9/10/16

monólogos Maxi de Diego

MONÓLOGOS

El teatro me salvará
(Sus brazos rodearán sus piernas, su cabeza apoyada en ellas. Está
acurrucado, oculto entre unas cajas. Su cartera, tirada en el suelo.
Levanta la mirada, huidizo, con el ferviente deseo de no encontrar a
nadie. Hablará con rabia, tal vez con odio.)
SERGIO: Cuando volváis os vais a cagar. (Hace un gesto con un puño,
agresivo.) Venid de uno en uno. Así es muy fácil. Cuatro, cinco. ¿Qué os
he hecho? Nada. Os pisotearé. ¿Me oís? No, ya no me oís. Me habéis
quitado las pelas como todos los días y adiós, hasta mañana. Mañana no
traeré ni un céntimo. Mañana no me veréis. No vendré al instituto. No
volveré. Nunca. Ya no os tengo miedo. Voy a desaparecer de vuestra
vista. O me haré invisible. (Se levanta asustado, mira a un lado y a otro
antes de salir de su escondrijo. Se limpia la ropa, con rabia e insistencia.
Su ropa está llena de tierra, sin duda ha sido revolcado por el suelo). Javi
dice que se lo diga a mis padres o al tutor. Pero me han advertido que si
digo algo, me matan. (Gritando.) Joder, tengo miedo. Javi también tiene
miedo, si no, me ayudaría a enfrentarme a ellos. Y Pedro y Juanjo.
Tienen miedo, mis amigos también tienen miedo. Son unos matones,
una banda. Pero no me van a pillar otra vez. (Silencio. Parece pensar.
Parece que se le ha ocurrido una idea.) Joder, qué idea se me está
14ocurriendo. Soy el mejor en clase de teatro. A ver, preparemos un plan.
(Hablará despacio, pensando lo que dice.) Primero haré pellas dos días.
Como nunca falto, no creo que se alarmen los profes. Eso es. Cuando
vuelva, los matones me pedirán explicaciones. Hasta es posible que me
pidan el dinero atrasado. ¡Y un huevo! Les diré que he estado ingresado
en un hospital. Que me han descubierto una enfermedad del corazón
muy grave. Bueno, lo dejaremos en grave, no sea que lo vean demasiado
exagerado. Y ahora viene mi gran actuación. Cuando se acerquen a
pegarme al decirles que no tengo dinero. Fingiré un ataque al corazón
con desmayo incluido. Seguro que se van corriendo. Por si les acusan de
asesinato. En el fondo seguro que también son unos cobardes. (Pausa.)
Veamos, un ensayo. A ver, se acercan y digo: “dejadme, dejadme, que
estoy enfermo”. Y saco una caja de pastillas y me defiendo con ella,
como si fuera un cuchillo. (El actor realizará los movimientos que dice.)
Si se acercan más, es el momento de mayor tensión dramática, el
clímax, un fuerte dolor en el pecho. (Lo hace.) Ah, ah, ah. Y si se acercan
más, el desmayo. (Lo hace.) Y si intentan meterme mano al bolsillo, el
último ahogo y estiro la pata. (Lo hace. Silencio. Después de unos
segundos, se levanta. Más silencio.) ¡Qué gran actuación! El profe me
pondría un diez. ¿Y si vuelven otro día? (Silencio, piensa.) ¡Ya lo tengo!
Más teatro. Les haré la actuación del enfermo de sida. (Coge la cartera.)
Seguro que piensan, son unos ignorantes, que se contagia con tocarles.
¿Y por qué no empiezo por aquí? No, me gusta el papel de enfermo de
corazón. Pero por si falla, me voy corriendo a casa a ensayar. (Sale
deprisa, mucho más animado que al principio.)



CINCO
Huelga
(Entrando en casa con la mochila cargada de libros y el periódico bajo el
brazo.)
PEPA: Estoy hasta las narices. Van y se quedan en casa. O se van por ahí
de juerga. Al parque a tomar el sol. La videoconsola, como los padres
están currando... Y a la manifestación, cuatro gatos. Y luego se ríen de
nosotros. Dicen que ha sido un fracaso la jornada de huelga. Y es que
hasta tienen razón. En clase todo el mundo firma el papelito diciendo
que no va a ir a clase al día siguiente, pero luego nadie se pringa a la
hora de protestar. Mañana voy a soltar un mitin en mi clase... Se van a
cagar. ¡Compañeros! ¡Compañeras! ¡La consecución de los objetivos
planteados por la comisión estatal...! (Pausa brusca.) ¿Qué digo? Seguro
que este lenguaje les resulta extraño. ¡Colegas! ¡Tenéis unos huevos...,
así no vamos a conseguir na de na! ¡Hay que tomar la calle para que nos
oigan! (Se para desilusionada.) Tomar la calle... (Silencio.) De los tíos no
me extraña nada, la verdad, son todos unos críos. Sólo piensan en el
fútbol y en las maquinitas, están tontos. Pero nosotras... Nosotras
debemos cambiar esta mierda de mundo. Pero claro, está Gran
Hermano y la telebasura que las atonta. Pero yo no me rendiré. No. Hay
que tomar la calle... (Se vuelve a parar desilusionada.) Tomar la calle...
Hay
tantas
cosas
que
cambiar...
Menos
mal
que
lo
de
la
antiglobalización 9 parece que funciona. Espero que mis padres me dejen
ir a la próxima concentración fuera de España. Creo que me entienden,
pero les da miedo. Dicen que aun soy demasiado joven. A lo mejor
tienen razón. Me queda un año para cumplir los dieciocho. Entonces no
se podrán negar. He encontrado un curro los findes para pagarme el
viaje. Se van a enterar. Sólo piensan en ganar dinero, no les importa el
hambre, ni la pobreza, ni el cambio climático. Se van a enterar, los
muy... (Saca unos libros de su cartera.) Bueno, me voy a poner a
estudiar, que mañana tengo un control de sociales. Aunque como leo el
periódico, no me hace falta estudiar mucho. El gilipollas de David,
siempre con el AS debajo del brazo, se ríe porque compro El País o leo
El Militante. Será capullo. Es un engendro del sistema. Menos mal que
Suso está conmigo. Suso, cabrón, me tienes loquita. Y qué bien habla en
las asambleas. También Carmen habla bien. Pero Suso tiene un culito...
Bueno a estudiar, y luego a preparar la charla de mañana en clase.
(Pausa.) Mira que quedarse en casa, con lo que nos jugamos... (Suspira.)
OSCURO


SEIS
¿Nos quiere?
(Escenario dividido en dos partes iguales, derecha e izquierda. En cada
parte una alumna.)
UNA: Hoy el profesor tenía los ojos tristes.
DOS: Hoy el profesor tenía la mirada alegre.
UNA: Pensaba que se iba a poner a llorar en cualquier momento. ¡Qué
mal rato! Ni Arturo se ha atrevido a gastar la broma de todos los días.
DOS: ¿Adónde ha ido a parar su cara de amargado? Arturo ha gastado la
broma de todos los días y él no le ha expulsado como casi siempre. Le
ha sonreído y ha dicho: venga, Arturo, cambia el rollo. Y le ha vuelto a
sonreír. Arturo no ha vuelto a abrir la boca. Pero también ha sonreído.
UNA: El silencio ha durado alrededor de cinco minutos. Nunca pensé
que podría durar tanto el silencio. Ha sido insoportable. Sobre todo por
aguantar su mirada, fija en nosotros. Sin pestañear. Sin moverse. Como
una estatua. La mayoría de mis compañeros ha fijado sus ojos en el
libro intentando aparentar interés por la Literatura, por la página 64 de
la que teníamos que corregir no sé qué actividad. Yo no, yo no le he
quitado ojo, esperaba ver brotar sus lágrimas en cualquier momento,
quería indagar en el porqué de ese cambio, averiguar su oscuro secreto.
18DOS: ¿Le habrá tocado la lotería y piensa decirnos que deja su trabajo?
Siempre se está quejando de nosotros. Dice que nunca le hacemos caso.
Y no es cierto, le atendemos a nuestra manera. Pero él no nos entiende.
No sé por qué no cambia de profesión. Creo que sería un buen
camarero. Bueno, hoy sí, hoy sabe estar en clase. Ha repartido un poema
suyo que habla de la alegría de vivir, de luchar por la felicidad, de la
sonrisa, de la importancia de la sonrisa. Será por eso que no se le va de
la cara. Parece una máscara, pero una máscara sincera.
UNA: Él siempre estaba alegre. Bueno, últimamente, porque dicen
algunos de sus alumnos de cursos pasados que era un amargado, como
ahora. Es el reflejo de la amargura. Después de esos cinco minutos de
absoluto silencio se ha ensombrecido aún más. Ha dejado de mirarnos,
ha tomado la tiza y ha puesto en la pizarra con letra grande y redonda,
perfectamente dibujada: os quiero. Al leerlo, mi corazón ha empezado a
latir con esa fuerza de los conciertos a los que me gusta ir durante el
verano. Ha abierto su carpeta, ha cogido unas hojas y nos ha repartido
una a cada uno. Esa hoja, esa maldita y maravillosa hoja ha cambiado mi
vida, tal vez también la de Arturo. Era un poema, un poema sobre la
tristeza, sobre el duro camino de la vida, sobre la dificultad de ser
hombre o mujer. Pero al final en un solo verso, como un rayo de Sol que
se filtra entre las nubes, el verso, largo, decía: Pero os quiero, y este
amor me libera y me hace roca impregnada de ternura. Y firmaba: Toño
López, él. Antes de salir, al finalizar la clase, ha estado a punto de
sonreír, en sus ojos ha estallado la esperanza.
DOS: Cuando ha terminado la clase, mientras recogía sus cosas, me he
acercado a su mesa, mis compañeros habían salido al pasillo, y me he
atrevido a preguntarle por su estado. Él me ha mirado tranquilo, con su
sonrisa a medio apagarse, y en sus ojos una brizna de penumbra, y me
ha dicho: no tengas prisa, antes de que termine el curso lo
comprenderás. Pero yo ya lo he entendido. A mí no puede engañarme.
Simplemente se ha dado cuenta de que nos quiere y no puede evitarlo.




SIETE
Quise decirles la verdad
(Ya entrado en años, pelo largo y barba desarreglada, sentado en la
mesa de un bar, de vez en cuando mirará a un lateral como si esperara
a alguien.)
CARLOS: Quise decirles la verdad... Con la tiza en la mano quise decirles
la verdad. Ellos me miraban. Veían mi mano temblar. Lo presentían.
Aquel día no iba a hablarles de sus libros, ni siquiera de los míos.
Simplemente quise decirles la verdad. Hablarles de mi miedo. De mi
tristeza. Aquel día llegué a decirles unas pocas palabras. Que no
hablaríamos de sintaxis, ni de metáforas, ni de generaciones, ni de
géneros literarios.
Que los adjetivos no tenían importancia, ni los pretéritos imperfectos,
que la métrica era una auténtica mierda. Aquel día yo ya lo sabía. Pero
ahí estaban ellos, sentados, y ellas, también sentadas. Su mirada, su
silencio, y lo que yo interpretaba como su angustia, me sobrecogían.
Seguía con la tiza en la mano, pensando si sería capaz de decirles algo
que quería decir. Sé que percibieron mi llanto interno, mi dolor
profundo, mi deseo de comunicación imposible. Cualquier otro día el
silencio hubiera costado minutos de esfuerzo, aquel día, no. Nada más
entrar, la nada se creó en el ambiente. Pero por qué si no sabían nada.

Publicado en Maratón de monólogos 2008, Asociación de Autores de Teatro, Madrid, 2009.
Apenas yo lo sabía. Días después llegué a considerar que algo profundo
existía entre nosotros. Pero me negué a aceptarlo. El silencio se
prolongó durante varios minutos. Tensos, eternos, duros. Algunos
chicos se miraban entre sí, pero no se atrevían a moverse, ni siquiera
movían sus cuadernos ni sus bolígrafos, como otras veces. Hubo un
momento en que la suma de respiraciones creó un sonido rítmico
solamente roto por algún ruido que provenía de fuera de la clase.
Un muchacho en plena adolescencia, como todos, agachó su cabeza y la
apoyó en la mesa entre sus manos. Yo sé que no quería dormir, conocía
su inocencia manchada de tristeza.
Una chica hizo un amago de comenzar a llorar, pero su compañera de
mesa le estrechó la mano.
El más hablador casi levantó la mano, pero miró a los demás y reprimió
su gesto.
La tiza o yo, no lo sé, intentó anotar algo en la pizarra. Consiguió
escribir una A mayúscula, pero se detuvo. No era una A como la de otras
veces, vigorosa, rotunda, convencida, presagio de un mensaje que
consideraba
evidente,
sagrado,
necesario.
Una
A
creadora
de
conocimiento, una A impulso emotivo o revelación mítica, una A
inundada de comunicación. Entonces no, aquel día esa A podía ser el
preámbulo de una despedida o de una declaración. Nunca se sabría.
Pero insisto, aquel día quise decirles la verdad. Y tal vez se la dijera sin
palabras, porque he de recordar que me fui de clase sin decir nada más
que un “hasta siempre” que dudo mucho que entendieran, tanto en su
contundente significado como en su consumación material. Un hasta
siempre, susurro, lamento y frustración al mismo tiempo. Un hasta
siempre imbécil, miserable, tétrico. Pero un hasta siempre consuelo y
liberación. Porque después de cerrar la puerta, escuché, detrás de ella,
la explosión de sentimientos, el rugir de las sillas, el buscar el sentido
de aquellos interminables minutos junto al compañero y tal vez amigo.
Ante ellos había surgido un enigma mayor que el de la oculta oración
subordinada, que el de la intangible ironía o la abrupta imagen
visionaria. Ante ellos había surgido el enigma de la vida. Una vez más,
aquella clase fue un éxito. El éxito del fracaso.
Años después, ya situado tras la barra del bar donde trabajé como
camarero, me encontré con ella, siempre nerviosa en clase, ahora con
una paz en la expresión que ya quisiera para mí. Me reconoció, a pesar
de mi pelo largo, mi barba desarreglada. Me reconoció a pesar de que
ya no usaba tiza. Me dijo hola Carlos, yo sé por qué te fuiste. Así, sin
pedirme nada, ni un vaso de agua. Me sentí paralizado. Creía que había
olvidado aquellos años, casi veinte dedicado a corregir tildes y a
provocar el verbo pensar.
Estuve a punto de salir corriendo porque no podía evitar su silencio y su
mirada.
Carlos, soy yo, Carmen. Y cómo iba a haber olvidado a Carmen. Me di
cuenta, en un instante, de que no había conseguido olvidar a ninguno
de los chicos y chicas de aquel último curso, el que no terminé porque
salí huyendo. Tampoco a Carmen, siempre nerviosa, que escribía “avia”
sin h, con uve y con la tilde tan perdida como mis ganas de corregirla.
Me llegó a gustar la palabra así, con esa escritura rebelde.
¿Te acuerdas de por qué te fuiste? Yo lo sé, Carlos. Tal vez tú no te
acuerdes, pero yo sé por qué huiste de la clase. Y sin dar mi
consentimiento me lo dijo:
Quisiste decirnos la verdad y no te atreviste. Gracias por no amargarnos
la vida. Yo la he descubierto y gracias a ti he comprendido la salvación
de la huida.
Pero ¿cuál era mi verdad?, le pregunté.
Tu verdad era que sin ilusión, sin alegría, sin entrega, sin amor hacia
nosotros no tiene sentido coger una tiza.
Y añadió: tal vez vuelva otro día y te cuente mi historia y por qué tu
huida fue tan importante para mí.
No ha vuelto. La espero hace ya demasiado tiempo. La espero para
contarle la verdad que ella no pudo ver. Que había sido derrotado. Que
quise enseñarles la paz y fuera les enseñaban la guerra. Que quise
mostrarles la justicia y fuera permanecía el hambre. Quise sugerirles el
arte y fuera les ofrecían basura. Hubiera deseado inyectarles el amor y
fuera les vendían odio. No tuve fuerzas para continuar y salí huyendo
aceptando mi derrota. Te sigo esperando, Carmen, para contártelo. Y
esta espera es lo mejor que me ha pasado en la vida. Gracias Carmen.

OCHO
Poemas para mi profesor
(Durante toda la escena ELLA estará buscando un libro en una
estantería llena de ellos. De vez en cuando sacará uno, lo ojeará y lo
devolverá a su sitio. Las acciones de selección, búsqueda y devolución
contrastarán por su delicadeza con sus palabras, un tanto rudas.)
ELLA: Se lo tengo que contar a alguien o reviento. ¿Este tío en qué
mundo vive? ¿A qué aspira? ¿Se creerá de verdad que nos interesa una
mierda lo que nos dice, lo que nos lee, lo que piensa del mundo en que
vivimos? Neruda y sus poemas de amor. Paso del amor, me gusta estar
con un chico, pero para pasar el rato. ¡El amor! ¡Que estamos en el siglo
XXI! Y el Quijote ese que estaba loco, y los molinos de viento. ¿Eso es
educativo? ¿Un tío pirado que se pega una hostia con unos gigantes que
no lo son? Y luego dicen que los jóvenes hacemos cosas raras. Pero lo
que me revienta es cuando nos habla del mundo, es que no para, el
calentamiento del planeta, la violación de los derechos humanos, el
hambre, la pobreza... ¡Qué manía con llevarnos recortes de periódicos!
Joder, que nosotros no tenemos la culpa, que lo habéis hecho así
vosotros, los de tu edad. Que el mundo está en nuestras manos, los
jóvenes. Hoy, hoy mismo lo ha vuelto a repetir. He estado a punto de
saltar. Que-no-es-nues-tro-mun-do, a ver si te enteras, que es el vuestro,
que si es así como dicen los asquerosos periódicos, es por vu-es-tra-cul-
pa, adultos sabelotodo. Dejadnos en paz. Dejadnos divertirnos, beber,
fumar, hacer el amor. (Lo ha dicho fingiendo la voz con la intención de
imitarle.) Sí, porque también nos habla de sexo, del sida, de embarazos
no deseados. No nos amarguéis la vida.
(Silencio prolongado.)
Aunque a veces, me da pena. El tío lo vive, se preocupa por nosotros,
quiere que estudiemos y si no lo hacemos parece que se entristece. Sí,
cuando no hacemos más de la mitad de la clase alguna actividad que él
cree de mucho interés, se deprime. Pero no un poco, se deprime un
huevo. Ayer, por ejemplo, se quedó sin voz. No sabía cómo continuar.
Yo a veces hago las cosas por no verle así. Es un pesado, pone esa cara
de pena, que da asco, pero una también es humana y a veces resulta
insoportable tanto dolor.
(Coge un libro y muestra alegría.)
Aquí está, sabía que estaba aquí. José Hierro. Antología. Mi madre y sus
libros de poesía. Ese poema... (Pasa apresuradamente las hojas y se
detiene. Lee la primera estrofa del soneto.)
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
Lo voy a copiar y mañana, sin que me vea nadie, claro, se lo doy, a ver si
se anima, y de paso, ¿por qué no?, me sube un puntito, que estoy
bastante necesitada. (Sale.)

NUEVE
Tal vez algún día
(En una esquina del escenario, sentado.)
ARTURO: Nunca sabrán qué me pasa. Nunca. Por mucho que me
pregunten. Ni mi tutor ni Ana. (Se levanta y se dirige a la embocadura.)
Jamás. No les importa. No es asunto suyo. Jamás conocerán mi secreto.
(Camina por el escenario inquieto.) Me ha costado mucho trabajo
disimular mi miedo, mi soledad, mi angustia, mi dolor... He conseguido
ser reconocido por mis bromas a destiempo. He logrado que me
expulsen de clase con cierta frecuencia. Que ya no me digan nada por
no llevar hecho el ejercicio 4 de la página 27.
Sin embargo, mi tutor parece saber algo, aunque yo no he dicho nada y
mi madre jamás ha pisado el instituto. Bastante tiene ella con lo suyo.
(Pausa.) Hoy no me ha expulsado, me ha hablado bien, me ha sonreído
y con una sola frase me ha desarmado: “Venga, Arturo, cambia de rollo.”
Y después ese poema, ese maldito poema. ¿Por qué ha tenido que decir
que nos quiere? Yo no quiero que me quiera nadie. Y Ana, que no ha
parado de mirarme en toda la mañana. Y me ha dicho, con esa voz tan
dulce y tan cruel: “cuando quieras me cuentas lo que te pasa”. Y ha
intentado cogerme la mano. ¿Quién es ella para cogerme la mano, para
preocuparse por mí? ¿Me preocupo yo por ella, me preocupo por alguien
acaso?
Quieren saberlo. Pero nunca sabrán nada.
(Vuelve a sentarse, abatido.)
¿Será verdad que el profesor nos quiere? Aunque me expulse, me ponga
ceros, ¿me quiere? Tengo que reconocer que hoy me ha gustado verle
alegre, parecía feliz. No como todos los días, con esa amargura que me
recuerda la mía. Hoy ha sido tan distinto... Casi me contagia su alegría.
De hecho, hoy sí he apuntado en mi agenda lo que ha pedido para
mañana. Tal vez lo haga, aunque no sé si sabré. (Silencio. Baja del
escenario y recorre el patio de butacas buscando a alguien.) Ya sé lo
que puedo hacer. Buscar a Ana. No tengo su teléfono, pero sé que por
las tardes siempre va a la biblioteca del barrio. Le pediré que me ayude.
Pero sólo a hacer eso. Que no se le ocurra cogerme la mano porque me
voy corriendo. Lo juro. (Sigue buscando, pero no encuentra a quien
quiere encontrar. Sube al escenario profundamente triste.) ¿Por qué hoy
no estaba Ana en la biblioteca? ¿Qué me pasa? Siento un deseo de verla
que no entiendo. Me parece que va más allá del ejercicio 12 de la página
Mucho más allá. Sí, lo siento, siento que es otra cosa, algo distinto,
necesito su mano, quiero acariciar su mano, y que ella me hable, que
me hable con esa voz tan distinta a todas las voces humanas. (Silencio.)
Algo me pasa. Ese maldito poema ha tenido la culpa. Quiero querer a
alguien. Quiero querer al profesor, a mi madre, quiero querer a Ana y su
mano tan suave. Y escuchar esa voz tan distinta a todas las voces
28humanas. (Silencio.)¿Y por qué no?, tal vez, sólo digo tal vez, hablarle de
mi soledad. De mi desesperante e inútil soledad.
OSCURO

OFRENDA DE MUERTOS, Urtusastegui


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OFRENDA DE MUERTOS
TOMÁS URTUSÁSTEGUI

RESUMEN.- Un matrimonio discute sobre poner o no poner su ofrenda de muertos en el mes de
noviembre. Ella alega las tradiciones para hacerlo y él los gastos para no hacerlo. Llegan los vecinos.
Hablan de sus problemas personales. Entre todos van poniendo el Altar de Muertos que al final está
completo con velas encendidas y todo lo necesario.
PERSONAJES: CUATRO HOMBRE Y TRES MUJERES.


PERSONAJES: LUCÍA, ANTONIO, PEDRO, LUZ, JORGE, ESTELA Y MARIO.


VESTUARIO.- El usual para la época actual. De fantasía para las calaveras.

ESCENOGRAFÍA.- Cuarto vació al iniciarse la obra. Ventana a la calle. Puertas de comunicación.
Pequeño candil en el techo. Cajas de cartón en el suelo. Dos bancas largas sin respaldo.
Es de noche. Al abrirse el telón se encuentra el escenario a oscuras. Se escucha música mexicana
alegre. Entran tres monjes con velas encendidas. Efectúan una coreografía trágica. Entran las
calaveras, gritan, bailan, comen, se abrazan. Es un verdadero jolgorio. Las calaveras pueden
ser reconocibles ya que serán al estilo de posadas y representaran al policía, al panadero con
su canasta, la catrina, el rico, la prostituta, el niño, etc. Etc. Salen muy alegres. Se hace
silencio. Se escucha el ruido de algún mueble al ser arrastrado. Lucía llama a su marido para
que la ayude. Al iluminarse el escenario vemos a lucía jalando una de las bancas para
colocarla en otro sitio. Estos bailarines serán después los personajes que llegan de visita.

LUCÍA.- ¡Arturo, Arturo! ¿Qué esperas que no vienes a ayudarme?
ARTURO.- (Desde fuera). ¿Qué cosa?
LUCÍA.- Qué vengas.
ARTURO.- (Igual) ¿Para?
LUCÍA.- ¡Ay! Ya me lastimé.
ARTURO.- (Entra molesto). ¿Para qué tantos gritos?
LUCÍA.- Quería que me ayudaras. (Señala la banca). -Está muy pesada.
ARTURO.- (Observa el cuarto). ¿Y los muebles?
LUCÍA.- Los puse en la recámara de Raúl.
ARTURO.- ¿Qué hacen ahí?
LUCÍA.- Mi hermano me ayudó a sacarlos.
ARTURO.- Eso no te pregunté, te pregunté...
LUCÍA.- Hoy es primero de noviembre.
ARTURO.- Me vas a volver loco, te pregunto una cosa y contestas otra. ¿Qué tiene que ver que hoy sea
primero de noviembre con lo de los muebles?
LUCÍA.- Mucho. Por eso traje las bancas.
ARTURO.- (Burlón). Ya sé. Mi mujercita va a instalar en este cuarto una escuela.
LUCÍA.- Ay, de que te levantas con el pie izquierdo...Tú sabes perfectamente que todos los años
ponemos en este lugar nuestra ofrenda de muertos.
ARTURO.- Poníamos, que no es lo mismo. Eso se acabó. Ya basta de tanta payasada y de tanto gasto.
LUCÍA.- ¿Estás hablando en serio?
ARTURO.- Completamente en serio.
LUCÍA.- Nunca me has dicho nada.
ARTURO.- No lo habías preguntado.
LUCÍA.- El altar es en memoria de nuestros muertos, los tuyos y los míos.
ARTURO.- Los muertos muertos están, no por ponerles florecitas van a resucitar.
LUCÍA.- Las flores no son para que resuciten, son para recordarlos.
ARTURO.- El que los quiera recordar lo puede hacer sin necesidad de todo esto. Como si los difuntos
se dieran cuenta.
LUCÍA.- ¿Por qué no? Yo sí creo.
ARTURO.- Cuando uno se muere ya no es nada, cuando mucho un poco de polvo...y que yo sepa el
polvo ni escucha ni ve.
LUCÍA.- ¿Y el alma?
ARTURO.- ¿Cuál?
LUCÍA.- La de ellos, la nuestra.
ARTURO.- Un cuento de los románticos y de la iglesia. Nada más.
LUCÍA.- ¿Qué te sucede? Nunca has pensado de este modo.
ARTURO.- ¿Qué quieres que me pase? Nada.
LUCÍA.- Estoy segura que sí; no es posible que pienses que sólo existimos mientras estamos vivos.
¡No somos piedras o animales! Forzosamente debe existir otra vida al morir.
ARTURO.-¡ Demuéstramelo!
LUCÍA.- No te lo puedo demostrar como no puedo demostrar mil cosas que existen como es la luz, los
planetas muertos, el sonido.
ARTURO.- La luz la ves, el sonido lo oyes y los planetas pueden ser observados con telescopios.
LUCÍA.- Yo siento a los muertos, los siento en mi piel, en mi corazón. Todos han dejado constancia de su existencia entre nosotros. Varios santos han hecho milagros después de muertos, hay
millones de historias de aparecidos...
ARTURO.- Tú lo has dicho: historias, cuentos, supersticiones.
LUCÍA.- Supersticiones o no, yo creo en ellos, y aún en el remoto caso de que realmente no existieran,
sí existe su recuerdo y ese sí que está vivo. Yo quiero a mis muertos y les estoy muy agradecida.
Lo menos que puedo hacer es recordarlos en su día.
ARTURO.- Para ese caso deberías recordarlos siempre, no solamente un día.
LUCÍA.- Siempre lo hago, pero más en esta fecha. Es lo mismo que festejar tu santo o el de mis hijos.
Lo hice antes, lo voy a hacer hoy y lo seguiré haciendo mientras pueda.
ARTURO.- Pero lo harás sin mi ayuda y sobre todo sin mi dinero.
LUCÍA.- Cuento con las dos cosas y sobre todo con tu voluntad. Si borramos el pasado, que lo forman
nuestros padres, nuestros abuelos, nuestra familia, no tendremos presente. El pasado existe
solamente mientras lo recordemos.
ARTURO.- Perdón, tienes razón como siempre. La verdad es que estoy preocupado por el dinero. Ya
ves que no alcanza.
LUCÍA.- Los muertos no tienen la culpa de ello.
ARTURO.- Eso sí, la culpa la tienen algunos vivos...
LUCÍA.- Invité a los compadres para que vengan a poner el altar, ya verás que va a quedar muy bonito,
mejor que nunca.
ARTURO.- (Nuevamente molesto). Te acabo de decir que ando preocupado por el dinero y tú te pones
a invitar a todo el mundo. ¿Qué les vamos a dar?
LUCÍA.- Cada uno va atraer su ofrenda.
ARTURO.- Sí, cómo no, como si no los conociera, puros gorrones. Vas a ver que lo único que traerán
será su barriga vacía.
LUCÍA.- Uno va a traer las flores, otro el pan, Jorge el mole...
ARTURO.- ¿Jorge? ¿Ese? Me corto uno y la mitad del otro si trae algo.
LUCÍA.- No andes de hablador que te vas a quedar sólo con una mitad y yo todavía quiero tener otro
hijo.
ARTURO.- (Sonríe). ¿Quién más viene?
LUCÍA.- Será una sorpresa.
ARTURO.- La sorpresa será que traigan algo.
LUCÍA.- No las van a traer para nosotros, las traen para sus muertos. Ahora que si los muertitos nos
dejan algo...
ARTURO.- Pues si viene tu mamá ya estuvo que no quedó nada de nada. Con lo tragona que era. Por
eso estaba como estaba.
LUCÍA.- Cómo eres.
ARTURO.- Ahora no la defiendas, si era tragoncita.
LUCÍA.- Recuerda que este día los muertos salen de sus tumbas con permiso de hacer lo que quieran.
A ti mi mamá te va a dar un buen susto si sigues hablando de ella.
ARTURO.- ¿Cuál insulto? Si yo quería bien a mi suegrita, sobre todo después de que se petateó. (Lucía
lo pellizca. Él hace como si lo doliera mucho). No, no es cierto.
LUCÍA.- Lo que si no va a alcanzar es la bebida. Es muy posible que venga tu papá...
ARTURO.- Vas a ver, ya te estás vengando.
LUCÍA.- ¿Yo? No, qué va. Sólo lo recordé. ¿Eso es malo?
ARTURO.- La verdad que sí era briago, de eso se murió, pero el viejo era alegre, a todas emes.
LUCÍA.- Le encantaba cantar, sobre todo boleros. A mí me cantaba esa canción de Usted.
ARTURO.- (Cantándole). “USTED ES LA CULPABLE DE TODAS MIS ANGUSTIAS Y TODOS
MIS QUEBRANTOS. USTED LLENO MI VIDA DE AMARGAS INQUIETUDES Y ...DE
AMARGAS INQUIETUDES Y...¿ Qué sigue?
LUCÍA.- Déjalo, tú papá si sabía cantar. Tú no fuiste la astilla del palo.
ARTURO.- Envidiosa, tú porque no sabes, yo soy el tenor del barrio. (Ahora canta “ojos tapatíos”. Lo
hace mal).
LUCÍA.- Mejor ayúdame a colocar las bancas.
ARTURO.- (Ayudándola). Siempre te has de salir con la tuya.
LUCÍA.- Ve por las otras cajas mientras yo coloco éstas. No quiero que cuando lleguen encuentren
esto así.
ARTURO.- Donde manda capitán...(Hace un saludo militar y sale. Lucía coloca las cajas de cartón.
De una de ellas saca manteles, figuras, platos. Regresa Arturo con más cajas. Entre los dos van
formando la base para el altar. Mientras lo hacen pueden tararear o cantar alguna canción. Ya
los dos están de buen humor). ¿A quién le vas a dedicar el altar este año? Nadie se nos murió.
LUCÍA.- Dale gracias a Dios.
ARTURO.- ¿Entonces?
LUCÍA.- Las mujeres nos pusimos de acuerdo y se lo vamos a dedicar a Pedro.
ARTURO.- No mames. ¿A Pedro Infante?
LUCÍA.- ¿No estás de acuerdo?
ARTURO.- Ya hace un chorro y un montón que estiró los tenis.
LUCÍA.- Sí y no. A cada rato lo veo vivito y coleando en la tele. Me sigue gustando un chorro.
ARTURO.- ¡Ya está muerto!
LUCÍA.- Ya lo sé, y si todos los muertos fueran igual a él yo ya estaría rezando para morirme.
ARTURO.- No lo había pensado, pero los fantasmas deben ser igual a los de la tele. Ya están muertos
pero siguen cantando y enamorando a todas.
LUCÍA.- Esos son a los muertos que podemos ver, a los otros no pero también ahí están...Ay mamita,
ya hasta me está dando cus cus.
ARTURO.- Qué te va a dar. Pedro Infante siempre te hace llorar.
LUCÍA.- Y reír.
ARTURO.- ¿Qué te parece si el altar lo dedicamos no a un muerto sino a uno que ya no tarda nada en
morir?
LUCÍA.- ¿Quién está grave?
ARTURO.- A la mejor ya hasta se murió, ayer estaba muy pero muy grave.
LUCÍA.- Ya me estás preocupando. ¿Es alguien de la familia, tu mamá?
ARTURO.- Eso quisieras ¿verdad? Pero no, mi jefecita está en su pueblo poniendo su altar para mi
padre. Siempre se lo dedica a él.
LUCÍA.- ¿Quién se está muriendo?
ARTURO.- Quien va a ser, nuestro peso. Ya está en las últimas, hasta apesta.
LUCÍA.- Ni lo digas, si él se muere todos nos vamos al hoyo.
ARTURO.- Si ya estamos en él.
LUCÍA.- Vamos a olvidar hoy al peso y al hoyo. Festejemos a los verdaderos muertos.
ARTURO.- Es importante hablar de nuestra moneda.
LUCÍA.- Mejor hablamos de otra cosa.
ARTURO.- ¿Cómo de qué?
LUCÍA.- Podría ser de lo mucho que te quiero.
ARTURO.- Me quieres pero para sacarme la lana.
LUCÍA.- Cómo eres.
Se hace oscuro total.
ARTURO.- ¿Y’ora?
LUCÍA.- Se fue la luz.
ARTURO.- ¡ Carajo!
LUCÍA.- No va a tardar, ya verás.
Se escuchan toquidos en la puerta.
LUCÍA.- Ya llegaron.
ARTURO.- Diles que no hay luz, que vengan mañana.
LUCÍA.- Sigue acomodando, yo voy a abrir.
ARTURO.- Cómo voy a acomodar sin luz.
LUCÍA.- Entonces estate quieto. No me tardo.
ARTURO.- (Golpeándose con la banca). ¡ Chin, ya me di en la madre con esta pinche banca!
LUCÍA.- Te dije que no te movieras.
Sale Lucía. Arturo se queja. Entran todos los invitados. En una mano traen una vela encendida y en la
otra su ofrenda. Cada uno dirá su verso y colocará la ofrenda y la veladora en el piso cuando
termina de hacerlo. Debe dar la impresión de un panteón en día de muertos.
TODOS.- (En coro)
VENIMOS CON ESTAS LUCES
A HONRAR A NUESTROS MUERTOS.
LLAMAS VIVAS, LLAMAS DULCES,
FUEGO Y AMOR PARA SUS CUERPOS.
MUERTOS SIEMPRE PRESENTES
EN EL MUNDO DEL SILENCIO.
SERES VIVOS EN LAS MENTES,
VOCES CALLADAS EN LOS REZOS.
PEDRO.- YO TRAIGO PAPEL PICADO
PARA ADORNAR EL ALTAR.
PAPEL BLANCO, PAPEL MORADO
QUE ACABO YO DE CORTAR.
LUZ.- BELLA FLOR DE CEMPASUCHITL
A USTEDES VOY A OFRENDAR,
EN ELLAS VAN MIS AMORES
QUE LES QUIERO REGALAR.
JORGE.- DE DULCE SON MIS CALAVERAS
DONDE ANOTÉ NUESTROS NOMBRES:
PEDRO, LUZ, JORGE Y ESTELA...
CALAVERAS DE COLORES.
ESTELA.- A MIS COMPADRES DIFUNTOS
LES TRAJE SUS AGUARDIENTES
PARA QUE BRINDEN CON GUSTO
Y NOS RECIBAN SONRIENTES.
MARIO.- YO MEJOR LES TRAJE PULQUE
CURADO DE MUCHOS SABORES,
DE TUNA PARA LOS QUE SUFREN,
DE MANGO PARA LOS GORRONES.
LUCÍA.- DE DULCE Y TRIGO ES EL PAN
QUE EN MI HORNO COCINÉ.
ES DE LOS DE MICHOACÁN.
A VER SI AHORA LE ATINÉ.
ARTURO.- ESTA HUMILDE FLOR DE TERCIOPELO
ES MI OFRENDA PARA LOS MUERTOS.
QUISIERA OFRECERLES EL CIELO
Y LAS ESTRELLAS DEL FIRMAMENTO.
LUZ.- YO LES VOY LA BOCA A ENDULZAR
CON MI CALABAZA EN TACHA.
SE QUE LES VA A ENCANTAR
PUES LA HICE YO EN MI CASA.
PEDRO.- ANTES DEL DULCE ESTÁ EL MOLE,
MOLE NEGRO DE OAXACA.
SI LE PICA TOME ATOLE
DE SABOR A CALABAZA.
JORGE.- TEJOCOTES Y CAÑAS
LOS TRAIGO PARA TU ALTAR,
LOS COMPRÉ A HORA TEMPRANA,
FRESQUITOS SIN MADURAR.
ESTELA.- ENVUELTOS EN EL COPAL
VAN NUESTROS CORAZONES.
AHORA VAMOS A CANTAR
UNAS ALEGRES CANCIONES.
Cantan una o dos canciones típicas mexicanas que tengan algo que ver con los muertos o con las
fiestas. Pueden ser campiranas o citadinas como las de Chava Flores.
MARIO.- TODOS SOMOS MORTALES.
USTEDES GANARON LA PARTIDA.
LOS DESTINOS SON FATALES.
AHÍ NOS VEMOS EN LA OTRA VIDA.
TODOS.- VENIMOS CON ESTAS LUCES
A HONRAR A NUESTROS MUERTOS,
LLAMAS VIVAS, LLAMAS DULCES,
FUEGO Y AMOR PARA SUS CUERPOS.
Se hace un silencio. Colocan las velas y las ofrendas en el piso. Todos hablan a la vez. No se entiende
nada. Alguno ríe.
PEDRO.- ¿Y’ora? ¿No pagaron la luz?
ARTURO.- La pagamos y la apagamos. La apagamos para que ustedes no entraran.
LUZ.- ¿Yo también?
ARTURO.- No comadre, cómo cree. Lo dije sólo por esta bola de bueyes. (Empieza a dar abrazos a
sus compadres y la mano a las mujeres).
PEDRO.- Bueyes los de mi carreta...y los que estoy viendo.
ARTURO.- Si no hay espejo. (Todos ríen). Qué a todo dar que hayan venido.
MARIO.- Cual debe de ser, no todos los días festejamos a los difuntitos.
LUCÍA.- (Observando las ofrendas). Újule compadres, no se midieron, cuántas cosas trajeron.
LUZ.- No te hagas la occisa que no te queda, trajimos lo que pediste, ni una cosa más.
LUCÍA.- Bueno, no son cosas para mí, son para los muertitos.
MARIO.- ¿Y a los vivos no nos van a ofrecer nada, ni un triste trago o de perdiz una silla para
sentarnos?
ARTURO.- Será la copa, los muebles los sacó mi vieja y las bancas son para el altar.
LUCÍA.- Si quieren vamos a la sala, ahí hay suficientes asientos.
MARIO.- ¡Niguas! Venimos a poner el altar no a estar sentadotes. La copa sí, a esa nunca se dice que
no.
LUCÍA.- Esa te la vamos a deber, imagínate tú aquí festejando a los muertitos y tu mujer en su casa,
sola.
MARIO.- Nada de sola, ella está festejando al recién nacido.
LUZ.- Esto es la vida: nacer y morir.
JORGE.- Claro que no, la vida es lo que está en medio entre el nacimiento y la muerte. Por eso hay que
disfrutarla.
ESTELA.- Y qué tal si en vez de tanto güiri güiri ponemos el altar.
JORGE.- Yo, como las lámparas, sin combustible no funciono. Necesito alcohol del noventa.
ARTURO.- Bola de gorrones, voy por los tragos.
PEDRO.- Te ayudo.
LUZ.- No m’ijito, eres capaz de tomarte toda la botella en el camino. Mejor voy yo.
PEDRO.- (A Lucía). Le va a volar el marido.
LUCÍA.- De eso pido mi limosna, pero no se me hace.
JORGE.- Menos plática y más alcohol. Tengo seca la garganta.
MARIO.- Yo tengo seco todo.
LUCÍA.- (Toma una de las botellas de la ofrenda). Empiecen con esta mientras viene mi marido.
MARIO.- Cómo crees, ésta es para los difuntos.
LUCÍA.- Si estás tan seco como dices pronto serán uno de ellos.
MARIO.- No me quiera tanto comadre.
Entra Arturo con las bebidas en una charola. Las va repartiendo. Le agradecen.
MARIO.- ¡Salud compadres y comadres!
JORGE.- ¡Salud padres y....madres!
OFRENDA DE MUERTOS
11
ESTELA.- No se mande compadre.
LUZ.- ¡Salud por los muertos!
ESTELA.- Mejor ¡Salud a los muertos!
PEDRO.- Si tuvieran salud no estarían tiesos.
LUZ.- Pues eso sí, entonces salud a los vivos.
ARTURO- (Señala A Mario). Este no es tan vivo que digamos, más bien es pentonto o tontejo, como
ustedes prefieran.
MARIO.- ¿ Qué te traes, güey? Lo que pasa es que me tienen envidia por ser joven, guapo, simpático,
fuerte, artista, millonario.
ESTELA.- Sí, sí, y qué más.
MARIO.- Siempre me he preguntado cómo me veré de muerto. Estoy seguro que mi esqueleto y mi
calavera van a traer locas a todas las calaquitas del cementerio.
ARTURO.- El mío será un esqueleto bailarín.
ESTELA.- Y el mío será el de un esqueleto cabaretero, de esos de rompe y rasga.
LUCÍA.- Yo, como la Catrina, seré un esqueleto elegante, bello, distinguido.
Todos toman una máscara de calavera y accesorios de ropa. Se los colocan. Bailan coreográficamente
música tropical.
JORGE.- Lo bueno de este baile es que yo también ya estoy muerto.
ESTELA.-¿ Cómo?
JORGE.- Sí, estoy muerto...de cansancio.
MARIO.- Y yo muerto de...sed.
ESTELA.- En ese caso yo estoy muerta...de frío.
ARTURO.- Pues de lo que yo estoy muerto es de hambre y si los muertitos no se apuran me voy a
entrar al mole.
ESTELA.- Tú que le entras y yo que te entro a ti.
MARIO.- No, así ya hasta se me pasó el apetito.
ESTELA.- Más te vale.
JORGE.-¿ A ustedes de que les gustaría morir? A mí me gustaría de amor.
LUZ.- Cómo Juana la Loca.
JORGE.- Así, arrastrando el cadáver de mi mujer de un lado a otro, dejándolo que apeste, que se llene
de gusanos. ¡Fúchila!
ESTELA.- No me quieras tanto.
LUZ.- A mí me gustaría morir de vieja.
PEDRO.- Pues ya vete preparando.
LUZ.-¡ Grosero!
PEDRO.- Pues lo que es a mí preferiría morirme de risa.
LUZ.- Con lo simple que eres no sería difícil.
PEDRO.- Me moriría riéndome de los políticos, del pecado, de las enfermedades, de los ricos, de los
pobres, del dinero, del poder, de la misma muerte.
JORGE.- Recuerda que el que mucho se ríe no se muere pero sí se orina.
LUCÍA.- A mí me gustaría quitarme la vida diciendo un verso romántico o uno que hable del encuentro
entra la vida y la muerte, como las Coplas de Manrique:
“ Despierte el alma dormida,
avive el seso y contemple,
como se pasa la vida,
como se llega la muerte,
tan callando”
JORGE.- Mejor recita a Manuel Gutiérrez Nájera.
“¡ No moriré del todo, amiga mía!
De mi ondulante espíritu disperso,
algo en la urna diáfana del verso,
piadosa guardará la poesía.
¡ No moriré del todo! Cuando herido
caiga a los golpes del dolor humano,
ligera tú, del campo entenebrido
levantarás al moribundo hermano.
ARTURO.- Yo me quedó con Sabines:
“Padre mío, señor mío, hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío,
saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡ padre mío, despierta!
LUCÍA.- Ya párenle que me van a hacer llorar. Mejor léanme los suyos.
ESTELA.- ¿Cuáles?
LUCÍA.- Cómo que cuáles, los que les pedí.
LUZ.- Tú nos pediste las ofrendas. Ahí se me fue toda mi quincena.
LUCÍA.- Hablo de las calaveras.
JORGE.- Aquí están, una hasta tiene tu nombre.
LUCÍA.- No hablo de esas, hablo de las otras, de las suyas.
JORGE.- Tendrás que esperar hasta que nos petateemos y los gusanos dejen limpia la calaca.
LUCÍA.- Hablo de las calaveras, de los versos.
JORGE.- Pues hable claro, comadre.
PEDRO.- La verdad es que a mí no se me ocurrió nada.
JORGE.- Burlón. N’ombre, qué raro.
PEDRO.- ¿ Y el inteligente de tú si las trajo?
JORGE.- Clarines dijo Popochas, compromisos son compromisos.
ARTURO.- Antes brindemos por nuestros muertos ilustres.
LUCÍA.- De tanto brindis se van a acabar las botellas.
ARTURO.- Hoy es día de muertos y a las primera que hay que darle muerte es a la botella ¿Verdad
compadres?
PEDRO.- Tu lengua es de oro.
ARTURO.- ¡Salud por nuestros antepasados, por nuestros héroes, por todos los que han luchado por el
país! (Se pueden decir los nombres que deseen como puede ser desde Cuauhtémoc pasando por
Juárez hasta los del Ezln)
TODOS.- ¡Salud!
JORGE.- ¿Van a oír mi calavera o me marcho? Me la aprendí de memoria, ya saben mi facilidad para
aprender todo.
LUZ.- Lo sabemos compadre, lo sabemos, por eso aprendió bien pronto a obedecer a su mujer y a su
suegra.
JORGE.- (Abnegado). Por esta vez les doy la razón, soy un marido y yerno obediente.
MARIO.- No la hagas de caca...huate que es de almendra. Mejor di tu calavera.
JORGE.- Mejor no, se van a enojar las viejas.
ESTELA.- (Fingiendo enojo). ¡ Dilo!
JORGE.- Así sí. Ya dije que soy obediente.
YA MURIERON LAS MUJERES,
YA LAS LLEVAN A ENTERRAR,
AHORA TENDREMOS PODERES
QUE NOS QUISIERON QUITAR.
QUE DESCANSEN EN SU TUMBA,
COSA QUE YO MUCHO DUDO,
ESTARÁN ZUMBA QUE ZUMBA,
CRITICANDO A TODO EL MUNDO.
SE ACABO EL PEDIR DINERO,
DECIR QUE NO ALCANZA PARA EL GASTO;
QUE SE LO PIDAN AL DIABLO
CON EL QUE VAN A ESTAR UN BUEN RATO.
Los hombres victorean a Jorge. Las mujeres le chiflan o lo abuchean.
PEDRO.- Inspirado esta noche has estado.
JORGE.- No es por nada, pero creo que nací poeta.
ARTURO- No seas mamí...
ESTELA.- Ahora yo diré mi calavera.
LA MUERTE BUSCO A LOS HOMBRES,
PERO NO ENCONTRÓ A NINGUNO.
SÓLO VIO MARICONES
LLORANDO EN TODO EL MUNDO.
SE QUEJAN QUE HAY GUERRAS
Y QUE SUBEN LOS PRECIOS.
Y EN LUGAR DE IR A LA SIERRA
SE QUEDAN SATISFECHOS.
POBRE MUERTE. REGRESO SIN NADA.
HOY EN LA TUMBA SE QUEJA
DE ENCONTRAR PISTOLAS SIN BALAS
Y MACHOS VESTIDOS DE VIEJA.
Gran alboroto de las mujeres que la victorean.
JORGE.- Te mandaste mujer, te mandaste.
ESTELA.- Sólo dije la puritita verdad ¿o no? ¿A poco no se la pasan ustedes criticando a los corruptos,
al gobierno, a los ricos y e. t. c, e.t.c. y no hacen nada o cuando mucho votan a favor de los que
criticaron?
MARIO.- Yo hice una calavera a los corruptos.
AL INFIERNO LLEGARON LOS CORRUPTOS,
GENERALES Y GOBERNADORES,
CURAS Y POLICÍAS, QUE SON MUCHOS,
COMERCIANTES Y HAMBREADORES.
EL POBRE DIABLO SALIÓ HUYENDO,
ELLOS SE QUEDARON CON SU NEGOCIO,
AHORA TODO EL TIEMPO ESTÁN VENDIENDO
AZUFRE, LLAMARADAS Y LODO.
EL DINERO QUE GANAN NO SIRVE
PUES NO LO PUEDEN CAMBIAR POR ORO,
LO TIENEN QUE HACER BOLITAS
Y GUARDÁRSELO EN EL HOYO.
HOYO DE LA TUMBA, SE SOBREENTIENDE,
PUES EN EL OTRO NO CABRÍA,
TANTO HA ROBADO ESTA GENTE
QUE POR ESO ESTAMOS EN LA CHILLA.
SUFRAN TODA LA ETERNIDAD
QUEMADOS CON SUS BILLETES
QUE ROBARON A LA SOCIEDAD.
¡ SEA MALDITA SU SUERTE!
ARTURO.- Tienes razón, ellos se quedaron con nuestros pesos.
LUCÍA.- Qué se los lleven, ya no les van a servir de nada.
LUZ.- Al peso hice mi calavera.
TODOS.- Viene de ahí.
LUZ.- MURIÓ EL PUEBLO DE GRAN EMOCIÓN
PUES UN DÍA SE VOLVIÓ MILLONARIO
UN DÓLAR VALE AHORA UN MILLÓN
Y BILLONES UN CENTENARIO.
UN BOLILLO CUESTA MIL PESOS
Y LA CARNE NI SE DIGA.
UNA COMPUTADORA SON MIS SESOS
PARA PODER AGREGAR EL IVA.
USARON BILLETES DE MORTAJA
PARA LLEVAR AL PUEBLO A ENTERRAR,
FUE MAS BARATO QUE UNA MANTA
DE ESAS DE CHINCONCOAC.
DÓNDE VINISTE A PARAR
¡ OH PESO DESGRACIADO!
QUE YA NADIE TE VA A DESEAR
NI COMO PAPEL PARA EXCUSADO.
MARIO.- ¡Voy con la poetiza! Esto no tiene ni métrica.
LUZ.- Pero sí rima y sobre todo dice la neta... ¿ o no?
MARIO.- Para que no te enojes diré que sí.
LUCÍA.- ¿ Quién trae más calaveras?
PEDRO.- Si no es enchílame otra.
En esta parte se dirán calaveras que pueden aportar los propios actores o los amigos sobre ellos
mismos o la situación política actual o la cultural. No se debe exceder en tiempo.
LUCÍA.- Yo escribí una sobre la inseguridad de las calles pero no la encontré, todo lo pierdo.
MARIO.- Con que no pierdas a tu viejo...
LUCÍA.- A él lo traigo cosido a mi falda.
JORGE.- Voy a hacer una calavera a mí mismo, seré un muerto de categoría, mis huesos brillarán
como mármol de lo blanco que están.
ESTELA.- Si van a morir déjenos bien aseguradas, algún recuerdo queremos tener de ustedes.
JORGE.- (Haciendo un movimiento erótico). Tú ya sabes por lo que me vas a recordar.
ESTELA.- ¿Tú crees? Las minucias se olvidan pronto.
LUCÍA.- (Ríe). Ahora sí, vamos a poner el altar. No quiero muertos de cuerpo presente el día de hoy.
LUZ.- (Gritando como en pelea de gallos). ¡Cierren las puertas, apaguen la luz!
MARIO.- Sin luz esto se va a poner bueno, a ver cuál de las viejas me toca a mí.
LUZ.- ¡Pelado!
Apagan la luz, cada uno toma su veladora, la enciende. Con murmullos musicales que recuerden los
rezos y cánticos de la gente de pueblo en las festividades del día de muertos van tomando cada
uno su sitio, ejecutaran un breve ballet con ellas, después, con gran precisión y sin dejar de
cantar, colocarán todas las ofrendas en su lugar. Por último colocarán las veladoras
encendidas en el altar. Los actores dejarán que el público pueda admirar el altar ya completo,
después se colocarán para decir los siguientes versos:
HOMBRES.- RECORDEMOS A LOS MUERTOS
QUE SE ENCUENTRAN DESCANSANDO
DE LAS PENAS QUE SUFRIERON
EN ESTE MUNDO MALSANO.
MUJERES.- TAMBIÉN A LOS ANTEPASADOS
AZTECAS, MAYAS, OLMECAS.
ESPAÑOLES E INDIOS CRUZADOS
QUE FORMARON ESTAS TIERRAS.
UNA PAREJA.- A LOS QUE LUCHARON POR LA NACIÓN
DURANTE LA INDEPENDENCIA
Y A LOS DE LA REVOLUCIÓN
QUE MURIERON POR LA TIERRA.
TRES MUJERES.- TAMBIÉN A LOS QUE PERECIERON
EN LAS LUCHAS Y GUERRILLAS
POR QUERER SALVAR AL PUEBLO
DE TODAS LAS INJUSTICIAS.
TRES HOMBRES.- RECORDEMOS A LOS POETAS,
A LOS MÚSICOS Y DRAMATURGOS,
A LOS QUE PINTARON COSAS BELLAS
EN LOS CUADROS Y EN LOS MUROS.
TODOS.- OH MUERTE, TÚ NOS IGUALAS
A LOS POBRE Y A LOS RICOS,
PARA TI NO EXISTEN EDADES
NI SEXOS O COMPROMISOS.
HOMBRES.- (Con tono alegre). NOSOTROS MORIREMOS TAMBIÉN.
LO ÚNICO QUE TE PEDIMOS QUE NOS DEJES LLEGAR A LOS CIEN
O DE A PERDIZ AL OTRO SIGLO.
ARTURO.- LLÉVATE PRIMERO A LOS BANDIDOS,
A LOS QUE NOS ROBAN LA PATRIA,
AL FIN Y AL CABO SON MUCHOS
Y PUES IR LLENANDO LA PANZA.
LUCÍA.- COMIENZA CON LOS POLÍTICOS
Y LOS POLICÍAS LADRONES,
SIGUE CON LOS COMERCIANTES RICOS
Y TERMINA CON LOS MATONES.
HOMBRES.- MUERTE, QUERIDA MUERTE
NUNCA TE VOY A DESEAR,
ME GUSTA CARNE LLENITA
Y NO HUESOS PARA RASCAR.
MUJERES.- MUERTE, QUERIDA MUERTE
NUNCA TE VOY A DESEAR,
PARA TI MUY BUENA SUERTE
PERO VIVIR...ES A TODO DAR.
TODOS.- QUE DESCANSEN LOS MUERTOS EN PAZ
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS,
NOSOTROS VAMOS A CANTAR
PORQUE AUN ESTAMOS VIVOS
MUERTE, QUERIDA MUERTE
NUNCA TE VOY A DESEAR,
PARA TI MUY BUENA SUERTE
PERO VIVIR ES...A TODO DAR.
Los actores vuelven a ponerse la máscara de calavera, bailan y cantan con ella, después la arrojan y
ya como vivos bailan y cantan más alegremente. Sacan a bailar al público. Pueden repartir con
él la ofrenda de muertos.
TELÓN FINAL.