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24/4/20

A la griega STEVEN BERKOFF































A la griega


STEVEN BERKOFF

Trad. Spregelburd




Lugar: Inglaterra


Época: Presente


Escenografía: una mesa de cocina y cuatro sillas comunes. Éstas tendrán muchas
aplicaciones. Pueden transformarse en todo lo que se necesite de ellas, desde la
plataforma para la ESFINGE hasta el café. También funcionan como el tren; el entorno
que sugiere los orígenes humildes de EDDY y que luego habrán de transformarse en su
lujoso y elaborado hogar del Segundo Acto. La mesa y las sillas simplemente delimitan
espacios y funcionan como anclaje o base para que los actores se lancen. Cualquier otro
artefacto será mimado o sugerido. Las paredes son tres paneles rectangulares verticales,
muy de hospital y al mismo tiempo remitiendo al clasicismo griego. Las caras están
pintadas de blanco y claramente delineadas. El movimiento deberá ser preciso y
dinámico, exagerado y a veces portador del calibre de personajes de historieta. La
familia actúa como coro para todos los demás personajes y espacios.





PRIMER ACTO


Escena 1




EDDY: Así es que fui desovado en Tufnell Park, que no está a más de una pedrada del
Ángel / a un pedo de mono de Tottenham o a un escupitajo de Stamford Hill / es un
basurero, la verdad… un pozo de semen, generoso en putas que apuntalan los bares de
las esquinas, el tipo de bares donde se juntan los viejos pelotudos… los imbéciles
aburridos que ahorran para pasar las Navidades con sus parientes… mi mamá hacía
eso… ahorrar todo el año para sus fiestas de Navidad piojosas entre viejos parientes
borrachos vestidos con cardigans de Marks y Sparks que se lo pasan todo el año
haciendo lo menos posible, con una mano en el cajón del jefe y con la otra rascándose
las bolas… venían todos a casa a vomitar en las paredes del baño la cerveza berreta y
los abortos indecibles de mamá tratando de hacer honor a la alta cocina, y después a
ajustarse la dentadura… a hablar pestes de los negros, envidiándoles las vergas, a
asquearse de los judíos, envidiándoles la guita… les daba por odiar todo aquello que
camine y tenga menos de treinta, y se dormían de aburrimiento frente a la tele… así que
se juntaban en los bares, sobre todo en un bar hediondo administrado por un irlandés
rancio e inútil como la bosta de cerdo, que no les vende otra cosa más que bebidas y
papas fritas en diversos sabores químicos, a esos rústicos benefactores que juegan sin
parar con unos dardos de mierda, toman bidones de una cerveza como pis de jejenes
desabridos y parlotean así…


PAPÁ: ¿Viste a Arsenal la semana pasada?…


DOREEN: Yo creo que la selección inglesa está completamente acabada…


MAMÁ: ¿Qué me decís de cómo picó hacia adelante…?


PAPÁ: No, no, se cagaron encima…


DOREEN: ¡Dejame de joder!


EDDY: El tufo del bar aumenta y los jubilados siguen sentados en el rincón con la
mirada en blanco buscando los sueños que nunca lograron, y con una gota de moco
colgando de las narices, tratando de hacer que un porrón dure cuatro horas… ahora se
empieza a llenar y el irlandés brama “es hora de cerrar” y te arranca el vaso de la mano
mientras te hace estallar los tímpanos gritando como un milico, su mujer empieza a
revocarse la cara de reverendo ojete a base de pinceladas que la dejan como si la hubiera
maquillado un epiléptico borracho en una montaña rusa…


MAMÁ (como el coro): Hola, amor.


EDDY: Ella echa espuma… mirando fijamente con esa cara amarillenta de ojos
parduzcos como dos pasas de uva en un plato de avena. Y si te da por asomarte
demasiado sobre la barra, un monstruo hijo de puta, un conchudo ovejero alemán se te
tira encima con los colmillos babeando de ganas de arrancarte el pescuezo… así que
dejé de ir a los bares con sus coros nocturnos de decadentes…


LA FAMILIA (como el coro): Buenas noches.


EDDY: …y…


LA FAMILIA (como el coro): ‘Ta luego, Tel…


EDDY: Ahora, tenemos bares muy finos, preciosos. Es mucho mejor: te sentás, media
botella de château o Bollinger, un poco de paté y ensalada servidos por una minita que
parece recién sacada de la heladera… ahí te podés llevar a la chica que prefieras, la mía
es una compañera de lujo, siempre como recién mentolada, filosa como el césped recién
cortado, la bombacha más blanca que la Navidad, unos ojos azules como diamantes,
unos labios que son un par de ígneos rubíes rojos, la luz pega en su boca y el reflejo te
ciega, ella sonríe y el corazón te salta hasta el cuello y sentís que un demonio despierta
entre tus piernas y te llega hasta el mentón… Una y otra vez… Yo uso anteojos de sol
para protegerme de la blancura de sus dientes… ni rastros de tabaco… su aliento es la
misma brisa del mar en el muelle de Brighton… ¿Cómo vas a llevarla a ese bar? ¿Cómo
se te ocurre? ¡No! Eso es para los viejos fascistas que cantan canciones de guerra en la
vereda y…


LA FAMILIA: Levántate, Mamá Brown…
Levántate, Mamá Brown…


EDDY: Así que voy al bar delicado con mi avecilla que está tallada en mármol y ónix y
envuelta en aromas que prometen sexo de un modo que no podrían imaginar… nado en
ella como si me sumergiera en el Jordán a recibir mi bautismo. Bueno, resulta que un
día mi viejo me llama a la cocina.


PAPÁ: Hijo, vení acá...


EDDY: Dice:


PAPÁ: …quiero charlar con vos, podemos ir al bar, te invito un trago.


EDDY: “¡No! Al bar no”, aúllo consumido por un pánico genuino y sin ápice de
impostura. “Mejor pongo agua para un té”… mamá salió… el crucigrama del diario a
medio terminar… bueno, todo esto resulta un poquito repugnante pero hogareño, de un
modo un poco enfermizo si no estás acostumbrado a algo más pasable, no se parece al
interior de un templo Zen pero es acogedor. Migas en la alfombra, unas fotos
demoníacas de mi hermana sobre la chimenea y un retrato de abuelita que parece un
penoso Mussolini travestido, que es lo que todos parecían en aquellos remotos días de la
prehistoria, los soretes del caniche otra vez detrás del armario… las cáscaras rancias de
la panceta hieden en la sartén y la cocina apesta a grasa. Le preparo una taza a papá.
Mamá está en el bingo y mi hermana cavila en su cuarto, rumiando la posibilidad de
apretarse unos jugosos granos de la cara… sus bombachas usadas tiradas por el suelo…
siempre las dejaba en el piso para que mamá las recogiera, yo jamás hubiera osado
hacerlo, de no ser con esas pinzas que recogen sustancia radioactiva detrás de paredes
blindadas. Así que nos sentamos, y me confiesa esta historia… saca un cigarrillo y se
sienta con la bragueta medio abierta, y la ceniza del pucho a punto de caerle sobre la
camisa. Trato de no mirarlo, ni a él ni a la bragueta. Trato de ocupar mi cabeza con el
último disco de Stan Kenton. Miro por la ventana y veo pasar las nubes grises de
Tottenham tras los vidrios… una diminuta hilacha de sol lucha por colarse, descubre
sobre qué cosas tiene que echar luz y piensa “al carajo, no vale la pena” y se bate en
retirada. Entonces papá dice…


PAPÁ: Mirá, hijo…


EDDY: Yo digo “sí, papá”, espiando su cara arrasada por el trabajo, sus desabridos
pantalones de cuarta y su mortal camisa wash & wear que se embebe del olor corporal
en menos tiempo del que la mierda atrae a las moscas… espío toda esta fusión de basura
y digo “¿sí, papá?, ¿de qué querés que hablemos?”, nunca le escuché decir mucho más
que…


PAPÁ: Los negritos, de vuelta a la selva…


EDDY: …y…


PAPÁ: “Con Hitler, los trenes llegaban a horario”…


EDDY: Hay un montón de admiradores de los nazis entre los ingleses más miserables.
Los imbéciles se preguntan por qué al final de una vida de ajustarse el cinturón o de ir a
la huelga, el judío de la esquina ha juntado unos ahorros, o por qué los chipriotas tienen
un negocio de exquisiteces, en lugar de nuestro patético almacén de bosta donde sólo
venden queso para ratoneras, unas latas miserables de sardinas, o de arvejas, atendido
por una pesada que te dice, “no, eso no lo traemos porque no tiene salida” cada vez que
se le pide algo ligeramente más exótico que Kelloggs. Pero resulta que papá no
arremetió con su balbuceo fascista, lo cual me alivió bastante, ya que el Frente Nacional
estaba lleno de papás como éste y de conchudas como la del almacén… “sí, pa”, le dije,
“qué mosca te pica”… se le arrugó la cara de un modo difícil de describir, como en esos
viejos avisos de limonada que muestran un limón exprimido y me sale con que…


Escena 2




PAPÁ: Cuando eras un bebé de pecho / fuimos a un gitano, un adivino / qué risa / en
una feria de Pascuas / no te rías / un capricho, nada más / a gastarnos unos pesos en un
poco de emoción, no me hablen de emociones / así que entramos / el gitano pregunta si
tengo un hijo. “Sí”, le digo, quiero decir, ¿quién no tiene un hijo? Mientras tanto su
mirada fija en la bola de cristal / los ojos se les salen de las órbitas / yo no me lo tomo
en serio, sigo con la broma / es Pascuas y todo eso / qué bien lo vamos a pasar y toda
esa cosa / la cara se le empieza a contraer, a retorcérsele, y dice / que ve una muerte
violenta para el padre de ese hijo / ¿qué?, pero si el papá soy yo / déjese de joder / no se
ponga dramático / estamos colorados como casas que se queman / “y veo”, me dice,
“algo peor que la muerte / y lo que veo es que se garcha a su madre.” / “Te voy a dar un
revés”, le grito / “me estás tomando el pelo / te fumaste una hiedra africana.” / “No”,
chilla, “lo veo, y lo que veo, lo veo / no me paguen siquiera, sólo esfúmense /
abandonen mi tienda / quédense con la guita” / salimos corriendo, tu mamá estaba
blanca como el Persil / yo más amarillo que un chino con ictericia / por supuesto
hicimos caso omiso / lo olvidamos, aunque no del todo / esperamos hasta que crecieras
y un día le dije: “Dinah / te acordás del negrito ése en la feria que nos dijo toda esa
porquería de Eddy”, una mañana que estábamos así nomás tirados en la cama,
digiriendo pedazos del pasado y aún lamiendo el sabor de algunos recuerdos jugosos /


MAMÁ: No mucho…


PAPÁ: Masculla nuestra Dinah…


MAMÁ: No mucho, fue cuando casi pierdo a Doreen en el sexto mes de embarazo / qué
momento.


PAPÁ: “Bueno”, le digo, “esa feria está otra vez en la ciudad, la misma empresa quince
años más tarde / vamos a darnos una vuelta por lo de ese viejo, a decirle a ese gitano
cornudo qué sarta de estupideces nos dijo / cómo se las arregló para trastornar a mi
parienta con su montón de sucias mentiras” / así que allá fuimos / de todas maneras sin
la certeza de que siguiera ahí porque en esa época ya debía andar por los sesenta años /
nunca se sabe, esperamos nuestro turno / tenía el mismo cartel: “Hágase leer el futuro /
en la bola mágica de Fantoni” / ¿Qué hacemos? ¿Entramos?…


MAMÁ: ¿A vos te parece?


PAPÁ: ¿Por qué no?, es ahora o nunca / nos pusimos ligeramente pálidos pero entramos
con paso seguro / el mismo quilombo de entonces sobre la mesa, la misma cortina de
cuentas por la que ya habíamos pasado y el mismo pedazo de vidrio viejo, pero no, no
era él, entonces le dije: “¿Dónde está el viejo de la otra vez al que parece que le has
robado el nombre?”


EDDY (como el “GITANO”): Mi difunto padre…


PAPÁ: Dijo…


EDDY (como el “GITANO”): Mi padre profirió sus últimas palabras hace cinco años / y
estiró la pata / pero me enseñó su arte / me imbuyó de su visión / gozo ahora de sus
poderes / así que pueden estar tranquilos / que si él los ayudó entonces / oblen ahí con
una libra que yo haré lo que pueda…


PAPÁ: Y así, Eddy, tu mamá y yo nos sentamos como la vez anterior / los años se
esfumaron / como si la tierra cayera en un profundo agujero, y el tiempo y el espacio se
desvanecieran / nos pareció haber retrocedido fugazmente esos quince años / en esa
carpita / oyendo la música de la calesita ahí afuera y ese olor extraño / los gritos que se
iban debilitando, nada más que el vaho de hierba rancia bajo nuestros pies / y la carpa
parecía diminuta / como una trampa, y súbitamente el calor, y nada afuera salvo el
silencio, pero su rostro / su rostro empezó a contraerse como el de su padre / la boca se
volvió blanca, tirante, como si un terremoto sacudiera su cabeza y sus labios estuvieran
luchando por no dejarlo salir. Dinah sospechó, pero, naturalmente, esperamos / “no me
diga”, le dije, “que ve a un hijo mío” / sus ojos se alzaron afirmativamente / sin una
palabra, sólo esa mirada y la boca apretada / como reteniendo algo peor que el vómito /
“y usted ve algo peor”, le digo, “como un accidente espantoso, tal vez.” / Asintió, abrió
los labios lo suficiente como para articular la palabra “muerte”, que no se animaba a
pronunciar en voz alta. Luego clavó los ojos en Dinah / pero ya teníamos bastante y no
queríamos oír la otra mitad sino salir volando de allí / me di vuelta y recuperé la libra de
la mesa / no sé bien por qué / pero igual que la primera vez cuando me devolvió la plata
/ me parecía estar diciendo que si me llevaba la guita esto no podría suceder / sus ojos
me miraron con piedad / como esos muñecos de mazapán que se compran en Woolie’s
con forma de niños a los que se les está por caer una lágrima / ya sé que sólo es una
feria de diversiones, Ed, / algo de lo que reírse, una travesurita / no se lo reprocho al
tipo / ¿a vos qué te parece? / ¡a que no deseás a tu vieja madre! No querés matarme, ¿no
es cierto, hijo?


DOREEN: A ver si la cortan ustedes dos.


EDDY: ¡Doreen! A papá le colgaba la cara como un testículo húmedo y cansado / la
boca abierta y los ojos como bolsas de consorcio / ¡desear a mi vieja! Preferiría
chupársela a Hitler antes que hacer lo que mi viejo tanto temía / no, papá / pero todo
este quilombo y este cuento de viejas chusmas te ha dejado hecho polvo / me iré de casa
/ me rajo, me las tomo / el subte te lleva lejos hoy en día, hasta países exóticos / mañana
mismo me las pico / necesitaba escaparme de este antro mugriento y esta excusa parecía
tan buena como cualquier otra / adiós, mami y papi. Me dijeron adiós con la mano hasta
el final de la cuadra… a mamá se la veía triste / su delantal manchado envolviéndola
como la bandera de su femineidad / nunca la vi sin ese delantal / siempre de pie en la
cocina como una esclava negra corriendo detrás de papá y de mí y de mi hermanita…


PAPÁ: Pasá las tostadas.


EDDY: ¿Dónde está el dulce?


DOREEN: ¡Cerdo!


MAMÁ: ¿Más té, cariño?


PAPÁ: Pasá las tostadas.


EDDY: ¿Dónde está el dulce?


DOREEN: ¡Cerdo!


MAMÁ: ¿Más papitas, cariño?


DOREEN: Estoy a dieta.


MAMÁ: ¿Más torta, amorcito?


EDDY: No, mamá, ya me comí seis porciones.


MAMÁ: Dale, agarrate otra.


EDDY: No quiero más, vieja podrida.


PAPÁ: ¡Che!


EDDY: Escupí con afecto.


MAMÁ: Oh, no le gusta mi torta.


EDDY: Decía con una sonrisa idiota… “bueno, pasame otro pedazo que me lo voy a
tragar con un tazón de té para remojarlo un poco.”


PAPÁ: Pasá las tostadas.


EDDY: ¿Dónde está el dulce?


DOREEN: ¡Cerdo!


MAMÁ: ¿Más té, cariño?


EDDY: Mamá nos contempla con los ojos húmedos, nos mira masticar como cerdos
grasientos en un chiquero / dejando la mesa llena de basura, total lava mamá, qué bien
conocía la pileta / papá elige los peores perdedores desde su raído sillón / mi hermanita
se coloca el diafragma para su trajín nocturno maldiciendo en su pieza en su denodada
lucha por metérselo…


DOREEN: ¡Puta!


EDDY: Y mami se sienta frente a la tele donde un cretino hecho mierda estupidiza aún
más a los estúpidos que van a ganarse un poco de guita / mamá da grititos de alegría /
sus piernas parecen un mosaico de tanto acaparar la estufa eléctrica, mientras yo estoy
en mi pieza haciendo planes y soñando con gobernar el mundo / tomando un curso de
físicoculturismo / preguntándome si a la reina se la dan más o menos frecuentemente / o
planeando ligar algo a partir de un ramo de flores o de mis gloriosos encantos físicos / y
así solía estar yo, urdiendo cosas en mi cuartito, fumando / escuchando el último de
Stan Kenton mientras me la sacudía con el aceite de freír de mami. Ahora ya nunca más
volveré a refugiarme en mi pequeño dominio… donde oía el sonido de los enormes
gargajos en la habitación de al lado a través de las paredes incrustadas de mocos. En una
ráfaga estos pensamientos desfilaban como gusanos por mi cabeza mientras saludaba
con la mano a esas figuritas que se achicaban rápidamente, mamá y papá unidos a la
distancia como el moho en el queso… papá vendría a ser el moho / nunca fui realmente
un fanático de él… y al llegar al final de la calle ya sólo podía ver el delantal, hasta que
perdí la silueta de mamá / y el delantal fue lo que más duró en mi recuerdo. Cuando mi
vieja se vaya a ver crecer el pasto desde abajo haré enmarcar ese delantal.


MAMÁ: Cuidate.


PAPÁ: No te olvides de escribir.


DOREEN: Guardo tu foto.


MAMÁ: Portate bien.


PAPÁ: A ver si nos mandás algo de guita.


DOREEN: Te voy a extrañar.


MAMÁ: Te quiero, Eddy.


PAPÁ: Tené cuidado en la ruta.


DOREEN: Au revoir.


MAMÁ: Adiós, hijo…




Escena 3




PAPÁ: Se quemaron las tostadas.


MAMÁ: El otro día la vi a Mary.


PAPÁ: Los vecinos ya no se quejan.


MAMÁ: Matilde tuvo seis gatitos.


PAPÁ: ¿Dónde está mi tabaco?


MAMÁ: Acá. ¿No viste el aceite de freír?


PAPÁ: Extraño a nuestro pequeño Eddy.


MAMÁ: ¿Cómo se las arreglará, con tantas huelgas por todas partes?


PAPÁ: El Microcentro está sentado en una pila de mierda.


MAMÁ: De tanta basura sin recoger por todos lados.


PAPÁ: Las olas de calor convierten todo en un pantano y miles de gérmenes
repugnantes se amontonan en el aire / las ratas vienen marchando.


MAMÁ: Las mercaderías se amontonan inútiles en los muelles donde los estibadores
haraganean y tal vez te den una buena palta o una coliflor a cambio de una coima
jugosa… la nafta es obsoleta desde que miles de autos se oxidan obstruyendo las calles,
entorpeciendo los servicios más vitales. A una ambulancia, le lleva un mes ir de un
lugar a otro.


PAPÁ: El país está en estado de peste / mientras los partidos de todos los colores se
pelean por elegir la mejor mierda de entre toda la mierda posible / marxistas y laboristas
llamando a la violencia para acabar de una vez por todas con la violencia, y los más
pajeros proponen mano dura, cadenas gruesas y punteras metálicas / dardos con veneno
afanados de los bares / todo el que ande con ganas de matar, mutilar o destruir /
incendiar, asesinar y descuartizar está siendo reclutado por el nuevo partido
revolucionario / los trolos radicales realizan violentas manifestaciones para que los
dejen chupárselas unos a otros en los parques públicos cuando termine la huelga de los
basureros y que dejen de perseguirlos por garchar en el segundo piso de los colectivos.


MAMÁ: Acá hay una empresa alimenticia que se niega a pagar los salarios del personal
y está reclutando obreros en las selvas sudamericanas.


PAPÁ: Pero también se resisten a desalojar a las ratas que los han hecho tan famosos.


MAMÁ: La mayoría de los grandes almacenes cerraron, pero Fortnum’s y Harrods
resisten como soldados buenos y cobijan a gritones partidarios de lanzar una bomba
nuclear de alcance selectivo sobre Hyde Park y limpiar el país -así dicen- de las
depravadas bandas de asquerosos pervertidos.


PAPÁ: De noche, Hyde Park se ilumina de fogatas y se llena del sonido de los tam-tams
del Partido Revolucionario de los Negros de Brixton / los Homosexuales Extremistas
unen sus fuerzas a los seguidores de El Blanco Es Un Horrendo Aborto Forzoso /
pajearse es una alternativa válida para la Agrupación Partidaria de los Repugnantes
Hombres Hembra.


MAMÁ: Mientras tanto, las ratas enfilan por Edgware Road en dirección a Oxford
Street dispuestas a girar a la derecha en Bond Street / bajando hasta Piccadilly para
arrasar los depósitos de Fortnum’s, recoger a sus compañeras que viven en Forte’s y
aunar fuerzas para hacer imposible toda resistencia, sabiendo que la resistencia se
fortalece de las rencillas internas.


PAPÁ: Las ratas marchan por Piccadilly evitando entrar en el Soho donde la comida es
demasiado peligrosa incluso para una rata, bajan hacia el Strand, pasando a buscar al
contingente del Savoy, ratas sobrealimentadas, no aptas para la batalla pero buenos
portadores de gérmenes en sus dientes podridos, cruzan el puente de Waterloo y el
Teatro Nacional… tratan de despertar a las ratas del teatro que llevan un tiempo en
estado de coma a raíz de un ataque mortal provocado por tantas noches de lavado de
cerebro.


MAMÁ: Las que se despiertan encabezarán la segunda división y correrán por Drury
Lane hasta Holborn y luego hasta King’s Cross…


PAPÁ: Esquivando los cadáveres que se pudren en las calles / de los hinchas escoceses
que perdieron el tren y murieron esperando el siguiente / su carne es letal / y las ratas no
detienen su marcha.


MAMÁ: La Thatcher es nuestra última esperanza, amor.


PAPÁ: Si tan sólo hubiera más como ella para sanear este país. Pero, ¿cómo se las
arreglará el pobre Eddy con todo esto?…




Escena 4




EDDY: Es como si hubieran tirado mierda en las aspas de un ventilador prendido /
caminé sin parar / las sirenas aullando como almas en pena, sus fúnebres llamados
rasgan las calles de Londres atestadas de basura, colmadas de hombres de azul recién
afeitados que empuñan sus cachiporras negras / los dientes apretados de odio / y los
puños famélicos de un poco del cotidiano ejercicio… los escoceses se alinean sobre el
cordón, boca abajo sobre el vómito que baja a borbotones por las cloacas infestadas de
ratas… los muy estúpidos vinieron por su soporífero partido de fútbol / una excusa para
huir de las gordas llenas de mierda que los esperan en sus conventillos / llevan unos
gorritos muy graciosos con pompones y todos los dientes podridos, eructan en el aire
carbónico sus tufos venenosos y canturrean una melodía o dos, que hablan de tener un
lugarcito costroso y sifilítico al que llaman Glasgow, cuando no tienen siquiera una
pelela donde hacer un pis. Ahí es cuando un cana de ojos azules abre a golpes algunos
cráneos (buena puntería, pibe).


FAMILIA: ROMPELO… SALPICALO… ATIZALO…


EDDY: Chupate ésa, escocés de mierda…


FAMILIA: DESTROZALO… HACELO AÑICOS…


EDDY: Qué encanto… eh, vos, ¿qué mierda te creés que hacés?… callate…


FAMILIA: ¡¡¡¡CRAAACKKK!!!!


EDDY: Las putas acuden a vaciarles las asquerosas billeteras, con el viejo truco de
dejarse coger, y cuando el escocés se llena de fantasías ante la certeza de una legítima
concha londinense, ¡ZAS! Un urso cretino con cara de perro reparte un poco de sentido
común con una barra de hierro / así que ahí van, la chusma roñosa y miserable / ven el
partido al revés, borrachos como cubas, y después entran trastabillando en la estación de
Euston, guiados por un ciego sentido del instinto, o por el olor, para juntarse con sus
compinches y volver todos juntos a casa. “Che, qué bien lo pasamos”. Mientras tanto,
voy regando el camino con mi propio vómito, mientras escapo calle abajo de los
efluvios mortales que emanan de los guisos ingeridos diez días atrás y que ahora
discurren alegremente por nuestras plateadas calles londinenses. Cuando vengo a dar
nada más ni nada menos que con un irlandés hijo de una gran puta y su séquito de
paisanos de Belfast, febrilmente entusiasmados por la idea de hacer volar cualquier cosa
que camine. Orejones brutos, las manos como racimos de bananas / sus voces a lo lejos
eran como una jauría de perros aullando.


FAMILIA: Odio, muerte, la bomba, qué suerte.
Odio, muerte, la bomba, qué suerte.


 (Continúan como coro, en voz baja).


EDDY: Era todo un ejército de trajes de sarga azul y todos sin excepción de pálidos ojos
azules y nitroglicerina líquida rellenando sus impermeables y pequeñas bombas
camufladas en bolsas de sandwiches… en los sobacos, esconden hediondas pistolas
transpiradas, listas para volarles los sesos a unos cuantos hijos de vecino y rociar de
espeso líquido rubí las polvorientas calles asfaltadas / liquidar de paso alguna mina que
-Dios no lo permita- podría ser quizás mi amor de turno / o arrancarle las piernas a
algún pobre estúpido que diera en pasar por ahí / luego les da por reunirse a dar mal olor
todos juntos en sus bares y a rugir con júbilo folklórico de duendecillos irlandeses…


MAMÁ: (haciendo de Mujer Irlandesa) Me tomé nada más que seis balones…


EDDY: Y peleándose por ver quién tiró la bomba…


DOREEN: (haciendo de Mujer Irlandesa) ¿A quién le toca ahora?…


EDDY: ¿Cuántos ingleses hiciste volar?


MAMÁ: (haciendo de Mujer Irlandesa) El turro de mi marido está otra vez en el bar…


EDDY: ¿Cuántos chicos se ahogaban en su propia sangre / chicos que esa misma noche
venían de despedirse de sus novias tan amadas con un beso último?…


DOREEN: (haciendo de Mujer Irlandesa) Jesús, María y José…


EDDY: ¿Cuántas hijas inocentes han recibido una descarga de metralla en plena cara / o
han perdido un ojo apenas…?


DOREEN: (haciendo de Mujer Irlandesa) ¡El muy turro de mi marido, hijo de una
grandísima puta! / …


EDDY: Cuántas madres riegan las tumbas de muchachos de dieciocho años / esposas y
viudas que le hablan a un montoncito de tierra mientras vos, vos, envase gonorreico
vestido de sarga azul, te bajás otro litro de cerveza y volvés a casa donde te espera tu
fulana con seis mocosos y sin siquiera lavarte un poco te la montás restregando en sus
despojos carnosos la escuálida hilacha que es tu pija mugrienta / la metés un poco
nomás y acabás a los diez segundos en un chorrito de leche aguachenta / ella sigue
tumbada como una vaca henchida / ni idea de lo que es un orgasmo / apenas ha leído
algo sobre unas suaves explosiones en la ingle / le han llegado rumores / las únicas
explosiones suaves que su irlandés está en condiciones de producir son las que te hacen
gritar de agonía y de dolor anegado en sangre, y que nada tienen que ver con el éxtasis y
la erupción del espíritu cuando se hace el semen. Qué obscenidad espantosa es…


DOREEN: (haciendo de Mujer Irlandesa) PUTA, PUTA, CARAJO Y MIERDA / EL
CONCHUDO DE MI MARIDO ESTÁ TIRADO EN EL CAMINO / LAS PIERNAS
DE UN LADO Y EL TORSO PARA EL OTRO. OH, DIOS, AYÚDAME…


EDDY: OH, SANTA MARGARITA-LA-RASCONA2, AHORCA A ESOS
CANALLAS / AHÓRCALOS LENTAMENTE Y DÉJAME AGARRAR UN PINCHO
DEL SPIEDO PARA ARRANCARLES LOS OJOS / QUÉ PLACER / AL MEJOR
ESTILO GRIEGO…




La horca no es solución a la peste, mi señora / se pasaría el día ahorcando / soy humano
como todos nosotros / somos todos la misma cosa, unida por un raro vínculo / si le pega
una patada a alguno, su grito va a herir mis oídos y lastimar mi cerebro con la imagen
de un pobre imbécil en problemas / al igual que un gatito maullando en la noche te hace
abandonar tu mullido agujero para preguntarte qué mierda pasa, gatín / cerveza gratis,
ésa es la solución, y educación sexual impartida por sabrosas cachorras inglesas bien
entrenadas en el arte de coger y lamer / y así, en los desfiles, en vez de marchar por las
calles con armas de guerra y el populacho a los costados flameando banderitas /
marcharían con las vergas bien alertas, erectas con orgullo y con vigor / y rápidamente
serían arrestados. Pero no se puede evitar / desde chico estás metido en la violencia y
papá mismo se encarga de meterte entre las excitadas orejitas que no hay que amar sino
odiar todo / él te ha dado de comer la historia de su bendito pasado para que tengas
motivos / algo que hacer por las noches / ha tejido un tapiz de desdichas que le han sido
infringidas desde esa remota zona de bruma que se llama pasado. Y qué le vas a hacer /
tu cerebro agotado y embotado de cerveza barata diluida en odio… salté entre unos
arbustos y vi pasar la patota en medio de una polvareda… el palacio estaba alerta… las
barbillas rígidamente talladas y recién afeitadas de nuestros galantes y bravíos guardias
dispuestos a defender a la reina con todos sus acólitos que representan lo mejor de esta
gris monotonía / esta isla infecta…


EDDY (Canta): Rule Britannia, Britannia rule the waves, (etc.)


 (Dos tonadas en pugna por la supremacía):


FAMILIA: Odio, muerte, la bomba, qué suerte…


EDDY: Y por fin me subí a un tren / encontré uno con un vagón que no estaba del todo
hecho mierda y rodé en paz hasta el aeropuerto de Skidrow3 en lo más fiero de Londres,
solo y absorto en mis asuntos, a no ser por un pakistaní en el vagón que ligaba una dosis
importante de patadas, sin duda a consecuencia de algún agravio infame, como por
ejemplo llamar involuntariamente la atención de algún honrado y gallardo hijo de lo
peor de Londres, la pateadura prestaba un ritual rítmico a mis pensamientos, que
estaban empezando a cobrar alguna forma, una forma de poderosas y magníficas
decisiones que habrían de impulsarme por la senda de los ricos y los exitosos, hacia una
conchita de olor muy dulce, y brazos dorados y lengua envolvente. Caí en una suerte de
ensoñación… me dormí y soñé… vi una docena de conchitas sobre una cama,
acurrucadas entre piernas suaves y jugosas, como gatitos chupando la tetilla a su madre
/ sus dulces columnas de marfil que colgaban indolentes se abrían para revelar las flores
de un jardín en el que uno es el que riega, y como una abeja lujuriosa zumbé de una a
otra / sus pétalos se abrían dócilmente / lanzando al aire su perfume / y cuando me iba
volvían a cerrarse / y así con la siguiente y todas eran sutilmente diferentes / cada una
como una planta sensual y preciosa / cada una como una boca voraz y sin dientes,
hambrientas como picos abiertos de pichones mientras yo, como si la madre fuera,
dejaba caer en sus gargantas abiertas mi lombriz para que ellas saciaran su apetito
enorme. Entonces me desperté / y bruscamente vi el mundo tal y como es y empecé mis
aventuras, así arrojado tan joven y tan tierno a esa pila agitada y tumultuosa que es el
mundo, y en el que yo no era más que un punto insignificante. Llegué a Heathrow, gran
puerta abierta a lo otro.


FAMILIA: (como un coro de sonidos de aeropuerto y ruidos diversos): Todo esto me
confundió / ¿qué necesidad hay de rajarse? / ya sea yo, o vos, o él / decidí quedarme y
ver mi propia tierra amada / enmendar las desdichas de mi país preciado / por qué
escapar y rajarse como barcos que abandonan a la rata que se ahoga / me vi a mí mismo
como el rey del mundo occidental / pero dado que necesitaba algún refrigerio antes de
enfrentarme a las pruebas venideras, me aventuré a entrar en este cafecito / mirara
donde mirara… era testigo de la evidencia… de la peste británica.




Escena 5




La FAMILIA hace los ruidos de los mozos, la cocina, el menú del café y frases dichas a
ritmo:


VOZ 1: Papas fritas humedecidas.


VOZ 2: Tostadas con porotos.


VOZ 3: Huevos grasientos,


Las frases se repiten mientras ruedan por el café.


EDDY: Un café, por favor, y medialunas con manteca.


CAMARERA: Muy bien. ¿Con leche?


EDDY: Sí, por favor. ¿Dónde está la manteca, para que pueda untarla abundantemente y
sentir que su aceitosa suavidad va cubriendo los bordes de la medialuna?


CAMARERA: No hay. La peste arrecia.


EDDY: En ese caso, ¿por qué me sirvió la medialuna sabiendo que no tenía manteca?


CAMARERA: Si quiere alguna otra cosa…


EDDY: Sí, torta de queso. ¿Qué tal está?


CAMARERA: Nuestras tortas de queso se hacen con el néctar de los dioses amasadas
por los hábiles dedos de cien doncellas vírgenes que han sido azotadas con juncos que
crecen en las orillas del Ganges.


EDDY: Bueno. Tráigame una. (Ella le sirve) …Ahora ya me terminé el café y no me
queda ningún líquido para bajar la torta.


CAMARERA: ¿Quiere otro café?


EDDY: No es que quiera sino que debo, no se trata de querer sino de serme
estrictamente necesario / tardó tanto en traerme la torta que me tuve que terminar el
café, así que tráigame otro…


CAMARERA: Bueno.


EDDY: Pero tráigamelo antes de que me termine la torta de queso o no tendré nada que
comer con la segunda taza, que a decir verdad solamente me interesa para mojar la tarta.


CAMARERA: Bueno. (A otra camarera: ) …así que te acabó encima del vestido…


CAMARERA 2: Sí.


CAMARERA: Qué cerdo.


CAMARERA 2: Un pegote espeso que tardó años en salir del vestido / me estaba
chupando como un loco cuando entró mamá.


CAMARERA: ¡No! ¿Qué le dijo?


CAMARERA 2: No te olvides de lavarle también atrás de las orejas, ya que estás / ella
siempre se olvida.


CAMARERA: Ojalá mi mamá fuera tan comprensiva / hace siglos que no chupo una
buena pija, ¿y vos?


CAMARERA 2: No, la verdad es que yo tampoco, por lo menos una de ésas grandotas,
duras, gordas, rosadas y calientes.


CAMARERA: ¿Cuál fue la más grande que tuviste?


CAMARERA 2: Una de veinticuatro centímetros.


CAMARERA: ¡No!


CAMARERA 2: Sí, era rugosa como un roble y con un enorme y abultado nudo en la
punta.


CAMARERA: ¿Sí?


CAMARERA 2: Y cuando acabó largó un chorro como para empapelar todo el
comedor.


EDDY: ¿Qué mierda pasa con mi café? Casi me estoy terminando la torta, ergo mi
único propósito en la vida acabará en este preciso momento / tragaré el café sin nada
que mojar.


CAMARERA: Acá tiene. Perdón. Me había olvidado.


EDDY: ¡Ya era hora, carajo!


CAMARERA: Pero por qué no cierra el culo y deja de quejarse, pedazo de mierda de
rata.


EDDY: Te voy a eyacular en los ojos, si es que me dejó todavía algún lugar todo el
pelotón de soldados calientes.


CAMARERA: No se te pararía aunque te plantara la concha en plena jeta, impotente,
pervertido, cretinazo, maricón.


GERENTE (Su marido): ¿Qué pasa que andás levantando la voz, imbécil inmundo? /
¡Afuera!


EDDY: A mí no me habla así nadie.


GERENTE: Yo acabo de hacerlo.


EDDY: Te voy a borrar de la faz de la tierra.


GERENTE: Voy a cocinarte como un pastelito para servírselo de postre a los clientes.


EDDY: Te voy a descuartizar, te voy a arrancar los brazos y las piernas y se los voy a
tirar a los cerdos.


GERENTE: Te voy a patear hasta matarte y voy a saltarte encima / te voy a acribillar
con la cuchilla y despellejarte en vida.


(Miman la pelea.)


EDDY: Pegar herir crujir sufrir apuñalar destripar


GERENTE: Destrozar odiar faenar desgarrar mutilar someter


EDDY: Aturdir un vidrio dentado intimida.


GERENTE: Silla rompe cabeza rajar puño salpicar plof choque


EDDY: Reventar gritar furia fuerza dominar someter


GERENTE: Coño mierda basura remordimiento enclenque baño de sangre


EDDY: Hemorragia, desgarro y chichón. Partir y fracturar mandíbula astillada y cuello
roto.


GERENTE: Derrumbarse costillas rotas oh, qué agonía el afilado punzón de hielo


EDDY: Arrancón de testículos vaciar los ojos y extirpar chasquido de tendones uñas
trituradas


GERENTE: Morder tragar sorber arrancar


EDDY: Más golpes, y con más fuerza


GERENTE: Cada vez más débil


EDDY: Cada vez más fuerte


GERENTE: Débil


EDDY: Poder


GERENTE: Moribundo


EDDY: Vencedor


GERENTE: Se acabó


EDDY: Chaucito.


CAMARERA: Lo mataste / jamás había reparado en que las palabras pueden matar.


EDDY: Y las miradas también.


CAMARERA: Lo mataste / era mi marido.


EDDY: No fue mi intención, lo juro, ni se me cruzó por la cabeza / murió del shock.


CAMARERA: Era un hombre bueno, firme en todo excepto en la verga, pero me trataba
bien, y ahora estoy sola / de quién me ocuparé ahora. A quién esperaré por las noches
mientras termina de limpiar nuestro café o se relaja en el sauna / para quién cocinar
ahora, a quién le voy a cepillar la caspa del saco y la grasa del sombrero, las manchas de
qué calzoncillos lavaré ahora / a quién reconfortaré en las largas noches / mientras se
preocupa por mí / quién acostará a los niños con un azote cariñoso mientras retoza al
volver a casa borracho del bar y me pega -bromeando- en la boca / a quién limpiaré el
vómito de la almohada mientras me lo arroja en plena cara los viernes por la noche
como corolario de su parranda. A quién plancharé ahora el uniforme negro, para tenerlo
siempre listo para sus incursiones en Brixton junto a los otros nobles hijos de Inglaterra
/ a quién limpiaré el polvo de las fotos de sus héroes en el living de casa, Hitler,
Goebbels, Enoch, Paisley, y Thatcher, por no olvidar a nuestra querida familia real.
¿Vale ya la pena todo esto? / Me casé con un buen inglés / ¿dónde habré de encontrar
otro igual? Mirá lo que hiciste / y todo por una estúpida tarta de queso.


EDDY: Por mucho menos se han declarado miles de guerras, querida mía.


CAMARERA: Jamás encontraré otro como él.


EDDY: Claro que sí.


CAMARERA: ¿Dónde?


EDDY: No busquéis más lejos, señora / vuestros encantos me han ganado / dirigid a mí
vuestra mirada / a mi rostro / y dejad que vuestros ojos se deslicen con suavidad en un
serpenteo descendente / esto que aquí llevo no es un salchichón / es que estoy tan alegre
de verte / seguro que puedo hacer lo mismo que él / lustrame la llave inglesa / lavame
los pantalones / te puedo dar la mejor paliza del mundo si eso es lo que se te antoja /
tendrás mi colección de orgullosas fotos para franelear / yo preferiría tratarte con
decencia y acariciarte el pelo por las noches y besar tu nariz dormida / en vez de
corromper tu almohada esparciré violetas bajo tus pasos / te frotaré los pies por la noche
si tienes frío y cuando entre jardines de rosas habremos de pasearnos soplaré los
pulgones de tus cabellos / vendré derecho del trabajo a casa al caer el día y habré de
reservarte todo mi semen para flagelarte con él por las noches tan suave y tibiamente
como un chubasco veraniego / no desperdiciaré ni una sola de sus preciosas gotas en el
sauna de Camden (“rápido, amor, que hay cola”) sino que verteré la plateada carga
dentro tuyo en preciados chorros / hundiré en ti mi cetro / tus muslos apartaré y me
zambulliré como la piedra caliente en la manteca / en un océano de éxtasis, porque eso
es lo que eres para mí / éxtasis de carne y de sangre y de senderos aflautados, aceites de
seda y aromas nunca antes destapados / te daré vuelta, de un lado para el otro / te
desnudaré y me deslizaré bajo tu piel / estoy loco por vos / chiquilla lujuriosa y señora /
niña y mujer en una sola fundidas / ¡te tomaré, amor mío, por lo que eres!


CAMARERA: Has aliviado mi dolor, dulce y encantador mancebo / pensé que iba a
extrañarlo desesperadamente pero ahora cuando te miro apenas sí puedo recordar qué
aspecto tiene. Me resultás tan familiar aunque nunca nos hayamos visto antes / es tan
raro, quizás sea el sentimiento verdadero que tu amor pone en mi corazón. Como un
latido familiar.


EDDY: Yo siento lo mismo por vos.


CAMARERA: Me hacés acordar a alguien o a algo.


EDDY: ¿A quién, patito?


CAMARERA: No, nada.


EDDY: Confiesa, amada, la duda que así frunce tu ceño y enclava en tu cabeza ese
pensamiento tan enojoso, del mismo modo que el pedo de un irlandés queda flotando en
el aire aún cuando su autor avanza con su cansino paso por la calle principal de Kilburn.


CAMARERA: No es nada más que esto, corazón / yo tenía un nene, de sólo dos añitos,
dulce y de ojos azules como vos / un tesoro, hasta que un día la desgracia cayó sobre
nosotros / como suele suceder / un viaje de agosto a pasar el día en Southend / un día de
calor pegajoso y de algodón de azúcar y de caras sonrientes / pañuelos y tiradores /
saliendo en barco del muelle de la Torre de Londres, excitación, sandwiches y litros de
gaseosa efervescente.


EDDY: (Aparte.) Qué curioso, me encanta la gaseosa.


CAMARERA: Tres o cuatro millas después chocamos con una mina que serpenteaba
tranquilamente erguida en medio del Támesis, como un sorete todopoderoso que se
niega a irse por más que tires de la cadena una y mil veces, así que ésta seguía a flote,
exhibiendo su mejilla llena de cicatrices por los golpes recibidos en la anchura de los
furiosos mares, y por simple azar, como si los hados hubieran decretado el encuentro,
nos lanzó volando a la luna / al menos abrió un agujero tan grande que de pronto el
Támesis se convirtió en una playa veraniega en un día tórrido, con cabezas flotando por
doquier, mi Frank pudo volver a nado y yo me agarré a un tronco pero el pequeño Tony,
así era su precioso nombre, jamás salió a flote… espero que su final haya sido rápido.


EDDY: ¿No es dable pensar que algún pescador lo hubiera sacado de ese hervidero?


CAMARERA: Ni una palabra, ni una señal, ni siquiera su pequeño cadáver apareció /
yo pasé allí toda la noche, y cuando amaneció vi su osito de peluche empapado en
petróleo, como si las entrañas del río lo hubieran expulsado. Yacía entre condones en la
orilla mugrienta y llena de basura. Me lo llevé a casa y lo lavé.


EDDY: Qué historia tan triste / lo siento mucho por vos, querida, al saber que el
infortunio se ha ensañado con quien era tan joven y bueno / dejando a otros más
merecedores del azote del destino libres para cometer los crímenes más impunes.


CAMARERA: El destino nunca se da donde debería, sino que parece elegirnos al azar
como sacados de un sombrero / igual que un bingo, si te toca el número, te jodiste.


EDDY: Ese osito que mencionaste, mi amor… ¿me dejás ver esa reliquia tan preciada?


CAMARERA: ¿En serio querés verlo?


EDDY: Sí, vamos a echarle un vistazo.
(Ella sale y entra con el osito).
Es extraño pero a veces he soñado con un osito como éste / nunca tuve uno, y sin
embargo me parecía extrañar esa cosucha peluda y mimosa, como si mi cuerpo
conociera esa sensación pero no mi cabeza / desde entonces siempre me han gustado las
cositas peludas. Vení, amorcito, ya has tenido tu cuota de sufrimiento y yo también, y si
bien el destino reparte mierda, también reparte oro, y encontrarte ha sido como dar con
el filón con el que jamás haya soñado, así que esta vez el destino ha sido amable / creo
que nos estábamos predestinados, ¿no te parece?


CAMARERA: Sí, precioso, y por una vez bendigo a los astros que en esta ocasión me
dan un hombre como éste / tenés los mismos ojos que mi Tony, verde y jade como el
mar.


EDDY: Tus ojos son como la luz del sol en el mar, chispeando contra las rocas más
profundas / tan azules y dorados.


CAMARERA: Tu cara es como la de todos los griegos / tallada en mármoles antiguos.


EDDY: Tu cuerpo es mullido como el de los cachorros, fuerte como el de las panteras.


CAMARERA: Vamos a la cama, cariño.


EDDY: OK.


PAPÁ:
¿Te parece que podría suceder
que la maldición cayera, certera como tenaza
que Ed mate a su propio padre,
para entrar como una fiera en la bombacha de su madre? Tuve que echarlo de casa.


MAMÁ:
Eso es algo que nunca sabremos, querido,
hasta el día en que de pronto veas
a un Eddy muy distinto del que nos es familiar.
PAPÁ:
Tenés razón, toda la razón… oh, Dinah
¿qué fue lo que hemos hecho / qué maldición tan nefasta
como un techo derrumbado nuestras cabezas aplasta?


MAMÁ:
Quién sabe, querido, qué malignas mentiras acopiamos
de las que no somos conscientes, habremos tal vez provocado
el pesar en algún lado, quizás causamos heridas, heridas que no cerramos.


PAPÁ:
No he hecho el mal en mi vida
siempre he sido honesto y recto
me cago en ese adivino
y su chiste cruel e infecto.


MAMÁ:
Es curioso que dos veces hayamos debido escucharlo
curioso que por vez segunda
otra cara años más tarde
tenga que haber pronunciado advertencia tan inmunda.


PAPÁ:
Quizás tendríamos que habérselo dicho, Dinah,
quizás deberíamos decírselo antes que Eddy se pierda
tendría que saber la verdad / o todo se irá a la…


MAMÁ:
Mierda, querés decir, no me hagas reír, ¿querés?
Ahora ya está, eso es cosa del pasado
es tarde para deshacer todo eso con palabras
el destino te hace actuar el rol que te han asignado.




SEGUNDO ACTO




Escena 1




EDDY: Ahora pasaron diez años, diez años que desparramaron sus hojas sobre nosotros
/ que nos bañaron de sol y de lluvia / que tensaron mis tendones para salir a combatir al
mundo. Mejoré la fortuna de nuestro cafecito merced a grandísimos esfuerzos, ayudado
por supuesto por mi dulce compañera / me deshice de la pereza y de las hazañas de
otrora / que alguna vez me hubieron parecido normales / forjé para la ciudad una era
dorada / los inservibles se extinguieron así como así al enfrentarse con auténtico jugo de
octano de alta potencia / los tahúres que todo el tiempo te hacían comer gato en vez de
liebre y te aguaban la sopa hasta el límite en que empieza a desaparecer la convicción de
que hay pescado en ella / se fundieron, y la gente famélica del genuino alimento para el
cerebro y las tripas, simplemente invadió nuestro café / los turros bola de grasa que
veías sentados sobre la pila de sus gastos del mes y sus hemorroides / llevaban
demasiado tiempo desafiando las exigencias del hambre que nos carcomía a todos / un
apetito de comida y bebida de verdad / sustancia real para el espíritu / y no esos niños
prodigios podridos y blanduchos que inundaban el país / pavoneándose y pedorreando
expresivas anécdotas en cenas tediosas organizadas con las ganancias de la estafa y de
la usura / creían ser la flor y no la nata, puaj, que es lo que eran / les dimos para que
tengan / murieron tratando de estar a nuestra altura / se esfumaron en masa.


ESPOSA: Diez años han pasado volando mientras el Carro de Apolo se complacía en
iluminar nuestros estíos con largos pasos de fuego, para derretir nuestras escarchas y
besar nuestras mejillas / el dios del hielo, con su anciana barba, ha abrazado nuestra
tierra durante diez inviernos en sus adamantinas tenazas de frío / y en primavera ha sido
desplazado a su vez por los ágiles pies de Ceres, Plutón y Dionisio, que lo echaron a
patadas / y en abril los arroyos fulguran susurrando entre rocas y cañaverales, felices
por fin de correr libres / por diez años ha hecho sonar tan espléndida sinfonía de vida su
melodía variopinta / ora triste, ora exaltada / derramando la savia de la vida en la
amapola fogosa y en el narciso, para luego devolverlos a su sueño de otoño / mientras
que nosotros, mi hombre -quiero decir- y yo, celebrábamos nuestro ritual privado en
noches de desmayo, unas tres mil trescientas sesenta y cinco veces.


EDDY: Mientras tanto yo iba con cada día y cada año anotando otro poroto en este
mundo nuestro / abriéndome paso a empujones / cortando uno o dos cogotes,
metafóricamente hablando, por supuesto, y demostrando hasta qué punto lo que este
mundo anhela es el poder, la clase y la forma, con un toque de talento de vez en cuando.
Curamos la peste aportando inspiración a nuestros platos / nos hicimos ricos dando más
y cobrando menos / con nosotros el viejo truco de las porciones controladas utilizado
por los ladrones rechonchos pasó a mejor vida / volvimos a meter carne en las
salchichas / ahora el mundo volverá a gozar de exquisito sabor / no más aserrín y
colorantes permitidos y mierda de gato que mejor serviría para tapar paredes que para
forrar el estómago / tan insalubre que las naciones allende los mares los prohibieron en
sus hermosos comercios y almacenes por miedo a que su fornida juventud cayera en el
trance letárgico tan típicamente británico, tan asiduamente visto en el metro en Oxford
Street, o en la línea de Piccadilly a las ocho de la mañana / un país semidormido y
drogado con tanta cosa fétida y bestial saliendo de los paquetes / confeccionados por
comerciantes que han transado con los rojos en un plan macabro para debilitar nuestras
defensas / darle de comer a todo un país mierda y bosta de madre y después verlos
desplomarse en montoncitos sobre la vereda / y así los astutos comunistas pueden
soplarlos para hacerlos caer como si fueran bolos / pero ahora en nuestra gran cadena de
restoranes le damos energía a la gente, les damos alimento para el espíritu y los
colmamos de intensos torbellinos de sabor a proteína / sandwiches del tamaño de un
puño pletóricos de jugosos trozos sonrientes / el país todo guiña un ojo y se vuelve
trastabillando al trabajo / no demasiado rápido / se necesita un tiempito para volver a
utilizar esos músculos que han pasado tanto hambre / flojos y rengueantes de no hacer
más que sostener la página del diario con los resultados de las carreras / y los ojos
abatidos de pasarse las semanas mirando los números en la quiniela / haremos que
puedan volver a trabajar, sin miedo, aunque puedan morir del shock en el camino / los
arrancaremos de los bares, sus dedos aún agarrados a la barra que tan bien conocen,
como los bebés que no quieren soltar la teta de la madre / somos nosotros quienes
debemos hacerlo / limpiar el mundo de bastardos hijos de puta aferrados a sus oscuros
mandatos, cerrándole el paso al talento al obstruir los accesos con sus carcazas
hinchadas y su fofa mediocridad / vamos a hacerlos volar por los altos cielos, o veamos
simplemente cómo se consumen mientras los millones vienen a nosotros.


(El Coro canta el himno anglicano “Jerusalem”.)


La Esfinge.


ESPOSA: La peste aún no ha terminado del todo. Sigue habiendo una plaga en la
ciudad, cariño, que se niega a desaparecer, causada, según dicen algunos, por un acto
espantoso que no ha sido purificado, y que sigue pudriendo el saludable cuerpo de
nuestro estado / la gente cae como moscas / asesinos armados disparan desde los ojos
reventados de los edificios y la muerte acecha en el aliento traicionero y fétido de los
amigos, cuyos ojos están borrachos de envidia y de codicia sólo de ver tus éxitos / la
gente te da la mano con un apretón blando por miedo a contagiarse. La enfermedad de
la inercia, y el “lo hago o no lo hago”, el país está anegado en químicos que licúan el
cerebro hasta el aburrimiento, hasta hacer más aburrido el aburrimiento de toquetear
unas caderas ya aburridas por la costumbre desde hace tiempo y los amantes tienen
miedo de acariciarse la entrepierna, no sea que las nuevas leyes de prevención de la
peste lo prohíban. Los negocios de masturbación inundan las calles comerciales, y un
buen taladro neumático en una fuerte mano derecha le puede asegurar a cualquier chica
un buen pasar, el país navega en el semen que lejos de batirse y endulzar los vientres de
las amantes se pierde en un Kleenex y muere en cabinas privadas de luces rojas.
Mientras tanto, hombres con barbijos blancos penetran el crisol sagrado donde podría
haberse deslizado una gota de vida, y munidos de escalpelos y bombas de succión
desgarran el fruto vivo y arrojan al río de las alcantarillas a los futuros Einsteins, Miguel
Ángeles, y a los futuros Eddys. La sangre y el plasma de la creación son barridos y
arrastrados con jadeos que repiten “no lo hagas” y que salen de los tiernos envases aún
insatisfechos.


EDDY: Así es como actúa la peste, en esta ciudad hay algo podrido que se niega a morir
/ he leído que una esfinge se ha instalado fuera de los muros de la ciudad atormentando
a todo el que pasa, dicen, y matando a los que no sepan resolver su extraño acertijo / sin
duda contribuye a desparramar el cáncer y la podredumbre, y aun así nadie puede
destruirla.


ESPOSA: Yo también oí eso, y además que puede disolverse en el aire a voluntad.


EDDY: Voy a ir a arreglar este asunto.


ESPOSA: Tené cuidado, amor / sos todo lo que tengo.


EDDY: No te inquietes, si he llegado hasta acá, si he sobrevivido a lo peor que el
destino era capaz de escupirme, también voy a salir de esto / no me esperes levantada a
lo mejor llegue tarde pero si no he vuelto al amanecer te veré en el cielo, y si no nos
encontraremos en el infierno.




Escena 2




La ESFINGE, fuera de las murallas de la ciudad.


ESFINGE: ¿Y tú quién eres, enano / migaja ínfima de guasca / gota que ha chorreado
sin querer de alguna verga / error en el medio de la noche? / has venido a resolver mi
enigma / el enigma de la esfinge / mejor que desaparezcas como un pedo, gusano, antes
de que te arranque la cabeza / te extirpe los ojos y te rostice la lengua / tú, nada, tú,
hombre / tú, insulto de la naturaleza, vete antes de que pierda la paciencia.


EDDY: No te tengo miedo… vieja arpía / no asustás a Eddy porque Eddy no se asusta
tan fácil / he dado una paliza a mejores que tú en los burdeles de Singapur / podrás
asustar a los débiles pero a mí no / si sólo existís para matar a los hombres / enfermedad
detestable / porque no podés amar / sin amor sólo te queda aterrar a los hombres / nadie
podría amarte / quién se atrevería a besar esa boca tuya si tu aliento hiede como un
prostíbulo de Hong Kong cuando desembarca la flota.


ESFINGE: Me haces reír, necio / deberías saber de los burdeles, que existen para
recoger tus últimos jirones borrosos / es necesario exterminar a los hombres antes de
que exterminen al mundo / piojo, tú contaminas la tierra / cada paso tuyo pudre lo que
hay debajo / transformas los mares en lagos muertos y los cultivos mueren por la peste
que es el hombre / vosotros sois la peste / dónde es que miras cuando deberías estar
mirando la imagen fantasmal en el espejo / la peste está adentro tuyo. Fabricas armas
para que te den la fuerza de la que careces / esclavizas azotas pegas y tiranizas empleas
tus fusiles, cadenas, bombas, aviones, napalm, estás tan solo y eres tan patético, el amor
que de ti venga significa esclavitud, dar significa sacar, amar equivale a coger, ayudar
es explotar, necesitan madres, hijos de puta, amar es esclavizar a una mujer para
convertirla en una vaca preñada que produzca carne de cañón para seguir matando /
jamás lograrás frenar tu peste / eres patético, inacabado, no como yo, nunca como
nosotras, una mujer, una esfinge. Todas las mujeres son esfinges. He tomado el poder
por todas ellas, yo soy el poder / podría fácilmente comerte crudo y escupirte en
burbujas / suelo devorar cosos como tú… oh, que me envíen hombres fuertes, larva
raquítica / miren lo que me mandan / héroes de pacotilla / cinéfilos de plástico /
idólatras de películas del oeste / un héroe punk / un fláccido / cerdo machista / violador,
mugre y mierda / oh, error de la naturaleza en la espectral alborada de los tiempos /
cuando las mujeres éramos mujeres, andróginas e íntegras, y podíamos reproducirnos
solas, pero en algún lugar y en algún momento un reptil abandonó nuestro cuerpo, se
alejó reptando y se hizo hombre, pero se robó nuestra bolsita de semillas y desde
entonces la pequeña viborita ha estado tratando de penetrar de vuelta, pero ya no la
queremos, lo único que necesitamos es su mugriento semen, mosquito… algo que a
ustedes les lleva sólo treinta segundos de vida y a nosotras nueve meses en los cuales
engendramos construimos alimentamos protegemos, nos hinchamos y después
amamantamos y lo damos todo. Mientras que ustedes escarban la tierra en busca de
tesoros, y se dedican a sus estúpidos juegos de hombres, mejor es que te vayas bípedo
costroso / no sos más que una verga seguida de una pila de bosta, me das pena / la
verdad es que me das pena / ya me he tragado mi ración de hombres esta semana / así
que vete / a cagar / leche putrefacta, roña, mierda / que te vayas, antes de que te
descuartice / vete a armar tus conspiraciones y tus planes, a herir, a explotar y violar,
oprimir y lastimar, invéntate un par de leyes infames, pedazo de carne encogida,
miserable pene indigno de confianza. Ni siquiera tienes nuestra capacidad de pasión…
yo puedo acabar diez veces por cada una tuya / ¿quieres probar, grandulón? Usted salió
de mi costilla, señor / ¿yo de la suya? ¡por favor! / la mujer fue Adán / ella fue la tierra,
la mujer es la marea / la mujer participa del movimiento del universo / nuestros cuerpos
obedecen a las fases de la luna… nuestros pechos se hinchan y se elevan y nuestra
sangre rica brota para decirnos que somos parte del movimiento de la naturaleza /
¿ustedes qué signos tienen? / ¿Cómo son capaces de darse cuenta de que están vivos? /
¿Acaso sangran / o se sienten patadas en el vientre? / ¿Existe alguna boca que haga salir
leche de sus pechos suaves? / ¿Pueden predecir el futuro? / ¿Pueden hacer algo? ¿Qué
signos tienen? / una cita con la muerte / la hora del ataque / incapaces de crear tienen
que destruir / yo soy la tierra / soy el movimiento del universo / soy líquido, fuego y
todos los elementos / mi voz puede subir octavas y comunicarse con los espíritus de los
muertos / mi piel es suave y aterciopelada y deliciosa para los que tienen un rostro
áspero y cuerpos duros y musculosos para trabajar, y afanarse en la faz de la tierra por
nosotras / el bien de la vida / la mujer / nosotras / el sexo / la esfinge, la vagina grande y
majestuosa, la gran boca de la vida / el sueño de los hombres en la dolorosa noche
solitaria / la dicha eterna por la que los hombres mueren y envidian y emulan / por la
que languidecen y sufren y enloquecen / así que vete, eres pequeño, insignificante, rajá,
gusano, o te partiré los dientes y te arrancaré los dedos / vete a sacudirla por ahí, o
métete una bomba por el culo, maldito pedazo de mierda repugnante, bastardo,
asesino… rajá, me das ganas de vomitar.


EDDY: Sin mí no valés nada / sin mí ni siquiera existirías / sin mí no sos más que un
agujero vacío en aullidos.


ESFINGE: ¿Cómo? Te crees que te necesito. Puedo necesitar leche, pero de ahí a
encamarme con la vaca… Te cultivaré y te fertilizaré y te mantendré en corralitos donde
no puedas hacer daño / ahora, tomátelas, pibe, me estoy poniendo nerviosa, agradecé
que por alguna razón muestre algo de compasión por tus patéticos intentos de heroísmo.


EDDY: Quiero resolver tu acertijo.


ESFINGE: Entonces te conviene saber que aquéllos que no pueden resolverlo mueren,
así que si no lo resolvés te voy a matar, te voy a arrancar la verga de un único
mordiscón antes de comerte vivo.


EDDY: Será un gusto / y si acierto / ¿qué gano?


ESFINGE: Puedes matarme.


EDDY: Entonces te cortaré la cabeza. Las mujeres hablan demasiado.


ESFINGE: Me parece bien. Sos un pedito muy valiente. Ahí va: ¿qué es lo que camina
en cuatro patas por la mañana, dos patas por la tarde y tres patas por la noche?


EDDY: ¡El hombre! En la mañana de su vida anda en cuatro patas, en la tarde mientras
es joven camina sobre sus dos piernas, y de noche, cuando está erecto para sus mujeres
esgrime su tercera pierna.


ESFINGE: Cretino, hiciste trampa para encontrar la solución.




EDDY: No, es sólo sentido común. Bueno, lamento tener que hacer esto, ya me estaba
encariñando.


ESFINGE: Ya me importa un bledo / a decir verdad ya estaba medio podrida de andar
asustando a todo el mundo y ser una esfinge / OK, cortála, nomás, y acabemos con esto.


(Él le corta la cabeza.)




Escena 3




EDDY: Ésa sí que podía hacer que no quisieras volver a ver una mujer en la vida / pero
no funcionó conmigo / amo a una mujer / la amo / simplemente la amo y la amo y la
amo / e incluso a ésa / podría haberla amado / amo todo lo que ellas tienen / amo todas
sus partes / amo cada parte que se mueve / amo su pelo y su cuello / amo cómo
atraviesan la cocina para poner la pava en el fuego / esa manera perezosa y familiar / las
amo cuando abren los ojos por la mañana / amo su piel suave de bebé / amo sus voces /
amo sus manos más pequeñas que las mías / amo acostarme sobre ellas y que se
acuesten sobre mí / amo sus dulces senos / amo sus pestañas y sus narices / sus dientes y
sus hombros / y sus risitas / y sus pasiones desaforadas y sus secreciones y su aliento
contra el mío por las noches / y sus ronquidos / y sus piernas cruzadas sobre las mías y
sus pies a la mañana y amo sus vientres y sus muslos y la manera en que cada parte suya
encaja en la mía / y amo la manera en que mi parte encaja en ellas / y amo sus cavidades
y articulaciones y rulemanes / y amo la estructura ósea de su cadera y esas partes
húmedas de amor que me requieren a gritos / amo sus estaciones y amo cómo duerme
cómo camina cómo habla cómo susurra cómo ama cómo canta y amo su espalda y su
cola cuando anida en mi cuerpo, que se vuelve sillón / y la amo por haberme tomado / y
por darme un hogar para mis agonías marchitas / mis deseos / mi amor / mis sueños / mi
dulzura / mi dulce / mi paz de espíritu / y amo derramar en ella todo mi amor con los
ojos bien abiertos y amo nuestra fatiga y amo sus rodillas y sus omóplatos y sus granitos
y amo que me espere y amo que me consuele cuando le cuento mis batallas mundanas
de todos los días - ¡y la amo la amo la amo y!


(Entra la ESPOSA.)


ESPOSA: Bien hecho mi amor, ahora todo irá bien / mi héroe… claro que sí / mi
valeroso y radiante caballero / mi león, ¡sí! Y yo soy tu compañera / mi león valiente y
dulce / y ahora para festejar vamos a invitar a cenar a tu querido viejo y tu señora
mamá, y reconciliemos los cuentos de hadas y los infortunios del pasado y seamos todos
felices hasta el hartazgo en hermosa dicha familiar.


EDDY: No me queda más que reírme cuando pienso en mis absurdos papis / encerrados
en su paraíso amuchado / y con cuarenta libras por semana, tomándose el 38 de Putney
a Walthan Cross, y haciéndose moler a golpes todos los sábados por la noche.


ESPOSA: Deciles que se vengan, Ed, para que aunque sea una vez veamos todos juntos
nuestro televisor color, o usemos el minicomponente, o veamos los videos caseros que
filmamos en la hermosa Ibiza y en Tebas, vos tirándote al mar azul cobalto brilloso, con
tu sonrisa haciendo brillar al sol refulgente tus dientes recién enfundados, invitalos a
gozar de nuestros mullidos sillones de cuero / vinos suculentos / mostrales nuestra
video, que graba los programas que tanto te gusta ver cuando llegás tan tarde después de
trabajar en tus chanchullos altruistas, y te sentás con el perro a tus pies y las alpargatas
de entrecasa… que disfruten del confort de nuestro baño con calefacción central…
nunca más el culo frío sobre una tapa de plástico, por el contrario, asientos forrados en
lana y cañerías hirvientes y vaporosas, escaleras con moqueta espesa, tan suave que
cada pisada es como una pradera exuberante. ¿Te parece que no les gustaría ver el
sommier, o quizás nuestro colchón de agua, que suele sacudir nuestras pelvis,
dulcemente ligadas la una con la otra? O la ducha fina como agujas, mostrale a tu mamá
las delicias de una cocina con triturado instantáneo de basura, basta de lavar los platos,
el tiempo se ha hecho para disfrutar de nuestra súper tarta de manzana.


EDDY: Voy a mandar al chofer a buscarlos / eso si es que mi papá ya se deshizo de ese
añoso mito de siempre que solía comerle el coco como una liendre, hablándole de
parricidio y de horrendo incesto / o algo que podría subtitularse como la historia de un
cretino que se coge a su madre / un cuento de terror para mandar a los chicos totalmente
locos a la cama y que se pasen la noche temblequeando en la oscuridad y las sombras, y
que años después se patinen toda la guita en el consultorio de un analista en Harley
Street.


ESPOSA: Cuando me contaste esa historia, Ed / no me entraba en la cabeza que un par
de adultos pudiera armar tanto alboroto por culpa de unos gitanos grasientos de feria / y
expulsarte así, a patadas, tan joven y rosadito, a este hervidero que es el mundo cuando
aún eras una criatura / a lo mejor fue una treta para echarte del nido.


EDDY: Quién puede saber lo que se cocina en las cabecitas traicioneras de repugnantes
papis y mamis, esos cerebros atestados de basura televisiva, de prode y de horóscopos a
medida / capaces de creer en cualquier cosa que leen y que salga de los culos efusivos
de los cretinos que redactan los titulares / pero qué importa, si eso me condujo joven y
vivaz hasta el trampolín y aprendí a zambullirme en un diestro clavado en la turbulenta
marea de la vida.


ESPOSA: Sos un tipo duro, eso es lo que sos, mi amor / sos un sobreviviente en la masa
comilona de dientes y cuchillos y ojos desorbitados ansiosos de arrancarte su tajada de
carne / lo lograste, y a pesar de todo seguís siendo un bombón / aún esbelto y con un
bronceado espléndido / el éxito no te ha puesto barrigón, ni ha hecho que se te ablanden
las nalgas ni te ha quemado una úlcera en las tripas / ni ha hecho de tu boca un cenicero
apestoso del que cuelga un eterno cigarro, como un sorete que no puede ser expelido y
que pende agónico hasta el fin / tu aliento dulce y meloso / tu lengua no se ha ensuciado
con el sarro de esos banquetes pantagruélicos para los que se dan cita los artistas de la
estafa que ostentan anillos de bijouterie y esposas densas como bosta de cerdo / que se
la pasan sentadas en su casa masturbándose o jugando a la canasta con otras viejas
subnormales cuyo único ejercicio consiste en levantar el brazo para chillar “taxi” en las
puertas de Harrods / sos dulce, y tu cuerpo es como un río que fluye y fluye y fluye
dentro de mí / se mueve como un río que fluye… tus músculos serpenteantes me
conducen río abajo, por tu suave y duro río que fluye / cuando estoy en tus brazos me
siento arrastrar por esa corriente infinita y entonces llego al mar, y el mar me levanta, y
una ola me envuelve, me revuelco en tu ola y después soy depositada una vez más para
ser recogida en el momento que tu ola volcánica vuelve a recolectarme como un pedazo
de océano, cuando las dulces punzadas de tu deseo se clavan en su bocado, ahí soy
barrida hacia lo alto, recogida, succionada y revuelta en medio de un río enfurecido y
tormentoso… Me encanta tu cuerpo, me encantan tus dedos de un lado para otro y
tocándome y apretándome y encontrando y buscando y retorciendo y recogiéndome
para tus dulces accesos de lujuria… y entonces, y entonces, y entonces… tu cuerpo es
como un árbol… como ramas que se contorsionan y se quiebran… como una ola como
un viento como un animal como un león… dulces y feroces los accesos de lujuria van
creciendo, mi amor… crecen para que pueda fluir tu dulce semen… crecen y el aliento
del león es tórrido y el abrazo que me atrapa es cada vez más firme y más feroz y
entonces y entonces sé que estás temblando, sacudiéndote, estremeciéndote… oh, el río
fluye, oh… fluye, oh, me inunda… mientras vibras tu temblor se inyecta en mí… oh,
estoy fluyendo con el río en ese flujo húmedo y cálido y suculento… me convertís en
flujo y me inundás… y el temblor y el estremecimiento y el sacudón y la vibración,
muy, muy suavemente… suavemente acaba mientras pasa lentamente la tormenta… se
apaga… despacio… tronando en la distancia… despacio se hace menos ígneo el aliento,
más suave y más sedoso y el sudor en tu espalda y sedoso en tus muslos y tibio entre
nuestros muslos… oh / mi vida mi amor / oh amor, tesoro / oh dulzura, caramelo / oh el
cielo, el ángel mío / oh amado esposo mío.


EDDY: Más despacio, esposa querida / qué ruido es ése / deben ser los desgraciados de
mis papis / que interrumpen el encantador flujo del perlado verbo de tu boca, tan rico y
abundante que hace correr mi sangre a la entrepierna para poder fabricar húmedas
mareas de amor.




Escena 4




(Entran MAMÁ y PAPÁ.)


PAPÁ: Pero mirá vos qué bien le fue / la verdad que te fue muy bien, hijo / estoy
orgulloso. Se ve que saliste a mí, por la calidad y la clase.


MAMÁ: Más salió a mí, a su mamita querida, y no a este pedo mojado que se hace
llamar papá.


PAPÁ: No hables así delante de la esposa de Eddy, masa informe de tetas caídas, culo
flojo, bruja delirante, raquítica y recalcitrada.


MAMÁ: No me vengas a hablarme del cuerpo / los años han marchitado mi delicada
belleza pero a vos van a tener que cremarte porque tu carne envenenada va a contaminar
la tierra y va a malograr las cosechas a escala global / sos la muerte caminando en dos
patas atestadas de várices y un suspensor para la hernia.


PAPÁ: Ay, chiquita, me faltan palabras para vos… desde que te violó esa pandilla de
negros borrachos… eran una docena, si no conté mal, y esas tronchas engrosadas
soltaron sus doradas ráfagas de espuma en la noche densa y sulfurosa, desde ese mal
trago no volviste a andar bien de la cabeza… Ya sé que esa noche fue para vos dos
veces oscura y aterradora, y sospecho que pueda ser la causa de esa lengua indecente y
maldita que como una víbora venenosa anida bajo una piedra húmeda y sucia que se va
pudriendo.


EDDY: Hola pa, hola ma, qué lindo volver a verlos.


MAMÁ: Ay, Ed, esto es precioso, y ésta es tu encantadora esposa / oh, qué hermosa, oh,
es linda.


ESPOSA: Bueno, gracias, usted también me parece encantadora.


MAMÁ: Oh, gracias. Qué amable, buenos días, no hay de qué.


ESPOSA: Por favor, pónganse cómodos, considérense en casa, me alegro tanto de
conocerlos. ¿Cómo fue el viaje? ¿Cómo anda todo en casa? ¿No les parece que refrescó
un poco? Ya se nos viene encima el invierno. Qué jóvenes que se ven. Se los ve muy
bien. Están más flacos. ¿A dónde piensan ir de vacaciones? ¿Usted usa Fablon en la
cocina?


MAMÁ: Tiene una casa preciosa, de verdad, preciosa, preciosísima. Hay gente con
suerte, hay gente que sí la pasa bien. Algunas madres también. Bueno, quiero decir eso
se nota, en serio se nota. Del aburrimiento surgen los pensamientos más enfermizos. Es
un buen tipo, de verdad, por dentro… cuando lo llegás a conocer, es un encanto,
¿estuvieron afuera este año? No hay peor ciego que el que no quiere ver, querida.


EDDY: Y bien, qué dicen de nuevo, viejos / sangre de mi sangre / de tal palo tal / fruto
de tu / che, cómo anda el viejo barrio / en el que una vez la más grosera de las
violencias acechaba en las calles mugrientas, en esa época en la que las patotas
asquerosas estaban al pedo en las esquinas de los bares viejos como moscas en la
carroña / ¿todavía se puede caminar de noche por la calle? ¿O se cagan los fideos en los
pantalones cada vez que ven una sombra, no vaya a ser que se trate de un chorro escocés
dispuesto a forrarse con la guita que el otro ganó rompiéndose el orto?… por estos lares
sí que hay paz. Por qué no se las toman de una vez de ese departamento donde las
meadas de los mocosos infectan el ascensor que habrá de llevarlos hasta el palomar en
el piso veinticinco, y se viene a vivir con nosotros, o es que todavía tienen miedo de esa
vieja maldición / esa sarta de disparates gitanos, que con tanta avidez se tragaron /
aunque secretamente se me hace que les sirvió de excusa para rajarme del seno materno
y ahorrarse unas monedas / siempre decían que terminaría echándolos de casa / por aquí
incluso los caniches cagan prolijamente soretitos redondos que se apilan con discreción.
Y las chicas con cama pasean chiquilines por los parques verdes y floridos / por estos
lares no pasa gritando la camioneta del heladero / todo está tranquilo / sólo el siseo
sobre los céspedes color esmeralda, más corto y pulcro que las cabezas afeitadas de los
astronautas / y en la paz de la tarde el tonto charloteo de las congestionadas cuerdas
vocales de nuestros acomodados vecinos brota de los jardines mientras se bajan por el
garguero, en las noches de verano, media docena de gin-tonics. Simpáticamente
exhaustos después de haber pasado todo el día robando deshonestamente en el centro.
Así que vengan y quédense. Serán muy bienvenidos, y no se olviden de traer al gato,
siempre habrá lugar aquí para el minino.


PAPÁ: No, hijo, aunque mil veces gracias. Sos muy bueno con nosotros… qué atento /
bendito seas, no hay de qué, buenos días, pero estamos acostumbrados a lo que hay, no
se le puede enseñar una gracia nueva a un perro viejo, un poco cascado pero uno es tan
viejo como uno se sienta, y yo me siento como un viejo pedo gastado… conocemos las
caras familiares / nuestros vecinos de mierda / o el tipo que cobra las cuotas de la
heladera y el televisor todas las semanas / las frecuentes comidas a domicilio ahora que
estamos viejos, todas las trampas familiares que nos tienen agarrados / ahora que el
estado ha exprimido hasta la última gota de nuestra vida laboral activa se nos da una
pensión y algo de seguridad a cambio de una firmita / ahora que mi jefe, dios lo
bendiga, descansa en su butaca gordo y pringoso / no es que me importe, se lo ganó
merced al curro y la astucia / bendita sea su suerte / me dio cincuenta libras cuando me
jubilé, qué generoso, y un reloj con quince piedritas / qué orgulloso me lo puse / y qué
importa si tengo amianto en los pulmones / qué importa si tengo carbonilla en la sangre
/ qué importa si el plomo me envenenó el cerebro / qué importa si las máquinas han
acabado con mis nervios / qué importa haber perdido dos dedos en la prensa / qué
importa si me estoy quedando sordo por las sierras de acero / qué importa si perdí un
pulmón en Dunkirk por nuestro viejo rey / lo volvería a hacer / te aseguro que volvería a
hacerlo / qué importa si nuestro querido estado no me dio un carajo por ello / qué
importa que se anden paseando en sus Rolls Royce / y que sus niños regordetes salgan
brincando en sus patitas de chanchitos / qué importa que roben y asesinen y con total
impunidad / qué importa si nuestra querida familia real no paga impuestos / son nuestros
mascarones de proa, compañero / qué importa si me muero de hambre esperando el
cheque que a veces te olvidás de mandarnos cuando estás demasiado ocupado dando
festicholas, que te olvidás de tus ancianos mami y papi… ¡hijo!


MAMÁ: No le hagas caso, Ed, está un poco chiflado desde que lo jubilaron / anda
siempre deprimido y refunfuñando. Cuando te quejes, acordáte de los que están peor
que vos / por ejemplo, esas madres cuyos dulces frutos de su vientre santo / ese
montoncito tibio y precioso, lleno de risa y de alegría / les ha sido robado por algún
maniático sexual. Merodean la ciudad… hay tantos por ahí / hoy en día no se puede
agarrar el diario sacamocos sin toparse entre tantas tetas y resultados de las carreras con
las fotos de gente carbonizada y quemada y con los miembros rotos… la mirada fija de
algunos niños / a uno lo quemaron con colillas de cigarrillos / a otros los molieron a
golpes hasta dejarlos azules / gritos por las noches / vecinos demasiado asustados o
pegados a las series de la tele como para oír los gritos entumecidos que acuchillan las
paredes como manos extendidas pidiendo ayuda / y hay más, bebés con los labios
partidos, sus costillitas destrozadas por sus papás contagiados de la peste británica que
les suelda el cerebro y pone vitriolo en sus corazones / chicos encadenados horas y
horas a sus camas y otros gatean entre pis y caca… y mamá va y les da su paliza y papá
los surte del derecho y del revés… una criatura con los pezones casi calcinados… por
no hablar de ese papá que agarró a su pequeño inocente y le dio la cabeza contra la
pared hasta hacerle saltar los sesos… ¿qué sueños habrá tenido ese chico mientras sus
grises pensamientos resbalaban sobre el empapelado?… después aparece el juez y
dice… “bueno, ya se puede ir, en el fondo es una buena persona”… y ahí va él a festejar
en el bar más decadente con su mujer… y arriba y abajo y a lo largo y a lo ancho se
preparan los cintos, y a bebés y niños y muchachos se los endereza, a latigazos, se los
azota para que obedezcan, el país está lleno de pervertidos, me parece a mí / la peste
sigue floreciendo, nene.


EDDY: ¿La peste, mamá, / aún sigue ahí? Nunca me hiciste nada parecido / no hacías
más que darme buñuelos y mermelada / pañales de tierno amor y caprichitos y juegos y
cuentos que me leías. Y guerras de almohadas y un paseo en la espalda de papá y
jugábamos a la escondida en el jardín, y yo andaba en mi triciclo. Me dabas diez
tostadas todas las mañanas y leche chocolatada después del colegio… estaba lustroso, y
como esos chicos que tienen un largo camino por delante, avanzaba por un sendero
llamado felicidad con la boca manchada de mermelada y los dedos pegajosos de
facturas con dulce / un papá que me llevaba en el caño de la bicicleta y que jamás
amagó siquiera a darme una cachetada, ni abrió sus ojos de odio en pos de vengar
ninguna oscura inclinación coloreándome la cara de verde botella o de azul amoratado.
¡No! Corríamos carreras en la pileta municipal. A ver quién resistía más bajo el agua. Y
me llevaba al cine todas las semanas a ver los dibujos animados.


PAPÁ: Se te quería, hijo / quisimos darte amor / te amábamos, hijo. Esas cosas… las
manos abiertas agarrándote por los hombros y un apretón al final… palmaditas en la
cabeza y revolverte el pelo con la mano, el puño cerrado acariciándote apenas el
mentón… o alentarte cuando no podías hacer alguna cosa porque eras bastante bruto…
No quería que nos odiaras.


EDDY: ¿Odiarlos? Jamás usé esa palabra, nunca me faltó mi platita cada semana ni el
cine todos los sábados. ¿Qué querés decir? ¿Que me amaban porque tenían miedo de
que los odiara? ¿Porque la maldición de aquel gitano les retumbaba en los oídos?
Vamos a asfixiarlo de mimos y cariños para que no se le vaya a ocurrir lastimar a su
viejo, no me hagan reír… me habrían querido igual sin la podrida maldición / soy carne
de su carne y sangre de su sangre, es natural.


PAPÁ y MAMÁ: Pero vos no sos hijo nuestro, hijo.


EDDY: MIERDA, LARGUEN EL ROLLO / VOMÍTENLO TODO / ABRAN EL
PICO Y QUE SALGA TODA LA MIERDA ANTES DE QUE ME CAGUE EN LOS
PANTALONES. EN OTRAS PALABRAS, DENLE A LA SINHUESO Y HABLEN.
QUIERO SER TESTIGO DEL SERMÓN. NO SOY HIJO DE USTEDES. OH, QUÉ
DOLOR DE HUEVOS.


ESPOSA: ¿No me diga que Eddy no es el fruto verdadero de sus muslos bañados en
sangre, que no salió de sus entrañas cubierto de cálida y pegajosa placenta, que no es la
chispa en los ojos de su padre en la noche centelleante cuando separó las piernas de su
mujer y descargó un chorro de caliente semen, que no la contempló como a un imán o a
una estrella, o a una piedra preciosa en el rabillo del ojo / que no jadeó ni se le aceleró el
pulso para producir este encantador pedazo de hombre súper delicioso, esta maravilla,
macizo, adorable, este semental / que no la vio caminando de espaldas y le vinieron
ganas de agarrarla por el culo y descargar la correspondencia en la ranura húmeda y
maravillosa de su buzoncito?


MAMÁ: No, me temo que no.


ESPOSA: Carajo.


EDDY: Qué importa si soy adoptado / me importa una teta de mono.


PAPÁ: Fue así. Llantos y gemidos, alaridos y gritos. Yo estaba pescando cerca de
Wapping, justo debajo del mirador de Whitby… un domingo apacible (te pesqué, qué
sorpresa, un hijo, lo que más deseaba) tiré la línea, mientras los viejos cargueros
zarpaban hacia Southend. El viejo puente de la Torre de Londres se abrió para dar paso
a las chimeneas de los barcos, como una vieja puta perezosa del East End abriendo sus
muslos… en cubierta gozaba del sol la gente de Bow, Whitechapel e Islington, con sus
trajes ordinarios y sus collarcitos, todos bailando un poquito en la cubierta, los barcos
oscilando, la cerveza como un río generoso… nosotros saludando desde las orillas
mientras el viejo vapor corta el viejo y sucio Támesis, haciéndonos llegar sus olas, y
sacudiendo a su paso nuestras barquitas. Cuando de repente, hijo / el sol en lo alto,
Hitler que dejaba de ser un problema. Hace calor. Churchill está al mando, por fin hay
paz. Veinte millones muertos, incluidos mis dos chicos, en la radio suena “nos
volveremos a ver”, y “las yeguas comen avena y los ciervos comen avena y los
corderitos comen hiedra”, ¿te acordás? De pronto en esa calurosa tarde de agosto -no
había bananas en los negocios y las golosinas estaban racionadas- acababan de aparecer
las fotos de Auschwitz / miles de cuerpos entrelazados como spaghettis / todo hecho en
nombre de Adolf / de repente en el tórrido día azul… están todos nadando, miralos,
mirá toda la sangre y el petróleo, mala combinación, el cielo súbitamente ennegrecido.
Una detonación infernal, y la carbonilla empieza a caer sobre nosotros, junto con
pedazos de cuerpos, todos los peces muertos de infarto, vamos a dar una mano. Mirá,
vamos a buscar ayuda, todos en el agua. Una odiosa bola nazi atestada de promesas de
dolor y de nombres de futuros muertos hizo volar el barco de paseo hasta la luna, y
ahora todos volvían a caer en un amasijo mortal de cerveza y copetines… vamos… “Te
voy a dar una mano”. Los estuvimos sacando toda la noche, los demás se hincharon
como monstruos de feria. Ánimo, mamá, no se inquiete, aquí tiene una taza de té,
¿dónde está su Juancito?… bueno, bueno, ya va a ver que todo va a salir bien… ¿sabe
nadar? No… oh. Lo encontraremos... ¿no es cierto, muchachos?... vamos a encontrar al
pequeño sanguinolento… pasame tu linterna, Bert, sí, es una anciana, déme la mano, la
voy a sacar… oh, no, es un muñón, se quedó en el agua… qué maldito puede haber
hecho esto… más frazadas… traigan más té… somos muy pocos… no hay gente
suficiente para dar abasto, ¿quién puede haber hecho algo así? ¿Qué clase de monstruo
perverso puede haber empezado toda esta mierda?… si estuviera delante mío agarraría
un cuchillo de carnicero y lo cortaría en finas tiras y se las tiraría a las ratas del río, y a
cualquier hijo de puta que lo hubiera ayudado lo bañaría en un piletón de ácido…
cuando todos se fueron y finalmente amaneció vimos lo que parecía ser un muñeco
agarrado a un pedazo de madera pero al acercarnos vimos que se trataba de un mocoso
de unos dos años que luchaba como Satán aferrándose con su manito a un enorme oso
de peluche grasiento, que sin duda lo ayudó a mantenerse a flote. Tiramos el osito de
vuelta a la mancha de aceite, y alzamos a la criatura que chorreaba petróleo como si
fuera un negrito, no había nadie alrededor así que nos lo llevamos a casa y lo lavamos /
era precioso / y mamá estaba como perro con dos colas viendo a esa pelota rechoncha y
monona / “no quiero devolverlo”, dijo Dinah, “¿es necesario?”, preguntó. “No”, dije
“igual su madre pensará que ha muerto” / así que dejemos que lo siga pensando / “pero
imaginate”, solloza Dinah, “cómo va a sufrir su mamá verdadera, cómo lo va a extrañar,
consumiéndose de agonía, llorando por esta porción de carne de sus entrañas, tan dulce,
tan suave, tan preciosa” / “está bien”, digo yo, “nos lo vamos a quedar por un día y
después vamos y lo devolvemos”. Un día que después se hicieron dos / y al cabo de una
semana pensamos que el shock sería demasiado fuerte y que la madre legítima ya se
habría resignado a tan triste pérdida.


ESPOSA: Oh, mierda, bosta y la concha de su madre. Acabo de mearme encima. (Se
desmaya.)


EDDY: Mi queridísima esposa y ahora mi madre, según parece, esta señora era
exactamente aquélla a la que le robaron el bebé / me contó la mismísma amarga historia
en la que perdió a su Tony y si es que ustedes lo encontraron entonces yo soy él, ése que
ustedes encontraron y que le pertenecía a ella era yo. Eso que te robaste y que le diste a
ella antes era de ella… me alegro de verlos, buenos días, entonces yo vengo a ser la
masa de carne chapoteante que salió del pubis de mi amada esposa, / oh ratas de la
mierda / ustedes sí que abrieron la caja correcta esa vez, ¿no?, levantaron una piedra que
ojalá hubieran dejado como estaba, con toda esa cosa horrenda, negra y pegajosa
intacta, y no carcomiéndome el cerebro. Así que el hombre al que verbalicé a muerte era
mi padre / el hombre en cuyo cerebro mis palabras hicieron estragos como una metralla
de filosos bordes / era mi propio origen, oh pestilencia y brujería, los ojos se quiebran,
se destrozan, se resquebrajan, en medio de enorme salpicada… / ¿Quién se ríe? Yo que
quiero limpiar la ciudad / que detengo a la peste que destruyo a la esfinge / yo era el
origen de tanto hedor / el hombre de principios resulta que se garcha a su madre / oh,
jamás volveré a saborear la dulzura de la almohada de mi querida esposa… nunca
más… nunca… así que salí corriendo de mi adorable nidito, antes tan lleno de amor y
ahora desbordando horrores / el horror del incesto, de pobres bebés en camino que si
llegan a venir sin duda se transformarán en monstruos de seis dedos, de dos cabezas /
pobre Eddy. Oh, esta locura retorciéndome el cerebro / deambulé por las calles podridas
y apestadas y fui testigo de tantos viejos y tantos acabados / esas caras curiosas mirando
fijo desde sus inertes alojamientos de vinilo / las sombras trémulas de los televisores /
me senté en cafés y pensé en mi esposa, tan deseada, tan suculenta, acaramelada y
mientras estaba sentado con la mirada fija en esas caras reumáticas y esas almas muertas
con sus esposas verdaderas enquistadas para siempre en un yeso de monótono
compromiso, mi propia esposa me parecía una princesa / fijé su imagen en el horizonte
como una luna en cuarto creciente y me perdí para siempre en la contemplación del
espacio / y cuando el café cerró me quedé ahí sentado mirando, para siempre, para
siempre, hice correr por mi mente todas las combinaciones posibles de su rostro y su
sonrisa y sus ojos y cada gesto y cada curva de sus labios, me quedé sentado
proyectando su imagen sobre la luna y repasé cada página de nuestra vida juntos como
una enorme biblia de eventos mágicos, examiné cada rasgo de su paisaje y devoré cada
una de sus partes y amé cada una de las partes que sumadas daban como resultado esta
criatura, mi esposa. Y entonces la luna viró al rojo sangre / las nubes atravesaron su cara
a la carrera y fueron sus cabellos y luego sus ojos y los vientos arrastraron su cabello
sobre el rostro / como cuando paseábamos juntos por los campos y los bosques, cuando
los árboles se estremecían y el sol nos besaba y el universo nos envolvía en su capa de
estrellas y de lluvias y de hierba aplastada, y de helados y té y dedos entrelazados /
abrazame fuerte / abrazame bien y yo te sostendré en mis brazos para no soltarte jamás,
abrazame, qué importa que seas mi madre, te amaré aunque sea tu hijo / ¿acaso nos
causamos algún dolor, acaso nos matamos uno al otro, acaso mutilamos o somos
asesinos, acaso nos herimos perversamente? Sólo amamos, así que no importa madre,
madre no importa. ¿Por qué tendría que arrancarme los ojos a la griega, por qué tendrías
que ahorcarte? / ¿has visto algún niño nacido de madre e hijo? / no. ¿Y yo? Tampoco.
Entonces, ¿cómo sabemos que es tan malo?, ¿es necesario que me torture tanto?
¿Quién…? ¿Yo? Con uñas y dedos arrancar y recoger estas bolas tiernas y tibias de
temblorosa gelatina empapada en sangre. Edipo, cómo pudiste hacerlo, no volver a ver
la cara áurea de tu mujer, no volver a posar en ella tus ojos, ni ella los suyos en vos.
¿Qué pecado he cometido? Yo soy la plaga infecta, arrancátelos, Eddy, destripalos,
sacátelos a cucharadas como si fueran bolas de helado, una leve presión de los pulgares
detrás de las órbitas y apretar, arrancalos y estiralos hasta que se corte el nervio. Cae la
oscuridad. A la mierda con todo. Prefiero desandar corriendo el camino y arrancar las
sábanas, contemplar el cuerpo dorado de mi mujer y trepar hasta su santuario, trepar y
entrar en él hasta que sólo se me viera la cabeza y esconderme allí a salvo y
reconfortado. Sí, quiero volver a entrar en mi mamá. ¿Qué tiene de malo? Es mejor que
andar metiéndole un cartucho de dinamita a alguien en el culo y que encima te den una
medalla. Así que vuelvo corriendo. Corro y corro con el pulso a mil y los pies molidos,
es amor lo que siento, es amor, qué importa la forma que tenga, es amor lo que siento
por tus senos, por tus pezones que he chupado dos veces / por tu vientre dos veces
conocido / por tus manos dos veces acariciadas / por tu aliento que he olido dos veces,
tus muslos, tu concha dos veces conocida, una vez con la cabeza por delante y otra vez
más aun, esta segunda con la verga, amada vagina de mi bendita madre esposa /
amorosa fuente de tu esencia / puerta de salida del paraíso / de entrada al cielo.


(Apagón.)