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4/6/21

Nosferatu Griselda Gambaro

Nosferatu


Griselda Gambaro 


Personajes
Papá 
Mamá 
Luquitas 
Nena 
Policía inglés 

En escena, sentado en el suelo de una habitación completamente vacía, aparece Papá. Es un viejo andrajoso y anémico, vestido de oscuro. Tiene la cara blanca, ojeras violetas, los ojos intensamente bordeados de rojo. Unas mechas ralas y desparejas le tocan los hombros. Habla con tono invariablemente tétrico, la mirada lúgubre perdida en el vacío. 
Luz mortecina. 
Papá: Estoy triste, estoy triste, ¡estoy tristeeeeee..! 
(Entra Mamá, es vieja, pero de aspecto animoso. Lleva un vestido claro, modelo Imperio, muy gastado. La falda, hasta los pies, oculta innumerables bolsillos) 
Mamá: ¡Qué oscuridad! (Con voz alta y jocosa) ¿Everybody home? 
Papá: Estoy yo. 
Mamá (muy alegre): ¡Amor, qué inteligencia! ¡Me entendiste! (Lo besa) ¿Qué hacés aquí, en la oscuridad? (Se enciende la luz) ¿Qué te ocurre? 
Papá (con un gran suspiro): ¡Estoy triste! La vida pasa y estoy acá, como tullido. No la alcanzo. 
Mamá: No te desalentés. (Lo mira) A ver. No, no. ¡Muy buen aspecto todavía! ¡ Pero qué greñas! Debieras peinarte un poco. (Lo levanta como a un bebé. A Papá le tiemblan las piernas, se. va aflojando hacia el suelo) ¡Arriba! Vamos. (Lo acomoda hasta que Papá se queda de pie, duro. En ocasiones, se afloja o Mamá piensa que va a hacerlo, y corre para sostenerlo o inicia el gesto) Traje de comer. 
Papá: ¿Qué trajiste? 
Mamá: Carne. (Con una sonrisa incitadora) ¿Vuelta y vuelta? 
Papá: No me gusta. 
Mamá: ¿Leche? 
Papá: No me gusta. 
Mamá (lo con templa con pesar. Lleva la mano al cuello con un ademán indeciso): ¿Querés... un poco? 
Papá (con leve esperanza): ¿Sí? 
Mamá (desalentadora): Unos traguitos. 
Papá (muy triste): Voy a morirme de hambre. (Irritado) ¿Por qué soy yo el que tiene que pensar siempre en la familia? 
Mamá: Unos traguitos, dije. 
Papá: Si empiezo, odio detenerme. No tomo nada. (Se afloja) 
Mamá (lo sostiene): ¡Bueno, tomá lo que quieras! Se te debe haber achicado el estómago. Es mi única esperanza. (Le ofrece el cuello) 
Papá (lo tantea): No. No me gusta. Está arrugado. 
Mamá: Qué pretensiones! A falta de pan, buenas son tortas, ¿no? 
Papá (se sienta en el suelo): No. No quiero 
Mamá: Hay que comer, ¿no? 
Papá: Los tiempos cambiaron. 
Mamá: ¡Por eso mismo! No se puede ir contra la corriente. Mirame a mí. 
Papá (la mira, aparta la vista): Mejor no. 
Mamá: ¿Por qué? 
Papá: Después te lo explico. ¿No me trajiste una revista? 
Mamá (con tristeza): No. 
Papá: Me distrae mirar a las chicas. Son todas bien formadas. 
¡Qué cogotes! 
Mamá: ¡Bueno, ánimo! Qué depresión. Contagiás a cualquiera. ¡Con todo el trabajo que tengo! 
Papá: ¿Sí? 
Mamá: Tender las camas, lavar la ropa, el baño... (Papá lanza una risita cavernosa. Mamá, ofendida) Ningún trabajo, ya lo sé. ¿Por qué me hacés acordar? Aguafiestas. ¡Chupasangre! 
Papá (muy lastimado): ¡Qué cosas decís! ¿Te ofendí tanto? 
Mamá: ¿Qué te parece? Burla va, burla viene. Por lo menos, yo trato de alentarme. 
Papá: No hagás nada. 
Mamá: Con todo lo que tengo que... (se interrumpe) 
Papá Sentate aquí, a mi lado. 
Mamá (mira el suelo): Está sucio. 
Papá: Apagá la luz. Me molesta. 
Mamá (coqueta): ¿Cuáles son tus intenciones? 
Papá: Estoy anémico. 
Mamá (muy dispuesta): ¿Me saco el vestido? 
Papá: ¿Para qué? Quiero charlar. ¿Luquitas? 
Mamá: Salió. 
Papá: Sale siempre. 
Mamá (con alegría): ¡Por eso está gordo! 
Papá: Ayer me arrastré hasta un potrero. Encontré a una chica. 
Mamá (muy interesada): ¿Y? 
Papá: Me dijo que se llamaba Caperucita Roja. 
Mamá: ¡Qué gracioso! 
Papá: No le veo la gracia. 
Mamá (sardónica): ¿Tenía un cestito e iba a ver a la abuelita? 
Papá: Sí. 
Mamá (lo mira con asombro. Una pausa): ¿Qué le hiciste? 
Papá: No le hice nada. 
Mamá: ¡Ah, que idiota! Estás anémico. Tomá un poco de leche. (Saca una botella de leche y un vaso de un bolsillo de su falda. Llena el vaso y se lo tiende. Papá mira la leche con repugnancia, se la acerca a la boca, pega un 
mordiscón al vaso. Mamá) ¿Estás loco? ¡El vidrio no! ¡Hay que enseñarte todo! (Lo limpia) La derramaste. No me la regalan. 
Papá: Me da asco. 
Mamá: Estás acostumbrado a otra dieta. Es lo que pasa. Pero ahora, hasta los perros comen verdura. 
Papá (nervioso): ¡No me va! 
Mamá: Necesitamos unas sillas. Una cama con colchón. No aguanto dormir en el suelo. Soy vieja. Me levanto hecha una tabla. 
Papá: Teníamos unos buenos cajones. 
Mamá: ¡Ah, n qué lúgubre! 
Papá: ¿Lúgubre? ¡Brillaban! Eran de roble, con manijas. 
Mamá: ¡No, no, basta de cementerios para mí! 
Papá: Te has vuelto pretensiosa. Demasiado tarde. No puedo darte lujos. 
Mamá: Sí, pero todos tienen camas. Todas mis amigas tienen camas. ¿Por qué no, nosotros? 
Papá: ¡Porque estoy acostumbrado al cajón! De chiquito fue mi cuna, la noche nupcial... ¿te olvidaste? 
Mamá: No me olvidé. ¡Pero ahora ni siquiera tenemos cajones! El suelo y basta. 
Papá: Hacé lo que quieras. Yo no mando. 
Mamá (muy tierna): ¿Te diste cuenta? (Una pausa) Ya las compré. 
Papá: ¿Qué? 
Mamá: ¡Las camas! Una cuna para Luquitas y dos camas gemelas para nosotros. 
Papá: ¿Quién te dio la plata? 
Mamá (dulcemente): Luquitas le rompió la cabeza a un muchacho. Le sacó la billetera. Lo teníamos en secreto. No te enojés. 
Papá: No. (Con tristeza inconmensurable) Soy un cero a la izquierda. ¿Qué haré cuando haya camas aquí? 
Mamá: Harás como todos. Te acostarás. (Papá ríe con su risa cavernosa) Podemos sacar tierra de las macetas y rellenar 
los colchones. 
Voz de Luquitas llama sigilosamente): ¡Mamá, papá! ¿Están durmiendo? 
Mamá (contenta): ¡Es Luquitas! (Abre la puerta) ¡Luquitas, corazón! (Entra Luquitas, es altísimo y encorvado y está vestido de negro. Lleva una capa de raso, manchada y agujereada. Arrastra un gran canasto de mimbre. A braza a Mamá, con un gran beso succionado en el cuello, luego se dirige hacia Papá y se arrodilla) 
Luquitas: Padre, ¿comiste? (Papá niega con la cabeza. Luquitas, a Mamá) ¿Hoy tampoco? 
Mamá: Se encapricha. 
Luquitas: Yo tomé un jugo de carne. ¿No te tienta? (Por respuesta, Papá escupe desdeñosamente) ¿Por qué estás enojado? 
Papá: No estoy enojado. No puedo comer. Me arden las tripas. 
Luquitas: A todos nos cuesta. 
Mamá: No sé qué le pasa. Está raro. 
Luquitas: Mirá qué traje, papá, para vos. Espero que te guste. Lo elegí bien. 
Mamá: ¿Qué es? 
(Luquitas abre el canasto, saca un gran paquete envuelto en papel madera y atado con piolín. Rompe el papel. Aparece la Nena, con trenzas, moñitos, zapatos escolares, etc., pero con una actitud desenvuelta de “cocotte” madura. Luquitas la sacude, la arregla) 
Papá (lúgubre): ¡Qué linda! 
Luquitas (a la Nena): Hablá. 
Nena: Buenos días. 
Luquitas: Es de noche. 
Nena (dócilmente): Buenas noches. 
(Mamá extrae una silla tijera de uno de sus bolsillos, la abre y se la ofrece a la Nena) 
Luquitas: Sentate, Mariana. Se llama Mariana. ¿No es un bonito nombre? 
Papá: Más o menos. 
Mamá (amable): ¿Querés un vaso de leche? ¿Un caramelo? (La Nena se pasa la lengua por los labios en un gesto obsceno. Mamá le sirve la leche, ¡e tiende el vaso. La Nena bebe. Mamá, amable) Levantá la cabeza, por favor. (La Nena obedece. Mamá le observa el cuello. Admirada, a Luquitas) ¡Mirá qué yugular! 
Luquitas (intrigado): ¿Es la yugular o la carótida? 
Mamá: No sé. ¿Qué importa la ciencia? Mirá. 
Luquitas (mira): Pronunciada. 
Mamá (en éxtasis,): Fresca. ¿Querés más leche? (Le sirve otro vaso) 
Nena (bebe y devuelve el vaso): ¿Ahora qué hacemos? (Papá, Mamá y Luquitas se miran desconcertados) 
Mamá (incómoda): ¿Querés un chiche? 
Nena (lanza una risita obscena. A Luquitas): ¿Cuál? ¿Tenés uno? 
Mamá: Luquitas, jugá al ta-te-ti con ella. 
Nena (insinuante): ¿Jugamos? 
Luquitas: ¿Querés más leche? 
Nena (lo mira obscena. Mamá le tiende otro vaso de leche): 
¡Salga! ¡No estoy amamantando! 
Luquitas: ¿Te gusta, papá? 
Papá (mira tristemente): Sí... Es flaca. 
Nena (ofendida): ¿Yo? (Le arrima el trasero) ¡Toque! 
Luquitas: Está bien nutrida, papá. ¡Quieta, nena! 
Mamá (alegre y nerviosa): ¿Y? ¿Hacemos un party? 
Papá (a Luquitas): ¿Tuviste cuidado? ¿No te siguieron? 
Luquitas: No. Además, la traje envuelta. 
Nena: Me dejé secuestrar. ¡Qué infantil es! 
Luquitas: Te hipnoticé. 
Nena: Con esos ojos de huevo duro, ¿a quién vas a hipnotizar? No me haga reir. (Ríe) 
Luquitas: ¡Estudié hipnotismo con los mejores maestros! 
Mamá: Luquitas, no discutas en presencia de tu padre. 
Papá: Soy un cero a la izquierda. ¡Qué juventud! 
Luquitas: Perdón, papá. 
Papá (a Mamá): Traeme la dentadura postiza. (Mamá la saca de un bolsillo, la coloca en un vaso que también saca de entre sus ropas. Tiende el vaso a Papá. Papá se coloca la dentadura, que le sobresale de la boca, especialmente los colmillos) Acercate, nena. 
Luquitas: No la asustés, papá. 
Mamá: Esperá, voy a buscar una servilleta. (Se aparta y revuelve entre sus innumerables bolsillos, como si fueran cajones. Finalmente, encuentra una servilleta y se la coloca a Papá sobre las rodillas) 
Papá: Gracias, amor. (A la Nena) ¿Me tenés miedo? 
Nena: No. ¿Por qué? 
Papá: Las niñas tienen miedo a los viejos. 
Nena: Yo no soy una nena. Estoy disfrazada. 
Papá: ¡Hacela callar! 
Luquitas: Callate, nena. Papá está preocupado. 
Nena: ¿Por qué? Pueden decírmelo. No me dará ninguna pena saberlo. No es mi papá. 
Mamá (nerviosa): ¡Ay, qué encanto! (Lanza una risa histérica que cesa bruscamente) 
Papá: Apagá la luz. (A la Nena) Acercate. (La luz se apaga) 
Luquitas: ¿Pongo música? (Se oye una música lúgubre. Luquitas, solícito) Necesitás mi capa, papá? 
Papá: ¡No! Callate. (Intenta un soplido espeluznante. Enseguida, se oye un alarido tremendo. Papá) ¿Quién gritó? 
Luquitas Yo, papá. Me asusté. Me vino un escalofrío. 
Papá: ¡Callate! Si no, no puedo. 
Mamá: Seguí, amor. Luquitas se va a quedar quieto. 
Papá: ¿Dónde está la chica? ¡No la encuentro! 
Luquitas: ¡Mariana, Mariana! ¡Se fue! 
Mamá: ¡Qué maleducada! 
Luquitas: Encendé, mamá. 
(Se enciende la luz. La Nena está sentada tranquilamente en su lugar, limándose una uña) 
Luquitas: ¡Qué susto nos diste! 
Nena: ¿Por qué? 
Mamá: ¿Pero ésta pregunta siempre? ¿Qué tiene? 
Nena: Curiosidad, señora. Apague la luz. 
Mamá (asombrada): ¿Querés que apague la luz? 
Papá (tétrico): ¿Sabés lo que te espera? (Extiende las manos temblorosamente hacia ella y la mira con fijeza, como si la hipnotizara) 
Nena: No sé. Espero que sea algo bonito. 
Papá: ¡No puedo aguantarlo! Es una impertinente. 
Luquitas: Calma, papá. El que ríe último, muerde mejor. 
Papá: Sí, sí. (Entusiasmado, intenta un aullido escalofriante, pero se atraganta en un acceso de tos) 
Mamá (le seca la cara con la servilleta): Limitate a lo esencial. No cometas excesos. 
Papá: Sí, sí, me conocerás, nenita. Apagá la luz. 
Luquitas: Apagá, mamá. 
(Cesa la luz. En seguida, un alarido de Papá) 
Papá (despavorido): ¡Enciendan! ¡Me toca! Es una harpía. (Se enciende la luz. A Luquitas) ¿Qué me trajiste? Atala. (Mamá saca una soga de sus bolsillos, se la entrega a Luquitas, quien ata a la Nena. Ella se presta dócilmente, refregándose contra él) 
Luquitas (a Papá): ¿La amordazo? 
Papá: No Dejala. Si gritan, me excito. Pero en el momento oportuno. No antes. 
Mamá (con alegría): Gritan mucho al comienzo, después se desmayan. Cuando despiertan, muerden a los otros. ¡Es una seguidilla! 
Papá (feroz): ¡Mirá qué dientes tengo, nenita! 
Nena: Son postizos. (Papá se toca los dientes, muy abatido) 
Luquitas (sombrío): Los míos, no. (Se los muestra) 
Nena (los mira tranquilamente): Están mellados. 
Luquitas: Sirven igual. 
Nena: Hasta que no lo vea, no lo creo. (Insinuante, ofrece un seno) ¡Mordé! ¿Quién me da otro poco de leche? ¿No tienen otra cosa? 
(Papá, Mamá y Luquitas se miran consternados) 
Papá: ¡Esta va a terminar conmigo! 
Luquitas: No, papá. (A Mamá) Dale otro vaso de leche. Que esté bien alimentada. 
Mamá (sirve otro vaso de leche, se lo entrega a Luquitas, quien lo acerca a la boca de la Nena. La Nena aprovecha para lamerle la mano, se la muerde. Luquitas grita y deja caer el vaso. Mamá): ¿Qué hacés, hijo? 
Luquitas: Me mordió. 
Nena: Era un juego erótico. Este no sabe nada. 
Papá (mira ala nena, desorbitado): Es horrible, es horrible... 
Nena: ¡Tu abuela! Apaguen la luz. Me canso. Se van en preparativos. ¡Qué pesados! 
(Mamá la mira y como hipnotizada, tiende la mano al 
vacío y se apaga la luz. Un silencio) 
Mamá: ¿Qué tal, papá? ¿Comés con apetito? 
Papá: Todavía no empecé. (Suspira) Estoy nervioso... 
Mamá (tranquilizadora): ¿Y por qué? 
Papá: Se me despegan los colmillos... (Fuerte ruido de dientes. Alguien lanza un gran bostezo) ¿Quién bostezó? 
Luquitas: Yo, papá. Perdón. 
Papá: No puedo. ¡Así no puedo! ¡Necesito tranquilidad! ¡Váyanse! 
Luquitas: Vamos, mamá. 
Mamá (apenada): ¿Yo también? 
Papá: No te ofendas. Pero me arruinan el clima. 
Mamá: Está bien, comprendo. 
Papá: Dame un beso. Se oye el ruido de un beso, muy succionado. Papá) ¡Música! (Suena la música lúgubre. Salen Luquitas y Mamá, arrastrando los pies. La música cesa y se oye un redoble de tambor, como anunciando un triple salto mortal. Cuando cesa, algo se cae. Un grito. Entran Luquitas y Mamá) 
Mamá (muy contenta): ¿Ya está? ¡Qué pronto! ¡No perdiste la rapidez! ¡Estás en forma! 
Luquitas: ¿Cómo te sentís, papá? ¿Más animado? 
Nena: ¿Por qué no encienden? 
(Se enciende la luz. La Nena está sentada en el suelo, la silla volcada) 
Mamá (mira a la Nena. Luego, a Papá): ¿Tomaste lo suficiente? 
Papá (muy abatido): Nada. 
Nena (a Papá, ofendida): Usted es una bestia. 
Papá (muy abatido): Es verdad. Lo lamento. 
(Luquitas endereza la silla, sienta a la Nena) 
Nena: Me mordía el zapato. ¿Es un fetichista? 
Luquitas: Dejá en paz a mi padre. Está desorientado. (La Nena ríe) Cuando te hipnotice... 
Nena: ¡Huevo duro, huevo duro! 
Papá: No puedo... 
Mamá: ¡Un esfuerzo más, corazón! 
Papá: No puedo... 
Mamá: ¡No la desperdicien! Aprovechala vos, Luquitas. 
Luquitas: De ninguna manera! La traje para papá. 
Papá: No me apetece... 
Luquitas: ¿Pero por qué? Un esfuerzo, papi. 
Papá: No, no tengo voluntad. Cométela vos, Luquitas. 
Luquitas: ¿Sí? Es tan apetitosa y blanca... 
Mamá: Aprovechá, Luquitas. Quién sabe cuando conseguís otra igual. 
Nena: ¿Y? ¡Estoy esperando! 
Luquitas: ¿Me permitís, papá? 
Papá: Sí, que quede en la familia... 
Luquitas: Descocada... Te dejaré sin sangre. (Abre la boca. Dócilmente, la Nena tiende el cuello. Luquitas se inclina, mira y se inmoviliza) . Dame un poco de alcohol, mamá. Tiene el cuello sucio. 
Mamá (le tiende una botella de alcohol y un algodón que saca de entre sus ropas. Luquitas le limpia el cuello a la Nena. Mamá, alcanzándole una servilleta): ¿Querés mantel? 
Luquitas: No, mamá. ¡No hay invitados! (Se anuda la servilleta al cuello. Se acerca. Huele) ¡Cómo huele! Apesta. 
Mamá: El olor se desvanece enseguida. (Le tiende un alfiler) Pinchala un poco. A ver si te inspirás. 
Nena (grita antes de que Luquitas la toque): ¡Ay! 
Luquitas (se detiene): Grita. 
Mamá: Siempre gritaron. ¿Qué pretendés? 
Papá (muy desanimado): ¡Este no conoce ni la tradición! 
Mamá: ¿Qué ejemplo nos das, Luquitas? Somos viejos, pero no somos basura. Se retorcían, es natural. 
Luquitas: Pero no gritaban, mamá. 
Mamá: ¡Sí que gritaban! 
Nena (muy tranquila): ¡Ay! 
Luquitas: Me impresiona. 
Mamá: Sé fuerte. ¡Valor! 
Luquitas (angustiado, a la Nena): No me mirés. 
Nena (empieza a reír alegremente) 
Mamá: ¿De qué se ríe esta idiota? 
Nena: De los policías ingleses. 
Luquitas: Están lejos. 
Nena: No. Dejé el camino sembrado de miguitas. Te llevarán preso. A todos. Les clavarán un fierro, acá. 
Luquitas: ¡Ah, maldita! ¡La estrangulo! (Se acerca con las manos tendidas) 
Mamá (se interpone): No, ¿qué vas a hacer? No cambiés de método. 
Papá: Sí, hijo. No te ensuciés las manos. 
Mamá: Bebétela de un trago. ¡Ah, Luquitas! Así hacías con los deberes. ¡No la terminabas nunca! 
Luquitas (a la Nena, sin consistencia): ¡No te encontrarán... viva! 
Papá: ¡Seca, seca! ¡Puro ollejo! 
Nena (ríe): Incapaces. 
(Golpean) 
Una voz: ¡Abran! 
Luquitas: ¡No hay nadie! 
Mamá: Luquitas, no digás estupideces. ¡Siempre el mismo! (Muy amable) ¿Quién es, nena? 
Nena: Misterio. 
Una voz: ¡Abran o volteamos la puerta! 
Luquitas: ¡Mamá! 
Mamá: justo ahora, que iban a traernos las camas! ¡Qué desgracia! 
Papá: Estoy muy débil. Será la muerte... (Tiende los brazos hacia Mamá) ¡Levantame! 
Luquitas: ¿Qué hago con el alfiler? (Precipitadamente, Mamá le cruza las solapas y se las sujeta con e’ alfiler) 
Nena (feroz): ¡Con un fierro! Les clavarán un fierro. (Libera una mano, se golpea el pecho) ¡Acá! 
(Los golpes arrecian, se abre la puerta violentamente y entran dos policías ingleses. Cruzadas sobre el pecho, al estilo de las bandas con municiones, llevan ristras de ajo. Uno de los policías sostiene un gran estuche, empuñándolo como si fuera una ametralladora) 
Nena: Ahí están. ¿Encontraron las miguitas? 
Policía inglés 1: Sí. ¡Muy inteligente, nena! (Le acaricia paternalmente la cara, pero luego la caricia se extiende, obscena) ¿Te desato? 
Nena: Como guste, señor. Usted manda. (La desata) 
Mamá: ¡Qué spuzza! 
(Mamá, Papá y Luquitas se agitan, lanzando resoplidos como gatos escaldados) 
Policía inglés 2: ¿Te hicieron algo, nena? 
Nena: No, señor policía inglés. Lo intentaron. Son impotentes. (Abre el canasto, hace una caída de ojos hacia los policías ingleses, se mete dentro del canasto y baja la tapa) 
Policía inglés 1 (observa a Papá y Mamá que se abrazan, muy amedrentados): ¡Qué desechos! ¿No comían? 
Mamá (alza constantemente a Papá, que se cae hacia el suelo): Carne no. Somos vegetarianos, se lo aseguro. Este no pasa ni la leche. 
Policía inglés 2 (los palpa como a animales): ¡Puro hueso! No asustan a nadie. 
Mamá: ¿Verdad que no? 
Policía inglés 2: Hace rato que fastidian, ¿eh? ¿De dónde sacaron tanta fama? 
Mamá (gentil): ¿Nosotros? 
Luquitas (muy angustiado): ¡Mamá! 
Policía inglés 1 (acerca el ajo a la nariz de Mamá): ¿Qué te pasa? ¿No te gusta el ajo? 
Mamá (siempre sosteniendo a Papá y dominando sus propias contorsiones. Con una sonrisa falsa): Sí, señor policía inglés. Pero un diente en la sopa. ¡Es un poco fuerte! ¡Lo eructo! 
Luquitas: ¡No la torturen! 
Policía inglés 2 (señalando un rincón): El chico que vaya para allá. No te va a pasar nada, nene. 
Mamá: Obedece al señor, Luquitas. (Luquitas obedece) Ahora sáqueme el ajo. 
Policía inglés 2: ¡Cómo no! ¡Quietos! ¡Dejen de agitarse! 
Mamá: Quietos, sí. ¡Pero no puedo! (Levanta a Papá, que se le cae) ¡Hubieras tomado la leche! ¡Somos como todos! ¡Vamos a tener camas! ¡Luquitas! ¡Déjenme abrazar a mi hijo! ¡Es inocente! 
(El policía inglés 2 saca un crucifijo del estuche, se lo presenta a Mamá y Papá que lanzan un grito espeluznante y quedan petrificados, todos retorcidos) 
Luquitas: ¡Papá! ¡Mamá! 
(El policía inglés 2 abandona el crucifijo sobre el canasto que empieza a agitarse, como si la Nena hubiera enloquecido adentro. Los dos avanzan hacia Luquitas) 
Luquitas (retrocede): ¡No! ¡No! 
(Los policías ingleses aprisionan a Luquitas. Uno de ellos le sujeta los brazos hacia atrás. El otro, de espaldas, se saca el casco, lentamente se acerca al cuello de Luquitas. Un alarido. Se oye el ruido de una gran succión. Luego se vuelve, respirando pesadamente. Luce unos enormes colmillos fuera de la boca y la sangre se le desparrama por la barbilla y gotea. Mira fijamente hacia delante, sonríe)

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