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3/3/21

LA POSADERA. CARLO GOLDONI.












LA   POSADERA 

CARLO GOLDONI



                                                                                    PERSONAJES

EL CABALLERO DE RIPAFRATTA

EL MARQUÉS DE FORLIPOPOLI

EL CONDE DE ALBAFIORITA

MIRANDOLINA, Posadera

DEJANIRA

HORTENSIA  

FABRICIO, Camarero de posada

CRIADO del Caballero

CRIADO del Conde

La acción se desarrolla en Florencia en la posada de Mirandolina.




ACTO PRIMERO

Escena primera

Sala de posada

El Marqués de Forlipopoli y el Conde de Albafiorita.

MARQUÉS  Entre vos y yo existe alguna diferencia.  

CONDE  En la posada tanto vale vuestro dinero como el mío.

MARQUÉS Pero si la posadera tiene conmigo distinciones es que me corresponden más que a vos.

CONDE  ¿Por qué razón?

MARQUÉS  Yo soy el Marqués de Forlipopoli.

CONDE  Y yo soy el Conde de Albafiorita.

MARQUÉS Sí. ¡Conde! Un Condado comprado.

CONDE  Yo compré el Condado, cuando vos vendisteis el Marquesado.

MARQUÉS  Basta: yo soy quien soy y se me debe respeto.

CONDE  ¿Y quién os pierde el respeto? Sois vos el que hablando con demasiada libertad…  

MARQUÉS  Yo estoy en esta posada, porque amo a la posadera. Todos lo saben y todos deben respetar a una joven  que me gusta.

CONDE  ¡Oh! ¡Ésta sí que es buena! ¿Querríais impedirme que amase a Mirandolina? ¿Por qué creéis que estoy en Florencia? ¿Por qué creéis que estoy en esta posada?

MARQUÉS  Bueno. Nada conseguiréis.

CONDE  ¿Yo no, y vos sí?

MARQUÉS  Yo sí y vos no. Yo soy quien soy. Mirandolina necesita mi protección.

CONDE  Mirandolina necesita dinero, y no protección.

MARQUÉS  ¿Dinero? No falta.

CONDE Yo gasto un cequí al día, señor Marqués, y continuamente la regalo.

MARQUÉS  Pues yo lo que hago, no lo digo.

CONDE  Vos no lo decís, pero ya se sabe.

MARQUÉS  Pero no se sabe todo.

CONDE  Sí, querido señor Marqués, se sabe. Los camareros lo dicen. Tres paolinos al día.

MARQUÉS A propósito de camareros, aquél que se llama Fabricio, me gusta poco. Me parece que la Posadera le mira con buenos ojos.

CONDE Puede ser que quiera casarse con él. No estaría mal. Hace seis meses que falleció el padre de ella. Una joven    sola al frente de una posada se verá en apuros. Por mi parte, si se casa, le he prometido trescientos escudos.

MARQUÉS  Si se casa, yo soy su protector, y haré… Ya sé yo lo que haré…

CONDE  Ea; portémonos como buenos amigos: démosle trescientos escudos cada uno.

MARQUÉS  Lo que yo hago, lo hago secretamente y no presumo de ello. Yo soy quien soy. (Llama) ¡Eh! ¿quién está ahí?

CONDE  (¡Pelagatos! Pobre y orgulloso.)


Escena II

Fabricio y dichos.

FABRICIO  (Al Marqués.) ¡Mande, señor!

MARQUÉS  ¿Señor? ¿Quién te ha enseñado buenos modales?

FABRICIO Perdonad.

CONDE  (A Fabricio.) Decidme: ¿cómo está la amita?

FABRICIO Está bien, ilustrísimo señor.

MARQUÉS  ¿Se ha levantado de la cama?

FABRICIO Sí, ilustrísimo señor.

MARQUÉS  ¡Asno!

FABRICIO  ¿Por qué, ilustrísimo señor?

MARQUÉS  ¿Qué es eso de ilustrísimo?

FABRICIO  Es el tratamiento que he dado también a este otro caballero.

MARQUÉS  Entre él y yo hay alguna diferencia.

CONDE (A Fabricio.) ¿Habéis oído?

FABRICIO  (En voz baja, al conde.) (Dice la verdad. Hay diferencia; lo noto en las cuentas.)

MARQUÉS  Dile al ama que venga, que tengo que hablarle.

FABRICIO  Sí, excelencia. ¿Me he equivocado esta vez?

MARQUÉS  Está bien. Hace tres meses que lo sabes; pero eres un impertinente.

FABRICIO Como mande su excelencia.

CONDE  ¿Quieres ver la diferencia que hay entre el marqués y yo?

MARQUÉS  ¿Qué queréis decir?

CONDE  Toma. Te regalo un cequí: haz que él también te regale otro.

FABRICIO  (Al conde.) Gracias, ilustrísimo. (Al marqués.) Excelencia...

MARQUÉS  NO tiro lo mío, como los locos. Vete.

FABRICIO  Ilustrísimo señor, que el cielo os bendiga. (Al conde.) Excelencia... (Para sí.) ¡Arruinado! Fuera de su tierra no hacen falta títulos para hacerse respetar, lo que hace falta es dinero.


Escena III

El marqués y el conde.

MARQUÉS  Creéis achicarme con los regalos, pero no haréis nada. Mi categoría vale más que todas vuestras monedas.

CONDE  Yo no aprecio lo que vale, sino lo que se puede gastar.

MARQUÉS  Gastad, si queréis, a tontas y a locas. Mirandolina no os estima.

CONDE  Con toda vuestra gran nobleza, ¿creéis que ella os estima? ¡Hace falta dinero!

MARQUÉS  ¿Qué dinero? Hace falta protección; ser capaz, llegada la ocasión, de hacer un favor.

CONDE  Sí, ser capaz cuando se presente la ocasión de prestar 100 doblas.

MARQUÉS Lo que hace falta es hacerse respetar.

CONDE Cuando no falta dinero, todos respetan.

MARQUÉS  No sabéis lo que decís.

CONDE  Lo sé mejor que vos.


Escena IV

El caballero de Ripafratta desde su habitación, y dichos.

CABALLERO Amigos, ¿qué es este estrépito? ¿Hay alguna divergencia entre vosotros?

CONDE Se discutía sobre una cuestión interesantísima.

MARQUÉS (Irónico.) El conde discute conmigo sobre el mérito de la nobleza.

CONDE Yo  no le quito mérito a la nobleza; pero sostengo que para satisfacer caprichos hace falta dinero.

CABALLERO Verdaderamente, querido Marqués...

MARQUÉS ¡Ea, vamos! Hablemos de otra cosa...

CABALLERO ¿Y cómo habéis llegado a semejante discusión?

CONDE Por el motivo más ridículo del mundo.

MARQUÉS Sí ¡eso es! El Conde todo lo pone en ridículo.

CONDE  El señor Marqués ama a nuestra Posadera. Yo la amo aún más que él. Él pretende ser correspondido como tributo a su nobleza. Yo lo espero como recompensa a mis atenciones. ¿Os parece que la cuestión no es ridícula?

MARQUÉS Hay que saber con cuánto empeño yo la protejo.

CONDE (Al Caballero.) Él la protege, y yo gasto.

CABALLERO Verdaderamente no se puede discutir por motivo que lo merezca menos. ¿Una mujer os altera? ¿Os    descompone? ¿Una mujer? ¡Lo que hay que oír! ¿Una mujer? Yo, por mi parte, no hay peligro de que por las    mujeres tenga que meterme con nadie. Nunca las he amado, nunca las he estimado y siempre he creído que la   mujer es para el hombre una enfermedad insoportable.

MARQUÉS En cuanto a esto hay que decir que Mirandolina tiene un mérito extraordinario.

CONDE  En eso, el señor Marqués tiene toda la razón. Nuestra amita de la posada es verdaderamente amable.

MARQUÉS Si yo la amo, podéis creer que en ella hay algo grande.

CABALLERO Realmente me hacéis reír. ¿Qué puede tener ésta de extraordinario, que no sea común en las demás mujeres?

MARQUÉS Tiene unos modales de una nobleza que subyuga.  

CONDE ES hermosa, habla bien, viste con pulcritud y tiene un excelente gusto.  

CABALLERO Cosas todas que no valen un higo. Hace tres días que estoy en esta posada y no me ha causado ninguna impresión.

CONDE  Miradla y a lo mejor algo bueno encontráis.  

CABALLERO ¡Qué locura! La he visto perfectamente. Es una mujer como las demás.  

MARQUÉS No es como las otras; tiene algo más. Yo que he tratado damas de alcurnia, no he encontrado otra que como ésta sepa unir la gracia y la dignidad.  

CONDE ¡Por Dios! Yo estoy muy acostumbrado a tratar con mujeres; conozco sus defectos y sus debilidades. Pues a pesar de eso, a pesar del tiempo que llevo cortejándola, y los muchos gastos que he hecho por ella, no he logrado   tocarle un dedo.

CABALLERO ¡Arte, arte superfino! ¡Pobres bobos! ¿La creéis, verdad? A mí no me la pegaría. ¿Mujeres? ¡Lejos todas ellas!

CONDE ¿No habéis estado nunca enamorado?

CABALLERO Nunca; ni lo he estado, ni lo estaré. Han hecho todo lo posible para casarme, pero nunca quise mujer alguna.

MARQUÉS Pero vos sois el único de vuestra familia. ¿No queréis pensar en la sucesión?

CABALLERO Lo he pensado más de una vez; pero cuando considero que para tener hijos, tendría que soportar a una mujer, se me pasan las ganas en seguida.

CONDE ¿Qué queréis hacer con vuestras riquezas?

CABALLERO Disfrutar lo poco que tengo con mis amigos.

MARQUÉS Muy bien, caballero, muy bien; lo disfrutaremos.

CONDE ¿Y a las mujeres no queréis darles nada?

CABALLERO Nada en absoluto. Seguro que a mí no me los comen.

CONDE Aquí está nuestra ama. Miradla y decidme si no es adorable.

CABALLERO ¡Vaya cosa! Por mi parte, más que a ella yo prefiero mil veces un buen perro de caza.

MARQUÉS Si vos no la estimáis, yo sí la estimo.

CABALLERO Os la dejaría, aunque fuera más hermosa que Venus.  

Escena V

Mirandolina y dichos.

MIRANDOLINA  Saludo a estos caballeros. ¿Quién de ustedes me buscaba?

MARQUÉS Yo os buscaba, pero no aquí.

MIRANDOLINA ¿Dónde, pues, Excelencia?

MARQUÉS En mi habitación.

MIRANDOLINA ¿En su habitación? Si le hace falta algo, vendrá el camarero a servirle.

MARQUÉS (Al Caballero.) (¿Qué me decís de su compostura?)

CABALLERO (Al Marqués.) (Lo que vos llamáis compostura, yo la llamaría temeridad e impertinencia.)  

CONDE Querida Mirandolina, yo os hablaré en público; no os daré la molestia de ir a mi habitación. Observad estos

pendientes. ¿Os gustan?

MIRANDOLINA Bonitos.

CONDE Son diamantes, ¿sabéis?

MIRANDOLINA ¡Oh! Los conozco. También yo entiendo algo de diamantes.

CONDE Y están a vuestra disposición.

CABALLERO (En voz baja al Conde.) (Querido amigo, los tiráis a la calle.)

MIRANDOLINA ¿Por qué desea usted regalarme esos pendientes?

MARQUÉS ¡Vaya regalo! Ella los tiene el doble de bonitos.

CONDE Éstos están engarzados a la moda. Os ruego los aceptéis para complacerme.  

CABALLERO (¡Oh! ¡Qué loco!)  

MIRANDOLINA No, de verdad, señor...  

CONDE Si no los aceptáis, me dais un disgusto.

MIRANDOLINA  No sé qué decir... Me interesa tener como amigos a los clientes de mi posada. Para no disgustar al señor

Conde, los aceptaré.

CABALLERO (¡Oh, qué fresca!)

CONDE (Al Caballero.) (¿Qué me decís de su agudeza de ingenio?

CABALLERO (Al Conde.) (¡Bonita agudeza! Se los queda y ni siquiera os da las gracias.)

MARQUÉS Verdaderamente, señor Conde, habéis adquirido un gran mérito. ¡Hacer un regalo a una mujer, en público, por

vanidad! Mirandolina, tengo que hablaros a solas:soy un caballero.

MIRANDOLINA (¡Qué tacañería! ¡No suelta nada!) Si no me mandan otra cosa, yo me retiro.

CABALLERO ¡Eh, patrona! La ropa de cama que me habéis dado, no me gusta. (Con desprecio.) Si no la tenéis mejor me la

proporcionaré yo mismo.

MIRANDOLINA Señor, pondré algo mejor. Será servido; pero me parece que podría pedirla con un poco de amabilidad.

CABALLERO Donde gasto mi dinero, no necesito hacer cumplidos.

CONDE (A Mirandolina.) Compadecedle. Es enemigo acérrimo de las mujeres.

CABALLERO  ¡Eh!, que no necesito que ella me compadezca.

MIRANDOLINA  ¡Pobres mujeres! ¿Qué le han hecho? ¿Por qué tan cruel con nosotras, caballero?

CABALLERO ¡Basta ya! Conmigo no os toméis mayores confianzas. Cambiadme la ropa de cama. Mandaré a por ella a mi

criado. Amigos, servidor vuestro. (Se va.)

Escena VI

El Marqués, el Conde y Mirandolina.

MIRANDOLINA   ¡Qué  hombre más cerril! No he visto otro igual!

CONDE Querida Mirandolina, todos no conocen vuestro mérito.  

MIRANDOLINA  Verdaderamente estoy tan asqueada de su mal proceder que ahora mismo voy a echarlo.  

MARQUÉS Sí; y si no quiere irse, me lo decís a mí y lo haré marchar inmediatamente. Haced uso de mi protección.

CONDE Y por lo que se refiere al dinero que pudierais perder, yo supliré y lo pagaré todo. (Por lo bajo a Mirandolina.)

(Oíd, echad también al Marqués, que yo pagaré.)  

MIRANDOLINA  Gracias, señores míos, gracias. Tengo suficiente ingenio para decir a un forastero que no le quiero; y por lo

que se refiere a la ganancia, mi posada no tiene nunca habitaciones desocupadas.

Escena VII

Fabricio y dichos.

FABRICIO (Al Conde.) Ilustrísimo señor, hay uno que pregunta por usted.

CONDE ¿Sabes quién es?

FABRICIO Creo que es un engarzador de joyas. (En voz baja a Mirandolina.) (Mirandolina, cuidado; aquí no estáis  

bien.) (Se va.)

CONDE Ah, sí, tiene que enseñarme una alhaja. Mirandolina, deseo que esos pendientes tengan compañia.

MIRANDOLINA Eso no, señor Conde.

CONDE Vos merecéis mucho, y yo el dinero no lo aprecio en absoluto. Voy a ver esa joya. Adiós, Mirandolina. Señor

Marqués, mis respetos. (Se va.)

Escena VIII

El Marqués y Mirandolina.

MARQUÉS (¡Maldito Conde! Con su dichoso dinero me mata.)

MIRANDOLINA La verdad es que el señor Conde se molesta demasiado.

MARQUÉS Éstos tienen cuatro cuartos, y lo gastan por vanidad, por altanería. Yo los conozco, sé cómo vive el mundo.

MIRANDOLINA  También yo sé cómo vive el mundo.

MARQUÉS Piensan que las mujeres de vuestra clase se ganan con regalos.

MIRANDOLINA  Los regalos no hacen daño al estómago.

MARQUÉS Yo temería haceros una injuria, si tratara de obligaros con obsequios.

MIRANDOLINA  Oh, desde luego, el señor Marques no me ha injuriado nunca.  

MARQUÉS Y tales injurias no os las haré.

MIRANDOLINA  Lo creo con toda seguridad.  

MARQUÉS Pero en lo que yo pueda, mandadme.  

MIRANDOLINA  Sería necesario que yo supiera en que puede Vuestra Excelencia.

MARQUÉS En todo. Ponedme a prueba.  

MIRANDOLINA Pero, por ejemplo, ¿en qué?  

MARQUÉS ¡Por Dios! Tenéis un mérito que sorprende.  

MIRANDOLINA Mil gracias, Excelencia.

MARQUÉS  ¡Ah! estaba casi  a  punto de decir un  disparate. Casi maldeciría mi excelencia.

MIRANDOLINA  ¿Por qué, señor?  

MARQUÉS Algunas veces deseo estar en la situación del Conde.

MIRANDOLINA  ¿Acaso por razón de su dinero?  

MARQUÉS ¡Oh!  ¿Qué dinero? No lo aprecio en absoluto. Si yo fuera un Conde ridículo como él...

MIRANDOLINA ¿Qué haría?

MARQUÉS Por todos los diablos... Me casaría con vos.

(Se va.)

Escena IX

Mirandolina, sola.

Caramba, ¿qué es lo que ha dicho? ¿El excelentísimo señor Marqués de la Tacañería, se casaría conmigo? De todos

modos, si quisiera casarse conmigo, habría una pequeña dificultad. Yo no lo querría. Me gusta el asado pero me molesta

el humo. Si me hubiera casado con todos los que me han dicho que me querían ¡oh, tendría sin duda muchos maridos!

Los que llegan a esta posada, todos se enamoran de mí, todos hacen el oso y muchos, muchos incluso ofrecen casarse

conmigo. ¿Y este señor caballero, más cerril que un oso, me trata con tanta brusquedad? Éste es el primer forastero que

llega a mi posada a quien no le gusta tratar conmigo. No digo que todos de golpe y porrazo se tengan que enamorar; pero

despreciarme de ese modo... Es algo que me revuelve la bilis terriblemente. ¿Es enemigo de las mujeres? ¿No las puede

ver? ¡Pobre loco! No habrá encontrado todavía a la que le sepa manejar. Pero la encontrará. La encontrará. ¿Y quién sabe

si no la ha encontrado ya? Con éstos precisamente es con los que yo me pico. Los que corren detrás de mí, bien pronto

me aburren. La nobleza no está hecha para mí. La riqueza la estimo y no la estimo. Todo mi placer consiste en verme

servida, agasajada, adorada. Ésta es mi debilidad, y esta es la debilidad de casi todas las mujeres. En casarme no pienso ni

lejanamente; no necesito a nadie; vivo honradamente, y disfruto de mi libertad. Trato con todos, pero nunca me enamoro

de nadie. Quiero burlarme de tantas caricaturas de amantes que sufren; y quiero usar todo el arte para vencer, abatir y

destrozar aquellos corazones bárbaros y duros que son enemigos de las mujeres, de nosotras que somos lo mejor que ha

producido en el mundo la hermosa madre naturaleza.

Escena X

Fabricio y dicha.

FABRICIO ¡Eh!  señora ama.

MIRANDOLINA  ¿Qué pasa?

FABRICIO El forastero que está alojado en la habitación del medio se queja de la ropa:  dice que es ordinaria y que

no la quiere.

MIRANDOLINA Lo sé, lo sé. También a mí me lo ha dicho, y quiero complacerle.

FABRICIO Muy bien. Pues venid a sacarme la ropa, que se la pueda llevar.  

MIRANDOLINA Marchaos, marchaos; se la llevaré yo.

FABRICIO ¿Vos se la queréis llevar?

MIRANDOLINAYo,sí.

FABRICIO Debe interesaros mucho este huésped.  

MIRANDOLINA Todos me interesan. Ocupaos de lo vuestro.

FABRICIO (Ya me doy cuenta. No haremos nada. Ella me halaga; pero no haremos nada.)

MIRANDOLINA (¡Pobre tonto! Tiene pretensiones. Quiero mantener su esperanza para que me sirva con fidelidad.)

FABRICIO Siempre se ha acostumbrado que a los forasteros los sirva yo.

MIRANDOLINA Vos con los forasteros sois un poco demasiado rudo.

FABRICIO Y vos sois un poco demasiado amable.

MIRANDOLINA Sé lo que me hago. No necesito correctores.

FABRICIO Bien, bien. Buscaos otro camarero.

MIRANDOLINA ¿Por qué, señor Fabricio? ¿Está quejoso de mí?

FABRICIO ¿Os acordáis de lo que nos dijo a los dos vuestro padre antes de morir?

MIRANDOLINA Sí; cuando quiera casarme me acordaré de lo que dijo mi padre.

FABRICIO Pero yo soy delicado de piel y ciertas cosas no las puedo sufrir.

MIRANDOLINA ¿Pero qué crees tú que soy yo? ¿Una veleta? ¿Una coqueta? ¿Una loca? Me sorprendes. ¿Qué quieres que

me importen los forasteros que van y que vienen? Si los trato bien lo hago en mi propio interés, para conservar

el crédito de la posada. Regalos, no los necesito. Para el amor uno me basta y éste no me falta; y sé quién lo

merece, y sé lo que me conviene. Y cuando quiera casarme... me acordaré de mi padre. Y quién me haya servido

bien, no podrá quejarse de mí. Soy agradecida. Conozco el mérito... Pero a mí no se me conoce. Basta, Fabricio,

entendedme, si podéis. (Se va.)

FABRICIO El que pueda entenderla es listo de verdad. Ahora parece que me quiera, ahora parece que no me quiera. Dice

que no es una coqueta, pero quiere obrar a su manera. No sé qué decir. Veremos qué pasa. Ella me gusta, la

quiero, arreglaría con ella mis intereses para todo el tiempo de mi vida. ¡Ah! Será necesario hacer la vista gorda,

no preocuparse de algunas cosas. Al fin y al cabo los forasteros van y vienen. Yo aquí me quedo. Lo mejor será

siempre para mí.  (Sale.)

Escena XI

El caballero y un criado.

CRIADO Ilustrísimo señor, han traído esta carta.

CABALLERO Tráeme el chocolate. (El criado se va.) (El Caballero abre la carta.) «Siena, primero de enero de 1753. (¿Quién

escribe?) Horacio Taccagni. Amigo queridísimo, la tierna amistad que a vos me une, me obliga a avisaros de que

es necesario vuestro regreso a la patria. Ha muerto el Conde Manna... (¡Pobre caballero! Lo siento.) Ha dejado a

su hija soltera, heredera de ciento cincuenta mil escudos. Todos vuestros amigos quisieran que tocara a vos una

tal fortuna, y van mangoneando...» No se cansen por mí, que no quiero saber nada. Lo saben bien que yo no

quiero mujeres que me estorben. Y este querido amigo mío, que lo sabe más que nadie, me molesta más que

todos. (Rompe la carta.) ¿Qué me importa a mí de los cincuenta mil escudos? Mientras esté solo, me basta

mucho menos. Si estuviera acompañado no me bastaría mucho más. ¡Mujer a mí!¡Antes una fiebre cuartana!

Escena XII

El Marqués y dicho.

MARQUÉS Amigo, ¿estáis contento si vengo a estar un poco con vos?

CABALLERO Me hacéis un honor.

MARQUÉS Por lo menos entre mí y vos podemos tratarnos con confianza; pero aquella acémila del Conde no es digno de

estar en conversación con nosotros.

CABALLERO Querido Marqués, perdonadme; respetad a los demás, si queréis ser respetado vos también.

MARQUÉS Conocéis mi carácter. Yo trato a todos con cortesía, pero a aquél no lo puedo sufrir.

CABALLERO No lo podéis sufrir porque es vuestro rival en amor. ¡Qué vergüenza! ¡Un caballero de vuestra clase

enamorarse de una posadera! ¡Un hombre prudente como vos, correr detrás de una mujer!

MARQUÉS Caballero mío, ésta me ha embrujado.

CABALLERO ¡Oh! ¡Locuras, debilidades! ¡Qué embrujamientos! ¿Por qué a mí las mujeres no me embrujarán? Sus

brujerías consisten en sus mimos, en sus halagos, y quien se mantiene lejos de ellos, como hago yo, no hay

peligro de que se deje hechizar.

MARQUÉS Basta; pienso y no pienso en ello; lo que me fastidia y me preocupa es el administrador de mis tierras.

CABALLERO ¿Os ha hecho alguna porquería?

MARQUÉS Ha faltado a su palabra.

Escena XIII

El criado con un chocolate y dichos.

CABALLERO Oh, lo siento...  (Al Criado.) Prepara en seguida otro.  

CRIADO En casa por hoy no hay más, Ilustrísimo.  

CABALLERO (Al Marques.) Tengo que abastecerme. Si os dignáis aceptar este...  

MARQUÉS (Coge el chocolate y se pone a beberlo sin cumplidos y continúa luego charlando y bebiendo, como sigue.) Este

administrador mío, como yo os decía...   (Bebe.)

CABALLERO (Y yo me quedaré sin chocolate.)

MARQUÉS Me  había   prometido  enviarme  con   el  ordinario (bebe) veinte cequíes...(Bebe.)

CABALLERO (Ahora viene con un segundo sablazo.)

MARQUÉS (Bebe.) Y no me los ha mandado.

CABALLERO Los enviará en otra ocasión.

MARQUÉS El caso es... el caso es... (Termina de beber.) Tened. (Da la jícara al criado.) El caso es que estoy en un gran

compromiso y no sé cómo hacer.

CABALLERO Ocho días más, ocho días menos...

MARQUÉSPero vos que sois caballero sabéis lo que quiere decir mantener la palabra. Estoy en un compromiso, y...

¡pardiez! Daría puñadas en el cielo.

CABALLERO Siento veros descontento. (Si supiera cómo salir de esto con dignidad.)  

MARQUÉS ¿Vostendríais dificultad, por ocho días, en hacerme el favor?

CABALLERO Querido Marqués, si pudiera, os serviría de corazón; si los tuviera ya os los habría ofrecido. Los espero y no

los tengo.

MARQUÉS No querréis hacerme creer que no tenéis dinero.

CABALLERO Observad. He aquí toda mi riqueza. No llega a dos cequíes. (Muestra un cequí y varias monedas.)

MARQUÉS Eso es un cequí de oro.

CABALLERO Sí, es el último; no tengo más.

MARQUÉS Prestádmelo, que mientras yo veré...

CABALLERO Pero y yo...

MARQUÉS ¿De qué tenéis miedo? Os lo devolveré.

CABALLERO NO sé qué decir; servíos. (Le da el cequí.)

MARQUÉS Tengo un asunto urgente... amigo; agradecido por ahora; nos volveremos a ver a la hora del almuerzo. (Coge el

cequí y se va.)

Escena XIV

El Caballero, solo.

¡Bravo! El señor Marqués me quería sablear veinte cequíes y luego se ha contentado con uno. Después de todo un cequí

no me importa perderlo, y si no me lo devuelve, no vendrá más a molestarme. Siento más que se haya bebido mi

chocolate. ¡Qué indiscreción! Y bien: soy quien soy, soy caballero. ¡Oh, amabilísimo caballero!

Escena XV

Mirandolina  con la ropa y dicho.

MIRANDOLINA (Entrando con cierto temor.) ¿Permitís, ilustrísimo?

CABALLERO (Con aspereza.)  ¿Qué queréis?

MIRANDOLINA Aquí tenéis ropa mejor. (Se adelanta un poco.)

CABALLERO (Indica la mesita.) Bien, ponedla allí.

MIRANDOLINA Le suplico que por lo menos se digne ver si es de su gusto.  

CABALLERO ¿De qué se trata?

MIRANDOLINA (Se adelanta un poco más.) Las sábanas son de tejido de Reims.

CABALLERO ¿Tejido de Reims?

MIRANDOLINA Sí señor, de a diez páolos la vara. Observe.

CABALLERO No pretendía tanto. Me bastaba algo mejor de lo que me habéis dado.

MIRANDOLINA Esta ropa de cama la he hecho para personajes de mérito; para los que saben apreciarla; y en verdad,

ilustrísimo, se la doy por ser usted; a otro no se la daría.

CABALLERO «Por ser usted.» El cumplido de siempre.

MIRANDOLINA Observe el servicio de mesa.

CABALLERO ¡Oh! Estas telas de Flandes, cuando se lavan, pierden mucho. No es necesario que las ensuciéis por mí.

MIRANDOLINA Para un caballero de su calidad no miro estas menudencias. De estas servilletas tengo muchas y las

reservaré para vuestra señoría ilustrísima.

CABALLERO (NO puede negarse que ésta no sea una mujer que te obliga.)

MIRANDOLINA (Realmente tiene una cara ceñuda, de no gustarle las mujeres.)

CABALLERO Dad mi ropa a mi criado, o dejadla ahí en cualquier sitio. No es necesario que os incomodéis por esto.

MIRANDOLINA Oh, yo no me incomodo nunca, cuando sirvo a caballero de tan alto mérito.

CABALLERO Bien, bien, no necesito nada más. (Ésta quisiera adularme. ¡Mujeres! Todas igual.)

MIRANDOLINA La dejaré en la alcoba.

CABALLERO (Con seriedad.) Sí, donde queráis.

MIRANDOLINA (Va a guardar la ropa.) (¡Oh! Es duro. Temo que nada lograré.)

CABALLERO (Los bobos oyen estas lindas palabras, creen a quien las dice y caen.)

MIRANDOLINA (Regresa ya sin la ropa.) Para almorzar ¿Qué desea?

CABALLERO Comeré lo que haya.

MIRANDOLINA Quisiera no obstante saber su preferencia. Si le gusta una cosa más que otra, dígalo con libertad.

CABALLERO Si quiero alguna otra cosa, se lo diré al criado.

MIRANDOLINA Pero en estas cosas los hombres no tienen el cuidado y la paciencia que tenemos nosotras, las mujeres. Si

le gustara algún guisito, alguna salsita, tenga la bondad de decírmelo a mí.

CABALLERO OS lo agradezco; pero tampoco por este lado conseguiréis hacer conmigo lo que habéis hecho con el Conde y

con el Marqués.

MIRANDOLINA ¿Qué dice de la debilidad de esos dos caballeros? Vienen a la posada para alojarse y pretenden luego hacer

el amor con la Posadera. Tenemos otras cosas en la cabeza, nosotras, que hacer caso de sus charlas. Procuramos

nuestro interés; si les damos buenas palabras, lo hacemOS para retenerlos en casa; y además yo, principalmente

cuando veo que se hacen ilusiones, me río como una loca.

CABALLERO ¡Muy bien! Me gusta vuestra sinceridad.

MIRANDOLINA ¡Oh! ¡no tengo nada mejor que la sinceridad!

CABALLERO Pero con quien os hace la corte sabéis fingir.

MIRANDOLINA ¿YO fingir? ¡Guárdeme el cielo! Pregunte a esos dos señores, que me cortejan, si les he dado jamás una

señal de afecto, si he bromeado alguna vez con ellos de manera que se pudieran hacer ilusiones con

fundamento. No los maltrato, porque mi interés no lo quiere, pero poco menos. Estos hombres afeminados, no

los puedo ver; como aborrezco también a las mujeres que corren detrás de los hombres. ¿Ve usted?  Yo  no soy

una  jovencita. Tengo mis añitos; no soy hermosa, pero he tenido buenas ocasiones; y, sin embargo, nunca he

querido casarme, porque estimo infinitamente mi libertad.

CABALLERO Oh sí, la libertad es un gran tesoro.

MIRANDOLINA Y muchos la pierden tontamente.

CABALLERO Yo sé bien lo que hago. Lejos

MIRANDOLINA ¿Tiene mujer vuestra señoría Ilustrísima?

CABALLERO ¡Que el cielo me libre! No quiero mujeres.

MIRANDOLINA Muy bien. Consérvese siempre así. Las mujeres… señor… Basta; no me corresponde a mí hablar mal de  

las mujeres.

CABALLERO Vos sois por lo demás la primera mujer a quien yo oigo hablar así.  

MIRANDOLINA Le diré: nosotras, las posaderas, vemos y oímos muchas cosas; y en verdad comprendo a los hombres que

tienen miedo de nuestro sexo.

CABALLERO (Extraña mujer ésta.)

MIRANDOLINA Con permiso  de vuestra señoría ilustrísima. (Finge querer partir.)

CABALLERO ¿Tenéis prisa por marchar?

MIRANDOLINA No quisiera ser importuna.

CABALLERO No, me agradáis, me divertís.

MIRANDOLINA ¿Ve usted, señor? Así hago con los demás. Me entretengo unos momentos; soy más bien alegre, cuento  

chistes para divertirlos, y ellos en seguida creen… usted me entiende; y me hacen el oso.

CABALLERO Esto ocurre porque tenéis buenas maneras.

MIRANDOLINA (Hacienda  una reverencia.) Demasiado amable, Ilustrísimo.

CABALLERO ¿Y ellos se enamoran?

MIRANDOLINA ¡Mire qué debilidad! ¡Enamorarse de una mujer!

CABALLERO Esto yo no lo he podido entender nunca.

MIRANDOLINA ¡Qué fortaleza! ¡Hermosa virtud!

CABALLERO ¡Debilidades!  ¡Miserias humanas!

MIRANDOLINA Así es como piensan los hombres. Señor Caballero, deme la mano.

CABALLERO ¿Por qué queréis que yo os de la mano?

MIRANDOLINA Por favor, dígnese: fíjese, estoy limpia.

CABALLERO Aquí está la mano.

MIRANDOLINA Ésta es la primera vez que tengo el honor de tener a mano un hombre que piensa realmente como un

hombre.

CABALLERO Bien, basta ya. (Retira la mano.)

MIRANDOLINA Mire usted, si yo hubiera cogido de la mano a uno de aquellos señores descarados, hubiera creído  

inmediatamente que yo me derretía por él. Se hubiera desmayado. No les daría la más simple libertad, por todo

el oro del mundo. No saben vivir. ¡Oh, bendito sea el poder charlar libremente! Sin trabas, sin malicia, sin tantas

tonterías ridículas. Ilustrísima, perdone mi impertinencia. En lo que puedo servirle, mándeme con autoridad, y

tendré para usted aquella atención que no he tenido nunca para otra persona en el mundo.

CABALLERO ¿Por qué motivo usáis de tanta parcialidad conmigo?

MIRANDOLINA Porque, además de su mérito, de su condición, estoy por lo menos segura que con usted puedo tratar con

libertad, sin sospecha de que quiera hacer mal uso de mis atenciones, y que me tenga como servidora; sin

atormentarme con pretensiones ridículas, con afectadas exageraciones.

CABALLERO (¡Qué diablos tiene esta de extravagante, que yo no entiendo!)

MIRANDOLINA(El sátiro se irá domesticando poco a poco.)

CABALLERO ¡Ea! Si tenéis que ocuparos de vuestras cosas, no os quedéis por mí.

MIRANDOLINA Sí, señor. Voy a ocuparme de los quehaceres domésticos. Éstos son mis amores, mis pasatiempos. Si

manda alguna cosa, enviaré al camarero.

CABALLERO Bien... Si alguna vez venís también vos, os veré con gusto.

MIRANDOLINA Yo, verdaderamente, no voy nunca a las habitaciones de los forasteros, pero a la de usted vendré alguna

vez.

CABALLERO ¿A la mía? ¿Por qué?

MIRANDOLINA Porque, ilustrísimo señor, usted me gusta requetemuchísimo.

CABALLERO ¿Os gusto yo?

MIRANDOLINA Me gusta porque no es afeminado, porque no es de los que se enamora. (Que se me caiga la nariz, si antes

de mañana no lo enamoro.) (Se va.).

Escena XVI

El Caballero, solo.

¡Ah! Yo sé lo que hago. ¿Con las mujeres? ¡Lejos! Ésta sería una de aquellas que podría hacerme caer más que las otras.

Aquellas verdades, aquel desparpajo en el decir es cosa poco común. Tiene un no sé qué extraordinario; pero no por eso

me dejaría enamorar. Para un rato de diversión me quedaría más con ésta, que con otra. Pero ¿para hacer el amor? ¿Para

perder la libertad? No hay peligro. ¡Locos, locos, los que se enamoran de las mujeres! (Se va.)

Escena XVII

Otra habitación de la posada

Hortensia, Dejanira y Fabricio.

FABRICIO Queden servidas aquí, ilustrísimas. Observen esta otra habitación. Aquélla para dormir; y ésta para comer, para

recibir, para utilizarla a su gusto.

HORTENSIA Bien, bien. ,¿Sois vos dueño o camarero?

FABRICIO Camarero, a las órdenes de vuestra señoría ilustrísima.

DEJANIRA (Por lo bajo a Hortensia, riendo.) (Nos trata de ilustrísimas.)

HORTENSIA (Hay que seguir la broma.) ¿Camarero?  

FABRICIO Ilustrísima.

HORTENSIA Decid al dueño que venga aquí; quiero hablar con él para las condiciones.  

FABRICIO Vendrá la dueña; la sirvo  en  seguida.  (¿Quién diablos serán estas dos señoras tan solas? Por el aire, por el

traje, parecen damas.)

Escena XVIII

Dejanira y Hortensia.

DEJANIRA NOS trata de ilustrísimas. Nos ha tornado por dos damas.

HORTENSIA Bien. Así nos tratará mejor.  

DEJANIRA Pero nos hará pagar más.

HORTENSIA ¡Eh! Por lo que se refiere a las cuentas tendrá que habérselas conmigo. Hace ya muchos años que ando por el

mundo.

DEJANIRA No quisiera que con estos títulos nos metiéramos en un compromiso.

HORTENSIA Querida amiga, sois de poco espíritu. Dos comediantes acostumbradas a representar en escena a condesas, a

marquesas y a princesas  ¿tendrán dificultad en representar un papel en una posada?

DEJANIRA Vendrán  nuestros  compañeros  y  en  seguida nos descubrirán.

HORTENSIA Por hoy no pueden llegar a Florencia.  Desde Pisa hasta aquí en barca se necesitan por lo menos tres días.

DEJANIRA ¡Mirad qué estupidez! ¡Venir en barca!

HORTENSIA Por falta de pasta. Ya es mucho que nosotras hayamos venido en calesa.

DEJANIRA Ha sido buena aquella representación de más que hemos hecho.

HORTENSIA SÍ; pero si no llego a estar yo en la puerta, no se hacía nada.

Escena XIX

Fabricio y dichas.

FABRICIO El ama, ahora mismo estará para servirlas.

HORTENSIA Bien.

FABRICIO Y yo les suplico que me manden. He servido a otras damas, y será para mí un honor servir con la mayor atención

también a sus señorías ilustrísimas.

HORTENSIA Si es necesario, me serviré de vos.  

DEJANIRA (Hortensia estos papeles los hace muy bien.)  

FABRICIO (Saca un tintero y un librito.) Entretanto las suplico, ilustrísimas señoras, tengan la bondad de darme sus  

respetables apellidos para el registro.

DEJANIRA (Ahora viene lo bueno.)

HORTENSIA ¿Por qué tengo que dar mi nombre?

FABRICIO Nosotros los posaderos estamos obligados a dar el nombre, el apellido, la patria y la condición de todos los

pasajeros que se alojan en nuestra posada. Y si no lo hiciéramos, pobres de nosotros.

DEJANIRA (Por lo bajo a Hortensia.) (Amiga, los títulos se han acabado.)

HORTENSIA Muchos darán también el nombre falso.

FABRICIO En cuanto a esto, pues nosotros escribimos el nombre que nos dictan y no averiguamos más.

HORTENSIA Escribid. La Baronesa Hortensia del Poggio, palermitana.

FABRICIO (Escribiendo.) (¿Siciliana? Sangre caliente.) (A Dejanira.) ¿Y vos, ilustrísima?

DEJANIRA Y yo... (No sé qué decir.)

HORTENSIA Vamos, Condesa Dejanira, dadle vuestro nombre.

FABRICIO (A Dejanira.) Os suplico.

DEJANIRA (A Fabricio.)  ¿No lo habéis oído?

FABRICIO (Escribiendo.) La ilustrísima señora Condesa Dejanira...   ¿El apellido?

DEJANIRA (A Fabricio.)  ¿También el apellido?

HORTENSIA (A Fabricio.) Sí, Dal Sole, romana.

FABRICIO No hace falta nada más. Perdonen la molestia. Ahora vendrá la dueña. (Lo he dicho yo que eran dos damas.

Espero que haré buenos negocios. Propinas no faltarán.) (Se va.)

DEJANIRA Servidora humildísima de la señora Baronesa.

HORTENSIA Condesa, me inclino ante vos. (Se burlan recíprocamente.)

DEJANIRA ¿Qué fortuna me ofrece la felicísima coyuntura de presentaros mi profundo respeto?

HORTENSIA De la fuente de vuestro corazón no pueden brotar más que torrentes de gracia.

Escena XX

Mirandolina y dichas.

DEJANIRA (A  Hortensia con  afectación  caricaturesca.)  Madama, vos me aduláis.

HORTENSIA (Hace lo  mismo.)  Condesa,  a vuestro mérito correspondería mucho más.

MIRANDOLINA  (Aparte.) (¡Oh, qué damas más ceremoniosas!)

DEJANIRA (¡Oh, qué ganas tengo de echarme a reír!)

HORTENSIA (En  voz baja a Dejanira.)  Chitón: aquí está el ama.

MIRANDOLINA Me inclino ante estas damas.

HORTENSIA Buenos días a la joven.

DEJANIRA Señora ama, os saludo.

HORTENSIA (Hace señal a Dejanira para que se mantenga en su papel.) ¡Eh!  

MIRANDOLINA (A   Hortensia.) Permítame  que le bese la mano.

HORTENSIA (Le da la mano.) Sois muy amable.

DEJANIRA (Ríe para sí.)

MIRANDOLINA También  a usted, ilustrísima. (Pide la mano a Dejanira.)  

DEJANIRA Eh,  no  importa...

HORTENSIA Vamos, agradeced las finezas de esta joven. Dadle la mano.

MIRANDOLINA Os suplico.

DEJANIRA Tomad. (Le da la mano, se vuelve y ríe.)  

MIRANDOLINA ¿Se ríe, Ilustrísima? ¿De qué?  

HORTENSIA ¡Esta querida Condesa! Se está riendo de mí. He dicho un disparate que la ha hecho reír.

MIRANDOLINA (Yo me jugaría algo  que  no son damas.  Si fueran damas, no estarían solas.)

HORTENSIA (A Mirandolina.) A propósito de las condiciones, convendrá luego que hablemos.  

MIRANDOLINA Pero ¿están solas?  ¿No tienen caballeros, no tienen criados, no tienen a nadie?

HORTENSIA El Barón, mi marido...

DEJANIRA (Se ríe a carcajadas.)

MIRANDOLINA (A Dejanira.) ¿Por qué se ríe, señora?

HORTENSIA Vamos. ¿Por qué os reís?

DEJANIRA Me río del Barón, de vuestro marido.

HORTENSIA Sí, es un caballero bromista; cuenta siempre chistes; vendrá dentro de poco con el Conde Horacio, marido de

la Condesita.

DEJANIRA (Se esfuerza para retener la risa.)

MIRANDOLINA (A Dejanira.) ¿La hace reír también el señor Conde?  

HORTENSIA Vamos,  Condesita,  mantened un poco vuestro decoro.  

MIRANDOLINA Señoras mías, por favor. Estamos solas, nadie nos oye. Este condado, esta baronía, no sería acaso...

HORTENSIA ¿Qué  querríais  insinuar?  ¿Pondríais  en  duda nuestra nobleza?

MIRANDOLINA Perdone, Ilustrísima,  no  se   sulfure,  porque hará reír a la señora Condesa.

DEJANIRA Ea, vamos, ¿de qué sirve?

HORTENSIA (Amenazándola.) ¡Condesa, Condesa!

MIRANDOLINA (A Dejanira.) Yo sé lo que quería decir, Ilustrísima.

DEJANIRA Si lo adivináis, os tendré en gran consideración.

MIRANDOLINA Quería decir: ¿de qué sirve que finjamos ser dos damas si somos dos peones? ¡Ah! ¿No es verdad?

DEJANIRA (A Mirandolina.) ¿Verdad que sí, que nos conocéis?

HORTENSIA ¡Vaya una comedianta! No es capaz de representar un papel.  

DEJANIRA Fuera de la escena, yo no sé fingir.

MIRANDOLINA Muy bien, señora Baronesa; me gusta su ingenio. Alabo su franqueza.

HORTENSIA Algunas veces me divierto un poco.

MIRANDOLINA Y a mí me gustan infinitamente las personas de ingenio. Tenéis a vuestra disposición mi posada,

consideraos dueñas; pero os ruego que si llegaran personas de categoría, me cedáis este apartamento, que yo

os daré cuartitos muy cómodos.

DEJANIRA Sí, con mucho gusto.

HORTENSIA Pues yo, cuando gasto mi dinero, deseo ser servida como una dama, y en este apartamento estoy, y no me

iré.

MIRANDOLINA Vamos,  señora  Baronesa,  sea  buena...  ¡Oh! He aquí un caballero que está alojado en esta posada.

Cuando ve mujeres, siempre se lanza adelante.

HORTENSIA ¿Es rico?

MIRANDOLINA No estoy enterada de sus asuntos.

Escena XXI

El Marqués y dichas.

MARQUÉS ¿Con permiso? ¿Se puede entrar?

HORTENSIA Por mí, sois dueño.

MARQUÉS Servidor de ustedes, señoras.

DEJANIRA Servidora humildísima.

HORTENSIA Le saludo respetuosamente.

MARQUÉS (A Mirandolina.) ¿Son forasteras?

MIRANDOLINA Sí, Excelencia. Han venido a honrar mi posada.

HORTENSIA (¡Es un Excelencia! ¡Córcholis!)

DEJANIRA (Ya; Hortensia lo querrá para ella.)

MARQUÉS (A Mirandolina.) ¿Y quiénes son estas señoras?

MIRANDOLINA Ésta es la Baronesa Hortensia del Poggio, y esta la Condesa Dejanira dal Sole.

MARQUÉS ¡Oh, gentilísimas damas!

HORTENSIA ¿Y usted quién es, señor?

MARQUÉS Yo soy el Marqués de Forlipopoli,  

DEJANIRA (La posadera quiere seguir haciendo la comedia.)  

HORTENSIA Me complace tener el honor de conocer a un Caballero tan gentil.

MARQUÉS  Si os pudiera servir en algo, mandadme. Me alegro que hayáis venido a alojaros en esta posada. Encontraréis

un ama muy amable.

MIRANDOLINA Este caballero está lleno de bondad. Me honra con su protección.

MARQUÉS  Sí, ciertamente. Yo la protejo, y protejo a todos los que vienen a su posada; y si necesitáis algo, mandadme.

HORTENSIA Si lo necesito, me aprovecharé de sus finezas.

MARQUÉS  También vos, señora Condesa, contad conmigo.

DEJANIRA Bien podré llamarme dichosa, si tengo el alto honor de ser incluida en la lista de vuestras humildísimas  

servidoras.

MIRANDOLINA (A Hortensia.) (Ha dicho una frase de comedia.)

HORTENSIA (A Mirandolina.) (El título de condesa la tiene empachada.)

(El Marques saca del bolsillo un bonito pañuelo de seda, lo desdobla y finge querer secarse la frente.)

MIRANDOLINA ¡Un gran pañuelo, señor Marqués!

MARQUÉS  (A Mirandolina.) ¡Ah! ¿Qué decís? ¿Es bonito? ¿Tengo buen gusto?

MIRANDOLINA Ciertamente es de un gusto exquisito.

MARQUÉS  (A Hortensia.) ¿Los habéis visto alguna vez tan bonitos?

HORTENSIA Es soberbio. No he visto otro igual. (Si me lo regalara lo tomaría.)

MARQUÉS  (A Dejanira.) Éste viene de Londres.

DEJANIRA ES bonito, me gusta mucho.

MARQUÉS  ¿Tengo buen gusto?

DEJANIRA (Y no dice a vuestra disposición.)

MARQUÉS Insisto en que el Conde no sabe gastar. Tira el dinero y no compra nunca una galantería de buen gusto.

MIRANDOLINA El señor Marqués conoce, distingue, sabe, ve, entiende.

MARQUÉS (Dobla el pañuelo con cuidado.) Hay que doblarlo bien, para que no se estropee. Esta clase de tela hay que

guardarla con cuidado. (Lo entrega a Mirandolina.) Tomad.

MIRANDOLINA ¿Quiere que lo mande poner en su habitación?  

MARQUÉS NO. Ponedlo en la vuestra.  

MIRANDOLINA ¿Por qué en la mía?  

MARQUÉS Porque os lo regalo.  

MIRANDOLINA Oh, Excelencia, perdone...  

MARQUÉS Nada. Os lo regalo.

MIRANDOLINA Pero yo no quiero.  

MARQUÉS No me hagáis enfadar.

MIRANDOLINA Oh, en cuanto a eso, el señor Marqués lo sabe; yo no quiero disgustar a nadie. Para que no se enfade lo

tomaré.  

DEJANIRA (A Hortensia.) (¡Oh, qué golpe!)  

HORTENSIA (A Dejanira.) (¡Y luego dicen de las comediantas!)  

MARQUÉS (A Hortensia.)  |Ah!  ¿Qué decís? Un pañuelo de esa clase se lo he regalado a mi patrona.

HORTENSIA ES un caballero generoso.  

MARQUÉS Siempre soy así.

MIRANDOLINA (Éste es el primer regalo que me ha hecho y no sé cómo ha podido tener este pañuelo.)

DEJANIRA Señor Marqués, ¿Se encuentran pañuelos como éste en Florencia? Me gustaría tener uno igual.

MARQUÉS  Igual que éste será difícil: pero veremos.

MIRANDOLINA (Muy bien la señora Condesita.)

HORTENSIA Señor Marqués vos que conocéis bien la ciudad, haced el favor de enviarme un buen zapatero, porque

necesito zapatos.

MARQUÉS  Os mandaré el mío.

MIRANDOLINA (Todas encima, pero no saben que no tiene un real.)

HORTENSIA Querido señor Marqués, tendrá la bondad de hacernos un poco de compañía.

DEJANIRA Nos hará el favor de almorzar con nosotras.  

MARQUÉS Sí, con mucho gusto. (Ea, Mirandolina, no tengáis celos, soy vuestro, ya lo sabéis.)

MIRANDOLINA (Al Marques.) (No faltaba más; me complace que se divierta.)  

HORTENSIA Vos seréis nuestra tertulia.

DEJANIRA No conocemos a nadie. No tenemos a nadie más que a vos.  

MARQUÉS  ¡Oh mis queridas damitas! Os serviré de corazón.

Escena XXII

El Conde y dichos.

CONDE Mirandolina, yo os buscaba.  

MIRANDOLINA Estoy aquí con estas damas.

CONDE ¿Damas? Me inclino humildemente.

HORTENSIA Sierva devota (despacio a Dejanira). Éste es un noble más rico que el otro.

DEJANIRA (En voz baja a Hortensia.) (Pero yo no sirvo para pedir regalos.)

MARQUÉS (En voz baja a Mirandolina.) (Eh, mostrad al Conde el pañuelo.)

MIRANDOLINA (Enseña el pañuelo al Conde.) Observe, señor Conde, el hermoso regalo que me ha hecho el señor  

Marqués!

CONDE ¡Oh, me alegro! ¡Muy bien, señor Marqués!

MARQUÉS Oh, nada, nada. Bagatelas. Guardadlo ya; no quiero que lo digáis. Lo que yo hago no se ha de saber.

MIRANDOLINA (¡No se ha de saber y me pide que lo enseñe! La soberbia contrasta con la pobreza.)

CONDE (A Mirandolina.) Con permiso de estas damas, quisiera deciros una palabra.

HORTENSIA Hágalo con toda libertad.

MARQUÉS (A Mirandolina.) Ese pañuelo en el bolsillo, lo estropearéis.

MIRANDOLINA Lo guardaré entre algodones para que no se magulle.

CONDE (A Mirandolina.) Observad esta pequeña joya de diamantes.

MIRANDOLINA ES muy bonita.

CONDE Hace juego con los pendientes que os regalé. (Hortensia y Dejanira observan y hablan bajo entre ellas.)

MIRANDOLINA Sin duda hace juego, pero es todavía más hermosa.  

MARQUÉS (¡Maldito sea el Conde, sus diamantes, su dinero y el diablo que se lo lleve!)  

CONDE  (A Mirandolina.) Ahora para que tengáis el juego completo, yo os regalo este aderezo.  

MIRANDOLINA No lo acepto de ninguna manera.  

CONDE No me haréis esta descortesía.  

MIRANDOLINA Oh, descortesías no las hago nunca. Para no disgustarle lo aceptaré. (Hortensia y Dejanira hablan en voz

baja como antes, observando la generosidad del conde.)

MIRANDOLINA ¡Ah! ¿Qué dice a esto, señor Marqués? ¿NO es una joya galana?  

MARQUÉS En su género el pañuelo es de más buen gusto.  

CONDE Sí, pero de género a género hay una buena distancia.  

MARQUÉS ¡Bonita cosa! Jactarse en público de un gran gasto.

CONDE Sí, sí, vos hacéis vuestros regalos en secreto.

MIRANDOLINA (Esta vez puedo decir con verdad que entre dos que pleitean el tercero saca provecho.)

MARQUÉS Así pues, damitas mías, almorzaré con vosotras.  

HORTENSIA (Al Conde.) Este otro señor. ¿quién es?  

CONDE Soy el Conde de Albafiorita, para serviros.  

DEJANIRA ¡Córcholis! Es una familia ilustre, yo la conozco. (También ella se acerca al Conde.)

CONDE (A Dejanira.) Estoy a vuestras órdenes.  

HORTENSIA (Al Conde.) ¿Se aloja aquí?  

CONDE Sí señora.

DEJANIRA (Al Conde.) ¿Por mucho tiempo?  

CONDE Creo que sí,

MARQUÉS Señoras mías, estaréis cansadas de estar de pie, ¿queréis que os acompañe a vuestra habitación?

HORTENSIA (Con desprecio.) Agradecidísima. ¿De qué país es, señor Conde?

CONDE Napolitano.

HORTENSIA ¡Oh! Entonces somos medio paisanos. Yo soy palermitana.

DEJANIRA YO soy romana, pero he estado en Nápoles y precisamente por algo que me interesa, deseaba hablar con un

caballero napolitano.

CONDE Os serviré, señoras. ¿Estáis solas? ¿No tenéis hombres?

MARQUÉS Estoy yo, señor, y no tienen necesidad de vos.

HORTENSIA Estamos solas, señor Conde. Luego os diremos el porqué.  

CONDE Mirandolina.

MIRANDOLINA  ¿Señor?

CONDE Haced preparar en mi habitación para tres. (A Hortensia y Dejanira.) ¿Os dignaréis hacerme el favor?

HORTENSIA Recibiremos sus finezas.

MARQUÉS Pero yo he sido invitado por estas damas.

CONDE Ellas son dueñas de servirse como deseen; pero en mi pequeña mesa, más de tres no cabemos.

MARQUÉS Quisiera verlo...

HORTENSIA Vamos, vamos, señor Conde. El señor Marqués nos honrará en otra ocasión. (Se va.)

DEJANIRA Señor Marqués, si encuentra el pañuelo, no se olvide. (Se va.)

MARQUÉS Conde, Conde, vos me la pagaréis.

CONDE ¿De qué os quejáis?

MARQUÉS Soy  quien  soy y no  se me  trata  así...  Basta... ¿Aquélla querría un pañuelo? ¿Un pañuelo de aquella clase? No

lo tendrá. Mirandolina guardadlo cuidadosamente. Pañuelos de aquella clase no se encuentran. Diamantes se

encuentran, pero pañuelos de aquella clase no se encuentran. (Se va.)

MIRANDOLINA (¡Oh qué loco!)

CONDE Querida Mirandolina ¿Os disgustará que yo sirva a estas dos damas?

MIRANDOLINA En absoluto, señor.

CONDE Lo hago por vos. Lo hago para aumentar ganancias y clientes a vuestra posada; por lo demás yo soy vuestro,

vuestro es mi corazón y vuestras son mis riquezas, de las cuales disponed libremente, que yo os hago dueña.

(Se va.)

Escena XXIII

Mirandolina, sola.

Con todas sus riquezas, con todos sus regalos, no llegará nunca a enamorarme, y mucho menos lo hará el Marqués con su

ridícula protección. Si tuviera que agarrarme a uno de estos dos, ciertamente lo haría con el que gasta más. Pero no me

importa ni el uno ni el otro. Estoy empeñada en enamorar al caballero de Ripafratta, y no renunciaría a un placer

semejante por una joya el doble de grande que ésta. Lo in ten taré; no sé si tendré la habilidad que tienen esas dos

magníficas cómicas, pero lo intentaré. El Conde y el Marqués, mientras se van entreteniendo con ellas, me dejarán en

paz; y podré tratar a mis anchas con el Caballero. ¿Cómo va a ser posible que él no ceda? ¿Quién es el que puede resistir a

una mujer, cuando le da tiempo a ésta de poder hacer uso de sus artes? El que huye no puede temer ser vencido;

pero el que se detiene, el que escucha y se complace en ello, tarde o temprano, a pesar suyo, tiene que ceder.

(Se va.)

FIN DEL ACTO PRIMERO

ACTO SEGUNDO

Escena primera

Aposento del Caballero, con mesa puesta para el almuerzo y sillas.

El caballero y su criado, luego Fabricio. El caballero

pasea con un libro. Fabricio pone la sopa en la mesa.

FABRICIO (Al Criado.) Decidle a vuestro amo, si quiere servirse, que la sopa está en la mesa.

CRIADO (A Fabricio.) Se lo podéis decir también vos.

FABRICIO Es tan extravagante que no me gusta hablarle.

CRIADO Sin embargo no es malo. No puede ver a las mujeres, pero con los hombres es amabilísimo.

FABRICIO (¿No puede ver a las mujeres? ¡Pobre necio! No sabe lo que es bueno.) (Se va.)

CRIADO Ilustrísimo, si desea, la comida está en la mesa. (El caballero deja el libro y va a sentarse a la mesa.)

CABALLERO (Al Criado, comiendo.) Esta mañana me parece que se almuerza antes que de costumbre. (El Criado detrás de

la silla del Caballero con una bandeja bajo el brazo.)

CRIADO Esta habitación ha sido servida antes que todas las demás.  El  Conde de Albafiorita gritaba  que  quería  ser

servido el primero, pero el ama ha querido que se sirviera primero a vuestra señoría Ilustrísima.

CABALLERO Le estoy muy agradecido por la atención que me demuestra.

CRIADO Es una mujer muy cumplida, Ilustrísimo. Con tanto mundo que he visto, no he encontrado una posadera más

amable que ésta.

CABALLERO ¿Te gusta, eh? (Volviéndose un poco hacia atrás.)

CRIADO Si no fuera hacerle un feo a mi amo, quisiera quedarme de camarero con Mirandolina.

CABALLERO ¡Pobre necio! ¿Qué querrías que ella hiciese contigo? (Le da el plato y él lo cambia.)

CRIADO A una mujer de esa clase, la querría servir como un perrito. (Va a buscar un plato.)

CABALLERO ¡Pardiez! ésta los hechiza a todos. Sería cosa de risa que me hechizara también a mí. ¡Ea! mañana me voy a

Liorna. Que se ingenie por hoy, si puede, pero que esté segura de que no soy tan débil. Antes que yo supere mi

aversión por las mujeres, se necesita mucho más.

Escena II

El Criado con el cocido y otro plato y dicho.

CRIADO Ha dicho el ama, que si no le gustara el polio, le mandará un pichón.

CABALLERO Me gusta todo. ¿Y esto qué es?

CRIADO Dice el ama que yo le sepa decir si a vuestra señoría Ilustrísima le gusta esta salsa, que la ha hecho ella con sus

manos.

CABALLERO Esta mujer me obliga cada vez más. (La prueba.) Es exquisita. Dile que me gusta, que le doy las gracias.

CRIADO Se lo diré, Ilustrísimo.

CABALLERO Vete a decírselo enseguida.

CRIADO ¿Enseguida? (¡Oh qué prodigio! ¡Manda un cumplido a una mujer!) (Se va.)

CABALLERO Es una salsa exquisita. No he probado otra mejor. (Sigue comiendo.) Ciertamente, si Mirandolina sigue así

tendrá siempre forasteros. Buena mesa, buena ropa. Y luego no se puede negar que no sea amable; pero lo que

más estimo en ella, es la sinceridad. ¡Oh esa sinceridad es desde luego algo hermoso! ¿Por qué no puedo yo ver

a las mujeres? Porque son falsas, mentirosas, aduladoras. Pero esa hermosa sinceridad...

Escena III

El Criado y dicho.

CRIADO Da las gracias a vuestra señoría ilustrísima de la bondad que tiene de agradecer sus debilidades.

CABALLERO Bravo, señor maestro de ceremonias, bravo.  

CRIADO Ahora está haciendo con sus manos otro plato, pero no sé decir de qué se trata.

CABALLERO ¿Está haciendo?  

CRIADO Sí señor.  

CABALLERO Dame de beber.  

CRIADO Le sirvo. (Va a buscar la botella.)

CABALLERO ¡Ea! con ésta habrá que corresponder con generosidad. Es demasiado atenta; habrá que pagar el doble.

Tratarla bien, pero marcharse cuanto antes. (El Criado le sirve de beber.) ¿El Conde ha ido a almorzar? (Bebe.)

CRIADO SÍ, Ilustrísimo, en este momento. Hoy está de convite. Tiene dos damas a la mesa con él.

CABALLERO ¿DOS damas?  ¿Quiénes son?

CRIADO Han llegado a esta posada hace pocas horas. No sé quiénes son.

CABALLERO ¿Las conocía el Conde?

CRIADO Creo que no; pero apenas las ha visto las ha invitado a almorzar con él.

CABALLERO ¡Qué debilidad! Apenas ve a dos mujeres, enseguida se engancha; y ellas aceptan. Y el cielo sabe quiénes son;

mas sean quienes sean, son mujeres, y con eso basta. El Conde se arruinará sin duda. Dime: ¿EI Marqués está a

la mesa?

CRIADO Ha salido de casa y hasta ahora no se le ha visto.

CABALLERO Sirve. (Hace cambiar el plato.)

CRIADO Le sirvo.

CABALLERO ¡A la mesa con dos damas! ¡Oh qué hermosa compañía! Con sus zalamerías me quitarían el apetito.

Escena IV

Mirandolina con un plato en la mano, el Criado y dicho.

MIRANDOLINA ¿Con permiso?

CABALLERO ¿Quién está ahí?

CRIADO Mande usted.

CABALLERO Quítale aquel plato de la mano.

MIRANDOLINA Perdone. Deje que yo tenga el honor de ponerlo en la mesa con mis manos. (Coloca en la mesa la

comida.)

CABALLERO Esto no es trabajo vuestro.

MIRANDOLINA Oh señor, ¿quién soy yo? ¿Una señora acaso? Soy una servidora de quien me hace el favor de venir a mi

posada.

CABALLERO (¡Qué humildad!)

MIRANDOLINA En verdad no tendría dificultad en servir a la mesa a todos, pero no lo hago por ciertos miramientos: no sé

si usted me comprende. A su habitación vengo sin escrúpulos, con franqueza.

CABALLERO OS lo agradezco. ¿Qué plato es éste?

MIRANDOLINA Es un guisito hecho con mis propias manos.

CABALLERO Será bueno. Habiéndolo hecho vos, será bueno.

MIRANDOLINA ¡Oh! Demasiada bondad, señor. Yo no sé hacer nada bien. Pero me encantaría saber hacerlo, para darle

gusto a un caballero tan cumplido.

CABALLERO  (Mañana a Liorna.) Si  tenéis que hacer, no os molestéis por mí.  

MIRANDOLINA Nada, señor;  la casa está bien provista de cocineros y criados. Me gustaría saber si ese plato es de su

agrado.  

CABALLERO Con mucho gusto, en seguida.   (Lo  prueba.) Bueno, exquisito. ¡Oh, qué sabor! No sé lo que es.  

MIRANDOLINA ES que yo, señor, tengo   secretos   especiales. Estas manos saben hacer cosas buenas.

CABALLERO Dame de beber. (Al criado con cierto apasionamiento.)

MIRANDOLINA Detrás de este plato, señor, hay que beberlo bueno.  

CABALLERO (Al criado.) Dame vino de Borgoña.

MIRANDOLINA ¡Muy bien! El vino de Borgoña es exquisito. En mi opinión, es el mejor vino de mesa que se puede beber.

(El Criado pone la botella en la mesa, con un vaso.)

CABALLERO Vos tenéis buen gusto en todo.

MIRANDOLINA La verdad es que pocas veces me engaño.

CABALLERO Y, sin embargo, esta vez os engañáis.

MIRANDOLINA ¿En qué, señor?

CABALLERO En creer que yo merezco ser distinguido por vos.

MIRANDOLINA  (Suspirando.) Ay, señor Caballero...

CABALLERO (Alterado.) ¿Qué ocurre? ¿Qué son estos suspiros?

MIRANDOLINA Le diré: atenciones las tengo con todos y me entristezco cuando pienso que no hay más que ingratos.

CABALLERO (Con placidez.) Yo no os seré ingrato.

MIRANDOLINA Con usted no pretendo adquirir méritos, cumpliendo únicamente con mi deber.

CABALLERO NO, no, lo sé muy bien... No soy tan rudo, como vos me creéis. De mí no tendréis que quejaros. (Se sirve vino

en el vaso.)

MIRANDOLINA Pero...  señor...  yo no os entiendo...

CABALLERO A vuestra salud. (Bebe.)

MIRANDOLINA Agradecidísima; me honra demasiado.

CABALLERO Este vino es exquisito.

MIRANDOLINA El Borgoña es mi pasión.

CABALLERO Si queréis, sois dueña. (Le ofrece el vino.)

MIRANDOLINA  ¡Oh! gracias, señor.

CABALLERO ¿Habéis almorzado?

MIRANDOLINA Sí, ilustrísimo.

CABALLERO ¿Queréis un vasito?

MIRANDOLINA Yo no merezco estas atenciones.  

CABALLERO De verdad, os lo ofrezco con mucho gusto.  

MIRANDOLINA No sé qué decir. Recibiré sus finezas.  

CABALLERO (Al criado.) Trae un vaso.

MIRANDOLINA NO, no, si me permitís, tomaré éste. (Coge el vaso del caballero.)

CABALLERO ¡Por Dios! Lo he usado yo.  

MIRANDOLINA (Riendo.) Me enteraré de sus secretos. (El criado coloca el otro vaso en la bandeja.)

CABALLERO (¡Ah pillina!)  (Sirve el vino.)

MIRANDOLINAPero hace ya rato que he comido; temo que me haga daño.

CABALLERO No hay peligro.

MIRANDOLINA Si me hiciera el favor de un pedacito de pan.  

CABALLERO Con mucho gusto. (Le da un  trozo  de pan.) Tomad. (Mirandolina, con el vaso en una mano, y en la otra el    

pan, demuestra estar incómoda y no saber cómo meter el pan en el vino.)

CABALLERO Estáis incómoda. ¿Queréis sentaros?

MIRANDOLINA ¡Oh! no soy digna de tanto, señor.

CABALLERO Vamos, vamos, estamos solos. (Al Criado.) Tráele una silla.

CRIADO (Mi amo quiere morirse: no ha hecho nunca nada parecido.) (Va a buscar una silla.)

MIRANDOLINA Si lo supieran el señor Conde y el señor Marqués, ¡pobre de mí!

CABALLERO ¿Por qué?

MIRANDOLINA Cien veces han querido obligarme a beber algo, o a comer, y no he querido nunca hacerlo.

CABALLERO Vamos, acomodaos.

MIRANDOLINA Por obedecerle. (Se sienta y moja el pan en el vino.)

CABALLERO Oye. (Al Criado en voz baja.) (No le digas a nadie que el ama ha estado sentada a mi mesa.)

CRIADO (NO lo dude.) (Esta novedad me sorprende.)  

MIRANDOLINA A la salud de todo lo que da placer al señor Caballero.  

CABALLERO OS doy las gracias, amita gentil.

MIRANDOLINA De este brindis a las mujeres no les toca nada.  

CABALLERO ¿No? ¿Por qué?

MIRANDOLINA Porque sé que a las mujeres no las puede ver.  

CABALLERO Es verdad, no las he podido ver nunca.  

MIRANDOLINA Consérvese siempre así.  

CABALLERO NO quisiera... (Mira al Criado.)  

MIRANDOLINA ¿Qué, señor?

CABALLERO Oíd. (Le habla al oído.) (No quisiera que vos me hicierais cambiar de naturaleza.)

MIRANDOLINA (¿Yo, señor? ¿Cómo?

CABALLERO (Al criado.) Vete.

CRIADO ¿Qué quiere que le sirva?

CABALLERO Hazme preparar dos huevos y cuando estén cocidos, tráelos.

CRIADO ¿Cómo desea los huevos?

CABALLERO Como quieras, date prisa.

CRIADO (He comprendido. El amo se va calentando.) (Se va.)

CABALLERO Mirandolina, vos sois una joven muy agradable.  

MIRANDOLINA Oh, señor, se burla de mí.

CABALLERO Oídme. Quiero deciros una cosa verdadera, muy verdadera que redundará en vuestra gloria.

MIRANDOLINA La oiré con mucho gusto.

CABALLERO Vos sois la primera mujer de este mundo, con la que he tenido la paciencia de tratar con placer.

MIRANDOLINA Le diré, señor Caballero: no es que yo merezca nada, pero algunas veces se dan estas afinidades

naturales. Esta simpatía, esta inclinación, se da también entre personas que no se conocen. También yo siento

por usted lo que no he sentido por ningún otro.

CABALLERO Tengo miedo de que vos queráis hacerme perder mi tranquilidad.

MIRANDOLINA Oh, vamos, señor Caballero, si es un hombre juicioso, obre como tal. No caiga en las debilidades de los

demás. En verdad, si me doy cuenta, aquí no vengo más. También yo siento un no sé qué dentro de mí, que

nunca he sentido; pero no quiero volverme loca por hombres y mucho menos por uno que odia a las mujeres; y

que, tal vez para probarme, y luego burlarse de mí, viene ahora con palabras nuevas a tentarme. Señor

Caballero, tenga la amabilidad de servirme otro poco de Borgoña.

CABALLERO ¡Eh! basta...  (Echa el vino en un vaso.)

MIRANDOLINA (Está a punto de caer.)

CABALLERO (Le da el vaso con el vino.) Tomad.

MIRANDOLINA Muy agradecida.  ¿Pero usted no bebe?

CABALLERO Sí, beberé. (Sería mejor que yo me emborrachara. Un diablo echaría al otro.) (Sirve vino en su vaso.)

MIRANDOLINA (Zalamera.) ¡Señor Caballero!  

CABALLERO ¿Qué pasa?

MIRANDOLINA Brinde. (Hace entrechocar los vasos.) ¡Vivan los buenos amigos!

CABALLERO ¡Vivan!  (Un tanto lánguido.)  

MIRANDOLINA ¡Viva...  quien se quiere!... sin malicia brinde.

CABALLERO ¡Viva!

Escena V

El Marqués y dichos.

MARQUÉS Aquí estoy otra vez. Y ¿a quién «viva»?  

CABALLERO  (Alterado.)  ¿Cómo, señor Marqués?  

MARQUÉS Perdonad, amigo. He llamado. No hay nadie.  

MIRANDOLINA Con permiso...  (Quiere marcharse.)  

CABALLERO (A Mirandolina.)  Quedaos. (Al Marqués.)  Yo no me tomo con vos tanta libertad.

MARQUÉS Os pido perdón. Somos amigos. Creía que estabais solo. Me alegro de veros al lado de nuestra adorable amita.

¡Ah! ¿Qué decís? ¿No es una obra maestra?

MIRANDOLINA Señor, yo estaba aquí para servir al señor Caballero. Me he sentido algo indispuesta y él me ha socorrido

con un vasito de Borgoña.

MARQUÉS  (Al Caballero.) ¿Eso es Borgoña?

CABALLERO SÍ, es Borgoña.

MARQUÉS Pero ¿del auténtico?

CABALLERO Por lo menos lo he pagado como tal.

MARQUÉS Yo  entiendo de eso.  Dejad  que  lo pruebe, y os sabré decir si es, o no es.

CABALLERO ¡Eh! (Llama.)

Escena VI

El Criado con los huevos, y dichos.

CABALLERO (Al Criado.) Un vasito para el Marqués.

MARQUÉS NO tan pequeño el vasito. El Borgoña no es un licor. Para juzgarlo hay que beber bastante.

CRIADO Aquí están los huevos. (Quiere colocarlos en la mesa.)

CABALLERO No quiero nada más.

MARQUÉS ¿Qué plato es ése?

CABALLERO Huevos.

MARQUÉS NO me gustan. (El Criado se los lleva.)

MIRANDOLINA Señor Marqués, con permiso del señor Caballero, pruebe este guisito hecho con mis propias manos.

MARQUÉS ¡Oh, sí! ¡Eh! Una silla. (El Criado le acerca una silla y pone el vaso sobre la bandejita.) Un tenedor.

CABALLERO Vamos, tráele los cubiertos. (El Criado va a buscarlos.)

MIRANDOLINA Señor Caballero, ahora estoy mejor. Me marcharé. (Se levanta.)  

MARQUÉS Hacedme el favor, quedaos todavía un poco.

MIRANDOLINA Pero señor, he de atender a mis cosas; y luego el señor caballero...

MARQUÉS (Al Caballero.) ¿Os gusta que ella se quede todavía un poco?  

CABALLERO ¿Qué queréis de ella?

MARQUÉS Quiero haceros probar un vasito de vino de Chipre, que desde que estáis en el mundo, no habéis probado otro

igual. Y me gustaría que Mirandolina lo probara y diera su parecer.

CABALLERO (A Mirandolina.) Vamos, para complacer al señor Marqués, quedaos.  

MIRANDOLINA El señor Marqués me dispensará.  

MARQUÉS  ¿NO queréis probarlo?  

MIRANDOLINA En otra ocasión, Excelencia.  

CABALLERO Vamos, quedaos.  

MIRANDOLINA (Al Caballero.)  ¿Me lo mandáis?  

CABALLERO OS digo que os quedéis.  

MIRANDOLINA (Se sienta.) Obedezco.  

CABALLERO  (Para sí.) (Me obliga cada vez más.)

MARQUÉS (Comiendo.) ¡Oh, qué cosas! ¡Oh, qué guiso! ¡Oh, qué olor! ¡Oh, qué sabor!  

CABALLERO (A Mirandolina.) (El Marqués  tendrá celos de que estéis cerca de mí.)

MIRANDOLINA (En voz baja al Caballero.)  (No me importa de él ni poco ni mucho.)

CABALLERO (En voz baja a Mirandolina.) (¿Sois también vos enemiga de los hombres?)

MIRANDOLINA (Como arriba.) (Como usted lo es de las mujeres.)

CABALLERO (Como arriba.) (Estas enemigas mías se van vengando de mí.)

MIRANDOLINA (Como arriba.) (¿Cómo, señor?)

CABALLERO (Como arriba.) (¡Eh, pícara! Vos lo estáis viendo muy bien...)

MARQUÉS  Amigo, a vuestra salud. (Bebe el vino de Borgoña.)

CABALLERO ¿Y bien? ¿Qué os parece?

MARQUÉS Con vuestro permiso, no vale nada. Probad mi vino de Chipre.  

CABALLERO Pero ¿dónde está ese vino de Chipre?  

MARQUÉS LO tengo aquí, lo he traído conmigo, quiero que lo disfrutemos; pero es de aquél... Aquí está. (Saca una

   botella muy pequeña.)

MIRANDOLINA Por lo que veo, señor Marqués, no quiere que su vino se nos suba a la cabeza.  

MARQUÉS ¿Éste? Se bebe a gotas, como la esencia de Melisa. ¡Eh! Los vasitos.  (Abre la botella.)

CRIADO (Trae unos vasitos para vino de Chipre.)  

MARQUÉS ¡Eh!, son demasiado grandes. ¿No los tenéis más pequeños? (Tapa la botella con la mano.)

CABALLERO (Al Criado.) Trae los de rosolí.

MIRANDOLINA YO creo que bastaría olerlo.

MARQUÉS (Lo huele.) ¡Oh, delicioso! Tiene un olor que consuela.  

CRIADO  (Trae tres vasitos en una bandeja.)  

MARQUÉS (Escancia muy despacito, y no llena los vasitos, luego los sirve al Caballero, a Mirandolina, y el otro para

   sí, tapando bien la botella.) ¡Qué néctar! (Bebiendo.) ¡Qué ambrosía! ¡Qué maná destilado!  

CABALLERO (A Mirandolina en voz baja.) (¿Qué os parece esta porquería?)

MIRANDOLINA (Lavazas.)

MARQUÉS  (Al Caballero.) ¡Ah! ¿Qué decís?

CABALLERO Bueno, exquisito.  

MARQUÉS ¡Ah! Mirandolina, ¿OS gusta?

MIRANDOLINA Por mi parte, señor, no puedo disimular; no me gusta, lo encuentro malo y no puedo decir que sea bueno.

Alabo al que sabe fingir; pero el que sabe fingir en una cosa, sabrá fingir en las otras también.

CABALLERO (Ésta me hace un reproche; no comprendo el porqué.)

MARQUÉS Mirandolina, vos no entendéis de esta clase de vinos. Os compadezco. Verdaderamente el pañuelo que os

regalé, lo habéis apreciado, y os ha gustado; pero el vino de Chipre no lo sabéis apreciar. (Acaba de beber.)

MIRANDOLINA (En voz baja al Caballero.) (¿Oye cómo se jacta?)

CABALLERO  (En voz baja a Mirandolina.) (Yo no lo haría.)

MIRANDOLINA (En voz baja al Caballero.) (Su jactancia está en despreciar a las mujeres.)

CABALLERO (Como arriba.) (Y la vuestra en vencer a todos los hombres.)

MIRANDOLINA (Con mimo, al Caballero, en voz baja.) (A todos no...)

CABALLERO (Con algo de pasión en voz baja a Mirandolina.) (A todos sí.)

MARQUÉS  ¡Eh! tres vasitos limpios.   (Al criado que se los trae en una bandeja.)

CABALLERO Para mí no quiero más.

MARQUÉS No, no, no lo dudéis, no lo hago para vos. (Pone vino de Chipre en los tres vasitos.) Buen hombre, con permiso

de vuestro amo, id a la habitación del Conde de Albafiorita, y decidle de mi parte, en voz alta que todos lo oigan,

que le ruego pruebe un poco de mi vino de Chipre.

CRIADO Será servido. (Esto no los emborracha, seguro.) (Se va.)

CABALLERO Marqués, es usted muy generoso.  

MARQUÉS ¿Yo? Preguntádselo a Mirandolina.  

MIRANDOLINA ¡Oh, ciertamente!

MARQUÉS (A Mirandolina.) ¿Ha visto el pañuelo el Caballero?

MIRANDOLINA No lo ha visto aún.

MARQUÉS  (Al Caballero.) Ya lo veréis. (Guarda la botella en la que queda un dedo de vino.) Este poco de bálsamo,

   me lo guardo para esta noche.

MIRANDOLINA Cuidado que no le haga daño, señor Marqués.

MARQUÉS (A Mirandolina.) ¡Eh! ¿Sabéis qué es lo que me hace daño?

MIRANDOLINA ¿Qué?

MARQUÉS Vuestros bellos ojos.  

MIRANDOLINA ¿De verdad?

MARQUÉS Caballero mío, yo estoy perdidamente enamorado de ella.  

CABALLERO LO siento.

MARQUÉS Vos no habéis sentido nunca amor por las mujeres. Oh, si lo sintierais, entonces me compadeceríais.

CABALLERO Sí, os compadezco.

MARQUÉS Y soy celoso como una bestia. La dejo estar cerca de vos porque sé quién sois; si no fuese por eso, no lo

soportaría ni por cien mil doblas.

CABALLERO (Este empieza a fastidiarme.)

Escena VII

El Criado con una botella en una bandeja y dichos.

CRIADO (Al Marques.) El señor Conde da las gracias a vuestra Excelencia, y le envía una botella de vino de Canarias.

MARQUÉS Oh, oh, ¿pretenderá comparar su vino de Canarias con mi vino de Chipre? Déjame ver. ¡Pobre loco! Es una

porquería, lo conozco por el olor. (Se levanta y tiene la botella en la mano.)

CABALLERO  (Al Marqués.) Probadlo primero.

MARQUÉS No quiero probar nada. Ésta es una impertinencia que me hace el Conde, semejante a otras muchas. Quiere

estar por encima de mí. Quiere achicarme, quiere provocarme para hacerme hacer barbaridades. Pero juro al

cielo, que haré una que valdrá por cien. Mirandolina, si no lo echáis, van a ocurrir cosas grandes; sí, ocurrirán

cosas grandes. Él es un temerario. Yo soy quien soy, y no quiero sufrir semejantes afrentas.  (Se va, llevándose la

botella.

Escena VIII

El Caballero, Mirandolina y el Criado.

CABALLERO El pobre Marqués está loco.

MIRANDOLINA Por si acaso la bilis le hiciera daño, se ha llevado la botella para reponerse.

CABALLERO OS digo que está loco;  y vos le habéis hecho enloquecer.

MIRANDOLINA ¿Soy de las que hacen enloquecer a los hombres?

CABALLERO  (Desazonado.) Sí, vos sois...

MIRANDOLINA(Se levanta.) Señor Caballero, con su permiso.

CABALLERO Quedaos.

MIRANDOLINA (Marchando.) Perdone; yo no hago enloquecer a nadie.

CABALLERO Escuchadme. (Se levanta pero queda cerca de la mesa.)

MIRANDOLINA Perdone.

CABALLERO  (Imperioso.) Quedaos, os digo.

MIRANDOLINA (Volviéndose con altivez.) ¿Qué pretende de mí?

CABALLERO Nada.  (Se  confunde.)  Bebamos  otro   vaso  de Borgoña.

MIRANDOLINA Vamos, señor, pronto, pronto, que me voy.  

CABALLERO Sentaos.  

MIRANDOLINA De pie, de pie.  

CABALLERO (Con dulzura, le da el vaso.) Tomad.  

MIRANDOLINA Hago un brindis y me voy en  seguida.  Un brindis, que me enseñó mi abuela:

Viva Baco y viva el Amor,

El uno y el otro nos consuela;

Uno pasa por la garganta,

El otro va de los ojos al corazón.

Bebo el vino; luego, con los ojos...

Hago lo que vos hacéis.                           (Se va.)

Escena IX

El Caballero y el Criado.

CABALLERO Muy bien, venid acá: oíd. ¡Ah, pícara! Se ha escapado y me ha dejado con cien diablos que me atormentan.

CRIADO (Al Caballero.) ¿Desea le sirva la fruta?

CABALLERO Vete al diablo tú también. (El Criado se va.) ¿Bebo el vino, luego con los ojos, hago lo que vos hacéis? ¿Qué

brindis misterioso es éste? Ah, maldita, te conozco. Me quieres vencer, me quieres asesinar. Pero lo hace con

tanta gracia. Sabe insinuarse tan bien... Diablo, diablo, ¿triunfarás tu? No; me iré a Liorna. A ésta no quiero

volverla a ver. Que no me moleste más. ¡Requetemalditas mujeres! Donde haya mujeres, lo juro, no iré nunca

más. (Se va.)

Escena X

Habitación del Conde.

El Conde de Albafiorita, Hortensia y Dejanira.

CONDE El Marqués de Forlipopoli es un tipo curiosísimo. Ha nacido noble, no se puede negar; pero entre su padre y él han

disipado una fortuna y ahora apenas tiene para vivir. Sin embargo, le gusta dárselas de donoso.

HORTENSIA Se ve que querría ser generoso, pero no tiene con qué.

DEJANIRA  Regala lo poco que puede y quiere que todo el mundo lo sepa.

CONDE Éste sería un buen personaje para una de vuestras comedias.

HORTENSIA Espere que llegue la compañía y que se empiece a representar, y puede ser que lo aprovechemos.

DEJANIRA  Tenemos nosotros unos actores que para imitar a ciertos tipos se pintan solos.

CONDE Pero si queréis que lo aprovechemos es necesario que con él sigáis fingiéndoos damas.  

HORTENSIA Yo lo haré desde luego. Pero Dejanira en seguida se descubre.  

DEJANIRA Me entran  ganas  de reír, cuando los bobos me creen una señora.  

CONDE Conmigo habéis hecho bien en descubriros. De esta manera me dais ocasión de hacer algo en vuestro favor.

HORTENSIA El señor Conde será nuestro protector.

DEJANIRA  Somos amigas, disfrutaremos juntas los favores de usted.

CONDE Os diré. Os hablaré con sinceridad. Os serviré donde pueda hacerlo, pero tengo un cierto compromiso, que no

   me permitirá frecuentar vuestra casa.  

HORTENSIA ¿Tiene algún amorío, señor Conde?  

CONDE SÍ, os lo diré en confianza. EI ama de la posada.  

HORTENSIA ¡Córcholis! ¡Pues sí que es una gran señora! ¡Me extraña de usted, señor Conde, que se pierda con una

posadera!  

DEJANIRA Sería menor el mal que se complaciera en emplear sus finezas con una cómica.

CONDE El hacer el amor con vosotras, a decir verdad, me gusta poco. Tan pronto estáis, como no estáis.

HORTENSIA ¿No es mejor así, señor? De esta manera no se eternizan las amistades; y los hombres no se arruinan.

CONDE Pero yo, la verdad, estoy comprometido; la quiero y no quiero disgustarla.

DEJANIRA ¿Pero qué es lo que tiene de bueno ésa?

CONDE ¡Oh!, tiene muchas cosas buenas.

HORTENSIA Sí, Dejanira.  Es  guapa,  tiene  buenos  colores. (Hace señas pare indicar que se pinta.)

CONDE Tiene un gran ingenio.

DEJANIRA En cuestión de ingenio, ¿la querríais comparar con nosotras?

CONDE Basta ya. Como quiera que sea, Mirandolina me gusta, y si queréis mi amistad, tenéis que hablar bien de ella, de lo

contrario haced cuenta que no me habéis conocido.

HORTENSIA Oh, señor Conde, por mi parte digo que Mirandolina es una diosa Venus.

DEJANIRA Sí, sí es verdad. Tiene ingenio, habla bien.

CONDE Ahora me complacéis.

HORTENSIA Si no desea más que esto será servido.

CONDE (Observando dentro del escenario.) ¡Oh! ¿Habéis visto al que ha pasado por la sala?

HORTENSIA Lo he visto.

CONDE Ése es otro buen personaje de comedia.

HORTENSIA ¿De qué tipo?

CONDE Es uno que no puede ver a las mujeres.

DEJANIRA ¡Oh, qué loco!

HORTENSIA Tendrá algún mal recuerdo de alguna mujer.

CONDE Qué va; no ha estado nunca enamorado. No ha querido jamás tratar con mujeres. Las desprecia a todas, y baste

decir que desprecia incluso a Mirandolina.

HORTENSIA ¡Pobrecillo! Si me pusiera delante, apuesto a que le hacía cambiar de opinión.  

DEJANIRA ¡Vaya asunto!  Ésta es una empresa que la quisiera pescar para mí.

CONDE Oídme, amigas. Así, por pura diversión. Si os sentís con ánimo de enamorarlo, palabra de caballero que os hago un

buen regalo.

HORTENSIA Yo no pretendo ser recompensada por esto; lo haré para divertirme.

DEJANIRA Si el señor Conde quiere hacernos alguna fineza, no tiene que hacerlo por esto. Hasta que lleguen nuestros

compañeros, nos divertiremos un poco.

CONDE Sospecho que no haréis nada.

HORTENSIA Señor Conde, tiene poca estima de nosotras.

DEJANIRA No somos graciosas como Mirandolina, pero al fin y al cabo sabemos lo que es vivir en el mundo.  

CONDE ¿Queréis que lo mandemos llamar?  

HORTENSIA Haga lo que quiera.  

CONDE ¿Quién está ahí?

Escena XI

El Criado del Conde y dichos.

CONDE (Al Criado.) Di al Caballero de Ripafratta, que haga el favor de venir a verme, que tengo precisión de hablarle.

CRIADO En su habitación sé que no está.

CONDE Le he visto ir hacia la cocina. Lo encontrarás.

CRIADO  En seguida.

CONDE ¿Qué habrá ido a hacer a la cocina? Apostaría que ha ido a reñir a Mirandolina porque le ha dado mal de

   comer.)

HORTENSIA Señor Conde, yo había rogado al señor Marqués que me enviara a su zapatero, pero tengo miedo de no verle.

CONDE No os preocupéis. Me encargaré yo.

DEJANIRA A mí, el señor Marqués, me había prometido un pañuelo. ¡Pero en seguida me lo va a traer!

CONDE Pañuelos ya encontraremos.

DEJANIRA El caso es que lo necesitaba realmente.

CONDE  (Le ofrece el suyo de seda.) Si éste os sirve, sois muy dueña. Está limpio.

DEJANIRA Agradecidísima por sus finezas.  

CONDE ¡Oh!  ¡Aquí está el Caballero! Será mejor que sigáis interpretando el papel de damas, para mejor obligarle a

   que  os   escuche  por  educación. Retiraos   un  poco  hacia atrás, porque si os ve, huye.

HORTENSIA ¿Cómo se llama?

CONDE Caballero de Ripafratta, toscano.

DEJANIRA ¿Tiene mujer?

CONDE NO puede ver a las mujeres.

HORTENSIA ¿Es rico? (Retirándose.)

CONDE Sí, mucho.

DEJANIRA ¿Es generoso? (Retirándose.)

CONDE Mas bien, sí.

DEJANIRA Venga, venga. (Se retira.)

HORTENSIA Aplomo, y no titubee. (Se retira.)

Escena XII

El Caballero y dichos.

CABALLERO Conde, ¿sois vos quien quiere verme?

CONDE Sí, yo os he dado esta molestia.

CABALLERO ¿Qué puedo hacer para serviros?

CONDE (Le indica a las dos mujeres, las cuales en seguida se acercan.) Estas dos damas os necesitan.

CABALLERO Excusadme. Yo no tengo tiempo para entretenerme.

HORTENSIA Señor Caballero, no pretendo ocasionarle molestia.

DEJANIRA Una palabra, por favor, Caballero.

CABALLERO Señoras mías, os suplico me perdonéis. Tengo un asunto urgente.

HORTENSIA En dos palabras os dejamos libre.  

DEJANIRA Dos palabritas y nada más, señor.

CABALLERO (¡Maldito Conde!)

CONDE Querido amigo, dos damas que ruegan, quiere la buena educación que se las escuche.

CABALLERO (A las mujeres, con seriedad.) Perdonad. ¿En qué puedo servir?

HORTENSIA ¿No sois vos toscano, señor?

CABALLERO SÍ,señora.

DEJANIRA ¿Tenéis amigos en Florencia?

CABALLERO Tengo amigos y tengo parientes.

DEJANIRA Sabed, señor... (A Hortensia.) Amiga, empezad a hablar vos.

HORTENSIA Diré, señor Caballero... Sepa que hay cierto caso...

CABALLERO Vamos, señoras, os suplico. Tengo un asunto urgente.

CONDE (Marchándose.) Vamos, comprendo que mi presencia os cohíbe. Confiaos con libertad al Caballero, que yo me

retiro.  

CABALLERO No, amigo, quedaos... Oíd...  

CONDE Sé cuál es mi deber. Servidor de ustedes.  (Se va.)

Escena XIII

Hortensia, Dejanira y el Caballero.

HORTENSIA Por favor, sentémonos.  

CABALLERO Perdone, pero no me apetece sentarme.  

DEJANIRA ¿Tan rudo con las mujeres?

CABALLERO Haced el favor de decirme lo que queréis.  

HORTENSIA Tenemos necesidad de vuestra ayuda, de vuestra protección, de vuestra bondad.

CABALLERO ¿Qué os ha ocurrido?

DEJANIRA Nuestros maridos nos han abandonado.

CABALLERO (Con altivez.) ¿Abandonadas? ¡Cómo! ¿Dos damas abandonadas? ¿Quiénes son vuestros maridos?

DEJANIRA  (A Hortensia.)  (Amiga, yo seguro que no sigo.)

HORTENSIA (ES tan endiablado, que ahora me confundo yo también.)

CABALLERO  (Haciendo  intención de  marchar.)   Señoras, os saludo.

HORTENSIA ¡Cómo! ¿Así nos tratáis?

DEJANIRA ¿Un caballero trata así?

CABALLERO Perdonad. Yo soy uno que gusta muchísimo de su paz. Me entero de que hay dos damas abandonadas por sus

maridos. Aquí habrá no pocas complicaciones: yo no soy apto para intrigas. Yo vivo para mí mismo; damas

distinguidísimas, de mí no podréis esperar ni consejo, ni ayuda.

HORTENSIA Oh, vamos pues; no le tengamos más  tiempo preocupado a nuestro amabilísimo Caballero.  

DEJANIRA SÍ, hablémosle con sinceridad.  

CABALLERO ¿Qué nuevo lenguaje es éste?  

HORTENSIA Nosotras no somos damas.

CABALLERO  ¿No?

DEJANIRA El señor Conde ha querido gastaros una broma.

CABALLERO La broma ya está hecha. Os saludo. (Quiere marchar.)

HORTENSIA Quedaos un momento.

CABALLERO ¿Qué queréis?

DEJANIRA Honradnos por un momento con vuestra amable conversación.

CABALLERO Tengo que hacer. No puedo entretenerme.

HORTENSIA No queremos comeros nada.

DEJANIRA No os quitaremos vuestra reputación.

HORTENSIA Sabemos que no podéis ver a las mujeres.

CABALLERO Si   lo   sabéis,   me   alegro. Os saludo.   (Quiere marchar.)  

HORTENSIA Pero, oíd: nosotras no somos mujeres que puedan haceros sombra.  

CABALLERO ¿Quiénes sois?  

HORTENSIA Decídselo vos, Dejanira.  

DEJANIRA Se lo podéis decir también vos.  

CABALLERO Vamos, ¿quiénes sois?

HORTENSIA Somos dos comediantas.

CABALLERO  ¡Dos comediantas! Hablad, hablad, que ya no os tengo miedo. Estoy bien prevenido en favor de vuestro

arte.

HORTENSIA ¿Qué quiere decir? Explicaos.

CABALLERO Sé qué fingís en escena y fuera de la escena; y con tal prevención no os tengo miedo.

DEJANIRA  Señor, fuera de la escena yo no sé fingir.

CABALLERO (A Dejanira.) ¿Cómo se llama usted? ¿La señora Sincera?  

DEJANIRA  Yo me llamo...

CABALLERO  (A Hortensia.) ¿Y usted la señora Buena Pieza?  

HORTENSIA Querido señor Caballero...  

CABALLERO ¿Cómo se dedica a sacar regalos?  

HORTENSIA Yo no soy...  

CABALLERO (A Dejanira.) ¿A los bobos, cómo los trata, dueña mía?  

DEJANIRA  NO soy de aquéllas...  

CABALLERO YO también se hablar en jerga.

HORTENSIA (Quiere cogerle por un brazo.)  ¡Oh, que simpático señor Caballero!  

CABALLERO (Dándole en las manos.)  ¡Quietas las manos!

HORTENSIA ¡Diantre! ¡Tiene más de paleto que de Caballero!

CABALLERO Paleto quiere decir palurdo. Os he comprendido, y os diré que sois dos impertinentes.

DEJANIRA  ¿A mí esto?

HORTENSIA ¿A una mujer de mi clase?

CABALLERO  (A Hortensia.) ¡Bonita esa cara pintarrajeada!

HORTENSIA (¡Asno!) (Se va.)

CABALLERO ¡Bonito ese tupé postizo!

DEJANIRA (¡Maldito!)  (Se va.)

Escena XIV

El Caballero, luego su Criado.

CABALLERO Bien encontré yo la manera de hacerlas marchar. ¿Qué se creían? ¿Hacerme caer en la red? ¡Pobres tontas!

Que vayan ahora a ver al Conde y le narren la bonita escena. Si hubiesen sido damas, por respeto me convenía

huir; pero cuando puedo, a las mujeres las maltrato con el mayor placer de este mundo. No he podido sin

embargo maltratar a Mirandolina. Ella me ha vencido con tanta finura, que me siento casi obligado a amarla.

Pero es mujer; no quiero fiarme. Quiero marcharme. Mañana me iré. ¿Pero si espero a mañana? ¿Si vengo esta

noche a dormir aquí, quién me asegura que Mirandolina no acabe de destrozarme? (Queda pensativo.) Sí,

tomemos una determinación de hombre.

CRIADO Señor.

CABALLERO ¿Qué quieres?

CRIADO El señor Marqués está en su habitación de usted, que le espera, porque desea hablarle.

CABALLERO ¿Qué quiere ese loco? Dinero del bolsillo no me saca más. Que espere, y cuando esté cansado de esperar, se

marchará. Ve al camarero de la posada, y dile que me traiga en seguida la cuenta.

CRIADO (Se dispone a marcharse.) Será servido.

CABALLERO Oye. Haz que dentro de dos horas estén listos los baúles.  

CRIADO  ¿Quiere marcharse, quizá?

CABALLERO Sí, tráeme aquí la espada y el sombrero, sin que se dé cuenta el Marqués.

CRIADO Pero ¿si me ve hacer los baúles?  

CABALLERO Que diga lo que quiera. ¿Me has entendido?  

CRIADO (¡Oh, cuánto siento marcharme por causa de Mirandolina!) (Se va.)

CABALLERO Sin embargo es verdad. Yo siento al marcharme de aquí una pesadumbre nueva, que nunca había sentido.

Tanto peor para mí si me quedara. Cuanto antes me conviene partir. Sí, mujeres, cada vez hablaré peor de

vosotras; sí, vosotras nos hacéis daño, incluso cuando queréis hacernos un bien.

Escena XV

Fabricio y dicho.

FABRICIO ¿ES verdad, señor, que quiere la cuenta?

CABALLERO Sí, ¿la habéis traído?

FABRICIO Ahora el ama la hace.

CABALLERO ¿Ella hace las cuentas?

FABRICIO Oh, siempre ella. Incluso cuando vivía su padre. Escribe y sabe de cuentas, mejor que muchos dependientes.

CABALLERO (¡Qué mujer más singular es ésta!)  

FABRICIO Pero ¿quiere usted marcharse tan pronto?  

CABALLERO Sí; lo exigen mis negocios.  

FABRICIO Le ruego que se acuerde del camarero.

CABALLERO Traed la cuenta, que yo sé lo que debo hacer.

FABRICIO ¿La quiere aquí la cuenta?

CABALLERO La quiero aquí; a mi habitación por ahora no voy.

FABRICIO Hace bien;  en  su habitación está aquel lata del señor Marqués. ¡Pobrecillo! Está enamorado del ama, pero que

se chupe los dedos. Mirandolina tiene  que  ser  mi mujer.

CABALLERO (Alterado.) La cuenta.  

FABRICIO Le sirvo enseguida. (Se va.)

Escena XVI

El Caballero solo.

Todos están prendados de Mirandolina. No es extraño, si hasta yo empezaba a inflamarme. Pero me marcharé; superaré

esta fuerza desconocida... ¿Qué veo? ¿Mirandolina? ¿Qué me querrá? Tiene un papel en la mano... Me traerá la cuenta.

¿Qué debo hacer? Conviene soporte este último asalto. Dentro de dos horas me marcho.

Escena XVII

Mirandolina con un papel en la mano y dicho.

MIRANDOLINA (Con tristeza.) Señor.  

CABALLERO ¿Qué pasa, Mirandolina?  

MIRANDOLINA (Permaneciendo retirada.) Perdone.  

CABALLERO Adelante.

MIRANDOLINA  (Tristemente.)  Ha pedido su cuenta;  le he complacido.

CABALLERO Dádmela.

MIRANDOLINA Aquí está. (Se seca los ojos con el delantal al entregarle la cuenta.)

CABALLERO ¿Qué os pasa? ¿Lloráis?

MIRANDOLINA Nada, señor; me ha entrado humo en los ojos.

CABALLERO ¿Humo en los ojos? Bueno, basta...  ¿Cuánto importa la cuenta? (Lee.) Veinte paolos. En cuatro días un trato

tan generoso ¿veinte paolos?

MIRANDOLINA Esa es su cuenta.

CABALLERO Y los dos platos especiales que me habéis dado esta mañana, ¿no están en la cuenta?

MIRANDOLINA Perdone. Lo que yo regalo no lo pongo en la cuenta.

CABALLERO ¿Me los habéis regalado?

MIRANDOLINA Perdone la libertad. Acéptelo como un acto de... (Se tapa la car a, simulando que llora.)

CABALLERO Pero, ¿qué os pasa?

MIRANDOLINA NO sé si es el humo o una fluxión en los ojos...

CABALLERO NO quisiera que hubiérais sufrido, cocinando para mí aquellos dos platos exquisitos.

MIRANDOLINA Si fuera por eso, lo sufriría con gusto. (Simula que está haciendo esfuerzos por no llorar.)

CABALLERO (Bueno; ¡si no me voy!) Ea, tomad. Estas son dos doblas. Disfrutadlas por mí... y compadecedme... (Se

aturulla.)

MIRANDOLINA (Sin hablar, cae como desmayada, sobre una silla.)

CABALLERO ¡Mirandolina!  ¡Ay de mí!  ¿Mirandolina? Se ha desmayado. ¿Qué se haya enamorado de mí? Pero ¿tan

pronto? ¿Y por qué no? ¿No estoy yo enamorado de ella? Querida Mirandolina. ¿Yo, digo querida a una mujer?

Pero si se ha desmayado por mí. ¡Oh qué hermosa eres! Si tuviera algo para hacerla volver en sí. Yo no me trato

con mujeres, no tengo esencias, no tengo frasquitos. ¿Quién esta ahí? ¿No hay nadie? Pronto... Iré yo mismo.

¡Pobrecita! ¡Bendita seas! (Se marcha; luego regresa.)

MIRANDOLINA Ahora sí que se ha caído del todo. Muchas son nuestras armas, con las que se vence a los hombres. Pero

cuando son obstinados, el golpe de reserva segurísimo, es un desmayo. Vuelve, vuelve. (Se coloca como antes.)

CABALLERO (Regresa con un jarro de agua.) Aquí estoy, aquí estoy. Y todavía no ha vuelto en sí. Ah, sin duda ésta me ama.

Rociándole la cara con agua, tendría que volver en sí. (La rocía y ella se va moviendo.) Ánimo, ánimo. Estoy aquí,

querida. No me marcharé por ahora.

Escena XVIII

El Criado con la espada y el sombrero y dichos.

CRIADO (Al Caballero.) Aquí están la espada y el sombrero.

CABALLERO (Al Criado.) Vete.

CRIADO Los baúles...

CABALLERO Vete, maldito seas.

CRIADO Mirandolina.

CABALLERO Vete o te parto la cabeza. (Lo amenaza con el jarro. El criado se va.) ¿Y todavía no vuelve en sí? Le suda la

frente. Vamos, querida Mirandolina, ánimo, abrid los ojos. Habladme con liber tad.

Escena XIX

El Marqués y el Conde y dichos.

MARQUÉS ¿Caballero?

CONDE ¿Amigo?

CABALLERO (¡Oh malditos!) (Se va exaltando.)

MARQUÉS Mirandolina.

MIRANDOLINA  (Se levanta.) ¡Ay de mí!

MARQUÉS YO la he hecho volver en sí.

CONDE Me alegro, señor Caballero.

MARQUÉS Bien por el señor que no puede ver a las mujeres.

CABALLERO ¡Qué impertinencia!

CONDE ¿Habéis caído?

CABALLERO Id todos al diablo. (Tira el jarro al suelo y lo rompe hacia el Conde y el Marques y sale furioso.)

CONDE El Caballero se ha vuelto loco. (Se va.)

MARQUÉS De esta afrenta quiero una satisfacción. (Se va.)

MIRANDOLINA El juego está hecho. Su corazón esté en fuego, en llamas, en cenizas. Sólo me queda, para rematar mi

victoria que se haga público mi triunfo, para vergüenza de los hombres presuntuosos y en honor de nuestro

sexo. (Se va.)

FIN DEL ACTO SEGUNDO

ACTO TERCERO

Escena primera

Habitación de Mirandolina con mesita y ropa blanca para

planchar. Mirandolina, luego Fabricio.

MIRANDOLINA Bueno, la hora de la diversión ha pasado. Ahora quiero cuidar de mis cosas. Antes de que esta ropa se

seque del todo, quiero plancharla. ¡Eh, Fabricio!  

FABRICIO Señora.

MIRANDOLINA Hacedme un favor. Traedme la plancha caliente.

FABRICIO (Muy serio al marchar.) Sí señora.

MIRANDOLINA Perdonad, si os doy a vos esta molestia.

FABRICIO Nada, señora. Mientras yo como vuestro pan, estoy obligado a serviros. (Quiere marchar.)

MIRANDOLINA Quedaos, oíd; no estáis obligado a servirme en estos menesteres; pero sé que por mí lo hacéis con gusto,

   y yo... basta, no digo más.

FABRICIO Por lo que a mí respecta haría por vos cualquier cosa. Pero veo que es tiempo perdido.

MIRANDOLINA ¿Por qué perdido? ¿Soy acaso una ingrata?

FABRICIO Vos no juzgáis dignos a los hombres pobres. Os gusta demasiado la nobleza.

MIRANDOLINA ¡Ay pobre loco!  ¡Si os pudiera contar todo! Vamos, vamos idme a buscar la plancha.

FABRICIO Pero si he visto yo con mis propios ojos...

MIRANDOLINA Vamos, menos charlas. Traedme la plancha.

FABRICIO (Marchando.) Ya voy, ya voy, os serviré, pero por poco tiempo.

MIRANDOLINA  (Fingiendo que habla para sí, pero para ser oída.) Con estos hombres, cuanto más se les quiere, peor.

FABRICIO  (Con ternura,  volviendo atrás.)  ¿Qué  habéis dicho?

MIRANDOLINA Vamos, ¿Me traéis esa plancha?

FABRICIO Sí, os la traigo. (No entiendo nada. Unas veces me anima, otras me desanima. No entiendo nada.)

Escena II

Mirandolina, luego el Criado del Caballero.

MIRANDOLINA ¡Pobre tonto! Tendrá que servirme mal que le pese. Es sencillo hacer que los hombres hagan lo que yo

quiero. Y a aquel querido señor Caballero, que era tan enemigo de las mujeres, ahora, si quisiera, sería dueña de

hacerle hacer cualquier disparate.

CRIADO ¿Señora Mirandolina?

MIRANDOLINA ¿Qué ocurre, amigo?

CRIADO Mi amo la saluda y me manda a ver cómo está.

MIRANDOLINA Decidle que estoy muy bien.

CRIADO  (Le entrega un frasquito de oro.) Dice que beba un poco de esta esencia de melisa, que le sentará muy bien.

MIRANDOLINA ¿Es de oro este frasquito?  

CRIADO Sí, señora, de oro; lo sé a ciencia cierta.

MIRANDOLINA ¿Por qué no me ha dado la esencia de melisa, cuando he tenido aquel horrible desmayo?  

CRIADO Entonces él no tenía este frasquito.  

MIRANDOLINA Y ahora ¿cómo lo ha obtenido?

CRIADO  Oíd. En confianza. Me ha enviado ahora mismo a llamar a un joyero, lo ha comprado, y ha pagado por él doce

cequíes  y luego me ha enviado a la botica a comprar la esencia.

MIRANDOLINA  ¡ja, ja, ja!

CRIADO  ¿OS reís?

MIRANDOLINA Me río, porque me envía la medicina después de estar curada del mal.

CRIADO  Será buena para otra vez.

MIRANDOLINA Vamos, beberé un poco como preventivo. (Bebe.) Tomad. (Le quiere dar el frasquito.) Dadle las gracias.

CRIADO  ¡Oh! El frasquito es vuestro.

MIRANDOLINA ¿Cómo mío?

CRIADO  Sí, el amo lo ha comprado a posta.

MIRANDOLINA ¿A posta para mí?

CRIADO  Para vos, pero chitón.

MIRANDOLINA Llevadle su frasquito y decidle que le doy las gracias.

CRIADO  Vamos.

MIRANDOLINA Os digo que se lo llevéis, que no Io quiero.

CRIADO ¿Le queréis hacer esa afrenta?

MIRANDOLINA Menos charla. Cumplid con vuestro deber. Tomad.

CRIADO No digáis más. Se lo llevaré (¡Oh qué mujer! ¡Rechaza doce cequíes! Una mujer semejante no la he encontrado

nunca y me costará trabajo encontrarla.) (Se va.)

Escena III

Mirandolina, luego Fabricio.

MIRANDOLINA ¡Oh, está a punto de caramelo! Pero como lo que he hecho con él no lo he hecho por interés, quiero que

confiese la fuerza de las mujeres, sin que pueda decir que son interesadas y venales.

FABRICIO  (Serio, con la plancha en la mano.) Aquí está la plancha.

MIRANDOLINA ¿Está bien caliente?

FABRICIO  Si señora, está caliente; así me quemara yo también.

MIRANDOLINA ¿Qué pasa ahora?

FABRICIO  Este señor Caballero, envía recados, envía regalos. El Criado me lo ha dicho.

MIRANDOLINA Sí señor. Me ha enviado un frasquito de oro y yo se lo he devuelto.

FABRICIO  ¿Se lo habéis devuelto?  

MIRANDOLINA Sí; preguntadle al mismo criado,  

FABRICIO  ¿Por qué se lo habéis devuelto?

MIRANDOLINA Para que... Fabricio... no diga... Bueno, no hablemos más.

FABRICIO Querida Mirandolina, compadecedme.

MIRANDOLINA Ea, marchaos, dejadme planchar.

FABRICIO Yo no os impido hacer...

MIRANDOLINA Id a prepararme otra plancha y cuando esté caliente, traédmela.  

FABRICIO SÍ, voy. Creedme que si hablo...  

MIRANDOLINA NO habléis más. Me ponéis furiosa.  

FABRICIO Me callo. (Es una cabecita rara, pero la quiero.) (Se va.)  

MIRANDOLINA También ésta es buena. Hago méritos con Fabricio, por haber rechazado el frasquito de oro del Caballero.

Esto se llama saber vivir, tener mano izquierda,saber aprovecharse de todo, con gracia, limpiamente, con un

poco de desenvoltura. En cuestión de astucia, no quiero que se diga que dejo en mal lugar al sexo. (Va

planchando.)

Escena IV

El Caballero y dicha.

CABALLERO (Para sí, antes de entrar.) (Aquí está. No quería venir, y el diablo me ha arrastrado hasta aquí.)

MIRANDOLINA (LO ve con el rabillo del ojo y plancha.) (Aquí está, aquí está.)

CABALLERO ¿Mirandolina?

MIRANDOLINA (Planchando.)  ¡Oh señor Caballero! ¡Su muy humilde servidora!

CABALLERO ¿Cómo estáis?

MIRANDOLINA (Planchando, sin mirarlo.) Muy bien, para servirle.

CABALLERO Tengo motivos para quejarme de vos.

MIRANDOLINA (Mirándole un poco.) ¿Por qué, señor?

CABALLERO ¿Por qué habéis rechazado el frasquito que os he enviado?

MIRANDOLINA (Planchando.) ¿Qué quería que hiciera con él?

CABALLERO Usarlo en caso necesario.

MIRANDOLINA Gracias a Dios no soy propensa a los desmayos. (Planchando.) Me ha ocurrido hoy lo que nunca me había

ocurrido.

CABALLERO Querida Mirandolina... no quisiera haber sido yo el motivo de ese funesto accidente.  

MIRANDOLINA (Planchando.) Pues sí, me temo que haya sido usted precisamente la causa.

CABALLERO  (Con pasión.)  ¿Yo?  ¿De verdad?

MIRANDOLINA (Planchando, con rabia.) Me hizo usted beber aquel maldito vino de Borgoña y me ha hecho daño.

CABALLERO (Queda mortificado.) ¿Cómo? ¿ES posible?  

MIRANDOLINA (Planchando.) Así es sin duda. A su habitación no voy nunca más.

CABALLERO (Con amor.) Os entiendo. ¿No vendréis más a mi habitación? Comprendo el misterio; sí, lo comprendo.

   Pero venid, querida, que estaréis contenta.  

MIRANDOLINA Esta plancha está poco caliente; eh ¡Fabricio! (En alta voz hacia el escenario.) Si la otra plancha está

   caliente, traedla.

CABALLERO Hacedme este favor, quedaos con el frasquito.  

MIRANDOLINA   (Despectivamente,  planchando.)   De  verdad, señor Caballero, yo no acepto regalos.

CABALLERO Bien los habéis aceptado del Conde de Albafiorita.  

MIRANDOLINA (Planchando.) Por fuerza, para no disgustarle.

CABALLERO  ¿Y a mí me queréis hacer este feo y disgustarme?

MIRANDOLINA ¿Qué le importa a usted que una mujer le disguste? usted no puede ver a las mujeres.

CABALLERO  ¡Ah, Mirandolina! Ahora ya no puedo decir eso.  

MIRANDOLINA  Señor  Caballero,   ¿a  qué hora  sale la luna nueva?  

CABALLERO  Mi cambio no es lunático. Es un prodigio de vuestra belleza, de vuestra gracia.

MIRANDOLINA (Ríe a carcajadas, mientras plancha.) ¡Ja! ¡Ja! iJa!

CABALLERO ¿Os reís?

MIRANDOLINA ¿No quiere que me ría? Se burla de mí y ¿no quiere que me ría?

CABALLERO  ¡Ah, picaruela!  Me burlo ¿eh?  Vamos, tomad este frasquito.

MIRANDOLINA (Planchando.) Gracias, gracias.  

CABALLERO  Tomadlo o haréis que me enfade.  

MIRANDOLINA   (Gritando,   con   exageración.) ¡Fabricio, la plancha!

CABALLERO (Alterado.) ¿Lo tomáis o no lo tomáis?  

MIRANDOLINA Furia, furia. (Toma el frasquito y con desprecio lo echa en la canasta de la ropa.)  

CABALLERO ¿Lo tiráis así?  

MIRANDOLINA (Llama fuerte, como antes.) ¡Fabricio!

Escena V

Fabricio con la plancha y dichos.

FABRICIO Aquí estoy. (Viendo al caballero, con celos.)  

MIRANDOLINA (Coge la plancha.) ¿Está bien caliente?  

FABRICIO (Serio.) Sí, señora.

MIRANDOLINA (A Fabricio, tiernamente.)  ¿Qué os pasa que parecéis turbado?  

FABRICIO Nada, ama, nada.

MIRANDOLINA (Como antes.) ¿Os sentís mal?  

FABRICIO Dadme la otra plancha, si queréis que la ponga en el fuego.  

MIRANDOLINA (Como antes.) De verdad, temo que os sintáis mal.  

CABALLERO ¡Ea! dadle la plancha y que se vaya.

MIRANDOLINA (Al Caballero.) Le quiero, ¿sabe usted? Es mi criado de confianza.  

CABALLERO (Para sí, desasosegado.) (No puedo más.)

MIRANDOLINA (Da la plancha a Fabricio.) Tomad, querido, calentadla.  

FABRICIO (Con ternura.) Señora ama...

MIRANDOLINA (Echándole.) Vamos, vamos, pronto.  

FABRICIO (¡Qué vida esta! Siento que no puedo más.) (Se va.)

Escena VI

El Caballero y Mirandolina.

CABALLERO ¡Grandes finezas, señora, a su criado!  

MIRANDOLINA ¿Qué quiere decir con eso?

CABALLERO Se ve que estáis enamorada de él.

MIRANDOLINA  (Planchando.) ¿Yo enamorada de un criado? Me hace un buen cumplido, señor; no tengo tan mal gusto,

yo. Si quisiera amar, no perdería mi tiempo tan malamente.

CABALLERO Vos mereceríais el amor de un rey.

MIRANDOLINA  (Planchando.)  ¿Del rey de espadas o del rey de copas?

CABALLERO Hablemos en serio, Mirandolina, y dejemos las bromas.

MIRANDOLINA (Planchando.) Hable, hable, que yo le escucho.

CABALLERO ¿NO podríais por un momento dejar de planchar?  

MIRANDOLINA  ¡Oh, perdone! Me interesa tener lista esta ropa para mañana.

CABALLERO ¿OS interesa entonces esa ropa más que yo?

MIRANDOLINA  (Planchando.) Claro.

CABALLERO ¿Y además lo confirmáis?

MIRANDOLINA   (Planchando.) Desde luego.  Porque de esta ropa he de servirme, y de usted no puedo servirme para

nada.

CABALLERO Al contrario, podéis disponer de mí con autoridad.

MIRANDOLINA  ¡Eh! Que usted no puede ver a las mujeres.

CABALLERO No me atormentéis más. Ya os habéis vengado bastante. Os estimo, estimo a las mujeres que son de vuestra

clase, si es que las hay. Os estimo, os amo y os pido piedad.

MIRANDOLINA   Sí, señor, se lo diremos. (Planchando  de prisa hace que se le caiga un manguito.)

CABALLERO  Creedme...   (Coge del suelo el manguito y se lo da.)

MIRANDOLINA  No se moleste.  

CABALLERO Vos merecéis ser servida.  

MIRANDOLINA  (Se ríe a carcajadas.) ¡ja! ¡Ja! ¡Ja!

CABALLERO ¿OS reís?  

MIRANDOLINA  Me río porque se burla usted de mí.

CABALLERO Mirandolina, no puedo más.  

MIRANDOLINA  ¿Se pone usted malo?  

CABALLERO Sí, me siento desfallecer.  

MIRANDOLINA (Le tira con desprecio el frasquito.) Tenga su esencia de melisa.

CABALLERO No me tratéis con tanta aspereza. Creedme, os amo, os lo juro. (Quiere cogerle la mano y ella con la plancha

le quema.)  ¡Ay!  

MIRANDOLINA  Perdone; no lo he hecho adrede.  

CABALLERO  ¡Paciencia!  Esto no es nada.  Me habéis hecho una quemadura más grande.  

MIRANDOLINA ¿Donde, señor?  

CABALLERO En el corazón.  

MIRANDOLINA  (Llama riendo.) ¡Fabricio!  

CABALLERO Por favor, no llaméis a ése.  

MIRANDOLINA  Pero si es que necesito la otra plancha.  

CABALLERO Esperad… (pero no...), llamaré a mi criado.  

MIRANDOLINA (Quiere llamar a Fabricio.) ¡Eh Fabricio!

CABALLERO Juro al cielo, si viene ése, le parto la cabeza.  

MIRANDOLINA ¡Ésta sí que es buena! ¿No podré servirme de mi gente?

CABALLERO Llamad a otro: a ése no lo puedo ver.   

MIRANDOLINA Me parece que usted exagera un poco demasiado, señor Caballero. (Se aparta de la mesita con la plancha

en la mano.)

CABALLERO Compadecedme... Estoy fuera de mí.

MIRANDOLINA Iré yo a la cocina y así estará contento.  

CABALLERO No, querida, quedaos.

MIRANDOLINA (Paseando.) Es una cosa curiosa ésta.

CABALLERO (La sigue.) Compadecedme.

MIRANDOLINA (Paseando.) ¿NO puedo llamar a quien quiero?  

CABALLERO(La sigue.) Lo confieso. Tengo celos de él.

MIRANDOLINA (Paseando.) (Me sigue como un perrito.)

CABALLERO Ésta  es la primera vez que yo  siento lo que es amor.

MIRANDOLINA (Caminando.) Nadie me ha mandado nunca.

CABALLERO (La sigue.) No pretendo; os lo ruego.  

MIRANDOLINA (Volviéndose, con altivez.) ¿Qué quiere de mí?

CABALLERO Amor, compasión, piedad.

MIRANDOLINA Un hombre que esta mañana no podía ver a las mujeres ¿hoy pide amor y piedad? No le hago caso, no

   puede ser, no lo creo. (Muere, revienta, aprende a despreciar a las mujeres.) (Se va.)

Escena VII

El Caballero, solo.

¡Oh, maldito el momento en que empecé a mirar a esta mujer! He caído en el lazo y ya no hay remedio.

Escena VIII

El Marqués y dicho.

MARQUÉS Caballero, vos me habéis insultado.  

CABALLERO Perdonadme, fue un accidente.  

MARQUÉSMe maravillo de vos.

CABALLERO Después de todo el jarro no os alcanzó.

MARQUÉS Una gotita de agua me ha manchado el traje.  

CABALLERO Vuelvo a deciros, perdonadme.  

MARQUÉS Ésta es una impertinencia.

CABALLERO NO lo he hecho adrede. Por tercera vez, perdonadme.

MARQUÉS Quiero una satisfacción.

CABALLERO Si no queréis perdonarme, si queréis una satisfacción, aquí estoy, no tengo miedo de vos.

MARQUÉS (Cambiando de tono.) Tengo miedo de que esta mancha no se pueda quitar; esto es lo que me enfurece.

CABALLERO (Indignado.) Cuando un caballero os pide perdón, ¿qué más pretendéis?

MARQUÉS  Si no lo habéis hecho con malicia, dejémoslo correr.  

CABALLERO Os digo que soy capaz de daros cualquier satisfacción.

MARQUÉS  Bueno, no hablemos más,  

CABALLERO  ¡Caballero mal nacido!

MARQUÉS  ¡Oh ésta sí que es buena! A mí se me ha pasado la cólera y vos os la hacéis venir.

CABALLERO  Ahora, precisamente me  habéis  encontrado de buena luna.

MARQUÉS  OS compadezco, sé de qué mal padecéis.  

CABALLERO Vuestros asuntos yo no los indago.  

MARQUÉS  Señor enemigo de las mujeres ¿habéis caído, eh?  

CABALLERO ¿YO? ¿Cómo?  

MARQUÉS  Sí, estáis enamorado.  

CABALLERO Estoy... el diablo se os lleve.  

MARQUÉS ¿De qué sirve esconderse?

CABALLERO Dejadme en paz, o juro al cielo que haré que os arrepintáis. (Se va.)

Escena IX

El Marqués, solo.

Está enamorado, se avergüenza, y no querría que se supiera. Pero quizá no quiere que se sepa, porque tiene miedo de mí;

temerá declararse mi rival. Siento muchísimo lo de esta mancha; ¡si supiera cómo hacer para quitarla! Estas mujeres

suelen tener tierra de quitar manchas (mira en la mesita y en la cesta)  ¡Bonito este frasquito! ¿Será de oro o de similor?

Seguramente será de similor; si fuera de oro no se lo dejarían aquí; si hubiese agua de romero iría bien para quitar esta

mancha. (Abre, huele y prueba.) Es esencia de melisa. Probablemente será bueno. Quiero probarlo.

Escena X

Dejanira y dicho.

DEJANIRA  Señor Marqués, ¿qué hace aquí solo? ¿No nos hace nunca el favor de su visita?     

MARQUÉS ¡Oh señora Condesa! Iba ahora mismo a saludarla.

DEJANIRA ¿Qué estaba usted haciendo?

MARQUÉS Os diré. A mí me gusta muchísimo la limpieza; quería quitar esta pequeña mancha.

DEJANIRA ¿Con qué, señor?  

MARQUÉS Con esta esencia de melisa.  

DEJANIRA Oh, perdone, la esencia de melisa no sirve, al contrario la mancha quedaría más grande.

MARQUÉS Entonces ¿cómo he de hacer?  

DEJANIRA  Yo tengo un secreto para quitar manchas.  

MARQUÉS Me haréis un favor enseñándomelo.  

DEJANIRA  Con mucho gusto. Me comprometo con un escudo a quitar esa mancha, que ni siquiera se verá dónde estuvo.

MARQUÉS ¿Hace falta un escudo?

DEJANIRA  Sí señor; ¿os parece un gasto muy grande?  

MARQUÉS ES mejor probar la esencia de melisa          '

DEJANIRA  Permítame; ¿es buena esa esencia?

MARQUÉS Exquisita: probad. (Le da el frasquito.)  

DEJANIRA (Probándola.) Oh yo sé hacerla aún mejor.  

MARQUÉS ¿Sabéis hacer esencias?  

DEJANIRA Si señor, me deleito con todo.  

MARQUÉS Muy bien damita, muy bien. Así me gusta.

DEJANIRA ¿Será de oro este frasquito?

MARQUÉS ¿Cómo no? ¡Claro que es de oro! (No distingue el oro del similor.)

DEJANIRA ¿ES suyo, señor Marqués?

MARQUÉS ES mío y vuestro, si deseáis.

DEJANIRA Muy agradecida a sus favores.  (Se lo mete en el bolsillo.)

MARQUÉS Vamos, sé que bromeáis.

DEJANIRA ¡Cómo! ¿No me lo ha ofrecido?

MARQUÉS NO es una cosa digna de vos. Es una bagatela. Os ofreceré algo mejor si lo deseáis.  

DEJANIRA Oh, me maravillo. Es incluso demasiado. Le doy las gracias señor Marqués.  

MARQUÉS Oíd. En confianza. No es oro. Es similor.

DEJANIRA Tanto mejor. Lo aprecio más que si fuera de oro. Y además lo que viene de sus manos, es todo precioso.  

MARQUÉS Basta, no sé qué decir. Quedaos con él si os dignáis. (¡Paciencia! Habrá que pagárselo  a Mirandolina.

   ¿Cuánto puede valer? ¿Un Felipe?)  

DEJANIRA El Señor Marqués es un caballero generoso.  

MARQUÉS Me avergüenzo de regalar estas bagatelas. Quisiera que este frasquito fuera de oro.

DEJANIRA  La verdad es que parece realmente oro. (Lo saca y lo observa.) Cualquiera se engañaría.

MARQUÉS Es verdad, quien no tiene práctica en el oro, se engaña, pero yo lo conozco enseguida.

DEJANIRA  Incluso por el peso parece de oro.

MARQUÉS Y sin embargo, no lo es.

DEJANIRA  Quiero enseñárselo a mi compañera.

MARQUÉS Oíd, señora Condesa, no se lo enseñéis a Mirandolina. Es una charlatana. No sé si me comprendéis.

DEJANIRA  Entiendo perfectamente. Se lo enseño solamente a Hortensia.

MARQUÉS ¿A la Baronesa?

DEJANIRA  SÍ,sí a la Baronesa. (Riendo, se va.)

Escena XI

El Marqués, luego el Criado del Caballero.

MARQUÉS Creo que se ríe porque me ha quitado con tanta gracia el frasquito. Como si hubiese sido de oro. Menos mal

que con poco lo arreglaré. Si Mirandolina quiere su frasquito, se lo pagaré cuando pueda.

CRIADO (Busca sobre la mesita.) ¿Dónde diablos estará ese frasquito?

MARQUÉS ¿Qué buscáis, buen hombre?

CRIADO BUSCO un frasquito de esencia de melisa. La señora Mirandolina lo quiere. Dice que lo ha dejado aquí, pero

   no lo encuentro.  

MARQUÉS ¿Es un frasquito de similor?

CRIADO NO señor, era de oro.  

MARQUÉS ¿De oro?

CRIADO  (Buscando.) Claro que era de oro. Lo he visto yo comprar por doce cequíes.

MARQUÉS (¡Ay pobre de mí!) Pero ¿Cómo han dejado así un frasquito de oro?

CRIADO Se lo ha olvidado, pero yo no lo encuentro.

MARQUÉS Todavía me parece imposible que fuera de oro.

CRIADO Era oro, le digo. ¿Acaso lo ha visto, Vuestra Excelencia?

MARQUÉS ¿YO?... no he visto nada.

CRIADO Basta. Le diré que no lo encuentro. Peor para ella. Debía habérselo metido en el bolsillo. (Se va.)

Escena XII

El Marqués, luego el Conde.

MARQUÉS ¡Oh pobre Marqués de Forlipopoli! He regalado un frasquito de oro que vale doce cequíes y lo he dado como si

fuese similor. ¿Cómo debo comportarme en un caso de tanta importancia? Si recupero el frasquito de la

Condesa, me pongo en ridículo ante ella; si Mirandolina llega a descubrir que yo lo he cogido, está en peligro mi

Dignidad. Soy un caballero. Tengo que pagarlo. Pero no tengo dinero.

CONDE ¿Qué decís, señor Marqués de la estupenda novedad?  

MARQUÉS ¿Qué novedad?

CONDE El Caballero cerril, el despreciador de las mujeres, está enamorado de Mirandolina.  

MARQUÉS Me alegro. Que conozca a pesar suyo el mérito de esta mujer; que vea que yo no me enamoro de quien no lo

merece: y pene y reviente como castigo de su impertinencia.

CONDE Pero ¿si Mirandolina le corresponde?

MARQUÉS Eso no puede ser. Ella no me hará esta afrenta. Sabe quién soy. Sabe lo que he hecho por ella.  

CONDE Yo he hecho por ella mucho más que vos. Pero todo ha sido en balde. Mirandolina cultiva al Caballero de

Ripafratta, ha tenido para con él unas atenciones que no ha usado ni con vos ni conmigo; y así se ve que con las

mujeres, cuanto más  se hace, menos se merece, y que, burlándose ellas del que las adora, corren detrás de

quien las desprecia.  

MARQUÉS Si eso fuera verdad... pero no puede ser.  

CONDE ¿Por qué no puede ser?  

MARQUÉS ¿ES que queréis comparar al Caballero conmigo?

CONDE ¿No la habéis visto vos mismo sentarse a su mesa? ¿Con nosotros ha tenido alguna vez un acto de semejante

confianza? A él ropa distinta. Servicio a la mesa antes que todos. Los guisos se los prepara ella con sus manos.

Los criados lo ven todo y hablan. Fabricio tiembla de celos. Y luego ese desmayo, fuera verdadero o fingido ¿no

es signo manifiesto de amor?

MARQUÉS ¡Cómo!  ¿A él se le hacen guisados sabrosos y a mí piltrafas de buey, y sopa de arroz pasado? Sí, es verdad, es

una afrenta a mi categoría, a mi condición.

CONDE ¿Y yo que he gastado tanto por ella?  

MARQUÉS ¿Y yo que la regalaba continuamente? Incluso le he dado a beber de aquel vino mío de Chipre tan exquisito. El

Caballero no habrá hecho por ella una mínima parte de lo que hemos hecho nosotros.  

CONDE No dudéis que él también le ha hecho regalos.

MARQUÉS ¿Sí? ¿Qué le ha regalado?

CONDE Un frasquito de oro con esencia de melisa.  

MARQUÉS  (¡Ay de mí!) ¿Cómo lo habéis sabido?  

CONDE Su criado se lo ha dicho al mío.

MARQUÉS  (Cada vez peor. Me meto en un compromiso con el Caballero.)

CONDE Veo que esta mujer es una ingrata; quiero dejarla a toda costa. Quiero partir ahora mismo de esta posada indigna.

MARQUÉS SÍ, hacéis bien, marchaos.

CONDE Y vos  que  sois  un  caballero  de tanta  reputación, tendríais que partir conmigo.  

MARQUÉS Pero... ¿A dónde tendría que ir?

CONDE Yo os encontraré un alojamiento... Dejadme pensar a mí.

MARQUÉS  Ese alojamiento... será, por ejemplo...  

CONDE Iremos a casa de un paisano mío. No gastaremos nada.

MARQUÉS  Basta, sois tan amigo mío, que no puedo deciros que no.

CONDE Vámonos y venguémonos de esta hembra desagradecida.

MARQUÉS  Sí, vámonos. (Pero  ¿qué pasará ahora con el frasquito? Soy un caballero, y no puedo hacer una mala acción.)

CONDE NO os arrepintáis, señor Marqués, vámonos de aquí. Hacedme este favor, y luego mandadme en lo que pueda,

que os serviré.  

MARQUÉS  Os diré, en confianza, pero que nadie lo sepa. Mi administrador algunas veces se retrasa en el envío de mis

rentas.

CONDE ¿Tenéis tal vez que darle algo?   

MARQUÉS Sí, doce cequíes.

CONDE ¿Doce cequíes? Tiene que hacer varios meses que no pagáis.

MARQUÉS Así es, le debo doce cequíes. No puedo marcharme de aquí, sin pagarle. Si vos me hiciérais el favor...  

CONDE Con mucho gusto. Aquí tenéis doce cequíes. (Saca la bolsa.)

MARQUÉS Esperad. Ahora que me acuerdo, son trece. (Quiero devolver también su cequí al Caballero.)  

CONDE Doce o trece es lo mismo para mí. Tomad.  

MARQUÉS Os los devolveré cuanto antes.  

CONDE Servíos de ellos como gustéis. Dinero a mí no me falta; y para vengarme de ésa, gastaría mil doblas.  

MARQUÉS Sí, verdaderamente es una ingrata. He gastado tanto con ella y me trata así.

CONDE Quiero arruinar su posada. He hecho marchar también a aquellas dos comediantas.  

MARQUÉS ¿Dónde están las comediantas?

CONDE Estaban aquí. Hortensia y Dejanira.  

MARQUÉS ¡Cómo! ¿No son damas?  

CONDENO. Son dos cómicas. Han llegado sus compañeros y el cuento se ha terminado.  

MARQUÉS (¡Mi frasquito!) ¿Dónde se han alojado?  

CONDE En una casa cerca del teatro.  

MARQUÉS (Voy enseguida a recuperar mi frasquito.)  (Se va.)

CONDE Con ésa quiero vengarme así. Y el caballero que ha sabido fingir para traicionarme, me rendirá cuenta de otro

modo.

Escena XIII

Mirandolina, sola.

¡Oh pobre de mí! ¡Estoy en un buen lío! Si el Caballero me encuentra, estoy fresca. Se ha enfurecido de mala manera. No

quisiera que el diablo le tentara a venir aquí. Quiero cerrar esta puerta. (Cierra la puerta por la que llegó.) Ahora empiezo

casi a arrepentirme de lo que he hecho. Es verdad que me he divertido mucho haciendo que un soberbio, uno que

desprecia a las mujeres, me corriera detrás de tal forma; pero ahora que el sátiro está enfurecido, veo en peligro mi

reputación, y mi vida misma. Aquí hay que resolverse a todo. Estoy sola, no tengo ningún allegado que me defienda. No

hay nadie más que el bueno de Fabricio, que en un caso así me podría ayudar. Le prometeré casarme con él... pero...

promete, promete, se cansará de creerme. Sería casi mejor que me casara con él de verdad. Por lo demás con ese

matrimonio puedo esperar poner a salvo mi interés y mi reputación, sin perjudicar mi libertad.

Escena XIV

El Caballero desde dentro, Mirandolina, luego Fabricio.

CABALLERO (Llama desde dentro a la puerta.)

MIRANDOLINA Llaman a esta puerta; ¿quién será? (Se acerca.)

CABALLERO (Desde dentro.)  ¿Mirandolina?

MIRANDOLINA (EI amigo está aquí.)

CABALLERO (Como antes.) Mirandolina, abridme.

MIRANDOLINA (¿Abrirle? No soy tan tonta.) ¿Qué manda, señor Caballero?

CABALLERO (Desde dentro.) Abridme.

MIRANDOLINA Haga el favor de ir a su habitación y espéreme, que ahora mismo iré.

CABALLERO (Como antes.) ¿Por qué no queréis abrirme?

MIRANDOLINA Llegan forasteros. Hágame ese favor; vaya, que ahora mismo estaré con usted.

CABALLERO Voy; si no venís, ay de vos. (Se va.)

MIRANDOLINA ¡Si no venís, ay de vos! Pobre de mí si fuera. La cosa se pone cada vez peor. Remediémoslo si se puede.

    ¿Se ha ido? (Mira por el ojo de la cerradura.) Sí, sí, se ha ido. Me espera en su habitación, pero no voy. ¡Eh,

Fabricio! (Desde otra puerta.) Estaría bueno que ahora Fabricio se vengara de mí y no me quisiera... Oh, no hay

peligro. Tengo yo unas mañas, unas zalamerías, que tienen que caer, aunque fueran pedernal. (Llama desde otra

puerta.)  ¡Fabricio!

FABRICIO ¿Habéis llamado?

MIRANDOLINA Venid aquí; quiero haceros una confidencia.

FABRICIO Aquí estoy.

MIRANDOLINA Sabed  que el  Caballero  de  Ripafratta  se ha declarado enamorado de mí.  

FABRICIO ¡Ya me di cuenta!  

MIRANDOLINA ¿Sí? ¿Os habéis dado cuenta? Yo, la verdad, nunca lo había notado.  

FABRICIO  ¡Pobre ingenua! ¡No os habíais dado cuenta!  ¿NO habéis visto cuando estabais planchando las muecas que

os hacía, los celos que tenía de mí?  

MIRANDOLINA Yo, que obro sin malicia, tomo las cosas con indiferencia. Basta; ahora me ha dicho unas cosas, que, de

   verdad, Fabricio, me han hecho sonrojar.  

FABRICIO ¿Veis?  Esto ocurre porque sois una joven sola, sin padre, sin madre, sin nadie. Si fuerais casada, no ocurriría

eso.

MIRANDOLINA Cierto, comprendo que decís bien; he pensado casarme.

FABRICIO Acordaos de vuestro padre.  

MIRANDOLINA Sí, me acuerdo de él.

Escena XV

El Caballero desde dentro y dichos.

CABALLERO (Golpea la puerta donde estaba antes.)  

MIRANDOLINA (A Fabricio.) Llaman.

FABRICIO (En voz alta, hacia la puerta.)  ¿Quién es el que llama?

CABALLERO (Desde dentro.) Abridme.  

MIRANDOLINA (A Fabricio.) EI Caballero.    

FABRICIO (Se acerca para abrirle.)  ¿Qué deseáis?   

MIRANDOLINA Esperad que yo me vaya.  

FABRICIO ¿De qué tenéis miedo?  

MIRANDOLINA Querido Fabricio, no lo sé, tengo miedo por mi honestidad.  (Se va.)  

FABRICIO NO dudéis, yo os defenderé.  

CABALLERO  (Desde dentro.)  ¡Abridme, voto al cielo!  

FABRICIO ¿Qué manda, señor? ¿Qué estrépito es éste? En una posada decente no se obra así.

CABALLERO Abre esta puerta (Se nota que está forzándola.)  

FABRICIO  ¡Demontres! No quisiera precipitar las cosas ¿Señores, quién está ahí? ¿No hay nadie?

Escena XVI

El Marqués y el Conde por la puerta central y dichos.

CONDE (Desde la puerta.) ¿Qué pasa?  

MARQUÉS ¿Qué ruido es éste? (Desde la puerta.)

FABRICIO (En voz baja para que no oiga el Caballero.) Señores, les  ruego;  el señor  Caballero  de Ripafratta  quiere    

forzar aquella puerta.  

CABALLERO (Desde dentro.) Ábreme o la echo abajo.

MARQUÉS ¿Se habrá vuelto loco? Vámonos.

CONDE (A Fabricio.) Abridle. Tengo ganas precisamente de hablar con él.

FABRICIO Abriré; pero le suplico...

CONDE No temáis. Estamos aquí nosotros.

MARQUÉS (Si veo lo más mínimo, me largo.) (Fabricio abre y entra el Caballero.)  

CABALLERO Voto al cielo, ¿dónde está?  

FABRICIO ¿A quién busca, señor?  

CABALLERO Mirandolina, ¿dónde está?  

FABRICIO Yo no lo sé.

MARQUÉS (Se la toma con Mirandolina. No es nada.)  

CABALLERO Pérfida, la encontraré.  (Va a marcharse y descubre al Conde y al Marqués.)

CONDE  (Al caballero.)  ¿Con quién la ha tomado usted?  

MARQUÉS Caballero, nosotros somos amigos.

CABALLERO  (Ay, Dios mío, no quisiera por todo el oro del mundo que se descubriera esta debilidad mía).

FABRICIO ¿Qué quiere, señor, del ama?

CABALLERO A ti no te tengo que rendir cuentas. Cuando mando, quiero ser servido. Pago mi dinero para  esto y juro al

cielo que ella tendrá que vérselas conmigo...

FABRICIO Vuestra  señoría paga su dinero para ser servido en las cosas lícitas y honestas; pero no puede pretender,  

   perdóneme, que una mujer honrada...  

CABALLERO ¿Qué dices tú? ¿Qué sabes tú? Tú nada tienes que ver en mis asuntos. Yo sé lo que le he ordenado a ella.

FABRICIO Le ha ordenado que vaya a la habitación de usted.  

CABALLERO  ¡Vete, bribón, que te rompo el cráneo!

FABRICIO Me maravillo de usted...

MARQUÉS (A Fabricio.)  ¡Cállate!

CONDE (A Fabricio.) Marchaos.

CABALLERO (A Fabricio.) (Vete de aquí.)  

FABRICIO (Acalorándose.) Digo, señor...

MARQUÉS ¡Fuera!

CONDE ¡Fuera! (Lo echan.)

FABRICIO (¡Caramba! Ya tengo ganas de que pase algo gordo.) (Se va.)

Escena XVII

El Caballero, el Marqués y el Conde.

CABALLERO (¡Indigna! Hacerme esperar en la habitación!)

MARQUÉS  (En  voz baja al Conde.)  (¿Qué diantre le pasa?)

CONDE (¿No lo veis? Está enamorado de Mirandolina.)

CABALLERO (¿Y se entretiene con Fabricio? ¿Y habla con él de matrimonio?)

CONDE (Ahora es el momento de vengarme.) Señor Caballero, no conviene reírse de las debilidades ajenas, cuando se

   tiene un corazón tan frágil como el vuestro.

CABALLERO ¿De qué estáis hablando?  

CONDE Yo sé de dónde proviene vuestro desasosiego.

CABALLERO (Al Marqués, alterado.)  ¿Entendéis vos de lo que está hablando?  

MARQUÉS Amigo, yo no sé nada.

CONDE Hablo de vos, que con el pretexto de no poder sufrir a las mujeres, habéis intentado raptarme el corazón de

   Mirandolina, que era ya mi conquista.  

CABALLERO  (Alterado, al Marques.)  ¿Yo?

MARQUÉS YO no hablo.  

CONDE Mirad hacia mí, y contestadme. ¿OS avergonzáis, tal vez de haber obrado mal?

CABALLERO YO me avergüenzo de seguir escuchándoos, sin deciros que mentís.

CONDE ¿A mí un mentís?

MARQUÉS (La cosa va empeorando.)

CABALLERO ¿Con qué fundamento podéis vos decir...?  (Al Marqués, airado.) (El Conde no sabe lo que se dice.)  

MARQUÉS Pero yo no quiero inmiscuirme.

CONDE Vos sois un mentiroso.  

MARQUÉS Me voy.  (Quiere marchar.)  

CABALLERO (LO retiene a la fuerza.) Deteneos.  

CONDE Y me rendiréis cuentas...

CABALLERO Sí, os rendiré cuentas...   (Al Marqués.) Dadme vuestra espada.

MARQUÉS Vamos; tranquilizaos los dos. Querido Conde, ¿qué os importa a vos que el Caballero ame a Mirandolina?

CABALLERO ¿Yo la amo? No es verdad; miente quien lo dice.

MARQUÉS ¿Miente? El mentís no me atañe. No soy yo quien lo digo.

CABALLERO ¿Quién, entonces?

CONDE  Yo lo digo y lo sostengo y no os temo.

CABALLERO (Al Marqués.) Dadme esa espada.

MARQUÉS  No,  digo.

CABALLERO ¿También vos sois mi enemigo?  

MARQUÉS YO soy amigo de todos.   

CONDE Acciones indignas son éstas.

CABALLERO ¡Ah, voto al cielo! (Quita la espada al Marqués, que sale con la vaina.)

MARQUÉS (Al Caballero.) No me perdáis el respeto.  

CABALLERO (Al Marqués.)  Si os consideráis ofendido, daré satisfacción también a vos.

MARQUÉS Vamos; sois demasiado fogoso. (Entre sí, dolido.) (Lo siento.)

CONDE  YO quiero satisfacción. (Se pone en guardia.)

CABALLERO OS la daré. (Pretende sacar la vaina y no puede.)

MARQUÉS Esa espada no os conoce...

CABALLERO (Hace esfuerzos para quitarla.)  ¡Oh, maldita!

MARQUÉS Caballero, no haréis  nada…

CONDE No lo soporto más.

CABALLERO  Aquí está. (Saca el sable y ve se trata de media hoja.) ¿Qué es esto?

MARQUÉS Me habéis roto la espada.

CABALLERO  El resto ¿dónde está? En la vaina no hay nada.  

MARQUÉS Sí, es verdad; la he roto en el último duelo; no me acordaba.

CABALLERO (Al Conde.)  Dejad que me provea de una espada.

CONDE Voto al cielo, que no escaparéis de mis manos.   

CABALLERO ¿Huir? Tengo corazón para haceros frente, aunque sea con este pedazo de hoja.

MARQUÉS Es acero de España, no tiene miedo.

CONDE No tanta bravata, señor fanfarrón.

CABALLERO Sí, ¡con esta hoja!   (Se arroja hacia el Conde.)

CONDE (Se apresta a la defensa.) ¡Atrás!

Escena XVIII

Mirandolina, Fabricio y dichos.

FABRICIO ¡Alto, alto, señores!  

MIRANDOLINA  ¡Alto, señores míos, alto!  

CONDE (Viendo a Mirandolina.) (¡Ah, maldita!)  

MIRANDOLINA  ¡Pobre de mí!  ¿Con las espadas?  

MARQUÉS (¿Veis? Por vuestra causa.  

MIRANDOLINA  Cómo ¿por mi causa?

CONDE Ahí tenéis al señor Caballero. Está enamorado de vos.  

CABALLERO ¿YO enamorado? No es verdad; mentís.  

MIRANDOLINA  ¿EIseñor Caballero enamorado de mí? Oh, no, señor Conde, usted se engaña. Puedo asegurarle que

   sin duda se engaña.  

CONDE Vaya, que estáis vos también de acuerdo...  

MARQUÉS Se sabe, se ve...

CABALLERO  (Alterado,  hacia  el Marqués.)   ¿Qué  se sabe? ¿Qué se ve?

MARQUÉS Digo que cuando es, se sabe... cuando no es, no se ve.

MIRANDOLINA  ¿El señor Caballero enamorado de mí? Él lo niega, y negándolo en presencia mía, me mortifica, me humilla

y me hace patente su constancia y mi debilidad. Confieso la verdad, que si hubiese logrado enamorarle, hubiese

creído hacer la mayor proeza del mundo. Un hombre que no puede ver a las mujeres, que las desprecia, que las

tiene en mal concepto, no se puede esperar enamorarlo. Señores míos, yo soy una mujer franca y sincera:  

cuando tengo que hablar, hablo, y no puedo ocultar la verdad. He intentado enamorar al señor Caballero, pero

no he conseguido nada. (Al Caballero.) ¿Es verdad, señor? He hecho, he hecho y no he hecho nada.

CABALLERO (¡Ah, no puedo hablar!)

CONDE (A Mirandolina.) ¿Lo veís? Se confunde.

MARQUÉS (A Mirandolina.) No tiene el valor de decir que no.

CABALLERO (Al Marqués, iracundo.) Vos no sabéis lo que os decís.

MARQUÉS (Al Caballero, suavemente.) ¡Y siempre la tomáis conmigo!

MIRANDOLINA Oh, el señor Caballero, no se enamora. Conoce el arte. Sabe la picardía de las mujeres; en las palabras no

cree; de las lágrimas no se fía; de los desmayos se ríe.

CABALLERO ¿Son, pues, fingidas las lágrimas de las mujeres, son mendaces los desmayos?

MIRANDOLINA ¡Cómo! ¿No lo sabe o finge no saberlo?

CABALLERO ¡Voto al cielo! Un fingimiento tal, merecería un estilete en el corazón.

MIRANDOLINA Señor Caballero, no se acalore, porque estos señores dirán que está enamorado de verdad.

CONDE Sí lo está y no lo puede disimular.

MARQUÉS Se le ve en los ojos.

CABALLERO  (Iracundo, al Marqués.) No, no lo estoy.

MARQUÉS ¡Y siempre conmigo!

MIRANDOLINA No, señor, no está enamorado. Lo digo, lo sostengo y estoy dispuesta a probarlo.  

CABALLERO  (NO puedo más.) Conde, en otra ocasión me encontraréis provisto de espada.  (Tira la media espada del

Marqués.)  

MARQUÉS (La recoge del suelo.)  ¡Eh! El guardamano cuesta dinero.  

MIRANDOLINA Deténgase, señor Caballero, aquí  se está  jugando su reputación. Estos señores creen que usted está

   enamorado; hay que desengañarlos.  

CABALLERO  NO es necesario.

MIRANDOLINA Oh, sí señor. Aguarde un momento.  

CABALLERO  (¿Qué se propone hacer?)  

MIRANDOLINA  Señores, la más cierta señal de amor es la de los celos, y quien no siente celos, es seguro que no ama.

   Si el señor Caballero me amara, no podría soportar que yo fuera de otro, pero él lo sufrirá y verán...  

CABALLERO  ¿De quién deseáis vos ser?  

MIRANDOLINA De aquel a quien me ha destinado mi padre.  

FABRICIO (A Mirandolina.)  ¿Habláis tal vez de mí?  

MIRANDOLINA Sí,  querido Fabricio, a vos, en presencia de estos caballeros, quiero dar la mano de esposa.  

CABALLERO  (Aparte,  desvariando.)  (¡Ay,  Dios  mío! ¿Con ése? No puedo soportarlo.)  

CONDE (Si se casa con Fabricio, no ama al Caballero.) Sí, casaos y os prometo trescientos escudos.  

MARQUÉS Mirandolina,  es   mejor  un  pájaro  en  mano,  que ciento volando. Casaos ahora y os doy inmediatamente

   doce cequíes.

MIRANDOLINA Gracias, señores, no necesito dote. Soy una pobre mujer, sin gracia, sin brío, incapaz de enamorar a

personas de mérito. Pero Fabricio me quiere, y yo en este momento en presencia de ustedes, me caso con él.

CABALLERO Sí, maldita, cásate con quien tú quieras. Sé que tú me engañaste, sé que triunfas dentro de ti misma por

haberme humillado, y veo hasta dónde quieres poner a prueba mi tolerancia. Merecerías que yo pagara tus

engaños con un puñal en el seno, merecerías que yo te arrancara el corazón, y lo llevara como muestra a las

hembras lisonjeras, a las hembras engañadoras. Pero eso sería humillarme doblemente. Huyo de tus ojos;

maldigo tus lisonjas, tus lágrimas, tus fingimientos; tú me has hecho conocer qué infausto poder tiene sobre

nosotros tu sexo, y me has hecho aprender a costa mía que para vencerlo, no basta, no, despreciarlo, sino que

nos conviene huir de él.                  (Se va.)

Escena XIX

Mirandolina, el Conde, el Marqués y Fabricio.

CONDE  ¡Que diga ahora que no está enamorado!

MARQUÉS Si me da otro mentís, como caballero, le desafío.

MIRANDOLINA ¡Silencio, señores, silencio! Se ha ido; y si no vuelve, y si la cosa termina así, puedo decir que soy

afortunada. Desgraciadamente, pobrecillo, he logrado enamorarlo, y he corrido un buen riesgo. No quiero saber

nada más. Fabricio, ven aquí, querido, dame la mano.

FABRICIO ¿La mano? Poco a poco, señora. ¿Os divertís enamorando a la gente de esta manera y creéis que yo me quiero

casar con vos?

MIRANDOLINA ¡Vamos, loco! Ha sido una broma, un capricho,  un  puntillo. Era una muchacha,  no  tenía  a  nadie que me  

mandara. Cuando esté casada, ya sé yo lo que haré.  

FABRICIO ¿Qué haréis?

Escena última

El Criado del Caballero y dichos.

CRIADO Señora ama, antes de marchar, he venido a presentaros mis respetos.

MIRANDOLINA  ¿Os   Vais?

CRIADO Sí. El amo se va a la posta, manda enganchar; me espera con las cosas y nos vamos a Liorna.  

MIRANDOLINA Perdonadme, si no os he hecho...  

CRIADO No tengo tiempo para entretenerme. Os doy las gracias y os saludo. (Se va.)  

MIRANDOLINA Gracias al Cielo, se ha marchado. Me queda un poco de remordimiento; ciertamente no se ha ido muy

a gusto. No me permitiré nunca más estas diversiones.  

CONDE Mirandolina, estéis  soltera o casada, seré el mismo para vos.

MARQUÉS Contad también con mi protección.

MIRANDOLINA Señores míos, ahora que me caso, no quiero protectores, no quiero enamorados, no quiero regalos. Hasta

ahora me he divertido y he hecho mal, y me he arriesgado demasiado, y no lo quiero hacer nunca más; éste es

mi marido.

FABRICIO Pero despacio, señora...

MIRANDOLINA ¡Qué despacio! ¿Qué pasa? ¿Qué dificultades hay? Vamos. Dadme esa mano.

FABRICIO Querría que hiciésemos antes nuestros pactos.

MIRANDOLINA ¿Qué pactos? El pacto es éste: o dame la mano, o vete a tu pueblo.

FABRICIO Os daré la mano... pero luego...

MIRANDOLINA Pero luego, sí, querido, seré toda tuya; no dudes de mí, te amaré siempre, serás mi alma.

FABRICIO (Le da la mano.) Tomad, querida, ya no puedo más.

MIRANDOLINA (También esto está hecho.)

CONDE Mirandolina, vos sois una gran mujer, vos tenéis la habilidad de conducir a los hombres adonde queréis.

MARQUÉS Ciertamente vuestros modales obligan infinitamente.

MIRANDOLINA Si es verdad que yo puedo esperar gracias de sus señorías, les pido una por último,

CONDE Decid.

MARQUÉS Hablad.

FABRICIO (Qué será lo que pedirá ahora.)

MIRANDOLINA Les suplico como acto de gracia, que se busquen otra posada.

FABRICIO (¡Muy bien!; ahora veo que me quiere.)

CONDE Sí, os comprendo y os alabo. Me iré, pero donde quiera que yo esté, estad segura de mi estimación.

MARQUÉS Decidme:  ¿Habéis perdido un frasquito  de  oro?

MIRANDOLINA Sí, señor.

MARQUÉS Aquí lo tenéis. Lo encontré y os lo devuelvo. Me marcharé para complaceros pero en cualquier lugar, contad

con mi protección.

MIRANDOLINA Estas expresiones me serán queridas en los Iímites de la conveniencia y de la honestidad. Cambiando de

estado quiero cambiar de costumbres; y ustedes, señores, aprovechen también de cuanto han visto, en ventaja

y seguridad de sus corazones; y si alguna vez se encuentran en el caso de dudar, de tener que ceder, de tener

que caer, piensen en las malicias aprendidas y acuérdense de la Posadera.

FIN DE LA COMEDIA