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10/1/20

EL CONFIN Patricia Zangaro

EL CONFIN

Patricia Zangaro




A Sara Clérici y Juan Carlos Martini Real, amigos míos



PERSONAJES:
CORSO
LIDIA


EL ALBA

El esqueleto de un viejo almacén de ramos generales se recorta sobre la llanura. A foro, el horizonte. Amanece.

La luz crece sobre CORSO, que dormita sobre la carrocería quemada de un auto, abrazado a un fusil. Un astroso uniforme del ejército de frontera no alcanza a cubrirle el vientre, que asoma, colosal y lustroso, sobre las piernas.

Bajo el cartelón mugriento que anuncia: ALMACEN DE RAMOS GENERALES LA CAUTIVA aparece LIDIA, los ojos pringosos en la cara seca. Arrastra los pies hasta la bomba, y la acciona con resignación. El crujido del hierro oxidado despierta a CORSO.

CORSO: ¿Ya amaneció?...
LIDIA: ¡La gran puta!
LIDIA se sienta en el umbral del almacén. Saca de su bolsillo tabaco, se arma un cigarrillo, y fuma con desgano.
CORSO: Me pica el bagre...
LIDIA:... A carnear cuervos...
LIDIA fuma. CORSO se seca el sudor con la manga.
CORSO: Cuando suba el sol nos vamos a quemar vivos...
LIDIA se ríe y se atraganta con el humo.
LIDIA: ¡Ojalá!... A lo mejor ni el sol se digna a venir... y se queda quieto allá en el horizonte...
CORSO: El sol va a subir... Y el general también...
LIDIA (Escupiendo tabaco): ...Ese va a subir cuando seamos carroña...
CORSO vuelve a secarse el sudor.
CORSO: Un resplandor... anoche me despertó una luz... venía del otro lado del confín... es una señal...
LIDIA: Siempre me despierta un fogonazo... hay luz del otro lado del horizonte... pero no es una señal...
CORSO: Apenas vi la fogata agarré el fusil... (Ahuecando la voz) "No sea que caigan los bárbaros y lo encuentren desarmado, Corso".
LIDIA vuelve a reírse.
LIDIA: ¡La fogata!... En el circo no nos despedíamos de un pueblo sin hacer una fogata... Baigorria quemaba un diablo de trapo.... (Impostando la voz, como un galán de radioteatro) "Esto para que se divierta el piberío, Lidia "- me decía... parecía un dios en medio del fuego...
CORSO: ¿Ves esta chaqueta? ¿La ves bien? El general me la va a llenar de medallas: (Volviendo a ahuecar la voz) "una por cada pampa, Corso"... Porque no pienso dejar títere con cabeza....
LIDIA: Yo vi la luz... pero no era una señal... Baigorria no vino a buscarme...
CORSO: Cuando hay fuego baja el malón... y el general cruza el horizonte.
LIDIA se atraganta con el humo.
LIDIA: ...Ese va a venir por la carroña, como los cuervos...
CORSO se vuelve hacia LIDIA, con ojos implorantes.
CORSO: Me pica el bagre...
LIDIA: Rascate...
CORSO, con obediente desesperación, se clava las uñas en el vientre.
CORSO: Un día de estos te voy a carnear y a comer cruda... ¡Hacen bien los bárbaros, carajo! ¡A degüello el hembraje si no sirve ni para parar la olla!
LIDIA aspira su cigarro.
LIDIA: ...Un dedo de gasolina...
CORSO: ¿Te vas a prender fuego?
LIDIA: Un dedo de gasolina... y me rajaba al confín.
CORSO: ¡Cualquier día! La chata no se toca. Es un obsequio del general.
LIDIA apaga el cigarrillo y mira el horizonte, con obstinación.


EL MEDIODIA
Sol vertical. CORSO, el torso desnudo y llagado por la quemazón, está parapetado detrás de la chatarra. Apunta con el fusil hacia el horizonte. LIDIA, que ha buscado precario refugio bajo el alero, se apantalla
débilmente.

LIDIA: Estás en carne viva...
CORSO no contesta. Otea absorto el horizonte.
LIDIA se ríe con desgano.
LIDIA: Como el culo del pibe cuando lo cosiste a rebencazos...
CORSO no contesta.
LIDIA: Cuanto más lo despellejabas más rabioso te ponías... el cuero te silbaba en las manos... hasta que un chorro de sangre te salpicó el hocico...
CORSO se vuelve hacia LIDIA, pero calla.
LIDIA: ...entonces te chupaste la sangre y le arrancaste la piel con tus propias manos... el pibe gritaba, como los puercos cuando los carnean para hacer morcilla...
CORSO: ¡Gritaba porque le gustaba, mierda!
LIDIA calla. CORSO se incorpora y se limpia el sudor de los ojos.
CORSO: ¡Como a todos!... Se bajan los calzones cuando los pescan en falta: ¡Cágueme a rebencazos, general, me mamé! ¡Pegue sin asco, mis hijos se robaron la res, general! ¡Me quedé dormido, general, rájeme el culo hasta desangrarme!
LIDIA calla. CORSO eleva los ojos al cielo.
CORSO: Estoy ardiendo...
LIDIA: Le curé las heridas y se lo chupó el horizonte... Cuando el sol quema me parece que lo escucho gritar...
CORSO: Dame agua...
LIDIA se ríe y vuelve a apantallarse.
LIDIA: Ese va a traerte el agua... cuando baje al desierto por la carroña...
CORSO: ¿Ves aquella nube sobre el confín? Es la polvareda que levanta el malón cuando baja para alzar cautivas. ¡Les echan el lazo, y se las llevan a los toldos para arrancarles la lengua!
LIDIA se echa a reír con ganas.
LIDIA: ¡Qué calor! Nos estamos prendiendo fuego.


LA TARDE
CORSO, sentado bajo el alero, juega a las cartas. LIDIA se ha echado sobre el camino de tierra y remienda obsesivamente un disfraz de india enmohecido.
CORSO: (Como si jugara con un parroquiano) ¡Envido!
LIDIA: ¡Un piojo, mierda!
CORSO juega, en silencio.
LIDIA: ¡Todos los santos días despiojo la melena, y todos los santos días revientan las liendres!
CORSO: ¡Truco!
LIDIA: A Baigorria no le gusta la mugre... en Chascomús nos metió a todos en la laguna... una mañana de invierno... salí a la pista enloquecida de fiebre... los huesos me bailaban, los ojos me hervían en las cuencas... tenía la voz de un espectro... "¡Nunca te salió mejor el papel de la cautiva, Lidia!"... Esa noche conocí el carromato de Baigorria...
CORSO: ¡La gran puta!
CORSO arroja las cartas sobre la mesa y da por terminado el juego.
CORSO: Me van a estallar las tripas.
LIDIA: Tenés el cuero duro... todavía aguanta...
CORSO: Un fuego que me roe... adentro...
LIDIA: Duro como el pibe... le tuviste que arrancar el pellejo con las manos...
CORSO: ¡Los bárbaros no tienen piel!... Es una fibra arisca que hay que partir a rebencazos... Mi mama siempre me decía: "Pórtese bien, Corso, ¿o quiere que lo cosa a rebenque como a indio cerdudo?"
LIDIA: ...Y gritaba... como si lo carnearan vivo...
CORSO: ...Voy a llenar el desierto de cueros de pampa... como ropa tendida... secándose al sol...
LIDIA: ...Cuando se lo chupó el horizonte... empezó el silencio...
CORSO: ...Entonces el general va a cruzar el horizonte... y me va a llenar el pecho de medallas...
LIDIA: ...Le curé las llagas para empaparme las manos de su sangre...
CORSO: ...Y cuando alcance el otro lado del confín... voy a pasear por Florida con un carro lleno de bárbaros... para que los pibes les tiren piedras y la ciudad entera se ría de los apestados...
LIDIA: ...Todavía lo siento... un olorcito fresco... en las palmas...
CORSO: También voy a llevar cautivas, con las manos desolladas, por haber tocado sangre bárbara.
LIDIA se vuelve hacia CORSO y lo mira con atención.
LIDIA: Un día me voy a cansar... y voy a echar a andar... hasta que se me pudran las piernas... y me vas a ver chiquita como un piojo allá en el horizonte... y me voy a tirar de cabeza del otro lado del confín... ¡y chau, se terminó!
CORSO vuelve a doblarse sobre la mesa.
CORSO: Voy a reventar...
LIDIA: Es el calor... fermenta...


EL CREPUSCULO
Cae la tarde. El alero se llena de sombras.
LIDIA y CORSO están apartados. Ambos miran obsesivamente el horizonte.
LIDIA: (En voz baja, como un rezo) Cincuenta y seis, cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve...siete y cuarto...uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...
LIDIA Y CORSO miran el horizonte.
CORSO: (Cazando un mosquito) ¡Reventé otro, general! ..."Bravo, Corso"...Y van treinta y dos...
LIDIA: ¡Contá en silencio, me confundís! Cincuenta y ocho, cincuenta y nueve...¡siete y veinte!...uno, dos, tres, cuatro, cinco...
CORSO: (Cazando otro) ¡Je! ¡Treinta y tres!
LIDIA: Veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco...
CORSO: ¡La edad de Cristo! ¡Mírelo bien, general! ¡Las patas largas, grande, fornido... como el cacique aquel... ¿se acuerda del que emboscaron en la aguada...
LIDIA: (Contando rabiosamente) ¡Cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta, cincuenta y uno..!
CORSO: ...y después lo pasearon desnudo por Florida? Tenía bien puesta la lanza el muy guacho... y todo el hembraje porteño se juntó para verlo pasar...
LIDIA: (Frenética) Siete y veinticinco... baja el sol... uno, dos, tres, cuatro...
CORSO: ¡Me lo hubieran dejado a mí! Le arrancaba la lanza hasta desangrarlo... ahí nomás, delante de todas esas perras... Como a éste, mire cómo lo aplasté... grande el tipo... fuerte... seguro que de capitanejo no baja...
LIDIA: ¡Veintiocho, veintinueve, treinta... ya oscurece... treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres...!
CORSO: ¡Treinta y tres no! Esa es mi cuenta...
LIDIA: ¡Callate! Treinta y tres... treinta y...
CORSO: ¡Yo maté treinta y tres, carajo!
LIDIA: ¡Que pierdo la hora! Treinta y cuatro... treinta y cinco...
CORSO: ¡Me clavo en treinta y tres y se acabó! ¡Son órdenes del general!
LIDIA se vuelve hacia CORSO, furiosa.
LIDIA: Eran las siete y media... y se iba a poner el sol...
CORSO: El sol no se va a poner. Antes tiene que bajar el general.
LIDIA niega con resignación.
CORSO: Anoche vi la fogata... era una señal... Primero el malón, después el general con las medallas... LIDIA: No era una señal... Siempre hay luz del otro lado del confín... Y casas llenas de gente que comen y chupan hasta hartarse... Después salen a la puerta para hacer la digestión... Y cuentan chistes, y ríen hasta el amanecer... Los hombres hacen sonar la bocina de sus autos... Y las mujeres los esperan con sus críos... Un chico de pellejo duro se ríe a carcajadas... Y Baigorria que baila... como un dios en medio del fuego..."¡Lidia, Lidia, he venido a buscarte!"... ¡Pero yo no puedo verlo! ¡Porque todo eso pasa allá atrás!... Y yo estoy aquí... como ciega...
CORSO: El general no me va a fallar...
LIDIA: ...Como si ése me hubiera arrancado los ojos cuando nos tiró en el desierto y se lo chupó el horizonte... y tuviera las cuencas vacías...como la carroña...
CORSO: Porque fui un hombre fiel... a rebencazo limpio... por pura lealtad... y eso tiene su recompensa...
LIDIA: ...Y sólo estuviese esperando que bajen los cuervos...
CORSO: ¡Eso tiene su recompensa, carajo!
LIDIA y CORSO callan. Miran obstinados el horizonte.
Crecen las sombras sobre las ruinas del almacén.
LIDIA se ríe.
LIDIA: ¡El sol se pone igual, te jodí!... Un día menos.
CORSO se encoge de hombros.
CORSO: Mañana vuelve a arder...
LIDIA se ríe con más ganas.
LIDIA: Y se te van a abrir las llagas... Y será otro día... menos.
CORSO aprieta el fusil.


LA NOCHE
Luz de luna sobre el almacén. LIDIA está sentada sobre el umbral, y fuma, como al comienzo. CORSO lloriquea como un niño sobre el fusil.

CORSO: Está oscuro, mama...
LIDIA: Ya falta poco.
LIDIA se ríe, amarga.
LIDIA: Si cruzara el confín... me haría actriz... pero no de carácter, como en el circo... bataclana... como ésas que se subían al trapecio con medio culo al aire, y Baigorria las miraba embobado... puta, eso me gustaría ser... puta de teatro...
CORSO: ¡Mama!... cuando se viene la noche bajan los indios cerdudos...
LIDIA: Aunque ya estoy vieja... en lugar de culo, un rabo de perro matungo... y las tetas hundidas en la clavícula... dicen que eso es por dar de mamar...
CORSO: ¡Y pensar que se me murió! Cualquier día me iba a dejar pasar hambre, pobrecita! Cinco kilos de ravioles amasaba, todos los domingos... El general se chupaba los dedos...
LIDIA: Un día de estos me llego hasta el confín y me tiro de cabeza... a atorrantear en las pasarelas... ¡y chau, se terminó!
CORSO: Si me parece escucharla: " Péguele un tiro a esa atorranta, Corso, y hágase un lindo estofado"... El general va a comprender...
LIDIA: ¡Hace años que se acabaron las balas!... Y yo tengo la carne desabrida como gallina vieja...
CORSO: Si estuviera mi mama...
LIDIA: Si pudiera arrastrarme hasta el horizonte... Baigorria debe de estar bailando... con las rodillas flojas... como yo...
CORSO: Siempre le tuve miedo a la noche... se me da por llorar, como los chicos...
LIDIA: Igual que el pibe... lo hacías gemir como un cordero... hasta que se fue... seguro que está bailando allá atrás... con Baigorria... él no me haría estofado por ser bataclana... a los pibes les gusta la vida del teatro...
CORSO: Aquella noche me mamé ... cuando la comadrona me entregó el crío y le vi las crines y el pelaje oscuro... me eché a llorar como una hembra... El general alzó el rebenque, y lo volvió a alzar hasta despellejarme... No le gustan los maricas... ¡Pero yo digo que hay que ser muy hombre para aguantar la noche en este páramo, minado por la sed y el hambre, y el ojo atento en el horizonte!
LIDIA: Ya falta poco... estamos cada día más cerca de la carroña...
CORSO: Mañana... seguro que baja mañana...
LIDIA: ¿Oís?... Graznan los cuervos... tal vez bajen antes de que amanezca...
CORSO: ...Y cuando cruce el llano... y vea la tierra limpia de intrusos hasta el horizonte... entonces me va a llenar el pecho de medallas...
LIDIA se echa a reír, lunática.
LIDIA: Revolotean sobre mi carne... y se relamen de gusto... como si fuera una puta... la mejor puta del bataclán.
CORSO se aferra al fusil.
CORSO: ¡Los maté a todos, mama!... ¡Mama!... No me deje solo...
LIDIA ríe mientras graznan los cuervos.

Apagón