29/11/14

La falsa suicida. Angélica Liddell.

















La falsa suicida
Angélica Liddell
Ofelia, chica porno, habla desde una cabina dedicada al peep-show.
Horacio, lisiado, tullido, envarado a causa de un aparato ortopédico,
habla desde el almacén donde vive y donde tortura a muñecas de
trapo. Le habla a esas muñecas de trapo y sufre.
OFELIA.-
Las mujeres desnudas somos como los muertos. Nadie puede dejar
de mirarnos. ¿Qué tendrán nuestros pezones y el pico peludo de
nuestro vientre? Qué cosa fatídica. Irremediable. Qué pestilencia. Y
qué tendrán los ojos que miran y miran y miran. Y si no estoy muerta
no me queda más remedio que estar desnuda. Estoy desnuda porque
no estoy muerta. Aquel día a punto de matarme y sin bragas. Sin
bragas. Allí empecé a trabajar. Todas las cabecitas mirándome. Igual
que ahora. Cabecitas. Otra moneda, otra, otra, otra, mírame,
mastúrbate, echa monedas hasta que me desnude del todo y te
ensucies la mano, mírame, mastúrbate, mírame desnuda para que
pierda la vergüenza cuando entre en la sala de autopsias.2
HORACIO.-
Y yo matando gatos por tu culpa. El hombre del saco. Crustáceo
funerario. Cangrejo de luto. El que ahoga animalitos en la piscina de
tu rascacielos.
Desde aquel día no he encontrado un trabajo más digno. Matarife por
compasión. ¿Te has bañado en esa piscina? ¿Has disfrutado del agua
clara? Tú, la que ahora te ríes sin parar en ese burdel de juguete, tú,
la que antes sólo quería morir. !Morir! ¿Recuerdas? ¿Te has tragado
alguna vez un pelo de gato mientras nadabas? ¿Se te ha prendido
alguna uña rota en el bikini? No te puedes imaginar como se mueve
el saco antes de sumergirlo en el agua. Y no te puedes imaginar lo
quieto que está cuando lo levanto. Y sobre todo, no te puedes
imaginar la cantidad de lágrimas que derramo por esos pobres
animales. Así que hace un año te arrojaste por la ventana, con ganas
de morirte, y ahora te bañas en la piscina, te sobas las tetas en un
carrusel, y te ríes a carcajadas hasta enseñar las encías y una
dentadura brutal. Y yo desde aquel jodido día tengo que llorar, y
tengo que matar los gatos que molestan a tus vecinos, que te
molestan a ti, quinientas por gato, y a veces los cazo en otras
piscinas pero los ahogo en la tuya, y me pagan también por los gatos
que no te molestan. Y al final consigo comer, comer. Pero sólo
comeré en paz cuando sepa.¿Por qué te arrojaste por la ventana?
¿Por qué deseabas la muerte? ¿Por qué?
23
PRIMER INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Ofelia.- (Ríe a carcajadas...)
Horacio.-No sabes los gatos que tengo que matar para hablar
contigo. Sólo apretar el botón y llamarte me cuesta las cuatro patas
de un gatito negro. Así que haz el favor, contesta rápido,¿Qué es eso
de Ofelia? Nadie se llama así.
Ofelia.-Tengo buenas razones para llamarme Ofelia.
Horacio.-Si a ti te llaman Ofelia yo me llamaré Horacio.
Ofelia.-¡Horacio! Así llaman a los comodines.
Horacio.-Es un buen nombre para hablar con otro comodín.Con otra
sombra.
Ofelia.-Te equivocas. Aquí toda la luz es mía.Eres tú el que estás a
oscuras. Los que pagan siempre están a oscuras. Van a tientas,
sorteando las tinieblas, buscando algo que conteste a sus preguntas.
Algo que les llene de felicidad.
Horacio.-Y yo te pregunto,¿por qué trabajas aquí?
Ofelia.-Disfruto.
Horacio.-¿Te gusta?
34
Ofelia.-Me gusta
Horacio.-He visto a mujeres vomitando después de trabajar.
Ofelia.-Yo no vomito.
Horacio.-¿No has vomitado una sola vez?
Ofelia.-No.
Horacio.-¿No has odiado a tu jefe?
Ofelia.-No.
Horacio.-¿No has odiado a los hombres?
Ofelia.-No.
Horacio.-¿No has odiado este olor? Este olor insoportable.
Ofelia.-No. (Ríe.)
Horacio.-Te gusta.
Ofelia.- Me gusta. Es mi oportunidad. Nunca tuve buenas frases. Me
robaron el papel. Ni siquiera muero en escena.
.
Horacio.-¡No me hables de Ofelia¡
Ofelia.-Este es el teatro de Ofelia. Todas las palabras son de Ofelia.
Todas las braguetas, todas las pajas, todo el amor.
45
Horacio.-Todas las mentiras.
Ofelia.-Todos los locos. Pídeme.
Horacio.-Tu pasado. Quiero tu biografía.
Ofelia.-Arriba y abajo, mueve tu mano derecha.
Horacio.-No sé si amas a los animales. Pero si pudiera meter el saco
por la ranura, te darías cuenta de tu precio. Dos gatos, dos gatos
entregan su alma a causa de tu incompetencia.
Ofelia.-No puedo hablar más rápido.
Horacio.-¡Tu pasado¡
Ofelia.-Un padre, una madre, un colegio, un novio a los quince, un
polvo a los dieciocho...(Ríe.)
Horacio.-¿De qué te ríes?
Ofelia.-Los gatos... ¿Es una broma?
Horacio.-Esta madrugada cuando vuelvas a casa asómate a la
piscina, dejaré uno flotando.
Ofelia.-Calla, que horror...¿Por qué lo haces?
Horacio.-Ya empiezas a escuchar. Ya empiezas a entender. Y si
hiciera falta para que entendieras mejor, y con tal de no pasar
56
hambre, en vez de gatos sacaría a los niños de sus cunas y me los
colgaría al cinto como un manojo de perdices.
Ofelia.-Bueno, tu pagas, tu miras, tu insultas, tu amas. Cuando
salgas de esa cabina oscurísima, digas lo que digas, tendrás razón.
Horacio.-Lo dejo por hoy. Unas monedas para cenar. No hay que
pasar hambre. No hay que pasar hambre.¡Ah¡ Una moneda más. Una
cría recién parida para decirte, cuando veas a un mendigo en la calle,
empapado en meados propios y ajenos, con la polla al aire,
vomitando mocos, piensa, sólo piensa, que no nació así.
Ofelia.- ¿Te has masturbado? Horacio, ¿te has masturbado?
HORACIO.-
Lo hago por dinero. Sólo por dinero. Porque soy pobre y estoy
enfermo, y mi casa es oscura y húmeda, y mi alimento escaso. Y el
agua siempre sale fría, y comparto colchón con insectos corredores, y
el invierno es invierno a todas horas. En fin, los pobres,¿no has oído
hablar de los jodidos pobres? Y observo tu alegría, tu carcajada de
yegua, tu olvido, como si nunca hubieras querido morirte, como si
nunca te hubieras arrojado por una ventana, como si no existiera el
dolor, mi dolor. Y pensar que antes yo también me reía. Antes, antes,
antes... Antes de salvarte. Antes de que tus kilos me partieran los
huesos. ¿Por qué no te lanzaste otra vez? ¿Tan enclenque era tu
propósito? La ventana, la ventana... (dibuja una ventana imaginaria
en el aire). No siempre van a recogerte los brazos de un hombre
dispuesto a todo, no siempre va a destrozarse una osamenta para
que tu recuperes las ganas de vivir. ¡Ah¡ Me amarga tu capricho. He
esperado día tras día, con paciencia de columna, que volvieras a
intentarlo, he perseguido en tu cara un visaje de angustia, un pliegue
atormentado, la mueca del infortunio. Ja. Tu plenitud es un escarnio
67
para mi invalidez. Nada en ti justifica mi cuerpo roto, o mi sacrificio,
o mi penuria. Nada. Es decir, tus motivos no eran tan importantes,
podías haber prescindido de la ventana, no hay nada en el mundo tan
importante, daba igual, morir o no, había un pobre idiota debajo, uno
más que pasaba, uno que podía vivir sin espinazo, uno cualquiera, un
imbécil que extendió sus brazos de cuna para salvarte. Y a estas
alturas, desde mi caparazón, todavía me pregunto. ¿Por qué te
arrojaste por la ventana? ¿Por qué deseabas la muerte? Al menos
necesito saber eso para no aborrecerte tanto.
OFELIA.-
Y el hombre de los brazos fuertes me recogió. Supongo que era un
hombre, digo supongo porque no le vi la cara. Me ofuscó la
vergüenza. ¡Sin bragas, sin bragas¡ Desde un quinto y sin bragas,
qué vergüenza. Soltar una risotada y echar a correr,¿qué iba a hacer
sino? A nadie se lo pude contar. A nadie. Sólo después pensé en los
milagros, había sido un milagro, ningún hueso roto, ni un arañazo,
como se suele decir, y pensé en el hombre de los brazos fuertes, que
se quedó a oscuras, envuelto en las tinieblas, porque no le vi la cara,
como a ti, que tampoco te veo, a oscuras. Sigue mirando. Sigue
mirando. Te doy tanto por tan poco. Te doy un cuerpo recién nacido.
La piel.¿Hay algo más inocente, más raso, más indefenso que la piel?
En mi piel empiezo y en mi piel acabo. No te quejarás de honradez.
Aprovecha. La oscuridad te protege, te bendice, te encabrita, te hace
bueno, te proporciona el valor suficiente para ultrajarme. Desde esa
oscuridad que compras siempre te creerás mejor que yo. Pero yo
estoy viva, ¡viva!,mientras sigas mirando.
78
SEGUNDO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Ofelia.- (Ríe a carcajadas.)
Horacio.- ¿Cómo te puedes reír tanto? ¿Cómo puedes ser tan idiota?
Tu estridencia me pone enfermo. Me revuelve el estómago.
Ofelia.- ¡Al convento¡ ¡Al convento¡ (Vuelve a reír.)
Horacio.- ¡Que barbaridad¡ ¡Qué tragazón¡ Quieres apoderarte de
todas las frases.¡Vaya comilona¡ ¿Qué ha pasado con tu falta de
apetito?
Ofelia.-A ti, Horacio, también te hubiera gustado ser más que un
oyente. Ahora que los protagonistas nos han abandonado tienes una
oportunidad. Habla.
Horacio.-Allá cada uno con sus complejos. Por lo que veo tú le has
dado una patada a la tristeza.
Ofelia.-Al diablo con el príncipe. Por fin Horacio y Ofelia se
encontraron y hablaron de sus cosas.
Horacio.- ¿A qué precio?
Ofelia.-Al que yo marco.
Horacio.- ¿Viste al gato, flotando en la piscina?
Ofelia.-No me asomé.
89
Horacio.-Ingrata. He perdido tres platos calientes por dejar al gato
en el agua. Ingrata. Ingrata.
Ofelia.- ¿Cuándo vas a empezar?
Horacio.- ¿Empezar?
Ofelia.-A masturbarte. ¿Lo estás haciendo?
Horacio.- ¿Es lo único que te importa?
Ofelia.-Es el orgullo de mi trabajo. De mi cuerpo.
Horacio.-Mi cuerpo, mi cuerpo, mi cuerpo...Por fin a Horacio y a
Ofelia les creció el cuerpo, como si el cuerpo fuera una planta que nos
siembran en el nombre. ¿Te gustaría ver cómo ha crecido el mío?
Ofelia.- Si no te masturbas me obligas a pedirte más dinero. El
tiempo pasa.
Horacio.- Más animales muertos, ¿sólo por hablar?
Ofelia.- Hablar es lo más peligroso.
Horacio.-Entonces, si te pago por hablar, si hoy me quedo sin comer
sólo por hablar contigo, si dices que por hablar nos asedia el peligro,
entonces tendrás que correr algún riesgo.
Ofelia.-¿Hay algo más inocente, más raso, más indefenso que la
piel?
910
Horacio.-Tendrás que contestar a mis preguntas.
Ofelia.-Vete a comer Horacio, come.
Horacio.- No puede ser. Ya está. Ya está. Ya han caído las monedas.
Pagar por enjaular a alguien. Pagar para que permanezcas presa en
esa cajita ridícula. Si no dejara de echar monedas podría tenerte ahí,
capturada, para siempre.
Ofelia.-Sería tu esposa.
Horacio.-Mi esclava.
Ofelia.-Y yo te pediría más de lo que puedes pagar. Y el esclavo
serías tú.
Horacio.-Esclavos los dos.
Ofelia.-Tú pagas, tu miras, tu insultas, tu amas, tu te quedas sin
comer. Soy una buena Ofelia, un cebo sin voluntad.
Horacio.- ¿A ti no te gusta mirar?
Ofelia.- Aquí toda la luz es mía.
Horacio.-Te aseguro que nadie puede pasar a mi lado sin mirarme.
Ofelia.- ¿Nos parecemos?
Horacio.- ¿No has mirado nunca hacia atrás, hacia un lado, hacia el
otro, para ver, ver a quién tienes cerca?
1011
Ofelia.-No miro porque no le tengo miedo a nada. Puedo vivir sin
mirar.
Horacio.-Alguien te advirtió: teme, Ofelia, teme, la mayor seguridad
estriba en el temor.
Ofelia.-Me hice valiente.
Horacio.- ¿Qué te pasó?
Ofelia.-No lo sabe nadie. (Ríe a carcajadas.)
1112
HORACIO.-
(Parodiando a la Ofelia de Hamlet.) Y yo, la más desconsolada y
mísera de las mujeres, que gusté algún día la miel de sus promesas.
Oh, dulce príncipe, veo ahora aquel noble y sublime entendimiento
desafinado. Oh, cuánta, cuánta, cuánta es mi desdicha de haber visto
lo que vi para ver ahora lo que veo. La ventana, la ventana! Que los
sepultureros vayan preparando sus herramientas y los esqueletos su
mejor baile. (Abandona la parodia.) ¡Ah¡ ¿Dónde están las niñas
doradas? Conservadas en llanto. Gritando en sus bañeras. ¿Dónde
están
esas
mandíbulas
desesperadas?
¿Dónde?
¿Dónde
están
aquellas niñas románticas, de ojos vesánicos, al pie de la tempestad,
dispuestas a ser tragadas por la naturaleza? Si pudiera ofrecerle un
motivo para que enmendara su falta. Si pudiera conseguir un
sobresalto en su rostro. No de asco, no de enfado sino de melancolía.
Si encontrara el modo de ensombrecer su mirada. Un motivo, hace
falta un motivo para que rezume en su frente un profundo cansancio,
el cansancio que nos produce la vida, nada más que la vida. Si
consiguiera que inclinara el cuello hacia un lado, así, dejando caer la
cabeza como si la hubieran lastrado de incertidumbre y de tiempo. Le
hace falta realidad. Si pudiera hacerla morir en escena.
1213
TERCER INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Ofelia.- No, no, no, no es posible.
Horacio.-Está escrito. Debajo de la ranura tragaperras o tragagatos.
Dice que podemos llegar a un acuerdo.
Ofelia.-Es demasiado caro. No puedes pagar. No hay tantos gatos en
la ciudad.
Horacio.-Hoy he robado mi primera cartera.
Ofelia.-Puedo pedirte más. Mucho más.
Horacio.-Entonces los gritos de ese viejo, sus lágrimas espesas, su
ataque, pobrecillo, de un empujón ha caído al suelo, se arrastraba
como una lombriz, reclamando su miserable pensión, ese viejo digo,
¿se ha arrastrado en vano?
Ofelia.-Aquí nunca han entrado los de la parte oscura.
Horacio.-Es sólo una muñeca.
Ofelia.-Nunca he visto las caras del otro lado.
Horacio.-Ese viejo se ha quedado sin cartera por ti.
Ofelia.-La luz es mía.
Horacio.-Alguna vez tendrás que mirar.
1314
Ofelia.- ¿Por qué? ¿Por qué hay que mirar? No es mi papel.
Horacio.-Si la luz es solo tuya empléala en tus ojos.
Ofelia.- (Tocándose el pubis.) ¡Aquí tengo los ojos!
Horacio.-No menosprecies tus ojos.
Ofelia.-Mis ojos...
Horacio.- ¿Te acuerdas de aquella escena, cuando Horacio acompaña
a Ofelia hasta sus aposentos?
Ofelia.-Aquella escena no se ve.
Horacio.-Te digo que Horacio acompañó a Ofelia.
Ofelia.- ¿Tú crees que Horacio y Ofelia....?
Horacio.-Entro. (Horacio entra en la cabina porno junto a Ofelia.)
1415
CUARTO INTERROGATORIO
LOS DOS DENTRO DE LA CABINA PORNO
Horacio.- (Saca recortes de periódico de alguno de sus bolsillos.)
Quince hombres asesinados a cuchillo. Avión siniestrado: trescientos
muertos. No hay supervivientes. Catorce mil muertos a causa de las
inundaciones. Sepultados en una mina. No hay supervivientes.
Atentado terrorista con coche bomba: trece muertos. Cadáveres
irreconocibles. Hallada en avanzado estado de descomposición.
Matanza
en
las
afueras.
Cuarenta
niñas
degolladas.
No
hay
supervivientes. Fosa común. Todos recién nacidos. Los quemó vivos.
¿No es suficiente?
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
Horacio.- ¿No es suficiente para desear la muerte?
Ofelia.-Mastúrbate, por favor.
Horacio.-Mi padre se enamoró de otra mujer. Era una mujer muy
joven y muy hermosa. Y se fugó con ella a otro país, un país lejano,y
tan hermoso como su amante. Entonces mi madre, que también era
hermosa, se encerró en el baño y estuvo de pie, mirándose al espejo
cinco horas seguidas. Después se metió en la cama con una botella
de amoniaco y se la bebió. Estuvo vomitando una semana. Hasta que
echó el estómago por la boca. Tenía treinta y cinco años y la cara
pintada con bolígrafo. Se había dibujado las arrugas. Las arrugas...
Cuatro, cinco, no más. Tenía treinta y cinco años pero se murió de
vieja. No de amor, no de celos. De vieja. Yo también tengo una
arruga, aquí, en el cuello, es tan honda que los bichos pueden dormir
dentro de ellla. He cumplido treinta y parezco tu abuelo. Tócate el
1516
cuello, vamos. Algún día a ti te pasará lo mismo, y no pedirás luz sino
penumbra. Y nadie te volverá a mirar. Serás tú la que mires y mires y
remires la lisura, la pureza de las caras nuevas. Y sólo podrás pensar
en las cosas que no hiciste. Y nunca te volverán a dar el papel de
Ofelia, virgencita suicida. Es el tiempo, Ofelia, el tiempo.
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
Horacio.-A los treinta tienes cuarenta. A los cuarenta te sientes
como uno de cincuenta y cinco, y cuando llegan los cincuenta y cinco
crees que ya has muerto.
Ofelia.-Córrete ya.
Horacio.-Hay dos opciones: volverse loco o trabajar, envejecer y
morir.
Ofelia.-Horacio...
Horacio.-¿Para que me esfuerzo en convencerte? Solamente hay que
esperar.
Ofelia llora por primera vez y Horacio sale de la cabina conmovido,
extraño, temblando.
1617
OFELIA.-
Ojos que no ven...Ojos que no ven...Haber visto lo que vi. Para ver
ahora lo que veo. Ese hombre. Ese hombre...Que eterna se me hace
la espera. Le estoy esperando. Realmente le estoy esperando. ¡Ah! El
tiempo. Es el tiempo.
HORACIO.-
¿Dónde ha quedado la venganza? Se ha deslizado de repente por el
tobogán de su cuello, su cuello inclinado, su cuello castigado por el
tiempo, su precioso cuello.
1718
QUINTO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Ofelia.- Ayer te vi unos bultos. En la espalda.
Horacio.-Deben de ser las alas ,que crecen. El ángel de la guarda se
abre paso por entre las paletillas.
Ofelia.- ¿Te duele?
Horacio.-Sí.
Ofelia.-No eches más monedas. No ahogues a más gatos.
Horacio.- ¿Y los que ya murieron? Ojalá pudiera resucitar a los gatos
que murieron. Y a los que seguirán muriendo para darme de comer.
Ofelia.-Yo trabajaré para darte de comer. No me tocará la luz del día
para darte de comer. Las monedas de los mirones serán para tu
comida. Cualquier postura, cualquier brutalidad, meteré en mi cuerpo
todo lo que pidan, todo si sé que estás comiendo. Es una deuda
inconsolable. Inconsolable. Llevo en la frente la señal del moroso
patético. Tan escandalosa es la fortuna que debo que me han
embargado hasta las vértebras. Y ahora me asfixio en el gas de una
generosidad enfermiza. Será el gas del amor. No es por gratitud sino
por culpa. Me siento totalmente culpable. Culpable de tu vida
ortopédica. Mi obsesión consiste en darte todo. Todo, todo, todo,
todo, todo... Trasladar esta cabina a tu dormitorio y a tu letrina.
Entregarte la existencia que preservaste con tu esqueleto. Me siento
totalmente culpable. Culpable, culpable, sí.
1819
Horacio.-¿Qué dices?
Ofelia.-Sé quien eres.
Horacio.-(Se levanta acobardado, se tropieza y cae.)
Ofelia.-Por fin te he visto y te he mirado.
Horacio.-Me había acostumbrado a la oscuridad.
Ofelia.- ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me buscaste antes?
¿Por qué callaste? ¿Te arrepientes de que te haya visto? ¿Te
arrepientes de que sepa quién eres? ¿Cómo querías que me
enterara?¿Te arrepientes de haber entrado a la luz?
Horacio.- ¿Pensaste alguna vez en mí? ¿Por qué lo has adivinado?
¿Por qué no me miraste aquel día? ¿Te arrepientes de haberme visto?
¿Te arrepientes de saber quién soy?
Ofelia.-No sé contestar a tus preguntas.
Horacio.-Yo tampoco sé contestar a las tuyas.
Ofelia.-Por fin estamos los dos bajo el foco.
Horacio.-Con tanta luz siento vergüenza de mi tronco.
Ofelia.-Y yo de mis pechos. Horacio, no me mires.
Horacio.-No te miro. Te doy la espalda.
Ofelia.-Rompí tu espalda.
1920
Horacio.-He soñado con insultarte, con dejarte tullida, con verte
muerta, y ahora no sé qué decir.
Ofelia.- (Comienza a sangrarle la nariz y emite un ligero quejido.)
Horacio.- (Reacciona inmediatamente dirigiendo su mirada al cristal
que los separa.) ¿Qué te pasa?
Ofelia.-Nada. La nariz. Me sangra.
Horacio.-Te sangra.
Ofelia.-No me mires.
Horacio.-No estoy mirando.
Ofelia.-Sucede. Un día sí, otro no. Es la cabeza. Me duele. Y la nariz
que sangra.
Horacio.-Duele y sangra.
Ofelia.- Me vendría bien un descanso.
Horacio.-Sí.
Ofelia.-Sentarme un rato.
Horacio.-Claro.
Ofelia.-Es un mareo...
2021
Horacio.-Te mareas.
Ofelia.-Horacio...
Horacio.- ¿Qué?
Ofelia.-Si me dejaras...
Horacio.- ¿Dejarte?
Ofelia.-Descansar.
Horacio.-¡Ah! Sí, sí.
Ofelia.-Adiós Horacio.
Horacio.-Adiós.
Ofelia.- Adiós.
Horacio.- Adiós.
Ofelia.- Adiós.
Horacio.- Adiós.
Ofelia.- Adiós.
2122
HORACIO.-
¡Volvería a poner los brazos! ¡Volvería a poner los brazos! ¡Volvería a
poner los brazos! ¡Dios mío! ¡Volvería a ponerlos! ¡Volvería a poner
los brazos! (Afloja la ira.) Volvería a poner mi espalda para que ella la
rompiera. (Sonríe.) Me ha mirado y se ha convertido el laurel, qué
digo, en romero, en hinojo, en palomillas y ruda. Ofelia, yo restañaré
tu sangre.¿Me necesitas? ¿Me necesitas Ofelia? Y si te corto las
piernas, yo te ayudaré a caminar. Y si te corto las manos, yo te
peinaré. Y si te corto la lengua, yo hablaré por ti. Y si te arranco el
corazón...Me necesitas Ofelia, me necesitas. (Le hace el amor a la
muñeca.)
OFELIA.-
Tus brazos, Horacio, asistentes de príncipes moribundos, tan hechos
ya a las últimas voluntades, y a los pánicos postreros. Han sido tus
brazos los que me han devuelto el trayecto vertiginoso. Tus brazos,
almohada final. Tus brazos, imanes de la agonía. ¿Qué me van a
devolver tus brazos sino la pasión por las tumbas, por los cuervos y
los paisajes escarpados? Tus brazos Horacio, preparados para recoger
el fracaso de nuestros órganos.
2223
SEXTO INTERROGATORIO
ENCUENTRO EN EL PEEP-SHOW
Horacio.-Lo he hecho.
Ofelia.- ¿Te has masturbado?
Horacio.- Sí. Hasta el final.
Ofelia.- ¿Pensabas en mí?
Horacio.-Pensaba mucho en ti.
Ofelia.-Pensabas en mí...
Horacio.-Quiero llevarte a que lo veas. Quiero que lo veas. Tienes
que verlo.
Ofelia.-Ahora puedo verlo todo Horacio. Quiero verlo todo.
Horacio.-Antes déjame robar una frase. La que siempre quise decir.
La que siempre envidié.
Ofelia.- Roba, roba, todos están muertos, nadie se enterará.
Horacio.-Es un juramento.
Ofelia.-Juremos.
Horacio.- (Le coge la mano.) Mientras esta máquina exista.
2324
Ofelia.- Mientras esta máquina exista.
2425
SÉPTIMO DIÁLOGO
EN EL ALMACÉN DE HORACIO
Horacio.- ¡Flores para Ofelia! ¿Dónde se ha visto una Ofelia sin
flores?
Ofelia.- ¡Por fin merezco las flores!
Horacio.- Ofelia, ¿de qué moriremos?
Ofelia.- Mi abuelo murió completamente amarillo. Se le reventó
alguna bolsa por dentro y le tintó la piel.
Horacio.-Y eso de las venas que se rompen en el cerebro y lo
encharcan.
Ofelia.-Y el corazón que se para, cubierto de un pellejo tan duro y
tan gastado que no le deja moverse.
Horacio.- Vi a mi tío morir. El pecho le sonaba como si tuviera
serpientes en un pozo. Y el aire no le entraba, a pesar de que abría
una boca enorme, no le entraba. Parecía un pescado.
Ofelia.-Una vecina murió de una hemorragia, en su cama. La sangre
olía a podrido, daban ganas de vomitar. Teníamos que llevar un trapo
en la boca empapado de colonia.
Horacio.-¿Cuál será la peor muerte, Ofelia?
Ofelia.-La del otro, la del otro. No podría soportar la muerte del otro.
2526
Horacio.- ¿Temes el dolor?
Ofelia.-Temo Horacio, temo, temo más que nunca, todo, todo.
Horacio.- ¿Quién morirá primero?
Ofelia.- Yo, yo debería estar muerta. Como las otras.
Horacio.-Las otras murieron por ti.
Ofelia.- No. Todos llevamos encima nuestro propio cadáver.
Horacio.- ¿Es qué quieres morirte Ofelia?
Ofelia.-Debería estar muerta. Y estoy desnuda porque no estoy
muerta.
Horacio.- Así me basta Ofelia, así.
Ofelia.- No resistiré.
Horacio.-Yo he resistido.
Ofelia.- Pero a mí...
Horacio.-Todos lloran, todos.
Ofelia.- Pero a mí, ya sabes, al final me entierran.
Horacio.-Tú no te llamas Ofelia.
Ofelia.- Es cierto.
2627
Horacio.- ¿Cómo te llamas?
Ofelia.- Ana, Ana, solamente Ana.
Horacio.- No te lo vas a creer pero yo me llamo Horacio.
Ofelia.- Horacio...
Horacio.-Y no quiero pagar un precio tan alto a cambio de tu cuello
inclinado, tu precioso cuello. Así me basta, así. Ya no te odio, Ana,
Ana...
Ofelia.- Sí. Me llamo Ana.
Horacio.- Y tus flores, que no son flores de entierro.
Ofelia.-(Se pone rígida de repente, se echa la mano a la nariz, le
empieza a sangrar.) Otra vez, la sangre.
Horacio.- Déjame... (Intenta ayudarla.)
Ofelia.- Otra vez...
Horacio.- La cabeza hacia atrás.
Ofelia.- Sí.
Horacio.-Shu...shu... (Intenta calmarla.)
Ofelia.- ¡Horacio!
2728
Horacio.- (Alarmado.) ¿Qué? ¿Qué?
Ofelia.-No veo, Horacio, no veo, ¡no veo! ¡No veo!
Horacio.- ¿Ciega,ciega?
Ofelia.- No veo.
Horacio.- Yo seré tus ojos, tus ojos, Ana, Ana...
2829
CONCLUSIÓN
EN EL ALMACÉN DE HORACIO
Horacio.-Necesito saber algo.
Ofelia.-Lo que quieras. Te lo debo todo. Eres mis ojos.
Horacio.- ¿Por qué sufrías? ¿Por quién? ¿Por qué te arrojaste por la
ventana? ¿Por qué deseabas la muerte? ¿Por qué?
Ofelia.-Pero yo, Horacio...
Horacio.-Sí.
Ofelia.- Yo no deseaba la muerte.
Horacio.- ¿Qué?
Ofelia.-Yo no me arrojé por la ventana.
Horacio.- ¿Cómo?
Ofelia.-Yo no me arrojé por la ventana.
Horacio.- ¿No te arrojaste por la ventana?
Ofelia.-No.
Horacio.- ¿Entonces...?
Ofelia.-Me caí.
2930
Silencio.
Horacio.- ¿Te caíste?
Ofelia.-Me caí. Resbalé y me caí. Como Ofelia, del árbol. Pero no me
llamo Ofelia.
Silencio.
Horacio.- (Llorando.) Y ahora no te caerás, no se romperá una rama
por casualidad, no te servirá el vestido de flotador hasta que de tan
empapado te arrastre al fondo, por casualidad, mientras cantas. No.
Ahora serás tú la que prepares el salto, la que prepares el salto,
¿verdad?
Ofelia.-El resto es silencio.
Horacio.-Esa es mi frase.
Ofelia.-Esa es mi piscina.
Horacio.-(Al público.) ¿Y vosotros? ¿Qué miráis? Se ha terminado
vuestro tiempo. Se os han acabado las monedas. ¡Fuera! ¡Dejadnos
solos!
30

AH, LOS DÍAS FELICES Samuel Beckett













AH, LOS DÍAS FELICES


Samuel Beckett


PRIMER ACTO

Extensión de hierba quemada levantándose al centro en un pequeño montículo. Pendientes suaves hacia el frente y los costados del escenario. Atrás, una caída más abrupta hasta el nivel del escenario. Máximo de simplicidad y simetría.
Luz cegadora.
Un telón de fondo con trompe-l’oeil muy pompier representa la fuga y el encuentro a lo lejos de un cielo sin nubes y una llanura desnuda.
Enterrada hasta encima de la cintura en el montículo, en el centro exacto de éste, WINNIE. Unos cincuenta años, bien conservada, de preferencia rubia, regordeta, brazos y hombros desnudos, blusa muy escotada, grandes senos, collar de perlas. Duerme, los brazos sobre el montículo y la cabeza sobre los brazos. Al lado, a su izquierda, una gran bolsa de hacer las compras negra, y a su derecha una sombrilla plegable (plegada) de la que solo se ve la empuñadura curvada.
A su derecha y atrás, tirado en el piso, dormido, oculto por el montículo, WILLIE.
Pausa larga. Suena un timbre penetrante, cinco segundos y para. Winnie no se mueve. Timbre más penetrante, tres segundos. Winnie se despierta. El timbre para. Levanta la cabeza, mira al frente. Pausa larga. Se yergue, apoya las palmas sobre el montículo, echa atrás la cabeza y mira fijo el cenit. Pausa larga.

WINNIE: (Mirando fijo el cenit). Otro día divino. (Pausa. Vuelve la cabeza a la vertical, mira al frente. Pausa. Junta las manos, las levanta ante su pecho, cierra los ojos. Una plegaria inaudible mueve sus labios, cinco segundos. Los labios se inmovilizan, las manos quedan juntas. Bajo.) Jesucristo nuestro señor Amén. (Los ojos se abren, las manos se separan, recuperan su lugar sobre el montículo. Pausa. Junta de nuevo las manos, las levanta de nuevo ante su pecho. Un agregado inaudible mueve de nuevo sus labios, tres segundos. Bajo.) Siglos de los siglos Amén. (Los ojos se abren, las manos se separan, recuperan su lugar sobre el montículo. Pausa.) Empezá, Winnie. (Pausa.) Empezá tu día, Winnie. (Pausa. Gira hacia la bolsa, hurga adentro sin moverla del lugar, saca un cepillo de dientes, hurga de nuevo, saca un tubo de dentífrico aplastado, vuelve a ponersede frente, desenrosca la tapa del tubo, apoya la tapa sobre el montículo, exprime no sin dificultad un poco de pasta sobre el cepillo, conserva el tubo en una mano y se cepilla los dientes con la otra. Gira púdicamente, echándose atrás y a su derecha, para escupir atras del montículo. Así tiene a Willie ante sus ojos. Escupe, después gira un poco más.) ¡Ehhh! (Pausa. Más fuerte.) ¡Ehhh! (Pausa. Cuando vuelve a estar de frente, tiene una sonrisa tierna. Apoya el cepillo.) Pobre Willie - (examina el tubo, deja de sonreír) – no da más - (busca la tapa) – en fin – (junta la tapa) – nada que hacer – (revisa la tapa) – una desgracia – (apoya la tapa) – otra más – (gira hacia la bolsa) – sin remedio – (hurga en la bolsa) – ningún remedio – (saca un espejito, vuelve a estar de frente) – y sí – (se examina los dientes en el espejo) – pobre querido Willie – (se prueba los incisivos superiores con el pulgar, mascullando) - ¡por Dios! – (levanta el labio superior para examinarse las encías, igual) - ¡ay Dios! – (estira un costado de la boca, boca abierta, igual) – en fin – (el otro costado, igual) –no peor – (abandona el examen, voz normal) – ni mejor, ni peor – (apoya el espejo) – ningún cambio – (se limpia los dedos en la hierba) –ningún dolor – (busca el cepillo de dientes) – casi ninguno – (toma el cepillo) – lo que es maravilloso – (examina el mango del cepillo) – nada como eso – (examina el mango, lee) – puro… ¿qué? – (pausa) – ¿qué? – (apoya el cepillo) - y sí – (gira hacia la bolsa) – pobre Willie – (hurga en la bolsa) –ningún gusto – (hurga) –por nada – (saca un estuche de anteojos) –ningún fin – (vuelve a estar de frente) – en la vida – (saca los anteojos del estuche) – pobre querido Willie  - (apoya el estuche) – siempre durmiendo – (abre los anteojos) – don maravilloso – (se calza los anteojos) – nada como eso – (busca el cepillo de dientes) – digo yo – (junta el cepillo) - siempre lo dije – (examina el mango del cepillo) – ¡quién lo tuviera! – (examina el mango, lee) – auténtica… pura… ¿qué? – (apoya el cepillo) – casi ciega – (se quita los anteojos) – en fin – (apoya los anteojos) – vi bastante – (busca el pañuelo en su blusa) – tal vez – (saca el pañuelo doblado) – hasta ahora – (desdobla el pañuelo sacudiéndolo) - ¿qué son esos versos maravillosos? – (se limpia un ojo) – pobre de mí – (el otro ojo) – que veo lo que veo – (busca los anteojos) – y sí – (toma los anteojos) – no me lo perdería – (limpia los anteojos con el pañuelo soplando los vidrios) – por ahí sí – (limpia) – santa luz – (limpia) – negro abismo – (limpia) – sale a flote – (limpia) – hoguera de luz infernal. – (Para de limpiar, gira la cabeza, mira el cielo, vuelve la cabeza a la vertical, vuelve a ponerse a limpiar, para, se echa hacia atrás y hacia su derecha.) – ¡Ehhh! – (Pausa. Tiene una sonrisa tierna cuando vuelve a estar de frente y a limpiar. Fin de la sonrisa.) – Don maravilloso – (para de limpiar, apoya los anteojos) - ¡quién lo tuviera! – (vuelve a plegar el pañuelo) – en fin – (vuelve a meter el pañuelo en el escote) – no puedo quejarme – (busca los anteojos) – no no – (junta los anteojos) - no debo quejarme – (levanta los anteojos ante sus ojos) – tantos motivos – (mira a través de un lente) – de agradecimiento – (el otro lente) – ningún dolor – (se pone los anteojos) – casi ninguno – (busca el cepillo de dientes) – lo que es maravilloso – (junta el cepillo) – nada como eso – (examina el mango del cepillo) – leves dolores de cabeza a veces – (examina el mango, lee) - garantizada… auténtica… pura… ¿qué? – (mira de más cerca) – auténtica pura… - (toma el pañuelo de su escote) – y sí – (desdobla el pañuelo sacudiéndolo) – vaga migraña cada tanto – (limpia el mango del cepillo) – viene – (limpia) – y se va – (limpia mecánicamente) – y sí – (limpia) – tantas bendiciones – (limpia) – grandes bendiciones – (para de limpiar, mirada fija y vacía, voz que se quiebra) – oraciones quizá no en vano – (pausa, igual) – mañana – (pausa, igual) – y noche – (baja la cabeza, vuelve a limpiar, para, levanta la cabeza, más tranquila, se limpia los ojos, dobla el pañuelo, vuelve a ponerlo en su escote, examina el mango del cepillo, lee) – solemnemente… garantizada… auténtica… pura… - (mira de más cerca) – auténtica pura… - (Se quita los anteojos, los apoya como al cepillo, mira delante de ella.) Cosas viejas. (Pausa.) Ojos viejos. (Pausa larga.) Seguí, Winnie. (Mira a su alrededor, ve la sombrilla, la mira fijo largamente, la agarra y desenfunda el mango de una longitud inesperada. Empuñando con la mano derecha la punta de la sombrilla se da vuelta hacia atrás y a su derecha por encima de Willie.) ¡Ehhh! (Pausa.) ¡Willie! (Pausa.) Don maravilloso. (Le da un golpe con el mango de la sombrilla.) ¡Quién lo tuviera! (Otro golpe. La sombrilla se le escapa y cae atrás del montículo. Enseguida se la devuelve la mano invisible de Willie.) Gracias, querido. (Pasa la sombrilla a la mano izquierda, vuelve a estar de frente y examina su palma derecha.) Húmeda. (Pasa la sombrilla a la mano derecha y examina su palma izquierda.) En fin, no peor. (Levanta la cabeza, tono alegre.) Ni peor, ni mejor, ningún cambio. (Pausa. Igual.) Ningún dolor. (Gira hacia atrás para mirar a Willie, sosteniendo como antes la sombrilla por la punta.) Te lo ruego, querido, por favor, no te duermas, podría necesitarte. (Pausa.) Oh, no hay apuro, no hay apuro, solamente no te vuelvas a acurrucar. (Vuelve a estar de frente, apoya la sombrilla, examina sus dos palmas juntas, las limpia sobre la hierba.) Un poco gastada quizá a pesar de todo. (Gira hacia la bolsa, hurga adentro, saca un revólver, lo sostiene en el aire, le da un beso rápido, vuelve a meterlo en la bolsa, hurga, saca un frasco que contiene un fondo de líquido rojo, vuelve a estar de frente, busca sus anteojos, se los calza, lee la etiqueta.)  Disminución de energía… desgano… pérdida de apetito… bebés… niños… adultos… seis cucharadas… al ras… diarias – (levanta la cabeza, sonríe) - ¡el estilo antiguo! – (fin de la sonrisa, vuelve a inclinar la cabeza, lee) – cada día… antes y después… cada comida… mejoría… (mira más de cerca) – instantánea – (Se quita los anteojos, los apoya, mira el nivel del líquido, desenrosca el capuchón, vacía el frasco de un trago la cabeza bien hacia atrás, tira el frasco y el capuchón del lado de Willie, ruido a vidrio roto.) ¡Ah! ¡Mucho mejor! (Gira hacia la bolsa, hurga adentro, saca un lápiz labial, vuelve a estar de frente, lo examina.) No por mucho tiempo más. (Busca sus anteojos.) En fin… (Se calza los anteojos, busca el espejo.) No debo quejarme. (Agarra el espejo, empieza a pintarse los labios.) ¿Cómo es ese verso admirable? (Labios.) Oh goces fugaces – (labios) – ¡oh… tan algo eternos dolores! (Labios. Movimientos del lado de Willie la interrumpen. Él se empezó a tratar de sentar. Ella aleja lápiz labial y espejo de su cara y se echa hacia atrás para ver. Pausa. El cráneo calvo de Willie, en su parte posterior, donde chorrea un hilo de sangre, aparece sobre la pendiente del montículo y se inmoviliza. Winnie levanta sus anteojos sobre su frente. Pausa. La mano de Willie aparece sosteniendo un pañuelo, lo apoya sobre el cráneo y desaparece. Pausa. La mano reaparece sosteniendo un sombrero de paja provisto de una cinta bicolor, lo ajusta sobre el cráneo, lo ladea coqueto, y desaparece. Pausa. Winnie gira un poco más hacia él.) Ponete los calzones, querido, vas a quedar como un tomate. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) Ah, veo que todavía te queda de esa cosa. (Pausa.) Hacé que penetre bien, tesoro. (Pausa.) Ahora, la otra. (Pausa. Vuelve a estar de frente, mira adelante. Expresión feliz.) ¡Ah, va a ser otro día hermoso! (Pausa. Fin de la expresión feliz. Vuelve a bajar sus anteojos sobre su nariz y vuelve a pintarse los labios. Willie desdobla un diario, manos invisibles. Las páginas amarillentas de la mitad superior enmarcan su cabeza. Winnie termina de pintarse los labios, aleja un poco el espejo y los examina.) Boquita colorida. (Willie da vuelta la página. Winnie apoya espejo y lápiz labial y gira hacia la bolsa.) Boquita pálida.
Willie da vuelta la página. Winnie hurguetea en la bolsa, saca un sombrerito con una pluma doblada, vuelve a estar de frente, acomoda el sombrero, alisa la pluma, se lleva el sombrero a la cabeza. Gesto detenido por la voz de Willie.
Willie: (Leyendo.) Monseñor Reverendísimo Padre de Dios Carolus Cazador muerto en su bañadera.
Pausa.
Winnie: (Mirando al frente, sombrero en mano, con tono de ferviente reminiscencia.) ¡Carlitos Cazador! (Pausa.) Cierro los ojos – (se quita los anteojos y cierra los ojos, sombrero en una mano, anteojos en la otra) – y vuelvo a estar sentada sobre sus rodillas, en el jardín de Adrogué, atrás de la casa, bajo la acacia. (Pausa. Abre los ojos, se calza los anteojos, aprieta el sombrero.) ¡Oh los bellos días felices!
Pausa. Se lleva el sombrero a la cabeza. Gesto detenido por la voz de Willie.
Willie: (Leyendo.) Se busca muchacho avispado.
Pausa. Ella se lleva el sombrero a la cabeza, detiene el gesto, se quita los anteojos, mira al frente, anteojos en una mano y sombrero en la otra.
Winnie: ¡Mi primer baile! (Pausa.) ¡Mi segundo baile! (Pausa. Cierra los ojos.) ¡Mi primer beso! (Pausa. Willie da vuelta la página. Winnie abre los ojos.) Un fisio o kinesioterapeuta, Molina… o Molinari… o quizá Molinero, podría ser. Bigote rojizo muy tupido. (Reverenciosamente.) ¡Reflejos zanahoria! (Pausa.) En un galpón de jardinero, pero de quién, misterio. Ningún galpón de jardinero en nuestra casa y en la de él seguro ni la sombra de un galpón de jardinero. (Cierra los ojos). Vuelvo a ver las pilas de macetas. (Pausa.) Los manojos de ajos. (Pausa.) La sombra espesándose entre las vigas.
Pausa. Abre los ojos, se calza los anteojos, se lleva el sombrero a la cabeza. Gesto detenido por la voz de Willie.
Willie: (Leyendo.) Coqueto dos ambientes luminoso.
Pausa. Winnie se pone enérgicamente el sombrero, busca el espejo. Willie da vuelta la página. Winnie toma el espejo, inspecciona el sombrero, deja el espejo, gira hacia la bolsa. El diario desaparece. Winnie hurga en la bolsa, saca una lupa, vuelve a estar de frente, busca el cepillo de dientes. El diario reaparece, plegado, y abanica la cara de Willie, mano invisible. Winnie toma el cepillo de dientes y examina su mango con la lupa.
Winnie: Solemnemente garantizada... (Willie deja de abanicarse.) ...auténtica pura... (Pausa. Willie vuelve a abanicarse) ...cerdas de... (Willie deja de abanicarse) ...cerdas de... cerdo. (Pausa. Winnie apoya lupa y cepillo. El diario desaparece. Winnie se quita los anteojos, los apoya, mira adelante de ella.) Cerdas de cerdo. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso, que no pase un solo día – (sonrisa) - ¡el estilo antiguo! – (fin de la sonrisa) – casi ninguno, sin algún enriquecimiento del saber por ínfimo que sea, el enriquecimiento quiero decir, en cuanto una se toma la molestia. (La mano de Willie reaparece sosteniendo una tarjeta postal que examina muy de cerca.) Y si por oscuras razones ya ninguna molestia fuera posible, entonces solo cerrar los ojos – (lo hace) – y esperar que llegue el día – (abre los ojos) – el día feliz en que la carne se derrita a tantos grados y la noche de la luna dure tantos cientos de horas. (Pausa.) Eso me parece tan reconfortante cuando me desanimo y envidio a los animales del matadero. (Girando hacia Willie.) Espero que oigas lo que – (Ella ve la tarjeta postal, gira más todavía.) ¿Qué tenés ahí, Willie, me permitís? (Extiende el brazo y Willie le pasa la postal. El brazo aparece por encima de la pendiente del montículo y quedará así, extendido, la mano abierta, hasta que la carta le sea devuelta.) ¡Por Dios! Pero ¿a qué están jugando? (Busca sus anteojos, se los calza y examina la postal.) ¡Ah no, pero esto es una auténtica pura basura! (Examina la postal.) Como para hacer vomitar – (examina la postal) – a todo ser que se precie. (Impaciencia de los dedos de Willie. Ella busca la lupa, la toma y enfoca la postal. Pausa larga.) ¿Y el tercero, ahí atrás, qué pito toca? (Mira más de cerca.) ¡Oh, no es posible! (Impaciencia de los dedos de Willie. Última mirada prolongada. Apoya la lupa, toma el borde de la postal entre el pulgar y el índice de la mano derecha, aleja el brazo hacia la derecha, desvía la cara a la izquierda, se aprieta la nariz con el pulgar y el índice de la mano izquierda.) ¡Puaj! (Suelta la postal.) ¡Sacala de mi vista! (El brazo de Willie desaparece. La mano reaparece enseguida, sosteniendo de nuevo la postal. Winnie se quita los anteojos, los apoya, mira delante de ella. Willie continúa, durante lo que sigue, deleitándose con la postal, desde todos los ángulos, alejándola y acercándola a sus ojos.) Cerdas de cerdo. (Expresión perpleja.) ¿Qué es exactamente un cerdo? (Pausa. Igual.) Una cerda, eso lo sé, claro, pero ¿un cerdo? (Fin de la expresión perpleja.) En fin, qué importa, es lo que siempre digo, ya volverá, eso me parece tan maravilloso, todo vuelve. (Pausa.) ¿Todo? (Pausa.) No, no todo. (Sonrisa.) No, no. (Fin de la sonrisa.) No del todo. (Pausa.) Una parte. (Pausa.) Sale a flote, un buen día, de la nada. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso. (Gira hacia la bolsa. La mano de Willie desaparece con la postal. Ella quiere hurgar en la bolsa, corta el gesto.) No. (Vuelve a estar de frente. Sonrisa.) No, no. (Fin de la sonrisa.) Despacio Winnie. (Mira delante de ella. La mano de Willie reaparece, se quita el sombrero de paja, desaparece con el sombrero de paja.) ¿Entonces qué? (La mano de Willie reaparece, saca el pañuelo, desaparece con el pañuelo. Con irritación, como a alguien que no presta atención.) ¡Winnie! (Willie se inclina hacia adelante, su cabeza desaparece.) Pero ¿cuál es la alternativa? (Pausa.) Pero ¿cuál es la al? – (Willie se suena larga y ruidosamente la nariz, cabeza y manos invisibles. Winnie gira hacia él. Pausa. La cabeza de Willie reaparece. Pausa. La mano reaparece, sosteniendo el pañuelo, lo extiende sobre el cráneo, luego desaparece. Pausa. La mano reaparece, sosteniendo el sombrero de paja, lo ajusta sobre el cráneo, coquetamente ladeado, luego desaparece. Pausa.) ¡Ojalá te hubiera dejado dormir! (Vuelve a estar de frente. Arrancando distraídamente hierba y bajando y levantando la cabeza, anima lo que sigue.) Ah sí, si solamente pudiera soportar estar sola, quiero decir andar parloteando sin que nadie me oiga. (Pausa.) No es que me haga ilusiones, vos no oís demasiado, Willie, Dios no permita. (Pausa.) Algunos días no oís nada. (Pausa.) Pero otros respondés. (Pausa.) De modo que puedo decirme a cada rato, incluso cuando no respondés y quizá no oigas nada, Winnie, en este momento te estás haciendo oír, no hablás del todo sola, es decir en el desierto, cosa que nunca pude soportar – a la larga. (Pausa.) Es lo que me permite seguir, seguir hablando digo. Mientras que si vos murieras – (sonrisa) - ¡el estilo antiguo!- (fin de sonrisa) o si te fueras y me abandonaras, ¿qué haría yo entonces, que podría hacer todo el día, quiero decir, desde el momento en que suena el despertador, hasta el momento en que suena la hora del sueño? (Pausa.) ¿Simplemente mirar hacia adelante con los labios apretados? (Pausa larga mientras lo hace. Deja de arrancar hierba.) Ni una palabra más hasta el último suspiro, nada que rompa el silencio de este lugar. (Pausa.) De tanto en tanto un suspiro ante el espejo. (Pausa.) O un breve... estallido de risa, las veces que por azar algo me dé gracia. (Pausa. Tiene una sonrisa que parece tener que culminar en risa cuando de pronto cede a una expresión de inquietud.) ¡Mi pelo! (Pausa.) ¿Me peiné? (Pausa.) Quizá lo haya hecho. (Pausa.) Normalmente lo hago. (Pausa.) Hay tan poco que una pueda hacer. (Pausa.) Una hace todo. (Pausa.) Todo lo que puede. (Pausa.) Es lo humano. (Empieza a inspeccionar el montículo, levanta la cabeza.) Es la naturaleza humana. (Vuelve a inspeccionar el montículo, levanta la cabeza.) Es la debilidad humana. (Vuelve a inspeccionar el montículo, levanta la cabeza.) Es la debilidad natural. (Vuelve a inspeccionar el montículo.) Ni rastro de peine. (Inspecciona.) Ni rastro de cepillo. (Levanta la cabeza. Expresión perpleja. Gira hacia la bolsa, hurga.) El cepillo está. (Vuelve a estar de frente. Expresión perpleja.) Pude haberlos guardado después de usarlos. (Pausa. Igual.) Pero normalmente no guardo mis cosas después de usarlas, no, las dejo tiradas ahí, acá y allá, y las guardo todas juntas, al final del día. (Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Pausa.) ¡El dulce estilo antiguo! (Fin de sonrisa.) Sin embargo... me parece... recordar... (De pronto despreocupada.) Oh, peor así, qué importa, es lo que siempre digo, es muy simple, me los voy a peinar más tarde, muy simple, tengo todo el – (Pausa. Perpleja.) ¿Los? (Pausa.) ¿O el? (Pausa.) ¿Cepillarlo y peinarlo? (Pausa.) Suena un poco indecente. (Pausa. Girando un poco hacia Willy.) ¿Vos cómo dirías, Willie? (Pausa. Girando un poco más, más fuerte.) ¿Cómo dirías, Willie, hablando de tu pelo, el o los? (Pausa.) El pelo de tu cabeza, digo. (Pausa. Girando un poco más.) El pelo de tu cabeza, Willie, ¿cómo dirías hablando del pelo de tu cabeza, el o los?
Pausa larga.
Willie: El.
Winnie: (Volviendo a estar de frente, alegre.) ¡Oh, hoy me va a hablar, hoy va a ser un día hermoso! (Pausa. Fin de la expresión feliz.) Otro más. (Pausa.) Bueno, a ver, en qué estaba, ah sí, mi pelo, más tarde, me voy a ocupar de él más tarde. (Pausa.) Me puse – (se lleva las manos al sombrero) – sí, me puse el sombrero – (baja las manos) – no puedo sacármelo ahora. (Pausa.) Pensar que hay momentos en que una no se puede sacar el sombrero, aunque su vida dependiera de ello. Momentos en que no se lo puede poner, momentos en que no se lo puede sacar. (Pausa.) Tantas veces dije, Ponete el sombrero ahora, Winnie, es lo único que tenés que hacer, sacate el sombrero, Winnie, sé buena chica, te hará bien, y no lo hacías. (Pausa.) No podías. (Levanta la mano, suelta de abajo del sombrero un mechón de pelo, lo acerca a un ojo, mira hacia él, lo suelta, baja la mano.) Dorado, dijiste, aquel día, al fin solos, pelo dorado – (levanta la mano con el gesto de hacer un brindis) – por tu pelo dorado... que nunca podrá... (la voz se quiebra) ...que nunca... (Baja la mano. Baja la cabeza. Pausa. Bajo.) Aquel día. (Pausa. Igual.) ¿Qué día? (Pausa. Levanta la cabeza. Voz normal.) ¿Y ahora? (Pausa.) Las palabras nos abandonan, hay momentos en que hasta ellas nos abandonan. (Girando un poco hacia Willie.) ¿No, Willie? (Pausa. Girando un poco más, más fuerte.) ¿No, Willie, que hasta las palabras nos abandonan, por momentos? (Pausa. Vuelve a estar de frente.) ¿Qué puede una hacer entonces, hasta que vuelvan? Peinarse y cepillarse, si no lo hizo, o si tiene dudas, cortarse las uñas si necesita cortárselas, con eso una ya está hecha. (Pausa.) Eso es lo que quiero decir. (Pausa.) Es todo lo que quiero decir. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso, que no pase un solo día – (sonrisa) - ¡el estilo antiguo! – (fin de sonrisa) – casi ninguno, sin algún mal – (Willie se hunde atrás del montículo, Winnie gira hacia el acontecimiento) - que por bien no venga. (Gira al máximo.) Volvé a tu agujero ahora, Willie, ya te expusiste bastante. (Pausa.) Hacé lo que te digo, Willie, no te quedes ahí echado, bajo este sol infernal, volvé a tu agujero. (Pausa.) ¡Vamos, Willie! (Willie invisible se pone a arrastrarse hacia su agujero, del lado del jardín.) ¡Por fin! (Ella sigue con la mirada su desplazamiento.) La cabeza primero no, tonto/tarado/idiota, ¿cómo harías para girar? (Pausa.) Eso es... media vuelta... ahora... marcha atrás. (Pausa.) Oh, ya lo sé, querido, no es tan fácil arrastrarse reculando, pero vale la pena, a fin de cuentas. (Pausa.) ¡Tu crema! (Él vuelve arrastrándose a buscarla, ella lo sigue con la vista.) ¡La tapa! (Él vuelve arrastrándose hacia su agujero, ella lo sigue con la vista. Exasperada.) La cabeza primero no, te digo. (Pausa.) Más a la derecha. (Pausa.) ¡A la derecha, te digo! (Pausa. Exasperada.) ¡Bajá el culo, por Dios! (Pausa.) ¡Ahora! (Pausa.) ¡Eso es! (Todas esas órdenes con una voz enérgica. Ahora con su voz normal, siempre dada vuelta hacia él.) ¿Me oís desde ahí? (Pausa.) Te lo suplico, Willie, solamente sí o no, ¿me oís desde ahí?, solamente sí o nada.
Pausa.
Willie: (Hosco.) Sí.
Winnie: (Volviendo a estar de frente, misma voz.) ¿Y ahora?
Willie: (Exasperado.) Sí.
Winnie: (Menos fuerte.) ¿Y ahora?
Willie: (Más exasperado todavía.) ¡Sí!
Winnie: (Menos fuerte todavía.) ¿Y ahora? (Pausa. Un poco más fuerte.) ¿Y ahora?
Willie: (Violentamente.) ¡Sí!
Winnie: (Misma voz.) Viene el hombre ciego al mundo. (Pausa.) ¿Lo oíste?
Willie: (Exasperado.) Sí.
Winnie: (Misma voz.) ¿Qué? (Pausa.) ¿Qué?
Willie: (Más exasperado todavía.) ¡Viene el hombre!
Pausa.
Winnie: (Misma voz.) ¿Adónde? (Pausa.) ¿Adónde viene?
Willie: (Violentamente.) ¡Viene el hombre!
Winnie: (Voz normal, de una tirada.) Dios te bendiga Willie por tu bondad yo sé el esfuerzo que te cuesta, ahora descansá relajáte no te voy a molestar más a menos que esté acorralada, quiero decir a menos que agote todos mis recursos lo que es poco probable, simplemente saber que estás ahí en condiciones de oírme incluso si de hecho no lo hacés es todo lo que necesito, simplemente sentirte ahí al alcance de mi voz y a lo mejor hasta en guardia es todo lo que pido, no decir nada que no debieras oír o que pudiera ponerte triste, no estar acá murmurando a crédito digamos sin saber y un gusano que me carcome. (Pausa. Recupera el aliento.) La duda. (Apoya el índice y el dedo mayor sobre la zona del corazón, busca el lugar, lo encuentra.) Acá. (Desplaza levemente los dedos.) Por ahí. (Aleja la mano.) Oh sin duda llegará el día en que no pueda agregar una palabra sin la seguridad de que oíste la última y después otros sin duda otros días en que deba aprender a hablar sola cosa que nunca pude soportar semejante desierto. (Pausa.) O mirar hacia adelante, con los labios apretados. (Lo hace.) Todo el santo día. (Mirada fija, labios apretados.) No. (Sonrisa.) No, no. (Fin de sonrisa.) Está la bolsa, por supuesto. (Gira hacia la bolsa.) Siempre estará la bolsa. (Vuelve a estar de frente.) Supongo que sí. (Pausa.) Incluso cuando te hayas ido, Willie. (Gira un poco hacia él.) Vos te vas, ¿no Willie? (Pausa. Girando un poco más hacia él, más fuerte.) Te estás por ir, ¿no Willie? (Pausa. Más fuerte.) ¡Willie! (Pausa. Se da vuelta hacia atrás y hacia su derecha para mirarlo.) Así que te sacaste el sombrero, estuviste vivo. (Pausa.) Podés verme desde ahí, me lo pregunto, siempre me lo pregunto. (Pausa.) ¿No? (Vuelve a estar de frente.) Oh, ya lo sé, no siempre es lo lógico, cuando dos seres están juntos – (la voz se quiebra) – de esta forma – (voz normal) – que porque uno ve al otro el otro lo vea a uno, la vida me enseñó eso... también. (Pausa.) Sí, la vida, supongo, no hay otro vocablo. (Gira un poco hacia él.) ¿Podrías verme, Willie, te parece, desde donde estás, si levantaras la vista hacia mí? (Gira un poco más.) Levantá los ojos hacia mí, Willie, y decí si podés verme, hacélo por mí, yo me doy vuelta todo lo que puedo. (Ella lo hace. Pausa.) ¿No? (Pausa.) ¿No querés hacer eso por mí? (Pausa.) Igual no importa. (Vuelve penosamente a estar de frente.) La tierra ajusta hoy, espero no haber engordado. (Pausa. Distraídamente, ojos bajos.) Tanto calor tal vez. (Se pone a darle golpecitos y a acariciar la tierra.) Todas las cosas dilatándose. (Pausa. Mientras sigue dando golpecitos y acariciando.) Unas más. (Pausa. Igual.) Otras menos. (Pausa. Igual.) Ah, ya me imagino lo que estarás pensando, a ésta no alcanzaba con tener que oírla, ahora además hay que mirarla. (Pausa. Igual.) Y bueno, es muy comprensible.  (Pausa. Igual.) Es lo más comprensible del mundo. (Pausa. Igual.) Parece que una no pidiera mucho, incluso a veces casi no parece posible – (la voz se quiebra) – pedir menos... a un semejante... es lo menos que se podría decir... cuando en realidad... si una lo piensa... ve en su corazón... ve al otro... lo que él necesita... paz... que lo dejen en paz... entonces quizá la luna... todo este tiempo... mendigando la luna. (Pausa. De repente la mano se inmoviliza. Con vivacidad.) ¡Mirá! ¿Qué veo ahí? (Inclinando la cabeza hacia la tierra, incrédula.) ¡Parece algo vivo! (Busca sus anteojos, se los calza, mira más de cerca. Pausa.) ¡Una hormiga (Retrocede. Voz aguda.) ¡Una hormiga, Willie, viva! (Busca la lupa, la toma, la dirige hacia la hormiga.) ¡Desapareció! (Pausa.) ¡Ahí está! (Sigue el movimiento de la hormiga por la hierba.) Tiene como una pelotita blanca en los brazos. (Sigue el movimiento. La mano se inmoviliza.) Se metió adentro. (Sigue durante un momento mirando el lugar con la lupa, después se endereza lentamente, apoya la lupa, se quita los anteojos y mira delante de ella, anteojos en la mano. Bajo.) Como una pelotita blanca.
Pausa. Inicia el gesto de apoyar sus anteojos.
Willie: Huevos.
Winnie: (Deteniendo su gesto.) ¿Qué?
Pausa.
Willie: Huevos. (Pausa. Winnie mismo gesto.) Hormigarchó.
Winnie: (Deteniendo su gesto.) ¿Qué?
(Pausa.)
Willie: Hormigarchó.
Pausa. Winnie apoya sus anteojos, mira delante de ella.
Winnie: (Murmullo.)  ¡Dios! (Pausa. Willie se ríe suavemente. Pausa. Ella se ríe con él. Se ríen suavemente juntos. Willie para. Winnie se ríe sola. Pausa. Willie se ríe con ella. Se ríen juntos. Ella para. Willie se ríe solo. Pausa. Él para. Pausa. Voz normal.) Por fin, qué alegría, oírte reír de nuevo, al menos eso, estaba convencida de que no me iba a pasar, de que no te iba a pasar, nunca más. (Pausa.) Tal vez alguien pueda pensar que somos un poco irreverentes, pero no creo. ¿Puede una glorificar mejor al Todopoderoso que riéndose con él de sus pequeñas bromas, sobre todo cuando son inocentes? (Pausa.) Estarás de acuerdo, Willie, pienso, con esta forma de verlo. (Pausa.) ¿O nos estuvimos riendo de dos cosas totalmente diferentes? (Pausa.) En fin, qué importa, es lo que siempre digo, mientras una... vos sabés... cómo era ese verso maravilloso... algo de la peor desgracia, pará, me hiciste morir de risa. (Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa.) ¿En otro tiempo, Willie, yo era seductora? (Pausa.) ¿Hubo algún tiempo en que fui seductora? (Pausa.) No malentiendas mi pregunta, Willie, no te pregunto si te seduje, eso ya lo sabemos, te preguntó si pensás que podía seducir – en un momento dado. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) ¿No podés? (Pausa.) Estoy de acuerdo, el tema da para largo. Y hoy ya te esforzaste bastante, ahora relajáte, descansá, no te voy a molestar más a menos que esté acorralada, simplemente sentirte ahí al alcance de mi voz y a lo mejor hasta en guardia, para mí es... es mi pedacito de cielo. (Pausa.) El día ya está muy avanzado. (Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Fin de sonrisa.) Sin embargo, todavía es un poco temprano, tal vez, para mi canción. Cantar demasiado temprano es un grave error, pienso. (Gira hacia la bolsa.) Está la bolsa, por supuesto. (Mira la bolsa.) La bolsa. (Vuelve a estar de frente.) ¿Podría enumerar su contenido? (Pausa.) No. (Pausa.) ¿Podría responder, si alguna buena alma pasara y me preguntara, Winnie, esa gran bolsa negra, de qué está llena, podría responderle en forma exhaustiva? (Pausa.) No. (Pausa.) En las profundidades sobre todo, quién sabe qué tesoros. Qué consuelos. (Gira hacia la bolsa.) Sí, está la bolsa. (Vuelve a estar de frente.) Pero me escucho decir, No exageres, Winnie, con tu bolsa, sacále partido por supuesto, que te sirva para ir... hacia adelante, cuando estás atascada, por supuesto, pero sé previsora, me lo escucho decir, Winnie, sé previsora, pensá en el momento en que las palabras te abandonen – (cierra los ojos, pausa, abre los ojos) – y no exageres con tu bolsa. (Gira hacia la bolsa.) Una zambullidita rápida quizá, en todo caso. (Vuelve a estar de frente, cierra los ojos, estira el brazo derecho, hunde la mano en la bolsa y saca el revólver. Asqueada.) ¡Otra vez vos! (Abre los ojos, vuelve a estar de frente con el revólver y lo contempla.) ¡Viejo Brownie! (Lo sopesa en el hueco de su mano.) No lo bastante pesado para quedarte en el fondo, con los... ¿últimos cartuchos? ¡Faltaba más! Siempre en la cima. (Pausa.) Brownie... (Girando un poco hacia Willie.) ¿Te acordás de Brownie, Willie? (Pausa.) ¿Te acordás de la época en que estabas siempre diciéndome que lo saque de tu vista? Sacame eso, Winnie, sacame eso antes que le ponga fin a mis sufrimientos. (Vuelve a estar de frente. Con desprecio.) ¡Tus sufrimientos! (Al revólver.) Ah, es un consuelo, sin duda, saberte ahí, pero ya te vi bastante. Te voy a poner afuera, eso es lo que voy a hacer. (Apoya el revólver en el montículo a su derecha.) Ahí, vas a vivir ahí, desde este día. (Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Fin de sonrisa. Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa larga.) La gravedad, Willie, tengo como la impresión de que ya no es lo que era, ¿vos no? (Pausa.) Sí, cada vez más la impresión de que si no estuviera sujeta – (gesto) – de esta manera, sencillamente me iría flotando por el cielo. (Pausa.) Y de que un día tal vez la tierra ceda, de tanto que tira, sí, se agriete toda alrededor y me deje salir. (Pausa.) ¿Nunca tuviste esta sensación, Willie, como de ser chupado? (Pausa.) ¿No te ves obligado a agarrarte, Willie, por momentos? (Girando un poco hacia él.) Willie.
Pausa.
Willie: ¿Chupado?
Winnie: Sí, querido, hacia arriba, al cielo, como un panadero. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) ¿Nunca? (Pausa.) Y bueno, las leyes naturales, las leyes naturales, son como todo, supongo, todo depende de la persona. Todo lo que puedo decir es que por mi parte en lo que a mí respecta ya no son lo que eran cuando era joven y... alocada (la voz se quiebra, baja la cabeza)... bella ...quizá... linda... en un sentido... de mirar. (Pausa. Levanta la cabeza.) Perdoname, Willie, tengo estos... borbotones de melancolía. (Voz normal.) En fin, qué alegría saberte ahí, al menos eso, en tu puesto, y quizá despierto, y quizá al acecho, por momentos, qué nuevo día feliz... para mí... habrá sido. (Pausa.) Hasta ahora. (Pausa.) Qué bendición que no crezca nada, imaginate si toda esta porquería volviera a crecer. (Pausa.) Imaginate. (Pausa.) Ah, sí, grandes bendiciones. (Pausa larga.) No puedo hablar más. (Pausa.) Por ahora. (Gira hacia la bolsa. Pausa. Vuelve a estar de frente. Sonrisa.) No, no. (Fin de la sonrisa. Mira la sombrilla.) Creo que podría – (toma la sombrilla) – creo que sí, levantar esta cosa, es el momento. (Empieza a abrirla. Las dificultades que encuentra para hacerlo, y que supera, puntúan lo que sigue.) Una elude – una evita – abrir – por temor a abrir – demasiado pronto – y el día pasa – sin retorno - sin que una haya abierto – nada. (Ahora la sombrilla está abierta. Girada hacia su derecha, ella la hace girar distraídamente, ya en un sentido, ya en el otro.) Y sí, tan poco que decir, tan poco que hacer, y un temor tan grande, algunos días, de encontrarse... agotada, tantas horas por delante, antes que suene, la hora del sueño, y nada más que decir, nada más que hacer, que los días pasen, algunos días pasan, sin retorno, suena, la hora del sueño, y nada o casi nada dicho, nada o casi nada hecho. (Levanta la sombrilla.) Ese es el peligro. (Vuelve a estar de frente.) Del que hay que protegerse. (Mira delante de ella, sosteniendo con la mano derecha la sombrilla sobre su cabeza. Pausa.) Yo transpiraba mucho. (Pausa.) Antes. (Pausa.) Ya no. (Pausa.) Casi nada. (Pausa.) Hace más calor. (Pausa.) Se transpira menos. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso. (Pausa.) La forma en que el hombre se adapta. (Pausa.) A las condiciones cambiantes. (Pasa la sombrilla a la mano izquierda. Pausa.) Tenerla en alto cansa el brazo. (Pausa.) Caminando no. (Pausa.) Solamente parada. (Pausa.) Qué observación curiosa. (Pausa.) Espero que no te la hayas perdido, Willie, me daría pena que te la hubieras perdido. (Toma la sombrilla con las dos manos. Pausa.) Estoy cansada, de tenerla en alto, y no puedo apoyarla. (Pausa.) La razón me dice, Apoyala, Winnie, no te ayuda para nada, y dedicate a otra cosa. (Pausa.) No puedo. (Pausa.) No, tiene que pasar algo, en el mundo, ocurrir, cualquier cambio, yo no puedo. (Pausa.) Willie. (Con una vocecita.) Socorro. (Pausa.) Ordename que la apoye, Willie, yo voy a obedecer, en el acto, como siempre lo hice. (Pausa.) Por piedad. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) Una suerte, que el molino de vueltas. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso, mis dos lámparas, cuando una baja la otra ilumina más. (Pausa.) Ah sí, grandes bendiciones. (La sombrilla se prende fuego. Olfatea, levanta la vista, tira la sombrilla atrás del montículo, se da vuelta hacia atrás para verla quemarse, vuelve a estar de frente.) Ah, tierra, vieja extinguidora. (Pausa.) Esto ya lo vimos, me parece, aunque no tenga memoria. (Pausa.) ¿Y vos, Willie? (Gira un poco hacia él.) ¿Tenés memoria, Willie, de haberlo visto antes? (Pausa.) ¿Sabés qué acabamos de ver, Willie? (Pausa.) ¿Entraste en coma otra vez? (Pausa.) No te pregunto si sos sensible a todo lo que pasa, te pregunto solamente si entraste en coma otra vez. (Pausa.) Tus ojos parecen cerrados, pero eso no quiere decir nada, ya se sabe. (Pausa.) Levantá un dedo, corazón, querés, si no perdiste el conocimiento del todo. (Pausa.) Hacelo por mí, Willie, solo el meñique, si no perdiste el sentido. (Pausa. Alegre.) Ah, los cinco, hoy estás hecho un ángel, ahora voy a poder seguir, aliviada. (Vuelve a estar de frente.) Sí, qué vimos que no hayamos visto antes, y sin embargo... me pregunto. (Pausa.) En este horno cada día más caliente, ¿no es natural que se prendan fuego cosas a las que eso nunca les había pasado, quiero decir de esta forma, sin que una haga nada? (Pausa.) No terminaré yo misma por derretirme, o por arder, oh no quiero decir forzosamente entre las llamas, no, simplemente reducida poco a poco a cenizas negras, toda esta – (amplio gesto de los brazos) – carne visible. (Pausa.) Por otro lado, ¿conocí alguna vez tiempos templados? (Pausa.) No. (Pausa.) Hablo de tiempos templados y de tiempos tórridos, son palabras vacías. (Pausa.) Hablo de cuando todavía no estaba atrapada – de esta forma – y tenía mis piernas y el uso de mis piernas, y podía buscarme un rincón sombreado, como vos, cuando estaba cansada del sol, o un rincón soleado cuando estaba cansada de la sombra, como vos, y son todas palabras vacías. (Pausa.) Hoy no hace más calor que ayer, mañana no hará más calor que hoy, imposible, y así sucesivamente hasta donde dé la vista, hasta donde dé el pasado y el futuro. (Pausa.) Y si un día la tierra cubriera mis senos, entonces nunca habré visto mis senos, nunca nadie habrá visto mis senos. (Pausa.) Eso Willie, espero que no te hayas perdido eso, me daría lástima que te hubieras perdido eso, no todos los días alcanzo semejantes alturas. (Pausa.) Sí, parece haber ocurrido algo, algo parece haber ocurrido y no ocurrió nada de nada, tenés razón vos, Willie. (Pausa.) La sombrilla estará acá de nuevo mañana, al lado mío sobre este montículo, para ayudarme a pasar el día. (Toma el espejo.) Tomo este espejito, lo rompo contra una piedra – (lo hace) – lo arrojo lejos de mí - (lo arroja atrás de ella) – estará acá de nuevo mañana, en la bolsa, sin un rasguño, para ayudarme a pasar el día. (Pausa.) No, no se puede hacer nada. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso, la forma en que las cosas... (la voz se quiebra, baja la cabeza) ...las cosas...tan maravilloso. (Pausa larga, cabeza gacha. Finalmente se da vuelta, siempre inclinada, hacia la bolsa, saca un revoltijo inidentificable, vuelve a meterlo en la bolsa, hurga más profundamente, saca finalmente una caja de música, le da cuerda al mecanismo, lo activa, escucha la música durante un momento inclinada sobre la caja que sostiene con las dos manos, vuelve a estar de frente, se endereza lentamente y escucha la música –el vals “Hora deliciosa” de La viuda alegre- apretando la caja con las dos manos contra su pecho. Poco a poco una expresión feliz. Ella se balancea siguiendo el ritmo. La música para. Pausa. La voz ronca de Willie entona la canción – sin palabras. La expresión feliz aumenta. Willie para. Ella apoya la caja.) ¡Ah qué día feliz habrá sido! (Aplaude.) ¡Otra vez, Willie, otra vez! (Aplaude.) ¡Bis, Willie, te lo suplico! (Pausa. Fin de la expresión feliz.) ¿No? ¿No queres hacerlo por mí? (Pausa.) Y bueno, es muy comprensible, muy comprensible. No se puede cantar así, solo para darle el gusto al otro, por querido que sea, no, el canto debe venir del corazón, es lo que siempre digo, fluir, como el mirlo. (Pausa.) Cuántas veces dije, en las horas negras, Cantá ahora, Winnie, cantá tu canción, no hay más nada que hacer, y no lo hacías. (Pausa.) No lo podías hacer. (Pausa.) No, como el mirlo, o el ave del alba, sin buscar provecho, ni para uno mismo, ni para otro. (Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa larga. Bajo.) Sensación extraña. (Pausa. Igual.) Sensación extraña, que alguien me mire. Soy nítida, después borrosa, después nada, después de nuevo borrosa, después de nuevo nítida, así sucesivamente, yendo y viniendo, entrando y saliendo, de la vista de alguien. (Pausa. Igual.) ¿Extraño? (Pausa. Igual.) No, acá todo es extraño. (Pausa. Voz normal.) Me oigo decir, Callate ahora, Winnie, un poco, ¿querés?, no malgastes todas las palabras del día, callate y hacé algo, ¿querés?, para variar. (Levanta las manos y las mantiene abierta ante sus ojos. A sus manos.) ¡Hagan algo! (Gira hacia la bolsa, hurga adentro, saca una lima para uñas, vuelve a estar de frente y empieza a limarse las uñas. Se lima durante un tiempo en silencio. Después lo que sigue puntuado por la lima.) Me viene la imagen – desde los abismos – de un señor Miranda – de un señor y quizá – de una señora Miranda – pero no – van de la mano – así que más bien su novia – o solo una amiga – muy querida. (Se mira las uñas más de cerca.)  Muy quebradizas hoy. (Vuelve a limar.) Miranda – Miranda – el nombre te dice – algo – a vos, Willie – evoca quiero decir – una realidad cualquiera – para vos, Willie – no respondas – si te fastidia – ya te – esforzaste – bastante – Miranda – Miranda. (Examina las uñas limadas.) Un poco más presentables. (Levanta la cabeza, mira delante de ella.) No te vengas abajo, Willie, es lo que siempre digo, pase lo que pase, no te vengas abajo. (Pausa. Vuelve a limarse.) Sí – Miranda – (deja de limarse, levanta la cabeza, mira delante de ella) ¿o Miralles, no sería más bien Miralles? (Gira un poco hacia Willie.) Miralles, Willie, ¿te suena Miralles? (Pausa. Girando un poco más, más fuerte.) Miralles, Willie, ¿te dice algo Miralles, el nombre Miralles? (Pausa. Se da vuelta hacia atrás para mirarlo. Pausa.) ¡Ah bueno! (Pausa.) ¿Qué hiciste con tu pañuelo? (Pausa.) Ah Willie, ¡no te lo vas a tragar! ¡Escupilo, por favor, escupilo! (Pausa. Vuelve a estar de frente.) En fin, será lo natural, supongo. (La voz se quiebra.) Lo humano. (Pausa. Igual.) ¿Qué se puede hacer? (Pausa. Igual.) De la mañana a la noche. (Pausa. Igual.) Día tras día. (Pausa. Levanta la cabeza. Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Fin de sonrisa. Vuelve a sus uña.) No, esta ya está. (Pasa a la siguiente.)  Me hubiera puesto los anteojos. (Pausa.) Ya es tarde. (Termina la mano izquierda, la inspecciona.) Un poco más presentables. (Empieza la mano derecha. Lo que sigue puntuado como antes.) En fin – qué importa – este Miralles – Miranda – qué importa – y la mujer – de la mano – una bolsa cada uno – de esas multiuso – de nailon – plantados ahí mirándome – boquiabiertos – al fin él – Miranda – Miralles – qué importa - ¿a qué está jugando? dice - ¿a qué viene? dice – metida hasta las tetas – en los yuyos – tipo grosero – ¿qué significa? dice - ¿qué se supone que significa? – y patatín – y patatán – todas las estupideces – de siempre - ¿me oís? dice – por desgracia, dice ella - ¿cómo que por desgracia? dice él - ¿qué significa por desgracia? (Deja de limarse, levanta la cabeza, mira delante de ella.) ¿Y vos? dice ella. ¿A qué venís vos, que se supone que significás? ¿O porque seguís parado sobre tus pies planos, con tu viejo atadito lleno de caca en conserva y de calzones de recambio, arrastrándome de una punta a la otra de este desierto de mierda – vieja gritona, tal para cual – (de repente violenta) – ¡soltame, dice ella, me cago en Dios, y rajá, rajá! (Vuelve a limar.) ¿Por qué no la desentierra? dice él –aludiendo a vos, mi ángel - ¿para qué le sirve ella así? - ¿para qué le sirve él así? – y así sucesivamente – todas las estupideces – de siempre – hay que desenterrarla, dice él – así ella no tiene sentido - ¿desenterrarla con qué? dice ella – con las manos desnudas, dice él, yo lo haría con las manos desnudas – debían ser marido y –mujer. (Lima en silencio.) Después por fin se fueron – de la mano – las bolsitas – se alejan – borrosos – después nada – últimos humanos – que se extraviaron por acá. (Termina la mano derecha, la inspecciona, apoya la lima, mira delante de ella.) Extraño, apariciones semejantes, en un momento semejante. (Pausa.) ¿Extraño? (Pausa.) No, acá todo es extraño. (Pausa.) En todo caso les estoy agradecida. (La voz se quiebra.) Muy agradecida. (Baja la cabeza. Pausa. Levanta la cabeza. Calma.) Bajar y subir la cabeza, bajar y subir, siempre así. (Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa larga. Empieza a hacer orden metiendo los objetos en la bolsa, el cepillo de dientes último. Esa operación puntúa lo que sigue.) Tal vez sea – un poco temprano – para aprestarse – para la noche (para de ordenar, levanta la cabeza, sonríe) - ¡el estilo antiguo! – (fin de la sonrisa, vuelve a ordenar) – y sin embargo lo hago – me apresto – para la noche – sintiendo que está cerca – que va a sonar – la hora del sueño – diciéndome, Winnie – no por mucho tiempo más, Winnie – va a sonar – la hora del sueño. (Para de ordenar, levanta la cabeza, mire delante de ella.) A veces me equivoco. (Sonrisa.) Pero no muchas. (Fin de la sonrisa.) A veces todo terminó, lo del día, todo hecho, todo dicho, todo listo, lo de la noche, y el día no terminó, lejos de haber terminado, la noche no está lista, lejos lejos de estar lista. (Sonrisa.) Pero pocas veces. (Fin de la sonrisa.) Sí, cuando siento que viene, que va a sonar, la hora del sueño, y me apresto por lo tanto, para la noche – (gesto) – de esta forma, a veces me equivoco – (sonrisa) – pero pocas veces. (Fin de la sonrisa. Vuelve a ordenar.) En otro tiempo yo pensaba – digo, en otro tiempo pensaba – que todas esas cosas – guardadas en la bolsa – si era demasiado temprano – guardadas demasiado temprano – que podía volver a sacarlas – llegado el momento – en caso de necesidad – y así sucesivamente – indefinidamente – guardadas – sacadas – hasta que suene – la hora del sueño. (Deja de ordenar, levanta la cabeza, sonríe.) Pero no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa. Vuelve a ordenar.) Podría parecer extraño – sí, puede ser – lo... ¿cómo decirlo? – lo que acabo de decir – sí, puede ser – (toma el revólver) – extraño – (gira para meter el revólver en la bolsa) - si no fuera – (a punto de meter el revólver interrumpe el gesto y vuelve a estar de frente) – si no fuera – (apoya el revólver a su derecha, deja de ordenar, levanta la cabeza) – que todo parece extraño – (Pausa.) Muy extraño. (Pausa.) Nunca cambia nada. (Pausa.) Cada vez más extraño. (Pausa. Se inclina de nuevo, junta el último objeto, que es el cepillo de dientes, y gira para guardarlo en la bolsa cuando un movimiento del lado de Willie llama su atención. Se da vuelta para ver. Pausa.) ¿Cansado de tu agujero, mi vida? (Pausa.) Y sí, lo entiendo. (Pausa.) ¡Tu sombrero de paja! (Pausa.) Ah no sos más el rastrero de otros tiempos, pobre querido. (Pausa.) No, ya no más el rastrero que conquistó mi corazón. (Pausa.) Sobre las rodilla, querido, intentá sobre las rodillas, las patas en el suelo. (Pausa.) ¡Rodillas! ¡Rodillas! (Pausa.) ¡Qué maldición, la movilidad! (Sigue con la vista la progresión de Willie hacia ella atrás del montículo, es decir hacia el lugar que ocupaba al principio del acto.) Medio metro más, Willie, y llegaste. (Pausa mientras observa los últimos centímetros.) ¡Ah! (Vuelve penosamente a estar de frente, se frota el cuello.) Tortícolis de tanto admirarte. (Se frota el cuello.) Pero vale la pena, vale mil veces la pena. (Gira un poco hacia él.) ¿Sabes lo que sueño a veces? (Pausa.) ¿Lo que sueño a veces, Willie? (Pausa.) Que venís a vivir de este lado para que pueda verte. (Pausa. Vuelve a estar de frente.) Sería otra mujer. (Pausa.) Irreconocible. (Gira un poco hacia él.) O solo cada tanto,  de este lado solo cada tanto, para llenarme de vos. (Pausa. Vuelve a estar de frente.) Pero no podés, lo sé. (Baja la cabeza.) Lo sé. (Pausa. Levanta la cabeza.) En fin – (mira el cepillo) – no por mucho tiempo más, Winnie – (mira el cepillo) – va a sonar. (El cráneo calvo de Willie, parte posterior, aparece por encima de la pendiente del montículo. Winnie mira el cepillo más de cerca.) Solemnemente garantizada... (levanta la cabeza) ...¿cómo era eso? (La mano de Willie aparece sosteniendo el pañuelo que ella extiende sobre el cráneo, después desaparece.) Auténtica pura... solemnemente garantizada... (La mano de Willie reaparece sosteniendo el sombrero de paja que ajusta sobre el cráneo, coquetamente inclinado, después desaparece.) ...¡ah! ¡cerdas de cerdo! (Pausa.) ¿Qué es un cerdo, exactamente? (Pausa. Girando un poco hacia Willie.) ¿Qué es exactamente, Willie, un cerdo? (Pausa. Girando un poco más, suplicante.) Willie, te lo suplico, ¿qué es un cerdo?
Pausa.
Willie: Chancho macho castrado. (Winnie tiene una expresión feliz.) Criado para su sacrificio.
Winnie vuelve a estar de frente. La expresión feliz aumenta. Willie abre su diario, manos invisibles. Las páginas amarillentas enmarcan su cabeza. Winnie mira delante de ella, siempre con expresión feliz.
Winnie: ¡Ah el nuevo día feliz que habrá sido, otro más! (Pausa.) A pesar de todo. (Fin de la expresión feliz.) Hasta ahora.
Pausa. Willie da vuelta la página. Pausa. Da vuelta la página. Pausa.
Willie: Plus por productividad.
Pausa. Winnie se saca el sombrero, gira para meterlo en la bolsa, interrumpe el gesto, vuelve a estar de frente. Sonrisa.
Winnie: No. (Sonrisa más larga.) No no. (Fin de la sonrisa. Se vuelve a poner el sombrero, mira delante de ella. Willie da vuelta la página.) ¿Y ahora? (Pausa larga.) Cantá. (Pausa.) Cantá tu canción, Winnie. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) Entonces rezá. (Pausa.) Reza tu oración, Winnie.
Pausa. Willie da vuelta la página. Pausa.
Willie: Beneficios sociales.
Pausa. Winnie mira delante de ella. Willie da vuelta la página. Pausa. El diario desaparece.
Winnie: Rezá tu vieja oración, Winnie.
Pausa larga.
TELÓN


SEGUNDO ACTO

Escenario como en el primer acto.
Willie invisible.
Winnie enterrada hasta el cuello, su sombrero sobre su nuca, ojos cerrados. La cabeza, que ya no puede girar, ni levantar, ni bajar, queda rigurosamente inmóvil y de frente durante toda la duración del acto. Solo los ojos se mueven. Ver indicaciones.
Bolsa y sombrilla en el mismo lugar que al principio del primer acto. Revólver muy en evidencia a la derecha de la cabeza.
Pausa larga.
Timbre penetrante. Ella abre los ojos de inmediato. El timbre se interrumpe. Mira delante de ella. Pausa larga.
Winnie: Salve, santa luz. (Pausa. Cierra los ojos. Timbre penetrante. Abre los ojos de inmediato. El timbre se interrumpe. Mira delante de ella. Sonrisa. Pausa. Fin de la sonrisa. Pausa.) Alguien me mira todavía. (Pausa.) Le importo a alguien todavía. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso. (Pausa.) Ojos sobre mis ojos. (Pausa.) ¿Cómo es ese verso inolvidable? (Pausa. Ojos a la derecha.) Willie. (Pausa. Más fuerte.) Willie. (Pausa. Ojos de frente.) ¿Se puede hablar del tiempo todavía? (Pausa.) Decir que hace mucho tiempo, Willie, que ya no te veo. (Pausa.) Ya no te oigo. (Pausa.) ¿Se puede? (Pausa.) Se hace. (Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Fin de la sonrisa.) Hay tan poco de lo que se pueda hablar. (Pausa.) Se habla de todo. (Pausa.) De todo lo que se puede. (Pausa.) En otro tiempo pensaba... digo, en otro tiempo pensaba que aprendería a hablar sola. (Pausa.) Quiero decir a mí misma en el desierto. (Sonrisa.) Pero no. (Sonrisa más grande.) No no. (Fin de la sonrisa.) Así que estás acá. (Pausa.) Oh debés estar muerto, sí, puede ser, como los otros, te debés haber muerto, o ido, dejándome, como los otros, no importa, estás acá. (Pausa. Ojos a la izquierda.) La bolsa también está acá, la misma de siempre, la veo. (Ojos a la derecha. Más fuerte.) La bolsa está acá, Willie... ni una arruga, la que me regalaste aquel día... para hacer las compras. (Pausa. Ojos de frente.) Aquel día. (Pausa.) ¿Qué día? (Pausa.) En otro tiempo rezaba. (Pausa.) Digo, en otro tiempo rezaba. (Pausa.) Sí, lo admito. (Sonrisa.) Ahora ya no. (Sonrisa más grande.) No no. (Fin de la sonrisa. Pausa.) En otro tiempo... ahora... cómo cuesta, para la mente. (Pausa.) Haber sido siempre la que soy – y ser tan diferente a la que era. (Pausa.) Soy una, una digo, y después otra. (Pausa.) A veces una, a veces otra. (Pausa.) Hay tan poco que una pueda decir. (Pausa.) Una dice todo. (Pausa.) Todo lo que se puede. (Pausa.) Y ni una sola palabra de verdad en ningún lado. (Pausa.) Mis brazos. (Pausa.) Mis senos. (Pausa.) ¿Qué brazos? (Pausa.) ¿Qué senos? (Pausa.) Willie. (Pausa.) ¿Qué Willie? (Afirmando con vehemencia.) ¡Mi Willie! (Ojos a la derecha. Llamando.) ¡Willie! (Pausa. Más fuerte.) ¡Willie! (Pausa. Ojos de frente.) En fin, no saber, no saber a ciencia cierta, gran bendición, todo lo que pido. (Pausa.) Y sí... En otro tiempo... ahora... sombra verde... eso... Carlitos... besos... eso... todo esto... muy perturbador para la mente. (Pausa.) Pero la mía no está perturbada. (Sonrisa.) Ahora ya no. (Sonrisa más larga.) No no. (Fin de sonrisa. Pausa. Cierra los ojos. Timbre penetrante. Abre los ojos enseguida. Pausa.) Vuelvo a ver ojos... y los veo cerrarse... tranquilos... para ver tranquilos. (Pausa.) No los míos. (Sonrisa.) Ya no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa. Pausa.) Willie. (Pausa.) La Tierra, Willie, ¿te parece que perdió su atmósfera? (Pausa.) ¿Te parece, Willie? (Pausa.) ¿No tenés opinión? (Pausa.) Y bueno, así sos vos, nunca tuviste opinión, sobre lo que fuera. (Pausa.) Es comprensible. (Pausa.) Muy. (Pausa.) El globo. (Pausa.) A veces me pregunto. (Pausa.) Quizá no toda. (Pausa.) Siempre queda algo. (Pausa.) De todo. (Pausa.) Algo queda. (Pausa.) Si declinara la razón. (Pausa.) Por supuesto no lo hará. (Pausa.) Para nada. (Pausa.) No la mía. (Pausa.) Ya no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa. Pausa.) Podría ser el frío eterno. (Pausa.) El hielo eterno. (Pausa.) Pura casualidad, me imagino, feliz casualidad. (Pausa.) Ah sí, grandes bendiciones, grandes bendiciones. (Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa.) La cara. (Pausa.) La nariz. (Bizquea hacia la nariz.) La veo... (bizqueando) ...la punta... las aletas... soplo de vida... esa curva que tanto apreciabas... (estira los labios) ...una sombra de labio... (los estira) ...si hago pucheros... (saca la lengua) ...la lengua por supuesto... (la saca) ...que tanto te gustaba... (la saca) ...si la saco... (la saca) ...la punta... (levanta la vista) ...un filo de frente... de ceja...imaginación quizá... (ojos a la izquierda) ...la mejilla...no... (ojos a la derecha) ...no... (infla los cachetes) ...incluso si las inflo... (ojos a la izquierda, infla las mejillas) ...no...no...ningún rubor. (Ojos de frente.) Es todo. (Pausa.) La bolsa por supuesto. (Ojos a la izquierda.) Algo borrosa...pero la bolsa. (Ojos de frente. Indolente.) La tierra por supuesto y el cielo. (Ojos a la derecha.) La sombrilla que me regalaste... aquel día... (pausa) ...aquel día...el lago...los juncos. (Ojos de frente. Pausa.) ¿Qué día? (Pausa.) ¿Qué juncos? (Pausa larga. Cierra los ojos. Timbre penetrante. Abre los ojos enseguida. Pausa. Ojos a la derecha.) Brownie por supuesto. (Pausa.) Te acordás de Brownie, Willie, puedo verlo. (Pausa. Más fuerte.) Brownie está acá, Willie, al lado mío. (Pausa. Más fuerte todavía.) Brownie está acá, Willie. (Pausa. Ojos de frente.) Es todo. (Pausa.) ¿Qué haría sin ellos? (Pausa.) ¿Qué haría sin ellos, cuando las palabras me abandonan? (Pausa.) ¿Mirar hacia adelante, con los labios apretados? (Pausa larga mientras lo hace.) No puedo. (Pausa.) Ah sí, grandes bendiciones, grandes bendiciones. (Pausa larga. Bajo.) A veces oigo ruidos. (Expresión de escuchar. Voz normal.) Pero pocas. (Pausa.) Los bendigo, bendigo los ruidos, me ayudan a... atravesar el día. (Sonrisa.) ¡El estilo antiguo! (Fin de la sonrisa.) Sí, son días felices, los días que hay ruidos. (Pausa.) Que oigo ruidos. (Pausa.) En otro tiempo pensaba... (pausa) ...digo, en otro tiempo pensaba que estaban en mi cabeza. (Sonrisa.) Pero no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa.) Era la lógica. (Pausa.) La razón. (Pausa.) No perdí la razón. (Pausa.) No todavía. (Pausa.) No toda. (Pausa.) Algo me queda. (Pausa.) Ruidos. (Pausa.) Como pequeños...desmoronamientos, pequeños...desprendimientos. (Pausa. Bajo.) Son las cosas, Willie. (Pausa. Voz normal.) Adentro de la bolsa, afuera de la bolsa. (Pausa.) Ah sí, las cosas tienen su vida, es lo que siempre digo, las cosas tienen una vida. (Pausa.) Mi espejo, por ejemplo, no me necesita. (Pausa.) Y cuando suena. (Pausa.) Duele, como un cuchillo. (Pausa.) Una gubia. (Pausa.) No se puede no escucharlo. (Pausa.)  Cuántas veces dije...  (pausa) ...digo, cuántas veces dije, No escuches, Winnie, no te metas, dormí y despertate, dormí y despertate, como se te cante, abrí y cerrá los ojos, como se te cante, o como te venga mejor. (Pausa.) Abrí y cerrá los ojos, Winnie, abrí y cerrá, siempre así. (Pausa.) Pero no. (Sonrisa.) Ya no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa. Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa.) ¿Y ahora, Willie? (Pausa larga.) Está mi historia por supuesto, cuando no queda nada. (Pausa.) Una vida. (Sonrisa.) Una larga vida. (Fin de la sonrisa.) Empezando en la matriz, como antaño, Mildred se acuerda, ella se va a acordar, de la matriz, antes de morir, la matriz materna. (Pausa.) Ya tiene cuatro o cinco años y acaban de regalarle una gran muñeca de cera. Toda vestida, haciendo juego. (Pausa.) Zapatos, zoquetes, bombachita de encaje, el conjunto completo, minifalda escocesa, guantes. (Pausa.) Medias caladas blancas. (Pausa.) Sombrerito de paja blanco, con elástico. (Pausa.) Collar de perlas. (Pausa.) Librito ilustrado con inscripciones de verdad para llevarlo bajo el brazo cuando sale de paseo. (Pausa.) Ojos azul claro que se abren y se cierran. (Tono narrativo.) El sol apenas sobrepasaba el horizonte cuando  Millie se levantó, bajó... (pausa) ...se puso su pequeño salto de cama, bajó sola la escalera empinada, a cuatro patas de espaldas, aunque lo tenía prohibido, entró en... (pausa) ...franqueó en puntas de pie el corredor silencioso, entró en el cuarto de los niños y empezó a desvestir a su muñequita. (Pausa.) Mientras la retaba. (Pausa.) De repente un ratón – (Pausa larga.) Despacio, Winnie. (Pausa larga. Llamando.) ¡Willie! (Pausa. Más fuerte.) ¡Willie! (Tono de reproche leve.) Por momentos tu actitud me parece un poco extraña, Willie, no solés ser cruel sin necesidad. (Pausa.) ¿Extraña? (Pausa.) No. (Sonrisa.) Acá no. (Sonrisa más amplia.) Ya no. (Fin de la sonrisa.) Y sin embargo – (De repente inquieta.) ¡Con tal que no pase nada! (Ojos a la derecha. Fuerte.) ¿Está todo bien, querido? (Pausa Ojos de frente.) ¡Dios quiera que no haya metido la cabeza primero! (Ojos a la derecha. Fuerte.) ¿Estás atascado, Willie? (Pausa. Igual.) ¿Estás atrancado, Willie? (Pausa. Ojos de frente. Expresión de angustia.) Quizá está pidiendo ayuda, todo este tiempo, sin que lo oiga. (Pausa.) Por supuesto, oigo gritos. (Pausa.) Pero están en mi cabeza, ¿no? (Pausa.) Es posible que - (Pausa. Con seguridad.) No no, mi cabeza está llena de gritos, desde siempre. (Pausa.) Débiles gritos confusos. (Pausa.) Vienen. (Pausa.) Y se van. (Pausa.) Como a merced del viento. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso. (Pausa.) Cesan. (Pausa.) Ah sí, grandes bendiciones, grandes bendiciones. (Pausa.) El día ya está muy avanzado. (Sonrisa. Fin de la sonrisa.) Y sin embargo todavía es un poco temprano, tal vez, para mi canción. (Pausa.) Cantar demasiado temprano es funesto, siempre lo digo. (Pausa.) Por otro lado, a veces una espera demasiado. (Pausa.) Suena la hora del sueño, y una no cantó. (Pausa.) El día entero se fue volando – (sonrisa, fin de la sonrisa) sin retorno, y ni la más mínima canción de ninguna clase. (Pausa.)  Ahí hay un problema. (Pausa.)  No se puede cantar... así nomás, no. (Pausa.) Sube a los labios, una no sabe por qué, el momento está mal elegido, una se lo traga. (Pausa.) Una dice, Es el momento, es ahora o nunca, y no puede. (Pausa.) No puede cantar, así de simple. (Pausa.)  Ni una nota. (Pausa.) Otra cosa, Willie, antes de pasar a otra cosa. (Pausa.) La tristeza después de cantar. (Pausa.) ¿Pasaste por eso, Willie? (Pausa.) ¿A lo largo de tu experiencia? (Pausa.) ¿No? (Pausa.) La tristeza después de tener relaciones sexuales, esa nos resulta familiar, claro. En eso, Willie, estarías de acuerdo con Aristóteles, supongo. (Pausa.) Sí, a esa la conocemos y sabemos hacerle frente. (Pausa.) Pero después de cantar... (Pausa.) No dura por supuesto. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso. (Pausa.) Se disipa. (Pausa.) ¿Qué son esos versos exquisitos? (Pausa.) Anegó algo en olvidos... algo del corazón...en su penar dichoso... no... doloroso... algo de un raudal de olvidos...más memorias algo más... mis gemidos...en olvidos...por el gran algo más... mi memoria anegó... en olvidos... olvidos... (Pausa. Con un suspiro.) Una se olvida los clásicos. (Pausa.) No todos. (Pausa.) Una parte. (Pausa.) Queda una parte. (Pausa.) Eso me parece tan maravilloso, que a una le quede una parte, de los clásicos, para ayudarla a atravesar el día. (Pausa.) Ah sí, abundantes bendiciones. (Pausa.) Y ahora. (Pausa.) ¿Y ahora, Willie? (Pausa larga.) Convoco ante el ojo de la mente... señor Miranda... o Miralles. (Cierra los ojos. Timbre penetrante. Abre los ojos enseguida. Pausa.) De la mano, bolsas. (Pausa.) De mediana edad. (Pausa.) Ni jóvenes, ni viejos. (Pausa.) Plantados ahí mirándome, boquiabiertos. (Pausa.) Bastante buenas tetas, dice él, vi peores. (Pausa.) Bastante buenos hombros, dice él, vi peores. (Pausa.) ¿Siente sus piernas? dice él. (Pausa.) ¿Todavía tienen vida sus piernas? dice él. (Pausa.) ¿Está en bolas ahí abajo? dice él. (Pausa.) Preguntale, dice él, yo no me animo. (Pausa.) ¿Preguntarle qué? dice ella. (Pausa.) Si todavía tienen vida, sus piernas. (Pausa.) Si está en bolas ahí abajo. (Pausa.) Preguntale vos, dice ella. (De repente violenta.) ¡Soltame, me cago en Dios, y rajá! (Pausa. Igual.) ¡Morite! (Sonrisa.) Pero no. (Sonrisa más amplia.) No no. (Fin de la sonrisa.) Los miro alejarse. (Pausa.) De la mano, bolsas. (Pausa.) Borrosos. Después nada. (Pausa.) Últimos humanos – que se extraviaron por acá. (Pausa.) Hasta ahora. (Pausa.) ¿Y ahora? (Pausa. Bajo.) Socorro. (Pausa. Igual.) Socorro, Willie. (Pausa. Igual.) ¿No? (Pausa larga.) De repente un ratón... (Pausa. Tono narrativo.) De repente un ratón... sobre su pequeño muslo... más arriba... más arriba... y Mildred, soltando a su muñequita con espanto, se puso a gritar – (Winnie lanza un grito penetrante) – y gritó y gritó – (Winnie grita dos veces) gritó y gritó hasta que acudieron todos, en su ropa de dormir, papá, mamá, Bibbie y la vieja... Annie, para ver qué problema había, cuál podía ser Dios mío Dios mío el problema. (Pausa.)  Demasiado tarde. (Pausa. Bajo.) Demasiado tarde. (Pausa larga. Apenas audible.) Willie. (Pausa. Voz normal.) En fin no por mucho tiempo más, Winnie, va a sonar, la hora del sueño. (Pausa.) Entonces podrás cerrar los ojos, entonces deberás cerrar los ojos y no abrirlos más. (Pausa.) ¿Por qué volver a decir eso? (Pausa.) En otro tiempo pensaba... (pausa) digo, en otro tiempo pensaba que nunca había ninguna diferencia entre una fracción de segundo y la siguiente. (Pausa.) En otro tiempo me decía... (pausa) ...digo, en otro tiempo me decía, Winnie, nunca vas a cambiar, nunca hay ninguna diferencia entre una fracción de segundo y la siguiente. (Pausa.) ¿Por qué volver a hablar de eso? (Pausa.) Hay tan poco de lo que se pueda volver a hablar. (Pausa.) Se vuelve a hablar de todo. (Pausa.) De todo lo que se puede. (Pausa.) Me duele el cuello. (Pausa. De repente violenta.) ¡Me duele el cuello! (Pausa.) ¡Ah está mejor! (Tono ligeramente irritado.) Todo en su justa medida. (Pausa.) Ya no puedo hacer más nada. (Pausa.) Decir más nada. (Pausa.) Pero debo decir más. (Pausa.) Qué problema. (Pausa.) No, se tiene que mover, algo, en el mundo, yo estoy acabada. (Pausa.) Una brisa. (Pausa.) Un soplo. (Pausa.) ¿Qué son esos versos inmortales? (Pausa.) Podría ser la oscuridad eterna. (Pausa.) Noche negra sin salida. (Pausa.) Pura casualidad, supongo, feliz casualidad. (Pausa.) Ah sí, abundantes bendiciones. (Pausa larga.) ¿Y ahora? (Pausa.) ¿Y ahora, Willie. (Pausa larga.) Aquel día. (Pausa.) Champagne rosado. (Pausa.) Las copas flauta. (Pausa.) Al fin solos. (Pausa.) El último sorbo, los cuerpos tocándose casi. (Pausa.) La mirada. (Pausa larga.) ¿Qué día? (Pausa.) ¿Qué mirada? (Pausa larga.) Oigo gritos. (Pausa.) Cantá. (Pausa.) Cantá tu vieja canción, Winnie.
Pausa larga. De repente expresión de escucha. Ojos a la derecha. La cabeza de Willie aparece a su derecha, al pie del montículo, por encima de la pendiente. Está en cuatro patas, en traje de gala – sombrero de copa, frac, pantalón a rayas, etc., guantes blancos en las manos. Largo bigote blanco y recto muy poblado. Mira delante de él, se acaricia el bigote. Sale totalmente de atrás del montículo, gira a su izquierda, se detiene, levanta la vista hacia Winnie. Avanza en cuatro patas hacia el centro, se detiene, gira la cabeza al frente, mira delante de él, se acaricia el bigote, se ajusta la corbata, se calza bien el sombrero, etc., avanza un poco más, se detiene, se quita el sombrero y levanta la vista hacia Winnie. Ahora está cerca del centro y en su campo de visión. Cuando ya no puede sostener el esfuerzo de mirar para arriba, baja la cabeza hasta el suelo.
Winnie: - (Mundana.) ¡Esto, por ejemplo! Este es un placer que ya casi no me esperaba. (Pausa.) Me hace acordar a la primavera en que venías a lloriquear tu amor. (Pausa.) ¡Winnie, decí que sí, yo te adoro! (Él levanta la vista hacia ella.) ¡La vida una burla sin Win! (Ella se empieza a reír.) ¡Qué adefesio, un verdadero esperpento! (Ella se ríe.) ¿Dónde están tus flores? (Pausa.) De un día. (Willie baja la cabeza.) ¿Qué es eso que tenés en el cuello? ¿Un ántrax? (Pausa.) Hay que controlar eso, Willie, antes que se extienda. (Pausa.) ¿Dónde estabas todo este tiempo? (Pausa.) ¿Qué hacías todo este tiempo? (Pausa.) ¿Arreglándote? ¿No me oíste gritar? (Pausa.) ¿Estabas atascado en tu agujero? (Levanta la vista hacia ella.) Eso es, Willie, mirame. (Pausa.) Saciá tus viejos ojos, Willie. (Pausa.) ¿Todavía queda algo? (Pausa.) ¿Algunos restos? (Pausa.) No pude recuperar mi belleza, sabes. (Él baja la cabeza.) Vos todavía estás reconocible, en un sentido. (Pausa.) ¿Pensás venir a vivir de este lado ahora... una temporada corta, quizá? (Pausa.) ¿No? (Pausa.) ¿Solo estabas de paso? (Pausa.) ¿Te quedaste sordo, Willie? (Pausa.) ¿Mudo? (Pausa.) Ya lo sé, nunca fuiste conversador, Winnie decí que sí te adoro y se acabaron los piropos, te quedaste en los avisos clasificados. (Ojos de frente.) En fin qué importa, así y todo habrá sido un día feliz, después de todo, otro más. (Pausa.) No por mucho tiempo más, Winnie. (Pausa.) Oigo gritos. (Pausa.) ¿No te pasa, Willie, de oír gritos? (Pausa.) ¿No? (Ojos a la derecha sobre Willie.) Mirame otra vez, Willie. (Pausa.) Una vez más, Willie. (Él levanta la vista hacia ella. Feliz.) ¡Ah! (Pausa. Shockeada.) ¡Qué te pasa, nunca te vi una cara semejante! (Pausa.) Tapate, querido, por el sol, nada de formalidades, faltaba más. (Él suelta sombrero y guantes y empieza a arrastrarse hacia ella. Alegre.) ¡Ah, pero mirá, es fantástico! (Él se inmoviliza, una mano agarrándose al montículo, la otra hacia adelante.) Vamos corazón, ponele garra, dale, yo te voy a aplaudir. (Pausa.) ¿Venís  por mí, Willie, o por otra cosa? (Pausa.) ¿Querías tocarme... la cara... una vez más? (Pausa.) ¿Venís por un beso, Willie, o por otra cosa? (Pausa.) Hubo una época en que habría podido darte una mano. (Pausa.) Y otra, antes, en que te daba una mano. (Pausa.) Siempre tenías mucha necesidad de que te dieran una mano. (Él se suelta y se derrumba hasta la parte de abajo del montículo.) ¡Brummm! (Vuelve a ponerse en cuatro patas, levanta la vista hacia ella.) Intentá una vez más, Willie, yo te voy a aclamar. (Pausa.) No me mires así. (Pausa. Con vehemencia.) ¡No me mires así! (Pausa. Bajo.) ¿Perdiste la razón, Willie? (Pausa. Igual.) ¿Tus pobres viejos restos de razón?
(Pausa.)
Willie: - (Bajo.) Win.
Pausa. Los ojos de Winnie vuelven a estar de frente. Expresión feliz.
Winnie: ¡Win! (Pausa.) Ah qué día feliz habrá sido. (Pausa.) Otro más. (Pausa.) Después de todo. (Fin de la expresión feliz.) Hasta ahora.


Pausa. Ella trata de tararear el principio de la canción, la de la caja de música, después canta suave
Pausa. Ella cierra los ojos. Timbre penetrante. Abre los ojos enseguida. Sonríe, ojos de frente. Ojos a la derecha sobre Willie, siempre en cuatro patas, la cara levantada hacia ella. Fin de la sonrisa. Se miran. Pausa larga.

TELÓN