El Acompañamiento
Carlos Gorostiza
Teatro abierto
argentino
TUCA: (Canta) "Viejo smoking de los tiempos… en que yo también
tallaba... y una papusa garaba... en tu solapa Iloró… Solapa que por su
brillo... parece que encandilaba... y que donde iba, sentaba... mi fama de
gigolo."
Va a la victrola, y
coloca el pick-up sobre el disco. Escucha atentamente. Aparece la voz de Gardel
cantando el mismo tango. Tuco "lo sigue" sin cantar, tratando de
copiarlo. Al fin se oyen golpes en la puerta. Con ansiedad, detiene el disco,
va a la puerta y allí susurra ansiosamente:
TUCA: ¿Quién es?
SEBASTIÁN: Sebastián.
TUCA: ¿Quién?
SEBASTIÁN: Sebastián.
Tuco duda y al fin
abre dando vuelta la llave. Deja pasar a Sebastián y vuelve a entornar la
puerta.
SEBASTIÁN: Qué decís. (Entra)
TUCA: ¿Qué haces acá?
SEBASTIÁN: Y... Hacía mucho que no te veía, y...
TUCA: Creí que era el acompañamiento. (Espía hacia fuera por la rendija)
SEBASTIÁN: ¿Quién?
TUCA: El acompañamiento. Los estoy esperando.
SEBASTIÁN: ¿Qué acompañamiento?
TUCA: Las guitarras.
SEBASTIÁN: Ah.
TUCA: Pasá, pasá. De veras que hacía mucho que no venías.
SEBASTIÁN: Si. El boliche, ¿sabes? Me lleva todo el tiempo. (Observa como Tuco
cierra con llave) ¿Por que cerrás con llave?
TUCA: Por esos. Ya me tienen podrido.
SEBASTIÁN: Quiénes. ¿El acompañamiento?
TUCA: ¡No! ¡Esos! (Señala la puerta) ¿No los conoces, acaso?
SEBASTIÁN: Ah. ¿Tu... tu familia?
TUCA: ¡Mi familia! ¡Me tienen podrido! Me tienen podrido. Vení, vení, sentate.
(De pronto se detiene y lo mira) No te habrán mandado ellos, ¿no?
SEBASTIÁN: No, que me van a mandar. Ni los vi.
TUCA: Seguro que viniste solo. Por tu cuenta.
SEBASTIÁN: De motu proprio.
TUCA: Ah, de motu proprio. Entonces sentate, nomás. (Sebastián se
sienta) Quiere decir que no sabes nada.
SEBASTIÁN: De qué.
TUCA: Vuelvo a cantar.
SEBASTIÁN: ¿De veras?
TUCA: Qué te parece.
SEBASTIÁN: Fenómeno. Te... te felicito. Por eso era que esperabas a...
TUCA: Al acompañamiento. Claro. Justamente ahora estaba ensayando. ¿Querés
escuchar?
SEBASTIÁN: Bueno, como no.
TUCA: Escuchá. (Se para sobre el cajón. Va a empezar pero se detiene y mira
a Sebastián) Hacía mucho que no venias por acá.
SEBASTIÁN: Si. El boliche. Ya te dije: me tiene muy ocupado.
TUCA: ¿Seguro "de motu proprio"?
SEBASTIÁN: Seguro, seguro.
TUCA: Bueno. (Va a empezar otra vez, pero otra vez se detiene) ¿Hoy es
fiesta?
SEBASTIÁN: No.
TUCA: ¿Y por qué no estás en el boliche, entonces?…
SEBASTIÁN: Se me acabó la mercadería. No vino el repartidor, y...
TUCA: … porque esos son muy capaces de haberte ido a buscar para que vos…
SEBASTIÁN: ¿Para que yo qué?
TUCA: (Baja sigilosamente del cajón, va a la puerta, escucha, se acerca a
Sebastián y le dice casi al oído) No quieren dejarme cantar.
SEBASTIÁN: ¿Ah, no? ¿Y por qué?
TUCA: Qué se yo por qué. Con los locos nunca sabés. ¿Seguro que no te fueron a
pedir que me convencieras?, ¿no?
SEBASTIÁN: ¿A mí? ¿A tu mejor amigo?
TUCA: Mira que te creo, eh.
SEBASTIÁN: Si, claro. Podés creerme.
TUCA: Bueno. Entonces te voy a cantar. (Va al cajón pero Sebastián se
levanta)
SEBASTIÁN: Aunque de todos modos... vos les decís "esos" como si fueran
extraños. Al fin de cuentas es tu familia: tu mujer, tu hija. . . el abuelo...
No son extraños.
TUCA: No. No son extraños: son locos. ¿Y escuchas o no escuchas?
SEBASTIÁN: Sí, sí, cómo no. Pero un cachito, nomás. Tengo que volver al boliche.
TUCA: ¿No dijiste que no había llegado el repartidor?
SEBASTIÁN: Por eso. Justamente. Por si llega y no me encuentra.
TUCA: Ah. Bueno. El estribillo, aunque sea.
SEBASTIÁN: Dale, dale. (Se sienta)
Tuco sube al cajón.
Sonríe saludando a un público imaginario, hace sonar una guitarra imaginaria y
canta otra vez "el estribillo". Sebastián lo mira con cierta
sorpresa. Tuco termina el estribillo, emite un yin-yin imitando el sonido de la
guitarra y queda esperando una respuesta.
TUCA: ¿Y?
SEBASTIÁN: No... no perdiste nada de voz.
TUCA: (Ríe) Je. "No perdí nada de voz". Vamos, Sebastián, reconocé
¡estoy mejor que nunca! (Baja del cajón) El Mingo me lo reconoció, el
otro día, cuando lo encontré en la otra cuadra. Y eso que le canté bajito,
nomás. ¡Mejor que nunca, estoy! Y voy a estar mejor, todavía, ahora que me
empecé a cuidar. Convidame con un cigarrillo, dale. (Sebastián saca un paquete
y le ofrece. Tuco yergue la cabeza con altivez) No, gracias, no fumo. ¿Eh?
¿Qué te parece? Hasta el *faso, dejé.
*Faso: mariguana en
Argentina
SEBASTIÁN: Ah. . . te. . . te felicito.
TUCA: El Mingo me dijo: "si te cuidas vas a hacer capote*".
*Hacer capote:
triunfar, en Argentina
SEBASTIÁN: ¿El Mingo?
TUCA: Claro. Y yo me cuido. Tiene un amigo en la televisión.
SEBASTIÁN: Ah. Y fue él el que...
TUCA: Claro. Me lleva.
SEBASTIÁN: ¡Hijo de puta!
TUCA: ¿Cómo?
SEBASTIÁN: (Cambiando la intención, sonriendo admirativamente, convirtiendo el
insulto en una alabanza) Digo... ¡Qué hijo de puta!
TUCA: Ah, sí. ¿Viste? El flaco es bárbaro. Las sorpresas que te da la vida,
¿no? Yo lo veía siempre un poco sobrador, un poco, como te puedo decir...
canchero... como si siempre te estuviera cargando. Además tiene fama de eso,
para que lo vamos a negar. Y mira la sorpresa que me sale dando. Gane un amigo.
Y un amigo de ley. Hasta me va a conseguir el acompañamiento.
SEBASTIÁN: Ah. También es él el que...
TUCA: Claro. El me los va a mandar. Los estoy esperando. Quedaron en venir la
semana pasada.
Pero sabes cómo son
esas cosas: si los tipos son buenos están muy ocupados, él ya me lo advirtió.
Así que no hay que apurarse. El Mingo no me va a mandar cualquier cosa, así
que... Yo mientras tanto ensayo.
SEBASTIÁN: ¡Tuco, por favor! ¿Cómo podes?. . .
TUCA: ¡Sebastiancito! ¡No me digas que tenés celos! Jajaja. ¡Sebastiancito
tiene celos, carajo!
¡Miren un poco! ¡Con
la pinta de recio que tiene! (Lo palmea) ¡Pero no te preocupes, hermano!
Podré tener muchos
amigos, pero como vos... ninguno. Siempre vas a ser el preferido. Aunque hacía
mucho que no me venías a ver. ¡Celos! ¡Ja!
Tuco se aleja riendo.
Llega a la mesita y, siempre riendo, vuelca parte del contenido de una jarrita
en una taza. De repente para de reír, se echa el líquido a la garganta y
empieza a hacer sonoras gárgaras. Sebastián, que daba vueltas por ahí casi
desesperado, buscando la forma de explicar la realidad a Tuco, pega un brinco.
Después se acerca con cuidado.
SEBASTIÁN: ¿Qué haces?
Tuco no oye. El ruido
de sus gárgaras no le deja oír nada. Sebastián le golpea en el brazo y Tuco lo
mira sin dejar de hacer gárgaras.
SEBASTIÁN: ¿Que haces?
Tuco se señala el
oído como diciendo que no oye nada y agrega un gesto pidiendo que espere.
Después echa el contenido de su boca en otro recipiente y mira a Sebastián.
TUCA: ¿Qué pasa?
SEBASTIÁN: Te pregunto que hacés.
TUCA: Gárgaras. (Vuelca más liquido del jarro a la taza) Clara de
huevo. Para la gola.
Se señala la garganta
y vuelve a introducir el líquido en su boca. Nuevas ruidosas gárgaras.
Sebastián camina dos o tres pasos por ahí desesperado y al fin resuelve
enfrentar el problema. Se acerca a Tuco y le habla fuerte, para que pueda oír.
Pero no lo consigue
SEBASTIÁN: Mira, Tuco. El Mingo te macaneó. (Tuco sigue con sus gárgaras
mientras mira de reojo inexpresivamente a Sebastián. Sebastián insiste) Te
jodió, ¿entendés? No conoce a nadie en la televisión. Te estuvo cargando, nada
más. (Tuco sigue con sus gárgaras y señala su oído. Sebastián grita más
fuerte) ¡Digo que el Mingo es un hijo de puta que te estuvo cargando... y
que vos sos un boludo que se dejó cargar! ¡No te va a mandar acompañamiento ni
un carajo, Tuco! ¡Y vos no vas a cantar en ninguna
parte! ¡Ese tiempo ya pasó!, ¡entendés!, ¡ya pasó! ¡Y vos también ya... (Tuco
deja de hacer gárgaras y el grito de Sebastián se oye muy claramente cuando
agrega)… tu familia entonces tiene razón cuando... (Se da cuenta que las
gárgaras terminaron y ve a Tuco que lo mira con mirada extraña, inmóvil, con la
boca cerrada llena de clara de huevo. Y entonces baja el volumen y la velocidad
cuando continúa mecánicamente) cuando dice que vos…?
(Quedan mirándose un
instante. Tuco va al recipiente y echó allí el contenido de su boca. Luego
vuelve a mirar a Sebastián, que está inmóvil, casi temeroso, como si acabara de
confirmar algo terrible. Tuco se acerca a él.)
TUCA: ¿Qué dice mi familia?
SEBASTIÁN: Nada. Que. . . que te encerraste aquí hace una semana y que...
TUCA: Y que estoy loco.
SEBASTIÁN: No, no, eso no. Que me van a decir eso. Al fin de cuentas es tu familia,
¿no?
TUCA: Qué raro. (Prueba su voz) Do... do... dododo.
SEBASTIÁN: ¿Por qué raro?
TUCA: Porque me gritan loco a cada rato. Se ponen ahí detrás de la puerta y
meta gritar: "Estas loco, Tuco, estás loco. Salí que te vas a enfermar. Si
no salís vamos a llamar a la policía. . . ". Je. Te imaginas el miedo que
me da. Si llega a venir la cana los que van adentro son todos ellos.
(Prueba su voz)
Do... do... dododo... Eso es lo que pasa con los que están rayados: creen que
los rayados son los otros. Do... do... dododo... Por eso me encerré aquí. No
los iba a denunciar.
Como vos decís, por
más que a uno le duela, es la familia. Pero te aseguro que a veces hay que
hacer un esfuerzo... Por ejemplo ese lió con la comida. Yo no pensaba comer
más. Para qué. Ahora estoy muy ocupado ensayando, y... Con que me mandaran
clara de huevo era suficiente. ¡Pero el primer día que pase sin comer hicieron
un lío ahí detrás de la puerta! Ahí confirme mi sospecha de que... Y yo sin
comer me sentía lo más bien: lo más livianito. Pero que le vas a hacer: con los
locos hay que disparar por donde ellos disparan, así que... ahora como. Les
abro la puerta un poquito... y me dejan la bandeja ahí, en el suelo. Corro el
riesgo de que me pongan algo en la comida, eso sí. ¿Pescas, no? Pero yo los
jodo: primero pruebo un poquito, y si no me pasa nada sigo. Pero ya te dije: no
los voy a denunciar; al fin de cuentas es la familia. Do... do... dododo. . .
SEBASTIÁN: Este. . . y cuando... cuando querés ir al baño... ¿cómo haces? Digo yo:
¿vas al baño?
Sin perder la
sonrisa, Tuco va a la mesa y toma un gran cuchillo. Se lo muestra y Sebastián
retrocede suavemente
TUCA: Ellos saben. Pego un grito. Hago así, vas a ver. (Va a la puerta y
desde allí grita fuerte)
¡Cuidado, que voy al
baño! (Giro hacia Sebastián muy divertido) Seguro que ya rajaron todos.
Vía libre, vas a ver.
(Abre la puerta suavemente esgrimiendo el cuchillo, muerto de risa. Abre,
muestra a Sebastián) ¿Viste? (Cierra) y después, desde el baño, lo
mismo: " ¡Cuidado, que ya salgo! ". Y ni un alma en el
camino. Tan locos no son. Le tienen un jabón al cuchillito. Jejeje.
(Esgrime el
cuchillo) ¿Sabes cuando empecé a darme cuenta de que estaban rayeti? Cuando
empecé a ensayar y les tuve que contar lo de Mingo y la televisión. Claro;
vieron que no iba a laburar, y entonces... ¿Sabes lo que me dijeron? Que el
Mingo me estaba tomando el pelo. Y Gracielita me dijo otra cosa: que me estaba
jodiendo, me dijo, Jodiendo. ¿Te parece que esa es manera de hablar para
una chica?
SEBASTIÁN: Y. . . son modernos...
TUCA: ¿Pero te das cuenta? Que mi propia hija me diga eso del Mingo. Es lo
mismo que si de repente me dijera que vos también me estas jodiendo. Vos. Que
sos más amigo que el Mingo, todavía. ¿Viste que no tenés por que ponerte
celoso? Sos más amigo que el Mingo. Nadie lo discute.
SEBASTIÁN: No, no, claro que no.
TUCA: Si me dijeran que vos me estas jodiendo... entonces sí... no sé... (Mira
el cuchillo con rabia y lo deja sobre la mesa. En seguida prueba su voz)
Do... do. . . dodododo... Hoy hay mucha humedad.
SEBASTIÁN: Si, mucha, sí. (Tuco vuelve a hacer gárgaras. Sebastián busca algo
para decir. Lo encuentra)
SEBASTIÁN: Digo yo... ¿y no extrañas la vida que llevabas antes? (Tuco detiene
su gárgara. Lo miró inquisidor con la boca abierta)
TUCA: ¡Ah!
SEBASTIÁN: No, nada, nada. Termina tranquilo. (Tuco termina sus gárgaras y
escupe en el recipiente)
TUCA: ¿Que decías? (Prueba) Do... do... dododo... (Queda más o menos
satisfecho)
SEBASTIÁN: Nada... Que... en fin... si no extrañas la vida que llevabas antes.
TUCA: ¿De qué vida me hablas? ¿La de la fábrica?
SEBASTIÁN: Bueno... la de la fábrica... toda tu vida.
TUCA: Je. Entonces sí que tendrían razón en llamarme loco si yo extrañara una
cosa así. Je. No me digas que vos la extrañarías.
SEBASTIÁN:
Bueno... mira: los días que cierro el
kiosco, yo... No te digo que lo extraño mucho, no. Pero... uno esta tan
acostumbrado, que... Vos entendés. Viene un cliente... viene otro... Hablas un
poco con uno, otro poco con otro... Aunque sean tonterías: que hace calor, que
hace frío...
Pero te entretenés. Y
después tenés el paisaje: desde donde yo estoy se ve hasta la vereda de
enfrente. La gente que pasa, los automóviles. Y a veces llueve y podes ver
llover. Como no vas a extrañar un poco todo eso.
TUCA: Claro. Vos porque tenés el boliche. Pero yo... siempre con la misma
máquina ahí adelante:
pafete-pufete,
pafete-pufete... (Mueve la mano como manejando una palanca) El único
paisaje son los fierros que se mueven. Y suerte que hacen ruido; porque así
puedo cantar. Es lo único que tengo: como con el ruido de la maquina no se oye,
me la paso cantando. Por eso me puedo conservar en forma. Do. . . do...
dododo... Pero después, todo lo demás... Acordate cuando laburábamos juntos en
el taller. ¿Te acordás como esperábamos el sábado? ¿Te acordás como
esperábamos el sábado?
SEBASTIÁN: Si. Como no me voy a acordar. No llegaba nunca el sábado. Je.
TUCA: ¿Y cuando llegaba? ¿Te acordás cuando llegaba? La siestita, el mate... y
a la tardecita el bañito con agua de colonia, la afeitada... la pilcha... y
¡zas!... al café.
SEBASTIÁN: Y a la noche... la milonga.
TUCA: Si. Y después de la milonga... otra vez el café. Y hasta que no empezaba
a aclarar no parábamos, ¿te acordás? Meta tango y tango y blablabla.
blablabla... Ja. Como hablábamos, eh. No parábamos. Cuántos sueños, cuántos...
SEBASTIÁN: Bueno... Pero todo aquello ya pasó. Qué le vamos a hacer. Ahora la vida
es distinta. Nosotros somos distintos.
TUCA: No. Vos sos el mismo Sebastián de siempre. El tiempo habrá
pasado, pero vos sos el mismo Sebastián de siempre. De fierro. Se te puede dar
el hígado, a vos, para que lo cuides. No. Vos no cambiaste. Y eso que vos si
pudiste cumplir tu sueño. Me acuerdo como si fuera hoy. . . con el anicito
siempre en la mano. . . ¿Siempre tomas el anicito?
SEBASTIÁN: No, ahora no. Un día empezó a caerme mal y desde entonces...
TUCA: Bueno... en algo uno tiene que cambiar un poco. Ahí habrás cambiado;
pero en todo lo demás no. ¿Te acordás cuando decías ... así, con la
copita en la mano... es como si estuviera viéndote: "Lo que yo quiero es
algún día no depender de nadie. Aunque sea tener un bolichito... pero vivir en
libertad, no depender de nadie". ¿Te acordás? Bueno tuviste el bolichito.
Lo que querías. No dependes de nadie. Cumpliste tu sueño.
SEBASTIÁN: Bueno... Tanto como cumplir mi sueño...
TUCA: Sí, Sebastián, sí. Cumpliste tu sueño. En cambio yo... primero por una
cosa... después por otra... la cuestión es que nunca pude... Pero ahora sí,
Sebastiancito. Ahora sí. Alguna vez se me tenía que dar. Do... do... dododo...
(Sigue probando la voz)
SEBASTIÁN: Pero a vos te parece que a esta altura de la vida, cuando uno ya... ¿De
veras que tenés ganas de…?
TUCA: ¿Ganas? Je. ¿Quién habla de ganas? Uno no debe pensar solamente en uno
mismo. Uno también debe pensar en los demás. Se debe a su público, como me dijo
el Mingo, ahí en la esquina, cuando le cante: tenía la boca así, abierta; ni se
cómo pudo hablar. "Mira, Tuco, -me dijo-no tenés derecho a que el mundo se
pierda la oportunidad de escucharte. No podes ser tan egoísta". Eso me
dijo: "No podes ser tan egoísta". Que te parece. Eso es decir algo,
eh. ¿Y alguna vez vos viste que yo fuera egoísta?
SEBASTIÁN: No, claro que no, pero. . .
TUCA: ¿Entonces? Me tengo que brindar, que querés que le haga.
SEBASTIÁN: Y... Podrías esperar al sábado. ¿Eh? ¿Qué te parece? Te brindas los
sábados a la noche.
TUCA: Ah, sí. ¿Y vos crees que los sueños hay que cumplirlos los sábados a la
noche, nada más? Eso cuando éramos jóvenes. Pero ahora... ¿y los otros días que
hago?
SEBASTIÁN: Y... Ensayas en la fábrica. Con el ruido de la máquina. . . Además…
dentro de poco te vas a jubilar.
TUCA: ¿Seguro que no te estuvieron hablando?
SEBASTIÁN: ¿Quiénes?
TUCA: ¡Esos!
SEBASTIÁN: No, no, ya te dije: para nada.
TUCA: Porque eso es lo que ellos quieren. "Volvé a la fábrica, que te
falta poco para jubilarte". Me tienen podrido con eso. Seguro que no te
estuvieron hablando, vio? Je. Mira si voy a reaparecer como "El Jubilado
Cantor"! ¡Están locos, no te dije! Carlos Bolívar. ¿Te gusta?
SEBASTIÁN: Qué.
TUCA: Mi nuevo nombre artístico. Carlos Bolívar.
SEBASTIÁN: Sí, sí. No es feo. Aquella vez que cantaste en el club. . . usaste otro
nombre, ¿no?
TUCA: Ah. Te acordás.
SEBASTIÁN: Claro. Como no me voy a acordar si vos...
TUCA: Bueno, olvidate. (Sebastián calla en seco. Tuco se recompone)
Ahora todo va a ser distinto. Hasta el nombre. Me puse Carlos por el Morocho. Y
Bolívar por San Martín.
SEBASTIÁN: ¿Cómo por San Martín?
TUCA: Sí. Quiero decir que primero pensé en ponerme San Martín. Carlos San
Martín. No me digas que no era fenómeno. Pero después pensé que podía armarse
algún lío y me puse Bolívar, que es extranjero. Ahí nadie puede decir nada.
Además queda en el oído. Carlos Bolívar, Carlos
Bolívar... Lo pensé
mucho, no te creas.
SEBASTIÁN: Sí, sí. Ya lo veo.
TUCA: Je. "El Jubilado Cantor". Mira un poco. ¿Sabes de qué tengo
miedo?
SEBASTIÁN: ¿De qué?
TUCA: De que no lo dejen entrar.
SEBASTIÁN: ¿A quién?
TUCA: Al acompañamiento.
SEBASTIÁN: Ah.
TUCA: El Mingo me dijo que me los iba a mandar en seguida. Que apenas se
desocuparan... Pero ya pasaron varios días. ¿No crees que esos lo pudieron
haber parado, allí?
SEBASTIÁN: A mí no me pararon.
TUCA: Es cierto. Porque aquella vez, en el club. Lo que falló fue el
acompañamiento. ¿Te acordás que cada uno andaba por su lado? Además los hijos
de puta agarraron un tono muy alto y por ahí me cuesta. Yo más bien soy
barítono. ¿No ves? (Canta) "Viejo smoking de los tiempos... en que
yo. . . ". Más bien soy barítono, ¡Hijos de puta! Por eso tuve que parar.
Preferí mandarme mudar antes que seguir así, con cada uno por su lado. Hijos de
puta. Ni al estribillo pude llegar.
Pero ahora es
distinto. ¿Vos sabes las horas que llevo ensayando? No me para nadie esta vez.
El Mingo me lo dijo:
"Se trata de que ensayes bien, con un buen acompañamiento". Es un
gran tipo el Mingo. Yo no lo conocía; la verdad que no lo conocía. ¿Sabes lo
que me quería mandar como acompañamiento? Una orquesta. Pero yo le dije que no,
no. Lo tuve que convencer. Era demasiado. Y aquí... donde los iba a meter.
Además me gustan las guitarras, que querés que te diga. Siempre que no sean
como aquellas del club. Guitarras como las de Gardel. Pero como el Gardel de
antes. No el de las películas. El de antes. El Morocho. El verdadero Morocho.
¿Te acordás? En aquella época, cuando cante en el club... decían que yo me
parecía al morocho. ¿Te acordas? (Sonríe y pone cara de Gardel) Todo el
mundo me lo decía. Lástima lo que pasó después. ¡Hijos de puta! "Agarramos
en fa", me decían después los boludos. Ma que fa ni que fa. Yo más bien
soy barítono. Y ellos, lo que tenían que hacer, era acompañarme, ¿no? Y bueno.
"¡Fa!" Je. Si ese día hubiera tenido un buen acompañamiento ahora no
iba a estar en la máquina todo el día, con ese ruido... (Mira con picardía a
Sebastián) Pero algo de aquel tiempo voy a usar. Todo va a ser distinto,
pero hay algo que... (Sigilosamente va a una valija vieja, saca un smoking
descolorido y se lo muestra como si fuera una bandera) ¿Qué te parece?
SEBASTIÁN: ¿Qué es?
TUCA: Como "qué es". Mira, mira. ¿No lo reconoces? (Se pone el
smoking, que le queda
estrechísimo, se
estira el peinado y sonríe como Gardel) ¿Y? ¿Te acordas?
Falta el moñito.
(Se señala el
cuello)
SEBASTIÁN: Claro, claro. Es un smoking, ¿no?
TUCA: Claro. El del club. Lo guarde. Yo sabía que algún día lo iba a usar.
Decime: ¿vos no tenés un moñito?
SEBASTIÁN: No. Moñito no... Pero... podríamos salir a comprar. Yo te acompaño.
Salimos los dos y entonces... (Tuco mira de reojo el cuchillo que está sobre
la mesa y Sebastián sigue su mirada) No, no va a hacer falta el
cuchillo. Saliendo conmigo nadie te va a...
TUCA: ¿Y en el boliche no tenés? Moñitos. ¿No vendes?
SEBASTIÁN: Ah, no. Por ahora, no. A lo mejor más adelante...
TUCA: Qué. ¿Pensás ampliar?
SEBASTIÁN: Claro. Quién no piensa en ampliar. ¿Vamos, entonces?
TUCA: Así que pensás ampliar. Ja. De veras que te va bien, entonces. ¿Viste?
Vos cumpliste tu sueño.
SEBASTIÁN: Bueno... ya te dije que no es para tanto. Con el boliche voy tirando,
eso sí. Pero tanto como cumplir el sueño... Ya ves: monitos todavía no tengo.
TUCA: No. Pero vas a tener. Je. Me doy cuenta, me doy cuenta. Ya veo como sos.
Nunca se acaba de conocer a la gente, ¿viste? Primero el Mingo... ahora vos.
Vos sos como las personas que hacen algo importante en la vida: jamás te van a
decir "yo hice esto o lo otro". No. Lo hicieron y ya está. Nada de
andar publicándolo por ahí. Pero hay que tener cuidado, eh. Un poco de modestia
está bien. Pero nada de exagerar. Mira lo que me pasó a mí. Me pasé de modesto.
Y aquí me tenés. Si hubiera sido un poquito más orgulloso, un poco más...
no sé cómo decirte... si me hubiera dado el lugar... eso: si me hubiera dado el
lugar que me correspondía... mi vida habría sido otra. Sí. Mi vida habría sido
otra.
SEBASTIÁN: Bueno, Tuco. Al fin de cuentas vos no la pasaste tan mal. Está bien que
no pudiste dedicarte al canto. Dios lo quiso así, que le vas a hacer. Pero
siempre tuviste laburo.... formaste una buena familia...
TUCA: Todos locos.
SEBASTIÁN: Bueno, pero ya se curarán
TUCA: ¿A vos te parece?
SEBASTIÁN: Claro. Con los locos pasa eso. Que en el momento menos pensado... zas...
se les pasa. Por ejemplo ahora. A lo mejor ahora mismo, si vos salieses y les
hablases... tranquilo, sin el cuchillo... a lo mejor... quién te dice...
TUCA: ¿Se te metió en la cabeza hacerme salir, a vos?
SEBASTIÁN: ¿Por qué me decís eso?
TUCA: Primero a buscar el moñito... ahora que salga a curar a los locos esos…
Que se curen solos. Me tienen podrido.
SEBASTIÁN: Bueno... Vos dijiste hace un ratito que había que brindarse a los demás,
¿no?
TUCA: Si. Pero con el arte.
SEBASTIÁN: Además... no es que yo quiera que vos salgas. Lo que yo quiero es que no
te quedes encerrado aquí adentro. Que sientas un poco el aire de afuera, en
fin, que...
TUCA: Siempre el mismo, Sebastián.
SEBASTIÁN: ¿Cómo?
TUCA: Igual que cuando hablabas en el taller. Y mira que pasaron años, eh. El
aire... la libertad...
Seguís hablando
igual. Contame, contame.
SEBASTIÁN: Que te cuente qué.
TUCA: Cómo es eso. El aire... la libertad. Ahora vos tenés todo eso. Contame
como es. Dentro de poco yo también lo voy a tener.
SEBASTIÁN: Ah. Bueno, mira... Se trata de poder respirar por tu cuenta, sabes.
Porque tenés ganas, sin nadie al lado que te obligue, que te diga: "ahora
mete aire adentro, ahora sácalo". ¿Entendés? Nadie que te diga
¡"Mételo, sácalo, mételo, sácalo"!
TUCA: (Ríe) Ja. Está bien eso. Claro que te entiendo. Eso es lo que me
están diciendo ellos siempre: "Mételo, sácalo". Je. Está bien eso.
SEBASTIÁN: Bueno... Yo no me refería a la familia, sino a todo... Al mundo en
general. La familia a veces te puede ayudar.
TUCA: Decís eso porque vos no tenés familia. Mírame a mí.
SEBASTIÁN: Sin embargo... a veces... quién sabe... si vos pusieras algo de tu
parte...
TUCA: ¡No rompas más las pelotas con eso! ¡Cada uno tiene su idea, y... cada
uno tiene su idea! (Se detiene frente al cuchillo. Lo mira. Se calma. Gira
hacia Sebastián ya calmo) De todos modos… podemos seguir siendo buenos amigos.
No tenemos por qué estar de acuerdo en todo para ser amigos, ¿no? Vos pensás
que a los locos se los puede curar. Yo no. Bueno. En eso no pensamos igual.
Pero no tenemos por qué discutir.
SEBASTIÁN: Claro, claro. No discutamos y ya está.
TUCA: Eso. Bueno, dale, contame. En lo de la libertad en general estamos de
acuerdo, así que contame.
SEBASTIÁN: Qué querés que te cuente.
TUCA: Cómo respiras. Je. Me imagino tu vida en el boliche. Haces lo que
querés, ¿no? Al que te hincha mucho las pelotas... lo rajas, ¿no?
SEBASTIÁN: Bueno... en general la gente no hincha tanto. Si uno la sabe tratar...
Además vienen y se van, así que...
TUCA: ¿Y. qué haces cuando no hay nadie? Contame, contame.
SEBASTIÁN: Y... Hago cuentas... reviso la mercadería... (Al fin descubre)
Escucho radio. Casi siempre tengo encendida la radio. Me hago unas panzadas de
radio bárbaras.
TUCA: Escuchas tangos.
SEBASTIÁN: Sí. También.
TUCA: (Lo palmea) Mira cuando me escuches a mí. Pero contá, contá. Qué
más haces.
SEBASTIÁN: Y... Mucho tiempo para otras cosas no tengo.
TUCA: Pero vos decías que mirabas la calle... la vereda de enfrente...
SEBASTIÁN: Ah, sí, claro, sí.
TUCA: Bueno. ¿Y qué ves?
SEBASTIÁN: Y. . . La gente. Los autos, los... En fin... la vida que pasa.
TUCA: Cómo pasa, eh.
SEBASTIÁN: ¿Quién?
TUCA: La vida.
SEBASTIÁN: Ah, sí. Pasa, sí.
TUCA: ¿Y cuando llueve?
SEBASTIÁN: ¿Cómo?
TUCA: Dijiste, antes, que a veces llueve, y vos miras.
SEBASTIÁN: Ah, sí. Y bueno: cuando llueve la vida pasa más rápido; todos rajan. Je.
Nadie se quiere mojar. El otro día un vieja se paró ahí, delante del kiosco,
con el paraguas todo chorreando... y vos sabes que yo le decía "señora,
corra el paraguas que me está mojando toda la mercadería"... y la vieja
como si no oyera, revisando todo, oliendo todo como si todo estuviera
podrido... ¿Y al final sabes lo que me compró? Un chocolatín. De los chiquitos.
Se mojó toda... me mojó toda la mercadería... y compró un chocolatín. De los
chiquitos. ¿Qué te parece? Por un chocolatín de mierda me amargó el día. ¿Te
parece justo? ¿Eh? ¿Te parece justo? Decíme.
TUCA: No. Claro que no.
SEBASTIÁN: Ah. Porque por ahí te conmovías y salías diciendo que era una pobre
viejita indefensa, o algo así.
TUCA: No. Cómo voy a decir eso. Era una vieja boluda. Si dejaba chorrear el
paraguas ahí...
SEBASTIÁN: Eso. Una vieja boluda. Y la calle está llena de viejas boludas.
TUCA: ¿Ah, sí?
SEBASTIÁN: Ja. ¡Si supieras todas las viejas boludas que hay!
TUCA: ¡No me digas! ¿Y vos las ves?
SEBASTIÁN: ¿Si las veo? Ja. Y a veces tengo que tocarlas, también. La vez pasada
una con cien lucas se quería llevar tres paquetes de pastillas. Tuve que
agarrarle la mano así… (Toma por el puño a Tuco y cachetea su mano) ...
y hacérselos soltar a la fuerza. Se hacía la sorda la hija de puta.
TUCA: Esa muy boluda no era.
SEBASTIÁN: Boluda. . . Hija de puta. . . Es lo mismo.
TUCA: Bueno... menos mal que... también irán chicos a comprar, ¿no?
SEBASTIÁN: De ésos mejor no hablemos.
TUCA: (Después de una pausa) Algunos problemitas tenés, parece.
SEBASTIÁN: Y, sí. Algunos problemitas. No va a ser todo un lecho de rosas.
TUCA: Claro. (Tiempo) Pero igual. La libertad no se paga con nada.
SEBASTIÁN: Claro que no.
TUCA: Y además... después, a la noche... ¿siempre vivís solo en aquel
cuartito?
SEBASTIÁN: Sí, siempre.
TUCA: (Canta sonriendo) "Cuartito azul"... Je.
¡Sebastiancito, carajo! Las fiestachas que te debes mandar allí, eh.
SEBASTIÁN: Sí, claro
TUCA: Por eso. . . la libertad no se paga con nada. Y esos turros que no
aparecen. Después vienen los líos: que el "fa", que el
"mí"... Y no entienden que yo soy casi barítono. Y que lo único que
necesito es que me acompañen. Un buen acompañamiento.
SEBASTIÁN: Quién sabe no vienen, Tuco.
TUCA: ¿Cómo?
SEBASTIÁN: Que quién sabe no vienen.
TUCA: ¡Cómo no van a venir! Que tarden un poco no quiere decir que... ¿Vos
sabes algo?
SEBASTIÁN: No, no, no sé nada. Digo nomás. Podría ser que ...
TUCA: De veras. Tenés razón. No lo había pensado. Por Mingo yo pongo las manos
en el fuego.
Pero a esos turros no
los conozco; y quién te dice que le fallaron. (Sebastián va a decir algo
pero calla. Tuco sigue pensando) O fueron esos... (Señala la puerta de
entrada)… que no los dejaron entrar. (Sebastián calla
nerviosamente. Tuco lo mira y se le ocurre algo) Sebastián.
SEBASTIÁN: Qué.
TUCA: Acompáñame vos.
SEBASTIÁN: ¿Yo? ¿Con qué?
TUCA: Con guitarra.
SEBASTIÁN: Pero si no sé tocar.
TUCA: Aprendés.
SEBASTIÁN: ¿Pero vos sabes el tiempo que se necesita para?...
TUCA: Un curso rápido. Si esperé hasta ahora puedo esperar un poco más. Además
con vos sería grandioso. Dale, Sebastián, acompáñame.
SEBASTIÁN: Pero es que yo... Además no puedo, Tuco.
TUCA: Por qué no podes. Si te pones a aprender. . .
SEBASTIÁN: Aunque me ponga. (Muestra la mano) Tengo los dedos cortos.
TUCA: Hay guitarras chiquitas; eso no importa. Y es fácil. Escucha y vas a ver
qué fácil. (Tuco imita con las manos como si tocara la guitarra y canta)
"Viejo smoking de los tiempos…" (Se acompaña con la supuesta
guitarra) "Yin, yin... en que yo también tallaba… yin… yin..."(Sebastián
lo mira con una mirada nueva. Tuco termina las estrofas y enfrenta a
Sebastián) ¿Viste qué fácil? ¿Eh? ¿No es fácil?
SEBASTIÁN: Sí. Pero yo...
TUCA: Dale, dale, empecemos a ensayar.
SEBASTIÁN: No, Tuco, no puedo. Yo... Además quién sabe ya está el repartidor
esperándome en el boliche.
TUCA: Está bien. Está bien. Ándate, nomás. Claro. Total. . . vos ya
triunfaste. Los demás que se
jodan.
SEBASTIÁN: No es eso, Tuco. Es que. . .
TUCA: Andate, andate, nomás.
TUCA: Pensaba darte una foto mía, dedicada, con moñito y todo, para que la
pusieras ahí en el kiosco. Ahora no te voy a dar un carajo.
SEBASTIÁN: Pero Tuco. Yo...
TUCA: Andate, andate, nomás. (Sebastián camina dudosamente otro paso hacia
la puerta pero se detiene otra vez cuando Tuco vuelve a hablarle) Y no te
voy a dar ninguna entrada para que me vayas a ver en vivo a la tele. Te la vas
a tener que conseguir vos. Vos mismo te la vas a tener que conseguir. Y sabes
cómo se van a matar para conseguir una entrada para verme a mí, ¿no? Van a
tener que hacer una cola de tres días. Eso. Y vos de acá. Vas a tener que verme
en tu roñoso televisor, si querés verme. Vas a tener que interrumpir una de
esas fiestachas que haces en tu bulín; porque las minas van a querer verme a
mí. Y lo único que vos vas a poder decirles es que yo era amigo tuyo. "Era",
¿entendés? ¡"Era"! Porque desde ahora podes hacer de cuenta que no te
conozco. Y si al salir te cruzas con los de las guitarras... por favor... ¡ni
se te ocurra decirles una sola palabra, eh! ¡Ni saludarlos!
SEBASTIÁN: ¡No van a venir, Tuco!
TUCA: Ah. Ahora sos pesimista, también. Quién lo hubiera dicho. Vos pesimista.
Esa no es la manera de hablar de un triunfador, qué querés que te diga.
SEBASTIÁN: ¡No hinches más las pelotas con eso, Tuco! ¡Yo no soy ningún triunfador,
¿no entendés? ¡Yo no soy ningún triunfador!
TUCA: Qué. ¿Así que no triunfaste?
SEBASTIÁN: ¡No jodas más con eso! Lo único que yo te pido es que no te encierres
aquí como... como si encerrándote. . . ¿Qué ganas con encerrarte, decime? ¿Qué
ganas con encerrarte?
TUCA: No triunfaste. Y todavía me hablas de libertad.
SEBASTIÁN: Yo no te hablé de nada, Tuco. Yo... Lo único que yo...
TUCA: Podrías haber triunfado conmigo. Te lo perdiste.
SEBASTIÁN: Tuco. . . Yo. . .
TUCA: No tenés nada que aclarar. Ándate, nomás. (Empieza a
quitarse el smoking. Sebastián se desplaza lenta y desesperadamente hacia la
puerta. Tuco lo detiene otra vez)
TUCA: Je. "Motu proprio".
SEBASTIÁN: ¿Eh? ¿Cómo?
TUCA: Me dijiste que habías venido "de motu proprio". Vos también me
jodiste.
SEBASTIÁN: No, Tuco. Lo que yo. . .
TUCA: Me importa un carajo. Ándate, ándate nomás. (Vacilante, Sebastián va
hasta la puerta, se detiene. Mira cómo Tuco guarda el smoking en la valija. Al
fin se detiene)
SEBASTIÁN: ¿Me voy, entonces? (Tuco no responde) Mira que me voy, en. (Tuco,
después de guardar el smoking, va a la mesita y vierte clara de huevo del jarro
a la taza. Vuelve a hacer gárgaras y no oye a Sebastián, que sigue hablando)
Yo no tengo la culpa, Tuco. Yo quise ayudarte, nada más. El que te jodió fue el
Mingo. Es un hijo de puta. Y vos sos un cantor fenómeno. (Gárgaras más
fuertes. Sebastián se acerca y grita más fuerte) ¡Escúchame, Tuco! Te digo
que yo vine porque quise ayudarte. No te jodí. (Más fuerte las gárgaras.
Grito más fuerte de Sebastián) ¡Oíme, carajo! ¡Te digo que yo no tengo la
culpa! (Tuco se señala el oído como diciendo que no oye) ¡Digo que yo no
tengo la culpa... y que siempre pensé que sos un cantor fenómeno! ¡Lo de
la televisión es puro grupo pero vos no sos grupo, Tuco, vos no sos grupo! (Tuco
va disminuyendo la potencia de sus gárgaras) ¡Sos un cantor fenómeno! ¡Como
Gardel! ¡Cantas mejor que nunca! ¡Y te pareces! ¡Claro que te pareces, Tuco! ¡Y
si querés... si querés te acompaño, qué carajo! ¡Hago un curso rápido y te
acompaño! ¡Y voy a ser mejor guitarrista que cualquiera de esos turros que el
Mingo dijo que iba a mandar y que... (Calla de repente porque Tuco ya dejó
de hacer las gárgaras y lo mira fijo. Luego Tuco va a la mesita, vierte la
clara de huevo en el recipiente y enfrenta a Sebastián)
TUCA: ¿Cómo dijiste?
SEBASTIÁN: Que... que yo te acompaño. Hago un... un curso rápido, y... Te acompaño,
Tuco.
TUCA: ¿Seguro?
SEBASTIÁN: Seguro, Tuco. (Va rápidamente a la valija, saca el smoking, se lo
pone y sube al cajón) Empecemos a ensayar, dale. Agarra la guitarra.
TUCA: (Haciendo ademanes como pulsando una guitarra imaginaria) Dale.
Agárrala.
SEBASTIÁN: Ah, sí. (Va junto a Tuco y hace como que pulsa una guitarra)
triiin, triiin, triiin...
TUCA: Eso. Afínala. Pero nada de "fa", eh. Ya escuchaste el disco.
Lo que yo necesito es un acompañamiento, nada más.
SEBASTIÁN: Vos canta, Tuco. Canta que matamos. Dale.
TUCA: Dale. Toca. (Pone cara con sonrisa de Gardel y prepara su ademán.
Sebastián, feliz, responde con otra sonrisa)
SEBASTIÁN: ("Tocando") Triiir. , triiin, triiii...
TUCA: (Canta) "Viejo smoking de los tiempos... en que yo también
tallaba. . . ". (Y sigue cantando mientras Sebastián lo acompaña
entusiasmado).
*