LO QUE NO SE DICE
Tennessee Williams
La señorita Cornelia Scott, de 60 años, rica solterona del sur está sentada frente a una mesita de caoba puesta para dos. El otro lugar que aún no se halla ocupado tiene delante una única rosa en un florero de cristal. La posición de la señorita Scott en la mesa está flanqueada por un teléfono monófono, una bandeja de plata para cartas y una cafetera. En el borde de la zona iluminada, un fonógrafo de consola. Al levantarse el telón la mujer está marcando un número de teléfono.
CORNELIA: La casa de la señora Horton Reid? Hablo de parte de la señorita Cornelia Scott. La señorita Scott lo siente mucho pero no podrá asistir a la reunión de las hijas de la confederación esta tarde, pues se despertó por la mañana con la garganta
inflamada y no tiene mas remedio que guardar cama. Pide que le hagan el favor de decirle a la señora Reid que lamenta muchísimo no haberle avisado antes. Oh! Aguarde un momentito! Creo que la señorita Scott tiene otro mensaje!
Entra en la zona iluminada Grace Lancaster, Cornelia levanta un a mano en señal de prevención.
CORNELIA: ¿Cómo dice señorita Scott? (Pausa breve) ¡Ah, sí! La señorita Scott ruega que la señorita Esmeralda Hawkins le llame en cuanto llegue. Muchas gracias. Adiós.
( Cuelga) Como vez, tengo que fingirme mi propia secretaria.
GRACE: Estaba tan oscuro que no pude despertarme a tiempo.
Grace Lancaster tiene unos 40 o 45 años y está algo marchitada, pero aún es bella, su cabello que empieza a encanecer, sus ojos pálidos, su figura esbelta con su peinador de seda rosada le imparten un algo de insustancial en marcado contraste con la grandeza romana de la señorita Scott. Hay entre ambas mujeres una tensión misteriosa. El clima de algo que no se expresa con palabras.
CORNELIA: Ya he abierto el correo.
GRACE: ¿Algo de interés?
CORNELIA: Una tarjeta de Thelma Paterson que está en la Clínica Mayo.
GRACE: ¡Oh!, ¿Cómo sigue Thelma?
CORNELIA: Dice que adelanta maravillosamente pero ignoro qué quiso decir.
GRACE: ¿No le extrajeron algo?
CORNELIA: Varias cosas según creo.
GRACE: ¡Oh! Aquí está la revista quincenal de literatura anual.
CORNELIA: Con gran sorpresa de mi parte. Creí que había cesado mi suscripción a esa revista.
GRACE: ¿De veras?
CORNELIA: ¿No te acuerdas? Anulé mi suscripción inmediatamente después de esa edición en que atacaban arteramente a mi primo Cecil Tudwiler Bates, el único
novelista digno que ha producido el sur desde que murió Carlos Egbert Graddok.
GRACE: ¡Ah, sí! Recuerdo tu le escribiste una carta furiosa, protestando, al director de la revista y recibiste una respuesta muy conciliadora, de una ayudante de la dirección llamada Carolina no se qué con la cual te ablandaste por completo y desististe de
borrarte.
CORNELIA: Las respuestas conciliadoras jamás me han ablandado, nunca del todo y ni siquiera parcialmente y si escribí al director general y me contestó una ayudante, mi reacción ante semejante impertinencia difícilmente sería lo que se llama ablandarme.
GRACE: (Para cambiar de tema) ¡Oh, sí! Aquí está el nuevo catálogo de la casa de gramófonos y discos de Atlanta.
CORNELIA: (Admitiendo eso) Sí, ahí está.
GRACE: Veo que haz punteado algunos rubros.
CORNELIA: Creo que deberíamos completar nuestra colección de Lieder.
GRACE: Haz punteado un Sibelius que ya tenemos.
CORNELIA: Está un poco rayado. (Aspira aire hondamente, y suspira, clavada su vista en el mudo teléfono) Notarás también que he punteado algunos discos de ópera.
GRACE: (Emocionada) ¿Dónde? ¿Cuáles? No los veo.
CORNELIA: ¿Por qué te emociona tanto el catálogo, querida?
GRACE: Me encantan los discos.
CORNELIA: ¡Ojalá te encantaran tanto como para volver a ponerlos en sus álbumes!
GRACE: ¡Oh!, aquí está el Vivaldi que queríamos.
CORNELIA: Queríamos, no querida, querías.
GRACE: ¿Tú no, Cornelia?
CORNELIA: Creo que Vivaldi es una sombra deslavada de Bach.
GRACE: ¡Qué extraño que yo haya tenido la impresión de que tú...! (Suena el teléfono)
CORNELIA: Si me haces el favor...
GRACE: (Levanta el auricular) ¡Residencia de la señorita Scott! (Este anuncio lo revela con un tono reverencial, como si mencionase un objeto de santidad) Soy Grace. Pero Cornelia está aquí a mi lado (pasa el teléfono) Esmeralda Hawkins.
CORNELIA: (Ceñuda) Esperaba su llamado. ( Al teléfono) ¡Hola, querida Esmeralda!
Estaba esperando que me llamases. ¿De dónde me hablas? Por supuesto, sé que me hablas desde la reunión, ça va sans dire, ma petite! ¡Ja, ja! ¿Pero de cuál de los teléfonos? Hay dos en la casa como tú sabes, el del salón de la planta baja y el del boudoir de la casera, donde sin duda las damas estarán quitándose los abrigos. ¡Oh! Estás abajo, ¿verdad? Pues bien, presumo que a esta hora se hallarán reunidas casi todas las hijas. Sube y llámame desde allí para que podamos hablar un poco más en secreto y yo te aclare bien mi situación antes de que la reunión empiece. Gracias, querida.(Cuelga, mira al espacio en actitud sombría)
GRACE: ¿Las Hijas de la Confederación?
CORNELIA: Sí, hoy tienen su elección anual.
GRACE: ¡Oh, que emocionante! ¿Por qué no estás tú en la asamblea?
CORNELIA: Preferí no ir.
GRACE: ¿Preferiste no ir?
CORNELIA: Sí, preferí no ir. (Se toca el pecho, que respira afanosamente como si acabase de subir corriendo una escalera)
GRACE: ¡Pero es la designación anual de la directiva!
CORNELIA: Ya te lo he dicho (A Grace se le cae la cuchara, Cornelia grita un poco y se sobresalta algo)
GRACE: Perdóname. (Toca el timbre que llama a la criada).
CORNELIA: La intriga, la intriga y la doblez me repugnan de tal modo que no podría respirar el mismo aire (Grace toca la campanilla con más fuerza) ¿Para qué tocas el timbre? ¡Sabes que Luciana no está!
GRACE: Perdóname. ¿A dónde ha ido?
CORNELIA: (Con un bronco susurro, apenas audible) En la ciudad entierran a un negro con mucha pompa.
(Se aclara la garganta, violenta y repite la afirmación)
GRACE: ¡Dios mío! Tienes de nuevo esa laringitis nerviosa.
CORNELIA: No pegué un ojo anoche
(El teléfono suena cerca de su codo, lanza un grito y lo empuja alejándolo de su lado como si quemase)
GRACE: (Levanta el auricular) ¡Residencia de la señorita Scott! ¡Oh! Un momento por favor.
CORNELIA: (Le arrebata el aparato) ¿Estás arriba ahora Esmeralda?
GRACE: ( Con un susurro audible) No es Esmeralda..., ¡Es la señora Bright!.
CORNELIA: ¡Un momento! Un momento, un momento.
(Le arroja el teléfono de nuevo a Grace, con expresión colérica)
CORNELIA: ¿Cómo te atreves a ponerme en comunicación con esa mujer?
GRACE: Yo no te comuniqué, Cornelia. Iba precisamente a preguntarte si...
CORNELIA: ¡Calla! ( Se aleja de un salto de la mesa, mirando furibunda de lado a lado)
Dame ahora ese teléfono. (Grace se lo entrega. Fríamente) ¿Qué puedo hacer por usted? No, me temo que los peregrinos no podrán usar mi jardín esta primavera. Creo que el cultivo de jardines es un pasatiempo estético y no un concurso deportivo. No tendré inconveniente en acepta visitantes aislados. Siempre que hablen con tiempo y yo pueda disponer las cosas de modo que mi jardinero los conduzca en el recorrido, pero bandas de peregrinos, no después de la devastación que mi jardín sufrió la primavera pasada. ¡Peregrinos que venían con perros... que arrancaban flores y ...!
con todo placer, adiós. (Devuelve el teléfono a Grace).
GRACE: Creo que la elección te resultaría más soportable si hubieses asistido.
CORNELIA: No entiendo de qué estás hablando.
GRACE: ¿No te has presentado?
CORNELIA: ¿Presentado? ¿Qué es eso?
GRACE: Es ... ¡caramba! Presentar una candidatura.
CORNELIA: ¿Haz sabido que yo, alguna vez, me afane por conseguir un puesto? ¡Oh, Grace! Cuando he sido dirigente de una sociedad o club, fue porque me insistieron las socias, pues soy realmente enemiga de toda figuración. Pero esto es distinto,
completamente distinto. Es una prueba de algo. Si, hace mucho tiempo que en la asociación de Las Hijas hay un pequeño grupo, una “banda” que me es hostil.
GRACE: ¡Oh, Cornelia! Tengo la certeza de que estás equivocada.
CORNELIA: No. Hay un movimiento en mi contra.
GRACE: ¿Un movimiento? ¿Contra ti?
CORNELIA: Un movimiento organizado para evitar que yo ocupe cargos de importancia.
GRACE: ¿Acaso no has desempeñado siempre un cargo importante?
CORNELIA: Pero nunca fui regente.
GRACE: ¡Ah! ¿Quieres ser regente?
CORNELIA: No me entiendes. No es que quiera.
GRACE: ¡Oh!
CORNELIA: No quiero ser nada en absoluto, quiero simplemente destruir ese movimiento adverso y a ese fin he reagrupado mis fuerzas.
GRACE: ¿Tus fuerzas?
(Los labios se le retuercen ligeramente como si sintiese un histérico impulso de sonreír.)
CORNELIA: Sí, aún tengo en la sociedad algunas amigas que se oponen al movimiento.
GRACE: ¡Oh!
CORNELIA: Tengo el apoyo firme de todas las componentes más viejas del concejo.
GRACE: Bueno en tal caso, yo diría que no debes preocuparte de nada.
CORNELIA: La sociedad se ha expandido con demasiada rapidez estos últimos tiempos. Se han admitido mujeres que no podrían sentarse en los primeros bancos de una Segunda Iglesia Bautista. Y esa es la triste verdad...
GRACE: Pero a que realmente es una sociedad patriótica...
CORNELIA: Mi querida Grace, en la ciudad de Meridian hay dos capítulos de las Hijas de la confederación. El capítulo Forrest que sirve solo para la chusma y este otro que debía poseer un poquito de distinción. No es que yo me sienta snob. Si algo soy es
democrática, tú lo sabes. Pero...(Llama el teléfono, Cornelia lo empuja hacia Grace).
GRACE: ¡Residencia de la señorita Scott! ¡Oh, si un momento! (pasa el teléfono a Cornelia) Es Esmeralda Hawkins.
CORNELIA: ¿Ahora estás arriba, querida? Bueno te lo pregunto porque has tardado tanto en llamar de nuevo. ¡Oh! Me pareció que dijiste que la comida había terminado. Bueno me alegra que te hayas fortalecido con unos bocaditos. ¿Qué fue el menú? ¿Pollo a la King? ¡Cómo para que no fuese! Es lo que más caracteriza a la
pobre Amelia ¿Con trocitos de pimiento y honguitos? ¿Qué hicieron las señoras que llevan cuentas de las calorías que ingieren? ¿Mordian los bordes? ¡Oh, pobrecillas!
Supongo que luego habría sorbetes de limón con vainillas. ¿Qué? ¿Sorbete de pomelo? ¿Y sin vainillas? ¡Cuánta innovación! ¡Qué apostasía más chocante! Me has dejado atónita. ¡Oh, Jo, Jo! (Con la mano temblorosa, que alarga, busca tomar una taza) ¿Y qué es lo que están haciendo ahora? ¿Hablando del programa de derechos
civiles? Luego la votación tardará lo menos media hora en llevarse a cabo. Bueno, bueno, Esmeralda, confío que entiendas mi situación claramente. No deseo ocupar ningún cargo en la sociedad si no es por aclamación. Conoces bien lo que eso quiere
decir, ¿verdad? Es una expresión parlamentaria. Significa que el deseo de que cierta persona ocupe un cargo es tan unánime que la votación está de más. Dicho con otras palabras, elegida automáticamente, mediante designación sin oposiciones. Sí, querida, así es de sencillo. He actuado como tesorera tres períodos, dos como secretaria y uno como encargada del grupo religioso ¡Y qué espantoso cargo fue ese con todas aquellas plegarias interminables por todos los muertos de la Confederación He formado parte de la comisión directiva un total de... a ver... catorce años. Bien ahora querida mía la situación es simplemente esta. Si las hijas consideran que he demostrado mi capacidad y lealtad como para ser designada regente sin necesidad de votación, en ese
caso me veré obligada a aceptar (La voz le tiembla de emoción) Pero si por el contrario, la... eh... la banda...y tu sabes bien a quienes me refiero... tiene la osadía de proponer otro nombre para el cargo... comprendes entonces cuál es mi posición. En
esa eventualidad, por duro que sea imaginarlo, prefiero retirarme a cuarteles de invierno. Apenas se mencione y apruebe otra candidata, mi candidatura debe retirarse en el acto... incondicionalmente... Creo que la cosa quedará bien entendida, ¿verdad Esmeralda? Entonces... muy bien. Baja de nuevo a la reunión. Digiere tu pollo a la King y llámame de nuevo desde el teléfono del piso alto apenas tengas algo que decirme.
(Cuelga y mira al vacío con ceñudo gesto. GRACE, toma con un tenedorcito de plata un trozo de pomelo cortado)
GRACE: ¿Todavía no la han hecho?
CORNELIA: ¿Qué cosa, querida?
GRACE: La elección.
CORNELIA: No, todavía no. Parece sin embargo ser... inminente.
GRACE: Cornelia , ¿porqué no piensas en alguna otra cosa hasta que la elección haya pasado?
CORNELIA: ¿De dónde te sacas que estoy nerviosa?
GRACE: Lo estás. ¡Tu respiración es tan afanosa!
CORNELIA: No dormí bien anoche. Por culpa de esa puntada que tenías a un costado, rondaste la cama.
GRACE: Lo siento mucho. Sabes que no es nada. Una contracción muscular por el esfuerzo.
CORNELIA: ¿De cuál esfuerzo proviene, Grace?
GRACE: ¿Cuál esfuerzo? (Emite una débil risita que la denota perpleja) ¡Oh, este...! No sé.
CORNELIA: ¿El esfuerzo de qué? ¿Preferirías que yo te lo dijese?
GRACE: ...Perdóname, yo... (Se levanta)
CORNELIA: (Incisiva) ¿A dónde vas?
GRACE: Arriba un momento. De pronto he recordado que debí tomar las píldoras de belladona.
CORNELIA: No sirven de nada después de haber comido.
GRACE: Si, sin duda es así. No surten efecto.
CORNELIA: ¿Pero tú quieres huir?
GRACE: Por supuesto que no...
CORNELIA: Últimamente haz huído de mi algunas veces como si de pronto yo te amenazase con un cuchillo.
GRACE: ¡Cornelia! He estado... nerviosa.
CORNELIA: Siempre ocurre cuando algo casi... se dice entre nosotras.
GRACE: Me da rabia verte agitada por el resultado de una estúpida elección de club.
CORNELIA: No hablo de las Hijas. Ni siquiera pensaba en ellas. Es...
GRACE: Me gustaría que lo borrases por completo de tu espíritu. Este sería el momento oportuno para tocar algunos discos. Deja que ponga en el fonógrafo una sinfonía.
CORNELIA: ¡No!
GRACE: ¿Qué te parece la de Bach para piano y cuerdas? La que recibimos en navidad de Jessie y Gay.
CORNELIA: ¡No! ¡Dije que no! ¡Dije... que ...no!
GRACE: Algo muy ligero y tranquilo, entonces, ¿qué te parecen los antiguos madrigales franceses?
CORNELIA: ¿Todo lo que sirva para que no hablemos? Cualquier cosa que esquive una conversación, sobre todo ahora que la criada no está en casa.
GRACE: ¡Oh, aquí está! ¡Esto es!
(Ha puesto en marcha el fonógrafo, es una ejecución de clavicordio de Landowska. El fonógrafo está en el borde de la zona iluminada, o justo fuera de ella. Cornelia mira con expresión sombría, mientras Grace vuelve a su asiento con una ficción de embeleso, apretándose las manos y cerrando los ojos encantada)
¡Oh, cómo aquieta las cosas! ¡Qué dulce, suave y pura...!
CORNELIA: Sí. ¡Y completamente deshonesta!
GRACE: ¡Deshonesta! ¿La música?
CORNELIA: ¡Completamente! “Aquieta las cosas”, en vez de expresarlas en voz alta.
GRACE: “La música tiene encantos que aplacan el salvaje pecho...”
CORNELIA: Sí, siempre que el salvaje pecho lo permita
GRACE: ¡Sublime! ¡sublime!
CORNELIA: (De muy mala gana) Landowska es un artista de muy rara prefinición.
GRACE: (Estáticamente) ¡Tiene un rostro tan noble, un perfil tan hermoso y tan recio como el de Edith Sitwell! Luego de esto pondremos “ La façade” de Edith Sitwell.
“Juana, Juana tan alta como una grúa, de nuevo se desgrana la luz de la mañana...”
CORNELIA: Querida, ¿no hay algo que has dejado de notar?
GRACE: Claro que lo noté. Al entrar aquí. Enseguida la vi.
CORNELIA: No haz aludido a ella.
GRACE: Lo hubiese hecho... ¡Pero te ha preocupado tanto la reunión!
CORNELIA: La reunión no me preocupa.
GRACE: ¿A quién debo agradecer esta rosa encantadora?
CORNELIA: Encontrarás otras catorce en el escritorio de la biblioteca cuando vayas a ocuparte de la correspondencia.
GRACE: ¿Otras catorce rosas?
CORNELIA: Quince en total.
GRACE: ¡Qué maravilloso! ¿Por qué quince?
CORNELIA: ¿Cúanto tiempo hace que estás aquí, querida? ¿desde cuando es esta casa, gracias a ti, una casa de rosas?
GRACE: ¡Qué forma más linda de expresar la idea!. Claro, sí. Soy tu secretaria desde hace quince años.
CORNELIA: ¡Mi compañera de quince años! Una rosa por año, un año por cada rosa.
GRACE: ¡Qué manera más delicada de... hacer honor a la fecha!
CORNELIA: Primero pensé “ perlas” pero luego me dije: “No, rosas”. Sólo que tal vez he debido darte algo de oro. ¡ja, ja! Dicen que el silencio es de oro, ¿sabes?
GRACE: ¡Oh, Dios mío! Ese estúpido fonógrafo está repitiendo el mismo disco.
CORNELIA: ¡Déjalo, déjalo! Me gusta.
GRACE: Es que quisiera...
CORNELIA: Siéntate. Hoy, esta misma noche, hará quince años que un día seis de noviembre, una persona muy dulce, suave y callada... una diminuta y serena viuda tímida... llegó por primera vez al número siete de la Avenida Ribereña. Era otoño. Yo
había estado cubriendo con hojas secas los rosales para protegerlos de la escarcha, cuando de pronto oí pasos en la grava, delicadas y leves pisadas muy rápidas, como una primavera que se presentase en mitad del otoño, y levanté la vista... y sí... ¡claro
que sí! Era la primavera. Una personita tan menuda y delgada que la luz parecía brillar a través suyo como si estuviese hecha con la seda de una sombrilla blanca (Grace deja escapar una risita breve, denotativa de asombro) ¿Por qué te ríes? (Con aspereza,
herida) ¿Por qué haz reído en esa forma?
GRACE: Sonó... ¡ ja, ja! Sonó como el primer párrafo de un cuento de revista femenina.
CORNELIA: ¡Qué observación más mordaz!
GRACE: No fue ésa mi intención. Yo...
CORNELIA: ¿Qué otra intención pudo haber?
GRACE: Cornelia, tú sabes como soy yo. Siempre me turba un poco el... sentimentalismo. ¿No es asi?
CORNELIA: Sí, asustada de algo que denota un sentimiento.
GRACE: Quienes no te conocen, bien, casi todas las personas que tratamos, se sorprenderían de oírte a ti, Cornelia Scott, la dama grave y digna expresándose en un todo tan lírico.
CORNELIA: Los que no me conocen bien son todos. Sí, creo que hasta tú.
GRACE: Cornelia, debes admitir que el sentimentalismo no es tu cuerda.
CORNELIA: ¿Es que para mí no hay más que silencio? (El reloj da la hora con estridencia) ¿Estoy condenada a callar toda mi vida?
GRACE: Tú no eres mujer que...
CORNELIA: Yo no soy mujer que... yo no soy mujer que...¿Pero como sabes tú qué cosa soy y que no soy?
GRACE: Puedes negarlo, Cornelia, todo lo que gustes pero veo claramente que te ha trastornado la elección de las Hijas de la Confederación.
CORNELIA: ¿Otra ofensa levemente velada?
GRACE: ¡Oh, Cornelia, por favor!
CORNELIA: (Imitándole el gesto) ¡Oh, Cornelia, por favor!
GRACE: Si he dicho algo que no debiese, te pido perdón. Te presento mis más modestas disculpas.
CORNELIA: No quiero tus disculpas.
(Silencio tenso. El reloj golpea. De pronto Grace alarga una mano para tocar la mano venosa y enjoyada de la señorita Scott. Cornelia retira bruscamente su mano como si el contacto la quemase)
GRACE: Gracias por las rosas.
CORNELIA: Tampoco quiero que me des las gracias de nada. Todo lo que deseo es un poco de afecto recíproco, no mucho, pero no poco a veces.
GRACE: Siempre lo has tenido, Cornelia.
CORNELIA: Y una cosa más... Un poco de franqueza también.
GRACE: ¿Franqueza?
CORNELIA: Sí, franqueza... si no es mucho pedir a una joven tan orgullosa.
GRACE: (Se levanta de la mesa) ¡No soy orgullosa ni soy joven, Cornelia!
CORNELIA: Siéntate, no te vayas de la mesa.
GRACE: ¿Es una orden?
CORNELIA: Nunca te doy órdenes. Formulo ruegos.
GRACE: A veces es difícil distinguir entre ruegos y órdenes de una patrona. (Se sienta)
CORNELIA: ¡Haz el favor de apagar la vitrola! (Grace se levanta y detiene el fonógrafo)
Grace, ¿no tienes la sensación de que hay algo que no se dice entre nosotras?
GRACE: No, no tengo esa sensación.
CORNELIA: Yo sí. Desde hace mucho siento que entre nosotras hay algo que no se
dice.
GRACE: ¿No te parece que siempre entre dos personas hay algo que no se dice?
CORNELIA: No veo la razón.
GRACE: ¿Y no es cierto que muchas cosas existen sin razón?
CORNELIA: No transformemos esto en un discurso metafísico.
GRACE: Bien. Pero tú me desconciertas.
CORNELIA: Es muy sencillo. No hay motivo para desconciertos. Se trata sencillamente
de que yo considero que hay entre nosotras algo que no se dice y debería decirse ¿Por qué me contemplas de ese modo?
GRACE: ¿De qué modo te contemplo?
CORNELIA: Positivamente aterrada.
GRACE: ¡Cornelia!
CORNELIA: Sí, estás asustada, asustada... pero no pienso callarme.
GRACE: Sigue... sigue, por favor. Continúa.
CORNELIA: ¡Voy a seguir! ¡Voy a seguir! ¡Voy a...(Llama el teléfono, Grace lo toma) No,
no, no. Déjalo que llame (Sigue sonando) Descuélgalo.
GRACE: Permíteme...
CORNELIA: ¡Dije que lo descolgases! (Grace descuelga el auricular, Una voz dice: Hola!, hola!, hola!).
GRACE: (Echa de pronto a sollozar) ¡No puedo aguantar!
CORNELIA: ¡Calla! Podrían oírte.
VOZ: ¡Hola! ¡Hola Cornelia! ¡Cornelia Scott!
(Cornelia toma el auricular y lo cuelga con violencia)
CORNELIA: ¡Basta ya! No sigas con ese tonto ardid femenino.
GRACE: Dices que hay algo que no se dice. Tal vez lo haya. No sé. Pero sé que algunas cosas quedan mejor sino se las dice. Sé también que cuando entre dos personas un silencio se ha prolongado largo tiempo, es como una pared impenetrable
que se les interpone. Quizás entre nosotros haya tal pared, una que sea impenetrable. O quizás tú puedas penetrarla. Yo sé que no puedo. Ni siquiera podría intentarlo. Las dos hemos encanecido. Pero no con el mismo color de canas. Dentro de ese peinador de terciopelo pareces el emperador Tiberio. ¡Con si toga imperial!
Tus cabellos y tus ojos han tomado el color del acero. Gris acero. ¡Un aire de cosa invencible! La gente siente casi... algo de temor en tu presencia. Notan tu fuerza y te admiran por ella. Acuden a ti en procura de una opinión sobre esto o aquello. Qué comedias se deben ver en la temporada, qué libros merecen leerse y que... discos
valen la pena...o cuál es la reacción más apropiada para una ley del congreso. ¡Tú eres una fuente de sabiduría! Además de eso, está tu riqueza, si tú... fortuna. Todas tus propiedades, tus valiosísimas acciones y títulos, tu mansión en la Avenida Rivereña, tú... tímida, pequeña secretaria... tus fabulosos jardines en los cuales no pueden entrar los peregrinos.
CORNELIA: ¡Oh, sí! Ahora hablas. Estás hablando por fin. Sigue, sigue hablando...
GRACE: Yo... yo soy muy diferente. También encanezco, pero el color de mis canas no es el mismo. No es acerado, como el tuyo... No es imperial Cornelia, sino gris, sí un gris...como el color de las telarañas (Pone el marcha un disco de nuevo, muy quedamente) Algo blanco que se ha ensuciado... el gris de las cosas olvidadas (Llama el teléfono de nuevo y ninguna de las dos parece darse cuenta) Siendo así... ya que ésa es la diferencia entre nuestras dos clases de gris, el tuyo y el mío... no debes esperar que
conteste audazmente a preguntas que hace estremecer la casa de silencio... Que manifieste con palabras cosas que no se han hablado en quince años. En ese largo tiempo el silencio se transforma en una pared que la dinamita solamente puede avasallar, y... (Toma el teléfono) No tengo fuerza bastante, valentía suficiente . No
soy...
CORNELIA: (Con fiereza) Estás hablando en el teléfono.
GRACE: (Al teléfono) ¡Hola! Sí, está aquí, es Esmeralda Hawkins
(Cornelia toma bruscamente el teléfono)
CORNELIA: ¿Qué sucede Esmeralda? ¿Qué dices? ¿Está el salón lleno de mujeres?
¡Qué bullicio! ¿Qué es lo que tratas de decirme? ¿Han realizado ya la elección? ¿Qué, qué, qué? ¡Oh, esto es enloquecedor! No puedo oír ni una palabra de lo que me dices.
Parece que fuera el cuatro de julio... una fiesta grande. ¡Ja,ja! Ahora haz la prueba de nuevo pero acercando más la boca al aparato (Entrecierra los ojos rápidamente, toma con violencia el florero y lo sostiene con fuerza) ¿Qué, qué? ¿Qué si estoy conforme en qué? ¡No es posible que hables en serio! ¿Pero te haz vuelto loca? (A Grace, con voz que denota pánico) Quiere saber si aceptaría el cargo de vice regente. (Al teléfono otra vez)¡Esmeralda! ¿Quieres escucharme? ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué nuevas defecciones? ¿Qué cariz tiene la cosa?¿Porqué me haz llamado de nuevo antes de la votación? Más fuerte, por favor habla más fuerte y pon las manos en la boquilla del teléfono para que no puedan oírte y si lo intentan. ¿Quién propuso, querida que yo
aceptase la vice regencia? ¡Oh, claro! ¡La señora Corby! ¡Esa bruja traicionera!
¡Esmeralda! Óyeme... Yo no aceptaré ningún cargo que no sea el más alto de todos
¿Lo haz entendido bien? No aceptaré ningún cargo, salvo... Esmeralda (Suelta el teléfono y cuelga).
GRACE: ¿Ya han hecho la elección?
CORNELIA: (Aturdida) ¿Qué? No, pasan a cuarto intermedio durante cinco minutos antes de que la votación empiece...
GRACE: ¿Y las cosas van bien?
CORNELIA: Me han preguntado ¿”Aceptarías la vice regencia si por alguna razón no te nombrasen regente”? Luego colgó como si alguien le hubiese arrebatado el teléfono de la mano o la casa se prendiese fuego.
GRACE: Gritaste. Supongo que se habrá asustado.
CORNELIA: ¿A quién se le puede creer en este mundo, en quién confiar alguna vez?
GRACE: Creo que tal vez debiste ir a la reunión.
CORNELIA: Yo pienso que el no estar presente tiene mayor peso.
GRACE: (Se levanta de nuevo) ¿Me permites ahora?
CORNELIA: ¡No! ¡Quédate aquí!
GRACE: Si eso no es más que un pedido, yo...
CORNELIA: ¡Es una orden! (Grace se sienta y cierra los ojos) La primera vez que viniste a esta casa, ¿sabes que yo no te esperaba?
GRACE: Sí, Cornelia, pero tú me habías invitado.
CORNELIA: Apenas si nos conocíamos.
GRACE: Nos habíamos conocido el verano anterior cuando Ralph...
CORNELIA: ...vivía. Sí, nos conocimos en Swanee, donde estaba de instructor de verano.
GRACE: Ya se sentía enfermo.
CORNELIA: Yo pensé: “!qué pena que esa hermosa y delicada chica no haya encontrado alguien en quién apoyarse, alguien que la proteja” Y dos meses después, por medio de Clarabelle Drake, supe que había muerto.
GRACE: Me escribiste una carta tan dulce, contándome lo sola que te sentías desde la pérdida de tu madre, y rogándome que viniese a descansar aquí hasta que el golpe hubiera pasado. Parecías entender lo mucho que necesitaba retraerme por un tiempo de...de viejas amistades. Vacilé en venir. No lo hice hasta que me escribiste tu
segunda carta.
CORNELIA: Después que yo recibí la tuya. Querías hacerte rogar.
GRACE: Quería estar segura de que realmente hacía falta. Al venir, sólo pensé permanecer unas semanas. Tuve mucho miedo de.. de abusar de tu hospitalidad.
CORNELIA: ¡Qué ciega estabas al no ver lo desesperadamente que yo necesitaba tenerte aquí para siempre!
GRACE: ¡Oh, sí! Yo vi que tú... (Llama el teléfono, lo toma violentamente) ¡Residencia de la señorita Scott! Sí, está aquí.
CORNELIA: (Se decide por fin a tomarlo) ¡Habla Cornelia Scott! ¡Oh! ¡ Eres tú, Esmeralda! Bueno, cómo salió la cosa? ¡No te creo! Sencillamente no puedo creerte
(Grace se sienta tranquilamente a la mesa) ¿Qué ha sido elegida la señorita Hornsby?
¡Bueno, ahí tienes el caballo tapado que gana inesperadamente! Hace menos de un año que entró en la asociación. ¿Tú propusiste mi candidatura? ¡Oh, ya veo! Pero yo te dije que retirases mi nombre si... No, no, no. No me des explicaciones. No importa,
yo ya tengo demasiado qué hacer . Sabes que voy a entrar en la asociación de Hijas de los Barones de Runymede. Sí, ha quedado establecido; desciendo directamente del conde de...No, está aclarado, la descendencia ha quedado claramente demostrada.
Además, por supuesto, esto me da derecho a ingresar en Las Damas Coloniales y la Sociedad de Hugonotes... y con todas mis otras actividades y demás cosas, bueno... no hubiese podido aceptar aunque hubiera.. Querido... Por supuesto, claro que voy a
renunciar a la asociación local. ¡Oh, sí, sí! Mi secretaria está justamente aquí, sentada a mi lado. Tiene lápiz y papel. Voy a dictarle mi renuncia apenas haya terminado esta conversación. No, no, no estoy indignada, ni siquiera resentida. Me siento un poco...¡ja, ja! Un poco... divertida. ¡La señora Hornsby! ¡Bah! Para triunfar no hay como ser mediocre. Gracias y adiós, Esmeralda. (Cuelga, atónita. Grace se levanta).
GRACE: ¿El lápiz y el papel?
CORNELIA: Sí, el lápiz y el papel... Tengo que... dictar una carta.
Grace se retira de la mesa. Justo en el borde del área iluminada, se vuelve para mirar los hombros rígidos de Cornelia, y una leve, equívoca sonrisa aparece momentáneamente en su rostro, no del todo maliciosa, pero no realmente compasiva.
Luego cruza afuera de la zona en luz. Un momento después llega su voz desde la oscuridad circundante.
GRACE: ¡Qué rosas más preciosas! ¡Una por cada año!
TELÓN