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1/4/16

Pedir Demasiado GRISELDA GAMBARO


Pedir Demasiado

GRISELDA GAMBARO


Se oyen risas. Entran Mario y Elena de la calle.

Elena: Es un buen chiste. Yo no tengo memoria. Nunca me acuerdo de los chistes que me cuentan

Mario: Yo sí. De elefantes. ¿Porque dicen memoria de elefante? ¿Vos Sabes?

Elena: Porque si alguien les da una patada, no olvidan. Se acuerdan 100 años después.

Mario: No. Eso es Rencor. (Le acerca el rostro) Memoria de elefante porque se acuerdan del lugar adonde van a morir. (Ella se aparta. El muestra una foto sobre una pared. Te gusta? Te gustaban las fotos de paisajes. Las buscaba para vos. Paisajes especiales, con agua. El mar o el río. Lugares, corrientes que nos llevan.

Elena: (Se distancia) Sí. Me gustan esos paisajes. Aun ahora. Ya le dije cuando la colgó hace...

Mario: 1 año, 2 meses

Elena: Estrenaba su departamento. Fue la primera vez que estuve aquí. Había que arreglar unos asuntos y yo vine.

Mario: ¿Que toma?

Elena: Nada con alcohol. Café. Ya bebí mucho en la cena.

Mario (le pone una copa en la mano) No importa. La copa del estribo no cuenta. Beba. No nos vamos a emborrachar por una copa...

Elena: Tengo que irme.

Mario: Sí, en algún momento tiene que irse. Si tarda 10 minutos, media hora, es lo mismo

Elena: Bebo y me voy. Me esperan.

Mario: ¿Quién la espera?

Elena: Soy casada, lo sabe

Mario: Ah, ¿Cómo lo olvide? Felicitaciones (Silencio de Elena) ¿No las acepta?

Elena: Por supuesto que Sí.

Mario: Seguramente debe de estar impaciente por volver. Lo advierto en su cara. ¿Quiere irse ahora? No la retengo. A contra gusto, no. A la fuerza, no. (Con cierta rudeza le saca la copa de las manos)

Elena: (la retoma) Beberé una copa, dije.

Mario: Entonces bebamos en paz. Salud

Elena: No hubiera debido gastar tanto esta noche

Mario: ¿Por una cena? Quería empezar bien. Nuestra primera, larga cena después de...

Elena: (lo interrumpe) Me parece que hay olor a gas.

Mario: ¿Sí?

Elena: Lo huelo ¿Usted?

Mario: Solo percibo un delicioso y casto perfume (Se acerca a ella. Un aroma a lavanda, mezcla de...

Elena: Las distracciones son peligrosas. Hágame caso. Vaya.

Mario: ¡Hum¡ En realidad, presumo que usted teme a otros riesgos (Le guiña el ojo) Voy a ver. (Sale. Elena deja su copa, se incorpora. Mario Regresa)
Todo en orden. Una llave mal cerrada en la cocina. Apenas dejaba escapar un hilito. Buen olfato

Elena: Un Hilito puede producir una tragedia

Mario: Me cuida!!

Elena: Lo Prevengo

Mario: Hablando de asfixia... hay quienes se suicidan con gas. No les importa el tufo. Tapian las ventanas. Ponen papeles en las ranuras de las puertas. Frazadas... Después, cuando el tipo consiguió lo que quería, si alguien se le ocurre averiguar por ese olor en el pasillo... fuerza la puerta... y enciende un fósforo y ¡PUM¡ muere con él. Me parece una desconsideración.

Elena: (Fríamente) Suicidarse siempre es una desconsideración

Mario: Si, abandonar la ropa sucia para que la lave otro, para que la entierren los otros. (se sirve un vaso de agua y bebe rápidamente)

Elena: (lo observa. Comenta ligeramente) ¡Qué Sed¡

Mario: Hace calor en este departamento

Elena: Un ventanal allí o si que si no quiere aire acondicionado, solucionaría...

Mario (impaciente) Sí, sí. La oí. Le voy hacer caso. En algún momento tomare las medidas vendrán los albañiles, romperán todo, pondrán el ventanal.(Bruscamente) Mi mujer me dejo ( incomoda ella muestra una expresión de compromiso). Sabía que iba a dejarme, yo intente convencerla de lo contrario

Elena: No lo consiguió

Mario: (señala) ¡Ya ve¡ Resolvió separarse y no hubo forma de conmoverla. Y no porque fuera una piedra. Era... dulce. Yo le hablaba de mí del abandono, y el rostro se le congestionaba, los ojos comenzaban a lagrimearle y yo me arrepentía de haber hablado. Pero en el fondo no se conmovía.

Elena: (secamente) Perdone. ¿Porque me cuenta eso? Estoy contenta, no quiero saber. Además tiendo a emocionarme.

Mario: Se le congestiona el rostro, le tienta la risa, la tienta el llanto. No lo hubiera creído


Mario: (abre el cajón de un mueble, otro) ¿Dónde estaba? Lo puse por aquí (retoma) Mi mujer me dejo.

Elena: (irritada) Ya me lo dijo.

Mario: Ella se fue, llorando. Llenó su valija con su ropa, la alzó y se marchó por esa puerta. Sus propias lágrimas no la conmovieron. Yo la amaba. Y se lo decía. Inútil. (Mario busca en los cajones)

Elena: ¿Qué Busca?

Mario: Esto. (Saca un revolver del cajón. Lo mira y lo deja) Yo no pida suplicarle. Por orgullo. De tanto en tanto la invitaba a comer como a usted. Antes de dejarme me confeso que se había enamorado. Le resulto difícil. ¡Si hubiera visto su rostro¡ ....Culpable

Elena: Fue sincera.

Mario: ¿Para que? ¿De que sirvió su sinceridad? Solo a ella le procuro alivio. A mí me hundió.

Elena: ¡Ah, nunca conformes¡ Si no hubiera sido sincera, la habría acusado de mentirle. ¿Que pretendía? ¿Una mentira tras otra?

Mario: No me pregunto mis preferencias. Quizás lo deseaba. Mucha gente vive feliz... así. Sabiendo y no queriendo saber

Elena: Hasta que el techo se les desploma

Mario: Ella no tardo mucho. En desplomarme el techo. Se había enamorado. No de Mí ¿Era posible? No de Mí, ya no de Mí.

Elena: (ásperamente) Ya no de usted ¿Y entonces?

Mario: ¿Cree que arme un escándalo? Se equivoca. Me contuve. No me enoje, no formule reproches... Se opuso a que le cargara la valija, sino yo... Imagínese. Se la hubiese llevado hasta el taxi. Procedí como un caballero. ¿Acaso No le parezco un caballero, un tipo cortes?

Elena: (violenta) ¡No! Un caballero no cuenta... ¡nada!

Mario: A ella no le conté... nada. No le conté que cuando hizo su valija y se marcho, al cerrase la puerta detrás de ella, se me cayo el mundo. Aullé como un energúmeno, como el hombre lobo. Desesperado. Lo del aullido no se lo dije nunca. Hubiera podido conmoverla ¿Qué cree?

Elena: No sé. Quizás estaba conmovida, desesperada en algún lugar y lo oculto.

Mario: (ríe) ¿Desesperada en algún lugar? Usted no sabe nada de desesperación.

Elena: Si hubiera podido remediar algo, no sé, confortar de algún modo a su alcance, ¿piensa que ella no lo habría hecho? Se fue con su valija, dijo, y yo podría decirle que no se volvió a mirar a ese hombre que abandonaba porque...

Mario: Porque tenia toda la crueldad de quien es feliz.

Elena: ¿Y que solución propone? ¿Que podía reparar ella? No se me ocurre. ¿Simular lo que no sentía?

Mario: Siempre se puede un gesto amable. Yo quería tocarla. Que cosa no? Quería tocarla. Pero no se lo dije. Por orgullo. (Mira abstraídamente el revolver sobre el mueble, lo hace girar con la punta del dedo.)

Elena: Hace rato que lo estoy mirando. ¿Por qué no deja de jugar con ese revolver? Usted esta muy entretenido pero a mí me fastidia.

Mario: Se asusta

Elena: Me fastidia. Ese revolver no asusta a nadie es una antigüedad; si no esta oxidado poco le falta. Hace años que no funciona.

Mario: No es así. Lo mande a arreglar cuando empezó esta historia... (sonríe) de los ladrones. Es preciso protegerse ¿no? Disparar Primero

Elena: Peor el remedio que la enfermedad ¿No lee los diarios? Ese que dispara primero, no siempre acierta, le devuelven los tiros y con mas precisión. (Bruscamente se incorpora Guarda el revolver en el cajón, lo cierra con un golpe seco. Se miran. Con violencia sorda, mirándose fijamente, él abre el cajón y ella vuelve a cerrarlo. Él insiste 2 o 3 veces y ella se opone. Mario termina por apartarla con su propio cuerpo, un poco brutalmente y entonces cediendo con un despectivo encogimiento de hombros, Elena renuncia y vuelve a su sitio)

Mario: (hace girar el revolver con la punta del dedo) No hago mal a nadie. Pero si la irrita (Levanta la mano) Ella era muy inflexible. Cuando decidió abandonarme no hubo forma de que volviera atrás. Hecho consumado

Elena: ¿Y porque insistió? No es inteligente insistir. Eso también irrita. Hay que dejar en paz a la gente.

Mario: No se ponga odiosa. A veces me parecía que se conmovía, que estaba a punto de acceder a...

Elena: Nunca a volver

Mario: A hacer el amor conmigo. No el amor. A hacer la ternura, la misericordia, repetir fraternalmente el amor. Porque me había querido tanto.

Elena: Fue precavida. Se hubiera sentido mal. Los dos se hubieran sentido mal después.

Mario: ¿Quién sabe? ¿Quién puede asegurarlo con certeza?

Elena: Ella no lo amaba


Mario: Decía que si... fraternalmente ¿ Y porque no podíamos hacer el amor... fraternalmente? O por algún otro sentimiento, no la pasión, pero...un resto de cariño

Elena: No alcanza. Se necesita...


Mario: Que? Hay una sola clase de amor, ¿sí?. Hay, tantas buenas o no, generosas, crueles. Y en última instancia, todas sirven. Hubo una época en que leíamos juntos un libro. No juntos, Yo lo leía de noche, ella de día. Se lo cuento en 2 segundos, no se va a aburrir.
Una mujer huesuda se enamora de un petiso jorobado y el jorobado se enamora, furiosamente, de un fortachón perverso. Cuanto sufre, se maltratan, se odian, Y a pesar de todo solo se habla de amor en ese libro. En realidad...

Elena: Uno se cuida de esos amores.

Mario: Va a lo seguro

Elena: Si, aparta los problemas si puede. Además es mejor que obrar impulsados por la lastima.

Mario: ¿ Y quien quiere lastima? ¿Eso es lo que hay en la alacena? Solo lastima? (Hace girar el revolver con la punta del dedo. Silencio) Tenes miedo?

Elena: ¿De que?

Mario: Podría disparar

Elena: A quien? (Él la mira burlón, alusivamente) A mí? Dos personas que festejan un arreglo, cenan amistosamente, beben un poco de mas... no hay motivo, No tengo miedo alguno

Mario: Podrías tenerlo. Yo podría pegarme un balazo


Elena: (Ríe) ¿Quiere asustarme? Usted no es de esa clase de hombres. No se deprime fácilmente. Y ese revolver es pura chatarra.

Mario: ¡HUM... ! Parece la otra. Inconmovible. Después de la separación, nos quedamos amigos. Ella creía que era posible. Eso quedarse amigos. Encontrase de vez en cuando.


Elena: Porque no?

Mario: Porque la Amaba (La mira) No la podía tocar (se roza el rostro) Ni esto.

Elena: Usted le da demasiada importancia al amor. Prefiero la amistad, como la que tenemos. Es una amistad que llamaría.. Afectuosa. Esta noche la bebida altero un poco el panorama, lo lamento.

Mario: Cuando ella me dejo, no solo grite. Enflaquecí, bebí más. No como esta noche, mucho más. Sin placer, por abandono, quizás por despecho. También pensé en acostarme sobre las vías del tren, como quien va a dormir la siesta, quedarme ahí, quietito.

Elena: (se burla) Para aterrorizarme, gritar de pánico ¡ y salta lejos al primer ruido del tren! Si a veces se cruzan esas ideas por la cabeza, Pero llevarlas a cabo es otro asunto. ¡Tiene un balcón! No lo había visto

Mario: Tengo un balcón. (le sujeta la mano) Se lo muestro ¡Venga!

Elena: No, no. Al balcón, no

Mario: (ríe) ¡No voy a tirarla abajo! Podríamos mira juntos la luna, las estrellas... Un poco de romanticismo no vendría mal, eh? Yo pasaría mi brazo por su hombro, (lo hace) la acercaría a mí... (bruscamente intenta besarla)

Elena: (se deshace con violencia) No vine para esto.

Mario: ¿Y para que vino? Se supone que podría intentarlo. No es tonta. Ni tan inocente

Elena: Vine porque sabia que le gustaría compartir una ultima copa en su casa. Fue grata la cena, charlamos como amigos. ¿Que le pasa? No se confunda

Mario: Discúlpeme. Usted vio que quise guardar las distancias... ¡Hasta Ahora! (Levanta las manos con las palmas abiertas)

Elena: Es Tarde. Me voy (recoge sus cosas)

Mario: (se las saca de las manos) No todavía. Espere tengo una idea, y no la rechace.

Elena: ¿Que idea? Usted no tiene muchas, solo una idea fija

Mario: ¡Que mala! ¡Porque tan mala! Oiga (golpea las manos sobre un mueble y al instante, balanceándose, emprende un ritmo contagioso. La mira atractivo y sonriente. De pronto, Elena devuelve la sonrisa, lo acompaña de la misma manera golpeando las manos. Hay un breve, total momento de distensión. Y luego, él comienza a tararear y bailan separados, con el mismo animo distendido, hasta que de pronto, Mario la enlaza con fuerza, hunde la boca en su cuello)

Elena: (se resiste apartándose) Basta Ya!

Mario: ¿Porque no nos divertíamos? ¿Música? Así no hablamos. No la martirizo más.

Elena: Hablamos Mucho

Mario: Yo hable usted dijo muy poco. Vamos, juego limpio, Es su turno y no se guarde nada

Elena: ¿De verdad quiere escucharme?

Mario: (un silencio) No... Creo q no.

Elena: Entonces...

Mario: (como si ganara una apuesta) ¡Yo hable. Le dije de la otra, la que se marcho con su valija sin una mirada atrás. Yo hable!!

Elena: En exceso. Pero tengo más para contarle

Elena: No, basta. Sea piadoso. ¿Todavía hay más? ¡Que historia la suya!
Llega un punto, una piensa: por suerte concluye y no sigue, sigue ¡sigue!. Al fin me tomo por confidente

Mario: Y si, cuando me prestan atención...

Elena: Yo no se la presto


Mario: Miente. Le gusta que le diga que cada minuto pienso en esa mujer, que ya no me ama. Incluso más. Me duermo pensando en esa mujer, que ya no me ama ¿Se lo conté? No se lo conté. Pero el dolor no dura ¿verdad?

Elena: Ni él mas profundo

Mario: Todo termina: Es cierto. Aunque uno se oponga, los sentimientos van por su cuenta, nos matan de amor, de angustia y un día ¡zas! Desaparecen. No existieron nunca

Elena: ¡Si, existieron! Desaparecen por alguna razón. Por la pasión nos engaña, por aburrimiento. Así debió pasarle a ella.

Mario: Me pasara a mí. Alguna mañana despertare y definitivamente su recuerdo no tendrá peso. Será a lo sumo una languidez de en la boca del estomago.

Elena: Sobrevivimos, siempre llega ese día

Mario: ¿Y mientras tanto?

Elena: Distráigase (Él rompe a reír brutal, casi groseramente) ¿Dije algo gracioso?

Mario: No hay nada gracioso, ni siquiera en el sueño, donde ella podría dejarme en paz. Ahí no me deja, Va y viene y yo espero el momento en que el desamor no signifique nada.

Elena: Entonces, se dará cuenta de que realmente ella no valía tanta pena. Que también ella puede reemplazarse

Mario: No se apresure. Hay día en los que Ella esta allí. ¿Quién es? Su rostro es cualquier rostro, su boca cualquier boca. Sin embargo reconozco sus gestos y esos gestos ya no me provocan nostalgia. Entonces, sabe que siento?

Elena: Tranquilidad. Piensa ¡Qué necio, q excesivo fui!


Mario: Noooooo, Pienso ¿Y es una extraña, ya no me importa? ¿Ni siquiera es una lastimadura, un resquemor? ¿Cómo olvide de esta manera? Tan Banal... No lo soporto

Elena: (irónicamente) Usted es muy contradictorio

Mario: ¡Sí! ¡Si seré imbecil! (Furioso) Y usted lo es por no darse cuenta ¡Por lo menos ella esta en mi sufrimiento! ¡Y quiero que este!


Elena: Oh, Dios Mío. Porque no se calla? Me incomoda me fatiga. Usted ha perdido todo pudor. Muestra su pena como un regalo. Me lo ofrece a mí. Yo no lo quiero, Es un regalo con púas. Sus problemas no me pertenecen. Tengo los míos. Quizás a mí me dejen en algún momento, y entonces... veré. Pero no realizare esta exhibición, este... Chantaje

Mario: Cállese!

Elena: ¿No era mi turno? Solo quiere oír palabras que le convienen, eso desea. Ser retornado al vientre materno, ser acunado, ser confortado. ¿Por quien? Busca mal. No por mí. Yo no puedo hacer nada. Mas que cenar algunas veces con usted y charlar de cualquier cosa, nada que nos concierna demasiado.

Mario: ¿Y de que me sirve eso?

Elena: Usted me lo pidió

Mario: Usted accedió

Elena: Me equivoque. Yo no necesitaba verlo. No me muero por saber a cada instante como esta. Como sufre, como se lame sus heridas. Por lo menos ahora, cuando... (se calla) Perfectamente puedo pasarme de su presencia. Y de muchas otras, por lo demás.

Mario: (después del silencio) Es feliz

Elena: Lo soy. Y ocultar la propia felicidad es duro, No abunda tanto la felicidad ¿verdad?, para que la ocultemos, para que sea una mancha, para que la neguemos con vergüenza. Quiere mostrase, la felicidad ¡Y el que es desdichado debe tener el pudor de soportarla!

Mario ¿Soportarla? Que fácil ¿Por qué no se lo pregunta a quienes nunca la han tenido?

Elena: Me refiero a usted, a esa pobre criatura que se compadece. Y si quiere comparar, compare entonces con quienes sufran por hambre o muerte, no “ porque ella me dejo” Esos son pesares, no los suyos

Mario: ¿No los míos?

Elena: No! Me parecen patéticos

Mario: (irónico) No vale la pena. Los míos Comparando

Elena: Comparando, sí. Ella es feliz sin culpa. Comparando. Un azar, le toco

Mario: Hizo bastante para q le tocara


Elena: Pero no tanto como el azar. Si, ayudo, No fue indiferente, Le trajo una persona distinta

Mario: Y desplazo a otra

Elena: Ya lo estaba desde antes. A ella le toco por azar vivir un buen momento. ¿Y en nombre de que lo habría dejado pasar? No abunda la felicidad. Su pena me irrita.

Mario: Buena protección. Irritarse

Elena: ¿Qué espera? Me defiendo. Su pena cae sobre mí como una red. Quiere que la comparta, que la mitigue, no sé que quiere.

Mario: No su compasión

Elena: ¿Es así? A falta de pan, cualquier cosa le viene bien. Hasta esta exhibición de sufrimiento. ¡Póngale fin Por Dios! Ella se marcho con su valija, pues ódiela, ¡muérdase la lengua antes de pedir lo que no puede ser! (Mario la mira, se vuelve de espaldas. Cuando él lo hace ella no aparta la mirada de el, suspira, afloja su tensión. Se produce un cambio, aflora una expresión de pesar en su rostro. Después de un largo momento, va hacia el aparato de música) Mario! (El se vuelve, la mira triste, interrogativo, también lejano) Podríamos... oír música. Calma las fieras (Sonríe) Las broncas (Enciende el aparato)

Mario: (lo apaga) Otro día

Elena: ¿por qué no hoy? Para terminar la noche de una manera mas...

Mario: ¿Venturosa? Estoy cansado. ¡No de usted! Simplemente, me vino la fatiga de golpe, el sueño. Seguro que dormiré como plomo. He sido un desconsiderado. Le pido disculpas. También por haberla retenido. (Le alcanza el chal con cuidado se lo pone en el cuello)

Elena: No tiene importancia. Fue bueno el encuentro, la cena. Si después nos alteramos fue... Tenemos el carácter vivo

Mario: Por eso. (Va hacia la puerta) Adiós

Elena: (Ríe incomoda) No me eches

Mario: No la echo. ¡Por favor! Pero mañana me levanto temprano. Ya le dije a ella, a la otra, todo lo que tenia que decir. Inconmovible

Elena: Quizás


Mario: (le cubre la boca con la mano) Shhhh

Elena: Tenes las manos frías

Mario: Sí. Muévase. Esta muy oscuro, tan silencioso... Imagine la calle. Hasta este cuarto parece vació, como si ya no estuviéramos.

Elena: (bromea) Oh, si no estamos es porque realmente deseas que me vaya.

Mario: Si lo considera de este modo... No. La verdad, debo levantarme temprano

Elena: Me voy (Con una mirada hacia el revolver) Ese revolver no es un lindo adorno. Guárdalo por favor. ¿Funciona, como dijiste? ¿O era una broma?

Mario: Ni siquiera esta cargado. Es un revolver viejo. ¡Que va a funcionar!

Elena: Chau. Gracias por la cena. No deberías haber gastado tanto. Cuídate. (Lo besa. No se separa enseguida) Date tiempo

Mario: Me lo daré. Chau (antes de irse, ella tiene la mano en un intento desvaído de caricia, lo deja caer. Sale. Mario permanece inmóvil un momento. Luego va hacia el mueble. Hace girar el revolver con la punta del dedo) No es venganza. No es venganza. Lo vas a entender no? No es por vos, Es que el Edén pertenece a la Nada (Levanta el revolver)

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