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SOBRE EL TEATRO DE CREACIÓN COLECTIVA bUENAVENTURA

El método de creación colectiva en la propuesta didáctica del maestro
Enrique Buenaventura: anotaciones históricas sobre su desarrollo
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Recepción: 23/09/2009
Aprobación: 14/11/2009
EL MÉTODO DE CREACIÓN COLECTIVA EN
LA PROPUESTA DIDÁCTICA DEL MAESTRO
ENRIQUE BUENAVENTURA: ANOTACIONES
*
HISTÓRICAS SOBRE SU DESARROLLO
Mario Cardona Garzón
Universidad de Antioquia
RESUMEN
En este artículo se quiere destacar la contribución que hace el Maestro
Enrique Buenaventura en el panorama de los métodos existentes para
la enseñanza del teatro en Colombia. Se resalta la diferencia que él
mismo propone entre un método para la formación de actores y un
método para la creación colectiva, el cual, a su vez, como proceso
forme a los actores; también es pertinente señalar la relevancia que
tiene para el teatro latino-americano la existencia de un método co-
lectivo en un contexto históricamente individualista. Se realiza un
análisis hermenéutico de reflexión crítica, comprensión y síntesis
sobre los documentos teóricos del Maestro.
Palabras clave: teatro, Método de Creación Colectiva, improvisación,
didáctica, análisis del texto.
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Mario Cardona Garzón
THE METHOD OF COLLECTIVE CREATION
IN THE DIDACTIC PROPOSALS OF MAESTRO
ENRIQUE BUENAVENTURA: ANNOTATIONS
ON ITS HISTORICAL DEVELOPMENT
Mario Cardona Garzón
University of Antioquia
ABSTRACT
The article highlights the contributions made by Enrique Buenaven-
tura to existing methods of teaching theater in Colombia. It highlights
the differences he proposed between the methods for training actors
and methods for collective creation, which in turn affect the actors’
formation process. The article also notes the relevance to Latin Ameri-
can theater in which the master advocates a collective method in a
historically individualistic context. The article undertakes a herme-
neutic analysis of critical thinking, understanding, and synthesis of
theoretical documents by the Master.
Keywords: theater, Method of Collective Creation, improvisation,
teaching, analysis of the text.
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Conozco este camino paso a paso
y no sé si voy o vengo o estoy quieto,
Dejo huellas, las borro, las repaso
Enrique Buenaventura
1. PRIMERAS PALABRAS, HACIA EL MONTAJE DE UNA OBRA EN EL TEC
¿Qué se entiende por método? Para responder a esta pregunta, nos remi-
timos a lo que los profesores Álvarez de Zayas y Elvia M. González plantean
frente a la didáctica: “el método es la configuración que adopta el proceso
docente educativo en correspondencia con la participación de los sujetos
que en él intervienen, de tal manera que se constituye en los pasos que de-
sarrolla el sujeto, en su interacción con el objeto, a lo largo de su proceso
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consciente de aprendizaje” . En este sentido, ya para la época de 1967, el
Maestro Enrique Buenaventura, pedagogo, Hombre de teatro, empieza a
perfilar la necesidad de un método que diera orden y trazara caminos en la
construcción del discurso de montaje en el teatro, dado que el desarrollo del
trabajo y los montajes reclamaban con urgencia nuevas formas de abordar
la creación teatral desde una visión más colectiva y de mayor inclusión y
participación. Veamos, pues, dicho recorrido:
Posterior a la renuncia de Pedro I. Martínez y Fanny Mikey, en enero de
1965, se presenta la reestructuración del TEC, lo que en el campo artístico-
administrativo ocasiona la creación de un colectivo de dirección. En este
periodo, comprendido entre 1967 a 1975, el Teatro Escuela de Cali plantea
una antítesis a toda la etapa anterior de trabajo, desmontándola gradual-
mente, siendo reflexivos y críticos con ella, aceptando los nuevos retos
sociales y políticos que se les planteaban. Al respecto, dice Buenaventura:
“Con traumas, con problemas y crisis, la transformación vino. Surgió una
dirección artística que asegura una amplia participación de los actores en
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la orientación artística de la institución” .
Se planteó la necesidad de dar la oportunidad de dirigir a miembros
del elenco de planta y se constituyó un colectivo de dirección que hizo del
trabajo del montaje un verdadero trabajo de equipo. En este sentido, la inte-
ligencia de Buenaventura-director está en comprender pedagógicamente ese
nuevo reto; no se trata solo de alumnos para formar, sino de alumnos que
acceden al nivel de la profesionalización; entonces, este tránsito parte de un
modelo de compañía teatral para convertirse en un equipo posibilitador de
una nueva estructura, con una metodología de trabajo; dice Buenaventura
que el trabajo del TEC en esta nueva etapa está precedido y acompañado
por la investigación a diferentes niveles: histórico, sociológico, político e
investigación científica en torno al propio trabajo artístico.
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Obsérvese la aparición del concepto de investigación científica, lo cual
no deja de ser una innovación en los logros alcanzados durante los procesos
precedentes a esta etapa y la implementación de la experiencia que permite
llevar a la práctica dichos conceptos; es el caso del Ubu Rey, que nos servirá
de ejemplo, pues en este proceso aparece un nuevo director acompañado de
un colectivo de dirección que necesariamente va a democratizar el método
de trabajo. Con esta obra, el TEC da inicio a un camino que ya se venía la-
brando, por lo cual Buenaventura se pregunta: ¿por qué escogimos el Rey
Ubu?, y responde al respecto:
1) Por su contenido y la relación de ese contenido con la situación
actual de nuestro país. Ubu es una sátira del aventurerismo,
del golpismo y una crítica de la violencia, de la corrupción
administrativa y de la impunidad.
2) Es la primera y continúa siendo una de las más avanzadas piezas
de vanguardia de este siglo (XXI).
3) Por su forma y la multiplicidad de problemas que plantea en
cuanto a actuación y montaje, una experiencia nueva para el
director y los actores. Ubu ha sido para nosotros una pieza expe-
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rimental en el más profundo y amplio significado del término .
El hecho pedagógico así planteado requiere de una comunión propia con
la pedagogía social, en donde el Maestro no se reafirma en su autoridad sino
que empieza a estar atento a las solicitudes de sus ya compañeros-alumnos.
De otro lado, este grupo como colectivo se enfrenta a un conjunto de textos
narrativos y dramáticos de A. Jarry y del TPN (Teatro Popular Nacional), los
cuales fueron analizados, contextualizados, seleccionados y experimentados
para finalmente ser adaptados.
Ahora viene la responsabilidad: el trabajo de reelaboración del texto debe
ser confiado a un dramaturgo, en tanto los textos reelaborados por actores
suelen perder belleza literaria. Con el ánimo único de ilustrar la dimensión
del trabajo puesto en marcha alrededor de esta obra, basta mencionar las
diferentes comisiones que trabajaron a profundidad en las siguientes áreas:
comisión de análisis histórico, de material gráfico, de análisis ideológico,
de análisis particular del lenguaje de Jarry, de breve estudio sobre la lógica
de Ubu, de análisis de la fábula, de propuestas escenográficas y musicales;
para después de este proceso pasar a los ensayos; pero como en ese momento
están en procura de establecer un Método de Creación Colectiva, empieza a
aparecer en el proceso una herramienta fundamental para el trabajo teatral:
la improvisación, propuesta teórica que no encontraremos referenciada en
ningún otro estudioso del teatro en el mundo.
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Ya tenemos pues un modelo para seguir trabajando, escribe Buenaven-
tura en el texto reflexivo que denomina: ¿Cómo se monta una obra en el
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TEC? , y se constituye en uno de los primeros documentos que presenta los
antecedentes del Método de Creación Colectiva.
2. UNA EPÍSTOLA... AL FIN Y AL CABO LA PALABRA
En el año de 1966, Buenaventura reúne a los actores del Teatro Escuela
de Cali y les lee una carta dirigida a los nuevos directores de obras del TEC,
en la que dice: “he decidido escribirles porque al fin y al cabo la palabra
escrita es mi mejor y mi más legítimo modo de expresión y quisiera también,
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en esta carta, hablarles de mi experiencia personal en la dirección teatral” .
En tales palabras, Buenaventura está planteando una colectivización de este
oficio, reconoce la importancia para la institución de que otros integrantes
se comprometan con las dificultades y responsabilidades de los nuevos
procesos, sabe también que después de diez años ya se han quemado etapas,
que la relación con el público ha permitido una experiencia y madurez para
andar nuevos caminos, y sobre esto reflexiona; en tanto, ya hay miembros
en el grupo capaces de asumir el proceso de dirección, y tratando de cla-
rificar este proceso, escribe en la carta: “yo no digo que no haya que hacer
planes, que se vaya al trabajo creador sin saber lo que se quiere, lo que se
busca; al contrario, no creo que haya plan inútil, investigación o idea pre-
via inútiles. Hay que tomar este trabajo previo con gran seriedad, pero hay
que entender que la creación llamada Puesta en Escena, no encontrará su
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forma, su estructura, su plena expresión, sino por sí sola” ; la autonomía
a que se refiere es la de la obra de arte y éste será uno de los principios en
los cuales se apoyará el método.
Como se puede ver, esta carta propone algunas reflexiones críticas para
la formación de los nuevos actores; para esta fecha la figura del Director
ocupa un lugar preponderante en la práctica artística del teatro. La propuesta
que empieza a perfilar Buenaventura es todo lo contrario y dicha carta es
testigo en tanto invita a ceder esta responsabilidad, compartir funciones y
elevar el nivel intelectual del grupo. Este es, pues, uno de los conceptos que
el Método de Creación Colectiva va a transformar: la concepción previa del
Director; si estamos de acuerdo con la autonomía de la obra de arte, este
concepto previo deberá transformarse. Así las cosas, posteriormente se da
un trabajo frente al concepto de identificación, en donde, citando a Brecht,
nuevamente se declara partidario de la identificación en cierto momento
durante los ensayos, pero no cree en su uso exclusivo; es necesario, dirán
Brecht y Buenaventura, que se tome, además, posición frente al personaje
con el cual uno se identifica; luego aclaran: “es un hecho que el actor es
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sobre el escenario él mismo y el personaje de la pieza a la vez, esta contra-
dicción debe reflejarse en su conciencia. Es esa contradicción, para hablar
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claramente, la que le da vida al personaje” . Finalmente, dice Buenaventura
en su carta: “lo más importante, el objetivo inmediato de nuestro teatro es
insistir con audacia y tratar de encontrar nuestro modo de ensayar; la prueba
definitiva de este nuevo modo de trabajar nos la dará la experiencia, a la
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cual también debemos ir con audacia y decisión” . De esta manera se está
anunciando el Método de la Creación Colectiva como una urgencia y una
necesidad para el trabajo práctico.
3. CREAR UN TEATRO PROPIO DESDE LO UNIVERSAL: IMÁGENES
QUE NACEN Y REGRESAN
En un documento escrito dos años después del anterior (Utilizar el teatro
universal para crear un teatro propio, 1968), Buenaventura propuso utilizar
el teatro universal para crear un teatro propio que, en un principio, funcionó
de esta manera: un director, un grupo de actores y un empresario estatal, y
la Escuela Departamental de Bellas Artes de Cali. En este caso, el director
escogía las obras, las montaba con los actores y éstas eran una especie de
instrumento del gobierno para llevar ‘cultura’ al pueblo.
Así las cosas, sostuvo Buenaventura: “en nuestros países la historia se
mueve rápidamente [...] nosotros nos dimos cuenta que para sobrevivir
como artistas creadores y para echar las bases de una dramaturgia nacional
era indispensable ligarnos a la historia de nuestro país, indagar con nues-
tro trabajo la problemática nacional hasta sus causas y sus implicaciones
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universales” . Vemos que Buenaventura demuestra un interés particular
por el contexto social, que no es ajeno a los grandes cambios de la época:
Revolución Cubana, Mayo del 68, el Frente Nacional, Huelgas y protestas
estudiantiles, Movimiento hippie, El nadaísmo, entre otros episodios his-
tóricos. Más adelante, Buenaventura sostiene: “Nos lanzamos a la aventura
tímidamente con La Celestina por los años 64-65, luego más de lleno con
‘Ubu Rey’ y sólo en ‘El fantoche de Lusitania’ (1969) pudimos ir encontran-
do las tablas de salvación que nos rescataran de un caótico y demográfico
naufragio [...] Las tablas de salvación fueron pequeños hallazgos que se iban
uniendo hasta constituir la balsa que tenemos ahora: un método de trabajo
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colectivo” . Como se puede inferir del montaje de La Celestina, el equipo
aprende la complejidad de la novela y de las fuerzas sociales representadas
en sus personajes; del carácter de este montaje se salta a otra experiencia
ubicada en el polo opuesto, como ya se dijo, que es Ubu Rey, para continuar
con una pieza del teatro documento de Peter Weiss, El canto del fantoche
lusitano, que trata el tema de la liberación del dominio francés por parte
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de Angola y dio como resultado un montaje con una carga escenográfica,
musical y de imágenes teatrales de gran riqueza y lirismo épico.
Este documento, como el anterior, va prefigurando el Método de Creación
Colectiva y ello sucede básicamente porque de cada nueva experiencia, de
cada nuevo montaje, Buenaventura sistematiza cuidadosamente el proceso,
es consciente de la importancia de ir abriendo caminos, de que el trabajo
práctico permite un mejor equilibrio en las relaciones actor-director-autor,
la cohesión del equipo y su interacción bajo un propósito común. El método
encara el texto no como concepto o como literatura, lo hace como conflicto
y al ser problematizado busca la historia, la anécdota, el tema, para, de este
modo, enfrentarlo con el análisis, tanto práctico como teórico. Al respecto,
dice Buenaventura en este documento: “lo importante, sin embargo es que
hemos encontrado un camino para utilizar el teatro universal en la tarea
de crear un teatro propio y hemos ampliado y mejorado ese camino, [...]
finalmente, la reintegración del teatro, estamos luchando por devolverle su
carácter de arte colectivo, pues estamos convencidos de que sólo así saldrá
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de la profunda crisis en que se encuentra” .
Se podría concluir que el teatro, sin un método de puesta en escena, se
encuentra subordinado a la voluntad de la genialidad del director o a los
embates de la moda y el artificio; sólo con procedimientos estables para la
creación, es decir, con un método, es posible recorrer un camino fructífero
que ofrezca resultados interesantes.
4. CAJA DE HERRAMIENTAS PARA LA CREACIÓN DEL MÉTODO
El Método de Creación Colectiva es un trabajo cuyos avances y anexos
se evidencian en varias publicaciones sucesivas de Buenaventura; una de
las versiones más logradas aparece publicada en Cuaderno Teatral, números
1 y 2, de la Corporación Colombiana de Teatro, en enero y febrero de 1971
y 1972. Este documento, que lleva el título de Apuntes para un Método de
Creación Colectiva (1971), procura ya un trabajo más maduro y claro; en
cuanto a sus objetivos, dice Buenaventura: “el método es la condición ne-
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cesaria del trabajo colectivo” .
Así las cosas, una tarea de creación artística requiere necesariamente
de un método para su realización; sin embargo, en la historia de nuestro
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teatro son pocos los métodos propios o las propuestas didácticas para la
puesta en escena; generalmente quedan libradas a la manera particular en
que, con su grupo, procede el director. El método de Buenaventura nace,
así, de una serie de rupturas, de errores y fracasos por los cuales transita
el grupo; una primera ruptura era el cuestionamiento hacia la autoridad
del director, desde las improvisaciones; otra ruptura es la concepción del
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director, que se cuestiona a partir de la etapa analítica del método; de esta
manera, se pasa del estudio cuidadoso y riguroso, que elaboraba el director
para la puesta en escena de una obra, a un análisis del texto colectivamente,
como trabajo de mesa. Dice Buenaventura: “lo primero es leer cuidadosa-
mente el texto en grupo, tratando de entenderlo cabalmente a nivel lexico-
gráfico. Lo segundo es analizar la forma específica de narrar del autor, su
tratamiento del tiempo y del espacio, de los personajes, etcétera. Esto con
el fin de elaborar la fábula, tomando distancia, separándose del ‘estilo’ de la
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pieza” . Posteriormente, después de elaborada la fábula, el método propone
la preparación del argumento; teniendo estas dos categorías, se procede a
‘sacar’, en palabras de Buenaventura, las fuerzas en pugna; esto impacta de
manera directa la forma de hacer Teatro, es decir, el método; y, en segunda
instancia, revoluciona el papel del actor-intérprete hacia la construcción
de un actor-creador, quien estudia el contexto de la obra, su forma de ser
narrada, los conflictos que en ella se manifiestan para, finalmente, salir a
escena cargado con todo ese andamiaje de saberes.
El método de Buenaventura adjudica unos niveles de segmentación o
Secuencias, unidades mayores de división interna del texto, que se divi-
den en razón al cambio de motivación; de cada una de las secuencias, se
procede, a su vez, a ‘sacar’ las fuerzas en pugna y la motivación que las
enfrenta; posteriormente, se hace una nueva división en la secuencia para
sacar las Situaciones, unidades menores, extraídas durante el análisis; luego
se dividen las situaciones, para obtener las Acciones que también poseerán
fuerzas en pugna y motivación. El proceso didáctico llevado a cabo va de
lo general a lo particular y el análisis permite hacer inferencias a partir de
los conflictos manifestados por los personajes durante la creación.
Se debe resaltar que durante este acercamiento a la obra por parte de los
actores, músicos, intérpretes, escritores, escenógrafos y demás, se produce la
expresión del método, esto es, un grupo de personas que, dejando la idea del
Director como centro, se embarcan en la creación, imaginación, concepción,
producción de la obra, logrando unos aportes multidisciplinarios integrales
y ricos. Se puede ver la propuesta didáctica incorporada por el método como
una composición de estrategias que ubican al sujeto en función del interés
y la pasión por el conocimiento y la creación; se participa allí por interés y
voluntad personales, donde la motivación principal es cómo se puede ser
útil y aportante creativamente al equipo; esto evidencia, entonces, el siste-
ma de co-evaluación, basado en el encuentro entre un actor y sus pares, en
donde se exige a sí mismo y al otro.
En el campo didáctico se despliega también un medio particular del Tea-
tro Experimental de Cali, que consiste en las Sábanas; esto es un conjunto
de cuadros y esquemas, donde es posible establecer los acuerdos que se
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construyen en un gran tablero (papel bond pegado en la pared), donde se
trazan dos ejes cartesianos y se empiezan a vaciar los diferentes parámetros
(fuerzas en pugna, secuencias, situaciones, conflictos, etcétera), primero
tentativamente y luego acercándose a logros definitivos, gracias a la dis-
cusión. Se debe señalar que, a diferencia del modelo tradicional, donde el
director era dueño de un saber descargado sobre la pizarra para ser copiado
por sus estudiantes-actores, en este caso el director inicia el tablero y se va
construyendo a muchas manos, con tantas ideas como sean los asistentes;
es, entonces, una suerte de democratización del saber, cuya metodología
permite la pluralidad de aportes. Se emplea como medio didáctico, en esta
etapa, el diario de campo o de montaje, conjunto de notas que día a día
lleva el actor sobre el proceso desarrollado y que puede ser un diario con
los registros propios de cada disciplina.
Se parte, entonces, del texto dramático o el tema escogido como una
analogía de la vida social; ésta será una herramienta que funcionará como
estímulo para el trabajo práctico; la otra es la Improvisación, posibilitadora
de exploraciones de los diferentes momentos encontrados en el análisis.
Así las cosas, se procede de la siguiente forma: el equipo se divide en dos
subgrupos reunidos aparte; cada uno de ellos, y después de discutirlo, llega
a un acuerdo para la realización de una improvisación por analogía de una
de las partes escogidas —situación, secuencia, etc.— . Empezará a funcio-
nar, entonces, una dinámica interna para la construcción del discurso de
montaje consistente en que un equipo ve la improvisación realizada por el
otro equipo, fungiendo como público, tomando notas sobre sus apreciacio-
nes. Después de realizadas ambas improvisaciones, se pasa nuevamente
al Trabajo de Mesa; allí, en las Sábanas, se anotarán los Núcleos, hechos
destacados en la Improvisación, posibles alternativas para el montaje final.
A este proceso de improvisaciones del método se lo denomina la primera
vuelta. En la segunda vuelta del montaje se inicia un proceso de selección
y combinación de todos los núcleos y de todos los hallazgos encontrados
en la primera vuelta y que han sido debidamente registrados.
Como se puede ver, este método busca su propia autonomía, su propio
camino como herramienta de creación artística, frente a las concepciones
tradicionales de lo que significa el teatro en Colombia; como método, tam-
poco se suma a ninguna ideología predominante u opositora, no está al
servicio de los intereses de turno, pero tampoco se asila en el neutralismo o
se expresa como apolítico; propone, sí, una visión del mundo y un concepto
social de la pedagogía; desde su concepción del teatro como arte, es el fin
último en procura de construir una Dramaturgia Nacional.
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De esta manera, el método es, para Buenaventura, un componente ope-
racional, una hoja de ruta, un trazado, un camino; él así lo refiere: como
herramienta. En la redacción que emplea en el primer texto sobre el tema
que publica, Apuntes para un Método de Creación Colectiva (1971), se puede
explicitar un tono didáctico y explicativo en cada una de las fases y etapas
de la propuesta.
Avanzado en el análisis, vemos cómo se reitera el riesgo que represen-
tan, para la creación artística, las concepciones previas, o ideologías, como
decíamos antes; sobre esto, Buenaventura afirmó: “lo que el método busca
es, justamente, criticar mediante el análisis todas las concepciones previas;
evitar, hasta donde sea posible, que la ideología se deslice en el montaje y
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que el espectáculo sea una ilustración de nuestra ideología” .
Así las cosas, este método no incluye fórmulas generalizadoras, ni sis-
tema paso a paso, ni atajos fáciles en el camino que permitan espectáculos
cargados de grandiosidad, pero también de superficialidad. Del método, se
podría decir que, aunque contiene una estructura común, cada obra montada
reclama un método particular, demandando estudio a profundidad, investi-
gación, diálogo de saberes, experimentación y riesgo, en tanto es posible que
un proyecto no alcance a ver la luz del escenario y sea desechado durante
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su preparación . En este sentido, el método deberá ser flexible, adecuado
a cada una de las circunstancias pedagógicas enfrentadas y, fundamen-
talmente, el método debe contribuir a resolver problemas en las ciencias
experimentales, en el mundo, en la vida.
Podríamos, entonces, estar hablando de que el método propuesto y de-
sarrollado por Buenaventura estimula la actividad creativa, desarrolla un
trabajo individual en cada una de las especialidades y, finalmente, permite
resolver un problema, que es la Obra de Arte como Creación Colectiva, en
una perspectiva contraria de la creación individual bajo la concepción del
director. De esta manera, el método de Buenaventura se inscribe dentro de
la categoría de los métodos de enseñanza problémica, en cuanto entiende
el conocimiento como contradictorio, pues parte de una opción dialéctica
que entiende el texto dramático como conflicto, como enfrentamiento de
fuerzas en pugna.
5. VENTANA A EUROPA: EL MÉTODO VERSIÓN MADRID
En diciembre de 1973, Enrique Buenaventura ofreció un seminario en
Madrid, hizo allí una presentación de las principales etapas del Método de
Creación Colectiva y propuso una serie de esquemas y un glosario con su
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terminología . Estas notas son interesantes puesto que fueron transcriptas
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del Seminario realizado por Buenaventura y tienen un carácter de síntesis
del método, aunque conservan, por su calidad de reelaboración, un carác-
ter coloquial, en donde se cuentan anécdotas y vivencias desde donde se
ejemplifica. Reviste importancia el apartado dedicado al juego, para lo cual
dijo Buenaventura: “consideraremos dentro de nuestro trabajo de análisis, la
improvisación como un método de juego. Un juego en el que juega la vida.
De éste ‘jugar de vida’ surgen muchas alternativas-núcleos- que nos servirán
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para llevarlas al montaje de la obra” . En la medida en que se relaciona la
Improvisación con el Juego, se le atribuye al primero un carácter pedagógico
y al segundo uno didáctico, así como un alto nivel de imprevisibilidad, que
requerirá de reglas regularizadoras.
Importante, también, anotar que la Improvisación establece una dinámica
en el Juego, en donde es pertinente una cierta estabilidad y conocimiento
entre sí del equipo ejecutante, en tanto se establece un conjunto de percep-
ciones únicas para ese equipo; así, a partir de gestos, miradas, actitudes,
ritmos, movimientos corporales o silencios, es posible desarrollar un Juego
altamente creativo, que siempre terminará convirtiéndose en insumo para
el discurso de la puesta en escena y se moverá por caminos diferentes, una
y otra vez sea reiniciado.
Algo para resaltar aquí es que estas notas van acompañadas, por primera
vez, de una parte denominada Terminología, y ésta constituye la definición
precisa de los conceptos y categorías empleados en el método, que, por de-
más, dan cuenta del nivel teórico alcanzado en tanto construyen un nuevo
lenguaje, como parte del Nuevo Teatro Colombiano, con unos modos de
expresión y unos términos significantes.
6. A UN PASO DEL UMBRAL: EL MÉTODO, ÚLTIMA VERSIÓN
En los meses de junio, julio y agosto de 1975 se realiza, por parte de
la comisión de publicaciones del TEC, una actualización del método, que
tendrá por título Esquema general del Método de trabajo colectivo del TEC;
en éste, el texto dramático de La Maestra, aparece como anexo al documento
central, que anuncia que, a modo de complementación, y mediante textos
anexos, se va a hacer aclaración de ciertos aspectos prácticos y de otros
conceptuales.
De este modo, se desprenden tres textos, que aparecen para complementar
el mencionado arriba: Notas sobre el Método (La analogía); igualmente, el
texto Anexo número 2, el cual presenta un ejemplo del proceso de la impro-
visación y del acercamiento al texto; y, además, el texto Anexo número 1, que
corresponde a Dramaturgia: construcción colectiva de un texto dramático.
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Este conjunto de escritos constituyen la esencia del Método de Creación
Colectiva concebido por Enrique Buenaventura, planeado a lo largo de una
década, puesto a prueba, corregido, para finalmente ser presentado en su
versión definitiva en el año de 1975.
En el Texto Anexo número 2, el método aparece como un componente
operacional, una hoja de ruta, un trazado, un camino; él lo refiere así como
herramienta, y al respecto, dirá:
es una herramienta que estamos haciendo en grupo y cuya his-
toria es la historia de las obras que montamos. Se fue forjando
en el mismo trabajo. Durante mucho tiempo aparecía como una
herramienta propia del director. Hoy en día es, consciente en cada
actor, la necesidad de conocer el método, de hacerlo suyo. Solo si
el método es conocido y manejado por todos los integrantes del
grupo y aplicado de modo colectivo, se garantiza una verdadera
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creación colectiva .
En este sentido, el método es la condición necesaria del trabajo colectivo,
en tanto cuando se lleva a escena una obra teatral se ponen en juego mu-
chos lenguajes. De esta manera, el método es una necesidad del trabajo, una
manera de organizarlo y realizar un salto cualitativo y una transformación
de los procesos anteriores de montaje, lo que significaba una mudanza y
evolución de los conceptos trabajados antes.
El método se propone, en un primer momento, ir de lo particular a lo
general y de lo general a lo particular; para lograr este propósito se plantean
los siguientes pasos:
1. Análisis del texto, que es fundamentalmente un análisis dramático que
permita la construcción del discurso del montaje.
2. La trama y el argumento. La primera pretende identificar el orden crono-
lógico y causal de los acontecimientos; el segundo pretende identificar
los acontecimientos del modo en que son expresados por el autor.
3. Tema central, que se identifica a partir de definir las fuerzas en pugna
generales y el conflicto que las enfrenta.
4. División del texto en secuencias, situaciones y acciones. Las secuencias
corresponden a divisiones mayores del texto; se identifican por el
cambio en la motivación; la situación es una unidad menor de división
incluida en la secuencia y que se determina por el cambio de una de
las fuerzas en pugna; la acción es la unidad básica de conflicto, una
situación puede estar constituida por una o más acciones.
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5. La improvisación es la herramienta básica para la construcción del
discurso de montaje; se propone ser trabajada a partir de la analogía y
recorrer cuidadosamente las acciones, situaciones y secuencias.
6. Acercamiento al texto. En esta etapa se procede a lo que Buenaventura
denomina “la primera vuelta de montaje”, lograda a partir de identificar
los núcleos constitutivos de cada una de las improvisaciones y que van
adquiriendo una construcción de imágenes teatrales para el discurso
del espectáculo.
7. Segunda vuelta, es el momento en el cual se trabaja con la totalidad
bocetada del discurso de montaje; empiezan a usarse los textos exactos
y a definirse los cambios de texto.
En Notas sobre el método, Buenaventura se propone, en cuatro apartados,
estudiar aspectos puntuales del Método de Creación Colectiva. Para el prime-
ro, La analogía, dice que se trata de crear una situación semejante a aquella
planteada en el texto; su materia constitutiva es la acción y se desarrolla por
medio de la improvisación. El segundo, La improvisación, propone que des-
pués del análisis teórico de un texto viene su análisis práctico en el periodo
de improvisaciones. El tercer título Acercamiento al texto, se divide en tres
partes: a) análisis, b) improvisación y c) elaboración, artificio y montaje; de
tal manera que la resultante de trabajar dialécticamente estos tres aspectos
hace del montaje una síntesis. En el cuarto y último título, Boceto interno y
boceto externo, se aclara que el boceto interno es la ordenación y concate-
nación de los símbolos e imágenes encontrados en las improvisaciones, y
el boceto externo sería, pues, una construcción desde afuera.
Por otro lado, en el Texto Anexo 2, Buenaventura propone un ejemplo del
proceso de acercamiento al texto a partir de la improvisación; del proceso
modélico planteado, el Maestro Buenaventura propone unas conclusiones
generales sobre la base de oponer la situación virtual y la situación analógica.
Finalmente, Buenaventura propone la segunda vuelta como la conclusión
de este taller; entonces, si en la primera vuelta se logra elaborar los bocetos
de las acciones, la segunda vuelta introduce, sobre todo, el problema de
los personajes.
CONCLUSIONES
Se quiere destacar la contribución que hace Buenaventura en el panorama
de los métodos existentes para la enseñanza del teatro en Colombia y resaltar
la diferencia propuesta por él mismo entre un método para la formación
de actores y un método para la Creación Colectiva, el cual, a su vez, como
Rhec Vol. 12. No. 12, año 2009, pp. 105-121118
Mario Cardona Garzón
proceso, forme los actores. También es pertinente señalar la relevancia que
tiene, para el teatro latinoamericano, la existencia de un método colectivo en
un contexto históricamente individualista; hoy en día se continúa trabajando
desde la perspectiva del director y de su método, generando tantos métodos
como directores en ejercicio haya, lo cual va en detrimento del estatuto que
debe adquirir el teatro como disciplina artística con reglas, normas, objetos
de estudio, epistemología, método propios.
En el caso de Buenaventura, se evidencia un afán de perdurabilidad
en las obras, la democratización de los métodos, la construcción de una
obra y de un tipo de personajes paradigmáticos que nos puedan identificar
en el ámbito teatral, como es el caso del Buscón de Quevedo, Hamlet de
Shakespeare, el Pícaro de Cervantes y de Lope, Colombina y Arlequín de
la Comedia dell` Arte, por mencionar solo algunos, que, para nuestro caso
colombiano, correspondería a un pícaro o traqueto, fenómeno acuciante de
esta modernidad e instalado en una ideología de la sobrevivencia, el nego-
cio y enfrentamiento de múltiples adversidades; pero también, y como lo
deja ver el trabajo de Buenaventura, es urgente caracterizar personajes que
construyan nuestra identidad, como en el caso de Peralta de Carrasquilla,
los soldados de Cepeda Samudio, la vieja del entierro de Buenaventura,
inspirada en la Mama Grande, los mendigos de El Menú, metáfora de nuestra
clase política, entre otros, que configuran un sistema de valores simbólicos
fundamentales en la identificación de nuestra cultura e historia, permitiendo
la definición de un conjunto de personajes característicos de una identidad
para el teatro colombiano.
Ahora, esta preocupación de buscar una identidad no es exclusiva de
los personajes representados, pues se materializa, de una manera mucho
más sistemática y recursiva, en la propuesta de un método alrededor de las
experiencias de nuestro propio teatro; si bien Buenaventura fue un gran
conocedor del teatro universal y de los métodos de los grandes maestros,
hubo un momento en el cual sintió la necesidad de hacerse a un lado para
construir su propio camino, que fue durante mucho tiempo el propio camino
de la enseñanza teatral en Colombia (entre 1955 y 1985).
Este Método de Creación Colectiva tiene varios elementos diferentes a
los que hasta ese momento se habían aplicado en la enseñanza teatral en
el país. El primero de ellos es su sistematicidad, dinamismo y desarrollo,
que se irá complejizando como corresponde a todo sistema y como lógica
natural de un producto reflexionado y creado paso a paso; de esta manera,
podemos encontrar en él un sistema articulatorio vinculante de los diferen-
tes momentos que, aunque autónomos, están necesariamente en relación
con el objetivo general de producir una síntesis en el montaje teatral; de
Rhec Vol. 12. No. 12, año 2009, pp. 105-121El método de creación colectiva en la propuesta didáctica del maestro
Enrique Buenaventura: anotaciones históricas sobre su desarrollo
119
esta manera, se pueden aislar partes constitutivas de ejemplos y ejercicios
modélicos para la aplicación del método.
Pero el Método de Creación Colectiva también es una herramienta que
se soporta en una perspectiva política planteada por Buenaventura, quien
tuvo la necesidad de reflexionar críticamente y conocer nuestras tradicio-
nes, sobre todo culturales, lo cual significó una indagación en la historia
y sus diferentes periodos, rastreando, en el teatro precolombino, el de la
Conquista y la Independencia, las características de nuestro teatro, como
forma de identidad y siempre viendo el pasado como atributo del presente,
como material de trabajo cotidiano para la construcción de nuevas obras,
de nuevas creaciones.
La concepción del método está permeada por el desarrollo de disciplinas
de las Ciencias Sociales (historia, filosofía) y de la comunicación (lingüística,
análisis literarios), es decir, el método no nace aislado, pues es un esfuerzo
colectivo por categorizar un procedimiento para la puesta en escena, pro-
curando objetivizar lo que de subjetivo tiene la creación artística y, de este
modo, brindar, al movimiento del Nuevo Teatro Colombiano, un método
de análisis estructurado para posibilitar la apropiación de nuestra realidad
y la creación de otras.
En conclusión, y para dar mayor claridad a los planteamientos anteriores,
a continuación se presenta una comparación* en la cual se evidencian las
oposiciones y cambios que se generaron en la manera de producción de un
espectáculo teatral a partir de la implementación que hace Buenaventura
de los procesos involucrados en el Método de Creación Colectiva:
Oposiciones significativas en los procesos de trabajo*
Producción sin método (antes de 1972)
Producción con método (después de 1972)
Interpretación del personaje Creación del personaje
Encarnación
Rite of passage
Estado alterado Construcción del personaje
Compañía Grupo
Ensayo memorístico
Estar en situación Ensayo
Taller, laboratorio
Individualismo creativo
Concepción de divos y divas Lo individual incursiona en lo colectivo
Tiene valor el equipo
Trabajo de mesa
Análisis literario
Análisis interpretativo Trabajo de mesa
Análisis dramático para la construcción del
discurso de montaje
Rhec Vol. 12. No. 12, año 2009, pp. 105-121120
Mario Cardona Garzón
El director es visto como autoridad jerár-
quica El director es visto como autoridad por sus
argumentos y es autoridad en tanto lidera
un proceso
Concepto del director Concepto del grupo construido colectiva-
mente
Improvisación para ilustrar concepciones
del director o de los actores Improvisación, como herramienta de tra-
bajo con base en el juego, para desmontar
concepciones ideológicas
Puesta en escena Discurso de montaje en el espectáculo
Texto representado Texto creado
El público es un espectador pasivo El público es un elemento activo de la pues-
ta en escena
NOTAS Y CITAS
* Este artículo es producto de la tesis doctoral titulada: Aportes pedagógicos del Maestro Enrique
Buenaventura (1958-2003) a la educación teatral en Colombia.
1. ÁLVAREZ DE ZAYAS y GONZÁLEZ (2002). Didáctica General. Medellín: Editorial Magisterio,
p. 52.
2. BUENAVENTURA, Enrique (1986a, agosto- diciembre). Programa Académico del Taller Central.
Cali, p. 29.
3. BUENAVENTURA, Enrique. (1966b) “Cómo se monta una obra en el TEC”, en: Revista Letras
Nacionales. No. 8, (mayo- junio), p. 30.
4. Ibid.
5. BUENAVENTURA, Enrique (1966a). Carta a los nuevos directores de obras del TEC. Cali: (s.p.i.),
p. 1.
6. Ibid., p. 1.
7. Ibid., p. 5.
8. Ibid., p. 6.
9. BUENAVENTURA, Enrique (1968). Utilizar el teatro universal para crear un teatro propio. Cali:
(s.p.).
10. Ibid.
11. Ibid.
12. BUENAVENTURA, Enrique (1975c, enero- febrero). Apuntes para un Método de trabajo colectivo
del TEC. Cali. (s.p.i.).
13. Hablamos del método de Stanislavsky, posteriormente de Bertolt Brecht, la adecuación que hace
Lee Strasberg de las acciones físicas de Stanislavsky, el método de Augusto Boal, el método de
Grotowski, la metodología del Odín Theater. Como se puede ver, sólo uno de ellos latinoameri-
cano.
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Enrique Buenaventura: anotaciones históricas sobre su desarrollo
121
14. BUENAVENTURA, Enrique (1975c, enero- febrero). Apuntes para un Método de trabajo colectivo
del TEC. Cali: (s.p.i.).
15. Ibid.
16. Varias de estas experiencias no vieron la luz del público o no pasaron del primer ensayo gene-
ral; es el caso de Don Juan Tenorio, La indagatoria, El menú, Cristóbal Colón (que tuvo una sola
función y fue en la ciudad de Medellín), entre otras.
17. BUENAVENTURA, Enrique (1975). “Proyección del trabajo. Notas sobre el Método. TEC”, en:
Trabajo Teatral, Cali, No. 4, (enero-febrero), p. 7.
18. Ibid.
19. BUENAVENTURA, Enrique (1974a, octubre- noviembre- diciembre) Anexo número 2: ejemplo
del proceso de la improvisación y del acercamiento al texto. Cali: Seminario de la Regional de
occidente de la CCT, p. 1.
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ DE ZAYAS y GONZÁLEZ (2002). Didáctica General. Medellín: Editorial Magisterio, 121 p.
BUENAVENTURA, Enrique (1966b) “Cómo se monta una obra en el TEC”, en: Revista Letras Nacio-
nales. No. 8, (mayo-junio), pp. 28-32.
____________ (1966a). Carta a los nuevos directores de obras del TEC. Cali: (s.p.i.).
____________ (1968). Utilizar el teatro universal para crear un teatro propio. Cali: (s.p.i.).
____________ (1974). Ejemplo del proceso de la improvisación y del acercamiento al texto. Cali: (s.p.i.).
____________ (1974). Anexo número 1: (dramaturgia: construcción colectiva de un texto).Cali: (s.p.i.).
____________ (1974a, octubre-noviembre-diciembre) Anexo número 2: ejemplo del proceso de la impro-
visación y del acercamiento al texto. Cali: Seminario de la Regional de occidente de la CCT.
____________ (1986a, agosto-diciembre). Programa Académico del Taller Central. Cali: (s.p.i.). 4 p.
____________ (1975) “Proyección del trabajo. Notas sobre el Método. TEC”, en: Trabajo Teatral, Cali,
No. 4, (enero-febrero), pp. 37-57.
____________ (1975b). Esquema general del Método de trabajo colectivo. Cali: (s.p.i).
____________ (1975c, enero-febrero). Apuntes para un Método de trabajo colectivo del TEC. Cali: (s.p.i.).
BUENAVENTURA, Enrique y VIDAL, J. (1971) “Apuntes para un Método de Creación Colectiva”, en:
Trabajo Teatral, Cali, No. 1-2, pp. 44-95.
Rhec Vol. 12. No. 12, año 2009, pp. 105-121

sOBRE tEATRO PERUANO

Apuntes para una historia del teatro peruano
(del primer siglo republicano hasta 1970)
por Gemma Zavala


En el Perú, como en la mayoría de los países de América Latina, el teatro ha tenido que luchar contra una serie de circunstancias adversas, llevando una vida accidentada que se inicia significativamente en la etapa virreinal con el costumbrismo de Juan del Valle y Caviedes y Pedro Peralta y Barnuevo, quienes enlazan los siglos XVII y XVIII con ágiles entremeses y fines de fiesta de comedias, abriendo las puertas, en forma inesperada, a la vena criolla en cuadros en los que aparecen limeños y serranos, mineros ricos, caballeros solemnes, sacristanes y beatas de convento, bajo una concepción crítica del ambiente colonial.
En el XIX, aunque los poetas románticos utilizaron el teatro como medio de expresión, destaca nítidamente la dramaturgia de Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio Segura, dos diestros artífices que calaron en la esencia del estilo y el sentir nacional. Ambos usaron el escenario para afianzar los valores locales, criticando con gracia los defectos de la joven república.
Felipe Pardo y Aliaga buscó la formas europeas de carácter neoclásico para escenificar ambientes elegantes y moralizadores. Fue hijo de un alto funcionario español. Durante la guerra de la independencia abandonó el país y radicó en España, donde entró en contacto con importantes literatos de la época. A los pocos años de forjada la república vuelve a Lima e inicia con Segura ese mundo de la comedia costumbrista, en el cual la sala de la casa en el escenario donde ocurre toda la acción.
Manuel Ascencio Segura, con un lenguaje llano y salpicado de peruanismos, fue el defensor de lo popular, de lo campechano, del criollismo que abogaba por divertir con un tema y una expresión local. Segura fue hijo de un teniente de ejército español y luchó en las tropas realistas. Esta experiencia lo haría más tarde ser uno de los críticos más feroces del militarismo y el caudillismo de los primeros años de la república.
Obras como "Amor y Política", "El Sargento Canuto" y "Ña Catita" atestiguan la influencia del teatro de comedias de Moratín, aunque el mérito y la originalidad están en la representación jocosa de los vaivenes dramáticos de los problemas sociales de aquellos años liminares de la república.
En la década del 40, la llegada al Perú de la compañía española de Margarita Xirgu revivió los ánimos del alicaído ambiente teatral, estimulando su desarrollo. Como resultado se creó la Escuela Nacional de Arte Escénico, entidad que jugó un papel importantísimo en la dinámica teatral en el Perú; la Compañía Nacional de Comedia, dirigida por el español Edmundo Barbero, y se instituyó el Premio Nacional de Teatro. En este despertar surgieron las figuras señeras de Percy Gibson Parra, Juan Rios, Bernardo Roca Rey, Sebastián Salazar Bondy y Enrique Solari Swayne.
Sebastián Salazar Bondy renovó la dramaturgia peruana, dándole un aliento de modernidad e introduciendo las inquietudes del teatro francés de aquellos tiempos. Inició su labor teatral fundando en "Club de Teatro de Lima", entidad que contribuyó a la renovación teatral en el Perú. En 1947 obtuvo el Premio nacional de Teatro por "Amor Gran Laberinto". En 1951 obtuvo nuevamente el Premio Nacional de Teatro por "Rodil". También escribe las comedias "Dos viejas van por la calle" y "El Fabricante de deudas"; los juguetes "El de la valija", "El espejo no hace milagros" "En el cielo no hay petróleo", y "Un cierto tic tac"; y las piezas dramáticas "Algo que quiere morir" y "Flora Tristán".
Enrique Solari Swayne inició su dramaturgia con un éxito rotundo en 1958, al presentar la Asociación de Artistas Aficionados su drama "Collacocha".
"Collacocha se impuso en el Primer Festival de Teatro Panamericano en México, colocando a su autor en un lugar privilegiado en la dramaturgia latinoamericana. Entre sus muchas virtudes la obra, aunque algo declamatoria, encierra un discurso netamente peruano, bien planteado, y de una emoción que le agrega un valor universal y absoluto.
En la década de los 40 se registra una mayor actividad teatral con los teatros universitarios de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Asociación de Artistas Aficionados, la Compañía Nacional de Comedias y la Escuela Nacional de Arte Escénico. Aunque el auge se percibe en los años tempranos de la década de los 50 a través de la escuela Nacional de Arte Escénico, dirigida por Guillermo Ugarte Chamorro, y el Club de Teatro de Lima, fundado este último por Sebastián Salazar Bondy y Reynaldo D´Amore.
En 1956, Histrión comenzó una carrera brillante de representaciones con la obra "Seis Personajes en busca de Autor" de Luigi Pirandello, y en 1968 alcanzó notoriedad con Marat Sade. Hay que sumar las presentaciones de los Autos Sacramentales dirigidos por Ricardo Roca Rey en el Atrio de la Catedral de Lima y el Convento de San Francisco, así como las presentaciones al aire libre que, en el Campo de Marte, realizaba la Escuela Nacional de Arte Escénico todos los años en el verano. también la destacadísima presencia del Teatro de la Pontificia Universidad Católica, que desde su escuela dirigida por Ricardo Blume formó a destacados valores de la escena nacional, quienes participaron en diversos Festivales Internacionales y en las obras "Tristán e Isolda" (1961), "Los Empeños de Una Casa" (1963), y "Las Bizarrías de Belisa" (1966).
Los años 60 significan una década en estrecha relación con los acontecimientos históricos que se daban en el país, surgiendo el cuestionamiento y la desmitificación de valores e íconos. Una nueva temática y una renovación formal del teatro surgió a partir de nuevos grupos con compromisos artísticos y sociales como Homero Teatro de Grillos que, bajo la dirección de Sara Joffré, presentó la atrevida pieza de Jean Claude Itallie "América, Hurrah". Bajo la dirección de Carlos Clavo Ochoa, Yego, Teatro Comprometido, se permitió poner en escena una versión muy libre, "Los Ruperto", de Juan Rivera Saavedra. Había comenzado la discusión sobre los teóricos del teatro como Stanislavski, Artaud, Brecht y Grotowsky. En 1962 se dio el primer montaje de Brecht, "Terror y miserias del Tercer Reich", a cargo del director Reynaldo D´Amore, con el grupo Hebraica del Club de Teatro de Lima. El fenómeno Brecht tuvo su punto más alto con la "Opera de dos centavos", a cargo del uruguayo Atahualpa del Cioppo. El actor Jorge Acuña, uno de los bandidos en la representación de la obra de Brecht, se instala en la Plaza San Martín de Lima inaugurando el Teatro de la Calle.


Durante los años 60 se generó una interesante preocupación por alcanzar un nuevo público, que se expandía de las salas de teatro a los barrios periféricos y las organizaciones populares y al interior del país. Ante la desaparición de la Compañía Nacional de Comedia y de la Escuela Nacional de Arte Escénico, aparecieron grupos y compañías que realizaron destacada labor a cargo de Lucía Irurita, Carlos Gassols y Herta Cárdenas, felipe Sanguinetti, Alfredo Bouroncle y Rosa Wunder, presentándose en el Teatrin de Radio Mundial y en el Teatro "La Cabaña". En aquel momento surgió el Teatro Nacional Popular y ocurrió la llegada del dramaturgo brasileño Augusto Boal, contratado por el gobierno militar de entonces para sus Programas de Alfabetización. En el interior del país, específicamente en Ayacucho, el dramaturgo Víctor Zavala Cataño, señalando que el teatro era la isla a la que la imagen del trabajador agrario no había podido arribar, creó el "Teatro Campesino".
Dramaturgos como Gregorio Díaz, Julio Ortega y Juan Rivera Saavedra manifestaron también sus preocupaciones tanto por las guerrillas del 65 como por los movimientos sociales emergentes.
El Perú había entrado a los años 70, y llegaron nuevas formas y tendencias como la del Living Theatre, el Open Theatre, la experiencia de Peter Brook, el teatro de Arrabal, y la vigencia de Artaud. El camino estaba preparado para Cuatrotablas y Yuyachkani, dos grupos que consolidaron una importante presencia en la escena nacional a partir de esa década.


Desde 1970 el teatro peruano expande sus actividades, constituyendo una historia fresca y vital, donde la palabra y la imagen siguen generando inquietud y misterio.
En las últimas décadas, la realidad social del Perú ha ido decantando el trabajo cultural de los artistas, y éstos han especificado su labor en áreas populares, asumiendo el arte como un espacio de la educación y la lucha por un mundo mejor. Actualmente, se producen actividades teatrales en el interior de los establecimientos penales, como parte de las bregas de los prisioneros políticos, por lograr un tratamiento político de los problemas derivados del conflicto interno iniciado en los años 80.

En este contexto es que se convoca el Festival de Teatro Popular en el Establecimiento de Máxima Seguridad de Canto Grande, evento singular que se desarrollará en el mes de diciembre, con la participación de grupos de teatro popular, teatros democráticos, teatros universitarios, del Perú y del mundo.

SOBRE DEMETRIO AGUILERA MALTA

PROLOGO
En nuestro siglo, la literatura ecuatoriana se da a conocer con cierto  retraso; antes del año 30 el valor de esa literatura se circunscribía  a la pequeña área nacional. Ecuador era doblemente un país pobre:  tanto en su economía como en los distintos aspectos del arte  y la literatura. A partir del año ya citado, el 30, se inicia una  nueva etapa, la que se manifiesta sobre todo en la narrativa y en  las artes plásticos.
En tanto que los escritores de varios países de la América española seguían puntualmente, o con cierto retraso, las visibles corrientes europeas o norteamericanas, los narradores ecuatorianos se adentraron en sus propios problemas, describieron la vida de las distintas regiones del país, habitadas por seres de peculiares rasgos distintivos; entramos en contacto, de ese modo, con la costa marítima y la fluvial, con la sierra; conocemos, asimismo, el mundo emotivo e intelectual del cholo, del montuvio, del indio y del negro. Si en la elección de las anécdotas los narradores cargaron el énfasis en lo nacional y aun en lo regional, usaron en la manera de contarlas los procedimientos legítimos de la novela moderna, sobre todo los que procedían de los novelistas norteamericanos de la "Generación Perdida" 'y de las primeras promociones de novelistas rusos que produjo la Revolución de octubre. Si en el aspecto ideológico fueron y siguen siendo revolucionarios, igual ocurre en el terreno de la técnica y del estilo.
Ecuador, como México en el momento de la novela de la Revolución, acapara para su narrativa la atención del continente y de algunos sectores de la inteligencia europea: da a conocer, en forma más o menos artística, un mundo recién nacido, en el que predomina la violencia y la injusticia. Existen en ella dos clases de hombres: los opresores —que son los menos numéricamente— y los oprimidos, que representan a la inmensa mayoría. La lucha de éstos últimos por sacudir la postración en que viven da la tónica y el repertorio de temas a la narrativa ecuatoriana.
A este respecto es imprescindible señalar que las novelas más significativas que ha producido la América Latina, desde los iniciales y fogosos titubeos de Fernández de Lizardi en México, están sustentadas en el amor y en el odio; aspiran implantar la justicia en la tierra y, en consecuencia, desvirtuar el influjo insalubre de los tradicionales enemigos de las mayorías. Si algún rasgo común aproxima a nuestros ejemplares textos de ficción éste es el apego, sin retórica y sin demagogia, a los intereses del pueblo.
Los narradores americanos que han logrado trascender las barreras aduanales no son, únicamente, maestros en el arte de contar, sino también hombres convencidos de grandes o pequeñas verdades, las que intentan difundir al mayor número posible de personas: están convencidos que escribir en América es enseñar.
Les novelistas ecuatorianos de la generación de 1930 forman uno de los grupos más interesantes que ha producido la ficción hispanoamericana del siglo XX. A cinco narradores se les debe que el país pequeño contara con una novela grande. "Eramos cinco, como un puño " dijo Enrique Gil Gilbert al referirse a sus cuatro compañeros y a sí mismo. Ellos eran José de la Cuadra, Joaquín Gallegos Lara, Alfredo Pareja Díez-Canseco y Demetrio Aguilera Malta. A ese equipo también se le conoce como el "Grupo de Guayaquil'.
Aguilera Malta (1909) es probable entre sus compañeros de generación el más regional y, al mismo tiempo, el de mayor alcance geográfico en la localización de sus anécdotas. El más regional porque toda su producción de tema y personajes ecuatorianos ocurre "en la desembocadura del río Guayas, en el mar 'Pacífico', en un archipiélago que avanza a saltos, dejando un caprichoso reguero de manchas de tierra firme, cual sembradas al voleo frente a la costa, a lo largo de un canal que se llama del Morro. . No solamente el agua las rodea completamente. Hay también un dique que las circunscribe. Ese dique es el manglar." (1) Desde la adolescente recopilación de versos chotunos, El libro de los mangleros, pasando por el libro de cuentos que publicó en compañía de Gallegos Lara y Gil Gilberí, Los que se van (1930), por las novelas Don Goyo (1933) y La isla virgen (1942), hasta la breve pieza de teatro en tres cuadros El tigre (1955), los temas que describe y los personajes que crea están tomados de la costa marítima —los novelistas hablan de otra costa, la fluvial— donde viven los cholos. (Estos libros tratan de la penetración del blanco en esa zona, modificando con su presencia los sistemas económicos y sociales.) Aguilera es también el de mayor alcance geográfico.
En 1935 publica Cana! Zone — los yanquis en Panamá — y en 1939, Madrid, reportazgo novelado de una retaguardia heroica. Actualmente trabaja dos novelas ubicadas fuera de su país: Una cruz en la Sierra Maestra, en la que narra las vicisitudes de los héroes anónimos de la Revolución cubana y México y tú. Es entre sus compañeros de grupo, asimismo, el más inquieto en el terreno
(1) Angel F. Rojas, estudio preliminar a La isla virgen. Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1954. P. V. 146
de la literatura y el arte, y el más andariago. La prosa breve de intención artística, el poema, el cuento, el reportazgo, la novela y el teatro no le han sido ajenos en las distintas etapas de su vida. La mayor parte de los países del continente y buena porción de los europeos le han otorgado experiencias decisivas. (Recuérdese que "hizo" , como suele decirse, la guerra civil española, que denunció la ingerencia norteamericana en Panamá... )
Desde hace dos décadas Aguilera Malta escribe obras de teatro. Una de ellas, Lázaro (1941), ha tenido gran éxito: es la pieza que mayor número de veces se ha representado en el Ecuador; ofrece la tragicomedia de un profesor idealista que cumple su tarea en una escuela secundaria. Sangre azul (1946) y El pirata fantasma (1946) son otras dos obras suyas de la primera época que se han llevado a la escena. En 1955, la Casa de la Cultura Ecuatoriana editó en un solo volumen dos de sus piezas: No bastan los átomos y Dientes blancos, de tres y un acto respectivamente. La primera, una de ¡as obras extensas que ha escrito Aguilera Malta , "está fabricada con los más finos instrumentos y posee cierta pasión, ritmo y audacia" . (2) Obra de tesis, los personajes consecuentemente son emisarios de las ideas pacifistas del autor.
Aguilera Malta es considerado unánimemente como el mejor dramaturgo del Ecuador. Es el más "juicioso" y el más "sereno", el que mejor conoce los secretos de la escena. Me ha confesado que para él el aprendizaje del teatro ha sido lento y difícil; que si para escribir una novela se necesita, como norma fundamental, cursar la vida, para escribir obras de teatro se necesita vivir y, más que en la novela, aprender el oficio, las "mañas " del autor teatral. "La novela —me ha dicho — se escribe; el teatro, se reescribe".
En este volumen se reúnen tres obras breves, escritas más o menos en un mismo tiempo: Dientes blancos, El tigre y Honorarios (1957) inspirada en un cuento de José de la Cuadra. Dientes blancos, inscrita tal vez en la atmósfera de Eugene O'Neill, es una especie de frenética pantomima en la cual los gestos y los sonidos son tan significativos como las palabras. Un negro, que ¡unto con otros hombres de color constituye el espectáculo musical de un cabaret del trópico, ha sido contratado para reírse en todo momento. Uno de sus compañeros se rebela ante tan me
(2) Francisco Tobar, El teatro durante los años de 1944 a 1956 visto por un autor". En Trece años de cultura nacional. Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana 1 957. P. 89.
cónica y degradante ocupación. Esta mínima anécdota, tratada con impecable lenguaje teatral —sobre todo mímico—, produce en el público —en este caso en el lector— el malestar que experimenta toda persona ante la segregación racial. Si el propósito de la obra es combativo, Aguilera Malta ha sorteado los peligros del obvio teatro de tesis.
El tigre ocurre en dos distintos planos: el real y el mental. El "manchado " —as í le llaman los cholos — posee una doble significación: es el animal carnívoro y representa al "maldecido", al demonio. Es por una parte teatro realista-costumbrista y, por la otra, teatro simbólico. Como la pieza anterior, ésta es parca en diálogo y rica en sugerencias.
Honorarios trasplanta al teatro el tono y el tema de la ficción ecuatoriana. Es obra de denuncia y de protesta. Es la más real de las tres, y la más fuerte. Los personajes pertenecen a las dos categorías que se advierten en esa narrativa: a la de los oprimidos y a la de los opresores. Su tema es la injusticia.
Quién sólo conozca a Demetrio Aguilera Malta como narrador, verá en esta otra de sus facetas las mismas cualidades: la generosidad del propósito y la sapiencia del oficio. La poesía, como en sus cuentos y novelas, trasciende la angosta realidad en que viven y sufren sus criaturas.
EMMANUEL CARBALLO









DIENTES BLANCOS
Pieza en un Acto

PERSONAJES:
EBRIA
EBRIO
WILLIAM
PETER
ERNEST
PATRON

(Al levantarse el telón, un reflector focaliza el centro del escenario.
La decoración representa la tarima de una orquesta de negros, en un cabaret centroamericano. Se oye, de rato en rato, el rumor de la fiesta, destaparse de botellas, gritos estridentes, carcajadas. Los músicos negros —Peter, William y Ernest— tocan piano, saxofón y batería, respectivamente. Están vestidos de frac blanco. Miran, a veces, abajo, donde se supone que están divirtiéndose los blancos.
Durante todo el acto, cada vez que William ríe, con su estruendosa carcajada, Ernest lo acompaña, como un autómata, con el sonido, también estruendoso, de su batería.)

PETER. (Mirando angustiado para todas partes, como buscando una salida.) ¿Serán las tres de la madrugada?
WILLIAM. (Lo observa, como a un bicho raro. Después, estalla en una carcajada martillante, onomatopéyica, que muestra sus dientes blanquisimos.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!
PETER. (Volviéndose furioso a William. Sintiendo que encuentra, por fin, alguien contra quien descarga su cólera.) ¿Y tú? ¿De qué te ríes?
WILLIAM. (Un tanto desconcertado. Con súbita seriedad.) De tu preocupación por el tiempo. Sabes que trabajaremos hasta cuando el sol baile en las calles. Y preguntas a cada instante la hora.
¿Cómo quieres que no ría? (Transición. Con su risa estruendosa.)
¡Jajajá! . . . ¡ Jajajá! . . .
ERNEST. (Después de acompañar, como lo hace siempre, con su batería, la risa de William. Como despertando.) Es que lo espera su mujer. . .
WILLIAM. (Asombrado.) ¿Su mujer?. . . ¿Qué mujer?
ERNEST. (Señalando a PETER.) La mujer de él. ¿No sabes que se casó ayer, no más?
WILLIAM. (Como para sí mismo.) ¡Ah! ¿Se ha casado? Entonces, no debía estar trabajando. ¡Debía estar con ella!
ERNEST. Por lo menos esta noche. (Sordamente.) ¡Es su primera noche!
PETER. (Con desesperación.) ¡Sí pudiera hacerlo!
ERNEST. (Pesando sus palabras. Preocupado.) ¡Y se ha casado con una mujer blanca! ¡O casi blanca!
WiLLIAM. (Histérico. Vibrando todo. Riendo, mientras lo acompaña Ernest, con su batería, cada vez que lanza su carcajada.) ¡Una mujer casi blanca!.. . ¡Jajajá!.. . ¡Una mujer casi blanca!.. . ¡ Jajajá! . . . ¡ Jajajá! . . .
PETER. (Con rabia creciente.) ¿Y ahora? ¿De qué te ríes?
WiLLIAM. (Transición. Preocupado.) ¿Yo? ¡De nada! Tú sabes. Yo sólo sé reír. . . (Transición. Eufórico.) ¡Una mujer casi blanca!. . . ¡Jajajá! . . . ¡Lo que vas a tener que trabajar para que dure a tu lado!.. . ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
PETER. (Sin poderse contener más. Abalanzándosele encima a William. Agarrándolo por la solapa del frac. Sacudiéndolo, mientras su contendor en vano intenta desasirse.) ¡Cállate!
ERNEST. (Se levanta rápidamente. Se interpone entre Peter y William. Después de breve esfuerzo, los separa.) ¿Qué te ocurre hoy, Peter? ¡Estás muy nervioso!
WILLIAM. (En actitud canalla.) ¿Acaso tienes miedo de que, .. ?
PETER. ¿De qué?
WILLIAM. ¿¿De que tu mujer?.. .
PETER. ¿Qué, pues, qué?
WILLIAM. (Lentamente. Calculando todo el efecto de sus palabras.)
¿Se canse de esperarte y se vaya con otro?. . .
PETER. ¡Desgraciado!
(Peter se lanza, otra vez, contra William. Empieza a golpearlo. William se defiende, pero casi sin responder los golpes. Tratando, más bien, de contener a Peter. Ernest vuelve a separarlos.)
ERNEST. ¿Es que no pueden hablar de otra cosa?
WILLIAM. (Transición a la euforia.) ¡Del cabaret, por ejemplo! ¡Jajajá! (Coge el saxofón y empieza a dar vueltas como si el instrumento fuera una mujer con la cual estuviese bailando un ritmo loco. En tanto, toca unos compases.)
PETER. (Sombrío.) ¡El cabaret! ¡Sólo piensas en el cabaret!
WILLIAM. ¿En qué más quieres que piense! ¡Aquí he nacido! Aquí he vivido siempre. ¿Te imaginas esto sin la risa del negro William? Sabría mal el champaña. Las mujeres no darían el mismo placer a los hombres. El cabaret me necesita. ¡Yo soy el alma! ¡El alma negra del cabaret. ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!
PETER. (Con desprecio.) ¡Me das lástima!
WILLIAM. (Danzando con el saxofón.) ¡Jajajá! ¡Jajajá!
PETER. Vives contento con fu suerte. ¡Infeliz!
WiLLIAM. (Como antes.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
PETER. ¡Eres un traidor a ti y a la raza!
WILLIAM. (Como antes.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
ERNEST. (Qué, como siempre, ha acompañado automáticamente,  con su bateria, las carcajadas de William. Como dejando de ser
autómata, para volverse hombre.) ¿Pero qué te ocurre hoy, Peter?
PETER. (Amargamente.) ¿A mí? ¿Qué puede ocurrirme, Ernest? ¡Esta noche es igual a todas. . . a todas las noches de mi vida!
ERNEST. ¿Entonces?
PETER. ¿Qué?
ERNEST. ¿Por qué estás así con William? Él es tu amigo. Y él, esta noche, también está igual a todas las noches de su vida.
WILLIAM. ¡Y seguiré igual, hasta después de muerto! ¡Jajajá!
¡Jajajá!
(Por la izquierda, sube a la tarima el Ebrio, vestido de frac negro, con una copa de champaña en la mano izquierda y una botella del mismo licor en la diestra. A su lado, sube, también, la Ebria, que va vestida de noche y también lleva una copa de champaña. De vez en cuando, ambos beben. Suben con dificultad a la tarima. La embriaguez los torna desdibujados, caricaturescos.)
EBRIO. Tengo que irme mañana mismo.
EBRIA. Ya me lo has dicho.
EBRIO. Pero quiero decírtelo otra vez. Tengo que irme. . .
EBRIA. (Continuando la frase de él) ... mañana mismo.
EBRIO. Así es. ¡Salud! (Bebe.)
EBRIA. ¡Salud! (Bebe.)
PETER. (Con repugnancia y rabia.) ¡Sólo nos faltaba eso! ¡Que vinieran hasta aquí!
WILLIAM. ¡Hay que aprovecharlos!
(William se acerca a los Ebrios y empieza a hacerles muecas. A bailarles. A hacerles gracias, como si se tratara de un payaso negro. Los Ebrios, al principio, no se dan cuenta de qué se trata. Después, ríen. A su vez, William empieza a reír, enseñando sus dientes blancos. Su carcajada va siendo tan contagiosa, que, al final, todos, excepto Peter, estallan en carcajadas estruendosas. Esta vez, Ernest, como loco, golpea todos los instrumentos de la
batería, en una forma extraordinaria.)
EBRIA. (Cuando todos parecen agotarse de tanto reír y se hace un breve silencio.) ¡Qué negro más gracioso!. . . ¿Me lo compras, querido?
EBRIO. ¡No puedo! ¡Tengo que irme. . .
EBRIA. (Continuando la frase.) ...mañana mismo! ¡Ya me lo has dicho, querido!
EBRIO. ¿No puedo decírtelo otra vez?
EBRIA. Sí. Sí querido. . . (Pausa.) ¿Y una copa? ¿Le puedes brindar una copa?
EBRIO. Sí. ¡Se la ha ganado!
WILLIAM. ¡Claro que me la he ganado! (Da unos cuantos pasos de baile con su saxofón.) ¡Jajajá!.. . ¡Champaña! Jajajá!.. . ¡Jajajá!
EBRIO. (Sirve más champaña en su copa. La tiende a William.)
¡Toma! ¡Bebe!
(William va a beber. Pone la copa en sus labios. Pero, de salta de la mano de WILLIAM, cayendo al suelo. Ante la estupefacción de todos, después, se dirige hacia el Ebrio, a quien arrebata la botella y, también, la arroja al suelo.)
PETER. ¡Canalla!
(Pasado un brevísimo instante de estupor, Ernest se lanza contra Peter. Lo toma por los brazos. Lo sacude.)
ERNEST. ¡Peter! ¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loco?
PETER. (Haciendo desesperados esfuerzos por desasirse de Ernest.)
¡Suéltame!
WILLIAM. (Que está desconcertado. Reaccionando.) Peter. . . yo . . . yo. . .
PETER. (Furioso. Fuera de sí). ¡Cállate!
EBRIO. (Tratando de comprender.) ¿El champaña no es bueno para los negros?
EBRIA. ¡Oh querido! ¿Eres tonto? Este negro (señala a Peter) no quiere nuestro champaña.
EBRIO. (Sin entender.) ¿No lo quiere? ¿Por qué?
EBRIA. ¡Es un negro insolente! ¡Atrevido!
EBRIO. (Haciendo ademán de irse.) Bien. ¡Pidamos otra botellal
EBRIA. ¿Y qué? ¿No eres hombre? ¿No vas a hacerte justicia por ti mismo?
EBRIO. ¿Yo? ¿Golpear a un negro? ¡Nunca! Me ensuciaría las manos!
PETER. (Sacudiéndose. Tratando de soltarse de las manos de Ernest.)
¡Suéltame! ¡Suéltame! (Al Ebrio.) ¡Borracho maldito!
ERNEST. ¡Cálmate!
EBRIA. ¿Vas a permitir que te siga insultando?
ERNEST. (Soportando a duras penas las sacudidas de Peter.) Todos se están dando cuenta de lo que pasa. Hasta el patrón. ¡Tranquilízate!
WILLIAM. (Dominándose. Amistoso.) Ernest tiene razón, Peter. ¡Tranquilízate! .. . No sé por qué te has disgustado. Sobre todo, conmigo.
Yo siempre tomo champaña. Me gusta. ¿No me has visto recoger las sobras todas las copas, cuando se van los clientes? ¡Champaña!
PETER. ¡Miserable!
EBRIA. ¿Lo ves, querido? ¿Vas a dejar que te sigan ofendiendo?
EBRIO. En mi hacienda, siempre les doy látigo. ¿Puedes conseguirme un látigo? Pídele al dueño del cabaret. Tal vez, él tenga un látigo.
(Peter, con un desesperado esfuerzo, logra soltarse de las manos de Ernest.)
PETER. ¿Látigo? ¿Ha dicho, látigo? (Se lanza contra el Ebrio. Lo agarra por el cuello y empieza a sacudirlo. Ernest, William y la Ebria intervienen y, después de breve lucha, consiguen soltar al Ebrio de las manos de Peter. Desde este momento empiezan a surgir numerosas voces de la Muchedumbre, fuera de escena.)
MUCHEDUMBRE. (Desde fuera.) ¡Afuera, el negro! ¡Afuera! ¡Que lo cuelguen! ¡Afuera! ¡Afuera!.. . ¡Atrevido! ¡Asqueroso! ¡Afuera! ¡Sáquenlo! ¡Afuera!
(El Patrón sube a la tarima de los músicos. Los músicos se  apartan respetuosamente.)
PATRON. ¿Qué pasa aquí?
EBRIO. (Tratando de reaccionar. Monocordemente.) Que me voy mañana mismo.
EBRIA. (Al Ebrio.) ¡Idiota! (Transición. Al Patrón, indicando a Peter.)
Este negro nos rompió una botella de champaña. Y no contento con eso, intentó pegarle a él. (Señala al Ebrio.)
WILLIAM. ¡Pobre Peter!
PETER. ¡Pobre tú! ¡Descastado!
PATRON. ¡Silencio!
WILLIAM. Peter es magnífico, Patrón. Usted lo sabe. ¡Pero esta
noche ha perdido el juicio!
MUCHEDUMBRE. (Desde fuera de escena.) ¡Afuera el negro! ¡Que lo boten! ¡Que lo cuelguen! ¡Afuera! ¡Afuera el negro! ¡Afuera!
PETER. (Transformándose.) ¡Sí! ¡Que me cuelguen! ¡Es lo mejor que pueden hacer!
WiLLiAM. No le haga caso, Patrón. Es verdad lo que le digo. ¡Peter está medio loco!
PATRON. Yo no permito aquí a ningún loco. Este es un cabaret, no un manicomio.
PETER. (Completamente fuera de sí.) ¡No! ¡Todavía no estoy loco! ¡Enloqueceré, no cabe duda! Pero todavía no estoy loco. Aun puedo darme cuenta de la vida que llevamos. ¡Nos consumimos como antorchas negras, para alumbrar la alegría de los blancos!
WILLIAM. (Queriendo disculpar a Peter en cualquier forma.) ¿Sabe usted, Patrón? Se casó ayer. Esta es su noche de bodas. Y... usted comprende.
PATRON. ¡No! ¡No comprendo! Además, ¿para qué? Tampoco permito
que mis músicos vengan a celebrar aquí sus noches de bodas.
PETER. (Mirando al Patrón con odio y desprecio.) ¡Cerdo!
PATRON. (Desconcertado.) ¿Qué dices?
PETER. ¡Cerdo!
PATRON. (Buscando a su derredor.) ¿Quién?
PETER. ¡Usted!
PATRON. (Dudando de lo que ha oído.) ¿Yo?
PETER. Sí. ¡Usted!
PATRON. (Se rasca la oreja, meditando. Duda. Después, se encoge de hombros.) ¡Uhm! ¡Bien! ¡Estás despedido! ¡Ya trataré de que nadie vuelva a darte empleo!. . . ¡Ahora, vete!. . . ¡Vete enseguida!
PETER. Cállate
WILLIAM. Pero, patrón. Peter. . .
(Con pasos lentos, Peter sale de escena, mientras arrecian los gritos de la Muchedumbre.)
MUCHEDUMBRE. (Fuera de escena.) ¡Afuera el negro! ¡A colgarlo!
¡A colgarlo fuera! ¡A colgarlo! ¡Atrevido! ¡Fuera!
PATRON. (Al Ebrio.) Perdone usted, señor. . . Usted comprende, ¿verdad? Se trata de un negro.
EBRIO. No se preocupe. Yo me voy mañana mismo. Estoy de paso.
Hoy llegué de mi hacienda de bananos. Esa es mi mina de oro verde. Mañana me voy a París. ¿Sabe? Voy a pasar mis vacaciones en París.
EBRIA. ¿Por qué no me llevas a París, querido?
EBRIO. No. No puedo. Voy con mi mujer. . . (Transición.) Pero te puedo dar más champaña.
EBRIA. (Encogiéndose de hombros.) ¡Champaña! ¡Eso es! ¡Champaña!
EBRIO. (Sonando las manos.) ¡Mozo! ¡Mozo! ¡Champaña!
PATRON. (A William.) Bueno. ¿Y tú? ¿Qué esperas?
WILLIAM. (Como despertando.) ¿Yo?
PATRON. Sí. ¿Por qué no ríes?
WILLIAM. Es que . . .
PATRON. ¡Ríe! El cabaret no puede estar sin tu risa. Sin que enseñes la doble hilera de tus dientes blancos. ¡Apúrate! ¡Ríe!
WILLIAM. (Angustiado.) Este.. . yo.. .
PATRON. Todos estamos esperando. ¡Apresúrate! ¡Ríe!
WILLIAM. (Intenta sonreír. Pero le sale una mueca horrible.) ¿No ve que no puedo?
PATRON. ¡No importa! ¡Tienes que reír! ¡Para eso te pago! . . .
WILLIAM. (Vuelve a intentar reír. Pero le resulta la misma mueca trágica.) | No!  ¡No puedo!
EBRIA. ¡Ríe, negrito! ¡Ya viene el champaña! ¡Nuestro champaña!
EBRIO. Ríe. Me voy a París mañana mismo. Y antes quiero verte reír.
ERNEST. Tienes que reír, William. Es tu deber. Está escrito en el contrato.
WILLIAM. ¡No quiero champaña! ¡No quiero reír!
KWCHEDUMBRE, (Fuera de escena . En coro. Con acompañamiento de golpes sobre las mesas.) ¡Ríe! ¡Ríe! ¡William ! ¡Ríe, William !
PATRON. Si no ríes, ¿para qué sirves? ¿Quieres que también te despida a ti y a Ernest? Recuerda que Ernest es sólo una batería..
¡Y una batería sola no sirve de nada! ¡Anímalo, Ernest!
(Ernest empiezo a tocar desesperadamente la batería.)
WILLIAM. (Haciendo un esfuerzo sobrehumano. Con risa triste.)
¡Jajajá! ¡Jajajá!
PATRON. ¿Yo ves como si podías reír? ¡Ríe! ¡Ríe, más! ¡Ríe!
WILLIAM. Jajajá. Jajajá. ¡Jajajá! ¡Jajajá!
PATRON. ¡Venga alegría, señores! ¡Riamos con William! Más fuerte.
¡Más fuerte! ¡Jajajá! ¡Jajajá!.. .
(Los Ebrios, Ernest, el Patrón, la Muchedumbre fuera de escena, todos, van contagiándose de la carcajada de William que, poco a poco, va siendo más fuerte, más fuerte, acompañada por la batería enloquecida de Ernest, hasta quecae violentamente, el telón.)
FIN DE LA PIEZA 

Sobre Roberto Arlt

La imaginación folletinesca en Trescientos millones de Roberto Arlt

Mucho se ha escrito sobre estas cuestiones, sobre la concepción de la ficción en la obra de Arlt, su estrecha relación con el folletín y la novela sentimental.

el folletín y la novela sentimental condicionan la obra estructuralmente, pero porque forman parte del horizonte cultural de la protagonista.

Trescientos millones surgió, a decir de Arlt, a partir de la historia del suicidio de una criada de origen español que tuvo que cubrir mientras hacía de reportero policial del diario Crítica; suceso no inusual para el autor (que afirma “en aquella época veía cadáveres casi todos los días”), pero que lo dejó profundamente impresionado:

Durante meses y meses caminé teniendo ante los ojos el espectáculo de una muchacha triste, que sentada a la orilla de un baúl, en un cuartucho de paredes encaladas, piensa en su destino sin esperanza, al amarillo resplandor, de una lamparita de veinticinco bujías. De esta obsesión, que llegó a tener caracteres dolorosos, nació esta obra […] (p.10)

A partir de esta imagen y, quizás, las preguntas sobre aquello que mantuvo a la muchacha despierta y enajenada (eso parece sugerir el detalle de la lamparita que olvidó prendida) surge Trescientos millones, con la estructuración y la disposición espacial que plantea: la obra está conformada por un prólogo (que consta de una escena única) y tres actos que tienen lugar en dos espacios: uno real (el cuarto de servicio de Sofía, una sirvienta que sueña con una vida tomada de los modelos folletinescos de las novelas sentimentales) y uno de sueños, ficticio, donde actúan los fantasmas que interpretan los sueños de los hombres. Mientras el prólogo describe el mundo de ensueños, los actos desarrollan la historia de Sofía en un espacio desdoblado, que es simultáneamente real y de ensueño.
En el prólogo, Arlt describe la topología y los caracteres que pueblan el mundo de sueños, los hace interactuar, y atribuye a partir de ellos determinados rasgos al ensueño de los hombres. Estas primeras páginas de la obra, en lo absoluto marginales a la anécdota, resultan interesantes porque brindan el marco para la interpretación de la historia que va a ser contada, anticipan su resolución (se cuenta la historia de un chico que se suicida por un amor no correspondido) y la comentan. Básicamente, dos temas articulan el prólogo: en principio, la explicación del ser de los “fantasmas”, y en segundo lugar, la reflexión sobre los sueños de los hombres. En cuanto a la calidad ontológica de los protagonistas del prólogo, ellos discuten sobre eso entre sí, pero antes Arlt los describe al principiar la obra: “zona astral donde la imaginación de los hombres fabrica con líneas de fuerza los fantasmas que los acosan o recrean en sus sueños” (p.13): Rocambole, un Galán, una Reina Bizantina, un Demonio y un Hombre Cúbico. Si los primeros son personajes principalmente folletinescos (Rocambole es el protagonista del célebre folletín de Ponsol du Terrail; el galán es un personaje típico en las novelas sentimentales), el Hombre Cúbico representa la imaginación técnica, el sueño moderno del progreso y el enriquecimiento (afirma ser “de origen puramente científico”, quien lo sueña es un geómetra que quiere construir un traje de buzo): lo cierto es que todos ellos forman parte del imaginario colectivo de la época, y no de una fantasía individual. Esto podría implicar un cuestionamiento sobre el grado de libertad que hay en el proceso de creación por parte de los hombres, y en particular, los lectores como Sofía; sobre la función que los folletines tienen como favorecedores o sustituyentes de las fantasías (es decir, si la creación imaginaria permite escapar a la vida proletaria enajenada o, al contrario, sumerge al lector aún más en ella y en un patrón conformista). La conversación mantenida por los fantasmas inmediatamente a continuación da una respuesta parcial a esta cuestión. En efecto, al intentar autodefinirse los fantasmas definen la imaginación que les da vida: así, pasan de ser “constructores de sueños” a ser los representantes de los deseos de los hombres que construyen sueños, o actores de las ficciones de las que los hombres son autores, o de acuerdo a lo que plantea el Hombre Cúbico (que es un fantasma “nuevo”, y propone la definición aceptada por el consenso de los personajes y avalada por el autor), ejes de fuerza en torno a los cuales se acumulan los sueños de los hombres, imprimiéndoles forma. Esto indica una función completamente activa por parte del soñador, pero nuevamente, a medias: los ejes de fuerza que se nos presentan tienen la forma de personajes folletinescos, y si como dice el Galán, “el hombre es esclavo de su sueño... Es decir, esclavo nuestro”, la ecuación parecería resultar en una esclavitud de los modelos propuestos por la cultura de masas.
El segundo tema que articula el prólogo, a grandes rasgos, la reflexión sobre los sueños de los hombres, reafirma esta última visión sobre el proceso de creación: los fantasmas cuentan las que juzgan absurdas historias que se ven obligados a protagonizar para los soñadores (que son, exceptuando el geómetra, pobres, contrahechos o niños, es decir, marginales y oprimidos), y a raíz de ellas, se quejan de una imaginación “proletarizada” en doble sentido: porque sueñan los pobres y porque son sueños pobres; más tarde, mientras discuten los fantasmas del sueño de Sofía, la cuestión se reitera:

Capitán: Su imaginación: la base es “Rocambole” y su geografía la estudió en la revista “La Esfera”.
Griselda: Lo único que ha leído y visto.
Azucena: Me dan ganas de no seguir trabajando…
[…]
Azucena: Me iría, pero tengo los zapatos como encolados al piso.
Galán: Yo estoy descuadrillado… Después de la jorobada me toca la Sirvienta. Voy de mal en peor.
[…]
Galán: ¡Cuando me acuerdo de mis buenos tiempos!
Griselda: Debería prohibírseles soñar a los pobres.
Azucena: Verdad. Un pobre soñando imagina los disparates más truculentos.
Galán: Es la falta de cultura.
Capitán: De un tiempo a esta parte el último lavaplatos se cree con derecho a tener imaginación.
Griselda: La culpa la tiene el cine… créanme.
Galán: ¡Qué tranquilos estábamos antes en nuestro mundo astral! (pp.61-63. Las cursivas son mías.)

Esta actitud elitista ilustra el panorama intelectual de la época: la contraposición entre una antigua alta cultura y el surgimiento de una cultura de masas representada por los folletines y el cine. Los fantasmas se quejan de la situación de pauperización, Rocambole actúa como contrapunto (es el único que defiende el sueño de la sirvienta), el texto teatral, por su parte, ilustra ambas posiciones: enfrentada a la Muerte y a un futuro con escasas probabilidades de cambio y ascensión social y económica, el ficcionar resulta la única salida viable para elegir la vida.
En Trescientos millones también los soñadores “acuden reiteradamente al acto de imaginación como forma de verificar el control individual”, de expandir su ser social y “de llenar los silencios de sus vidas privadas (y al texto) con un expansivo conocimiento”. Sofía la Sirvienta puede construir una nueva identidad a través de la imaginación (“Pero usted ya no es la sirvienta, ¿me entiende? No. Usted es la huérfana.” -p.41), puede ampliar sus perspectivas (de los viajes en tren pasa a la experiencia del transatlántico), puede ejercer su voluntad como directora de su sueño (como en la escena en la que Sofía se encuentra con el Galán – acto I, cuadro ii, escena 3). Puede incluso estructurar toda una vida a su gusto. Pero esta libertad es limitada, y luego de su consecución se va a degradar permanentemente. Como fue señalado en el diálogo entre los fantasmas, Sofía no logra imaginar más allá de una lógica binaria y con los materiales de la fantasía que conoce.


Sofía principia su sueño con un esquema burocrático y legitimador del mismo según los requisitos reales: recibe una herencia de trescientos millones y cincuenta y tres centavos (única gran ficción y hecho de origen inexplicado en el sueño de Sofía, la Sirvienta millonaria) y para legitimarlos firma recibo. De oprimida y pobre pasa a ser dominante y rica, y estos atributos son condición sine qua non del resto del sueño; el dinero es el origen de la ficción: es sólo después de imaginada su adquisición que Sofía construye el mundo de ensueño (como fue señalado, el primer cuadro del primer acto presenta únicamente el mundo real, el cuarto de Sofía; a partir del segundo se instala una nueva dimensión de placer y comodidades), es sólo gracias a su posesión que puede imaginar que viaja, que tiene amigas, y dirigir el desarrollo del sueño: su casamiento proviene de una compra (“Me gustas y te compro. Tengo trescientos millones” –p. 54), la escena familiar tras el nacimiento de su hija se centra principalmente en un diálogo con la Niñera a la que contrató en donde Sofía da las órdenes (tras haber tenido que obedecer las de su patrona al finalizar la última escena de I, ii). Su imaginación muestra ser práctica y económica: actúa como cree que deben ser las cosas cuando se es multimillonario, no imagina una posibilidad de comportamiento o una posibilidad de consecución de la felicidad distinta (no imagina el cambio); además, los modelos con los que construye su sueño son tomados del folletín y otros medios, no son “originales” (cuando le pide al Galán que actúe de una manera distinta, el comportamiento que le propone no es menos estereotipado). Arlt describe esas limitaciones del poder creador de manera irónica:

Capitán: ¿Le gusta el paisaje, señorita? (En la posición en que están colocados [el Capitán y la Sirvienta, en el muelle del transatlántico] el paisaje es invisible, pero ellos actúan como si estuviera allí ante sus ojos, revelándose de este modo la maravilla de la imaginación creadora y el poder soñador de la Sirvienta.)
[…]
Sirvienta: ¡Qué curiosa coincidencia, Capitán!
Capitán: ¿Qué coincidencia?
Sirvienta: Este paisaje es idéntico a uno que vi en “La Esfera”. (Pp. 44-46. El subrayado es mío.)

Exceptuando los momentos en que se emociona por la herencia y el viaje en barco, durante su sueño Sofía no es capaz de construir su felicidad; de hecho, a partir de su casamiento se inicia un camino degradación permanente: de la novela sentimental en la que ejerce su dominio plenamente, y en la que vive consciente de la diferencia entre realidad y ficción, pero prestándose al juego, de acuerdo a lo que cree los comportamientos reales de los millonarios (es decir, en el momento del casamiento con el Galán y la vivencia de la maternidad, sobre lo cual terminará concluyendo: “no vale la pena casarse” –p.69), se pasa a la novela bandoleresca (a finales del acto I y durante todo el acto II, cuando su hija es secuestrada por el Compadre Vulcano y emprende la búsqueda para rescatarla junto a Rocambole), en la cual Sofía vive la ficción con la intensidad de un hecho real (no hay durante el segundo acto fantasmas que se burlen de ella ni escenas mal representadas) en el momento en el que como persona vuelve a estar en una posición desprotegida, y temáticamente reproduce en su hija aquello que la preocupa en el mundo real: el trabajo excesivo, la imposibilidad de mejora, la prostitución o abuso sexual. Asimismo, en este momento el discurso legal y realista cambia de sujeto de discurso: ya no se guía por su lógica Sofía, como heroína (al contrario, sus parlamentos son, a la par de estereotipados, únicamente expresivos en su mayoría, escuetos y cuantitativamente escasos), sino que es articulado principalmente por Vulcano y el viejo proxeneta que es el Rufián Honrado. De todos modos, en la esfera de la imaginación representada por la novela bandoleresca el sueño de Sofía embellece su contraparte en el mundo real: junto a ella, en la misión de rescate, está la protección de Rocambole, quien se enfrenta con su praxis y su discurso a los villanos de acuerdo a un código de justicia popular en el que a un crimen corresponde un castigo equivalente, y su hija es salvada de su destino. Finalmente, en el tercer momento del sueño (que se corresponde con el acto III) Sofía recupera el dominio en un plano social y económico, pero lo pierde en el biológico y como constructora de la ficción: se imagina vieja, y cuando trata de negarse a seguir en ese rumbo (se defiende ante el discurso desesperanzado y derrotista de las viejas que le hacen compañía, recordando el plano real: “Yo soy joven […]. Yo puedo esperar y vivir. No tengo más que veinticuatro años” -p. 96), cae enredada por el sueño y sus fantasmas, confunde los planos de la realidad y la ficción (“Vieja 1°: Está loca. Dice que tiene veinticuatro años. / Sirvienta: ¡Oh!, no… es cierto… Yo también soy vieja” –p. 96-97). Sofía se pierde en su sueño al punto en que los fantasmas le pierden todo respeto: las amigas la acusan de desvariar y afirman su vejez; el Lacayo le hace “pito catalán” sin ocultarse; incluso su Hija no la escucha en su papel de madre: al contrario, vuelve a introducir los lugares comunes de la novela sentimental, re-escribe todos los discursos en los que Sofía los critica y trata de recuperar la realidad, sueña por ella, la acusa de falta de imaginación y hasta ocupa la posición que antes detentara la protagonista de cuestionar los clichés: “Te voy a contar, mamita… (Súbita transición.) ¿Es obligatorio que una hija se arrodille al lado de la madre para contarle que está enamorada…?” (p.100). Ante esa pérdida del dominio de la ficción, ante la experiencia de los límites de su voluntad creadora, Sofía sólo puede reafirmar su poder mediante un aparte (“A veces los autores les tienen envidia a sus personajes. Quisieran destruirlos” -p. 102), un aparte que por lo demás no lleva a cabo (porque elige continuar con la comedia), pero esa temporal recuperación del dominio sólo sirve, al final, para mostrarle el contraste con la realidad que la espera más allá de sus sueños, y sus limitaciones: la realidad irrumpe la continuación de su obra en el grito del Hijo de la Patrona que “le pide placer en el instante en que ella bendice en su ensueño la felicidad de una hija que no existe” (p.105).
Agotado el recurso de la ficción, esa “locura” de atreverse a soñar pese a sus limitaciones; siendo aparentemente inimaginable una mejora real sobre su situación actual, Sofía elige la otra posibilidad de reafirmar su voluntad (como dijera la Muerte al principio de la obra, “la gente muere en realidad cuando quiere morir” -p. 35) y se suicida. Independientemente de la interpretación que se brinda aquí, este acto recibió otras explicaciones:
[ La]ambivalencia afecta […] al significado del suicidio al final del drama. Por una parte, el suicidio puede interpretarse como la prueba de que Sofía, debido a su vida imaginaria, no ha perdido el sentimiento de su dignidad y la conciencia de que su vida real es inaceptable. Por otra parte, es posible interpretar el suicidio como consecuencia fatal de abandonarse a las compensaciones brindadas por la imaginación en lugar de tratar de mejorar su suerte de manera activa.

Entonces, al finalizar la obra la pregunta parecería siendo la misma que dio origen a este análisis: el folletín y su lectura: ¿Liberación de la enajenación o evasión alienante?

Conclusiones y respuestas
Lo cierto es que al cabo de la obra, a pesar de ejercer su capacidad creadora, Sofía nunca deja de ser la Sirvienta en el texto teatral. A pesar de la reescritura de las identidades en la ficción (dejar de ser la Sirvienta y convertirse en la huérfana millonaria), ésta no cambia los anquilosamientos sociales, el dominio de la creación no subvierte ni invierte la realidad.

Sin embargo, la ficción se sigue presentando, en muchos casos, como el único lugar donde el oprimido puede crear libremente dentro de un régimen social alienante y aparentemente imposible de escapar. En tanto espacio de creación, en Trescientos millones se presenta en principio como lugar de vida, dominio y libertad pero no precisamente como espacio de evasión: Sofía nunca puede abstraerse por completo de la realidad; de hecho, su sueño se construye en función de sus carencias en la realidad, dialoga con ella, y cuestiona los recursos que emplea para construir su ficción partir de la misma. Asimismo, no puede decirse que haya una lectura acrítica por parte de Sofía (una recepción del material de lectura meramente pasiva): no sólo porque efectúa creaciones a partir de sus conocimientos “plebeyos”, sino porque en esa actividad las soluciones mágicas del folletín son cuestionadas y revisadas por la protagonista (el diálogo con el Galán y con su Hija en las escenas I y III respectivamente son claros ejemplos.). Sin embargo, tampoco hay una creación completamente original y libre: como ya fue dicho, el sueño de Sofía está extremadamente condicionado por el horizonte imaginativo propuesto por los medios de la época (remanidos recursos folletinescos y lugares comunes). El proyecto liberador de la ficción es incompleto, está mutilado en tanto no hay posibilidad de transferencia práctica al mundo no-ficticio, pero en última instancia no parece que en Trescientos millones haya una condena de la novela popular, el proceso de recepción de la misma, ni mucho menos del acto de soñar: no se la identifica con un acto de auto-alienación.
La obra de Arlt parecería coincidir con la lectura de la novela del folletín que realiza Gramsci: como favorecedora de una fantasía, pero también limitante. La visión final de Trescientos millones resulta pesimista (no se propone una solución: la ficción se degrada y el suicidio termina siendo el único final posible; en caso de no suicidarse, Sofía habría muerto igualmente de tisis, pero además humillada por el Hijo de la Patrona), pero en todo caso, la fantasía se presenta como necesaria trasgresión: el hecho de que todos los elitistas personajes de “altas esferas” o detentadores del poder se opongan al sueño de Sofía y de sus compañeros de clase, el hecho de que su suicidio sea festejado (“Hija: Libres…, por fin estamos libres de esta loca. […] Lacayo: Ha muerto para nuestra tranquilidad. [… Todos:] Por fin se ha muerto la loca. / Por fin se ha muerto la loca” –pp.105-106); la compasión de Rocambole, el criminal que para los lectores de sus cuarenta tomos pudo vivir fuera del orden social establecido y hacer su voluntad; y la realidad de que las últimas palabras en la obra sean la imperativa orden de silencio de un patrón explotador que desvaloriza la expresión ajena [“Hijo (aún pegado en los vidrios, con voz ronca): Abrí, Sofía, Abrí…, no hagás chistes.” –p.107] parecen afirmarlo.