INVITACION A LEER

La fiesta de los disfraces, de Benjamín Gavarre. México.

  LA FIESTA DE LOS DISFRACES   de Benjamín Gavarre                                              El escenario es una gran habitación...

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31/8/21

UMBRAL KÜMEL-HARTMAN, de Pablo Albarello (Dos personajes femeninos).

 UMBRAL KÜMEL-HARTMAN


Pablo Albarello






Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a pablo_albarello@e-pol.com.ar o palbarello@argentores.org






Personajes


Enfermera                               Paciente


   




La ENFERMERA empuja a la PACIENTE en una camilla.


PACIENTE: Los hospitales públicos son tan grandes, tan inabarcables…


La ENFERMERA masca chicle, no responde.


PACIENTE: Algo precarios y sucios, hay que reconocerlo, pero cuando una


ingresa tiene una sensación de… No sé, son como ciudades, ¿no es cierto?


La ENFERMERA masca chicle, no responde.


PACIENTE: Con sus avenidas, sus calles secundarias, sus plazoletas. Y una


camina, camina y nunca termina de...


La ENFERMERA masca chicle, no responde.


PACIENTE (advirtiéndolo): ¡Qué poca onda, por favor! ¿Se puede saber a dónde


vamos?


La ENFERMERA ídem.


PACIENTE: Chiquita, te estoy haciendo una pregunta, ¿te podés tomar el trabajo

de contestar?


ENFERMERA: Para la Morgue, señora.


PACIENTE:¡Jajaja! ¡Está muy bien! ¡Jajaja! ¡Qué sentido del humor que manejan!


“Para la Morgue”...


La ENFERMERA sigue empujando. Tiempo.


PACIENTE: En serio, ¿Para dónde vamos? Ya estoy mareada. Si no vi mal para


volver a las habitaciones hay que subir un piso y tomar el pasillo ancho de la


derecha, ¿no es cierto?


ENFERMERA: Ajá.


Tiempo.


PACIENTE: ¿Y entonces?


ENFERMERA: ¿Y entonces qué?


PACIENTE: ¿Me tomás el pelo? Que me estás llevando para otro lugar.


ENFERMERA: Sí, claro.


PACIENTE: ¡¿Sí claro?! ¡¿Cómo sí claro?! ¡Haceme el favor, no sea irrespetuosa!


La ENFERMERA masca chicle, sigue empujando.


PACIENTE: Ya mismo llamo a mi prepaga. Venir a esta villa de emergencia fue


idea de mi hija. Pido el traslado al Sanatorio de los Arcos. ¡Esto es vergonzoso!


La ENFERMERA no responde.


PACIENTE: Vos evidentemente te empeñás en ignorar lo que digo.


La ENFERMERA finalmente se detiene.


ENFERMERA: Señora ¿qué quiere que le responda?


PACIENTE (saltando de la camilla, está descalza y tiene solo una bata


hospitalaria, debajo la ropa interior): ¡Te pregunté adónde me estás llevando, eso

quiero que respondas!


ENFERMERA: Por favor, vuelva a la camilla, no me comprometa. Yo ya se lo dije.


PACIENTE: ¡No, señor, no me dijiste, no me dijiste! Te salió un chiste, respondiste


“a la Morgue”. Yo te lo festejé porque soy una mujer inteligente y con sentido del


humor, pero ahora te pido seriedad, por favor. ¡Además qué es eso de andar


haciendo chistes, vos acá sos una empleada, quién te dio confianza!


ENFERMERA: Nadie me dio confianza. Vuelva a la camilla, por favor.


PACIENTE: Entonces, contestame.


ENFERMERA: Señora, usted hizo una pregunta y yo se la respondí: la llevo a la


Morgue. La Morgue es el lugar donde en estas camillas llevamos a los pacientes


que acaban de fallecer.


PACIENTE: ¿Y?


ENFERMERA: Y usted... acaba… (hace señas que dan a entender un


fallecimiento)


PACIENTE: Que yo acabo… ¡Ja ja ja! ¡Está muy bien! ¡Muy bien!


ENFERMERA: Si le parece gracioso.


PACIENTE: ¿GRACIOSO? ¡CLARO QUE NO ME PARECE GRACIOSO! ¡ME


PARECE ABSURDO, ME PARECE IRRESPETUOSO, ME PARECE RIDÍCULO!


La PACIENTE entra en crisis, comienza a temblar, a respirar mal, se apoya en la


camilla. La ENFERMERA la ayuda a subirse y la sienta.


ENFERMERA: ¿Se da cuenta? Le dije que volviera a la camilla. Está


hiperventilando. Venga, levante los brazos, intente relajarse.


La ENFERMERA le levanta los brazos.


ENFERMERA: Aspire profundo y suelte, aspire y suelte. Usted está atravesando lo

que en clínica médica se conoce como “Umbral Kümel-Hartman, la etapa posterior


al óbito…


PACIENTE (ríe histérica): ¡¿El óbito?!


ENFERMERA: Exacto. Su organismo ha colapsado, su sistema nervioso central


está en estado de shock y…


PACIENTE: ¡Pero BASTA, no quiero escuchar más boludeces!


La ENFERMERA recibe un llamado al celular.


ENFERMERA: Hola… (a la PACIENTE) Aguánteme un segundito (al


celular) ¿Qué dice, Vázquez? ¿Y, en qué quedamos, se hace o no se hace?...


¿Dónde?... De acuerdo. Pero nuestro pedido está claro, ¿no? Mire que es la


condición... Okey… ¡No, no, de ninguna manera, Vázquez, no me de vuelta las


cosas! Son cuatro horas y rotativas… ¡No, señor! Esto llegó al límite, ellos ya lo


saben, se lo advertimos. Cuatro horas y si quiere rotamos con Diagnóstico por


Imágenes, Depósito, Mantenimiento, dibújelo como prefiera, pero que salga. Si no


se aprueba a las cinco de la tarde le paramos el Piso. Adelánteselos… Okey, en


media hora, yo aviso y voy para allá, chau, chau, Vázquez (mira la hora, a la


PACIENTE) Bueno, por favor, recuéstese que tenemos que seguir.


La ENFERMERA comienza a empujar la camilla.


PACIENTE: Pará.


ENFERMERA: Señora….


PACIENTE: ¿Chiquita, sos sorda? ¡Si te digo que pares, pará!


ENFERMERA (deteniéndose): Por favor, tengo trabajo que hacer, en un rato


tenemos una asamblea. Comprenda que no puedo hacer nada.


PACIENTE: Es absurdo

ENFERMERA (mirando la hora): Si lo quiere ver así, sí, es absurdo.


PACIENTE: Digo que no puede estar sucediendo. Mirame, si estoy fallecida


explicame entonces por qué estoy así.


ENFERMERA: Ya se lo dije, el Umbral Kümel-Hartman.


PACIENTE: ¡¿Y QUÉ CORNO ES EL UMBRAL KÜMEL-HARTMAN?!


ENFERMERA (busca las palabras): En los minutos posteriores al óbito… (duda)


Mire, se lo voy a poner de esta manera a ver si lo capta: usted hace un rato


lamentablemente crepó, se murió, ¿sí?, pero su conciencia todavía no se dio por


aludida, su cerebro está terminando de asimilar, de procesar esa información y


mientras tanto es como que sigue con el envión.


PACIENTE: ¿Con el envión?


ENFERMERA: Exacto. Con el envión Y hasta que su mente se haga a la idea,


hasta que razone y termine de convencerse, usted va a jurar y perjurar que está


vivita y coleando, que no está muerta. ¿Se entiende?


Desconfiada, la PACIENTE vuelve a saltar de la camilla. Observa el entorno,


observa a la ENFERMERA, se observa los brazos, se toca la cara. La


ENFERMERA vuelve a mirar la hora.


ENFERMERA: Por desgracia esto a veces sucede y con el acelere que hay hoy en


día, sucede cada vez con más frecuencia (la estudia unos segundos) ¿Se


entiende o no se entiende?


PACIENTE: Se entiende… (tiempo, de golpe parece descubrir algo) ¡Pero pará,


perdón, chiquita, perdón! ¿Y vos?


ENFERMERA: ¿Yo qué?


PACIENTE: Nena, ¿me ves cara de retardada? Y vos, sí, y vos, ¿cómo es que me

hablás?


ENFERMERA: Es exactamente eso lo que me pregunto. ¡Quién me manda a mí!


¡Por qué les hablo! ¿Sabe qué es esto? ¡Trabajo insalubre! ¡Eso es lo que es!


¿Hasta cuándo una puede estar teniendo la vela, bancando las quejas, la violencia


física y psicológica de energúmenos que creen no estar muertos? Esto es lo que


estamos planteando en el petitorio: o conseguimos turnos rotativos o vamos al


paro y paralizamos el hospital.


PACIENTE: ¡Esperá, esperá, o va a explotarme la cabeza! No si estás loca o


hablás en serio y no entiendo lo qué estás diciendo. Punto uno: la asamblea esa


de la que hablás me importa un reverendo pedo. Segundo: vos sos una empleada


y tenés la obligación de atender mis demandas: cumplí con tu trabajo y respondé


lo que te pregunto.


La ENFERMERA mira a ambos lados del pasillo, vuelve a mirar la hora, se sienta


en la camilla, saca un paquete de cigarrillos.


ENFERMERA: ¿Puedo?


PACIENTE: Podés.


La ENFEREMERA enciende uno.


ENFERMERA: Dele. Tengo unos minutos.


PACIENTE: ¿Vos estás diciendo que esto es algo que hacés, digamos,


habitualmente?


ENFERMERA: Correcto.


PACIENTE: Acostumbrás a hablar con los muertos que llevas a la Morgue.


ENFERMERA: Correcto.


PACIENTE: O sea que hablás con los muertos.

ENFERMERA: Sí. Es decir, no con todos.


PACIENTE: Yo debo tener tremenda cara de pelotuda, ¿no es cierto?


El ENFERMERA salta de la camilla.


ENFERMERA: Se acabó su tiempo.


PACIENTE: ¡No, no, discúlpame, respondeme, por favor!


ENFERMERA: No gana nada con esto.


PACIENTE (implorando): ¡Por favor!


ENFERMERA: Hay un porcentaje que no habla. Quiero decir, no hablan y no


hacen nada, están como idiotizados, en un estado de… como de absoluta


confusión. Pero eso es peor, porque tienen una expresión, la miran a una de una


forma tan desesperada. ¡Hay que ver lo que es esa mirada! Después, por la


noche, la tengo acá, lo hablo con Walter, mi marido y no me la puedo borrar de la


cabeza.


La PACIENTE mira el paquete de cigarrillos, el ENFERMERA lo percibe y le


convida.


PACIENTE: Tengo una tienda de ropa femenina, ¿sabés?


ENFERMERA: Ah, mire que bien.


PACIENTE: En realidad una cadena de tiendas. Hacemos diseños exclusivos.


Estoy asociada con mi hija Josefina que sigue mis pasos.


ENFERMERA: Qué bien. Un negocio familiar


Tiempo. Fuman.


PACIENTE: Disculpame pero hay algo que no termino de entender, ¿y el túnel?


ENFERMERA: ¿Qué túnel?


PACIENTE: El túnel. La luz blanca en el fondo, la aparición de los familiares

muertos, todos de blanco, que vienen a recibirte. La calidez y esa música tranquila


y bellísima y la sensación de paz. Yo no sentí nada de eso.


ENFERMERA (divertida): ¿Usted dice el túnel?


PACIENTE (engranando): ¡Sí, el túnel, nena, el túnel!


ENFERMERA: Me extraña, usted parece una mujer viajada. Lo del túnel es una


patraña inventada por el tipo ese la tele.


PACIENTE: ¿Qué tipo?


ENFERMERA: Ese que sufría del corazón y una vez tuvo un infarto y empezó a


hablar de los ángeles y el túnel. Que empezó a publicar libros.


PACIENTE: ¿Víctor Sueiro?


ENFERMERA: Ese. Víctor Sueiro.


Tiempo. Fuman. De golpe la PACIENTE se pone el cigarrillo en los labios, salta de


la camilla y se pone a hacer pasos de zumba.


ENFERMERA: Por favor, ¿qué hace?


PACIENTE. ¿Y esto?


ENFERMERA: Quédese quieta que me van a echar.


PACIENTE: ¿Vos crees que esto puede hacerlo una persona fallecida? ¡Decime,


eh! ¿Qué tiene que ver esto con una persona fallecida? (lloriquea)


ENFERMERA: Vuelva a la camilla que tenemos que seguir.


La PACIENTE se sube a la camilla. Circulan. Tiempo.


PACIENTE: Escuchame, tengo una propuesta.


ENFERMERA: Ya sabía yo. Siempre tienen una propuesta.


PACIENTE: ¿Cuánto tiempo dijiste que te queda para esa asamblea?


ENFERMERA (mira la hora): Diez minutos.

PACIENTE: Dejame ir hasta la habitación, tengo que hablar con mi hija y hacer un


par de llamados. Alzo la cartera, busco la billetera y te doy lo que tenga.


ENFERMERA: No voy a aceptar su dinero, señora y no puedo dejarla ir.


PACIENTE: Son tres minutos. Te prometo que vuelvo, acepto lo del Umbral Kümel


no se cuanto y me llevás. ¡Tené corazón, necesito hablar con Josefina!


ENFERMERA: Es que es inútil.


PACIENTE (implorante): ¡Por favor!


La ENFERMERA suspira, por señas le permite irse, la PACIENTE sale, la


ENFERMERA se recuesta en la camilla. Fuma.


ENFERMERA: ¡Estoy harta! ¡Ojalá se pudra la asamblea, se pare el hospital, salte


todo por el aire! Tengo que salirme de esto, no sé, cambiar de rubro. ¿Y si voy a


trabajar con Analía? (saca un celular y llama) Hola amor… Bien, acá. Decime una


cosa, porqué no llamás a tu hermana y le preguntás si todavía está necesitando a


alguien en la óptica. ¿Te acordás que me había ofrecido?… Mal, para serte


sincera, pésimo. En un rato es la asamblea, pero no creo que prospere, no hay


personal y yo ya tengo la cabeza quemada… No, hoy no. Hoy una sola, pero


parece bastante tranquila. La dejé ir porque quiere hablar con la hija… ¡Ya sé,


amor, ya sé, es que no puedo, te parten el alma, son pobre gente y siento que


tengo que darles una mano!... Sí, “una romántica”. Vos jodeme… Por eso, por


favor, hablá con Analía, ¿dale? La llamás y le preguntás, si por ahí todavía


necesita a alguien y...


Vuelve la PACIENTE.


ENFERMERA: Tengo que cortar. Dale, te llamo en un rato. Chau, amor, chau,


chau (a la PACIENTE) ¿Y?

La PACIENTE no responde, se sube a la camilla y se acuesta.


ENFERMERA: No quiere hablar.


PACIENTE: ¡No!


ENFERMERA: Okey, no hablamos.


PACIENTE: ¿Por casualidad vos pensás… vos creés que la bruja esa me trajo a


un hospital público, me internó y ahora se pavonea dando órdenes y hablando con


los médicos con esos modos petulantes porque le interesa mi salud?


ENFERMERA: ¿De quién habla?


PACIENTE: ¡De mi hija, de mi única hija, de quién voy a hablar! ¡El desapego, la


frialdad! ¡El tupé para ignorarme!


ENFERMERA: Señora, escuche…


PACIENTE: Como si en algún momento yo le hubiera reprochado algo. ¿Cuándo


la presioné? ¿Cuándo la ofendí?...Haciendo que consultaba ese celular de mierda


mientras yo le hablaba. Y después, como si nada, sale al pasillo y se pone a


coquetear con un médico. ¡Y, mientras tanto, yo descalza y con esta bata de


mierda!


ENFERMERA: Era lo que intentaba decirle…


PACIENTE (sin escuchar): Ahí entonces yo aproveché para hacer las llamadas,


tenía que hablar con mi Contador. Alcé el teléfono y de golpe se me hizo un


blanco. No recordaba nada, ni el número de Ingrid que es mi mejor amiga, ni el de


mi casa, nada. Me dije debe ser el estrés por toda esta situación…


ENFERMERA: ¡Escúcheme, por favor! Ni su hija la ignora, ni puede llamar por


teléfono. Es lo que quería advertirle, su hija no le habla porque no la ve, usted ya


no está, ya no es. ¿Comprende?

PACIENTE: ¡Ay basta! ¡Ya me tenés harta vos también! ¡Llevame y no quiero


escucharte mas!


ENFERMERA: Okey.


La ENFERMERA mastica chicle, empuja la camilla.


PACIENTE: ¡Dale, sacate de encima el estorbo! ¡Ese es tu espíritu de servicio!


¡Andá corriendo a esa asamblea de mierda, por lo que van a arreglar! Este país no


tiene arreglo. Además, sabelo: parecés cualquier cosa menos una trabajadora de


la salud. ¿Cuánto hace que no te arreglás? ¿Te miraste las manos? Además, ¿te


hacen algún tipo de examen psicológico? Andar hablando con muertos da que


pensar, ¿no?


El ENFERMERA empuja la camilla sin responder.


PACIENTE: ¡Pará!... ¡PARÁ, TE DIJE!


El ENFERMERA detiene la camilla.


PACIENTE: ¿Vos no estarás en combinación con la asquerosa de mi hija, ¿no?


¿No se habrán complotado para sacarme del medio? Se sincera. ¿Qué te


prometió?


ENFERMERA: ¡No me ofenda!


PACIENTE: ¡Ay, la chirusa también se ofende!


ENFERMERA: ¡Sí, me ofendo! Usted es una desagradecida. Además, que esté en


la situación en la que está no quita que se pueda comer una paliza.


El PACIENTE salta de la camilla.


PACIENTE: ¿Querés pelear? Dale. Te advierto que soy cuarto dan de taekwondo.


Ambas se ponen en guardia, giran, hacen un par de amagues, pero a continuación


bajan los brazos.

PACIENTE: Es ridículo.


ENFERMERA: Pienso igual. Además no podría pegarle a un muerto.


PACIENTE: Un muerto (se conmueve)


ENFERMERA: Disculpe, no quise….


PACIENTE: No te preocupes, está bien.


La PACIENTE se sube a la camilla, la ENFERMERA la empuja en silencio,


trasponen una puerta y se detienen.


ENFERMERA: Escúcheme, yo la dejo acá. Después van a venir a acomodarla. Le


aconsejo que se quede recostada y trate se relajarse. Le va a ir dando sueño,


cada vez más sueño, hasta que en determinado momento


PACIENTE: ¿El fin?


ENFERMERA: Ajá.


PACIENTE: Qué absurdo es todo.


ENFERMERA: Ajá


PACIENTE: Y arbitrario. Y estúpido.


ENFERMERA: Ajá


PACIENTE: Una última cosa: no me dijiste cómo pasó.


ENFERMERA: Ah, sí, disculpe: un infarto. Fue en la sala de rayos. Hicieron lo


imposible para volverla.


PACIENTE: ¿Pero no pudieron?


ENFERMERA: No.


Tiempo. Se miran con incomodidad.


PACIENTE: Bueno, no te entretengo más. ¿Cuándo te despedís qué hacés? Con


los otros, quiero decir, ¿les das un beso en la mejilla? ¿Les das la mano?

ENFERMERA: Les doy la mano.


La PACIENTE se incorpora y le tiende la mano.


PACIENTE: Andreína Funes Elordi, fue un gusto.


ENFERMERA: Quintanal, enfermera mayor Quintanal, lo mismo (se aleja unos


pasos, le cuesta separarse) Como le dije, recuéstese como si fuera a dormir. Va a


ver. Ni se va a dar cuenta.


PACIENTE: Adiós.


ENFERMERA: Adiós.


La ENFERMERA sale. La PACIENTE mira el entorno.


PACIENTE: En fin... Espero que no me claven por mucho tiempo en esta ratonera


(se recuesta en la camilla, cierra los ojos) ¿Y ahora qué? ¿De verdad tendré que


hacer lo que dijo esta chica? Cerrar los ojos como si fuese a dormir.


Tiempo. Se pone a cantar.


PACIENTE: “Señor, me has mirado a los ojos / sonriendo, has dicho tu nombre…”


No, es absurdo, mejor no canto. Podría rezar, un Padre Nuestro o un Ave María


(murmura a velocidad el Padre Nuestro) Cerrar los ojos como si fuese a dormir...


como si fuese a dormir…


Tiempo. De golpe salta de la camilla, va hasta la puerta.


PACIENTE: ¡SOCORRO! ¡ABRAN!... ¡SOCORRO! ¡ABRAN! ¡ESTO ES UN


SECUESTRO! ¡ABRAN!...


APAGÓN