Antígona
Furiosa
de Griselda Gambaro
Personajes: ANTÍGONA, CORIFEO, ANTlNOO
Una carcasa representa
a CREONTE. Cuando el CORIFEO se introduce en ella, asume obviamente el trono y el poder.
ANTÍGONA ahorcada. Ciñe sus cabellos una corona de flores blancas,
marchitas. Después de un momento, lentamente, afloja y quita el lazo de su cuello, se acomoda el vestido blanco y sucio. Se mueve, canturreando.
Sentados junto a una
mesa redonda, vestidos con trajes de calle,
dos hombres toman café. El CORIFEO juega con una ramita flexible, rompe pequeños
trozos de la servilleta de papel y las agrega
a modo de flores. Lo hace distraído, con
una sonrisa de burla.
CORIFEO: ¿Quién es ésa? ¿Ofelia? (Ríen. ANTÍGONA los
mira.) Mozo, ¡otro café!
ANTÍGONA (canta):
«Se murió y se fue, señora; Se murió y se fue;
El césped cubre su cuerpo, Hay una piedra a sus pies.»
CORIFEO: Debiera, pero no hay. ¿Ves césped? ¿Ves piedra? ¿Ves
tumba?
ANTINOO: ¡Nada!
ANTÍGONA (canta): « ... un sudario lo envolvió; Cubrieron su sepultura flores que
el llanto regó.» (Mira curiosamentre las tazas.): ¿Qué toman?
CORIFEO: Café.
ANTÍGONA: ¿Qué es eso? Café.
CORIFEO: Probá.
ANTÍGONA: No. (Señala.) Oscuro como el veneno.
CORIFEO (instantáneamente recoge la palabra): ¡Sí, nos
envenenamos! (Ríe.)
¡Muerto soy! (Se levanta, duro, los brazos hacia adelante. Jadea estertoroso.)
ANTINOO: ¡Que nadie lo
toque! ¡Prohibido! Su peste es contagiosa. ¡Contagiará la ciudad!
ANTÍGONA: ¡Prohibido!
¿Prohibido? (Como ajena a lo que hace, le saca la corona al CORIFEO,
la rompe.)
ANTINOO: ¡Te sacó la coronita!
CORIFEO: ¡Nadie me enterrará!
ANTINOO: Nadie.
CORIFEO: ¡Me comerán los
perros! (Jadea estertoroso.)
ANTINOO: ¡Pobrecito! (Lo
abraza. Ríen, se palmean.)
CORIFEO (le ofrece su silla): ¿Querése sentarte?
ANTÍGONA: No. Están peleando
ahora.
ANTINOO: ¡No me digas!
CORIFEO: Sí. Se lastimarán con las espadas. ¡Pupa!, y serás la enfermera. (Se le acerca con una intención
equívoca que ANTÍGONA no registra, sólo se aparta.) ¿Cómo los cuidarás? ¿Dónde?
ANTÍGONA: Yo seré quien lo intente.
CORIFEO: ¿Qué?
ANTÍGONA: Dar sepultura a Polinices, mi hermano.
CORIFEO (guasón): ¡Prohibido, prohibido! ¡El rey lo prohibió! ¡«Yo» lo prohibí!
ANTINOO: ¿Qué nadie lo toque!
CORIFEO: Quien se atreva
... (se rebana el cuello)
ANTÍGONA : Ella no quiso ayudarme.
CORIFEO: ¿Ella? ¿Quién
es ella?
ANTÍGONA: Ismena, mi hermana.
Lo hice sola. Nadie me
ayudó. Ni siquiera
Hemón, mi valiente, que
no desposaré.
CORIFEO: ¿Y para cuándo
el casorio? (Ríe, muy divertido, y ANTINOO lo acompaña después de un segundo. Se pegan
codazos y palmadas.)
ANTÍGONA: Que no desposaré,
dije. Para mí no habrá boda.
CORIFEO (blandamente): Qué lástima. (Golpea a ANTINOO para llamar su atención. )
ANTINOO (se apresura):
Lástima.
ANTÍGONA: Noche nupcial.
CORIFEO: Lógico.
ANTINOO (como un eco): Lógico.
ANTÍGONA: Tampoco hijos.
Moriré.. . Sola.
La batalla. Irrumpe entrechocar metálico
de espadas, piafar de caballos, gritos y ayes imprecisos. ANTÍGONA se aparta. Mira desde
el pala cio. Cae al suelo, golpean sus piernas,
de un lado y de otro, con un ritmo que se acrecienta al paroxismo, como si padeciera
la batalla en carne propia.
ANTÍGONA (grita): ¡Eteocles,
Polinices, mis hermanos, mis hermanos!
CORIFEO (se acerca): ¿Qué pretende esta loca? ¿Criar pena sobre pena?
ANTTNOO: Enterrar a Polinices pretende, ¡en una mañana tan hermosa!
CORIFEO: Dicen que Eteocles
y Polinices debían repartirse el mando un año cada uno. Pero el poder tiene un sabor dulce. Se
pega como miel a la mosca.
Eteocles no quiso compartirlo.
ANTINOO: Otro se hubiera conformado. ¡No Polinices!
CORJFEO: Atacó la ciudad por siete puertas y cayó vencido ¡en
las siete! (Ríe) Y
después enfrentó a su hermano Eteocles.
ANTÍGONA: ¡Se dieron muerte
con las espadas! ¡Eteocles, Polinices! ¡Mis hermanos, mis hermanos!
CORIFEO (vuelve a la
mesa): Siempre las riñas, los combates
y la sangre. Y la loca ésa que debiera estar ahorcada. Recordar muertes es como
batir agua en el mortero. No aprovecha. Mozo, ¡otro café!
ANTINOO (tímido): No
hace mucho que pasó.
CORIFEO (feroz ): Pasó.
¡Y a otra cosa!
ANTINOO: ¿Por qué no celebramos?
CORTFEO (oscuro): ¿Qué hay para celebrar?
ANTINOO (se ilumina, tonto): ¡Que la paz haya vuelto!
CORJFEO (ríe): ¡Celebremos!
¿Con qué?
ANTINOO: Con... ¿vino?
CORIFEO: ¡Sí, con mucho
vino! ¡Y no café! (Remeda
¿Qué es ese líquido oscuro?
¡Veneno! (Ríe. Jadea paródicamente estertoroso. Después, ANTINOO
lo acompaña. )
ANTÍGONA camina entre
sus muertos, en una extraña marcha donde
cae y se incorpora cae y se incorpora.
ANTÍGONA: ¡Cadáveres!
¡Cadáveres! ¡Piso muertos! ¡Me rodean los muertos! Me acarician ... me abrazan ... Me piden ... ¿Qué?
CORIFEO (avanza): Creonte.
Creonte usa la ley. Creonte. Creonte usa la ley en lo tocante
Creonte usa la ley en lo tocante a los muertos Creonte y a Creonte no permitirá enterrar a Polinices que
quiso quemar a san re y fuego
Sangre y fuego la tierra de sus padres. Su cuerpo servirá de
pasto
Pasto a perros y aves de rapiña. Creonte Creonte Su ley dice:
Eteocles será honrado
Y Polinices festín
de perros. Podredumbre y pasto.
Que nadie gire -se atreva-gire Gire como loca dando vueltas frente
al cadáver insepulto insepulto insepulto
(Vuelve a su lugar, se sienta.) Nadie hay tan loco que desee morir. Ése será
el salario.
ANTÍGONA: Mi madre se acostó con mi padre, que
había nacido de su vientre, y así nos engendró.
Y en esta cadena de los vivos y los muertos, yo pagaré sus culpas. Y la mía. Ahí
está. Polinices. Polinices, mi hermano más querido. Creonte no quiere para él sepultura,
lamentos, llantos. Ignominia solamente. Bocado para las aves de rapiña.
CORIFEO: Quien desafíe
a Creonte, morirá.
ANTÍGONA: ¿Me ves, Creonte? ¡Lloro! ¿Me oís, Creonte? (Profundo
lamento, salvaje y gutural)
CORIFEO: ¡No oí nada!
¡No oí nada! (Canta tartamudeando, pero
con un fondo de burla. ) No hay ... lamentos ba-ba-ba-jo el cielo, ¡ta-ta-tán
sereno!
ANTINOO: ¡Prohibido! (Sacude
az CORIFEO) ¿ No es verdad que está prohibido?
ANTÍGONA: ¿Para quién? ¡Para quienes mueven la cola como perros!
¡No para mí!
¿Me ves, Creonte? Yo lo sepultaré, ¡con estos brazos, con estas
manos!
¡Polinices! ( Largo alarido silencioso
al descubrir el cadáver de Polinices que
es sólo un sudario)
ANTÍGONA se arroja sobre él, Lo cubre con su propio cuerpo de la cabeza a
Los pies.
ANTÍGONA: Oh, Polinices, hermano. Hermano. Hermano.
Yo seré tu aliento. (Jadea como si quisiera revivirlo) Tu boca, tus piernas, tus pies. Te cubriré.
Te cubriré.
CORIFEO: ¡Prohibido!
ANTÍGONA: Creonte lo prohibió.
Creon te te creo te creo Creon te que mematarás.
CORIFEO: Ése será el salario.
ANTÍGONA: Hermano, hermano. Yo seré tu cuerpo, tu ataúd, tu tierra.
CORIFEO: ¡La ley de Creonte
lo prohíbe!
ANTÍGONA: No fue Dios quien la dictó ni la justicia. (Ríe)
¡Los vivos son la gran sepultura
de los muertos! ¡Esto no lo sabe Creonte! ¡Ni su ley!
CORIFEO (dulcemente): Como si lo supiera.
ANTINOO (id. ): ¿Qué?
CORIFEO: Salvo a Polinices, a quien redobla su muerte, Creonte
sólo a los vivos mata.
ANTINOO: ¡Corre las sepulturas!
(Ríe) De uno a otro.
CORIFEO: Sabiamente. En cadena.
ANTÍGONA: También se encadena la memoria. Esto no lo sabe Creonte
ni su ley.
Polinices, seré césped y piedra. No te tocarán los perros ni
las aves de rapiña. (Con un gesto maternal)
Limpiaré tu cuerpo, te peinaré. (Lo hace)
Lloraré, Polinices...
lloraré. . . ¡Malditos!
Ceremonia, escarba la tierra con las uñas, arroja polvo seco sobre el cadáver, se extiende sobre él. Se incorpora y golpea, rítmicamente, una con tra otra, dos grandes piedras, cuyo sonido marca
una danza fúnebre.
CORIFEO: Le rinde honores. Mejor no ver actos que no deben hacerse.
(Apartan la mesa)
ANTTNOO (espiando):
No llegó a enterrarlo. La tierra era demasiado dura.
CORIFEO: Ahí la sorprendieron
los guardias. Despreciable es quien tiene enmayor estima a un ser querido que a
su propia patria.
ANTINOO: ¡Exacto!
CORIFEO (dulcemente ): Niña, ¿cómo no lo pensaste? (Corre hacia
la carcasa de
Creonte)
ANTINOO (se inclina,
exagerado y paródico): ¡El rey! ¡El rey!
CORIFEO: Eso soy. Mío es el trono y el poder.
ANT!NOO: Te arreglará las cuentas. Antígona. (Un ademán para
que avance)
CORIFEO: Eh, la que se humilla, la que gime, la que padece el
miedo y tiembla.
ANTÍGONA (avanza serenamente): Temor y temblor, temor y temblor.
CORIFEO: Hiciste lo que prohibí.
ANTÍGONA: Reconozco haberlo hecho y no lo niego.
ANTINOO (asustado):
¡No lo niega!
CORIFEO: Transgrediste la ley.
ANTÍGONA: No fue Dios quien la dictó ni la justicia.
CORIFEO: Te atreviste a desafiarme, desafiarme.
ANTÍGONA: Me atreví.
CORIFEO: ¡Loca!
ANTÍGONA: Loco es quien me acusa de demencia.
CORIFEO: No yale el orgullo cuando se es esclavo del vecino.
ANTÍGONA (señalando a \NTINOO, burlona): Éste no lo es, ¿vecino? Ni vos.
ANTINOO
(orgulloso): ¡No lo soy!
CORIFEO: j Sí!
ANTTNOO: ¡Sí lo soy! (Se
desconcierta ) ¿Qué? ¿Vecino del esclavo
o esclavo del vecino?
CORIFEO (como ANTÍGONA ríe):
Ésta me ultraja violando las leyes, y ahora agrega una segunda ofensa: jactarse y reírse.
ANTÍGONA: No me río.
CORlFEO: Ella sería hombre y no yo si la dejara impune. Ni ella
ni su hermana
escaparán a la muerte más terrible.
ANTÍGONA (palidece): ¿Ismena? ¿Por qué Ismena?
ANTINOO: Sí. ¿Por qué Ismena?
CORIFEO (sale de su
carcasa, apurado para retomar su papel):
¿Por qué?
ANTÍGONA: Ella no quiso ayudarme. Tuvo miedo.
CORIFEO: ¿Y cómo no iba a tener miedo? Es apenas una niña. ¡Tan
tierna!
ANTÍGONA : Delante de
Creonte, yo también tuve miedo.
ANTLNOO: ¡Es nuestro rey!
ANTÍGONA : ¡Y yo una princesa!,
aunque la desgracia me haya elegido.
ANTINOO: ¡Sí! Hija de
Edipo y de Yocasta. Princesa.
CORlFEO: Está triste, ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa.
ANTINOO: Que no ruega ni besa.
CORlFEO: Si se hubiera quedado quieta/Sin enterrar a su hermano/¡con
Hemón se hubiera casado! (Ríen)
ANTÍGONA: Delante de Creonte, tuve miedo. Pero él no lo supo. Señor, mi rey,
¡tengo miedo! Me doblo con esta carga innoble que se llama miedo.
No me
castigués con la muerte. Dejame casar con Hemón, tu hijo, conocer
los pla ceres de la boda y la maternidad. Quiero ver crecer a mis hijos, envejecer lentamente.
¡Tengo miedo! (Se llama con un grito,
trayéndose al orgullo)
¡Antígona! (Se incorpora,
erguida y desafiante) ¡Yo lo hice! ¡Yo lo hice!
CORIFEO: ¡Loca!
ANTÍGONA: Me llamó Creonte, ese loco de atar que cree que la muerte tiene odios pequeños. Cree
que la ley es ley porque sale de su boca.
CORIFEO: Quién es más fuerte, manda. ¡Ésa es la ley!
ANTINOO: ¡Las mujeres
no luchan contra Jos hombres!
ANTÍGONA: Porque soy mujer, nací, para compartir el amor y no
el odio.
ANTINOO: A veces te olvidás.
CORIFEO: ¡Lo escuchamos!
¡Y qué bien sonaba! Nací, para compartir
el amor, ¡y no el odio!
ANTÍGONA: Se lo dije a Creonte, que lleva siempre su odio acompañado
porque nunca viene solo. El odio.
CORIFEO: La cólera. La injusticia.
ANTÍGONA : Yo mando.
CORIFEO: No habrá de mandarme una mujer.
ANTÍGONA: Y ya estaba mandado, humillado. Rebajado
por su propia omnipotencia.
ANTINOO: Yo no diría rebajado.
CORIFEO (lo remeda,
sangriento): ¡No diría, no diría! Yo
tampoco. Ismena fue más sagaz.
ANTÍGONA: No quiso ayudarme. Tuvo miedo. Y con miedo, como culpable,
Creonte la obligó a presentarse ante él. Polinices clama por la tierra. Tierra piden los muertos y no agua o escamio. (Gime como Ismena)
No llorés, Ismena. No querés ayudarme.
«¡Ssssss! Silencio, que nadie se entere de
tu propósito. Será lapidado quien to ue el cadáver de Polinices. Pido perdón a los muertos. Prestaré obediencia. ¿A quién,
Ismena? ¿A Creonte, el verdugo?
CORIFEO: Verdugo. Dijo verdugo.
LOS dos: Cuando se alude
al poder/la sangre empieza a correr. (Apartan la mesa)
ANTÍGONA : Yo no quería
exigirle nada. Hubiera deseado tomarla entre
mis brazos, consolarla como en la niñez,
cuando acudía a mí, llorando, porque le robaban
las piedras de jugar al nenti o se lastimaba contra un escalón. Nenita, no nenita, no sufras.
Pero oí mis gritos. ¡Rabia! ¡Rabia! ¡Me sos odiosa con tanta cobardía! Que todo el mundo sepa que enterraré a Polinices.
¡A voces, enterraré a mi muerto!
CORIFEO: Tonta, Ismena andaba por el palacio, inocente con aires
de culpable, sabiendo lo que más deseaba ignorar.
ANTÍGONA (se golpea el pecho): «¡Sé! ¡Nada ignoro!» Delante de Creonte le
vino el coraje, mejor que el mío porque nacía del miedo. «Fui cómplice, cómplice.»
( Ríe, burlona) Ella, cómplice, ¡que
ama sólo en palabras!
CORIFEO: ¡No aceptaré
una complicidad que no tuviste!
ANTINOO: ¿Así la rechazó?
CORIFEO: Así. Ismena, en la desgracia, quiso embarcarse
en el mismo riesgo.
Otra, no Antígona, ¿qué hubiera hecho? Llenarse de gratitud,
¡abrir los brazos!
ANTÍGONA: Yo los cerré.
ANTINOO: ¡Insaciable!
Le pareció poco.
CORIFEO: Practica el vicio del orgullo. Orgullo
más heroísmo, ¿adónde conducen?
(Se rebana el cuello)
ANTÍGONA (dulcemente): Ismena, rostro querido, hermana, nenita mía,
necesito la dureza de mi propia elección. Sin celos, quiero que escapés de la muerte que a mí me espera. Creonte nos llamó
locas a las dos, porque las dos lo desafiábamos, las dos despreciábamos sus leyes. Queríamos justicia, yo por la justicia
misma y ella por amor.
CORIFEO: Puede hablar mucho, pero su destino está sellado.
ANTINOO (se levanta y se aleja): Yo no quiero verlo. ¡Ya vi con exceso!
CORIFEO (lo busca): ¡Sentate ! Hemón vendrá a pedir por
ella.
ANTINOO: ¿Y qué cara traerá? ¿Apenada?
CORIFEO: ¿Qué te parece? Sumá dos más
dos: la condena de Antígona, la pérdida de su boda.
ANTINOO: ¡Pobrecito!
CORIFEO: Aprovechará para una frase maestra.
ANTINOO: ¿Cuál?
CORIFEO: Solo, se puede
mandar bien en una tierra desierta.
ANTÍGONA: ¡Hemón, Hemón!
CORIFEO (va hacia la carcasa): Ama a Antígona.
ANTINOO: ¡No se la quités
!
CORIFEO (en la carcasa): No soy yo. Es la
muerte. (Ríe. Bajo) ¿Hemón? (ANTÍGONA
se vuelve hacia él) ¿No estás furioso? ANTÍGONA (todas sus réplicas
con voz neutra): No. CORIFEO: Seré inflexible.
ANTÍGONA: Lo sé.
CORIFEO: Nada modificará mi decisión.
ANTÍGONA: No intentaré cambiarla.
CORIFEO: Me alegro. Uno desea hijos sumisos que devuelvan al
enemigo de su padre mal por mal y honren a los amigos.
ANTÍGONA: Es justo.
CORIFEO: La anarquía es el peor de los males. Quien
transgrede la ley y pretende darme órdenes, no obtendrá mis elogios. Sólo confío
en quienes obedecen.
ANTÍGONA: No osaría decir que tus palabras no son razonables.
Sin embargo, también otro puede hablar con sensatez. Tu mirada intimida. Yo puedo oír lo que dice la
gente. ¿No merece ella recompensa y no castigo?
CORIFEO: Esa mujer se te subió a la cabeza.
ANTÍGONA: Hablo con mi razón.
CORIFEO: Que tiene voz
de hembra. No hay abrazos más fríos que los de una mujer perversa, indómita.
ANTÍGONA: ¿Perversa? Indómita.
CORIFEO:
Como ésa. Escupile en la cara y que busque un marido en los infiernos.
ANTÍGONA: Le escupiré.
(Un silencio. Se lleva la mano a la cara) No me escupió, Creonte.
CORIFEO (sale de su carcasa y enfrenta a ANTÍGONA): Debieras estar orgullosa.
ANTÍGONA: ¿De qué?
CORIFEO: De que un mocito como Hemón pretenda dar
lecciones a su padre, ¡el rey!
ANTÍGONA: Si soy joven, no atiendas a mi edad sino a mis actos.
Del orgullo de
Hemón, estoy orgullosa.
CORIFEO (se aparta
hacia la mesa, ultrajado : ¡Juventud!
ANTINOO: Ahora pasa todo liso, pero ¡qué discusión!
Se oía hasta en la esquina.
CORIFEO: Si levantó la
voz, estaba justificado.
ANTINOO: Dijiste, ¡qué juventud!
CORIFEO: ¿Y qué? No me
refería a Hemón. Habló por nosotros. Dijo lo que todos pensábamos.
ANTINOO (turbado): ¿Qué?
(Se toca la cabeza)
CORIFEO: La condenaste
injustamente.
ANTINOO: ¡Eso!
CORIFEO: ¿Qué abogados
tuvo? ¿Qué jueces? ¿Quién estuvo a su lado?
ANTINOO: ¿Su padre?
CORIFEO: ¡No tiene!
ANTINOO: ¿Su madre? (Seña rápida de negación del CORIFEO) ¿Sus hermanos?
(Id em) ¿Sus amigos? La agarró y decidió: a ésta la reviento.
CORIFEO: Y nosotros decimos:
¿Cómo? ¿Precisamente ella condenada? No toleró que su hermano, caído en combate,
quedara sin sepultura. ¿ No merece esto
ecompensa y no castigo?
ANTINOO (contento): ¡Eso decimos!
CORIFEO: De lo que decimos, Creonte se.. . (gesto)
ANTÍGONA: El clamor público nace siempre de palabras secretas.
Quien cree que sólo él piensa o habla como ninguno es puro vacío adentro.
ANTINOO: ¡Habló muy bien Hemón!
CORIFEO: ¡También Creonte!
Dijo: Sólo confío en quienes obedecen. No quebrantarán la ley.
ANTINOO (muy turbado): ¡Sólo uno debe hablar bien para
que no tengamos indecisiones!
CORIFEO: Yo las resuelvo. (Majestuoso, avanza
hacia la carcasa, pero se detiene a
mitad de camino. Se vuelve hacia ANTÍGONA) La ciudad pertenece
a quien la
gobierna.
ANTÍGONA: Solo, podrías
mandar bien en una tierra desierta.
CORIFEO: ¡Ahí está! La
frase.
ANTINOO
(muy turbado): ¡Sigo en lo mismo! ¿A quién pertenece la razón?
CORIFEO: Y se insultaron. Creonte lo llamó estúpido, ¡y Hemón
le dijo que hablaba como un imberbe !
ANTINOO: ¿Al padre?
CORIFEO: ¡Al padre! ¡Jamás la desposarás viva!, dijo Creonte.
ANTINOO: ¡Bien!
CORIFEO: Morirá, pero
no morirá sola, contestó Hemón.
ANTINOO: ¡Qué audacia!
CORIFEO: ¿Cuál? ¿Refutar pal abras tontas?
ANTINOO: ¡No eran tontas!
CORIFEO (lo mira amenazador. Bruscamente sonríe): Puede ser. .. Mi defecto es
conmoverme fácilmente.
ANTÍGONA: Creonte me mandó llamar -yo, engendro aborrecido para
que mu
riera en presencia de Hemón y bajo sus ojos.
CORIFEO: No lo consiguió. ¡Hemón no quiso!
ANTÍGONA: Sé que no quiso.
CORIFEO: ¡Ella no morirá
en mi presencia -dijo Hemón-y tus ojos jamás me volverán a ver! (Se levanta)
Con amigos complacientes podrás librarte a tus furores. ¡Jamás me volverás a ver!
ANTTNOO: ¡Sentate! ¡No
me dejés solo!
CORIFEO: ¿Por qué? ¿De qué tenés miedo?
ANTINOO: ¡De nada! (Confidencial)
Me atreví a decirle a Creonte que Hemón estaba muy desesperado. Cosa grave a
su edad.
CORIFEO: ¿Y eso qué vale? ¿Qué arriesgaste? ¡Yo, yo le pedí por
Ismena! ¿Cuál era su culpa? Haber escuchado a la loca. No tocó el cadáver.
ANTINOO: Creonte no es insensato.
CORIFEO: La perdonó. ANTINOO: Sí, ¿y después? CORIFEO: Después,
¿qué?
ANTINOO: La arreglaste. Qué muerte tendrá Antígona, preguntaste
amablemente.
CORIFEO: Ya estaba decidido. ¿Qué podía cambiar?
La ocultaré en una cueva cavada en la roca,
con alimentos para un día.
ANTÍGONA: Hice mi último viaje.
CORIFEO: Allí, ella podrá invocar a la muerte, pidiéndole que
no la toque.
ANTÍGONA: Que no me toque. ¡No me toqués, oh, muerte!
CORIFEO: O se dará cuenta, un poco tarde, cómo es superfluo irle
con peticiones de vida.
ANTÍGONA: Y sin embargo, yo pido.
CORIFEO (tristemente):
Superfluo, ¡pero gratis!
ANTÍGONA: Pedí por la luz del sol. Mis ojos, no saciados por
la luz.
CORIFEO: ¡Amor, amor! ¡Qué desastre! Lo digo por Hemón.
Vence el deseo, ¿y dónde quedan las leyes del mundo?
ANTINOO: Sí, sí, ¿pero qué tienen que ver las leyes con Antígona?
La miro y ...
CORIFEO: Avanza hacia el lecho donde todos tenemos que acostarnos.
ANTÍGONA: Hice mi último viaje. Decir «la última vez». (La voz
se le deforma) Ul. .. tima vez. Saber. .. que más allá no hay
luz, ninguna voz. La muerte, que duerme todo lo que respira, me arrastra hacia sus bordes. No conocí noche de bodas, cantos
nupciales. Virgen voy. Mi desposorio será
con la muerte.
CORIFEO: Te olvidás de las ventajas: te encaminás a las sombras con gloria, ensalzada.
ANTLNOO:
¡Todo el mundo te aprueba!
CORIFEO: ¡Sin enfermedades,
sin sufrimientos!
ANTINOO: ¡Sin achaques
de vejez!
CORIFEO: Por propia voluntad, podría decirse, entre todos nosotros,
descenderás libre y viva a la muerte. ¡No es tan trágico!
ANTÍGONA:
Como Niobe, el destino va a dormirme
bajo un manto de piedra.
CORIFEO: Pero Niobe era una diosa y de dioses nacida. Nosotros
mortales y nacidos de mortales.
ANTINOO: ¡Es algo grandioso
oírle decir que comparte el destino de los dioses!
(Ríen)
ANTÍGONA: ¡Se ríen de
mí!
CORIFEO: ¡No, no!
(Ríen)
ANTÍGONA: ¿Por qué ultrajarme
antes de mi muerte, cuando respiro todavía?
CORIFEO: Bueno, ¡fue una broma! ¡No te ofendas!
(Tentados, ríen apretando los labios, tragándose la risa)
ANTÍGONA: Oh, ciudadanos
afortunados, sean testigos de que nadie me acompaña con sus
lágrimas. ..
CORIFEO: ¡Dios mío, empieza a compadecerse!
(Intenta huir)
ANTÍGONA: Que las leyes,
¡qué leyes!, me arrastran a una cueva que
será mi tumba. Nadie escuchará mi llanto,
nadie percibirá mi sufrimiento. Vivirán a
la luz como si no pasara nada. ¿Con quién compartiré mi casa? No estaré con los humanos ni con los que
murieron, no se me contará entre los muertos ni entre los vivos. Desapareceré del mundo, en vida.
CORlFEO (bondadosamente): El castigo siempre supone la
falta, hija mía. No hay inocentes.
ANTINOO (bajo): ¿Nunca?
(Se recompone) Lo apruebo: ¡muy bien dicho!
CORIFEO: Y si el castigo te cayó encima, algo hiciste que no debías hacer. ¿Qué pretendés? Llevaste tu osadía al colmo, te caíste violentamente.
ANTINOO: ¡Pum!
ANTÍGONA: ¡Ay, qué aciaga
boda conseguiste para mí, hermano! Con tu muerte me mataste cuando te sobrevivía.
ANTINOO: ¡Me parte el
corazón!
CORIFEO: A mí también . Pero el poder es inviolable
para quien lo tiene. ¿Cómo se le ocurrió oponerse? No te quejes, amiga mía, no se
puede pagar un destino tan dentro y tan fuera de la norma con moneda de cobre.
ANTINOO: La perdió su carácter.
CORIFEO: Hubiera escuchado consejos. ¡Nuestros consejos!
ANTÍGONA: ¡El sol! ¡El sol!
CORIFEO: Ahí está. Míralo por última vez.
ANTÍGONA: Por última vez. Me llevan sin llantos, sin amigos,
sin esposo. En mi muerte, no hay lágrimas
ni lamentos. Sólo los míos.
CORIFEO: ¿Miraste el sol? ¿Te diste el gusto? ¿Te calentó? Bueno,
¡basta! Si nos
dejaran gemir antes de morirnos, ¡no moriríamos nunca!
ANTINOO: ¡Aburre! ¡No
la termina más!
CORIFEO: ¡Yo la termino!
(Se dirige hacia la carcasa, se detiene a mitad de camino) ¡Se arrepentirán
de estas lentitudes quienes demoran en conducirla! (En la carcasa) ¡Enciérrenla!
Que sea abandonada en esa tumba. Si ella desea morir allí, que muera. Si desea vivir
sepultada bajo ese techo, que viva. Quedaremos
puros de su muerte y ella no tendrá contacto con los
vivos.
ANTINOO: ¡Qué sabiduría!
Está y no está, la matamos y no la matamos.
ANTÍGONA: ¡Oh, tumba,
oh, cámara nupcial! Casa cavada en la roca, prisión eterna donde voy
a reunirme con los míos. Bajo la última y la más miserable antes de que se marchite
el plazo de mi vida. Pero allí al menos,
grande es mi esperanza, tendré cuando llegue el amor de mi padre, y tu amor también,
madre, y el tuyo, hermano mío. Cuando murieron, con mis propias manos, lavé sus
cuerpos, cumplí los ritos sepulcrales. Y
ahora, por vos, querido Polinices, recibo esta triste recompensa. Si hubiera sido
madre, jamás lo hubiera hecho por mis niños. Jamás por mi esposo muerto hu biera
intentado una fatiga semejante. Polinices, Polinices, ¡sabes por qué lo digo! Otro
es poso hubiera podido encontrar, concebir otros hijos a pesar de mi pena.
Pero muertos mi padre y mi madre, no hay hermano que pueda nacer
jamás.
¡Jamás volverás a nacer, Polinices! Creonte me
ha juzgado, hermano mío.
CORIFEO (saliendo de su carcasa): ¡Y bien juzgada!
ANTÍGONA: ¿Qué ley he
violado? ¿A qué Dios he ofendido? ¿Pero cómo creer en Dios todavía? ¿A quién llamar
si mi piedad me ganó un trato impío? Si esto es lo justo, me equ ivoqué. Pero si
son mis perseguidores quienes yerran, ¡yo les deseo el mismo mal que injustamente
me hacen. ¡El mismo mal, no más ni menos, el mismo mal!
ANTINOO: ¡No la termina!
¡Qué cuerda!
CORIFEO: Rencorosa, para ella siguen soplando· ráfagas del mismo
viento.
(Con sigilo, a ANTÍGONA ¡Hay
algo que se llama arrepentirse! No sirve de mucho, pero consuela.
ANTINOO: Si ya sabemos que se muere, ¿por qué no se muere?
CORIFEO: ¿No dijo Creonte que se arrepentirán de estas lentitudes
quienes demoran en conducirla?
(Entra bajo el sonido de aleteos y graznidos)
ANTÍGONA: ¡Me llevan!
¡Miren a qué suplicio y por cuáles jueces
yo soy condenada!
ANTINOO: Sufre.
CORIFEO: Siempre se sufre cuando se cambia la luz celeste por
las tinieblas de una prisión. A muchas les
tocó parecido destino. Cuando se ultraja el poder
y se transgreden los límites, hija mía, siempre se paga en moneda
de sangre.
(Aumenta el sonido de roncos, siniestros
graznidos, fuertes aleteos que crecen y decrecen)
CORIFEO: ¿Qué es ese ruido? ANTINOO: Pájaros en primavera. CORIFEO (fríamente):
Estúpido.
ANTINOO: Me insultan: me voy.
CORIFEO: ¡Quedate! Algo pasará a último momento. ANTÍGONA: Yo
no lo supe. No supe que Creonte... ANTINOO: ¿Es que va a tener un defensor?
CORIFEO: No, ¡jamás!
ANTTNOO: ¿Y entonces?
ANTÍGONA (aparta alas inmensas): ¡Fuera! ¡Fuera!
(Gime de terror, intentado protegerse. Con esfuerzo, se domina) ¡No! ¡Está
bien que me cubran con sus
alas hediondas, que me
rocen con sus picos! (Se ofrece, feroz, con los dien
tes apretados) ¡Muerdan! ¡Muerdan! ¡No me lastimarán más
que Creonte!
ANTTNOO: Quiero irme a casa. ¡Tengo frío!
CORIFEO: ¡Ya nos vamos!
Tomaría otro café. (Se levanta con su taza en la mano y va en busca de otro café.
Se demora cerca de la carcasa de Creonte)
ANTINOO (algo cae sobre la mesa, lo recoge con asco): ¿Qué es esto? ¡Qué inmundicia!
CORIFEO: ¡No preocuparse! Vendrá Tiresias,h y aunque ciego,
Tiresias sacerdote, ¡arregla todo! (Entra
en la carcasa) ¿Qué hay de nuevo, viejo Tiresias? Me espanta tu cara oscurecida,
como con doble ceguera. Nunca me aparté de tus consejos. Por eso goberné bien esta
ciudad. (Para sí ) Con hábiles pactos.
(Pausa) ¿Qué porquería es ésta? ¡Me cayó encima! (Sale, apartándose suciedades
que le caen)
ANTINOO (oculta con
la mano algo que le ha caído sobre el brazo, temeroso e inmóvil. Lentamente, aparta
la mano mientras mira hacia arriba): ¡Peste!
CORIFEO: ¿Qué? ¡Peste!
ANTINOO: ¡Quiero irme
a casa!
CORIFEO: Los pájaros hambrientos arrancaron jirones
del cadáver de Polinices.
Por eso gritan. Comieron la carne y la sangre de un muerto en
la refriega.
ANTINOO: ¡Que arregle
esto Tiresias! ¡Quiero irme a casa!
CORIFEO: ¡Y en tu casa
te seguirá la peste!
ANTINOO: ¡Me encerraré!
CORIFEO: ¡Te seguirá la peste! Ningún Dios oirá nuestras súplicas. ¡Malditas aves!
ANTÍGONA: El mal permitido nos contamina a todos. Escondidos en sus casas, devorados por
el miedo, los seguirá la peste.
CORIFEO: Tal vez no, si Tiresias consigue de Creonte lo que tu empecinamiento te ha negado.
ANTÍGONA: No convenzas a Creonte, Tiresias. Creonte te ha dicho que la raza entera de los sacerdotes
ama el dinero. (Ríe) Y contestaste
que la de los tiranos el lucro vergonzoso. ¡Se entienden bien ustedes! (Aparta las alas cuyo aleteo ha decrecido) Yo no temo. ¿Qué te dice Tiresias? Que pagarás con la muerte de un ser nacido de tu
sangre... (Se oscurece) He... Hemón
...por haberme arrojado a la tumba y por retener insepulto el cadáver de Polinices. En boca de Tiresias, la verdad y la mentira están
mezcladas. No te ensañés con un cadáver. ¿Qué hazaña es matar a un muerto?
CORIFEO: Sí, eso dirá.
ANTÍGONA: Perros, lobos
y buitres desgarraron el cadáver de mi hermano y con sus restos mancillaron los altares.
CORIFEO: ¡Peste!
ANTÍGONA: Las ciudades se agitan.
CORIFEO: ¡Peste!
ANTÍGONA: Tiresias, ¡esto
te asusta! Hábil para ser amigo del poder en su cúspide y separarse cuando declina.
Pediste por mí, por Polinices despedazado. Y por miedo,
Creonte me perdonó. (Pausa) Yo no lo supe.
(Cesan graznidos, aleteos)
CORIFEO: Temo que tendré que respetar las leyes, dijo Creonte.
ANTINOO: ¡A buena hora!
CORIFEO: También tendrá
que respetar sus sentimientos cuando Hemón se...
(gesto de acuchillarse)
ANTÍGONA (canturrea, se pone la corona de flores): Me desposé. (Tuerce
de manera extraña el cuello, el cuerpo como colgando, ahorcado) Vino la muerte, esposa, madre, hermana...
CORIFEO: ¡Ah, la furia
de Hemón!
ANTINOO: ¡Furia de jóvenes!
CORIFEO: ¡Creonte lo llamó entre sollozos ! ¿Cómo entraste a esa tumba? ¿Oigo tu voz o me están engañando
los sentidos? Arranquen la piedra
que obstruye la entrada. ¡ Hemón! ¡Te lo suplico! ¡Salí de esa tumba!
(Solloza, paródico)
ANTÍGONA: Hemón se abrazaba
a mi cintura.
CORIFEO: ¿Y qué hizo Hemón? ¡Escupió a su padre! (Escupe a ANTINOO en la cara)
ANTINOO: ¡A mí no!
CORIFEO: ¡Y sacó su espada y ... ! (Ataca)
ANTINOO (saltando): Creonte se salvó por poco.
CORIFEO: Más le hubiera valido reventar. ¿Hay algo todavía más desdichado que la propia desdicha ? No sólo Hemón, también
Eurídice, su madre, se dio muerte con filosa cuchillada.
ANTINOO: ¿También ella? ¡No queda nadie!
CORIFEO: Creonte queda. (Se ubica en
la carcasa)
ANTÍGONA: Lloraba, abrazado a mi cintura.
CORIFEO: ¡Hemón, oh desdichado! ¿En qué desgracia querés perderte?
ANTÍGONA: Erró el golpe contra Creonte y se arrojó sobre su espada. Respirando todavía enlazó mis
brazos y murió entre olas de sangre... olas de... sangre... en mi cara... (Bruscamente
grita) ¡Hemón, Hemón, no! ¡No te des muerte! No hagas doble mi soledad.
ANTINOO: Todos estos problemas por falta de sensatez. ¿O no?
CORIFEO: ¡Ay, yerros de estas mentes! Matan y mueren las gentes de mi
linaje.
¡Ay, hijo, hijo! ¡Todas las desgracias que sembraron en mi familia y sobre esta tierra! Y ahora yo,
¡culpable! Contra mí, ¡todos los dardos!
Sufriré en esta prisión, ¡a pan y agua! (Solloza,
sinceramente)
ANTINOO (desconcertado): Aún tiene poder, ¿prisión? ¿A qué llama prisión? ¿Pan y agua los manjares
y los vinos? ¿Las reverencias y ceremonias?
CORIFEO: ¡Sufriré hasta
que comprendan!
ANTINOO: Posee un gran corazón que indulta fácilmente. ..
ANTÍGONA: Sus crímenes.
CORIFEO: Mío fue el trono y el poder. (Vergonzante) Aún
lo es...
ANTINOO: A pesar de su terrible dolor goza ¡perfecta felicidad! ¡Como nosotros!
ANTÍGONA: (lanza un
gemido animal)
CORIFEO: ¡Los perdono! ¡No saben lo que hacen! Pretenden condenarme,
a mí, que di mi hijo, mi esposa, al holocausto. Antígona,
que atrajiste tantos malos sobre mi cabeza y mi casta, ¡te perdono!
ANTINOO (teatral):
¡Bravo!
(Sale el CORIFEO
de la carcasa, saluda)
ANTÍGONA (canta):
«Un sudario lo envolvió;
Cubrieron su sepultura
Flores que el llanto regó.»
¡Te lloro, Hemón! ¡Sangre, cuánta sangre tenías! (Se toca
el rostro) Llena estoy, dentro y fuera,
de tu sangre. No... la quiero, no... la quiero. Es tuya.¡Bebé tu sangre, Hemón!
¡Recuperá tu sangre! ¡Reviví!
ANTINOO: ¿Lo conseguirá?
CORIFEO (con una sonrisa ante su
estupidez): Un poco difícil.
ANTINOO: Sin embargo...
CORIFEO (tajante): Cuando está la sangre de por medio, los actos
no se enmiendan, ¡idiota!
ANTÍGONA (dulcemente):
Hiciste doble mi soledad. ¿Por qué preferiste
la nada y no la pena? La huida y no la obstinación del vencido. ·
ANTINOO: ¡Era muy joven!
CORIFEO: Y vos, ¿por qué tuviste tanto apuro? (Gesto de ahorcarse)
ANTÍGONA: Temí el hambre y la sed. Desfallecer innoblemente. A último momento, arrastrarme, suplicar.
ANTINOO: Los corazones
más duros pueden ablandarse, «a último
momento».
¿Oíste su llanto? Te perdonó.
ANTÍGONA: No. Aún quiero enterrar a Polinices. «Siempre» querré
enterrar a Polinices. Aunque nazca mil veces y él muera mil veces.
ANTINOO: Entonces, ¡«siempre»
te castigará Creonte!
CORIFEO: Y morirás mil veces. A la muerte, hija mía, no hay que
llamarla. Viene sola. (Sonríe) Los apresuramientos con ella
son fatales.
ANTÍGONA: ¿No terminará nunca la burla? Hermano, no puedo aguantar
estas
paredes que no veo, este aire que oprime como una piedra. La sed. (Palpa el cuenco, lo levanta y lo lleva a sus labios. Se inmoviliza) Beberé y seguiré sedienta, se
quebrarán mis labios y mi lengua se transformará espesa en un animal mudo. No. Rechazo este cuenco de la
misericordia, que les sirve de disimulo a
la crueldad. (Lentamente, lo vuelca) Con la boca húmeda de mi propia saliva iré
a mi muerte. Orgullosamente, Hemón, iré a
mi muerte. Y vendrás corriendo y te clavarás la espada. Yo no lo supe.
Nací, para compartir el amor y no el odio. (Pausa larga) Pero el odio manda. (Furiosa) ¡El
resto es silencio! (Se da muerte. Con
furia)
Telón