TADEUSZ KANTOR EL TEATRO DE LA MUERTE
Soy un herético. De modo que necesito a Dios. Necesito ese Dios, necesito a mi enemigo.
Necesito ese muro, para poder abrirme la cabeza. Este es mi credo, mi principio, mi posición
en Polonia. Cada cual debe tener su muro.
La ilusión es una reproducción del mundo visible. Reproduce aquello que ya ha sido realizado
con anterioridad, por la naturaleza, o por Dios. Preferentemente por Dios, porque esto deja
una oportunidad.
[...]
No se si he estado más inspirado por las fiestas judías o por las fiestas católicas. Mi abuelo, o
para ser exactos, el hermano de mi abuelo, fue sacerdote. Era un hombre muy liberal. Tuvo
muchos problemas con el obispo, que residía en Tarnow. El obispo era tradicionalista. No
amaba a los judíos, está claro. Mi tío abuelo si que apreciaba a los judíos. Recuerdo una
magnífica escena en el entierro de mi tío abuelo. Numerosos sacerdotes habían venido un
poco de todos lados. Iban todos de negro. Nadie advirtió que a lo lejos, tras el cortejo, toda la
comunidad judía les seguía con el gran rabino y los miembros del consejo judío. Iban vestidos
de fiesta y llevaban las tabletas. Todos los sacerdotes católicos huyeron a través de los
campos. Se tenían que atravesar los campos para llegar al cementerio. Uno se sentía como en
una película de Buñuel. Todos los sacerdotes huyeron. Al acabar, ¡no quedó más que la
familia y los judíos!
[Andrejz Wajda, cineasta...]
Para Kantor, Cracovia era una ciudad de apariencias. Pero Wielopole era la verdadera vida.
Sentía por su ciudad un profundo apego. Vino a Cracovia, pero nació en Wielopole. Y
Wielopole le acompañaba en Cracovia, en Nueva York, París, Londres, allí dónde
interpretaba llevaba Wielopole con él. Eso es lo que constituía su originalidad. Esa era su
fuente de su inspiración y la explotaba. Ese apego a la provincia no era una coquetería.
[Teatro...]
Embalajes, empaquetados, el manifiesto. Los embalajes aíslan del mundo, protegen de la
estupidez, de la ignorancia y de la vulgaridad. Embalajes, empaquetados. Embalajes.
[...]
La tendencia humana, la pasión por la conservación, por la disimulación, por la transmisión,
casi un proceso autónomo. ¡Qué oportunidad!
Junto con el embalaje y la silla, el paraguas ha sido el objeto mayor de la obra de Tadeusz
Kantor. Ha estado presente en toda la creación de Kantor. El paraguas es un embalaje porque
protege de la lluvia. Protege del sol. Es un objeto divertido. “Un objeto lleno de aventuras”,
como decía Kantor.
[Maria Stangret-Kantor, pintora...]
Tenía mucho carisma. Gracias a él, comprendimos lo que es la vanguardia. Nosotros, los
jóvenes, conocíamos la vanguardia de la época de la Revolución, Maiakovski, Esenin. Más
tarde fuimos confrontados con la realidad. Eso nos abrió los ojos. En la época del realismo
socialista, el arte estaba tan asfixiado que nadie reaccionaba. Todo había sido decidido de
antemano, todo respondía a las directrices comunistas. Nos enseñó que podíamos hacer otras
cosas.
[...]
Existe un estado de pesadumbre, un estado de vacío. En este tipo de vacío, no hay ni
escenario ni teatro. Sólo un guardarropa, una sala de espera, un vestíbulo, un almacén de
decorados, un depósito, los espectadores forman parte de ese depósito. Los considero como
un depósito. El lugar donde actuamos tiene a la vez algo de depósito, de guardarropa, de sala
de espera.
[Krystyna Czerni...]
Encuentro admirable que sometiese todo a su arte. Sometió todo a su arte: sus allegados, su
propia vida, su biografía. Utiliza todos estos materiales en su arte. Esto es el ejemplo perfecto
del artista total, por no decir totalitario. Era el ejemplo del artista que pretende el poder
absoluto. Quería ejercer el poder absoluto sobre sus actores. Los trató realmente como
instrumentos. Quería ejercer un poder absoluto sobre su arte.
[Ensayando...]
¡Coño! ¡Tienes que llegar frente al caballo! Tienes que comunicarte por telepatía. ¡Lo hemos
hecho tantas veces! ¡Os lo suplico! ¡Me juego la rotura del aneurisma! Y será el fin. Ya os he
dicho que no tengo a nadie. Ni secretaria ni director de escena. Nadie. Es por eso por lo que
me enervo. Debo defenderme contra todos estos bandidos. ¿Esto os divierte? ¡No es divertido!
Se que os reís de mi. Si esto es así, yo me voy. No quiero morir aquí por vuestra culpa. Si no
cambiáis de actitud, rompo... Puedo encontrar una compañía en Nuremberg.
[Jerzy Nowosielski, pintor...]
Kantor era una especie de filósofo del tiempo, del tiempo que pasa... Es así como podríamos
definir su concepción: la única cosa que nos ha sido verdaderamente dada, que poseemos
concretamente, es el pasado. El presente no existe. Pasa demasiado rápido. En cuanto al
futuro, no lo conocemos. Todo lo que poseemos en realidad, es el pasado. Sus últimos
]espectáculos, se dirigen todos al pasado. Están enraizados en el pasado. Y su visión del pasado
ofrece un carácter infernal. Pero no está desprovista de amor. Permanece ligada a su pasado.
[...]
Aquí no hay actores. Nuestros actores no pueden interpretar otro papel que el que
interpretan en este espectáculo. No pueden interpretar Hamlet, Macbeth o Falstaff. Cada
actor conserva su personalidad. Yo me sirvo de ellos. Yo no quiero un actor, que interpretaría
un papel en el espectáculo. Quiero servirme de aquel que es en realidad. Tengo un lema: el
artista debe conservar su salud. En la vida, cada uno debe conservar su salud. Y los artistas,
más aún que cualquier otro. ¿Salvar el mundo? Imposible. Más vale salvarse uno mismo.
[...]
Los directores de escena no se quedan. Montan la obra y se van. Yo estoy siempre presente.
Debo estar ahí, en cada representación. Ese es mi papel. Estoy en el escenario, como director
de escena. Y cuando veo que el actor comienza a interpretar, a hacer demasiado, a
comprometerse, a reproducir su papel, me pongo a su lado. Encarno la realidad del
espectador. Estoy en escena ilegalmente, sin ningún derecho. Eso es muy importante. Estoy
en escena... ilegítimamente. Eso es. Adoro esa palabra.
[Ensayando, con un maniquí...]
Si la cojo por aquí, todo se levanta. ¿Veis? Mirad atentamente. La levanto y ¿qué ocurre? Es
necesario que todo esté bien cosido. Muy bien cosido.
[...]
Este mundo es un crimen. Y todo arte es un crimen. La belleza sólo pertenece al arte
académico.
[Wieslaw Borowski, galerista...]
Kantor combatió el academicismo y todas las convenciones institucionales. Su teatro nace de
este cuestionarse el teatro institucional. No quería por otro lado rehacer el mundo. Su
creación era muy personal. Hablaba muy profundamente del destino individual. Poseía una
fuerza inmensa, que le permitió prescindir de la ayuda de las autoridades culturales. Logró
transmitir su arte no contando más que consigo mismo.
[Karl Gerhard-Schmidt, amigo de T. Kantor...]
Se le avisó que los ensayos se harían aquí, durante varios meses. Pero la ciudad de Nuremberg
renunció, por falta de dinero. Por iniciativa mía, puesto que me avergonzaba por Nuremberg,
decidí montar su obra igualmente. La compañía no pudo quedarse más que seis semanas, por
razones económicas. Buscamos entonces un teatro privado para actuar, y para ensayar. ¡Una
verdadera catástrofe! Kantor lo rechazó. Se formó un escándalo inimaginable. ¡Puro teatro!
Busqué otro lugar. Encontré una antigua fundación.
[Ensayando...]
¡Dios! ¡Cuántas veces hay que deciros que anotéis las cosas! Si no tomáis notas, ¡os despido!
Paso toda la noche aquí. ¡Podríais al menos tomar notas! Hasta aquí, os he dicho. ¡Y no estáis
interpretando a imbéciles! ¡No me miréis con esa cara de idiotas!
[Andrzej Welminski, pintor...]
Dicen que Kantor era un tirano que sometía a sus actores. Esto es absolutamente falso.
Tadeusz Kantor incluso exigía a sus actores que participaran en la creación, que se
involucrasen. Ese era su método de trabajo. Los miembros de la compañía fueron los mismos
durante mucho tiempo. Siempre eran la misma gente. ¡Eso es fenomenal!
[Ensayando...]
¡No miréis detrás vuestro! ¡Hacer lo que tenéis que hacer! ¡Dejad de mirarme! ¡Todas esas
miradas son estúpidas! Hay que permanecer en la línea. ¡Está realmente un poco sonado!
[Roman Siwulak, pintor...]
No me oprimía. Echo mucho de menos la opinión de Kantor. En especial sobre temas
artísticos. Su opinión siempre contó mucho para mi. Podría incluso decir que sin él, me siento
un poco desorientado. Construía un mundo de valores. Un sistema de valores que era para
nosotros muy claro, muy preciso y muy concreto. Hoy, eso es algo extraño en el arte
contemporáneo.
[Waclaw y Leslaw Janicki, orfebres...]
Nuestra similitud le fascinaba. Pero sabía distinguirnos. Siempre supo dirigirse a nosotros por
nuestro nombre. Llegó aún así a confundirnos, durante un espectáculo, cuando estábamos
vestidos. Este desprecio le irritó mucho. Sus esfuerzos nos han animado mucho en nuestro
trabajo. No sabría decirle si llamábamos más la atención que los otros. Para poderlo decir,
hubiera sido necesario estar fuera de la obra. Éramos más visibles, éramos diferentes. Dos
individuos idénticos, era una ventaja.
[Ryszard Stanislawski, historiador del arte...]
Con la muerte de Kantor, es todo el arte el que ha sufrido una pérdida irreparable. En el curso
de mi vida, he conocido muchos grandes artistas. Por ejemplo Joseph Beuys. He llegado a
hablar largamente con Jasper Johns. Incluso charlé un día con Picasso. Y debo decir que
Kantor formaba parte de esa serie de gentes excepcionales, de esos meteoros que aparecen en
el firmamento de nuestra vida antes de desaparecer súbitamente. Pero permanecen entre
nosotros, a través de sus obras.
[Zbigniew Gostowski, pintor...]
Quizás le parezca brutal, pero voy a darle mi opinión personal. Tengo la impresión que ciertas
personas, aquí, en Polonia, están contentas de que Kantor no esté ya entre nosotros.
Kantor destilaba la inquietud. En el psiquismo humano y en el arte, la gente prefiere la tranquilidad.Pero la serenidad no favorece el arte. Necesita movimiento, inquietud. Estimo que Kantor no ocupa el lugar que merece, aún menos en Polonia que en otras partes.
[...]
Como de costumbre, al final todo el mundo abandona la escena. Me quedo solo. Con mi
joven esposa. Ella es quién acaba el espectáculo. Tan solo la ayudo. No volveré nunca.
[Andrzej Wajda, cineasta...]
Kantor era el único que tenía genio. Todo lo que tocaba poseía una remarcable coherencia.
La escenografía, los movimientos escénicos, el juego de los actores, los textos que decían.
Todo eso creaba una unidad perfecta, que no se encuentra en ningún director de escena o
dramaturgo polaco. Kantor ocupa un lugar particular. Retrospectivamente, su teatro me
parece el más bello, el más fuerte, que ha conocido Polonia después de la guerra. Incluso
antes de la guerra, no había nada comparable al teatro de Tadeusz Kantor.