EL PEOR DÍA DE
FREUD
Autor: Andrés Caro Berta
Obra registrada en Agadu
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(Consultorio de Freud en Viena)
Escena I
Freud- (En la puerta, despidiendo a un paciente)
Buenas tardes, sí, si, cierre la puerta de calle… (Silencio, mirando) Mañana le
espero, a la misma hora… (Reflexionando) si se puede… Adiós… (Cierra despacio
la puerta. Lentamente se va separando de la misma y avanza hacia el diván, al
que ordena un poco) Mañana, mañana… ¿Llegaremos? (Camina hasta el escritorio y
se va a sentar cuando siente gente gritando en la calle. Hay una marcha nazi
lejana. Se acerca a la ventana. Queda mirando para afuera) La horda. Las
fuerzas destructivas del animal Hombre triunfando contra el Eros… (Prende un
cigarro, recostado sobre el marco. Observa el piso, como puede llega al
escritorio. Se sienta y queda pensando) Hoy es un día aciago… Era de prever… ¡Las
tropas nazis entrando a Viena! ¡A Viena!
Y ese ridículo al frente… Vitoreado… Y defendido por algunos colegas… Pero no
se van a atrever conmigo… Podrán quemar
mis libros pero… (Llama por teléfono) ¿Hola? Soy yo, soy yo… ¿Dime, las tropas
nazis han llegado… ¿Sabías? Sí, claro… Y la gente festeja en la calle… ¿Te das
cuenta? Los soldados les veo por todos lados… Una pregunta importante… Dime…
(Busca las palabras. Se le nota ansioso) ¿Qué ha pasado con los psicoanalistas
judíos? ¿Sabes algo? Esto es un caos... Mmmm… ¿Cuántos no se han ido? Ajá…
Bien… Tú sabes… La Sociedad Psicoanalítica debe… resistir… ¿Cómo?
¿También los teléfonos? ¿Los han intervenido?
¿Estás seguro? Bien, me callo, me callo… Quería saber… Buenas tardes, mi
amigo, buenas tardes… (Mira sus papeles) Es imposible escribir en este clima,
pero lo debo hacer… Debo terminar este trabajo… Debo… Ay, mi boca… (Busca en el
escritorio) “La escisión”… “La escisión del Yo…” ¿Dónde lo dejé? Aquí… (Recoge
los papeles)… ¿Dónde quedé? (Explota una bomba) No puedo, no puedo… (Se
fastidia) ¡En este clima no puedo…! Pero
debo continuar… Hasta cuándo aguantará el corazón… Me queda mucho por escribir,
mucho… ¿Dónde dejé? (Relee lo escrito) Mmm… Aquí… Ah, sí, “el niño que se
masturbaba”…. Acá está… Sí… (Lee) “Y ante la ausencia de pene en la niña crea
un fetiche”… Sí… “para evitar la castración del padre”… Bien, voy a… Voy a
continuar… Pero no puedo, no puedo… Mi cuerpo no responde, y el Nacional
Socialismo entrando en Polonia… ¡En Viena!… Tengo que… ser fuerte… (Gritos en
la calle. Se distrae) ¿Dónde está Anna? Espero que no haya salido… (Avanza como
puede hasta el diván) Tengo que… (Se recuesta) Debo descansar un rato… No puedo
seguir… Qué dolor… Debo… No me pueden derrotar… Y este maldito cáncer, tampoco…
La vida es demasiado larga… Es una fuente inagotable de sufrimientos… Debo… (Va
quedándose dormido)
(Apagón)
Escena II
(Freud está apoyado en la puerta de su consultorio,
mirando para afuera. Se le nota agotado)
Freud- ¡Fuera, fuera, fuera! ¡No necesito a nadie! (Silencio)
Perdón, Martha… (Mira hacia fuera de la habitación) No lo tomen a mal… Max…
Gracias por venir a verme… Comprendan… Es que… Anna… (Se apoya en la puerta.
Hablando para sí) ¿Dónde está? ¿Qué le han hecho? Estoy agotado… (Cierra la
puerta. Va hacia el escritorio) ¿Dónde está? Nadie llama… Nadie manda una
misiva… Todo un día esperando… (Se sienta. Fuma todo el tiempo) Me quieren
destruir… La usan a ella porque me quieren destruir… Pero no podrán… Yo soy el
padre del Psicoanálisis… La ciencia del futuro… Pero, Anna… Saben de mi
debilidad por ella… Mi boca… Ah, qué dolor, necesito calmantes… Anna, ¿dónde
estás? Necesito calmantes… Que me cures… Necesito que alguien me informe… ¡Si
la llegan a lastimar!… Pero ella es fuerte… (Toma el teléfono y disca) ¿Hola?
(Tembloroso, tratando de dar impresión de firme) Aquí, Sigmund Freud, el Dr.
Sigmund Freud, ¿con quién…? ¿Hola? ¿Hola?... (Queda con el tubo en la mano)
Estúpidos… Cortarme a mí… Martín me asegura que Anna estará bien… Pero no
confío en lo que dice… “Padre, mi hermana es fuerte”… Lo sé, lo sé… ¡Pero cómo
Max, mi propio médico personal les va a dar a ambos, por si se los lleva la GESTAPO y son torturados,
nada menos que Veronal para suicidarse…! ¡Cómo mi única hija se va a suicidar!
¡¿Y me va a dejar solo?! No, no… Es una barbaridad… No lo culpo, se lo pidieron
ellos, no lo culpo, pero… Esto es un infierno… Las bestias entraron en Polonia…
Los veo por la ventana… Victoriosos… Arrogantes… Provocadores… Marcando
puertas… Hace once días apenas y todo es distinto… ¡Se atrevieron a entrar a
casa! ¡Aquí, a mi consultorio! ¡Un terreno sagrado! ¡Me tocaron mis cosas! ¡Sin
autorización! Apenas cuatro días después de invadir Polonia, entran a mi casa y
me obligan a darles seis mil chelines… y
ahora… revisan todo, todo, todo, mancillan mis objetos, mis escritos, con el
horror de Martha y nuestros nietos que no entendían nada, y se llevan a Anna…
La “invitan” al cuartel de la
GESTAPO … ¡¿Qué está pasando?! (Se levanta enérgico y camina y
camina) Tengo que llamar a alguien influyente… ¿Pero quién? Deben saber en el
exterior… El Hombre contra el Hombre… La guerra jamás podrá eliminarse… Es
parte de la esencia destructiva del Hombre… Y las desigualdades sociales… pero
¿porqué a mi Anna…?
(Suena el teléfono. Corre y lo atiende) ¡¿Hola?!
¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Quién me habla?! Ah… (Se sienta) Gracias,
gracias… (Cuelga) Viene Anna… Viene Anna… La liberaron… Liberaron a Anna…
(Corre a la puerta) ¡Martha, liberaron a Anna! (Cierra la puerta) La liberaron…
¡Es que no pueden conmigo! ¡Yo soy Sigmund Freud! No soy un judío más… Les voy
a hacer frente. Van a tener que empezar a respetar el Psicoanálisis… Hasta el
frívolo Hollywood lo aprueba, y estos energúmenos… Deben haber llegado cartas
de todos lados… La noticia debe haber dado vueltas al mundo… “La hija de Freud
prisionera de los nazis…” Pero… ¿si la lastimaron? A mí niña no la pueden
tocar… (Se derrumba en el asiento tras
el escritorio. Silencio. Se escucha su respiración sofocada)
(Se abre la
puerta violentamente)
Anna- ¡Papá!!!!!!!!
(Corre hacia él)
Freud- (Trastabilla y se prende de ella a quien
abraza) Hija, hija, hija… ¡¿Qué te hicieron?! ¡¿Qué te hicieron?! (Llora)
Anna- ¡Papá, es la primera vez que te veo llorar…!
Calma… Nada, nada… Tranquilo, ya pasó… Estás muy débil para estas cosas… ¿Dónde
está mamá?
Freud- En la cocina… La mandé para allí porque no
soportaba a nadie a mi alrededor… ¿Estás bien?
Anna- Sí, sí… Pero nos tenemos que ir, papá
Freud- No, no… No podemos dejar… No puedo dejar lo
que construí, no puedo permitir que ganen. Me costó una vida construir la
piedra fundamental del Psicoanálisis para dejarlo así porque sí… ¿Y mis
pacientes? ¿Y mis discípulos?
Anna- Papá, estás negando la realidad
Freud- (Soltándola) ¿La realidad? ¿Cuál? ¿La de
ellos? ¿La tuya? ¿La mía?
Anna- Papi, esto fue una advertencia… Habrá más
Freud- ¡¿Más?! ¿Por qué?
Anna- Papá, Hitler se florea por nuestras avenidas…
La gente está eufórica… Los judíos cada vez estamos más amenazados, se llevan
gente en camiones… Ya han entrado dos veces a esta casa… Por favor, te
secuestraron el dinero… Te amenazaron… Ahora
me tocó a mí… No quiero que te pase nada… Moriría si eso ocurriera…
Freud- No hay que ser tan dramático… Estoy protegido
Anna- No es cierto, papá. ¡Suicidémonos, si no
quieres irte!
Freud- ¿Y negarles a ellos el placer de matarnos?
Anna- Ya no sé cómo decírtelo… Nos esperan en
Londres, en Estados Unidos…
Freud- Yo aquí tengo todo… Los recuerdos de los
viajes… Mi diván… Mis escritos… Mis pacientes… Esos objetos que fui
recolectando… Mira… Son más de mil… Es mi vida… Éste por ejemplo…
Anna- Papá…
Freud- Sentémonos… Estoy muy cansado… Cuéntame qué
pasó
Anna- Si bien sabíamos con Martín que eso podía
ocurrir, todo fue muy rápido. Vino la GESTAPO …
Freud- Ya lo sé…
Anna- Y nos invitó a que fuéramos al cuartel general
Freud- ¡Qué sutileza!… Invitarles…
Anna- Si vieras ese viejo hotel Metropole cómo
cambió…
Freud- Un lugar tan majestuoso, con sus columnas,
sus decorados, sus cuadros…
Anna- Ahora es el nido de la GESTAPO. Está lleno de banderas
con esvásticas, emblemas con águilas, soldados que van y vienen, con armas,
prontos para disparar…
Freud- Cuántas veces caminé por su avenida, a
orillas del…
Anna- Este año las cosas han cambiado, padre
Freud- Sus atlas… Sus mármoles… Sus cortinas…
Anna- Mientras esperaba, escuchaba los gritos… Las
botas de los soldados… Gente que gemía… Ví hombres rudos temblando en sus
corredores…
Freud- ¿Y tú?
Anna- Pasaban las horas y no me llamaban
Freud- ¿Qué hubiera pasado si no lo hacían?
Anna- Una mujer que esperaba como yo, me dijo
susurrando que si cerraban las oficinas nos podían llevar en tren a un campo de
trabajo
Freud- ¡¿A ti?!
Anna- Sí… Pero sabes que saco fuerzas de mi debilidad, y comencé a insistir
en ser atendida… En mi desesperación, me mostré firme y vencí… De mala gana un
soldado me llevó hasta un grupo de oficiales que me esperaba en un cuarto
hermoso, detrás de un escritorio… Todo estaba lleno de símbolos nazis…
Freud- ¡¿Te hicieron algo?!
Anna- No, papá, no… Tu hija sabe defenderse
Freud- Mi hija… mi única hija…
Anna- Papá… Mis hermanas siempre se sintieron
celosas de ese comentario tuyo… No soy tu única hija… Je… Me halaga mucho pero…
Freud- Lo sé, lo sé… Pero ellas tuvieron su unión
con sus esposos… Tú quedaste soltera…
Anna- Bueno, está bien… Te sigo contando… El oficial
fumaba un cigarro tras otro, mientras un subalterno escribía a máquina lo que
yo decía
Freud- Un interrogatorio
Anna- Claro, papá…
Freud- ¿Y qué querían?
Anna- Me preguntaron si en mi condición de
Secretaria, sabía si la Asociación
Psicoanalista Internacional tenía vínculos políticos…
Freud- ¡Claro que no!
Anna- Eso les dije… Que era una sociedad científica,
sin fines de lucro, y desvinculada de la política
Freud- ¡¿Y?!
Anna- No quedaron muy convencidos… Me preguntaron si
éramos todos judíos…
Freud- ¡¿Y?!
Anna- Les dije que no… Tampoco les convenció…
Freud- ¿Entonces?
Anna- Papá, tenemos que irnos, te van a matar… Lo
sé… Esto fue una advertencia…
Freud- Pavadas… Soy demasiado importante como para
que se arriesguen
Anna- Pero entonces tu familia…
Freud- Mi familia eres tú, Anna…
Anna- ¡Papá, que no te escuche mamá!
Freud- El sentido de mi vida es el Psicoanálisis y
tú has sido la única de la familia que lo ha mantenido vivo…
Anna- Papá, papá… No seas necio… Insisto… ¿Quieres
saber lo que me salvó? Una llamada telefónica… Me salvó una llamada telefónica…
Freud- ¿Una…?
Anna- Sí. Me estaban interrogando… Cuando la recibió,
el oficial quedó en silencio y lo primero que hizo fue mirarme con odio… “Por
esta vez la salvaron”, me dijo…
Freud- Ves… Somos importantes. Hay gente que nos
ampara
Anna- ¡Papá, somos judíos! El hombre, furioso,
masticó su cigarro y les dijo a los guardias que me liberaran, que me podía ir,
aunque en el rostro se veía el odio…
Freud- Sí, somos judíos… Pero yo soy Freud
Anna- Papi, no miran otra cosa que lo que quieren
ver… Cuando salí de la habitación, escoltada por dos soldados, la señora que
había conversado conmigo en el corredor… ya no estaba
Freud- No puedo aceptar la derrota de una gente que
desprecio
Anna- Ellos te desprecian a ti, padre…
Freud- Me temen
Anna- Sí, y te odian… Quemaron tus libros
Freud- En épocas pasadas me hubieran quemado a mí
Anna- Puede que no lo hagan, pero te lastimarán
llevándose la familia…
Freud- Estoy muy enfermo para irme, Anna
Anna- Lo sé… Pero no puedo permitir que te pase algo
a ti…
Freud- Unos dicen que eres Antígona, esa hija que
acompaña hasta el final a su padre en el exilio…
Anna- No importa lo que digan
Freud- Y yo el viejo Edipo… En Colono, esperando la
muerte, y no queriendo partir…
Anna- Eres un viejo terco… Tanto que escribes sobre
eso, y no puedes ver la realidad… Estás ciego, papá
Freud- Ciego… ciego… Me asocias con Edipo, Anna… (Se
sonríe) (Recita) “Edipo no quiere ver… El neurótico tampoco… No sabe que sabe,
ese es su conflicto”… (Se ríe. Queda serio) Estoy malherido… Este cáncer no me
da respiro… Cada día es más insoportable…
Anna- ¿Cómo has estado hoy?
Freud- Mal… El dolor es atroz… Y con la falta de
noticias…
Anna- ¿Cuánto fumaste?
Freud- No lo sé… Me
desesperaba no saber cómo estabas
Anna- Querido papá… (Lo abraza)
Freud- Mi niña…
Anna- (Se separa y lo mira) ¿Te acuerdas cuando
Sophie se casó?
Freud- ¿Por qué traes eso?
Anna- Apareció… Yo en aquel refugio montañoso al que
me enviaron tú y mamá… Prisionera, mandada por ustedes para que no asistiera a
la ceremonia
Freud- Estabas celosa de tu hermana
Anna- No, no es así… Lo hemos hablado muchas veces… Bueno,
Sophie fue siempre la preferida de mamá… Pero terminé en Merano mientras ella
se casaba…
Freud- Mmm… No es tan así… Acuérdate que el viaje
con tu tía Minna a Italia…
Anna- Sí, tuvo que ser cancelado porque la tía debía
ayudar en el casamiento de Sophie… Entonces, me mandaron tú y mamá a Merano a
una cura de descanso… Pasé cinco meses allí, papá… Por orden expresa de
ustedes…
Freud- Nos escribíamos todos los días…
Anna- Pasé fin de año, allí…
Freud- Era necesario… Tenías que aprender a no hacer
nada por un tiempo… Tener vida de ocio… Eres muy exigente contigo misma, Anna,
aún hoy… Además, no era necesaria tu presencia en la boda de tu hermana… Los
viejos celos entre ambas… Ella era tan o más responsable que tú de ello, lo sé…
Pero tus dolores de espalda al tejer el regalo de bodas para Sophie… Vamos
Anna, reconócelo, después de tanto tiempo transcurrido te hará bien… Han
pasado…
Anna- 26 años…
Freud - ¿Ya? La vida se nos va por entre los dedos…
Aún conservo las cartas de esos días. Y además, estabas celosa de su prometido,
Max…
Anna- Jamás… ¿Por qué insistes con eso? Ya te he
dicho que no… (Sonríe)
A cambio de estar presente en Viena… comencé a leer
tus libros… Yo quería ser una persona sensata, papá Freud… pero no me ayudaste
(Se sonríe) Aún conservo tu carta del domingo posterior al casamiento de
Sophie, donde por primera vez te dirigiste a mí como “Mi querida hija única”…
Freud- Buscaba que fueras una muchacha… razonable…
Anna- Papá, papá… Vamos… Razonable… ¿Qué es
“razonable”?... ¿Conquistar a un muchacho? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿No ir a la Universidad ?...
Freud- Quizás… Eso pensábamos con tu madre…
Anna- Mira, papá… En nuestra familia… Mis hermanas
Sophie, Mathilde… En nuestra casa, el ser la menor no fue bueno… Mis hermanas
eran más importantes que yo…
Freud- No traigas eso ahora…
Anna- Finalmente, pobres mis hermanas… Esa rigidez
de ustedes de verlas casadas, amas de casa… Yo, en cambio… Perdida en un lugar
de descanso, leyendo tus libros… Y Sophie… ¿Por qué tuvo que morirse dejando
huérfanos a sus niños?...
Freud- Maldita epidemia de gripe… 27 años y dos niños…
Anna- Sí, papá… Pobre Sophie… Tan hermosa… Y el
pobre Max…
Freud- Nunca se recuperó de la muerte de su esposa…
Anna- Es cierto… Ah… Todo es tan trágico… ¿Por qué?
Mathilde cuidando de Heinerle y yo de Ernesti…
Freud- Mmmm… La muerte de Heinerle… Desde que murió…
no disfruto de la vida… Ni de mis nietos… Es una forma de defenderme de la
amenaza que pesa sobre mi vida… Pero cambiemos de tema, Anna… Por favor… Es muy
simple… Ellas se casaron, Anna. Cumplieron su ciclo… Tú siempre fuiste… un poco
rara… Yo te elegí… Te convertiste en la persona con quien poder conversar…
Sabes que con tu madre… Y con tus hermanos varones…
Anna- Tú eres mi hombre elegido, papá
Freud- Mi única hija…
Anna- Sí, sí, mucho mi única hija pero… ni tú ni mamá me habían querido tener
Freud- No, no es así… Ocurrió que… tener cinco hijos
en ocho años, para tu madre fue agobiante, Anna. Después de tenerte tuvo que
descansar…
Anna- Puede ser… Igual… El rechazo de mamá me sirvió
para entender más a los niños… Yo era débil, fastidiosa… Buscaba atención… Un
estorbo para los grandes… Y fui la única a la que le dieron biberón… Sin
embargo, te conquisté
Freud- Me acuerdo de tus enormes picardías para
conmigo cuando niña… (Se ríe)… Tus travesuras… Eres mi única hija… Lo sabes…
Anna- Lo sé… Y no quiero que te pase nada
Freud- Mientras estés a mi lado…
Anna- (Risueña) ¿Recuerdas cuando te pusiste celoso
porque supusiste que Ernest Jones me quería seducir… Ah, papá…
Freud- Ese viaje tuyo a Inglaterra…
Anna- Tus cartas… (Se ríe) “¡Cuidado, cuidado,
cuidado!”… Que esto, que lo otro… Que no me quedara sola con él… Que si él
hacía esto, yo lo otro… (Se ríe)
Freud- Quería conquistarte, quién sabe con qué intenciones…
Anna- ¡Papá!
Freud- Un hombre de 35 años con una niña de 18…
Anna- Pero…
Freud- No sé si quería tus favores o acercarse a mí,
de todas formas un…
Anna- No, papi, no… Sabes de mi devoción por ti…
Sabes que no he probado hombre en mi vida…
Freud- Quiero lo mejor para ti
Anna- Ay, papá, siempre acepté tus pedidos…
Freud- Yo tenía razón con respecto a Jones… Y lo
sabes… En la disputa entre Melanie Klein y tú, él se puso del lado de ella, de
una forma grosera…
Anna- Bueno, sí… Es verdad…
Freud- Organizó una verdadera campaña en Londres
contra tu psicoanálisis de niños…
Anna- Lo sé…
Freud- ¡Cómo pudo acusarte de no haber sido lo
suficientemente analizada…! ¿Quién, después de todo, ha sido lo suficientemente
analizado! ¡Vamos!
Anna- Tranquilo, papá… Te va a hacer mal
Freud- Era un ataque a mí… Las diferencias entre la Klein y tú en relación al superyo en el Edipo no
merecían una publicidad tan despiadada, que manchan, que buscan manchar mi
prestigio…
Anna- Calma, papá…
Freud- ¿Por qué me traes todo eso, ahora?
Anna- No sé… Reflexioné mucho en ese oscuro corredor
de la GESTAPO …
Veía las paredes hermosas del hotel y sabía que hablaban de un pasado que no
volvería… El presente era la oscuridad… Me aparecieron tantos recuerdos… Temí
mucho por ti, si me atrapaban… Sé de tu interior… Sé más de lo que te imaginas…
Una vez Lou me mostró una carta tuya…
Freud- ¿Andreas- Salomé? ¿Una carta mía?
Anna- Sí, claro… De cuando me hacías el segundo
análisis…
Freud- Mil novecientos…
Anna- Veinticuatro…
Freud- (Nervioso) ¿Y… qué decía?
Anna- Mmmmm… Viejito celoso… Le hablabas preocupado
por mi genitalidad después de tu muerte… Lo recuerdo claramente: “La niña me
trae bastantes preocupaciones: cómo sobrellevará la vida en soledad”… Después
de tu muerte, claro… “y cómo puedo sacar su libido del lugar oculto en el que
se ha escondido”…
Freud- Eso es otra cosa…
Anna- Eso fue en el 24. Pero al año siguiente, en
mayo le escribiste a Lou: “Temo que su genitalidad reprimida pueda algún día
jugarle una mala pasada. No logro liberarla de mí, y nadie está ayudándome a
ello”
Freud- (Nervioso) ¿Yo? Pero esta mujer, cómo…
Anna- Parece que no podías despegarme de ti… (Se
ríe) No creas, no creas, he tenido mis pretendientes, señor celoso…
Freud- No me gusta hablar de esas cosas
Anna- Por ejemplo… Hans, el amigo de siempre de mi
hermano Martín…
Freud- Parecía un buen muchacho pero no cumplió las
expectativas para ti…
Anna- O Siegfried…
Freud- Por favor, Anna… Un sionista… Un socialista…
Anna- No lo desvalorices, papá… Fue el primero que
escribió las biografías sobre ti. Y eran buenas, eh…
Freud- Puede ser… Pero no era para ti…
Anna- Lo sé… Estuvimos de acuerdo tú y yo que ambos
no eran para mí…
Freud- ¿Y Dorothy?
Anna- (Se pone alerta) ¿Qué pasa con ella?
Freud- Es una gran mujer,
y tiene una gran familia… Esos hermosos niños…
Lamentablemente no tiene confianza en la estabilidad emocional de su
marido… allá en Estados Unidos…
Anna- No entiendo por dónde va tu comentario… (Se
tensa) Tú sabes más que yo de ella… Parece…
Freud- Dorothy es una gran madre que ha debido
luchar contra la enfermedad de su esposo, y que ha logrado una gran amistad
contigo (La mira largamente)
Anna- No sólo amistad, papá… Es… como mi hermana
mayor… Sus trabajos con niños, su interés por el Psicoanálisis, el colegio que
formamos juntas, la casa en la campiña que compramos… Nuestra convivencia con
los niños… Ellos tienen ahora una familia con dos madres… Dorothy es lo mejor
que me ha pasado… Además de ti, claro…
Freud
- ¿Y Eva?
Anna
- ¿Quién? ¿Rosenfeld?
Freud
– Sí
Anna
– (Tensa) ¡¿Qué?!
Freud – Desde hace unos diez años abandonaste su
relación de amistad por Dorothy
Anna – Eso es historia antigua. Ya lo hablé
largamente con ella. Además, tú sabes más que yo, ya que le hiciste análisis.
Ella siguió su rumbo y yo el mío. Hasta en psicoanalista se ha convertido…
Dejémoslo, por favor
Freud- Estoy agotado…
Anna- ¿Quieres recostarte?
Freud- Sí, por favor… Necesito que me cures… La boca
me duele mucho… Necesito calmantes… El dolor es insoportable
Anna- De acuerdo… (Lo lleva al diván y lo recuesta.
Prepara todo para curarlo)
Ya está… Pensar que algún día estuve acostada en ese
diván y tú, donde estoy yo ahora…
Freud- Me parece todo tan lejano… Los análisis que te hice fueron importantes, Anna…
Anna- No muy ortodoxos, pero… Antes era todo más
permitido… Ahora se espantan de que un familiar analice a otro… Eran otros
tiempos…
Freud- Tampoco fue ortodoxo que yo me hiciera a mí
mismo una terapia, sin embargo dio origen al Psicoanálisis…
Anna- Sabes que la gente habla… Los de tu propio
entorno… No soy tonta… Dudan de tus intenciones queriendo saber todo de mí…
Freud- Que hablen… Son todos mediocres
Anna- (Rezongándolo) Papá…
Freud- Tienes razón, hija… Quizás no se entienda
pero… Lo importante es que eres mi heredera… Y ya estoy demasiado viejo…
Anna- Mira, viejo rezongón… Déjate de tonterías…
Tienes mucha tela para cortar, todavía…
Freud- A veces me cuestiono cuánto hice para que
sigas solterona… Si no habrá sido un acto egoísta de mi parte…
Anna- Shhhh… Calma, nadie me obligó… Fue una renuncia altruista…
Freud- Siempre quise que los varones de la familia
siguieran mis descubrimientos… pero ninguno calzó los puntos necesarios… En
cambio tú…
Anna- La menor…
Freud- Más fuerte que yo…
Anna- (Mientras lo cura)
Esa no la esperaban ni mamá, ni tú…
Freud- Eres quien marca cómo se me recordará… Tú más
que cualquiera en la familia Freud
Anna- Yo te amo, papá
Freud- Gracias, hija
Anna- Y amo lo que has hecho, tu producción, y permanecerá
tu legado bajo mi custodia, de eso debes estar seguro
Freud- Sabes que cada día dependo más de ti…
Anna- Y eso a mí me hace muy feliz
Freud- Ya estoy viejo…
Anna- Shhhh… Vamos, papá…
Freud- Sé que hubiera tenido que ser distinto
contigo en muchos aspectos
Anna- Mmmm… El pasado ya es pasado… Y no se puede
volver atrás… ¿Acaso no me enseñaste eso?
Freud- Tus hermanas a veces me reprocharon el que no
las enviara al liceo…
Anna- Yo también… Podría haber ingresado a la Universidad. Esa
no te la perdono
Freud- Es que la mujer debe tener un lugar en la
casa… Y cuidar de su hombre…
Anna- Pero te gané… Ya a los catorce estaba entre
ustedes… En las reuniones de los miércoles en tu consultorio… Con esos señores
tan serios hablando en difícil…
Freud- Ah, aquellas reuniones de la Sociedad Psicoanalítica
de Viena. Sentadita, en silencio…
Anna- Recuerdo tu advertencia… “Anna, sólo escucha,
no quiero que participes” (Se ríe)
Freud- Bueno, es noche de reproches…
Anna- No, no…Como puedo reprocharte si luego de
convertirme en maestra, pude ir a tus conferencias y me transformé, gracias a
ti, en una analista lega…
Freud- Por eso la necesidad de ser tu analista por
tanto tiempo…
Anna- Sí… Me hubiera gustado…
Freud- ¿Qué?
Anna- Nada, nada…
Freud- Anna, sabes que estás guardando algo…
Anna- No sé si alguna vez… si me hubieras inducido
al matrimonio… No sé si lo hubiera aceptado para darte el gusto…
Freud- Este…
Anna- Mi sexualidad, papá… De esas terapias salió el
trabajo que finalmente expuse en la
Sociedad de Viena, gracias al que fui aceptada como miembro…
Freud- Buen ensayo el que hiciste…
Anna- Sí, gustó mucho… “Las fantasías de la
flagelación y las ensoñaciones”… Hablaba de mí… Mis cuentos bonitos y mi vida
nocturna… Mi vida nocturna… (Silencio) La fantasía masturbatoria de una niña y
la necesidad de contar cuentos bonitos al papi… Toda esa fantasía cargada de
placer y culpa, ¿para qué? Para demostrar que “Papá me quiere sólo a mí”
Freud- Anna, cambiemos de tema…
Anna- ¿Por qué? ¿Porque ahora yo estoy acá, y tú
allí…? (Recupera un tono coloquial) Tonto… Todo eso ha servido para que hiciera
mi propio camino hacia el tratamiento a los niños… Y eso te lo debo a ti, papá…
Primero fueron los hijos huérfanos de Sophie, a quienes analicé, después a otros
de amigos… entre medio, las guarderías de niños de padres trabajadores… Tantos
niños…
Freud- Me hace bien recordar esas historias… Las
tenía un poco perdidas…
Anna- Cuantas cosas pasamos juntos, papá… Mi
tuberculosis… Tu primera operación de cáncer…
Freud- Cuántas cosas tengo que agradecerte… Fuiste
mi enfermera desde ese momento, mi secretaria, la que trasmitía mis
conocimientos, mi colega con quien poder dialogar… Momentos duros… No entiendo
cómo soportabas moverme la prótesis de la boca, cada vez que me molestaba… El
cáncer es una herida narcisista…
Anna- Amor, papá, amor
Freud- ¿Y cuando se fue del grupo, Otto Rank? ¿Te acuerdas?
Anna- Claro que sí. ¡¿Cómo no voy a acordarme?! Me
convertí en el sexto miembro de tu círculo íntimo… Pasé a gobernar los asuntos
del Psicoanálisis ¡Una mujer! ¡Tu hija! (lo dice grandilocuentemente) jajaja
Freud- No te rías… Has hecho tanto por esta ciencia
Anna- Lo he hecho por ti… Me siento orgullosa de
tantas cosas, por ejemplo, de haber armado la edición alemana de tus obras
completas… Ayudado en la versión en inglés…
Freud- Mientras dabas clase de psicoanálisis a los
niños…
Anna- Sí, es verdad… Toda una vida dedicada a tu
ciencia. Me diste la seguridad que no tenía…
Freud- Hija…
Anna- Papá… Nos tenemos que ir…
Freud- Es que…
Anna- Esto recién empieza, papá… Volvamos a la
realidad… No te imaginas cómo cambió Viena en menos de quince días… Todo está
militarizado… Llevan a cientos de judíos a lugares desconocidos… Supuestamente
a trabajar… Hay un clima de pánico en la calle… Unos están felices, y otros
horrorizados… El propio Hitler encabezó el desfile de las tropas que ingresaron
a nuestro país… La esvástica, papá, la esvástica…
Freud- Una cruz llena de vida, que estos la
convirtieron en símbolo de muerte…
Anna- Y hay quienes salieron a festejar y saludar a
las tropas, papá…
Freud- Dejar todo…
Anna- Papá… Me pueden llevar en cualquier momento, y
esta vez no sé si podré soportar… Max me ha dado el Veronal por si me atrapan…
Freud- Lo sé… Es un disparate… ¡¿Qué hago yo sin
ti?! Tú no te puedes morir…
Anna- Salgamos de Viena, papá, mientras
podamos… Muchos psicoanalistas han
huido… Y no son cobardes, papá… Otros, han desaparecido…
Freud- Era… No me lo
reproches… Era… Lo quise profundamente… Y ahora… Presidente Internacional de
esa extraña Sociedad Médica de Psicoterapia, dirigida por ese psiquiatra,
Goering, nada menos que primo del ministro de aviación Herman Goering, ¿te das
cuenta?... Hace cinco años ese individuo que puso al psicoanálisis en apenas
una sección de esa Sociedad Médica de Psicoterapia, en una declaración de
principios recomienda leer Mi lucha de Adolf Hitler como un texto científico… Y
Jung… y Jung
Anna- Calma, papá, calma
Freud- Y Jung… haciéndose
el desentendido dice que nunca se enteró de ese artículo… ¡publicado en la
propia revista que él dirigía!... Jung nos acusa a los judíos de nómadas por lo
que nunca podremos crear una cultura propia, da loas a la aparición del
Nacional Socialismo y habla que yo describo a la cloaca de los deseos
infantiles insatisfechos y los resentimientos familiares latentes… Todavía
conservo su artículo del año 33…
Anna- Basta, papá, te
hace mal…
Freud- Dice… Espera… (Va
hasta el escritorio y revuelve papeles) Aquí está… “El inconsciente ario…
contiene gérmenes creativos de un futuro aún más prometedor… la raza judía
tiene según mi experiencia un Inconsciente que poco se puede comparar con el
ario… El inconsciente ario tiene un mayor potencial que el judío… a mi modo de
ver ha sido un error de la psicología médica utilizar categorías judías, que ni
siquiera son atribuibles a todos los judíos, a los eslavos o germanos
cristianos. A través de ellos ha condenado el preciado secreto del alma
germana, su alma creadora e intuitiva al lodo de un modo infantil y banal,
mientras mi previsora voz fue durante decenios sospechosa de antisemitismo…
Esta sospecha provino de Freud…” ¡De mí, te das cuenta, Anna?
Anna- (Contemporizadora)
Sí, papá…
Freud- “Él no conocía el
alma germana… ¿Dónde estaba su fuerza y empuje cuando aún no había
nacionalsocialismo? Estaba escondida en esa alma germana, en su profunda base
que es todo menos el estercolero de los deseos infantiles no realizados y los
resentimientos familiares irresueltos”… Y él, nada menos que él, Carl Jung… mi
pasado delfín llega a sugerir la prohibición de “los puntos de vista claramente
judíos de Adler y Freud con sus características netamente destructivas…”
Anna- Ya está, papá… Pero no son todos los
psicoanalistas…
Freud- Son más de los que yo sé… Me dan la espalda…
Se apropian de mis conocimientos… Me niegan…
Anna- No es así, papá… A nivel mundial las voces se
alzan para que aceptes salir de este
infierno…
Freud- Sinvergüenzas…
Anna- Papá… Esto va en serio… Hay un clima de
terror…
Freud- Soy viejo pero no tonto, Anna…
Anna- Entre nosotros… Tú mismo cometiste errores,
papá…
Freud- ¿Yo?
Anna- Cuando le dedicaste el libro a Mussolini…
Freud- Ah… Eso… Se malinterpretó… Eso fue en el 33…
Cuando vino aquel paciente romano, amigo de él y me pidió una dedicatoria para
el Duce… Sí, le puse en el libro que había escrito con Einstein sobre el porqué
de la guerra, algo así como “De parte de un anciano que saluda en el Duce al
héroe de la cultura”… Es que Mussolini estaba trabajando en el descubrimiento
de restos arqueológicos… Sabes cuanto me interesa la arqueología, Anna… A mí,
la política… Descreo de los políticos… Mi interés es científico… Yo necesito…
producir… Escribir… No puedo estar sin pensar en nuevos avances y
descubrimientos del psicoanálisis…Debo escribir… Ahora mismo, en mi cabeza
ronda el Compendio…
Anna- ¿Compendio?
Freud- Sí, el Compendio de Psicoanálisis… Otra vez
repetir las enseñanzas, Anna, para que se fijen, para que queden en los
estudiantes que vendrán… No se puede esperar de un viejo más que repita lo que
ya dijo alguna vez…
Anna- Qué fina ironía… Tú no te repites… Agregas
siempre algo nuevo…
Freud- Sigo escribiendo el estudio sobre la escisión del Yo
Anna- ¿Ya lo terminaste?
Freud- No, no… No puedo con este clima… Bombas,
gente gritando eufórica o llena de pánico… Marchas militares… Botas en el
empedrado… Individuos salvajes que entran a nuestra casa…
Anna- ¿Ves, papá? Me estás dando la razón… Por
favor… Por el bien del Psicoanálisis, por tu bien, salgamos de Viena, mientras
podamos…
Freud- ¿Pero, cómo?
Anna- Déjamelo a mí… Si me autorizas, hablaré con
Marie Bonaparte, con la embajada americana, con la británica…
Freud- Pero… ¿mis cosas?
Anna- Todo podrás llevártelo, papá… Mamá, los niños,
tenemos que salir de acá…
Freud- Es abandonar el hogar…
Anna- Te esperan afuera…
Freud- Moriré fuera de mi tierra
Anna- Papá… (Silencio) Tenemos ofrecimientos de muchos países…
Estados Unidos…
Freud – No, no… Allí no…
Anna - ¿Y Argentina? Hace años me hiciste un
comentario
Freud – Argentina… Sí, un grupo de escritores me
había ofrecido el refugio… Creo que un tal Bóveda… Hace ya mucho tiempo… Cinco
años… En el 33… Pero no, no… Entiendo perfectamente el idioma español pero no
puedo escribirlo, y esa es una dificultad realmente importante
Anna- ¿Inglaterra?
Freud – Inglaterra…
Anna - ¿Aceptarías?
Freud- Habla con Antón
Anna- ¿Quién?
Freud- Antón, Anna, Antón
Anna- ¿Sanerwald? Pero… es un nazi…
Freud- Habla con él…
Josef Herzig, mientras jugábamos largamente a las cartas me fue hablando
de él… Era alumno suyo en la
Universidad …
Anna- Papá…
Freud- Sé que mis libros impactaron en él… Lo
conozco… Ha venido algunas veces… Tú lo has visto… Nunca quiso que mis libros
terminaran en la hoguera… Y no mentía… Le miraba a los ojos mientras hablaba…
Hay algo que tú no sabes…
Anna- ¿Qué? Ahora me dirás que es un ángel
Freud- Anna, por favor… En el peor momento ocultó
con otro compañero mis libros en la Biblioteca Pública ,
están guardados de la barbarie…
Anna- Ay, papá… No seas inocente…
Freud- Anna, me ofendes…
Anna- Disculpa, pero, papá… Es un nazi
Freud- ¡No
seas terca! ¡Yo sé lo que te digo! Él sabe de mis cuentas bancarias en el exterior,
sin embargo nunca lo divulgó…
Anna- Querrá quedarse con todo
Freud- Anna, Anna… Estoy accediendo a tu pedido…
Dame una cuota de credibilidad…
Anna- No sé…
Freud- Por favor, él nos puede dar un visado de
salida…
Anna- Está bien… Hablaré con él…
Freud- (Aliviado) Gracias, hija
Anna- A veces te daría una paliza…
Freud- ¿Qué nos llevaremos, Anna? Me cuesta dejar el
consultorio… Mis objetos… Mira esto… De la Hélade … ¿Y este? De Egipto… (Se pierde mirando
los objetos)
Anna- Papá, primero debemos pensar en que te salves…
Pero, bueno… ¿Qué quieres llevarte?
Freud- Todo… Pero, bueno… (Mira) El diván… La
biblioteca… El escritorio… Esta estatuilla… Y esta… Y esta… Y aquel mueble… Y…
Anna- Bien, bien… Nos llevaremos todo eso…
Freud- Creerás que soy un viejo tonto, Anna… Pero es
la experiencia espiritual más dolorosa de mi vida. Ni mis treinta y tres
operaciones le alcanzan en dolor…
Anna- Lo sé, papá… (Termina Anna abrazando a Freud)
(Apagón)
Escena III
Anna- (Entra al consultorio. Está muy ansiosa y
animosa) Permiso… Papá… Tenías razón… El 4 de junio nos vamos… Hablé con Antón…
¿Sabes lo querían hacer los nazis? Transformar esta casa, nuestra casa en un
instituto para el estudio de la superioridad aria… Me lo dijo él… Dice que él
lo evitó…
Freud- Desgraciados…
Anna- Pero
Antón firmó el visado, papá… Y está recaudando dinero para el viaje… Nos vamos
en el Oriente Express…
Freud- Qué paradoja… El Oriente Express… Seré un
deportado de lujo…
Anna- Le debemos la vida, papá… Le debemos la vida a
tanta gente… Marie Bonaparte y Ernest Jones intercedieron… Marie puso 20 mil
libras para el salvoconducto, papá… Hasta gracias a Mussolini vas a poder salir
de Viena, papá…
Freud- Todo esto es… tan irreal… Si vieras las caras
de los de la GESTAPO ,
los otros días cuando volvieron a verme… Me pidieron que les escribiera una
carta de puño y letra donde pusiera que no me habían tratado mal…
Anna- ¿Qué les pusiste? No pude leerlo
Freud- Puse: “Les recomiendo calurosamente a todo el
mundo la camaradería de la
GESTAPO ”
Anna- Papá… (Se ríe)
Freud- ¿Y mis hermanas? ¿Hablaste con ellas?
Anna- Ellas quieren quedarse, papá
Freud- ¡Pero es una locura! ¡Las van a matar!
Anna- Me dijeron que están muy viejas… No se van a
ir…
Freud- ¡No, no, no!
Anna- Están condenadas… Lo sé…
Freud- Anna… (Se aferra a ella) Anna… Moriré como
Edipo en el exilio… ¿Te das cuenta? Junto a mi Antígona… Esa hija devota
acompañando a su padre hasta el final… ¿Te das cuenta? (Silencio) No sé si
moriré en Londres de cáncer… O de tristeza…
Anna- Papá…
(Se va apagando poco a poco el escenario. Ellos
quedan abrazados como si se tratara de una fotografía)
Fin