que la he encontrado a Victoria con un hombre, como la vez pasada...  (Volviéndose.)  ¡Sinvergüenza!... ¡Mala hija!...  (Reconociéndolo recién a PRÓSPERO.)  ¡Madona!... Si había sido con el compadrito criollo. ¡Ah! ¡Eso sí que no!...  (Llamando.)  ¡Nicola!... Vení pronto...


Escena XIII
 
VICTORIA, CANTALICIO, PRÓSPERO, MARÍA y DON NICOLA.
 
DON NICOLA.-   (Saliendo.)  ¿Qué te sucede... para estar gritando y gritando como un potrillo?...
MARÍA.-  Figurate que venía al patio y me la encuentro otra vez a esta sinvergüenza abrazada con un hombre...
DON NICOLA.-  ¿Cómo? ¿Victorina?...
MARÍA.-  ¡Igual que la vez pasada!
DON NICOLA.-  ¿Qué significa eso?... ¡Caramba!...
PRÓSPERO.-  Significa que, aun cuando el momento no es aparente ni tenía tal propósito inmediato, la oportuna intervención de esta señora me obliga a pedirle la mano de su hija.
DON NICOLA.-  ¿Otra vez?... ¿Pero qué se ha pensado usted?... Ma diga un poco...
CANTALICIO.-  Cualquier día van a poder negársela.
MARÍA.-  No faltaba otra cosa... con el novio que le ha salido ahora... un constructor... que daría a ese criollo...
DON NICOLA.-  Vos cállese y no grite... Usted mocito, me va a decir primero qué cosa ha venido a hacer aquí a esta casa.
PRÓSPERO.-  Soy el encargado de la trilladora... señor...
MARÍA.-  Eso es una mentira...
DON NICOLA.-  Usted callate, te he dicho...  (A PRÓSPERO.)  Bueno; y entonces, ¿por qué no está allá en su trabajo da la máquina?... ¿eh?


Escena XIV
 
VICTORIA, CANTALICIO, PRÓSPERO, MARÍA, DON NICOLA y HORACIO.
 
HORACIO.-   (Saliendo.) ¿Qué pasa aquí?... ¡Hola, amigazo!... ¡Cómo le va!... Se resolvió a venir... Ahí lo tiene a su viejo... Se lo hemos embargado...
DON NICOLA.-  ¡Ah! ¡Es verdad que eran amigos ustedes!... ¿Pero sabés vos lo que éste estaba haciendo con la muchacha?... ¿eh?
MARÍA.-  ¡La abrazaba!... ¡La abrazaba!...
HORACIO.-  Eso sí que es grave... ¿Y ella?...
MARÍA.-  ¡E la sinvergüenza también!... ¡Yo los pillé!...
HORACIO.-  Caramba... Caramba...  (A VICTORIA.)  Vení acá, vos... mosquita muerta... ¿Conque ésos habían sido los romanticismos?... ¿Es tu novio?...
VICTORIA.-   (Confundida.)  ¡Sí!...
HORACIO.-  Entonces, viejo... no hay nada que hablar...
DON NICOLA.-  ¡Eh!... Si vos te pensás que el muchacho vale la pena y a ella le gusta... a mí no me importa... Con tal de que sea trabajador...
PRÓSPERO.-  Gracias, Horacio...
HORACIO.-  Ahí lo tenés, Victoria...Supongo, Próspero, que nos hará gratis la trilla... Y usted, viejo... ¿se reconcilia ahora con los gringos?...
CANTALICIO.-  Con los gringos... en la perra vida... ¡Con la gringa y gracias!...
HORACIO.-  Mire qué linda pareja... Hija de gringos puros... hijo de criollos puros... De ahí va a salir la raza fuerte del porvenir...
PRÓSPERO.-  Se está elaborando... Otro abrazo, viejo...
CANTALICIO.-   (Aparte.)  ¡Qué se ha de estar elaborando, zonzo!... Ya está...
PRÓSPERO.-  ¿Sí?...  (Corre hacia ella.)  ¡Vida, vida mía!...  (La besa en la frente. Movimiento de estupefacción. Suena en ese instante una larga pitada.)  La trilladora empieza...
DON NICOLA.-    (Apartando a PRÓSPERO.)  Bueno, mozo... ¡A trabajar!... ¡A trabajar!…


FIN