Pedir Demasiado
GRISELDA
GAMBARO
Se oyen risas. Entran Mario y Elena de
la calle.
Elena: Es un buen chiste. Yo no
tengo memoria. Nunca me acuerdo de los chistes que me cuentan
Mario: Yo sí. De elefantes. ¿Porque
dicen memoria de elefante? ¿Vos Sabes?
Elena: Porque si alguien les da una
patada, no olvidan. Se acuerdan 100 años después.
Mario: No. Eso es Rencor. (Le
acerca el rostro) Memoria
de elefante porque se acuerdan del lugar adonde van a morir. (Ella
se aparta. El muestra una foto sobre una pared. Te
gusta? Te gustaban las fotos de paisajes. Las buscaba para vos.
Paisajes especiales, con agua. El mar o el río. Lugares, corrientes
que nos llevan.
Elena: (Se
distancia) Sí. Me gustan
esos paisajes. Aun ahora. Ya le dije cuando la colgó hace...
Mario: 1 año, 2 meses
Elena: Estrenaba su departamento. Fue
la primera vez que estuve aquí. Había que arreglar unos asuntos y
yo vine.
Mario: ¿Que toma?
Elena: Nada con alcohol. Café. Ya
bebí mucho en la cena.
Mario (le
pone una copa en la mano)
No importa. La copa del estribo no cuenta. Beba. No nos vamos a
emborrachar por una copa...
Elena: Tengo que irme.
Mario: Sí, en algún momento tiene
que irse. Si tarda 10 minutos, media hora, es lo mismo
Elena: Bebo y me voy. Me esperan.
Mario: ¿Quién la espera?
Elena: Soy casada, lo sabe
Mario: Ah, ¿Cómo lo olvide?
Felicitaciones (Silencio de
Elena) ¿No las acepta?
Elena: Por supuesto que Sí.
Mario: Seguramente debe de estar
impaciente por volver. Lo advierto en su cara. ¿Quiere irse ahora?
No la retengo. A contra gusto, no. A la fuerza, no. (Con
cierta rudeza le saca la copa de las manos)
Elena: (la
retoma) Beberé una copa,
dije.
Mario: Entonces bebamos en paz. Salud
Elena: No hubiera debido gastar tanto
esta noche
Mario: ¿Por una cena? Quería empezar
bien. Nuestra primera, larga cena después de...
Elena: (lo interrumpe) Me parece que
hay olor a gas.
Mario: ¿Sí?
Elena: Lo huelo ¿Usted?
Mario: Solo percibo un delicioso y
casto perfume (Se acerca a
ella. Un aroma a lavanda,
mezcla de...
Elena: Las distracciones son
peligrosas. Hágame caso. Vaya.
Mario: ¡Hum¡ En realidad, presumo
que usted teme a otros riesgos (Le guiña el ojo) Voy a ver. (Sale.
Elena deja su copa, se incorpora. Mario Regresa)
Todo en orden. Una llave mal cerrada
en la cocina. Apenas dejaba escapar un hilito. Buen olfato
Elena: Un Hilito puede producir una
tragedia
Mario: Me cuida!!
Elena: Lo Prevengo
Mario: Hablando de asfixia... hay
quienes se suicidan con gas. No les importa el tufo. Tapian las
ventanas. Ponen papeles en las ranuras de las puertas. Frazadas...
Después, cuando el tipo consiguió lo que quería, si alguien se le
ocurre averiguar por ese olor en el pasillo... fuerza la puerta... y
enciende un fósforo y ¡PUM¡ muere con él. Me parece una
desconsideración.
Elena: (Fríamente)
Suicidarse siempre es una
desconsideración
Mario: Si, abandonar la ropa sucia
para que la lave otro, para que la entierren los otros. (se
sirve un vaso de agua y bebe rápidamente)
Elena: (lo
observa. Comenta ligeramente)
¡Qué Sed¡
Mario: Hace calor en este departamento
Elena: Un ventanal allí o si que si
no quiere aire acondicionado, solucionaría...
Mario (impaciente)
Sí, sí. La oí. Le voy
hacer caso. En algún momento tomare las medidas vendrán los
albañiles, romperán todo, pondrán el ventanal.(Bruscamente)
Mi mujer me dejo (
incomoda ella muestra una expresión de compromiso).
Sabía que iba a dejarme, yo intente convencerla de lo contrario
Elena: No lo consiguió
Mario: (señala)
¡Ya ve¡ Resolvió separarse y no hubo forma de conmoverla. Y no
porque fuera una piedra. Era... dulce. Yo le hablaba de mí del
abandono, y el rostro se le congestionaba, los ojos comenzaban a
lagrimearle y yo me arrepentía de haber hablado. Pero en el fondo no
se conmovía.
Elena: (secamente)
Perdone. ¿Porque me cuenta eso? Estoy contenta, no quiero saber.
Además tiendo a emocionarme.
Mario: Se le congestiona el rostro, le
tienta la risa, la tienta el llanto. No lo hubiera creído
Mario: (abre
el cajón de un mueble, otro)
¿Dónde estaba? Lo puse por aquí (retoma)
Mi mujer me dejo.
Elena: (irritada)
Ya me lo dijo.
Mario: Ella se fue, llorando. Llenó
su valija con su ropa, la alzó y se marchó por esa puerta. Sus
propias lágrimas no la conmovieron. Yo la amaba. Y se lo decía.
Inútil. (Mario busca en los
cajones)
Elena: ¿Qué Busca?
Mario: Esto. (Saca un revolver del
cajón. Lo mira y lo deja) Yo no pida suplicarle. Por orgullo. De
tanto en tanto la invitaba a comer como a usted. Antes de dejarme me
confeso que se había enamorado. Le resulto difícil. ¡Si hubiera
visto su rostro¡ ....Culpable
Elena: Fue sincera.
Mario: ¿Para que? ¿De que sirvió su
sinceridad? Solo a ella le procuro alivio. A mí me hundió.
Elena: ¡Ah, nunca conformes¡ Si no
hubiera sido sincera, la habría acusado de mentirle. ¿Que
pretendía? ¿Una mentira tras otra?
Mario: No me pregunto mis
preferencias. Quizás lo deseaba. Mucha gente vive feliz... así.
Sabiendo y no queriendo saber
Elena: Hasta que el techo se les
desploma
Mario: Ella no tardo mucho. En
desplomarme el techo. Se había enamorado. No de Mí ¿Era posible?
No de Mí, ya no de Mí.
Elena: (ásperamente) Ya no de usted
¿Y entonces?
Mario: ¿Cree que arme un escándalo?
Se equivoca. Me contuve. No me enoje, no formule reproches... Se
opuso a que le cargara la valija, sino yo... Imagínese. Se la
hubiese llevado hasta el taxi. Procedí como un caballero. ¿Acaso No
le parezco un caballero, un tipo cortes?
Elena: (violenta)
¡No! Un caballero no cuenta... ¡nada!
Mario: A ella no le conté... nada. No
le conté que cuando hizo su valija y se marcho, al cerrase la puerta
detrás de ella, se me cayo el mundo. Aullé como un energúmeno,
como el hombre lobo. Desesperado. Lo del aullido no se lo dije nunca.
Hubiera podido conmoverla ¿Qué cree?
Elena: No sé. Quizás estaba
conmovida, desesperada en algún lugar y lo oculto.
Mario: (ríe)
¿Desesperada en algún lugar? Usted no sabe nada de desesperación.
Elena: Si hubiera podido remediar
algo, no sé, confortar de algún modo a su alcance, ¿piensa que
ella no lo habría hecho? Se fue con su valija, dijo, y yo podría
decirle que no se volvió a mirar a ese hombre que abandonaba
porque...
Mario: Porque tenia toda la crueldad
de quien es feliz.
Elena: ¿Y que solución propone?
¿Que podía reparar ella? No se me ocurre. ¿Simular lo que no
sentía?
Mario: Siempre se puede un gesto
amable. Yo quería tocarla. Que cosa no? Quería tocarla. Pero no se
lo dije. Por orgullo. (Mira
abstraídamente el revolver sobre el mueble, lo hace girar con la
punta del dedo.)
Elena: Hace rato que lo estoy mirando.
¿Por qué no deja de jugar con ese revolver? Usted esta muy
entretenido pero a mí me fastidia.
Mario: Se asusta
Elena: Me fastidia. Ese revolver no
asusta a nadie es una antigüedad; si no esta oxidado poco le falta.
Hace años que no funciona.
Mario: No es así. Lo mande a arreglar
cuando empezó esta historia... (sonríe)
de los ladrones. Es preciso
protegerse ¿no? Disparar Primero
Elena: Peor el remedio que la
enfermedad ¿No lee los diarios? Ese que dispara primero, no siempre
acierta, le devuelven los tiros y con mas precisión. (Bruscamente
se incorpora Guarda el revolver en el cajón, lo cierra con un golpe
seco. Se miran. Con violencia sorda, mirándose fijamente, él abre
el cajón y ella vuelve a cerrarlo. Él insiste 2 o 3 veces y ella se
opone. Mario termina por apartarla con su propio cuerpo, un poco
brutalmente y entonces cediendo con un despectivo encogimiento de
hombros, Elena renuncia y vuelve a su sitio)
Mario: (hace
girar el revolver con la punta del dedo) No
hago mal a nadie. Pero si la irrita (Levanta
la mano) Ella era muy
inflexible. Cuando decidió abandonarme no hubo forma de que volviera
atrás. Hecho consumado
Elena: ¿Y porque insistió? No es
inteligente insistir. Eso también irrita. Hay que dejar en paz a la
gente.
Mario: No se ponga odiosa. A veces me
parecía que se conmovía, que estaba a punto de acceder a...
Elena: Nunca a volver
Mario: A hacer el amor conmigo. No el
amor. A hacer la ternura, la misericordia, repetir fraternalmente el
amor. Porque me había querido tanto.
Elena: Fue precavida. Se hubiera
sentido mal. Los dos se hubieran sentido mal después.
Mario: ¿Quién sabe? ¿Quién puede
asegurarlo con certeza?
Elena: Ella no lo amaba
Mario: Decía que si... fraternalmente
¿ Y porque no podíamos hacer el amor... fraternalmente? O por algún
otro sentimiento, no la pasión, pero...un resto de cariño
Elena: No alcanza. Se necesita...
Mario: Que? Hay una sola clase de
amor, ¿sí?. Hay, tantas buenas o no, generosas, crueles. Y en
última instancia, todas sirven. Hubo una época en que leíamos
juntos un libro. No juntos, Yo lo leía de noche, ella de día. Se lo
cuento en 2 segundos, no se va a aburrir.
Una mujer huesuda se enamora de un
petiso jorobado y el jorobado se enamora, furiosamente, de un
fortachón perverso. Cuanto sufre, se maltratan, se odian, Y a pesar
de todo solo se habla de amor en ese libro. En realidad...
Elena: Uno se cuida de esos amores.
Mario: Va a lo seguro
Elena: Si, aparta los problemas si
puede. Además es mejor que obrar impulsados por la lastima.
Mario: ¿ Y quien quiere lastima? ¿Eso
es lo que hay en la alacena? Solo lastima? (Hace
girar el revolver con la punta del dedo. Silencio)
Tenes miedo?
Elena: ¿De que?
Mario: Podría disparar
Elena: A quien? (Él
la mira burlón, alusivamente)
A mí? Dos personas que festejan un arreglo, cenan amistosamente,
beben un poco de mas... no hay motivo, No tengo miedo alguno
Mario: Podrías tenerlo. Yo podría
pegarme un balazo
Elena: (Ríe)
¿Quiere asustarme? Usted no es de esa clase de hombres. No se
deprime fácilmente. Y ese revolver es pura chatarra.
Mario: ¡HUM... ! Parece la otra.
Inconmovible. Después de la separación, nos quedamos amigos. Ella
creía que era posible. Eso quedarse amigos. Encontrase de vez en
cuando.
Elena: Porque no?
Mario: Porque la Amaba (La
mira) No la podía tocar
(se roza el rostro)
Ni esto.
Elena: Usted le da demasiada
importancia al amor. Prefiero la amistad, como la que tenemos. Es una
amistad que llamaría.. Afectuosa. Esta noche la bebida altero un
poco el panorama, lo lamento.
Mario: Cuando ella me dejo, no solo
grite. Enflaquecí, bebí más. No como esta noche, mucho más. Sin
placer, por abandono, quizás por despecho. También pensé en
acostarme sobre las vías del tren, como quien va a dormir la
siesta, quedarme ahí, quietito.
Elena: (se
burla) Para aterrorizarme,
gritar de pánico ¡ y salta lejos al primer ruido del tren! Si a
veces se cruzan esas ideas por la cabeza, Pero llevarlas a cabo es
otro asunto. ¡Tiene un
balcón! No lo había visto
Mario: Tengo un balcón. (le
sujeta la mano) Se lo
muestro ¡Venga!
Elena: No, no. Al balcón, no
Mario: (ríe)
¡No voy a tirarla abajo! Podríamos mira juntos la luna, las
estrellas... Un poco de romanticismo no vendría mal, eh? Yo pasaría
mi brazo por su hombro, (lo
hace) la acercaría a
mí... (bruscamente intenta
besarla)
Elena: (se
deshace con violencia) No
vine para esto.
Mario: ¿Y para que vino? Se supone
que podría intentarlo. No es tonta. Ni tan inocente
Elena: Vine porque sabia que le
gustaría compartir una ultima copa en su casa. Fue grata la cena,
charlamos como amigos. ¿Que le pasa? No se confunda
Mario: Discúlpeme. Usted vio que
quise guardar las distancias... ¡Hasta Ahora! (Levanta
las manos con las palmas abiertas)
Elena: Es Tarde. Me voy (recoge
sus cosas)
Mario: (se
las saca de las manos) No
todavía. Espere tengo una idea, y no la rechace.
Elena: ¿Que idea? Usted no tiene
muchas, solo una idea fija
Mario: ¡Que mala! ¡Porque tan mala!
Oiga (golpea las manos sobre
un mueble y al instante, balanceándose, emprende un ritmo
contagioso. La mira atractivo y sonriente. De pronto, Elena devuelve
la sonrisa, lo acompaña de la misma manera golpeando las manos. Hay
un breve, total momento de distensión. Y luego, él comienza a
tararear y bailan separados, con el mismo animo distendido, hasta que
de pronto, Mario la enlaza con fuerza, hunde la boca en su cuello)
Elena: (se resiste apartándose) Basta
Ya!
Mario: ¿Porque no nos divertíamos?
¿Música? Así no hablamos. No la martirizo más.
Elena: Hablamos Mucho
Mario: Yo hable usted dijo muy poco.
Vamos, juego limpio, Es su turno y no se guarde nada
Elena: ¿De verdad quiere escucharme?
Mario: (un
silencio) No... Creo q no.
Elena: Entonces...
Mario: (como
si ganara una apuesta) ¡Yo
hable. Le dije de la otra, la que se marcho con su valija sin una
mirada atrás. Yo hable!!
Elena: En exceso. Pero tengo más para
contarle
Elena: No, basta. Sea piadoso.
¿Todavía hay más? ¡Que historia la suya!
Llega un punto, una piensa: por suerte
concluye y no sigue, sigue ¡sigue!. Al fin me tomo por confidente
Mario: Y si, cuando me prestan
atención...
Elena: Yo no se la presto
Mario: Miente. Le gusta que le diga
que cada minuto pienso en esa mujer, que ya no me ama. Incluso más.
Me duermo pensando en esa mujer, que ya no me ama ¿Se lo conté? No
se lo conté. Pero el dolor no dura ¿verdad?
Elena: Ni él mas profundo
Mario: Todo termina: Es cierto. Aunque
uno se oponga, los sentimientos van por su cuenta, nos matan de amor,
de angustia y un día ¡zas! Desaparecen. No existieron nunca
Elena: ¡Si, existieron! Desaparecen
por alguna razón. Por la pasión nos engaña, por aburrimiento. Así
debió pasarle a ella.
Mario: Me pasara a mí. Alguna mañana
despertare y definitivamente su recuerdo no tendrá peso. Será a lo
sumo una languidez de en la boca del estomago.
Elena: Sobrevivimos, siempre llega
ese día
Mario: ¿Y mientras tanto?
Elena: Distráigase (Él
rompe a reír brutal, casi groseramente)
¿Dije algo gracioso?
Mario: No hay nada gracioso, ni
siquiera en el sueño, donde ella podría dejarme en paz. Ahí no me
deja, Va y viene y yo espero el momento en que el desamor no
signifique nada.
Elena: Entonces, se dará cuenta de
que realmente ella no valía tanta pena. Que también ella puede
reemplazarse
Mario: No se apresure. Hay día en los
que Ella esta allí. ¿Quién es? Su rostro es cualquier rostro, su
boca cualquier boca. Sin embargo reconozco sus gestos y esos gestos
ya no me provocan nostalgia. Entonces, sabe que siento?
Elena: Tranquilidad. Piensa ¡Qué
necio, q excesivo fui!
Mario: Noooooo, Pienso ¿Y es una
extraña, ya no me importa? ¿Ni siquiera es una lastimadura, un
resquemor? ¿Cómo olvide de esta manera? Tan Banal... No lo soporto
Elena: (irónicamente)
Usted es muy contradictorio
Mario: ¡Sí! ¡Si seré imbecil!
(Furioso)
Y usted lo es por no darse cuenta ¡Por lo menos ella esta en mi
sufrimiento! ¡Y quiero que este!
Elena: Oh, Dios Mío. Porque no se
calla? Me incomoda me fatiga. Usted ha perdido todo pudor. Muestra su
pena como un regalo. Me lo ofrece a mí. Yo no lo quiero, Es un
regalo con púas. Sus problemas no me pertenecen. Tengo los míos.
Quizás a mí me dejen en algún momento, y entonces... veré. Pero
no realizare esta exhibición, este... Chantaje
Mario: Cállese!
Elena: ¿No era mi turno? Solo quiere
oír palabras que le convienen, eso desea. Ser retornado al vientre
materno, ser acunado, ser confortado. ¿Por quien? Busca mal. No por
mí. Yo no puedo hacer nada. Mas que cenar algunas veces con usted y
charlar de cualquier cosa, nada que nos concierna demasiado.
Mario: ¿Y de que me sirve eso?
Elena: Usted me lo pidió
Mario: Usted accedió
Elena: Me equivoque. Yo no
necesitaba verlo. No me muero por saber a cada instante como esta.
Como sufre, como se lame sus heridas. Por lo menos ahora, cuando...
(se calla)
Perfectamente puedo pasarme de su presencia. Y de muchas otras, por
lo demás.
Mario: (después
del silencio) Es feliz
Elena: Lo soy. Y ocultar la propia
felicidad es duro, No abunda tanto la felicidad ¿verdad?, para que
la ocultemos, para que sea una mancha, para que la neguemos con
vergüenza. Quiere mostrase, la felicidad ¡Y el que es desdichado
debe tener el pudor de soportarla!
Mario ¿Soportarla? Que fácil ¿Por
qué no se lo pregunta a quienes nunca la han tenido?
Elena: Me refiero a usted, a esa pobre
criatura que se compadece. Y si quiere comparar, compare entonces con
quienes sufran por hambre o muerte, no “ porque ella me dejo”
Esos son pesares, no los suyos
Mario: ¿No los míos?
Elena: No! Me parecen patéticos
Mario: (irónico)
No vale la pena. Los míos Comparando
Elena: Comparando, sí. Ella es feliz
sin culpa. Comparando.
Un azar, le toco
Mario: Hizo bastante para q le tocara
Elena: Pero no tanto como el azar. Si,
ayudo, No fue indiferente, Le trajo una persona distinta
Mario: Y desplazo a otra
Elena: Ya lo estaba desde antes. A
ella le toco por azar vivir un buen momento. ¿Y en nombre de que lo
habría dejado pasar? No abunda la felicidad. Su pena me irrita.
Mario: Buena protección. Irritarse
Elena: ¿Qué espera? Me defiendo. Su
pena cae sobre mí como una red. Quiere que la comparta, que la
mitigue, no sé que quiere.
Mario: No su compasión
Elena: ¿Es así? A falta de pan,
cualquier cosa le viene bien. Hasta esta exhibición de sufrimiento.
¡Póngale fin Por Dios! Ella se marcho con su valija, pues ódiela,
¡muérdase la lengua antes de pedir lo que no puede ser! (Mario
la mira, se vuelve de espaldas. Cuando él lo hace ella no aparta la
mirada de el, suspira, afloja su tensión. Se produce un cambio,
aflora una expresión de pesar en su rostro. Después de un largo
momento, va hacia el aparato de música)
Mario! (El se vuelve, la
mira triste, interrogativo, también lejano)
Podríamos... oír música. Calma las fieras (Sonríe)
Las broncas (Enciende
el aparato)
Mario: (lo
apaga) Otro día
Elena: ¿por qué no hoy? Para
terminar la noche de una manera mas...
Mario: ¿Venturosa? Estoy cansado. ¡No
de usted! Simplemente, me vino la fatiga de golpe, el sueño. Seguro
que dormiré como plomo. He sido un desconsiderado. Le pido
disculpas. También por haberla retenido.
(Le alcanza el chal con cuidado se lo pone en el cuello)
Elena: No tiene importancia. Fue bueno
el encuentro, la cena. Si después nos alteramos fue... Tenemos el
carácter vivo
Mario: Por eso. (Va
hacia la puerta) Adiós
Elena: (Ríe
incomoda) No me eches
Mario: No la echo. ¡Por favor! Pero
mañana me levanto temprano. Ya le dije a ella, a la otra, todo lo
que tenia que decir. Inconmovible
Elena: Quizás
Mario: (le cubre la boca con la mano)
Shhhh
Elena: Tenes las manos frías
Mario: Sí. Muévase. Esta muy oscuro,
tan silencioso... Imagine la calle. Hasta este cuarto parece vació,
como si ya no estuviéramos.
Elena: (bromea) Oh, si no estamos es
porque realmente deseas que me vaya.
Mario: Si lo considera de este modo...
No. La verdad, debo levantarme temprano
Elena: Me voy (Con una mirada hacia el
revolver) Ese revolver no es un lindo adorno. Guárdalo por favor.
¿Funciona, como dijiste? ¿O era una broma?
Mario: Ni siquiera esta cargado. Es un
revolver viejo. ¡Que va a funcionar!
Elena: Chau. Gracias por la cena. No
deberías haber gastado tanto. Cuídate. (Lo
besa. No se separa enseguida)
Date tiempo
Mario: Me lo daré. Chau (antes
de irse, ella tiene la mano en un intento desvaído de caricia, lo
deja caer. Sale. Mario permanece inmóvil un momento. Luego va hacia
el mueble. Hace girar el revolver con la punta del dedo)
No es venganza. No es venganza. Lo vas a entender no? No es por vos,
Es que el Edén pertenece a la Nada (Levanta
el revolver)