El Oso
Antón Chéjov
Personajes:
Elena,
terrateniente
Gregorio,
terrateniente
Lucas,
mayordomo de Elena.
La
escena transcurre en la sala de la finca de Elena.
Lucas-
No está bien señora… No está haciendo más que arruinarse la
vida… La
mucama
y la cocinera salieron a recoger frutos silvestres. Toda criatura
viviente está
alegre,
hasta la gata sabe lo que es bueno; pasea por el jardín y caza
pajaritos…
mientras
que usted, ¡todo el día en su cuarto, como en un convento… y
ningún placer!
Pero,
¡en serio, ya va para un año sin salir de la casa!
Elena-
Y nunca voy a salir… ¿para qué? Mi vida ya está terminada. Él
está en su tumba
y
yo me enterré entre estas cuatro paredes… Ambos hemos muerto.
Lucas-
¡Así es! De verdad, mejor no la escucho… Nicolás se murió y
muerto está. Es la
voluntad
de dios… que en paz descanse… ya lo lloró. Ahora basta. Todo
tiene su
límite…uno
no anda llorando y de luto un siglo entero… Mi mujer también murió
a su
tiempo…
¿y qué? Lloré un mes entero y para ella es bastante. Pero,
¿pasarse llorando
un
siglo? Nadie vale tanto. Se olvidó de todos sus vecinos… No va a
visitarlos, ni deja
que
ellos vengan aquí. Vivimos, con perdón, como arañas, no vemos ni
la luz del día,
mi
libreta se la comieron las ratas… si no hubiese en los alrededores
buena gente lo
comprendería,
pero todo el distrito está lleno de caballeros.
Muy
cerca de aquí hay un regimiento. Allí los oficiales, ¡un
bomboncito puro! Uno no
se
cansa de mirarlos. Y en los campamentos, todos los viernes hay baile
y casi todos los
días
la banda militar hace música… ¡mi señora! Joven, bella,
regalando su salud…no le
falta
nada para vivir a gusto… ¡Pero la belleza tampoco nos la dan para
una eternidad!
Pasarán
unos diez años y usted misma tendrá ganas de pasearse como un pavo
real por
delante
de los señores oficiales y echarles tierras a los ojos, pero… ya
será tarde.
Elena-
¡Te pido el favor de no volver a hablarme nunca de esas cosas! Desde
que murió
Nicolás,
la vida para mi perdió todo valor. Te parece que estoy viva, pero
eso es sólo lo
que
te parece… juré no quietarme el luto hasta la tumba y no ver mas
la luz del día…
¿Me
oíste? Que su sombra vea cómo yo lo quería…Sí, sé que no es un
secreto para vos
que
en ocasiones él era injusto conmigo. Cruel. Y… y hasta infiel.
Pero yo voy ser fiel
hasta
la tumba. Y le voy a mostrar cómo sé querer. Allá verá que yo
sigo siendo
exactamente
la que era cuando él vivía.
Lucas-
En lugar de hablar así sería mejor que vaya a pasear por el jardín,
o que enviara
a
ensillar a Toby y vaya a visitar a sus vecinos.
Elena-
¡Ah!
Lucas-
¡Señora, mi señora! ¿Qué le pasa? ¡Que dios la proteja!
Elena-
¡Él quería tanto a Toby! Siempre iba con él a casa de los
vecinos. ¡Y qué
maravillosamente
guiaba! ¿Recordas? ¡Toby, Toby! Ordena que hoy le den doble
porción
de avena.
Lucas-
Si, señora.
Se
oyen las campanillas que llaman bruscamente.
Elena-
¿Quién es? ¡Decile que no recibo a nadie!
Lucas-
Si, señora. (Sale)
II
Elena,
sola
Elena-
Vas a ver, Nicolas, cómo sé querer y perdonar… Mi amor se
extinguirá junto
con
mi vida, cuando deje de latir mi pobre corazón, ¿y no te da
vergüenza? Yo, tu fiel
mujercita,
me encierro bajo candado y te soy fiel hasta la tumba… y vos… ¿no
te da
vergüenza?
Me engañabas, me hacías escenas, me dejabas sola durante semanas
enteras…
III
Elena
y Lucas
Lucas-
Elena, hay alguien que pregunta por usted. Quiere verla…
Elena-
¿Pero no le dijiste que desde el día de la muerte de mi esposo no
recibo a nadie?
Lucas-
Se lo dije, pero él no quiere escuchar. Dice que es un asunto de
mayor
importancia.
Elena-
¡Yo no re-ci-bo!
Lucas-
Se lo dije, pero… ¡es un monstruo!.. Insulta y se abalanza hacia
adentro… ya
está
en el comedor…
Elena-
Está bien. Decile que pase... ¡Qué mal educados! (Lucas sale)
¡Pero, qué cargosa
es
esta gente! ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué perturban mi
tranquilidad? Parece que
tendré
que recluirme en un convento (suspira); si… en un convento…
IV
Elena,
Lucas y Gregorio.
Gregorio-¡Estúpido,
te gusta hablar de más!..¡Burro!.. Señora, tengo el honor de
presentarme:
teniente de artillería retirado, terrateniente Gregorio Smirnov. Me
veo
obligado
a molestarla por un asunto de mayor importancia.
Elena-
(Seca) ¿Qué desea?
Gregorio-
Su difunto esposo, al que tuve el honor de conocer, me quedó
debiendo dos
pagarés,
por mil doscientos pesos. Como mañana tengo que pagar los intereses
en el
Banco
Agrario, le agradecería a usted, señora, si me devolviese ese
dinero hoy mismo.
Elena-
¿Mil doscientos?.. ¿Y de qué es esa suma que mi esposo le ha
quedado
debiendo?
Gregorio-
Me compraba la avena.
Elena-
(A Lucas) Entonces, Lucas, no olvides decir que le den a Toby doble
porción de
avena.
(Lucas sale) (A Gregorio) Si Nicolás tenía una deuda con usted, ni
qué decir
tiene
que yo le pagaré; pero, perdóneme, hoy no tengo el dinero
disponible. Pasado
mañana
volverá de la ciudad mi administrador y ordenaré que se le sea
pagado lo que se
le
debe; pero mientras tanto no puedo complacerle… Además, hoy se
cumplen siete
meses
de la muerte de mi esposo y estoy en tal estado de ánimo que no me
siento
dispuesta
para ocuparme de asuntos de dinero.
Gregorio-
Y yo ahora estoy en tal estado de ánimo que si mañana no pago los
intereses,
tendré
que salir volando ¡Me van a embargar mi campo!
Elena-
Pasado mañana recibirá su dinero.
Gregorio-
Necesito el dinero hoy, no pasado mañana.
Elena-
Perdóneme; hoy no puedo pagarle.
Gregorio-
Y yo no puedo esperar hasta pasado mañana.
Elena-
Pero, ¡Qué voy a hacer si hoy no tengo!
Gregorio-
¿Entonces no puede pagar?
Elena-No
puedo…
Gregorio-
¡Humm!.. ¿Es su última palabra?
Elena-
La ultima.
Gregorio-¿Definitivamente?
Elena-Definitiva.
Gregorio-
Muchas gracias, entonces ¡Después quieren que yo conserve sangre
fría!
Acabo
de encontrarme en el camino con el recaudador fiscal, quien me
preguntó: “Pero,
¿por
qué está usted siempre enojado, Gregorio Smirnov?”. Dígame, por
favor, ¿Cómo
no
me voy a enojar? Necesito ese dinero a muerte… ayer salí de mi
casa apenas
amaneció,
visité a todos mis deudores, ¡y no hubo uno que pagara su cuenta!
Me cansé
como
un perro. Tuve que dormir quién sabe dónde, en el figón de un
judío, al lado de un
barril
de vino…Por fin, después de hacer setenta kilómetros llego aquí,
esperando
cobrar,
¡y me recibe con estados de ánimo! ¿Cómo no voy a enojarme?
Elena-
Me parece que lo dije bien claro: en cuento mi administrador regrese
de la
ciudad,
usted cobrará.
Gregorio-
¡No vine a ver a su administrador, sino a usted! ¿Para qué
diablos, con perdón
de
la palabra, necesito yo a su administrador?
Elena-
Perdóneme, caballero no estoy acostumbrada a esa insólita
expresiones ni a ese
tono.
No lo escucho más. (Sale rápidamente)
V
Gregorio,
solo
Gregorio-
¡Por favor! ¡Estado de ánimo!..¡Hace siete meses que murió su
marido! Pero
yo,
¿Tengo que pagar los intereses o no? El administrador se fue a quién
sabe dónde,
pero,
¿Qué quiere que haga? ¿Escapar de mis acreedores volando en
globos? ¿O salir
corriendo
y estrellarme la cabeza contra la pared? Voy a ver a Lopez, no está
en casa.
Martínez
se esconde. Walger está enferma de cólera. Y ésta… ¡el estado
de ánimo! ¡Ni
un
solo canalla me paga y todo porque los mimé demasiado, porque soy un
trapo! ¡Soy
demasiado
delicado con ellos! Pero esperen, ¡ya van a ver quién soy! ¡No voy
a permitir
que
se juegue conmigo! ¡De aquí no me muevo hasta que no me pague!
¡Brrr!.. ¡Qué
enojado
que estoy! ¡De la ira me tiemblan las coyunturas y se me corta la
respiración!..¡Uff,
dios mío, hasta dan vértigos! ¡Mozo!
VI
Gregorio
y Lucas
Lucas-
(Entrando) ¿Qué quiere?
Gregorio-¡Traeme
un refresco o agua! (Lucas sale) Pero, ¡Que lógica! Uno necesita el
dinero,
está por ahorcarse, y ella no paga porque, fíjense, “no se siente
dispuesta a
ocuparse
de asuntos de dinero…” ¡Una verdadera lógica de mujer, lógica
de faldas!
Justamente
por eso nunca me gustó ni me gustará hablar con mujeres. A tal
punto me
enfurecen
esas faldas, me dan escalofríos. Me basta ver de lejos a una de esas
poéticas
criaturas
para que de rabia me den calambres en las pantorrillas. Soy capaz de
ponerme
a
gritar y pedir socorro…
VII
Gregorio
y Lucas.
Lucas-
(Entra con un vaso de agua) La señora está enferma y no recibe.
Gregorio-¡Fuera!
(Lucas sale) ¡Esta enferma y no recibe! Ni falta que hace…Aquí me
quedo
sentado hasta que me devuelva el dinero. ¿Vas a estar enferma una
semana? Me
quedo
una semana… ¿Vas a estar enferma un año? Me quedo un año…Cobraré
lo mío,
queridita…No
me vas a conmover con el luto y con los hoyuelos en las mejillas…
(Grita,
a la ventana) ¡Fermín, desengancha, por ahora no nos vamos! ¡Me
quedo!
Deciles
en el establo que le den avena a los caballos. ¡Animal, otra vez el
de la
izquierda
se te enredó con la rienda! “No es nada…” ¡Te voy a dar, no
es nada! (se
aparta
de la ventana) El calor es insoportable, nadie paga, pasé una mala
noche y ahora,
para
colmo, ¡esas faldas negras con sus estados de ánimo! Me duele la
cabeza… ¿Qué
hago,
tomo vino? A lo mejor… (Grita.) ¡Mozo!
Lucas-
(Entrando) ¿Qué quiere?
Gregorio-
Dame una copita de vino. (Lucas sale.) ¡Uff! ¡Esto sí que se llama
figura!
Todo
lleno de polvo, Las botas sucias, sin lavar y sin peinar… A lo
mejor esa señora me
tomó
por un delincuente…Es un poquito falto de educación presentarse
así en una
sala…
Pero no me importa… No estoy aquí en calidad de visitante, sino de
acreedor, y
para
los acreedores el traje no está prescrito…
Lucas-
(entra y sirve vino) Es demasiado lo que usted se permite, señor…
Gregorio-
¿Qué?
Lucas-
Yo… nada…en realidad…
Gregorio-¿Con
quién estás hablando? ¡Te callas!
Lucas-
(Para si) ¡Nos cayó el diablo!.. ¡Qué desgracia lo ha traído!
(Sale.)
Gregorio-
¡Ay, que enojado estoy! ¡Tan enojado que me parece que podría
reducir a
polvo
el mundo entero!.. ¡Hasta me dan vértigo!.. (Grita) ¡Mozo!
VIII
Elena
y Gregorio.
Elena-
(Entra con la vista baja) Distinguido señor, en mi soledad ya hace
tiempo que me
he
desacostumbrado a oír la voz humana, y no soporto los gritos. Le
pido
categóricamente
que no perturbe mi tranquilidad.
Gregorio-
Págueme mi dinero y me voy.
Elena-
Ya le dije en castellano que ahora no tengo el dinero disponible.
Espere hasta
pasado
mañana.
Gregorio-
Y yo también le dije en castellano que necesito dinero, no pasado
mañana,
hoy.
Si no me paga hoy, mañana tendré que ahorcarme.
Elena-
Pero, ¿Qué voy a hacer si no tengo dinero? ¡Qué cosa!
Gregorio-
¿Entonces no me pagará ahora? ¿No?
Elena-
No puedo.
Gregorio-
En ese caso me quedaré aquí sentado hasta que cobre… ¿Me va a
pagar
pasado
mañana? ¡Excelente! Me quedaré así sentado hasta pasado mañana.
¡Así,
sentado!..Yo
le pregunto: ¿tengo que pagar mañana los intereses o no?.. ¿O
usted cree
que
estoy hablando en broma?
Elena-
¡Distinguido señor, le pido que no grite! ¡Esto no es un establo!
Gregorio-
Yo no le pregunto sobre establos, sino si tengo que pagar mañana los
intereses
o no.
Elena-
¡Usted no sabe comportarse delante de damas!
Gregorio-
¡Si que sé comportarme delante de damas!
Elena-
¡No, no sabe! ¡Usted es un mal educado! La gente decente no habla
en esa forma
con
una dama.
Gregorio-¡Ah,
qué cosa! ¿Cómo quiere que le hable, entonces? ¿En Francés o
qué?
“Madame,
je vous prie…” ¡Que feliz me siento de que usted no me pague!..
¡Ah,
perdón
por haberla molestado!.. ¡Qué lindo tiempo el de hoy! ¡Ese luto le
queda tan
bien!
Elena-
No tiene ninguna gracia y es grosero.
Gregorio-
“¡No tiene ninguna gracia y es grosero!” ¡No sé comportarme
delante de
damas!
Señora, vi más mujeres en mi vida que usted gorriones ¡Tres veces
me batí a
duelo
por mujeres! ¡A doce abandoné! ¡Nueve me abandonaron a mí! ¡Ni
más ni
menos!
Hubo una época en que era un galán, era pura miel, salían perlas
de mi boca, les
hacia
reverencias, amaba, sufría, suspiraba mirando la luna, me derretía,
me quedaba
helado…
Amaba con pasión, rabiosamente, en todas las formas, ¡que el diablo
me lleve!
Parloteaba
como un papagayo sobre la emancipación femenina, dilapidé media
fortuna a
causa
de mis tiernos sentimientos, pero ahora… “su humilde servidor”…
¡Ahora no me
van
a engañar! ¡Basta! Ojos negros, ojos apasionados, labios rojos,
hoyuelos en las
mejillas,
la luna, el murmullo…tímidos suspiros... por todo esto, señora
mía, ¡ya no doy
ni
un cuarto! No me refiero a los presentes, pero todas las mujeres sin
excepción son
unas
remilgadas, unas chistosas, unas rencorosas, mentirosas hasta la
médula
mezquinas,
malas, de lógica irritante, y, en lo que respecta esto, ( Señala su
cabeza),
perdóneme
la franqueza, cualquier gorrión puede darle puntos de ventaja al
mejor
filosofo
con faldas. Contemplando a una de esas poéticas criaturas:
gasa…éter…semidiosa…
un millón de encantos… Pero, al mirar el alma, un cocodrilo
vulgar
y silvestre. ¡Lo más indignante de todo es que este cocodrilo, vaya
a saber a
saber
por qué, se imagina que es un chef d`oeuvre, que las emociones
tiernas son su
privilegio
y monopolios! ¡Pero, qué diablos, que me cuelguen de un clavo
cabeza abajo
si
la mujer sabe querer a alguien, aparte de a sus perritos falderos!
¡En el amor no sabe
hacer
otra cosa que llorisquear y quejarse! ¡Allá en donde el hombre
sufre y se sacrifica,
todo
el amor de ella se expresa solamente en el menearse de la cola de su
vestido y en
cómo
trata de atraparnos por la nariz lo más fuerte que puede! Usted
tiene la desgracia
de
ser una mujer, de modo que ¿ha visto alguna vez en su vida una mujer
que sea
sincera,
fiel y constante? ¡No, no la ha visto! Fieles y constantes, solo son
las viejas y
las
feas. Más fácil le será encontrar una gata con cuernos o un cuervo
blanco, que una
mujer
constante.
Elena-
Permítame. Entonces, según su criterio, ¿Quién es fiel y
constante en el amor?
¿El
hombre?
Gregorio-
¡Claro que el hombre!
Elena-
¡El hombre! (Con risa sarcástica) ¡El hombre, fiel y constante en
el amor! ¡Qué
novedad!
Pero, ¿Qué derecho tiene usted a decir semejante cosa? ¡Los
hombres, fieles y
constantes!
Ya que estamos en eso, le diré que de todos los hombres que conocí
y
conozco,
el mejor de todos era mi difunto esposo… Lo quería
apasionadamente, con
todo
mi ser, como solo puede querer una mujer joven e inteligente; le di
mi felicidad, mi
juventud,
mi vida, toda mi fortuna…Respiraba con él, lo hice mi dios, como
una
esclava,
y…y, ¿qué? Él, el mejor de los hombres, me engañaba a cada paso
en la forma
más
vergonzosa. Después de su muerte encontré en su escritorio un cajón
lleno de cartas
de
amor, y durante su vida… Me da horror el solo recordarlo… Me
dejaba sola durante
semanas
enteras, les hacia la corte a otras mujeres ante mis ojos, me
engañaba,
derrochaba
mi dinero, se reía de mis sentimientos…Y, a pesar de todo eso, yo
lo quería
y
le era fiel…Más aún: él murió, pero todavía le soy fiel y
constante. Me enterré para
siempre
entre cuatro paredes y no me quitaré el luto hasta la tumba…
Gregorio-
(Con risa despectiva) ¡Luto!.. No sé por quién me toma usted.
¡Como si yo no
supiera
por qué usa usted ese dominó negro y se entierra entre cuatro
paredes! Pero,
claro,
¡es tan misterioso, tan poético! Pasará por su finca algún cadete
o poeta, mirará la
ventana
y pensará: “Acá vive la misteriosa Tamara, que por amor a su
esposo se enterró
entre
cuatro paredes” ¡Ya conocemos esos trucos!
Elena-
¿Qué? ¿Cómo se atreve usted a decirme eso?
Gregorio-
Usted se enterró viva y sin embargo no se olvido de empolvarse.
Elena-
Pero, ¿Cómo se atreve usted a hablarme en esa forma?
Gregorio-
No grite, por favor. No soy su administrador. Permítame llamar las
cosas por
su
nombre. No soy mujer y estoy acostumbrado a decir mis opiniones sin
rodeos… ¡Así
que
no grite!
Elena-
Yo no grito. ¡Usted es el que grita! Haga el favor de dejarme en
paz.
Gregorio-
Deme mi dinero y me voy
Elena-
No se lo doy
Gregorio-
Sí que me lo dará.
Elena-
Bueno, para que se enoje, no recibirá ni un centavo. Puede dejarme
en paz.
Gregorio-
No tengo el placer de ser su esposo o su novio. Así que, por favor
no me
hagas
escenas (Se sienta). No me gusta.
Elena-¿Se
sienta usted?
Gregorio-Si,
me siento.
Elena-¡Le
pido que se retire!
Gregorio-
Devuélvame el dinero… (Para sí mismo) ¡Uff, que enojado estoy,
qué
furioso!
Elena-
¡No quiero hablar con descarados! ¡Salga! (Pausa) ¿No se va?...
¿No?
Gregorio-
No.
Elena-
(Llamando) ¡Lucas! (Este entra) Haga salir al señor
Lucas-
(Se acerca a Gregorio) Señor, haga el favor de marcharse cuando se
lo piden.
Aquí
no tiene nada que…
Gregorio-
(Salta) ¡Callate! ¿Con quién estás hablando? ¡Te voy a hacer
polvo!
Lucas-
¡Dios mío y todos los santos! (Se desploma en un sillón) ¡Ay, me
siento mal,
mal!
¡Se me corta la respiración!
Elena
- Pero, ¿donde está Rosa? ¡Rosa! ¡Rosa!
Lucas-
Todos se fueron a buscar frutos silvestres…No hay nadie en la casa…
Me siento
mal...Agua…
Elena-
(A Gregorio) ¡Salga inmediatamente!
Gregorio-
¿No querría usted ser mas cortés?
Elena-
¡Usted es un Homo Sapiens, un neandertal, un oso bruto, un monstruo!
Gregorio-
¿Cómo? ¿Qué dijo?
Elena-
¡Dije que usted es un oso, un monstruo!
Gregorio-
¡Permítame! ¿Qué derecho tiene usted a ofenderme?
Elena-
Sí, lo ofendo… ¿y qué? ¿Cree que le tengo miedo?
Gregorio-
¿Y usted cree que por el hecho de ser una “criatura poética”
tiene derecho a
ofender
impunemente? ¿Si, eh? ¡La desafío…
Lucas-
¡Padre mío y todos los santos!... ¡Agua!
Gregorio-
…a batirnos!
Elena-
¿Porque usted tiene puños fuertes y los pulmones de un toro cree
que le tengo
miedo?
¿Eh? ¡Monstruo!
Gregorio-
¡En guardia! No permito que nadie me ofenda, y me tiene sin cuidado
que
usted
sea una mujer, un ser débil.
Elena-
(Tratando de cubrir los gritos de él con los suyos) ¡Oso, oso, oso!
Gregorio-
¡Ya es tiempo de deshacerse de esos prejuicios de que solo los
hombres están
obligados
a pagar por sus ofensas! Si hay igualdad de derechos, hay igualdad de
deberes.
¡La desafío, en guardia!
Elena-
¿Quiere que nos batamos? ¡Con mucho gusto!
Gregorio-
¡Ahora mismo!
Elena-
¡Ahora mismo! En casa quedaron las pistolas de mi esposo…
Enseguida las
traigo
(Va a salir apresuradamente y se detiene) ¡Con qué placer meteré
una bala en su
cabeza
de piedra! (Sale)
Gregorio-
¡La voy a matar como a una gallina! ¡No soy un chico ni un cachorro
sentimental!
¡Para mí no existen criaturas débiles!
Lucas-
¡Señor mío!.. (Se arrodilla) ¡Hágame el favor, tenga piedad de
mí! ¡Váyase!
¡Me
asustó a muerte y ahora encima quiere batirse!
Gregorio-
(Sin escucharlo) ¡Batirse! ¡Esto sí que es la igualdad, la
emancipación! ¡Aquí
los
dos sexos son iguales! ¡La voy matar por principio! Pero, ¡Que
mujer! (Imitándola)
“¡Meteré
una bala en su cabeza de piedras!..” ¡Que mujer! ¡Enrojece, los
ojos le
brillan!...
“Acepto el reto” ¡Palabra de honor, la primera vez en mi vida
que veo una
mujer
así!
Lucas-
¡Señor mío, váyase y rezaré por usted eternamente!
Gregorio-
¡Esta sí que es una mujer! ¡Esto sí que lo entiendo! ¡Una
verdadera mujer!
¡No
es una cosa fofa, sino fuego, pólvora, cohete! ¡Hasta da lástima
matarla!
Lucas-
¡Señor, padre santo, váyase!
Gregorio-
Decididamente me gusta. ¡Definitivamente aunque tenga hoyuelos en
las
mejillas,
me gusta. Sería capaz de perdonarle le deuda… Y hasta la rabia se
me apagó…
¡Estupenda
mujer!
X
Los
mismos y Elena.
Elena-
(Entra con las pistolas) Aquí están las pistolas… Pero antes de
batirnos, tiene
que
enseñarme a disparar. Nunca en mi vida tuve una en la mano.
Lucas-
¡Dios mío, sálvanos y perdónanos!... Voy a buscar al jardinero y
al cochero…
¡De
donde nos cayó esta desgracia! (sale.)
Gregorio-
(Examinando las pistolas) Mire…Existen varias clases de pistolas…
Las que
tiene
usted son de triple acción, magnificas... ¡Cuestan por lo menos
noventa pesos el
par!
Deberá sostenerla así… (Aparte) ¡Que ojos, que ojos! ¡Es una
mujer incendiaria!
Elena-
¿Así?
Gregorio-
Si, así… Después usted levanta el gatillo… apunta así… ¡La
cabeza un poco
para
atrás! Estira bien la mano… Pero lo principal es no ponerse
nerviosa y apuntar sin
apuro…
Trate de que la mano no tiemble…
Elena-
Bien… Es incomodo batirse dentro de la habitación. Vayamos al
jardín.
Gregorio-
Vamos. Pero sepa que tirare al aire.
Elena-
¡Lo único que faltaba! ¿Por qué?
Gregorio-
¿Por qué?...Porque… ¡Es asunto mío!
Elena-.
Se acobardó, ¿no? ¡Aaah! ¡No, señor mío, no ande dando vueltas!
¡Ahora
sígame!
No me quedaré tranquila hasta que le parta la cabeza… ¡Esa cabeza
que odio
tanto!
¿Se acobardó?
Gregorio-
Si.
Elena-
¡Miente! ¿Por qué no quiere batirse?
Gregorio-
Porque… Porque usted me gusta
Elena-
¡Que yo le gusto! ¡Y se atreve a decir que le gusto! (Señala la
puerta) Tenga la
bondad.
(Gregorio
deja la pistola sobre la mesa, toma su sombrero e inicia el mutis; en
la puerta
se
detiene. Durante medio minuto ambos guardan silencio, mirándose el
uno al otro;
después,
con paso indeciso, se acerca hacia Elena)
Gregorio-
Escuche… ¿Está usted enojada todavía?.. Yo también estoy
diabólicamente
furioso;
pero comprenda… no sé cómo expresarlo…El caso es que… vea…
es una
historia,
por decirlo así… (Grita) ¿Tengo yo la culpa de que usted me
guste?.. Usted me
gusta
Yo… yo estoy casi enamorado.
Elena-
Aléjese de mí. ¡Lo detesto!
Gregorio-
¡Dios mío, qué mujer! ¡Nunca en mi vida vi algo parecido! Soy un
hombre
perdido,
aniquilado. Caí en la trampa como una laucha.
Elena-
¡Apártese o tiro!
Gregorio-
¡Tire! ¡Usted no puede saber que dicha será morir bajo la mirada
de esos
divinos
ojos, morir de una bala disparada por esa aterciopelada manito!...
¡Me volví
loco!
¡Piénselo y decídase enseguida, porque si salgo de aquí no nos
veremos nunca
más!
¡Decídase!... soy noble, un hombre decente, tengo una renta anual
de diez mil
pesos,
mis caballos son excelentes… ¿quiere ser mi mujer?
Elena-
(Indignada, agita la pistola) ¡A batirse! ¡Lo desafío!
Gregorio-
Me volví loco… No entiendo nada… (Grita) ¡Mozo, agua!
Elena-
(grita) ¡En guardia!
Gregorio-
¡Enloquecí, me enamoré como un chico! (oprime la mano de ella, que
grita de
dolor)
¡Yo la amo! (Se arrodilla) ¡La amo como amé a nadie! ¡Abandoné a
doce
mujeres,
nueve me abandonaron a mí, pero a ninguna quise tanto como a
usted!... Perdí
el
orgullo… ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! Hace cinco años que
no me enamoro.
Lo
había jurado. Y de pronto me enamoro como un cretino… Yo pidiendo
su mano (A
ella)
¿Sí o no? ¿No quiere?... ¡No importa! (Se levanta y va
rápidamente hacia la
puerta).
Elena-
Espere…
Gregorio-
(Se detiene) ¿Y?
Elena-
No es nada. Váyase… Pero, espere… ¡No váyase, váyase! ¡Lo
detesto! No… No
se
vaya… ¡Ah, si usted supiera que enojada estoy. (Tira el revólver
sobre la mesa) Esta
porquería
me acalambró los dedos ¡Por qué no se va? ¡Fuera!
Gregorio-
Adiós.
Elena-
Si, si, váyase… (Grita) Pero, ¿adónde va? ¡Espere! Será mejor
que se vaya. ¡Ah,
que
rabiosa que estoy! No se acerque, no se acerque… ¡Retírese!
Gregorio-
Me siento furioso conmigo mismo… Haberme enamorado como un
chiquilín.
Se
me puso la piel de gallina. (Brutalmente) ¡La amo! ¿Por qué me
habré enamorado de
usted?
Mañana tengo que pagar los intereses (La toma por la cintura) No me
lo voy a
perdonar
nunca.
Elena-
¡Fuera esa mano! Yo lo… detesto ¡Lo… desafío! (largo beso)
XI
Los
mismos y Lucas.
Lucas-
¡Dios mío!
Elena-
(Bajando los ojos) Lucas, que hoy no le den avena a Toby.
TELON