La farsa del
abogado Pathelin
Anónimo del siglo XV
Acto Primero
Escena I
El abogado
Pedro Patelín, solo.
PEDRO PATELÍN.
Está decidido: hoy mismo, aunque no tenga un solo ochavo, he de conseguir un
traje nuevo. Y pues dicen “antes ladrón que pobre”, ¿quién viéndome así vestido
me tomará por un abogado? Creo que me han confundido con alguno de los maestros
del pueblo. Hace ya quince días que dejando mi antigua residencia me instalé
aquí esperando que, con el cambio, mejorarían mis negocios; y, por el
contrario, van de mal en peor. En cuanto a mis vecinos… a la derecha tengo al
juez y a la izquierda un rico mercader en paños. Pero ni el primero me ha
proporcionado un solo pleito, ni el segundo un mal traje. ¡Ah, pobre Patelín!
Se te han agotado todos los recursos y nada más te quedan los de la
imaginación. ¿Qué hacer para complacer a mi mujer que se ha empeñado en casar
bien a la hija? ¿Quién va a decirle nada viéndome a mí, su padre, tan
andrajoso? ¿Para qué guardo mis trucos? Si yo pudiera aparentar ser un hombre
rico, aquellos que ahora se alejan de mi hija… ¡Si consiguiera que mi vecino me
fiara el paño para un buen traje! Aquí viene mi mujer, con Colasilla… Me parece
que hablan de mí. (Se oculta.)
Escena II
SEÑORA
PATELÍN. Óyeme, Colasilla, que no he querido hablarte en casa para que el
desastre de mi marido no nos oyera.
PEDRO
PATELÍN. (Escondido.) Ya se dispara.
SEÑORA
PATELÍN. Quiero que me digas cómo es que mi hija viste de una manera tan
decorosa y arreglada.
COLASILLA.
Es que el señor le da algún…
SEÑORA
PATELÍN. ¡Mi marido no tiene donde caerse muerto!
PEDRO
PATELÍN. (Escondido.) ¡Tiene razón!
SEÑORA PATELÍN.
Colasilla, estoy decidida a despedirte si no me cuentas la verdad. Y no podrás
casarte con tu novio Borreguillo.
COLASILLA.
No se precipite, señora, que todo. Se lo he de contar. Valero, que es el hijo
único del pañero, nuestro vecino, se ha enamorado de la señorita Enriqueta y le
hace algunos regalillos.
PEDRO
PATELIN. (Escondido.) ¿Se me habrá adelantado mi hija en el propósito de
aligerar la tienda de mi vecino?
SEÑORA
PATELÍN. Pero dime, ¿de dónde saca Valero, el oro para hacer regalos? Su padre
es un viejo roñoso, incapaz de darle ni un céntimo.
COLASILLA.
¡Ah, señora! Cuando los padres no dan, los hijos lo toman; ésta es la
costumbre. Y Valero sigue la costumbre, como todos.
SEÑORA
PATELÍN. Y ¿Por qué su padre no pide la mano de mi hija?
COLASILLA.
Ya lo hubiera hecho si no fuera por temor a su padre a causa de…
SEÑORA
PATELÍN. ¿De qué?
COLASILLA.
Con perdón de la señora…, como el amo va siempre tan mal vestido, la gente
imagina que está arruinado.
PEDRO
PATELÍN. (Aparte.) Ya pondré yo remedio a todo esto.
SEÑORA
PATELÍN. Alguien viene, retírate. (Colasilla se va.)
Escena III
Pedro
Patelín sale de su escondite.
SEÑORA
PATELÍN. ¡Ah! ¿Eres tú?
PEDRO
PATELÍN. Sí.
SEÑORA
PATELÍN. ¡Cómo vas vestido!
PEDRO
PATELÍN. Es que soy muy sencillo…
SEÑORA
PATELÍN. Lo que ocurre es que no tienes cuarto. Acabo de saber que tu pobreza
ahuyenta todos los pretendientes de nuestra hija.
PEDRO
PATELÍN. Tienes razón. La gente juzga siempre por las apariencias. Y claro, he
de reconocer que mi forma de vestir perjudica a Enriqueta. He decidido vestir
como me corresponde.
SEÑORA
PATELÍN. Pronto lo has dicho. ¿Con qué dinero?
PEDRO
PATELÍN. No te preocupes por eso, mujer.
SEÑORA
PATELÍN. ¿Puede saberse dónde vas?
PEDRO
PATELÍN. Sí, puede saberse. A comprar.. corte de traje.
SEÑORA
PATELÍN. ¿Sin dinero?
PEDRO
PATELÍN. Sì, ¿Qué color te gusta más, gris… o pardo?
SEÑORA
PATELÍN. Mientras te lo fíen que sea del… que quieras. Quiero hablar a
Enriqueta porque me he enterado de cosas que no me gustan.
PEDRO
PATELÍN. Si preguntan por mí, diles que… aquí cerca; en la tienda de paños de
nuestro vecino… señora Patelín se va.)
Escena IV
PEDRO
PATELÍN. (Solo.) Me parece que será mucho… prestarme in habitu, porque la toga ocultará harapos. Y, además, dará más
peso de persuasión… palabras. Ahí está el hijo del señor Guillermo. Y él… Voy a
vestirme. ¡Que Dios me ayude!
Escena V
SEÑOR
GUILLERMO. (Con una pieza de tela en sus
manos) Empieza a oscurecer dentro de la tienda, lo mejor… colocar esta tela
a la vista del público. ¡Valero!,... buscando un pastor para cuidar los
carneros del… saco la lana para mis paños.
VALERO. ¿No
está contento con Borreguillo, pad…
SEÑOR
GUILLERMO. No, que me roba; y hasta creo que tú lo sabes.
VALERO. ¿Yo?
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, tú. Me he enterado que cortejas a una muchacha de por estos
barrios y que le haces regalos. Y también sé que Borreguillo se ha prometido a
una tal Colasilla, criada de tu misma novia. Y, en resumen, no me fío de ti.
VALERO.
(Aparte) ¿Quién no habrá descubierto? Aseguro a usted que Borreguillo nos sirve
con mucha fidelidad.
SEÑOR
GUILLERMO. A ti, puede. Pero lo que es a mí, desde luego que no. Hace un mes
que ha entrado a mi servicio y me faltan ya ciento veinte carneros y no creo
que se hayan muerto, precisamente, como él dice, atacados de morriña.
VALERO. Las
enfermedades causan grandes males.
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, si hay médicos; pero no los hay entre los carneros. Ese
Borreguillo que se finge tonto es conde bajo su piel a un pícaro de siete
suelas. Además, le he visto una noche matando un carnero. Le he dado una buena
paliza y le he citado ante el juez. Pero antes de llevar este asunto más lejos
quiero saber si tú…
VALERO.
¡Padre! Respeto mucho a sus carneros.
SEÑOR
GUILLERMO. Tanto mejor. Así le haré perseguir por la justicia. Antes, quiero
examinar el asunto atentamente; dame mi libro de cuentas. Acerca esa silla y
déjame. Y si viene el alguacil que he llamado, avísame. Estaré aún un rato en
la tienda, por si llega algún cliente.
VALERO.
(Aparte) He de avisar a Borreguillo para que haga las paces con mi padre.
(Valero se va.)
Escena VI
Entra Pedro
Patelín.
PEDRO
PATELIN. Al fin está solo; me acerco. Esa pieza me conviene. Buenas tardes,
caballero.
GUILLERMO.
¿Es usted el alguacil? Espere,
PEDRO
PATELIN. No, señor. Yo soy…
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Un magistrado? ¿El procurador? ¿Qué desea, señor?
PEDRO
PATELÍN. Caballero, soy abogado.
SEÑOR
GUILLERMO. No necesito de ninguno. Gracias…
PEDRO
PATELÍN. Mi nombre no debe serle desconocido…caballero. Soy el abogado Patelín.
SEÑOR
GUILLLERMO. No le conozco, caballero.
PEDRO
PATELÍN. Todo llegará… Entre los papeles… difunto padre he encontrado una deuda
que no h… cancelada…
SEÑOR
GUILLERMO. No es cosa mía Yo a nadie… nada.
PEDRO
PATELÍN. No caballero; se trata de todo… contrario. Mi difunto padre debía al
suyo trescientos… y yo, que soy hombre de honor, vengo a pagáros…
SEÑOR
GUILLERMO. ¿A pagarme ha dicho? Espere… Caballero, creo recordar… Claro está,
como…antiguo a su familia. Usted vivía en un pueblo… cerca, nos conocimos hace
tiempo. Perdóneme:… aquí, siéntese, se lo ruego.
PEDRO
PATELÍN. ¡Caballero!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Caballero!
PEDRO
PATELÍN. (Se sienta) Si todos lo que a… deben me pagaran tan puntualmente como
yo, sería más rico. Pero yo no sé quedarme con lo ajeno.
SEÑOR
GUILLERMO. Sin embargo esto es lo que … mucha gente.
PEDRO
PATELÍN. Pero yo considero que la prim…gación de un hombre honrado es pagar las
deudas… ello quiero que me diga cuándo estará en disposición… de cobrar los
trescientos escudos.
SEÑOR
GUILLERMO. Ahora mismo.
PEDRO
PATELÍN. En casa tengo el dinero a su disposición; pero hay que dar tiempo de
formalizar la… pago ante el notario. Son gastos de una heren… corresponde a mi
hija Enriqueta y quiero preceder… tamente.
SEÑOR
GUILLERMO. Me parece muy bien, Así,… mañana por la mañana, a las cinco.
PEDRO
PATELÍN. De acuerdo, a las cinco. Temo… sido oportuno y haberle molestado en
este momento…
SEÑOR
GUILLERMO, ¡En modo alguno! No sé… el tiempo, no se vende nada.
PEDRO
PATELÍN. ¡Pero si usted solo vende más… los pañeros juntos!
SEÑOR
GUILLERMO, Porque trabajo mucho.
PEDRO
PATELÍN. El trabajo, la competencia… Veo aquí un paño de gran calidad.
SEÑOR
GUILLERMO. Excelente.
PEDRO
PATELÍN. Es usted un gran conocedor de su trabajo…
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Por Dios, caballero!
PEDRO
PATELÍN. ¡Qué maravillosa seguridad!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Oh! ¡Oh, caballero!
SEÑOR
PATELÍN. Y sus maneras nobles y francas encantan al público.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Me confunde usted!
SEÑOR
PATELÍN. No puedo apartar la vista de este paño. Me gusta su color.
SEÑOR
GUILLERMO. Lo creo. Es castaño.
PEDRO
PATELÍN. ¿Castaño? ¡Qué bello! Apostaría a que este color lo ha inventado
usted, señor Guillermo.
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, sí. Con mi tintorero.
PEDRO
PATELÍN. Es lo que digo: hay más talento en su cabeza que en todas las demás
juntas.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Oh, no!...
PEDRO
PATELÍN. Y la lana parece de buena clase.
SEÑOR GUILLERMO.
Lana inglesa pura.
PEDRO
PATELÍN. ¡Debí imaginarlo! Y a propósito de Inglaterra; me parece recordar que
hemos estudiado juntos…
SEÑOR
GUILLERMO. ¿En la escuela del señor Nicodemo?
PEDRO
PATELÍN. ¡Exacto! Qué memoria privilegiada la suya! Era usted un hermoso
angelote…
SEÑOR
GUILLERMO. Eso decía mi madre…
PEDRO
PATELÍIN. Y ¡qué facilidad en aprender!
SEÑOR
GUILLERMO. A los dieciocho años escribía y leía.
PEDRO
PATELÍN. ¡Lástima que no se dedicara a las grandes empresas! ¿Se da usted
cuenta que hubiera sabido gobernar un reino?
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Por qué no? Como cualquier otro.
PEDRO
PATELÍN. Vea qué casualidad: tengo metida en la cabeza la idea de un paño como
éste, y mi mujer quiere que me haga un traje… Seguramente mañana, a las cinco,
cuando le traiga los trescientos escudos, me quedaré con un corte.
SEÑOR
GUILLERMO. Se lo guardaré.
PEDRO
PATELÍN. (Aparte.) ¡Guardarlo!... No me conviene…Para liquidar cierta operación
espero tener.. doscientas libras; pero imagino que usted se llevará parte de
ellas.
SEÑOR
GUILLEMO. Liquide su operación que no… quedar sin el paño, señor abogado.
PEDRO
PATELÍN. No lo dudo; pero no me gusta compara al fiado…Da gusto verle tan sano,
tan robusto… usted vida para años.
SEÑOR
GUILLERMO. Gracias a Dios me encuentro… bien.
PEDRO
PATELÍN. Dígame cuánto necesitaré de este… y mañana le traeré el dinero con los
trescientos es… de la deuda.
SEÑOR
GUILLEMO. Necesitará…¿Desea un traje… completo?
PEDRO
PATELÍN. Completísismo; casaca, pantalón… chaleco; todo doble. Y muy amplio, y
muy largo…
SEÑOR
GUILLERMO. En ese caso… necesitará usted… varas ¿Se las corto?
SEÑOR
PATELÍN. De ningún modo, caballero. C.. dinero en mano. Es mi sistema.
SEÑOR
GUILLERMO. Es el mejor. (Aparte) Este hombre…es la honradez hecha persona.
PEDRO
PATELÍN. ¿Se acuerda señor Guillermo del … cenamos juntos en el Escudo de Francia?
SEÑOR
GUILLEMOR. ¿El día de la fiesta mayor?
SEÑOR
PATELÍN. Ese precisamente. Después de ce…tuvimos hablando un buen rato, sobre
temas de actualidad… ¡Que cosas le oí decir a usted?
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Se acuerda de ellas?
PEDRO
PATELÍN. ¿Qué si me acuerdo? ¡Pero si… todo lo que luego anuncio Nostradamus!
SEÑOR
GUILLERMO. Quizá, quizá… A veces veo ve.. cosas…
PEDRO PATELIN.
Y dígame, ¿a cuánto me cobrara… el paño?
SEÑOR
GUILLERMO. A cualquier otro se lo cobraría.. .seis escudos; pero para usted lo
dejaremos en cinco.
PEDRO
PATELÍN. (Aparte) ¡Qué judío! Es en extremo… delicado…Veamos, seis varas a
cinco escudos son…
SEÑOR
GUILLERMO. Treinta escudos, exactamente.
PEDRO
PATELIN. Eso es, treinta escudos. Cuenta… ¡Vaya! Para reanudar nuestra amistad
quiero que venga mañana a mi casa. Comeremos una oca que mi ha regalado un
cliente.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Una oca? Pues me gusta mucho…
SEÑOR
PATELÍN. Mejor. Mi mujer las guisa que los ángeles cantan al olerlas. Tenga
usted mi mano y venga mañana a comer a mi casa. Por cierto que estoy impaciente
porque me vean vestido con el traje nuevo. Si me lo quedo mañana, ¿lo tendré
listo para la cena?
SEÑOR
GUILLERMO. Debe dar tiempo al sastre, o se le estropeará.
PEDRO
PATELÍN. Sería una verdadera lástima.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Por qué no hace lo que le digo? Ha dicho que tenía el dinero a
punto.
PEDRO
PATELÍN. Desde luego. No se me había ocurrido…
SEÑOR
GUILLERMO. Yo se lo mandaré a su casa por uno de mis aprendices. Aquí hay un
corte como el que usted necesita.
PEDRO
PATELÍN. ¡No creerá que lo voy a consentir! ¿Cree usted que no me fío? Nada,
hombre, nada.
SEÑOR
GUILLERMO. Permítame; se lo mando por el aprendiz y a él le entrega…
PEDRO
PATELÍN. ¿Un aprendiz? No, no entretenga a sus empleados. De aquí a mi casa
sólo hay dos pasos… Y tiene usted razón: así el sastre tendrá más tiempo.
SEÑOR
GUILLERMO. Pero, hombre, deje que le acompañe un aprendiz a quien entregar el
dinero…
PEDRO
PATELÍN. ¡Le repito que no! No soy presumido. Lo llevo oculto, así, en la toga,
y parecerá el legajo de un gran proceso.
SEÑOR
GUILLERMO. Pero… señor Patelín, yo quisiera que le ayudara un aprendiz y de
este modo…
PEDRO PATELÍN.
Sin cumplidos, amigo mío, ¡sin cumplidos! A las cinco en punto trescientos
treinta escudos y la oca… Dios mío, ¡se está haciendo tarde! ¡Adiós, vecino!
Hasta siempre… A sus órdenes.
SEÑOR
GUILLERMO. Lo mismo digo, caballero…
El señor
Patelín se va.
Escena VII
SEÑOR
GUILLERMO. (Solo.) ¡Demonio!, se ha llevado… paño. Menos mal que las cinco de
la mañana no estás… lejos. Comeré en su casa y, claro está, me pagará: Es… uno
de los hombres más honrados que he visto en mi vida; y uno de los abogados de
mayor espíritu, tam…Casi, me remuerde la conciencia de haberle vendido el paño
tan caro a un hombre que viene a pagarme trecientos escudos... con los que no
contaba, de una deuda …nocida, ¡Pero sean bien venidos! Ya anoche y esto… mejor
de la jornada. ¡Guardad los paños dentro! Viene el bribón de Borreguillo, que
me roba el ganando.
Escena VIII
Entra
Borreguillo
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Ah!, ¿eres tú, ladrón? ¿De qué… sirve trabajar noche y día si un
sinvergüenza como … lleva el provecho?
BORREGUILLO.
Buenas tardes, buenas noches, mi a…
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Cómo te atreves a presentarte… mis ojos?
BORREGUILLO.
Yo no quisiera enojarle, señor; pero… han entregado un papelote que habla de
carneros, d.. y de citación.
SEÑOR
GUILLERMO. Hazte el tonto, sí; pero pagarán caros los carneros que me has
robado.
BORREGUILLO.
¡Habladurías!...
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Habladurías perillán? ¿No.. hace unas noches matando un borrego?
BORREGUILLO.
Pero juro por mi alma que lo hice…evitar que se muriera.
SEÑOR
GUILLARME. ¡Matarle para que no se muriera…
BORREGUILLO.
Sí, de la morriña…Porque si se… de un mal de ésos hay que tirarlos al muladar;
y es preferible que se les mate.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Qué se mueren, dices? ¡Unos carneros cuya lana se vende a cinco
escudos la vara! ¡Vete de aquí, pillo! ¡Ciento veinte carneros en un mes!
BORREGUILLO.
Lo he hecho para que no contagien a los demás.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Ya aclararemos eso mañana, ante el juez!
BORREGUILLO.
Amo bueno, ¿no le basta con haberme apaleado como se ve? Hagamos las paces, si
quiere…
SEÑOR
GUILLERMO. Lo único que quiero es verte ahoracado.
BORREGUILLO.
¡No lo quiera Dios!
El señor
Guillermo se retira.
Escena IX
BORREGUILLO.
(Solo) No me queda otra solución que buscar un abogado que me defienda de este
atropello.
Escena X
Entran
Enriqueta, Colasilla y Valero.
ENRIQUETA.
Déjeme, Valero. Mis padres me siguen… Vamos a cenar a casa de una tía y me han
dicho que me adelantara. ¡Váyase!
BORREGUILLO.
(A Valero.) ¿Quiere usted que apague la luz?
VALERO. ¡No,
que me, quitarías el placer de verla. Hermosa Enriqueta; permítame, se lo
ruego…
ENRIQUETA.
No, Valero. Estoy temblando…
VALERO.
¿Teme a quien le ama?
ENRIQUETA.
Es usted la persona a quien más temo, y sabe muy bien por qué causa. No te
vayas, Colasilla.
Borreguillo
tira del brazo de Colasilla.
COLASILLA Es
este tullido que me tira de la manga…
ENRIQUETA.
Si me ama, Valero… no piense en mí hasta que consiga el permiso de su padre.
COLASILA. A
eso nos dedicaremos Borreguillo y yo misma.
BORREGUILLO.
Tengo un plan que, si Dios me saca…bien del proceso, nos sacará a todos de
apuros.
VALERO.
Ocurra lo que ocurra, yo respondo de todo …
ENRIQUETA.
Mi padre viene: vámonos. (Desaparecen…cuatro.)
Escena XI
Entran señor
y señora Patelín.
PEDRO
PATELIN. Y bien, esposa mía, ¿te gustó el pa..
SEÑORA
PATELÍN. Sí; pero, ¿cómo saldrás del lío?... prometido pagar mañana por la
mañana…El señor…Guillermo es tan egoísta que es capaz de armar un escándalo…
PEDRO
PATELÍN. Tú, no te olvides de cumplir las… trucciones que te he dado para
cuando vengan.
SEÑORA PATELÍN.
Te ayudaré a mi pesar. Porque lo que te propones…debería avergonzarte. No es
ese el proc…. De un hombre honrado.
PEDRO
PATELÍN. La honradez es fácil con dinero… difícil es ser pobre y honrado.
Dejemos estas historias…Cenemos ahora y luego, en previsión, hagamos
corta…traje.
SEÑORA
PATELIN. Vamos, sí. No sé por qué me ima… que mañana por la mañana habrá en
casa un gran ja….
FIN DEL ACTO
PRIMERO
Acto Segundo
Escena I
SEÑOR
GUILLERMO. (Solo.) Todo hombre honrado debe recordar por la mañana sus deberes
de todo el día… primero, a las cinco de la mañana, cobrar al señor Patelín
trescientos escudos por una deuda contraída por su difunto padre. Y treinta
escudos por unas varas de paño que se llevó ayer de mi tienda. Más tarde comer
en su casa una oca, aderezada por su propia mujer. Después acudir a la causa
que tengo entablada contra Borreguillo por los carneros robados. Esto es todo…
Caramba, hace ya un buen rato que han sonado las cinco y el buen vecino no
aparece. Y ¿si fuera yo mismo hasta su casa? No, un hombre tan honrado no ha de
faltar a su palabra. Y, sin embargo, él tiene mi paño y nada sé de él. ¿Qué
hacer? Ya sé. Simularé una visita de cumplido y tantearé el terreno. (Se acerca
a la puerta de Patelín y escucha.) Me parece que están contando mi dinero…
¡Hum! Deben estar asando la oca. Llamaré.
PEDRO
PATELÍN. (En su casa.) Llaman, mujer.
SEÑOR
GUILLERMO. Es él.
PEDRO
PATELÍN. (En su casa.) Abre, debe ser el boticario…
SEÑOR
GUILLERMO. ¡El boticario!
PEDRO
PATELÍN. Que me trae el vomitivo, el vomitivo…
SEÑOR
GUILLERMO. (Aparte.) ¡El vomitivo! ¿Habrá alguien enfermo? Quizá no he conocido
su voz a través de la puerta…Llamaré más fuerte. (Vuelve a llamar.)
PEDRO
PATELÍN. (En su casa.) ¡Avutarda! ¡Mala pécora! Abre de una vez…
Escena II
SEÑORA
PATELÍN. (En la puerta de su casa.) ¡Ah, es el señor Guillermo!
SEÑOR
GUILLERMO. Yo soy, sí. ¿Es usted la señora Patelín?
SEÑORA
PATELÍN. Para servirle. Perdone; pero no me atrevo a hablar alto.
SEÑOR
GUILLERMO. Hable como le dé la gana. Vengo a ver al señor Patelin.
SEÑORA
PATELÍN. Hable más bajo, caballero; se lo suplico.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Más bajo? ¿Por qué? Le repito que vengo a ver al señor Patelín.
SEÑORA PATELÍN.
Más bajito, más bajito, aún; se lo ruego.
SEÑOR
GUILLERMO. Todo lo bajito que quiera; pero he de verle.
SEÑORA
PATELIN. ¡Ay! ¡Para recibir visitas está… el pobre!
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Le ha ocurrido algo, desde anoche…?
SEÑORA
PATELIN. ¿Desde ayer? ¡Ocho días hace que no se levante de la cama!
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Ocho días?; pero si ayer me… a ver.
SEÑORA
PATELIN. ¿El?
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, él. ¡Estuvo en mi casa, rebosan… de salud!
SEÑORA
PATELIN. ¡Usted lo ha soñado!
SEÑOR
GUILLERMO. No está mal, ¡soñado! Y las seis varas de paño, ¿las he soñado
también?
SEÑORA
PATELIN. ¿Seis varas de paño?
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, seis varas de paño color castaño y una oca que hemos de comer
este mediodía. ¿Lo he soñado también?
SEÑORA PATELIN.
¡No es ésta ocasión de bromear, seis...
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Bromear? No estoy para bromas… créame usted. Le digo muy de veras
que se llevó seis varas bajo la toga.
SEÑORA
PATELÍN. ¡Ojalá fuera cierto!... Quisiera que estuviera en estado para hacer
esas cosas. ¡Ah, señor don Guillermo!... Mi marido cayó ayer en un arrebato…
degeneró en delirio y aún no ha salido de él.
SEÑOR
GUILLERMO. Esto es exesivo. ¡Señora, usted es la que delira! Yo he de hablar
con él como sea.
SEÑORA
PATELIN. Es imposible en el estado en que se encuentra. Le hemos sentado en un
sillón, junta a la puerta, mientras le arreglamos la cama… y ¡si viera que
lastima inspira!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Lástima! ¡Lástima! Cualquiera que sea su estado he de verle.
SEÑORA
PATELIN. ¡No, cuidado! ¡No abra esa puerta! Va a matar a mi marido… ¡Le dan de
repente unas ganas locas de echar a correr! ¿Ve?, le ha dado el ataque.
El señor
Patelin se deja ver. Lleva la cabeza envuelta en trapos.
Escena III
SEÑORA
PATELIN. Ya se lo he advertido. ¡Ayúdeme a sujetarlo!... ( A Patelin.) Querido,
descansa un poco aquí… (Le acerca un sillón para que se siente.)
PEDRO
PATELIN. ¡Ay, ay! ¡Mi cabeza!
SEÑOR
GUILLERMO. El estado en que se encuentra este hombre inspira auténtica
lástima…Pero yo juraría que es el mismo de ayer. Me acercaré un poco más… Señor
Patelin, ¿cómo se encuentra?
PEDRO
PATELIN. Buenos días, señor Anodino.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Señor Anodino!
SEÑORA
PATELIN. Cree que es el boticario. Váyase, váyase.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Nada de eso! Caballero, se acuerda que ayer anoche…
PEDRO
PATELIN. Claro, claro que le recuerdo. Le he guardado…
SEÑOR
GUILLERMO. Se acuerda. Menos mal…
PEDRO
PATELIN. Le he guardado un vaso lleno de orines.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Y a mí qué me cuenta!
PEDRO
PATELIN. (A su señora.) Deja que el señor Anodino los examine. Así verá si
tengo algo en los riñones…
SEÑOR
GUILLERMO. ¡A eso se le llama pagar en buena moneda!
SEÑORA
PATELIN. ¡Basta ya! Caballero, salga de aquí inmediatamente.
SEÑOR
GUILLEMO. Ni por pienso. Me paga, ¿sí o no?
PEDRO
PATELIN. Y no vuelva a darme esas píldoras; me hacen devolver hasta el alma.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡El paño tendrías que devolver!
PEDRO
PATELIN. (A la señora.) ¡Esposa mía, ahuyenta esas mariposas negras que vuelan
a mi alrededor! ¡Ahuyéntalas! ¡Ahuyéntalas!...Cómo suben…
SEÑOR
GUILLERMO. Yo no veo ninguna.
SEÑORA
PATELIN. ¿No comprende que está delirando? Váyase.
SEÑOR
GUILLERMO. A otro con ese hueso. Primero ha de pagarme.
PEDRO
PATELIN. Los médicos me han matado con sus drogas…
SEÑOR
GUILLERMO. Ahora está entrando en razón…Es la ocasión de hablarle. Señor
Patelin…
PEDRO
PATELIN. Señores: yo defiendo la causa de Homero.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿De Homero?
PEDRO
PATELIN. Contra la ninfa Calipso.
SEÑOR
GUILLERMO. Jamás he oído hablar de ella.
SEÑORA
PATELIN. Le repito que está delirando. Váyase, se lo ruego.
SEÑOR
GUILLERMO. Eso se lo dice usted a otro, señora
PEDRO
PATELIN. Los sacerdotes de Júpiter… Los Cori…bantes…La ha robado, se la lleva…
¡Sus, y al gato! ¡Sus y al gato!... ¡Mi crema! ¡Adiós!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Y, cuando haya acabado de delirar, me pagará por lo menos mis
treinta escudos!
PEDRO
PATELIN. Ya no resuenan las grutas con el canto dulce de tu voz.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Me habré confundido, en verdad?
SEÑORA
PATELIN. Por Dios, señor. Deje tranquilo de una vez a este hombre.
SEÑOR
GUILLERMO. Esperemos un momento. A lo mejor tiene un ratito de lucidez. Mira,
parece que quisiera decir algo…
PEDRO
PATELIN. ¡Ah! ¿Es usted, señor Guillermo?
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Me ha reconocido! ¿Qué tal, señor Patelin?
PEDRO PATELIN.
Le suplico que me perdone…
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Ve, señora? Parece que se acuerda de mí.
PEDRO
PATELIN. Hace más de quince días que vivo en este pueblo y aún no he ido a
saludarlo…
SEÑOR
GUILLERMO. Se equivoca, ayer mismo…
PEDRO
PATELIN. Cierto, sí, que ayer le envié un procurador amigo mío a que le
presentara mis respetos…
SEÑOR
GUILLERMO. (Aparte.) ¿Será ése el del paño? ¡Pues si es su procurador no le
veré más en mi vida! (A Patelin.) ¡Eso es un cuento chino! Usted es quien se ha
llevado mi paño…
SEÑORA
PATELIN. ¡Ah!, Caballero. No le hable de negocios; lo va a matar.
SEÑOR
GUILLERMO. Mi enhorabuena. Según tengo entendido su difunto padre le debía al
mío trescientos escudos, y no pienso marcharme de aquí sin antes…
PEDRO PATELIN.
(Se incorpora.) El tribunal observará sin duda que la pírrica era una danza;
taralal, laral, la, la… (Abraza al señor Guillermo y le obliga a bailar con
él.) Bailemos todos. ¡Bailemos!... <<Mi comadre cuando baile>>.
SEÑOR
GUILLERMO. No puedo más; pero no pienso renunciar a mi dinero.
PEDRO
PATELIN. (Aparte) ¡Ya haré yo que levantes el campo! (A la señora Patelin.)
Mujer mía, ¿no oyes cómo los ladrones abren la puerta? ¿Oyes?... Escucha…
¡Socorro! ¡Socorro! Escuchemos, sí. ¡Ya llegan, ya están aquí! Ya los veo…
¡Malvados! ¡Voy
a echarles a
todos!.. ¡Mi bastón!... (Vuelve blandiendo el bastón.) ¡Ah, ladrón!... ¡Ah,
ladrón!...
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Qué cargada está la atmósfera!¡Voto a bríos!... Todos me roban;
quién mis paños, quién mis carneros… Pero mientras hago entrar en razón al
abogado, he de hacer ahorcar al pastor. ¡Vamos! (Se va.)
Escena IV
SEÑOR
PATELIN. Bueno. ¡Por fin se ha marchado! Yo me voy, pero tú debes quedarte un
rato aún, por si se le ocurre volver…
PEDRO
PATELIN. Como que ya está aquí… ¡Al ladrón! Es el señor Bartolo y me ha visto…
(La señora
Patelin se va.)
Escena V
(Entra el
juez Bartolo.)
BARTOLO.
¿Quién ha gritado << ¡Al ladrón!>>? ¿Qué demonios de jaleo es éste,
cerca de mi casa? ¿Qué significa tanto desorden? ¡Ah, es usted, mi querido
colega!
PEDRO
PATELIN. Sí, yo soy…
BARTOLO.
¡Con que atuendo!
PEDRO
PATELIN. Me había figurado que…
BARTOLO. ¡Un
abogado y con las armas en la mano!
PEDRO
PATELIN. Me pareció oír que…
BARTOLO.
<< Militant causaron estroni>>
PEDRO
PATELIN. Es que he tenido la impresión de que algunos ladrones forzaban mis
puertas…
BARTOLO.
Forzar una puerta: <<ceran judice>>.
PEDRO
PATELIN. Repito, señor, que imaginé que había ladrones.
BARTOLO.
Habrá que levantar un atestado.
PEDRO
PATELIN. Pero si no los había…
BARTOLO.
Citaremos testigos…
PEDRO
PATELIN. ¿Contra quién? ¿Puede saberse?
BARTOLO. ¡Y
hacerles ahorcar!
PEDRO
PATELIN. ¿Ahorcar a quiénes?
BARTOLO. ¡No
hay piedad para los ladrones!
PEDRO
PATELIN. Repito de n nuevo que no había tales ladrones. Fue un error mío.
BARTOLO.
¡Ah!, en ese caso, todo cambia. << Cedant armtoge…>>. Deje ese
bastón y dese prisa en vestirse como corresponde a un leguleyo. Hay que asistir
a la audiencia que empezará dentro de muy poco. (Bartolo se va.)
Escena VI
PEDRO
PATELIN. (Solo.) Eso es precisamente lo que me propongo hacer. He de hacer la
defensa de un cierto pastor por encargo de Colasilla. Voy a cambiar de atuendo
vuelvo enseguida. (Entra en su casa.)
Escena VII
COLASILLA.
Lo que conviene es un buen abogado embrolloso y astuto que te saque de este
lío. Y en este lugar únicamente el señor Patelín reúne tales condiciones.
BORREGUILLO.
Ya le dimos fama cuando no hace mucho mi hermano y yo recurrimos a él, en un
apuro de los buenos. Pero me olvidé pagarle y ahora… no me atrevo a presentarme
ante él.
COLASILLA. A
lo mejor ni se acuerda ya. Sobre todo no digas que sirves al señor Guillermo;
seguramente no querría ir contra él.
BORREGUILLO.
Le hablaré de mi amo sin decir quién es. Así creerá que sigo a las órdenes del
antiguo.
COLASILLA.
Aquí le tienes. ¡Adiós! (Colasilla se aleja.)
Escena VIII
El señor
Patelin viene con el otro traje.
PEDRO
PATELIN. Ya conozco a ese bergante… Si no me equivoco ¿tú eres el novio de
Colasilla?
BORREGUILLO.
El mismo. Sí, señor.
PEDRO
PATELIN. Pues si la memoria no me falla erais dos hermanos a los que libré de
las galeras. Y uno de ellos no me pagó.
BORREGUILLO.
Era mi hermano.
PEDRO
PATELIN. Al salir de la cárcel enfermasteis; y uno de los dos murió.
BORREGUILLO.
No fui yo.
PEDRO
PATELIN. Ya veo, ya.
BORREGUILLO.
Y eso que estuve más grave que mi hermano. Lo que yo quiero ahora es pedirle
que me defienda contra mi amo.
PEDRO
PATELIN. ¿Tu amo es el propietario de aquí cerca?
BORREGUILLO.
No, no. Vive lejos. Y yo le pagaré.
PEDRO
PATELIN. Eso es lo que quiero. Venga ya, cuéntame tu asuntó sin ocultar nada.
BORREGUILLO.
Sepa que mi amo me paga un mal jornal y que, para desquitarme, sin perjudicarle
en nada, hago algún pequeño negocio de carnicería.
PEDRO
PATELIN. Y ¿qué negocio es ése?
BORREGUILLO.
Evito que los carneros se mueran de morriña.
PEDRO
PATELIN. No veo en ello ningún mal. ¿Cómo impides?
BORREGUILLO.
Pues… con su venia, señor… cuando parece que tienen ganas de morirse, los mato.
PEDRO
PATELIN. Buen remedio. Y ¿no los matarás además para que tu amo crea que han
muerto de enfermedad… haya que echarlos al muladar, y luego los vendes y te
g..das el dinero?
BORREGUILLO.
Eso dice mi amo, porque una noche… éstas me vio…agarrar a uno…¿he de decirlo
todo?
PEDRO
PATELIN. Sí, si quieres que te defienda yo.
BORREGUILLO.
Pues me vio que agarraba un carnero grande, gordo y muy sano. Sin darme cuenta
de lo que hacía, casi por distracción, le puse mi cuchillo muy cerca del
cuello, tanto que no sé cómo de verdad, pero el carnero se murió de repente.
PEDRO
PATELIN. Comprendido ¿Te vio alguien?
BORREGUILLO.
Mi amo que estaba escondido en… matorral. Y ahora dice que he hecho lo mismo
con los… veinte carneros que le faltan. Me pegó tan fuerte que ahora tendré que
hacerme trepanar. Como usted es abogado lo que yo deseo es que exponga los
hechos de tal modo que parezca que soy inocente y mi amo culpable.
PEDRO
PATELIN. El asunto está claro. Hay dos caminos a seguir. El primero te costará
muy poco o nada.
BORREGUILLO.
Entonces, sigamos ese camino.
PEDRO PATELIN.
De acuerdo, ¿Todos tus bienes est..dinero?
BORREGUILLO.
Sí, por cierto.
PEDRO
PATELIN. Escóndelo bien.
BORREGUILLO.
Así se hará.
PEDRO
PATELIN. Y tu amo se verá en obligación de pagar todos los gastos.
BORREGUILLO.
Tanto mejor.
PEDRO
PATELIN. Y no te costará ni una miaja.
BORREGUILLO.
Eso es lo que me conviene.
PEDRO
PATELIN. Únicamente, podrá a lo sumo,…ahorcar.
BORREGUILLO.
Sigamos el otro camino.
PEDRO
PATELIN. Atiéndame bien; te obligarás a comparecer ante el juez.
BORREGUILLO.
¡Bueno!
PEDRO PATELIN.
Y te acordarás bien de lo que voy a decirte.
BORREGUILLO.
Mi memoria es excelente.
PEDRO
PATELIN. A todas cuantas preguntas te hagan tu juez, tu amo y yo mismo no
contestarás sino lo que diariamente oyes a los carneros. ¿Sabrás hablar su
lengua y harte el borrego?
BORREGUILLO.
No me parece muy difícil.
PEDRO
PATELIN. Los golpes que te han sacudido en la cabeza me sugieren esta idea que
te salvará; pero has de pagarme bien.
BORREGUILLO.
¡Lo juro por mi alma!
PEDRO
PATELIN. El juez Bartolo va a comenzar el juicio inmediatamente; no te olvides
de pasar por aquí, otra vez. Te espero; y no olvides traer el dinero.
BORREGUILLO.
¡Qué difícil está la vida para la gente honrada! (Sale por un lado.)
Fin del acto
segundo
Acto tercero
Escena I
BARTOLO. (A
Patelin) Vamos a comenzar ya. Que se presenten las partes.
PEDRO
PATELIN. (A Borreguillo por lo bajo.) Cuando te pregunten tu no respondas más
que lo dicho.
BARTOLO.
¿Quién es este individuo?
PEDRO
PATELIN. Un pastor a quien su amo ha apaleado, y que por ello tendrá que
hacerse trepanar.
BARTOLO.
Debemos esperar a la parte contraria, a su procurador o abogado… pero ¿qué
viene a hacer aquí el señor Guillermo?
Escena II
Entra el
señor Guillermo.
SEÑOR
GUILLERMO. (A Bartolo.) Vengo a defender yo mismo mi causa.
PEDRO
PATELIN. (A Borreguillo.) ¡Ah, pérfido! ¡Es contra el señor Guillermo!
PEDRO
PATELIN. Procuraré escurrir el bulo.
SEÑOR
GUILLERMO. (Por Patelin.) ¡Hola! ¿Quién es es…
PEDRO
PATELIN. Señor juez, yo solamente me entiendo con abogados.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Pues yo no los necesito! (Aparte) Me recuerda…
PEDRO
PATELIN. Yo me retiro.
BARTOLO.
Permanezca en su sitio y defienda a su cliente.
PEDRO
PATELIN. Señor, yo…
BARTOLO. Que
permanezca he dicho. Por lo menos… ro que un abogado esté presente en este
juicio. Si se… cha borraremos su nombre de la matrícula.
PEDRO
PATELIN. (Se tapa el rostro con un pañuelo.)… de esconderse lo más que sea
posible.
BARTOLO.
Señor Guillermo, usted es el que hace la denuncia: hable.
SEÑOR GUILLERMO.
Sepa, señor juez, que este pillo aquí ve…
BARTOLO.
¡Sin injuriar!
SEÑOR
GUILLERMO. Bien. Este ladrón…
BARTOLO. No,
no. Debe llamarle por su nombre o su oficio.
SEÑOR
GUILLERMO. El caso es que este pastor malvado ha robado ciento veinte carneros.
PEDRO
PATELIN. No tiene prueba alguna de ello.
BARTOLO.
¿Qué tiene usted, abogado?
PEDRO
PATELIN. Un horrible dolor de muelas.
BARTOLO. Lo
siento mucho. Sigamos.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Demonios! Este abogado se parece mucho al tipo de las seis varas de
paño.
BARTOLO.
¿Qué pruebas tiene del robo?
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Pruebas? Le vendí, digo, le entregué ayer seis varas… y ahora de
los seiscientos carneros sólo encuentro en mi redil cuatrocientos ochenta.
PEDRO
PATELIN. Niego el hecho.
SEÑOR
GUILLERMO Si no fuera porque acabo de ver al otro en pleno delirio juraría que
éste es mi hombre.
BARTOLO.
Deje en paz a su hombre y vengan las pruebas.
SEÑOR
GUILLERMO. Mi paño demostrará… ¡Oh!, quise decir mi libro de cuentas demostrará
dónde están mis seis varas… los ciento veinte carneros que me faltan.
PEDRO
PATELIN. La morriña acabó con ellos.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Parece el mismo!
BARTOLO.
Nadie lo niega. <<Non est questlo persona>> Acaba de afirmarse que
los carneros han muerto a causas de la morriña. ¿Qué dice a esto?
SEÑOR GUILLERMO.
Con su permiso le diré que es falso: él se los llevó y él los mató para
venderlos; y diré más, ayer mismo yo en persona le sorprendí… (Aparte.) Estoy
seguro, es él. (A Bartolo.) Sí, yo le vendí seis… seis… y le sorprendí matando
un carnero.
PEDRO PATELIN.
( A Bartolo.) Invención todo, señor, para justificar los porrazos que le ha
dado a este infeliz pastor, que al salir de aquí tendrá que ser trepanado…
SEÑOR
GUILLERMO. (A Bartolo.) ¡Por mi alma que es la pura verdad! Es él mismo, señor
juez. Ayer se llevó de mi casa seis varas de paño y en lugar de pagarme esta
mañana los treinta escudos del importe...
BARTOLO. ¿A
qué vienen ahora esas seis varas de paño y los treinta escudos? ¿No estamos
hablando de carneros robados?
SEÑOR
GUILLERMO. Cierto, señor juez, es otro asunto al que llegará su turno; que yo
me entiendo y no me engaño. Sepa que me había escondido en el corral… ¡Vaya si
es él!... me había escondido cuando vi llegar a ese bribón que se escurría
hacia un rincón. Agarró el carnero más grande y… a fuerza de buenas palabras
consiguió llegarse seis varas.
BARTOLO.
¿Seis varas? ¿De carnero?
SEÑOR
GUILLERMO. No, de paño. ¡Vaya con el hombre!
BARTOLO.
¿Seis varas de paño… y, ¡vaya con el hombre!? ¿Qué pasa con los carneros? ¿No
tratamos ya de carneros?
SEÑOR
GUILLEMRO. Sí, sí, sí. Ese pillastre sacó su cuchillo… quiero decir mi paño…
no, decía bien: su cuchillo. Y escondiéndolo entre los pliegues de su ropa lo
llevó hasta su casa. Y esta mañana, en vez de pagarme, me niega el paño y el
dinero.
PEDRO PATELIN.
(Rie.) ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!...
BARTOLO.
¡Todo eso con sus carneros! ¿Ha perdido usted la cabeza? ¿Qué le sucede, señor
Guillermo?
PEDRO
PATELIN. No sabe ni lo que dice.
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, que lo sé. Y muy bien. Me han robado hasta ciento veinte
carneros; y esta mañana, en lugar de darme los treinta escudos por las varas de
paño color castaño que sacó de mi tienda, ha intentado contentarme con
¡mariposas negras, la diosa Calixto, la canción su comadre y otros mil
rompecabezas que ya no recuerdo!
PEDRO
PATELIN. (Ríe.) ¡Está loco!
BARTOLO. Eso
creo… Mire, señor Guillermo, todos los tribunales del reino juntos no podrían
aclarar este embrollo. ¡Acusa usted a un pastor de robarlo ciento veinte
carneros y nos habla de varas de paño, de treinta escudos, de mariposas negras
y qué sé yo qué historias! Insisto en que nos hable de los carneros o daré
orden de que pongan en libertad al pastor. Aunque lo mejor será interrogarle.
Acércate. ¿Cómo te llamas?
BORREGUILLO.
Bee…
SEÑOR
GUILLERMO. Miente; se llama Borreguillo.
BARTOLO.
Borreguillo o Bee da lo mismo. Dime. ¿es verdad que este caballero te confío la
guarda de ciento veinte carneros?
BORREGUILLO.
Bee.
BARTOLO.
¡Hombre! ¿Tienes miedo a la justicia? Escucha y no te asustes: ¿te ha
descubierto una noche el señor Guillermo matando un carnero?
BORREGUILLO.
Bee…
BARTOLO.
¿Qué significa esto?
PEDRO
PATELIN. Los golpes que ha recibido en la cabeza le han perturbado la razón…
BARTOLO. Ha
sido una falta grave por su parte, señor Guillermo.
SEÑOR
GUILLERMO. Una falta grave, ¿yo? Uno me roba mi paño y otro mis carneros; el
primero me pago con cánticos y el otro con balidos, y ¡todavía resulta que el
culpable soy yo!
BARTOLO.
¡Sí, culpable! No hay que pegar jamás y mucho menos en la cabeza…
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Por vida de…! Era de noche y cuando pego no miro dónde.
PEDRO
PATELIN. Ha confesado. <<Habemus confiteníum rerum>>s
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Al diablo con tus confites! Me pagarás el paño o te…
BARTOLO
¿Todavía el paño? ¿Se mofa de la justica? Proceso sobreseído y sin gastos.
SEÑOR
GUILLERMO. Apelaré. Y con usted señor…, ¡volveremos a vernos las caras! (Se
va.)
Escena III
PEDRO
PATELIN. (A Borreguillo.) Agradece al señor juez…
BORREGUILLO.
Bee… Bee…
BARTOLO.
¡Basta! Ve, y que te trepanen, ¡desgraciado! (Se va.)
Escena IV
PEDRO
PATELIN. Mira cómo gracias a mí has salido sin daño en este asunto que podía
haberte mandado a la horca. Ahora cumple con tu palabra y págame bien.
BORREGUILLO.
Bee…
PEDRO PATELIN.
Has hecho muy bien tu papel. Ahora el dinero, ¿entiendes?
BORREGUILLO.
Bee.
PEDRO
PATELIN. ¡Basta ya!; basta ya de tanto balido, hombre! No se trata de eso sino
de dinero: estamos solos. ¿Vas a cumplir lo que has prometido?
BORREGUILLO.
Bee…
PEDRO
PATELIN. ¡Bribón! ¿Me habrá engañado este borrego? ¡Vive Dios! Págame o te…
(Borreguillo escapa.)
Escena V
Entra
Colasilla. Viste de to…
COLASILLA.
¡Déjele en paz, señor! Lo mejor será que se preocupe de un asunto más
importante.
PEDRO
PATELIN. ¿Cuál es?
COLASILLA.
Los golpes que ha recibido en la cabeza … han hecho caer en la cuenta de un
remedio infalible: c… a su hija de usted con el hijo del señor Guillermo, ¿n…
darían por bien pagados?
PEDRO
PATELIN. ¿Será posible?... Pero ¿de quién… luto?
COLASILLA.
Borreguillo ha dicho que iba a ser t..nado. Imagínese ahora que Borreguillo
muere en la… ración y que el señor Guillermo es culpable.
PEDRO
PATELIN. ¡Ah!... Ya te veo venir. No está mal… binado. Eres una joya.
COLASILLA.
Con que siga el enredo será suficiente… a pedir justicia al señor juez. (Se
va.)
Escena VI
PEDRO
PATELIN. Lo que acaba de pasar le hará… al juez Borreguillo ha muerto, y por
suerte tenemos… el señor Guillermo se ha acusado a sí mismo. Hay que… conocer
que este pastor es un pícaro de siete suelas… ha engañado a mí en dos
ocasiones; pero se lo perdón…consigo que mi hija haga una buena boda.
Escena VII
BARTOLO.
¿Qué dices muchacha? ¡Pobre pastor!... una muerte fulminante!
PEDRO
PATELIN. En todo lugar no se habla de otra cosa. Las desgracias acostumbran a
ocurrir en un momento.
COLASILLA.
(Finge lloros.) ¡Ay, ay, ay!
PEDRO
PATELIN. ¡Lástima de muchacha! Mal asunto éste para el señor Guillermo.
BARTOLO.
Colasilla, te haré justicia. No llores más.
COLASILLA.
Era mi novio. ¡Ay, ay , ay!
BARTOLO.
Tranquilízate, hija mía, que todavía no era tu marido.
COLASILLA.
De haberlo sido no lloraría tanto… ¡Ay, ay, ay!
BARTOLO.
Castigaremos al culpable: de dado ya la orden de detención y han de traerle
aquí. Voy a cumplir con la formalidad de ver al difunto. ¿Dices que está en
casa de vuestro tío el cirujano? Vuelvo al instante. (Se va.)
Escena VIII
PEDRO
PATELIN. Como no encuentre al muerto se descubre el pastel.
….
PEDRO
PATELIN. ¿Y si alguien ve a Borreguillo?
COLASILLA.
Está escondido en el granero de unos vecinos, bajo un montón de alfalfa. Y no
se moverá hasta después de la boda.
Escena IX
Entra
Bartolo.
BARTOLO.
¡Nunca jamás en mi vida he visto una cabeza de hombre como ésa! Los golpes y la
trepanación la han deformado horriblemente. No tiene siquiera apariencia de
hombre… He salido horrorizado.
COLASILLA.
¡Ah, ah, ah!
PEDRO
PATELIN. Lo siento por el señor Guillermo. Era un hombre muy agradable.
BARTOLO. Yo
también lo siento; pero ¿qué puedo hacer? Un hombre ha muerto y su novia me
pide justicia.
PEDRO
PATELIN. Colasilla, ¿de qué va a servirte que lo manden a la horca? ¿No sería
mejor que…?
COLASILLA.
No soy interesada ni tampoco rencorosa. Si hay alguna solución honrosa… Bien
saben lo que aprecio a mi ama, su hija de usted, señor y ahijada del señor
juez.
BARTOLO. ¿Mi
ahijada? ¿Qué interés tienen en esto?
COLASILLA.
Valero, el hijo único del señor Guillermo está enamorado de ella, y desea
pedirla en matrimonio. Pero su padre le niega el permiso. Yo no sé; pero quizás
ustedes, que son tan hábiles, encuentren la forma de contentar a todos.
BARTOLO. (A
Patelin.) Sí. Es necesario que esta muchacha renuncie, a condición de que el
señor Guillermo consienta en esa boda.
COLASILLA.
¡Qué feliz idea!
PEDRO
PATELIN. Es ir hacia una buena solución…
BARTOLO.
Antes de que le encarcelen han de traerle aquí y yo mismo le hablaré. ¿Está de
acuerdo, Patelin?
PEDRO
PATELIN. No quería casar a mi hija tan pronto pero, por salvar la vida al señor
Guillermo… acepto …de… vieran de ahorcar a tal hombre.
BARTOLO. (A
Colasilla.) Mientras yo espero aquí al pre…ve tú y cuida que entierren al
muerto con gran secreto… no sea que se me acuse de prevaricación. (Colasilla se
va.)
Escena X
PEDRO
PATELIN. Por mi parte, si le parece bien, yo… a redactar un pequeñísimo
contrato que le haremos firmar. (Se va.)
Escena XI
Entra el
señor Guillermo y dos alguaciles.
BARTOLO.
¡Ah! ¿Usted por aquí? Bien, bien ¿sabe, don Guillermo, por qué se le ha
detenido?
SEÑOR
GUILLERMO. A lo que parece, ese pícaro de Borreguillo ha muerto.
BARTOLO. Yo
mismo acabo de verle, y usted ha confesado antes su delito.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Maldición!
BARTOLO.
¡Vaya! Tengo que proponerle una solución práctica. De usted depende salir con
bien de este mal paso. Y volver a su casa.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿De mí? Ya está aceptada.
BARTOLO. No
se precipite. Dígame que prefiere, ¿casar a su hijo o ir a la horca?
SEÑOR
GUILLERMO. Menuda alternativa. Ni lo uno ni lo otro.
BARTOLO. Me
explicaré; usted ha matado a Borreguillo, ¿no es así?
SEÑOR GUILLERMO.
Yo le he pegado. Si ha muerto la culpa es suya.
BARTOLO. En
modo alguno: la culpa es suya. Esté atento. El señor Patelin tiene una hija muy
hermosa y discreta.
SEÑOR
GUILLERMO. Sí, y tan pícara como él.
BARTOLO. Su
hijo está enamorado de ella.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Y a mí que me importa eso?
BARTOLO. Muy
sencillo. La novia del muerto rechazará la acusación si acepta esa boda.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Pues no consiento!
BARTOLO. Que
lo encarcelen.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿A la cárcel? ¡Qué desgracia tan grande! Permítame que vaya por casa
a avisar que no me esperen…
BARTOLO. No
le dejen escapar.
Escena XII
Entran Pedro
Patelin, Enriqueta, Valero, Colasilla.
PEDRO
PATELIN. He aquí el contrato ya preparado. …señor Guillermo.) Caballero, ante
esta desgracia que le aflije, toda mi familia acude a socorrerle.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Familia de marrulleros!
BARTOLO.
Veamos. Estas son las partes insteresadas… cidase pronto. ¿Quiere verse libre?
SEÑOR
GUILLERMO ¡Desde luego!
BARTOLO.
Entonces firme este contrato.
SEÑOR
GUILLERMO. De ningún modo.
BARTOLO. ¡A
la cárcel y encadenado de pies!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Con cadenas en los pies! Va muy de prisa, señor juez.
BARTOLO.
Esto no es nada. Dentro de un rato lo ap..caremos el momento para que declare.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Van a darme tormento?
BARTOLO. Sí,
ordinario y extraordinario; y le condenaremos a la horca.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Ahorcarme! ¡Misericordia, piedad… Dios mío!
BARTOLO.
Firme, y no se haga de rogar. Si vacila es perdido. Dentro de un momento ya
será tarde.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Cielos! ¿Qué otro recurso me queda? (Firma).
BARTOLO. Ya
lo decía un médico célebre: los golpes en la cabeza son fatales… Así, está
bien. Ahora quemaremos los autos. Y le felicito, señor Guillermo.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Famoso negocio el mío!
PEDRO
PATELIN. Caballero, el honor de esta alianza…
SEÑOR
GUILLERMO. No le cuesta muy cara.
VALERO.
Padre, le prometo…
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Vete al mismísimo diablo!
ENRIQUETA.
Caballero, siento mucho…
SEÑOR
GUILLERMO. Y yo también lo siento, créame.
COLASILLA.
¿Qué indemnización van a darme por la pérdida de mi novio?
SEÑOR
GUILLERMO. Los carneros que me robó.
Escena XIII
Entran un
campesino y Borreguillo.
CAMPESINO.
¡A la cárcel! ¡A la cárcel!
BORREGUILLO.
¡Misericordia!
SEÑOR
GUILLERMO. Traidor, ¿así es que no estás muerto? ¡Te voy a matar porque ya he
pagado por hacerlo!
BARTOLO. Un
momento. ¿De dónde sale este fantasma?
CAMPESINO.
Estaba en nuestro granero. Y le llevo a la cárcel.
BARTOLO. ¿Ya
no tienes heridas en la cabeza?...
BORREGUILLO.
Me parece que no.
BARTOLO.
Entonces. ¿ qué es lo que he visto en la cama de tu casa?
BORREGUILLO.
Una cabeza de carnero.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Vamos, si no ha muerto, devuélvanme el contrato para que pueda
romperlo!
BARTOLO. Es
de razón.
PEDRO
PATELIN. Desde luego, en el caso de cumplir la cláusula de retracción en la que
se estipulan diez mil escudos.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Diez mil escudos! Será mejor, dejar las cosas como están; aunque
espero que se me paguen los trescientos escudos de la deuda de su padre.
PEDRO
PATELIN. Desde luego, contra entrega del recibo que él firmará.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Del recibo?... Y ¿mis seis varas?...
PEDRO
PATELIN. Es el regalo de bodas.
SEÑOR
GUILLERMO. ¿Es regalo?... ¿Probaré por lo menos la oca?
PEDRO
PATELIN. ¡Si lo hubiera dicho antes! ¡Nos la hemos comido este mediodía!
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Este criado mío va a pagar por todo y será ahorcado!
VALERO.
Perdone, padre, ha llegado el momento de confesar que todo se ha hecho por mi
deseo.
SEÑOR
GUILLERMO. ¡Adiós, paño y carneros!
FIN DEL ACTO
TERCERO Y ÚLTIMO ACTO.