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18/3/15

La Estación Enrique Buenaventura

La Estación
 Enrique Buenaventura

I
(Músicos ferroviarios preparan el espacio y tocan sus instrumentos mientras entra el público. Baja la luz).
La Señora T: Te dije que llamaras por teléfono.
El Señor T: Usted perdone... ¿Ha salido ya el tren?
La Dama: A dónde se dirige usted.
El Señor T: Debo hallarme en T. mañana mismo.
La Señora T: Mi esposo ha sido nombrado en un puesto muy importante en esa ciudad y debe posesionarse mañana mismo.
La Dama: Tiene usted suerte, el tren para T. no ha salido todavía.
El Señor T: Está atrasado.
La Dama: Sí.
La Señora T: Y nosotros debemos llegar a T. a la hora exacta. Imagínese usted, nos esperan las autoridades en la estación con flores y banda de música.
El Señor T: Cállate.
Conductora: No son muy precisos.
Maquinista: A veces pasan antes.
Guarda: A veces después.
El Señor T: ¿Quiere decir... ?
La Señora T: ¡Lo perdimos! Te dije que llamáramos primero... ¿Y qué me repondiste? Yo me atengo a los itinerarios.
El Señor T: ¡Sí, me bastan los itinerarios! Una empresa seria debe cumplir con los itinerarios.
La Señora T: En este país no hay empresas serias.
El Señor T: Te ordeno que te calles. Usted perdone, señora... No suelo exaltarme de este modo.
La Dama: Se comprende, está usted nervioso con el nombramiento y todas esas cosas.
El Señor T: Sí, así es. Pero acláreme, por favor. ¿El primer tren es el de T?
Conductora: Se supone.
Maquinista: Aunque a última hora siempre hay cambios.
La Señora T: Te dije que la empresa no es seria.
La Dama: De dónde saca usted, señora, eso de que la empresa no es seria.
El Señor M: ¿Ha salido ya el tren?
La Señora T: Ya pasó o pasa mañana. Son cambios de última hora.
El Señor M: Pero si yo llamé y me dijeron que pasaría a la hora exacta por esta estación.
La Señora T: Usted sí tuvo la precaución de llamar, porque mi marido se atiene a los itinerarios y yo insisto en que esta empresa no es seria.
El Señor M: ¿Qué no es seria?
El Señor T: No le haga usted caso, caballero. María, por favor, estás armando un problema legal que puede terminar en multa o en cárcel.
El Señor M: No es posible que haya pasado. ¿Qué dice usted, señora?
La Dama: ¿A dónde se dirige usted?
El Señor M: ¿Yo? A M.
La Dama: Bueno aún no ha pasado el de T.
El Señor T: Y yo voy a T.
La Señora T: Nosotros vamos a T.
El Señor M: Pero si no ha pasado el de T., ¿a qué horas pasa el de M?
La Señora T: (En voz baja). La empresa no es seria. (Llegan muy apuradas, la señora L. y la señorita secretaria de la señora L.).
La Señora L: ¡Apúrate! Con esos botines no puedes caminar. Te dije que te pusieras los de tenis y que luego nos cambiaríamos en el tren. ¡Ay, siempre insistes en andar con esos botines! Y al final me haces llegar tarde a todas partes. ¡Ay, respiro! ¡La estación está llena de gente! Dígame por favor... ¿ha pasado ya el tren?
La Dama: ¿A dónde se dirige usted?
La Señora L: A L.
El Señor T: Yo voy a T.
La Señora T: Vamos a T.
El Señor M: Yo voy a M.
La Señora L: (A la señorita secretaria). Te lo dije.
La Señorita L: ¿Qué me dijo, señora?
La Señora L: Que primero era el de T., después el de M. y de último el de L., pero tú con ese afán, con esa histeria. Me hiciste poner estos horribles zapatos tenis. Vamos a cambiarnos estos zapatos.
La Señorita L: Pero si los míos no son de tenis.
La Señora L: No importa, te los cambias por zapatos de tren...
La Señorita L: Pero señora...
La Dama: No se los cambie, señora, uno nunca sabe.
La Señora L: Uno nunca sabe qué.
La Dama: Uno nunca sabe cuál pasa primero o si pasan juntos.
La Señora T: La empresa no es seria.
La Dama: ¡Otra vez usted, señora, con esa historia!
El Señor T: Sí, diciendo siempre las mismas sandeces. Ustedes perdonen, señoras, no suelo exaltarme de este modo.
La Dama: Se comprende, está usted nervioso.
El Señor M: Yo también estoy nervioso. ¡Necesito llegar a M!
La Dama: Puede darse por bien servido si lle-
ga a M.
El Señor M: ¿Qué quiere usted decir señora?
La Señora T: Que a lo mejor lo mandan a la M.
El Señor T: ¡Silencio! (Con el grito del señor T. se confunden el pito y el estruendo de un tren que pasa veloz. Desaparecen la dama, el señor T. y la señora L. Quedan tirados por el suelo, el señor M., la señora T. y la señorita L. Entra un guarda del ferrocarril).
Guarda: ¡Un tren veloz produce una onda que, simultáneamente, rechaza a unos pasajeros y absorbe otros! Ustedes fueron, evidentemente, rechazados. Ocurre que hay una enorme cantidad de viajeros con ideas diferentes. Prácticamente todos quieren dirigirse a lugares distintos. La empresa se ve en la necesidad de utilizar la onda como una forma de selección de los viajeros. No, no se trata de una medida meramente autoritaria, ustedes tienen, también arte y parte en el asunto y, a fin de que puedan ejercer libremente ese derecho se les da, en forma gratuita, una brevísima instrucción para abordar trenes veloces en cualquier circunstancia. Se dieron ustedes cuenta de que hace unos instantes, pasó un tren veloz. A ver usted... ¿qué sintió?
La Señora T: No sé señor...
Guarda: ¿Cómo que no sabe?
La Señora T: Como una angustia.
Guarda: Eso está bien. Es un buen comienzo... ¿Y usted?
El Señor M: Como un golpe de viento.
Guarda: ¡Eso! ¡Usted sintió la onda que rechaza! Ahora le toca aprender a sentir la onda que atrae, la onda que absorbe. Usted está aquí, el tren pasa. Siente la onda que rechaza, se desplaza, rápidamente y lo atrapa, entonces, la onda que atrae, la onda que absorbe. Pero si usted siente la que atrae y prefiere ser rechazado, se desplaza entonces en sentido contrario.
La Señorita L: Yo sí sentí algo... Algo así como que alguien me llamaba y me llamaba y me llamaba. ¿Sabe qué? Le voy a contar lo que me pasó cuando era niña. (Tren lejano).
La Señora T: ¡Ya viene!
El Señor M: ¡Dónde me coloco!
La Señora T: ¡No siento nada!
El Señor M: ¡Cuándo hay que empezar a sentir!
Guarda: Es un falso tren. Hay que aprender a distinguir un falso tren de uno verdadero. La empresa se ve en la necesidad de utilizar falsos trenes para que los pasajeros no pierdan del todo las esperanzas.
El Señor M: ¿Qué hacemos ahora?
Guarda: Nada. Un falso tren se deja pasar sin gastar en él la energía indispensable para tomar uno verdadero.
La Señora T: Pero yo debo reunirme con mi marido.
La Señorita L: Y yo debo encontrar a la señora L... ¡Dios mío, aquí están sus zapatos! Eso quiere decir que se fue con los zapatos de tenis... Usted tiene que responder por ella. Usted parece ser una autoridad o algo así...
Guarda: He sido una autoridad, es cierto, pero en la actualidad estoy jubilado.
La Señora T: No nos interesa, en absoluto, que esté jubilado. Usted tiene que responder ante nosotros. La señora...
La Señorita L: Señorita L.
La Señora T: Las dos íbamos para L. y el tren que pasó iba para T.
La Señorita L: La señora L. no iba a subirse a un tren equivocado.
Guarda: ¡No se subió! Simplemente fue absorbida.
La Señora T: ¡Y yo fui rechazada! ¿Por qué? ¿Quiere explicarme eso?
Guarda: Eso, justamente, es lo que la empresa está tratando de resolver. El tren veloz para T. llevó a su marido a T.
La Señora T: Pero yo iba con él.
Guarda: Es claro. Es posible, sin embargo, que usted no fuera indispensable en T.
La Señora T: ¿Y eso cómo lo sabe la empresa?
Guarda: La empresa sabe, precisamente, lo que nosotros no sabemos.
La Señorita L: Pero la señora L. me necesita en cualquier lugar donde se encuentre. Sin mí no sabe qué hacer.
Guarda: Debe aprender, quizá, a desenvolverse sin usted.
La Señorita L: Y... ¿Quién decide eso?
Maquinista: La empresa.
La Señorita L: Y los zapatos... ¿Qué hago con los zapatos? La señora L. necesita sus zapatos.
Conductora: Entréguelos a la SOE.
La Señorita L: ¿La SOE?
Maquinista: La Sección de Objetos Encontrados. Llegarán a su destino. En esos detalles la empresa es muy eficaz. (Los ferroviarios mueven las manecillas del reloj).
El Señor M: Deberían arreglarlo de una vez.
Conductora: No es un reloj común y corriente.
Maquinista: Marca, solamente, la salida de los trenes.
El Señor M: Entonces...
La Señorita L: ¡Va a salir uno!
Señora T: ¡Va a salir uno!
El Señor M: ¡Entonces va a salir uno!
Guarda: Tengan paciencia.
Maquinista: Nunca se sabe.
Dama: Las guías ferroviarias abarcan y enlazan todos los rincones de la nación.
Guarda: Hay tiquetes para las aldeas más pequeñas y remotas. No se preocupe. Ya tienen suficiente instrucción para viajar en un tren veloz en cualquier circunstancia.
La Señorita L: Habrá que estar prevenido.
Guarda: Es lo más recomendable.
La Señora T: Tengo los nervios de punta. (Sigue refunfuñando un texto incompren-sible mientras baja la luz).
La Dama: Falta, solamente, que los trenes cumplan los itinerarios y pasen, efectivamente, por las estaciones.
Conductora: Todo está listo.
Guarda: Que Dios nos ayude.
Conductora: ¿A dónde va usted?
La Señorita L: A L.
La Señora T: Yo voy a T.
El Señor M: A M. ¿Me llevará el mismo tren a M?
Conductora: A M., a X., a Y., a Z. Es el expreso continuo. Lleva a quienquiera donde quiera.
II
“El Viaje”
Señora T: ¡No se puede ir dejando a mi marido!
La Señorita L: ¡Que alguien lo detenga! ¡No puedo viajar sin la señora L.!
El Señor M: ¡Al fin llegaré a M.!
La Señorita L: ¡Que pare!
La Señora T: ¡Yo no viajo sola! El tiene que posesionarse y mañana mismo.
El Señor M: ¡Que siga! ¡Que siga!
Conductor: La línea H tiene un solo riel.
Maquinista: La línea B simplemente no tiene rieles.
Fogonero: Qué pasó con los rieles.
Conductora: No los compraron y el dinero se esfumó. (Túnel. Sigue viaje. Parada para recoger el ataúd que está con la dama).
La Dama: El pasajero había comprado un tiquete para T. Es deber de la empresa enterrarlo en el lugar de su destino. (Entrega las velas. Pito. Los ferroviarios suben el ataúd).
Fogonero: Bueno, qué hacemos con el muerto. Yo me niego a andar con un muerto sin saber, realmente, a dónde llevarlo.
Guarda: La empresa ha cumplido siempre sus obligaciones con los muertos. (Se adecua espacio velorio. Arranca tren).
La Señora T: ¿Dónde estamos?
Señor M: Estoy en M. He llegado a M. Es esta la estación de M.
La Señorita L: No hay letreros.
El Señor M: A veces para simplemente para aprovisionarse de agua.
La Señorita L: ¿Agua?
La Señora T: Sí, la caldera necesita agua.
La Señorita L: Primera noticia.
El Señor M: Ya entregamos los tiquetes.
Conductora: Pero ésta es otra estación.
El Señor M: ¿No es la misma empresa?
Conductora: Cada estación tiene su propia autonomía.
La Señorita L: Entonces nos bajamos todos.
Guarda: Por esta vez los dejamos continuar el viaje pero ojo, ¿eh? Ojo con los tiquetes. (Pita el tren parte. Otros minutos de placentero viaje. Entran sin detenerse el tren, la señora L. y la dama).
Guarda: ¡Que pare!
Dama: Que se devuelva.
El Señor M: Que siga.
Conductora: Que se devuelva.
Maquinista: Que siga o que se devuelva.
La Señora L: Pero yo tengo un tiquete que dice: L.
La Dama: En materia de tiquetes la empresa es muy estricta. (Desaparece).
La Señorita L: Y usted es... La señora L.
La Señora L: Sí... ¿Me trajiste los zapatos?
La Señorita L: Sí, sí señora.
La Señora L: Y los tuyos... ¿Qué pasó con tus zapatos de tren?
La Señorita L: No tengo zapatos de tren.
La Señora L: Ponte éstos.
La Señorita L: Jamás me he puesto unos zapatos como éstos.
La Señora L: ¡Llegó la hora de ponerse cualquier cosa! ¡De que lo lleven a uno a cualquier parte! De viajar con muertos, y de no poder hablar con los vivos de nada, de absolutamente nada...
(Gritos al libitum acerca de los rieles, etc. Luego textos bajos).
Conductora: Se robaron los rieles.
Guarda: Un tramo entero. En el pantano y en el desierto. Y se descarrilaron los vagones.
Maquinista: Y la locomotora quedó enterrada. Y poco a poco la fue cubriendo el bosque.
Maquinista: Cerca a las ruinas de una estación.
Conductora: Que un día oyó el cantar de los trenes.
Maquinista: Y el lento resollar de las locomotoras.
Guarda: En realidad todo esto lo hace la empresa para que avance el progreso.
Maquinista: Para despertar la iniciativa de los viajeros.
Conductora: Para sacudirlos un poco.
Guarda: Y revivir en ellos su actividad creadora.
La Señora T: No llegamos a T.
La Señora L: Ni a L.
El Señor M: Ni a M.
La Señorita L: Ni a X.
La Señora T: Ni a Y.
El Señor M: Ni a Z.
La Señora L: A ningún lugar del abecedario. (Entran el señor y la señora T. en las ruinas con el ataúd y la señora T. canta).
La Señora T: Tiempos de antaño. Cómo se pierden, cómo se olvidan. Tal como el viento que arremolina las hojas secas, así el recuerdo se va muriendo así se pierde y así se olvida.
Guarda: Y surgieron los deberes y los oficios y los trabajos y cada cual fue de la casa al trabajo y regresó del trabajo a la casa porque sólo Dios sabe lo que es capaz de hacer la gente. Y el hogar y el prostíbulo... Porque nada falta en la ciudad recién nacida... Y así lo que era apenas un proyecto se convierte en toda una institución. No sólo una institución, un sacramento... Y ahora la historia. El primer tren que existió en este país perteneció a un inglés.
Maquinista: Cuando llenaba los vagones de carga y pasajeros el inglés gritaba. ¡Vami nos! Y partía el tren.
Guarda: Un día un pasajero, derretido por el calor, gritó en una estación:
Todos: ¡Vami nos!
Maquinista: Y el tren partió sin el inglés.
Guarda: Y el inglés corrió y corrió y corrió y alcanzó el tren, se subió y dijo:
Maquinista: Quiero que sepan una cosa: aquí el único hijo de puta que puede gritar vami nos ¡soy yo!
(Cae, lo recibe y lo acuesta, tieso, en el suelo, el conductor jubilado. Con un coro desaparecen los actores, salvo el conductor jubilado y la dama).
Todos: En las oscuras selvas, en el desierto estéril, en los campos inhóspitos o en la campiña fértil...
  En donde la riqueza su maravilla esconde y el porvenir se asoma con su cara risueña
Allí estamos nosotros, ahí llega la empresa para abrir un camino, para abrir una senda.
  Para abrir un camino para abrir una senda.
Guarda: La empresa tenía razón. Allí donde no existía nada la gente inventó todo.
Dama: Ya han sido repuestos los rieles robados antaño.
Guarda: Hasta que se los roben... hogaño.
Dama: Falta solamente el último tramo.
Guarda: Siempre falta el último tramo. Jamás veré nada terminado.
Dama: Pero los habitantes del país tienen fe en nosotros y aceptan las irregularidades del servicio. Y su patriotismo les impide cualquier manifestación de desagrado.
(La estación, vacía, va saliendo de la penumbra).
Guarda: Este país es famoso por sus ferrocarriles como ustedes bien lo saben. Hasta ahora no ha sido posible organizarlos debidamente, pero ya se han hecho grandes cosas en lo que se refiere a la publicación de itinerarios, al timbre de los tiquetes, al diseño de las rutas.
La Señora T: Que no llevan a ninguna parte.
Guarda: Las necesidades nos superan es cierto.
La Dama: Miles de problemas nos abruman.
La Señora T: Respiramos de milagro.
Guarda: Decenas de miles, cenetenares de miles, millones de pasajeros necesitan trasladarse de una parte a otra.
El Señor M: Y de la otra parte a ésta. Y la empresa se ve obligada a dar la impresión de que cumple.
Guarda: Lo importante es que los ciudadanos colaboren.
El Señor M: Y que se entreguen en los brazos de la empresa.
Maquinista: Si la empresa no hiciera las cosas como puede, las gentes quedarían aisladas, en una geografía montañosa, que ofrece tremendas dificultades.
(La Espera)
La Abuela: Anoche soñé que nos moríamos todos.
El Abuelo: Valiente sueño.
La Abuela: Pero volvíamos a vivir, resucitábamos.
El Abuelo: Peor todavía.
La Abuela: Resucitábamos y nos íbamos a viajar, a viajar, a viajar...
El Abuelo: ¡Qué manera de soñar pendejadas! De aquí no salimos sino volando.
La Abuela: Cómo así, volando.
El Abuelo: Cuando echemos a volar las almas. ¡Con el último suspiro!
La Abuela: ¿Y el tren? ¿Para qué sirve, entonces, el tren?
El Abuelo: Cuál tren.
La Abuela: El tren.
El Abuelo: No he visto un tren en mi vida.
La Abuela: La vejez no llega sola.
Maquinista: La empresa tiene un pasado heroico.
La Señora T: La empresa es una mierda. Enterró a mi primer marido, mientras el segundo enterró un capital en la empresa.
Maquinista: Hay quien ha gastado en tiquetes una verdadera fortuna.
Abogado: El próximo tramo de los Ferrocarriles Nacionales va a ser construido con el dinero de una sola persona.
Guarda: Un tramo cuyos planos ni siquiera han sido aprobados por los ingenieros de la empresa.
La Señora T: En esta maleta sólo hay demandas, demandas y más demandas contra la empresa.
Abogado: La empresa tiene miles y miles de demandas.
La Señora T: Y... ¿Qué hace con ellas?
Abogado: Las archiva. Hay edificios enormes, que entre otras cosas se están cayendo, donde las demandas reposan.
La Señora T: ¿Y usted a qué se dedica?
Abogado: He sido abogado de la empresa. En la actualidad estoy jubilado.
La Señora T: Esta es una empresa de jubilados.
La Joven Señora: Usted perdone... ¿Ha salido ya el tren?
Guarda: ¿Lleva usted poco tiempo en este país?
La Joven Señora: Relativamente.
Guarda: Se nota.
La Joven Señora: Pero... ¿Hay un tren que pase efectivamente por esta ciudad?
Guarda: Afirmarlo, categóricamente, sería cometer una inexactitud.
La Joven Señora: Es que yo debo hallarme en T mañana mismo.
Guarda: Dadas las condiciones actuales, ningún tren tiene la obligación de pasar por aquí, pero nada impide que eso pueda suceder.
La Joven Señora: Debo estar mañana en T.
Guarda: ¿Y por qué se empeña en ir a T? Una vez en el tren su vida tendrá algún rumbo.
Maquinista: Téngalo por seguro.
Guarda: Es política de la empresa conducir a veces por caminos muy extraños a los viajeros.
La Dama: Hacia un verdadero destino. Algo que dé sentido a sus vidas.
El Señor M: Yo como la señora quise ir a T sí señora... y llegué a T, pero la estación era falsa. Los pasajeros muñecos llenos de aserrín y los empleados como éste. (Se acerca al muñeco). Falsos, completamente falsos.
Guarda: No lo trate así. Es muy delicado. La empresa crea ilusiones, es cierto. A veces usted mira por la ventanilla de un tren y ve pasar innumerables paisajes...
La Abuela: Son espejismos...
Guarda: Todo eso con el sano propósito de disminuir la ansiedad de los viajeros.
El Señor M: Se espera que un día nos entreguemos al vaivén del azar.
Guarda: En brazos de una empresa omnipotente.
El Señor M: Y que no nos importe saber a dónde vamos ni de dónde venimos.
La Joven Señora: ¡El tren!
La Abuela: ¡El tren!
El Abuelo: ¿Cuál tren?
El Señor M: El tren.
Todos: (Muy bajo) El tren... (Se acercan al público con sus maletas. Lo miran. Va bajando la luz. Oscuro).