Bardo,
vigor en la atmósfera
Leonel
Giacometto
Bardo,
vigor en la atmósfera, de
Leonel Giacometto, fue estrenada en la Facultad de arte de la ciudad
de Tandil (Buenos Aires, Argentina) en 2015, con la actuación de
Lucas Máximo y la dirección de Mariano Espondaburu, Cecilia
Gramajo.
www.alternativateatral.com/obra38671-bardo-vigor-en-la-atmosfera
El
Congo es una región de la mente.
Graham
Greene
Se
ve una habitación, pero también hay otra. Y otra, quizás. Hay
puertas, hay cosas dispersas por ahí. Hay posibles instrumentos
musicales. Hay pulcritud, buen gusto, cosas útiles para ser tocadas.
Lo de cosas es un decir. Podría haber cosas porque sí (podría no
es a propósito el porque sí). No hay ventanas, ni ventilas; ni un
ventiluz hay. Pero sí un techo de donde pende un cable, que sostiene
una lámpara cromada (o similar), que da una especie de luz semi
amarilla, en cono. Todo podría estar a propósito. O no. En las
paredes hay dibujos, escritos y collages en los cuales es muy fácil
perderse.
Muchacho,
no hombre. Está en una espera; o acaso ése sea su estar. No está
solo pero sólo se lo ve a él. Ahora no hay nadie a la vista.
El
muchacho,
desde el off, en el otro espacio, viene manteniendo una conversación.
Alguien lo escucha del otro lado. Hay una especie de armado de algo.
Entra, sale, vuelve a salir, se demora, reingresa, ensaya diferentes
formas y partes de lo próximo; sale, se demora, vuelve a entrar.
Pareciera no simular. Ve que hay gente del otro lado. Vuelve a salir.
Todo esto muchas veces, a gusto; y a discreción. En sus entradas y
salidas -se ve-, el muchacho
transporta
lo que podrían ser herramientas, sus objetos útiles. O comida. Del
otro lado, al parecer, no sólo conversa. También repara algo. O lo
prepara. O lo cocina.
Las
pausas son algo. Algo es cualquier cosa, hasta un silencio.
Los
raptos y trances no son, siquiera, resquicios ni desquicios de
resabios farmacológicos. Son ámbitos sensoriales sosegados de
efectos visuales, como un olor.
El
muchacho
fuma.
El
muchacho
podría hacer canciones algunas de sus palabras (no en off). Algunas.
La
cuarta pared es una decisión de ritmo, simulación, suplantación y
riesgo.
Muchacho
(En
off.
Bajo.
Ya
viene hablando.):
(…) La venganza de Hermes pensé yo en ese momento, te juro. Fue
tan automático lo que se me vino, mirá, que no te puedo decir que
lo pensé yo siquiera. (Pausa.)
Oporto sazonado. (Pausa.)
Digo que se me vino de golpe lo de Hermes cuando Lama me detallaba lo
de los moretones. (Pausa.)
Olé. (Pausa.)
Con la culata de una Versa le pega cuando está por acabar. Eso dijo.
(Pausa.
Entra. Ensaya lo próximo. Gentil.)
Me tuve que inventar meticulosamente una trama para poder estar acá.
Y ahora que estoy acá no sé cómo decir esto que es la cortesía
que la candidez me pasa, entera, por toda mi existencia. (Silencio.
Pausa.
Sale
y vuelve a entrar, todo rápido. Ensaya lo próximo. Altivo.) Lo
primero que hay que hacer, es aceptar lo que acá se está
planteando. Esta es la primera contienda. O el primer error. (Sale.
En
off.)
Salgo feo. (Silencio.)
Salgo feo. Salgo feo. (Pausa.
En off.)
Salgo feo, salgo feo, salgo feo. (Pausa.
En off.)
Kazi Dawa. Algo así. (Pausa.
En
off.)
A mí, sinceramente, me hubiera gustado negar todo el suceso y dar
por cierto lo que yo te había dicho que Hermes me había contado
sobre la frase ésa que me hizo notar que decía Helena sobre el
suicidio de los escorpiones y yo no sé qué más sobre lo real
porque no le presté la más mínima atención aquella vez. Ni nunca,
en realidad. Ahora la invoco, mirá vos. (Pausa.
En off.)
Sí, salgo feo. (Pausa.
Pareciera repensar.)
Que deje, dijeron, ¿no? (Pausa.
Reingresa. Ensaya lo próximo.)
Que deje todas las luces encendidas, que retire todos los obstáculos,
que no me resbale, que use los pasamanos, que me fije la temperatura
del agua antes de bañarme. (Pausa.)
Eso me dicen. (Pausa.)
Ahora. (Pausa.
Detención. Piensa en algo fuertemente por un instante, pero no lo
dice. Sigue con lo suyo.)
Que me evite de vez en cuando, me dicen, en realidad. (Pausa.)
Y que me dimensione. Y que me dimensione en mis propias expectativas.
(Pausa.)
Que vea todos los parches me dicen. (Pausa.
Sale. En off.)
Afuera es un problema. (Pausa.
Reingresa.)
Ahora es todo. (Pausa.)
Eso me dicen. (Pausa.)
Esto es para mí. (Sale.
En off. Irritado.)
Acerca de qué, acerca de qué, acerca de qué, acerca de qué decime
vos, acerca de qué podés hablar en una situación como la mía.
(Pausa.)
Estoy enmudeciendo, sin embargo. Digo pavadas. Pavadas. Pavadas. (Un
golpe se escucha. O el arranqué de un motor.)
Juan Manuel tenía siempre camisas celestes. Y andaba siempre de
mangas arremangadas, como un colectivero en verano. (Pausa.
Sonríe.)
Qué sabrá de colectivos Juan Manuel. Lo llevaron a un borde. Gente
vil hay en todas partes, te juro. Hermes compró un Shocklender.
Acordate. (Pausa.)
Tantas promesas que se pagan. (Se
ofusca.)
De qué. (Pausa.)
De qué. (Pausa.)
De qué escarbando dentro de qué, decime vos, de qué. (Vuelve
a entrar.
Otro.
Podría
ser una canción.)
Acerca de lo cerca de todas las cosas juntas y desparramadas que
hacen, de todos, que todo lo ajeno se haga propio. Y lo ajeno mío.
(Pausa.)
Mío. (Pausa.)
Mío tan ajeno que a veces duele. (Pausa.
Las
pausas son algo. Algo es un decir.)
Solitaria manifestación de estos tugurios donde yo soy su parte.
(Pausa.
El muchacho
entra, sale, vuelve a salir, se demora, transporta o arrastra,
arregla o cocina, reingresa, ensaya diferentes formas y partes de lo
próximo; sale, se demora, vuelve a entrar. Ensaya lo próximo. O
canta. Un decir, como actuar.)
Yo esplendía. (Pausa.)
Lo juro. (Pausa.)
Y derrapé. (Pausa.)
Lo voy a contar. (Pausa.)
Corralones a cielo abierto. Lluvias amargas. Atracones. Salvajes sin
procedencia. No anunciadas h… (Se
interrumpe.)
No anunciadas. (Pausa.)
O tal vez sí. (Pausa.
Rápido,
a alguien.)
Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.)
Atracones fueron decía yo a la vera de la hoy ruta 9. (Pausa.)
No sé explicarlo. Perdón. (Pausa.)
Pero están. (Pausa.)
Ahora es todo. (Pausa.)
Los atracones no son un estado discutible para vivir. El que se
atraca es propenso a la disolución de las formas y al hastío
emocional. (Casi
en un rapto.
Lúcido.)
Costó entenderlo: venían de noche. (Pausa.)
Esto cuesta. Esto cuesta. Esto cuesta. (Pausa.
Bajo
y
algo raro.)
Somoveintiré. (Pausa.)
En demasía ellos querían acortar el trayecto hacia el amanecer.
Pero amanecía. Y se iban. Eso hacían. Con la fuerza endeble quedaba
yo, que esplendía. (Pausa.)
Estelas de polvo y sandalias dejaban. Olor a pasto quemado, a crines,
a semillas de veneno guardadas en las manos. (Pausa.
Ido.)
Filas de rodillas pintadas. (Pausa.)
Oí que me llamaban por esto. (Pausa.)
Esto es un secreto. (Pausa.)
Lo cautivo entra en un valijín. (Pausa.)
Lo juro. (Pausa.)
Yo no sé si quise. (Pausa.
Se excita.)
Mador. Mador. Mador. (Pausa.)
Me divorciaban de todo. Yo no lo podía creer. Yo no lo podía creer.
(Pausa.)
Y sin embargo, sucedía. (Pausa.)
Sucede aunque me miren así. (Pausa.
Vuelve.)
Esto cuesta. Ya lo dije. (Pausa.
Mira atentamente a alguien. Piensa en irse. Piensa en quedarse y
seguir. Pausa.)
Malformaciones tenía en todo el cuerpo. (Pausa.)
Parecían eso. (Pausa.)
Era dolor. (Pausa.)
Podría dibujarlo. (Pausa.)
Un dibujo de lo que dolía como algo que ejerce presión de adentro
hacia afuera podría dibujar. (Se
aburre de repente.
Amaga
con irse. Se queda.)
Esto es serio. Era un dolor preciso y l… (Se
interrumpe. La resignación o la congoja aparecen.)
Era es un decir. Las malformaciones se hicieron zonas: tres. Cabeza,
pecho, estómago. Se me hizo habitual. (Pausa.
Insiste.)
Esto es serio. Repito: es serio. Es el desfajase, la resequedad sin
culpa ajena, la domesticación de la rabia, el no verte llegar, el
viro errado de la cuestión, el inesperado misterio de no poder
encontrarse, de repente, ante el peso del mundo. (Pausa.)
Es serio y a pesar mío, esto es teatro. (Pausa.
Algo se quebró y algo vino en él. En trance o similar.)
Vienen. (Pausa.)
Elásticos cuellos de quien… (Se
interrumpe.)
Me tocan. (Pausa.)
Delgados no, delgaduchos y medio encorvados. La mayoría. Sus
cuerpos. Cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, fibras
con más marcas que carne. Lampiños, extremadamente lampiños. Uno
espera más pelo en esa gente. Sólo sus piernas y sus brazos.
Mestizos, digamos, cuyas marcas estaban en sus pantorrillas –finas
y evocativas de su origen. Eran fuertes gracias al incayuyo. (Pausa.
Respira
hondamente.)
Hay un tropel dentro mío. (Pausa.
Rápido,
a
alguien.)
Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.)
Eso me dicen. Yo repito. Derrapé. Ya lo dije. (Pausa.)
Y soy gentil. Creo. (Pausa.)
Hablaban poco. Ahora no. Jamás opinaban. Ahora son todo. (Pausa.)
Yeguarizo, Reumay, Tripailao, Coliqueo, Murena, Pincén. Pijudos.
(Silencio.)
Pijudos que rompían la regla de que todo pijudo es tonto. Vergas.
Gruesas, como en gancho. Atravesaban los toldos. Y yo con ellos.
(Pausa.)
Fueron veintitrés. Me dijeron: “Has de suponer esto como algo
preconcebido. Deberemos forzar hasta la proyección. Israel está en
la cabeza, en el estómago y en los intestinos. Toda calumnia viene
de adentro. Somos la última especie de nosotros mismos”. (Pausa.)
Qué, qué, qué sólo atinaba a decir yo, pero más o menos dijeron
otra cosa pero ahora el que habla me dice: “a troche y moche te
dejaste comer la cabeza por cualquiera. Pudiste haberte defendido
apenas notaste cómo te iban dando de relumbrón los acrílicos y los
refucilos que, claro está, no brillan como el oro. Ni el cristal.
Hemos sido ortodoxos. Como todo cristiano, como todo judío, como
todo musulmán. (Pausa.)
De estas tres sale todo”. (Pausa.
Otro.)
Dicen eso. Y es una indiada. Bruta. Resentida. La siento por las
noches. (Pausa.)
Te comieron la cabeza, entre tanto. (Pausa.)
Me comieron la cabeza. (Pausa.)
Entran y salen, a voluntad creo. (Algo
sale.)
Me humillo por esto. (Pausa.)
Pero entran y salen. (Pausa.)
Escotes, flojedades, tiranteces. Eso quedó. (Pausa.)
Todo se escucha. (En
trance o similar)
Somos 23. (Pausa.)
Estamos dentro de la forma. Eso dice el que habla. Somos 23 y
hablamos como uno. (Sale
y vuelve a entrar.)
Comenzó con silbidos alrededor mío. Susurros no, silbidos. Me
estaban llamando. (Pausa.)
Llevo 23 indios brutos de Chapadmadal dentro. (Pausa.)
Suelen hablar, es justo hacerlo notar. (Sale.
En off.)
¿Qué? ¿¡De qué hablás?! ¡¿De qué hablás?! (Pausa.
En off.)
¡¿De qué hablás?! Yo quiero que vos me mires. Yo quiero que vos
te sientes acá y me mires así mientras yo amablemente te siento
desde los hombros; y quiero que me escuches y me digas por qué dios
se va a ocupar de un planeta donde mora el perdedor? (Pausa.
Reingresa. A alguien en particular. Cierta violencia.)
Decime. Esto no es una metáfora. (Pausa.)
Esto no es una metáfora. Ni un sueño. Ni una alucinación. (Pausa.
A alguien.)
Toda convención es poco seria acá. Esto no lo pensás mientras
grillos te intranquilizan el caminar. (Pausa.)
No estás caminando. (Pausa.)
¿Lo ves? ¿Lo ves? Yo soy su parte. ¿Lo ves? (Pausa.)
“En la desesperación, todo rincón es una ventanita. Un aire
prometido. Un prodigio interno. Un ventiluz”. (Pausa.
Silencio.)
Ya escuché. (Pausa.
Sigue con alguien. Cambia.)
Son ganas, en realidad. Yo también necesito de lo agradable. ¿Lo
ves? (Pausa.)
Dejá eso. (Pausa.)
Dejá eso. (Pausa.)
Es de Isaías. (Pausa.)
Lo mismo que Hermes, dijo. (Pausa.)
Lexapro. (Pausa.
Otro.)
Está lo que se necesita sin pensar, y está lo que uno lleva a
cuestas, ¿no? ¿No? (Pausa.)
Uno tiene el cuerpo hinchado, malgastado y lastimado. Uno viene
sobrellevando remordimientos; casi fresco, casi valiente. (Se
va ampliando. Ensaya lo próximo ya es un decir.
Lúcido.
Repentino y rápido.)
Veo una curva. La tomo. Veo una calle con paredes altas, grises, a
ambos lados. Pienso en galpones. Claro, al final de la calle, un
destello azul. Es de noche, muy de noche. No hay luna. Nunca entendí
eso. Hace calor. El destello azul se opaca de a ratos si lo miro
fijo. Pienso en algún efecto traslúcido. Camino y veo que lo azul
es un charco de agua refractada. Agua estancada. Llovió. (Pausa.
A
alguien.)
Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.)
Hordas agresivas. Machos brutales capaces. Aun no amanecía. No
caminábamos. No corríamos. Ni reptábamos. No bailábamos. Otra
cosa percibíamos. Danzábamos. El suelo estaba aún inclinado. El
mundo aún no se comía. Ni era de juguete. Ni demasiado. Nosotros no
éramos faltos. Lo emocional no fallaba aunque había intemperies. No
soy dictado. Vigor en la atmósfera. Fortines ilusos. Baúles con
próceres incapaces. Los Pasos. Aplomo sin embargo. No sobornarse.
Esto tiene su principio. (Íntimo.)
A pesar mío, sin ser tenido en cuenta es la sensación que quisiera
sentir. Lejos el frenesí iluso de no estar obligado a ver de por
vida esto. (Trance
o canción.)
En el fondo, estamos sin vueltas, más imposibles que ciertos, sin
embrago, de ciertos sucesos. (Pausa.
Entra.)
Impotentes e inútiles. Esto es un decir. Me comieron 23. (Pausa.
Sale.
Se demora mientras habla, transporta o arrastra, arregla o cocina,
reingresa, sale, se demora, vuelve a entrar.
Alterna
idas y venidas, siempre para salir
y
comenzar a ingresar cuadros
con
dibujos e imágenes de alto próceres para terminar entrando,
últimos, el de la mujer de Juan Manuel de Rosas. Todos los próceres
fueron visibles. Los rocía con algo líquido mientras habla,
explica, medita sobre los cuadros que va viendo. A público.)
No sabe lo que hace. Nunca saben. Él dice flotar. Poco criterio,
indudablemente. Ni la mitad, ni por asomo la mitad de todo lo que se
había propuesto. Y eso que fue recién. (Pausa.
Va
apilando cuadros.)
La pose y el arrastre. (Pausa.
Otro.)
“Detengamos esto”, me dijo Hermes, “te lo pido lo más
ciertamente posible, detengamos esto. Yo no quiero hacerlo, y tampoco
quiero que vos lo hagas. No quiero”, me dijo, “yo no quiero.
Vamos a tener problemas. Tengo los dientes apretados desde febrero.
Detengamos esto. Lo voy a contar”. (Pausa.
Trance.)
Ahora estamos dentro de la forma que se nos ha sido dada. Soy el que
me habla. Soy el que me dice ser 23. Soy el que retiene. O no querer.
Cerca tuyo doblegar el horror. (Enciende
una antorcha o similar. Va a quemar los cuadros.)
No hay vuelta atrás. (Sólo
la luz del fuego.)
Apagón
rápido y total.
Me
entregué al misterio. / ¿Qué era?
Un
cambio de tiniebla
hacia
una tierra que quizá no existe.
Soy
fiel. Persevero.
Sara
Gallardo