El
burdel
Lluïsa
Cunillé
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Lluïsa Cunillé |
Personajes:
VIAJERA
VIEJO
TRAVESTI
LA
MADAME
VIEJO
CABALLERO
VIEJO
MILITAR
CHICO
VIEJO
CLIENTE
(Noche
de tormenta. El bar de un burdel de carretera. El VIEJO TRAVESTI duerme apoyado
a una mesa. A su lado, de pie, está la VIAJERA con un abrigo puesto que toca
tres o cuatro veces una campanilla. Silencio. Aparece LA MADAME por la
escalera)
LA
MADAME- Si el hombre tuviera el sexo en
los pies no existiría el peligro de que le salieran sabañones.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Me ha telefoneado usted?
LA
MADAME- Sí.
VIAJERA- ¿Es la dueña?
LA
MADAME- No. (Se dirige a la barra del
bar)
VIAJERA- ¿Podría hablar con el dueño?
LA
MADAME- Cuando se despierte hable con
él.
VIAJERA- ¿Es el dueño de esto?
LA
MADAME- Él y dos socios más me compraron
el negocio hace veinticinco años. Desde entonces trabajo para ellos. Llevo el
bar y me ocupo de que todo funcione. (Pausa) ¿Quiere una copa?
VIAJERA-
¿Para qué es la campanilla?
LA
MADAME- No le gusta nada quedarse solo
mucho rato. Normalmente cuando ha bebido demasiado llamo a un taxi antes de que
se ponga a dormir la mona.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Hay una habitación libre?
LA
MADAME- ¿Quiere una habitación?
VIAJERA- Es para él, para acostarlo en alguna parte.
LA
MADAME- Pesa demasiado para llevarlo
arriba.
VIAJERA- ¿No hay nadie que nos pueda ayudar?
LA
MADAME- ¿Es que ve alguien más por aquí?
VIAJERA- ¿Y arriba, no hay nadie?
LA
MADAME- Las chicas y un cliente.
VIAJERA- ¿Y alguna de las chicas no podría ayudarnos?
LA
MADAME- Todas están ocupadas ahora.
VIAJERA- ¿En el mismo cliente?
LA
MADAME- Sí.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Y los demás socios dónde están?
LA
MADAME- Tienen que venir ahora. Supongo que
ya no tardarán.
(Pausa)
VIAJERA- No me puedo quedar mucho rato, estoy de
viaje.
LA
MADAME- ¿Con este tiempo?
VIAJERA- El servicio meteorológico anuncia que durará
poco el mal tiempo.
(LA
MADAME lleva un vaso de whisky a la mesa donde duerme el VIEJO TRAVESTI)
LA
MADAME- Márchese si quiere. Cuando se
despierte le diré que no la he encontrado, que tenía el teléfono desconectado,
como su hermana.
VIAJERA- ¿Ha llamado también a mi hermana?
LA
MADAME- Sí, pero como me ha colgado
entonces la he llamado a usted.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Puedo ir al lavabo?
LA
MADAME- ¿Me pide permiso para ir al
lavabo?
VIAJERA- Es por si está ocupado.
LA
MADAME- No, es aquella puerta.
VIAJERA- Gracias.
LA
MADAME- No se puede cerrar por dentro,
el pestillo está fuera. (La VIAJERA entra en el lavabo, se lava la cara y se
mira fijamente al espejo mientras LA MADAME se sienta junto al VIEJO
TRAVESTI y le habla) No me gusta nada su
hija, y yo tampoco le gusto a ella. Es un ejemplo claro de aversión a primera
vista. No podrá ayudarle mucho, aún está más perdida que usted. Y además está
loca. Lo he sabido en cuanto he oído la campanilla. No sé qué esperaba de este
reencuentro pero no creo que se lo ponga fácil. La locura o es loca o es
sincera, y tal como se encuentra usted ahora no le conviene ni una cosa ni
otra. ¿Por qué la ha hecho venir? ¿No tenía bastante con la media botella de
coñac de siempre? No, esta noche quería además un poco de calor filial, ¿no es
eso? Jodido viejo, ¿le parece que ha entrado un poco de amor por esa puerta? Ni
siquiera un poco de amistad para mí. Sí, ya lo he dicho. Yo también me había
hecho unas cuantas ilusiones a costa de este reencuentro. Ya lo ve. Pero esos
ojos, esos ojos son de loca. Su hija está completamente loca y perdida. Y ahora
no me quedará más remedio que despertarlo, viejo chocho.
(LA
MADAME toca una vez la campanilla y el VIEJO TRAVESTI se despierta)
VIEJO
TRAVESTI- ¿Has vuelto ya del médico?
LA
MADAME- Iré mañana.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Mañana?
LA
MADAME- Sí.
VIEJO
TRAVESTI- Haz que te quiten los ovarios
enseguida, antes de que sea demasiado tarde, como me hicieron a mí. ¿Qué es
esto?
LA
MADAME- Un whisky.
VIEJO
TRASVESTIDO- No me gusta el whisky.
LA
MADAME- Es de su hija.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Ha llegado ya?
LA
MADAME- Está en el lavabo.
(Pausa)
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué aspecto tiene?
LA
MADAME- No se le parece nada.
VIEJO
TRAVESTI- Ninguna de mis dos hijas se me
parece. Si hubiera sido un padre celoso, habría tenido unos cuantos motivos
para torturarme.
(Se
oye un trueno lejano. A partir de aquí se irán oyendo truenos cada vez más
fuertes y seguidos)
LA
MADAME- El letrero de fuera se ha
fundido otra vez.
VIEJO
TRAVESTI- Una hija que trae una tormenta
no es un buen presagio.
LA
MADAME- Me ha dicho que tenía prisa, que
no podía esperar mucho tiempo.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Y tú qué le has dicho?
LA
MADAME- ¿A su hija? Nada.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Nada?
LA
MADAME- No tenía ni idea de que fuera
socio de un burdel, pero no puede decirse que le haya sorprendido mucho.
VIEJO
TRAVESTI- De pequeñas, mis hijas, me
consideraban un sabio y el hombre más íntegro del mundo.
LA
MADAME- Así de mayores se habrán sentido
muy decepcionadas.
VIEJO
TRAVESTI- Esta noche no te consiento tus
dardos envenenados delante de mi hija.
LA
MADAME- Pues deme el resto de la noche
libre.
VIEJO
TRAVESTI- Sólo te pido una tregua.
LA
MADAME- No le aseguro nada. Todo
dependerá de mis ovarios, de la lata que me den esta noche.
(El
VIEJO TRAVESTI se levanta, mira por la mirilla de la puerta del lavabo y vuelve
junto a LA MADAME)
VIEJO
TRAVESTI- ¡Imbécil, te has equivocado de
hija, has llamado a la otra!
LA
MADAME- Su hija mayor, en cuanto le he
dicho que llamaba de su parte, me ha colgado tres veces. Entonces he llamado a
la otra, por probar, pensando que también me colgaría el teléfono, pero no lo
ha hecho. Aún debe de albergar una pizca de amor en su corazón por usted,
aprovéchese.
(Pausa.
La VIAJERA sale del lavabo)
LA
MADAME- ¿Se encuentra bien?
VIAJERA- Sí.
(Pausa)
VIEJO
TRAVESTI- ¿No nos abrazamos? (Se oye un
trueno. Ni el VIEJO TRAVESTI ni la
VIAJERA se mueven de donde están) De pequeñas, tu hermana, tú y yo, en las
noches de tormenta como ésta, nos escondíamos debajo de la mesa de mi despacho.
¿Lo recuerdas?
(Pausa)
LA
MADAME- Oigo una ventana que golpea
arriba. Creo que iré a cerrarla.
VIEJO
TRAVESTI- Yo no oigo nada.
LA
MADAME- ¿En serio?
VIEJO
TRAVESTI- Ya la cerrarán las chicas si
les molesta.
LA
MADAME- Entonces iré detrás de la barra
a pisar unos cuantos escarabajos. Dicen que va muy bien para calmar las
tormentas.
VIEJO
TRAVESTI- (A la VIAJERA) Si quieres siéntate y termínate el whisky.
VIAJERA- (No se mueve) No me puedo quedar mucho rato,
estoy de viaje.
VIEJO
TRAVESTI- Adónde…
VIAJERA- Al extranjero.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Al extranjero?
VIAJERA- Sí.
VIEJO
TRAVESTI- Qué inconcreta eres hija mía.
(Pausa) ¿Aún trabajas de maestra de primaria?
VIAJERA- De secundaria.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Por qué no te sientas un
momento?
VIAJERA- ¿Qué quieres de mí? ¿Te parezco lo bastante
concreta?
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) Atrás angustia,
retrocede.
VIAJERA- ¿Qué dices?
VIEJO
TRAVESTI- No deberías viajar con este
tiempo.
LA
MADAME- Eso ya se lo he dicho yo, pero
es de las que aún tiene fe en el servicio meteorológico.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Y cuándo volverás del
extranjero?
VIAJERA- No lo sé.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Has dejado la escuela?
VIAJERA- Eso no es asunto tuyo.
LA
MADAME- ¿Qué les parece si pongo un poco
de música?
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué sabes de tu hermana?
VIAJERA- No nos vemos mucho.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Pero está bien?
VIAJERA- ¿Por qué no la llamas y se lo preguntas?
VIEJO
TRAVESTI- En la universidad sé que usa
el apellido de vuestra madre antes que el mío. Y eso que está allí gracias a mí,
porque sus méritos académicos siempre han sido más bien limitados, como tú ya
sabes.
VIAJERA- Tengo prisa, dime qué quieres… Por qué me has
llamado…
(Se
oye un trueno)
VIEJO
TRAVESTI- Las tormentas de febrero son
las peores de todas.
LA
MADAME- Y que lo diga, incluso más que
las de mayo y ya no digamos que las de agosto y septiembre.
VIAJERA- ¿Puedo hacerte una pregunta?
VIEJO
TRAVESTI- Ya imagino que me preguntarás,
pero de todos modos pregúntamelo.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Por qué vas disfrazado de dueña de burdel?
VIEJO
TRAVESTI- Las chicas me hacen más caso
si me visto así, me tienen más confianza, me cuentan su vida y así no me
aburro. ¿A ti no te aburre ser siempre tú misma y oír las mismas cosas?
VIAJERA- ¿Por eso compraste el burdel, para no
aburrirte?
VIEJO
TRAVESTI- No, en esta cuestión más bien
se mezclan viejas razones de estado y de alta política, si es que se puede
admitir semejante adjetivo para calificar un término tan resbaladizo. En
cualquier caso tienes que saber que el cliente que esta noche hace uso de
nuestros servicios, por ejemplo, se cree lo bastante importante para no querer
hacer ostentación de su rango en un lugar público como éste.
LA
MADAME- Discreción. Recuerde que la
primera norma de un burdel que se precie es la discreción.
VIEJO
TRAVESTI- Estoy hablando com mi hija.
Haz el favor de no inmiscuirte.
LA
MADAME- Pues deje que vaya arriba a
cerrar ventanas.
VIEJO
TRAVESTI- Ni hablar, tu sitio está aquí.
LA
MADAME- ¿Si me quedo después no me
reprochará que no le diga lo que pienso de verdad?
VIEJO
TRAVESTI- Te lo prometo.
LA MADAME- ¿Me da permiso entonces para tratarlo como lo
que es en realidad, un viejo senil?
VIEJO
TRAVESTI- Sólo te doy permiso para que
cierres la boca con más frecuencia que de costumbre.
LA
MADAME- Callaré, pero antes deje que le
recuerde aquel viejo refrán que dice que “cuando los viejos caen, los jóvenes
prosperan”.
VIEJO
TRAVESTI- No hay nada peor que una vieja
puta que se cree sabia, hija mía.
LA
MADAME- (Bajo) ¡Ah, que los hombres
estén sordos no al adulador sino a quien les aconseja!
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué refunfuñas?
VIAJERA- Todo esto no es asunto mío. Dime de una vez
para qué me has llamado… ¿Qué quieres de mí?
VIEJO
TRAVESTI- En realidad la que tenía que
venir esta noche era tu hermana, pero esta vieja puta te ha llamado por su
cuenta. Como nunca ha tenido hijos, sólo unos ovarios inmaduros y al parecer
ahora también bastante podridos, no sabe que para un padre no es lo mismo un
hijo que otro, y en cambio me ha tomado por una vieja gallina clueca que en una
noche de tormenta llama indiscriminadadmente a todas sus gallinitas cluecas a
su lado. Y ahora, si me disculpas, tengo que ir un momento al lavabo.
(El
VIEJO TRAVESTI entra en el lavabo y vomita en el váter)
LA
MADAME- La vieja gallina clueca se
merece que la encerremos en el lavabo el resto de la noche, tratar así a su
pequeña gallinita clueca.
VIAJERA- ¿Y a usted? ¿No le importa que la traten de
vieja puta?
LA
MADAME- Es lo que soy. Lo único que me
ha molestado es lo de los ovarios podridos. Qué tiene de malo que los ovarios
de una vieja puta se quejen de vez en cuando y reclamen un poco de atención.
VIAJERA- ¿Usted sabe qué quería de mi hermana?
LA
MADAME- Tengo una idea aproximada.
VIAJERA- ¿Si le pregunto por esa idea aproximada me la
dirá?
LA
MADAME- ¿De verdad le interesa?
VIAJERA- Sólo en la medida en que no me haga perder
mucho tiempo.
LA
MADAME- ¿Tanta prisa tiene?
VIAJERA- Me he detenido sólo porque me iba de paso.
LA
MADAME- ¿Adónde iba?
(El
VIEJO TRAVESTI sentado en el váter toca otra campanilla)
VIAJERA- Me esperan.
LA
MADAME- ¿La esperan? Y yo que creí que
huía.
(Pausa.
El VIEJO TRAVESTI toca la campanilla)
VIAJERA- ¿Por qué me mira así?
LA
MADAME- ¿Cómo la miro?
VIAJERA- Como si hiciera tiempo que nos conociéramos.
LA
MADAME- Perdone, es la costumbre.
VIAJERA- ¿La costumbre?
LA
MADAME- Lo que esperan los clientes que
entran aquí, sobre todo en las noches como ésta. (El VIEJO TRAVESTI toca la
campanilla) ¿Se va a París? (Pausa) Tiene que ser bonita París… Antes teníamos
muchos clientes franceses, algunos incluso de París. (Pausa) Yo padezco de
fobia a la velocidad, no puedo viajar mucho tiempo ni en coche ni en tren ni en
avión. (Pausa) No me está escuchando, ¿verdad? (El VIEJO TRAVESTI toca la
campanilla) Tengo que ir o no dejará la maldita campanilla en paz. Que tenga un
buen viaje.
(LA
MADAME entra en el lavabo. Mientras el VIEJO TRAVESTI y LA MADAME hablan, la VIAJERA se toma el
whisky de un sorbo y después se sienta)
VIEJO
TRAVESTI- ¿Cómo no hay papel?
LA
MADAME- Lo he terminado yo esta tarde
con mis memorias. Ya tengo más de veinte rollos de váter escritos por ambas
caras.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Mi hija se ha ido? (Mira por
la mirilla de la puerta)
LA
MADAME- Por fin cumpliré mi viejo sueño
de comprarme un viejo château en Francia, y vivir como una rica republicana.
VIEJO
TRAVESTI- (Con el ojo en la mirilla)
¡Aún está aquí! ¡No se ha ido! ¿Me oyes?
LA MADAME- Vôtre
fille est encore ici?
VIEJO
TRAVESTI- ¡Incluso se ha sentado! ¿Pero
qué espera?
LA
MADAME- Como hija de buena familia antes
de irse querrá despedirse de su estimado padre.
VIEJO
TRAVESTI- No quiero volver a verla, que
se vaya. No puedo soportar más sus ojos de maestra de primaria…o de secundaria
sobre mí.
LA
MADAME- ¿Cómo es que sus dos hijas se
hicieron maestras?
VIEJO
TRAVESTI- En cuanto olieron los primeros
estercoleros de la política se conchabaron en mi contra y seguidamente
emprendieron juntas el camino de la pedagogía más mediocre. Hay dos cosas que
no le deseo a nadie: la ingratitud de los hijos y la locura propia. (Bajo) No
permitáis que me vuelva loco, loco no, dioses del cielo.
(LA
MADAME se sienta sobre la tapa de váter cogiéndose el vientre)
LA
MADAME- Ojalá pudiera cagar los ovarios
y tirar luego de la cadena.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Y no será que estás
embarazada?
LA
MADAME- ¿A mi edad, viejo carcamal?
VIEJO
TRAVESTI- Los demonólogos han vaticinado
para este año el nacimiento de un nuevo satanás en el vientre de una vieja
bruja como tú.
LA
MADAME- Sí, ¡y esta jodida tormenta que
se acerca debe de ser la santa concepción!
(Se oye
un trueno. Entra en el burdel el VIEJO CABALLERO)
VIEJO
CABALLERO- Buenas noches.
VIAJERA- Buenas noches.
VIEJO
CABALLERO- (Se sienta a una mesa) La
tormenta estará aquí muy pronto.
VIAJERA- Sí…
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- ¿La puedo invitar a una copa?
VIAJERA- No, gracias. Tengo que irme. (Se levanta)
VIEJO
CABALLERO- Tengo un mensaje para usted.
VIAJERA- ¿Cómo?
VIEJO
CABALLERO- Un mensaje de su hijo. Me ha
dicho que le comunicara que se iba a la gasolinera y que volvería enseguida.
VIAJERA- ¿Se ha ido? (Se acerca a la ventana)
VIEJO
CABALLERO- Al otro lado de la frontera
la gasolina es más cara. Su hijo ha tomado una buena decisión.
VIAJERA- ¿Cuándo se ha ido?
VIEJO
CABALLERO- Ahora, hace un momento.
(Pausa) Yo tengo un par de nietos de la edad de su hijo que han viajado ya por
todo el mundo. Hay que dejar que los hijos vuelen por su cuenta, que
desplieguen sus alas.
VIAJERA- ¿Se lo ha dicho él?
VIEJO
CABALLERO- No, ésta es una reflexión
personal, no muy original, lo reconozco. ¿Por qué no se sienta y se lo toma con
un poco de paciencia?
VIAJERA- Gracias pero prefiero estar de pie.
VIEJO
CABALLERO- Hay una gasolinera no muy
lejos de aquí. Su hijo no tardará nada.
VIAJERA- Es que nunca había conducido…solo…de noche.
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- ¿Tiene más hijos?
VIAJERA- ¿Cómo?
VIEJO
CABALLERO- Si tiene más hijos…
VIAJERA- No.
VIEJO
CABALLERO- Comprendo que siendo hijo
único quiera protegerlo más de la cuenta, pero llega un momento, seguro que
usted también se acordará, en que el reclamo del mundo es demasiado fuerte para
un joven y frente a eso nada puede hacerse, créame. ¿Me deja que la invite
ahora a una copa?
VIAJERA- No. Gracias.
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- ¿Sabe? Me gustaría hacer algo
por usted, si me lo permite. En cierta medida me siento responsable de su desasosiego.
VIAJERA- Estoy bien.
VIEJO
CABALLERO- Pero insisto en hacer algo
VIAJERA- Lo único sería ir a buscarlo.
VIEJO
CABALLERO- ¿Quiere que vaya a buscar a
su hijo?
VIAJERA- Puede haber tenido algún problema, en la gasolinera.
Me podría dejar las llaves de su coche…y yo misma iría a buscarlo.
VIEJO
CABALLERO- Por desgracia ya no conduzco,
he venido hasta aquí en taxi. A mi edad la conducción resulta penosa y poco
gratificante. Lo siento. Pero si se le ocurre algún otro modo de ayudarla, sólo
tiene que decírmelo.
VIAJERA- Ni siquiera estoy segura de que lleve
suficiente dinero.
(Pausa
larga)
VIEJO
CABALLERO- Perdone que la moleste otra
vez. Pero si la memoria no me falla, y desgraciadamente a mi edad acostumbra a
ser una facultad poco fiable, creo recordar que la matrícula de su coche debe
de tener más de ocho años, ¿me equivoco?
(Pausa)
VIAJERA- No.
VIEJO
CABALLERO- Si usted y su hijo son
viajeros, y mi intuición me dice que lo son en buena medida, calculo que el
cuentakilómetros de su coche debe de marcar en este momento cerca de unos
quinientos mil kilómetros. ¿Me equivoco?
VIAJERA- No lo sé…
VIEJO
CABALLERO- Y seguro que han sufrido ya
alguna avería en una autopista, o peor todavía, en alguna carretera cormarcal,
¿verdad que no me equivoco tampoco? (El VIEJO CABALLERO saca un talonario,
escribe algo en él, lo firma, y se lo entrega a la VIAJERA) Tenga.
VIAJERA- ¿Qué es?
VIEJO
CABALLERO- Dinero, para que se compren
un coche nuevo.
VIAJERA- ¿Qué?
VIEJO
CABALLERO- Es un peligro que usted y su
hijo viajen en un coche tan viejo y con tantos kilómetros a cuestas.
VIAJERA- Gracias pero no puedo aceptarlos.
VIEJO
CABALLERO- ¿Por qué no?
VIAJERA- No nos conocemos de nada.
VIEJO
CABALLERO- (Le da una tarjeta a la
VIAJERA) Mi familia desde hace generaciones contribuye económicamente a unas
cuantas fundaciones filantrópicas el nombre de cuyos beneficiarios desconocemos
completamente. La penitencia de los banqueros es la filantropía anónima y
aparentemente desinteresada.
VIAJERA- ¿Es banquero?
VIEJO
CABALLERO- Un viejo banquero jubilado a
quien sus hijos hace ya unos cuantos años tomaron el relevo en el negocio, como
es ley de vida.
(Pausa)
VIAJERA- Lo guardaré, pero sólo lo cobraría en el caso
de que mi coche se averiara en el extranjero…definitivamente.
VIEJO
CABALLERO- Cobre el talón donde prefiera.
Nuestro banco tiene sucursales en las principales ciudades del mundo.
(Pausa)
VIAJERA- Se lo agradezco mucho.
VIEJO
CABALLERO- No me dé las gracias. Estoy
seguro de que si hubiera sido al revés yo también me habría beneficiado de su
generosidad desinteresada.
LA
MADAME- (En el lavabo) ¿Qué pasa ahora?
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo, con un ojo en
la mirilla) Ella mira de nuevo por la ventana y él pone la
misma cara que si hubiera parido el mundo él solo. Ya conoces a la vieja rata.
Por suerte no sé leer en los labios y me ahorro la estulticia con que el ser
humano, incluso el más querido, adorna sus actos más viles.
LA
MADAME- Su hija se las sabe todas.
VIEJO
TRAVESTI- Ojalá, en alguna parte,
hubiera un agujero como éste para poder mirar dentro del corazón de las
personas que amamos, pero no, eso sería el más terrible de los desengaños.
LA
MADAME- Pues a mí su hija empieza a
caerme bien.
VIEJO
TRAVESTI- Su estupidez, por desgracia,
sólo puede ser herencia de la mía. Espero que no haya heredado también mi
locura.
LA
MADAME- Usted quiere convencerse de que
está loco, pero no lo está, aún no.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Y qué hago entonces encerrado
contigo en un lavabo, si no estoy loco?
LA
MADAME- El día que yo me vaya de aquí, y
podría ser antes de lo que se imagina, ese día empiecen a temer por su cordura,
usted y el resto de sus socios.
VIEJO
CABALLERO- No pierda mi tarjeta. Y si
alguna vez su hijo y usted tienen algún problema, de cualquier clase, sólo
tienen que llamarme.
VIAJERA- ¿Por qué es tan amable con nosotros?
VIEJO
CABALLERO- ¿Y por qué no tendría que
serlo? No crea, en realidad es puro egoísmo. Nunca me ha gustado tener gente
intranquila a mi lado, hacen rodar el mundo demasiado rápido para mi gusto.
VIAJERA- En cuanto llegue…mi hijo, nos iremos los dos.
No le molestaremos más. No volverá a vernos nunca más.
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- ¿Por qué se enfada conmigo?
VIAJERA- No estoy enfadada con usted, o puede que sí.
No entiendo por qué se toma tantas molestias por unos desconocidos. Por otra
parte este lugar no me gusta nada. Ya quisiera estar muy lejos de aquí.
VIEJO
CABALLERO- Si no es mucha indiscreción,
¿cómo es que usted y su hijo se han detenido aquí?
VIAJERA- Prefiero no hablar de eso.
(Pausa.
El VIEJO CABALLERO se levanta y pone un disco en el viejo tocadiscos de detrás
de la barra, después se acerca a la VIAJERA que sigue mirando por la ventana, y
con mucha delicadeza se pone a bailar con ella)
LA
MADAME- (Mirando por la mirilla del
lavabo) Se han puesto a bailar.
VIEJO
TRAVESTI- ¿A bailar? Déjame ver…
(Observando por la mirilla) Haz el favor de detener esto ahora mismo.
LA
MADAME- ¿No le parece conmovedor que su
hija se entienda tan bien con uno de sus socios?
VIEJO
TRAVESTI- Te ordeno que salgas y acabes
con esto ahora.
LA
MADAME- ¿Y por que no lo hace usted?
VIEJO
TRAVESTI- Todo esto es culpa tuya. Es mi
hija mayor la que debería estar aquí.
LA
MADAME- ¿Quiere que le repita algunos de
los insultos de su hija mayor dirigidos a su persona antes de que me colgara el
teléfono por última vez? ¿O quiere llamarla ahora y oirlos usted mismo? Claro
que yo en su lugar y viendo cómo baila ésta no sé si preferiría aguantar antes
los insultos de la otra.
VIEJO
TRAVESTI- Insúltame a mí si quieres pero
deja a mis inútiles hijas en paz, vieja puta.
VIEJO
CABALLERO- ¿Tiene frío? Está temblando.
VIAJERA- (Se separa del VIEJO CABALLERO) Estoy bien.
(El VIEJO CABALLERO detiene el disco que está rayado) Le parecerá ridículo,
pero tengo miedo de que no vuelva.
VIEJO
CABALLERO- ¿Su hijo?
VIAJERA- Sí.
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- Perdone otra vez la
indiscreción, ¿pero usted y su hijo se han peleado?
VIAJERA- No. O puede que sí. No lo sé. En cualquier
caso, se ha cansado de mí.
VELL
CABALLERO- ¿Qué quiere decir? No la
comprendo.
VIAJERA- Como usted ha intuido perfectamente, le he
protegido demasiado, le he consentido demasiadas cosas, y esta noche estoy
pagando las consecuencias.
VIEJO
CABALLERO- En cuanto vuelva hable
seriamente con él. Incluso, si me lo permite, yo mismo podría hablarle.
VIAJERA- ¿Usted?
VIEJO
CABALLERO- De hombre a hombre.
VIAJERA- ¿De hombre a hombre?
VIEJO
CABALLERO- En cuanto llegue le diré que
es inaceptable que la haga sufrir de este modo, que su juventud no justifica un
comportamiento tan poco caballeroso y generoso hacia una madre.
(La
VIAJERA se pone a reír cada vez con más ganas)
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo, con un ojo en
la mirilla) Qué le habrá contado de mí la vieja rata de banca…
LA
MADAME- (En el lavabo) Qué ocurre…
VIEJO
TRAVESTI- Mi hija se ríe de mí. Es
humillante, después de toda una vida, darte cuenta de que sólo eres el
hazmerreír de tus hijas.
LA
MADAME- (Con un ojo en la mirilla) Sí,
parece que su hija se lo pasa muy bien. En cambio la vieja rata está muy seria,
como si se hubiera tragado el palo de una escoba. ¿No será que se ríe de él?
VIEJO
TRAVESTI- ¿A ver? (Observa por la
mirilla) Qué ridículo es todo el mundo visto a través del agujero de una
puerta.
VIAJERA- Lo siento, en realidad río para no llorar.
VIEJO
CABALLERO- (Bajo) Qué tiempos tan
extraños en los que se llora con la risa y no con el llanto.
VIAJERA- ¿Cómo?
VIEJO
CABALLERO- Nada. A mi edad se habla para
no pensar.
(La
VIAJERA vuelve a mirar por la ventana. El VIEJO CABALLERO coge un tablero de
ajedrez de detrás de la barra, se sienta a la mesa donde estaba y juega solo)
VIEJO
TRAVESTI- He decidido no salir nunca más
de este lavabo. A partir de hoy observaré el mundo desde este agujero. Todo lo
que allí fuera es importante desde aquí se convierte en una bagatela, en una
escena de vodevil barata y mal escrita. ¿Cómo no me había dado cuenta hasta
ahora de que éste ha sido siempre mi lugar? El verdadero lugar del ser humano
que no se quiere manchar más que con sus propias secreciones. No dejaré que
nadie cruce esta puerta, nadie que yo no quiera cruzará jamás este umbral. A
partir de ahora mismo éste será mi refugio para siempre, mi mirador de todas
las bajezas humanas.
LA
MADAME- Bien, pues entonces me voy y le
dejo solo en su refugio-mirador. Y no se olvide de vez en cuando de tirar de la
cadena. (Sale del lavabo)
VIEJO
CABALLERO- ¿Por qué has tardado tanto?
LA
MADAME- Veo que ha encontrado el tablero
usted solo.
VIEJO
CABALLERO- Qué remedio. Nunca estás
cuando se te necesita.
LA
MADAME- El letrero de fuera se ha
fundido otra vez.
VIEJO
CABALLERO- Sirve otra copa a la señora.
(LA
MADAME lleva una botella de whisky a la VIAJERA y después le acerca una hucha)
LA
MADAME- Como esta noche parece que corre
el dinero, les recuerdo que quien lo desee también puede contribuir a una buena
causa.
VIEJO
CABALLERO- No le haga caso, es la hucha
de las propinas.
LA
MADAME- ¿Le sabe mal, jefe, que
modestamente y con mesura procure por mi presente no muy halagüeño?
VIEJO
CABALLERO- La señora está un poco
transtornada. No es el momento de importunarla.
LA
MADAME- Pues así le importunaré a usted.
(Acerca la hucha al VIEJO CABALLERO que tampoco introduce moneda alguna en su
interior) ¿Hoy tampoco caerá nada? (A la VIAJERA) Eso sí, cada semana, desde
hace veinticinco años, marca el nivel de las botellas del bar con una raya
blanca. ¿No le parece increíble tanta constancia?
VIAJERA- (Al VIEJO CABALLERO) ¿Es usted uno de los
socios de esto?
LA
MADAME- Y actualmente el capitalista más
descapitalizado de todos. La totalidad de sus cuentas corrientes, incluso las
suizas, andorranas y monegascas, estan completamente vacías o intervenidas por
sus hijos.
VIEJO
CABALLERO- Y a ti, para que lo sepas, ya
no te queda ningún disco que no esté rayado.
LA
MADAME- Touché, jefe.
(Se
oye un trueno)
VIAJERA- ¿Mi padre está bien?
LA
MADAME- Sí, ha sufrido una ligera
descomposición de la que se recupera muy favorablemente.
VIAJERA- Pues dígale que me marcho.
LA
MADAME- Dígaselo usted misma. De hecho,
la está esperando.
VIAJERA- ¿Qué quiere?
VIEJO
CABALLERO- ¿Quién es su padre?
LA
MADAME- La vieja alcahueta.
VIEJO
CABALLERO- ¿Es su hija?
LA
MADAME- Su hija pequeña.
VIEJO
CABALLERO- No se le parece nada.
LA
MADAME- La genética a veces juega estas
malas pasadas.
VIEJO
CABALLERO- Perdone, ¿pero sabe jugar al
ajedrez?
VIAJERA- ¿Yo? No.
VIEJO
CABALLERO- ¿Su padre no le ha enseñado a
jugar al ajedrez?
VIAJERA- No.
VIEJO
CABALLERO- Pues es el mejor jugador con
quien me he enfrentado nunca. Algunas de nuestras partidas han sido memorables,
dignas de figurar incluso en la vieja “Gaceta del gambito de dama”, publicación
extranjera desgraciadamente ya desaparecida.
VIAJERA- (Se acerca a la puerta del lavabo) ¿Padre?
LA
MADAME- Será mejor que llame a la
puerta.
VIEJO
CABALLERO- Sí, está un poco sordo su
padre.
VIAJERA- (Llamando a la puerta) ¿Padre?
LA
MADAME- ¡Abra, vieja alcahueta!
VIAJERA- ¿Padre?
VIEJO
CABALLERO- (A LA MADAME) No sabía que
hoy habría un reencuentro familiar. ¿Cómo no me has dicho nada?
LA
MADAME- Tenga. (Saca un rollo de papel
de váter de debajo de la barra, y lo lanza a la VIAJERA que lo coge al vuelo)
Dentro no hay.
VIEJO
CABALLERO- (A LA MADAME, alto) ¿Por qué
no me contestas?
(Se
oye un trueno. La VIAJERA abre la puerta y entra en el lavabo. El VIEJO
TRAVESTI está sentado con ambas manos en los oídos y con los ojos cerrados)
LA
MADAME- ¿No oye cómo golpea una ventana
arriba?
VIEJO
CABALLERO- Yo no oigo nada.
LA
MADAME- Aquí todo el mundo está sordo
menos yo. (Se va hacia la escalera)
VIEJO
CABALLERO- ¡Procura volver enseguida, tu
lugar está aquí!
LA
MADAME- Y usted procure no ensuciarme
mucho las botellas esta noche…
(LA
MADAME sube la escalera y desaparece después de bajar el pestillo del lavabo.
Mientras el VIEJO TRAVESTI y la VIAJERA
hablan en el lavabo, el VIEJO CABALLERO marca las botellas de blanco de detrás
de la barra)
VIEJO
TRAVESTI- (Abre los ojos y se quita las
manos de los oídos) Creí que te habías ido.
VIAJERA- ¿Qué haces?
VIEJO
TRAVESTI- No soporto las tormentas. Me
dan pánico, desde que vi a mi mejor amigo fulminado por un rayo.
VIAJERA- ¿Qué amigo? ¿Cuándo has tenido tú un amigo en
alguna parte?
VIEJO
TRAVESTI- ¿Tan inútil me consideras para
la amistad?
VIAJERA- ¿No eras tú el que decía que la amistad a la
larga era sólo un estorbo y que en el camino de la vida más valía tener cien
palos en una rueda que un amigo cerca?
VIEJO
TRAVESTI- Eso lo decía cuando pretendía
protegeros a tu hermana y a ti de los tiburones de la política, antes de que
las dos salieráis corriendo a esconderos bajo las faldas de la mediocridad más
absoluta.
VIAJERA- ¿Después de tantos años quieres seguir la
discusión allí donde la dejamos?
VIEJO
TRAVESTI- Al menos tu hermana ha llegado
a la universidad, pero tú, tú te has quedado en la primaria…o en la secundaria.
Suerte que vuestra madre murió a tiempo de no ver mi infamia y vuestra
claudicación de la vida.
VIAJERA- ¿Y la tuya, padre? Mucha gente cree que estás
muerto, que hace mucho tiempo que crías malvas en el cementerio.
VIEJO
TRAVESTI- Morir no es lo mismo que
claudicar. Claro que me morí, me morí pero lo que no sabéis todos es que
después resucité.
VIAJERA- ¿Cómo dueña de un burdel?
VIEJO
TRAVESTI- Sí, mi resurrección ocurrió
aquí, en este burdel, hace veinticinco años, en una noche como ésta. Yo
pretendía cambiar el mundo, y el mundo finalmente me puso en mi sitio, desde
entonces trato de ser agradecido y de servirlo del mejor modo, como sólo los
grandes derrotados de la historia pueden hacerlo. Tu hermana como historiadora
que es quizá sabría de qué hablo.
VIAJERA- ¿Por eso las has llamado a ella antes que a
mí?
VIEJO
TRAVESTI- Pensé que le interesaría oír
de primera mano una parte de la historia moderna de este país. Pero ha
preferido interpretar el papel de hija resentida antes que el de historiadora
rigurosa. En este teatro del mundo cada uno acaba interpretando el papel que mejor
le sienta. Y sino mírame a mí.
(Se
oye un trueno. La VIAJERA intenta abrir la puerta del lavabo)
VIAJERA- No se puede abrir, está cerrada.
VIEJO
TRAVESTI- A veces ocurre que el pestillo
se baja solo. (La VIAJERA golpea la puerta) Eso o es que la vieja bruja nos ha
encerrado.
VIAJERA- (Golpeando) ¡Eh, abra la puerta!
VIAJEO
TRAVESTI- Nos abrirá cuando a ella le dé
la gana o cuando tenga ganas de cagar.
VIAJERA-
¡La puerta!
VIEJO
TRAVESTI- Cuanto más grites más tardará
en abrir, la bruja. De vez en cuando le gusta hacer experimentos.
VIAJERA- ¿Qué quieres decir?
VIEJO
TRAVESTI- Nos ha encerrado como quien
mete a dos ratones o a dos moscas en el estómago de un hambriento, para ver
quién se come antes al otro.
VIAJERA- ¿Eh…me oye alguien?
VIEJO
TRAVESTI- Y a pesar de todo es la única
aquí que aún tiene alma, una alma bien podrida eso sí.
VIAJERA- ¡Abra la puerta! (Hace sonar la campanilla)
VIEJO
TRAVESTI- Te prohíbo que toques mi
campanilla y que mires por la mirilla. Este agujero desde ahora es mi mirador
exclusivo a través del que observo todas las debilidades del mundo.
VIAJERA- ¡Tengo que salir, me están esperando!
VIEJO
TRAVESTI- No te hagas ilusiones. Ya nadie
espera a nadie.
VIAJERA- ¡Eh, abra! ¡Abra la puerta!
VIEJO
TRAVESTI- Y si de verdad te espera
alguien, peor que peor. Esperar es empezar a olvidar, hija mía.
VIAJERA-
¡Calla, padre! ¡Si no callas te juro que
te meteré la cabeza en el váter y tiraré de la cadena hasta que te ahogues!
(Golpea la puerta) ¡Abra la puerta! ¿Me oye? ¡Abra!
(Se
oye un trueno. Pausa larga)
VIEJO
TRAVESTI- Hija mía, tengo algo que
decirte.
VIAJERA- (Con el ojo en la mirilla) ¿Qué quieres?
VIEJO
TRAVESTI- Necesito mear.
VIAJERA- ¿No puedes esperar un poco?
VIEJO
TRAVESTI- Creo que no.
VIAJERA- Pues mea. Por mí no te preocupes. (El VIEJO
TRAVESTI se sienta en el váter para mear y cuando termina se levanta) ¿No tiras
de la cadena?
VIEJO
TRAVESTI- Sí. (Tira de la cadena)
VIAJERA- ¿Cómo es que meas sentado?
VIEJO
TRAVESTI- Meo a la alemana.
VIAJERA- ¿A la alemana?
VIEJO
TRAVESTI- De este modo se salpica menos.
Me acostumbró así tu madre.
VIAJERA- ¿Mamá te hacia mear sentado?
VIAJEO
TRAVESTI- Fue la primera condición para
que nos casáramos. La segunda y última fue que nunca la traicionara. Sólo pude
cumplir la primera.
(Pausa)
VIAJERA- (Da la espalda al VIEJO TRAVESTI) Si te
cuento una cosa júrame que no te reirás de mí.
VIEJO
TRAVESTI- Nunca me he reído de ti ni de
tu hermana, en todo lo que tiene que ver con vosotras siempre he tenido
tendencia a la tragedia.
VIAJERA- De todos modos júrame que no te reirás.
VIEJO
TRAVESTI- Te lo juro.
(Pausa)
VIAJERA-
Vuélvete.
VIEJO
TRAVESTI- Qué…
VIAJERA- Quiero que te vuelvas.
VIEJO
TRAVESTI- Por qué…
VIAJERA- No quiero que me mires mientras te hablo.
(El
VIEJO TRAVESTI se da la vuelta y ambos se dan entonces la espalda)
VIEJO
TRAVESTI- De todos modos te veo por el
espejo.
VIAJERA- ¡Pues cierra los ojos! (El VIEJO TRAVESTI
cierra los ojos) Cuando me has llamado viajaba hacia la frontera con un alumno
de la escuela, esta noche me escapaba con un chico de quince años. Sólo le
faltan dos meses y tres días para cumplir los dieciséis, y ha sido por culpa de
estos dos meses y tres días, estoy segura, que ha cambiado de idea y ha vuelto
a su casa con sus padres, imagino. Y para llegar a tiempo de cenar imagino que
también se ha llevado mi coche, todo el equipaje, e incluso se ha llevado mi
vida. Ahora mismo no tengo nada. Lo he perdido todo, ni tan siquiera me queda
una esperanza ni un pensamiento donde apoyarme.
(Pausa)
VIEJO
TRAVESTI- (De espaldas a la VIAJERA y
todavía con los ojos cerrados) ¿Cuándo he oído todo esto? ¿Lo he soñado o lo he
oído a una de las chicas? Sí, tiene que haber sido a una de las chicas porque yo
hace tiempo que no sueño nada. (Abre los ojos pero no se vuelve)
VIAJERA- ¿Me estás diciendo que alguien te ha contado
lo mismo que yo?
VIEJO
TRAVESTI- Lo mismo quizá no, ninguna
historia es igual a otra, pero sí una muy parecida. Aunque la manera de
contarla de aquella chica no se pareciera en nada a la tuya. Ella sólo hacía
que maldecir su mala suerte e insultar a
todo el mundo. Estas chicas además de tener el mundo en su contra también
tienen el vocabulario.
VIAJERA- ¿Y después de contarte su historia qué le
dijiste a esa chica, si puede saberse? ¿Lo recuerdas? Porque quizá lo mismo que
le dijiste a ella me serviría ahora a mí. ¿O simplemente la despachaste al piso
de arriba con algún camionero mugriento? (Bajo) Debería haber amado como hasta
ahora, en silencio.
(LA
MADAME hace unos momentos que ha aparecido por la escalera, y ha abierto el
pestillo de la puerta del lavabo sin que el VIEJO TRAVESTI y la VIAJERA lo
adviertan)
LA
MADAME- Todas las ventanas de arriba
están ya bien cerradas.
VIEJO
CABALLERO- No soy tan tonto como te
imaginas. ¿Crees que no sé que de vez en cuando vas arriba para entonarte?
LA
MADAME- ¿Para entonarme?
VIEJO
CABALLERO- Para drogarte.
LA
MADAME- Vaya, otro de mis vicios por fin
al descubierto. Espero que sepa guardarme el secreto. (Coge una dama del
tablero de ajedrez) Y yo a cambio le limpiaré la grasa de las piezas del
ajedrez.
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo) Te iría bien
llorar un poco, hija mía.
VIAJERA- (En el lavabo) ¿Llorar?
VIEJO
TRAVESTI- Si supieras la de veces que a
lo largo de mi vida me he encerrado en un lavabo para llorar. ¿Por qué crees
que hay uno en casi cada esquina del mundo? Para que la gente tenga un lugar
donde llorar. Cada noche, antes de maquillarme, dejo correr unas lágrimas
inútiles por una juventud que nunca tuve o por unas cuantas ideas que ya ni
recuerdo. A tu madre jamás la vi llorar, ni siquiera en el lavabo de casa, por
eso se le rompió el corazón antes que a todos. Si el corazón no se rompe de una
vez tiene que hacerse duro como la piedra.
VIAJERA- A mamá la atropelló un coche.
VIEJO
TRAVESTI- Tu madre nunca se habría
dejado atropellar por ningún coche sin su consentimiento. Tú te pareces mucho a
ella.
VIAJERA- ¿Qué quieres decir con eso?
VIEJO
TRAVESTI- Si ese chico se ha ido será
porque en el fondo deseabas que se fuera.
VIAJERA- ¿Y por qué razón desearía que se fuera lo
único que quiero y que me importa en el mundo, eh, por que desearía algo así,
eh, padre?
VIEJO
TRAVESTI- No lo sé. Como tampoco sé
todavía la razón por la que tu madre prefirió dejar este mundo antes de tiempo.
VIEJO
CABALLERO- Devuélveme la dama.
LA
MADAME- Se la devolveré si me saca a
bailar.
VIEJO
CABALLERO- Me duelen las piernas.
LA
MADAME- (Pone un disco) O baila conmigo
o le borro todas las marcas de las botellas. Usted mismo.
(LA
MADAME y el VIEJO CABALLERO se ponen a bailar)
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué pasa ahora?
VIAJERA- (Observando por la mirilla) Se han puesto a
bailar.
VIEJO
TRAVESTI- ¿A bailar? ¿Quién?
(La
VIAJERA abre la puerta, sale del lavabo y luego del burdel)
VIEJO
CABALLERO- (Bailando) Mi hijo mayor
vendrá esta noche.
LA
MADAME- (Bailando) ¿El que vive en los
EEUU?
VIEJO
CABALLERO- Me lo prometió la semana
pasada.
LA
MADAME- ¿Otra vez?
VIEJO
CABALLERO- Esta vez me lo ha prometido
de verdad.
LA
MADAME- ¿Sobre un biblia quiere decir?
VIEJO
CABALLERO- Por teléfono.
LA
MADAME- Su hijo mayor ni siquiera
vendría a recoger su cadáver.
VIEJO
CABALLERO- Si por mí fuera ya te habría
despedido por drogadicta, por pervertir a las chicas y ponerlas en mi contra.
LA
MADAME- Con los talones que les ha
firmado estos años podríamos empapelar todas las paredes y aún sobrarían. Por
desgracia ya es demasiado viejo para que lo metan en la cárcel.
VIEJO
CABALLERO- La única que aquí podría
acabar en la cárcel eres tú con un par de llamadas mías. Aún me quedan un par
de buenos amigos en el ministerio de justicia, no creas.
LA
MADAME- Calle de una vez y déjeme
escuchar la música. (Se apoya en el hombro del VIEJO CABALLERO para seguir
bailando)
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo, frente al
espejo, silba La Internacional) Ah, viejos fantasmas que se escurren bajo las
puertas cuando estoy solo, ¿por qué me buscáis esta noche de tormenta? Ni a los
amigos de la noche les gustan las noches como ésta. Ah, pero no caeré en la
trampa de añorar los viejos tiempos, eso sí que no, dioses del cielo, antes
contaré las baldosas del suelo cien mil veces que rendirme al viejo espejismo
del pasado, antes repetiré cien mil veces las viejas aperturas del Caballo del
rey… O la apertura Española… (Sonríe al espejo) No, querida, no hay modo de
escapar, el pasado es un caballo sin riendas ni jinete.
LA
MADAME- (Bailando con el VIEJO
CABALLERO) Jamás he estado en Venecia y ya no iré nunca, mon ami. He visto
tantas fotos y he oido tantas tonterías de los canales, los gondoleros y la
Piazza de San Marcos que se me han quitado todas las ganas de ir. Por mí que se
hundan hasta el cuello, Venecia y los venecianos. Prefiero algo más exótico, un
lugar donde resulte imposible entender a nadie ni que te entiendan, y que de
noche, sobre todo, no haga demasiado frío.
VIEJO
CABALLERO- No me apriete la mano tan
fuerte. Me hace daño.
LA
MADAME- No me hable del desierto, mon
ami. ¡Está descartado del todo! Los camellos y los escorpiones me dan miedo. Y
ya soy demasiado vieja y he visto demasiado cine para creer que podría
sobrevivir allí ni que fuera una semana. La intemperie, sea la que sea, es
definitivamente para los jóvenes.
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo) No estoy lo
bastante loco aún para que me salve la locura. Si al menos me pudiera
vanagloriar de algo, tener el mérito de haber estado entre los mejores o entre
los peores. Pero toda mi vida he fingido ver lo que no veía, y he cerrado los
ojos ante lo que veía de verdad. ¿Cómo hubiera podido vivir si no?
LA
MADAME- (Bailando con el VIEJO CABALLERO)
Un último viaje y luego me encerraré en mi château francés. Un viaje que no me
permita añorar ningún otro viaje que haya hecho hasta ahora. Pero a usted no
puedo engañarlo. La verdad es que sería mi primer y último viaje, lo confieso,
mon ami. Mi cuerpo no se ha movido muy lejos de aquí. En el fondo no me ha
pertenecido nunca de verdad, ni siquiera ahora cuando hace ya tiempo que nadie
lo desea y se pudre solo, tampoco me pertenece. De hecho, me pertenece menos
que nunca. Y ahora no me haga más preguntas, mon ami. Bailemos solamente.
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo) Qué mapa tan terrible
es mi cara, el maquillaje ya no me cubre lo suficiente. Cada arruga es una
palabra traicionada, una idea abandonada, un callejón sin salida. Basta de
discursos políticos. Sólo me queda una retirada honrosa y a tiempo, pero uno no
se muere nunca a tiempo de decir que se ha muerto a tiempo, uno siempre cree
que se muere antes de hora o demasiado tarde. Incluso, cuando hace ya tiempo
que no queda ya nada por decir o hacer, sigo respirando con la misma convicción
de siempre. La vida no me ha enseñado nada excepto unos cuantos trucos para
sobrevivir.
(De
pronto LA MADAME abofetea al VIEJO CABALLERO)
LA
MADAME- Me ha vuelto a pisar, viejo
inepto.
VIEJO
CABALLERO- Perdona…
LA
MADAME- Será mejor que lo dejemos. Ah, y
la próxima vez que desee bailar pídaselo a una de las chicas. Y no toque nunca
más un disco sin mi permiso.
(LA
MADAME devuelve la dama al VIEJO CABALLERO, que se sienta a la mesa donde
estaba y se pone a dormir)
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo con una navaja
de afeitar en las manos) Ni a la izquierda ni a la derecha. Ni muy arriba ni
muy abajo. El corte tiene que ser exactamente en el medio. Por lo menos
alcanzar la perfección al final como un triunfo inútil, eso sí. Al fin y al
cabo, ¿de qué sirve la perfección más sublime en la más fatal de las horas? La
coartada estética es la última excusa del cobarde. (Pausa) ¿Cómo lo hiciste tú,
querida? ¿Tengo que cerrar los ojos o mantenerlos muy abiertos?
(Entra
en el burdel el VIEJO MILITAR sentado en
una silla de ruedas y con una pistola en la mano que dispara al aire)
VIEJO
MILITAR- ¡Todo el mundo al suelo!
¡Venga, al suelo! (Vuelve a disparar, LA MADAME, tras la barra, ni se inmuta,
el VIEJO CABALLERO ni siquiera se despierta, y el VIEJO TRAVESTI, en el baño,
cierra la navaja) Ponme un café largo. (Mira al VIEJO CABALLERO) ¿Qué le pasa?
LA
MADAME- Se ha puesto a bailar y de
repente las piernas se le han doblado. Dentro de un momento volverá en sí.
(Pausa)
VIEJO
MILITAR- ¿No será que se ha muerto?
LA
MADAME- Sólo da una cabezada. (Pausa) El
letrero de fuera se ha fundido otra vez.
VIEJO
MILITAR- ¿Tú sabes cuántos años tiene
realmente?
LA
MADAME- ¿Quién…él? No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Y tú cuántos años tienes?
LA
MADAME- ¿Yo?
VIEJO
MILITAR- Sí.
LA
MADAME- ¿Realmente?
VIEJO
MILITAR- Sí, realmente.
LA
MADAME- Treinta y dos y medio.
VIEJO
MILITAR- (Ríe) Eres la única mujer en el
mundo que cuando habla todavía escucho.
LA
MADAME- ¿Y su madre?
VIEJO
MILITAR- Mi madre hace ya tiempo que no
dice nada.
LA
MADAME- ¿Cómo está?
VIEJO
MILITAR- ¿Mi madre? Tiene ciento tres
años. ¿Cómo quieres que esté? Lo último que me dijo fue que cuando se muriera
la enterrara de pie.
LA
MADAME- ¿De pie?
VIEJO
MILITAR- Me lo dijo el mismo día que me
dejé convencer para sentarme en esta maldita silla. Si te sientas ahí, me dijo,
ya no volverás a levantarte jamás. Y tenía razón. Desde entonces, a sus ojos,
soy medio hombre. Por cierto, ¿dónde está la vieja alcahueta, ha llegado ya?
LA
MADAME- Está en el lavabo. No se
encuentra muy bien del estómago.
VIEJO
MILITAR- ¿Eso significa que esta noche
no habrá partida de dardos? ¡Vieja alcahueta, súbete las bragas y ven a jugar!
(Coge un bastón que está apoyado en la barandilla de la escalera) ¡Y si no
avisa al real putero que baje a jugar, a ver si sabe!
LA
MADAME- Aún está con las chicas.
VIEJO
MILITAR- Dile que baje ahora mismo o que
le agujerearé el culo desde aquí mismo.
LA
MADAME- Lo habrá oído ya.
VIEJO
MILITAR- Pues subes y se lo repites al
oído mientras le mete mano a las chicas.
LA
MADAME- Muy bien.
VIEJO
MILITAR- Espera… (Deja el bastón. Pausa)
No me gusta el aspecto que tienes. ¿Has ido ya al médico?
LA
MADAME- Iré mañana.
VIEJO
MILITAR- ¿Quieres que te acompañe?
LA
MADAME- ¿Me acompañaría al médico?
VIEJO
MILITAR- ¿Quién te crees que ha
acompañado a mi madre al médico todos estos años?
LA
MADAME- Pero yo no soy su madre.
VIEJO
MILITAR- Acércate.
LA
MADAME- ¿Para qué?
VIEJO
MILITAR- Te digo que te acerques.
(Pausa.
LA MADAME se acerca al VIEJO MILITAR que la besa en la boca)
LA
MADAME- A los dos nos apesta la boca. Es
asqueroso.
VIEJO
MILITAR- (Ríe) Si no estuviera sentado
en esta silla de ruedas te pediría que te casaras conmigo.
LA
MADAME- ¿Para ir a vivir los dos a casa
de su madre? No, gracias.
VIEJO
MILITAR- (Vuelve a reír) Venga…ve a
buscar un par de botellas del mejor vino que tengas.
(LA
MADAME desaparece por una trampilla del suelo mientras el VIEJO MILITAR se pone
a jugar a los dardos. Aparece por la puerta la VIAJERA muy mojada que se sienta
a una mesa)
VIEJO
MILITAR- Buenas noches. (Pausa. Sin
dejar de jugar a los dardos) ¿Sabe jugar a los dardos?
VIAJERA- ¿Cómo?
VIEJO
MILITAR- Si sabe jugar a los dardos…
VIAJERA- No.
(Se
oye un trueno. Pausa)
VIEJO
MILITAR- ¿Se ha perdido?
VIAJERA- (Bajo) No llevo reloj.
VIEJO
MILITAR- Tendrá que hablar más alto.
Estoy un poco sordo.
VIAJERA- No sé qué hora es. No llevo reloj.
VIEJO
MILITAR- Yo tampoco llevo reloj. Desde
hace veinticinco años que tanto me da la hora que sea. Cuando los amigos
traicionan su propia palabra, el tiempo deja de tener ningún valor.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Quién le ha traicionado?
VIEJO
MILITAR- Todo el mundo.
VIAJERA- ¿Todo el mundo?
VIEJO
MILITAR- Sí, de modo que de traicionado
he pasado a ser yo el traidor. (Pausa) ¿Sabe qué es el honor?
VIAJERA- ¿El honor?
VIEJO
MILITAR Sabe qué es…
VIAJERA- No, no lo sé.
(Pausa)
VIEJO
MILITAR- Mi madre siempre decía que yo
podía haber llegado a ser el hombre que soy sin necesidad de obstinarme en
serlo.
VIAJERA- Mi madre nunca repetía las cosas dos veces,
así que ahora ya no recuerdo nada de lo que me decía. Según mi hermana aquello
que no queda escrito o grabado en alguna parte es como si no existiera.
(Pausa)
VIEJO
MILITAR- ¿No será periodista?
VIAJERA- ¿Cómo?
VIEJO
MILITAR- Si es periodista…
VIAJERA- Soy maestra de escuela.
VIEJO
MILITAR- Vacíese los bolsillos.
VIAJERA- ¿Qué?
VIEJO
MILITAR- Que se vacíe los bolsillos.
VIAJERA- ¿Por qué?
VIEJO
MILITAR- (Saca la pistola) Porque se lo
mando yo. (La VIAJERA se vacía los bolsillos y el VIEJO MILITAR mira su
documentación) ¿Es la hija de la vieja alcahueta?
VIEJO
CABALLERO- (Se acaba de despertar) Mi
hijo también vendrá esta noche.
(Pausa.
A partir de aquí el VIEJO TRAVESTI toca de vez en cuando la campanilla de
manera cada vez más insistente)
VIEJO
MILITAR- (A la VIAJERA) ¿Qué hace aquí?
¿Por qué ha venido?
VIAJERA- Me ha llamado mi padre.
VIEJO
MILITAR- ¿Esta noche?
VIAJERA- Sí.
VIEJO
MILITAR- Supongo que si yo tuviera hijos
también los habría llamado esta noche.
VIEJO
CABALLERO- Pero no los tienes.
VIEJO
MILITAR- Calla o te lleno de plomo el
poco cerebro que te queda.
VIEJO
CABALLERO- Ya lo ve, señora, la milicia
aún quiere solucionarlo todo amenazando a la inteligencia con las armas. Pero
no se inquiete, la pistola es de fogueo. La de verdad la guarda su madre bajo
llave.
VIEJO
MILITAR- Más te vale seguir dormido y
que no nos esches a perder esta noche precisamente.
VIAJERA- ¿Qué pasa esta noche?
VIEJO
CABALLERO- Cuando llegue mi hijo no
quiero ver ninguna pistola desenfundada, ¿me oyes?
VIAJERA- ¿Por qué me ha llamado mi padre esta noche?
VIEJO
MILITAR- Se trata solamente de hacer un
brindis, de nada más.
VIAJERA- ¿Un brindis, por qué?
VIEJO
MILITAR- Por haber luchado contra la
gangrenada patria y haber perdido. Sí, celebramos una derrota ya que no tenemos
ninguna victoria que celebrar exceptuando la de estar vivos, si de esto se
puede llamar vida.
VIEJO
CABALLERO- No le haga mucho caso. No hay
nada peor que un militar retirado doliéndose de viejas batallas perdidas.
VIEJO
MILITAR- Los banqueros cuando no pueden
ganar una guerra verdadera acaban por armar una paz muy provechosa, ¿verdad que
sí vieja rata de cloaca?
VIEJO
CABALLERO- Este lenguaje delante de una
señora está totalmente fuera de lugar.
VIEJO
MILITAR- La vieja rata de banca prefiere
el hábito de su gremio de la puñalada en la espalda acompañada de una palabra
amable en los labios.
VIEJO
CABALLERO- ¿Qué tiene de malo la
amabilidad?
VIEJO
MILITAR- (A la VIAJERA) ¿Se da cuenta
del modo tan sutil de anteponer la
amabilidad a la puñalada?
VIEJO
CABALLERO- (Se levanta) No sé muy bien
de qué me acusa este consejo de accionistas. Nuestro sistema crediticio ha sido
desde siempre ejemplar y lo seguirá siendo en un futuro.
VIEJO
MILITAR- Al final siempre llegamos a lo
mismo, siempre que puede el viejo banquero nos tiene que recordar a todos que
es el socio mayoritario de este burdel. (Gritando, al VIEJO TRAVESTI) ¡Y tú
deja de tocar esa puta camapanilla de una vez!
(Se
oye un trueno. La VIAJERA entra en el lavabo)
VIEJO
MILITAR- ¡Dígale a su padre que salga,
que le estoy esperando para jugar!
VIEJO
CABALLERO- Antes tiene que jugar una
partida conmigo.
VIEJO
MILITAR- Tú juega con una de las chicas
o con la vieja bruja, vieja rata.
LA
MADAME- (Aparece por la trampilla del
suelo con dos botellas de vino) En estas noches de tormenta debería procurar
quedarse junto a su madre y hacerle compañía.
VIEJO
MILITAR- Mi madre ya no me espera, ni
siquiera estoy segura de que sepa quién soy. Cada mañana antes de despertarla
coloco este espejo bajo su nariz para saber si aún sigue viva. El día que el
espejo no se empañe ella misma me ha pedido que le clave la punta de un dardo
en la palma de la mano para estar bien seguro de que está muerta. Le da pánico
que la entierre viva.
VIEJO
CABALLERO- Este hombre ha vuelto a
beber. Si se llega a saber fuera de aquí que es un borracho, todo el mundo le
perderá el poco respeto que le tienen y nuestra seguridad se irá al garete, las
mafias rusas y rumanas volverán a molestarnos y estaremos perdidos.
VIEJO
MILITAR- Tú eres testigo que desde que
he llegado sólo me he tomado un café. Puede que a los ojos del mundo sea medio
hombre pero aún tengo fuerza de voluntad y soy un hombre de palabra. (Juega a
los dardos) Esta mierda de dardos ya no tienen
punta.
VIAJERA- (Em el lavabo) ¿Qué buscas?
VIEJO
TRAVESTI- (En el lavabo) El anillo de tu
madre. Es la primera vez que se me ha caído. Ahora mismo es como si la hubiera
perdido por segunda vez.
VIAJERA- Tus socios están ahí fuera.
VIEJO
TRAVESTI- Sí, ya lo sé.
VIAJERA- Te esperan para para jugar a los dardos, y al
ajedrez. Pero sobre todo te esperan para brindar. (Pausa) ¿Qué pasa esta noche,
padre? ¿Por qué brindaréis?
VIEJO
TRAVESTI- Ayúdame a buscar el anillo de
tu madre.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Por qué brindaréis? ¡Contesta!
VIEJO
TRAVESTI- Por bien poco, en realidad.
VIAJERA- ¿Por qué?
VIEJO
TRAVESTI- Porque nos conocimos aquí hace
veinticinco años, la noche del veintitrés de febrero.
VIAJERA- ¿La noche del golpe de estado?
VIEJO
TRAVESTI- Aquella noche los tres íbamos
hacia la frontera, aunque por razones muy distintas, como puedes imaginar. Y de
madrugada, de pronto, frente al televisor, nos dimos cuenta de la gran farsa,
de cómo nos habían engañado.
VIAJERA- ¿Fue entonces cuando decidistéis comprar el burdel?
VIEJO
TRAVESTI- La rata de banca, que iba
cargado de millones, lo compró al día siguiente y nos propuso ser sus socios.
Tiré todos los papeles que llevaba encima, y que yo creía tan importantes para
la memoria y el futuro político de este país, en este mismo váter, y luego
acepté su oferta.
VIAJERA- Pero no dejaste la política entonces…
VIEJO
TRAVESTI- No, es la política la que me
dejó a mí, lo mismo que mis hijas. Pero por suerte tenía el burdel.
(La
tormenta llega a su cenit)
VIEJO
MILITAR- ¡Vieja alcahueta, límpiate el
culo de una vez y sal a jugar! ¡Si pudiera levantarme de esta silla no dejaría
que nadie más me tomara el pelo! (Grita en dirección a la escalera) ¡Y tú,
viejo putero real, baja de una vez! ¿Me oyes? (Pausa. Al resto) Venga…vamos a
brindar… (Coge una botella cualquiera) ¡Por este burdel, que desde hace
veinticinco años es nuestra única y verdadera patria! ¡Por un burdel dentro de
otro gran burdel que se llama España! ¡Larga vida a los dos!
(De
repente una racha de viento abre puertas y ventanas, y durante unos momentos la
tormenta se instala en el onterior del burdel. Aparece por la puerta de
entrada, el CHICO, entonces el viento deja de soplar tan fuerte. A partir de
ese momento la tormenta se aleja paulatinamente)
CHICO- He estrellado el coche contra un árbol.
(Pausa)
LA
MADAME- ¿Te has hecho daño?
CHICO- No.
LA
MADAME- ¿Conducías tú?
CHICO- Sí.
VIEJO
MILITAR- Deja de hacer preguntas y ponle
una copa al chico. (Al CHICO) ¿Cómo te llamas?
CHICO- ¿Yo?
VIEJO
MILITAR- Sí, ¿cómo te llamas? ¿Cuál es
tu nombre?
(Pausa)
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Cómo que no lo sabes?
CHICO- No lo recuerdo.
(Pausa)
VIEJO
CABALLERO- Me suena su cara. Creo que ya
lo he visto antes.
VIEJO
MILITAR- Enséñame lo que llevas en los
bolsillos.
CHICO- ¿Qué?
VIEJO
MILITAR- Que te vacíes los bolsillos.
(Pausa) ¿Me has oído o no? (El CHICO se mete las manos en los bolsillos) ¿No
llevas nada?
CHICO- No.
VIEJO
MILITAR- Tómate el whisky. (Pausa) Te
digo que te tomes el whisky. (El CHICO se lo toma. Pausa) ¿Te acuerdas ahora de
algo?
CHICO- No.
LA
MADAME- Se habrá golpeado la cabeza.
VIEJO
MILITAR- ¿Adónde ibas?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Dónde está el coche? ¿Dónde lo
has estrellado?
CHICO- En la carretera.
VIEJO
MILITAR- En qué carretera… Por aquí hay
muchas carreteras.
(Pausa)
CHICO- No lo sé.
VIEJO
CABALLERO- ¡Creo que ya sé quién es! ¡Es
mi nieto, el pequeño!
VIEJO
MILITAR- ¿Tu nieto?
VIEJO
CABALLERO- Como su padre no ha podido
venir ha venido él en su lugar.
LA
MADAME- ¿De los EEUU?
VIEJO
CABALLERO- Claro.
VIEJO
MILITAR- Pero si hace años que nadie de
tu familia quiere verte.
CHICO- Tengo sueño.
(Pausa)
VIEJO
MILITAR- ¿Qué ha dicho?
LA
MADAME- Ha dicho que tiene sueño.
VIEJO
MILITAR- ¿Tienes ganas de dormir?
CHICO- Sí.
VIAJERA- No, no dejen que se duerma. Si se ha golpeado
la cabeza es peligroso que se duerma ahora.
(El
VIEJO CABALLERO coge el tablero de ajedrez y se sienta a la mesa del CHICO)
VIEJO
CABALLERO- Venga, juguemos una partida.
Recuerdo que de pequeño jugabas muy bien.
VIEJO
MILITAR- Pero si no se acuerda de nada.
VIEJO
CABALLERO- Los movimientos de las piezas
del ajedrez es algo que nunca se olvida. Es como nadar o ir en bicicleta.
¿Verdad que sí, hijo?
VIEJO
MILITAR- (A LA MADAME) Y tú por qué no
le das algo…una de tus pastillas…
VIEJO
CABALLERO- Nada de drogas ni de alcohol.
Es mi nieto y ya me ocupo yo de él. (AL CHICO) El único que no bebe aquí soy
yo, hijo. La única evasión que me puedo permitir ahora es el ajedrez. ¿Sabes
cuántas piezas he tenido que comprar en los últimos veinticinco años? Más de
cinco mil. Y no porque se hayan perdido, no, sino porque me las han escondido
todas. Es más fácil hacer desaparecer un obstáculo que vencerlo. (Bajo y sólo
al CHICO) Un día nos da diamantes y el otro piedras. La vida es así.
LA
MADAME- No le hagas mucho caso, todas
las piezas de ajedrez que faltan las ha tirado él por la ventana cada vez que
perdía una partida con alguna de las chicas.
VIEJO
CABALLERO- A las chicas las dejo ganar
de vez en cuando y entonces hago ver que me enfado. (Al CHICO) ¿Qué estudias?
¿Qué quieres ser de mayor?
(Pausa)
CHICO- No lo sé. No lo recuerdo.
VIEJO
CABALLERO- ¿Y ahora qué te gustaría
hacer?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
CABALLERO- ¿No sabes qué te gustaría,
qué deseas ahora mismo?
CHICO- No.
VIEJO
CABALLERO- Creo que para eso no hace
falta mucha memoria. Incluso los más pobres de espíritu tienen algún deseo.
LA
MADAME- Lo está mareando…
VIEJO
CABALLERO- (Saca el talonario, firma un
talón y se lo da al CHICO) Toma, escribe la cifra que quieras y gástatelo en lo
que quieras, en lo que más te apetezca. La vida es corta pero muy larga en
sucesos, recuérdalo, hijo. Más vale tener a Plutón, el dios del oro, de tu
parte. Yo lo he tenido todo, juventud, desenfreno, lujuria, incluso amor, sí,
he tenido unos cuantos corazones en mis manos y también a mis pies. Y mírame
ahora. No me queda nada. Las chicas que trabajan aquí son más afortunadas que
yo, te lo aseguro, la vida nunca las ha traicionado, porque no han poseído nunca
nada que pudieran quitarles. De vez en cuando firmo un talón a una de estas
chicas, a cualquiera, para que el resto de chicas se sientan traicionadas y así
me vengo de su buena suerte.
(El
VIEJO TRAVESTI toca la campanilla en el lavabo. La puerta del lavabo ha quedado
abierta a causa de la tormenta)
LA
MADAME- ¿Qué quiere?
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué le pasa a la puerta?
LA
MADAME- Parece que se ha desencajado.
VIEJO
TRAVESTI- Tráeme un coñac.
LA
MADAME- No queda coñac, el viento ha
roto las dos botellas que quedaban.
(El
VIEJO MILITAR coge al CHICO del brazo y lo sienta a otra mesa)
VIEJO
MILITAR- A ver las manos (Mira las manos
del CHICO) Por lo que parece aún estudias, ¿verdad?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Cuántos años tienes?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- Abre la boca… (Pausa) Venga,
abre la boca. (El CHICO abre la boca) En tu casa no parece que te cuiden mal.
Porque seguro que te has escapado de tu casa… ¿Verdad que sí? (Pausa) Tú te
crees que cuanto más te echen en falta más te querrán. Eso es lo que pensaba yo
también a tu edad, pero de mayor comprobé que si no estás al final todo el
mundo te acaba olvidando. Incluso después de haber prestado el más alto
servicio a la patria acaban por olvidarte. ¿Quieres ver una cosa? (Se levanta
la ropa) Es la cicatriz más grande que tengo. Por ella perdí mucha sangre. La
mejor sangre de mi juventud.
VIEJO
CABALLERO- ¿No te da vergüenza enseñar
todas esas arrugas al chico?
LA
MADAME- Muéstrele mejor todas las
medallas oxidadas que aún guarda.
VIEJO
MILITAR- Tienen razón, las cicatrices que ya no duelen no
deberían mostrarse. Y lo peor es que toda la sangre que vertí por ellas lo hice
por chusma como ésta, que ahora fingen no recordar nada. ¿Sabes? Prefiero cien
golpes de los de antes que toda esa palabrería que se estila hoy en día. Ahora
que me correspondería gozar de los honores más altos sólo recibo compasión
animal sentado en esta silla de ruedas. Un hombre puede revelarse contra el
odio y el desprecio, ¿pero contra la compasión qué se puede hacer? Dime, qué se
puede hacer…
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Tú me compadeces?
(Pausa)
CHICO- No.
VIEJO- ¿Nada?
CHICO- No. Nada.
VIEJO
MILITAR- ¿No te doy lástima sentado en
esta silla? (Pausa) Reconoce que te doy un poco de lástima.
CHICO- Sí, un poco.
VIEJO
MILITAR- Por lo menos pareces sincero y
parece también que tienes buen corazón.
(Saca la pistola) Toma… Dispárame como se dispara a un viejo caballo que ya no
puede caminar y al que hay que evitar que sufra. (Pausa) Venga, coge la pistola
y dispara al viejo caballo cojo. Tan cerca es imposible que falles. (Pone la
pistola en manos del CHICO)
LA
MADAME- Déjelo en paz.
VIEJO
MILITAR- Tú no te metas. Es cosa de
hombres. Estoy poniendo al chico a prueba. Venga…dispara de una vez. (Pausa)
¡Dispara! ¡Venga!
CHICO- No puedo.
(El
CHICO deja la pistola. El VIEJO MILITAR saca su pañuelo y se seca el sudor de
la frente)
VIEJO
MILITAR- Está limpio. (Pausa) Me los
limpia y plancha mi madre cada día. Es lo único que a su edad puede hacer por
mí. (Pausa) ¿Cómo se llama tu madre?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- Tú te debes de creer que soy un
cobarde cuando no soy capaz de quitarme la vida yo mismo. Si aún estoy vivo es
para poder cerrarle los ojos a ella cuando llegue el momento. En cambio yo no
tendré a nadie que cierre los míos. No he tenido hijos. No quise cargarlos con
todo lo que yo tuve que cargar, consolarme con sus peligros o enorgullecerme de
su dureza. ¿Sabes jugar a los dardos?
(Pausa)
CHICO- No.
VIEJO
MILITAR- ¿Qué sabes hacer entonces?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- Si tuviera el pulso lo bastante
firme te enseñaría a hacer puntería con la pistola, pero ahora tan sólo te
puedo enseñar a jugar a los dardos.
CHICO- (Bajo) Tengo sueño.
VIEJO
MILITAR- ¿Qué ha dicho?
LA
MADAME- Que tiene sueño.
VIAJERA- No deje que se se duerma.
VIEJO
MILITAR- ¿Habías estado antes en un
burdel?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- ¿Y con una mujer, has estado alguna vez?
CHICO- No me acuerdo.
VIEJO
MILITAR- ¿Y qué es lo que recuerdas, si
puede saberse?
(Pausa)
LA
MADAME- ¿Sabes bailar? No, seguro que no
sabes. Ven… (Coge al CHICO del brazo, lo lleva junto a la barra, pone un disco
en el tocadiscos y baila con él) Sígueme, y procura no pisarme, es lo peor que
puedes hacer a tu pareja de baile, pisarla y después dejarla plantada a medio
baile. ¿Verdad que no me pisarás ni me dejarás plantada?
CHICO- No.
LA
MADAME- Prométemelo.
CHICO-
Se lo prometo.
LA
MADAME- No, mientras bailes no tienes
nunca que prometer nada a nadie, sea quien sea no le prometas nada. ¿Lo has
entendido?
CHICO- Sí.
LA
MADAME- El baile puede conducirte a tal éxtasis
que te obligue a bajar la guardia y a ponerte en manos de cualquiera. ¿Lo
recordarás?
CHICO- Sí.
LA
MADAME- El éxtasis tiene que ponerte
sobretodo en comunicación contigo mismo.
VEJO
CABALLERO- Ten cuidado, hijo, esa
mujerzuela la mayor parte del día está drogada.
LA
MADAME- El éxtasis tiene que ver mucho más
con un estado del alma que del cuerpo, del que la tiene, claro. Te lo dice una
vieja puta que de cuerpos ha visto muchos y de almas muy pocas.
VIEJO
MILITAR- No confundas más al chico,
vieja puta, o de mayor no servirá para nada.
(El
disco suena ahora rayado)
LA
MADAME- No, no dejes de bailar, la vida
también es eso: repetición, las mismas cosas un día tras otro, las mismas
palabras y gestos un día y otro. (Bajo) Vivir y amar tu propia miseria, eso es
la vida.
CHICO- ¿Qué?
LA
MADAME- Mientras bailes no escuches a
nadie. Finge prestar atención pero no escuches. Si no llegará una noche en que
será demasiado tarde, y ya no podrás distinguir, que ya no reconocerás tu voz
entre tantas que has tenido que escuchar. (Pausa. De pronto LA MADAME abofetea
al CHICO) ¡Me has pisado, inútil!
CHICO- Perdone…
LA
MADAME- ¿Si no sabes bailar por qué me
lo pides, eh?
CHICO- Lo siento…
LA
MADAME- No vuelvas a acercarte a mí
hasta que aprendas a bailar, ¿me oyes?
(El
VIEJO MILITAR detiene el tocadiscos)
CHICO- Necesito ir al lavabo.
(Pausa)
LA
MADAME- Es allí.
(El
CHICO entra en el lavabo donde el VIEJO TRAVESTI aún busca el anillo por el
suelo)
VIEJO
TRAVESTI- ¿Qué quieres?
CHICO- Necesito usar el lavabo.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Quieres mear?
CHICO- Sí. (Se desabrocha los pantalones)
VIEJO
TRAVESTI- Mea a la alemana.
CHICO- ¿Cómo?
VIEJO
TRAVESTI- Que mees sentado.
CHICO- ¿Sentado?
VIEJO
TRAVESTI- Es así cómo se mea en este
váter. Al principio te costará un poco pero ya te saldrá. (El CHICO se sienta
en el váter) Ve con cuidado de no pisarme a mí también.
CHICO- ¿Qué busca?
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) Qué noches más terribles
son éstas que no se apidan siquiera de los cuerdos ni de los locos.
CHICO- ¿Qué?
VIEJO
TRAVESTI- Cuando uno ha perdido incluso
las cosas más inútiles se puede decir que ha llegado al final.
CHICO- ¿Cómo es que va vestido así?
VIEJO
TRAVESTI- ¿Así…como?
CHICO- Como si fuera a una fiesta.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Te gusta mi vestido?
CHICO- No lo sé. (Se levanta y se sube los
pantalones)
VIEJO
TRAVESTI- Este vestido era de mi mujer.
Cuando murió me dejó un armario lleno de vestidos y de cartas de sus amantes.
Las cartas las quemé todas hace ya mucho tiempo pero con los vestidos no tuve
valor. No, no tires de la cadena. (Mete la mano en el váter)
CHICO- ¿Qué hace?
VIEJO
TRAVESTI- ¿No has tenido que meter nunca
la mano en un váter? Hasta que no lo hagas no podrá decirse que eres un hombre
de verdad, créeme aunque te lo diga alguien como yo. Después de eso nada te
cogerá nunca por sorpresa.
VIEJO
MILITAR- ¡Revolver en la mierda es pura
perversión, vieja alcahueta! ¡Lo sabes muy bien!
VIEJO
MILITAR- Cuando llegue mi hijo me iré
con él, y lo dejaré todo en manos de mis abogados. Eso es lo que haré.
VIEJO
TRAVESTI- Quien te hable de imaginación
en un váter es un farsante, es valor lo que se necesita para estar solo con los
pantalones bajados y frente a un espejo como éste.
LA
MADAME- Cuando las chicas sepan donde
mete las manos, no dejarán que las toque jamás, aunque sea el mayor masturbador
de la tierra.
(El
CHICO hace el gesto de irse y el VIEJO TRAVESTI lo agarra del brazo)
VIEJO
TRAVESTI- Ahora te quedas aquí hasta que
termine.
VIEJO
MILITAR- Deja en paz al chico y ven a
jugar de una vez. (A la VIAJERA) Su padre es un gran jugador de dardos. En
estos últimos años ha estado a punto de ganarme en un par o tres de ocasiones.
VIEJO
TRAVESTI- ¿Cómo se llama tu padre?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
TRAVESTI- Pareces tan amnésico como este
maldito país en los últimos treinta años. Quizá te convendría otro golpe en la
cabeza para que recuperes la memoria.
VIAJERA- ¡Deja que se vaya de una vez!
VIEJO
TRAVESTI- Es mi hija, al menos desde que
nació lleva mi apellido. No se parece a mí ni a su madre, ¿De quién será hija
entonces? Qué tiempos más absurdos en los que la ciencia desea desterrar
cualquier duda, en los que las maldiciones ya no se cumplen, tiempos de sequía
y de repentinas tormentas. Por un solo vínculo hay cien deserciones. ¿De quién
te escondes tú?
CHICO- No lo sé. No lo recuerdo.
VIEJO
TRAVESTI- Tanto da, seguro que tampoco
eres hijo de tu padre. ¡Aquí está! (Saca un anillo del interior del váter) El único
vínculo con mi pasado.
(El
CHICO se suelta del VIEJO TRAVESTI y se sienta en la escalera, se apoya en la
barandilla y cierra los ojos. La VIAJERA se sienta a su lado)
VIAJERA- Si te duermes ya no despertarás.
CHICO- Me da igual. Estoy cansado.
VIAJERA- ¿Cansado de qué?
CHICO- No lo sé.
VIAJERA- Ten, fuma… (Le ofrece un cigarrillo) ¿Te
parece que habías fumado antes?
CHICO- No lo sé.
(Pausa)
VIAJERA- ¿Recuerdas algo más?
CHICO- No.
VIAJERA- ¿Estás seguro?
CHICO- Sí.
VIEJO
CABALLERO- ¿No le da vergüenza dar un
cigarrillo al chico?
VIAJERA- (Al CHICO) Qué reloj tan bonito…
CHICO- Sí…
VIAJERA- ¿Es un regalo?
CHICO- No lo sé.
VIAJERA- Los regalos caros se vuelven baratos cuando
el que los recibe no recuerda la mano de donde provienen. (Pausa. Bajo) Pobre
de mí, haver visto lo que he visto y lo que ahora veo. (Coge la cabeza del
CHICO, la apoya sobre su falda y se pone a cantar un fragmento de “Orfeo” de
Monteverdi) “Torna a l´ombre di morte,/ infelice Euridice,/ Ne piu sperar di
riveder le stelle,/ Ch´ormai fia sordo a´prieghi tuoi l´inferno”
(La
VIAJERA vuelve a repetir el mismo fragmento mientras el CHICO cierra los ojos.
De pronto LA MADAME coge la campanilla de la mesa y la toca hasta que el CHICO
abre los ojos)
VIEJO
CLIENTE- ¿Quién me llamaba? (Aparece por
la escalera) ¿Ha llegado ya mi chófer?
LA
MADAME- Aún no.
VIEJO
MILITAR- ¿Ya se va, Majestad?
VIEJO
CLIENTE- No hablen tan alto que todas
las chicas duermen. Estaban muy cansadas. Creo que las hacen trabajar
demasiado. (Cuando llega abajo coge el bastón. A LA MADAME) Tú también pareces
cansada. ¿Has ido ya al médico?
LA
MADAME- Iré mañana.
VIEJO
MILITAR- ¡Vamos! Despierta a las chicas
y que bajen todas a brindar, venga…
VIEJO
CLIENTE- No sabía que había hoy una
fiesta.
VIEJO
MILITAR- ¡Venga, que bajen las chicas o
agujereo el techo!
(La
MADAME sube las escaleras y desaparece)
VIEJO
CLIENTE- (A la VIAJERA) Usted tampoco
tiene buen aspecto. ¿Es nueva? Permítame que me presente. Soy el rey de España.
VIEJO
MILITAR- Su Majestad es nuestro cliente
más antiguo.
VIEJO
CABALLERO- Y la única persona que
conocemos a la que le ha tocado el gordo de Navidad.
VIEJO
CLIENTE- Eso fue un golpe de suerte, no
tiene ningún mérito, he jugado al mismo número toda mi vida.
VIEJO
MILITAR- Hemos intentado muchas veces
hacerle socio del burdel pero no ha habido manera. Y eso que su Majestad es
nuestro mejor cliente desde hace veinticinco años.
VIEJO
CLIENTE- Ya saben que no es posible. El
rey de España debe ser neutral en todo.
VIEJO
TRAVESTI- (A la VIAJERA, bajo) Síguele
la corriente, es el único que está loco aquí y no lo sabe. (Toca la campanilla)
VIEJO
MILITAR- ¿Ahora qué quieres?
VIEJO
TRAVESTI- Que baje la vieja bruja y
llame a un taxi.
VIEJO
MILTAR- Si no hemos jugado ni una
partida ni hemos brindado aún… Su Majestad brindará con nosotros, ¿Verdad que
sí?
VIEJO
CLIENTE- Ya saben que tampoco bebo.
VIEJO
MILITAR- A estas alturas no tendrá miedo
de que le envenenemos, Majestad…
VIEJO
CLIENTE- Lo que en verdad creo es que
todavía soy objeto de sus simpatías y les estoy muy agradecido. Y este chico,
¿quién es?
VIEJO
MILITAR- No lo sabemos. Esta noche ha
tenido un accidente en la carretera y ha perdido la memoria.
VIEJO
CLIENTE- ¿No recuerdas tu nombre?
CHICO- No.
VIEJO
CLIENTE- También tiene una mirada muy
simpática, ¿no creen?
VIEJO
CABALLERO- En cuanto llegue mi hijo lo
llevará al hospital.
VIEJO
VLIENTE- ¿Cómo dice? Ya saben que estoy
un poco sordo.
VIEJO
CABALLERO- Mi hijo lo llevará al
hospital para que le sometan a un reconocimiento médico.
VIEJO
CLIENTE- Ya le acompañaré yo al hospital
en cuanto llegue mi chófer, y mientras lo tomo bajo mi protección, si les
parece bien. (Se sienta con el CHICO a una mesa) ¿Cuántos años tienes?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
CLIENTE- ¿Es cierto entonces que no
recuerdas nada?
CHICO- Sí.
VIEJO
CLIENTE- Poco a poco volverán los
recuerdos, ya lo verás. Un cielo tenebroso sólo se despeja con una buena
tormenta, como ha ocurrido esta noche. Ahora la tormenta ya debe de estar del
lado de Francia. (Se levanta) ¡Paz a Francia si nos permite acceder a lo que es
justo, herediatario y nuestro! Si no, que Francia se desangre y que la paz
habite el cielo.
VIEJO
TRAVESTI- Alguien debería decirle a su
Majestad que hace ya tiempo que Francia es una república.
VIEJO
CLIENTE- (Al CHICO) ¿Te gustaría
trabajar para mí? El Jefe de la Cara Real se jubilará pronto y me gustaría que
su sustituto fuera una persona joven, sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
Claro que tendrías que pasar un largo período de aprendizaje, pero a mi lado
estoy seguro de que no te costaría mucho.
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) Es el flagelo de los
tiempos que los locos guíen a los niños.
VIEJO
CABALLERO- ¿Quiere meter al chico en
política, Majestad?
VIEJO
MILITAR- La política y el honor sólo
pueden ir de la mano cuando hay guerra.
VIEJO
CLIENTE- Ésta es una conversación
privada entre el chico y yo. Les ruego que no se entrometan. (Al CHICO) Un enemigo
mío decía que los motivos poderosos engendran acciones extraordinarias. ¿Sabes
qué significa eso? No, claro que no. Eres muy joven todavía. Pero tienes que
saber que éste es el principio por el cual me rijo como rey de todos los
españoles.
VIEJO
MILITAR- Los españoles no son buenos ni
para la paz ni para la guerra.
VIEJO
CLIENTE- (Al CHICO) Ser Jefe de la Casa
Real española es una gran responsabilidad. No lo puede ser cualquiera. ¿Qué me
respondes? ¿Te gustaría ser Jefe de la Casa Real española?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
CLIENTE- ¿Sabes cuál es la maldición de
las monarquías?
CHICO- No.
VIEJO
CLIENTE- No son los republicanos, no.
Sino la de estar servidas por gente que ve una orden en cualquier fruncimiento
de cejas o de frente de sus reyes. Tendrás que ir con mucho cuidado porque yo
soy bastante expresivo. Deberás estudiar muy bien mi cara para saber qué deseo
a cada momento.
LA
MADAME- (Bajando por la escalera con una
maleta en la mano) Ninguno de ustedes ha sabido nunca dónde está el término
medio de la vida.
(Pausa)
VIEJO
MILITAR- ¿Te marchas?
LA
MADAME- Sí. No quiero estar aquí cuando
llegue la policía.
VIEJO
MILITAR- ¿La policía?
LA
MADAME- Tendrán que avisarla. Todas las
chicas están muertas. A su Majestad esta vez se le ha ido la mano con las
pastillas para dormir.
VIEJO
MILITAR- ¿Ha matado a todas las chicas?
VIEJO
CLIENTE- Sólo duermen.
VIEJO
CABALLERO- ¿Las ha vuelto a drogar?
VIEJO
MILITAR- Así se dejan meter mano más
fácilmente, ¿verdad, Majestad?
VIEJO
CLIENTE- Dentro de un par de horas se
despertarán como siempre.
LA
MADAME- No lo creo.
VIEJO
MILITAR- (A LA MADAME) ¿Les has puesto
un espejo debajo de la nariz?
LA
MADAME- Todas están muertas. A ustedes
cuatro no los meterán en la cárcel porque son demasiado viejos, pero yo aún
podría ir. Así que me voy.
VIEJO
MILITAR- ¿Y adónde te vas?
LA
MADAME- Puede que al otro lado de la
frontera, si es que se detiene un coche en la carretera y aguanto dentro lo
suficiente.
VIEJO
CABALLERO- ¿Piensas hacer auto-stop?
LA
MADAME- Con la tormenta no hay ningún
taxi libre en ninguna parte.
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) Toda mi vida he estado
acompañado de búhos y lobos…
VIEJO
MILITAR- (La detiene) Has hecho muy
rápido la maleta, ¿no crees?
LA
MADAME- La maleta hace tiempo que la
tengo hecha.
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) ¡Estoy herido hasta el
alma!
VIEJO
CABALLERO- Si te vas diremos a la policía
que todo es culpa tuya, vieja bruja.
LA
MADAME- De todos modos me culparán a mí.
Alguien tiene que ir a la cárcel por esto. La policía no se conformará con
cuatro carcamales solamente. (A la VIAJERA) ¿Usted se va o quiere cargar con la
culpa de esto? (Pausa) Le será franca, si viene conmigo es más fácil que se
detenga un coche.
VIEJO
CABALLERO- Tiene razón. De noche ningún coche
se detendrá para recoger a una vieja bruja que hace auto-stop en la carretera.
(Pausa)
LA
MADAME- (Al CHICO) ¿Y tú, quieres venir?
VIEJO
CLIENTE- ¿Se quiere llevar al chico?
LA
MADAME- Lo dejaré en el primer hospital
que encuentre. No quiero líos con un menor.
VIEJO
CLIENTE- Pero ya he dicho que lo
llevaría yo al hospital.
LA
MADAME- (Al CHICO) ¿Te quieres quedar?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
CLIENTE- Claro que se quiere quedar. Los
dos hemos hecho muy buenas migas, ¿verdad que sí? Además le he ofrecido un
trabajo al chico. Será el jefe de la Casa Real de España, ¿verdad que sí?
LA
MADAME- Las moscas ya empiezan a subir.
Será mejor que me vaya. (Va hacia la puerta y se detiene) He dejado todas las
ventanas de arriba abiertas, no se asusten si oyen golpear alguna. (Antes de
salir) Ahora que me voy es cuando los quiero más que nunca, y sólo me resta
desearles que la locura les reviente cuanto antes el cerebro. (Sale)
VIEJO
CABALLERO- ¡Haré que te encierren para
siempre, maldito parásito! ¡Puta repugnante! ¡Ojalá revientes!
VIEJO
TRAVESTI- (Bajo) ¡Qué asco, qué asco,
qué asco, qué asco, qué asco…!
VIEJO
MILITAR- ¡Bruja! ¡Mala bestia! ¡Perra de
burdel! ¡Puta traidora!
(La VIAJERA
se pone a cantar lo mismo que antes y también sale)
VIEJO
TRAVESTI- (Flojo) Se ha ido y no volverá
nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más…
VIEJO
MILITAR- Deja de gimotear y sube a ver
si de verdad están muertas.
VIEJO
TRAVESTI- Que suba la rata de banca y
que lo mire él.
VIEJO
CABALLERO- ¡Ni hablar! Que suba el
chico…
VIEJO
MILITAR- Si las chicas están realmente
muertas, Majestad, espero que se hará responsable.
VIEJO
CLIENTE- Al rey de España nadie puede
juzgarlo. Y el chico, en cuanto llegue mi chófer, vendrá conmigo, ¿verdad que
sí?
VIEJO
MILITAR- ¿Entonces qué hacemos,
Majestad?
VIEJO
CLIENTE- ¿Qué hacemos?
VIEJO
MILITAR- Tenemos que pensar algo antes
de avisar a la policía…
VIEJO
CLIENTE- Un rey, aunque ame a su pueblo
y sea amado por éste, nunca debe comunicar sus pensamientos e intenciones a
nadie, ni a su mejor amigo siquiera.
VIEJO
MILITAR- ¿Qué quiere decir con eso?
VIEJO
TRAVESTI- Pues que no se hará
responsable de nada, está bien claro.
VIEJO
CABALLERO- El mundo está lleno de falsos
amigos. Ojalá ardiera el mundo entero.
VIEJO
CLIENTE- No pretendan llenarme la cabeza
de malas noticias.
VIEJO
MILITAR- Pues yo no pienso dejar que
nadie me deje en la estacada otra vez. ¡Ni siquiera el rey de España!¿Es que
siempre me tocará estar rodeado de cobardes?
(El
VIEJO MILITAR saca la pistola, dispara al aire y seguidamente cae la lámpara
del techo, uno de sus brazos se desprende y se clava en el pecho del VIEJO
CLIENTE. Pausa)
VIEJO
CABALLERO- ¡Imbécil, lo has matado!
(Pausa
larga. Todos se acercan despacio al
VIEJO CLIENTE)
VIEJO
CLIENTE- ¡Quítenme esto de aquí!
VIEJO
MILITAR- ¡Aún está vivo!
¡Venga…ayudadme! (Se acerca al VIEJO CLIENTE que sigue sentado en la silla. Al
CHICO) ¡Venga, chico, cógelo de ahí!
(Entre
todos lo dejan sobre la barra del bar)
VIEJO
CABALLERO- Traquilo, Majestad, no se
mueva…
VIEJO
CLIENTE- ¡Quítenme esto!
VIEJO
MILITAR- Si se lo quitamos se desangrará
antes…
VIEJO
CLIENTE- ¿He dicho que me lo quiten!
VIEJO
TRAVESTI- (Al CHICO) ¡Trae esos trapos!
¡Venga!
(El
CHICO trae unos trapos de cocina de detrás de la barra que el VIEJO TRAVESTI
coloca sobre la herida del VIEJO CLIENTE)
VIEJO
CLIENTE- ¡Pero qué hace!
VIEJO
CABALLERO- Me estoy mareando…
VIEJO
CLIENTE- ¡Fuera de aquí! ¡No me toquen!
¡Quiero al chico! ¡Dónde está el chico! (El CHICO se acerca al VIEJO CLIENTE)
¡Márchense…que se quede sólo el chico! (Todos menos el CHICO se alejan) Dame la
mano… Muy fuerte… (Pausa) Escucha…siempre tuve miedo a que me envenenaran y ya
ves…
VIEJO
MILITAR- Es mejor que no hable,
Majestad.
VIEJO
CLIENTE- ¡He dicho que no quiero a nadie
a mi lado excepto al chico! ¡Márchense todos! (Pausa) ¡Más lejos! (Pausa) ¡Más
lejos! (Pausa) ¡Más! (El VIEJO CABALLERO, el VIEJO MILITAR, y el VIEJO TRAVESTI se meten en el lavabo. Al
CHICO) No dejes que se me acerquen otra vez…
CHICO- No…
VIEJO
CLIENTE- (Bajo) Tengo dentro un
infierno… (Pausa) Acércate… (Pausa) Escucha…tienes que hacer algo por mí… Una
cosa que sólo puede hacer el Jefe de la Casa Real de España. ¿La harás? (Pausa)
Dime que la haràs…
CHICO- Sí.
(El
VIEJO CLIENTE habla bajo al oído del CHICO hasta que cierra los ojos)
VIEJO
CABALLERO- ¿Se ha muerto?
CHICO- No lo sé.
VIEJO
MILITAR- Toma, coge este espejo y
pónselo debajo de la nariz a ver si se empaña. (El CHICO va a buscar el espejo
a la entrada del lavabo. Pausa) ¡Venga, pónselo! (El CHICO pone el espejo
debajo de la nariz del VIEJO CLIENTE) ¿Se empaña o no?
CHICO- No.
VIEJO
MILITAR- ¿Estás seguro?
CHICO- Sí.
VIEJO
CABALLERO- Que le clave un dardo en la
mano.
VIEJO
MILITAR- Coge uno de los dardos de la
diana y clávaselo… ¡Venga!
(El
CHICO va hasta la diana pero finalmente coge el bastón del VIEJO CLIENTE y da
tres golpes fuertes en la madera de la barra del bar. Pausa larga)
CHICO- (Fuerte) Dado que el rey no responde, el rey
está muerto.
(Pausa.
Oscuridad)