8/5/09

LOS REPTILES DE LA CIUDAD, HUGO ARTURO MARTÍNEZ VEGA, NUEVA VERSIÓN

LOS REPTILES DE LA CIUDAD
ARTURO VEGA



























LOS REPTILES DE LA CIUDAD

HUGO ARTURO MARTÍNEZ VEGA

Actor del grupo Odissea Teatro bajo la dirección del Mtro. Leopoldo Ibarra desde hace más de 10 años
Ha participado en más de 10 montajes entre los que destacan: “Águila o Sol” de Sabina Berman, “La Feria” de Leopoldo Ibarra ( Beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes), “La Farra” de Rodolfo Santana, “La Insurgenteada” y “Los 3 Reyes Vagos” de Hugo Fragozzo, “A lo mejor todavía” de Daniel González Dueñas, “Pasos en el Desierto” de María Meléndez, (Beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Arte Proyecto ganador. Programa Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico 2005. Categoría / Jóvenes Creadores), “Monólogos” de Tomás Urtusuástegui, además de haber trabajado teatro de títeres con las adaptaciones de los cuentos “Cuento de Junio” de Susana Mendoza y “Pirrimplín en la Luna” de Ermilio Abreu Gómez. Ha tomado cursos de actuación con Gerardo Trejo Luna con el taller llamado “El movimiento, síntesis de la expresión escénica” (2003), taller de actuación impartido por Mtra. Luisa Huertas (2006), “Teatro testimonial” impartido por el Mtro. Hugo Hiriart y Germán Jaramillo (2006), “Verso clásico español” impartido por Mtro. Vicente Fuentes (2006), taller de actuación impartido por Mtro. Raúl Sermeño (2006), “La máscara, herramienta en la formación de actores” impartido por la Mtra. Alicia Martínez Álvarez (2007) y el taller “Impulso, presencia y energía” impartido por la Mtra. Eugenia Vargas (2009).
Finalista en el Concurso Estatal de Cuento dentro de la Semana Científica y Cultural VIBA 2001 con el cuento: “Monstruo de Concreto”.
Participación en el Festival de la Lectura León 2006 con la obra “Los Reptiles de la Ciudad” presentándose como Teatro en Atril a cargo del grupo Odissea Teatro bajo la dirección del Mtro. Leopoldo Ibarra.
Ganador del Segundo lugar del concurso de Cuento Corto dentro del Sexto Concurso de los Juegos Florales del III Milenio, organizado por el Patronato de la Feria Estatal de León Guanajuato 2007 con el cuento: “El Muerto”.
Adaptación del cuento “El Mago de Oz” para el espectáculo infantil itinerante llamado: “Érase una vez… un cuento” dentro del la Feria Nacional del Libro León 2007 (FeNaL07)
Ha participado en el concurso de dramaturgia en Mexicali, Baja California; México en el año 2005 y en el concurso de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo Castillo 2006 con “Los reptiles de la Ciudad” y “Crímenes de mi pueblo” respectivamente.
Los montajes teatrales en los que ha participado han sido parte de distintos festivales, concursos y encuentros de teatro, dentro y fuera del Estado de Guanajuato entre los que destacan: Festival Vive la Magia, Encuentro de Teatro Leones, Programa Escena Activa, Encuentro Nacional de Teatro en Ciudad del Carmen, Campeche, Festival de Teatro Al Trote en Aguascalientes, Feria Nacional del Libro León, Gto; entre otros.
Dirige la puesta en escena “Gritos de Justicia”; adaptación de la obra del Mtro. Leopoldo Ibarra.
Es maestro del taller de teatro y director de la compañía infantil de teatro en la Casa de Cultura de San Francisco del Rincón; Gto. Maestro del taller de teatro de la Preparatoria Regional del Rincón en San Francisco del Rincón; Gto.



LOS REPTILES DE LA CIUDAD
por Hugo Arturo Martínez Vega


PERSONAJES
Lucero………… Una joven prostituta.
Samuel……….. Un asesino.
Benjamín……… Un jubilado divorciado.
Vagabundo 1
Vagabundo 2

Época: Actual.
Lugar: Un viejo edificio en una zona marginada de una ciudad.

En el escenario se encuentran tres cubos lo bastante altos como para que los actores puedan subir a ellos sólo por escaleras. Estos cubos representan los departamentos donde viven los personajes. Los cubos están a distintos niveles. No hay ventanas, no hay puertas. También se encuentran algunos tambos o barriles en distintas partes del escenario. Los cubos estarán pintados a un color, de acuerdo con la psicología del personaje. El trabajo de mesa del director con los actores determinará los colores.

En uno de los cubos se encuentra una vieja tina de aluminio, donde pueda caber una persona y una maleta. Éstas son las únicas pertenencias de Lucero. Ella es una joven prostituta que regresa a la ciudad después de varios años de estar vagando.
En otro de los cubos, un catre. Debajo de éste otra maleta. Éstas son las únicas pertenencias de Samuel. Él huye de la policía después de haber asesinado a su esposa y a sus hijos.

Y en el último cubo hay una colchoneta bajo una mesa; sobre ésta una máquina de escribir. Lo único que le queda a Benjamín después de haberse divorciado de su esposa.



ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
Las cinco de la mañana.

Una luz ilumina el cubo donde está Lucero. Ella duerme dentro de la tina junto con su maleta. Poco después esta iluminación se apaga para dar principio a otra que ilumina el cubo donde se encuentra Benjamín; él también duerme, pero bajo la mesa, sobre la colchoneta.

La máquina de escribir está sobre la mesa junto con algunas hojas, lápices y plumas. De nueva cuenta la iluminación se apaga para dar comienzo a otra luz; ésta ilumina el cubo donde está Samuel. Él duerme en su catre. Se apaga la iluminación.

Después al mismo tiempo cada luz ilumina los cubos. Una melodía se deja escuchar, mientras entra el Vagabundo 1. Lleva consigo un costal lleno de cartón y latas de aluminio, una bolsa donde guarda periódicos y otras baratijas. Busca dentro de los barriles latas de aluminio o comida. Rodea los cubos buscando lo que sea.

El Vagabundo 2 entra silbando. También lleva consigo unos costales llenos de cartón y de latas de aluminio, además de unas cajas donde lleva otras cosas. Busca dentro de uno de los barriles donde el Vagabundo 1 no se detuvo a buscar. El Vagabundo 2 encuentra algunos cartones y ropa vieja. El Vagabundo 1 se da cuenta de lo que encontró y rápidamente corre hasta donde está el Vagabundo 2 para pelearse por la ropa.

VAGABUNDO 2: ¡Yo la vi primero, cabrón!

Forcejean tratando de quedarse con la ropa, pero el vagabundo 2 cae y de paso tumba el barril; éste produce un ruido que despierta a Benjamín.

BENJAMÍN: ¡Me lleva la…! ¡Dejen dormir, bola de mugrosos!

Mientras tanto, el Vagabundo 1 guarda rápidamente la ropa y sale corriendo con sus cosas. El Vagabundo tirado en el piso se queja por el golpe que se ha dado en la espalda.

VAGABUNDO 2: ¡Donde te encuentre te voy a partir tu madre!

Lentamente se levanta y recoge sus cosas. Se escucha que canta un gallo de una manera bastante desagradable.

VAGABUNDO 2: Deberían matar a ese pobre gallo… ¡Ya levántense, bola de locos o se les pasa el tren! (Ríe)

BENJAMÍN: ¡Ya cállate, mugroso infeliz!

El vagabundo le mienta la madre con un chiflido y sale riendo.

BENJAMÍN: A esta pinche gente la deberían de matar. Son un estorbo. Todos los días es lo mismo. ¡Carajo!

La iluminación se apaga lentamente.


ESCENA SEGUNDA
Las diez de la mañana.

Luz sobre los cubos. Una voz en off se escucha desde lo lejos decir:

VOZ OFF: ¡Se afilan cuchillos, tijeras, navajas!

Después del texto se escucha el silbido que caracteriza al afilador de cuchillos.

Los personajes comienzan a despertarse. Se estiran y bostezan. Lucero sale de la tina y se estira quejándose por la incomodidad de dormir ahí. Benjamín también se estira y después trata de levantarse, pero se golpea con la mesa, vocifera y luego sale cuidando de no volver a golpearse. Ahora con mayor libertad se estira. El único que no despierta es Samuel, que sólo se mueve de un lado a otro.

Lucero saca de la tina la maleta y la abraza. Deja la maleta a un lado de la tina. Benjamín saca de uno de los bolsillos de su pantalón un trozo de pan envuelto en papel, se sienta y se lo come. Lucero baja por las escaleras y hace mutis. Benjamín mira unas hojas que tienen escrito lo que él cree que es su obra maestra; mientras lee hace una serie de gestos que denotan satisfacción y poco a poco molestia y coraje. Termina por romperlas y arrojarlas por los aires; vocifera, se levanta y baja por las escaleras; hace mutis. Samuel comienza a moverse con dolor; una pesadilla lo atormenta.

SAMUEL: Aléjense, déjenme en paz… yo no tengo nada suyo, cabrones… no me toquen que me queman… no me toquen que me queman… ¡me queman!

Se revuelca en la cama y da manotazos al aire.

SAMUEL: Hijos… no se me acerquen…. No, no… el diablo, el valiente, el borracho… la dama… la dama… la muerte…hijos, no se me acerquen que me queman, no, no, ¡no!

Despierta con un grito. Mira a su alrededor como buscando algo.

SAMUEL: (Respira con dificultad. Tose.) Era un sueño, Samuel. Un sueño. Un mal sueño, como el de la otra vez. (Pausa) Se han vuelto un mal despertador que duele oír. Pero no me van a encontrar, ni ellos ni nadie. Voy a romper el despertador. ¿Qué hora es? Hoy es miércoles de ceniza. ¿Cenizas? ¡No! Yo ya no creo en eso. Ya se me olvido el Padre Nuestro, ¿cómo va? Padre Nuestro que estás… tengo hambre.

Busca debajo de su cama la maleta, la toma y busca dentro de ella.

SAMUEL: (Saca una chamarra y se la pone) Danos hoy el pan nuestro de cada día…

Baja por las escaleras continuando con la oración y hace mutis. Al mismo tiempo entra Lucero, pero sin encontrarse con Samuel. Ella lleva una cubeta llena de agua, sube por las escaleras con dificultad y después vacía el agua en la tina, se desnuda y entra en la tina. Lava su cuerpo y moja su cabello. Canta una canción y disfruta del baño. Una melodía crea una atmósfera de tranquilidad. Mientras canta se vuelve a escuchar al afilador de cuchillos.

VOZ EN OFF: ¡Se afilan cuchillos, tijeras, navajas!

Lucero escucha y repite lo mismo, pero cantándolo.

LUCERO: Se afilan cuchillos, tijeras, navajas. Cuchillos nuevos, tijeras grandes, navajas brillantes. (Silba como lo hace el afilador de cuchillos) Afila su cuchillo el valiente para retar a la muerte, la muerte ríe como siempre y afila su guadaña brillante. Gritos, dolor y sangre… el valiente muere y la flaca limpia su guadaña que no es de aire.

Entra Benjamín con un vaso, sube las escaleras y se sienta en la silla. Pensativo, contempla la máquina de escribir. Prepara algunas hojas en blanco en la máquina y se dispone a escribir, cuando de pronto Lucero empieza a repetir lo que cantó antes, pero gritándolo.

BENJAMÍN: (Se sobresalta) ¡Me lleva la…! ¡Callen a esa vieja loca! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Todos los días es lo mismo con esa maldita mujer, todas son iguales, como mi esposa. ¡Chingao!

Enfurecido, baja del cubo y se dirige hacia el cubo donde está Lucero.

BENJAMÍN: ¿¡Por qué no te callas de una buena vez, maldita loca, y me dejas trabajar en paz!?

Lucero continúa gritando.

BENJAMÍN: ¿¡Que no escuchas, caraja vieja del demonio!?

LUCERO: (Deja de cantar) ¿Quién será el loco que grita así?

BENJAMÍN: ¡Salga, hija de la fregada!

Lucero sale de la tina y se asoma.

BENJAMÍN: (Mirando a otro lado) De veras que con esta gente no se puede vivir en paz. Lo mejor es que me largue de aquí antes de que me vuelvan loco a mí también…

Voltea para seguir gritando y ve a Lucero desnuda, se queda boquiabierto.

LUCERO: Con que usted es el loco que grita.

BENJAMÍN: Yo… señorita…

LUCERO: ¿Qué se le ofrece, señor? ¿Por qué me mira usted así?

BENJAMÍN: (Bajo) Es tan hermosa… aparte de loca… indecente.

Lucero se percata de que está desnuda, grita y corre a ponerse la ropa.

BENJAMÍN: ¡A qué mundo me has arrojado, Señor! ¿Por qué un artista tiene que tolerar semejantes locuras? Me has mandado a un lugar que no sé qué lugar es… que sea tu voluntad la que me lleve por el sesgo de la sapiencia, como Virgilio llevó por los caminos inimaginables a Dante.

Lucero se vuelve a asomar.

LUCERO: ¡Viejo loco! ¡Chingue a su madre, pervertido!

BENJAMÍN: Es usted una exhibicionista, inmoral y… grosera. ¿Dónde está su padre para que corrija su conducta desordenada?

LUCERO: Váyase o le grito a los policías…

BENJAMÍN: Eso es lo mismo que pienso yo, la autoridad debe poner un alto a esta inmoralidad arrolladora.

LUCERO: ¡No mame, pinche viejo!

Lucero llena la cubeta de agua y se la arroja a Benjamín.

BENJAMÍN: ¡Me lleva la….!

Lucero ríe.

BENJAMÍN: Pero esto no se va a quedar así, ¿me escuchó loca inmunda?

Benjamín vuelve a su cubo. La iluminación anterior se apaga para que un cenital ilumine solamente a Benjamín. Se quita la ropa y se queda en calzoncillos. Su rostro aún refleja asombro y sorpresa. Poco a poco comienza una transición gestual de lujuria y perversión. Una sutil melodía entra para dar inicio a una transición emotiva y corporal. El cuerpo de Benjamín empieza a moverse como si estuviera siendo manejado por hilos; la actitud debe ser la de un títere manipulado por el deseo y la lujuria; su expresión corporal debe crear una coreografía erótica en un estilo surrealista y finaliza cuando sus manos llegan a la zona de la pelvis; deslizándose hasta la zona genital (la imagen de una masturbación debe quedar en el espectador, en ningún momento el actor crea la acción de llevarla a cabo); la iluminación se apaga justo cuando Benjamín se lleva las manos a los genitales.


ESCENA TERCERA
Medio día.

Luz. Samuel entra enfadado y hablando solo. En el escenario se encuentra el Vagabundo 1 buscando entre la basura. Samuel lo encuentra en el camino y trata de evitarlo. Se dirige hacia su cubo.

VAGABUNDO 1: Amigo, una moneda que me regales.

SAMUEL: No tengo dinero.

VAGABUNDO 1: Sí, si tienes. Regálame una moneda.

SAMUEL: No tengo dinero.

VAGABUNDO 1: Anda, amigo, se buen hermano y regálame una moneda. Tengo hambre y no he comido nada.

SAMUEL: Ya le dije que no tengo dinero, déjeme en paz.

VAGABUNDO 1: Te vas a ir al infierno por no ayudar al prójimo.

SAMUEL: ¿Y tú qué has hecho por mí?

VAGABUNDO 1: ¿Te parece poco lo que he hecho por ti? Hace mucho tiempo que deberías estar en la cárcel, amigo.

SAMUEL: ¡Quítese de mi camino, maldito pordiosero!

El Vagabundo lo detiene jalándolo de un brazo.

VAGABUNDO 1: Cómprame mi silencio, regálame una moneda.

SAMUEL: Pinche loco.

VAGABUNDO 1: Yo no le diré nada a nadie.

Samuel lo mira fijamente.

SAMUEL: ¿Qué sabes tú de mí?

VAGABUNDO 2: Todo y nada. Parece que huyes de alguien o de algo. Hay algo que te atormenta, que no te deja vivir en paz. ¿A poco no te has visto en un espejo? Mira la cara que traes, amigo. El diablo te persigue.

SAMUEL: ¿El diablo?

VAGABUNDO 1: El diablo. Yo he vivido mucho en las calles, sé lo que la gente trae encima, y tú traes al diablo y a la muerte abrazados al cuerpo.

SAMUEL: (Ríe nerviosamente) La calle le ha afectado mucho…

V 1: No más que a ti, amigo. Soy un vago, pero no un loco que habla solo con sus fantasmas.

SAMUEL: Yo no he hecho nada…

VAGABUNDO 1: No te estoy acusando, sólo cómprame mi silencio.

Samuel se pone nervioso y saca de sus bolsillos algunas monedas y se las arroja al piso. Se da media vuelta y se dirige a su cubo.

VAGABUNDO 1: Gracias amigo, eres un buen prójimo. Yo no vi nada. No sé nada.

Recoge las monedas.

VAGABUNDO 1: De veras que hay cada loco en esta ciudad…

Samuel lo mira desde lo alto de su cubo.

SAMUEL: Tal vez la policía ya sabe de mí. Tal vez ese pordiosero les ha contado algo, quizás ya todo el mundo lo sabe y buscan castigarme. No, Samuel, nadie te encontrará, ni a ellos ni a ti. Los guarde muy bien y jamás los encontrarán.

Cambio de luz.

SAMUEL: Los guardé muy bien. En un rinconcito del gran jardín están guardados. Yo no hice nada malo, hice lo que debía. (Transición.) La casa ya está sola, tanto que puede caber lo que sea. El aire puede caber en ella, el agua del mar, los juguetes de todos los niños del mundo; es como una gran arca, un gran barco de cera que naufraga…se ve claramente cómo el fuego lo derrite en el agua salada. En el agua salada están todos los secretos, los cabellos, las uñas mugrosas y los ojos pinchados. (Ríe bajo) Los ojos pinchados que ven cortinas rojas, pestañas secas y el iris que se vuelve burbuja. Yo los guardé y sólo yo… no, él no sabe nada. (Ríe) Los brazos bailaban a un compás de aire rojo. Azul, azul, azul, el mar no es azul. El mar no tiene color. (Ríe malévolamente.)

La iluminación se apaga.


ESCENA CUARTA
Doce y cuarenta y cinco de la tarde
Entra una melodía y al ritmo de ella comienza escucharse los golpes de las teclas de la máquina de escribir.

Luz tenue sobre Benjamín.

BENJAMÍN: “La bella mañana parecía tan insignificante ante la luz majestuosa que proyectaba su presencia.” (Se detiene.) No se escucha tan mal. (Continua.) “La primera vez que pude verla tan clara y fresca me recordó la aquella vez que dejé que el mar me mojara los pies. Sí, esa fue la sensación que recorrió todo mi cuerpo y sé que será difícil poderla olvidar. Su profundo mirar me recordó la bóveda de la catedral de mi pueblo, donde me pasaba horas enteras tratando de tocar a los ángeles y de escuchar la música de los querubines; daba vueltas y vueltas con la mirada a la gran bóveda azul. El vértigo, sus ojos. Su aliento a menta caminó por mi boca, reptaba como serpiente hasta llegar a la cima de mi nariz que, sin desprecio, dio la bienvenida a los recuerdos de los perfumes más gratos que tengo en la memoria. Lentamente caminó, dejando las huellas de sus pies mojados sobre el piso rojizo del patio; su cuerpo se me fue acercando, y parecía flotar y me dijo con una voz de viento: ‘Quítame la piel que traigo encima’. No supe qué decir, ni qué hacer. Mi cuerpo se me enderezó de un jalón y con el mismo jalón se hizo chiquito, mas con el asombro encima y toda ella en los ojos que ya no pude cerrar, di unos pasitos hacia atrás, pero sentí que el camino se terminaba cuando mis manos tocaron la…

En ese momento un grito desgarrador saca de su mundo a Benjamín. Entra una iluminación en todo el escenario. Los vagabundos tratan de robar a Lucero la tina donde se baña. Inmediatamente Benjamín baja del cubo para acudir en auxilio de Lucero.

BENJAMÍN: ¡Malditos pordioseros, déjenla en paz o se las verán conmigo!

VAGABUNDO 1: (Saca una navaja) ¿¡Tú y cuántos más!?

El Vagabundo 2 logra arrebatarle la tina a Lucero y sale corriendo.

LUCERO: ¡Desgraciado infeliz, regrésame mi tina!

VAGABUNDO 1: A ver, ¿no qué muy valiente?, ándale, pégale al mono. (Ríe)

Lucero se abalanza contra él, pero el Vagabundo logra producirle una herida en un brazo. Benjamín mantiene su distancia y el Vagabundo sale corriendo. Benjamín se acerca a ella y saca del bolsillo de su pantalón un pañuelo para cubrir la herida.

BENJAMÍN: Esos desgraciados ya me tienen harto…

LUCERO: (Mirándolo a los ojos) Estoy bien, no se preocupe por mi…

BENJAMÍN: Pero, ¿cómo quiere que no me preocupe si está herida?, y me imagino que sus señores padres…

LUCERO: No tengo.

BENJAMÍN: Bueno, ya somos dos huérfanos. Necesitaremos agua oxigenada.

LUCERO: No tengo.

BENJAMÍN: Bueno, ya somos dos. Venga conmigo, tal vez entre mis tiliches encuentre alguna gasa y alcohol…

LUCERO: De verás que no es necesario, sólo fue un rasguño…

BENJAMÍN: ¿Rasguño? Si el muy idiota estuvo a punto de rebanarle el brazo.

LUCERO: (Ríe coquetamente) Exagera, de veras no se preocupe…

BENJAMÍN: Pero, ¿es qué no se da cuenta que los hijos de puta le robaron su tina?

LUCERO: ¡Hijos de toda su…!

BENJAMÍN: Espere, que puede lastimarse. Permítame acompañarla hasta su casa, debe descansar…

LUCERO: ¿Descansar, ha dicho usted? (Ríe) Si los mendigos se llevaron todo lo que tenía, en esa tina me bañaba, me dormía y me sentaba a leer…

BENJAMÍN: ¿Todo eso hacía en esa tina?

LUCERO: Bueno, menos lo que usted está pensando, aquí adelante hay unas letrinas improvisadas…

BENJAMÍN: (Ríe con pena) Yo quería decir…

LUCERO: (Ríe) No se preocupe, en verdad…

BENJAMÍN: Me he portado con poca caballerosidad, qué vergüenza. Entonces, permítame llevarla a mi casa, ahí se sentirá mejor.

LUCERO: (Coquetamente) ¿No será una molestia?

BENJAMÍN: Para nada, es lo menos que puedo hacer; además, hace un rato me porté con usted de una manera intolerable.

LUCERO: Yo también fui bastante…

BENJAMÍN: Olvidémoslo.

Pausa. Se quedan mirando fijamente. Benjamín se ha quedado flechado ante la belleza de Lucero.

BENJAMÍN: Ni siquiera me he presentado. Soy Benjamín Guerrero.

LUCERO: Pues vaya que hoy se ha portado como todo un guerrero.

Los dos ríen sin dejarse de mirar.

LUCERO: Yo me llamo Lucero.

BENJAMÍN: ¿Lucero a secas?

LUCERO: No. Pero jamás me han gustado mis apellidos.

BENJAMÍN: Entiendo. Pero venga, acompáñeme, trataré de curar esa herida.

La toma del brazo sano y la lleva hasta el cubo.

LUCERO: ¿Es usted escritor?

BENJAMÍN: Este… pues sí. La verdad es que hace poco que me jubile y uno de mis sueños siempre fue escribir mis memorias.

LUCERO: Una persona jubilada no vive en un lugar tan abandonado por Dios.

BENJAMÍN: Es verdad. Buena observación, Lucero…

LUCERO: (Riendo) Perdón, no quise ser…

BENJAMÍN: ¡Oh, no, para nada! No he dicho nada de eso. Tiene toda la razón. Sabe, lo que pasa es que me divorcié y ¡caray!, mi mujer supo sacar provecho de la situación…

Benjamín comienza a buscar entre los papeles algo para curar el brazo herido.

LUCERO: Yo no dejaría escapar a un hombre como usted.

BENJAMÍN: Lo tomaré como un halago, gracias. Pero mi mujer…

LUCERO: Ex…

BENJAMÍN: Otra vez tienes toda la razón. Aún no logro acostumbrarme… mi ex mujer… no lo veía así. Decía que perdía mi tiempo.

LUCERO: A mí siempre se me ha hecho interesante conocer a personas como usted.

BENJAMÍN: ¿O sea que no soy el primero?

LUCERO: A menudo me los encuentro en el camino.

Benjamín por fin encuentra en su maleta algodón y una botellita de tequila.

BENJAMÍN: No es alcohol, pero tendré que improvisar.

LUCERO: Gracias, Benjamín. (Le sonríe)

BENJAMÍN: Esto te dolerá un poquito.

LUCERO: No importa, ya estoy acostumbrada al dolor.

La iluminación se va atenuando hasta llegar al oscuro.


ESCENA QUINTA
La una y treinta de la tarde.

Nueva iluminación. Samuel sentado en el catre. Juega con una baraja de lotería.

SAMUEL: El Valiente. La Dama. La Chalupa. (Pausa.) El agua está verdosa, muy verdosa y huele mal. (Revisa la baraja contando las cartas.) Aquí faltan cartas, no están la Muerte ni el Gallo… ¿Alguno de ustedes ha estado jugando con mi baraja? ¡Estoy hasta la madre de que se metan con mis cosas!... ¡Contesten, escuincles malcriados!

Se escuchan de fondo las risas traviesas de unos niños.

SAMUEL: ¡Los estoy escuchando muy bien, desgraciados! Algún día los tendré de vuelta y los volveré a jugar a la suerte… (Ríe.) Van a perder, sí, y van a llorar como la última vez. Sé que se acuerdan muy bien de aquella tarde cuando se les quebraron los huesos, rechinaban como si estuvieran oxidados. (Ríe.) Sigan riendo, cabroncitos, pero de ésta no se salvan. (Ríe a carcajadas.). Ustedes se esfumaron, pero aún los escucho que andan rondando entre mis cosas, como duendecillos… (Ríe maliciosamente.)

Se escuchan de nuevo las risas de los niños.

SAMUEL: ¡El Diablo!

Ahora se escucha que los niños sollozan.

SAMUEL: Si en la baraja estuviera el Coco sería tan ridículo. ¡Pero está el Diablo que viene por estas dos cabritas tiernas y pequeñas!

Los sollozos poco a poco se van haciendo más fuertes. Pausa corta. Se escucha ahora que corren de prisa.

SAMUEL: ¡No se escondan, cabritas tiernas! ¡El Valiente! El Valiente les salvará la vida porque tiene en su mano la navaja que brilla como la luna. ¡No corran! Yo soy más veloz que las cabritas pequeñas. (Ríe frenéticamente. Transición: Hablándole a la carta). Es que la tarde era azul, como el cielo… luego se puso colorada colorada como si estuviera enojada con todos los que andan de un lado para otro sin rumbo, como yo. Yo no gritaba porque eso no me lo ensañaron en la escuela, pero ellos todo el día jugaban con mis cosas y eso sí que no está bien.

Se escuchan que los niños sollozan quedamente.

SAMUEL: ¡Cállense, con una chingada!

Cambio de iluminación.

SAMUEL: Pa´pronto que el calor se les subió al cuerpo y es que en estas temporadas así nos castiga el sol, como si le hubiéramos hecho algo que no le gusta… ellos lo hacían enojar todos los días con sus juegos prohibidos… y la baraja que siempre estaba regada por todas partes… y ella que nunca estaba donde debería estar.

El llorar de los niños se vuelve más fuerte. Se escucha poco a poco que se rompe madera; este sonido se vuelve constante hasta el final del texto de Samuel.

SAMUEL: Ya no lloren… ya no lloren así porque se me revuelven los recuerdos en los ojos, en las manos y luego ya no me puedo dormir, luego ya no puedo jugar como cuando era como ustedes… a la rayuela, a la matatena, al balero, a las escondidas… a la lotería. ¡¡O se callan o les arranco la lengua!!

Las risas, los sollozos y lloriqueos de los niños se van mezclando con el sonido de la madera que se rompe. La mezcla de estos sonidos va llegando a un clímax y a unos tonos muy graves.

SAMUEL: ¡La Muerte! ¡Ustedes vieron al sol y yo me reí junto con ustedes! ¿Qué ya no se acuerdan de cuando fuimos al mar y las conchas nos cortaban las plantas de los pies? ¿Por qué lloran si éramos felices en el jardín? ¿Qué no querían quedarse allí junto con sus juguetes?

Samuel se lleva las manos a su cabeza.

SAMUEL: ¡Ya no se escondan, salgan, salgan, ya terminé de contar! ¡Los juegos ya terminaron para ustedes, dejen de esconderse!

Los sonidos se vuelven cada vez más graves y el sonido que produce la madera al romperse produce ecos. Samuel ha llegado al clímax de su locura.

SAMUEL: (Ríe frenéticamente) ¡No se me acerquen, no se me acerquen que me van a romper la piel, los huesos, dejen de hundirme la piel en los huesos!

Unas nuevas risas se mezclan con los demás sonidos, pero éstas se escuchan agudas y desagradables. Samuel cae al catre y se contorsiona salvajemente.

SAMUEL: ¡¡Me queman, me queman!!

La mezcla de sonidos llega a un punto en el que se escucha el rasgarse una tela de una manera distorsionada.

La iluminación se apaga de golpe.

ESCENA SEXTA
Las dos y quince de la tarde.

Nueva iluminación. Los vagabundos entran a escena con sus cajas y costales de basura. Se instalan en uno de los extremos del escenario. El Vagabundo 1 saca de una de las cajas un desafinado, sucio y viejo violín. El Vagabundo 2 saca de uno de los costales una trompeta igual de sucia, vieja y desafinada que el violín. Tratan de afinar los instrumentos. Se preparan para comenzar a tocar, pero el Vagabundo 2 recuerda que se le olvida algo y hace mutis. Poco después entra con la tina y la pone frente a ellos. Una vez más se preparan para hacer música. El Vagabundo 1 saca de una bolsa una vieja grabadora y se la cuelga en el cuello.

VAGABUNDO 1: Un, dos, tres, cuatro…

Enciende la grabadora y una música orquestal se escucha de ella, mientras que ellos tocan tratando de seguir el compás, aunque resulta realmente chistoso y espantoso.

Algunas personas entran a escena poco después de que ellos han iniciado; los observan, ríen y les arrojan unas cuantas monedas. Los personajes incidentales salen de escena riendo y mirándolos de reojo. Luego de un rato el Vagabundo 1 apaga la grabadora y la guarda junto con su instrumento. El Vagabundo 2 recoge las monedas y las guarda dentro de un monedero, también guarda su instrumento; después le muestra el monedero y el otro cuenta el dinero.

VAGABUNDO 1: Te dije que de algo iba a servir esta pinche tina.

Los dos comienzan a reírse como locos, recogen la tina y sus cosas y salen riendo. Entra la música orquestal que se escuchaba de la vieja grabadora y de fondo se siguen escuchando las risotadas de los vagabundos. Poco a poco la iluminación sale junto con la música.


ESCENA SÉPTIMA
Las tres de la tarde.

Luz. Entra Lucero del brazo de Benjamín.

LUCERO: Nunca había comido tanto en mi vida.

BENJAMÍN: A veces hay que darle gusto al paladar.

LUCERO: Eso sí. Pero comerse quince tacos… mire, cómo tengo la panza, me veo muy gorda…

BENJAMÍN: No exageres por favor, si eres hermosa.

LUCERO: Favor que usted me hace, Don Benjamín.

BENJAMÍN: ¿En qué quedamos, pues? Benjamín para ti, el “Don” me hace sentir más viejo.

Ríen juntos. Lucero se detiene y eructa de una manera realmente asquerosa y grotesca. Benjamín la mira sorprendido.

BENJAMÍN: Sí que estaban ricos esos tacos.

LUCERO: (Avergonzada) Ay, Benjamín… qué pena. Pero es lo que uno aprende en la calle.

BENJAMÍN: No se preocupe, Lucero, siempre pasa. Hasta a mí me ocurre de vez en cuando y si no… pues me olvido de los modales de casa y… pues ya sabe, las cosas del cuerpo que no sirven, pues…

LUCERO: Benjamín, qué simpático eres. Lo que pasa es que toda mi vida la he vivido aquí en la calle. Desde muy chica tuve que aprender a sobrevivir…

BENJAMÍN: No me lo tomes a mal, pero no pareces… una mujer de la calle… quiero decir…

LUCERO: Entiendo muy bien, Benjamín. Es que en una ciudad como esta uno conoce de todo. Cuando tenía trece una mujer rica me recogió y me contrató como sirvienta en su casa, y pues me enseñó muchas cosas. Y luego yo anduve por mi cuenta. Me alejé de ella porque se hizo vieja y yo no quería hacerme cargo; además ya estaba muy enferma y mejor me fui. Después anduve de un lado a otro, de aquí para allá tratando de seguir en este mundo loco; y pues mírame, aquí sigo… Nomás que no sé por cuánto tiempo más. Muchas veces la calaca me ha tocado a la puerta, no creas, me he visto en unos apuros que pa´qué te cuento… Un día conocí a un hombre a toda madre. Me compraba lo que yo le pedía y hasta me andaba regalando una casa y un coche a cambio de que le diera un hijo… nomás que ya después no se pudo y se me fue. Se me fue para siempre y ya no puedo. Y luego un día conocí a otro hombre que era muy parecido a ti, nada más que aquel era güero… no era gringo, pero era güero de ojo azul. Muy lindo él. Pero es que una no es adivina para saber cómo es la gente por dentro, ¿verdad? Y resultó que le gustaba la droga y me embarqué en esas cosas y hasta fui a dar al gabacho, como por ahí dicen, ya sabes, uno hasta se vuelve costal de no se que tantas cosas, pero eso sí, te juro que jamás probé nada. A ése lo dejé después de un rato. Luego conocí a otra señora rica, más rica que la otra; ésta tenía muchas casas por todo el país y anduve con ella hasta los veintiuno. Me fue bien con ella, pero salí con muchas broncas porque resultó que el viejo que quería conmigo era de ella y ya sabes, como dicen por ahí… de tanto compartir terminas pidiendo. Y mejor me vine de regreso para acá. Todo cambió. Donde ahora vivimos estaba mejor; claro, el terremoto vino a joder muchos lugares, lo bueno que ese edificio aguanta otros añitos más. Y lo bueno también es que los del gobierno no lo tiraron, eso sí quién sabe por qué. Ahora se ha vuelto hogar de todos y de nadie. Con decirte que hasta he visto lagartijas y víboras en el edificio…

BENJAMÍN: Reptiles…

LUCERO: La otra vez me tocó ver cómo una víbora cambiaba de piel… (Pensativa.) No sé por qué me acordé tanto de mi pasado… A mi me gustaría desprenderme de esta piel que tengo y tener una nueva, que no tuviera cicatrices ni nada que me hiciera ver fea. Tirarla a la basura y lucir otra más hermosa y que aquella piel que dejas también te arranque todos los recuerdos más agrios que hayas tenido. La serpiente dejó su piel junto a una rama y después yo la recogí; cuando la toqué sentí como si me hubiera tocado el vientre…

BENJAMÍN: No digas esas cosas. Tú eres muy hermosa.

LUCERO: ¿De verdad te parezco hermosa? ¿Más hermosa que tu mujer?

BENJAMÍN: Mil veces más bella… ella es un monstruo.

Lucero se carcajea y después Benjamín. Cuando terminan de reír se miran fijamente. Benjamín se acerca a ella y la besa. La iluminación se va atenuando y el cascabel de una serpiente se escucha antes del oscuro.


ESCENA OCTAVA
Las cuatro de la tarde.

Luz. Las escaleras ahora sirven como vías de tren. Los Vagabundos caminan sobre los extremos tratando de guardar el equilibrio. A lo lejos se escucha el silbido del tren.

VAGABUNDO 1: Tengo una idea, compita.

VAGABUNDO 2: Tú eres muy bueno para eso de las ideas, a veces creo que debiste de haber sido inventor…

VAGABUNDO 1: Soy inventor de ideas, y muy efectivas, con decirte que ésta que traigo entre manos nos va a sacar de pordioseros.

VAGABUNDO 2: ¡Eso sí que no! Yo soy muy feliz como soy, además yo pertenezco al asco de esta ciudad.

VAGABUNDO 1: (Ríe) Mi muy buen poeta de cabeza plana. No comprendes que tú y yo siempre perteneceremos a las calles y a todo lo que huela a escombro y a basura. Pero hay formas más hermosas de vivir en esta urbe.

VAGABUNDO 2: ¿Cuáles?

VAGABUNDO 1: El viejo edificio.

VAGABUNDO 2: Ni que estuviera pendejo para vivir ahí. Ese pinche edificio está por venirse abajo. Prefiero morir en la calle, que morir aplastado por un montón de escombros; además ya me acostumbre al frío… tengo la piel bien curtida.

VAGABUNDO 1: ¡No jodas! Los imbéciles que viven allí tienen dinero de sobra, no más que lo tienen bien escondido. A la noche nos metemos y si la hacen de tos nos los enfierramos, total nadie se va acordar de ellos.

VAGABUNDO 2: ¿Tú crees que si tuvieran dinero de más no estarían viviendo en otra parte? No seas güey, lo que pasa que la ruca de Victoria les renta. Ese edificio es de ella. Yo no quiero matar a ningún cabrón.

VAGABUNDO 1: ¿Te estás echando pa´trás?

VAGABUNDO 2: ¿Y cuándo me eché pa´delante? Lo que pasa que tú quieres darle matarile a la chavita que la Victoria metió allí. Si quieres dinero róbaselo a la ruca.

VAGABUNDO 1: Te estás pasando, carnal.

VAGABUNDO 2: ¿Yo? Lo de la tina estuvo fácil, pero ¿a poco crees que no te vi la mirada que le echabas a la putita? Todo fue puro plan para a ver si te aflojaba, nomás que el ruquito se nos puso al tiro. Y tú creías que no había nadie allí. Y ultimadamente, le vamos a regresar a la morra la tina. Yo no soy rata, nomás vago.

VAGABUNDO 1: Ya me doy cuenta con quién me junto. Pos sí, quiero darle matarile y también al ruco por meterse en lo que no le importa y sí no estás conmigo…

VAGABUNDO 2: ¿Qué? ¿Me muero?

VAGABUNDO 1: Chance.

VAGABUNDO 2: Yo también tengo con qué defenderme. Yo no voy abrir el pico, total nadie se va acordar de ellos. Nomás que yo no mato. No vas a conseguir mucho, car-na-li-to.

VAGABUNDO 1: Eso lo veremos luego. Y si quieres regresarle la tina, hazlo. Nomás que conmigo ya no andas… y no me conoces.

El tren se escucha más cerca. Los vagabundos se retiran un poco de las vías. Poco a poco la iluminación se va atenuando hasta llegar al oscuro. El sonido del tren crea el efecto de haber pasado donde estaban los vagabundos.


ESCENA NOVENA
Las cinco y treinta de la tarde.

Luz. Los personajes se encuentran en sus respectivos cubos. Samuel come un poco de sopa instantánea. Benjamín viste un traje y un sombrero, tiene un pequeño espejo en las manos y se observa alejándolo y acercándolo a su rostro y en distintas partes de su traje. En la mesa se encuentra un ramo de rosas rojas.

Lucero viste una blusa escotada con tirantes y una minifalda. Se maquilla un poco y canta una canción en voz baja. Mientras los personajes realizan estas acciones el Vagabundo 2 entra a escena con la tina y la coloca a un lado de la escalera que pertenece al cubo de Lucero; después hace mutis mirando de reojo hacia donde se encuentra Lucero. La voz en off de un señor que vende gorditas de horno se deja escuchar a lo lejos.

VOZ OFF: ¡Hay gorditas de horno!

LUCERO: ¡Gorditas de horno!

VOZ OFF: ¡Hay gorditas de horno!

SAMUEL: Y de postre unas gorditas de horno. (Ríe.)

Samuel y Lucero bajan a comprar unas gorditas de horno. Los dos se encuentran en el camino y miran la tina.

VOZ OFF: (Se escucha a lo lejos) ¡Hay gorditas de horno!

LUCERO: ¡Mi tina!

SAMUEL: ¿Es suya esa tina?

LUCERO: Sí. Es curioso, ¿sabe? Los vagos que a veces andan por aquí me la habían robado; creo que se arrepintieron y aquí me la dejaron. Usted es nuevo aquí, ¿verdad?

SAMUEL: Sí. Anteayer por la noche llegué.

LUCERO: Qué tristeza, ya se me fue el señor de las gorditas. Hace mucho tiempo que no las pruebo.

SAMUEL: Si quiere lo alcanzo

LUCERO: No se apure. Siempre se dan una vuelta y regresan.

Pausa corta. Los dos se miran con cierta coquetería.

SAMUEL: Me imagino que usted lava en esa tina

LUCERO: (Ríe con pena) Aquí lavo, me baño y me duermo.

SAMUEL: Debe ser muy incómodo. Yo al menos tengo un catre donde dormír. Lo malo es que no tengo agua…

LUCERO: En realidad aquí nunca hay agua y tampoco hay baños. Desde el temblor que no hay servicio. Por eso están las letrinas improvisadas y de vez en cuando las pipas vienen a surtirnos de agua. Hoy tuve suerte, pude bañarme.

SAMUEL: Qué buena suerte. Yo tengo varios días sin bañarme. Si tuviera dinero compraría una tina.

LUCERO: Y si yo tuviera dinero compraría un catre.

Los dos se miran como si se les hubiera ocurrido la misma idea.

SAMUEL: ¿Sabe una cosa? Es incómodo no estar bañado y es incómodo no dormir en una buena cama, o ya de menos en un catre…

LUCERO: Me llamo Lucero. (Le tiende la mano.)

SAMUEL: Samuel.

Prolongan el saludo. Pausa corta.

SAMUEL: ¿Y se puede saber cuánto tiempo tiene viviendo en este lugar?

LUCERO: Poco.

SAMUEL: Ya veo. (Pausa.) Parece que tiene un compromiso.

LUCERO: Sí. Me va a visitar un amigo.

SAMUEL: Un amigo. Vaya, ¿eh?

LUCERO: Será una cita especial. Me gustan las citas especiales.

Mientras tanto Benjamín termina de revisar que todo esté bien con su atuendo. Se pone un poco de spray en la boca para el mal aliento.

SAMUEL: Qué bien.

LUCERO: Pero la tina no es muy…

SAMUEL: Lo ideal es una…

LUCERO: Ajá, es mejor.

A lo lejos se vuelve a escuchar al señor que vende las gorditas horno.

VOZ OFF: ¡Hay gorditas de horno!

LUCERO: Le propongo un trato.

SAMUEL: ¿Un trato?

LUCERO: Yo le presto la tina para que se dé un baño y usted me presta su catre para mi cita especial. Y tal vez después… bueno, si usted quiere…

SAMUEL: Sí, me parece bien.

LUCERO: Pues bueno.

SAMUEL: Bueno.

LUCERO: Pues vamos.

Benjamín baja de su cubo y se dirige al cubo de Lucero. Triste, Benjamín mira cómo Lucero se va con Samuel tomada de su brazo. Lucero sube al cubo primero y luego la sigue Samuel, que lleva la tina en su mano.

LUCERO: Es perfecta.

SAMUEL: Sí, no está mal.

Lucero se sienta en el catre para probar que no se rompe, se acuesta para sentir que no tenga ningún hueco en la colchoneta, se da vueltas y Samuel la mira con deseo.

LUCERO: Me gusta, hace tanto que no sentía la amplitud de una cama, la suavidad de las sábanas… una almohada… qué rico. (Se estira y bosteza.)

Entre tanto, Benjamín camina lentamente dando círculos en su propio eje. Su rostro muestra una profunda tristeza. Se detiene mirando hacia el frente. Lucero se sienta y Samuel mira sus piernas. Se sienta junto a ella. Ahora mira el escote de Lucero.

SAMUEL: ¿Entonces te lo llevas?

LUCERO: Si me ayudas a bajarla.

Benjamín contiene el llanto con coraje.

SAMUEL: El agua…

LUCERO: ¿El agua?

SAMUEL: ¿Has ido al mar?

LUCERO: Sí, varias veces.

SAMUEL: ¿Y te has dado cuenta de que el mar no es azul? Cuando tomas el agua del mar en tus manos y la ves que humedece tus uñas, no te pinta. El mar a lo lejos se ve tan azul como el cielo, pero no lo es. En cambio el fuego, donde quiera que se encuentre, quemando lo que sea, siempre es rojo, rojo, rojo. Y luego todo lo vuelve negro.

Una suave melodía entra acentuando el dolor de Benjamín.

LUCERO: Sí, me he dado cuenta. Pero no sé nadar. (Pausa.) ¿Me ayudas a bajarla…?

SAMUEL: Sí.

Lentamente Samuel baja uno de los tirantes de la blusa de Lucero, dejando al desnudo uno de sus pechos. Lucero no opone resistencia y deja que Samuel bese su pecho.

La melodía anterior sale y entran las risas de los niños. Benjamín saca de la bolsa de su saco unas hojas. Comienza a leer en silencio, pero hace una serie de gestos y muecas, como si estuviera declamando poesía.

SAMUEL: (En voz baja) No hagan ruido o romperán el barco de cristal, y todos nos ahogaremos.

Lentamente recuesta a Lucero en el catre y comienza a besarla. La risa de los niños disminuye hasta dejarse de escuchar. El Vagabundo 2 entra tocando una melodía con la trompeta. La melodía está cargada de dolor, nostalgia y tristeza. El Vagabundo 1 entra bailando con un maniquí desnudo lleno de agujeros; de éstos agujeros salen unas luces blancas. Además lleva consigo cargando al hombro una vieja bolsa. Benjamín continúa con sus acciones hasta que termina con un gesto de haber gritado con fuerza. El Vagabundo se acerca hasta Benjamín y le quita el ramo de rosas, se lo cambia por un ramo seco que lleva guardado en la bolsa. Mientras tanto los amantes hacen el amor. Lucero está sobre Samuel, en la posición de “jinete”. Los movimientos que realizan ambos personajes son lentos que parece que los hacen en cámara lenta. El Vagabundo 1 continua bailando con el maniquí y le habla al oído, ríe queda y falsamente. Los amantes llegan al clímax de su relación, una luz intensa los ilumina; después esta misma iluminación se apaga lentamente. Tres cenitales respectivamente iluminan al resto de los personajes. Benjamín llora en una actitud de mimo.

El Vagabundo 2 saca un cuchillo de su bolsa y mientras baila con el maniquí le corta el cuello; la sangre comienza a escurrir y el Vagabundo la chupa. Los cenitales de los vagabundos se apagan lentamente, y sólo se ven las luces que salen del maniquí. El trompetista continúa con la dolorosa melodía. Benjamín da la espalda al público y le arroja el ramo de rosas secas. Poco a poco la melodía se acaba y las luces del maniquí se apagan. Al final el cenital de Benjamín se apaga de golpe.


ESCENA DÉCIMA
Las siete de la tarde.

Luz. Samuel baja el catre del cubo, Lucero lo espera abajo. Samuel lleva el catre hasta el cubo de Lucero. Vuelve a bajar y se despide de ella con un beso. Samuel hace mutis. Benjamín se encuentra en su cubo bebiendo de la botella de tequila. Luce ligeramente ebrio. Teclea algo en la máquina de escribir. Lucero sube a su cubo y se acuesta en el catre. Una melodía entra.

LUCERO: Está escribiendo. Tal vez me está escribiendo una carta o un poema; quizás sólo sus memorias donde apareceré yo. (Ríe.)

BENJAMÍN: (Escribiendo con coraje) Todas las viejas son iguales, todas las viejas son iguales, todas las viejas son iguales, todas las viejas son iguales…

LUCERO: Espero que no haya llegado cuando me salí.

BENJAMÍN: Todas las viejas son iguales…

LUCERO. Viejito loco. (Ríe.) Le voy a hacer recordar su juventud… a lo mejor termina diciendo el nombre de su ex… (Ríe.)

Samuel entra con una cubeta llena de agua. Sube a su cubo y vacía el agua en la tina, se desnuda y se mete en ella.

SAMUEL: ¡Ah! Nada mejor que un baño… ¿Recuerdan el agua caer en su cuerpo? ¿Te acuerdas cuando el agua se volvió roja, cuando se revolvía con los cabellos negros? Yo me acuerdo de todo.

La melodía anterior sale para dar principio a otra.

SAMUEL: Se puede gritar dentro del agua, se puede correr con el fuego en las manos. Oigan, ¿me escuchan? ¿Pueden escuchar el sonido del agua resbalarse por mi cuerpo? Todo se puede consumir con una simple llama, todo. (Ríe malévolamente.) Los pájaros dejaron de cantar desde muy temprano, la casa estaba tan silenciosa que se podía escuchar a las arañas tejer y a las cucarachas trepar por las paredes. Veamos, ¿qué tenemos por aquí? Una mano mojada y fuerte, capaz de romper los huesos de unos pajaritos… ¿Y qué tenemos por acá? Otra mano capaz de sacar los ojos…, la lengua, y hacer trizas las vísceras… ¡Yo no puedo dejar de hacer lo que quiero! No conozco ese límite; sería tan cruel pensar que puedo hacerlo. Pero eso no lo entiendes. ¿Qué esperabas? ¿Que dejará que te fueras con los pajaritos y dejarme sólo las jaulas? ¡No! Ni ellos creyeron en mí, porque tú les enseñaste a odiar y a guardar los rencores; esos no son juguetes para un niño. Tenías razón en haberme dicho que la soledad de un hogar no se cura con todos los juguetes del mundo, mucho menos con cuentos de hadas. ¡Yo no soy el único culpable! Pero el fuego siempre cura los errores del pasado, quema lo que ya no sirve, lo que ya no tiene remedio. No tenía salida, entiéndelo por favor, era lo mejor para todos. Nadie sabrá lo que pasó, sólo yo. Porque el fuego vuelve cenizas todo y nadie reconoce nada de las cenizas. Quemé las fotos, los peces, la ropa, las flores… la casa… los juguetes… los niños… te quemé a ti y a todos los guardé muy bien para que no los encuentren nunca. Sé que extrañarán el agua. (Ríe una vez más malévolamente; termina en una risa frenética)

LUCERO: Qué raro, ya se tardó.

BENJAMÍN: Todas las viejas son iguales…

Deja de escribir, saca la hoja de la máquina y le escupe; después la rompe y la lanza por los aires.
La luz sea apaga de golpe.

ESCENA DÉCIMOPRIMERA
Las nueve de la noche.

Luz. Los personajes duermen. Benjamín sobre la máquina de escribir, Samuel en la tina y Lucero en el catre. El Vagabundo 1 entra cautelosamente, asegurándose de que nadie lo sigue. Se dirige hasta el cubo de Lucero y comienza a tocar. Lucero despierta y se trata de arreglar un poco. Se asoma y ve al Vagabundo.

LUCERO: (Sorprendida) ¿Qué quieres, pendejo?

VAGABUNDO 1: Señorita… baje por favor.

LUCERO: ¡Lárguese de aquí!

VAGABUNDO 1: Señorita, quiero pedirle una disculpa por haber robado su tina y…

LUCERO: ¡Estuvo a punto de arrancarme el brazo! ¡Váyase y chingue a su madre!

VAGABUNDO 1: ¿Qué pasó, señorita? Vengo de buena fe y además pos a darle una mala noticia.

LUCERO: Buena fe… seguramente el que dejó la tina fue el otro vago que anda con usted…

VAGABUNDO 1: Ni madres, señito, ese güey fue el que planeó todo, si es bien rata… yo vine a dejársela de buena manera…

LUCERO: Ya váyase y no esté chingando.

VAGABUNDO 1: Le digo que le traigo una mala noticia.

LUCERO: No me interesa.

VAGABUNDO 1: Lo que pasa es que doña Victoria ya se petateó.

LUCERO: ¿Qué dice?

VAGABUNDO 1: Que ya pasó a mejor vida… Dios la tenga en su gloria.

LUCERO: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué?

VAGABUNDO 1: Hoy, hace rato, dicen que por atender a un cliente se le paró el corazón y el güey que estaba encima de ella se espantó tanto…

LUCERO: Pero si le dije a la doña que ella no estaba para eso.

VAGABUNDO 1: Eso mismo dijeron las muchachas, pero es que dicen que le dieron rete hartas ganas…

LUCERO: Pero si yo la vi muy bien en la mañana…

VAGABUNDO 1: Ahorita la están velando y me encargaron que le avisara.

Lucero baja rápidamente y se encuentra con el Vagabundo. Éste saca de la bolsa de su pantalón un trapo y lo esconde tras de sí su espalda. Amarra los extremos del trapo a cada una de sus manos, todo esto con precaución para que Lucero no se percate.

VAGABUNDO 1: Pobre de doña Victoria, era tan buena. Me hizo tantos favores.

LUCERO: A ver, vamos para allá.

Lucero camina dando la espalda al Vagabundo. Éste camina detrás de ella, deja al descubierto el trapo y de una manera violenta le tapa la boca a Lucero. Entra una melodía que crea una atmósfera de violencia. Ella forcejea tratando de quitarse de encima al Vagabundo. Hay una lucha entre estos dos personajes durante un largo tiempo. Lucero trata de gritar con fuerza. Durante el forcejeo Lucero pierde una de sus zapatillas. El Vagabundo logra asentarle un golpe en la cabeza contra una de las caras de uno de los cubos. Inconsciente, Lucero cae al piso. El vagabundo amarra el trapo en la boca de Lucero y se echa el cuerpo de ella al hombro; de esta manera sube al cubo de Lucero. La deja sobre el catre, comienza a besarla y a desnudarla. Ella despierta poco a poco y se percata de que está siendo abusada por el Vagabundo. Una nueva pelea se suscita. El Vagabundo logra ponerla boca abajo y atarle una soga en sus manos que saca de uno de los bolsillos de su pantalón. Ella patalea. Él bruscamente levanta la minifalda de Lucero hasta su cintura Trata de violarla, pero ella pone resistencia. El Vagabundo 2 entra a escena con trompeta en mano, encuentra la zapatilla, la toma y la huele y se percata de que Lucero está en peligro; inmediatamente se dirige hacia el cubo de Lucero, sube y con la trompeta en mano da golpes en la cabeza al Vagabundo 1. Por cada golpe se choca se escucha que la trompeta produce un sonido que caracteriza al instrumento cuando está desafinado. Los chorros de sangre salpican por todas partes. El Vagabundo 1 cae muerto encima de Lucero. Cambio de melodía. El Vagabundo 2 retira el cuerpo del Vagabundo 1. La espalda de Lucero está llena de sangre. El Vagabundo 2 se ensucia con la sangre su ropa, su cara y sus manos. Lucero ve la sangre que escurre por su cara y se desmaya. El Vagabundo 2 luce nervioso y no sabe qué hacer. Benjamín despierta.

BENJAMÍN: ¡Lucero! ¡Lucero! ¡¡¡Luceeeroooooooooo!!!

Samuel despierta alarmado. El Vagabundo 2 reacciona también alarmado. Samuel sale de la tina con prisa y se viste. El Vagabundo 2 trata de reanimar a Lucero dándole unas ligeras bofetadas. Benjamín se levanta con enojo de la silla y baja del cubo; Samuel, ya vestido, también baja de su cubo y en el camino encuentra la zapatilla de Lucero. El Vagabundo 2 se da por vencido de querer reanimar a Lucero y baja del cubo. Samuel y el Vagabundo se encuentran; mientras tanto, Benjamín sube al cubo de Lucero y la encuentra llena de sangre. La toma en sus brazos creyendo que ha muerto.

SAMUEL: ¿Qué has hecho, hijo de la chingada?

VAGABUNDO 2: No… yo… ella… está…

SAMUEL: ¡La mataste, cabrón!

VAGABUNDO 2: ¡No! Ella… está…

Samuel se deja ir contra él a golpes. El vagabundo se defiende. Entre tanto Benjamín llora. Samuel y el vagabundo pelean.

BENJAMÍN: (Llorando) Perdóname, fui tan idiota.

Samuel y el Vagabundo continúan en su lucha hasta que el Vagabundo saca un cuchillo y logra herir a Samuel en el estómago.

VAGABUNDO 2: Ella está viva.

Samuel cae al piso doliéndose de la herida. El Vagabundo mira con detenimiento a Samuel y se sorprende. Rápidamente de sus ropas saca numerosas hojas de periódico que le ayudan para calentar su cuerpo. Toma una de las hojas del periódico y el rostro de Samuel aparece en toda la plana con un encabezado con letras grandes y rojas: “PIROMANIACO ASESINA A SU ESPOSA E HIJOS”. Toma otra de las hojas de periódico y la extiende; en toda la plana aparece el rostro de Samuel con un encabezado que dice: “PRENDE FUEGO A SU FAMILIA. LOS CUERPOS SON ENCONTRADOS SEMIENTERRADOS EN EL JARDÍN DE SU CASA”. Tragando saliva con dificultad, y apresuradamente toma otra plana de periódico donde aparece de nueva cuenta la cara de Samuel, esta vez en el encabezado se lee:
“AHOGA A SU MADRE EN LA TINA DEL BAÑO Y DESPUÉS PRENDE FUEGO A SU ESPOSA E HIJOS. SE BUSCA AL HIJO DEL DIABLO”. El Vagabundo deja tiradas todas las hojas del periódico y sale corriendo de escena. Samuel se queja un poco por el dolor y permanece tirado en el piso. Benjamín continua llorando y limpia la sangre que le escurra a Lucero; y se da cuenta que no está herida.

BENJAMÍN: (Reanimándola.) Lucero… Lucero, despierta, ¿estás bien? Lucero, todo está bien, estás viva.

Lucero recobra la conciencia poco a poco.

BENJAMÍN: Eso es… despierta, todo está bien… sólo fue un terrible susto.

LUCERO: ¿Qué pasó?

BENJAMÍN: Trataron de hacerte daño, pero afortunadamente no ha pasado nada grave.

Lucero mira el cadáver del Vagabundo y grita.

BENJAMÍN: Está muerto, alguien lo mató.

LUCERO: Fue el otro, el que me ayudó.

BENJAMÍN: ¿Quién?

LUCERO: El otro vago, el que a veces andaba con éste.

BENJAMÍN: Tal vez fue a pedir ayuda, porque no lo vi salir de aquí. Vamos, te ayudaré a quitarte estas ataduras y luego llamaremos a la policía.

LUCERO: Mejor vayámonos de aquí, tengo miedo.

Cambio de melodía. Samuel se levanta con dificultad y se dirige a su cubo; encuentra en el piso los periódicos y mira su cara en las planas. Se sorprende y toma una de las hojas y la lee. Sin más fuerzas, cae sobre las planas de periódicos.

SAMUEL: ¿Pueden sentir cómo se escurre el agua por mi cuerpo el agua? Se siente tan fresca, pero es amarga (Ríe.) Nadie los encontrará jamás, sólo yo sé donde los escondí. (Ríe con dolor.) Vengan a ver cómo me vuelvo cenizas.

La risa de los niños se escucha en la lejanía.

Benjamín y Lucero bajan del cubo. Encuentran a Samuel en el piso y Benjamín corre para ayudarlo.

BENJAMÍN: ¡Está herido de gravedad!

Lucero se alarma y comienza a llorar.

BENJAMÍN: ¿Quién ha sido?

SAMUEL: Mis hijos. Esos infelices fueron.

LUCERO: ¡Rápido, Benjamín, tal vez entre las cosas de él encuentre algo con qué ayudarlo!

Benjamín sube al cubo de Samuel y encuentra la mochila; sin detenerse a mirar dentro de ella, baja. Se acerca a Samuel y vacía todo lo que tiene la mochila. Juguetes, las cartas de la lotería y muchas cajas de fósforos caen a un lado de Samuel.

BENJAMÍN: ¡Nada!

Mientras tanto, Lucero ve en los periódicos la cara de Samuel, lee en voz baja los encabezados.

LUCERO: Déjalo.

BENJAMÍN: Pero tenemos que ayudarlo, ¡se está desangrando!

LUCERO: Déjalo que se muera.

BENJAMÍN: ¿¡Qué!?

LUCERO: Cada quien debe pagar por sus crímenes. Déjalo que se muera.

Lucero muestra a Benjamín las planas de periódico. Benjamín las mira boquiabierto.

SAMUEL: Ellos gritan: ”agua, agua”, con la boca llena de lumbre.

Sirenas de policía se escuchan a lo lejos. Benjamín y Lucero se alejan de Samuel. El escenario se va oscureciendo. Sólo un cenital ilumina a Samuel. Sale la melodía anterior para dar principio a otra. La risa de los niños y sus sollozos crean una mezcla llena de terror.

SAMUEL: Ya no lloren… ya no lloren. Juguemos a la lotería, juguemos a la suerte a ver qué puede pasar, dejen que El Valiente los rescate de La Dama, de La Muerte. La carta del Diablo la tengo yo, nadie más.

Las sirenas de la policía se escuchan más cercanas.

SAMUEL: La casa está llena de fuego.

La luz del cenital se va apagando lentamente y la música, de igual manera, se deja de escuchar.

SAMUEL: La carta del diablo la tengo yo.

Oscuro. Las sirenas de la policía se escuchan en el lugar de los hechos. Poco a poco dejan de escucharse.








EPÍLOGO
ESCENA DÉCIMOSEGUNDA
Las diez de la mañana.

Luz. Benjamín se encuentra en su cubo escribiendo. Fuma y bebe café en un vaso térmico. Después de un rato de estar trabajando sin detenerse, deja de hacerlo. Saca la hoja del rodillo de la máquina y la lee en voz alta.

BENJAMÍN: “Querida Magdalena: Me he dado cuenta de que la vida está llena de sorpresas. Cuando te conocí fuiste la más hermosa de las sorpresas que la vida pudo regalarme. Pero duraste poco tiempo. No sé cómo fue que te perdí, no me he detenido a meditarlo. Desde que salí de casa y te dejé todo, porque así lo dispuso la ley, me entregué a mí mismo. Me di la oportunidad de disfrutarme, de entregarme a las cosas que para ti eran insignificantes y carecían de gracia. Yo he aprendido a ver en las pequeñas cosas su grandeza de ser. Y mira que me asombro de lo que me he encontrado durante todos estos meses que viví sin ti.

Pausa. Fuma tranquilamente y juega a hacer anillos de humo.

BENJAMÍN: “Doy gracias a Dios por alejarme de tus amarguras y tus falsedades; y de haber hallado el valor de seguir el camino sin tu desagradable compañía. No te escribo como un hombre lleno de rabia o coraje o por despecho, sino como un hombre que por fin se ha encontrado a sí mismo, y que puede hablar y sonreír sin pedir permiso y sin tener miedo. Magdalena, la ciudad no es nuestra casa. No quiero vivir como un ermitaño, esperando la visita de los hijos y de los nietos. No quiero que todas las fiestas se organicen en casa por miedo a salir a conocer a mis vecinos. Tú ahora estás sola con todos los retratos que cuelgan de las paredes; me imagino que has tirado a la basura todas las fotografías en donde aparezco. No me importa ya.

Pausa. Deja el cigarrillo sobre un cenicero improvisado. Se levanta y saca de su mochila la botellita de tequila, y le agrega un poco de tequila al café. Bebe un poco.

BENJAMÍN: “Vivo en donde menos te imaginas y en donde espero que nunca vivas, no sobrevivirías tu sola. La soledad te va a volver loca, más de lo que ya estás.

Pausa. Se acerca a la mesa y toma el cigarrillo, fuma.

BENJAMÍN: “He conocido gente tan interesante, tan maravillosa, que cree que la vida no sólo es quedarse en casa a ver televisión o platicar de cosas sin trascendencia. Estas personas viven como pueden; algunos huyen del crimen, otros huyen y no saben de qué. Otros sólo viven por vivir.

Pausa.

BENJAMÍN: “Hace poco conocí a alguien especial. Una mujer que ha estado en todas partes y que en ninguna parte se halla. Y como ella hay muchos, los que vagan para encontrar lo que sea, los que vagan para que los encuentren. Yo ya me encontré y me siento bien. Ahora no sé dónde está la mujer de la que te escribo, pero que prefiero no describírtela porque sé que te morirías de envidia.

Pausa. Vuelve a beber del café y se sienta en la mesa.

BENJAMÍN: “Trabajo en un burdel de quinta categoría, pensándolo bien; ni categoría tiene. Qué sorpresa, ¿verdad? Te lo dije, la vida está llena de sorpresas. Saco a los borrachos que llegan haciendo escándalo y a los vagos que buscan favores gratis. Gano apenas lo justo para comer y comprar hojas de papel para seguir escribiendo mis memorias. Sé que jamás estuviste de acuerdo con ésta actividad; no me importa lo que pienses, después de leer esta carta no habrá más. Tal vez algún día encuentre mis memorias alguien que le interesa la vida de un viejo que trabaja en un burdel lleno de pirujas y de jotos. Y descubra en ellas que la ciudad siempre tendrá sus escombros.

Pausa.

BENJAMÍN: “Posdata: Chinga a tu madre”.

Oscuro. Pausa larga.

ESCENA DÉCIMOTERCERA
Medio día.

Luz. Las escaleras sirven como vías de tren. Lucero está sola en el escenario, a un lado de las vías, con su maleta abrazándola contra el pecho. Porta un vestido blanco. En la lejanía se escucha el silbido del tren.

LUCERO: Qué triste es seguir el camino sola. Yo te estuve esperando, pero te perdí y ya no puedo. Ya no puedo, de veras que ya no. Quisiera mudar de piel para olvidarme de los golpes y las heridas y dejar entre los escombros la vieja y seca piel del pasado. Hubiera deseado sentirte, olerte y dormir junto a ti, pero ya no puedo. De veras que ya no puedo.

El sonido de la marcha del tren se escucha más cercano.

LUCERO: (Ríe amargamente.) Tarde o temprano ese viejo edificio se vendrá abajo y todos morirán entre tanto ladrillo y polvo, como a menudo mueren muchos, y nadie se acordará de ellos, nadie. (Abraza a la maleta como no queriendo desprenderse de ella.) Cada quien carga sus malos recuerdos y sus secretos, pero ¿para qué?

Lucero abre la maleta y deja caer de ella sangre y muñecas. La sangre empapa su cabello y su vestido. Deja caer la maleta aun lado. El sonido del tren se escucha a unos cuantos metros de donde se encuentra ella. Lentamente abre sus brazos y su cuerpo se inclina hacia las vías del tren. Las luces se apagan justo cuando el sonido del tren crea el efecto de haber pasado por encima del cuerpo de Lucero.

La melodía de la trompeta que se escuchó en la novena escena se escucha mientras

CAE EL TELÓN.



22 de Junio de 2005.

21/4/09

GRAN SLAM (tragedia al mejor de cinco actos) de Pablo Albarello
























GRAND SLAM

DE PABLO ALBARELLO


(tragedia al mejor de cinco sets)
Reg. Prop. Intelectual Expte. Nº 427621

Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a pablo_albarello@e-pol.com.ar o palbarello@argentores.org


Tribunas de ‘court’ central, se está jugando la final de un torneo internacional de tenis. Sentados: PADRE A, MADRE A, PADRE B y MADRE B. El match se desarrolla hacia el centro de la platea. Los actores se ubicarán en dos plataformas de tres escalones formando un ángulo casi llano. Girarán la cabeza a izquierda y derecha siguiendo el juego. Escuchamos el off de los golpes acompañados por un “¡ufff!” y un “¡afff!” del TENISTA y de su contrincante ruso. Se escuchan aplausos al final de cada punto.

I
(PADRE A y MADRE A en el centro de la plataforma de la derecha, PADRE B y MADRE B en el centro de la de la izquierda)
PADRE A (impecable uniforme de tenis, actitud de entendido): Un mix de trabajo y resistencia, con rutinas específicas de velocidad, preferiblemente en cancha y sin pelota…
(los demás aprueban, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
PADRE A: Una labor de incentivación, para que el propio jugador se concientice y observe su rendimiento…
(ídem)
PADRE A: Descubrir el instante en el que se puede exigir y en el que uno debe decidir un descanso…
(ídem)
PADRE A: Potencia, agilidad, energía de desplazamientos…
(ídem)
PADRE A: Pero obviamente todo es mental…
(Se escuchan aplausos del final del punto, PADRE A, PADRE B, MADRE A y MADRE B aplauden. APAGON. Durante cada breve apagón aumentará en intensidad el sonido de los golpes y los ¡ufff! y los ¡afff! de los contendientes)

II
(PADRE A, MADRE A, PADRE B, MADRE B en la misma posición y actitud)
PADRE A: Un enfoque general aeróbico, energizante y de fuerza máxima…
(los demás aprueban, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
PADRE A: Yendo al área de los sistemas de tracción, cuando se mejora el rendimiento aeróbico se requiere una alta intensidad de esfuerzo.
(ídem)
PADRE A: Velocidad y reacción, velocidad y reacción (señala su cabeza) ¡Pero, repito, todo es mental!
(ídem)
PADRE A: Obrar en función al tiempo y al objetivo a cumplir (perdiendo convicción) ¡Y… y… y por su puesto subir a la red!
MADRE A (sobresaltada): ¿Qué dijiste?
PADRE A: ¡Nada!
MADRE A: ¿Qué dijiste?
PADRE A: ¡Te repito que nada!
MADRE A: ¡Dijiste ‘y por supuesto subir a la red’!
PADRE A: ¿Y?
MADRE A: ¡Dijiste y por supuesto subir a la red, Hugh!
PADRE A: Dije “y por supuesto subir a la red” ¿Y qué?
MADRE A: No sé. ¿Qué, no está subiendo?
PADRE A: ¡Sí que está subiendo!...
MADRE A: ¡Pero dudaste!
PADRE A: No dudé
MADRE A: Dudaste, Hugh, dijiste ‘y por supuesto subir a la red’ y dudaste
PADRE A: ¡Delfina... te pido por favor! (Pausa)
MADRE A: Explicame
PADRE A: No dude, lo que pasa que hoy...
MADRE A: ¿Hoy? ¿Hoy?
PADRE A: No lo veo enfocado
MADRE A: ¡¿Cómo que no lo ves enfocado?!
PADRE A: No lo veo enfocado. Está plantado en el fondo.
MADRE A: Si vos dijiste que jugara en el fondo.
PADRE A (impacientándose): ¡Que jugara en el fondo si el otro le buscaba el revés, Delfina, por favor no empecés! (Pausa)
PADRE B: Y bueno, en una de esas el pibe...
(PADRE A y MADRE A giran la cabeza y lo fulminan con la mirada, PADRE B enmudece. Giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
MADRE A (a PADRE A): ¡Así lo terminás confundiendo!
PADRE A: ¡Por favor!
MADRE A: Me confundís a mí, no lo vas a confundir a él.
PADRE A: El sabe.
MADARE A: El no sabe, tesoro. El es un chico: en setiembre cumple 17.
PADRE A: ¡POR FAVOR, DELFINA! (intentando amabilidad) ¡Me sacás del partido!
(Pausa, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
MADRE B (a PADRE B, susurrante): ¡Te dije que no tenías que hablar!
PADRE A: ¡Son tarados!
MADRE B: ¡A ver si ocurre una desgracia!
PADRE B: ¡Ta-ra-dos!
MADRE B: ¡No seas bruto! Es algo que exige concentración.
PADRE B. ¡Vos qué decís, si no entendés ni apio!
MADRE B: No viste que en todo momento tienen que estar atentos. Mirale las caras. A mí me pone los nervios de punta.
PADRE B: Los pelos
MADRE B: ¿Qué?
PADRE B: Que se dice ‘los pelos’ de punta.
PADRE A (reaccionando): ¡POR FAVOR!
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(Giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los ¡afff! de fondo)
APAGON

III
(MADRE A se desplazó encima de MADRE B y PADRE B al centro de la plataforma izquierda, les habla por sobre el hombro. En el extremo inferior derecho de la plataforma derecha quedó PADRE A. Se escuchan los golpes y los ¡uff y los ¡afff! de fondo)
MADRE A: Atención.
MADRE B: ¿Qué?
NADRE A: Concéntrese, mi amor.
MADRE B (agitada): ¿Qué va a pasar?
MADRE A: Hay que estar atentos...
MADRE B: ¿Por?
MADRE A: Es el break point. Ahora Ramiro le va a quebrar el saque.
MADRE B: ¿Y eso es importante?
MADRE A: ¡Obvio!
(PADRE B, malhumorado, se pone unos lentes para leer, extiende un mapa rutero, lo estudia. Se siguen escuchando los golpes y los ¡ufff! y los ¡afff!. Aplausos de final de punto)
MADRE A: ¡Qué le dije! ¡Ahora aplauda!
MADRE B: ¡Ay qué suerte!
(MADRE A y MADRE B aplauden con entusiasmo)
MADRE A: ¡Subir a la red!... Este Hugh es un paranoico: si fuera por él, el nene no debería perder un solo punto (observando a PADRE B) ¿Qué hace?
PADRE B (hosco): Miro un mapa.
MADRE A: Ah, un mapa… ¿Y para qué?
PADRE B (apartando a MADRE A): ¿Me permite? (a MADRE B) Lo que yo digo es esto: nosotros entramos por Acceso Norte, ¿no?, este es el camino del Buen Ayre, después hay que agarrar Camino de Cintura, ves, hay que dar la vuelta por acá, tomamos este desvío y acá está lo de tu prima.
MADRE B: No me mostrés porque no entiendo nada.
PADRE B: Lo que yo digo es que de vuelta pasemos por alguno de esos supermercados grandes que hay por acá, a ver si consigo las latas de pintura para el techo, nada más.
MADRE B: Nos vamos a perder
PADRE B: ¡No nos vamos a perder!
MADRE A: ¡Pintura para el techo, qué divino! (a PADRE A) ¿Escuchás, Hugh?
(El PADRE A, absorto en el partido, no le contesta, MADRE A se incorpora, va hacia él)
MADRE A: ¿Escuchás o no escuchás?… Dijo pintura para el techo.
PADRE A: ¿Y con eso qué?
MADRE A: No sé, por ahí es la forma de hablar que tienen, son tan… son tan… (se queda mirando a PADRE B y MADRE B) folklóricos.
(Entra la NOVIA DEL TENISTA con dos paquetes grandes de papas fritas y una latita de gaseosa, le da las papas fritas a PADRE B, se queda con la gaseosa, que toma con una pajita)
MADRE B: ¿Por qué tardaste? Entre tanta gente te podés perder.
NOVIA DEL TENISTA: ¡Ay mamá, por favor!
PADRE B (reaccionando): ¿Y esto qué es?
NOVIA DEL TENISTA (por lo bajo): No hay
PADRE B: ¿Cómo que no hay?
NOVIA DEL TENISTA: ¡Cortala, papá!
PADRE B: ¿Un sanguche de milanesa, qué tiene de malo un sanguche de milanesa, digo yo? Milanesa, pan, tomate, mayonesa. ¿A ver, y por qué no hay?
NOVIA DEL TENISTA: ¡Bajá la voz y cortala! ¡No es la onda!
MADRE B (que agarró las papas fritas y las estudia): ¡Te va a atacar la vesícula!
PADRE B (se las arrebata): ¡Dame eso!
(PADRE B abre una bolsa, mastica ostentosamente)
PADRE B: ¿Y cuánto tiempo va a durar esta cuestión?
(PABRE A y MADRE A se absorben en el juego, MADRE B los mira de reojo, se muerde las uñas)
MADRE B: ¡Shht! No ves que volvieron a concentrarse.
PADRE B: ¡Ta-ra-dos!
MADRE B: Si no entendés, no podés opinar
PADRE B: No tengo que entender para saber lo que digo (a PADRE A y MADRE A) ¡Yo lo que tengo es HAMBRE, APETITO, NO SÉ SI SOY CLARO! ANOCHE CUANDO LLEGAMOS ALGUIEN NOS IBA A INVITAR A CENAR Y HOY A ALMORZAR...
PADRE A (explota): ¡SE VA A CALLAR DE UNA VEZ!
PADRE B (incorporándose, enfrentándolo): ¡Quién dice que me tengo callar! ¿Vos me vas a hacer callar a mí?
PADRE A (retrocediendo): ¡No sea confianzudo, quiere! ¡No me tutee!
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(MADRE A de golpe da un salto, se incorpora, se bate el pelo, agarra del brazo a la NOVIA y sonríe hacia el frente)
MADRE A: ¡Vení, ahora sí!
NOVIA: ¿Dónde?
MADRE A: ¡Nos toma esa, ponete derecha! ¡Tendrías que haberte venido con algo más presentable!
MADRE B (se incorpora, va hacia su hija): ¡Yo le dije: la solerita roja! ¿Te dije o no te dije que te pusieras la solerita roja?
NOVIA: ¡Basta, mamá!
MADRE B (mientras busca en un bolso un cepillo para el pelo y va sobre su hija): ¡No hacen caso, una habla y es como si pasara un carro!
MADRE A (se pone unos anteojos para sol, apartando a MADRE B): ¡Córrase, mi amor!
MADRE B: Con dos pinzas te emprolijo el peinado...
MADRE A (empujándola para que no entre en cuadro): ¡SALGA, LE DIGO!
MADRE B (mientras MADRE A y LA NOVIA DEL TENISTA hacen poses, inocente): No sé que les pasa a las chicas hoy en día, es esa moda que se impuso ahora, vio. Una las ve por al calle, lindas chicas, rubiecitas, cinturitas de avispa y parecen pordioseras. Ni siquiera se pintan. Con esos vaqueros de tiro bajo que usan debajo de la cadera, parecen hombres. Mire si una iba a salir a la calle así en nuestra época.
(PADRE A impaciente con el TENISTA, se incorpora de un salto)
PADRE A: ¡ANIMAL!
MADRE B (se espanta): ¿Qué pasó? ¿Qué pasó?
PADRE A: ¡ASÍ NO! ¡CON EL MOVIMIENTO MISMO ACOMPAÑÁ LA PELOTA! (comienza a hacer el movimiento de los golpes) Tenés que buscar la paralela. ¡Fijate en la jugada! Te perfilás, acomodás el torso y buscás la paralela…
(Pausa de unos segundos, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los ¡afff! de fondo)
PADRE A: ¡LAS PIERNAS, LAS PIERNAS, MOVÉ LAS PIERNAS! ¡Por el amor de Dios! ¡Parece enyesado!
APAGON

IV
(PADRE A en el extremo superior izquierdo de la plataforma izquierda, camina nervioso. PADRE B, sobre el extremo derecho zona central de la plataforma derecha, traga un super pancho mientras estudia el mapa, MADRE A y MADRE B, están sentadas muy juntas en el centro, abstraídas en el partido, la NOVIA DEL TENISTA, al borde de la cancha en diálogo íntimo con el TENISTA)
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Sí. Después, a eso de la una fuimos a tomar algo.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: No, a ese que está en Bartolomé Mitre, casi Paraná: el del subsuelo. No me acuerdo como se llama.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Nada que ver, no, estás perdidísimo, Rami: ese es el de Palermo!... Yo digo el que está cerca de la vía, a tres cuadras de la avenida.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Por puente Pacífico
OFF DEL TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Ese
OFF DEL TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Vanesa, Romina, el primo que vino de México, Sole con el novio... Ah, sí y Karen...
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¿Por?
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Nada que ver! ¡Me pasó a buscar Romina, nene!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Llegamos a eso de la una, ya te dije!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Es que te hablo y parece que vos no escuchás!
OFF DEL TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Si los conocés. Sole está re-casada.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡No! El chico es re-tímido… no habla, para mí le falla algo.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: No, eso fue después, cuando tocó la banda, Sole y el novio se quisieron ir.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Nada que ver, Ramiro! ¿Qué te pasa? ¿Estás celoso?
(PADRE A pega otro salto, disgustado vuelve a parodiar movimientos)
PADRE A: ¡NO TE CONCENTRÁS! ¡ESTÁS CON LA CABEZA EN CUALQUIER PARTE! ¡Ahí tenés que pegar plano, usar el centro de la raqueta!
OFF ARBITRO: ¡Silence, please!
MADRE B (a MADRE A): ¡Se nota que entiende!
MADRE A: ¿Quién?
(MADRE A comienza a retocarse el maquillaje)
MADRE B: Su marido. Se nota que entiende. Debe haber jugado muy bien en su juventud.
MADRE A: Nunca
MADRE B: ¿Cómo dice?
MADRE A: Nunca, que no jugó nunca
MADRE B: No entiendo
MADRE A: ¿Habla de Hugh?
MADRE B: Sí
MADRE A: Y bueno, le estoy diciendo que no jugó nunca. Es un inútil para los deportes.
(Pausa, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los ¡afff! de fondo)
MADRE B: Pero por la forma en que habla, ¿no? Digo, pareciera…
MADRE A: ¡Pareciera!
MADRE B: Además ese conjunto que lleva.
MADRE A: ¡Eso sí, ve: le queda pintado!
MADRE B: Y sí, así tostado parece de una publicidad de la tele.
MADRE A: Se mantiene bien. Le hago hacer una dieta macrobiótica. El año pasado estaba más delgado.
MADRE B: Pero si es un palo. Mírelo al mío.
MADRE A: Bueno, no es lo mismo, ustedes son otra clase de gente, están en otro rubro ¿Su marido a qué se dedica?
MADRE B: Electricidad del automotor. Antes trabajaba en el ferrocarril.
MADRE A: Ve lo que le digo. En cambio en este ambiente, y más al nivel de los top ten, es importante la buena presencia, el aspecto físico.
MADRE B: Me imagino... Y por qué se hace pasar por entrenador
MADRE A: ¡Ay, usted me cae bien: parece criada adentro de un potus!
MADRE B: ¿Por?
MADRE A: ¿Sabe el dinero que hay en juego acá? Para que tenga una idea, Ramirito produce 950 mil dólares al año. ¡Entrenadores, managers, preparadores físicos, my Good!… ¡Al primer descuido una se queda en la calle!
MADRE B: ¿A sí?
MADRE A: Lo seguimos hasta para ir al baño.
MADRE B: Hace bien, hay que estar cerca de los hijos. A la nena, cuando iba a las clases de folclore la hacía acompañar por el hermano, si no estaba él siempre la acercaba Rubén en la camioneta. Una nunca sabe los peligros que hay en la calle (le muestra una foto) este es Yeison Ariel, el mayorcito, maneja un remis... Los hijos son para sufrir ¿no?
(La NOVIA DEL TENISTA, estalla)
NOVIA DEL TENISTA: ¡Qué decís, nene!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Basta! ¡No entendés nada!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Ramiro, cortala! ¡No seas tarado, no me gusta cuando te ponés así!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA (lloriquea): Me estás lastimando. ¡Yo no soy cualquier cosa!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Qué culpa tengo si no querés salir, si no armás ningún programa!
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Sos un antisocial.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: Yo no te recrimino nada. Vos sos el que me ataca.
OFF TENISTA: ¡ufff!
NOVIA DEL TENISTA: ¡YO NO TE RECRIMINO NADA! ¡ESO ES TOTALMENTE INJUSTO!
OFF TENISTA: ¡UFFF!
NOVIA DEL TENISTA: ¡BASTA! ¡VOS ME ESTÁS LASTIMANDO A MÍ!
(La NOVIA DEL TENISTA no puede seguir hablando, se incorpora PADRE B y se aproxima)
PADRE B: ¿Qué te dijo?
NOVIA DEL TENISTA: ¡Vos callate, papá!
PADRE B: ¡Quiero saber qué te dijo!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Por favor, no te metas!
PADRE B: ¡Que no me meta! Me hacen venir de Carlos Casares, estoy durmiendo en el living de la casa de tu tía, hace dos días que no como y querés que no me meta!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Dejame en paz!
PADRE B (la agarra de un brazo, amenazante): ¡Decime que te dijo!
NOVIA DEL TENISTA: Rompimos
PADRE B: ¡Cómo que rompieron!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Te dije que no te metas!
PADRE B (se le va al humo al TENISTA): ¡YO TE VOY A DAR, PIOJOSO! ¡VOS TE CREÉS QUE LE VAS A HABLAR ASÍ A MI HIJA! ¡YA MISMO TE DISCULPÁS!
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(La NOVIA DEL TENISTA y MADRE B lo contienen)
PADRE B: ¡YA MISMO TE DISCULPÁS, SOS SORDO!
MADRE B: ¡Controlate, Rubén!
PADRE B: ¡TE DISCULPÁS!... ¡ZAPARRASTROSO!
MADRE A: ¡No haga papelones que están jugando el ‘Tie Break’!
PADRE B: ¡Me importa un carajo el tai-chi! ¡Que suspendan!
MADARE A (nerviosa): ¡Qué divino, que suspendan! (sonríe a la cámara, amanerada): ‘Tie Break’, se dice ‘Tie Break’. ¡Esta gente de provincia!
PADRE B: ¿Qué de provincia?
MADRE A: ¿Sorry, no vienen de la provincia?
MADRE B (ingenua): De Carlos Casares, sí, pero yo soy nacida en Villa Mercedes, San Luis.
PADRE B (cortando a MADRE B): ¡Pará, pará, mamerta! (a MADRE A) ¿De Carlos Casares, sí, y que hay con eso?
MADRE A: Nada
PADRE B: ¡Pero qué se hacen los culo puntudo, sí ustedes son de José C. Paz, del barrio mi cuñada!
PADRE A (acercándose): ¡De ‘Los Alerces’, mi viejo!
PADRE B: ¿Qué alerces?
PADRE A: ¡Los Alerces, el country, el barrio cerrado de José C. Paz!
PADRE B (burlón): ¡El country, el barrio cerrado! ¡Si viven a dos cuadras de lo de la Elsa.
(PADRE A le arrebata el mapa a PADRE B)
PADRE A: Veamos: Amancio Pellegrino al 700, aquí está. Esa pariente suya si no escuché mal vive al 500.
PADRE B: Sí ¿Y con eso qué?
PADRE A: ‘Los alerces’ comienza al 600, por lo tanto nosotros estamos adentro, su cuñada afuera.
PADRE B: ¡TOMÁTELAS, PIOJO RESUCITADO!
MADRE B: ¡Controlate, Rubén!
PADRE B: ¡Pero mirá los aires que se dan la rubia oxigenada y este hambriento!
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(La NOVIA DEL TENISTA y la MADRE B calman al PADRE B. Vuelven a sentarse como al inicio, PADRE A y MADRE A en la tarima de la derecha, PADRE B y MADRE B en la de la izquierda, la NOVIA DEL TENISTA en el centro, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los ¡afff! de fondo)
PADRE A: Potencia, agilidad, energía de desplazamientos…
(Excepto PADRE B, los demás aprueban, giran la cabeza a izquierda y derecha)
PADRE A: Un adiestramiento reflexivo de los reflejos…
(ídem)
PADRE A: Buenas piernas y una técnica depurada son la base…
(ídem)
PADRE B (se incorpora): ¡Yo me voy!
APAGON

V
(Luz. PADRE B encima de PADRE A, lo tiene por el cuello, MADRE A, MADRE B y LA NOVIA DEL TENISTA intentan separarlos)
PADRE B: ¿Qué me tenés que decir?
MADRE A: ¡SEÑOR!
MADRE B: ¡Ruben, soltalo!
PADRE B:¡Dale, hablá, te escucho!
PADRE A: ¡Agggh! ¡Suélteme!
MADRE B: ¡Soltalo, Ruben, soltalo, por el amor de Dios, no sos vos cuando te enloquecés!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Basta papá!
PADRE A: ¡Suélteme!
APAGON

VI
(Luz. Lograron separarlos, el PADRE A está junto a la MADRE A que se interpone, la MADRE B y la NOVIA DEL TENISTA retienen al PADRE B)
PADRE A: ¡Resentido social!
PADRE B (poniéndose la camisa adentro del pantalón): ¡Callate, cagón!
PADRE A: ¡Grasa!
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(el PADRE B vuelve a írsele al humo, la MADRE B y la NOVIA DEL TENISTA lo retienen)
PADRE B: ¡Dejame, que estoy hablando con el señor!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Pará, nene!
MADRE B: ¡Por favor, basta Rubén!
PADRE A: ¡Lo voy a denunciar!
PADRE B: ¡Y yo te vos a bajar esos dientes postizos de Carlos Perciavale que tenés!
NOVIA DEL TENISTA (estallando): ¡BAS-TA!... Lo que están haciendo es una vergüenza. ¿No ven nada? ¿No entienden? … ¡Por qué no nos dejan en paz! ¡Por qué no nos dejan vivir, digo yo!... ¿Saben lo que le pasa a Ramiro? ¿Alguna vez le preguntaron? ¿Me preguntaste a mí, mamá, qué siento, que me está pasando? (MADRE B se acerca a la NOVIA DEL TENISTA, la toma por los hombros, la NOVIA DEL TENISTA la rechaza) Son unos mezquinos, son egoístas. Deberían avergonzarse (al PADRE A) Señor: ¿sabe lo que me dijo Ramiro ayer, sabe cual es su sueño?: ir a Orlando al estreno de la “Guerra de las Galaxias IV” y compartir una cena con el elenco... No somos muñecos, no somos videogames: él es un chico como cualquiera, tal vez lo único que necesita es estar tranquilo, para pensar, para descubrir lo que quiere…
(PADRE A y MADRE A y PADRE B y MADRE B, que al principio habían acusado recibo del reclamo, paulatinamente se dejan llevar por las alternativas del partido, comienzan a girar la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
NOVIA DEL TENISTA: …Sin tantas presiones, sin tantos mandatos. Es difícil saber hacia dónde ir y encima ustedes hacen todo lo posible para que nunca lo descubramos... ¿Qué le preocupa al joven hoy, eh? ¿Cuáles son sus desvelos?... La adolescencia es una etapa crítica caracterizada por profundas transiciones en la conducta emocional… Necesitamos apoyo, necesitamos orientación… Yo necesito que me ayuden… él necesita… que lo ayuden…
(La NOVIA DEL TENISTA también empieza a ser atraída por el partido, poco a poco se distrae de lo que está diciendo)
NOVIA DEL TENISTA: No que pongan… obstáculos…. Terminar… con las… terminar con las... Para, poco a poco… para intentar…. para encontrar la forma… la forma de … para intentar… ser… felices…
(Finalmente todos se abstraen en el partido, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo. PADRE A comienza a sufrir, no puede creer lo mal que está jugando el TENISTA, hace gestos cada vez más apremiantes, está a punto de estallar, MADRE A intenta contener la explosión)
MADRE A: ¿Rami, Rami, baby, qué sucede?… Rami tu padre tiene razón ¿Estás desconcentrado?
PADRE A: ¡Animal!
MADRE A (conteniendo a PADRE A): ¿Qué pasa? ¿Te preocupa algo? Contame. Vamos hijo, estás raro, yo sé que te pasa algo… Te estoy pidiendo que hables, no seas chiquilín, Ramiro… Hijo, tu padre y yo estamos haciendo un gran esfuerzo por saber qué te pasa, es necesario que te comuniques…
PADRE A (se agarra la cabeza): ¡Está parado!…
MADRE A: Recordá que somos un equipo de trabajo Ramiro y en todo equipo lo que prima es la franqueza, la sinceridad… Si callás hijo no estás siendo sincero y eso es muy molesto Ramiro. Es muy molesto y muy injusto porque eso indica que no sos agradecido con todos los esfuerzos que hace tu padre, con todos los esfuerzos que hago yo, Ramiro (cambiando) TE PIDO, TE EXIJO QUE REVEAS TU ACTITUD…
PADRE A: ¡Es un fracaso! ¡Peor: es un mediocre!
MADRE A: …No tenés ningún derecho ha comportarte como lo estás haciendo, es estúpido, es necio (cada vez más alterada) Además quiero recordarte que hubo un acuerdo, Ramiro. Tu padre y yo cumplimos al pie de la letra y vos estás violando ese acuerdo. Es una burla, Ramiro y no tenés derecho a borrar con el codo lo que escribiste con la mano. Es ingrato tener que recordarte todo lo que nos debés. Nos debés mucho, Ramiro. Sin nosotros serías un pobre chico sin futuro, sin una carrera de la que sentirte orgulloso, Ramiro (incorporándose) ESTOY PERDIENDO LA PACIENCIA…
PADRE A: ¡No le hablés más!
MADRE A: …Te estás comportando como un imbécil, me sacás de quicio, Ramiro y eso no te lo voy a permitir, nos estás insultando y no lo voy a permitir. DE UN MOCOSO CONSENTIDO NO LO VOY A PERMITIR…
PADARE A: De un analfabeto.
MADRE A: Eso, de un analfabeto. De un analfabeto que ni siquiera pudo terminar el secundario y que lo único que sabe hacer es pegarle a una triste pelotita.
PADRE A: BASURA
MADRE A: …¿Escuchás? Tiene razón tu padre, sos una basura, una inmundicia. Hace tiempo que no te soporto, no te puedo ver. Ya no puedo escucharte.
OFF TENISTA: ¡Ufff!
MADRE A: ¿Qué sos: un perro, una especie de oso panda salvaje?
OFF TENISTA: ¡Ufff!
MADRE A: NI SIQUIERA TE EXPRESAS COMO SER HUMANO. ¡BESTIA!
PADRE A: ¡Lo voy a internar!¡Te juro que lo voy a hacer pasar por débil mental y lo interno!
MADRE A: ¡Te recuerdo, Ramiro, que están los antecedentes de tu abuelo! ¡Vos te lo buscaste!
PADRE A: AHÍ SÍ QUE VA A MARCHAR DERECHO. LE VAN A ROMPER EL CULO A PATADAS, LO VAN A A EMPASTILLAR
MADRE A: ¡DESAGRADECIDO!
PADRE A: LE VAN A FREIR EL CEREBRO A ELECTROSHOCK, VA A TERMINAR HECHO UNA PLANTA. ESO ES LO QUE SE MERECE, POR INUTIL.
MADRE A: ¡PEDAZO DE MIERDA!
PADRE A: ¡MARICON!
(MADRE B y PADRE B y la NOVIA DEL TENISTA observan a PADRE A y MADRE A, perplejos)
APAGON

VII
(PADRE A, MADRE A, PADRE B y MADRE B sentados en el centro de las gradas hablan, se muestran distendidos, MADRE B ceba mate, hacen circular un paquete de facturas)
MADRE A: ¡A las bochas dice!... ¡Qué divino!
PADRE A: Técnicamente hablando, las bochas no es un deporte.
PADRE B: Sin embargo estuve federado seis años.
MADRE B: Tienen razón, Ruben.
PADRE B: Participé en varios torneos regionales.
MADRE B: No es un deporte.
PADRE B: ¿A ver y por qué no va a poder ser un deporte?
PADRE A: En TyC Sport nunca pasarían un partido de bochas.
MADRE B: Ves.
(La MADRE B le ofrece el mate a la MADRE A y esta lo rechaza)
MADRE A: Anécdotas hay muchas. Hugh, contale lo del año pasado, cuando pasamos del torneo de Laponia al de Miami. ¡Sabe como se le pusieron las piernas!
PADRE A: A la miseria.
PADRE B: ¿No diga?
PADRE A: Sufro de la circulación, el médico de la ATP dijo que fue un shock térmico.
MADRE A: ¡Ah no saben, con el cambio brusco de temperatura eran un solo hematoma!...
MADRE B: Lo mismo que a tu hermano.
PADRE B: ¡Nada que ver, lo de mi hermano fue por la diabetes!
MADRE B: Le tuvieron que amputar la pierna derecha, pobrecito.
MADRE A: ¡Qué horror!
PADRE A: Peor fue en Australia.
MADRE B: Cuente, cuente…
MADRE A: ¡Eso fue graciosísimo: cuando lo mordió el canguro en la nalga!
MADRE B: ¿Un canguro?
MADRE A: En Sydney, fue brutal, en octavos de final Ramiro se lesiona la espalda, lo internamos en una clínica de rehabilitación y aprovechamos para hacer la excursión con guía al desierto de Camberra que nos habían aconsejado en el Hotel. Resulta que en una parada, nos bajamos con unos alemanes, saltó un canguro de atrás de un matorral y se le prendió a Hugh en una nalga.
PADRE A: El gluteo derecho.
MADRE A (tentada): ¡No lo soltaba!… Los alemanes empezaron a mover los brazos para comunicarse con el bicho, parecían policías de tránsito y el canguro los miraba como diciendo: I’m not understand!
MADRE B: ¡Qué terrible!
El PADRE B larga una carcajada.
PADRE A: No se ría, me tuvieron que hacer injerto de piel y todo.
MADRE A: Pedimos a la Asociación Internacional de Tenis que consiguieran una vacuna antirrábica y no sabían de qué hablábamos.
MADRE B: Debe ser lindo conocer
PADRE A: Desgasta.
MADRE A: ¡Ay, no seas depre! No hay como el Primer Mundo (a MADRE B) ¡Las tiendas!... Del Roland Garros 2004 me traje del Hotel esos jaboncitos riquísimos Carolina Herrera con forma de corazón.
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
(No acusan recibo)
PADRE A: Pero la comida sí que es un problema
MADRE A: ¡Ay, qué tiene que ver, Hugh!
PADRE A: Cómo que no, en Francia uno no consigue un bife de chorizo ni por equivocación.
PADRE B (aparte, a MADRE B): ¡Se roban los jabones de los hoteles, dejate de joder!
MADRE B: ¡Cortala Ruben! (a MADRE A) ¿Y con el idioma cómo hacen?
MADRE A: Yo hablo inglés y francés y Hugh maneja algo de alemán, con el italiano no hay problemas: hay que hacer terminar todas las palabras en “ini”
MADRE B: ¡Es verdad: “bambini”, “fetuchini”!
PADRE B: ¿Y usted trabajó alguna vez?
PADRE A: ¡No empiece con las agresiones, por favor!
(Vuelve la NOVIA DEL TENISTA, observa al resto con extrañeza, tiene una panza de embarazo de cinco meses, nadie parece notarlo)
MADRE A: ¡Disculpame, Hugh, pero allá se visten muchísimo mejor!
PADRE A: Depende, para mí la mujer argentina siempre fue mucho más sensual.
MADRE B (advierte la presencia de la NOVIA DEL TENISTA): ¿Qué pasa nena?
(Todos la miran, a la NOVIA DEL TENISTA se le aflojan las piernas, la MADRE A corre a sostenerla)
APAGON

VIII
(PADRE B duerme con la boca abierta. PADRE A, MADRE A y MADRE B, sentados, muy separados entre sí, la vista fija en el frente, parecen en estado ausente, la NOVIA DEL TENISTA, parada sobre el frente un poco a la derecha, las manos en el vientre, en idéntica actitud. Escuchamos el off de los golpes acompañados por el “¡ufff!” y el “¡afff!” del TENISTA y de su contrincante ruso)
APAGON

IX
(Luz mortecina. Noche, bruma. PADRE B, en el extremo superior izquierdo de la plataforma de la izquierda fríe milanesas en un calentador de camping, da vuelta una milanesa con un tenedor. MADRE B y MADRE A sentadas muy pegadas ocupan las gradas inferiores en el centro del escenario. MADRE B tiene un chal sobre los hombros. PADRE A en la plataforma derecha continúa en estado ausente. El off de los golpes y los “¡ufff!” y “¡afff!” de los tenistas se escuchan apagados)
MADRE A: ¿Ve que parecen como más lentos?
MADRE B: Iba a decirle: es verdad. Como atontados.
MADRE A: Exacto (Pausa)
MADRE B: ¿Y por qué?
MADRE A: Duermen
MADRE B: ¿Cómo que duermen?
MADRE A: Duermen
MADRE B: ¿Pueden dormir?
MADRE A: Y en algún momento tienen que descansar.
MADRE B: Es verdad (Pausa) Debe ser un gran sacrificio ¿no?
MADRE A: Y, Ramiro ha jugado campeonatos enteros enfermo.
MADRE B: ¿Con gripe?
MADRE A: Gripe, sarampión, varicela. En una ocasión, en juveniles, hubo que operarlo.
MADRE B: ¿No diga?
MADRE A: Amígdalas. Jugaba los cuartos de final en Toronto, organizamos todo: un especialista en garganta del Saint Michael's Hospital lo operó entre el cuarto y el quinto set.
MADRE B: ¡Increíble!
MADRE A: Por suerte tiene buena cicatrización.
MADRE B: ¡Pobre ángel!
MADRE A: La gente del torneo se portó de maravillas. No hay nada que hacer: saben lo que hacen… Acá somos cavernícolas (Pausa. Amarga) ¿Sabe qué creo?
MADRE B: Que
MADRE A: Que ser argentina es una depresión.
MADRE B: Ay no hable así, este es un país generoso, más para gente tan afortunada como ustedes. Tendría que sentirse agradecida: viajan por todo el orbe, tienen su casa en el country
MADRE A: ¿El country?
MADRE B: El country, el de José C. Paz.
MADRE A: Ah, el country… En realidad Hugh exageró, no es un country en el sentido estricto.
MADRE B: ¿Ah no?
MADRE A: Lo dice para que la propiedad se cotice (Pausita) Si es por mí dejaría todo y me iría a Miami…
MADRE B: ¡Miami! ¿Julio Iglesias tiene una casa en Miami, no? Verano todo el año, todo el mundo andando en patines con rueditas…
MADRE A: En roller.
MADRE B: En roller, sí…
MADRE A: Aunque no creo que consigamos vender: el terreno tiene una hipoteca del Banco Provincia, dejamos de pagar las cuotas hace tres años….
MADRE B: ¿Pero ustedes no ganan bien?
MADRE A: ¡No tiene idea lo que gastamos! Hugh viene de familia numerosa, así como ustedes: no pudientes. 15 hermanos, viven todos en Morón, tenían un desarmadero, pero lo tuvieron que cerrar. Por mes les pasamos una fortuna.
MADRE B: Que nobleza de sentimientos…
Muy lentamente entra LA NOVIA DEL TENISTA, ya tiene una gran panza de embarazo, se para de frente tomándose la cintura, sonríe al tenista.
MADRE B (señalando a LA NOVIA DEL TENISTA): Parece que volvieron a arreglarse.
MADRE A: No se confíe.
MADRE B: Es la edad, vio como son... En cierto punto, son tan inocentes. Reclaman, reclaman, como si una no supiera a cada momento qué les pasa, como si no estuviera siempre un paso adelante, ¿no?
MADRE A: ¡Tal cual!
MADRE B: El instinto de madre nunca falla. Me acuerdo cuando se hizo señorita, vaya uno a saber qué había hablado con las compañeritas, la cuestión que no se animaba a contármelo. Y no me pregunte cómo, pero yo lo supe la misma mañana que sucedió. Yo quería que lo compartiera, quería abrazarla, es un momento de tanta emoción, una siente que de pronto su nena (se conmueve) la que siempre ha estado entre sus brazos, de golpe se desprende y comienza a caminar sola por la vida… (se seca las lágrimas) Disculpe…
MADRE A: No se preocupe.
MADRE B: Y yo quería decírselo, pero ella no había caso, no hablaba, empecinada, pobre angelito… Entonces dije, voy a darle una sorpresa, un regalo que no va a borrársele mientras viva, me acuerdo. Y esa tarde me le voy al colegio a la clase de gimnasia… el de la nena, allá en Carlos Casares, antes de que se viniera para Buenos Aires, era un colegio mixto y los miércoles a la tarde practicaban pelota al cesto. Me dije, le voy a dar una sorpresa que no se va a olvidar en su vida, me subí a las tribunas, como ella estaba jugando no se dio cuenta… Y grité “Holaaaa”, interrumpieron el partido, se hizo un silencio y todos levantaron la vista. “Hola Analía, soy tu mamá y quiero compartir con todos tus amiguitos esta buena noticia: mi hija ya es señorita”… ¡No sabe como se puso: le dio un ataque de nervios, pobrecita! Empezó a temblar y después se desvaneció… La emoción, claro. Vaya uno a saber qué sucede con las hormonas y todo eso cuando los chicos se desarrollan, ¿no?
MADRE A: Rami se deprimió.
MADRE B: No diga.
MADRE A: A los 13 años, estábamos en los torneos Challenger y no había forma de hacerle tomar la medicación. Sin decirle nada con Hugh consultamos a un hipnotizador. Lo tuvimos dos años y medio hipnotizado, hasta que se estabilizó.
Lentamente suben las luces, el off de los golpes y los “¡ufff!” y“¡afff!” del TENISTA y de su contrincante ruso. El PADRE A se despierta de golpe, en su rostro paulatinamente se deja entrever que el TENISTA está mejorando ostensiblemente su juego. Se incorpora.
PADRE A: ¡Bien, Ramiro, bien Ramiro, pelotealo!… ¡Llevá el ritmo! ¡Bien, Ramiro!… Ahora tirá la paralela, el passing, bien Ramiro! (se escuchan aplausos de final de punto) ¡Hora sí, está a la defensiva!… ¡Dale con drop, bien Ramiro, ves que podés!… ¡Vamos con el drive, bien Ramiro!… ¡Ahora repetí el paralelo, bien Ramiro!….
El PADRE B lentamente se aproxima, se pliega al entusiasmo “in crescendo” del PADRE A.
PADRE A: ¡Mové las piernas, bien Ramiro!…
PADRE B: ¡Eso!
PADRE A: ¡El brazo extendido, cruzala!… ¡Bien Ramiro!
PADRE B: ¡Eso, pibe!
PADRE A: ¡Estás impactando bien, con el centro!… ¡Bien Ramiro!
PADRE B: ¡Dale para que tenga, pibe!
PADRE A y PADRE B ocupan el centro de las dos plataformas.
PADRE A: Ves que es fácil… ¡Bien Ramiro!
PADRE B: ¡Huevo, pibe!
PADRE A: ¡Bien!… ¡Dale que no sabe!…
PADRE B: ¡Dale que es ruso! (al contrincante) ¡Ruso botón!
PADRE A: ¡Ruso bolchevique!
PADRE B: ¡Zurdo comunista!
PADRE A: ¡Huevo, Ramiro, huevo Ramiro!
PADRE B empieza a cantar y el PADRE A lentamente se pliega.
PADRE B: Oooooh / Ruso sos botón / sos botón, sos botón / ruso sos botón…
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
PADRE B ahora abraza a PADRE A, saltan como en una hinchada de fútbol.
PADRE A y PADRE B: Oooooh / Ruso sos botón / sos botón, sos botón / ruso sos botón…… ¡Vamos todos!...
MADRE A (atónita): ¡Hugh, qué hacés!
PADRE A y PADRE B (descontrolados): RUSO, COMPADRE, LA CONCHA DE TU MADRE / RUSO, COMPADRE, LA CONCHA DE TU MADRE…
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
MADRE A: ¡Hugh!
PADRE A y PADRE B: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA!
MADRE A (agarra de un brazo a PADRE A): ¡Hugh! ¡Basta!
El PADRE A parece volver en sí. Rechaza el brazo en los hombros del PADRE B.
PADRE A: ¡Suélteme!
MADRE A: ¡Mirá el papelón que estás haciendo! ¡Sentate!
MADRE B (a PADRE B): ¡Tiene razón la señora, Ruben, nos van a echar!
PADRE A: No sé que me pasó (se toma el pulso en la muñeca) Se me debe haber bajado el azúcar en sangre.
El PADRE B, desconcertado, indignado, se deja arrastrar por la MADRE B.
PADRE B: ¡Sabe qué… con tipos como usted… no me extraña que el pibe sea un fracaso… usted es una vergüenza!... ¡Usted…usted no es argentino!… ¡CAGON!
APAGON

X
Dos escenas veloces. El off de los golpes y el “¡ufff!” y el “¡afff!” del TENISTA y de su contrincante ruso se escuchan muy fuertes. Cuando vuelve la luz vemos a la HIJA a punto de parir, asistida por PADRE A, PADRE B, MADRE A y MADRE B. la suben a las gradas, la recuestan.
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaay!
PADRE B: ¡Apóyenla, con cuidado!
MADRE B: ¡Relajate, mi amor!
PADRE A: Con cuidado
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaay!
Acomodan a la HIJA sobre las gradas de la plataforma izquierda.
MADRE A: Con cuidado
PADRE B: ¡Recuéstenla!
MADRE B: ¡Sosténgale la cabeza!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaay!
APAGON

XI
La NOVIA DEL TENISTA, recostada, con las piernas abiertas, está dando a luz, PADRE A, MADRE A, PADRE B y MADRE B la asisten.
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaay!
MADRE A, MADRE B, PADRE A, PADRE B: ¡Pujá, pujá, pujá!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaaay, aaaaay!
MADRE A: Se ve la cabeza
MADRE B: ¡Pujá que ya sale, mi vida!
NOVIA DEL TENISTA: ¡Aaaaay, aaaaay!
PADRE B: ¡Ya sale!
MADRE B: ¡Ya sale, es hermoso!
NOVIA DEL TENISTA: ¡AAAAAAAAY!
APAGON

XII
La MADRE B tiene un bebé en brazos, junto a ella MADRE A y a unos metros PADRE B. La NOVIA DEL TENISTA está recostada en las gradas. Sobre la derecha, aparte, el PADRE A. Todos giran la cabeza a izquierda y derecha, se escucha el off de los golpes y el “¡ufff!” y el “¡afff!” de fondo.
MADRE B: Un varoncito
MADRE A: ¡Ajá!
(Pausita, giran la cabeza a izquierda y derecha. La MADRE B contempla al bebé largamente)
MADRE B: Se parece a usted.
MADRE A: ¿Lo cree?
MADRE B: Los ojos sobre todo, y esta parte…
MADRE A: No sé. Para mí es la cara de su hija
MADRE B: El mentón ¿no es cierto?... Sabe que tiene razón, la forma de mover la boquita (pausita, ídem) ¡Es hermoso!
PADRE B: ¡Dejate de joder!
MADRE A: ¡Ruben no seas bestia!
PADRE B: ¡No es hermoso! ¡Un chico cuando nace no es hermoso!
MADRE B: ¿A ver y por qué no va a ser hermoso?
PADRE B: Porque no es hermoso, un chico cuando nace no es hermoso.
MADRE B: ¡Basta, me cansás! (pausita, ídem)
MADRE B (a MADRE A): Es una sensación rara, no?
MADRE A: ¿A qué se refiere?
MADRE B: No sé, la de tener un nieto.
MADRE A (ajena): Sí…
MADRE B: Es como enfrentarse de golpe al paso del tiempo…
PADRE B: Un hijo es un hijo, un nieto es un nieto.
MADRE B (reaccionando): ¿Por qué no te callás?
PADRE B: ¿Me vas a prohibir hablar?
MADRE B: ¡Para decir burradas mejor no hablés!
PADRE B: También es mi nieto (a PADRE A, que absorbido en sus pensamientos, no responde ) ¡Eh, usted, por qué no opina algo!… ¡Eh, sordo!
PADRE A (se aproxima): Lo estuve pensando: es imposible.
PADRE B: ¿Qué es imposible?
PADRE A: Ramiro no puede afrontar esto de ninguna forma.
PADRE B: ¿Qué quiere decir?
PADRE A: No puede hacerse cargo de un hijo a mitad de temporada, tiene Wimbledon, después el US Open, para los argentinos son superficies complicadas.
(PADRE B le saca con violencia el bebe de los brazos a MADRE B, se lo ofrece a PADRE A, como si fuese un muñeco)
PADRE B: ¡Y esto no le parece una superficie complicada, vamos, agarre!
(MADRE B se lo arrebata de las manos)
MADRE B: ¡Basta, no seas bestia, no ves que le podés hacer daño!
PADRE B: ¡Qué me decís a mí, es él!... ¿No lo escuchás? ¡Este tipo es de no creer!
PADRE A: ¡Ustedes son los que se aparecieron acá con toda esta historia!
PADRE B: Perdón, usted nos invitó haciéndose el artista a la final del nene en el torneo de “open bowl” no se cuanto y ni siquiera se puso con un mísero almuerzo!
PADRE B (hace el gesto de la panza): Yo no estaba al tanto de…de…
PADRE B: ¡Y YO TAMPOCO!
MADRE B (reaccionando): ¡BASTA!... ¡Un hijo que llega es una bendición de Dios!...¡Tendría que darles vergüenza!…
De golpe MADRE A pega un salto, se pone las gafas oscuras y grita a la cámara.
MADRE A: ¡RAMIRO NO SE DROGA! ¡NUNCA SE DROGÓ!
PADRE A: ¿Qué hacés?
MADRE A (a la cámara): ¡MI HIJO NO NECESITA DROGARSE! PARA QUE LO SEPAN: MI HIJO ES UN PROFESIONAL…
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡Silence, please!
El PADRE A va en busca de MADRE A, trata de sentarla.
PADRE A: ¿Qué te pasa?
MADRE A: HAY QUE DEFENDER LO NUESTRO, HAY QUE CONTESTAR A LA NOTA DEL PARÍS MATCH. TENEMOS QUE DESMENTIRLO, ¿NO ENTENDÉS?, HAY VOLCAR LA OPINIÓN PÚBLICA DE NUESTRO LADO.
PADRE A: ¡Bajá la voz!
MADARE A: ¡MI HIJO NUNCA SE DROGÓ, ERAN SUPLEMENTOS DIETARIOS Y FUE LA PRENSA, FUERON USTEDES LOS QUE TERGIVERSARON TODO!
PADRE A: ¡Delfina!
MADRE A (le da un ataque de nervios): ¡No seas idiota, Hugh! Hay que hacer algo. No entendés que vamos a perder todo.
PADRE A: ¿Qué vamos a perder?
MADRE A: ¡Todo! ¿Qué somos sin él? ¿Vos sabés qué somos sin él, Hugh? ¿Pensaste, reflexionaste alguna vez qué sos vos sin él?... No tenés entidad, no tenés vida propia. ¿Te das cuenta lo que nos hizo? Yo tenía razón: qué hubiera pasado si no nacía.
PADRE A: No seríamos padres.
MADRE A: ¡No seas tarado! Estoy hablando de otra cosa: hubieras intentado algo, Hugh, serías alguien el la vida, alguien de quien estar orgullosa...
PADRE A: Bueno, no exageres…
MADRE A: Me hubiera gustado estar orgullosa de vos Hugh (llora) Y culpa de esa bestia sos un fracaso.
PADRE A: ¡Es nuestro hijo, mi amor!
MADRE A: ¡Sos un pobre tipo, un cero a la izquierda, Hugh!
PADRE A: ¡Sos demasiado dura con él, Delfina!
MADRE A: Te disfrazás de tenista, das instrucciones todo el tiempo como si supieras…
PADRE A: Hay que hacer de tripas corazón, mi amor.
MADRE A: ¿Sabés como se burlan en el circuito!...¡Sos casi un imbécil!
PADRE A: No deja de ser nuestro hijo.
MADRA A: ¡Es tan vergonzoso!
PADRE A: ¡Bueno, bueno, tranquilizate!
(PADRE A abraza a MADRE A, logra calmarla. Todos giran la cabeza a izquierda y derecha, se escucha el off de los golpes y el “¡ufff!” y el “¡afff!” de fondo)
PADRE B (aparte, a MADRE B): ¡Pasada de tranquilizantes!
MADRE B: ¡No seas bruto: acaba de ser abuela!
APAGON

XIII
PADRE B: ¡Me pudrió! ¡Me voy!
MADRE B: ¡Un rato más, por favor!
PADRE B: ¡Estoy harto, yo el lunes trabajo!
MADRE B: Es un rato…
PADRE B: Tengo que abrir el taller.
MADRE B: Ahí está: distraé al nene, llevalo a recorrer el club
PADRE B: ¡Ni lo sueñes!
MADRE B: Entonces andá a comerte un pancho
PADRE B: ¡No quiero comer más panchos, me comí 75 panchos, estoy harto de panchos! ¡Me voy!…
PADRE B sale
MADRE B: ¡Ruben, Ruben!
MADRE B sale detrás de PADRE B
PADRE A: ¡Ay, cómo me duele el hombro!
MADRE A: ¡Vení, recostate! (MADRE A recuesta la cabeza de PADRE A en su regazo, lo acaricia)
PADRE A: Creo que me volvió el dolor del abierto de Toronto. A este ritmo no llego ni a la mitad de la temporada.
MADRE A: Hay que pensar qué vamos a hacer.
PADRE A: Ese energúmeno tiene razón: es el final.
MADRE A: El año que viene Ramiro va decidir por sí mismo… ¿Le enseñamos, Hugh?
PADRE A: ¿Qué cosa?
MADRE A: A decidir.
PADRE A: ¡Claro que no!
(Pausa. PADRE A se incorpora de un salto)
PADRE A: ¡Estuve pensando: puedo retomar mis clases de solfeo!
MADRE A: No vuelvas con lo mismo.
PADRE A: Era buen profesor…
MADRE A: Eso fue hace diez años.
PADRE A: Tenía mis alumnos.
MADRE A: Tres alumnos.
PADRE A (soñador): No hay que tenerle miedo al cambio, Delfina.
MADRE A: Hugh: ya no podría ser pobre
PADRE A (se acerca, cariñoso): Volver a comer polenta…
MADRE A (plegándose): Arroz con aceite, con galletitas de agua... cocinar, lavar el baño… (cambiando) ¡Olvidalo!
PADRE A: Ahora no decidamos nada. ¡Vámonos a algún lado!...
MADRE A: ¿Como cuando éramos novios?
PADRE A: Sí, como cuando éramos novios. Vámonos a Sierra de la Ventana en el Expreso Chevallier… con las mochilas y la bolsa de dormir.
MADRE A: Como cuando nos conocimos, y vos usabas una melena bohemia a lo Peter Fonda y yo era una belleza rubia con futuro de top model…
PADRE A: Un tiempo mágico, un tiempo sin relojes. Podemos recuperarlo Delfina, yo siento que seguimos siendo los mismos…
MADRE A: ¿Te parece?
PADRE A: ¡Nada nos ata, sólo hay que animarse!…
MADRE A: Seguís siendo un inconsciente, Hugh.
PADRE A: ¿Te parece?
MADRE A: Por eso te quiero….
PADRE A y MADRE A salen lentamente, abrazados. Se escucha un ‘ufff’ estirado, como de suplica ante el abandono. La NOVIA DEL TENISTA queda sola en la tribuna, los quejidos de los tenistas se escuchan bajo.
NOVIA DEL TENISTA (aturdida): Nos podemos arreglar, ¿no?... Rami, Rami, ¿me escuchás?... No te enojes… Yo estoy contenta… En realidad no sé muy bien como estoy… Quiero decir: lo importante es dejar que las cosas sucedan, que vayan pasando, ¿no?… Yo no quiero que estés nervioso, no quiero que te desconcentres. Vos tenés que jugar y el bebé y yo vamos a estar acá… todos juntos… Tiene que ser así, ¿no te parece?
Entra la MADRE B con el bebé en brazos.
MADRE B: ¡Este Ruben, que loco! ¡Tu padre es un caso, no cambia más!… Nena, el bebé es un santo, ¿te fijaste? Creo que ya tiene hambre de nuevo, le vas a tener que dar la teta otra vez (Pausa, giran la cabeza a izquierda y derecha) ¿Nena?
NOVIA DEL TENISTA: ¿Sí, mama?
MADRE B: ¿Es verdad que bajo seis puestos en el ranking?
NOVIA DEL TENISTA: No sé, creo que sí
MADRE B: ¿Y eso viene a ser mucho?
NOVIA DEL TENISTA: No lo sé, mamá
MADRE B: Seis puestos parece una cifra importante…
NOVIA DEL TENISTA: Sí…
MADRE B: Nena, viste que nosotros somos gente sencilla, trabajamos toda la vida, tu papá recién se acordaba de cuando estaba en el ferrocarril… ¿Recordás algo de cuando tu papá trabajaba en el ferrocarril?
NOVIA DEL TENISTA: Algo
MADRE B: ¿Nena?
NOVIA DEL TENISTA: ¿Qué mamá?
MADRE B: ¿Qué hubiera pasado con nuestra familia si de jefe de maquinistas a tu padre lo hubieran pasado de nuevo a guarda? ¿Con que cara hubiera regresado a casa?
NOVIA DEL TENISTA: ¿Qué querés decir?
MADRE B: ¡Un hijo siempre tiene que sentirse orgulloso de su padre, mi ángel! (le da el bebé) Tenés que pensar en tu bebé.
NOVIA DEL TENISTA: Yo lo quiero.
MADRE B: Tenés que ser fuerte, acordate de tu tía Evelia.
NOVIA DEL TENISTA: ¿Qué tiene que ver la tía Evelia?
MADRE B: ¡Cómo qué tiene que ver: cuando la embarazó el saltador de garrocha, también fue madre soltera!…
NOVIA DEL TENISTA: Esto es distinto
MADRE B: Esto no es distinto, nena, hay cosas que no cambian.
NOVIA DEL TENISTA: No puedo dejarlo.
MADRE B: En casa nos vamos a arreglar.
NOVIA DEL TENISTA: No puedo.
MADRE B: Vamos, hija.
NOVIA DEL TENISTA: ¡No puedo, mamá!
MADRE B (llama a un lateral): ¡Ruben!
Entra el PADRE B que ayuda a sacar a la NOVIA DEL TENISTA y al bebé.
NOVIA DEL TENISTA (sin oponer demasiada resistencia): ¡No! ¡Déjenme! ¡No quiero!
MADRE B: Él es un chico joven, seguro que se va a arreglar. Vas a ver que vos y el bebé van a estar bien.
PADRE B: Le voy a enseñar a jugar a las bochas…
NOVIA DEL TENISTA: ¡No quiero!
Van saliendo.
MADRE B: ¡Vos cortala con las bochas!
PADRE B: ¿Qué tienen de malo las bochas?
NOVIA DEL TENISTA: ¡No quiero! ¡Déjenme! ¡Déjenme!
Salen. Se escucha otro ‘ufff’ estirado de suplica.
APAGON

XIV
Tribunas vacías. Por primera vez silencio. Larga pausa. A continuación comienzan a escucharse muy bajo los golpes y los ‘ufff’ ‘afff’. Luz, golpes, ‘ufff’, ‘afff’, aplausos de final de punto, en intensidad creciente. Más luz, golpes, ‘ufff’, ‘afff’ y aplausos. Off de dos comentaristas de televisión con acento caribeño.
OFF COMENTARISTA 2: ¡Una milagrosa recuperación!
OFF COMENTARISTA 1: La verdad que está jugando de forma excepcional.
OFF COMENTARISTA 2: ¡Es otro, Mike!
OFF COMENTARISTA 1: ¿Ha ascendido en la carrera de campeones?
OFF COMENTARISTA 2: ¡Once puestos!
OFF COMENTARISTA 1: ¡Guau! Eso habla de una gran motivación
OFF COMENTARISTA 2: No deja de sorprender.
OFF COMENTARISTA 1: Es una recuperación notable, pocas veces vista.
OFF COMENTARISTA 2: Más que eso: es un milagro, Mike
OFF COMENTARISTA 1: ¡Se nota que es un jugador distinto!
OFF COMENTARISTA 2: Es lo que siempre sostuvimos.
Golpes, ‘ufff’, ‘afff’, aplausos. Entran lentamente PADRE A y MADRE A por la derecha, PADRE B y MADRE B por la izquierda. Se reconocen tímidamente.
OFF COMENTARISTA 1: Se dice que cambió de entrenador…
OFF COMENTARISTA 2: Efectivamente y se nota: es un cambio radical de actitud.
OFF COMENTARISTA 1: Lo complicaba el entorno.
PADRE A y MADRE A, PADRE B y MADRE B se miran unos a otros con actitud culpable.
OFF COMENTARISTA 2: Claramente.
OFF COMENTARISTA 1: ¡Hasta que punto pueden perjudicar las malas influencias!
OFF COMENTARISTA 2: ¡Tú lo has dicho!... A partir de que cortó con todos la cosa se encaminó.
Entra la NOVIA DEL TENISTA llevando de la mano a un chico de unos cuatro años vestido de tenista. PADRE A, MADRE A, PADRE B, MADRE B y
la NOVIA DEL TENISTA, mudos, comienzan a mover la cabeza a izquierda y derecha.
OFF COMENTARISTA 1: ¡Es un juego endiablado el que está desarrollando!
OFF COMENTARISTA 2: ¡Explosivo!
OFF COMENTARISTA 1: Hoy está realmente inspirado.
OFF COMENTARISTA 2: Permíteme, Mike, ¿tú sabes quién es esa señorita que vemos en la platea?
PADRE A, MADRE A, PADRE B, MADRE B y la NOVIA DEL TENISTA clavan la vista a un costado de la platea.
OFF COMENTARISTA 1: No lo sé
OFF COMENTARISTA 2: ¿No es la conocida modelo Kate Britches?
OFF COMENTARISTA 1: Parece que sí
OFF COMENTARISTA 2: ¡Es una belleza!
OFF COMENTARISTA 1: ¡Un bombón suizo!
OFF COMENTARISTA 2: Jo jo ¡Hoy estas terrible Mike!
PADRE A, PADRE B, MADRE A, MADRE B Y LA NOVIA DEL TENISTA con el chico lentamente se desplazan hasta reunirse en el centro.
OFF COMENTARISTA 1: ¿Es su novia actual?
OFF COMENTARISTA 2: Es lo que se rumorea
OFF COMENTARISTA 1: ¡Qué muchacho este!
OFF COMENTARISTA 2: Se puede decir que sabe elegir ¿no es así?
OFF COMENTARISTA 1: ¡Ni que lo digas, Benny, ni que lo digas!
Se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo. PADRE A, PADRE B, MADRE A y MADRE B, con gestos, comienzan a incitar a la NOVIA DEL TENISTA a que intervenga. La NOVIA niega con la cabeza.
OFF COMENTARISTA 2: Con esta performance tiene asegurada la participación en la Copa Davis…
OFF COMENTARISTA 1: Lógicamente.
OFF COMENTARISTA 2: Seguramente va a encabezar el equipo.
OFF COMENTARISTA 1: ¡Que se preparen los australianos, entonces!
OFF COMENTARISTA 2: ¡Jo, jo! ¡Sabias palabras, Mike, que se preparen!
PADRE A, PADRE B, MADRE A y MADRE B, con gestos Incitan a que la NOVIA DEL TENISTA convenza al nene a que salude al TENISTA, ella le habla al oído, el nene niega con la cabeza. Pausa, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo, mueven la cabeza a izquierda y derecha. PADRE A se decide a actuar, tímidamente, se sube a las gradas.
PADRE A: Potencia, agilidad, energía de desplazamientos...
(los demás aprueban con convicción, giran la cabeza a izquierda y derecha, se escuchan los golpes y los ¡uff y los afff! de fondo)
PADRE A: Una buena técnica al servicio de lo físico…
(los demás ídem)
PADRE A (con más confianza): Velocidad y reacción, velocidad y reacción…
VOZ EN OFF DEL ARBITRO: ¡SILENCE, PLEASE!
APAGON