Mostrando las entradas con la etiqueta Licona Abuelita. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Licona Abuelita. Mostrar todas las entradas

25/4/20

Licona Abuelita

ABUELITA DE BATMAN
Alejandro Licona

Frente a un espejo imaginario, el GALÁN termina de arreglarse. Ensaya
miraditas, sonrisas seductoras y risitas de Don Juan
GALÁN: (Suspirando) Bueno. A lo que te truje... (Se coloca un saco disponiéndose a
salir. Mira en torno). Creo que todo está listo. Flores, cogñac. Ya puse a
enfriar el champán. Ojalá no tome mucho porque nomás compré una botella.
Está carísimo (Recordando) Ay, la música. No la he escogido
(Recapacitando) No. Mejor la busco en el momento. Es cachondo ponerse a
buscar discos (Con voz seductora) ¿Qué prefieres? ¿Brahms o José José?
Tengo grabaciones exclusivas. Bueno. Pues vámonos. Ojalá no haya mucho
tráfico aunque siempre es elegante llegar tarde. (Se oye que tocan a la
puerta. El GALÁN se extraña y acude a abrir. En la entrada aparece una
mujer.) Ah, hola Estela ¿qué cuentas?
ESTELA: Nada. Aquí nomás ¿tú? Ay, que elegante. No estás ocupado ¿Verdad?
GALÁN: No, pero...
ESTELA: (Entrando) Invítame un café entonces. Necesito hablar contigo. (El GALÁN
duda por unos momentos. La mujer se mete sin esperar invitación).
GALÁN: Pásale. Nada más que tengo un poco de prisa.
ESTELA: No pienso tardarme (Viendo en torno) ¿sabes qué me fascina de tu casa?
que siempre la tienes arreglada y con flores. Me encanta.
GALÁN: ¿No podríamos vernos mejor otro día?
ESTELA: Rodolfo. Hace meses que no nos vemos. Que no sabemos el uno del otro.
GALÁN: Me hubieras hablado. Es que ahorita tengo una cita...de negocios.
ESTELA: ¿Y no puedes hablar diciendo que vas a llegar tarde?
GALÁN: Cómo crees. Eso no se hace. Es importante además.
ESTELA: Me imagino... ¿no me vas a ofrecer nada?
GALÁN: Estela, en serio. Tengo que irme. No es que te corra, cariño.
ESTELA: (Enternecida) Ay, hacía tanto que no me decías así. Me encanta.
GALÁN: Mira. Mañana no tengo nada qué hacer ¿por qué no vienes y recordamos
viejos tiempos, mh?
ESTELA: ¿Por qué nunca me llamaste? Te hablaba a diario ¿qué nunca te pasaron
mis recados?
GALÁN: ¿Por qué no hablamos de eso después, Estela? Se me está haciendo tarde.
ESTELA: Cuando andábamos, yo era lo más importante para ti, Rodolfo.
GALÁN: Pero ya no andamos, mi vida... (La mujer lo mira con tristeza y reproche.)
Mañana puede ser. Si quieres de una vez quedamos en la hora.
ESTELA: ¿Cómo puedes decirme eso, después de todo lo que vivimos? Cuando
menos trátame como amiga.
GALÁN: Mi amor. No creo ser grosero ni descortés. Simplemente hoy no podemos
platicar. Entiéndelo ¿sí? Ahora si me permites...
ESTELA: Cuando menos dime por qué tronamos.
GALÁN: (Impaciente) Estela. Mañana hablamos todo lo que quieras. Ahorita no puedo.
ESTELA: Sólo quiero saber. No creo haberte hecho nada. Andábamos, sí pero
¿cuándo terminamos? De buenas a primeras me cortas sin decirme por qué.
GALÁN: ¿Te vas o te quedas? Te puedo dar un aventón. Voy por tu rumbo.
ESTELA: Rodolfo. Dime por favor.
GALÁN: Desde el principio quedamos que era sin compromiso. Que si lo hacíamos
era por...sentirse bien. Acompañados. Nunca te pedí nada ni tú a mí. Ya
pasó. Cada quien por su lado.
ESTELA: Rodolfo. No te puedes pasar la vida de acostón en acostón. Necesitas echar
raíces.
GALÁN: Así soy feliz. Nunca te lo oculté. Lo sabías (Mirando su reloj) Uta madre.
Ya es tardísimo. Deja avisar que voy a llegar tarde. (Va a un teléfono pero se
arrepiente.) Mejor hablo del estudio. Ahorita regreso.
ESTELA: Sí, mi amor.
GALÁN: (Aparte. Al público) Pinches viejas. No les puede dar uno amor porque de
inmediato se sienten con derecho a todo. Y todavía pregunta la pendeja por
qué la corté...
Se marcha el GALÁN. ESTELA se -sienta. Se abre el escote y se levanta la
falda. Poco después regresa el GALÁN.
ESTELA: ¿No pones música?
GALÁN: ¿Quieres? ¿No que vamos a hablar?
ESTELA: Es que te ves tan varonil buscando discos ¿qué prefieres? ¿Brahms o José
José?
GALÁN: (Viendo el escote abierto) ¿Qué no andas con nadie, Estela?
ESTELA: El último fuiste tú y sigo esperándote.
GALÁN: Quedamos en que éramos libres. Sin compromiso. Además lo nuestro ya
tiene rato. Si no has buscado es porque no has querido.
ESTELA: ¿Le llamas rato a tres meses?
GALÁN: Pues sí ¿no?
ESTELA: Has sido el mejor de todos, Rodolfo.
GALÁN: (Con falsa modestia) Tú también tienes lo tuyo.
ESTELA: ¿Por qué no seguir?
GALÁN: Porque me gusta mi libertad. No quiero estar atado a nadie, por eso.
ESTELA: Ya no eres joven, Rodolfo. El tiempo pasa ¿quieres estar solo el día de
mañana?
GALÁN: Si tú te sientes vieja, no es asunto mío. Yo todavía la hago y prueba de ello
es que no falta quien quiera acompañarme ¿Cómo voy a creer que en tres
meses no hayas agarrado nada? Y fea no estás, Estela.
ESTELA: Gracias. Siempre has sido muy amable. Caballeroso
GALÁN: Mira, si lo que pretendes es formalizar una relación, viniste al lugar
equivocado. No soy de ésos. Si quieres sexo, órale. Que valga de algo la
visita. (Trata de fajarla.)
ESTELA: (Ofendida) ¡Suéltame!
GALÁN: ¿Qué quieres, entonces? Vienes. Te abres y enseñas. Si no vienes a eso ¿a
qué carambas entonces? ¿A que andemos de manita sudada? Estás como
operada del cerebro.
ESTELA: Cuando me acuesto, me gusta amar.
GALÁN: (Aparte. Al público) ¿Ves por qué las corto? Porque todas son iguales.
Luego luego quieren casa (A ESTELA) De haber sabido que eras una
mojigata apretada, me cae que ni caso te hago. Chin. Pensé eras inteligente,
liberada. Mira nomás con qué mamadas me vienes a salir a estas alturas
¿Sabes qué? Vete. Con suerte y todavía alcanzo a la chava con la que quedé
de verme.
Se hace un silencio ominoso.
ESTELA: Ofréceme algo de beber. De seguro compraste champán.
GALÁN: ¿No quieres mejor Bacardí? El champán es caro (Cizañoso) Lo uso sólo en
grandes ocasiones.
ESTELA: ¿Sabes qué? No te sale ser malo. En el fondo eres bueno. Tierno. Buscas
protección.
GALÁN: Oh sí y también tengo complejo de Edipo. Dicen además que todos los
donjuanes somos homosexuales en potencia. Es lo que dicen todas cuando
las mando al carajo. Para desquitarse. No me importa. Me gusta ser así.
Disfrutar de la vida.
ESTELA: Estoy segura que vas a cambiar.
GALÁN: ¿Además de sicóloga eres adivina? Mira tú. Y yo que nunca me di cuenta.
ESTELA: Es inútil que trates de convencerme que eres muy malo. Te conozco. No
eres así. No necesitas hacerla de villano para alejarme. No hace falta, de
veras ¿brindamos?
El GALÁN va a un mueble y sirve en dos copas
GALÁN: ¿Por qué? ¿Por nuestro futuro y feliz matrimonio?
ESTELA: Claro. Porque seamos felices el resto de nuestros días.
GALÁN: Me encanta tu sentido del humor ¿sabes? Si alguna vez llegara a casarme, lo
haría con una persona como tú. Eres buena compañera y sumamente cotorra.
ESTELA: A esta casa le hace falta el toque femenino. Ahora que me venga pienso
cambiar esas cortinas. Nunca me han gustado. Y poner plantas. Dan tanta
vida.
GALÁN: ¿Los muebles están bien o los cambiamos?
ESTELA: Están bien así, aunque la cocina la tienes muy descuidada. Parece cocina de
soltero.
GALÁN: Faltaba más. Desde mañana vamos a buscar muebles
ESTELA: No crees que me venga a vivir contigo ¿verdad?
GALÁN: Ay, Estela. Eres fabulosa. Salud.
ESTELA: Salud.
Ambos beben. Pausa
ESTELA: A propósito de salud ¿hace cuánto que no te haces análisis de sangre?
GALÁN: (Mirándola fijamente) ¿Por qué?.
ESTELA: Nomás. Con eso del SIDA nunca se sabe.
GALÁN: (Tras breve pausa) Sé con quién me meto.
ESTELA: Eso mismo decía una amiga y... (No sabe que más agregar) Lo malo no es
tanto morirse sino que lo traten a uno como apestado. Ay, no te me acerques.
No me toques. Te dejan de visitar. Un perro se queda con más amigos. Te lo
deberías hacer. No sale tan caro. Si quieres te recomiendo un laboratorio. Es
muy discreto.
GALÁN: Me encanta tu sentido del humor.
ESTELA: ¿Sí, verdad? ¿Qué más le queda a uno?
GALÁN: (Asustado) No estarías tan tranquila platicando.
ESTELA: No. Lo duro es al principio. Después ya te acostumbras. Lo ves normal.
GALÁN: Ay, Estela tan vaciada. Me fascinas.
ESTELA: Me alegro que lo tomes así. Pensé te ibas a poner como loco.
GALÁN: Pero no estás enferma ¿verdad?
ESTELA: ¿Tú qué crees?
GALÁN: (Acorralado) Que no. Es obvio.
ESTELA: Ay, Rodolfo. Sí estoy...
Sumamente asustado Rodolfo se pone de pie y estalla.
GALÁN: ¡¿Y lo dices así, como si nada?!
ESTELA: ¿Y cómo quieres que te lo diga?
GALÁN: ¡Hija de la chingada, donde me hayas contagiado verás, cabrona! ¡Te
puedes ir preparando!
ESTELA: ¿Y cómo sé que no fuiste tú el que me contagió? No hay modo de saberlo.
GALÁN: (Jerimiqueando) ¡Sí, ahora yo, desgraciada! Y todavía tienes el descaro de
venírmelo a decir. Que huevos de cabrona. Que poca madre tienes, Estela.
ESTELA: Pensé que te gustaría saberlo.
GALÁN: Que considerada eres, hija de toda tu... (Se calma súbitamente. Se empieza a
reír.) Pinche Estela, que mala eres, Por un momento me la creí. Uta...
(ESTELA no responde y se limita a mostrarle un documento.) ¿Esto, qué?
ESTELA: Lee por favor...
GALÁN: (Leyendo) " Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida "...
ESTELA: SIDA para los cuates.
El GALÁN se desploma en una silla como fulminado por un rayo.
GALÁN: Hijo, Estela. Si es una broma te juro que...
ESTELA: Ahí está el teléfono de los laboratorios. Puedes hablar cuando gustes.
GALÁN: No puedo tenerlo. No yo.
ESTELA: ¿Y por qué no? ¿Qué te hace inmune? ¿Con cuántas no has andado?
GALÁN: Uta. Pero todas decentes.
ESTELA: ¿Yo no soy decente?
El GALÁN parece no escuchar esto último. Sumamente nervioso se pone de
pie.
GALÁN: ¿Quién sería? ¿Estarán todas contagiadas?
ESTELA: No te recomiendo que se los digas. Se van a poner furiosas. Te echarán la
culpa.
GALÁN: Ay, sí. Como si yo fuera el único.
ESTELA: Que manera de fregarse la existencia ¿verdad?
GALÁN: ¿Y como cuánto tiempo nos quedará de vida?
ESTELA: Pues...Unos cuatro o cinco años, no más (Tras breve pausa) Y vivir solo.
Segregado, señalado. A ése ni hablarle porque es sidoso. A menos qué...
GALÁN: ¿Que qué?
ESTELA: Que vivas con una sidosa. Ni modo que te rechace o temas infectarla. Se
podrían acompañar. Pasarla bien. El uno comprendería al otro, después de
todo comparten el mal y están irremediablemente condenados a morir, más o
menos, al mismo tiempo (Suspirando) Ay pero qué tonta soy. Se me
olvidaba que a ti te gusta la libertad. Bueno, me retiro.
GALÁN: ¿Ya te vas?
ESTELA: Por supuesto. No quiero que llegues tarde a tu cita.
GALÁN: Espera, no te vayas.
ESTELA: ¿Y a qué me quedo, Rodolfo?
GALÁN: Vente a vivir conmigo. Si quieres, nos casamos.
ESTELA: Rodolfo por favor ¿tú pidiéndome eso?
GALÁN: Hace rato dije que si me casaba con alguien, sería contigo. Lo recuerdas
¿verdad? También dije que eras guapa, inteligente.
ESTELA: Vieras que no me acuerdo.
GALÁN: ¿Entonces?
ESTELA: ¿De?
GALÁN: Vente a vivir conmigo (Se hinca) Te lo pido. Te lo suplico, Estela.
ESTELA: Déjame pensarlo. Háblame o déjame recados en la oficina. Yo luego te
resuelvo. Nos vemos, que estés bien.
Estela se retira dejando hecho polvo a Rodolfo.
GALÁN: Pinche Estela, cabrona. Se salió con la suya...Abuelita de Batman que sí...
Oscuro.
“ME QUIERES A PESAR DE LO QUE DICES "

Entra una mujer cargando una maleta y una caja de cartón amarrada con
mecates. Las deja a un lado y furiosa se dirige al público.
ESPOSA: ¿Y qué me dicen de los políticos, eh? ¿A poco no dan ganas de matarlos
cuando los escucha uno hablar? Que no va a subir de precio tal cosa,
púmbale, sube. Que el peso ya está estable y es cuando viene una
devaluación. Que ya no va a haber corruptos ¿Y cómo viven los infelices?
¿Han visto sus casas? (breve pausa. Escudriñando con la mirada) ¿No hay
nadie aquí que viva en Bosques de las Lomas? Son enormes. Con seis carros
del año, de ésos que se venden por metro. Chofer y toda la cosa ¿Y quién
hace algo? Nadie. Si quieren soportarlos, allá ustedes. Yo me voy. Ya estoy
harta.
Va a su maleta y comienza a llenarla con ropa que va sacando de la caja de
cartón. Poco después entra el POLÍTICO con huellas de bilé en la cara y
tambaleante de borracho
POLÍTICO: (Ebrio) Es motivo de honda satisfacción ver que mi linda esposa es el
prototipo de la mujer mexicana. Abnegada y trabajadora y que retando al
destino, adverso en estos momentos para nuestra nación, se encuentra ya
levantada. Lista para el trabajo hogareño.
ESPOSA: Por si no te has dado cuenta, Falacio, ya son más de las diez de la mañana.
POLÍTICO: ¿Ya? (consulta su reloj) Cuando uno trabaja al lado del candidato, el
tiempo surca veloz el espacio hipérbole de nuestras existencias y es que,
junto a ese insigne mexicano, político distinguido profesionista preclaro de
estatura moral elevada y...
ESPOSA: Tu chingada madre.
POLÍTICO: Esposa mía. Compañera de mi vida. Eso que acabas de pronunciar es
contestatario. Resentimiento social. Fuerza oscura.
ESPOSA: ¿Qué horas son éstas de llegar, Falacio?
POLÍTICO: Como anoté al principio de mi ponencia, me encontraba laborando
arduamente en compañía del que habrá de llevarnos por los derroteros del
triunfo social y democrático.
ESPOSA: ¡Te fuiste de borracho y de putañero! ¡No lo niegues! Mira nada más cómo
vienes ¡Vete en el espejo! Todo pintarrajeado.
POLÍTICO: En el progresista y modernizado partido de la revolución no
discriminamos a la mujer. No. Es más. La hacemos partícipe de nuestros
triunfos. Es por lo que celebramos el triunfo de nuestro candidato. Esto que
tus prístinas pupilas contemplan, son solo restos de arrebatos revolucionarios
de las compañeras del partido, que en un éxtasis democrático y patriótico,
estamparon en mi faz.
ESPOSA: Digo ¿me crees tan pendeja? ¿Crees que no me doy cuenta, Falacio? A mí
no me vengas con tus discursitos que ya no se los cree nadie, vamos, ni un
niño de primaria.
POLÍTICO: Esposa de mi corazón. Yugo familiar. Estoy abierto al diálogo. Al debate
esclarecedor y a demostrarte con argumentos coyunturales que vives en el
error. Que lo que tu mente encierra son sólo rumores. Emisarios del pasado.
La ESPOSA saca de la caja un enorme brassier. Negro o rojo con encajes
muy coquetos
ESPOSA: Ayer encontré esto en tu saco ¿Puedes decirme qué significa?
POLÍTICO: (Brevemente desconcertado) Eso...Ah. Es el nuevo emblema de la campaña.
ESPOSA: ¿Un brassier?
POLÍTICO: Afirmativo. Es signo de que habrá abundancia en el próximo sexenio.
Significa además el sostén del partido del pueblo, de las masas que podrán
bambolearse pero no caer.
ESPOSA: ¿Y qué me dices de esta foto que hasta dedicada está? ¿Quieres que te la
lea? "Para Falacio con amor, que hace vibrar mi cuerpo entero"
POLÍTICO: Esa foto que sostiene enfática tu mano, es sólo una metáfora.
ESPOSA: ¿Cómo metáfora?
POLÍTICO: Sí. La mujer que ahí aparece es la sociedad, que conocedora de los altos
fines patrióticos que perseguimos en el partido, se entrega gustosa en
nuestras manos. Nuestras reformas y nuestro pujante derecho constitucional.
De ahí su frase "haces vibrar mi cuerpo entero" He dicho.
La ESPOSA queda desconcertada. Duda por unos momentos.
ESPOSA: ¿Sí? ¿Y qué hay de esta nota de hotel que halle en tu camisa? ¿Vas a decir
que te la dio la sociedad?
POLÍTICO: No...Es...para comprobación de gastos.
ESPOSA: Admites entonces que te metiste a un hotel...
POLÍTICO: Para levantar una encuesta. Sí. Conocer las inquietudes del pueblo. Saber
de sus necesidades. El partido único de la revolución mexicana no se limita a
sondeos en la calle, donde por lo general la ciudadanía tiene prisa. Se distrae.
En cambio en un centro de reposo y recreación como es un hotel puede
manifestar, sin presión, sin coacción, sin distracción, sus valiosas opiniones
que habrán de conformar el plan de gobierno de nuestro insigne candidato.
La mujer guarda silencio por unos momentos, mirando dubitativa a su
esposo.
ESPOSA: Es que luego llegas oliendo a perfume...
POLÍTICO: Son los aromas progresistas que se ventilan en el partido del pueblo. El
olor a santidad que despide nuestro máximo líder...
ESPOSA: (Tras pausa) ¿Me perdonas, mi vida?
POLÍTICO: Cariño. El partido es benevolente, misericordioso como todos los que
tenemos la dicha y el honor de conformarlo. Este penoso incidente ha sido
sepultado en la oscuridad del pasado ¿me das de desayunar?
ESPOSA: Sí, mi amor.
POLÍTICO: Mientras voy a asearme. A quitarme el sudor, fruto de un trabajo
continuo, agotador pero placentero. En un momento estoy contigo,
revolucionaria compañera. Esposa modelo. Mexicana ejemplar.
El POLÍTICO se va. La ESPOSA recoge el brassier, los papeles y los echa a
la caja. Comienza a regresar su ropa de la maleta a la caja.
ESPOSA: Hijo... ¿Por qué me sentiré tan mal? Me queda la misma sensación que cuando
escucho el informe presidencial o un discurso en la Cámara de Diputados...
(Se encoge de hombros) Este va a llegar lejos. Abuelita de Batman que sí.
Se va la ESPOSA. Oscuro.
“ENTONCES SEREMOS FELICES "
Habitación a oscuras. Se escuchan sirenas que después de un momento
bajan de intensidad hasta desaparecer. Entra un PRÓFUGO jadeando.
Trata de caminar en la oscuridad pero derriba un objeto que hace ruido
MUJER: (Desde adentro) ¿Quién anda ahí? (El PRÓFUGO sonríe ufano y no
contesta. Se pone en pose. De una puerta sale una MUJER abrochándose
una bata. Mira con asombro al convicto.) ¡Librado! ¿Qué haces aquí?
PRÓFUGO: Ya ves. Visitándote. Dame algo de beber, lo necesito.
MUJER: ¿Te escapaste, Librado?
PRÓFUGO: No. Le dije al de la puerta que me diera chance de darme un volteón
¿Qué? ¿No me vas a recibir como merezco?
MUJER: Sí, claro. (Se acerca a él y se deja besar, desganada.)
PRÓFUGO: Huy, cualquiera diría que te da un resto de gusto el verme.
MUJER: No es eso. Es...la sorpresa. Ay, Librado, quién te viera ¿Y cómo le hiciste?
PRÓFUGO: Pues...nos costó trabajo, no te creas. Pero nos la rifamos y aquí estoy.
Para recordar viejos tiempos. Prepárate que nos vamos.
MUJER: ¿Irnos? Ay, Librado ¿y a dónde?
PRÓFUGO: Pues a ver. Lejos, donde no puedan alcanzarnos.
La MUJER no contesta y va a un mueble.
MUJER: Sólo hay café ¿Quieres que te lo caliente?
PRÓFUGO: (Lascivo) ¿Nomás eso me vas a calentar?
MUJER: (Tras breve pausa) Oye, Librado ¿y es muy necesario que vaya contigo?
Digo, yo podría alcanzarte después. Uno corre más rápido que dos.
PRÓFUGO: No, ni madres. Tú eres mi vieja y te necesito a mi lado.
MUJER: Claro, somos pareja. No sabes el gusto que me da verte de nuevo. Ay, te he
extrañado tanto.
PRÓFUGO: ¿De veras? ¿Y por qué entonces dejaste de irme a visitar?
MUJER: Ay, mi amor. No pude soportar el seguirte viendo tras las rejas. Se me partía
el corazón. Vieras que hasta me enfermé.
PRÓFUGO: Pero me hubieras escrito.
MUJER: Sí lo pensé pero...yo sé que en prisión luego abren las cartas y... ¿Cómo iba
a decirte todo lo que siento por ti, si otros se iban a enterar? Esas cosas son
íntimas, privadas. Nadie tiene por qué enterarse. Por eso mejor no te escribí.
PRÓFUGO: Y yo pensé que ya habías dejado de quererme. Que otro ocupaba mi lugar.
MUJER: Ay, no mi amor. Cómo crees.
PRÓFUGO: Lo pensé, no te creas. Y juré vengarme. Hacer picadillo al que te pusiera
una mano encima. Es más, antes de entrar aquí, tuve un cruel presentimiento.
MUJER: (Ofendida) ¿Pues por quién me tomas? ¿Crees que yo sería capaz de hacer
una cosa así?
PRÓFUGO: No tendría nada de raro. Ha pasado mucho tiempo.
MUJER: ¿Para eso te escapaste? ¿Para venirme a faltar el respeto? Mejor te hubieras
quedado, Librado. De veras.
PRÓFUGO: Oh, fue sólo un presentimiento, mujer. No te enojes. Como sea nunca te
faltaron pretendientes. Más de dos andaban tras de tí. Niégalo ahora.
MUJER: Siempre te fui fiel. Resistí estoica todas las tentaciones del mundo.
PRÓFUGO: Esa es mi vieja (dándole una nalgada) ¿Entonces qué, mi amor?
¿Recordamos viejos tiempos?
MUJER: (Viendo preocupada hacia la recámara) Este...Ay, Librado ¿por qué te
tenías que escapar en estos días?
PRÓFUGO: No es cosa que dependa de uno ¿por qué?
MUJER: Dices que me quieres y no es cierto.
PRÓFUGO: Cómo no. Quién dice.
MUJER: Digo. Si te preocuparas por mí, recordarías ciertas fechas.
PRÓFUGO: No te entiendo ¿de qué fechas estás hablando?
MUJER: No podemos hoy, cariño. Ando en mis días.
PRÓFUGO: Mira. Después de años de no tocar a una mujer, como que eso viene
sobrando. Soy capaz de hacérselo a una anciana. Entiende. Ya me anda.
Vamos.
MUJER: Librado, amor. Hice una manda. No has de querer que la rompa ¿Verdad?
Imagínate. Ofender así a la virgencita.
PRÓFUGO: ¿Hiciste una manda de qué?
MUJER: De que en mis días, nada de nada.
PRÓFUGO: ¿Y en los otros qué?
MUJER: También. Pero esos se los juré a ti, cariño ¿Crees que no tengo ganas? ¿Que no
me muero por estar contigo? pero una manda es una manda. Hay que
respetarla.
PRÓFUGO: No, pues eso sí.
MUJER: Digo. Ya bastante tiene una con lo suyo, como para cargar con un castigo
divino.
PRÓFUGO: Pero podemos dormir juntos. Sentir tu cuerpo, tu calor. Acariciarte.
MUJER: Ay ¿quién piensa en dormir ahorita? vamos a platicar. A ver cuéntame
¿cómo has estado?
PRÓFUGO: Bien ¿y tú?
MUJER: También... ¿y a quién has visto?
PRÓFUGO: A nadie... (Impaciente) Estoy muy cansado. Vámonos mejor a dormir.
MUJER: ¿Pero cómo dormir, Librado? Hay que huir ¿no dijiste? De seguro ya vienen
tras tu pista. Te pueden agarrar. No hay tiempo que perder. Deja vestirme
para acompañarte. En un segundo vuelvo.
PRÓFUGO: Deja echarme aunque sea un coyotito. Me caigo de sueño.
La MUJER lo retiene, evitando que entre a la recámara.
MUJER: En el camión te puedes dormir todo lo que gustes ¿quieres mientras echarte
un traguito?
PRÓFUGO: No saben dónde estoy. Acuérdate que cambiaste de domicilio.
MUJER: Es que...luego lo volví a dar.
PRÓFUGO: ¿Lo volviste a dar? ¿Pero a quién se le ocurre?
MUJER: Bah. Lo hice para que me escribieras (sollozando) pero nunca lo hiciste. Y
yo que pensé que me querías. Cuán equivocada estaba.
PRÓFUGO: Yo tenía tu dirección. No tenías por qué darla.
MUJER: Claro. Regáñame ahora. Hazte el ofendido, el enojado. A ver ¿por qué nunca
me escribiste?
PRÓFUGO: (Tras pausa) Porque no sé escribir. Por eso.
MUJER: Pero bien que querías que yo lo hiciera. Eres un egoísta desconsiderado.
PRÓFUGO: Había quién podía leérmelas. Bueno, que importa eso. Vámonos. No te
traigas nada. En el camino compramos lo que nos haga falta. Tráete la maleta
con el dinero.
MUJER: La maleta...
PRÓFUGO: Sí, la maleta café. Te dije que la escondieras.
MUJER: Librado ¿me quieres?
PRÓFUGO: Sí, mucho. Ahora apúrate.
MUJER: ¿Mucho o quién sabe?
PRÓFUGO: Muchote.
MUJER: Tú dijiste que podía agarrar dinero de la maleta...
PRÓFUGO: Sí, para tus gastos...No te lo habrás gastado todo ¿verdad? eran millones.
MUJER: Ay, Librado ¿qué no hay televisión en la cárcel? ¿No sabes que todo está
carísimo?
PRÓFUGO: Pero era una lanota.
MUJER: Cuando asaltaste el banco, sí. Ahora con eso de la inflación...
PRÓFUGO: ¿Cuánto queda?
MUJER: ¿Qué te importa más? ¿El dinero o yo? La lana va y viene. Lo importante es
que estamos juntos de nuevo.
PRÓFUGO: ¿Te gastaste todo?
MUJER: Lo invertí lo mejor que pude. Por ejemplo esta casa. Ya casi es nuestra ¿ves
por qué te dije que luego te alcanzaba? Para traspasarla. Algo le podemos
sacar.
El PRÓFUGO guarda silencio, como herido por un rayo.
PRÓFUGO: Tardamos meses en planearlo. Con muchos sacrificios conseguimos las
armas. Edilberto murió en el asalto pero yo logré escapar. Esconder el
dinero. El sueño de tener algo, de comer bien, de ser alguien. Luego la
cárcel, las vejaciones. No le hace, porque saliendo de aquí voy a hacerla. A
vivir como rey y me sales conque no hay nada (fuera de sí) ¡¿Qué carajos le
hiciste?!
La MUJER lo mira con aire de culpabilidad.
MUJER: (Encogiéndose de hombros. Sentida) Mejor te hubieras quedado. En un
ratito me has dicho puta y ratera. Y yo todavía de imbecil que me endrogo
con esta casa. Con nuestro nidito de amor. Para esperarte. Se necesita ser
tarada.
PRÓFUGO: Y yo que quería vivir en la playa. Tener hijos. Una casita frente al
mar...ser respetable. Poner un negocio de comida (con desesperación) ¡No
puedo creerlo! ¡Era una maletota así, llena de billetes!
MUJER: ¿A dónde vas?
El PRÓFUGO se mete a la recámara. La MUJER por unos momentos pierde
la calma pero se vuelve a serenar. Sale el PRÓFUGO.
PRÓFUGO: (Conteniéndose. Fúrico ) ¿ Qui-én-es-é-se ?
MUJER: Baja la voz, lo vas a despertar. El pobre llegó cansadísimo.
PRÓFUGO: Por última vez ¿Quién es y qué hace en mi cama?
MUJER: Por Dios, Librado. Es Fidencio ¿tan pronto te olvidaste de él?
PRÓFUGO: No conozco a ningún Fidencio. No me enredes.
MUJER: Claro, si ya creció. Así como lo vas a reconocer Es mi sobrinito. Acuérdate,
el Fide. Seguido venía a visitarnos.
PRÓFUGO: Ese era un escuincle. Este es un hombre hecho y derecho.
MUJER: Mi amor ¿hace cuánto que estás en prisión? ¿Que no lo ves?
PRÓFUGO: Si se ve de mi edad.
MUJER: Es que la vida lo ha maltratado mucho. Así cualquiera envejece. Tú fácil te
ves de setenta. Claro, la prisión.
PRÓFUGO: ¿Setenta?
MUJER: Por eso dudé cuando entraste. No estaba segura que fueras tú.
El PRÓFUGO se toca la cara, desconcertado
PRÓFUGO: Nunca me di cuenta...pero ¿por qué está en mi cama y desnudo?
MUJER: Somos pobres ¿no te das cuenta? Ni yo tengo para comprarle una cama ni él
para una pijama. Ay, Librado. Me haces sentir mal, como si hubiera hecho
algo indebido. En lugar de recibirme a besos, me dices de cosas, me
bronqueas. Ya no eres el de antes. La vida en prisión te ha acanallado.
PRÓFUGO: ¿Y por qué no está durmiendo en su casa?
MUJER: Porque la perdió durante el temblor ¿sí recuerdas que hubo uno muy fuerte,
no? Se quedó sin familia. Imagínate. Huérfano a los doce años ¿A quién más
iba a recurrir? Si quieres lo echo, para que estés contento. Que mendigue por
esas calles de Dios, expuesto al hambre, al frío y a la lluvia. Sin más techo
que el sol y las estrellas.
PRÓFUGO: No, déjalo. Pobre. No sabía. Discúlpame. Es que estoy confundido,
acorralado.
MUJER: ¿Qué piensas hacer ahora?
PRÓFUGO: No sé. Me siento mal y me lo advirtieron. No te vayas. Allá fuera está
cabrón (se encoge de hombros) Marcos Galindo, un tipo condenado a 40
años de prisión. Cuando la fuga le dijimos y no quiso acompañarnos. Yo ya
me escapé una vez. No vale la pena. Vas a sufrir. Te encuentras todo tan
cambiado...Y se quedó. Pensamos que por miedo. Que razón tenía. Tanto
espacio, tanta libertad a uno lo marea. ...Bueno. Me dio gusto verte.
MUJER: ¿Ya te vas?
PRÓFUGO: Cuando menos en prisión tengo con quién platicar. Amigos. Mi lugar, pues.
MUJER: ¿Quieres que te prepare algo para el viaje?
PRÓFUGO: No. Con suerte y alcanzo el desayuno. Nos vemos. Suerte.
MUJER: Gracias. Que te vaya bien.
Se besan. El PRÓFUGO se va. La MUJER suelta un gran suspiro de alivio
MUJER: Menos mal que no ha cambiado mucho. Ay, es que luego se escuchan historias
horribles de la cárcel. Que ahí los hacen más malos. Así cualquiera se asusta.
Lo voy a ir a visitar, pobre. Se lo merece. Abuelita de Batman que sí...
Oscuro.
“SERENIDAD Y PACIENCIA "
Entra un DOCTOR. Se dirige al público
DOCTOR: Entre las profesiones más atacadas, se encuentra la medicina. Que
cobramos mucho. Que hacemos operaciones innecesarias, que nos
aprovechamos de las pacientes o que en contubernio con laboratorios
venales, recetamos medicinas que no sirven para nada. Que a veces se nos
olvidan pinzas o gasas en los cuerpos cuando operamos, en fin. La lista es
larga. Pero no todos los médicos somos así, no. Los habemos muy serios,
respetables y humanitarios. Con un gran sentido del deber, del servicio. Y sé
que en este espectáculo están...señalando a ciertas personas. Profesiones. Yo
por eso me he permitido venir hasta acá para hacer, no precisamente una
defensa del honorable cuerpo médico, sino para decirles que no todos somos
corruptos, sinvergüenzas ni transas. Cuando gusten pueden visitarme en mi
consultorio o preguntarle a mi clientela...Por más que le busquen, no hallarán
queja alguna de un servidor (se oye que tocan a la puerta) Con su permiso.
En la puerta aparece un PACIENTE
DOCTOR: ¡Don Salustio Robles ! Pásele por favor. Lo estaba esperando.
PACIENTE: Buenas tardes, doctor ¿cómo está?
DOCTOR: No tan bien como usted. Que...saludable se ve. Qué envidia. Me debería
pasar la receta.
PACIENTE: Ay, doctor. No se burle. Si viera cómo me siento. No me cesan los dolores.
DOCTOR: Pero siéntese por favor. Esos dolores que menciona son naturales. No debe
preocuparse.
PACIENTE: Es que no me dejan ni dormir, doctor. Las pastillas ya no me hacen. Ay,
me la paso en un grito.
DOCTOR: Le aseguro que en tres meses ya está del otro lado. Eso júrelo. Cosa de
esperar, de tener paciencia. Serenidad. No se me desespere.
PACIENTE: Sí, doctor... ¿y cómo salí de los análisis?
DOCTOR: Perfecto. Es más, por aquí los tengo, permítame...Causó sensación en el
laboratorio. Está en boca de todos.
PACIENTE: ¿De veras?
DOCTOR: Por supuesto. Luego luego me llamaron ¿ya sabe del caso del señor Robles?
Sí, señorita ¿es usted su médico? Sí, caray ¿no es para sentirse orgulloso?
PACIENTE: Ay, si usted lo dice.
DOCTOR: En todo salió positivo. A eso le llamo un caso completo. Mire.
PACIENTE: Ajá... ¿y qué es lo que tengo?
DOCTOR: (Minimizando) Nada. Una...pequeña proliferación de células. Nada del
otro mundo pero sí lo voy a molestar cuando pueda venir, con una pequeña
incisión que hay que practicarle. Cuando guste. No hay prisa.
PACIENTE: ¿Incisión?
DOCTOR: Sí, una aberturita. Rápida...Nada más para estar seguro. Ya sabe que no
me gusta dejar las cosas a medias. Ante todo, responsabilidad.
PACIENTE: ¿Y cuándo tendría que ser eso?
DOCTOR: Cuando pueda o quiera. No tiene que ser ahorita. Un mes, dos. Una
semana. Ahora que si puede venir mañana, mejor.
PACIENTE: (Tras pausa. Amoscado) Entonces es urgente.
DOCTOR: No, no. Yo decía mañana porque...no tengo nada qué hacer. Hay que
aprovechar el tiempo, no desperdiciarlo (se ríe) A propósito de aprovechar el
tiempo ¿usted se divierte, señor Robles? ¿Se da buena vida?
PACIENTE: ¿Por qué me pregunta eso, doctor?
DOCTOR: Simple curiosidad. Un poco de esparcimiento siempre es recomendable y
más si está uno...un poco indispuesto.
PACIENTE: La verdad, no...
DOCTOR: ¿Por qué no se va de viaje? ¿Se da la gran vida? Salga con mujeres,
reviéntese. Baile, cante, sea feliz. Ahora que puede.
PACIENTE: ¿Ahora que puedo, doctor?
DOCTOR: S-sí. Digo, de anciano no va a poder. A eso me refiero.
PACIENTE: (Sonriendo anémicamente) Ah
DOCTOR: Váyase a la playa, tome el sol pero ya, apúrese ¿tiene sus papeles en orden?
PACIENTE: ¿Papeles, doctor?
DOCTOR: Sí, licencia, impuesto predial, luz, teléfono. Testamento.
El PACIENTE mira con horror al galeno
DOCTOR: Yo lo tengo al día.
PACIENTE: ¿Qué es lo que tengo, doctor?
DOCTOR: Ya le dije. Un simple carcinoma hipofísico parietal con ramificaciones
troncales y numerosas por todo su cuerpo. No vale la pena extirparlo. Si
fuera importante, sí. Pero ¿para qué hacerlo gastar en una operación
innecesaria? Si yo fuera otro médico, lo haría para ganarme una lana extra.
Lo siento pero usted se topó con un médico honrado. Ese dinero mejor
gásteselo en una pachanga, en un viaje. Pero ya, señor Robles. No se me
espere mucho.
PACIENTE: ¿Y cuál es la prisa, doctor?
DOCTOR: No, ninguna. Yo digo por la inflación. El dinero vale menos cada día que
pasa. Esa es mi apuración. No me malinterprete por favor.
PACIENTE: Ah.
DOCTOR: ¿Usted cree en Dios, señor Robles?
PACIENTE: Sí ¿por qué?
DOCTOR: Por nada. Llevo una estadística. Parece mentira pero los pacientes que
llevan una buena relación con Dios, sufren menos. Quiero decir, no se
angustian tanto.
PACIENTE: Sí, voy a misa los domingos.
DOCTOR: ¿Y se confiesa y comulga?
PACIENTE: Sí, sí.
DOCTOR: Eso me tranquiliza. Qué bueno ¿y qué opina del país, señor Robles? ¿De
la crisis? ¿De la devaluación?
PACIENTE: ¿Eso qué tiene que ver con mi enfermedad?
DOCTOR: No, nada. Es para hacer plática.
PACIENTE: Pues...está mal ¿no?
DOCTOR: Y la contaminación. El día menos pensado, todos amanecemos muertos ¿y
para dónde se hace uno? No hay dinero para cambiarse a otra ciudad y si lo
hubiera, no nos quieren en provincia. Todo tan caro. La violencia...El dinero
que no alcanza para nada. Los secuestros. Con todo eso ¿no le dan ganas a
usted de morirse? Sinceramente ¿a poco no?
PACIENTE: Bueno, tanto como morirse...
DOCTOR: Cómo no. Luego los impuestos, la inflación, la Bolsa. Andan diciendo que
van a congelar las cuentas bancarias. Este país se va a ir al carajo, señor
Robles ¿y qué hace uno? ¿Nada? ¿Qué puede hacerse? Solamente colgar el
tenis.
PACIENTE: (Tras pausa) ¿Carcinoma no es cáncer, doctor?
DOCTOR: Mmmmh. Sí.
El PACIENTE lanza un aullido de horror.
DOCTOR: Pero hay enfermedades más feas. Ahí tiene el Sida, la rabia, el mal de
Parkinson ¿sabe cómo se muere la gente de tétanos?
El PACIENTE se incorpora y le suelta un bofetón al DOCTOR para marcharse.
DOCTOR: Digo. Habemos médicos serios, responsables pero desgraciadamente no
siempre los pacientes están a la altura de esos doctores. Abuelita de Batman
que no. Con su permiso.
El DOCTOR se marcha muy digno. Oscuro.
TIEMPOS MODERNOS.
Sala en departamento de clase media alta. Frente a un espejo, AMANDA. Se da los
últimos toques. Se escucha el timbre de la entrada. Se dirige a abrir. En la
entrada aparece AMADO muy elegante y con un ramo de flores en la mano.
AMANDA: Amado, cariño. Que bueno que ya llegaste (Lo besa. Por las flores) ¿Y esto?
AMADO: Ya ves.
AMANDA: Ay, eres un amor. Por eso te quiero tanto. Anda, pásate ¿te sirvo algo?
AMADO: Si tú me acompañas.
AMANDA: ¿Whisky o cogñac?
AMADO: Cogñac (contemplándola), que guapa te ves.
AMANDA: (Luciendo su vestido) ¿Te gusta? Ayer me lo compré.
AMADO: Te queda precioso. Así te ves...ay, mamacita. Que ganas de estar contigo.
De comerte a besos. Agarrarte.
AMANDA: Amado, por favor. Compórtate. Ya habrá tiempo.
AMADO: ¿No habría modo de que ya estuviéramos? De veras te deseo. No me has
dejado ni dormir, Amanda. Sólo pienso en tí. Esta semana se me ha hecho
eterna. Pensé ya nunca me llamarías.
AMANDA: (Sonriendo) Tonto ¿crees que yo no te he extrañado?
AMADO: Que dicha haberte conocido. Salud.
AMANDA: Salud.
Beben
AMADO: ¿Y a dónde se fue ahora?
AMANDA: ¿Quién? ¿Mi marido? No, a ninguna parte.
AMADO: (Súbitamente serio) ¿No anda de viaje?
AMANDA: No. Está aquí en la ciudad.
AMADO: ¿Y no hay peligro de que llegue aquí de repente?
AMANDA: Sí, pero no importa. Es más, ya no debe de tardar
AMADO: ¿Estás hablando en serio, Amanda?
AMANDA: Claro ¿por qué pones esa cara?
AMADO se levanta preocupado.
AMADO: Cómo que por qué, Amanda ¿y si me encuentra aquí? Debiste avisarme.
Cómo se te ocurre. Puedes ocasionar una tragedia.
AMANDA: Amado, cariño. El ya sabe.
AMADO: ¿Ya sabe? ¿Qué es lo que sabe? No te entiendo, explícate.
AMANDA: Que tú y yo andamos.
AMADO: (Asustado) Mira, mejor nos vemos otro día en otro lugar ¿sí? háblame por
favor.
AMANDA: (Soltando un suspiro. Divertida) Si te pudieras ver. Estás muerto del
susto. Qué bárbaro. Pareces gelatina.
AMADO: (Sonriendo anémico) ¿Sí, verdad? Nos vemos luego.
AMANDA: ¿En serio te vas a ir y me vas a dejar con toda la cena preparada, Amado?
Eso no se hace. Me voy a sentir mucho. Me pasé toda la tarde haciéndola. Es
más, compré del vino que te gusta.
AMADO: ¿No entiendes, Amanda? Soy tu amante. No quiero amanecer flotando en
el Gran Canal.
AMANDA: Amado, por favor. Se ve a leguas que no conoces a Ladislao. El sería
incapaz. Es un pan el tipo.
AMADO: Mira, no quiero averiguarlo ¿cuándo me hablas?
AMANDA: Amado, amor. Siéntate y cálmate. Los dos somos una pareja abierta y los
dos podemos andar con quien queramos sin problema alguno. Todo nos lo
decimos.
AMADO: ¿Todo?
AMANDA: Todo ¿crees que si no fuera así, estaría tan tranquila aquí sentada,
esperando a que llegue?
AMADO: Una cosa es sospecharlo, decirlo. Pero verlo de carne y hueso. No,
Amanda. De veras discúlpame pero no puedo quedarme. Va a ser horrible,
entiéndelo.
AMANDA: Amado, no puedes irte ¿qué va a decir? te quiere conocer. Va a pensar
que eres un patán, que no le importa botar un compromiso así de importante.
Me va a hacer burla. Va a decir que...eres un coyón. Que cómo puedo andar
con una persona así.
AMADO: ¿Estás hablando en serio, Amanda?
AMANDA: Sí. Todas las muchachas que ha traído a cenar son encantadoras,
inteligentes y guapas.
AMADO: Y a ti... ¿no te importa que te las traiga?
AMANDA: Me importaría si anduviera con una chancluda horrible, sin educación ni
cultura. Ahí sí me sentiría mal. Imagínate. Que te cambien por una persona
así.
AMADO: (Sacado de onda) Debiste avisarme. No estoy preparado...tengo miedo,
Amanda.
AMANDA: ¿Miedo de qué? Si fuera un loco celoso a la antigüita, ni te traía aquí.
Créemelo.
AMADO: Inventa cualquier cosa. Dile que hablé, que me disculpe.
AMANDA: ¿En serio piensas irte? Ay, Amado. No me hagas eso. Jamás te lo voy a
perdonar.
AMADO: Amanda. Te quiero más que a nadie pero entiende. Es mi pellejo.
Entra LADISLADO con una bolsa del súper.
LADISLAO: Perdón. Me olvidé de tocar. Es la costumbre. No interrumpo nada
¿verdad?
AMADO: (Para sí) Dios mío, ayúdame.
AMANDA: No, para nada. Pásale, amor ¿cómo te fue? ¿Te tocó mucha gente?
LADISLAO: Imagínate. En quincena. Pero traje todo lo que me encargaste.
AMANDA: Mira, te presento a Amado. Ladislao mi marido.
LADISLAO: Mucho gusto. Pero siéntese. Póngase cómodo ¿le ofrezco algo?
AMANDA: Estábamos tomando cogñac ¿tú qué quieres?
LADISLAO: También, si me haces favor... De modo que usted es el amante de mi
mujer.
AMADO: (Nervioso) Sí. Para servirle.
LADISLAO: Lo felicito. Tiene usted muy buen gusto. Mujeres como ella no es fácil
encontrar. Se lo digo por experiencia.
AMADO: Gracias. Favor que me hace.
LADISLAO: (Toma la copa que le ofrece su esposa) Gracias, amor ¿sabe qué?
¿Amado, me dijo?
AMANDA: Sí, Amado Basaldúa.
LADISLAO: No pensé que usted se presentara.
AMADO: ¿No?
LADISLAO: Digo, dispénseme si se lo digo pero nuestra sociedad es todavía
tan...retrógrada, ñoña. Como del siglo 19. La gente es muy espantada...y
cobarde.
AMANDA: Pues ya ves que vino. Y tú que no me creías.
LADISLAO: No y me da gusto. Eso significa que usted es preparado. Con criterio
y...valentía. Cualquier otro se hubiera ido corriendo. Me alegro que usted no.
Salud, señor Basaldúa.
AMADO: Salud.
LADISLAO: ¿Y que tal? ¿Cómo se siente con mi mujer?
AMANDA: Ladislao. No es correcto preguntar eso.
LADISLAO: ¿Y cómo tú sí lo haces?
AMANDA: Tu última pareja estaba muy nerviosa. Lo hice para hacer plática.
LADISLAO: La asustaste más y te lo dije (Sonriente a AMADO) Usted se ve culto,
refinado ¿o le molesta hablar del tema?
AMADO pide auxilio con la mirada.
AMANDA: ¿Te sirvo otra?
AMADO: Por favor.
LADISLAO: ¿Y usted a qué se dedica, Amado?
AMADO: (Intentando sonreír) A...lavar ropa.
LADISLAO: (Misericordioso) Sí. Está tan dura la cosa que a veces me pregunto si no
terminaremos todos así. Lavando coches.
AMANDA: Pero dile que tienes una cadena de lavanderías.
AMADO: Pocas. Como siete.
LADISLAO: Entonces ha de ganar bien.
AMANDA: Tus cuatro o cinco millones al mes ¿verdad? Deberías de lavar ropa tú
también. Así saldríamos de pobres.
LADISLAO: (Apretando los dientes) Pobres no estamos, mi amor.
AMANDA: (También apretando los dientes) Es para hacer plática, mí vida.
LADISLAO: Dinero cualquiera puede hacerlo. Cuantos patanes sin educación ni
cultura lo tienen a pasto. Y ahí los ves, paseándose en sus carros último
modelo, pero pregúntales quién es Kant o quién es Schiller y te dicen que son
unas calles. Bestias. No hay peor gente que un naco con dinero (Obsequioso)
Usted sí ha de tener estudios ¿verdad?
AMANDA: Tiene dos carreras. Licenciado en Letras Hispánicas y en Derecho.
LADISLAO: ¿Por qué no dejas que él me conteste, mi amor? Es propio de la gente
civilizada, dejar que los otros hablen.
AMANDA: Ladislao, cariño. Lo mismo haces con tus amigas. Me dices que son esto
y lo otro y las pobres apenas abren la boca y se balconean toditas.
LADISLAO: En esta ocasión, en esta hora, justo en este momento estamos hablando
de tu amigo, no de mis amigas, a quienes bombardeas con preguntas dizque
para ponerlas en evidencia.
AMANDA: ¿No estás haciendo lo mismo en este momento, cariño?
LADISLAO: No, cariño. Si el señor dice ser licenciado en letras hispánicas, me puede
decir un verso de La Vida es Sueño, muerto de la risa.
AMANDA: ¿Ves cómo estás dudando?
LADISLAO: No dudo nada, es para hacer plática como tú dices.
AMANDA: (A AMADO) Díselo por favor.
AMADO, incómodo, no sabe qué hacer.
LADISLAO: (Con sorna) Lo escuchamos, señor licenciado en letras hispánicas.
Tome su tiempo (Mira su reloj) Al fin que la noche es larga.
AMANDA: Te lo sabes ¿verdad?
AMADO: ¿Es necesario todo esto?
AMANDA: Te lo suplico.
LADISLAO: Sabremos apreciar su cultura. Acuérdese que está entre gente civilizada.
AMADO se prepara.
AMADO: Por si alguna vez soñamos / Y sí haremos pues estamos / En mundo tan
singular / Que el vivir sólo es soñar / Y la experiencia me enseña / Que el
hombre que vive sueña / Lo que es, hasta despertar...
LADISLAO queda callado.
AMANDA: (Triunfal) ¿Te sirvo otra, mi amor?
LADISLAO: ¿Y cómo es entonces que se dedica a...lavar ropa, teniendo una carrera?
AMANDA: Dos, mi vida. Una más que tú. Acuérdate.
AMADO: Bueno, es que no hay muchas alternativas. Ganar bien o...terminar dando
clases. Y no vale la pena Eso es para frustrados.
AMANDA: Mi esposo es maestro.
LADISLAO: Catedrático, mi vida.
AMADO: Hay diferencia, claro. Yo me refería a maestrillos. Yo siempre quise ser
catedrático pero eso es para gente muy preparada, con vocación.
AMANDA: Ladislao quería ser escritor pero nunca le pegó
LADISLAO: ¿Por qué no vas a ver la cena, mi amor? Con suerte y se está quemando.
AMANDA: Todavía no el pongo a calentar ¿te tomas otra, Amado?
AMADO: Por favor.
AMANDA: ¿Y qué pasó siempre con Edelmira?
LADISLAO: ¿Por qué preguntas eso?
AMANDA: Nomás. Pensé la traerías.
LADISLAO: Hace una semana te dije que terminamos ¿ése es el caso que me haces?
AMANDA: Perdón, lo olvidé (A AMADO) Una chica lindísima, joven ¿y por qué,
Ladislao?
LADISLAO: (Incómodo) La corté. Por baba y superficial ¿Importa eso?
AMANDA: Lástima, estaba como ustedes dicen, cuero. Güera (haciendo ademanes
de exhuberancia) bien formada. Mi esposo estaba loco por ella. Parecía
quinceañero.
LADISLAO: Mira, tanto como loco...
AMANDA: Cómo no. Hasta dejaste de venir a la casa (A AMADO) Media cuenta de
ahorros voló con ella.
LADISLAO: No seas habladora, Amanda...
AMANDA: Ladislao por favor. Voy al banco ¿Crees que no me doy cuenta? No soy
tarada como tus amigas.
LADISLAO: Te da coraje porque son más jóvenes que tú. No soportas que me hagan
caso.
AMANDA: Yo no pago para que se acuesten conmigo ¿sabes?
AMADO: (Haciendo ademán de levantarse) A mí si me disculpan...
LADISLAO: ¡Usted siéntese!
AMANDA: ¡No le grites!
LADISLAO: ¡Esta es mi casa y yo le grito a quien quiera! ¡Faltaba más! ¡Que me
vengas a dar órdenes, imbecil!
AMANDA: Sí, anda. Lúcete (A AMADO) Este es mi culto y refinado maridito.
Cuando pierde, que es muy seguido, empieza a dar de gritos. No soporta que
alguien sea más que él.
LADISLAO: ¡Cállate, pendeja!
AMANDA: ¡Pendeja tu chingada madre, idiota!
LADISLAO: (A AMADO) ¿Por qué no se la lleva? Me haría un gran favor.
AMANDA: Óyeme, estúpido. No soy maleta para que me lleven ¿por qué no te largas
tú mejor?
LADISLAO: ¡Vete tú, anda! Huye con tu príncipe lavandero ¡a ver si te soporta dos
días seguidos!
AMANDA: Conste que tú lo pediste. No vayas después a chillarme para que regrese
(A AMADO) Vámonos, cariño...
AMADO: (Estupefacto) ¿A dónde, Amanda?
AMANDA: Pues a tu casa ¿a dónde había de ser?
AMADO: Pero, Amanda ¿cómo te vas a ir así?
AMANDA: ¿No oyes que me acaba de correr?
AMADO: Sí, pero...no estoy preparado. Comprende. Esto no estaba previsto ¿cómo te
voy a llevar así nomás porque sí ?
LADISLAO: Ahí está tu gran amor. Te da la espalda cuando más lo necesitas.
AMADO: Amanda por favor, entiende. Necesito prepararme.
AMADA: ¿No tienes casa? un rincón, Amado ¿no dices que me quieres?
AMADO: Sí, mucho pero...es diferente. Quizás deberíamos tratarnos más...no está en
mis planes el vivir con alguien todavía.
AMADA: (Asintiendo derrotada) Tratarnos más. Te entiendo perfectamente, Amado.
Anda, siéntate. ahorita sirvo la cena.
AMADO se tira de rodillas.
AMADO: ¡Te quiero mucho! ¡Eres la mujer más adorable que haya conocido! ¡Eres
todo para mí, Amanda!
AMANDA: (A LADISLAO) ¿Le sirves otra mientras caliento la cena? Ahorita
regreso.
AMADO: (Acorralado) ¡Vente conmigo! ¡Seremos felices! (Sin convicción) como lo
hemos sido estos meses...
AMANDA: (Gélida) ¿pones música por favor?
Se va AMANDA. Terriblemente avergonzado, AMADO hace el intento de seguirla
pero se detiene. Mira al esposo.
AMADO: Con permiso. Buenas noches.
LADISLAO: ¿No piensa cenar con nosotros?
AMADO: No...Tengo un compromiso. Despídame por favor de su señora.
LADISLAO: (Asintiendo) Que descanse. Y ya sabe. Aquí tiene su casa.
AMADO: Gracias. Hasta luego.
Se va AMADO. LADISLAO se sirve otra copa. Entra AMANDA.
AMANDA: (Viendo en torno. Con desilusión) ¿Ya se fue?
LADISLAO: Sí. Me encargó que te despidiera de su parte.
AMANDA: En cinco minutos está la cena...
Pausa. La mujer bebe.
AMANDA: Te saliste con la tuya...
LADISLAO: Cinco a cinco. Vamos empatados. No te convenía además.
AMANDA: No...Es tan difícil conocer a las personas. Ojalá en la cama se pudiera
pero todo es tan falso. Pura pantalla.
LADISLAO: ¿Te pudo que se haya ido?
AMANDA: (Encogiéndose de hombros) No. Todos los hombres son iguales.
LADISLAO: ¿Todos?
AMANDA: (Sonriendo) Todos menos tú, qué bueno que te encontré y que eres mi
marido.
LADISLAO: Jamás te cambiaré por otra. Abuelita de Batman que no...
TELÓN
México, D.F.a febrero 15 de 1988.