La Fábrica de los Juguetes.
Jesús González Dávila
PERSONAJES:
LOS ESPECTANTES:
José
Mar
Franco
Viernes
Jueves
Flor
LOS NIÑOS:
Rey
Reyna
LOS ADULTOS:
Don Ramiro
Doña Rosa
Arturo
Angel
PRIMER ACTO.
La escenografía sugiere un lugar abandonado. Elementos livianos, sutiles y la luz siempre escasa, crean una atmósfera siniestra. En cierto lugar se hace visible el cuerpo de JOSE, un muchacho de catorce años que yace en el suelo. Sube la música y de la escenografía surgen cinco figuras que danzan alrededor de JOSE; éste se levanta y se integra a la danza. La música es pesada, agobiante, hasta quetodos desaparecen, se hace el oscuro.
2
Se abre una luz para iluminar un área pequeña, sobre FRANCO y MAR, sentados en el suelo, apoyados espalda con espalda.
FRANCO Y MAR: Todo sin luz, se quedó, oscuridad en los demás.
Los huesos quebrados en el descontrol
después de la función.
En nuestro horror no somos dos, en el dolor no somos dos, nos liga el recuerdo del sol infantil que Nuestros cuerpos siguen con ganas de salir, ganas de volar y llegar hasta el sol. Se terminaron los juegos. Lo irracional nos invadió. Y presos estamos en este lugar hostil.
Silencio.
MAR: Nos quedamos en este lugar, sin poder salir... ¿Tú sabes por qué? Dímelo Franco. ¿Por qué nos quedamos aquí?
FRANCO: Pero eso a nosotros no nos molesta. Acuérdate. No nos molesta como a los demás.
Silencio.
MAR: Por las rendijas de esta ventana ver a la gente. Desde aquí los veo pasar, todos los días... vayan donde vayan. ¿Sabes, Franco? La muchacha de enfrente se compró dos vestidos nuevos. Ayer estrenó el azul y hoy se puso el rojo; la vi pasar cuando iba a la escuela.
FRANCO: Ya van a la escuela otra vez. Como antes.
MAR: Sí. Poco a poco todo vuelve a ser igual que antes. Los hombres de aquellos andamios ya acabaron de remendar la pared del edificio amarillo... (Triste). Yo no puedo pensar en un vestido nuevo, ni en zapatos de colores, ni en un peine siquiera.
FRANCO: Tú no necesitas esas cosas.
MAR: Es cierto. Ya para qué... Mira, Franco. Con sólo quitarme esta cinta, se me vienen a la cara todos los pelos enredados y lacios.
FRANCO: Mar. Tú cabello es bonito.
MAR: Lo dices por no conseguir un peine.
FRANCO: No, Mar.
MAR: Ya. Mejor cállate. O vete a caminar por otro lado. Lejos de aquí. Donde no te oiga que me dices Mar... Mar... Bah, a ver, ¿conoces tú el mar?
FRANCO: Lo vi una vez.
MAR: ¿No sería una postal y te confundiste? ¿Cómo era? ¿Con colores azules, y olas altas, y espuma blanca, como dicen los demás?
FRANCO: Sí, Mar.
MAR: Ayer me dijiste lo contrario, Franco. Lo que dicen los demás es mentira, dijiste. No hay que creerlo... Lo que pasa es que no conoces el mar...
FRANCO: No, Mar. No te quites esa venda. Te vas a lastimar.
MAR: Ya me cansé de arrastrar este trapo sucio. Mira cuánto polvo y basura tiene.
FRANCO: Sí, Mar. Pero es una señal. Todos traemos en alguna parte una señal. Porque estamos tristes. Pero no tristes por nosotros. Tristes por ellos, los que caminan allá afuera, en las calles, sin memoria, sin acordarse de nada.
Ni de nosotros, ni de nada.
MAR: Si por lo menos tuviera un peine.
FRANCO: Pronto llegaremos al sol, Mar. Ya sólo es cuestión de tiempo, de muy poco tiempo
MAR: Ya ves por qué no te creo. Otra vez estás diciendo lo que no es cierto.
FRANCO: ¿Y si te hablo del Paraíso del Sol?
MAR: No entiendo.
FRANCO: Es un lugar como mágico, donde tenemos que llegar. Mira bien mis ojos, y verás que es cierto.
MAR: Sí, Franco, pero ¿cuándo podremos salir de aquí?
FRANCO: Pronto. Muy pronto. Cuando no esté nublado. Ya verás, de repente las nubes se irán con el aire, las ventanas se van a abrir y todos vamos a ver la luz...
MAR: ¿Y qué vamos a hacer mientras...?
FRANCO y MAR se mueven al ritmo de la música.
3
Aparecen JUEVES y VIERNES y los cuatro realizan una danza fantasmal.
VIERNES: Si yo fuera grande, no desperdiciaría ni parte de mi tiempo.
MAR: Si yo fuera grande, usaría grandes guantes hasta los codos.
FRANCO: Si yo fuera grande, escribiría letreros peligrosos.
JUEVES: Si yo fuera grande, sería la admiración de todos.
VIERNES: Si yo fuera grande, inventaría la justicia.
MAR: Si yo fuera grande, amaría más a los demás.
FRANCO: Si yo fuera grande, inventaría otro mundo que fuera mejor.
JUEVES: Si yo fuera grande, me gustaría partirme y compartirme.
VIERNES: Si yo fuera grande, tendría los ojos más grandes.
MAR: ¿Para qué quieres los ojos más grandes?
VIERNES: Para llorar más de lo que lloro, cuando lloro.
MAR: Qué pena que alguien quiera llorar.
JUEVES: Es una pena que yo no sea más grande.
VIERNES: Es una pena que no se pueda ser bueno.
FRANCO: Se puede ser bueno. Se puede ser justo.
Alguien lo dijo.
VIERNES: Alguien dijo que se podía, pero no lo dejaron
seguir hablando. Nunca los dejan seguir hablando, apenas los dejan empezar.
TODOS: Alguien dijo: es posible la bondad.
MAR: ¿Será posible...?
VIERNES: Alguien dijo: se puede ser bueno, lo dejaron colgado.
MAR: Como nosotros.
VIERNES: Alguien dijo que se podía ser bueno, pero luego se arrepintió. Lloró a su padre, y le pidió perdón.
FRANCO: Pero eso fue hace mucho. Y ya pintaban letreros en las paredes.
Todos brincan y ruedan por el suelo, jugando.
MAR: (A JUEVES). Oye. Que guapo eres. ¿Te había visto antes? Eres tan guapo.
JUEVES: Mírame también por este lado. Y por acá. Y dime algo nuevo.
MAR: No se me ocurre nada nuevo. Eres tan guapo...
JUEVES: Habla de mi sonrisa. De mis dientes. De mis manos. De mis labios. De mi pelo. De mis dedos. De mi vientre. De mi pelvis...
MAR: Uf. ¿De todo eso?
JUEVES: Hay mucho que decir de mi cuerpo.
MAR: Tu cuerpo es una fuente de maravillas. Un manantial de belleza...
JUEVES: Y si yo fuera grande...
MAR: No necesitas ser más grande. Así estás bien... En cambio yo... si tuviera un peine...
FRANCO: (Separándola de JUEVES). Mar. Ven conmigo. Tenemos que hacer. Hay que pensar en serio. Basta de jugar.
MAR: ¿Pensar otra vez en serio? Qué flojera...
FRANCO: Mírame a los ojos, Mar. ¿Dónde está?
MAR: ¿De qué me hablas ahora?
FRANCO: La venda. Te la quitaste otra vez.
JUEVES: La venda.
FRANCO: ¿Dónde la dejaste?
VIERNES: La venda.
MAR: Ay, es cierto. No la traigo puesta; pero debo traerla aquí en mi bolsita. No está aquí tampoco... Ayúdame a buscarla, ¿no? Y ustedes también. He perdido mi venda. Vamos a buscarla todos.
JUEVES: Aquí está. La dejaste conmigo.
MAR: Tú siempre me ayudas, ¿verdad?
VIERNES: (Subiéndose en algo alto). Amigos. Hermanos. Compañeros todos. El momento se acerca. Tenemos que estar preparados.
JUEVES: (Le silba burlón). Mejor bájate de ahí. Ya sabemos lo que vas a decir. Lo sabemos todo de memoria. Y seguimos atorados en las mismas.
VIERNES: Ahora es diferente. Acuérdense. Ahora tenemos un cuerpo.
MAR: Tenemos un cuerpo, ya sabías tú, Franco.
VIERNES: Está con nosotros desde hace rato.
JUEVES: Entró a este lugar herido, perdiendo sangre.
MAR: También él; cuánto tiempo falta.
VIERNES: Lo golpearon en la cabeza y por ahí se le salió toda la sangre... Su cuerpo nos puede servir. Ha llegado el momento, por fin.
Todos gritan con entusiasmo Aparece FLOR, una frágil criatura que pasa como flotando entre las ruinas del lugar. Arrastra una muñeca vieja.
TODOS: Flor... Flor... Es Flor... Flor... Flor...
VIERNES: Si yo fuera grande, sería licenciado.
JUEVES: Si yo fuera grande, sería delegado.
FRANCO: Si yo fuera grande, sería enmascarado.
VIERNES: Flor nunca descansa. Recorre los pasillos y los cuartos, y las escaleras y los...
FRANCO: Nunca se quita las vendas.
MAR: Flor... ¿Oyes, Flor? La hora se acerca, amiga. Ya tenemos un cuerpo...
FLOR: Sí. Ya lo sé. Tenemos un cuerpo. El cuerpo que necesitamos. Entonces el techo se abrirá y las ventanas. Subiremos todos luego. Subiremos en columpios hasta el sol. En columpios color azul y color rojo... ¿Se acuerdan? En el jardín hay un columpio, y en el columpio está una niña. Y alrededor están flotando muchas otras cosas lindas, como listones, y encajas, y gasas, y vendas...Es mi cumpleaños. Qué gusto. Que todo esté en orden. Qué risa. Qué nervios. La juventud me abrasa, me quema por dentro y me pone contenta por fuera. (Pausa). Las muñecas son mis amigas. Y mis amigos los globos de colores. A clases. A clases. Sonó la campana. El recreo se acabó otra vez. (Pausa). El río Nilo está rodeado por las arenas del desierto. El Nilo es agua en el desierto. Es como un río de milagro. Muy quedo. Muy despacio la pronuncio. (Pausa). Mi juego de té era de plástico. Mi muñeca con una grieta en la frente. Mírala. Vinieron y tiraron todos mis juguetes. Una bota le pisó la cabeza y mira cómo está mi muñeca desde entonces. Sus ojos ya no se abren nunca. Aunque le pegue fuerte. Fuerte. Fuerte. (Pausa).Despacio la pronuncio. Otra vez la campana del recreo. ¿Jugamos a la casita?. Tendré que ir al mercado. Mira. Siempre traigo los dedos manchados de tinta. Ya no se le abren los ojos. Aunque le pegue. Despacio la pronuncio. El Nilo era de los egipcios. Ellos navegaban sobre él pero nunca llegaban a su nacimiento. Es difícil regresar al nacimiento, ¿verdad? Nace en el infinito, decían. Sólo el espíritu de los muertos conoce la fuente del Nilo, decían.
El río Nilo baja del cielo. Decían. (Pausa). Despacio la pronuncio. Viene de allá arriba. Del sol... Todos traen su caja de miel, en la Rueda de San Miguel. Despacio, muy despacio para que no se acabe. Y no se acaba nunca la palabra, porque la pronuncio despacio; el sol. El sol. El sol...
FLOR desaparece entre las sombras. JUEVES finge disparar hacia donde salió FLOR.
JUEVES: Pum. Pum. Estás muerta.
MAR: Jueves, basta.
JUEVES: Estaba jugando.
MAR: Es hora de otros juegos.
JUEVES: Es hora de volver a nadar... (Ruedan por el suelo). Con aquella pelota que bailaba sobre el agua, cuando salíamos del cuarto.
VIERNES: Nuestro cuarto en la azotea.
JUEVES: El cuarto de los tres.
VIERNES: Los tres en un cuarto. Angel y nosotros dos.
JUEVES: Angel, como el ángel de la guarda.
VIERNES: Salíamos del cuarto y nos tirábamos los tres, como lagartijas en la azotea.
JUEVES: Mientras el sol se aplastaba sobre nosotros.
MAR: El sol. Ese mismo sol derretía mi paleta de limón.
VIERNES: Angel se enojó porque ya no íbamos a la escuela. Pero, ¿para qué regresar a la escuela ya?
JUEVES: Aprendíamos más afuera que adentro. En las calles, en los ojos asustados de la gente, en los letreros de los camiones mal pintados. Los salones de clase estaban vacíos; los maestros, sentados en la puerta, ya no sabían decir quién tenía la razón... Ahora el sol es otra cosa para nosotros.
MAR: Claro. Porque ahora no podemos verlo. Estamos encerrados aquí y no podemos verlo más.
VIERNES: Pero tenemos un cuerpo. Recuérdenlo. Ya tenemos un cuerpo. Pronto, un rayo de luz de sol nos llevará...
MAR: ¿Al Paraíso del Sol?
FRANCO: Esos son planes para dos.
MAR: No para todos.
FRANCO: Sólo entre tú y yo.
VIERNES: Si yo fuera grande...
JUEVES: Ya vas a comenzar.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
FRANCO: ¿Qué hubiéramos hecho?
MAR: ¿Qué no hubiéramos hecho?
FRANCO: ¿Seríamos respetables y triunfadores?
JUEVES: Seríamos útiles a la patria.
VIERNES: Seríamos las ovejas negras de la familia.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes...
FRANCO: Ya tendríamos seguros que aseguraran la muerte.
JUEVES: Estaríamos exentos del impuesto sobre la renta.
VIERNES: Trastocaríamos los balances con números rojos.
JUEVES: Los estudios de mercadología serían un escándalo.
FRANCO: Seríamos perseguidos todos por nuestros excesos.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
FRANCO: ¿Qué sería de la estabilidad si fuéramos grandes?
VIERNES: Nadie tendría el sueño tranquilo, ninguna conciencia estaría en paz. Seríamos perseguidos. Torturados. Ejecutados. Quemados en leña verde.
TODOS: Quemados a domicilio. Es el tiempo de la leña verde. Quemados a domicilio. Es el tiempo de la leña verde.
FRANCO-
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
JUEVES- VIERNES: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
TODOS: Pondríamos al mundo de cabeza.
Oscuro súbito.
4
En la penumbra, JOSE camina, tropieza; salva obstáculos entre las ruinas, se abre paso entre las telarañas. Se interrumpe cuando de pronto entra en escena la luz de una linterna de mano. JOSE se oculta.
5
Aparecen dos niños: REY y REYNA quienes se mueven en un ambiente "muy real", son muy diferentes a los personajes anteriores.
REY: Por aquí. Ven.
REYNA: ¿Oíste?
REY: ¿Qué?
REYNA: Uy, todo está lleno de polvo...
REY: Es que hace mucho que esto está abandonado.
REYNA: Cuántas telarañas hay por aquí.
REY: Ya... En todas partes hay telarañas.
REYNA: Mira. Algo se movió por allá. ¿Sería un ratón?
REY: Puede.
REYNA: Ay, Rey. Mejor no hubiéramos venido.
REY: Ya... Cómo mueles.
REYNA: Pudimos ir al cine, al parque, o al... Pero por tu famosa colección de casquillos.
REY: Dijiste que te gustaba.
REYNA: Ay, mira. Ya me manché la blusa.
REY: Tú querías venir conmigo.
REYNA: Yo te dije que como tú quisieras.
REY: Ayúdame a buscar en el suelo. Por aquí dispararon muchos tiros y debe haber más casquillos.
REYNA: Tú como lo sabes. ¿Quién te lo dijo?
REY: Tengo un amigo que tú no conoces. El sabe muchas cosas. A veces me regala un cigarro y me deja ver sus revistas. El me ha dicho que el relajo duró casi dos días. Que los disparos se seguían oyendo después... sin parar... rebotando entre los edificios.
REYNA: Tengo miedo, Rey.
REY: Ven. Vamos a buscar por allá.
REYNA: Mi tío me ha dicho que nunca debo entrar por aquí.
REY: Así son los tíos.
REYNA: Pero él dice que... por aquí hay fantasmas...
REY: No le hagas caso.
REYNA: ¿Tú crees? Que las arañas nos oyen y entienden bien lo que decimos.
REY: Ya.
REYNA: Que por aquí espantan, Rey.
REY: Ese tío tuyo está loco.
REYNA: Dice que ha visto las arañas... y los fantasmas.
REY: Andaría borracho.
REYNA: Ay, cómo eres, Rey.
REY: Vamos ahora por aquel pasillo grande.
REYNA: Con cuidado. No veo bien.
REY: Andale, no te quedes atrás.
REYNA: Tengo miedo a los fantasmas.
REY: No hay fantasmas.
REYNA: Tengo miedo a los ratones.
REY: No hay ratones.
REYNA: Tengo miedo a las arañas.
REY: No hay arañas.
REYNA: ¿Y las telarañas... quién las hizo?
REY: Ya cállate, y camina.
Ella grita. Los dos salen. Oscuro
6
Una luz cae sobre FRANCO y MAR, apoyados en el marco de una ventana.
MAR: Franco... Franco.
FRANCO: ¿Qué quieres?
MAR: Mira otra vez por las rendijas. ¿Ves el sol?
FRANCO: Está nublado.
MAR: Qué desesperación. Todos los días son iguales, Franco. Antes de quedarnos presos aquí, había días de todos. Días de sol y días nublados, ¿verdad? Franco, ¿ya no te acuerdas?
FRANCO: Pronto acabará esto.
MAR: Siempre dices lo mismo.
FRANCO: Te parece.
MAR: Me parece que estás jugando siempre.
FRANCO: Hoy es un día distinto a todos. El cuerpo de ese
muchacho ya está aquí
MAR: Mira, Franco. Allá va la gente, va de vuelta de trabajar. En las mañanas, pasan caminando muy aprisa, y de regreso vienen cansados, arrastrando los pies, con los ojos entrecerrados y la barriga más grande.
FRANCO: Es la gente normal.
MAR: Ninguno lleva vendas en el cuerpo, como nosotros.
FRANCO: Ellos no tienen por qué llevar vendas. Ellos no han estado heridos.
MAR: Nunca estuvieron heridos. Nunca, nunca.
FRANCO: Bueno. Si estuvieron heridos alguna vez, ya se curaron.
MAR: Y se les olvidó.
FRANCO: Pues sí.
MAR: ¿Entonces, hay que estar herido para entender?
FRANCO: (Aparte). Lo peor para mí era la yema con azúcar. Y muchas veces me tuve que comer aquella cosa amarilla y pastosa. "Debes comerla. Para que estés fuerte". Y mira. Me la comí y cuál fuerza.
MAR: Así son las mamás...
FRANCO: No era mi mamá, pero se le parecía. Cuando hacía
frío decíamos juntos una oración. Me hablaba del valle de lágrimas, la magnífica virgen, y al final me hacía la señal de la cruz. En la cabeza y el cuerpo.
MAR: ¿Vivían junto al mar?
FRANCO: Siempre viví en la ciudad, desde que me acuerdo. Junto a la vía del ferrocarril. Desde antes que tiraran las casas más feas...
MAR: Venimos a vivir al edificio aquel. El que queda atrás, ¿lo ves? Papá llegaba a dormir, y cuando le decía: "papá, voy a estudiar", él no me contestaba. Ni movía la cabeza siquiera. Le molestaba verme con un libro en la mano y no con una escoba. No podía dormir, y tenía que tomar de su botella de ron o no se dormía.
FRANCO: A la señora doña no le gustaban mis amigos. Decía que tenían ojos de delincuente, que vivían de vagos, sin respeto por nadie. Ella quería que yo me sintiera distinto a mis amigos...
MAR: Mi papá trabaja de noche, en la policía. De esos sin uniforme, que la gente no se da cuenta. Siempre entraba preguntando por su botella. Y pobre sí se me olvidaba... Ahora él tiene que arreglárselas sólo. ¿Quién limpiará el cuarto? ¿Y las macetas? Seguro ya me dio por desaparecida.
FRANCO: ¿Y no es cierto? ¿No hemos desaparecido para ellos? ¿Quién se acuerda de nosotros? ¿Quién trae una venda en el brazo o en la cabeza? Nadie. Nadie.
Silencio.
MAR: (Llora). ¿Ya ves, Franco? Todo es un engaño. Tú dices que pronto saldremos de aquí, que veremos el sol... Pero no es cierto. Me engañas. No conoces el mar, nunca viste las olas ni la arena. No quiero estar contigo, Franco. No quiero seguir oyéndote. Silencio. Me hubiera gustado conocer el mar...
Silencio muy largo.
FRANCO: Tú te llamas así...
MAR: Nunca me haré vieja.
FRANCO: Claro que no.
MAR: Franco.
FRANCO: Mar.
MAR: Qué bueno que estamos muertos... ¿verdad?
Entra música violenta. Aparecen JUEVES y VIERNES bailando, y los cuatro danzan hasta desaparecer.
7
Entran por otro lado REY y REYNA. Se mueven en lo oscuro.
REY: Por aquí, ven.
REYNA: ¿Estás seguro...? No veo nada. Qué bárbaro. Cómo se te ocurre traer la linterna más vieja. Ay, ya me pegué otra vez. No veo nada, caray.
REY: Espérate, Reyna. Mira lo que hay aquí. Una vela. Vamos a prenderla, ¿no?
REYNA: ¿Para qué? Mejor ya vámonos, rápido. No quiero seguir aquí, Rey. (Al fondo la voz de JOSE dice: "el sol"). ¿Ya ves, Rey? Te lo dije.
REY: ¿Qué me dijiste?
REYNA: Mi tío tenía razón. Es un fantasma.
REY: Cuáles fantasmas. Vamos a prender la vela y verás como no hay nada. (La prende).
REYNA: No se queda prendida por el aire. Por todas partes entran chiflones. Brr, qué frío.
REY: Ya no tiembles, niña.
REYNA: Si mi tío se entera que vine aquí contigo, me quiebra todos los huesos a golpes.
REY: Entonces no le digas nada y nunca lo va a saber.
REYNA: A mí, cuando desobedezco, se me nota en la cara.
REY: Por tonta.
REYNA: Si ya sabías que soy tonta y miedosa, ¿para qué me trajiste...? Hubieras venido solo.
REY: Ya no grites.
REYNA: ¿Por qué? ¿Oíste algo?
REY: Dicen que este lugar merece respeto. Como si fuera un templo, dicen. O como una tumba sagrada.
REYNA: Qué miedo. A lo mejor todavía hay muertos por aquí.
REY: Cómo se te ocurre, niña. Hace mucho tiempo que sacaron a todos los cuerpos.
REYNA: ¿Fueron muchos?
REY: Dicen que los arrastraron hasta las puertas aquellas. Los amontonaron afuera. Olía tan feo que la gente se asomaba por las ventanas de los edificios tapándose la nariz con pañuelos. Por los rincones había montones de zapatos.
La voz de JOSE dice: El Sol.
REYNA: ¿Oíste? Si ya no hay muertos aquí, entonces es peor. Ha de ser un espíritu. Un alma en pena.
REY: Las almas en pena no existen, niña. ¿Todavía crees tú en aparecidos?
Entra JOSE caminando lentamente.
REYNA: (Se abraza de REY). ¿Qué quiere...? ¿Está muerto, Rey?
REY: Parece que la luz de la vela le llama la atención. Mira. Es un muchacho... Pero, parece un viejo...
JOSE se acerca a la luz de la vela.
JOSE: La luz. la luz entre mis manos. Frente a mis ojos. La luz... El fuego... El calor... Parece que no los viera desde siglos. El calor de antes cuando el arco iris estaba en mis manos y la miel me brotaba por todo el cuerpo. El fuego se mueve, como si tuviera alma... ¿Qué te parece, José? Mira dónde viniste a encontrar el sol. Un pedacito de sol al alcance de la mano. Un pedacito de sol pegado a un trozo de cera... (Mira a REY y REYNA). ¿Quiénes son ustedes...?
REYNA: ¿Nosotros? Nadie, ya nos vamos.
REY: Vivimos enfrente.
REYNA: Pero ya nos vamos, vente.
REY: Venimos a buscar casquillos y como aquí dispararon muchos...
JOSE: Todo lo que queda son los casquillos de las balas... Ustedes, allá atrás... ¿Oyeron? Sólo quedan casquillos para coleccionar. ¿Dónde están esos casquillos?
REYNA: ¿Con quién habla, Rey?
REY: Oye... Dile tú a mi amiga que los fantasmas no existen.
JOSE: (Grave). Todo esto está poblado de espíritus...
REYNA: ¿Ya ves?
JOSE: Han estado enterrados desde hace mucho.
REYNA: Te lo dije.
JOSE: En este lugar abandonado. Por las escaleras, y por esos pasillos oscuros. Entre paredes manchadas y rotas, sobre pisos carcomidos, cubiertos de terror... desde que los dueños de la fábrica desbarataron los juguetes...(Solemne). Pero saldrán a las calles, arrastrando sus vendas. Abrirán las puertas y las ventanas de las casas para que nadie duerma tranquilo...Los trapos limpios serán manchados.
REY: Oye, Reyna. Mejor nos vamos, ¿no?
REYNA: Vámonos ya.
REY: ¿Te acuerdas por dónde está la salida?
REYNA: Hay que bajar por aquellas escaleras.
JOSE: No se vayan. Espérenme.
REY: Quiere ir con nosotros, Reyna.
REYNA: Te digo que corras.
La niña lo saca de escena de un tirón.
8
Los cinco personajes se desplazan alrededor, a veces como un coro, otras interactúan como individuos. En tanto JOSE se mantiene aparte.
JOSE: Espérenme.
CORO: Nosotros vamos en ti José. El camino lo conocemos bien. Dentro de ti. Dentro de tu cuerpo. Queremos abrir puertas, queremos entrar por las ventanas, para preguntar otra vez.
FLOR: Porque nosotros no hicimos todo lo que hubiéramos querido, nos faltó... Como si nunca hubiéramos nacido, no tenemos nombres, no existimos...
CORO: No tenemos nombre. No tenemos.
JUEVES: Pero yo soy Jueves.
VIERNES: Yo, Viernes.
MAR: El insiste en decirme Mar, y Mar es ya mi nombre.
FRANCO: Franco es mi nombre íntegro.
VIERNES: Y ella es Flor.
FLOR: No es cierto.
JUEVES: Sí, es una flor y así se llama.
FLOR: Yo no tengo nombre, de verdad.
MAR: Todos te decimos Flor, ¿eso no cuenta?
FLOR: No tengo nombre. No quiero tener nombre.
TODOS: Flor. Eres hermosa y querías hacer el amor. Eres preciosa y querías hacer el amor. Flor.
FLOR: (Baila). Todos traen su caja de miel, en la Rueda de San Miguel.
JOSE: ¿Y tú cómo te llamas?
VIERNES: No te puedo decir mi nombre verdadero. Sería una mala cosa...
FRANCO: Eso sería comprometerme.
CORO: El compromiso. Ra-ta-tatá. El compromiso. Ra-ta-tatá. Es anticuado. No es lucrativo.
VIERNES: Vamos a ir todos contigo, José. Vamos a decirle a los de afuera que seguimos aquí. Estamos muertos, pero seguimos aquí. A merced de las corrientes de aire.
MAR: Y podremos ver el sol otra vez.
FLOR: Hay que pronunciarlo despacito, con cuidado.
JOSE: Cuando caminaba por las calles anoche, me quedé parado en la puerta de este lugar. Me golpearon, no supe ni quién. Yo también soy un muerto inútil.
VIERNES: Como todos.
JOSE: Tampoco yo puedo llegar al sol.
TODOS: José tampoco puede llegar al sol.
FLOR: La plastilina de mi cajita.
FRANCO: El paraíso de un lugar mejor.
TODOS: Ya queremos llegar al sol.
JUEVES: Si no pudimos ser grandes...
VIERNES: Si no llegamos a ser grandes...
TODOS: Ya queremos llegar al sol.
Cantan:
Estas son las palabras que queremos que les digas:
Si llegamos al mundo, no fue por nuestra voluntad.
Encontramos los barcos, cansados de naufragar.
Que nacimos por un accidente,
por mera equivocación.
Si nunca tuvimos ningún lugar
en dónde sembrar una flor.
Cinco balas de goma, cambiaron la dirección
de las brújulas rotas, que buscan explicación.
Si nacimos por un accidente,
o por mera equivocación.
Por favor... que alguien nos diga pues,
¿en dónde estuvo el error?
¿en dónde estuvo el error?
Oscuro.
SEGUNDO ACTO.
1
Al encenderse la luz, el escenario es el mismo. Entre los escombros aparece un hombre corpulento. Es RAMIRO, usa botas y un guante blanco en la mano izquierda. No se mueve en el mismo plano de realidad.
RAMIRO: ¿Qué tal, amigas? Arañas, amigas arañas. ¿Cómo están hoy...? ¿Cómo van esos huevos blandos que se incuban en la humedad? Hola, arañas tejedoras. Arañas ponedoras. Arañas incansables... ¿Han atrapado suficientes moscas para dar de comer a la familia? Arañas.Amigas. Esta mañana los periódicos me despertaron más temprano que de costumbre. Con sus voces rasposas. Hablando entre zumbidos largos primero, para luego enterrarse en mis orejas. (RAMIRO se encuentra con JOSE). Ah. ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
JOSE: No sé... Nada.
RAMIRO: ¿Qué haces aquí?
JOSE: ¿Está prohibido entrar?
RAMIRO: Claro que sí. Lárgate para afuera.
JOSE: ¿Las arañas le contestan cuando usted les habla?
RAMIRO: ¿Las arañas? ¿Cuáles? Son los periódicos los que no me dejan en paz con sus chillidos.
FRANCO: Oyeron, nos olvidamos de los periódicos.
VIERNES: Pero quién se iba a acordar.
JOSE: ¿Los periódicos?
RAMIRO: Los periódicos, muchacho. Esta mañana sus voces se me clavaron como avispas, en la cara, en los brazos, argh. Entonces corrí a la delegación donde trabajo, pero ya no estaba. El edificio completo ya no estaba.
Es cierto, muchacho. Ahora no hay nada.
JOSE: (A los otros). ¿Lo hicieron ustedes? (Risas).
Silencio.
RAMIRO: ¿Con quién hablas tú? Ah, con las arañas. Esas arañas que se descuelgan por los techos, ¿eh? Se balancean entre las vigas con dignidad. (Se nota que está alcoholizado). Mis respetos. Mi respeto absoluto. ¿Por qué? ¿Qué te decía?
Los periódicos... No, quiero decir, la delegación, Muchacho, ¿te dije que las oficinas de mi trabajo desaparecieron?
JOSE: Usted trabaja.
RAMIRO: Claro que trabajo. Me gano la vida en algo difícil,
muy arriesgado, muy expuesto. Comprometido como un sacerdocio.
JOSE: ¿En la delegación?
RAMIRO: Ahí sólo voy para registrar la entrada, tú sabes, la disciplina del horario y esas cosas. Pero casi siempre ando fuera. Donde está la acción. Donde está la bronca, los bravos... (En secreto). A ti puedo decírtelo, muchacho. En mi trabajo hay más riesgos que ganancias...
TODOS: Don Ramiro. Don Ramiro. Pobrecito Don Ramiro. Don Ramiro se rebaja. Don Ramiro sufre mucho. Paciencia y conformidad, Don Ramiro. Algún día llegará la recompensa y la jubilación.
RAMIRO: Todos los días expongo mi vida, muchacho. Y eso, a nadie le importa. Soy rudo como un palo. Frío como el hielo, pero la sangre me impresiona, muchacho. Me impresiona.
TODOS: Rototo-tom. Rototo-tom. La sangre lo impresiona. Rototo-tom. Rototo-tom. La sangre lo impresiona.
RAMIRO: No puedo acostumbrarme a la sangre, muchacho. Cuando logro agarrar alguno de esos vagos, y lo golpeo, y lo golpeo con toda mi fuerza. ¿Sabes que antes de tener pelos, fui campeón dos veces? Y esa condenada sangre que siempre salpica al golpear. Sangre negra, como de susto.
JOSE: Entonces no trabaje; busque otra cosa qué hacer.
RAMIRO: ¿Y la seguridad, y la estabilidad, y el orden de todo?
MAR baila alrededor de RAMIRO, quien no advierte nunca su presencia.
MAR: "Papi ven. Papi di. Por qué el cielo es azul. Por qué el mundo es redondo y la noche sin luz..."
RAMIRO: Mi trabajo no es para cualquiera; da satisfacciones, cómo no. Somos varios que trabajamos en secreto. Somos todo un regimiento. Una armada secreta.
TODOS: Sht. Secreto, secreto, secreto. Que nadie, que nadie lo sepa.
RAMIRO: ¿Cómo no voy a sentirme orgulloso a veces? Con gente como yo se defiende la comunidad. Se afianza el respeto de todo un país.
TODOS: ¿El país? ¿Y eso... qué es?
JUEVES: ¿Esa cosa que se disloca?
VIERNES: ¿Esa cosa loca, que se provoca, que se desboca?
JUEVES: ¿Y se revuelca después?
RAMIRO: ¿Qué sería del país sin nadie que lo protegiera? ¿Qué sería de nosotros en manos del hampa?
TODOS: ¿Bajo el amparo del hampa? Bajo el amparo santo y la luz del hampa.
RAMIRO: Pero no hay nada qué temer, yo se los garantizo. Nosotros tenemos al hampa en un puño, porque nosotros somos...
JOSE: ¿El hampa?
RAMIRO: Los defensores de la estabilidad. Me cae.
JOSE: A ver, a ver, sígame diciendo: ¿hace mucho que sufre de lo mismo, Don Ramiro?
RAMIRO: Los periódicos, muchacho. Otra vez los periódicos. Aunque fingen demencia, y parecen como si fueran simples papeles con letras. No es cierto. Están disimulando. Ellos hablan. También me hablan. Me repiten aquí cerca lo que llevan impreso. Los periódicos no me dejan en paz.
MAR: Desde que todo esto lo convirtieron en ceniza. En ruinas y ceniza.
RAMIRO: Mera rutina. Nada especial. Fue después, cuando todos tuvieron miedo y armaron aquel escándalo.
CORO: (Canta al fondo). Soy un soldado. Quiero marchar.
Los niños cantan un himno marcial.
RAMIRO: Desde entonces los periódicos no son lo mismo.
FLOR: La sección de monitos.
FRANCO: La primera plana.
MAR: La sección de sociales.
JUEVES: La excitante nota roja.
VIERNES: Los cómicos editoriales.
RAMIRO: Ah. Sus voces me persiguen, no puedo trabajar como antes. Cuando compraba guardias, cuando presiono extorsionadores. No me concentro bien asaltando asaltantes, traficantes, tratantes; regateando con las madrinas un arreglo ventajoso. Muchacho, algo pasa, se me acaba la personalidad; se me va el control de los asaltos y pequeños robos en el turno matutino de la segunda sección... Los compañeros me miran y ya no sé lo que piensan . Algo está pasando y no sé bien lo que es...
TODOS: Algo está pasando, Don Ramiro.
Y no sabe bien lo que es.
Algo está pasando, Don Ramiro...
El coro da vueltas, con devoción ante la figura de RAMIRO.
2
Entra DOÑA ROSA, se muestra nerviosa, siempre parece tener prisa.
DOÑA ROSA: Qué barbaridad. Qué barbaridad. Debe ser cosa del demonio. Una ya no sabe bien a qué atenerse. Oh. Don Ramiro, Don Ramiro. Qué buena suerte encontrarlo, necesitaba hablar con alguien. Usted ya me conoce, siempre me la paso en casa, quemando periódicos parlanchines. Salgo sólo para lo más indispensable.
RAMIRO le sonríe galante, ella le coquetea.
DOÑA ROSA: Pero hoy ocurrió algo que... Ay, Don Ramiro. Fíjese que salí al rosario como todas las tardes, un hábito sabiamente inculcado por mi madre, ay, la pobre cómo sufrió. Y al llegar, Don Ramiro, ¿qué cree usted? La iglesia no estaba. No estaba. En verdad. Había desaparecido. Y no es que me equivocara de calle, no. En su lugar sólo había una alfombra de pasto.
RAMIRO: ¿Y sus anteojos?
DOÑA ROSA: Mis ojos no necesitan anteojos para ver la iglesia del Perpetuo Socorro, Don Ramiro.
RAMIRO: Debe saber usted, Doña Rosa, que donde antes estaba la delegación, donde trabajo, ahora no hay nada.
DOÑA ROSA: Jesús mil veces, Don Ramiro. ¿Qué estará pasando? ¿En qué cosa se está convirtiendo este mundo? ¿Qué haré yo sin un lugar cercano desde donde dirigir mis plegarias a los cielos?
DOÑA ROSA descubre a JOSE.
A ver tú, muchachito. Acércate. ¿Qué te pasó?
FRANCO empuja a JOSE. ¿No tienes casa? Yo si tengo una casita, gracias a Dios.
TODOS: Gracias te damos, señor.
DOÑA ROSA: Tu cara no me inspira mucha confianza, pero ni modo, la servidumbre está tan escasa. En el cuarto de servicio tengo un catrecito libre. Ya me conoce, Don Ramiro, la caridad siempre me ha fascinado; y eso que nunca fui una trabajadora social. Siempre me niego a hacer de la caridad un oficio... (A JOSE). Pero eso es harina de otro costal, muchacho. Vas a ayudarme a limpiar los pisos y las puertas.
TODOS: Never, my love.
DOÑA ROSA: A lavar los vidrios de las ventanas y las puertas. A reparar las cañerías, las coladeras y las puertas. A sacudir las alfombras, los tapetes y las puertas. A arreglar las cortinas, el jardín y también las puertas. Ay, algunos mandaditos de vez en cuando... Vivo sola. Sola y mi alma. Tú me servirás de compañía.
RAMIRO: Óigame, vive sola porque quiere, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: No me diga eso. Ya no estamos para esas cosas. Pero por qué se niega...
DOÑA ROSA: No soñemos, Don Ramiro. Existen ciertos principios.
RAMIRO: ... a que juntemos nuestras soledades.
DOÑA ROSA: Basta. Ya no me diga tonterías en doble sentido. No quiero seguir oyéndolo.
JOSE: Doña Onda. Doña Onda. Doña Onda.
DOÑA ROSA: Por qué me llamas así. Sólo él me llamaba de esa forma. Nunca quiso decirme mamá... (A DON RAMIRO). Lo encontré una tarde de abril, envuelto en una cobija gris, sobre la banca de la iglesia. Era un querubín. Un encanto, lástima. No tenía buenos instintos. Ay, perdió la inocencia muy pronto, demasiado pronto, diría yo. Una tiene sus creencias, Don Ramiro. Siempre cerca de la religión verdadera. Pero él no sabía, no quería respetar nada. Por eso digo que más vale sola...
RAMIRO: La soledad se cura fácil, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: Jesús mil veces.
RAMIRO: No tenga tanto miedo de mí, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: No le tengo miedo, pero estoy consagrada a mis votos. Don Ramiro. Usted me confunde, me hace decir cada barbaridad. Y la iglesia del Perpetuo Socorro, no está. En su lugar ahora sólo hay pasto verde. Hierba verde. Una conspiración de las fuerzas del mal, se lo aseguro. (DON RAMIRO la toma por la cintura). Señor, no te acuerdes de mi antiguo pecado. Que tome la delantera tu misericordia.
TODOS: Que me ampare y me lleve a la gloria celestial.
El coro repite una oración en latín. DON RAMIRO y DOÑA ROSA se acarician.
DOÑA ROSA: Señor, no sé distinguirte todavía. Esos periódicos que hablan de muertes y delitos que no entiendo. ¿Algo quieres decirme? Sería un milagro, señor. Y no merezco tal predilección. Soy tu sierva más humilde. Pero la tentación me persigue, como a débil pedazo de carne.
RAMIRO: Eso somos, Doña Rosa: carne, carne...
DOÑA ROSA: Ayuno, vigilia y moderación. Ay, qué difícil es
alcanzar tu gloria. Cómo se sufre. (Ambos ruedan por el suelo). Señor. Señor mío. Desenvaina tu espada, y defiende a tu sierva.
En música estridente todos bailan.
3
Bajo una luz se reúnen FRANCO y MAR.
MAR: Míralos bien ahora. Así están los dos.
FRANCO: Y nosotros que íbamos a salir. Que íbamos a manchar los trapos limpios.
MAR: No hay trapos limpios. Ni sucios. Ni trapos. Ven conmigo mejor. Ya no los veas.
Canta:
Volaré hasta el sol, llegaré al sol.
Y con mi espíritu viene también el amor.
Debe haber algo más que desconozco aún.
Aquel temor se fue porque yo soy el mar.
4
Con música de moda entra ARTURO. Camina buscando una salida. Esquiva a JOSE.
JOSE: Oye... Espérate. No te vayas.
ARTURO: ¿Qué pasó?
JOSE: Alguien te busca, es una niña.
ARTURO: No tengo tiempo. Necesito salir de aquí.
JOSE: No te vayas, aquí está ella.
ARTURO: No veo a nadie, ¿cómo se llama esa niña?
FLOR: No tengo nombre. Tú te quedaste con él.
ARTURO: ¿Quién eres, dónde estás?
FLOR se acerca al otro con admiración.
FLOR: Me lo quitaste al salir de la escuela, ¿te acuerdas?
Primero lo apuntaste en mi cuaderno y dijiste
que así te pertenecería para siempre. Yo me reí
porque me gustabas, con tu pescuezo flaco y tu cabeza rara. Lo metiste en tu carpeta y te llevaste mi nombre.
JOSE: No te vayas todavía...
FLOR: Cuéntanos de aquellos viejos gargajientos, de ojos temerosos y llorosos, que perdían el equilibrio a cada paso, tratando de tapar el sol con un sólo dedo. Prometimos nunca hacer lo mismo que los viejos, con las uñas largas, los dedos huesudos y deformes. Ibas con ellos. Siempre con prisa, y me dejabas haciendo la tarea. El Nilo y los egipcios. Te enseñé mi plastilina y luego te fuiste.
JOSE: ¿La plastilina?
ARTURO: La plastilina es un juego para los niños.
Para las niñas bobas de la secundaria que sueñan con castillos de colores, con príncipes enamorados. Uno llega a enseñar la verdad del amor con gentileza.¿Quién puede perder el tiempo con la plastilina? Si no aprovechas cada instante, acabas por perderlos todos. ¿Dónde carajos está la salida, muchachos? Me están esperando.
JOSE: ¿Los clientes?
FLOR: Los viejos, Arturo. No vayas hoy a verlos. Mira, la plastilina está tibia, mi amor. Está suave y tersa. La he preparado para ti... ¿Te quedarás?
ARTURO: Antes me tomaban el pelo. Ahora no. Sé lo que valen los atributos que tengo. Ser joven tiene sus ventajas, y para los viejos, mi energía vale. Si además uno sabe cómo hacerlo, los clientes no se dan por mal servidos. Pero ahora que fui al café de costumbre, donde van a sentarse los viejos, mirándonos pasar, ya no estaba.
Se oye una explosión.
ARTURO: Y después me fui por las calles, las esquinas que te presentan clientes nuevos. Gente solitaria que no se aguanta encerrada en casa y viene a las esquinas, a buscar. A saber quién puede ser un buen cliente. Hojean periódicos y revistas con la mirada perdida. Esperando que me acerque con una sonrisa, con una pregunta casual, y la mirada cargada de intención. Preguntando: ¿se siente sola, señora?, ¿se siente solo, señor? (Pausa). Pero en las esquinas también están los estorbos, muchacho. En los expendios hay periódicos. Papeles que apestan. Despiden voces vulgares y obscenas. No me dejan concentrarme en mi oficio...¿cómo hacer para callarlos?
TODOS: Un cliente... Un cliente... Déjenla que se acerque.
Entra DOÑA ROSA ávida sobre ARTURO.
DOÑA ROSA: Oh, oh. Me parece que somos vecinos. Por lo menos somos compañeros del mismo dolor. ¿No cree? Esos periódicos hablándome a todas horas. Qué mortificación, ¿con quién puede uno quejarse?
ARTURO: Sólo que oí música y me tomé la libertad de entrar...
DOÑA ROSA: ¿Una música suave y bellísima? Sería mi voz...
VIERNES: ¿En qué clase de lugar se está convirtiendo esto?
JUEVES: Que se vayan todos de aquí.
FLOR: No, todavía no.
DOÑA ROSA: No me digas señora. Todavía no cumplo los cuarenta.
ARTURO: Algunos juegos salen muy caros.
DOÑA ROSA: Oh, no me hables así. Pierdes todo ese encanto.
ARTURO: Es práctico hablar claro de lo caro.
DOÑA ROSA: Pero hay cosas que no se dicen. Qué necesidad hay. Después. Podríamos llegar a un arreglo, después.
FRANCO: Si alguien tiene algo que decir, que lo diga mientras cuajan el negocio y llegan a un arreglo.
Todos se arrodillan y cantan.
CORO: Cantemos por los que quisimos. Fueron bellos.
Aquellos que endulzaron los arrebatos,
los últimos arrebatos de los viejos.
FLOR: El columpio se reventó. La rueda de San Miguel se detuvo, y el Nilo lo midieron por kilómetros.
CORO: Encontré una vez, una linda flor sin color.
Otra vez encontré un muchacho
que me miró con amor.
Desde entonces aprendí cómo sonreír.
Que los labios tienen el gran poder
de fabricar color.
Que una simple sonrisa, de verdad fácil es.
Todo se cubre con colores, la hierba y el agua. Plastilina. Y un lápiz. Y un borrador.
Las calles con focos en conexión.
Hombres. Pantallas. Comodidad.
Salas de clase y un pizarrón.
Todos los colores pueden brotar del amor...
que encontré una vez, porque aprendí...
a descubrir el ser en cada sonrisa.
Remate musical.
5
JUEVES y VIERNES danzan pesadamente Aparece ANGEL, un joven alucinado.
ANGEL: Hoy amanecí contando elefantes. Y no podía dejar de contarlos porque no dejaban de salir. Es cansado contar elefantes, no puede uno dormir. Pero se aprende a deletrear e-le-fan-te... Y luego me volví a tirar en mi colchón, a pensar, y a tirar bolitas de humo por la boca... Ya sé que no estás solo cuando sufres por los demás, pero hoy me sentí solo sufriendo por mis hermanos, en el humo de mi colchón. JUEVES y VIERNES danzan envueltos en telas que los desfiguran. Se oye una música oriental.
ANGEL: Amanezco en medio del cuarto tapizado de recortes de periódico. Que me hablan entre dientes, que me muerden con sus letras, desde el rincón de la última página. Me anuncian las noticias. Dos. Dos cuerpos desaparecidos. Y yo ni a quién preguntarle, porque hay muchos como yo. Sufriendo. Con algún familiar desaparecido. Escondiéndose de todo.
JUEVES: "Este era un rey que tenía, un palacio de diamantes, una tienda hecha del día, y un rebaño de elefantes..."
VIERNES: Pero los elefantes no se reproducen en cautiverio.
JUEVES: Y nuestro Angel, ¿qué aguarda en cautiverio?
ANGEL: Hoy, en mi madriguera, fumaba a media tarde cuando maté una mosca. Primero la encerré en mi mano. Luego la estrellé contra el suelo. Al último la reventé con el pié. La mosca hizo un pequeño ruido al morir. De pronto yo estaba en la calle, entre las banquetas paralelas. Mi cuarto y mi colchón se habían esfumado.
Y yo... con la mente en blanco.
Silencio.
JOSE: Buscamos alguien que pueda contestar nuestras preguntas. Pero todos se quejan, todos sufren por algo.
ANGEL: Yo tampoco sirvo para contestar. Los pensamientos se me enroscan entre los cables de la azotea. Mi cielo vacío, mi colchón de chicle. Se me va el hilo de mis pensamientos. Yo... ya no sirvo.
VIERNES: Hermano, Angel; tal vez puedas todavía.
JUEVES: ¿Para qué le sirve quejarse?
JOSE: Pero si dice que ya no sirve.
VIERNES: Que hagas un esfuerzo. Por nosotros.
ANGEL: La esperanza se volvió verde de la desesperación.
JOSE: Estás vivo todavía. Tus ojos están vivos.
ANGEL: También mis ojos dicen mentiras.
JOSE: Vagamos en estas ruinas.
JUEVES: Arrastrando estas pesadas vendas.
VIERNES: Y ya queremos llegar al sol...
JUEVES: Las telarañas crecen.
VIERNES: No queremos seguir atrapados.
ANGEL: Piensan que estoy mejor. Todavía tengo un cuerpo ah, cómo me duele...ah, cómo me exige... Ah.
JUEVES: (Aparte). Se está quejando.
ANGEL: Y los periódicos me muerden.
JUEVES: ¿Por qué dispararon?
VIERNES: ¿Por qué a nosotros?
JOSE: Queremos saber por qué...
ANGEL: Bórrense. Desaparezcan. Yo no tengo qué responder nada. Yo soy inocente, sólo respondo por lo que hago. Y no hice nada. ¿También por eso quieren condenarme? ¿Quieren que sufra más de lo que sufro?
JOSE: Hubiéramos querido una respuesta.
CORO: ¿De qué sirvió nuestra muerte? ¿De qué sirvió?
CANTAN:
We all live in a yellow submarine,
yellow submarine, yellow submarine...
ANGEL se integra al grupo de RAMIRO, DOÑA ROSA y ARTURO. Los cuatro realizan una danza decadente y grotesca. Toman apariencia de marionetas sin vida.
6
Los cinco niños y JOSE observan el deterioro y destrucción de los personajes ADULTOS.
FRANCO: Ah, todos tienen pretextos para sufrir.
VIERNES: Y ninguno tiene valor de contestar.
FRANCO: Sólo se preguntan cuánto falta.
VIERNES: Todo se les enreda.
MAR: Todo se les confunde.
JOSE: Qué desperdicio.
FLOR: Aquí no hay nada.
FRANCO: Lo que buscamos no está aquí.
MAR: Nos equivocamos.
FLOR: Desde el principio.
FRANCO: Por el canal equivocado.
VIERNES: Con reglas que ya no servían, con palabras que están podridas. Ya nunca tuve los ojos más grandes.
TODOS: No.
VIERNES: Ya nunca inventé la justicia.
TODOS: No.
VIERNES: Ya nunca fui licenciado.
TODOS: No.
VIERNES: El tiempo se quedó desperdiciado.
FRANCO: Si los otros ya lo habían masticado, devorado y vomitado.
MAR y FLOR: Esta es la fábrica de los juguetes.
Jugando a los fantasmas. Hace juguetes.
Es como el fantasma de una fábrica
con fantasmas adentro.
Sólo una fábrica fantasma que fabrica
fantasmas de juguete.
Todos rodean a los ADULTOS que han quedado como espectros entre las ruinas.
FRANCO: ¿Y para esto íbamos a ser grandes? No nos perdimos de mucho. Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes, no pondríamos al mundo de cabeza. Nosotros estaríamos de cabeza bajo el mundo. Todo este desperdicio. ¿Y la Tierra?
JOSE: Dando vueltas, como siempre.
FRANCO: Parpadean las estrellas,
FLOR: Germinan las semillas.
JOSE: Y la Tierra, dando vueltas, como siempre.
FRANCO: Nos ponemos vendas.
MAR: Jugando a que el dolor nos alivia.
JOSE: Y la Tierra, dando vueltas, como siempre.
TODOS: Rotación. Traslación. Rotación. Traslación.
Se oye un sonido de lejanos derrumbes que resuenan en el fondo
7
Por el fondo del lugar entran REY y REYNA, hablan siempre aparte.
REYNA: ¿Ya ves cómo mi tío tenía razón, Rey?
REY: No empieces otra vez.
REYNA: Nunca debimos de entrar a este lugar.
REY: No chilles o te dejo aquí.
REYNA: No, Rey. No me dejes sola.
REY: ¿Cómo que no?
REYNA: Te juro que no estoy llorando. Ay, mamá.
REY: ¿Qué te pasó?
REYNA: Nada, Rey. Me asusté por nada.
REY: Entonces, camina ya.
REYNA: No fue nada.
REY: Hay que seguir.
REYNA: Ya nos perdimos.
Se oyen derrumbes más cercanos y un crujido en las alturas.
JOSE: Miren. Allá arriba. El techo está tronando.
FRANCO: Es cierto. Y aquellas paredes se cuartean. Se abren.
VIERNES: Está entrando el aire a las ruinas de la fábrica.
MAR: Las ventanas se abren. Las nubes se despejan.
FLOR: La prisión se derrumba. Se desbaratan las escaleras.
MAR: Se desenredan los pasillos. La oscuridad se va.
JUEVES: El sol. El sol.
VIERNES: Las vendas y las telarañas.
CORO: Se acabaron.
FRANCO: Las muñecas y la plastilina.
CORO: Se acabaron.
FLOR: Los fantasmas y los ángeles guardianes.
CORO: Se acabaron.
MAR: Las rendijas de las ventanas y los columpios.
CORO: Se acabaron. El sol. El sol.
El grupo encuentra una luz que los guía al exterior.
REY y REYNA se mantienen en un plano de realidad muy vital y realista, en contraste con los expectantes.
REY: Andale, no te quedes atrás. Camina niña.
REYNA: Ay, Rey. Ven a asomarte por la ventana. Allá abajo hay un montón de camiones.
REY: Es que pronto van a demoler todo esto.
REYNA: Y qué es eso de "demoler".
REY: Van a tirarlo, niña. A derrumbarlo todo.
REYNA: ¿Y nosotros...?
Ya echaron a funcionar las máquinas.
REYNA: Tenemos que apurarnos, Rey.
REY: Pero, por dónde.
REYNA: Hay que salir pronto de aquí.
Los expectantes avanzan hacia la luz intensa que los atrae. Inician ruidos de maquinaria.
JOSE: El sol. Vamos hacia el sol.
REY: ¿Oyes cómo se van acelerando los motores ?
REYNA: De seguro ya apretaron todos los botones.
REY: Hasta acá se oye el rechinar de las palancas.
REYNA: Vamos a gritarles que estamos aquí. Que se esperen.
REY: El ruido no los deja oír nada. Ni grites, no te oyen.
JOSE: Somos una gota...
REYNA: ¿Entonces, no hay manera de escapar... Rey?
REY: Vamos a escribir algo. Puede que eso sirva.
JOSE: Somos una gota.
REYNA: ¿Qué podemos escribir? ¿Una lista de cosas?
REY: Como los mandamientos de la vez pasada.
REYNA: ¿Una lista de cosas que no se deben hacer?
JOSE: Somos una gota...
REY: Eso de nada sirvió.
REYNA: Ya comenzaron a tirar el edificio por aquel lado.
REY: Apúrate. Tú escribes y yo te dicto, ¿estás lista?
REYNA: Yo escribo, tu dictas.
REY: ¿Qué dices?
Los derrumbes se oyen más cercanos y los expectantes parecen flotar.
JOSE: Somos una gota. En el océano infinito del espíritu. Finalmente nos elevamos a la claridad, a la luz plena. Somos imágenes sosegadas y completas. Abarcamos elevadas extensiones y el espacio se abre infinito...
REYNA: ¿Y si se nos viene el techo encima?
REY: Tenemos que darnos prisa. Comienza a escribir.
REYNA: Rey. Habla más fuerte, no te oigo...
JOSE: La nueva paz.
CORO: Ya está aquí.
VIERNES: La nueva justicia.
CORO: Ya está aquí.
JUEVES: La nueva libertad.
CORO: Ya está aquí.
FLOR: El amor infinito.
CORO: Ya está aquí.
Los expectantes han desaparecido. Sólo REY y REYNA permanecen en el derrumbe general.
REYNA: ¿Pero tú crees que lo que me dictas servirá para detener a esos señores con sus máquinas?
REY: Tiene que servir, no preguntes. Tú sigue escribiendo.
(Los ruidos se oyen más cercanos y amenazantes).
REYNA: No te oigo lo que dices. ¿Qué más escribo?
REY: La solución. Nos hace falta un poco más de tiempo.
REYNA: Grita más fuerte, porque no te oigo nada.
REY: Sólo otro poco de tiempo.
REYNA: ¿Qué dices?
REY: Más tiempo.
REYNA: No se oye.
REY: Tiempo.
REYNA: ¿Tiempo...?
Los ruidos mecánicos son estridentes, cubren las voces humanas. Los dos niños siguen gesticulando mientras se hace oscuro y se cierra el...
TELON FINAL.
Jesús González Dávila
PERSONAJES:
LOS ESPECTANTES:
José
Mar
Franco
Viernes
Jueves
Flor
LOS NIÑOS:
Rey
Reyna
LOS ADULTOS:
Don Ramiro
Doña Rosa
Arturo
Angel
PRIMER ACTO.
La escenografía sugiere un lugar abandonado. Elementos livianos, sutiles y la luz siempre escasa, crean una atmósfera siniestra. En cierto lugar se hace visible el cuerpo de JOSE, un muchacho de catorce años que yace en el suelo. Sube la música y de la escenografía surgen cinco figuras que danzan alrededor de JOSE; éste se levanta y se integra a la danza. La música es pesada, agobiante, hasta quetodos desaparecen, se hace el oscuro.
2
Se abre una luz para iluminar un área pequeña, sobre FRANCO y MAR, sentados en el suelo, apoyados espalda con espalda.
FRANCO Y MAR: Todo sin luz, se quedó, oscuridad en los demás.
Los huesos quebrados en el descontrol
después de la función.
En nuestro horror no somos dos, en el dolor no somos dos, nos liga el recuerdo del sol infantil que Nuestros cuerpos siguen con ganas de salir, ganas de volar y llegar hasta el sol. Se terminaron los juegos. Lo irracional nos invadió. Y presos estamos en este lugar hostil.
Silencio.
MAR: Nos quedamos en este lugar, sin poder salir... ¿Tú sabes por qué? Dímelo Franco. ¿Por qué nos quedamos aquí?
FRANCO: Pero eso a nosotros no nos molesta. Acuérdate. No nos molesta como a los demás.
Silencio.
MAR: Por las rendijas de esta ventana ver a la gente. Desde aquí los veo pasar, todos los días... vayan donde vayan. ¿Sabes, Franco? La muchacha de enfrente se compró dos vestidos nuevos. Ayer estrenó el azul y hoy se puso el rojo; la vi pasar cuando iba a la escuela.
FRANCO: Ya van a la escuela otra vez. Como antes.
MAR: Sí. Poco a poco todo vuelve a ser igual que antes. Los hombres de aquellos andamios ya acabaron de remendar la pared del edificio amarillo... (Triste). Yo no puedo pensar en un vestido nuevo, ni en zapatos de colores, ni en un peine siquiera.
FRANCO: Tú no necesitas esas cosas.
MAR: Es cierto. Ya para qué... Mira, Franco. Con sólo quitarme esta cinta, se me vienen a la cara todos los pelos enredados y lacios.
FRANCO: Mar. Tú cabello es bonito.
MAR: Lo dices por no conseguir un peine.
FRANCO: No, Mar.
MAR: Ya. Mejor cállate. O vete a caminar por otro lado. Lejos de aquí. Donde no te oiga que me dices Mar... Mar... Bah, a ver, ¿conoces tú el mar?
FRANCO: Lo vi una vez.
MAR: ¿No sería una postal y te confundiste? ¿Cómo era? ¿Con colores azules, y olas altas, y espuma blanca, como dicen los demás?
FRANCO: Sí, Mar.
MAR: Ayer me dijiste lo contrario, Franco. Lo que dicen los demás es mentira, dijiste. No hay que creerlo... Lo que pasa es que no conoces el mar...
FRANCO: No, Mar. No te quites esa venda. Te vas a lastimar.
MAR: Ya me cansé de arrastrar este trapo sucio. Mira cuánto polvo y basura tiene.
FRANCO: Sí, Mar. Pero es una señal. Todos traemos en alguna parte una señal. Porque estamos tristes. Pero no tristes por nosotros. Tristes por ellos, los que caminan allá afuera, en las calles, sin memoria, sin acordarse de nada.
Ni de nosotros, ni de nada.
MAR: Si por lo menos tuviera un peine.
FRANCO: Pronto llegaremos al sol, Mar. Ya sólo es cuestión de tiempo, de muy poco tiempo
MAR: Ya ves por qué no te creo. Otra vez estás diciendo lo que no es cierto.
FRANCO: ¿Y si te hablo del Paraíso del Sol?
MAR: No entiendo.
FRANCO: Es un lugar como mágico, donde tenemos que llegar. Mira bien mis ojos, y verás que es cierto.
MAR: Sí, Franco, pero ¿cuándo podremos salir de aquí?
FRANCO: Pronto. Muy pronto. Cuando no esté nublado. Ya verás, de repente las nubes se irán con el aire, las ventanas se van a abrir y todos vamos a ver la luz...
MAR: ¿Y qué vamos a hacer mientras...?
FRANCO y MAR se mueven al ritmo de la música.
3
Aparecen JUEVES y VIERNES y los cuatro realizan una danza fantasmal.
VIERNES: Si yo fuera grande, no desperdiciaría ni parte de mi tiempo.
MAR: Si yo fuera grande, usaría grandes guantes hasta los codos.
FRANCO: Si yo fuera grande, escribiría letreros peligrosos.
JUEVES: Si yo fuera grande, sería la admiración de todos.
VIERNES: Si yo fuera grande, inventaría la justicia.
MAR: Si yo fuera grande, amaría más a los demás.
FRANCO: Si yo fuera grande, inventaría otro mundo que fuera mejor.
JUEVES: Si yo fuera grande, me gustaría partirme y compartirme.
VIERNES: Si yo fuera grande, tendría los ojos más grandes.
MAR: ¿Para qué quieres los ojos más grandes?
VIERNES: Para llorar más de lo que lloro, cuando lloro.
MAR: Qué pena que alguien quiera llorar.
JUEVES: Es una pena que yo no sea más grande.
VIERNES: Es una pena que no se pueda ser bueno.
FRANCO: Se puede ser bueno. Se puede ser justo.
Alguien lo dijo.
VIERNES: Alguien dijo que se podía, pero no lo dejaron
seguir hablando. Nunca los dejan seguir hablando, apenas los dejan empezar.
TODOS: Alguien dijo: es posible la bondad.
MAR: ¿Será posible...?
VIERNES: Alguien dijo: se puede ser bueno, lo dejaron colgado.
MAR: Como nosotros.
VIERNES: Alguien dijo que se podía ser bueno, pero luego se arrepintió. Lloró a su padre, y le pidió perdón.
FRANCO: Pero eso fue hace mucho. Y ya pintaban letreros en las paredes.
Todos brincan y ruedan por el suelo, jugando.
MAR: (A JUEVES). Oye. Que guapo eres. ¿Te había visto antes? Eres tan guapo.
JUEVES: Mírame también por este lado. Y por acá. Y dime algo nuevo.
MAR: No se me ocurre nada nuevo. Eres tan guapo...
JUEVES: Habla de mi sonrisa. De mis dientes. De mis manos. De mis labios. De mi pelo. De mis dedos. De mi vientre. De mi pelvis...
MAR: Uf. ¿De todo eso?
JUEVES: Hay mucho que decir de mi cuerpo.
MAR: Tu cuerpo es una fuente de maravillas. Un manantial de belleza...
JUEVES: Y si yo fuera grande...
MAR: No necesitas ser más grande. Así estás bien... En cambio yo... si tuviera un peine...
FRANCO: (Separándola de JUEVES). Mar. Ven conmigo. Tenemos que hacer. Hay que pensar en serio. Basta de jugar.
MAR: ¿Pensar otra vez en serio? Qué flojera...
FRANCO: Mírame a los ojos, Mar. ¿Dónde está?
MAR: ¿De qué me hablas ahora?
FRANCO: La venda. Te la quitaste otra vez.
JUEVES: La venda.
FRANCO: ¿Dónde la dejaste?
VIERNES: La venda.
MAR: Ay, es cierto. No la traigo puesta; pero debo traerla aquí en mi bolsita. No está aquí tampoco... Ayúdame a buscarla, ¿no? Y ustedes también. He perdido mi venda. Vamos a buscarla todos.
JUEVES: Aquí está. La dejaste conmigo.
MAR: Tú siempre me ayudas, ¿verdad?
VIERNES: (Subiéndose en algo alto). Amigos. Hermanos. Compañeros todos. El momento se acerca. Tenemos que estar preparados.
JUEVES: (Le silba burlón). Mejor bájate de ahí. Ya sabemos lo que vas a decir. Lo sabemos todo de memoria. Y seguimos atorados en las mismas.
VIERNES: Ahora es diferente. Acuérdense. Ahora tenemos un cuerpo.
MAR: Tenemos un cuerpo, ya sabías tú, Franco.
VIERNES: Está con nosotros desde hace rato.
JUEVES: Entró a este lugar herido, perdiendo sangre.
MAR: También él; cuánto tiempo falta.
VIERNES: Lo golpearon en la cabeza y por ahí se le salió toda la sangre... Su cuerpo nos puede servir. Ha llegado el momento, por fin.
Todos gritan con entusiasmo Aparece FLOR, una frágil criatura que pasa como flotando entre las ruinas del lugar. Arrastra una muñeca vieja.
TODOS: Flor... Flor... Es Flor... Flor... Flor...
VIERNES: Si yo fuera grande, sería licenciado.
JUEVES: Si yo fuera grande, sería delegado.
FRANCO: Si yo fuera grande, sería enmascarado.
VIERNES: Flor nunca descansa. Recorre los pasillos y los cuartos, y las escaleras y los...
FRANCO: Nunca se quita las vendas.
MAR: Flor... ¿Oyes, Flor? La hora se acerca, amiga. Ya tenemos un cuerpo...
FLOR: Sí. Ya lo sé. Tenemos un cuerpo. El cuerpo que necesitamos. Entonces el techo se abrirá y las ventanas. Subiremos todos luego. Subiremos en columpios hasta el sol. En columpios color azul y color rojo... ¿Se acuerdan? En el jardín hay un columpio, y en el columpio está una niña. Y alrededor están flotando muchas otras cosas lindas, como listones, y encajas, y gasas, y vendas...Es mi cumpleaños. Qué gusto. Que todo esté en orden. Qué risa. Qué nervios. La juventud me abrasa, me quema por dentro y me pone contenta por fuera. (Pausa). Las muñecas son mis amigas. Y mis amigos los globos de colores. A clases. A clases. Sonó la campana. El recreo se acabó otra vez. (Pausa). El río Nilo está rodeado por las arenas del desierto. El Nilo es agua en el desierto. Es como un río de milagro. Muy quedo. Muy despacio la pronuncio. (Pausa). Mi juego de té era de plástico. Mi muñeca con una grieta en la frente. Mírala. Vinieron y tiraron todos mis juguetes. Una bota le pisó la cabeza y mira cómo está mi muñeca desde entonces. Sus ojos ya no se abren nunca. Aunque le pegue fuerte. Fuerte. Fuerte. (Pausa).Despacio la pronuncio. Otra vez la campana del recreo. ¿Jugamos a la casita?. Tendré que ir al mercado. Mira. Siempre traigo los dedos manchados de tinta. Ya no se le abren los ojos. Aunque le pegue. Despacio la pronuncio. El Nilo era de los egipcios. Ellos navegaban sobre él pero nunca llegaban a su nacimiento. Es difícil regresar al nacimiento, ¿verdad? Nace en el infinito, decían. Sólo el espíritu de los muertos conoce la fuente del Nilo, decían.
El río Nilo baja del cielo. Decían. (Pausa). Despacio la pronuncio. Viene de allá arriba. Del sol... Todos traen su caja de miel, en la Rueda de San Miguel. Despacio, muy despacio para que no se acabe. Y no se acaba nunca la palabra, porque la pronuncio despacio; el sol. El sol. El sol...
FLOR desaparece entre las sombras. JUEVES finge disparar hacia donde salió FLOR.
JUEVES: Pum. Pum. Estás muerta.
MAR: Jueves, basta.
JUEVES: Estaba jugando.
MAR: Es hora de otros juegos.
JUEVES: Es hora de volver a nadar... (Ruedan por el suelo). Con aquella pelota que bailaba sobre el agua, cuando salíamos del cuarto.
VIERNES: Nuestro cuarto en la azotea.
JUEVES: El cuarto de los tres.
VIERNES: Los tres en un cuarto. Angel y nosotros dos.
JUEVES: Angel, como el ángel de la guarda.
VIERNES: Salíamos del cuarto y nos tirábamos los tres, como lagartijas en la azotea.
JUEVES: Mientras el sol se aplastaba sobre nosotros.
MAR: El sol. Ese mismo sol derretía mi paleta de limón.
VIERNES: Angel se enojó porque ya no íbamos a la escuela. Pero, ¿para qué regresar a la escuela ya?
JUEVES: Aprendíamos más afuera que adentro. En las calles, en los ojos asustados de la gente, en los letreros de los camiones mal pintados. Los salones de clase estaban vacíos; los maestros, sentados en la puerta, ya no sabían decir quién tenía la razón... Ahora el sol es otra cosa para nosotros.
MAR: Claro. Porque ahora no podemos verlo. Estamos encerrados aquí y no podemos verlo más.
VIERNES: Pero tenemos un cuerpo. Recuérdenlo. Ya tenemos un cuerpo. Pronto, un rayo de luz de sol nos llevará...
MAR: ¿Al Paraíso del Sol?
FRANCO: Esos son planes para dos.
MAR: No para todos.
FRANCO: Sólo entre tú y yo.
VIERNES: Si yo fuera grande...
JUEVES: Ya vas a comenzar.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
FRANCO: ¿Qué hubiéramos hecho?
MAR: ¿Qué no hubiéramos hecho?
FRANCO: ¿Seríamos respetables y triunfadores?
JUEVES: Seríamos útiles a la patria.
VIERNES: Seríamos las ovejas negras de la familia.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes...
FRANCO: Ya tendríamos seguros que aseguraran la muerte.
JUEVES: Estaríamos exentos del impuesto sobre la renta.
VIERNES: Trastocaríamos los balances con números rojos.
JUEVES: Los estudios de mercadología serían un escándalo.
FRANCO: Seríamos perseguidos todos por nuestros excesos.
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
FRANCO: ¿Qué sería de la estabilidad si fuéramos grandes?
VIERNES: Nadie tendría el sueño tranquilo, ninguna conciencia estaría en paz. Seríamos perseguidos. Torturados. Ejecutados. Quemados en leña verde.
TODOS: Quemados a domicilio. Es el tiempo de la leña verde. Quemados a domicilio. Es el tiempo de la leña verde.
FRANCO-
MAR: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
JUEVES- VIERNES: Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes.
TODOS: Pondríamos al mundo de cabeza.
Oscuro súbito.
4
En la penumbra, JOSE camina, tropieza; salva obstáculos entre las ruinas, se abre paso entre las telarañas. Se interrumpe cuando de pronto entra en escena la luz de una linterna de mano. JOSE se oculta.
5
Aparecen dos niños: REY y REYNA quienes se mueven en un ambiente "muy real", son muy diferentes a los personajes anteriores.
REY: Por aquí. Ven.
REYNA: ¿Oíste?
REY: ¿Qué?
REYNA: Uy, todo está lleno de polvo...
REY: Es que hace mucho que esto está abandonado.
REYNA: Cuántas telarañas hay por aquí.
REY: Ya... En todas partes hay telarañas.
REYNA: Mira. Algo se movió por allá. ¿Sería un ratón?
REY: Puede.
REYNA: Ay, Rey. Mejor no hubiéramos venido.
REY: Ya... Cómo mueles.
REYNA: Pudimos ir al cine, al parque, o al... Pero por tu famosa colección de casquillos.
REY: Dijiste que te gustaba.
REYNA: Ay, mira. Ya me manché la blusa.
REY: Tú querías venir conmigo.
REYNA: Yo te dije que como tú quisieras.
REY: Ayúdame a buscar en el suelo. Por aquí dispararon muchos tiros y debe haber más casquillos.
REYNA: Tú como lo sabes. ¿Quién te lo dijo?
REY: Tengo un amigo que tú no conoces. El sabe muchas cosas. A veces me regala un cigarro y me deja ver sus revistas. El me ha dicho que el relajo duró casi dos días. Que los disparos se seguían oyendo después... sin parar... rebotando entre los edificios.
REYNA: Tengo miedo, Rey.
REY: Ven. Vamos a buscar por allá.
REYNA: Mi tío me ha dicho que nunca debo entrar por aquí.
REY: Así son los tíos.
REYNA: Pero él dice que... por aquí hay fantasmas...
REY: No le hagas caso.
REYNA: ¿Tú crees? Que las arañas nos oyen y entienden bien lo que decimos.
REY: Ya.
REYNA: Que por aquí espantan, Rey.
REY: Ese tío tuyo está loco.
REYNA: Dice que ha visto las arañas... y los fantasmas.
REY: Andaría borracho.
REYNA: Ay, cómo eres, Rey.
REY: Vamos ahora por aquel pasillo grande.
REYNA: Con cuidado. No veo bien.
REY: Andale, no te quedes atrás.
REYNA: Tengo miedo a los fantasmas.
REY: No hay fantasmas.
REYNA: Tengo miedo a los ratones.
REY: No hay ratones.
REYNA: Tengo miedo a las arañas.
REY: No hay arañas.
REYNA: ¿Y las telarañas... quién las hizo?
REY: Ya cállate, y camina.
Ella grita. Los dos salen. Oscuro
6
Una luz cae sobre FRANCO y MAR, apoyados en el marco de una ventana.
MAR: Franco... Franco.
FRANCO: ¿Qué quieres?
MAR: Mira otra vez por las rendijas. ¿Ves el sol?
FRANCO: Está nublado.
MAR: Qué desesperación. Todos los días son iguales, Franco. Antes de quedarnos presos aquí, había días de todos. Días de sol y días nublados, ¿verdad? Franco, ¿ya no te acuerdas?
FRANCO: Pronto acabará esto.
MAR: Siempre dices lo mismo.
FRANCO: Te parece.
MAR: Me parece que estás jugando siempre.
FRANCO: Hoy es un día distinto a todos. El cuerpo de ese
muchacho ya está aquí
MAR: Mira, Franco. Allá va la gente, va de vuelta de trabajar. En las mañanas, pasan caminando muy aprisa, y de regreso vienen cansados, arrastrando los pies, con los ojos entrecerrados y la barriga más grande.
FRANCO: Es la gente normal.
MAR: Ninguno lleva vendas en el cuerpo, como nosotros.
FRANCO: Ellos no tienen por qué llevar vendas. Ellos no han estado heridos.
MAR: Nunca estuvieron heridos. Nunca, nunca.
FRANCO: Bueno. Si estuvieron heridos alguna vez, ya se curaron.
MAR: Y se les olvidó.
FRANCO: Pues sí.
MAR: ¿Entonces, hay que estar herido para entender?
FRANCO: (Aparte). Lo peor para mí era la yema con azúcar. Y muchas veces me tuve que comer aquella cosa amarilla y pastosa. "Debes comerla. Para que estés fuerte". Y mira. Me la comí y cuál fuerza.
MAR: Así son las mamás...
FRANCO: No era mi mamá, pero se le parecía. Cuando hacía
frío decíamos juntos una oración. Me hablaba del valle de lágrimas, la magnífica virgen, y al final me hacía la señal de la cruz. En la cabeza y el cuerpo.
MAR: ¿Vivían junto al mar?
FRANCO: Siempre viví en la ciudad, desde que me acuerdo. Junto a la vía del ferrocarril. Desde antes que tiraran las casas más feas...
MAR: Venimos a vivir al edificio aquel. El que queda atrás, ¿lo ves? Papá llegaba a dormir, y cuando le decía: "papá, voy a estudiar", él no me contestaba. Ni movía la cabeza siquiera. Le molestaba verme con un libro en la mano y no con una escoba. No podía dormir, y tenía que tomar de su botella de ron o no se dormía.
FRANCO: A la señora doña no le gustaban mis amigos. Decía que tenían ojos de delincuente, que vivían de vagos, sin respeto por nadie. Ella quería que yo me sintiera distinto a mis amigos...
MAR: Mi papá trabaja de noche, en la policía. De esos sin uniforme, que la gente no se da cuenta. Siempre entraba preguntando por su botella. Y pobre sí se me olvidaba... Ahora él tiene que arreglárselas sólo. ¿Quién limpiará el cuarto? ¿Y las macetas? Seguro ya me dio por desaparecida.
FRANCO: ¿Y no es cierto? ¿No hemos desaparecido para ellos? ¿Quién se acuerda de nosotros? ¿Quién trae una venda en el brazo o en la cabeza? Nadie. Nadie.
Silencio.
MAR: (Llora). ¿Ya ves, Franco? Todo es un engaño. Tú dices que pronto saldremos de aquí, que veremos el sol... Pero no es cierto. Me engañas. No conoces el mar, nunca viste las olas ni la arena. No quiero estar contigo, Franco. No quiero seguir oyéndote. Silencio. Me hubiera gustado conocer el mar...
Silencio muy largo.
FRANCO: Tú te llamas así...
MAR: Nunca me haré vieja.
FRANCO: Claro que no.
MAR: Franco.
FRANCO: Mar.
MAR: Qué bueno que estamos muertos... ¿verdad?
Entra música violenta. Aparecen JUEVES y VIERNES bailando, y los cuatro danzan hasta desaparecer.
7
Entran por otro lado REY y REYNA. Se mueven en lo oscuro.
REY: Por aquí, ven.
REYNA: ¿Estás seguro...? No veo nada. Qué bárbaro. Cómo se te ocurre traer la linterna más vieja. Ay, ya me pegué otra vez. No veo nada, caray.
REY: Espérate, Reyna. Mira lo que hay aquí. Una vela. Vamos a prenderla, ¿no?
REYNA: ¿Para qué? Mejor ya vámonos, rápido. No quiero seguir aquí, Rey. (Al fondo la voz de JOSE dice: "el sol"). ¿Ya ves, Rey? Te lo dije.
REY: ¿Qué me dijiste?
REYNA: Mi tío tenía razón. Es un fantasma.
REY: Cuáles fantasmas. Vamos a prender la vela y verás como no hay nada. (La prende).
REYNA: No se queda prendida por el aire. Por todas partes entran chiflones. Brr, qué frío.
REY: Ya no tiembles, niña.
REYNA: Si mi tío se entera que vine aquí contigo, me quiebra todos los huesos a golpes.
REY: Entonces no le digas nada y nunca lo va a saber.
REYNA: A mí, cuando desobedezco, se me nota en la cara.
REY: Por tonta.
REYNA: Si ya sabías que soy tonta y miedosa, ¿para qué me trajiste...? Hubieras venido solo.
REY: Ya no grites.
REYNA: ¿Por qué? ¿Oíste algo?
REY: Dicen que este lugar merece respeto. Como si fuera un templo, dicen. O como una tumba sagrada.
REYNA: Qué miedo. A lo mejor todavía hay muertos por aquí.
REY: Cómo se te ocurre, niña. Hace mucho tiempo que sacaron a todos los cuerpos.
REYNA: ¿Fueron muchos?
REY: Dicen que los arrastraron hasta las puertas aquellas. Los amontonaron afuera. Olía tan feo que la gente se asomaba por las ventanas de los edificios tapándose la nariz con pañuelos. Por los rincones había montones de zapatos.
La voz de JOSE dice: El Sol.
REYNA: ¿Oíste? Si ya no hay muertos aquí, entonces es peor. Ha de ser un espíritu. Un alma en pena.
REY: Las almas en pena no existen, niña. ¿Todavía crees tú en aparecidos?
Entra JOSE caminando lentamente.
REYNA: (Se abraza de REY). ¿Qué quiere...? ¿Está muerto, Rey?
REY: Parece que la luz de la vela le llama la atención. Mira. Es un muchacho... Pero, parece un viejo...
JOSE se acerca a la luz de la vela.
JOSE: La luz. la luz entre mis manos. Frente a mis ojos. La luz... El fuego... El calor... Parece que no los viera desde siglos. El calor de antes cuando el arco iris estaba en mis manos y la miel me brotaba por todo el cuerpo. El fuego se mueve, como si tuviera alma... ¿Qué te parece, José? Mira dónde viniste a encontrar el sol. Un pedacito de sol al alcance de la mano. Un pedacito de sol pegado a un trozo de cera... (Mira a REY y REYNA). ¿Quiénes son ustedes...?
REYNA: ¿Nosotros? Nadie, ya nos vamos.
REY: Vivimos enfrente.
REYNA: Pero ya nos vamos, vente.
REY: Venimos a buscar casquillos y como aquí dispararon muchos...
JOSE: Todo lo que queda son los casquillos de las balas... Ustedes, allá atrás... ¿Oyeron? Sólo quedan casquillos para coleccionar. ¿Dónde están esos casquillos?
REYNA: ¿Con quién habla, Rey?
REY: Oye... Dile tú a mi amiga que los fantasmas no existen.
JOSE: (Grave). Todo esto está poblado de espíritus...
REYNA: ¿Ya ves?
JOSE: Han estado enterrados desde hace mucho.
REYNA: Te lo dije.
JOSE: En este lugar abandonado. Por las escaleras, y por esos pasillos oscuros. Entre paredes manchadas y rotas, sobre pisos carcomidos, cubiertos de terror... desde que los dueños de la fábrica desbarataron los juguetes...(Solemne). Pero saldrán a las calles, arrastrando sus vendas. Abrirán las puertas y las ventanas de las casas para que nadie duerma tranquilo...Los trapos limpios serán manchados.
REY: Oye, Reyna. Mejor nos vamos, ¿no?
REYNA: Vámonos ya.
REY: ¿Te acuerdas por dónde está la salida?
REYNA: Hay que bajar por aquellas escaleras.
JOSE: No se vayan. Espérenme.
REY: Quiere ir con nosotros, Reyna.
REYNA: Te digo que corras.
La niña lo saca de escena de un tirón.
8
Los cinco personajes se desplazan alrededor, a veces como un coro, otras interactúan como individuos. En tanto JOSE se mantiene aparte.
JOSE: Espérenme.
CORO: Nosotros vamos en ti José. El camino lo conocemos bien. Dentro de ti. Dentro de tu cuerpo. Queremos abrir puertas, queremos entrar por las ventanas, para preguntar otra vez.
FLOR: Porque nosotros no hicimos todo lo que hubiéramos querido, nos faltó... Como si nunca hubiéramos nacido, no tenemos nombres, no existimos...
CORO: No tenemos nombre. No tenemos.
JUEVES: Pero yo soy Jueves.
VIERNES: Yo, Viernes.
MAR: El insiste en decirme Mar, y Mar es ya mi nombre.
FRANCO: Franco es mi nombre íntegro.
VIERNES: Y ella es Flor.
FLOR: No es cierto.
JUEVES: Sí, es una flor y así se llama.
FLOR: Yo no tengo nombre, de verdad.
MAR: Todos te decimos Flor, ¿eso no cuenta?
FLOR: No tengo nombre. No quiero tener nombre.
TODOS: Flor. Eres hermosa y querías hacer el amor. Eres preciosa y querías hacer el amor. Flor.
FLOR: (Baila). Todos traen su caja de miel, en la Rueda de San Miguel.
JOSE: ¿Y tú cómo te llamas?
VIERNES: No te puedo decir mi nombre verdadero. Sería una mala cosa...
FRANCO: Eso sería comprometerme.
CORO: El compromiso. Ra-ta-tatá. El compromiso. Ra-ta-tatá. Es anticuado. No es lucrativo.
VIERNES: Vamos a ir todos contigo, José. Vamos a decirle a los de afuera que seguimos aquí. Estamos muertos, pero seguimos aquí. A merced de las corrientes de aire.
MAR: Y podremos ver el sol otra vez.
FLOR: Hay que pronunciarlo despacito, con cuidado.
JOSE: Cuando caminaba por las calles anoche, me quedé parado en la puerta de este lugar. Me golpearon, no supe ni quién. Yo también soy un muerto inútil.
VIERNES: Como todos.
JOSE: Tampoco yo puedo llegar al sol.
TODOS: José tampoco puede llegar al sol.
FLOR: La plastilina de mi cajita.
FRANCO: El paraíso de un lugar mejor.
TODOS: Ya queremos llegar al sol.
JUEVES: Si no pudimos ser grandes...
VIERNES: Si no llegamos a ser grandes...
TODOS: Ya queremos llegar al sol.
Cantan:
Estas son las palabras que queremos que les digas:
Si llegamos al mundo, no fue por nuestra voluntad.
Encontramos los barcos, cansados de naufragar.
Que nacimos por un accidente,
por mera equivocación.
Si nunca tuvimos ningún lugar
en dónde sembrar una flor.
Cinco balas de goma, cambiaron la dirección
de las brújulas rotas, que buscan explicación.
Si nacimos por un accidente,
o por mera equivocación.
Por favor... que alguien nos diga pues,
¿en dónde estuvo el error?
¿en dónde estuvo el error?
Oscuro.
SEGUNDO ACTO.
1
Al encenderse la luz, el escenario es el mismo. Entre los escombros aparece un hombre corpulento. Es RAMIRO, usa botas y un guante blanco en la mano izquierda. No se mueve en el mismo plano de realidad.
RAMIRO: ¿Qué tal, amigas? Arañas, amigas arañas. ¿Cómo están hoy...? ¿Cómo van esos huevos blandos que se incuban en la humedad? Hola, arañas tejedoras. Arañas ponedoras. Arañas incansables... ¿Han atrapado suficientes moscas para dar de comer a la familia? Arañas.Amigas. Esta mañana los periódicos me despertaron más temprano que de costumbre. Con sus voces rasposas. Hablando entre zumbidos largos primero, para luego enterrarse en mis orejas. (RAMIRO se encuentra con JOSE). Ah. ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
JOSE: No sé... Nada.
RAMIRO: ¿Qué haces aquí?
JOSE: ¿Está prohibido entrar?
RAMIRO: Claro que sí. Lárgate para afuera.
JOSE: ¿Las arañas le contestan cuando usted les habla?
RAMIRO: ¿Las arañas? ¿Cuáles? Son los periódicos los que no me dejan en paz con sus chillidos.
FRANCO: Oyeron, nos olvidamos de los periódicos.
VIERNES: Pero quién se iba a acordar.
JOSE: ¿Los periódicos?
RAMIRO: Los periódicos, muchacho. Esta mañana sus voces se me clavaron como avispas, en la cara, en los brazos, argh. Entonces corrí a la delegación donde trabajo, pero ya no estaba. El edificio completo ya no estaba.
Es cierto, muchacho. Ahora no hay nada.
JOSE: (A los otros). ¿Lo hicieron ustedes? (Risas).
Silencio.
RAMIRO: ¿Con quién hablas tú? Ah, con las arañas. Esas arañas que se descuelgan por los techos, ¿eh? Se balancean entre las vigas con dignidad. (Se nota que está alcoholizado). Mis respetos. Mi respeto absoluto. ¿Por qué? ¿Qué te decía?
Los periódicos... No, quiero decir, la delegación, Muchacho, ¿te dije que las oficinas de mi trabajo desaparecieron?
JOSE: Usted trabaja.
RAMIRO: Claro que trabajo. Me gano la vida en algo difícil,
muy arriesgado, muy expuesto. Comprometido como un sacerdocio.
JOSE: ¿En la delegación?
RAMIRO: Ahí sólo voy para registrar la entrada, tú sabes, la disciplina del horario y esas cosas. Pero casi siempre ando fuera. Donde está la acción. Donde está la bronca, los bravos... (En secreto). A ti puedo decírtelo, muchacho. En mi trabajo hay más riesgos que ganancias...
TODOS: Don Ramiro. Don Ramiro. Pobrecito Don Ramiro. Don Ramiro se rebaja. Don Ramiro sufre mucho. Paciencia y conformidad, Don Ramiro. Algún día llegará la recompensa y la jubilación.
RAMIRO: Todos los días expongo mi vida, muchacho. Y eso, a nadie le importa. Soy rudo como un palo. Frío como el hielo, pero la sangre me impresiona, muchacho. Me impresiona.
TODOS: Rototo-tom. Rototo-tom. La sangre lo impresiona. Rototo-tom. Rototo-tom. La sangre lo impresiona.
RAMIRO: No puedo acostumbrarme a la sangre, muchacho. Cuando logro agarrar alguno de esos vagos, y lo golpeo, y lo golpeo con toda mi fuerza. ¿Sabes que antes de tener pelos, fui campeón dos veces? Y esa condenada sangre que siempre salpica al golpear. Sangre negra, como de susto.
JOSE: Entonces no trabaje; busque otra cosa qué hacer.
RAMIRO: ¿Y la seguridad, y la estabilidad, y el orden de todo?
MAR baila alrededor de RAMIRO, quien no advierte nunca su presencia.
MAR: "Papi ven. Papi di. Por qué el cielo es azul. Por qué el mundo es redondo y la noche sin luz..."
RAMIRO: Mi trabajo no es para cualquiera; da satisfacciones, cómo no. Somos varios que trabajamos en secreto. Somos todo un regimiento. Una armada secreta.
TODOS: Sht. Secreto, secreto, secreto. Que nadie, que nadie lo sepa.
RAMIRO: ¿Cómo no voy a sentirme orgulloso a veces? Con gente como yo se defiende la comunidad. Se afianza el respeto de todo un país.
TODOS: ¿El país? ¿Y eso... qué es?
JUEVES: ¿Esa cosa que se disloca?
VIERNES: ¿Esa cosa loca, que se provoca, que se desboca?
JUEVES: ¿Y se revuelca después?
RAMIRO: ¿Qué sería del país sin nadie que lo protegiera? ¿Qué sería de nosotros en manos del hampa?
TODOS: ¿Bajo el amparo del hampa? Bajo el amparo santo y la luz del hampa.
RAMIRO: Pero no hay nada qué temer, yo se los garantizo. Nosotros tenemos al hampa en un puño, porque nosotros somos...
JOSE: ¿El hampa?
RAMIRO: Los defensores de la estabilidad. Me cae.
JOSE: A ver, a ver, sígame diciendo: ¿hace mucho que sufre de lo mismo, Don Ramiro?
RAMIRO: Los periódicos, muchacho. Otra vez los periódicos. Aunque fingen demencia, y parecen como si fueran simples papeles con letras. No es cierto. Están disimulando. Ellos hablan. También me hablan. Me repiten aquí cerca lo que llevan impreso. Los periódicos no me dejan en paz.
MAR: Desde que todo esto lo convirtieron en ceniza. En ruinas y ceniza.
RAMIRO: Mera rutina. Nada especial. Fue después, cuando todos tuvieron miedo y armaron aquel escándalo.
CORO: (Canta al fondo). Soy un soldado. Quiero marchar.
Los niños cantan un himno marcial.
RAMIRO: Desde entonces los periódicos no son lo mismo.
FLOR: La sección de monitos.
FRANCO: La primera plana.
MAR: La sección de sociales.
JUEVES: La excitante nota roja.
VIERNES: Los cómicos editoriales.
RAMIRO: Ah. Sus voces me persiguen, no puedo trabajar como antes. Cuando compraba guardias, cuando presiono extorsionadores. No me concentro bien asaltando asaltantes, traficantes, tratantes; regateando con las madrinas un arreglo ventajoso. Muchacho, algo pasa, se me acaba la personalidad; se me va el control de los asaltos y pequeños robos en el turno matutino de la segunda sección... Los compañeros me miran y ya no sé lo que piensan . Algo está pasando y no sé bien lo que es...
TODOS: Algo está pasando, Don Ramiro.
Y no sabe bien lo que es.
Algo está pasando, Don Ramiro...
El coro da vueltas, con devoción ante la figura de RAMIRO.
2
Entra DOÑA ROSA, se muestra nerviosa, siempre parece tener prisa.
DOÑA ROSA: Qué barbaridad. Qué barbaridad. Debe ser cosa del demonio. Una ya no sabe bien a qué atenerse. Oh. Don Ramiro, Don Ramiro. Qué buena suerte encontrarlo, necesitaba hablar con alguien. Usted ya me conoce, siempre me la paso en casa, quemando periódicos parlanchines. Salgo sólo para lo más indispensable.
RAMIRO le sonríe galante, ella le coquetea.
DOÑA ROSA: Pero hoy ocurrió algo que... Ay, Don Ramiro. Fíjese que salí al rosario como todas las tardes, un hábito sabiamente inculcado por mi madre, ay, la pobre cómo sufrió. Y al llegar, Don Ramiro, ¿qué cree usted? La iglesia no estaba. No estaba. En verdad. Había desaparecido. Y no es que me equivocara de calle, no. En su lugar sólo había una alfombra de pasto.
RAMIRO: ¿Y sus anteojos?
DOÑA ROSA: Mis ojos no necesitan anteojos para ver la iglesia del Perpetuo Socorro, Don Ramiro.
RAMIRO: Debe saber usted, Doña Rosa, que donde antes estaba la delegación, donde trabajo, ahora no hay nada.
DOÑA ROSA: Jesús mil veces, Don Ramiro. ¿Qué estará pasando? ¿En qué cosa se está convirtiendo este mundo? ¿Qué haré yo sin un lugar cercano desde donde dirigir mis plegarias a los cielos?
DOÑA ROSA descubre a JOSE.
A ver tú, muchachito. Acércate. ¿Qué te pasó?
FRANCO empuja a JOSE. ¿No tienes casa? Yo si tengo una casita, gracias a Dios.
TODOS: Gracias te damos, señor.
DOÑA ROSA: Tu cara no me inspira mucha confianza, pero ni modo, la servidumbre está tan escasa. En el cuarto de servicio tengo un catrecito libre. Ya me conoce, Don Ramiro, la caridad siempre me ha fascinado; y eso que nunca fui una trabajadora social. Siempre me niego a hacer de la caridad un oficio... (A JOSE). Pero eso es harina de otro costal, muchacho. Vas a ayudarme a limpiar los pisos y las puertas.
TODOS: Never, my love.
DOÑA ROSA: A lavar los vidrios de las ventanas y las puertas. A reparar las cañerías, las coladeras y las puertas. A sacudir las alfombras, los tapetes y las puertas. A arreglar las cortinas, el jardín y también las puertas. Ay, algunos mandaditos de vez en cuando... Vivo sola. Sola y mi alma. Tú me servirás de compañía.
RAMIRO: Óigame, vive sola porque quiere, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: No me diga eso. Ya no estamos para esas cosas. Pero por qué se niega...
DOÑA ROSA: No soñemos, Don Ramiro. Existen ciertos principios.
RAMIRO: ... a que juntemos nuestras soledades.
DOÑA ROSA: Basta. Ya no me diga tonterías en doble sentido. No quiero seguir oyéndolo.
JOSE: Doña Onda. Doña Onda. Doña Onda.
DOÑA ROSA: Por qué me llamas así. Sólo él me llamaba de esa forma. Nunca quiso decirme mamá... (A DON RAMIRO). Lo encontré una tarde de abril, envuelto en una cobija gris, sobre la banca de la iglesia. Era un querubín. Un encanto, lástima. No tenía buenos instintos. Ay, perdió la inocencia muy pronto, demasiado pronto, diría yo. Una tiene sus creencias, Don Ramiro. Siempre cerca de la religión verdadera. Pero él no sabía, no quería respetar nada. Por eso digo que más vale sola...
RAMIRO: La soledad se cura fácil, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: Jesús mil veces.
RAMIRO: No tenga tanto miedo de mí, Doña Rosa.
DOÑA ROSA: No le tengo miedo, pero estoy consagrada a mis votos. Don Ramiro. Usted me confunde, me hace decir cada barbaridad. Y la iglesia del Perpetuo Socorro, no está. En su lugar ahora sólo hay pasto verde. Hierba verde. Una conspiración de las fuerzas del mal, se lo aseguro. (DON RAMIRO la toma por la cintura). Señor, no te acuerdes de mi antiguo pecado. Que tome la delantera tu misericordia.
TODOS: Que me ampare y me lleve a la gloria celestial.
El coro repite una oración en latín. DON RAMIRO y DOÑA ROSA se acarician.
DOÑA ROSA: Señor, no sé distinguirte todavía. Esos periódicos que hablan de muertes y delitos que no entiendo. ¿Algo quieres decirme? Sería un milagro, señor. Y no merezco tal predilección. Soy tu sierva más humilde. Pero la tentación me persigue, como a débil pedazo de carne.
RAMIRO: Eso somos, Doña Rosa: carne, carne...
DOÑA ROSA: Ayuno, vigilia y moderación. Ay, qué difícil es
alcanzar tu gloria. Cómo se sufre. (Ambos ruedan por el suelo). Señor. Señor mío. Desenvaina tu espada, y defiende a tu sierva.
En música estridente todos bailan.
3
Bajo una luz se reúnen FRANCO y MAR.
MAR: Míralos bien ahora. Así están los dos.
FRANCO: Y nosotros que íbamos a salir. Que íbamos a manchar los trapos limpios.
MAR: No hay trapos limpios. Ni sucios. Ni trapos. Ven conmigo mejor. Ya no los veas.
Canta:
Volaré hasta el sol, llegaré al sol.
Y con mi espíritu viene también el amor.
Debe haber algo más que desconozco aún.
Aquel temor se fue porque yo soy el mar.
4
Con música de moda entra ARTURO. Camina buscando una salida. Esquiva a JOSE.
JOSE: Oye... Espérate. No te vayas.
ARTURO: ¿Qué pasó?
JOSE: Alguien te busca, es una niña.
ARTURO: No tengo tiempo. Necesito salir de aquí.
JOSE: No te vayas, aquí está ella.
ARTURO: No veo a nadie, ¿cómo se llama esa niña?
FLOR: No tengo nombre. Tú te quedaste con él.
ARTURO: ¿Quién eres, dónde estás?
FLOR se acerca al otro con admiración.
FLOR: Me lo quitaste al salir de la escuela, ¿te acuerdas?
Primero lo apuntaste en mi cuaderno y dijiste
que así te pertenecería para siempre. Yo me reí
porque me gustabas, con tu pescuezo flaco y tu cabeza rara. Lo metiste en tu carpeta y te llevaste mi nombre.
JOSE: No te vayas todavía...
FLOR: Cuéntanos de aquellos viejos gargajientos, de ojos temerosos y llorosos, que perdían el equilibrio a cada paso, tratando de tapar el sol con un sólo dedo. Prometimos nunca hacer lo mismo que los viejos, con las uñas largas, los dedos huesudos y deformes. Ibas con ellos. Siempre con prisa, y me dejabas haciendo la tarea. El Nilo y los egipcios. Te enseñé mi plastilina y luego te fuiste.
JOSE: ¿La plastilina?
ARTURO: La plastilina es un juego para los niños.
Para las niñas bobas de la secundaria que sueñan con castillos de colores, con príncipes enamorados. Uno llega a enseñar la verdad del amor con gentileza.¿Quién puede perder el tiempo con la plastilina? Si no aprovechas cada instante, acabas por perderlos todos. ¿Dónde carajos está la salida, muchachos? Me están esperando.
JOSE: ¿Los clientes?
FLOR: Los viejos, Arturo. No vayas hoy a verlos. Mira, la plastilina está tibia, mi amor. Está suave y tersa. La he preparado para ti... ¿Te quedarás?
ARTURO: Antes me tomaban el pelo. Ahora no. Sé lo que valen los atributos que tengo. Ser joven tiene sus ventajas, y para los viejos, mi energía vale. Si además uno sabe cómo hacerlo, los clientes no se dan por mal servidos. Pero ahora que fui al café de costumbre, donde van a sentarse los viejos, mirándonos pasar, ya no estaba.
Se oye una explosión.
ARTURO: Y después me fui por las calles, las esquinas que te presentan clientes nuevos. Gente solitaria que no se aguanta encerrada en casa y viene a las esquinas, a buscar. A saber quién puede ser un buen cliente. Hojean periódicos y revistas con la mirada perdida. Esperando que me acerque con una sonrisa, con una pregunta casual, y la mirada cargada de intención. Preguntando: ¿se siente sola, señora?, ¿se siente solo, señor? (Pausa). Pero en las esquinas también están los estorbos, muchacho. En los expendios hay periódicos. Papeles que apestan. Despiden voces vulgares y obscenas. No me dejan concentrarme en mi oficio...¿cómo hacer para callarlos?
TODOS: Un cliente... Un cliente... Déjenla que se acerque.
Entra DOÑA ROSA ávida sobre ARTURO.
DOÑA ROSA: Oh, oh. Me parece que somos vecinos. Por lo menos somos compañeros del mismo dolor. ¿No cree? Esos periódicos hablándome a todas horas. Qué mortificación, ¿con quién puede uno quejarse?
ARTURO: Sólo que oí música y me tomé la libertad de entrar...
DOÑA ROSA: ¿Una música suave y bellísima? Sería mi voz...
VIERNES: ¿En qué clase de lugar se está convirtiendo esto?
JUEVES: Que se vayan todos de aquí.
FLOR: No, todavía no.
DOÑA ROSA: No me digas señora. Todavía no cumplo los cuarenta.
ARTURO: Algunos juegos salen muy caros.
DOÑA ROSA: Oh, no me hables así. Pierdes todo ese encanto.
ARTURO: Es práctico hablar claro de lo caro.
DOÑA ROSA: Pero hay cosas que no se dicen. Qué necesidad hay. Después. Podríamos llegar a un arreglo, después.
FRANCO: Si alguien tiene algo que decir, que lo diga mientras cuajan el negocio y llegan a un arreglo.
Todos se arrodillan y cantan.
CORO: Cantemos por los que quisimos. Fueron bellos.
Aquellos que endulzaron los arrebatos,
los últimos arrebatos de los viejos.
FLOR: El columpio se reventó. La rueda de San Miguel se detuvo, y el Nilo lo midieron por kilómetros.
CORO: Encontré una vez, una linda flor sin color.
Otra vez encontré un muchacho
que me miró con amor.
Desde entonces aprendí cómo sonreír.
Que los labios tienen el gran poder
de fabricar color.
Que una simple sonrisa, de verdad fácil es.
Todo se cubre con colores, la hierba y el agua. Plastilina. Y un lápiz. Y un borrador.
Las calles con focos en conexión.
Hombres. Pantallas. Comodidad.
Salas de clase y un pizarrón.
Todos los colores pueden brotar del amor...
que encontré una vez, porque aprendí...
a descubrir el ser en cada sonrisa.
Remate musical.
5
JUEVES y VIERNES danzan pesadamente Aparece ANGEL, un joven alucinado.
ANGEL: Hoy amanecí contando elefantes. Y no podía dejar de contarlos porque no dejaban de salir. Es cansado contar elefantes, no puede uno dormir. Pero se aprende a deletrear e-le-fan-te... Y luego me volví a tirar en mi colchón, a pensar, y a tirar bolitas de humo por la boca... Ya sé que no estás solo cuando sufres por los demás, pero hoy me sentí solo sufriendo por mis hermanos, en el humo de mi colchón. JUEVES y VIERNES danzan envueltos en telas que los desfiguran. Se oye una música oriental.
ANGEL: Amanezco en medio del cuarto tapizado de recortes de periódico. Que me hablan entre dientes, que me muerden con sus letras, desde el rincón de la última página. Me anuncian las noticias. Dos. Dos cuerpos desaparecidos. Y yo ni a quién preguntarle, porque hay muchos como yo. Sufriendo. Con algún familiar desaparecido. Escondiéndose de todo.
JUEVES: "Este era un rey que tenía, un palacio de diamantes, una tienda hecha del día, y un rebaño de elefantes..."
VIERNES: Pero los elefantes no se reproducen en cautiverio.
JUEVES: Y nuestro Angel, ¿qué aguarda en cautiverio?
ANGEL: Hoy, en mi madriguera, fumaba a media tarde cuando maté una mosca. Primero la encerré en mi mano. Luego la estrellé contra el suelo. Al último la reventé con el pié. La mosca hizo un pequeño ruido al morir. De pronto yo estaba en la calle, entre las banquetas paralelas. Mi cuarto y mi colchón se habían esfumado.
Y yo... con la mente en blanco.
Silencio.
JOSE: Buscamos alguien que pueda contestar nuestras preguntas. Pero todos se quejan, todos sufren por algo.
ANGEL: Yo tampoco sirvo para contestar. Los pensamientos se me enroscan entre los cables de la azotea. Mi cielo vacío, mi colchón de chicle. Se me va el hilo de mis pensamientos. Yo... ya no sirvo.
VIERNES: Hermano, Angel; tal vez puedas todavía.
JUEVES: ¿Para qué le sirve quejarse?
JOSE: Pero si dice que ya no sirve.
VIERNES: Que hagas un esfuerzo. Por nosotros.
ANGEL: La esperanza se volvió verde de la desesperación.
JOSE: Estás vivo todavía. Tus ojos están vivos.
ANGEL: También mis ojos dicen mentiras.
JOSE: Vagamos en estas ruinas.
JUEVES: Arrastrando estas pesadas vendas.
VIERNES: Y ya queremos llegar al sol...
JUEVES: Las telarañas crecen.
VIERNES: No queremos seguir atrapados.
ANGEL: Piensan que estoy mejor. Todavía tengo un cuerpo ah, cómo me duele...ah, cómo me exige... Ah.
JUEVES: (Aparte). Se está quejando.
ANGEL: Y los periódicos me muerden.
JUEVES: ¿Por qué dispararon?
VIERNES: ¿Por qué a nosotros?
JOSE: Queremos saber por qué...
ANGEL: Bórrense. Desaparezcan. Yo no tengo qué responder nada. Yo soy inocente, sólo respondo por lo que hago. Y no hice nada. ¿También por eso quieren condenarme? ¿Quieren que sufra más de lo que sufro?
JOSE: Hubiéramos querido una respuesta.
CORO: ¿De qué sirvió nuestra muerte? ¿De qué sirvió?
CANTAN:
We all live in a yellow submarine,
yellow submarine, yellow submarine...
ANGEL se integra al grupo de RAMIRO, DOÑA ROSA y ARTURO. Los cuatro realizan una danza decadente y grotesca. Toman apariencia de marionetas sin vida.
6
Los cinco niños y JOSE observan el deterioro y destrucción de los personajes ADULTOS.
FRANCO: Ah, todos tienen pretextos para sufrir.
VIERNES: Y ninguno tiene valor de contestar.
FRANCO: Sólo se preguntan cuánto falta.
VIERNES: Todo se les enreda.
MAR: Todo se les confunde.
JOSE: Qué desperdicio.
FLOR: Aquí no hay nada.
FRANCO: Lo que buscamos no está aquí.
MAR: Nos equivocamos.
FLOR: Desde el principio.
FRANCO: Por el canal equivocado.
VIERNES: Con reglas que ya no servían, con palabras que están podridas. Ya nunca tuve los ojos más grandes.
TODOS: No.
VIERNES: Ya nunca inventé la justicia.
TODOS: No.
VIERNES: Ya nunca fui licenciado.
TODOS: No.
VIERNES: El tiempo se quedó desperdiciado.
FRANCO: Si los otros ya lo habían masticado, devorado y vomitado.
MAR y FLOR: Esta es la fábrica de los juguetes.
Jugando a los fantasmas. Hace juguetes.
Es como el fantasma de una fábrica
con fantasmas adentro.
Sólo una fábrica fantasma que fabrica
fantasmas de juguete.
Todos rodean a los ADULTOS que han quedado como espectros entre las ruinas.
FRANCO: ¿Y para esto íbamos a ser grandes? No nos perdimos de mucho. Si nosotros hubiéramos llegado a ser grandes, no pondríamos al mundo de cabeza. Nosotros estaríamos de cabeza bajo el mundo. Todo este desperdicio. ¿Y la Tierra?
JOSE: Dando vueltas, como siempre.
FRANCO: Parpadean las estrellas,
FLOR: Germinan las semillas.
JOSE: Y la Tierra, dando vueltas, como siempre.
FRANCO: Nos ponemos vendas.
MAR: Jugando a que el dolor nos alivia.
JOSE: Y la Tierra, dando vueltas, como siempre.
TODOS: Rotación. Traslación. Rotación. Traslación.
Se oye un sonido de lejanos derrumbes que resuenan en el fondo
7
Por el fondo del lugar entran REY y REYNA, hablan siempre aparte.
REYNA: ¿Ya ves cómo mi tío tenía razón, Rey?
REY: No empieces otra vez.
REYNA: Nunca debimos de entrar a este lugar.
REY: No chilles o te dejo aquí.
REYNA: No, Rey. No me dejes sola.
REY: ¿Cómo que no?
REYNA: Te juro que no estoy llorando. Ay, mamá.
REY: ¿Qué te pasó?
REYNA: Nada, Rey. Me asusté por nada.
REY: Entonces, camina ya.
REYNA: No fue nada.
REY: Hay que seguir.
REYNA: Ya nos perdimos.
Se oyen derrumbes más cercanos y un crujido en las alturas.
JOSE: Miren. Allá arriba. El techo está tronando.
FRANCO: Es cierto. Y aquellas paredes se cuartean. Se abren.
VIERNES: Está entrando el aire a las ruinas de la fábrica.
MAR: Las ventanas se abren. Las nubes se despejan.
FLOR: La prisión se derrumba. Se desbaratan las escaleras.
MAR: Se desenredan los pasillos. La oscuridad se va.
JUEVES: El sol. El sol.
VIERNES: Las vendas y las telarañas.
CORO: Se acabaron.
FRANCO: Las muñecas y la plastilina.
CORO: Se acabaron.
FLOR: Los fantasmas y los ángeles guardianes.
CORO: Se acabaron.
MAR: Las rendijas de las ventanas y los columpios.
CORO: Se acabaron. El sol. El sol.
El grupo encuentra una luz que los guía al exterior.
REY y REYNA se mantienen en un plano de realidad muy vital y realista, en contraste con los expectantes.
REY: Andale, no te quedes atrás. Camina niña.
REYNA: Ay, Rey. Ven a asomarte por la ventana. Allá abajo hay un montón de camiones.
REY: Es que pronto van a demoler todo esto.
REYNA: Y qué es eso de "demoler".
REY: Van a tirarlo, niña. A derrumbarlo todo.
REYNA: ¿Y nosotros...?
Ya echaron a funcionar las máquinas.
REYNA: Tenemos que apurarnos, Rey.
REY: Pero, por dónde.
REYNA: Hay que salir pronto de aquí.
Los expectantes avanzan hacia la luz intensa que los atrae. Inician ruidos de maquinaria.
JOSE: El sol. Vamos hacia el sol.
REY: ¿Oyes cómo se van acelerando los motores ?
REYNA: De seguro ya apretaron todos los botones.
REY: Hasta acá se oye el rechinar de las palancas.
REYNA: Vamos a gritarles que estamos aquí. Que se esperen.
REY: El ruido no los deja oír nada. Ni grites, no te oyen.
JOSE: Somos una gota...
REYNA: ¿Entonces, no hay manera de escapar... Rey?
REY: Vamos a escribir algo. Puede que eso sirva.
JOSE: Somos una gota.
REYNA: ¿Qué podemos escribir? ¿Una lista de cosas?
REY: Como los mandamientos de la vez pasada.
REYNA: ¿Una lista de cosas que no se deben hacer?
JOSE: Somos una gota...
REY: Eso de nada sirvió.
REYNA: Ya comenzaron a tirar el edificio por aquel lado.
REY: Apúrate. Tú escribes y yo te dicto, ¿estás lista?
REYNA: Yo escribo, tu dictas.
REY: ¿Qué dices?
Los derrumbes se oyen más cercanos y los expectantes parecen flotar.
JOSE: Somos una gota. En el océano infinito del espíritu. Finalmente nos elevamos a la claridad, a la luz plena. Somos imágenes sosegadas y completas. Abarcamos elevadas extensiones y el espacio se abre infinito...
REYNA: ¿Y si se nos viene el techo encima?
REY: Tenemos que darnos prisa. Comienza a escribir.
REYNA: Rey. Habla más fuerte, no te oigo...
JOSE: La nueva paz.
CORO: Ya está aquí.
VIERNES: La nueva justicia.
CORO: Ya está aquí.
JUEVES: La nueva libertad.
CORO: Ya está aquí.
FLOR: El amor infinito.
CORO: Ya está aquí.
Los expectantes han desaparecido. Sólo REY y REYNA permanecen en el derrumbe general.
REYNA: ¿Pero tú crees que lo que me dictas servirá para detener a esos señores con sus máquinas?
REY: Tiene que servir, no preguntes. Tú sigue escribiendo.
(Los ruidos se oyen más cercanos y amenazantes).
REYNA: No te oigo lo que dices. ¿Qué más escribo?
REY: La solución. Nos hace falta un poco más de tiempo.
REYNA: Grita más fuerte, porque no te oigo nada.
REY: Sólo otro poco de tiempo.
REYNA: ¿Qué dices?
REY: Más tiempo.
REYNA: No se oye.
REY: Tiempo.
REYNA: ¿Tiempo...?
Los ruidos mecánicos son estridentes, cubren las voces humanas. Los dos niños siguen gesticulando mientras se hace oscuro y se cierra el...
TELON FINAL.