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4/3/21

El Arte de Actuar. Uta Hagen.








































El Arte de Actuar 
Uta Hagen.

IDENTIDAD

Un actor, cuanto más desarrolle un sentido absoluto de su identidad propia,
mayor posibilidad tendrá de identificarse con otros personajes que no sean
el propio.
Las circunstancias previas y las existentes provocarán la aparición de un tú
diferente. Cuando nos enfrentamos en una violenta discusión, sabemos
Cómo nos sentimos, pero rara vez nos damos cuenta de Cómo nos
comportamos.
El deseo o la necesidad de una máscara para ocultarnos, a menudo se
origina, no sólo de un concepto incorrecto, sino de una desconfianza de
nosotros mismos. Abrigamos la sospecha de que somos aburridos y de que
solamente el personaje de la obra es lo bastante interesante para cautivar
al público. Necesitamos tener una verdadera curiosidad de saber más sobre
nosotros y los demás.
Cuando admiren un cuadro, colóquense dentro de la pintura, no sólo la
miren. Observen la totalidad.
Las costumbres, la arquitectura, las modas, las necesidades sociales y
políticas, todo cambia; va y viene, pero a lo largo de la historia, la gente ha
respirado, dormido, comido, amado, odiado y experimentado sentimientos,
emociones y necesidades similares; cualquier cosa que permita que el
actor se percate de esto, es de vital importancia. Debe ser asimilada por
completo de tal manera que si, en el escenario, vivimos éste o cualquier
otro momento de la historia, podamos adentrarnos en él en vez de sólo
ilustrar lo que “ellos” hacían en esa época.
Como adultos, no nos obliguemos a renunciar a esas fantasías. Cualquier
cosa que fortalezca nuestra fe en que algo nos ha sucedido, es de gran
utilidad.
Tenemos que aprender a renunciar a los dictados de la sociedad para
expandir nuestra imaginación y el uso de nuestro yo. (Recuerden que las
vocales y consonantes que emitimos, representan nuestros deseos.)
Si usted es afectado en su vida diaria, consciente de sí, de manera
calculadora, en sus relaciones con los demás, sin duda será un mal actor, ya
que su atención es narcisista. Si adquirió esta afectación en su adolescencia
y no la eliminó al cumplir los veinte años, tendrá serios problemas; después
de todo, si posee un comportamiento que tomó prestado y se enfoca en el
mismo, en vez de hacerlo en otras conductas propias, ¿cómo pretende ser
de verdad activo en el escenario?
Cuando hablo de copiar o imitar algo que se ha visto, me refiero a que
existe un momento en la vida de todo actor joven, en cualquier forma del
arte, en que alguien con quien ha estado en contacto, a quien admira,
influye en él con tanta intensidad, que la necesidad de emular a esa
persona es casi un reflejo, casi un procedimiento subconsciente, esto se
aplica también al artista más talentoso y supongo que es una manera cómo
el dedo de la genialidad toca a la siguiente generación. No debemos
despreciar o minimizar esta transmisión de nuestros dones, la herencia de
los que nos han precedido. Tenemos que rezar porque hayamos recibido la
influencia de los mejores, pero tratemos de heredar el trabajo interior y no
la forma externa (el concepto, no la forma). Oremos porque nuestro gusto y
juicio intuitivos nos permitan copiar, aunque sólo temporalmente a un
maestro, en vez de imitar a un éxito momentáneo de taquilla.
Al encontrar y fortalecer nuestra identidad, ¿acaso no es posible desarrollar
nuestra capacidad de identificación, al grado de que seamos capaces de
utilizarla para revelar al ser humano oculto en la literatura dramática?


SUSTITUCIÓN
La expresión “perderse” en el papel o en la actuación, tan a menudo
utilizada por algunos grandes artistas del teatro, siempre me ha confundido.
Me resulta mucho más estimulante decir que deseo “encontrarme” en el
papel.
Webster define a la sustitución como: “El acto de poner a una persona u
objeto en el lugar de otro, que sirve para el mismo propósito, para
reemplazarlo”.
Uso la sustitución para “hacer creer”, en el sentido literal de la expresión, el
instante, el lugar, lo que me rodea, las fuerzas condicionantes, mi nuevo
personaje y mis relaciones con los otros, para entrar en la acción
espontánea y de momentos del yo, que acabo de elegir para el escenario.

Cada etapa de la búsqueda de un papel, requiere de incontables
sustituciones extraídas de la experiencia de vida (esto incluye lecturas,
visitas a museos, galerías de arte, etc.). Aun las películas malas pueden ser
útiles si el lugar de ciertos acontecimientos tiene, para ustedes, una
autenticidad tal que pueden creer que estuvieron allí. Ningún director será
capaz de ayudarles con sus sustituciones, ya que no forma parte de sus
experiencias de vida; podrá auxiliarles con los elementos que busca en el
personaje, dictar el sitio, el entorno, las circunstancias dadas y definir sus
relaciones con los otros personajes de la obra, pero cómo hacer que estas
cosas sean reales para ustedes, cómo lograr que existan, es un trabajo
absolutamente personal.
Hacer es sinónimo de actuar. En este momento, nos hemos acercado muy
poco a la actuación; sigo en el proceso de construir un sentido de realidad y
fe en el personaje.
Cuando a un actor le resulta difícil encontrar una sustitución para el
contenido de una escena tomada en su totalidad, a menudo puede hallar la
raíz del problema en el hecho de que es demasiado literal. Muchos
intérpretes toman el acontecimiento externo y las palabras exteriores por lo
que parecen. Un ejemplo; el personaje dice: “Te odio” en circunstancias en
las que, en realidad, busca a gritos la atención de alguien a quien ama; sin
embargo, el actor sólo trabaja con el odio.
Deben buscar el trampolín psicológico que los envíe a los acontecimientos
inmediatos. Tienen que lanzarse a la caza del objetivo psicológico de la
escena y, para esto, pueden encontrar sustituciones. Trasladar la esencia
de la experiencia y no el acontecimiento original a la escena.
Utilicé el pasado para hacer real el presente; no estoy actuando en el
pasado, sino en el ahora. Busqué sustituciones para creer en el ahora, para
sentirlo, e hice las dos cosas para encontrar una acción espontánea para el
ahora. Quizá repita esto cien veces, porque a menudo no es bien entendido,
pero sus sustituciones serán completas sólo cuando se vuelvan sinónimas
con los actores, los acontecimientos de esta obra, estos objetos que
utilizamos en la vida escénica, y produzcan una acción significativa.
Hay una sustitución más que encuentro muy importante en mi trabajo; es
incluso menos literal que las que ya hemos visto, y tiene menos paralelismo
con el personaje. Es aun más personal y privada, pero puede sugerirse y
estimular al actor a dirigirse hacia su experiencia de vida. Me refiero a cosas
tan intangibles como los colores, las texturas, la música, los elementos de la
naturaleza.
Deben encontrar sus propias sustituciones, si desean que tengan un valor
real para ustedes. Busquen sus propias sustituciones, hay infinidad de ellas.
Y debo advertirles de no caer en la gran trampa de compartir sus
sustituciones con cualquiera.
La sustitución no es una finalidad en sí misma, no es una meta para
involucrarse, por el gusto de hacerlo, sin una acción consecuente. Deseo
insistir, en caso de que cualquiera de ustedes me haya interpretado mal, en
que la sustitución es el aspecto de la tarea que fortalece su fe y sentido de
la realidad, en cada etapa del trabajo total de su personaje. Es un medio de
producir las acciones de éste que sean justificadas e individuales.
Particularizar o hacer algo particular, en oposición a generalizar o
mantenerse en lo general, es algo esencial para cualquier cosa en la
actuación, desde la identificación con el personaje, hasta el objeto físico
más diminuto con el que entren en contacto.
Cada detalle de lugar, objetos, relaciones con otros, mis principales
necesidades de personaje, mis necesidades y obstáculos inmediatos, deben
volverse particulares, no debemos permitir que algo permanezca en lo
general.