chicas católicas
Casey Kurtti
PRIMER ACTO
Escena 1
1962. Aula de clases del primer grado de un colegio
Católico.
ELIZABETH: ¡Estoy lista!
COLLEEN: (Sacándole brillo a una manzana) ¿Dónde está la madre? Quiero empezar.
WANDA: La vi en el baño. Dijo que escogiéramos una carpeta.
MARÍA TERESA: (Que se ha escondido debajo de una mesa) ¿La madre
está en el baño?
WANDA: Estaba vomitando.
COLLEEN: (A Elizabeth) Ese es el lado de los chicos. ¿Qué te pasa? ¿Eres
retrasada mental o qué? ¿Qué es eso?
ELIZABETH: Mi mamá me la puso. Es una medalla bendita para el
primer día de clases. Vivo en un departamento.
COLLEEN: (A María Teresa) Yo vivo cerca de tu casa.
Los siguientes dos textos son dichos a la vez.
COLLEEN: (A María Teresa) Tienes un carro blanco al que le falta una de las
puertas de atrás. Es un carro de circo, ¿no? ¿No?
ELIZABETH:(A María Teresa) Tengo cuatro hermanos y dos hermanas.
Nos vamos a mudar a alguna casa – algún
día.
MARÍA TERESA: ¡No!
COLLEEN: Y lo maneja tu papá. Tu papá es un gordo. Yo tengo mi propio dormitorio.
Mis hermanos son unos chanchos. Saltan sobre el sofá cuando mi mamá no está.
Nosotros somos los únicos católicos de la cuadra, todos los demás son judíos.
WANDA: Yo conozco a algunos judíos.
COLLEEN: ¡Cállate! Mi segunda mejor amiga, Kitty, es judía. Tiene una casa de
muñecas con luces que se prenden y se apagan y…
WANDA: Donde vivíamos antes había montones de judíos.
COLLEEN: Los judíos van a la iglesia los sábados y se matriculan en los colegios
del estado.
MARÍA TERESA: ¿A qué hora va a terminar de vomitar la madre? No me
gusta esta clase.
COLLEEN: Y eso es pecado porque a la iglesia se va los domingos ¿no? ¿No?
ELIZABETH: No sé.
COLLEEN: Bueno, yo si sé porque voy a ser monja.
MARÍA TERESA: ¿Las monjas tienen pelo debajo de la toca?
WANDA: Claro que sí.
COLLEEN: ¿Quién dice?
WANDA: Mi mamá. Además me enseñó un himno especial para que se lo cante a la
madre hoy, el primer día de clases ¿Quieren oírlo?
COLLEEN: No.
ELIZABETH: Si.
WANDA: El Ave María por Wanda Sluska.
COLLEEN: Aggg qué nombre tan feo.
WANDA: (Canta el Ave María en polaco) Zdrowa’s Maryo, Laskis Pelna, Panz Toba…
Se oye una alarma antiaérea.
MARÍA TERESA: ¿Ya es hora de almuerzo? ¿Tan rápido?
ELIZABETH: Esa alarma suena porque los comunistas van a tirar una
bomba atómica encima de nosotros. Tenemos que irnos a nuestras casas.
WANDA: Pero si acabamos de llegar.
COLLEEN: Traje palitos de queso (A María Teresa) ¿Qué te mandaron a ti?
MARÍA TERESA: Un sándwich de albóndigas. Creo que mi mamá me mandó
el almuerzo de mi hermana.
ELIZABETH: En mi edificio hay un refugio antiaéreo. Tengo que
llamar a mi abuela para que tome el ómnibus y venga a mi casa antes de que
explote la bomba. Vive lejísimos. Mi abuelo no puede venir, está muerto.
Ustedes también pueden esconderse allí, pero los chicos no.
MARÍA TERESA: (Muerta de miedo) Nosotros dormimos en camas camarote.
María Diana duerme encima mío. María Rosa duerme encima de María Luisa. Anthony
duerme encima de Salvador Jr. Cosmo duerme encima de Joseph.
ELIZABETH: De esa bomba salen chispas rojas y si te caen, te
queman toda la piel y te dejan solamente los huesos.
WANDA: Voy por la madre (Sale)
ELIZABETH: La última vez que explotó la bomba atómica le cayó
encima a un chino que estaba montando bicicleta. Quedó hecho puré sobre la
vereda. Puedes viajar hasta allá hoy mismo
si quieres y lo verás en el mismo sitio. Hecho puré con bicicleta y
todo.
COLLEEN: (Dejando de comer) ¿Está muerto?
ELIZBETH: Claro.
MARÍA TERESA: Voy a avisarle a la madre.
Entra la madre María Inés.
MADRE MARÍA INÉS: Buenos días, niños y niñas. Soy la madre María Inés.
MARÍA TERESA: Madre, ¿ya se le pasaron las ganas de vomitar?
MADRE MARÍA INÉS: ¿Qué dices, hijita?
MARÍA TERESA: Madre, en cualquier momento nos va a caer encima una
bomba atómica. Todas nos vamos a refugiar en la casa de ella. ¿Quiere venir con
nosotras?
MADRE MARÍA INÉS: Es un simulacro, nada más. Y, en cualquier caso, nos
toca refugiarnos aquí, en el colegio, en el sótano. De hecho se me ha
encomendado la tarea de llevarlos al sótano. Escojan una pareja.
COLLEEN: Madre, ¿cuántos años tienes?
MADRE MARÍA INÉS: Sesenta y seis.
COLLEEN: Guau.
ELIZABETH: Madre, mi abuela tiene la misma edad que usted. ¿La
conoce?
MADRE MARÍA INÉS: Síganme
ELIZBETH: Loretta
Stokes.
MADRE MARÍA INÉS: Encantada de conocerte.
Escena 2
1963. Aula de clase de segundo grado.
ELIZABETH:(Repasando la lección) Honrarás a tu padre y a tu
madre. Honrarás a tu padre y a tu madre.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
Entra la madre María Lucila.
MADRE MARÍA LUCILA: Buenos días niñas y niños.
TODAS: (No al unísono) Buenos días Madre María Lucila.
MADRE MARÍA LUCILA: Que el cielo, nos proteja, alumnos del segundo grado,
si un simulacro antiaéreo los agota de esta manera. Que Dios se apiade de
ustedes cuando caigan bombas de verdad.
Ya es hora de que
demuestren un poco de estamina. A ver, alumnos del segundo grado, ¿quién
deletrea esa palabra?
WANDA: E-S-T-A-M-I-N-A: Estamina.
MADRE MARÍA LUCILA: Muy bien (A todos) Niñas y niños, se requiere de un
gran esfuerzo para mantener la buena reputación que se han ganado los colegios
católicos de todo el país. Les ruego ponerse a la altura de las circunstancias
o retirarse. (PAUSA) Asiento. Guarden
sus catecismos. McHugh, de pie. ¿Quién te creó?
ELIZABETH:(Parando) Dios me creó.
Elizabeth va a sentarse pero la madre María Lucila le
hace un gesto para que siga parada.
MADRE MARÍA LUCILA: ¿Para qué te creó Dios?
ELIZABETH: Dios me creó para que me latiera el corazón y para que
cuando deje de latir pueda reunirme con Él en su casa en el cielo.
MADRE MARÍA LUCILA: ¿De dónde sacaste esa respuesta?
ELIZABETH: Le pregunté a Dios y eso fue lo que me contestó.
MADRE MARÍA LUCILA: ¡¿Cómo te atreves a mentir?!
ELIZBETH: No estoy
mintiendo, Madre.
MADRE MARÍA LUCILA: Que nos protejan todos los santos del cielo ¿Cómo te
atreves a decir en mi presencia que Dios te dio esa respuesta?
ELIZABETH: Pero, madre, eso fue lo que me dijo…
MADRE MARÍA LUCILA: Bueno, esa no es la respuesta correcta. ¿Me estas
tratando de decir que Dios te dio una respuesta equivocada? Dios no se equivoca
jamás. Señorita McHugh, no sé con quién habrá hablado usted pero le aseguro que
no se trataba de Dios. Esta tarde cuando llegue a su casa se aprenderá de
memoria todo el Catecismo o de lo contrario, jamás recibirá el Cuerpo y la
Sangre de Nuestro Señor. ¿Comprendido? Siéntese.
ELIZABETH: Si, Madre. Pero yo…
MADRE MARÍA LUCILA: Y nada de peros. Señorita Sluska, diga los siete
sacramentos en orden.
WANDA: (Con sonsonete): Bautismo, Confesión, Primera Comunión.
MADRE MAARÍA
LUCILA: Más fuerte. Los alumnos de la última fila no pueden oírla.
WANDA: (Chilla) Confirmación, Matrimonio, ordenamiento, Extremaunción.
MADRE MARÍA LUCILA: Muy bien, Señorita Sluska. Hágame el favor de
agradecer a su señor padre, en nombre mío y de todas las hermanas del convento
por haber donado tan generosamente un asado para nuestra cena dominical. No
tenía ni un centímetro de grasa. Lo recordaremos especialmente en nuestras
oraciones matutinas.
WANDA: Sí, madre.
MADRE MARÍA LUCILA: La señorita Sluska está a punto de hacer su Primera
Comunión, a diferencia de ciertas personas que están en la misma clase que
ella. Señorita McHugh, sus padres se llevarán el susto de sus vidas cuando vean
a todos los otros niños y niñas desfilando por el corredor central para recibir
la Primera Comunión y usted no esté en fila con ellos. No se ría, señor
Crawford, hay otros en esta clase que van por la misma senda. Bien, ahora
pongámonos de pie y repasemos lo que diremos en el confesionario cuando hagamos
nuestra primera confesión.
MADRE MARÍA LUCILA
Y LAS NIÑAS: (Se persignan) Bendígame, padre porque he pecado. Esta es mi
primera confesión.
Todas a excepción de Elizabeth, se ponen de rodillas y
se quedan congeladas durante el monólogo.
ELIZABETH: Atención, todos. Esta es la iglesia. Esta es la casa
del Señor. Si alguna vez quieren hablar con Él, solo tienen que pasar y
arrodillarse en una de estas bancas y decir lo que quieran decir. Pero no muy
fuerte. Aquí adentro hay que hablar muy bajito. De lo contrario, podrían
despertar a las estatuas que le están rezando a Jesús. (Inclina la cabeza) Ah,
me olvidé de decirles una cosa. Cada vez que oigan el nombre de “Jesús”, tienen
que bajar la cabeza o de lo contrario, el pecado manchará sus almas. Bueno, esa
estatua que está allí es de la madre de Jesús. Su nombre es la Virgen María. No
es tan importante como Jesús, así que no tienen que bajar la cabeza cuando
oigan su nombre. Cuando van a misa, las chicas se sientan a su lado. Una vez me
contaron que Margaret Mary O’Donaghue, una chica del sexto grado, estaba en la
iglesia rezando el rosario, y ella dijo que la estatua de la Virgen María se
puso a derramar lágrimas en medio de la Misa. Y yo le creo. La Madre dice que
los milagros existen, los milagros son cosas mágicas que les pasan a las
personas que son verdaderamente buenas. Yo me voy a ganar un milagro algún día.
Bueno, los chicos se sientan al otro lado de la iglesia, junto a la estatua de
San José. El es el padre de Jesús. (Inclina la cabeza) Oigan, se olvidaron de
bajar la cabeza. No vuelvan a olvidarse o de lo contrario les saldrá una mancha
negra en el alma y se irán derechito al infierno. En el infierno hace muchísimo
calor y se suda a chorros y hay diablitos que vienen y te muerden por todas
partes. Si son buenos de verdad se van derechito al Cielo. En el Cielo tienen
un refrigerador enorme lleno de cosas ricas. Chocolates, helados, donuts, todo
lo que les provoque comer y nunca se acaba. Pero lo mejor del Cielo es que se
pueden encontrar con quien quieran. Por ejemplo, pongamos que quiero conocer a
Juana de Arco… no… no a Cleopatra. Solo tendría que ir donde un santo y él me
daría una esquela y yo tendría que llenarla y dársela a Jesús. (Inclina la
cabeza) Oigan, no bajaron la cabeza. Después no digan que no les advertí.
Entonces, cruzaría el Cielo volando, porque apenas llegas te dan un par de
alas, y podría conversar con Cleopatra. Los judíos no pueden ir al Cielo. Así
que si alguno de ustedes es judío, yo que ustedes me convertiría al catolicismo
de inmediato o de lo contrario, se irán derechito al infierno. Los judíos ni
siquiera pueden entrar a una iglesia. Si yo viera a una persona judía en la
iglesia, me pararía y le diría al Padre que hay una persona judía en la
iglesia, y el Padre pararía la misa hasta que esa persona se fuera. ¿Ven ese
crucifijo? Así murió Jesús. Los judíos lo clavaron allí y lo mataron. Eso es
todo lo que quería decirles. Solo quería decirles algunas cosas importantes.
Espero no haber lastimado los sentimientos de nadie, pero así son las cosas.
Escena 3:
El mismo año. Primera Comunión. Las niñas hablan entre
ellas hasta que entran a la zona de la “IGLESIA”.
COLLEEN: Me muero de hambre. No veo la hora de tener la hostia en la boca.
WANDA: Eso es asqueroso, Colleen. Ahora tienes una mancha negra en el alma y
no podrás recibir la comunión.
COLLEEN: Te crees cualquier cosa que te digan.
WANDA: Pero igual lo pensaste. Y eso también es pecado. Será mejor que salgas
de la fila o cometerás un pecado mortal.
Entran a la IGLESIA
COLLEEN: No me importa. Ya decidí que no voy a ser monja.
WANDA: Puedes volver a cambiar de idea cuando entres a la escuela secundaria,
y entonces, ¿qué pasaría? (levantando la mano) Además, te voy a acusar.
COLLEEN: (Forzándola a bajar la mano) No lo harás. Mira allí está tu papá. Se ha
parado para tomarte una foto. Será mejor que sonrías.
ELIZABETH: María, mira el vestido de Wanda. Tiene brillos por
todas partes. Qué lindo es.
MARÍA TERESA: Yo tuve que ponerme el vestido viejo de mi hermana.
Mira está rasgado aquí. Mi mamá no tuvo tiempo de coserlo.
ELIZABETH: Yo también estoy usando el de mi hermana. Mi abuela no
pudo venir hoy, pero me regaló un rosario blanco.
COLLEEN: Mi tía me regaló estos zapatos nuevos. Hola, tía Dorothy. Tengo un
monedero blanco y adentro del monedero, un dólar que me regaló mi tío.
MARÍA TERESA: Mi papá me regaló este reloj nuevo. Tenía que ir a
trabajar esta mañana pero vino. Allí está. (Le hace Adiós) Hola, papi. Me vio.
Todas se han arrodillado menos María Teresa. Elizabeth
la jala hasta el suelo. María Teresa se da cuenta de que el cura se acerca.
MARÍA TERESA: Mira, el padre Moyhnihan está a cuatro chicas de
distancia.
ELIZABETH:(A Colleen) Faltan cuatro. No puedo esperar.
COLLEEN: (A Wanda) Faltan cuatro.
WANDA: (A la persona imaginaria que tienen al lado) Faltan cuatro.
Repiten la misma progresión: “FALTAN TRES”, “FALTAN
DOS”, “FALTA UNA”. Cuando el sacerdote llega hasta María Teresa, ella saca la
lengua para recibir la hostia. Le da un codazo a Colleen y la secuencia se
repite hasta que termina. Al final todas se persignan.
ELIZABETH: Oigan, mordí la hostia.
MARÍA TERESA: ¿Qué parte de la hostia? De repente le arrancaste de
un mordisco un bracito al niño Jesús.
ELIZABETH:¿Eso quiere decir que el bracito del niño Jesús está
en el estómago? Aggg. Ay, no.
MARÍA TERESA: Puede ser una piernecita.
WANDA: Elizabeth, me vas a hacer vomitar.
ELIZABETH: Jesús está muriendo dentro de mí. Perdón, Señor.
COLLEEN: Wanda, tu papá me está hartando con su cámara. Párate en otro lado.
WANDA: Vamos, la madre está llamando a nuestra fila.
ELIZABETH: Por favor, chicas, no le digan nada.
Cantan mientras se paran.
TODAS: Yo amo a Jesús
Yo amo a Jesús
Yo amo a Jesús
Y él me ama a mí.
Escena 4
El mismo año. Salón de clases. Bulla.
MADRE MARÍA LUCILA: Silencio, alumnos. Se veían todos tan lindos y puros
el sábado. Ese fue uno de los pequeños milagros de Dios y me alegra saber que
llevan el espíritu santo en el corazón. Espero notar un cambio significativo en
sus conductas el día de hoy. Que todos los santos del cielo nos protejan, María
Teresa Russo, hágame el favor de no chuparse el dedo en la clase de la Madre
María Lucila. Cuando sus padres tengan que pagar miles de dólares en cuentas
del dentista, me dará un gusto enorme decirles que usted se pasaba el tiempo en
mi clase, muda como un tronco, chapándose el dedo. Y dígale a su madre que se
ocupe más de su aseo personal. Russo, parece usted un gato techero. (Pasando
hojas a las niñas) Bien, ahora quiero que dibujen algo para decorar la clase
para el Día de Acción de Gracias. Les voy a dar diez minutos de mi valioso
tiempo y después pasaremos a los agradecimientos.
Elizabeth levanta la mano.
MADRE MARÍA LUCILA: ¿Sí, McHugh? (A María Teresa) ¡Sáquese ese dedo de la
boca! Si no puede controlarse, siéntese sobre sus manos.
ELIZABETH:¿Jesús era judío? Unos chicos que conozco me dijeron
que Dios, que Jesús era judío.
Silencio
MADRE MARÍA LUCILA: Dígame una cosa McHugh. En los dos años que lleva
usted estudiando en este colegio ¿ha oído decir alguna vez que Jesús no es
católico?
ELIZABETH: Nunca madre, pero pensé.
MADRE MARÍA LUCILA: Usted no está aquí para pensar. Escúchenme con
atención, niños y niñas, hay solo una cosa que recordar sobre los judíos. Que
mataron a Jesús y punto.
Elizabeth se va a sentar.
MADRE MARÍA LUCILA: Un momento, señorita. ¿Qué es eso que tiene sobre la
carpeta? ¿Pasteles? En esta clase solo usamos crayolas. ¿No es así alumnos?
TODAS: Sí, madre.
ELIZABETH: Son de mi abuela. Antes era pintora. Me dijo que, si
los cuidaba mucho podía traerlos a clase y…
MADRE MARÍA LUCILA: Alumnos, la abuela de la señorita McHugh es pintora.
ELIZABETH: No. Era pintora.
MARÍA TERESA: Yo ya lo sabía, Madre.
MADRE MARÍA LUCILA: A la clase no le causa ninguna impresión. ¿Qué nos
importa si su abuela es o era pintora?
La Madre María Lucila toma los pasteles y los arroja
al basurero, Elizabeth se sienta y se pone a llorar.
MADRE MARÍA LUCILA: Nadie le dijo que se podía sentar, señorita. Me
gustaría saber, y estoy segura que al resto de la clase también, ¿qué cosas
tiene que agradecer este año?
ELIZABETH:(Trata de no mirarla) Doy las gracias por…
MADRE MARÍA LUCILA: Señorita McHugh, no se mira a la pared cuando la Madre
le ha hecho una pregunta. Se mira a la madre.
ELIZABETH: No puedo dar las gracias por nada, porque todo lo
bueno siempre termina mal.
MADRE MARÍA LUCILA: ¿Y por qué, si se puede saber?
ELIZABETH: Porque la mayor parte de las veces usted hace que
terminen mal.
MADRE MARÍA LUCILA: Venga aquí, señorita McHugh. (Elizabeth se acerca de
mala gana al escritorio) Entré al convento
a los trece años, siguiendo la tradición de mi patria y de mi familia, y
empecé a enseñar a los dieciséis. Ahora tengo 47 años de edad. ¿Cuántos años
llevo enseñando alumnos?
TODAS: ¿Treinta y un años?
MADRE MARÍA LUCILA: Correcto y muy bien contestado. Si dios quiere,
seguiré aquí otros treinta y un años más, enseñando, después de que ustedes se
hayan ido. Un día volverán aquí y le agradecerán a la Madre por todo lo que
hizo. Niños y niñas, las religiosas no estamos aquí para ser queridas. Estamos
aquí para enseñarles e impartir disciplina, (saca una regla) a pesar de sus
malas maneras. Señorita McHugh, tengo un mensaje personal para usted. En todos
los años que llevo enseñando aquí, nunca he encontrado un temperamento que no
pueda domar. A veces toma una lección y a veces toma cien.
La Madre golpea a Elizabeth con la regla varias veces.
Se escucha un sonido de golpeteo desde el parlante.
VOZ DESDE EL PARLANTE: Alumnos les habla su directora, la madre Rose
Gertrudis. Tengo un anuncio muy serio que hacer…
MADRE MARÍA LUCILA: Pongan las manos sobre la carpeta.
Las luces bajan levemente mientras se anuncia la
muerte del presidente Kennedy, aunque no en forma verbal. La Madre María Lucila
quita la fotografía de Kennedy del periódico mural y la coloca debajo del
crucifijo.
Escena 5
1965. Aula del cuarto grado. Colleen y María Teresa
están bailando el twist frente al escritorio de la maestra.
MARÍA TERESA: A ver, enséñame de nuevo, Colleen.
COLLEEN: ¡Qué bruta eres! Sígueme. Así.
MARÍA TERESA: No soy bruta, Colleen. ¿Ahora estoy haciéndolo bien?
COLLEEN: Estira los brazos y sacúdete.
WANDA: María, es como secarse con una toalla.
COLLEEN: ¿Y quién le pidió su opinión, señorita sabelotodo?
MARÍA TERESA: Enséñame un poquito, Wanda.
COLLEEN: María, no tienes bandera. Ni se te ocurra hacerle caso o ya no eres mi
amiga.
WANDA: Colleen, para que lo sepas, estoy tomando clases de baile.
COLLEEN: ¿Y a mí que me importa? A ver, saca tu manual y enséñale las figuritas
a María.
WANDA: Yo no aprendí el twist en ningún libro, Colleen.
COLLEEN: Sí, claro. Oye, ya que eres tan buena. ¿Por qué no te subes al
escritorio y le enseñas a toda la clase?
MARÍA TERESA: Sí, súbete.
MARÍA TERESA / COLLEEN: Qué se suba, qué se suba.
WANDA: Bueno, está bien. Mira María Teresa.
Colleen se da cuenta que la Madre María Tomasina está
por entrar.
MADRE MARÍA TOMASINA: ¿Qué hace parada sobre mi escritorio?
María Teresa se sienta. Wanda ha estado intentando
sentarse en su carpeta. La Madre María Tomasina la sorprende a medio camino.
MADRE MARÍA TOMASINA: No, Wanda. No te sientes todavía. Me gustaría que
continuaras con lo que estabas haciendo. Adelante, vamos.
WANDA: Era el twist, Madre.
MADRE MARÍA TOMASINA: Muy bien, veámoslo.
Wanda vuelve a bailar el twist.
MARÍA TERESA: Lo baila muy bien, Madre.
MADRE MARÍA TOMASINA: Así veo.
Colleen se ríe.
MARÍA TERESA: Baila, mejor que tú.
MADRE MARÍA TOMASINA: Colleen, si te parece tan gracioso, puedes unirte a
ella. ¿No? Ya me parecía. Escúchenme bien, alumnos, no me parece necesario
hacer un espectáculo de uno mismo, especialmente frente a sus compañeros,
¿estás de acuerdo Wanda?
WANDA: Sí, Madre.
MADRE MARÍA TOMASINA: Wanda, bájate de allí.
Wanda baja. La Madre María Tomasina escribe la palabra
“ORGULLO” en la pizarra.
MADRE MARÍA TOMASINA: Hay un pecado que se conoce como “el pecado del
orgullo”. Lo cometemos cuando llamamos la atención sobre nosotros mismos o
cuando nos vanagloriamos de nuestros talentos. Wanda, es obvio que tú eres
culpable de este vicio y que tienes que desarrollar un poco de humildad. Hasta
que no vea aparecer rasgos de humildad en tu carácter, me veré obligada a
retirarte del cargo de delegada del cuarto año. Entrégame tu libreta, por
favor.
Wanda se quita la libretita que tiene colgada
alrededor del cuello. La Madre María Tomasina se la entrega a Colleen.
MADRE MARÍA TOMASINA: Colleen, tienes que desarrollar el sentido de la
responsabilidad. Vamos a ver cómo te va.
WANDA: ¿Se lo va a decir a mis padres, Madre?
MADRE MARÍA TOMASINA: No veo ninguna necesidad de informar a tus padres… al
menos no por ahora. Puedes sentarte.
COLLEEN: María, ¿no me vas a felicitar?
MARÍA TERESA: Lo siento, Wanda.
MADRE MARÍA TOMASINA: Bueno, suficiente. Hay un tema muy serio del que
tenemos que hablar (Dibuja un termómetro en la pizarra) Como todos ustedes
saben, la Iglesia Católica está pasando por una severa crisis económica. Si no
logramos reunir suficiente dinero este año para cubrir los gastos del colegio,
el gobierno nos desalojará y nos veremos obligadas a llevarnos las estatuas y
los crucifijos y no podremos dar más clases de religión. No podremos volver a
mencionar a Dios. Seríamos exactamente iguales a los colegios estatales. Desde
hace cinco años, mi clase ha sido la primera en todas las colectas pro fondos
del colegio. El señor McCarthy, el padre de Kevin, que es Presidente del Club
de Leones ha tenido una idea maravillosa para conseguir dinero. El Club de
Leones va a auspiciar un Concurso de Talentos. El Primer premio será de
veinticinco dólares. A los chicos ya se les ha ocurrido una idea y me parece
que las chicas podrían emplear positivamente sus talentos en lugar de
malgastarlos durante la valiosa hora de clase de la Madre.
WANDA: ¿Qué van a hacer los chicos, Madre?
MADRE MARÍA TOMASINA: Los chicos van a hacer una imitación de los Beatles.
Con pelucas y todo. Greg deja de golpear la carpeta… Todavía no necesitamos un
Ringo.
COLLEEN: Se me acaba de ocurrir una idea, Madre. ¿Podría darnos unos minutos
para ponernos de acuerdo? ¿Solo a algunas de nosotras?
MADRE MARÍA TOMASINA: Así me gusta, Colleen, pero solo algunos minutos. Los
chicos y el resto de las chicas pueden usar el tiempo para ordenar sus
carpetas.
Las chicas se reúnen alrededor de la carpeta.
COLLEEN: Oigan se me ha ocurrido una idea genial. ¿Por qué no hacemos una
imitación de Diana Ross y las Supremes?
MARÍA TERESA: Genial. Puedo pedirle prestado sus tacos a mi mamá.
WANDA: Esperen un momento. Yo tengo una idea mejor. ¿Por qué no imitamos todas
a Nancy Sinatra? Podemos ponernos botas a go go. Además, las Supremes son tres
y nosotras somos cuatro.
COLLEEN: Entonces anda imita a Nancy Sinatra tú sola. Yo no te quiero en mi
número ¿está claro? Siempre quieres ser diferente a las demás. ¿Por qué no te
rindes de una vez, Polaca?
ELIZABETH: No me parece una mala idea. Si hacemos de las
Supremes, nos tendremos que pintar la cara de negro.
MARÍA TERESA: Además los chicos no nos reconocerían.
COLLEEN: Mira, ¿quién tiene botas a go go? ¿Ah?
WANDA: Yo.
COLLEEN: No me digas. La Polaca Hija Única tiene todo lo que pide. Bueno, mi
mamá no me las va a comprar.
MARÍA TERESA: La mía tampoco. Y las vamos a necesitar. Lo siento,
Wanda. Colleen ¿quién va a ser Diana Ross? Yo me ofrezco de voluntaria.
COLLEEN: No. Yo voy a ser Diana Ross. La idea fue mía y yo soy la primera en decidir.
ELIZABETH: Colleen, tú no puedes ser Diana Ross.
WANDA: Estoy de acuerdo.
COLLEEN: ¿Por qué no?
WANDA: Porque eres alta y flaca como un palo. Diana Ross no era así.
ELIZABETH: María es la que se parece más. Votemos. Los que
quieren que María sea Diana, alcen la mano (Todas levantan la mano menos
Colleen). La mayoría manda. María será Diana Ross.
COLLEEN: No. Yo voy a ser Diana.
WANDA: (A María Teresa) Vamos a mi casa a ensayar después de clases.
COLLEEN: Ya párala. Estás presumiendo de nuevo. Le voy a acusar a la Madre y
ella te dará tu merecido. La tengo dominada y hace lo que a mí me da la gana,
así que no lo olvides. Te botará de una patada del Concurso de Talentos.
WANDA: Dile, a ver si te atreves.
Pelea. Jaloneo. Colleen sale corriendo y detrás de
ella María Teresa y Elizabeth.
COLLEEN: ¡Madre, tenemos que discutir un asunto!
WANDA: Odio mis clases de ballet, odio mi bicicleta, odio mis muñecas sobre
mis repisas, odio mi inteligencia. A veces odio todo. Hasta lo que me gusta.
Porque nada es realmente mío, todo me fue dado. Ahora estoy trabajando para
conseguir algo que sea absolutamente mío. Lo vengo haciendo desde hace mucho
tiempo. Después del colegio voy a mi casa y hago las tareas rápido para poder
ir a la carnicería de mi papá. Mientras está en el cuarto de atrás, serruchando
grandes trozos de carne, cojo latas de bebidas, las aplasto y me las pongo
sobre los zapatos. Cojo aserrín, lo tiró sobre el piso y empiezo a bailar. No
como Nancy Sinatra o Diana Ross – no, yo soy muchísimo mejor. Mientras bailo,
dejo que mi mente vuele. Por lo general, imagino que estoy en el show de Ed Sullivan
(Hace como si le entregaran un micrófono). Gracias, Eddie. Estoy cantando una
canción. Es una especie de canción triste y algunas personas entre el público
empiezan a llorar. Entonces, me pongo a bailar tap para levantarles el ánimo.
Más tarde, Ed Sullivan me saca del set y me lleva al camerino de los Beatles y
Paul me pide que me case con él. Yo le digo que tal vez dentro de dos meses,
porque tengo que pensar en mi carrera. Me convierto en una superestrella
internacional y me mudo a un penthouse en el Empire State. (Mientras se pone
unas botas a go go). Así que por ahora no me molesta ensayar en la carnicería
de mi papá. No me importa si tengo las manos y los pies grandes. Eso se puede
arreglar. ¡Me siento muy feliz de presentar a la clase del cuarto grado de la
Madre María Tomasina interpretando “Para en nombre del Amor”!
Elizabeth y Colleen entran, seguidas por María Teresa
como Diana Ross. Las tres llevan puestas botas de plumas. Interpretan en fono
mímica el tema de Diana Ross y las Supremes. Hay una lucha por ganar
protagonismo entre Wanda y Colleen.
Escena 6
El mismo año. Aula. Entran las chicas cantando el tema
“Para en nombre del Amor”.
COLLEEN: María, ¿Qué le pasó a tu papá? Nunca se apareció ¿no?
WANDA: Cállate, Colleen.
COLLEEN: Le estoy hablando a mi ex amiga María, así que no te metas.
MARÍA TERESA: No me importa si no vino. Eddie me vio. Me dijo que le
parecí fantástica.
COLLEEN: Sí, claro.
Entra la Madre María Tomasina.
MADRE MARÍA TOMASINA: Buenos días, alumnos.
TODAS: Buenos días,
Madre María Tomasina.
MADRE MARÍA TOMASINA: Me da mucho gusto comunicarles que el concurso de
talentos fue un gran éxito y que los ganadores del primer premio están en esta
misma clase.
Mira hacia los chicos y las chicas mientras sostiene
el trofeo y el dinero en las manos. Avanza hacia las chicas. Todas celebran.
MARÍA TERESA: Ganamos por mi Diana Ross.
MADRE MARÍA TOMASINA: Wanda, me gustó mucho tu introducción.
WANDA: Gracias, Madre.
MADRE MARÍA TOMASINA: Chicos, es una lástima que no hayan podido fijar mejor
sus pelucas. Estoy segura que hubiesen ganado el segundo premio. Chicas estoy
segura de que serán muy generosas y donarán el importe total de su premio a…
COLLEEN: Tengo planes para esa plata.
MADRE MARÍA TOMASINA: A las misiones. Bueno, bueno. Guarden ya esas boas.
Ahora voy a tomarles el examen de matemáticas. Empezaremos por las tablas de
multiplicar. ¿Quién quiere empezar?
Wanda levanta la mano.
MADRE MARÍA TOMASINA: A ver si otros levantan la mano para variar.
Colleen levanta la mano.
MADRE MARÍA TOMASINA: Qué sorpresa tan agradable, Colleen. Ven, pasa
adelante. ¿Y tú, María Teresa? Estoy segura de que, en vista de que tienes
tantos problemas con las matemáticas, un poco de práctica no te vendría mal.
MARÍA TERESA: Sí, Madre.
María Teresa y Colleen se paran a cada lado del
escritorio.
MADRE MARÍA TOMASINA: Empezaremos por lo más fácil, María Teresa. ¿Cinco por
cinco?
MARÍA TERESA: Veinticinco.
MADRE MARÍA TOMASINA: ¿Seis por cinco?
MARÍA TERESA: Treinta.
MADRE MARÍA TOMASINA: ¿Cuatro por cuatro?... ¿Cuatro por cuatro?
MARÍA TERESA: Creí que nos iba a llamar por nombre, cuatro por
cuatro, dieciséis.
MADRE MARÍA TOMASINA: María Teresa, haz el favor de no repetir la pregunta.
MARÍA TERESA: Me ayuda si repito la pregunta.
MADRE MARÍA TOMASINA: María Teresa, hemos estado repitiendo las tablas de
multiplicar desde el comienzo del año. Me parece que has tenido tiempo
suficiente para memorizarlas. ¿O no?
MARÍA TERESA: Sí, Madre.
MADRE MARÍA TOMASINA: ¿Seis por nueve?
COLLEEN: Cincuenta y cuatro.
MADRE MARÍA TOMASINA: ¿Ocho por ocho?
Pausa. Colleen le susurra la respuesta a María Teresa.
MARÍA TERESA: Sesenta y cuatro.
MADRE MARÍA TOMASINA: María Teresa. ¿Colleen acaba de soplarte la respuesta?
Eso no me gusta nadita. Si no sabes la respuesta, lo mejor será que vayas a la
pizarra y repases la tabla del ocho.
María Teresa va a la pizarra.
MADRE MARÍA TOMASINA: Voltéate y pega la nariz a la pizarra.
María Teresa pega la nariz a la pizarra.
MADRE MARÍA TOMASINA: El resto de la clase puede irse a almorzar. Timothy,
¿acabas de hacer un globo? Sácate ese chicle de la boca y pégatelo a la nariz y
déjalo allí por el resto del día. Colleen, me gustaría hablar contigo en
privado.
Todos salen salvo María Teresa.
MARÍA TERESA: Tarde de noche, cuando estoy acostada en mi cama, me
tomo las preguntas de matemáticas y siempre digo las respuestas correctas.
Después cuando me levanto y voy al colegio tengo todas las respuestas en la
cabeza. Pero justo antes de la clase de matemáticas, se me han borrado del
cerebro. No soy estúpida, aunque mis papás y la Madre piensen lo contrario. Si
matemáticas fuese el primer curso de la mañana, seguramente no me olvidaría de
nada. A veces, cuando mi papá regresa temprano del trabajo, me ayuda con mi
tarea de matemáticas. No me gusta que lo haga porque si digo la respuesta
equivocada, se molesta y me pega. Usualmente mi mamá hace que pare pero a veces
está bañando a uno de mis hermanos y no me oye. Pienso en las matemáticas todas
las noches. No puedo evitarlo. Normalmente planeo tener un sueño feliz para que
cuando duerma no tenga pesadillas. Mi sueño favorito es que vivo con otra
familia. Que soy hija única, aunque tengo un hermano y una hermana mayores. Y
que mi mamá me manda a un colegio en donde no enseñan matemáticas ni lenguaje.
Cuando llego a casa mi hermano mayor me lleva a dar una vuelta por la
confitería en su convertible amarillo. Al regresar ya hay sobre la mesa algo
delicioso para comer. Bistec o pavo con puré de papas y jugo. Nunca prepara
berenjenas a la parmesana ni atún a la cacerola. El postre está sobre la mesa
todo el tiempo así, que cuando he terminado de comer, puedo coger un postre y
comérmelo. Usualmente es pudín de chocolate porque ese es mi postre favorito.
Después de que todos hemos terminado de comer, nos dejan levantarnos de la mesa
y vamos a la sala y todos se sientan a escuchar mientras yo toco piano.
Entonces, mi nuevo papá me carga y sube las escaleras conmigo y me mete en mi
propia cama con baldaquín. Pone a todos mis animales de peluche alrededor de la
cama para que me protejan y deja la lamparita de mi mesa de noche prendida para
que no sienta miedo. Luego sube mi nueva madre y me dice que soy una hija
maravillosa y bella y lo feliz que está por haberme adoptado y entonces me
quedo dormida. A veces le rezo a Jesús por algo y Jesús me dice que no piense
que mis padres no me quieren. Me dice que probablemente no se molesten si
vuelvo a traer a casa un jalado en matemáticas o lenguaje. Y yo le creo pero
igual, siempre pasa algo cuando vuelvo a casa.
Entra Elizabeth.
ELIZABETH: Ya se fue, María.
María no responde.
ELIZABETH: María, se fue al convento a almorzar, vamos.
MARÍA TERESA: Elizabeth, ¿tú crees que es pecado rezarle a Jesús y
pedirle que mate a algunas personas en un accidente de automóvil?
ELIZABETH: Sí. Pero creo que puedes rezarle y pedirle que lo
mande al hospital por un tiempo. Creo que eso no cuenta como pecado.
MARÍA TERESA: Esta bien, repite conmigo. “Querido Jesús”.
ELIZABETH: María Teresa, es tu oración, yo no tengo por qué
decirla.
MARÍA TERESA: Pero si la dicen dos personas, el Señor tal vez oiga
mejor. Por favor.
ELIZABETH:“Querido Jesús”…
MARÍA TERESA: “Por favor, manda a la Madre María Tomasina…”
ELIZABETH:(Cruzando los dedos) “Por favor, manda a la Madre
María Tomasina…”
MARÍA TERESA: “Y a toda mi familia… especialmente a mi papá…”
ELIZABETH:(Cruzando los pies) “Y a toda mi familia…
especialmente a mi papá…”
MARÍA TERESA: “Al hospital Santa Bernardita…”
ELIZABETH: “Al hospital Santa Bernardita… Amén”
MARÍA TERESA: Todavía no he dicho Amén. “… Por lo menos hasta que
pase el octavo grado. Muchas gracias, firmado María Teresa Russo, cuarto grado,
Colegio San Jorge. Yonkers, Nueva York.
ELIZABETH:“… Por lo menos hasta que pase el octavo grado. Muchas
gracias, firmado María Te… (María Teresa le da un codazo) Elizabeth, cuarto
grado, Colegio San Jorge, Yonkers, Nueva York. Amén”
MARÍA TERESA: Tienes que decir tu apellido.
ELIZABETH: McHugh. Elizabeth McHugh.
MARÍA TERESA: Perfecto. Elizabeth eres mi mejor amiga. Vamos a
almorzar.
María Teresa sale corriendo.
ELIZABETH: Espérame, me estoy olvidando mi lonchera.
MARÍA TERESA: Bueno, pero apúrate.
ELIZABETH:(En el lugar donde rezó) Jesús, soy Elizabeth.
Elizabeth McHugh del cuarto grado del colegio San Jorge. Por favor, olvida lo
que dije sobre el hospital y todo lo demás. Solo estaba bromeando y además, por
si no te diste cuenta, tenía los dedos cruzados. Por favor, no te olvides de
borrar mi nombre de la lista. Muchas gracias. Perdona si no te he hablado mucho
últimamente. Oye, ¿puedo preguntarte una cosa? Algunas de nostras nos hemos
estado preguntando, ¿eres judío? Déjamelo saber apenas puedas. ¿De acuerdo? Te
quiero, Elizabeth.
Empieza a salir, pero regresa corriendo, hace una
genuflexión y sale mientras bajan las luces.
SEGUNDO ACTO
Escena 1
1967. El baño. Entran las chicas como si volvieran de
almorzar, entran al baño y Elizabeth, Colleen y María Teresa empiezan a
arreglarse. Wanda prepara “su experimento” y cuando está lista, hace una señal
a las chicas para que miren. Tiene un tampón higiénico. Le quita la envoltura.
Lo mete en un vaso de agua y al ver que se expande, todas chillan y se ríen de
deleite. Colleen se lo quita a Wanda y, amenazando a María Teresa, la persigue
fuera del baño por el corredor. Salen todas detrás.
Escena 2
Mismo año. Aula del sexto grado.
WANDA: (En el umbral de la puerta y cogiendo el tampón) Colleen, me das asco.
Guarda eso. Alguien lo puede ver. Los chicos o cualquiera.
COLLEEN: Wanda, mis hermanos ven tampones todo el tiempo. No tiene nada de
especial.
Entra Elizabeth corriendo.
ELIZABETH: Oigan chicas, ¡a que no saben!
COLLEEN: Gracias por devolverme la llamada anoche, Elizabeth.
ELIZABETH: Perdona. Anoche todos en mi casa estábamos como locos.
Pero les tengo una buena noticia. Mi abuela se muda con nosotros la próxima
semana.
WANDA: ¡Genial! ¿Y tu familia está
contenta?
ELIZABETH: No. Yo soy la única que quiere que viva con nosotros.
Va a dormir en mi cuarto. María Patricia se va a mudar a la sala. No puedo
esperar a que se mude estoy feliz.
COLLEEN: Buena suerte.
ELIZABETH:¿Por qué?
COLLEEN: Es que cuando mi abuela se mudó con
nosotros, las cosas empezaron a ir mal. Se quejaba de todo. Y eso que
tenía su cuarto propio. Yo no quería dormir con ella.
ELIZABETH: ¿Por qué no?
COLLEEN: Porque se podía morir allí mismo, mientras yo estaba durmiendo.
ELIZABETH: Mi abuela no se va a morir, Colleen.
Colleen se va a sentar.
WANDA: (Tratando de barajar la tensión) ¿Por qué no habrá venido María Teresa
a clases?
Colleen saca algo para leer. Es una REVISTA DEL
CORAZÓN.
COLLEEN: “Solo era un juego, pero no sabíamos todas las reglas. El no llegó
hasta las últimas consecuencias, pero igual me quedé encinta. Que Dios me ayude
si mi mamá se entera quién era mi compañero de juegos”.
WANDA: Déjame ver “Pesadilla en la clase” (lee
y mira fotos sugestivas. Se ruboriza) Colleen. ¿De dónde sacaste esto?
COLLEEN: De la casa donde voy a ser baby sitter. También tienen “Playboy” Y la
señora usa esas pastillas anticonceptivas.
WANDA: Entonces no es católica.
COLLEEN: ¿Ah no?
ELIZABETH: ¿Puedo ver eso?
COLLEEN: No, que tu abuela te explique cómo son las cosas. Wanda, mira esto.
WANDA: ¿Cómo hacen para enredarse así?
ELIZABETH: Un momento. Puede que mi abuela venga a vivir con
nosotros, pero tú sigues siendo mi mejor amiga, Colleen, te lo juro. Está
enferma y no puede arreglárselas sola. Así que después de clases, tengo que ir
a verla un rato, pero eso es todo.
COLLEEN: ¿Y qué pasa con las prácticas de básquet?
ELIZABETH: Puedo seguir yendo, te lo juro. No pienso renunciar a
nada.
Colleen consiente con la mirada. Elizabeth coge
rápidamente la revista.
ELIZABETH: Página 45, el test de las palabras sexys “Un juego
divertido para las mujeres que conocen el lenguaje del amor. Catorce letras:
“Sesenta y nueve”. Wanda, ¿qué significa sesenta y nueve? Me dijeron que tú
sabías.
WANDA: Vete al diablo.
COLLEEN: Yo sé lo que significa. Que la cosa del hombre mide seis pulgadas y que
nueve meses después, la mujer da a luz.
ELIZABETH: No, eso no es.
COLLEEN: O que el hombre te mete su cosa y nueve meses después, das a luz un
bebé que pesa seis kilos.
ELIZABETH: Esa respuesta tiene demasiadas letras.
COLLEEN: Tienes razón.
ELIZABETH: Después de clases podremos ir a la biblioteca a
averiguar.
Entra la Madre María Genoveva. Colleen guarda
rápidamente su revista.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Buenas tardes, alumnos.
TODAS: Buenas tardes, Madre María Genoveva.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Chicos, vayan al fondo, uno por uno en orden, y saquen
sus zapatillas y su uniforme para educación física. Eso es. Y ustedes chicas ¿A
quiénes les tocaba exponer hoy?
Wanda y Colleen levantan la mano a la vez.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Wanda, empiezas tú. Vamos chicos. En fila hasta el
gimnasio. No quiero oír un solo ruido por el corredor. Terrence, apunta los
nombres de los que hablen. Bien.
WANDA: 21 de enero. Santa Inés, virgen y mártir.
MADRE MARÍA GENOVEVA: La santa patrona de la madre María Inés. Muy bien,
Wanda.
COLLEEN: Sobona.
WANDA: Santa Inés, virgen y mártir, tenía doce años cuando la llevaron frente
a un altar y le ordenaron ofrecer incienso, lo que era costumbre en Roma en esa
época. Ella no quiso ofrecer incienso porque iba contra su religión, así que
por el contrario, alzó la mano hacia Jesús e hizo la señal de la cruz. El Rey
se puso rojo de rabia y…
MADRE MARÍA GENOVEVA: A los perros les da rabia. Las personas se enfurecen.
WANDA: Sí, Madre. El Rey se enfureció cuando la vio y ordenó que la amarraran
pero las sogas se resbalaban así que la obligó a quitarse toda la ropa y
pararse frente a la muchedumbre pagana. Pero nadie la pudo ver porque Jesús
hizo un milagro. Hizo que apareciera una luz cegadora y todos tuvieron que
mirar a otro lado. El Rey estaba rabioso, furioso, y la condenó a muerte. Hizo
que le cortaran la cabeza de un solo tajo pero antes de morir, Santa Inés
alcanzó a decir: “Cristo es mi esposo. Él me eligió primero y hágase su
voluntad. Y cuando se murió, los ángeles vinieron por su cuerpo y se lo
llevaron derechito al cielo.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Ahora, Wanda, en tus propias palabras ¿puedes decirle
a la clase lo que esta historia significa para ti?
WANDA: Bueno, que la santa decidió que iba a seguir a Jesús y que nada se iba
a interponer en su camino.
MADRE MARÍA GENOVEVA: La Santa también simboliza a la juventud. Después de
todo, solo tenía doce años. Su historia ilustra lo difícil que es preservar su
inocencia. ¿Verdad, alumnas?
TODAS: Sí, Madre.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Ahora escúchenme, bien chicas. Dios protegió a Santa
Inés de esos ojos y, aunque Dios es omnipresente, no puede estar en todas
partes todo el tiempo. Ustedes también tienen que ser responsables. He traído
algo muy especial para ustedes. Wanda, ven a mi escritorio y reparte esto.
Chicas, estos son paquetes de toallas sanitarias para que se las lleven a sus
casas. Fueron donadas por el señor Lorenzo. Me pidió que les hiciera recordar
que les digan a sus padres que todos los miembros de nuestra parroquia tienen
derecho a un 10% de descuento. Así que por favor, denle preferencia a su
farmacia. Llévenselas a casa y muéstrenselas a sus madres. Ellas les explicarán
para qué sirven.
COLLEEN: Mi mamá ya me lo explicó.
Wanda mira adentro de la bolsa.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Por favor, no miren esas cosas en mi clase. Hay un
lugar y un momento apropiado para todo. Chicas, préstenme mucha atención.
Ustedes están ahora en la edad en la que empiezan a provocar a los chicos. No
quiero ver a ninguna cruzando las piernas en mi clase y no quiero ver faldas de
uniforme más cortas de la altura reglamentaria.
WANDA: (Hablando del contenido de la bolsa) Madre, me preguntaba, ¿para qué
sirve esto?
COLLEEN: Uy, Dios.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Wanda, pregúntaselo a tu mamá. Colleen, te toca. Habla
en voz alta, con entonación clara y precisa.
COLLEEN: Me toca Santa Ágata, virgen y mártir, del 5 de febrero. Nació en
Sicilia.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Que queda en Italia.
COLLEEN: Y ella también iba a ser esposa de Jesús. Un juez la mandó a llamar
cuando se enteró de lo bonita y rica que era. Y ella tuvo que ir porque él pasó
una ley pero antes le pidió a Jesús que le ayudará por si el juez le hacía
daño. Cuando llegó al juzgado, la metieron a la cárcel porque se negó a pecar
con él. La encerraron en un calabozo hasta que cambiaran de opinión. Pero ella
no cambió de opinión y el juez se enfureció muchísimo y empezó a torturarla. Lo
primero que hizo fue quitarle la ropa y mandarla al corral con las ovejas.
Luego fue y le cortó un seno de un solo tajo (riéndose). Y entonces Jesús oyó
sus gritos y mandó a uno de sus apóstoles para que se lo vuelva a pegar
(riéndose más). Y entonces, Jesús le oyó decir en sus rezos que quería reunirse
con él, así que terminó con su vida y la aceptó en el cielo.
La Madre golpea furiosa su escritorio.
COLLEEN: Lo siento.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Lo sientas o no, Colleen, hay varias cosas
fundamentales que tengo que decirte. La vida de un santo es algo muy importante
y sagrado y no voy a permitir que algo así sea motivo de burla en mi clase. Es
un sacrilegio y seguramente un pecado. Voy a averiguarlo. Segundo, Colleen, y
quiero que el resto de las chicas oigan bien esto porque les concierne a algunas
de ustedes, te he estado observando con atención y lamento decirte que estás
yendo por el camino de la perdición…
COLLEEN: Madre, yo no…
MADRE MARÍA GENOVEVA: Y me temo que está arrastrando contigo a algunas de
tus amigas. Hay un tipo de chica que siempre se mete en problemas y se gana una
mala reputación. Colleen, ve a la pizarra. De cara a la clase. Chicas, si miran
a Colleen, a juzgar por su apariencia, nunca pensarían que su alma se ha vuelto
negra y que se ha ido consumiendo más y más hasta que virtualmente ha
desaparecido.
ELIZABETH: Yo no estoy de acuerdo…
MADRE MARÍA GENOVEVA: ¿Y quién eres tú para no estar de acuerdo, Elizabeth?
¿Qué tipo de chica elegiría a Colleen como amiga o como simple conocida? Me
atrevería a decir que alguien cuya alma está exactamente en el mismo estado.
ELIZABETH: Usted no puede ver el alma de Colleen.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Elizabeth, creo que sería bueno que te des una vuelta
por la oficina de la Madre Superiora.
ELIZABETH:¿Y qué le digo?
MADRE MARÍA GENOVEVA: Dile que has puesto en duda la palabra de la Madre
María Genoveva.
ELIZABETH: Sí, Madre.
Elizabeth sale.
MADRE MARÍA GENOVEVA: Asunto cerrado. Pueden usar lo que queda de la hora
para ordenar sus carpetas y prepararse para Educación Física. Mónica haz el
recorrido con el tacho de basura. Y tú Wanda, encárgate que la señorita McHugh
esté en la dirección.
Sale Wanda y tras ella la Madre.
COLLEEN: En una época
salía con un chico: Ricky. Me gustó mucho por un tiempo. Nos íbamos todos los
sábados al Centro Comercial. Nos comprábamos pistachos de verdad y esperábamos
a que las manos se nos pusieran rojas y sudorosas. Entonces, subíamos por la
escalera mecánica a la Tienda de Novias y manchábamos todos los vestidos
blancos con nuestras manos. En verdad me gustaba. Y se lo conté a mi mamá. Mi
mamá y yo somos así (juntando sus dedos) Apenas se lo dije, ella me empezó a
hablar del sexo y todo eso. Me habló de los cambios y de que eran parte del
hacerse mujer. Me dijo que cuando me pasara por primera vez, sería un día tan
feliz que saldríamos a almorzar juntas para festejar, solas las dos, ja. Yo no
quiero hacerme mujer. Me está creciendo el pecho y creo que me está saliendo
pelo, ya saben, allí abajo. Bueno, la cosa es que, cuando la Madre dijo que
ordenaran sus carpetas y prepararan sus cosas, sentí algo. Traté de juntar las
piernas para que parara. Metí el estómago fuerte, pero seguía goteando. Nunca
me imagine que me iba a ensuciar tanto. No quería moverme. Me quité la chompa y
me la anudé alrededor de la cintura. Yo sabía qué era lo que me estaba pasando.
Cuando Mónica volvió el tacho de basura a su sitio, la Madre María Genoveva me
dijo que regrese a mi lugar. Pero antes de que diera un paso, me preguntó sobre
mi chompa. Pensó que estaba tratando de atraer la atención haciéndome la sexy o
algo así. Dijo: “Quítate esa chompa”. Los chicos empezaron a entrar a la clase.
Yo no podía mirarla. Y le dije que no. Me pegó. Me cubrí la cara con las manos
y ella me arranchó la chompa clavándome las uñas en las costillas. Entonces
hizo un anuncio a la clase. Dijo que en todos sus años como maestra, jamás
había visto a alguien tan descuidada en su higiene personal. Dijo todas esas
cosas frente a los chicos. Creí que me iba a morir. Algunas gotas de sangre
cayeron al suelo. Ella hizo que uno de los chicos fuera al cuarto de limpieza
por un estropajo. La enfermera vino y me sacó de la clase. No quiero volver
allí nunca más. Ojala nunca me hubiese hecho mujer. Soy un desastre. ¿Eso es lo
que quería oír, Madre? Está bien, soy un desastre.
Escena 3
1969. Un salón
de baile. Wanda, María Teresa y Elizabeth están bailando con vasos de refrescos
en las manos. María Teresa se ha quedado con la mirada fija en un punto,
mientras las otras esperan que alguien las saque a bailar.
MARÍA TERESA: Colleen está bailando con Eddie.
WANDA: Traidora.
MARÍA TERESA: Yo dije claramente que ese hombre era mío. Voy a
hacerle algo horroroso.
ELIZABETH: Mándale a tu papá.
MARÍA TERESA: No me lo menciones.
VOZ DE COLLEEN: Oye, Wanda, tengo un mensaje para ti. El Llanero
Solitario quiere saber si quieres bailar con él.
WANDA: ¿Francis?
VOZ DE COLLEEN: ¿Quién crees?
WANDA: Bueno, pero no quiero bailar una lenta con él, suda a chorros.
Wanda sale.
ELIZABETH: Mira, María…
MARÍA TERESA: Me voy a cambiar de nombre. Desde hoy me llamaré
Terry.
ELIZABETH: Terry, mira tu papá está bailando con Lucy.
MARÍA TERESA: A un brazo de distancia, Madre. Hacen una pareja
perfecta.
ELIZABETH: Mira, María, están bailando el baile del conejito.
MARÍA TERESA: Terry.
ELIZABETH: Hola, Eugenio. Vamos, nos está llamando.
MARÍA TERESA: Te está llamando a ti.
ELIZABETH: No se necesita pareja para bailar eso.
MARÍA TERESA: Ya. Vete. Quiero estar sola.
Elizabeth sale.
VOZ DE COLLEEN: Sujétate bien de mi cintura, Eddie, y más vale que
saltes alto.
MARÍA TERESA: Hola Papá. Esfúmate ¿ya? No estoy bailando porque no
tengo ganas de bailar, quiero mirar. No estoy diciendo idioteces. No digas
groserías cerca de mí por favor. La estoy pasando bien. No quiero bailar eso es
todo. Porque tengo las piernas un poco cansadas. No quiero bailar contigo. No,
no es porque bailas raro, no, no es porque eres gordo. Es por un chico que
conozco. ¿Cuál? Ese. ¡Papá, baja la voz! No, no quiero que le rompas las
piernas. Papá, tengo que decirte una cosa. Siempre te he tenido miedo y tú
siempre me has tenido miedo a mí. ¿Por qué? ¿Lo sabes? Está bien. Bailaré
contigo. Y de vez en cuando estrellémonos contra Eddie ¿Ya?
María Teresa baila torpemente con su padre imaginario,
mientras Wanda, Elizabeth y Colleen entran bailando el baile del conejito.
Finalmente María se une a ellas.
Escena 4
1970 Aula. Wanda está borrando la pizarra. Entran
María Teresa y Elizabeth corriendo. Esta última, lleva un libro en las manos.
ELIZABETH: Wanda, Wanda. ¿Estás sorda?
MARÍA TERESA: Déjala. Está enamorada.
ELIZABETH: Se nota. La señora de Francis Crawford. Agg.
A raíz del comentario de Francis Crawford ha empezado
a prestar atención.
ELIZABETH: Wanda, escucha. Después de una semana de investigación
científica en la Librería Municipal de Yonkers, encontré algo muy interesante.
(Lee de la enciclopedia) “La extrema religiosidad JUDÍA que se practicaba en
casa de Jesús, el carácter de sus padres y especialmente su madre… bla, bla,
bla. Todo lo anterior nos ayuda a comprender el profundo desarrollo religioso
de Jesucristo, el HOMBRE” JESUCRISTO, EL HOMBRE.
WANDA: Déjame ver eso. Ni siquiera dicen que Jesús era Dios.
MARÍA TERESA: Estoy segura que es un error.
WANDA: ¿Se lo vas a enseñar a tus papás?
ELIZABETH: No. Voy a copiar eso y unas tres cosas más y se las
voy a mandar a la madre María Lucila.
MARÍA TERESA: ¿Estás loca?
ELIZABETH: Hasta puede ser que se las entregue personalmente,
dependiendo de su comportamiento.
WANDA: ¿Cuándo?
ELIZABETH: Cuando sea el momento apropiado.
WANDA: Bueno, mejor no se lo mandes hasta después de la graduación.
Entra la Madre María Lucila.
MADRE MARÍA LUCILA: Silencio. Puedo oír la bulla desde el otro extremo del
corredor. La Madre María Inés no podrá venir a clase hoy…
ELIZABETH:¿No se siente muy bien?
MARÍA TERESA: ¿Murió?
MADRE MARÍA LUCILA: Se cayó viniendo del convento. Yo tomaré sus dos
clases por hoy. ¿Hay alguien que quiera presentar una queja? Solo tienen que
pararse y hablar. Perfecto. Ya me parecía. Elizabeth McHugh, recoge tus libros
y prepara tus cosas.
Elizabeth lo hace.
MADRE MARÍA LUCILA: Ahora devolveré estos controles de lectura. Sr. Joseph Ross
“James Bond contra Goldfinger”, 05. Señor Ross, no basta con leer una sola página de un libro. Wanda Sluska
“Abismos de Pasión”. Sr. Sluska, quiero hablar con usted después de clases. Y
dígale a su padre que no me gusta el hígado.
ELIZABETH:¡Estoy lista!
MADRE MARÍA LUCILA: Ahora escúchenme con atención: si una alumna se rehúsa
a aprender sus lecciones, una y otra vez, Dios tiene maneras de demostrar su
descontento. Elizabeth insistes en desobedecer a mi voluntad, que es la
voluntad de Dios y por consiguiente, Él te ha enviado un mensaje personal,
manifestando su absoluta desaprobación ante tu comportamiento, y me lo
encomendó para que te lo haga llegar personalmente. Tu mamá llamó a la madre
Rosa Gertrudis y lamento tener que comunicarte que tu abuela falleció esta
mañana.
Silencio.
MARÍA TERESA: Lo siento, Elizabeth.
MADRE MARÍA LUCILA: Siéntese.
ELIZABETH:¿Esta mañana?
¿A qué hora?
MADRE MARÍA LUCILA: Silencio.
Silencio.
ELIZABETH:(En voz baja) Jesús era judío.
MADRE MARÍA LUCILA: ¿Perdón?
ELIZABETH: Jesús era judío.
MADRE MARÍA LUCILA: Cierre esa boca señorita.
La Madre María Lucila le da a Elizabeth un bofetón en
la cara. Elizabeth sale corriendo. Wanda se para con la enciclopedia en las
manos.
WANDA: Jesús era judío y yo tengo las pruebas.
MARÍA TERESA: ¡Jesús era judío!
¡Jesús era judío! Es la verdad. Lee, Wanda.
WANDA: “Jesús fue el Mesías prometido que esperaban los judíos, es decir, el
semi- divino. Rey de Israel, en la era de gloria que se iniciaría con su
llegada…”
MADRE MARÍA LUCILA: ¿Quién les dio esa información?
MARÍA TERESA: Y ahora resulta que, después de todo, Jesús era un ser
humano común y corriente. Un tipo como cualquiera, solo que un poco más
inteligente.
MADRE MARÍA LUCILA: Sr. Reynolds, siéntese, o le cortaré las piernas de un
solo tajo. Deme ese libro Sluska.
WANDA: “En resumen, fueron los jerarcas de Jerusalén y los soldados del
ejército romano de ocupación quienes dieron muerte a Jesús”.
Alboroto. Wanda tira el libro a María Teresa, mientras
la Madre lo intenta agarrar.
MARÍA TERESA: Y seguramente, Jesús tampoco era bueno en matemáticas.
María Teresa sale corriendo y la Madre detrás de ella.
WANDA: Espere a que el Papa se entere de esto.
Escena 5
Lugar neutral.
ELIZABETH:(A Dios como si estuviera en la iglesia) Oye, sal,
quiero hablar contigo. Soy yo. Elizabeth. Puedes esconderte detrás de cualquier
estatua si quieres, pero más vale que me escuches. No sé si lo sabrás, pero
desde que mi abuela se mudó a vivir con nosotros, todo cambió. Nos sentábamos
juntas en mi cuarto después de clases. Y ella me hacía preguntas sobre un
montón de cosas. Entonces escuchaba cada una de mis respuestas con suma
atención porque decía que yo era una persona muy importante. A veces, cuando ella
se sentía mejor, salíamos a caminar un poco. Luego regresábamos y me contaba
historias sobre mi mamá. Un día, mi papá volvió del trabajo y me dijo que mi
abuela tenía que volver a mudarse al Bronx. Me dijo que la cosa no funcionaba.
Ella necesitaba más cuidados y, además estaba volviendo loca a toda la familia.
Le dije que a mí no me volvía loca. Le dije que éramos muy cercanas. El no lo
entendió. Y ahora veo que tú tampoco. Se supone que tú haces lo correcto todo
el tiempo.
En verdad… ya no
creo eso. Solo te importa castigar a la gente, interrumpir sus vidas. Y no me
dejaste terminar. Ella no sabe lo que pienso, y yo estaba a punto de decírselo.
¿Por qué no te llevas a mi mamá la próxima vez? ¿O a mis hermanos? Todos están
bautizados. ¿Por qué no te llevas a toda mi maldita familia de un solo tirón, y
así no pierdes tiempo? Ahora quiero decirte algo. Es un mensaje personal. No te
atrevas a poner las manos encima de mí, por nada. Por nada intentes tocarme.
Porque no querrás saber lo que soy capaz de hacer. Tú y el resto del mundo son
unos mentirosos. Y de verdad siento que te odio. ¿Sabes qué? Para mí ya NO
EXISTES.
Sale Elizabeth.
Escena 6
El mismo año. Aula. Colleen y María Teresa entran
arrastrando palos de Hockey, seguidas por Elizabeth.
COLLEEN: Nos dieron una pateadura.
MARÍA TERESA: Es humillante. Así nunca le ganaremos a la clase de
Lucila. Elizabeth, dejaste pasar todas las jugadas.
COLLEEN: Oye, María, tú tampoco hiciste puntos, que yo sepa. Elizabeth, no te
preocupes.
MARÍA TERESA: Es porque estoy nerviosa por el examen de traslado.
COLLEEN: Elizabeth, por favor, te lo ruego, no te rindas, no vayas al colegio
estatal. No dejes que Lucy te arruine la vida.
Entra la Madre María Inés.
MADRE MARÍA INÉS: Chicas, no estaban concentradas en el juego… Ocho a…
¿cuánto?
MARÍA TERESA: Ocho a uno.
COLLEEN: Madre, no nos podíamos concentrar porque hoy llegan los resultados del
examen de traslado por correo, y queríamos saber si podíamos salir un poco más
temprano para llamar a nuestras mamás.
MADRE MARÍA INÉS: (Rebuscando en su bolsa de compras) La verdad es que
no sé. Ustedes, las chicas, hacen demasiado ruido junto a ese teléfono.
COLLEEN: Tiene que darnos permiso, Madre. Me voy a suicidar si tengo que esperar
hasta las tres.
MARÍA TERESA: Yo apuntaré los nombres de los que hagan ruido.
MADRE MARÍA INÉS: ¿Qué es lo que estaba buscando?
MARÍA TERESA: Un teléfono.
MADRE MARÍA INÉS: Una pata, eso es. Aquí tienen, una pata de conejo para
cada una, ténganla en la mano mientras hablan por teléfono. (A María Teresa)
María Estefanía toma dos, las vas a necesitar.
MARÍA TERESA: Gracias, Madre. Qué dulce.
COLLEEN: Usted es una diablita, Madre.
MARÍA TERESA: ¿Podemos irnos, Madre?
MADRE MARÍA INÉS: Sí, pero no hagan ruido junto al teléfono.
María Teresa y Colleen salen. Elizabeth titubea.
COLLEEN: Vamos, Elizabeth.
MADRE MARÍA INÉS: Ve, corazón, y no te olvides de tu pata de conejo,
Loretta.
ELIZABETH: Me importa un comino entrar al Santa María. Y no creo
en la magia.
MADRE MARÍA INÉS: ¿Y en qué crees corazón?
ELIZABETH: En los hechos. Creo que es mi deber decirle que ya no
soy católica, Madre. Dios me odia y yo lo odio a él. Madre María Inés, usted es
buena gente, a pesar de ser monja, pero está totalmente equivocada en lo que se
refiere a Dios.
MADRE MARÍA INÉS: ¿Qué quieres decir?
ELIZABETH: Dios no es más que un asesino. Mató a mi abuela. Y
nunca lo voy a perdonar.
MADRE MARÍA INÉS: Conserva tu ira todo el tiempo que quieras. Pero tengo
una mala noticia. Dios nunca se dará por vencido contigo. Y no creo que pueda
mantener cerrado ese corazón para siempre.
ELIZABETH: Yo no estaría tan segura, Madre.
Elizabeth comienza a salir.
MADRE MARÍA INÉS: Elizabeth, te olvidas de algo.
ELIZABETH: ¿De qué?
MADRE MARÍA INÉS: De tu pata de conejo, corazón.
Elizabeth sale.
Escena 8
Corredor. Entran velozmente Colleen, Wanda y María
Teresa. Se ponen frente al teléfono.
COLLEEN: No empujen, ¿quieren? ¿Dónde están sus modales?
MARÍA TERESA: Buena suerte, Eddie.
WANDA: ¿Quién tiene cambio?
Entra Elizabeth
COLLEEN: Elizabeth, gracias Dios. No sabes cuánto me alegra que estés aquí.
ELIZABETH: Qué me quedaba. No tenía ganas de escucharla hablar y
hablar.
COLLEEN: ¿Quién va primero? Yo de ninguna manera. María anda tú. Dale, marca. Me
estoy muriendo.
MARÍA TERESA: ¿Aló? ¿Papá? ¿Mamá? Papi, ¿qué haces en la casa, por
qué no estás trabajando? No ha pasado nada. Solo quería llamar para saber si
había llegado el correo. Papi, por favor, papi, deja que mamá lo abra. Se están
peleando por ver quién lo abre. Hola mami, sí, esperando. Hola papi. Sí, entré.
Tengo que irme. Lo logré. Entré. Te toca, Wanda.
WANDA: (Después de marcar) Tak man. Jestem bardzo podniecona. Czy otrzymalam
stipendium? Skad?
ELIZABETH: No tiene ninguna expresión en la cara.
WANDA: Ze Swietej marit Swieteco
Ignaca. Wspaniale. Do Zubaczenia.
COLLEEN: Seguramente le dieron una beca.
WANDA: Kocham cie… Quinientos dólares.
COLLEEN: Qué tacaños. (Después de marcar) Hola, mami. Soy yo, Colleen. Brian,
cuelga la extensión. Agg, me tosió en el oído. Qué imbécil. ¿Ya llegó el
correo? No, mamá, anda a ver. Todavía no ha recogido el correo ¿pueden creerlo?
No, el correo de papi no, el mío. Estoy hablando en serio, deja de bromear.
Ábrelo, ¿qué dice? Perfecto, gracias. ¡Entré a los cuatro colegios!
MARÍA TERESA: ¿A cuál piensas ir?
COLLEEN: Al Santa María, por supuesto. Elizabeth, te toca.
MARÍA TERESA: Padre nuestro que estás en los cielos…
ELIZABETH: Párala. María. Ya lo he decidido. Mamá, hola. ¿Llegó
el correo? Ábrela. ¿No entré? No, no te preocupes. Chau, mamá.
WANDA: Ay, Elizabeth.
COLLEEN: Mierda.
ELIZABETH: Entonces… ¡Estaba bromeando! ¡Entré!
TODAS: Santa María,
allá vamos.
Colleen, María Teresa y Wanda vuelven a sus carpetas,
y escuchan a Elizabeth.
ELIZABETH: Bueno, supongo que eso es todo. Salvo que hace dos
semanas estaba en una fiesta. Y por alguna razón empecé a contar todas estas
anécdotas del colegio católico. No había pensado en esa parte de mi vida por un
buen tiempo, pero todos los recuerdos volvieron. Nos reímos horas de horas.
Entonces, cuando estaba por irme, alguien a quien no conocía demasiado, un
sobreviviente de un colegio estatal, me preguntó que qué pensaba de Dios ahora.
Le dije que no pensaba nada sobre él, salvo que quizás no era un buen hombre, y
me fui. Cuando llegué a la casa, no podía dormir. Estaban pasando “Milagro en
la Calle 34” por televisión, el final. La niña iba en el carro y tenía los ojos
cerrados. Repetía una y otra vez, en su dulce voz de la Metro Goldwyn Mayer,
“Yo creo, yo creo”. Apagué el televisor. Me tapé con la frazada y cerré bien
los ojos. Recordé que antes yo también creía en los milagros, y que me quedaba
dormida con alguna pregunta dándome vueltas en la cabeza. Y esa noche, me
pareció que el proceso empezaba de nuevo. Porque me sorprendí a mí misma, en
medio de la oscuridad, haciéndome una pregunta que me resultó vagamente
familiar. ¿Estás allí? ¿Estás allí?
Final