3/3/21

El paseo de Buster Keaton, de Federico García Lorca


















 El paseo de Buster Keaton 

 Federico García Lorca

Personajes:

        *BUSTER KEATON                           *EL BÚHO                      *UNA AMERICANA  
          * EL GALLO                                     * UN NEGRO                           *UNA JOVEN


GALLO: Kikirikí.
(Sale BUSTER KEATON con sus cuatro hijos de la mano.)
BUSTER KEATON: (Saca un puñal de madera y los mata.) Pobres hijitos míos.
GALLO: Kikirikí.
BUSTER KEATON: (Contando los cuerpos en tierra.) Uno, dos, tres, cuatro.  (Coge una bicicleta y se va.)
(Entre las viejas llantas de goma y bidones de gasolina, un NEGRO come su sombrero de paja.)
BUSTER KEATON: ¡Qué hermosa tarde!
(Un loro revolotea en el cielo neutro.)
BUSTER KEATON: Da gusto pasearse en bicicleta.
EL BUHO: Chirri, chirri, chirri, chi.
BUSTER KEATON: ¡Qué bien cantan los pajarillos!
EL BUHO: Chirrrrrrrrrrr.
BUSTER KEATON: Es emocionante.
(Pausa. BUSTER KEATON cruza inefables juncos y el campillo de centeno. El paisaje se achica entre las ruedas de la máquina. La bicicleta tiene una sola dimensión. Puede entrar en los libros y tenderse en el horno del pan. La bicicleta de BUSTER KEATON no tiene el sillín de caramelo y los pedales de azúcar, como quisieran los hombres malos. Es una bicicleta como todas, pero la única empapada de inocencia. Adán y Eva correrían asustados si vieran un vaso lleno de agua, y acariciarían, en cambio, la bicicleta de KEATON.)
BUSTER KEATON: ¡Ay amor, amor!
(BUSTER KEATON cae al suelo. La bicicleta se le escapa. Corre detrás de dos grandes mariposas grises. Va como loco, a medio milímetro del suelo.)
BUSTER KEATON: (Levantándose.) No quiero decir nada. ¿Qué voy a decir?
UNA VOZ: Tonto.
(Sigue andando. Sus ojos, infinitos y tristes, como los de una bestia recién nacida, sueñan lirios, ángeles y cinturones de seda. Sus ojos, que son de culo de vaso. Sus ojos de niño tonto. Que son feísimos. Que son bellísimos. Sus ojos de avestruz. Sus ojos humanos en el equilibrio seguro de la melancolía. A lo lejos se ve Filadelfia. Los habitantes de esta urbe ya saben que el viejo poema de la máquina Singer puede circular entre las grandes rosas de los invernaderos, aunque no podrán comprender nunca qué sutilísima diferencia poética existe entre una taza de té caliente y otra taza de té frío. A lo lejos brilla Filadelfia.)
BUSTER KEATON: Esto es un jardín.
AMERICANA: Buenas tardes.
(BUSTER KEATON sonríe y mira en “gros plan” los zapatos de la dama. ¡Oh qué zapatos! No debemos admitir esos zapatos. Se necesitan las pieles de tres cocodrilos para hacerlos.)
BUSTER KEATON: Yo quisiera…
AMERICANA: ¿Tiene usted una espada adornada con hojas de mirto?
(BUSTER KEATON se encoge de hombros y levanta el pie derecho.)
AMERICANA: ¿Tiene usted un anillo con la piedra envenenada?
(BUSTER KEATON cierra lentamente los ojos y levanta el pie izquierdo.)
AMERICANA: ¿Pues entonces?
(Cuatro serafines con las alas de gasa celeste bailan entre las flores. Las señoritas de la ciudad tocan el piano como si montaran en bicicleta. El vals, la luna y las canoas estremecen el precioso corazón de nuestro amigo. Con gran sorpresa de todos, el Otoño ha invadido el jardín, como el agua al geométrico terrón de azúcar.)
BUSTER KEATON: (Suspirando.) Quisiera ser un cisne. Pero no puedo aunque quisiera. Porque ¿dónde dejaría mi sombrero? ¿Dónde mi cuello de pajarita y mi corbata de moaré? ¡Qué desgracia!
(Una JOVEN, cintura de avispa y alto cucuné, viene montada en bicicleta. Tiene cabeza de ruiseñor.)
JOVEN: ¿A quién tengo el honor de saludar?
BUSTER KEATON: (Con una reverencia.) A Buster Keaton.
(La JOVEN se desmaya y cae de la bicicleta. Sus piernas alistan tiemblan en el césped como dos cebras agonizantes. Un gramófono decía en mil espectáculos a la vez: “En América hay ruiseñores.”)
BUSTER KEATON: (Arrodillándose.) Señorita Eleonora, ¡perdóneme, que yo no he sido! ¡Señorita! (Bajo.) ¡Señorita! (Más bajo.) ¡Señorita! (La besa.)
(En el horizonte de Filadefia luce la estrella rutilante de los policías.)

Antón Chéjov . Petición de Mano.

























Antón
Chéjov



Petición de Mano

Personajes
Stepan Stepanovich Chubukov, terrateniente
Natalya Stepanovna, su hija, veinticinco años de edad
Ivan Vasilievich Lomov, terrateniente hombre sano y robusto, pero sumamente aprensivo.
Vecino de Chubukov.
La acción tiene lugar en la hacienda de Chubukov.
Petición de Mano

Acto Único
Sala en casa de los Chubukov.


Escena I
Chubukov y Lomov.
Este último entra de frac y guantes blancos.
Chubukov.- (Saliéndole al encuentro) ¡Ivan Vasilievich! ¡A quién veo! ¡Qué alegría tan grande!
(Se estrechan la mano) ¡Precisamente!... ¡Qué sorpresa! ¿Cómo está?..., dígame.
Lomov.- ¡Muy bien, muchas gracias! ¿Y usted, como se encuentra?
Chubukov.- ¡Gracias a sus oraciones, ángel mío, vamos tirando! Pero; siéntese, se lo ruego. ¡No
está bien eso de olvidarse así de sus vecinos!... ¡Querido!... ¿Cómo viene tan de etiqueta? ¿Va
usted a alguna parte?
Lomov.- No. Vengo solamente a verle, estimado Stepan Stepanovich.
Chubukov.- ¡Y por qué entonces, vestido de frac. ¡Parece que estamos en Navidad y que va usted
de visitas!...
Lomov.- Verá... El asunto que me trae... (Tomándole de un brazo) He venido a verle, estimado
Stepan Stepanovich, para importunarle con un ruego... Varias veces tuve el honor de dirigirme a
usted y solicitar su ayuda, y siempre..., en fin... ¡Perdone!... ¡Estoy muy nervioso!... ¿Me permite
que beba un poco de agua, estimado Stepan Stepanovich? (Bebe)
Chubukov.- (Aparte) Este viene a pedirme dinero, pero no se lo daré. (A Lomov) ¿De qué se trata,
guapo mozo?
Lomov.- Verá usted, estimado Stepanovich... ¡Perdone!... Quiero decir... Stepan Estimadich...
¡quiero decir!... ¡Estoy terriblemente nervioso! ¡En una palabra, que solo usted puede ayudarme,
aunque yo no merezca tal honra ni tenga, derecho a su ayuda!
Chubukov.- Al grano, querido. ¡Diga lo que sea de una vez! ... Se trata de...
Lomov.- Ahora mismo... Al instante. El asunto que me trae... es solicitar la mano de su hija Natalya
Stepanovna.
Chubukov.- (Con alegría) ¡Ivan Vasilievich! ¡Querido! ¡Repita eso otra vez! ¡No sé si lo he oído
bien!
Lomov.- Digo que tengo el honor de solicitar…
Chubukov.- (Interrumpiéndole) ¡Entrañable amigo! ¡Me siento tan contento?... ¡Precisamente!
(Lo abraza y lo besa) Hace tanto tiempo que lo deseaba! ¡Fue mi sueño siempre!... (Vierte una
lágrima) ¡Siempre le quise, ángel mío, como a un verdadero hijo! ¡Que Dios les conceda el amor y
la concordia! ¡Siempre lo desee!... ¡Bueno!... ¿Y por que sigo aquí como un tonto? ¡La alegría me
ha dejado aturdido! ¡Completamente aturdido!... ¡Voy a llamar a Natasha!
Lomov.- (Emocionado) ¡Estimado Stepan Stepanovich! ¿Cree que puedo contar con su
asentimiento?
Chubukov.- ¿A un guapo mozo como usted... no va a dar ella su asentimiento? ¡Estará enamorada
como un gato! ¡Ahora vuelvo! (Sale)
Petición de Mano

Escena II
Lomov solo.
Lomov.- Tengo frío, estoy temblando como si fuera a examinarme… Lo principal era decidirse...
¡Si uno está tiempo y tiempo pensando empieza a vacilar, y si espera encontrar el ideal, el amor
verdadero, no se casa uno nunca! Brrrr… ¡Que frío! Natalya Stepanovna es una perfecta ama de
casa no está mal de exterior y es instruida. ¿Qué más puedo desear?... Con todo esto, y con tanta
excitación, ya empiezo a sentir el ruido de oídos. (Bebe agua) ¡Ya es hora de que me case! En primer
lugar he cumplido los treinta y cinco. ¡Edad, digamos, critica!... ¡En segundo, necesito hacer una
vida ordenada y bien organizada ¡Tengo una lesión de corazón, me dan constantes palpitaciones
y me excito y agito terriblemente!... ¡Ahora mismo, estoy sintiendo un temblor en los labios y un
tic nervioso en el párpado derecho! Sin embargo, para mí, lo más penoso es la falta de sueño... No
hago más que echarme en la cama y empezar a quedarme dormido, cuando de pronto, en el costado
izquierdo siento una punzada. Esta luego me sube al hombro y a la cabeza. Me levanto de un salto
como un loco, doy unas vueltas y me acuesto otra vez; pero apenas he empezado a adormecerme,
cuando de nuevo siento la punzada en el costado... ¡Y así lo menos veinte veces!... (Entra Natalya)

Escena III
Natalya.- ¡Vaya!... ¡Pero si es usted!... ¡Y papá diciéndome que era un comerciante que venía por
mercancía!... ¡Buenos días, Ivan Vasilievich!
Lomov.- ¡Buenos días, estimada Natalya Stepanovna!
Natalya.- Perdone que venga con el delantal puesto y sin arreglar. Estábamos pelando guisantes
para secarlos. ¿Por qué ha tardado usted tanto en venir a vernos? ¡Siéntese! (Se sientan) ¿Quiere
almorzar?
Lomov.- No, muchas gracias. He comido ya.
Natalya.- Fume si quiere. Ahí tiene usted las cerillas. Hace hoy un tiempo maravilloso... Ayer, en
cambio, llovía de tal modo que los mozos se pasaron el día entero de brazos cruzados... ¿Cuántas
gavillas ha recogido usted?... ¡Yo, por haberme sentido avariciosa y haber cortado la hierba de
todo el prado, temo ahora que el heno se me vaya a podrir! ¡Hubiera sido mejor esperar!... Pero,
¿qué veo?... ¿Viene usted de frac?... ¡Vaya, vaya! ¿Va usted a algún baile?... ¡Dicho sea de paso, le
encuentro embellecido!... Pero, bueno..., dígame, en serio..., ¿por qué viene hecho todo un figurín?
Lomov.- (Agitado) ¡Verá usted.... estimada Natalya Stepanovna!... ¡El caso es que he decidido
rogarle que me escuche!... ¡Claro que usted se extrañará, y hasta puede que se enoje..., pero lo
cierto es que yo... (Aparte) Tengo un frío terrible.
Natalya.- Que es eso, vamos a ver... (Pausa) Dígame...
Lomov.- Procuraré ser breve. Usted sabe, estimada Natalya Stepanovna!... que, desde hace mucho
tiempo, desde la misma infancia, tengo el honor conocer a su familia... Mi difunta tía y su esposo,
de quienes, como usted se sabe, heredé las tierras..., siempre tuvieron en la más profunda estima
a su padre y a su difunta madre... las familias Lomov y Chubukov mantuvieron siempre un trato
tan amistoso, que bien pudiera llamarse… de parientes. Además..., como usted tiene el honor
de saber..., mis tierras lindan estrechamente con las suyas... Si usted recuerda mi Pastizal de los
Bueyes limita con su bosquecillo.
Natalya.- Perdone que le interrumpa. Ha dicho usted “mi” Pastizal de los Bueyes... Pero, ¿acaso el
Pastizal de los Bueyes es suyo?
Lomov.- Es mío, sí.
Natalya.- ¡Esto sí que es bueno! El Pastizal de los Bueyes no es suyo, sino nuestro!
Lomov.- No, estimada Natalya Stepanovna. Es mío.
Natalya.- ¡Que novedad para mí. ¿Y de dónde saca usted que es suyo?
Lomov.- ¿Cómo que de dónde?... Me refería a ese pastizal que forma un cuchillo entre su pequeño
bosque de álamos y el pantano de Goreloe.
Natalya.- Justo..., sí. Pues es nuestro.
Lomov.- ¡No!... Se equivoca usted. Es mío.
Natalya.- ¡Entre en razón, Ivan Vasilievich... ¿Desde cuándo es suyo?
Lomov.- ¿Como que desde cuándo?... Desde que alcanzo recordar, fue siempre nuestro.
Natalya.- ¡Eso..., perdone!
Lomov.- ¡En las escrituras se ve, estimada Natalya Stepanovna!... ¡La propiedad del pastizal
fue discutida en un tiempo, eso es cierto: pero ahora todo el mundo sabe que es mío! ¡Esto no
admite discusión!... Verá usted. La abuela de mi tía había dejado libre de cargas y sin límite de
tiempo, el pastizal a los campesinos del abuelo de su padre de usted para beneficio de estos y
en pago a un cocimiento de ladrillos que se le hacía... Los campesinos del abuelo de su padre,
habiendo disfrutado, completamente gratis y durante cuarenta años del pastizal, se acostumbraron
a considerar las tierras como suyas. Sin embargo cuando salió la nueva orden…
Natalya.- ¿No es nada de eso que usted cuenta! ¡Mi abuelo, lo mismo que mi tatarabuelo, siempre
consideraron sus tierras como llegando al pantano de Goreloe…, lo cual quiere decir que el Pastizal
de los Bueyes era nuestro! ¡Aquí no hay nada que discutir! ¡Resulta hasta enojoso!
Lomov.- ¡Yo le mostraré el documento, Natalya Stepanovna!
Natalya.- ¡No!... ¡Sencillamente está usted bromeando o me quiere hacer rabiar!... ¡Vaya sorpresa!...
¡Conque tenemos unas tierras desde hace casi trescientos años y, de repente, vienen a declararnos
que no son nuestras!... ¡Perdone usted, Ivan Vasilievich, pero no puedo creer lo que oyen mis
oídos!.... ¡No es que me sea preciso ese Pastizal de los Bueyes! ¡su extensión no es mayor a cinco
hectáreas y no vale arriba de trescientos rublos…, pero me indigna la injusticia!... ¡Dígame lo que
quiera, pero por la injusticia no paso!
Lomov.- ¡Le suplico que me escuche!.... Los campesinos del abuelo de su padre, como ya tuve
el honor de decirle, cocían ladrillos para la abuela de mi tía… La abuela de mi tía, deseando
complacerles…
Natalya.- ¡El abuelo…, la abuela…, la tía!... ¡No comprendo absolutamente nada! ¡El Pastizal de
los Bueyes es nuestro y punto concluido!
Lomov.- ¡Es mío!
Natalya.- ¡Es nuestro!... ¡Aunque se pasara usted dos días intentando demostrarlo, y aunque se
vistiera usted con quince fracs, le digo que es nuestro, nuestro y nuestro! ¡No quiero nada suyo,
pero no quiero tampoco perder lo que es mío! ¡Ya lo sabe usted!
Lomov.- ¡El Pastizal de los Bueyes no me importa en absoluto! ¡Lo que quiero es mantener el
principio!... ¡Si lo desea, se lo regalo!
Natalya.- ¡Yo soy la que podría regalárselo a usted! ¡Todo esto es muy extraño, Ivan Vasilievich…!
¡Siempre le hemos considerado como un buen vecino…, como a un amigo!... ¡El año pasado
le prestamos nuestra trilladora, quedándonos nosotros sin terminar de trillar nuestro grano hasta
noviembre, y usted se porta con nosotros como si fuéramos gitanos!... ¡Me regala usted mi propia
tierra! ¡Perdone…, pero así no procede un buen vecino! ¡A mis ojos esto podría resultar, hasta….,
si quieres…, insultante!
Lomov.- ¡Entonces…, según usted…, yo soy un usurpador!... ¡Señora!... ¡Jamás me he adueñado de
tierras que no me pertenecen, y no tolero a nadie que me culpe de ello! (Dirigiéndose rápidamente
a la jarra de agua, bebe) ¡El Pastizal de los Bueyes es mío!
Natalya.- ¡No es verdad! ¡Es nuestro!
Lomov.- ¡Es mío!
Natalya.- ¡No es verdad!... ¡Y yo voy a demostrárselo! ¡Hoy mismo enviaré allá a nuestros
segadores!
Lomov.- ¡Cómo! ¿Qué dice usted?
Natalya.- ¡Que hoy mismo irán allá mis segadores!
Lomov.- ¡Pues sepa que yo les echaré!
Natalya.- ¡No se atreverá usted!
Lomov.- (Llevándose una mano al corazón) ¡El Pastizal de los Bueyes es mío!... ¿Lo entiende
usted?... ¡Mío!
Petición de Mano
Natalya.- ¡Tenga la bondad de no gritar! ¡Chille, si quiere, en su casa, pero aquí le ruego no rebase
los debidos límites!
Lomov.- ¡Si no fuera, señora, por las terribles palpitaciones que me acometen, y por lo que me
tiemblan las venas de las sienes..., me oiría usted!... (Gritando) ¡El Pastizal de los Bueyes, es
mío!...
Natalya.- ¡Nuestro!
Lomov.- ¡Es mío!
Natalya.- ¡Nuestro!
Lomov.- ¡Mío!
Petición de Mano

Escena IV
Los mismos y Chubukov
Chubukov.- (Entrando) Pero ¿qué pasa? ¿Por qué gritan así?
Natalya.- ¡Papá! ¡Di, por favor, a este caballero a quién pertenece el Pastizal de los Bueyes! ¡Si a
él o si a nosotros!
Chubukov.- (A Lomov) ¡El Pastizal de los Bueyes es nuestro... pituso!
Lomov.- ¡Pero, por Dios..., Stepan Stepanovich! ¿Cómo va a ser suyo?... ¡Póngase, al menos, en
razón!... Verá... La abuela de mi tía había dejado, libre de cargas y sin limitación de tiempo, el
pastizal a los campesinos de su abuelo de usted, para provecho temporal de estos... Los campesinos,
habiéndose beneficiado de la tierra durante cuarenta años, se habían acostumbrado a ella, y la
tenían por suya..., pero cuando salió la nueva orden…
Chubukov.- ¡Permítame, querido!... ¡Olvida usted que los campesinos no pagaban a su abuela...
era, precisamente..., porque se trataba de tierras litigio!... ¡Ahora, en cambio, no hay perro que no
sepa, precisamente..., que son nuestras!... ¿Seguramente no ha visto usted el plano?
Lomov.- ¡Puedo demostrarle que son mías!
Chubukov.- ¡Demostrarlo..., guapo mozo…, no podrá usted!
Lomov.- ¡Pues sí lo demostraré! 
Petición de Mano
Chubukov.- ¡Querido mío!... ¿Por qué gritar?... ¡A gritos es imposible demostrar nada!... ¡Yo no
quiero lo que sea suyo, pero tampoco tengo la intención de perder nada que sea mío!... ¿Por qué
iba a perderlo? ¡Si la cosa hubiera llegado al punto de que se pretenda discutirme la propiedad
del Pastizal de los Bueyes..., antes preferiría regalárselo a los «mujiks» que a usted!
Lomov.- ¡No entiendo! ¿Con qué derecho va usted a regalarme una propiedad que no es suya?
Chubukov.- ¡Permítame!... ¡Eso del derecho ya es cuenta mía!... ¡Además, joven, no estoy
acostumbrado a que me hablen en ese tono!... ¡Le doblo la edad, joven, y le ruego que se
dirija a mí sin excitaciones, etcétera!...
Lomov.- ¡No! ¡Sencillamente me toma usted por tonto, y se ríe de mí! ¡No solo dice que mis tierras
son suyas, sino que, encima, pretende que conserve la sangre fría y le hable comedidamente! ¡Ese
no es el proceder de un buen vecino, Stepan Stepanovich!... ¡Más tiene usted de usurpador que de
vecino!
Chubukov.- ¿Cómo? ¿Qué ha dicho usted?
Natalya.- ¡Papá! ¡Manda inmediatamente los segadores al pastizal!
Chubukov.- ¿Qué dijo usted, señor mío?
Natalya.- ¡El Pastizal de los Bueyes es nuestro y no lo cederé! ¡No lo cederé!
Lomov.- ¡Eso ya lo veremos! ¡Con mediación de la justicia, les demostraré que es mío!
Chubukov.- ¡De la justicia!... ¡Puede usted denunciarnos, señor mío! ¡Denúncienos cuando quiera!
¡Ya le voy conociendo bien! ¡Lo que buscaba usted era una ocasión para llevarnos a los tribunales!
¡Usted es un delator! ¡Toda su familia fue siempre amiga de pleitos! ¡Toda!
Lomov.- ¡Le ruego no ofenda a mi familia! ¡En la familia Lomov, todos fueron honrados! ¡Ninguno
de sus miembros fue jamás sometido a juicio por malversador de fondos como su abuelo!
Chubukov.- ¡En la familia Lomov eran todos unos locos ¡Todos!
Natalya.- ¡Sí! ¡Todos! ¡Todos!
Chubukov.- ¡Su abuelo fue un borracho; y su tía, la menor. Natalya Mijailovna, se fugó con un
arquitecto!
Lomov.- ¡Y su madre era torcida de espalda! (Llevándose la mano al corazón) ¡Ay! ¡La punzada
en el costado! ... ¡Ahora en la cabeza!... ¡Dios mío!... ¡Agua!
Chubukov.- ¡Su padre fue un jugador empedernido y un glotón!
Natalya.- ¡Y su tía una chismosa como no ha habido otra igual!
Lomov.- ¡Siento paralizárseme la pierna izquierda!... ¡Es usted un intrigante! ¡Ay! ¡El corazón!...
¡Y para nadie es un misterio que antes de las elecciones!... ¡Los ojos me echan chispas! ¿Dónde
está mi sombrero?
Natalya.- ¡Es una ruindad! ¡Es deshonesto y es feo! ...
Chubukov.- ¡Y usted mismo es un ser pérfido y un delator! ¡Eso es!
Lomov.- ¡Aquí está mi sombrero!... ¡Ay! ¡El corazón!... ¿Por dónde salgo? ¿Dónde está la puerta?...
¡Ay! ¡Me siento morir! ¡Llevo a rastras la pierna! (Se dirige a la puerta).
Chubukov.- (Gritándole a la espalda) ¡No se le ocurra volver a poner los pies en mi casa!
Natalya.- ¡Presente, si quiere, la denuncia! ¡Ya veremos lo que pasa! (Lomov sale, tambaleándose)

Escena V
Chubukov y Natalya Stepanovna
Chubukov.- ¡Que se vaya al diablo! (Pasea, preso de fuerte excitación)
Natalya.- ¡Se ha visto canalla semejante! Después de todo, ¿qué fe va uno a tener en los buenos
vecinos?
Chubukov.- ¡Es un granuja! ¡Un espantapájaros!...
Natalya.- ¡Vaya con el adefesio! ¡Se apropia las tierras ajenas, y encima se permite insultar!
Chubukov.- ¡Y que ese mico se atreva a pedir manos! ¿Eh?...
Natalya.- ¿A pedir manos?...
Chubukov.- ¡Claro! ¡Venía a pedir la tuya!
Natalya.- ¿Cómo?... ¿A pedir mi mano?... ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Chubukov.- ¡Por eso esa seta..., esa salchicha..., se ha vestido de frac!
Natalya.- ¿A pedir mi mano?... ¡Ay!... (Cae, gimiendo en una butaca) ¡Que vuelva! ¡Que vuelva!
... 
Chubukov.- ¿Para qué va a volver?
Natalya.- ¡Pronto!... ¡Pronto!... ¡Me desmayo!... ¡Que vuelva! (Le da un ataque de nervios).
Chubukov.- Pero ¿qué te pasa? ¿Qué quieres?... (Se toma la cabeza entre las manos) ¡Qué
desgraciado soy! ¡Me pegaré un tiro! ¡Me ahorcaré!
Natalya.- ¡Me muero! ¡Que vuelva!...
Chubukov.- ¡Ah!... ¡Ya voy! ¡Déjate de llantos! (Sale escapado)
Natalya.- (Sola y entre gemidos) ¡Qué hemos hecho! ¡Que vuelva!...
Chubukov.- (Entrando rápidamente) ¡En seguida viene! ¡Uf! ¡Háblale tú...; yo no tengo ganas!
Natalya.- (Gimiendo) ¡Que vuelva!
Chubukov.- (Irritado) ¡Ya te he dicho que ahora viene!... (Recitando) «¡Oh, qué castigo, Señor,
ser padre de una hija mayor!... ¡Me cortaré el pescuezo! ¡Me lo cortaré..., desde luego! ¡Si hemos
insultado a un hombre, si le arrojamos de casa, ha sido por tu culpa! ...
Natalya.- ¡No! ¡Por la tuya!
Chubukov.- ¿De manera que ahora voy a resultar culpable?... (Por la puerta aparece Lomov)
Entiéndete tú con él! (Sale)

Escena VI
Natalya Stepanovna y Lomov
Lomov.- (Entra, dando señales de abatimiento) ¡Qué terribles palpitaciones! ¡Tengo paralizada la
pierna izquierda, y me dan punzadas en costado!
Natalya.- ¡Le ruego me perdone, Ivan Vasilievich!... ¡Nos hemos acalorado, pero ahora recuerdo
perfectamente que el Pastizal de los Bueyes, es en efecto, suyo.
Lomov.- ¡Qué terribles palpitaciones!... ¡El Pastizal de los Bueyes es mío!... ¡Ahora tengo el «tic»
en los dos ojos!
Natalya.- Conque ya sabe... El Pastizal de los Bueyes es suyo. Siéntese. (Se sientan). No teníamos
razón.
Lomov.- Yo..., era solo por cuestión de principios. La tierra, en sí, me es indiferente. Lo precioso
para mí es mantener el principio...
Natalya.- Justamente: el principio. Pero vamos a cambiar de conversación...
Lomov.- Tanto más cuanto que tengo las pruebas... La abuela de mi tía.., dejó a los campesinos del
abuelo de su padre...
Natalya.- Bueno, bueno... ¡Dejémoslo ya!... (Aparte) No sé cómo empezar. (A él) ¿Piensa empezar
a cazar pronto?
Lomov.- La caza de la codorniz, estimada Natalya Stepanovna, pienso empezarla después de la
siega... ¡Ah!... No sé si lo sabe usted; pero figúrese la desgracia que me ocurre... Mi perro «Ugadai»,
al que se sirve usted conocer, cojea.
Natalya.- ¡Qué lástima! ¿Y por qué?
Lomov.- No lo sé. Quizá se ha torcido una pata, o le ha mordido algún otro perro... (Suspirando)
¡Era el mejor que tenía..., y eso, sin contar el dinero que vale!... ¡Pagué por él a Mironov ciento
veinticinco rublos!
Natalya.- ¡Pues lo pagó usted demasiado caro, Ivan Vasilievich!
Lomov.- A mí, en cambio, me parece muy barato. ¡Es un perro magnifico:!
Natalya.- Papá pagó ochenta y cinco rublos por su «Otkatai!, y... «Otkatai» es mucho mejor que
«Ugadai».
Lomov.- ¿Que «Otkatai» es mejor que Ugádai» (Ríe) ¡Qué disparate!... ¡«Otkatai» mejor que
«Ugadai»!
Natalya.- ¡Claro que mejor!... ¡«Otkatai» es todavía joven..., esa es la verdad..., aún no es un
verdadero perro..., pero ni Volchanetsky le tiene mejor!
Lomov.- Perdone, Natalya Stepanovna, pero olvida usted que es hundido de hocico, y el perro
hundido de hocico es siempre peor.
Natalya.- ¿Hundido de hocico?... ¡Esta es la primera vez que oigo semejante cosa!
Lomov.- Le afirmo que tiene la mandíbula inferior más corta que la superior.
Natalya.- ¿Se la ha medido usted?
Lomov.- Se la he medido, sí... Para aventar la caza es bueno, pero para otra cosa dudo que pueda
servir.
Natalya.- En primer lugar, nuestro «Otkatai» es de buena casta... Es hijo de «Sapriagai» y de
«Stameska»..., mientras que el de usted, ¡vaya usted a averiguar qué casta es la suya!... Además, es
más viejo y más feo que un percherón.
Lomov.- ¿Que es viejo?... Podrá serlo, en efecto; pero yo no cambiaría cinco «Otkatai» de los
suyos por uno solo como él... ¡Qué ocurrencias!... ¡«Ugadai» es un perro, y «Otkatai»!... ¡Solo
discutirlo da risa!... ¡Iguales a su «Otkatai» podría uno encontrarlos a montones!... ¡Veinticinco
rublos resultaría un precio altísimo para él!
Natalya.- ¡Parece enteramente que lleva usted hoy dentro el demonio de la contradicción, Ivan
Vasilievich!... ¡Tan pronto se le ocurre inventar que las «Lujki» son suyas, como que «Ugadai» es
mejor que «Otkatai»!... ¡Me disgusta que una persona diga lo contrario de lo que piensa, y usted
sabe perfectamente que «Otkatai» es cien veces mejor que el tonto de su «Ugadai»!... ¿Por qué,
entonces, decir otra cosa?
Lomov.- Veo, Natalya Stepanovna, que me tiene usted por ciego o por necio... Su «Otkatai» es
hundido de hocico.
Natalya.- ¡No es verdad!
Lomov.- ¡Es hundido de hocico!
Natalya.- ¡Mentira!
Lomov.- ¿Por qué grita usted, señora?
Natalya.- Y usted ¿por qué dice esas tonterías?... ¡Es indignante! ¡Justo cuando le ha llegado el
momento de tener que pegar un tiro a su «Ugadai», se pone usted a compararlo con mi «Otkatai»!
Lomov.- Perdone... No puedo proseguir esta discusión... Me dan palpitaciones.
Natalya.- ¡Ya había reparado antes en que los cazadores que más discuten son los que menos
entienden!
Lomov.- ¡Señora! ¡Le ruego que se calle!... ¡Mi corazón está a punto de estallar!... (Con un grito)
¡Cállese!
Natalya.- ¡No me callaré hasta que reconozca que «Otkatai» es cien mil veces mejor que «Ugadai»!
Lomov.- ¡Cien mil veces peor! ¡Muera «Otkatai»! ¡Oh!... ¡Mis sienes, mi ojo, mi hombro!...
Natalya.- ¡El tonto de su «Ugadai», en cambio, no necesita morirse, porque ya está medio muerto!
Lomov.- (Llorando) ¡Calle! ¡Mi corazón está a punto de estallar!
Natalya.- ¡No callaré!

Escena VII
Los mismos y Chubukov
Chubukov.- (Entrando) ¿Qué pasa?
Natalya.- ¡Papá!... ¡Dilo sinceramente! ... ¿Qué perro es mejor: nuestro «Otkatai» o su «Ugadai»?
Lomov.- ¡Se lo suplico, Stepan Stepanovich!... ¡Diga solamente esto!... ¿Es su «Otkatai» hundido
de hocico o no?... ¿Lo es, sí o no?
Chubukov.- Y si lo fuera..., ¿qué importancia tendría?... A pesar de eso, no hay en toda la región
un perro mejor que él.
Lomov.- ¡Conteste, sin embargo, con franqueza!... ¿A que es mejor mi «Ugadai»?
Chubukov.- No se altere, querido. Veamos... El «Ugadai» de usted tiene excelentes condiciones...
Es de buena raza, con patas sólidas y fuerte de lomo, etcétera..., pero si quiere usted saberlo, guapo
mozo..., el perro tiene un defecto fundamental: es viejo.
Lomov.- Perdone... Me dan palpitaciones... ¡Atengámonos a los hechos!... ¿Recuerda usted en
la Umbría Maruskino a mi «Ugadai», oreja con oreja con el «Rasmajai» del conde, mientras su
«Otkatai» se quedaba atrás..., a toda una legua de distancia?
Chubukov.- ¡Se quedó atrás porque uno de los ojeadores le había dado un fustazo!
Lomov.- ¡Y con razón!... ¡Cuando todos los perros perseguían al zorro, su «Otkatai» a quien se
tiraba era al carnero!
Chubukov.- ¡Eso no es cierto, querido!... ¡Soy vivo de genio, por lo que le ruego dejemos esta
discusión!... ¡Si recibió un fustazo fue porque todo el mundo sentía envidia de que otro perro fuera
mejor que el propio! ¡Así es! ¡La gente es siempre igual! ¡Y usted, señor, peca de lo mismo! ¡Tan
pronto como se da cuenta de que hay un perro mejor que su «Ugadai»..., la toma conque si esto y
conque si lo otro!... ¡Tenga presente que yo lo recuerdo todo!
Lomov.- ¡Y yo también lo recuerdo todo!
Chubukov.- (Remedándole) «¡Y yo también lo recuerdo todo!»... ¿Qué recuerda usted, vamos a
ver?
Lomov.- ¡Oh, qué palpitaciones!... ¡La pierna se me paraliza!... ¡No puedo más!
Natalya.- (Haciéndole burla) «¡Oh, qué palpitaciones!»,.. ¡Vaya cazador que está usted hecho!
¡Lo que tendría usted que hacer es quedarse tumbado o aplastar cucarachas, y no meterse a cazar
zorros!... «¡Qué palpitaciones!»
Chubukov.- ¡A decir verdad, no sé por qué es usted cazador! ¡Precisamente por sus palpitaciones,
debería estarse sentadito en casa y no subirse a una silla de montar!... ¡Y todavía, si cazara usted...,
pero lo único que hace es discutir y entorpecer a los perros ajenos!... ¡Soy vivo de genio..., así que
dejemos esta conversación; pero conste que de buen cazador no tiene usted nada!
Lomov.- ¿Y usted? ... ¿Acaso es cazador? ¡No lleva otro objeto, cuando va de caza, que adular al
conde e intrigar!... ¡Oh, mi corazón!... ¡Intrigante!
Chubukov.- ¿Cómo dice? ¿Intrigante yo? (Gritando) ¡A callar!
Lomov.- ¡Intrigante!
Chubukov.- ¡Jovenzuelo! ¡Cachorro!
Lomov.- ¡Vieja rata! ¡Hipócrita!
Chubukov.- ¡Calla, si no quieres que te pegue un tiro como a una codorniz!
Lomov.- ¡Todo el mundo sabe que!..., ¡ay mi corazón!..., ¡su difunta esposa le pegaba!... ¡Mi
pierna! ¡Mis sienes! ¡Las chispas!... ¡Me caigo, me caigo!...
Chubukov.- ¡Y tú estás debajo de la suela del zapato de tu ama de llaves!
Lomov.- ¡Ya!... ¡Ya!... ¡Ya me ha estallado el corazón! ¡Ya se me ha desencajado el hombro!
¿Dónde está mi hombro? (Cae desplomado en una butaca) ¡Un médico! (Pierde el conocimiento)
Chubukov.- ¡Mozalbete! ¡Mocoso!... ¡Ay, me siento mal! (Bebe agua) ¡Me encuentro mal!
Natalya.- ¡Vaya cazador que está usted hecho!... ¡Un hombre que ni siquiera sabe montar a caballo!
(A su padre) ¡Papá!... ¿Qué le pasa? ¡Papá! ... ¡Mírale, papá!... (Con un chillido) ¡Ivan Vasilievich!...
¡Se ha muerto!
Chubukov.- ¡Me encuentro mal! ¡La respiración me falta! ¡Aire! ...
Natalya.- ¿Se habrá muerto? (Sacudiéndole por el brazo) ¡Ivan Vasilievich!...¡¡Ivan Vasilievich!...
¡Qué es lo que hemos hecho! ¡Se ha muerto! (Cayendo en una butaca) ¡Llamen al médico! (Le da
un ataque de nervios)
Chubukov.- ¡Ah! Pero ¿qué te pasa? ¿Qué quieres?
Natalya.- (Entre gemidos) ¡Se ha muerto! ¡Se ha muerto!
Chubukov.- ¿Quién se ha muerto? (Fijando los ojos en Lomov) ¡Se ha muerto, en efecto!... ¡Dios
mío!... ¡Agua! ¡Llamen al doctor!... (Acercando un vaso a los labios de Lomov) ¡No! ¡No lo
bebe!... ¡Eso significa que está muerto!... ¡Soy un desgraciado!... ¿Por qué no me habré pegado un
tiro? ¿Por qué no me habré cortado el cuello?... ¿Qué espero? ¡Denme un cuchillo! ¡Denme una
pistola! (Lomov empieza a moverse) ¡Parece que revive! ¡Beba un poco de agua! Así...
Lomov.- ¡Las chispas!... ¡La niebla!... ¿Dónde estoy?
Chubukov.- ¡Cásense de prisa y váyanse al diablo! ¡Ella da su consentimiento! (Uniendo las manos
de Lomov a las de su hija) ¡Da su consentimiento, yo les bendigo, y solo quiero que me dejen en
paz!
Lomov.- ¿Cómo?... ¿Qué? (Levantándose) ¿A quién?
Chubukov.- ¡Que ella está conforme! ¡Así que bésense y váyanse al diablo!
Natalya.- ¡Vive!... ¡Consiento, sí! ¡Consiento!
Chubukov.- ¡Bésense!
Lomov.- ¿Cómo? ¿A quién? (Cambia un beso con Natalya) ¡Encantado!... Perdone, pero..., ¿de
qué se trata?... ¡Ah, sí!... ¡Ahora recuerdo!... ¡El corazón!... ¡Las chispas!... ¡Qué feliz soy, Natalya
Stepanovna! (La besa en la mano) ¡Tengo paralizada la pierna!
Natalya.- ¡Yo!... ¡Yo también me siento muy feliz!
Chubukov.- ¡Parece que me han quitado una montaña de los hombros! ¡Uf!...
Natalya.- ¡Sin embargo..., tendrá usted que reconocer que «Ugadai» es peor que «Otkatai»!...
Lomov.- ¡Es mejor!
Natalya.- ¡Es peor!
Chubukov.- ¡Ya ha dado comienzo la armonía conyugal! ¡Que traigan champaña!
Lomov.- ¡Es mejor!
Natalya.- ¡Es peor! ¡Es peor! ¡Es peor!
Chubukov.- (Tratando de gritar por lo bajo) ¡Champán! ¡Champán!

-FIN





CUPO LIMITADO. TOMÁS URTUSÁSTEGUI.

  










CUPO LIMITADO

 

 

TOMÁS  URTUSÁSTEGUI

 


PERSONAJES:

VIRGINIA......65 AÑOS.

MIGUEL......9 AÑOS.

RAMÓN....59 AÑOS.

CECILIA....27 AÑOS.

FERNANDO.....22 AÑOS.

ALMA......19 AÑOS.

AMPARO.....30 AÑOS.

FRANCISCA.....45 AÑOS.



ESCENOGRAFÍA.

PEQUEÑO ELEVADOR DE UN EDIFICIO CONSTRUIDO EN LOS AÑOS CINCUENTA EN UNA COLONIA DE CLASE MEDIA. ES PARA SEIS PERSONAS Y MIDE DOS  METROS Y MEDIO DE ALTO POR UN METRO DE ANCHO Y  UNO CINCUENTA DE LARGO. LA PUERTA ES DE METAL Y SU FUNCIONAMIENTO ES AUTOMÁTICO CON BOTONES. UN PEQUEÑO LETRERO AVISA QUE NO SE PUEDEN SUBIR MÁS DE SEIS PERSONAS A LA VEZ. EN EL TECHO DEL ELEVADOR EXISTE UNA TAPA METÁLICA.

EL ELEVADOR SERÁ CONSTRUIDO DE METAL PARA DAR LA IMPRESIÓN DE PESO Y ENCIERRO.


VESTUARIO.

ALMA Y FERNANDO VISTEN ROPA MODERNA DE MEZCLILLA, CALZAN ZAPATOS TENIS. FRANCISCA VISTE UN CONJUNTO OSCURO, USA ZAPATILLAS. VIRGINIA VISTE SERIAMENTE, SIN ELEGANCIA. RAMÓN PORTA UN TRAJE GRIS CON UN CHALECO AZUL. AMPARO, LA SIRVIENTA, UTILIZA ROPA SENCILLA. EL NIÑO USA UNIFORME DE ESCUELA.


ÉPOCA.

1994.


LA ACCIÓN SE INICIA AL DESCENDER EL ELEVADOR. POR UNA FALLA ELÉCTRICA QUEDA SUSPENDIDO A UNOS TREINTA CENTÍMETROS SOBRE EL NIVEL DE UNO DE LOS PISOS SUPERIORES DEL EDIFICIO. EN CASO DE NO TENER POSIBILIDADES DE MOVIMIENTO SE INICIARÁ LA ACCIÓN EN OSCURO. SE ESCUCHAN SONIDOS METÁLICOS DEL ELEVADOR DESCOMPUESTO. SE PUEDE ESCUCHAR UN PREÁMBULO MUSICAL DE AMBIENTE. PAUSA LARGA DE ESPERA.

 

VIRGINIA.- ¿Qué pasa?

FRANCISCA.-  Otra vez se fue la luz. Es el segundo apagón de este día.

RAMÓN.- Aprieten todos los botones, alguno funcionará.

FERNANDO.- No veo nada.

RAMÓN.- El de abajo es el de la alarma.

MIGUEL.-  ASUSTADO. ! Abue!

VIRGINIA.- Aquí estoy, no te muevas.

CECILIA PRENDE UN ENCENDEDOR, TRATA DE ILUMINAR TODA EL ÁREA.

FERNANDO.- SOLICITANDO EL ENCENDEDOR. Permítamelo.  LO TOMA, SE APAGA, VUELVE A ENCENDERLO, CAMINA HACIA EL TABLERO DE BOTONES. ¡Comper, comper!

VIRGINIA.- ¡ Tenga cuidado, me pisó!

FERNANDO.- Perdón.

VIRGINIA.- Bien se ve que no es su pie.

FERNANDO.-  APRIETA LOS BOTONES.  No funciona.

MIGUEL.- ¿ Nos vamos a quedar aquí?

VIRGINIA.- Por supuesto que no.

ALMA.-   A FERNANDO. ¿ Apretaste el que dice alarma?

FERNANDO.- ¿ Cuál alarma? No veo lumbre ni nada.

ALMA.- Tú, apriétalo.

FERNANDO.- Mejor te aprieto a ti.

ALMA.- RÍE.. Estate quieto.

FERNANDO.- ¡ Újule!

FRANCISCA.- ¡ Joven! ¡ Aquí viene un menor de edad!

FERNANDO.-  BURLÓN.  ¡ Ah!

CECILIA.- Ya llegué tarde.

AMPARO.- Dejé a mi niño solo.

RAMÓN.- GOLPEA LA PUERTA.  ¡ Abran!

FRANCISCA.- ¡ Me asustó!

MIGUEL.-  Quiero salir.

VIRGINIA.-  Todos queremos salir, no nomás tú.

 SE ENCIENDE BRUSCAMENTE LA LUZ. SE ESCUCHA UN MURMULLO DE SATISFACCIÓN GENERAL. TODOS SE ENCUENTRAN COLOCADOS DE FRENTE A LA PUERTA. APARTE DE LAS OCHO PERSONAS EXISTE UN CARRO METÁLICO DE MERCADO LLENO DE ALIMENTOS COMO PUEDE SER FRUTA Y VERDURAS. CADA PERSONA TRAE ALGO EN LA MANO COMO PUEDE SER UNA MOCHILA EL NIÑO, UN PORTAFOLIO EL VIEJO, UN MALETÍN DEPORTIVO EL JOVEN, BOLSAS DE MANO LAS MUJERES, ETC.

VIRGINIA.- Menos mal.

FRANCISCA.- No duró mucho.  A FERNANDO.  Por favor ¿ quiere apretar el cuarto?

FERNANDO.- Ya apreté todos.  SONRÍE.   Dejemos que el destino nos lleve al piso que él quiera.

MIGUEL.- No se mueve.

FERNANDO.- Se me hace que sólo prendieron la planta, por eso no funciona la madre esta.

ALMA.- ¿ Cuál planta?

FERNANDO.- No me digas qué no tienen planta de luz. ¡Ya!

ALMA.- Ya...qué.

FERNANDO.- La próxima no me invites.

ALMA.- Di que tenemos elevador.

VIRGINIA.- Por favor, pónganse a platicar después.

AMPARO.- ¿ De veras no funciona? Dejé la olla en la lumbre.

FRANCISCA.- Antes dijiste que dejaste a tu niño.

AMPARO.- También, pero a él en mi cuarto, en la azotea.

CECILIA.- ¿ Qué edad tiene?

AMPARO.- Nueve meses.  FRANCISCA LA CRITICA CON LA MIRADA.

RAMÓN.-  TOSE DISCRETAMENTE.  Permítanme a mí apretar los botones.

FERNANDO.- Ya los apreté de nuevo.

RAMÓN.-  CAMINA HACIA EL TABLERO.  Permítame...

FERNANDO.-  LE DEJA SU LUGAR.  ¡ Uy, tendrá dedos biónicos!  RÍE JUNTO CON ALMA Y EL NIÑO, A ÉSTE LE PEGA SUAVEMENTE LA ABUELA.

RAMÓN.-  Con permiso.  SE COLOCA FRENTE AL TABLERO, APRIETA UNO A UNO LOS BOTONES. AL NO FUNCIONAR LO VUELVE A HACER CON CORAJE. GOLPEA EL TABLERO Y DESPUÉS A LA PUERTA.

FERNANDO.-  BURLÓN.  Ya ve, ya lo descompuso.

RAMÓN.- No es posible  LE DA UN ATAQUE DE TOS.,  se puede uno morir y todos tan campantes.

SE HACE UN LARGO SILENCIO. FERNANDO VE A ALMA, SONRÍEN.

FERNANDO.- Está bien, está bien, se los voy a componer; antes yo era elevadorista.

AMPARO.- ¿ De verdad?

FERNANDO.- Clarín, pero antes de a cómo no.  EXTIENDE LA MANO PARA QUE LE PAGUEN.

CECILIA.- Tú también vienes en el elevador.

RAMÓN.- Yo me encargaré de que le paguen.

FERNANDO.-EMPUJA A TODOS. ¡ Hagan cancha, hombres trabajando! REVISA COMO SI SUPIERA TODOS LOS BOTONES. Se los haré de a gratis. ¿Alguien tiene una llave?

AMPARO.- SACA DE SU MANDIL UNAS LLAVES. ¿ Como éstas?

FERNANDO.- ¡ Alma, pásame la pinza electrónica número seis! AMPARO LE DA SUS LLAVES. FERNANDO LAS TOMA, CON ELLAS EMPIEZA A PICAR LOS BOTONES Y ALGUNA OTRA PARTE DEL ELEVADOR. TODOS LO OBSERVAN ATENTOS. SE LEVANTA. RÍE CON ALMA DE SU BROMA, DEVUELVE LAS LLAVES A AMPARO. RÍEN MÁS FUERTE.

CECILIA.-¡ Qué graciosos!

FRANCISCA.- ¿ Por qué no se mueve?

FERNANDO.- Es que, como la cucaracha, ya no quiere caminar...le falta su yerbita.

ALMA.- FINGE FUMAR MARIHUANA.  Marihuana que fumar.

FRANCISCA.- Si ya regresó la luz no hay motivo para que no funcione.

VIRGINIA.-  En este edificio nada sirve, todos hacen lo que quieren, al portero no se le ve nunca, las escaleras están sucias. Si uno paga puntualmente la renta lo menos que deben darnos es un regular servicio...pedir uno bueno es un sueño.

 Pausa larga. Se observan todos entre sí. Se acomodan. Alma enciende un radio portátil. Tararea la música que escucha, puede hasta cantar. Los demás, menos el joven y el niño, la ven molestos.

VIRGINIA.- Si nos hiciera el favor de apagar su radioALMA NO HACE CASO. AHORA TARAREA CON UN POCO MÁS DE VOLUMEN. FERNANDO SIGUE LA MÚSICA CON MOVIMIENTOS DEL CUERPO.

RAMÓN.- Se los ruego  ALMA MOLESTA APAGA EL RADIO, LO GUARDA.

CECILIA.-  NERVIOSA PERO CONTROLADA. ¿ Qué horas tienen?

RAMÓN.- Las ocho y cinco.

CECILIA.-  No llego ni aunque vuele.

AMPARO.-  A FERNANDO. Píquele otra vez al tres.

FERNANDO.-  LE PICA LA BARRIGA A ALMA. Ya se la piqué.

ALMA.- Te digo que te estés quieto.

MIGUEL.-  RÍE. Yo se la voy a picar a mi abue.  TRATA DE PICARLA CON EL DEDO, LA ABUELA LE PEGA EN LAS MANOS.

VIRGINIA.- Es lo único que aprendes, lo malo.

AMPARO.-  A RAMÓN.  Usted apriétele, por favor.

RAMÓN.- No ves que no funciona.

FRANCISCA.-  DESPUÉS DE UNA PAUSA. A AMPARO. Córrete un poco, me estás apachurrando.  AMPARO SE MUEVE, AHORA PRESIONA A VIRGINIA.

VIRGINIA.- ¡  Niña, que no estoy pintada!  ¿ Quieres aplastarme o qué?

AMPARO.- No hay lugar.

VIRGINIA.- Bien pudiste bajar por la escalera, esto es para nosotros, los viejos.

FRANCISCA.- Es verdad, los jóvenes pueden subir y bajar a pie. Miren cómo venimos de apretados.

FERNANDO.-  Da la maldita casualidad de que veníamos cómodos hasta el séptimo piso en que usted y este señor  SEÑALA A RAMÓN. subieron.

RAMÓN.- Es nuestro edificio, es nuestro derecho.

FERNANDO.- SEÑALA EL LETRERO DEL ELEVADOR. Aquí dice muy claro que el elevador es para seis personas, con ustedes dos somos ocho...y eso sin contar el carrito de la señora.

VIRGINIA.- No pensará que lo baje cargando...¿verdad?

FERNANDO.- ¿ Lo baje o lo suba? ¿ No viene del mercado?

VIRGINIA.- No, por si quiere saberlo voy a llevar esto a casa de mi hija, es un encargo. ¿Está bien?

RAMÓN.- Antes no pasaban estas cosas, en estos edificios vivía menos gente, no que ahora...

ALMA.- En todas partes hay más. ¿ No se ha subido al  Metro en Pino Suárez?

RAMÓN.-  En unos cuantos años vamos a vivir unos encima de los otros.

ALMA.- ABRAZA ERÓTICAMENTE POR LA ESPALDA A FERNANDO ¡ Humm, qué rico!

FRANCISCA.- MOLESTA. Esta colonia es una colonia decente.,  MIRA A ALMA. o lo era.

ALMA.- ¿ Ya no lo es?

FRANCISCA.- Ahora cualquiera vive aquí.

FERNANDO.- No es por nada, pero si nos asfixiamos por no tener suficiente oxígeno, la culpa será de los dos últimos que se subieron.

RAMÓN.-  EMPIEZA A TOSER. No diga eso, yo sufro de enfisema pulmonar.

FERNANDO.-  A  ALMA. ¿ Cómo se come eso?

ALMA.-  LEVANTA LOS HOMBROS.  Sabe.

VIRGINIA.- Es tuberculosis.

RAMÓN.- Enfisema, no es tuberculosis.

FRANCISCO.- Eso da por fumar mucho.

RAMÓN.- Hace tres años que dejé de hacerlo.

FRANCISCA.- Dejan los vicios pero cuando ya no hay remedio. Lo mismo pasa con el sexo.

FERNANDO.- Me va usted a perdonar pero el sexo no es vicio.

FRANCISCA.- Es vicio y es pecado.

ALMA.- Buen título para una telenovela: "vicio y pecado"  ABRAZA VIOLENTAMENTE A FERNANDO, SE GOLPEA LA CABEZA CONTRA UNA DE LAS PAREDES DEL ELEVADOR. SE SOBA. TODOS RÍEN, UNOS DESCARADAMENTE Y OTROS OCULTÁNDOSE. SE HACE UNA LARGA PAUSA. AMPARO PIERDE EL CONTROL Y GOLPEA UNA PARED.

AMPARO.- ¡ Abran!  TODOS LA CONTEMPLAN, ELLA SE APENA. SE HACE UNA NUEVA PAUSA LARGA. AUMENTA LA TENSIÓN EN LOS ROSTROS. LOS DOS JÓVENES CUANDO NO SE NOTAN OBSERVADOS TAMBIÉN SE ANGUSTIAN.

FRANCISCA.- ¿ En qué piso estamos?

MIGUEL.- En el quinto.

VIRGINIA.- ¿ Cómo lo sabes?

FRANCISCA.- ¡ Virgen de Guadalupe! Si es el quinto nadie nos va a oír. Este es el piso que están transformando para venderlo como condominio. Ya no vive nadie.

VIRGINIA.- Al rato nos echan a todos.

RAMÓN.- Eso si nos dejamos.

AMPARO.- GOLPEA MÁS FUERTE EN LAS PAREDES ¡ Abran, por favor, abran!

VIRGINIA.-¿ No acabas de oír que en este piso ya no vive nadie?

AMPARO.- Tengo que salir, le puede pasar algo a mi hijo.

FRANCISCA.- Nada más a ti se te ocurre dejarlo solo.

AMPARO.- Bajé a ayudar a la señora a sacar el coche.

RAMÓN.-  IRÓNICO. ¿ Tú manejas?

AMPARO.- Fui a abrir la puerta.

FRANCISCA.- No podemos estar aquí todo el día.

CECILIA.-  MÁS ANGUSTIADA.  Me van a correr si no llego a tiempo.

VIRGINIA.-  A MIGUEL.  No te muevas tanto.

MIGUEL.- Ya me cansé.

VIRGINIA.- Yo estoy vieja y no me estoy quejando.

 NUEVA PAUSA LARGA, TODOS SE MUEVEN INQUIETOS. CECILIA SE RETOCA LA CARA. MIGUEL SE SIENTA SOBRE SU MOCHILA. FRANCISCA LIMPIA SUS LENTES. VIRGINIA ACOMODA ALGO EN EL CARRO DEL MERCADO.

ALMA.- ¿ Alguien tiene un cigarro?

FRANCISCA.- ¿ Un cigarro? ¿ Para qué?

ALMA.- Para que va a ser, para fumarlo.

FRANCISCA.- ¿ Ya viste el espacio en que estamos encerrados, en la cantidad de oxígeno que tenemos?

ALMA.- El elevador tiene rendijas.

RAMÓN.- ¡ Aquí nadie fuma! ¡ No lo voy a permitir!

ALMA.- ¡ Soy libre!

RAMÓN.- En ninguna parte del mundo se fuma en los elevadores, está prohibido.

ALMA.- Eso será cuando funcionan.

VIRGINIA.- Sólo a los jóvenes se les puede ocurrir.

ALMA.- Si no me voy a dar un toque, aunque ganas no me faltan.

MIGUEL.-  A VIRGINIA. ¿ Me puedo comer una manzana? LA TOMA DEL CARRITO PARA COMERLA, LA ABUELA SE LA QUITA.

VIRGINIA.-   REGRESÁNDOLA AL CARRO. No, no están lavadas, además si la comes no vas a querer desayunar y tu mamá te está esperando.

FRANCISCA.- Las manzanas no quitan el hambre.

CECILIA.- Ha de tener apetito.

VIRGINIA.- Es mi nieto, a mí me lo encargó su madre, tiene que hacer lo que yo le diga.

FRANCISCA.- Una fruta es buena para los sustos.

MIGUEL.- Si no estoy asustado.  RÍEN LOS JÓVENES. NUEVA PAUSA. CECILIA DEJA SU BOLSA EN EL PISO, SE ACERCA A LA PUERTA, CON LOS DEDOS Y LAS MANOS TRATA DE ABRIRLA, NO LO CONSIGUE.

FRANCISCA.- Déjela, la puede trabar más.

Cecilia golpea la puerta, recoge sus cosas y se pone a esperar.

RAMÓN.-  ¡ Voy a demandar al dueño!

VIRGINIA.-  EMPUJA DISCRETAMENTE A AMPARO. Te dije que me estás apretando.

CECILIA.-   A VIRGINIA. No la empuje, ahora me pegó a mí.

VIRGINIA.- Usted disculpe.

AMPARO.- No la estaba apretando, ella es la que nos aplasta con su carrito ése.  LO SEÑALA.

VIRGINIA.- ¿ Me puede decir dónde lo pongo?

ALMA.-  Que yo sepa los elevadores son para las personas.

VIRGINIA.- También son para subir nuestras cosas.

FRANCISCA.- Yo la ayudo a colocarlo.

Entre los dos colocan el carrito en la parte posterior del elevador. Fernando HUSMEA el aire.

FERNANDO.-  Ahora sí.

RAMÓN.- ¿ Qué?

FERNANDO.- TÉTRICO. ¡ Huele a humo!

FRANCISCA.- ¡ Animas benditas! ¿ Qué se estará quemando?

FERNANDO.-  FÚNEBRE. ¡ El elevador! RAMÓN DE LOS NERVIOS TIENE OTRO ACCESO DE TOS , ESCUPE.

CECILIA.- ¡ Estúpido, me escupió!

RAMÓN.- Perdón, perdón.

AMPARO.- Me está empujando.

MIGUEL.- Abue...me pisaron.

VIRGINIA.- Debe ser esta sirvienta.

ALMA.-  SIGUIENDO EL JUEGO DE FERNANDO. Harán jabón con nuestra grasa.

FRANCISCA.- ¡ Cállese! Con la muerte no se juega.

RAMÓN.- ¡ Qué esperan para abrir!  GOLPEA LA PUERTA. EN ESE MOMENTO SE VA NUEVAMENTE LA LUZ. TODOS EXCLAMAN MOLESTOS. CECILIA ENCIENDE EL  ENCENDEDOR E ILUMINA, SE LE CAE AL SUELO. OSCURO TOTAL, NUEVAS EXCLAMACIONES, CECILIA GRITA. REGRESA LA LUZ. CECILIA FURIOSA VE A RAMÓN.

CECILIA.- ¡ Pelados!

FRANCISCA.-  SIN ESCUCHAR LO ANTERIOR. Gracias a Dios que ya volvió.

CECILIA.-  RETADORA ¿ Quién fue?

FRANCISCA.- ¿ Qué le pasó?

CECILIA.- Un imbécil me pellizcó cuando me agaché a buscar el encendedor.

FERNANDO.- ¿  Un o una? Se dan casos.

FRANCISCA.- Lo único que nos faltaba. ¡ Poco hombres!

RAMÓN.-  TOSE.  No generalice.

CECILIA.- ¡ Tápese la boca cuando tosa. Puerco!

RAMÓN.-  MOLESTO. Si le pellizcaron las nalgas es por andar vestida así.

CECILIA.- ¿ Cómo sabe que fueron las nalgas? ¿ Fue usted?

RAMÓN.- Prefiero no contestar.

CECILIA.-  SE PLANTA FRENTE A ÉL, MUESTRA SU VESTIDO Y para que lo sepa yo me visto como quiero.

RAMÓN.- Entonces no se queje.

CECILIA.- ¡ Cobardes. Todos los hombres son cobardes!

FERNANDO.- ¿ Y si fue una mujer? Repito que se dan casos.

CECILIA.- ¡ Idiota!

ALMA.- Yo paso.  ABRAZA A FERNANDO. A mí sólo me gustan los hombres. DEL CARRITO DE MANDADO SACA UN PLÁTANO O UN CHILE POBLANO, LO ELEVA PARA QUE TODOS LO VEAN COMO UN SÍMBOLO FÁLICO, DESPUÉS LO BESA SENSUALMENTE. LOS DOS JÓVENES RÍEN.

VIRGINIA.-  MUY MOLESTA  LE ARREBATA EL PLÁTANO O EL CHILE, LO GUARDA EN EL CARRITO.  Deje mis cosas.

ALMA.-  EN DOBLE SENTIDO. Perdón,  no sabía que el plátano  O CHILE fuera suyo.  RÍE CON FERNANDO.

VIRGINIA.- ¡ Pelados!

MIGUEL.- ¿ Qué dijeron?

VIRGINIA.- Nada.

 Nueva pausa tensa. Virginia revisa su carrito, regresa a su lugar..

MIGUEL.- ¿ No dijeron que nos íbamos a quemar?

FRANCISCA.-  ACARICIA HIPÓCRITAMENTE AL NIÑO. Fue una falsa alarma, afortunadamente.

FERNANDO.- Hubiéramos estado como en el infierno. Así pagaríamos todos nuestros pecados. In nomine pater et  fili...

FRANCISCA.- ¡ No se burle de las cosas sagradas!

FERNANDO.- Yaaa, todo les molesta, uno que quiere hacer agradable la espera.

FRANCISCA.- Tú ni siquiera vives en este edificio.

FERNANDO.- Pero mi chava, sí.

ALMA.- Vivo en el 712.

FRANCISCA.- ¿ Con tus padres?

ALMA.- No, qué va, con éste. Mis papás andan de viaje.

FRANCISCA.- ¿ Con él?

VIRGINIA.- ¿ Están casados?

ALMA.- Ni loca, yo soy su... A FERNANDO ¿ Cómo dijeron en el Seguro que yo era cuando nos registraron?

FERNANDO.- Mi concubina.

ALMA.- Eso, concubina ¿ No suena padre? Como a cuento de Sherezada.

 

 

AMPARO.-  DESPUÉS DE UNA PAUSA CORTA. ¿ No pueden hacer algo?

RAMÓN.- ¿ Cómo qué?

AMPARO.- Abrir. Mi niño...

FRANCISCA.- Si algo le sucede tu serás la culpable.

ALMA.- ¿ Culpable por qué?

FRANCISCA.- No sé para qué tienen hijos si no los van a cuidar.

RAMÓN.- Ya llevamos más de quince minutos encerrados. Empieza a faltarme el aire.  TOSE Y ESCUPE EN UN PAÑUELO.

VIRGINIA.-  A mí también. El médico me aconsejó que estuviera siempre en lugares ventilados, que puedo sufrir un infarto.

FERNANDO.- Ahora sí ya la hicimos, uno con enfisema y otra con infarto.

¿ Alguien más está enfermo?

ALMA.- ¡ Yo! Yo...estoy buena.  MUEVE SENSUALMENTE EL CUERPO.

VIRGINIA.- No me ha dado un infarto pero me puede dar.

CECILIA.- No señora, el infarto da por esfuerzos.

VIRGINIA.- Y por falta de oxígeno y por tensiones nerviosas.

ALMA.-  RÍE.  Pues con estar tranquilita en su casa.

FRANCISCA.- Te ríes porque eres joven, pero eso se acaba, la salud es prestada.

FERNANDO.- Pues cómpresela a quien se la prestó, así todo se arregla.

VIRGINIA.- Si eres tan sano que puedes burlarte de los demás bien puedes abrir la tapa del techo.

FERNANDO.- ¿Yo, por qué yo? A mí no me falta el aire.

VIRGINIA.- Sabía que no ibas a poder, así son todos los jóvenes, presumen de todo y nada hacen.

FRANCISCA.- Dice bien, son puros perros que ladran.

 FERNANDO LOS MIRA ENOJADO, DESPUÉS SE LANZA A LADRAR COMO PERRO Y A TRATAR DE MORDER A TODOS. LAS MUJERES SE ASUSTAN. FERNANDO Y  ALMA RÍEN.

ALMA.- Eso, demuéstrales que tú sí puedes.

RAMÓN.-  A FERNANDO. Nos haría un favor a todos.

FERNANDO.- ¿ Cómo la abro? No tengo con qué.

RAMÓN.- Esas tapas nada más se empujan.

MIGUEL.-  TRATANDO DE TREPARSE EN EL CUERPO DE FERNANDO. Déjenme a mí, yo puedo.

VIRGINIA.-   DE UN TIRÓN LO BAJA Y LO COLOCA JUNTO A ELLA. Tú te estás quieto.

FERNANDO.- SE ESTIRA PARA TRATAR DE TOCAR EL TECHO DEL ELEVADOR .No alcanzo, si quieren que abra me tienen que ayudar.

AMPARO.- VE EL TECHO.  ¿ Por ahí podemos salir?

FRANCISCA.- Lo dudo.

CECILIA.GOLPEA SIN FUERZA LA PARED.  Alguien tiene que saber que estamos encerrados, al menos los que van a subir o bajar.

VIRGINIA.- Esos se van por la escalera, si ven que el elevador no funciona no se quedan a esperar. No es la primera vez que pasa.

FERNANDO.-¿ Quieren que me trepe o no?

RAMÓN.-  TOSE. Quién me iba a decir que moriría en un elevador.

FERNANDO.-  GOLPEA LEVEMENTE LAS PAREDES DEL ELEVADOR. Así ya no tendrá que comprar ataúd, esta caja le puede servir.

RAMÓN.- ¡ Cretino!

FERNANDO.- FINGE ESTAR OFENDIDO. Si no me pide perdón por lo de cretino...no abro.  RAMÓN LE DA LA ESPALDA. ESPERA UN LARGO MOMENTO.

RAMÓN.- Le ruego, le suplico que me disculpe.

FERNANDO.- Así está mejor. NUEVA PAUSA EN QUE FERNANDO ESTUDIA EL ELEVADOR PARA ABRIR.

VIRGINIA.-  RESPIRANDO PROFUNDAMENTE.  ¿ Va a abrir o no? Ya siento mareos.

ALMA.- Es por el olor. De seguro que alguno no se bañó el día de hoy y yo sé quién es ése.  A LOS DEMÁS SEÑALANDO A FERNANDO Tiene tres días sin bañarse.

FERNANDO.-  LA EMPUJA EN JUEGO. ¿ Ah, sí, con que balconeándome?

FRANCISCA.-  A VIRGINIA.  Hay gente que hasta los calzones los traen sucios.

FERNANDO.- Ese sí que no soy yo, mis calzones no están sucios...ni limpios. ¡No usoSE BAJA EL CIERRE DEL PANTALÓN ¿ Quieren ver?  PUEDE ENSEÑAR PARTE DE LA NALGA.

ALMA.-  CUBRIÉNDOLO CON EL CUERPO.  No lo enseñes que es mío.

RAMÓN.- Por muy jóvenes que ustedes sean deben saber que hay que respetar a los demás, en especial a las damas.

FERNANDO.-  SUBIÉNDOSE EL CIERRE. Total, si no quieren ver, ustedes se lo pierden.

FRANCISCA.- Presentaré una queja.

ALMA.- Eso es, qué compongan el elevador.

FRANCISCA.- La presentaré por permitir que gente como ustedes vivan en este lugar. FERNANDO SONRÍE, ABRAZA A ALMA.

VIRGINIA.- Me falta aire.

FRANCISCA.- ¡ Virgen santísima! ¿ De verdad?

VIRGINIA.-  RESPIRA AGITADAMENTE.  ¡ Dios!

MIGUEL.- Abue, qué te pasa.

CECILIA.-   A FERNANDO. Abre, te lo ruego, le falta aire a la señora.

FERNANDO.-  SONRIÉNDOLE COQUETAMENTE.  Sólo porque tú me lo pides.

RAMÓN.- Todos se lo pedimos.

FERNANDO.- Me interesa ella.

ALMA.- Oye, oye, que estoy aquí.

FERNANDO.- También si tú me lo pides.

ALMA.- ¿ Te ayudo?

FERNANDO.- Todos tienen que ayudar. Háganme sillita con las manos.

Fernando, ya hecha la silla con las manos, trata de subir, se apoya en los hombros de todos, al llegar arriba se resbala y cae aparatosamente. Todos reaccionan a ello.

ALMA.- CUANDO VA A CAER FERNANDO ¡ Cuidado!

FERNANDO.- DESDE EL SUELO.  Ya ven, me di en la madre por su culpa.

VIRGINIA.-  DESPECTIVA. Yo sabía que no iba a poder.

ALMA.-   A VIRGINIA. ¿ No se estaba usted ahogando?

VIRGINIA.- Me estoy.

 Fernando al caer se agarra de los senos  de Francisca. Ella queda muda por unos instantes, después reacciona con indignación.

FRANCISCA.-  PEGÁNDOLE CON SU BOLSA. Me pegaste con tus zapatos...y con todo.

ALMA.- ¿ Te lastimaste?

FERNANDO.- Tú qué crees. Nadie pudo ayudar.

ALMA.- No dijiste cómo.

FERNANDO.-  SE LEVANTA, SE ARREGLA LA ROPA. Olvídalo, si vamos a morir asfixiados da lo mismo.

RAMÓN.-  TOSE. Haga otra vez la prueba, lo vamos a ayudar.

MIGUEL.- Cárgenme a mí, yo peso menos.

VIRGINIA.- Tú te callas.

AMPARO.- Yo puedo subir.

FERNANDO.-  LA OBSERVA, SE PONE FRENTE A ELLA. Ya vas.  LA CARGA TRATANDO DE PONER LAS MANOS EN LAS NALGAS. YA ARRIBA TRATA DE BESARLE UN SENO. AMPARO SE SUELTA.

ALMA.-  JALANDO A FERNANDO. Síguele.

FERNANDO.- Yo qué, éstas...SEÑALA A AMPARO.

ALMA.- Luego no te quejes.

FERNANDO.- Bájale  ¿no?

CECILIA.-  SONRÍE A FERNANDO.  Te lo vuelvo a pedir.

FERNANDO.- Y que me rompa un hueso ¡ Ni madres! Nadie pudo sostenerme.

 VIRGINIA MIENTRAS TANTO SE VA PONIENDO PÁLIDA, SE EMPIEZA A CAER, TRATA DE AGARRARSE DE QUIEN ESTÉ MÁS CERCA DE ELLA, AL FIN CAE AL PISO.

FERNANDO.- ¡ Zas, azotó!

FRANCISCA.- Ojalá y fuera su madre.

FERNANDO.- O la suya.

CECILIA.- ABANICA CON LA MANO A VIRGINIA. Parece que esto es en serio.

FRANCISCA.- ¡ Pronto! Hay que llamar a un médico.

ALMA.- Sólo que sea por telepatía.

AMPARO.- EMPUJA LA CABEZA DE VIRGINIA QUE QUEDÓ SOBRE SU CUERPO. Me está lastimando.

MIGUEL.- Abue.

FERNANDO.-  A MIGUEL.  Es un simple desmayo.

CECILIA.- No, se va a morir.

CECILIA, Y DESPUÉS TODOS LOS DEMÁS, GOLPEAN LA PUERTA Y LAS PAREDES CON DESESPERACIÓN. GRITAN AL PORTERO O A QUIEN SEA. MIGUEL APROVECHA PARA TOMAR UNA MANZANA Y EMPEZAR A COMÉRSELA.

TODOS.-  AD LIBITUM. ¡ Abran, auxilio, portero, se está muriendo una señora, por favor, etc.!

ALMA.-  REGRESA JUNTO A LA DESMAYADA.  Debemos hacerle más lugar para que respire.

FRANCISCA.- ¿ Cuál?

AMPARO.-  NERVIOSA OBSERVA COMO FRANCISCA, POR ESTAR CASI ENCIMA DE LA DESMAYADA, LE QUITA EL OXÍGENO. LA EMPUJA PARA QUE SE RETIRE DE AHÍ   ¡ Quítese!

FRANCISCA.-  QUE CASI SE CAE CON EL EMPUJÓN ¡ Cómo te atreves a tocarme!

AMPARO.- No la deja respirar.

Virginia empieza a volver del desmayo, se mueve un poco.

FERNANDO.- Se los dije, ya está volviendo en sí.

CECILIA.- No dejen que se mueva, si es un infarto es peligroso.

RAMÓN.- Vamos a acomodarla para que no ocupe tanto espacio.

Bruscamente la mueven entre todos como un muñeco, la sientan, la recargan contra la pared o contra la puerta. Virginia empieza  a volver del desmayo, se mueve un poco.

CECILIA.-  Se quiere parar.

Virginia con ayuda se levanta, cuando lo logra vomita sobre todos, en especial sobre  Fernando. Se hace un gran barullo, se insultan, se empujan, gritan, todos hablan al mismo tiempo. Sobre todo hay exclamaciones de asco. Virginia agotada se recarga sobre una pared y empieza a limpiarse la boca y su vestido. Fernando se quita la camisa que está llena de vómito, la avienta al piso.

FERNANDO.-  CON ASCO Y ENOJADO.  ¡ Ya me guacareó toditito!

FRANCISCA.- ¡ Divino Salvador! ¡ Qué asco!

ALMA.- Esto sí que apesta.

CECILIA.- SE COLOCA EN UNA ESQUINA DEL ELEVADOR. ARQUEA. Creo que yo también voy a vomitar.

FRANCISCA.-  ASQUEADA COMO LOS DEMÁS.  Respire profundo.

ALMA.- Tengo frijoles en toda la ropa.

FERNANDO.-  LIMPIÁNDOSE EL CABELLO CON LA CAMISA QUE RECOGE DEL PISO PARA ESTE USO. Me llenó todo el pelo de atole.

CECILIA.-  MUY ASQUEADA.  ¡ Cállense, por favor!  TRATA DE VOMITAR, TODOS SE ALEJAN DE ELLA, NO LO CONSIGUE.

ALMA.-  A CECILIA.  ¿ Quieres oler una loción? Yo traigo.

CECILIA.-  SECÁNDOSE EL SUDOR DE LA FRENTE. Parece que ya pasó. No hay nada que me de más asco que un vómito.

VIRGINIA.- Necesito aire.

FERNANDO.- Lo que necesita es haber comido menos.

Virginia se limpia su ropa. Amparo quedamente empieza a llorar. Da la espalda para que los demás no lo NOTEN. ALMA SE DA CUENTA Y SE LE acerca.

ALMA.- ¿ Qué te pasa?

FERNANDO.- Déjala que llore.

ALMA.- No tardan en abrir, esto no puede ser eterno.

AMPARO.- No debí dejarlo solo.

ALMA.- Te aseguro que está durmiendo.

AMPARO.- Es la hora de su leche, va a llorar y cuando llora mucho se priva; un día se puso todo morado, creí que se me iba a morir.

CECILIA.- Todos los niños se ponen morados.

ALMA.- No le va a pasar nada.

VIRGINIA DA VUELTA, VE AL NIETO QUE COME UNA MANZANA.

VIRGINIA.- ¿ Qué comes?

MIGUEL.-  ESCONDE LA MANZANA EN SU ESPALDA.  Nada.

VIRGINIA.- Cómo que nada. Dame las manos.   EL NIÑO LAS ADELANTA, VIRGINIA EL QUITA LA MANZANA, DESPUÉS LE DA GOLPES EN LAS MANOS. EL NIÑO LLORA NO TANTO DE DOLOR SINO PARA LLAMAR LA ATENCIÓN.

ALMA.- ¡ No le pegue!

VIRGINIA.-   A MIGUEL.  ¡ Qué te había dicho? ¿ Es que no entiendes?

CECILIA.- Los niños entienden mejor por las buenas.

VIRGINIA.-  A MIGUEL. Hoy es el último día que acepto que te deje conmigo tu madre, ya estoy vieja para andar cuidando escuincles.

FRANCISCA..-  QUE CONTINÚA CON EL ASCO VA HACIA LA PUERTA, RESPIRA POR ALGUNA HENDIDURA DE ÉSTA.  No aguanto el olor.

ALMA.-  TOMA UN LIMÓN DEL CARRITO DEL MERCADO Y SE LO DA A FRANCISCA. Chúpese éste para que se le pase el asco.

VIRGINIA.- ¡ No agarren mis cosas!

ALMA.-  SEÑALANDO EL PISO. Eso también es suyo y la señora tiene asco por él.

RAMÓN.- Quiero sentarme, ya no aguanto tanto tiempo de pie.

FERNANDO.- Hágalo, eso sí, no se fije si se le moja el trasero con la guacareada.

RAMÓN.- Gracias, prefiero estar así.

NUEVA PAUSA DE TENSIÓN.

FRANCISCA.-CHUPA EL LIMÓN, SE COLOCA FRENTE A TODOS. CON VOZ MUY BAJA. Dicen que si se le reza a San Antonio con fe todo lo concede.¿ Por qué no probamos?

ALMA.- ¿ Es el santo que concede matrimonio a las quedadas?

FRANCISCA.-  SERIA. San Antonio es un santo muy milagroso que concede matrimonio a las parejas que se lo piden con devoción.

ALMA.- Oí que se le tiene que parar de cabeza.

FERNANDO.- Claro, para que se le suban las enaguas.

ALMA.-  RÍE.  Será la sotana.

FERNANDO.- Esa.

FRANCISCA.-  FINGIENDO NO HABER OÍDO ESTOS COMENTARIOS. Vamos a rogarle para que se mueva el elevador y podamos salir de aquí. A RAMÓN Y VIRGINIA ¿Rezamos? A MIGUEL. Tú también, hijito.  REZA MUY FERVOROSAMENTE. ¡ San Antonio Bendito...

TODOS.- MENOS LA PAREJA DE JÓVENES  ¡San Antonio Bendito...

FRANCISCA.- ¡Santo entre todos los santos...

FERNANDO.-  ADELANTÁNDOSE A TODOS LOS DEMÁS. ¡Santo entre todos los santos...  RÍE ALMA.

FRANCISCA.-  ¡Con toda humildad nos atrevemos a pedirte...

TODOS.- FERNANDO LO HACE EXAGERANDO LA PENA ¡Con toda humildad nos atrevemos a pedirte...

FRANCISCA.-  YA MUY MOLESTA ELEVA EL TONO DE LA VOZ. ¡ Que por tu sagrada intervención...

FERNANDO.-  ELEVA EL TONO IGUAL QUE ELLA. ¡Que por tu sagrada intervención....

FRANCISCA.-  FULMINÁNDOLO CON LA MIRADA. Que por tu sagrada intervención se mueva este elevador.

TODOS.- Se mueva este elevador.

FRANCISCA.- Ofrecemos a cambio llevar limosna a tus pobres y rezarte trece martes seguidos un rosario en tu templo.  MIENTRAS ELLA REZA FERNANDO TRATA DE HACERLE COSQUILLAS A ALMA, LO CONSIGUE, RÍEN LOS DOS. ¡Concédenos lo que te pedimos!

TODOS.- ¡ Concédenos lo que te pedimos!

FRANCISCA.- Amén.

TODOS.- Amén.

 Larga pausa de espera, todos ven al elevador donde tiene las luces que anuncian los pisos cuando se mueve. Fernando va al tablero, aprieta todos los botones. Sonríe..

FERNANDO.-  BURLÓN. A FRANCISCA. Como que no le hizo mucho caso.

FRANCISCA.- Debemos rezar todos al mismo tiempo.

ALMA.- ¿ En coro?

FRANCISCA.- El rezo de todos tiene más fuerzas que el mío solo. Así él nos oirá mejor.

ALMA.- ¿ Está sordo?

FRANCISCA.- ¿ No crees en el santo?

ALMA.- No, nadie me lo ha presentado.

FRANCISCA.- Los santos pertenecen a la iglesia de Dios.

ALMA.-  A Él tampoco lo conozco.

FRANCISCA.-  INDIGNADA .¿ No crees en Dios?

ALMA.- Ni creo ni no creo, nunca lo pienso.

FRANCISCA.- ¿ Entonces en qué crees?

ALMA.- En mí misma y a veces en los demás.

FRANCISCA.- Eso no basta.

ALMA.- Me basta a mí.

FRANCISCA.- Dios y los santos...

FERNANDO.- Ya dejen ese rollo para otro día.

FRANCISCA.- No es ningún rollo, es algo de la mayor importancia.

FERNANDO.- Lo importante es salir de aquí.

FRANCISCA.- ¿ Tú tampoco crees?

FERNANDO.- ¿ De qué me puede servir?

FRANCISCA.- Para saber que Dios nos ama, que nos perdona, que nos resucitará.

FERNANDO.- Que yo sepa Él no tiene nada que perdonarme, en cambio yo sí a Él.

FRANCISCA.- ¿ A Dios? ¿ Cómo te atreves?

VIRGINIA.- Déjelos, Dios los condenará.

FERNANDO.- Dígame por qué a unos les da todo y a otros nada.

RAMÓN.- Por algo será.

FERNANDO.- Sólo para joder.

VIRGINIA.- No diga peladeces.

FERNANDO.- No las oiga.

CECILIA.- ¿ Será posible que nadie venga a abrir? No vivimos solos, deben preocuparse por nosotros.

ALMA.- Otra optimista.  A CECILIA.  ¿ Tú te preocupas por alguien?

CECILIA.- Dentro de lo posible, fíjate que sí, me preocupo por mi familia, por mis amigos, por gente que no es como tú...

ALMA.- Será por los que te sirven.

RAMÓN.- Eso no es verdad.

FERNANDO.-¿ No?

AMPARO.- En mi pueblo no es así.

FRANCISCA.- Allá te hubieras quedado.

VIRGINIA.-   A FERNANDO. La gente mal educada como ustedes dos...

FERNANDO.-¿ No se estaba usted muriendo?

VIRGINIA.- Eso quisieras, que me muriera, que se muriera toda la gente con educación para después quedarte con todo, sin trabajar, sin merecerlo...

FERNANDO.- Hágamela buena, eso no estaría nada mal, de a perdis me tocaría un auto del año.

 Pausa larga tensa. Ramón vuelve a toser ya sin importarle si escupe sobre los demás. Todos se mueven, se empujan.

MIGUEL.-  LEVANTA UNA PIERNA, SE LA MUESTRA A LA ABUELA. Mira abue, el señor me echó un gargajo.

VIRGINIA.-  A RAMÓN. ¡ Asqueroso!

MIGUEL.- Quítamelo.

VIRGINIA.-  CON ASCO. Límpiate con tu pañuelo.

MIGUEL.- No traigo.

VIRGINIA.- Hoy te lo di.

MIGUEL.- Lo dejé.

VIRGINIA.- ¿ Alguien trae un kleenex?

CECILIA.-  BUSCA EN SU BOLSA. Yo.  SE LO DA.

VIRGINIA.-  LE DA A SU VEZ EL KLEENEX AL NIÑO. Límpiate bien.  OBSERVA COMO LO HACE EL NIÑO. No, así no. No lo toques con los dedos. Así.  PONE EL KLEENEX EXTENDIDO SOBRE EL PANTALÓN, LE INDICA AL NIÑO QUE LEVANTE EL GARGAJO COMO SI LO SEPARARA HACIA ARRIBA ¡ Más arriba! ¡ Limpia bien, dejaste un poco!  EL NIÑO LIMPIA.  Ahora tira el papel.  EL NIÑO BUSCA DONDE HACERLO, SE DECIDE POR METERLO EN UNA DE LAS BOLSAS DEL SACO DE RAMÓN. ESTE NO PROTESTA.

 Pausa corta. Amparo observa todo el elevador, se mueve de su lugar.

AMPARO.- Ayúdenme a mí, yo puedo abrir el techo, por favor.  TRATA DE TREPARSE SOBRE TODOS, LOS EMPUJA, ELLOS LA EMPUJAN A SU VEZ, LA INSULTAN. AMPARO GRITA QUE TIENE QUE SALVAR A SU HIJO. ALMA Y FERNANDO TRATAN DE PROTEGERLA. AL FIN DE UN AVENTÓN QUE LE DA FRANCISCA CAE AL PISO ¡ Mi hijo, tengo que ir con mi hijo!

FRANCISCO.- ¡ Estúpida. Me lastimaste!

VIRGINIA.- A mí también. ¡ Mecas éstas!

 Pausa larga. Amparo se levanta, llora. Alma y Fernando escuchan su radio. Se escucha a un locutor que da la hora. Deben DECIR “SON las 8.40 horas. Alma apaga el radio.

RAMÓN.-  No puedo respirar.

CECILIA.-  GOLPEA LA PUERTA ¡ Por piedad, abran!

RAMÓN.- El aire ya está muy viciado.

FRANCISCA.- Todo el de la ciudad está igual.

AMPARO.- Va a morir, sé que va a morir; mi  pobre hijo morirá solo.

FRANCISCA.- Los que vamos a morir, si no nos abren, somos nosotros.

FERNANDO.- Moriremos como buenos capitalinos ¡aplastados!, aplastados como viles cucarachas!  DEL CARRITO TOMA UN PLÁTANO Y SE LO EMPIEZA A COMER.

ALMA.- Cucarachas con hambre.  VA JUNTO A FERNANDO Y COME DE SU PLÁTANO.

VIRGINIA.- ¿ Quién les dio permiso de comer mi fruta?

ALMA.- A FERNANDO. No sé cómo puedes tragar con este olor a vómito.

FERNANDO.-  COMIENDO. A vómito, a axila y a pedo. Ni crean que no olí uno que se echaron.  RÍEN LOS DOS.

VIRGINIA.- A RAMÓN. Dígale a este joven que no se coma mi fruta.

FERNANDO.- Aquí todo es de todos.

RAMÓN.-  A VIRGINIA. ¿ Yo, por qué?

VIRGINIA.- Por ser hombre. Su deber es defender a las mujeres.

ALMA.-  A VIRGINIA. ¿ Quiere que nos defienda un hombre como éste? Para ese caso mejor las defiendo yo.

RAMÓN.- MOLESTO. ¿ Cómo puede comparar?

ALMA.- ¿ Por qué no? ¿ Qué tienen ustedes que no tengamos nosotras?   FERNANDO LEVANTA EL PLÁTANO PARA QUE TODOS LO VEAN.  ¿ Huevos? Pues si a esas vamos nosotras tenemos ovarios. Los huevos de los hombres no sirven para   nada sin nosotras.

VIRGINIA.- Qué lenguaje.

FRANCISCA.- Los jóvenes ,como éstos , creen que diciendo vulgaridades son modernos y liberados. ¡ Vulgares es lo que son. Vulgares y corrientes! Y lo corriente no sirve, se tira a la basura.

 Nueva pausa.

MIGUEL.- Ya me anda, abue, me voy a orinar.

FERNANDO.-  Otro corriente.  A MIGUEL.  ¿ No sabes niño que se dice que vas a hacer del uno o cuando mucho a hacer pipí? No se dice que vas a orinar o a mear. ¿ Es que no te han educado?

VIRGINIA.- ¡ Deje a mi nieto!

MIGUEL.- Ya me aguanté rete harto.

VIRGINIA.- Pues te aguantas otro poco.

MIGUEL.- Me voy a hacer.

FERNANDO.- Ve al baño  SEÑALA. , está al fondo a la derecha; de paso te llevas la mía pues también ya me anda. Y si no, pues orínate en el piso. Total: orines con vómito y escupitajos. Una bella combinación.  IMITANDO A UN LOCUTOR. SE ACERCA A LAS MUJERES. ¿ Quiere una pomada para que le desaparezcan las arrugas prematuras? ¿Quiere cambiar el color de su cabello? ¡ Mezcle una porción de vómito rojo con dos de orina amarilla y una de gargajo verde, ya preparada la solución aplíquela dos veces al día procurando dar un pequeño masaje. Nunca falla!

ALMA.- Eres un asqueroso.

FERNANDO.- A mí qué me dices, yo ni me he meado ni he guacareado ni me he gargajeado. Dícelos a ellos; ellos son los puercos.

FRANCISCA.-  MUY SERIA.  Permítanme un momento de su atención.

FERNANDO.-  IMITANDO A UN LOCUTOR DE AEROPUERTO.  Permítanme un momento de su atención, señores pasajeros, el movimiento de su elevador se iniciará con dos horas de retardo.

ALMA.- Esto no te salió.

FERNANDO.- La envidia te corroe.

FRANCISCA.- Se los ruego.

ALMA.- ¿ A qué santo le vamos a rezar ahora?

FRANCISCA.- Quiero decir otra cosa.

AMPARO.- ¡ Vienen a abrirnos!

 Todos se ponen junto a la puerta, gritan pidiendo que les abran, golpean a la puerta y a las paredes. Francisca trata de calmarlos, al fin logra que se escuche su voz.

FRANCISCA.- Quiero hacer un llamado a la cordura. Todos nosotros somos personas civilizadas, vivimos en una colonia decente, tenemos principios y educación. Este momento es difícil, lo sé, pero no por eso tenemos que comportarnos como salvajes. Por trivialidades nos hemos insultado, hasta lastimado. ¿ Por qué? En situaciones como ésta es donde debemos demostrar nuestra educación, nuestra solidaridad, nuestro amor hacia los demás. Pido perdón por lo que he dicho o hecho hasta este momento. Creo que es tiempo de que nos demos todos la mano, y  así, entre todos, busquemos una solución a este pequeño accidente.  LEVANTA LA MANO, LA OFRECE. Aquí está mi mano.

FERNANDO.-  GOLPEA CON SU MANO LA DE FRANCISCA  Y aquí la mía.  RÍE. Lo que sea de cada quien se aventó un ocho.

FRANCISCA.-  SENTIDA. Lo que dije lo dije seriamente.

FERNANDO.- Yo también. Habló bien padre.

FRANCISCA.- ¿ De verdad?

FERNANDO.- Sí.

FRANCISCA.- Pues a mí no me parece tu manera.....

RAMÓN.- Shh, ¡Silencio! Me parece que oigo alguien afuera.

CECILIA.-  IMPULSIVAMENTE GOLPEA LA PUERTA. ¡ Abran, abran!

 Todos se contagian, gritan, piden ayuda.

RAMÓN.- No dejan oír, a la mejor tratan de decirnos algo.

 Se hace un silencio total, algunos pegan su oído a la pared. Ramón tose. Lo callan. Amparo llora silenciosamente. Transcurren algunos segundos.

FERNANDO.- ¡ Ni madres! No hay nadie.

RAMÓN.- Oí tacones como de mujer.

ALMA.- Se lo imaginó.

FRANCISCA.- Aquí no vive nadie.

RAMÓN.- Estoy seguro.

 En otro arrebato Amparo va a la puerta. Llora. Está desesperada.

AMPARO.- ¡ Señora, ábranos por favor, si no puede avise a Pancho, el portero, que suba a ver a mi hijo, que lo dejé solo, por favor, por favor!  SE VA DERRUMBANDO. FERNANDO LA SOSTIENE.

FERNANDO.- No hay nadie, si lo hubiera todos lo oiríamos.

ALMA.-  A AMPARO. No tardan en abrir, te lo juro.

 Pausa. Miguel se mueve. Ya no puede aguantar las ganas de orinar, al fin se orina en los pantalones. Le jala la manga a la abuela.

MIGUEL.-  EN SECRETO. Ya me hice.

VIRGINIA.-  TOCA EL PANTALÓN DEL NIÑO, AL SENTIR QUE ESTÁ MOJADO SE ENFURECE. LE DA DE NALGADAS.  Te dije que te aguantaras. ¡ Cochino!

MIGUEL.- No pude.

 Virginia por su propio estado de nervios vuelve a pegarle, lo hace con fuerza. Amparo le agarra las manos para que ya no lo haga.

AMPARO.- ¡ Déjelo!

VIRGINIA.- Tú no te metas.

AMPARO.-  APRIETA CON FUERZA LAS MANOS DE VIRGINIA. LA LASTIMA. ¡ Le digo que lo deje!

VIRGINIA.- ¡ Suéltame!

AMPARO.- Hasta que diga que ya no le va a pegar.

VIRGINIA.- ¡ Gata infeliz!

RAMÓN.-  TRATA DE SEPARAR A AMPARO.  ¡ Suéltala!

FERNANDO.-  AMENAZADOR. Usted no se meta, es cosa de mujeres.

FRANCISCA.- Es una señora y una criada.

ALMA.- Son dos mujeres iguales.

FRANCISCA.- ¿ Iguales, a quién?

VIRGINIA.-  RESPIRA FUERTEMENTE, SE AGARRA EL PECHO CUANDO LA SUELTA AMPARO . ¡Virgen Santa, misericordia!

ALMA.- Ahora sí se puso pálida, parece que es en serio.

FRANCISCA.-  A AMPARO.  Si se muere es por tu culpa.

AMPARO.- ASUSTADA.  Yo no hice nada.

FRANCISCA.- Te llevarán a la cárcel y te quitarán a tu hijo.

AMPARO.-  DESESPERADA TOMA DEL VESTIDO A FRANCISCA Y LA SACUDE VIOLENTAMENTE.  Diga que eso es mentira, dígalo.  FRANCISCA ATERRADA POR LA REACCIÓN DE AMPARO NO SABE QUE HACER.. FERNANDO LA SEPARA.

FERNANDO.-  TRANQUILIZANDO A AMPARO. Déjala, no vale la pena.

AMPARO.- Dice que yo la maté.

MIGUEL.- ¿ Se va a morir mi abue?

CECILIA.- No, sólo tiene un mareo.

FRANCISCA.-  SE COLOCA LEJOS DE AMPARO, DESDE ESE LUGAR LA AMENAZA. Esto me lo pagarás, voy a hacer que te corran de tu trabajo.

AMPARO.-  NUEVAMENTE SE ABALANZA CONTRA ELLA. EN SU FURIA LE ROMPE EL COLLAR, LAS CUENTAS RUEDAN POR EL PISO.  Si hace eso le juro que la mato.

FRANCISCA.- A TODOS, LIBRÁNDOSE DE AMPARO. Ustedes son testigos de que quiere matarme.

FERNANDO.-  Y de que usted la amenazó con quitarle el trabajo.

 Se hace otra pausa tensa. Francisca le pide a Miguel que la ayude a recoger las cuentas del collar. Las van guardando en su bolsa.

VIRGINIA.- AHOGÁNDOSESi me muero avisen a la madre de este niño, él sabe donde encontrarla.

RAMÓN.- GOLPEA LA PARED.  ¡ Desgraciados, abran!

 Tiene otro acceso de tos, escupe sobre Virginia. Esta se recupera por el asco.

VIRGINIA.- ¡ Viejo puerco!

FERNANDO.- RÍE.  Que poco le duran las enfermedades, doña.

VIRGINIA.-   A RAMÓNDebería estar en un hospital y no aquí.

FERNANDO.- A RAMÓN.  ¿ Ya leyó que uno de los primeros síntomas del Sida es ése, la tos?

RAMÓN.- INDIGNADO. Ganas me dan de pegarte.

FERNANDO.- LO EMPUJA VIOLENTAMENTENo se quede con ellas, hágalo.

 Ramón reacciona y se lanza contra Fernando. Luchan un breve momento. Entre todos los separan. Se hace una larga pausa en que los dos se observan con molestia.

CECILIA.- ¿ Cuánto tiempo llevamos aquí?

FRANCISCA.-  Lo de menos es lo que llevamos, lo importante es lo que nos falta.

CECILIA.- ¿ Y si alguien lo hizo a propósito?

FRANCISCA.- ¿ Qué cosa?

CECILIA.- Esto, encerrarnos, impedir que se mueva el elevador. Es muy raro lo que se han tardado.

FRANCISCA.- ¿ Para qué lo iban a hacer?

CECILIA.- No sé, pueden ser ladrones que aprovechen para vaciar nuestros departamentos.

FERNANDO.-  ASUSTADO. Es verdad, cómo no lo había pensado. Esto es cosa del Rocky.

ALMA.-  SIGUIÉNDOLE EL JUEGO¿ Del Rocky? No puede ser. Tú me dijiste que ya no lo ves.

FRANCISCA.- ¿ Quién es ese Rocky?

ALMA.- ¡ No lo digas!

FERNANDO.-  ALZANDO LOS HOMBROS.  Uno que vive en este edificio, vende drogas. Quedé a deberle una buena lana. Esta es su venganza.

ALMA.- Pero Fernando, te dije que le pagaras.

 FERNANDO.- ¿ Me puedes decir con qué?

ALMA.- Todo por tus vicios.

FERNANDO.- VIOLENTOSon míos, no tuyos.

ALMA.- Sí, muy tuyos, pero da la maldita casualidad de que por lo tuyo vamos a morir todos.

FERNANDO.-  La neta, de dónde querías que sacara la lana...¿querías que robara?

ALMA.- Tú sabes que te dio otra oportunidad.

FERNANDO.- ¿ Oportunidad?  Ese no da nada.

ALMA.- Te pidió que te acostaras con él. Di que no es cierto.

FERNANDO.- ¿ Debí  hacerlo?

ALMA.- Eso es cosa tuya, pero creo que es mejor que morir aquí, encerrados, asfixiados.

FERNANDO.-  No le hago a eso, soy hombre.

ALMA.- Por una vez no te ibas a volver maricón.

FERNANDO.- Jamás, óyelo bien, jamás.

ALMA.- Lo que pasa es que eres un egoísta.

AMPARO.- ASUSTADA. A FERNANDO.  ¿ De verdad nos vamos a morir? ¿ Y mi hijo?

FERNANDO.-  RÍE A CARCAJADASCómo crees, estábamos vacilando nomás.

ALMA.- RIENDO. Ya te estabas entusiasmando con el Rocky. Ya te caché. Se me hace que eres bicicleta.

VIRGINIA.- Por lo visto a ustedes no les importa que los escuche un niño, un niño inocente.

CECILIA.- ¿ Inocente?  A MIGUEL. A ver tú, niño, dile a tu abuela cómo se hacen los niños.

MIGUEL.- APENADO. Yo...yo.

CECILIA.- ¿ No lo sabes?

MIGUEL.- En la escuela nos enseñaron que cuando un hombre y una mujer...

VIRGINIA.- ¡ Cállate!

ALMA.- RÍE. Ya tiene la teoría, sólo le falta la práctica.

FRANCISCA.- Si hemos de permanecer juntos hagámoslo con amor.

FERNANDO.- ¡ Sale! Eso sí me gusta. ¿ Cuántos somos? Yo, con Alma.  LA ABRAZA ERÓTICAMENTE.  A RAMÓN. Usted, con ella.  LO AVIENTA HACIA FRANCISCA. La señora, con la sirvienta, y tú, chavo, llégale a ella.  LO AVIENTA HACIA CECILIA. TODOS SE SEPARAN INSTANTÁNEAMENTE, SÓLO ÉL SIGUE ABRAZANDO Y BESANDO A ALMA. FINGEN QUE HACEN EL AMOR, PUJAN. FRANCISCA INDIGNADA TRATA DE SEPARARLOS.

FRANCISCA.- Ya aguanté mucho tiempo sus insolencias, he querido llevar las cosas en paz pero veo que no es posible.

 Cecilia mientras tanto se va desesperando, llora , se queja, respira con dificultad. Fernando deja a Alma y se acerca a ella. Cecilia se recarga en una pared. Está muy angustiada.

CECILIA.- ¡ Basta, basta! No quiero pasar un minuto más en este elevador. Me van a correr del trabajo.  SE GOLPEA CONTRA LA PARED, SE MUERDE UNA MANO.

FERNANDO.- QUERIENDO CALMARLA. Te aseguro que no tardan.

CECILIA.-  No me importa el trabajo, puedo conseguir otro...Tengo terror a los lugares cerrados, si seguimos aquí me voy a volver loca. LLORA.

FERNANDO.- Voy a intentar abrir.

CECILIA.- Te lo suplico.

FERNANDO.-  A LOS DEMÁSMe tienen que ayudar.

Esta vez todos cooperan, lo van elevando para que abra el techo, hace maniobras, no puede, lo golpea, no se abre.

RAMÓN.- Vea si tiene tornillos.

FERNANDO.- No veo nada.

FRANCISCO.- Es necesario empujar con fuerza.

 FERNANDO LO HACE, PIERDE EL EQUILIBRIO Y CAE AL PISO. SU MANO SE GOLPEA EN EL CARRITO DE MERCADO. GRITOS Y EMPUJONES. FERNANDO SE QUEJA EN EL PISO, SE TOMA UNA MANO CON LA OTRA. FURIOSO SE LEVANTA, VA AL CARRITO Y EMPIEZA A PATEARLO.

VIRGINIA.- ¿ Qué hace, se volvió loco? ¡ Deje mi carro!

FERNANDO.- Con su pinche carro me golpeé la mano.  SE QUEJA, VUELVE A PATEAR EL CARRO. VIRGINIA TRATA DE IMPEDIRLO. MIGUEL LLORA ASUSTADO. TODOS GRITAN.

VIRGINIA.-  ¡ Mi mandado!

FERNANDO.- ¡ Al carajo con todo!

ALMA.- ¿ Te pasó algo?

FERNANDO.- Creo que me la jodí.  MUESTRA LA MANO.

ALMA.- Deja ver.

Le toma la mano, Fernando grita de dolor.

FERNANDO.- ¡ Fíjate, pendeja!

CECILIA.- La debe tener fracturada.

ALMA.- ¿ Y ahora?

CECILIA.- Lo ideal sería llevarlo a que le tomen una radiografía.

FERNANDO.- Me duele un chingo.

CECILIA.- Te voy a poner un vendaje.

ALMA.- CELOSA. Déjalo, yo se lo pongo. ¿ Alguien tiene un trapo? TODOS  NIEGAN CON LA CABEZA, SE PONEN DE ESPALDA PARA NO PRESTAR NINGUNA PRENDA PERSONAL. ALMA SE QUITA LA BLUSA, CON ELLA ENVUELVE LA MANO. FERNANDO MEJORA CON ESO.

FRANCISCA.-  SE QUITA SU SWETER O SACO Y SE LO DA A ALMA PARA QUE SE CUBRA Y NO SE MUESTRE MEDIO DESNUDA.  ¡ Cúbrase!

ALMA.- SONRÍE BURLONA, SE LO PONE. A FERNANDO Gritabas más que una mujer dando a luz.

FERNANDO.- Como a ti no te dolió.

RAMÓN.- Qué bueno, debió haberse roto la cabeza y no solamente la mano.

FERNANDO.- ¡ Pinche viejo amargado!

RAMÓN.- ENFRENTÁNDOSE A FERNANDORepite lo que dijiste para que te rompa otra cosa.

 Fernando con la mano SANA le da un fuerte empujón, luchan, Fernando cae al piso, Ramón trata de patearlo, por el esfuerzo casi se ahoga. Las mujeres los separan.

MIGUEL.- Me están apachurrando.

 La abuela lo rescata del nudo humano.

RAMÓN.- ¡ Aire, necesito aire!

CECILIA.- ¡ Ya no se quejen, por favor, ya no soporto más!

AMPARO.-  CON VOZ GRAVE . No importa lo que digan o hagan, todos vamos a morir, los que están encerrados y los que están afuera. Dios así lo ordena.

FRANCISCA.- ¿ Por qué lo dices?

AMPARO.- ¡ Está temblando!

ALMA.- CAMBIA TOTALMENTE DE SEMBLANTE, SE ATERRA¿ Temblando?

CECILIA.- No se muevan.  TODOS QUEDAN TENSOS .

AMPARO.- Es el castigo por vivir aquí en la ciudad. Moriremos prensados, destripados, rotos.

FRANCISCA.- ¡ Dios mío, sí está temblando!

 Todos reaccionan con terror al temblor, tratan de pegarse a las paredes, unos se agachan para protegerse. Alma se abraza fuertemente a Fernando. Miguel se acerca a la abuela que lo protege. Francisca reza en voz alta. Amparo es la única no asustada.

AMPARO.- Moriremos unos encima de los otros con los cuerpos confundidos. Tu pierna será mi pierna, tu sangre será mi sangre. La tierra nos llama.

FERNANDO.- Yo no siento nada.

ALMA.- ¡ Yo no quiero morir así!

FERNANDO.-  VUELVE A ABRAZARLA¡No está temblando!

ALMA.- ¡ Mamá, mamá!

AMPARO.- En el fondo de la tierra me uniré a mi hijo, él ya debe estar esperándome.

RAMÓN.- TOSEEs verdad, no tiembla.

CECILIA.-¡ Dios mío!

FRANCISCA.- Ya era tiempo que se acordaran de Dios. Usted no rezó conmigo.

CECILIA.- Fue una expresión. Él no nos va a sacar de aquí. ¿ O sí?

AMPARO.- Nadie puede escapar a sus designios. La tierra se ha mezclado con el agua, con la sangre; ahora todo es lodo y en el lodo todo se hunde.

CECILIA.- Con el temblor menos va a funcionar esto.

FERNANDO.- No ha temblado, los temblores se sienten, se oyen; todo cruje, truena.

ALMA.- Júrame que ya no tiembla.

FERNANDO.- Te lo juro.

 Pausa un poco más larga. Amparo ya trastornada mueve rítmicamente su cuerpo. En ese momento se va la luz. Todos gritan, se insultan violentamente, lloran, ruegan, golpean las paredes y la puerta. El ruido será intenso con pequeñas pausas de silencio. Cecilia grita con voz muy aguda. Se enciende la luz. Miguel está tirado en un rincón del elevador, Cecilia tiene una pistola en la mano con la que amenaza a Ramón. Ramón tose sin poder contenerse. Cecilia le da una cachetada con la mano libre.

CECILIA.- FÚRICA Y LLOROSA A LA VEZ. ¡ Usted fue el que me agarró el pecho. Niéguelo!

RAMÓN.-  AHOGÁNDOSE. Yo...yo...

CECILIA.-  AHORA AMENAZA CON LA PISTOLA A FERNANDO. ¿ O fuiste tú?

FERNANDO.-  ASUSTADO PERO EN BROMAA mí que me esculquen.

CECILIA.- El que haya sido tiene muy poca madre.

VIRGINIA.-  BUSCA A MIGUEL, ASUSTADA QUIERE IR CON ÉL. CECILIA SE LO IMPIDE AMENAZÁNDOLA CON LA PISTOLA. ¡ Mi niño!  A CECILIA.  Señorita, le ruego que guarde eso, se lo ruego.  CECILIA BAJA EL ARMA. ¿ Está muerto?  SE ACERCA AL NIÑO, TRATA DE LEVANTARLO.

ALMA.- Creo que lo aplastaron.

Francisca cambia de lugar, se tropieza y cae sobre Cecilia.

CECILIA.- EMPUJÁNDOLA.  No se me eche encima.¡ Apesta!

FRANCISCA.- La que apestas eres tú.

CECILIA.- ¡ Mocha!

FRANCISCA.-¡ Puta!

CECILIA.-  LE COLOCA EL REVÓLVER EN EL CUELLO O EN LA CABEZA. Repita lo que dijo.

VIRGINIA.- No ven que se está muriendo mi niño o ya se murió.

AMPARO.- Entre todos lo matamos, así nos asesinaremos unos a los otros, los padres a los hijos, las esposas a los esposos, los amigos entre sí. Nadie quedará vivo. Sobre la tierra vivirán alimañas.

ALMA.- SEÑALANDO A MIGUEL. Aún respira.

VIRGINIA.-  SE HINCA JUNTO AL NIÑO¡ Virgen Santa, te ofrezco mis dolores por su vida!

FRANCISCA.-  SE HINCA A SU VEZ, CANTA ABRIENDO LOS BRAZOS EN CRUZ. “¡Oh María, Madre mía, oh, Consuelo del mortal, amparadme y llevadme a la Patria Celestial!”

AMPARO.- Los primeros que morirán serán los niños, después las vírgenes.

RAMÓN.- TOSE, ESCUPE CERCA DE VIRGINIAPerdón.

VIRGINIA.- Le ruego que escupa sobre mí. Dios me manda esto por mi pecado de  soberbia. ¡ Dios, soy la más humilde de tus siervas! RAMÓN VUELVE A TOSER, SIGUIENDO EL PEDIDO DE VIRGINIA ESCUPE SOBRE ELLA, EL ESCUPITAJO LE CAE EN EL CUELLO. VIRGINIA, SIN PODER REPRIMIR EL ASCO Y EL ENOJO, SE ENFRENTA A ÉL.

VIRGINIA.-¡ Sifilítico, tuberculoso!

 Fernando que está colocado al lado de Ramón ríe.

FERNANDO.-¡ Sifilítico y tuberculoso. Qué chinga le acomodaron, mister!

Ramón molesto tira sorpresivamente un golpe fuerte a los testículos de Fernando. Este cae al suelo. Nueva algarabía de todos.

RAMÓN.- De mí no se burla nadie.

AMPARO.- Después morirán los hombres jóvenes, los que aún no han pecado.

ALMA.- SE ABALANZA SOBRE FERNANDO, LO MUEVE, ÉSTE NO REACCIONA, LO CREE MUERTO. SE LEVANTA Y TOMANDO DEL SACO A RAMÓN LO SACUDE VIOLENTAMENTE..¡ Asesino!  RAMÓN LA AVIENTA, ELLA VA JUNTO A CECILIA PARA QUITARLE LA PISTOLA, LAS DOS LUCHAN POR LA POSESIÓN DEL ARMA. LA PISTOLA SUBE Y BAJA SEGÚN QUIEN LA TENGA. GRITOS Y EMPUJONES. ESTOS ÚLTIMOS VIOLENTOS. SE VA LA LUZ. GRITOS MÁS FUERTES. SE SIGUE ESCUCHANDO LA LUCHA EN LA CUAL YA TOMAN TODOS PARTE PARA DESARMAR A LAS MUJERES. SUENA UN BALAZO. SE ESCUCHA UN QUEJIDO. DESPUÉS SILENCIO TOTAL. RUIDOS DEL ELEVADOR QUE INICIA SU MOVIMIENTO SIN ENCENDER LAS LUCES. MÚSICA AMBIENTAL A TODO VOLUMEN. AL ENCENDERSE LA LUZ LOS ACTORES YA DEBERÁN DE HABER ABANDONADO EL ELEVADOR SI ÉSTE NO PUDO MOVERSE O BIEN DESAPARECER ÉSTE DE LA VISTA Y VERSE SÓLO EL HUECO QUE OCUPABA.

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