INOCENTE...
PARA SIEMPRE
JESÚS
GONZÁLEZ DÁVILA
Personajes
EL
NENE, de
nueve años.
EL
PLOMERO, de
veinte años.
EL
PAPÁ, de
treinta y cinco años.
(Por
la tarde, en el comedor de la casa. Muebles pesados, de madera
tallada; sobre uno de ellos destaca un viejo televisor descompuesto.
Junto
al aparato, el NENE
juega.
Imita a un narrador televisivo que describe el vuelo de una nave
espacial. De pronto, ocurre un desperfecto en la nave de plástico.
Luego de dictar órdenes de emergencia, que resultan inútiles, los
tripulantes se lanzan fuera de la nave y despliegan insólitos
paracaídas. En un momento dado el NENE
interrumpe
su juego, descubre una caja de metal en el rincón; levanta la tapa y
curiosea en su interior. De la cocina llega el PLOMERO.
Se
miran en silencio.)
PLOMERO:
(Sonríe.)
Hola.
(Pausa.)
NENE:
¿Tú
eres el nuevo plomero...?
PLOMERO:
Y tú
eres el nene de la casa.
NENE:
No.
No soy nene. Ya soy más grande que antes. Aunque todavía no cumpla
los... (Cuenta
sus dedos.)
PLOMERO:
Busco
mi caja de herramientas, ¿no la viste?
NENE:
¿Es
ésta...? No sabía que era tuya. Cuánto cargas aquí, ¿para qué
quieres tanto fierro?
PLOMERO:
(Saca
alguna herramienta.) Para
componer lo que se descompone. Para apretar lo que se afloja. Y para
hacer cosas nuevas también. (Acaricia
la herramienta.) Muchas
cosas. (Se
sienta sobre la caja.) El
cuerpo también
es como une herramienta, ¿no te han dicho?
NENE:
A
poco el cuerpo es como un desarmador...
PLOMERO:
Más
o menos, algo así. Una herramienta que debemos usar bien; que
debemos cuidar.
NENE:
¿Sí?
(Se
sienta en sus rodillas.) ¿La
gente es como una cosa de éstas?
PLOMERO:
Cada
cuerpo es una herramienta distinta. Aunque la de los hombres es de
una forma, y la de las niñas de otra; más suavecita, más delicada,
que se debe cuidar para que no se lastime.
NENE:
Eso
sí... Cuando mamá vivía con nosotros, así le decía a mi papá:
no me lastimes, por favor, no me lastimes... Me acuerdo.
PLOMERO:
Porque
la herramienta del hombre es dura, es fuerte. Hay que conocerla bien,
y cuidarla.
NENE:
Así
que... todos tenemos herramienta...
PLOMERO:
Sí.
NENE:
No,
yo no. (Pausa.)
Yo
no
soy plomero.
PLOMERO:
Sí.
Aquí la tienes, entre las piernas. (Pausa.)
Pero,
como estás tiernito, pues es chiquita todavía.
(Un
silencio.)
NENE:
¿Cuando
sea grande... me va a crecer?
PLOMERO:
Ajá,
claro que sí. (Mete
su mano entre las piernas del NENE.)
Según
vas creciendo, también te va creciendo la herramienta.
(Un
silencio.)
NENE:
NENE: ¿Y a ti ...? Ya te creció...
PLOMERO:
Sí,
nene. Ya me creció... (Pausa.)
Tócale
aquí. (Pausa.)
¿Sientes?
NENE:
(Apenas.)
...no.
PLOMERO:
La
herramienta nos crece y se pone fuerte, para que no se nos olvide que
somos hombres. Toca. (Pausa.)
¿Sientes
cómo va poniéndose dura? ¿Sientes cómo va creciéndome entre las
piernas?
NENE:
(Apenas.)
... sí.
PLOMERO:
Toca.
Tócale así. (El
NENE
obedece.)
Es
bueno conocer la herramienta; así será la tuya después. (Pausa.)
Apretando
un poquito, así. Acércate más. Ándale. (El
NENE
está
de rodillas, con sus manos en la bragueta del Plomero.) Así,
nene. Con tus manitas; suavecito, así.
(De
repente, se oye un ruido fuera de escena. El PLOMERO
se
retira y se cierra la bragueta precipitadamente. Entra el PAPÁ.)
PAPÁ:
(Al
PLOMERO.)
Y usted,
¿qué? ¿No que ya se iba?
PLOMERO:
¡No,
señor! Digo... ¡Sí, señor!
PAPÁ:
¿Entonces,
qué espera?
PLOMERO:
Es
que, no encontraba mi... caja de herramientas.
PAPÁ:
Y
qué, ¿no es ésa?
PLOMERO:
No,
señor... Digo, sí. Ésta es.
PAPÁ:
¿Qué
pasa con usted, amigo...?
PLOMERO:
Nada,
señor... Es que, como el nene la traía jugando, yo... Pero, ya me
iba, señor... Quiero decir, ya me voy. Digo, con su permiso.
(El
PLOMERO sale de escena. El PAPÁ
observa
al NENE, quien permanece en el piso, jugando con su dedo en la boca.
Luego va al mueble del comedor y saca del cajón un revólver. Llega
hasta el NENE
y
le mete en la boca el cañón de la pistola.)
PAPÁ:
¡Óyeme
bien, cabrón; porque solamente te lo voy a decir una vez! ¡El día
que yo sepa que un hijo mío es puto, le pego un balazo! ¿Entendiste,
gallina? ¡Si tengo un hijo maricón, lo mato!
OSCURO