3/10/14

El RETABLO DE LAS MARAVILLAS Miguel de Cervantes Saavedra








El RETABLO DE LAS MARAVILLAS

Miguel de Cervantes Saavedra



PERSONAJES



CHANFALLA
La CHIRINOS
RABELÍN
GOBERNADOR
Pedro CAPACHO
BENITO Repollo
JUAN Castrado
Juana CASTRADA
TERESA Repollo
SOBRINO
FURRIER de compañías




CHANFALLA
No se te pasen de la memoria, Chirinos, mis advertimientos, principalmente los que te he dado para este nuevo embuste, que ha de salir tan a luz como el pasado del Llovista.
CHIRINOS
Chanfalla ilustre, lo que en mí fuere tenlo como de molde; que tanta memoria tengo como entendimiento, a quien se junta una voluntad de acertar a satisfacerte, que excede a las demás potencias. Pero dime: ¿de qué sirve este Rabelín que hemos tomado? Nosotros dos solos, ¿no pudiéramos salir con esta empresa?
CHANFALLA
Habíamosle menester como el pan de la boca, para tocar en los espacios que tardaren en salir las figuras del Retablo de las Maravillas.
CHIRINOS
Maravilla será si no nos apedrean por solo el Rabelín; porque tan desventurada criaturilla no la he visto en todos los días de mi vida.


...


RABELÍN
¿Hase de hacer algo en este pueblo, señor autor? Que ya me muero porque vuesa merced vea que no me tomó a carga cerrada.
CHIRINOS
Cuatro cuerpos de los vuestros no harán un tercio, cuanto más una carga; si no sois más gran músico que grande, medrados estamos.
RABELÍN
Ello dirá; que en verdad que me han escrito para entrar en una compañía de partes, por chico que soy.
CHANFALLA
Si os han de dar la parte a medida del cuerpo, casi será invisible. Chirinos, poco a poco, estamos ya en el pueblo, y éstos que aquí vienen deben de ser, como lo son sin duda, el Gobernador y los Alcaldes. Salgámosles al encuentro, y date un filo a la lengua en la piedra de la adulación; pero no despuntes de aguda.
......
Beso a vuesas mercedes las manos: ¿quién de vuesas mercedes es el Gobernador deste pueblo?
GOBERNADOR
Yo soy el Gobernador; ¿qué es lo que queréis, buen hombre?
CHANFALLA
A tener yo dos onzas de entendimiento, hubiera echado de ver que esa peripatética y anchurosa presencia no podía ser de otro que del dignísimo Gobernador deste honrado pueblo; que, con venirlo a ser de las Algarrobillas, lo deseche vuesa merced.
CHIRINOS
En vida de la señora y de los señoritos, si es que el señor Gobernador los tiene.
CAPACHO
No es casado el señor Gobernador.
CHIRINOS
Para cuando lo sea; que no se perderá nada.
GOBERNADOR
Y bien, ¿qué es lo que queréis, hombre honrado?
CHIRINOS
Honrados días viva vuesa merced, que así nos honra; en fin, la encina da bellotas; el pero, peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder hacer otra cosa.
BENITO
Sentencia ciceronianca, sin quitar ni poner un punto.
CAPACHO
Ciceroniana quiso decir el señor alcalde Benito Repollo.
BENITO
Siempre quiero decir lo que es mejor, sino que las más veces no acierto; en fin, buen hombre, ¿qué queréis?
CHANFALLA
Yo, señores míos, soy Montiel, el que trae el Retablo de las maravillas. Hanme enviado a llamar de la Corte los señores cofrades de los hospitales, porque no hay autor de comedias en ella, y perecen los hospitales, y con mi ida se remediará todo.
GOBERNADOR
Y ¿qué quiere decir Retablo de las maravillas?
CHANFALLA
Por las maravillosas cosas que en él se enseñan y muestran, viene a ser llamado Retablo de las maravillas; el cual fabricó y compuso el sabio Tontonelo debajo de tales paralelos, rumbos, astros y estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones, que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran, que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido y procreado de sus padres de legítimo matrimonio; y el que fuere contagiado destas dos tan usadas enfermedades, despídase de ver las cosas, jamás vistas ni oídas, de mi retablo.
BENITO
Ahora echo de ver que cada día se ven en el mundo cosas nuevas. Y ¿que se llamaba Tontonelo el sabio que el retablo compuso?
CHIRINOS
Tontonelo se llamaba, nacido en la ciudad de Tontonela; hombre de quien hay fama que le llegaba la barba a la cintura.
BENITO
Por la mayor parte, los hombres de grandes barbas son sabiondos.
GOBERNADOR
Señor regidor Juan Castrado, yo determino, debajo de su buen parecer, que esta noche se despose la señora [Juana] Castrada, su hija, de quien yo soy padrino, y, en regocijo de la fiesta, quiero que el señor Montiel muestre en vuestra casa su Retablo.
JUAN
Eso tengo yo por servir al señor Gobernador, con cuyo parecer me convengo, entablo y arrimo, aunque haya otra cosa en contrario.
CHIRINOS
La cosa que hay en contrario es que, si no se nos paga primero nuestro trabajo, así verán las figuras como por el cerro de Úbeda. ¿Y vuesas mercedes, señores justicias, tienen conciencia y alma en esos cuerpos? ¡Bueno sería que entrase esta noche todo el pueblo en casa del señor Juan Castrado, o como es su gracia, y viese lo contenido en el tal Retablo, y mañana, cuando quisiésemos mostralle al pueblo, no hubiese ánima que le viese! No, señores; no, señores: ante omnia nos han de pagar lo que fuere justo.
BENITO
Señora autora, aquí no os ha de pagar ninguna Antona, ni ningún Antoño; el señor regidor Juan Castrado os pagará más que honradamente, y si no, el Concejo. ¡Bien conocéis el lugar, por cierto! Aquí, hermana, no aguardamos a que ninguna Antona pague por nosotros.
CAPACHO
¡Pecador de mí, señor Benito Repollo, y qué lejos da del blanco! No dice la señora autora que pague ninguna Antona, sino que le paguen adelantado y ante todas cosas, que eso quiere decir ante omnia.
BENITO
Mirad, escribano Pedro Capacho, haced vos que me hablen a derechas, que yo entenderé a pie llano; vos, que sois leído y escribido, podéis entender esas algarabías de allende, que yo no.
JUAN
Ahora bien, ¿contentarse ha el señor autor con que yo le dé adelantados media docena de ducados? Y más, que se tendrá cuidado que no entre gente del pueblo esta noche en mi casa.
CHANFALLA
Soy contento; porque yo me fío de la diligencia de vuesa merced y de su buen término.
JUAN
Pues véngase conmigo. Recibirá el dinero, y verá mi casa, y la comodidad que hay en ella para mostrar ese retablo.
CHANFALLA
Vamos; y no se les pase de las mientes las calidades que han de tener los que se atrevieren a mirar el maravilloso retablo.
BENITO
A mi cargo queda eso, y séle decir que, por mi parte, puedo ir seguro a juicio, pues tengo el padre alcalde; cuatro dedos de enjundia de cristiano viejo rancioso tengo sobre los cuatro costados de mi linaje: ¡miren si veré el tal retablo!
CAPACHO
Todos le pensamos ver, señor Benito Repollo.
JUAN
No nacimos acá en las malvas, señor Pedro Capacho.
GOBERNADOR
Todo será menester, según voy viendo, señores Alcalde, Regidor y Escribano.
JUAN
Vamos, autor, y manos a la obra; que Juan Castrado me llamo, hijo de Antón Castrado y de Juana Macha; y no digo más en abono y seguro que podré ponerme cara a cara y a pie quedo delante del referido retablo.
CHIRINOS
¡Dios lo haga!
[Vanse] JUAN Castrado y CHANFALLA
GOBERNADOR
Señora autora, ¿qué poetas se usan ahora en la Corte de fama y rumbo, especialmente de los llamados cómicos? Porque yo tengo mis puntas y collar de poeta, y pícome de la farándula y carátula. Veinte y dos comedias tengo, todas nuevas, que se veen las unas a las otras, y estoy aguardando coyuntura para ir a la Corte y enriquecer con ellas media docena de autores.
CHIRINOS
A lo que vuesa merced, señor Gobernador, me pregunta de los poetas, no le sabré responder; porque hay tantos, que quitan el sol, y todos piensan que son famosos. Los poetas cómicos son los ordinarios y que siempre se usan, y así no hay para qué nombrallos. Pero dígame vuesa merced, por su vida: ¿cómo es su buena gracia? ¿cómo se llama?
GOBERNADOR
A mí, señora autora, me llaman el licenciado Gomecillos.
CHIRINOS
¡Válame Dios! ¿Y que vuesa merced es el señor licenciado Gomecillos, el que compuso aquellas coplas tan famosas de Lucifer estaba malo y tómale mal de fuera?
GOBERNADOR
Malas lenguas hubo que me quisieron ahijar esas coplas, y así fueron mías como del Gran Turco. Las que yo compuse, y no lo quiero negar, fueron aquellas que trataron del Diluvio de Sevilla; que, puesto que los poetas son ladrones unos de otros, nunca me precié de hurtar nada a nadie: con mis versos me ayude Dios, y hurte el que quisiere.
......
CHANFALLA
Señores, vuesas mercedes vengan, que todo está a punto, y no falta más que comenzar.
CHIRINOS
¿Está ya el dinero in corbona?
CHANFALLA
Y aun entre las telas del corazón.
CHIRINOS
Pues doite por aviso, Chanfalla, que el Gobernador es poeta.
CHANFALLA
¿Poeta? ¡Cuerpo del mundo! Pues dale por engañado, porque todos los de humor semejante son hechos a la mazacona; gente descuidada, crédula y no nada maliciosa.
BENITO
Vamos, autor; que me saltan los pies por ver esas maravillas.
......
CASTRADA
Aquí te puedes sentar, Teresa Repolla amiga, que tendremos el retablo enfrente; y, pues sabes las condiciones que han de tener los miradores del retablo, no te descuides, que sería una gran desgracia.
TERESA
Ya sabes, Juana Castrada, que soy tu prima, y no digo más. ¡Tan cierto tuviera yo el cielo como tengo cierto ver todo aquello que el retablo mostrare! ¡Por el siglo de mi madre, que me sacase los mismos ojos de mi cara, si alguna desgracia me aconteciese! ¡Bonita soy yo para eso!
CASTRADA
Sosiégate, prima; que toda la gente viene.
[.....
CHANFALLA
Siéntense todos. El retablo ha de estar detrás deste repostero, y la autora también, y aquí el músico.
BENITO
¿Músico es éste? Métanle también detrás del repostero; que, a trueco de no velle, daré por bien empleado el no oílle.
CHANFALLA
No tiene vuesa merced razón, señor alcalde Repollo, de descontentarse del músico, que en verdad que es muy buen cristiano y hidalgo de solar conocido.
GOBERNADOR
¡Calidades son bien necesarias para ser buen músico!
BENITO
De solar, bien podrá ser; mas de sonar, abrenuncio.
RABELÍN
¡Eso se merece el bellaco que se viene a sonar delante de...!
BENITO
¡Pues, por Dios, que hemos visto aquí sonar a otros músicos tan...!
GOBERNADOR
Quédese esta razón en el de del señor Rabel y en el tan del Alcalde, que será proceder en infinito; y el señor Montiel comience su obra.
BENITO
Poca balumba trae este autor para tan gran retablo.
JUAN
Todo debe de ser de maravillas.
CHANFALLA
¡Atención, señores, que comienzo! ¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que fabricaste este retablo con tan maravilloso artificio, que alcanzó renombre de las Maravillas por la virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y mando que luego incontinente muestres a estos señores algunas de las tus maravillosas maravillas, para que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno! Ea, que ya veo que has otorgado mi petición, pues por aquella parte asoma la figura del valentísimo Sansón, abrazado con las colunas del templo, para derriballe por el suelo y tomar venganza de sus enemigos. ¡Tente, valeroso caballero; tente, por la gracia de Dios Padre! ¡No hagas tal desaguisado, porque no cojas debajo y hagas tortilla tanta y tan noble gente como aquí se ha juntado!
BENITO
¡Téngase, cuerpo de tal, conmigo! ¡Bueno sería que, en lugar de habernos venido a holgar, quedásemos aquí hechos plasta! ¡Téngase, señor Sansón, pesia a mis males, que se lo ruegan buenos!
CAPACHO
¿Veisle vos, Castrado?
JUAN
Pues, ¿no le había de ver? ¿Tengo yo los ojos en el colodrillo?
GOBERNADOR
[Aparte] Milagroso caso es éste: así veo yo a Sansón ahora, como el Gran Turco; pues en verdad que me tengo por legítimo y cristiano viejo.
CHIRINOS
¡Guárdate, hombre, que sale el mesmo toro que mató al ganapán en Salamanca! ¡échate, hombre; échate, hombre; Dios te libre, Dios te libre!
CHANFALLA
¡échense todos, échense todos! ¡Húcho ho!, ¡húcho ho!, ¡húcho ho!
.....
BENITO
El diablo lleva en el cuerpo el torillo; sus partes tiene de hosco y de bragado; si no me tiendo, me lleva de vuelo.
JUAN
Señor autor, haga, si puede, que no salgan figuras que nos alboroten; y no lo digo por mí, sino por estas mochachas, que no les ha quedado gota de sangre en el cuerpo, de la ferocidad del toro.
CASTRADA
Y ¡cómo, padre! No pienso volver en mí en tres días; ya me vi en sus cuernos, que los tiene agudos como una lesna.
JUAN
No fueras tú mi hija, y no lo vieras.
GOBERNADOR
[Aparte] Basta: que todos ven lo que yo no veo; pero al fin habré de decir que lo veo, por la negra honrilla.
CHIRINOS
Esa manada de ratones que allá va desciende por línea recta de aquellos que se criaron en el Arca de Noé; dellos son blancos, dellos albarazados, dellos jaspeados y dellos azules; y, finalmente, todos son ratones.
CASTRADA
¡Jesús!, ¡Ay de mí! ¡Ténganme, que me arrojaré por aquella ventana! ¿Ratones? ¡Desdichada! Amiga, apriétate las faldas, y mira no te muerdan; ¡y monta que son pocos! ¡Por el siglo de mi abuela, que pasan de milenta!
[TERESA]
Yo sí soy la desdichada, porque se me entran sin reparo ninguno; un ratón morenico me tiene asida de una rodilla. ¡Socorro venga del cielo, pues en la tierra me falta!
BENITO
Aun bien que tengo gregüescos: que no hay ratón que se me entre, por pequeño que sea.
CHANFALLA
Esta agua, que con tanta priesa se deja descolgar de las nubes, es de la fuente que da origen y principio al río Jordán. Toda mujer a quien tocare en el rostro, se le volverá como de plata bruñida, y a los hombres se les volverán las barbas como de oro.
CASTRADA
¿Oyes, amiga? Descubre el rostro, pues ves lo que te importa. ¡Oh, qué licor tan sabroso! Cúbrase, padre, no se moje.
JUAN
Todos nos cubrimos, hija.
BENITO
Por las espaldas me ha calado el agua hasta la canal maestra.
CAPACHO
Yo estoy más seco que un esparto.
GOBERNADOR
[Aparte] ¿Qué diablos puede ser esto, que aún no me ha tocado una gota, donde todos se ahogan? Mas ¿si viniera yo a ser bastardo entre tantos legítimos?
BENITO
Quítenme de allí aquel músico; si no, voto a Dios que me vaya sin ver más figura. ¡Válgate el diablo por músico aduendado, y qué hace de menudear sin cítola y sin son!
RABELÍN
Señor alcalde, no tome conmigo la hincha; que yo toco como Dios ha sido servido de enseñarme.
BENITO
¿Dios te había de enseñar, sabandija? ¡Métete tras la manta; si no, por Dios que te arroje este banco!
RABELÍN
El diablo creo que me ha traído a este pueblo.
CAPACHO
Fresca es el agua del santo río Jordán; y, aunque me cubrí lo que pude, todavía me alcanzó un poco en los bigotes, y apostaré que los tengo rubios como un oro.
BENITO
Y aun peor cincuenta veces.
CHIRINOS
Allá van hasta dos docenas de leones rampantes y de osos colmeneros; todo viviente se guarde; que, aunque fantásticos, no dejarán de dar alguna pesadumbre, y aun de hacer las fuerzas de Hércules con espadas desenvainadas.
JUAN
Ea, señor autor, ¡cuerpo de nosla! ¿Y agora nos quiere llenar la casa de osos y de leones?
BENITO
¡Mirad qué ruiseñores y calandrias nos envía Tontonelo, sino leones y dragones! Señor autor, y salgan figuras más apacibles, o aquí nos contentamos con las vistas; y Dios le guíe, y no pare más en el pueblo un momento.
CASTRADA
Señor Benito Repollo, deje salir ese oso y leones, siquiera por nosotras, y recebiremos mucho contento.
JUAN
Pues, hija, ¿de antes te espantabas de los ratones, y agora pides osos y leones?
CASTRADA
Todo lo nuevo aplace, señor padre.
CHIRINOS
Esa doncella, que agora se muestra tan galana y tan compuesta, es la llamada Herodías, cuyo baile alcanzó en premio la cabeza del Precursor de la vida. Si hay quien la ayude a bailar, verán maravillas.
BENITO
¡ésta sí, cuerpo del mundo, que es figura hermosa, apacible y reluciente! ¡Hideputa, y cómo que se vuelve la mochac[h]a! Sobrino Repollo, tú que sabes de achaque de castañetas, ayúdala, y será la fiesta de cuatro capas.
SOBRINO
Que me place, tío Benito Repollo. ....
CAPACHO
¡Toma mi abuelo, si es antiguo el baile de la Zarabanda y de la Chacona!
BENITO
Ea, sobrino, ténselas tiesas a esa bellaca jodía; pero, si ésta es jodía, ¿cómo ve estas maravillas?
CHANFALLA
Todas las reglas tienen excepción, señor Alcalde.
......
FURRIER
¿Quién es aquí el señor Gobernador?
GOBERNADOR
Yo soy. ¿Qué manda vuesa merced?
FURRIER
Que luego al punto mande hacer alojamiento para treinta hombres de armas que llegarán aquí dentro de media hora, y aun antes, que ya suena la trompeta; y adiós.
....
BENITO
Yo apostaré que los envía el sabio Tontonelo.
CHANFALLA
No hay tal; que ésta es una compañía de caballos que estaba alojada dos leguas de aquí.
BENITO
Ahora yo conozco bien a Tontonelo, y sé que vos y él sois unos grandísimos bellacos, no perdonando al músico; y mirad que os mando que mandéis a Tontonelo no tenga atrevimiento de enviar estos hombres de armas, que le haré dar docientos azotes en las espaldas, que se vean unos a otros.
CHANFALLA
¡Digo, señor Alcalde, que no los envía Tontonelo!
BENITO
Digo que los envía Tontonelo, como ha enviado las otras sabandi[j]as que yo he visto.
CAPACHO
Todos las habemos visto, señor Benito Repollo.
BENITO
No digo yo que no, señor Pedro Capacho. No toques más, músico de entre sueños, que te romperé la cabeza.
...
FURRIER
Ea, ¿está ya hecho el alojamiento? Que ya están los caballos en el pueblo.
BENITO
¿Que todavía ha salido con la suya Tontonelo? ¡Pues yo os voto a tal, autor de humos y de embelecos, que me lo habéis de pagar!
CHANFALLA
Séanme testigos que me amenaza el Alcalde.
CHIRINOS
Séanme testigos que dice el Alcalde que lo que manda Su Majestad lo manda el sabio Tontonelo.
BENITO
Atontoneleada te vean mis ojos, plega a Dios todopoderoso.
GOBERNADOR
Yo para mí tengo que verdaderamente estos hombres de armas no deben de ser de burlas.
FURRIER
¿De burlas habían de ser, señor Gobernador? ¿Está en su seso?
JUAN
Bien pudieran ser atontonelados: como esas cosas habemos visto aquí. Por vida del autor, que haga salir otra vez a la doncella Herodías, porque vea este señor lo que nunca ha visto; quizá con esto le cohecharemos para que se vaya presto del lugar.
CHANFALLA
Eso en buen hora, y véisla aquí a do vuelve, y hace de señas a su bailador a que de nuevo la ayude.
SOBRINO
Por mí no quedará, por cierto.
BENITO
Eso sí, sobrino; cánsala, cánsala; vueltas y más vueltas; ¡vive Dios, que es un azogue la muchacha! ¡Al hoyo, al hoyo! ¡A ello, a ello!
FURRIER
¿Está loca esta gente? ¿Qué diablos de doncella es ésta, y qué baile, y qué Tontonelo?
CAPACHO
Luego, ¿no vee la doncella herodiana el señor furrier?
FURRIER
¿Qué diablos de doncella tengo de ver?
CAPACHO
Basta: ¡de ex il[l]is es!
GOBERNADOR
¡De ex il[l]is es; de ex il[l]is es!
JUAN
¡Dellos es, dellos el señor furrier; dellos es!
FURRIER
¡Soy de la mala puta que los parió; y, por Dios vivo, que si echo mano a la espada, que los haga salir por las ventanas, que no por la puerta!
CAPACHO
Basta: ¡de ex il[l]is es!
BENITO
Basta: ¡dellos es, pues no ve nada!
FURRIER
Canalla barretina: si otra vez me dicen que soy dellos, no les dejaré hueso sano.
BENITO
Nunca los confesos ni bastardos fueron valientes; y por eso no podemos dejar de decir: ¡dellos es, dellos es!
FURRIER
¡Cuerpo de Dios con los villanos! ¡Esperad!
...
[CHIRINOS]
El diablo ha sido la trompeta y la ven[i]da de los hombres de armas; parece que los llamaron con campanilla.
CHANFALLA
El suceso ha sido extraordinario; la virtud del retablo se queda en su punto, y mañana lo podemos mostrar al pueblo; y nosotros mismos podemos cantar el triunfo desta batalla, diciendo: ¡vivan Chirinos y Chanfalla!




Actualización más reciente: 26 Jun 2002

La Guarda Cuidadosa. Cervantes.












LA GUARDA CUIDADOSA

Miguel de Cervantes


Personajes


SOLDADO
 SACRISTÁN
CRISTINA
El AMO de Cristina
La ama de Cristina, ELLA
Dos MOZOS
ZAPATERO
GRAJALES, sacristán



SOLDADO
¿Qué me quieres, sombra vana?
SACRISTÁN
No soy sombra vana, sino cuerpo macizo.
SOLDADO
Pues, con todo eso, por la fuerza de mi desgracia, te conjuro que me digas quién eres, y qué es lo que buscas por esta calle.
SACRISTÁN
A eso te respondo, por la fuerza de mi dicha, que soy Lorenzo Pasillas, sotasacristán desta parroquia, y busco en es[t]a calle lo que hallo, y tú buscas y no hallas.
SOLDADO
¿Buscas por ventura a Cristinica, la fregona desta casa?
SACRISTÁN
Tu dixisti.
SOLDADO
Pues ven acá, sotasacristán de Satanás.
SACRISTÁN
Pues voy allá, caballo de Ginebra.
SOLDADO
Bueno: sota y caballo; no falta sino el rey para tomar las manos. Ven acá, digo otra vez, ¿y tú no sabes, Pasillas, que pasado te vea yo con un chuzo, que Cristinica es prenda mía?
SACRISTÁN
¿Y tú no sabes, pulpo vestido, que esa prenda la tengo yo rematada, que está por sus cabales y por mía?
SOLDADO
¡Vive Dios, que te dé mil cuchilladas, y que te haga la cabeza pedazos!
SACRISTÁN
Con las que le cuelgan desas calzas, y con los dese vestido, se podrá entretener, sin que se meta con los de mi cabeza.
SOLDADO
¿Has hablado alguna vez a Cristina?
SACRISTÁN
Cuando quiero.
SOLDADO
¿Qué dádivas le has hecho?
SACRISTÁN
Muchas.
SOLDADO
¿Cuántas y cuáles?
SACRISTÁN
Dile una destas cajas de carne de membrillo, muy grande, llena de cercenaduras de hostias blancas como la misma nieve, y de añadidura cuatro cabos de velas de cera, asimismo blancas como un armiño.
SOLDADO
¿Qué más le has dado?
SACRISTÁN
En un billete envueltos, cien mil deseos de servirla.
SOLDADO
Y ella, ¿cómo te ha correspondido?
SACRISTÁN
Con darme esperanzas propincuas de que ha de ser mi esposa.
SOLDADO
Luego, ¿no eres de epístola?
SACRISTÁN
Ni aun de completas. Motilón soy, y puedo casarme cada y cuando me viniere en voluntad; y presto lo veredes.
SOLDADO
Ven acá, motilón arrastrado; respóndeme a esto que preguntarte quiero. Si esta mochacha ha correspondido tan altamente, lo cual yo no creo, a la miseria de tus dádivas, ¿cómo corresponderá a la grandeza de las mías? Que el otro día le envié un billete amoroso, escrito por lo menos en un revés de un memorial que di a Su Majestad, significándole mis servicios y mis necesidades presentes (que no cae en mengua el soldado que dice que es pobre), el cual memorial salió decretado y remitido al limosnero mayor; y, sin atender a que sin duda alguna me podía valer cuatro o seis reales, con liberalidad increíble y con desenfado notable, escribí en el revés dél, como he dicho, mi billete; y sé que de mis manos pecadoras llegó a las suyas casi santas.
SACRISTÁN
¿Hasle enviado otra cosa?
SOLDADO
Suspiros, lágrimas, sollozos, parasismos, desmayos, con toda la caterva de las demonstraciones necesarias que para descubrir su pasión los buenos enamorados usan, y deben de usar en todo tiempo y sazón.
SACRISTÁN
¿Hasle dado alguna música concertada?
SOLDADO
La de mis lamentos y congojas, las de mis ansias y pesadumbres.
SACRISTÁN
Pues a mí me ha acontecido dársela con mis campanas a cada paso; y tanto, que tengo enfadada a toda la vecindad con el continuo ruido que con ellas hago, sólo por darle contento y porque sepa que estoy en la torre, ofreciéndome a su servicio; y, aunque haya de tocar a muerto, repico a vísperas solenes.
SOLDADO
En eso me llevas ventaja, porque no tengo qué tocar, ni cosa que lo valga.
SACRISTÁN
¿Y de qué manera ha correspondido Cristina a la infinidad de tantos servicios como le has hecho?
SOLDADO
Con no verme, con no hablarme, con maldecirme cuando me encuentra por la calle, con derramar sobre mí las lavazas cuando jabona y el agua de fregar cuando friega; y esto es cada día, porque todos los días estoy en esta calle y a su puerta; porque soy su guarda cuidadosa; soy, en fin, el perro del hortelano, &c. Yo no la gozo, ni ha de gozarla ninguno mientras yo viviere; por eso, váyase de aquí el señor sotasacristán; que, por haber tenido y tener respeto a las órdenes que tiene, no le tengo ya rompidos los cascos.
SACRISTÁN
A rompérmelos como están rotos esos vestidos, bien rotos estuvieran.
SOLDADO
El hábito no hace al monje; y tanta honra tiene un soldado roto por causa de la guerra, como la tiene un colegial con el manto hecho añicos, porque en él se muestra la antigüedad de sus estudios; y váyase, que haré lo que dicho tengo.
SACRISTÁN
¿Es porque me ve sin armas? Pues espérese aquí, señor guarda cuidadosa, y verá quién es Callejas.
SOLDADO
¿Qué puede ser un Pasillas?
SACRISTÁN
"¡Ahora lo veredes!", dijo Agrajes.
SOLDADO
¡Oh, mujeres, mujeres, todas, o las más, mudables y antojadizas! ¿Dejas, Cristina, a esta flor, a este jardín de la soldadesca, y acomódaste con el muladar de un sotasacristán, pudiendo acomodarte con un sacristán entero, y aun con un canónigo? Pero yo procuraré que te entre en mal provecho, si puedo, aguando tu gusto, con ojear desta calle y de tu puerta los que imaginare que por alguna vía pueden ser tus amantes; y así vendré a alcanzar nombre de la guarda cuidadosa.
MOZO [1]
Den, por Dios, para la lámpara del aceite de Señora Santa Lucía, que les guarde la vista de los ojos. ¡Ah de casa! ¿Dan la limosna?
SOLDADO
Hola, amigo Santa Lucía, venid acá. ¿Qué es lo que queréis en esa casa?
MOZO [1]
¿Ya vuesa merced no lo ve? Limosna para la lámpara del aceite de Señora Santa Lucía.
SOLDADO
¿Pedís para la lámpara o para el aceite de la lámpara? Que, como decís limosna para la lámpara del aceite, parece que la lámpara es del aceite, y no el aceite de la lámpara.
MOZO [1]
Ya todos entienden que pido para aceite de la lámpara, y no para la lámpara del aceite.
SOLDADO
¿Y suelenos dar limosna en esta casa?
MOZO [1]
Cada día dos maravedís.
SOLDADO
¿Y quién sale a dároslos?
MOZO [1]
Quien se halla más a mano; aunque las más veces sale una fregoncita que se llama Cristina, bonita como un oro.
SOLDADO
Así que ¿es la fregoncita bonita como un oro?
MOZO [1]
¡Y como unas pelras!
SOLDADO
¿De modo que no os parece mal a vos la muchacha?
MOZO [1]
Pues, aunque yo fuera hecho de leño, no pudiera parecerme mal.
SOLDADO
¿Cómo os llamáis? Que no querría volveros a llamar Santa Lucía.
MOZO [1]
Yo, señor, Andrés me llamo.
SOLDADO
Pues, señor Andrés, esté en lo que quiero decirle: tome este cuarto de a ocho, y haga cuenta que va pagado por cuatro días de la limosna que le dan en esta casa y suele recebir por mano de Cristina; y váyase con Dios, y séale aviso que por cuatro días no vuelva a llegar a esta puerta ni por lumbre, que le romperé las costillas a coces.
MOZO [1]
Ni aun volveré en este mes, si es que me acuerdo. No tome vuesa merced pesadumbre, que ya me voy.
SOLDADO
¡No, sino dormíos, guarda cuidadosa!
[MOZO 2]
¿Compran tranzaderas, randas de Flandes, holanda, cambray, hilo portugués?
CRISTINA
Hola, Manuel: ¿traéis vivos para unas camisas?
[MOZO 2]
Sí traigo, y muy buenos.
CRISTINA
Pues entra, que mi señora los ha menester.
SOLDADO
¡Oh estrella de mi perdición, antes que norte de mi esperanza! Tranzaderas, o como os llamáis, ¿conocéis aquella doncella que os llamó desde la ventana?
[MOZO 2]
Sí conozco; pero, ¿por qué me lo pregunta vuesa merced?
SOLDADO
¿No tiene muy buen rostro y muy buena gracia?
[MOZO 2]
A mí así me lo parece.
SOLDADO
Pues también me parece a mí que no entre dentro desa casa; si no, ¡por Dios, [que he] de molelle los huesos, sin dejarle ninguno sano!
[MOZO 2]
Pues, ¿no puedo yo entrar adonde me llaman para comprar mi mercadería?
SOLDADO
¡Vaya, no me replique, que haré lo que digo, y luego!
[MOZO 2]
¡Terrible caso! Pasito, señor soldado, que ya me voy.
CRISTINA
¿No entras, Manuel?
SOLDADO
Ya se fue Manuel, señora la de los vivos, y aun señora la de los muertos, porque a muertos y a vivos tienes debajo de tu mando y señorío.
CRISTINA
¡Jesús, y qué enfadoso animal! ¿Qué quieres en esta calle y en esta puerta?
SOLDADO
Encubrióse y púsose mi sol detrás de las nubes.
Zapatero y Soldado
SOLDADO
Señor bueno, ¿busca vuesa merced algo en esta casa?
ZAPATERO
Sí busco.
SOLDADO
¿Y a quién, si fuere posible saberlo?
ZAPATERO
¿Por qué no? Busco a una fregona que está en esta casa, para darle estas chinelas que me mandó hacer.
SOLDADO
¿De manera que vuesa merced es su zapatero?
ZAPATERO
Muchas veces la he calzado.
SOLDADO
¿Y hale de calzar ahora estas chinelas?
ZAPATERO
No será menester; si fueran zapatillos de hombre, como ella los suele traer, sí calzara.
SOLDADO
¿Y éstas, están pagadas, o no?
ZAPATERO
No están pagadas; que ella me las ha de pagar agora.
SOLDADO
¿No me haría vuesa merced una merced, que sería para mí muy grande, y es que me fiase estas chinelas, dándole yo prendas que lo valiesen, hasta desde aquí a dos días, que espero tener dineros en abundancia?
ZAPATERO
Sí haré, por cierto: venga la prenda, que, como soy pobre oficial, no puedo fiar a nadie.
SOLDADO
Yo le daré a vuesa merced un mondadientes, que le estimo en mucho, y no le dejaré por un escudo. ¿Dónde tiene vuesa merced la tienda, para que vaya a quitarle?
ZAPATERO
En la calle Mayor, en un poste de aquellos, y llámome Juan Juncos.
SOLDADO
Pues, señor Juan Juncos, el mondadientes es éste, y estímele vuesa merced en mucho, porque es mío.
ZAPATERO
Pues, ¿una biznaga, que apenas vale dos maravedís, quiere vuesa merced que estime en mucho?
SOLDADO
¡Oh, pecador de mí! No la doy yo sino para recuerdo de mí mismo; porque, cuando vaya a echar mano a la faldriquera y no halle la biznaga, me venga a la memoria que la tiene vuesa merced y vaya luego a quitalla; sí, a fe de soldado, que no la doy por otra cosa; pero, si no está contento con ella, añadiré esta banda y este antojo; que al buen pagador no le duelen prendas.
ZAPATERO
Aunque zapatero, no soy tan descortés que tengo de despojar a vuesa merced de sus joyas y preseas; vuesa merced se quede con ellas, que yo me quedaré con mis chinelas, que es lo que me está más a cuento.
SOLDADO
¿Cuántos puntos tienen?
ZAPATERO
Cinco escasos.
SOLDADO
Más escaso soy yo, chinelas de mis entrañas, pues no tengo seis reales para pagaros; ¡chinelas de mis entrañas! Escuche vuesa merced, señor zapatero, que quiero glosar aquí de repente este verso, que me ha salido medido: Chinelas de mis entrañas.
ZAPATERO
¿Es poeta vuesa merced?
SOLDADO
Famoso, y agora lo verá; estéme atento. "Chinelas de mis entrañas, glosa." Es Amor tan gran tirano, que, olvidado de la fe que le guardo siempre en vano, hoy, con la funda de un pie, da a mi esperanza de mano. Éstas son vuestras hazañas, fundas pequeñas y hurañas; que ya mi alma imagina que sois, por ser de Cristina, chinelas de mis entrañas.
ZAPATERO
A mí poco se me entiende de trovas; pero éstas me han sonado tan bien, que me parecen de Lope, como lo son todas las cosas que son o parecen buenas.
SOLDADO
Pues, señor, ya que no lleva remedio de fiarme estas chinelas, que no fuera mucho, y más sobre tan "dulces prendas, por mi mal halladas," llévelo, a lo menos, de que vuesa merced me las guarde hasta desde aquí a dos días, que yo vaya por ellas; y por ahora, digo, por esta vez, el señor zapatero no ha de ver ni hablar a Cristina.
ZAPATERO
Yo haré lo que me manda el señor soldado, porque se me trasluce de qué pies cojea, que son dos: el de la necesidad y el de los celos.
SOLDADO
Ése no es ingenio de zapatero, sino de colegial trilingüe.
ZAPATERO
¡Oh, celos, celos, cuán mejor os llamaran duelos, duelos!
SOLDADO
No, sino no seáis guarda, y guarda cuidadosa, y veréis cómo se os entra[n] mosquitos en la cueva donde está el licor de vuestro contento. Pero, ¿qué voz es ésta? Sin duda es la de mi Cristina, que se desenfada cantando, cuando barre o friega.
Sacristán de mi vida, tenme por tuya, y, fiado en mi fe, canta alleluya.
SOLDADO
¡Oídos que tal oyen! Sin duda e[l] sacristán debe de ser el brinco de su alma. ¡Oh platera, la más limpia que tiene, tuvo o tendrá el calendario de las fregonas! ¿Por qué, así como limpias esa loza talaveril que traes entre las manos, y la vuelves en bruñida y tersa plata, no limpias esa alma de pensamientos bajos y sotasacristaniles?
AMO
Galán, ¿qué quiere o qué busca a esta puerta?
SOLDADO
Quiero más de lo que sería bueno, y busco lo que no hallo; pero, ¿quién es vuesa merced que me lo pregunta?
AMO
Soy el dueño desta casa.
SOLDADO
¿El amo de Cristinica?
AMO
El mismo.
SOLDADO
Pues lléguese vuesa merced a esta parte, y tome este envoltorio de papeles; y advierta que ahí dentro van las informaciones de mis servicios, con veinte y dos fees de veinte y dos generales, debajo de cuyos estandartes he servido, amén de otras treinta y cuatro de otros tantos maestres de campo, que se han dignado de honrarme con ellas.
AMO
Pues no ha habido, a lo que yo alcanzo, tantos generales ni maestres de campo de infantería española de cien años a esta parte.
SOLDADO
Vuesa merced es hombre pacífico, y no está obligado a entendérsele mucho de las cosas de la guerra; pase los ojos por esos papeles, y verá en ellos, unos sobre otros, todos los generales y maestres de campo que he dicho.
AMO
Yo los doy por pasados y vistos; pero, ¿de qué sirve darme cuenta desto?
SOLDADO
De que hallará vuesa merced por ellos ser posible ser verdad una que agora diré, y es que estoy consultado en uno de tres castillos y plazas, que están vacas en el reino de Nápoles; conviene a saber: Gaeta, Barleta y Rijobes.
AMO
Hasta agora, ninguna cosa me importa a mí estas relaciones que vuesa merced me da.
SOLDADO
Pues, yo sé que le han de importar, siendo Dios servido.
AMO
¿En qué manera?
SOLDADO
En que, por fuerza, si no se cae el cielo, tengo de salir proveído en una destas plazas, y quiero casarme agora con Cristinica; y, siendo yo su marido, puede vuesa merced hacer de mi persona y de mi mucha hacienda como de cosa propria; que no tengo de mostrarme desagradecido a la crianza que vuesa merced ha hecho a mi querida y amada consorte.
AMO
Vuesa merced lo ha de los cascos más que de otra parte.
SOLDADO
Pues, ¿sabe cuánto le va, señor dulce? Que me la ha de entregar luego luego, o no ha de atravesar los umbrales de su casa.
AMO
¿Hay tal disparate? ¿Y quién ha de ser bastante para quitarme que no entre en mi casa?
SACRISTÁN
¡Ea, amigo Grajales, que éste es el turbador de mi sosiego!
GRAJALES
No me pesa sino que traigo las armas endebles y algo tiernas; que ya le hubiera despachado al otro mundo a toda diligencia.
AMO
¡Ténganse, gentiles hombres! ¿Qué desmán y qué acecinamiento es éste?
SOLDADO
¡Ladrones! ¿A traición y en cuadrilla? Sacristanes falsos, voto a tal que os tengo de horadar, aunque tengáis más órdenes que un ceremonial. Cobarde, ¿a mí con rabo de zorra? ¿Es notarme de borracho, o piensas que estás quitando el polvo a alguna imagen de bulto?
GRAJALES
No pienso sino que estoy ojeando los mosquitos de una tinaja de vino.
CRISTINA
¡Señora, señora, que matan a mi señor! Más de dos mil espadas están sobre él, que relumbran que me quitan la vista.
ELLA
Dices verdad, hija mía; ¡Dios sea con él! ¡Santa Úrsola, con las once mil vírgines, sea en su guarda! Ven, Cristina, y bajemos a socorrerle como mejor pudiéremos.
AMO
Por vida de vuesas mercedes, caballeros, que se tengan, y miren que no es bien usar de superchería con nadie.
SOLDADO
¡Tente, rabo, y tente, tapadorcillo; no acabéis de despertar mi cólera, que, si la acabo de despertar, os mataré, y os comeré, y os arrojaré por la puerta falsa dos leguas más allá del infierno!
AMO
¡Ténganse, digo; si no, por Dios que me descomponga de modo que pese a alguno!
SOLDADO
Por mí, tenido soy; que te tengo respeto, por la imagen que tienes en tu casa.
SACRISTÁN
Pues, aunque esa imagen haga milagros, no os ha de valer esta vez.
SOLDADO
¿Han visto la desvergüenza deste bellaco, que me viene a hacer cocos con un rabo de zorra, no habiéndome espantado ni atemorizado tiros mayores que el de Dio, que está en Lisboa?
ELLA
¡Ay, marido mío! ¿Estáis, por desgracia, herido, bien de mi alma?
CRISTINA
¡Ay desdichada de mí! Por el siglo de mi padre, que son los de la pendencia mi sacristán y mi soldado.
SOLDADO
Aun bien que voy a la parte con el sacristán; que también dijo: "mi soldado".
AMO
No estoy herido, señora, pero sabed que toda esta pendencia es por Cristinica.
ELLA
¿Cómo por Cristinica?
AMO
A lo que yo entiendo, estos galanes andan celosos por ella.
ELLA
Y ¿es esto verdad, muchacha?
CRISTINA
Sí, señora.
ELLA
¡Mirad con qué poca vergüenza lo dices! Y ¿hate deshonrado alguno dellos?
CRISTINA
Sí, señora.
ELLA
¿Cuál?
CRISTINA
El sacristán me deshonró el otro día, cuando fui al Rastro.
ELLA
¿Cuántas veces os he dicho yo, señor, que no saliese esta muchacha fuera de casa; que ya era grande, y no convenía apartarla de nuestra vista? ¿Qué dirá ahora su padre, que nos la entregó limpia de polvo y de paja? Y ¿dónde te llevó, traidora, para deshonrarte?
CRISTINA
A ninguna parte, sino allí, en mitad de la calle.
ELLA
¿Cómo en mitad de la calle?
CRISTINA
Allí, en mitad de la calle de Toledo, a vista de Dios y de todo el mundo, me llamó de sucia y de deshonesta, de poca vergüenza y menos miramiento, y otros muchos baldones deste jaez; y todo por estar celoso de aquel soldado.
AMO
Luego, ¿no ha pasado otra cosa entre ti ni él, sino esa deshonra que en la calle te hizo?
CRISTINA
No, por cierto, porque luego se le pasa la cólera.
ELLA
El alma se me ha vuelto al cuerpo, que le tenía ya casi desamparado.
CRISTINA
Y más, que todo cuanto me dijo fue confiado en esta cédula que me ha dado de ser mi esposo, que la tengo guardada como oro en paño.
AMO
Muestra, veamos.
ELLA
Leedla alto, marido.
AMO
Así dice: "Digo yo, Lorenzo Pasillas, sotasacristán desta parroquia, que quiero bien, y muy bien, a la señora Cristina de Parraces; y en fee desta verdad, le di ésta, firmada de mi nombre, fecha en Madrid, en el cimenterio de San Andrés, a seis de mayo deste presente año de mil y seiscientos y once. Testigos: mi corazón, mi entendimiento, mi voluntad y mi memoria. Lorenzo Pasillas." ¡Gentil manera de cédula de matrimonio!
SACRISTÁN
Debajo de decir que la quiero bien, se incluye todo aquello que ella quisiere que yo haga por ella; porque, quien da la voluntad, lo da todo.
AMO
Luego, si ella quisiese, ¿bien os casaríades con ella?
SACRISTÁN
De bonísima gana, aunque perdiese la espectativa de tres mil maravedís de renta que ha de fundar agora sobre mi cabeza una agüela mía, según me han escrito de mi tierra.
SOLDADO
Si voluntades se toman en cuenta, treinta y nueve días hace hoy que, al entrar de la Puente Segoviana, di yo a Cristina la mía, con todos los anejos a mis tres potencias; y, si ella quisiere ser mi esposa, algo irá a decir de ser castellano de un famoso castillo, a un sacristán no entero, sino medio, y aun de la mitad le debe de faltar algo.
AMO
¿Tienes deseo de casarte, Cristinica?
CRISTINA
Sí tengo.
AMO
Pues escoge, destos dos que se te ofrecen, el que más te agradare.
CRISTINA
Tengo vergüenza.
ELLA
No la tengas; porque el comer y el casar ha de ser a gusto proprio, y no a voluntad ajena.
CRISTINA
Vuesas mercedes, que me han criado, me darán marido como me convenga; aunque todavía quisiera escoger.
SOLDADO
Niña, échame el ojo; mira mi garbo; soldado soy, castellano pienso ser; brío tengo de corazón; soy el más galán hombre del mundo; y, por el hilo deste vestidillo, podrás sacar el ovillo de mi gentileza.
SACRISTÁN
Cristina, yo soy músico, aunque de campanas; para adornar una tumba y colgar una iglesia para fiestas solenes, ningún sacristán me puede llevar ventaja; y estos oficios bien los puedo ejercitar casado, y ganar de comer como un príncipe.
AMO
Ahora bien, muchacha, escoge de los dos el que te agrada; que yo gusto dello, y con esto pondrás paz entre dos tan fuertes competidores.
SOLDADO
Yo me allano.
SACRISTÁN
Y yo me rindo.
CRISTINA
Pues escojo al sacristán.
AMO
Pues llamen esos oficiales de mi vecino el barbero, para que con sus guitarras y voces nos entremos a celebrar el desposorio, cantando y bailando; y el señor soldado será mi convidado.
SOLDADO
Acepto: "Que, donde hay fuerza de hecho, se pierde cualquier derecho." MÚSICO Pues hemos llegado a tiempo, éste será el estribillo de nuestra letra.
[SOLDADO]
Siempre escogen las mujeres aquello que vale menos, porque excede su mal gusto a cualquier merecimiento. Ya no se estima el valor, porque se estima el dinero, pues un sacristán prefieren a un roto soldado lego. Mas no es mucho, que ¿quién vio que fue su voto tan necio, que a sagrado se acogiese, que es de delincuentes puerto? "Que a donde hay fuerza, [se pierde cualquier derecho]."
[SACRISTÁN]
Como es proprio de un soldado, que es sólo en los años viejo, y se halla sin un cuarto porque ha dejado su tercio, imaginar que ser puede pretendiente de Gaiferos, conquistando por lo bravo lo que yo por manso adquiero, no me afrentan tus razones, pues has perdido en el juego; que siempre un picado tiene licencia para hacer fieros. Que a donde, hay fuerza, [se pierde cualquier derecho]."
Fin