celebración mandarina
Dos obras de BEN GAVARRE Encarnación y Holofernes de Benjamín Gavarre Son casi las seis de la tarde, la hora la marca un reloj viejo q...
PRUEBA DE AMOR
Roberto Arlt
Boceto teatral irrepresentable ante personas honestas
Guinter
Frida
Abierto sobre la escena, un cuarto de baño de muros cubiertos con azulejos
blancos, separado de la biblioteca por un tabique de mampostería. La puerta
del cuarto de baño comunica con el costado lateral izquierdo del foro, mientras
que la puerta de la biblioteca, dando frente a los espectadores, se abre sobre
un pasillo. La mesa de la biblioteca aparece anormalmente cubierta por un
mantel blanco sobre el cual se distinguen pilas de paquetes pequeños cuyo
contenido es imposible discernir. Fría luz invernal ilumina la escena.
ESCENA 1
(GUINTER, en traje de calle, pero sin sombrero, entra con paso lento en la
biblioteca; mira abstraído durante un instante los paquetes que están sobre la
mesa y se acerca a la biblioteca, de la que extrae un libro, que hojea y coloca
inmediatamente en el estante. Luego se acerca a la mesa, recoge las cuatro
puntas del mantel e improvisa así un bulto. Indeciso, cavila y sale; entra en el
cuarto de baño, donde se mira en el espejo.)
GUINTER.-Nada más que veintisiete años... y ¡qué viejo estoy. . .!
(Enciende un cigarrillo sentándose en la orilla de la bañera enlozada.)
GUINTER.-Podría estar peor... (Mira en derredor.) Es lógico...: Con estas cosas
no se juega.
(GUINTER cavila algunos segundos. Sale y entra en la biblioteca. Recoge el
bulto por las orejas de trapo y sale nuevamente, para aparecer en el cuarto de
baño. Deposita su carga en el suelo, mira buscando un lugar adecuado donde
guardarla y, después de cerciorarse de que la bañera no contiene residuos de
agua, coloca el bolsón dentro de ella. Terminada dicha operación, se refugia en
la biblioteca acostándose en un sofá, pero, impaciente, abandona su rincón
para acercarse a un reloj de pie cuya tapadera de vidrio abre, para hacer correr
lentamente con el dedo el minutero.)
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GUINTER.-Canalla..., siempre caminarás más rápido o más despacio de lo que
necesitamos nosotros los hombres.
Se escucha el repiqueteo de un timbre. (GUINTER sale apresurado.)
ESCENA 2
(GUINTER entra en la biblioteca en compañía de una joven que representa
veinticuatro años, con traje "sastre" azul y velillo sobre el rostro. Cuando se
quita el sombrero queda en escena un tipo insignificante de mujer. La fuerza
interna de FRIDA se trasluce en la parsimonia de sus gestos y en la contención
de sus nervios. Se tiene en presencia de ella la sensación que esta mujer es
una perfecta hipócrita, espiritualizada y afinada por experiencias que ha
sobrepasado. Toma asiento en un sofá frente a GUINTER.)
GUINTER.-¿Tenías miedo de venir?
FRIDA.-Miedo propiamente, no. Pero no me agradaría que en casa lo supieran.
GUINTER.-¿No estamos comprometidos, acaso?
FRIDA.-Eso tiene que ser extraordinariamente importante para mí, ¿no?
GUINTER.-¿Por qué decís eso?
FRIDA.-Según los hombres, únicamente un compromiso formal puede decidirla
a una mujer a dar ciertos pasos. . ., al menos entiendo que en tu
pregunta vos querés establecer eso ...
GUINTER.-Sí. . ., efectivamente,
FRIDA.-De modo que éste es tu departamento (mira en derredor). Muy bonito.
(Se produce un intervalo de silencio.)
GUINTER.-Bueno..., decime..., ¿te imaginás para qué te hice venir?
FRIDA.-No.
GUINTER (burlón).-¿Así que no te imaginás? Cierto, es lógico que no te
imaginés.
FRIDA.-No usés ese tono burlón. ¿He dicho alguna vez que era adivina?
GUINTER.-Es cierto... Bueno, aclararé yo el misterio. Necesito que me des una
prueba, una verdadera prueba de que tu amor no consiste en palabras.
FRIDA.-Entonces me lo imaginé. (Sarcástica.) ¡Qué curioso! No creí nunca
disponer de tanta imaginación.
GUINTER.-Pues esta vez tu imaginación ha fallado, me parece. Yo lo que
necesito es una prueba auténtica de amor.
FRIDA.-¿No te la doy al visitarte, completamente sola?
GUINTER (irónico).-A los veinticuatro años, son raras las mujeres que no han
visitado el departamento de un hombre solo. Algunas en compañía de la
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madre, para volver después solas; otras, en compañía de la amiga. El
procedimiento varía según el grado de hipocresía de la interesada, pero
al final las consecuencias son idénticas.
FRIDA (dominando su furor).-¿Con qué derecho me hablás así?
GUINTER.-Disculparás, ¿no?, pero hoy vamos a conversar de cosas que
considero serias. ¿Vos me querés?
FRIDA.-¿Lo dudás?
GUINTER.-Sos una maravilla, querida. Contestás una pregunta con otra.
FRIDA.-Eso quiere decir que dudás de mí.
GUINTER.-Exactamente. Dudo.
FRIDA.-¿Por qué?
GUINTER (fríamente).-Creo que estás dispuesta a casarte con mi dinero.
FRIDA (dejando escapar su indignación).-¿Qué decís?
GUINTER (cínicamente).-No repitamos las palabras como en los parlamentos
teatrales porque si no es cosa de nunca acabar. Si yo te ofendo al decir
eso, lo veremos después.
FRIDA.-Para decirme semejantes groserías no era necesario que me invitaras
a visitarte. Todo eso podías habérmelo dicho en casa.
GUINTER (burlón y con secos chasquidos de odio en la voz).-Convendrás que
en tu casa hablamos de amor. Incluso complicamos todo el sistema
astronómico en nuestras relaciones. Ya ves si hay tela para cortar en tu
casa. Pero vayamos por orden, te lo ruego, y no te molestes hasta el
final. (Con transición de ternura dolida.) Cierto, querida mía, te he
llamado para decirte que te quiero y dudo de tu sinceridad. No me
interrumpas. Dejar de creer o no poder creer en una mujer es una
desgracia involuntaria, semejante a la de estar enfermo. Nadie,
reconocerás honestamente conmigo, desea estar enfermo, sin embargo
los hospitales se encuentran repletos de dolientes. Por otra parte, y
aceptarás conmigo que lo que te digo es una verdad de peso, lo trágico
del amor consiste en que, siendo un sentimiento abstracto, se mide en
las relaciones sociales con la vara de los hechos concretos. ¿Me
entendés?
FRIDA.-Perfectísimamente.
GUINTER (Con cierta jovialidad burlona en los ojos).-De hecho, me querés con
la misma fuerza con que yo te quiero a vos, ¿no es así? Pero al final de
cuentas el que se tiene que casar soy yo. ¿No es otra vez así?
FRIDA.-Así es.
GUINTER (sumamente frío).-De modo que suponiendo que vos ahora me
dieras la prueba de amor de entregarte a mí, a cambio de esa prueba de
amor, que duraría, sin incluir naturalmente el tiempo de desvestirse y
vestirse, un minuto, yo, en pago de ese minuto, tengo que darte otra
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prueba de amor cuyas consecuencias económicas, serán efectivas para
ti para toda la vida..., es decir..., el matrimonio.
FRIDA.-Es así, Guinter..., no lo puedo negar. Pero quiero hacerte una
pregunta. ¿Qué queda para la abandonada?
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GUINTER.-En la actualidad las únicas mujeres que se casan son las que han
pasado por varias manos. Ellas aprovechan el conocimiento que les
confiere la conducta ilegal, para proporcionarse un marido, como esos
editores que se enriquecen publicando libros que predican la
desaparición de la propiedad privada y el exterminio en masa de los
capitalistas.
FRIDA.-¿Y qué es lo que entendés por conducta ilegal?
GUINTER.-Entiendo que la mujer practica conducta ilegal cuando infringe todos
los aparentes principios morales que son la base de nuestra sociedad
burguesa. La sociedad burguesa condena la libertad sexual en la
mujer... Pues bien..., la hipócrita actual finge despreciar tales prejuicios,
para valorizarse intelectualmente ante el hombre, para encadenarlo con
lazos de pasión y arrastrarlo así a la consumación del matrimonio, que
es la suma de todos los prejuicios e inmundicias que basamentan la
sociedad burguesa.
FRIDA.-Nunca se me ocurrió analizar ese problema.
GUINTER (ensañándose).-Incluso, muchas de ellas se casan par la iglesia... y
con corona de azahar. (Riéndose.) Se me ocurre que en vez de ceñir
una corona de azahar deberían adornarse la cabeza con una corona de
naranjitas...
FRIDA.-¿Naranjitas? -. . .
GUINTER.-Claro..., las naranjitas simbolizarían los óvulos de los abortos
padecidos durante la caza ilegal del marido.
FRIDA (sonriendo involuntariamente).-Sos un salvaje, querido.
GUINTER (burlón).-Me alegro. Siempre he dicho que sos una mujer razonable.
FRIDA.-Creo que demasiado razonable. Sigamos con tu tesis.
GUINTER.-A las mil maravillas. (Enigmático.) Me parece que hemos nacido el
uno para el otro.
FRIDA.-Es muy posible, si los sistemas astronómicos no se oponen.
GUINTER.-¿No te gusta la frasecita? Sin embargo es la verdadera. Pero no
nos vayamos por las ramas, estábamos en ... ¿en qué estábamos? ...
FRIDA.-En que la mujer, por una prueba de amor que dura un minuto, exige del
hombre una prueba de amor que dura una eternidad.
GUINTER.-Muy bien. Te pregunto yo ahora: ¿Qué prueba de amor puede dar
una mujer que, en vez de durar un minuto, dure una eternidad?
FRIDA (permanecerá callada un instante; luego, sonriendo, con serenidad
perfecta).-Guinter..., la mujer no puede dar ninguna prueba de amor.
GUINTER.-Dijiste la verdad. De modo que vos, de acuerdo con esa
manifestación, no podés dar ninguna prueba de amor, ¿no es así?
FRIDA.-Es así... al menos de ese amor a que te referís.
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GUINTER.-Magnífico. Veo que nos entendemos. (Cínicamente.) Cada vez me
inclino a creer más en la intervención del sistema planetario en nuestro
amor.
FRIDA.-No sé por qué se me ocurre que hoy se juega mi destino aquí. (Con
gesto de fatiga.) Y bueno... ¿Qué puedo hacer yo?. .
GUINTER.-Frida quiero preguntarte algo. ¿Qué es lo que opinás de mi estado
mental?
FRIDA.-Es normal. Todavía no estás muy nervioso.
GUINTER.-En este momento se me ha ocurrido una idea, Frida. Nosotros, los
hijos de las razas del norte, nos podemos entender con las mujeres...
FRIDA.-Ya sé..., que también sean del norte...
GUINTER.-¿Hacés ironía?
FRIDA.-No, Guinter.
GUINTER.-Te decía esto porque veo la vida de un modo muy particular.
FRIDA.-Es muy posible.
GUINTER.-Y en ciertas circunstancias me gusta jugarme la vida. Vos, Frida,
sos una mujer a la que gustoso le daría una prueba de amor.
FRIDA.-¿De qué amor?
GUINTER.-De este amor que vos no entendés
FRIDA.-¿Te parece?
GUINTER.-Decime, si yo fuera pobre, ¿te casarías conmigo?
FRIDA.-Creo que sí.
GUINTER.-Entonces me querés.
FRIDA.-Es muy posible que vos no entiendas lo que es amor de mujer.
GUINTER.-¿Qué prueba convincente puede dar un amor de mujer?
FRIDA.-¿No hemos convenido en que ninguna mujer puede darle a un hombre
una prueba de amor, si él previamente no cree?
GUINTER (nuevamente hostil).-Sin contar que esa prueba de amor a que nos
referimos, la mujer puede otorgarla en cada oportunidad a un imbécil
distinto. Y ese imbécil, creer que es técnicamente el primero... o a lo
sumo el segundo... pero nada más que el segundo. Máxime si se tiene
en cuenta que hoy hay parteras que fabrican una virginidad por
quinientos pesos.
FRIDA.-iQue enterado estás... ! (Burlándose de GUINTER.) Querido..., no
todas las familias pueden gastarse quinientos pesos en una...
GUINTER (deliberadamente grosero).-Cierto. Y además ¿qué harían las
familias que tienen varias chicas para colocar? (Con furor lento.) Es
colosal. Estas muchachas de familia burguesa, como quien lleva a un
zapatero un par de zapatos, llevan sus órganos genitales a una partera,
para que les eche media suela de virginidad.
FRIDA (impaciente).-Te prevengo que la astronomía es más
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GUINTER.-Estábamos...
FRIDA (examinando atentamente a GUINTER).-En que ninguna mujer puede
darle a un hombre una prueba de amor, como no sea su infinita
paciencia.
GUINTER (impasible).-Por otra parte el valor de esa prueba de amor no puede
extenderse a un espacio mayor de tiempo que el que ocupa esa misma
prueba para ser realizada. De modo que una posesión, que dura tres
minutos, no puede dar fe de un amor eterno, sino de un amor existente
dentro de esos tres minutos. Pero las mujeres se comportan en cierto
modo como las instituciones bancarias, que son instituciones para dar
ganancia a sus accionistas: abren al cliente un crédito idéntico al
depósito que han recibido en efectivo de éste. Es decir, son pasivas.
Cuando el cliente agotó el depósito, el banco cierra su crédito; la mujer,
la caja de su amor.
FRIDA.-Razonás muy bien... y de todo lo que decís se desprende que es
imposible darle una prueba de amor a un hombre como vos.
GUINTER.-¿No encontrás una sola prueba?
FRIDA.-No encuentro, Guinter.
GUINTER.-¿Por qué no la encontrás?
FRIDA.-Primero, porque matás la fe en mis propios actos; después, porque esa
prueba no existe, Guinter. Habría que inventarla expresamente, para
vos.
GUINTER.-Y la gente ha estado hasta el presente demasiado ocupada para
inventar una prueba para Federico Guinter, ¿no es así?
FRIDA.-Desgraciadamente, es lo que ocurre.
GUINTER (súbitamente reanimado).-Pues yo la he inventado. ¿Querés pasar
conmigo al cuarto de baño?
(FRIDA vacila un instante, luego se pone de pie. GUINTER le hace cruzar la
puerta ante él y sale.)
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ESCENA 3
(GUINTER y FRIDA aparecen en el cuarto de baño. FRIDA permanece de pie a
la entrada, mientras que GUINTER se sienta en la orilla de la bañera.)
GUINTER (señalando la bañera).-¿Ves? Aquí está mi fortuna. (Se inclina hacia
el interior de la bañera y, tirando de una oreja del mantel, lo desplaza tan
violentamente que algunos paquetes de dinero ruedan por el piso de
mosaico.) Volviendo a lo nuestro: creo que estás resuelta a casarte
conmigo para resolver tu problema económico. Eso, en primer término.
Para una mujer como vos, lo sentimental queda siempre colocado en
segundo o tercer plano.
FRIDA (cruzándose de brazos).-¿Cuándo terminarás de insultarme?
GUINTER.-Perdón..., mi finalidad no es insultarte sino probar la autenticidad de
tus sentimientos amorosos. (Poniéndose de pie.) La prueba puede
efectuarse de esta manera. Le prendemos fuego a la pila de billetes de
banco y, cuando este sucio papel haya terminado de arder, yo me habré
quedado pobre... y entonces, si vos persistís en casarte conmigo, es
verdad que me querés en este momento actual de tu vida. Y no podré
dudar.
FRIDA.-¿Estás loco?
GUINTER.-Dejá esas exclamaciones para las heroínas del teatro poético.
FRIDA (moviendo pensativamente la cabeza).-Es cierto. Perdoname. En fin...
(pasea por el pasillo del baño), es tu antojo..., perfectamente. Vos tenés
el derecho de hacer lo que se te antoja con tu dinero, pero yo me creo
obligada a advertirte que te he conocido rico..., no pobre...
GUINTER.-Efectivamente.
FRIDA.-De modo que, como yo no tengo poder para atarte con un chaleco de
fuerza, te digo que, después que hayas consumado ese disparate, me
reservo el derecho de aceptarte o rechazarte.
GUINTER.-Me parece muy bien el convenio. Siempre dije que eras una mujer
razonable.
FRIDA.-Siempre se es razonable ante alguien que es más fuerte o más loco
que nosotros. (Con súbito enternecimiento.) Pero si te rechazo, ¿dirás
algo?
GUINTER (examinándola, sinceramente sorprendido).-¿Por qué? Yo juego..., si
pierdo... paciencia..., mala suerte... La vida no es este sucio papel.
FRIDA.-No te creía tan fuerte.
GUINTER.-Es difícil conocer al hombre, quizá más difícil que a la mujer.
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(FRIDA se inclina ahora sobre la bañera y coge un paquete y lo abre. Deja caer
pensativamente los billetes, después toma otro paquete y repite la operación;
nuevamente se inclina, revuelve entre los mazos y extrae un tercer paquete.)
FRIDA.-Y todos son nuevos. Ese es, tu dinero..., tu pobre dinero. No te ha
hecho nada y lo vas a quemar.
GUINTER (enfático).-Mi fortuna... aquí, a tus pies.
FRIDA.-¿Compraste a muchas mujeres con ella?
GUINTER (irónico).-Para comprar mujeres no se necesita una fortuna.
¡Pobrecitas! Todas se venden por algo. Las más por una promesa de
firma en el Registro Civil; las otras, a veces por un par de medias... y
también por menos.
FRIDA.-Es triste eso.
GUINTER.-Nos van encanallando despacio. Al final uno llega a despreciarlas
de tal modo que cuando lo aburren a uno les escupe en la cara, las echa
a puntapiés y luego las vuelve a tomar.
FRIDA (con rencor que tiembla en la voz).-Te han hecho sufrir esas perdidas,
¡eh!
GUINTER.-¿Por qué será que todas las mujeres tratan de perdidas a las otras?
FRIDA.-Por la misma razón que los hombres tratan de imbéciles a todos los
otros que se han acostado con una mujer que se niega a complacerlo al
que pronuncia esa palabra.
GUINTER.-Es verdad.
FRIDA.-Bueno..., ¿insistís en pensar que yo me caso con tu dinero y no con
vos?
GUINTER.-Sí.
FRIDA.-Entonces podés prenderle fuego al sucio papel.
(GUINTER abre un cajón de madera que está colocado sobre la bañera y saca
una botella de nafta. Destapa el frasco y, cuando va a inclinarse para rociar el
dinero, FRIDA lo detiene de un brazo.)
FRIDA.-Guinter... , si me querés tanto no es necesario que me des una prueba
de amor.
GUINTER (con frialdad).-No estoy probando el amor que te tengo, sino
sometiendo a prueba el amor que decís tenerme. Lo cual es muy
diferente, querida.
FRIDA.-Hacé lo que quieras (Guinter rocía lentamente con nafta el dinero. Ella
habla ostensiblemente nerviosa.) Guinter no hagás locuras...
GUINTER (irónico).-Tenés miedo de tu porvenir económico, ¿eh? ¡Cómo lo
cuidás!
FRIDA (tapándose el rostro con las manos).-Hágase tu voluntad.
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(GUINTER enciende un fósforo y lo arroja al bulto de papel. Grandes
llamaradas azules y rojas se reflejan en los azulejos del muro y temblequean
franjas violáceas y anaranjadas. FRIDA, sin poder contener su curiosidad, se
acerca ahora silenciosamente a la hoguera que arde en el interior de la bañera,
y mira abstraída cómo se consume el dinero. Guinter observa en cambio con
curiosidad malévola el rostro de la mujer encendido por el reflejo del incendio.
FRIDA (de pronto, sin poder contenerse).-¡Qué pena horrible, Guinter! ¡Guinter!
¿Qué has hecho, mi Guinter?... Hombre, mi pobre hombre querido.
(FRIDA se abalanza al cuello de GUINTER, lo estrecha entre sus brazos
y lo besa en el rostro.) Guinter. Guinter mío..., hoy he aprendido a
quererte. ¡Qué alma, qué alma la tuya! ¡Oh, y yo que no te conocía! No
te conocía, Guinter. Te lo juro. Sí, creeme. No te conocía. Estaba a tu
lado fría, serena, calculadora. Dudaba de tu amor. Y ahora... ahora ¿qué
mujer habrá recibido una prueba de amor semejante? Decime, Guinter,
¿qué mujer? ¡Oh mi hombre! Mirá el fuego rojo... (Se inclinan ambos
tomados por la cintura sobre la hoguera, que les cruza el rostro de
resplandores escarlatas.) Las cenizas..., hasta las cenizas están rojas. Y
vos dudabas si me casaría con vos..., pero claro, grandísimo tonto,
criatura mía. (GUINTER se sienta en un extremo de la bañera.) Dejame
sentar en tu falda. (GUINTER deja que ella se siente sobre sus rodillas y
le enlaza la cintura con un brazo.) Verás, Guinter... verás..., seremos
felices a pesar de todo...
GUINTER.-Tenés que perdonarme, Frida. Dudaba...
FRIDA.-Quien tiene que perdonarme sos vos. Guinter. Tú, mi pobre Guinter.
Pero te acompañaré lo mismo. Tenés razón. La vida no es ese horrible
dinero. (Mirando hacia la hoguera que apenas humea y con una sonrisa
de niña.) ¡Qué curioso, Guinter..., a pesar de ser tan sucio, produce una
ceniza blanca...!
GUINTER (confidencialmente).-Tendremos muchas alegrías en la vida, Frida.
FRIDA (mirándolo con adoración).-Como ésta, ninguna...
GUINTER (enigmático).-Puedo darte una gran alegría todavía...
FRIDA (enternecida).-No sabés lo que decís, Guinter querido.
GUINTER.-Yo sé siempre lo que digo. (Echa la mano al bolsillo y extrae un
cheque. Se lo alcanza.) Tomá, éste es mi regalo.
FRIDA (leyendo extrañada el cheque).-¿Setenta mil pesos? ¿Cómo, tenías
más dinero que el que has quemado?
GUINTER.-No.
FRIDA (con asombro creciente).-¿Y entonces?
GUINTER.-El dinero que ardió era moneda falsa.
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FRIDA (se aparta lentamente de GUINTER. El cheque cae de entre sus manos
al suelo. Demudación de desilusión infinita relaja las líneas de su
rostro).-¡Ah... !
GUINTER.-¿Estás contenta, Frida? (Se acerca para tomarla de la cintura.)
FRIDA (abandonando la orilla de la bañera, donde se habrá dejado caer
automáticamente).-No me toques, Guinter.
GUINTER.-¿Qué te pasa?
FRIDA.-¿Cómo te procuraste ese dinero falso?
GUINTER.-Lo hice fabricar para mí. La imprenta que lo hizo sabía ya el destino
que tenía. Pero, ¿por qué me preguntás eso?
FRIDA (con el pensamiento ostensiblemente ausente de las palabras que
pronuncia).-¿Y hay gente que se atreve a hacer esas cosas?
GUINTER.-Pagándole, la gente se atreve a todo.
FRIDA (siempre abstraída).-Bueno..., es tarde, Guinter..., adiós...
GUINTER (estupefacto).-¿Cómo adiós?...
FRIDA (recobrándose con lentitud).-Bueno..., ha terminado la comedia. Guinter.
Sos un hombre..., un hombre como todos...
GUINTER (emocionado dolorosamente).-¿Qué decís... estás loca?
FRIDA (fría y triste).-Con razón que yo venía tan triste hacia aquí. Se jugaba mi
destino... y ¡en qué manos, Dios mío..., en tus manos de tramposo!
GUINTER.-Frida..., no pensás en lo que decís ...
FRIDA.-¡Qué pena... ! Me has roto para siempre... y porque sí, ¡Un tramposo!
¡Querer a un tramposo! (Lentamente se quita el anillo de compromiso y,
moviendo la cabeza como frente a un muerto, mira un instante la
hoguera que reanima en su rostro un resplandor bermejo y arroja el
anillo a la bañera. Algunas lágrimas corren por su carita.) ¡Qué pena,
Dios mío, qué pena! (Sale sin mirar a GUINTER, que conmovido, se
apoya en el muro con anonadamiento mentecato.)
TELON
[14] Acto segundo Escena 1ª Representa un campo, un cicutal espeso. Noche de luna. (Aparesen cinco hombres, emponchados y se esconden en el cicutal; enseguida un joven bien vestido atraviesa ese paraje pero a los pocos pasos le salen al encuentro los cinco hombres, daga en mano; el joven saca su revolver y hace ademán de detenerlos). BANDIDO Venimos a matarte, y es en vano toda resistencia porque ya tu hora ha llegado. (Marañon da vuelta para examinar el camino que tiene a su espalda, pero ve venir hacia él un hombre y reconoce en él a J. Moreira con la daga en la mano). (El joven vacila: Moreira da un salto sobre él, lo toma por la cintura y lo tira al suelo: enseguida pelea con los bandidos y a uno de ellos lo mata). MOREIRA Rindanse a Juan Moreira, maulas. (Los bandidos huyen y Moreira larga una gran carcajada, se acerca a Marañon que ya se había levantado). [14 vta.] MARAÑON ¿Cómo ha venido aquí a tan buen tiempo? (Tendiéndole la mano). MOREIRA Supe que lo iban a asesinar esos maulas, (riendo siempre) y yo también me escondí pa darle una manito y pa que la cosa no fuera tan despareja. (Se acerc[a] al caido y al ver que estaba muerto dice a Marañon). Ahora vamos que lo voy a acompañar hasta su casa, aunque esos maulas no son hombres de volver y han de andar todavia disparando creyendo que yo los persigo. Escena 2ª Mutación - La casa de Marañón - es de noche. Marañón y Moreira MARAÑON ¿Qué móvil le ha guiado, amigo Moreira, que idea ha tenido al proceder de esta manera tan noble? MOREIRA Jui alli pa salvarlo primero porque yo lo quiero a Vd., después porque no puedo tolerar que se junten de a cinco pa matar a uno. [15] Como Vd. es un hombre de mucho prestijio en el partido sus enemigos políticos han querido quitarlo de por medio, porque Vd. les hacía sombra, y han pagao 15 mil pesos á esos bandidos pa que lo asesinaran pero hoy les salio la torta un pan y en vez de Vd. ha quedao otro en su lugar. [16] MARAÑON [¿]Y como ha sabido Vd. que á mi me iban a asesinar[?] MOREIRA P[o]rque me lo dijo una persona a quien propusieron la cosa y que fué bastante hombre pa echarlos al diablo por puercos y cobardes. MARAÑON Yo agradezco lo que Vd. ha hecho, Amigo Moreira; y si alguna vez puedo serle útil en alguna cosa, acuda á mí, porque desde este momento soy su amigo. MOREIRA No me agradezca nada, señor, lo que yo he hecho lo hubiera hecho cualquiera; Yo lo quiero á Vd. porque necesito querer á alguno y Vd. se me figura que es algo mio, que es mi hijo ó que es mi hermano. Yo soy un hombre maldito que he nacido pa penar y pa andar huyendo de los hombres que han sido mi perdición y he querido á Vd. porque siento que al quererlo, puedo respirar con más franqueza, y esto es tan dulce para mi, que si Vd. me mandase entregar á la partida, ahora mismo iba y me presentaba. [16 vta.] MARAÑON ¿Y por que anda Vd. asi errante; retando á la justicia con sus actos que son malos? ¿porque no trabaja Vd. como antes y deja esa mala vida? MOREIRA (Muy triste). Con las penas que yo tengo en el corazón habria pa llorar un año. Yo era feliz al lao de mi mujer y de mi hijo y jamas hice á un hombre ninguna maldad. Pero yo habré nacido con algun sino fatal porque la suerte se me dio guelta y de repente me vi perseguido al estremo de pelear pa defender mi cabeza; Vd. ya sabe todo cuanto ha pasao patron. MARAÑON (Golpeando el hombro de Moreira). Si pero, por que no sale Vd. de la Provincia de Buenos Aires? yo le proporcionaré trabajo en Santa Fé o en Córdoba, donde Vd. puede vivir tranquilo y ser feliz todavia. Allí tengo muchos amigos para quienes les daré cartas y al fin de los años ya podrá Vd. volver. Se habran olvidado de sus desgracias y podrá ser lo que ha sido. MOREIRA Yo no puedo irme de estos pagos, porque no pienso separarme [17] de mi mujer ni de mi hijo, porque faltando yo; la justicia se ha de alzar con ellos haciéndoles pagar mis yerros. MARAÑON Yo les proporcionaré los medios de irse con Vd.; y entonces Vd. puede quedarse allí para siempre viendo crecer a su hijo a su lado y amado por su mujer. MOREIRA Conosco que Vd. me habla al alma y veo que he puesto bien mi cariño en Vd. pero por más que me halaga la propuesta yo no la puedo aceptar sin saber antes que ha sido de aquellas dos prendas mias y si tengo que vengarlas de alguno. Los pobres tienen olor a dijuntos, y es preciso darles con el pié pa que no apesten y sabe Dios lo que habrá sido de aquellos desgraciaos, cuyo único delito en la vida ha sido ser mi mujer y ser mi hijo. Quiera Dios que no les haiga sucedido nada, quiera Dios que no les haigan hecho sufrir un minuto. Yo no soy malo, Patron pero conozco [17 vta.] que si alguno les hubiera tocao el pelo de la ropa, sería yo capaz de hacer una herejia que ni los indios... Bueno, patron, ya lo he molestao bastante, será hasta la vista o hasta que se presente la ocasión. MARAÑON Adiós Moreira, piense en lo que he dicho, y lo acepte o no lo acepte ya sabe que puede contar conmigo en cualquier aprieto que se vea. MOREIRA Esta bueno, patron. Adios. MARAÑON Gracias Moreira (le da la mano). Hoy he nacido, le debo la vida á este hombre; a este hombre que ha nacido para el bien, y que la fatalidad lo conduce por tan mal camino haciéndolo rodar inevitablemente por un precipicio. Escena 3ª Mutación - Cuarto pobre VICENTA - GIMENEZ - MOREIRA Y EL HIJO (La escena representa un cuarto pobre, a la derecha una cama, a la izquierda una mesa con una botella con un cabo de vela). (Al subir el telón se oyen ladridos de perros. Gimenes se levanta de prisa se viste apurado). (Vicenta: despierta sobresaltada pero Gimenes le pone una mano en la boca recomendándole [18] silencio y se dirige á la ventana en actitud de saltar al otro lado en cuanto se abri[e]se la puerta). (Al oir que la puerta se abre, Gimenes salta al otro lado de la ventana y hace que desata el caballo). (Se oye la voz de Moreira que dice). MOREIRA Hay juna se me va, se me va mi venganza. (Vicenta al oir esa voz da un grito desgarrador y dice). VICENTA Animas benditas, es el alma de mi Juan que anda penando. (Se abraza de su hijo poniéndose a rezar). (Moreira entra daga en mano y la tira al suelo diciendo). MOREIRA Por fin los maté a estos perros de porqueria que por defenderme de ellos no pude vengarme de mi compadre Gimenes, del hombre que yo habia depositado toda mi confianza en él y me viene a pagar con la ingratitud de estar viviendo con mi mujer. (Se pone a llorar). (Vicenta al oir aquel llanto se baja de la cama y enciende un fosforo y al ver a Moreira queda como petrificada del espanto. (Moreira enciende un fósforo y enseguida la vela que está sobre la mesa). [18 vta.] Mira a la cama, va corriendo y toma al hijo en los brazos y lo quiere comer a besos. Enseguida lo lleva junto a la vela y lo contempla y lo vuelve a besar). (Juancito toma la mano del padre y dice). JUANCITO Tatita por que no has venido en tanto tiempo pa hacerme pasear en mi petizito MOREIRA Es que no he podido Juancito he tenido mucho que hacer. (Lleva al niño a la cama lo besa y mirando con lástima a Vicenta le dice). MOREIRA Vicenta vení, acercate que yo no he venido á hacerte mal porque yo te perdono todo lo que vos me has hecho a mi. VICENTA ¿Como sos vos, con que no has muerto? [¿]con que me han engañao [?] (Se cubre la cara con las manos). (Moreira va a buscar la daga que está en el suelo y al ver esto Vicenta, le dice). VICENTA Matame Juan mio. MOREIRA No lo permita mi Dios (guardando la daga). Vos no tenés la culpa y nuestro hijo te necesita por que yo no lo puedo llevar conmigo; ¿Quien cuidará de él si yo manchase mi mano [19] Matándote? Adios Vicenta; ya no nos volveremos a ver más porque ahora si voy a hacerme matar deveras puesto que la tierra no guarda para mi mas que amargas penas... Adios y cuida de Juancito. (Se dirige a la cama, besa al niño lleva las manos a la cara y trata de alejarse). VICENTA No te vayas mi Juan, matame antes, (se prende del chiripa) Matame como a un perro porque yo te he ofendido pero antes perdóname, yo no tube la culpa, a mi me han engañao diciendome que vos habias muerto y si yo he dado este paso, fue pa que nuestro hijo no se muriera de hambre. Perdoname, y después moriré a gusto. MOREIRA Jamas! ¿quien cuidara á ese? (señalando a Juancito que tiende los brazos). Basta que me voy, Adios. VICENTA No quiero que te vayas. (Se prende mas fuerte del chiripá). Llamalo Juancito, no lo dejes ir. (Moreira se desprende de su mujer, tira un beso al hijo y sale corriendo - Baja Juancito). JUANCITO Tatita... tatita... tatita. (Abraza a la madre). [19 vta.] Escena 4ª Un Juzgado de Paz (Entra Moreira a caballo y golpea la puerta con el cabo del rebenque.- De adentro contestan). SOLDADO Quien canejo golpea como si esto juera fonda de bascos. MOREIRA Es Juan Moreira que quiere morir en guena lay, que salga la partida de una vez y aproveche la bolada. SOLDADO Mas Juan Moreira es el peludo que tenes, larguese de aqui so zonzo, antes que le ruempa el alma a palos. MOREIRA Que salga la partida - que salga de una vez o le priendo juego al jusgao. SOLDADO Amigo, guelba mañana porque el jues está en su casa y nos á dejao órden de no abrir la puerta a naides. MOREIRA Vaya a la maula, su flojo de porra, en la primera ocación les he de sacar a los azotes. Así son estas Maulas, cuando son pocos no salen ni a palos, y cuando son muchos disparan como mulitas. (Despues de pasado un momento sale el soldado con un f[u]sil y enseguida se entra asustado). [20] Escena 5ª Representa una pulpería de campaña Representa una pulpería de campaña - van entrando gauchos a caballos en carro y de á pié - guitarreros acordionistas - se juega a la taba , se cancha, se ceba mate - se hacen tortas fritas - se baila bailes nacionales, después entra Moreira - todos lo rodean y le preguntan por su vida. MOREIRA Mi vida es andar vagando porque ya no encuentro un sitio donde descansar a [g]usto. Mi vida es pelear siempre con las partidas y matar el mayor número de justicias que pueda porque de la justicia he recibido todo el mal en esta vida y por ella me veo acosado como una fiera ande quiera que me dirijo; que le hemos de hacer al dolor, es preciso matar las penas paisano y el que me quiera acompañar yo pago esta guelta - Haber, pulpero, eche que yo pago. TODO[S] Viva Moreira. (Entra un gaucho y al ver a Moreira se asombra y le dice). PAISANO ¿Como, amigo Moreira y Vd. anda por estos pagos[?] MOREIRA [¿]Porqué Paisano? PAISANO Porque esta mañana la partida de plaza ha salido en su busca, con órden de recorrer todo el partido y matarlo donde quiera que lo halláran, pudiendo alegar despues que se habia resistido á la autoridad, como siempre, a mano armada. MOREIRA Pues se irán como han venido, y soy capaz de pelearlos a surdazos y con el rebenque! PAISANO Mire amigo que la partida viene esta vez mandada sigun me dicen por un tal Don Goyo, un Sargento de linea muy betelano, que dicen que es un mozo malo, capaz de llevarlo a Vd. atao de los pieses y de las manos pa que la autoridad lo ajusile. MOREIRA No le haga caso amigo, no hay partida capaz de prenderme porque la suerte pelea conmigo; pulpero eche una copa pa este [21] mozo que esta julepiao. PAISANO Un bremut con brite. TODOS Bien por Moreira! [III] UN PAISANO Vamos á bailar un gato. TODOS A Bailar. (Se baila un gato; a la mitad del baile el negro Agapito dice). AGAPITO Muy bien amigo, Moreira; dejeme un barato con esa guena moza. MOREIRA Cuando no habias de ser vos, gueno bení. (Dirigiéndose a la mujer). Bea prenda, la va a acompañar este mozo que baila mejor que yo; está un poco quemao del sol pero eso no quiere decir que sea mal compañero. (Bailan; al concluir todos piden que cante Moreira, éste toma la guitarra y canta una décima, al concluir entra el paisano que hablo primero y muy ajitado le dice). [21 vta.] PAISANO Amigo Moreira, procure disparar porque ahi viene una partida de 400 soldaos por lo menos. MOREIRA Dejelos venir nomas. No me hago a un lado de la guella, ni aun que vengan degollando; Este dia tengo ganas de pelear pa que no se vaya sin verme ese veterano que las viene echando de gueno, porque á la fija no me conoce. (Monta a caballo). (Entran el Sargento Navarro y algunos militares a Caballo). NAVARRO (Dirijiéndose a Moreira). ¿Es Vd. Juan Moreira? MOREIRA ¿Que dice, Don? ese tal soy yo pa lo que guste mandar. NAVARRO Pues, Amigo dispense, pero traigo órden del Juez de Paz de prenderlo y con su permiso, (echa mano a las riendas del caballo de Moreira). Sigame. [22] MOREIRA Vamos por partes, Amigo, yo no soy mancarron patrio pa que me hagan parar á mano, ni soy candil pa que asi no más me priendan. NAVARRO Es inutil hacer resistencia, me han mandao que lo prienda, y tengo que cumplir la órden sin remedio; con que dese preso. MOREIRA Y que facilidad canejo! ni mi tata que juera pa hablar asi. (Saca los trabucos). NAVARRO A él (Saca el sable). cuidao de no matarlo, que he de llevar vivo a esta maula. (Moreira hace fuego; cae un soldado). NAVARRO Que no se vaya. (Carga sobre Moreira y este lo hiere en el brazo y cambia el sable á la mano izquierda). MOREIRA Ah! hijo del pais! Asi me gusta un tirano. (Le arranca el sable de la mano y el Sargento cae al suelo). [22 vta.] (Moreira pide un catre al pulpero y a los paisanos les dice que lo ayuden a levantar a aquel hombre. Despues que esta en el catre, lo revisa le ata la frente con un pañuelo le da caña en la boca y después le dice). MOREIRA Que tal amigo cómo se halla. NAVARRO Gracias, paisano, Vd. es un hombre a carta cabal y ya no estraño todas las hazañas que de Vd. me habian contao. MOREIRA Bueno, Sargento, yo me voy pero antes es preciso que tomemos una copa, pues tal vez no volveremos á vernos. Yo no tengo el cuero pa negocio y alguna vez ha de ser la buena. NAVARRO No habiéndolo prendido yo, lo que es a usted no lo priende naides, a no ser que lo agarren dormido ó á traicion. MOREIRA Dios le oiga Amigo; y que se mejore son mis deseos. (Montando a caballo Despues de haber pagado todo el gasto al pulpero). MOREIRA Paisanos, hoy la fiesta no ha estao buena porque han venido a estorbarnos. [23] Será otra vez. Pulpero, ya sabe cuide bien a ese hombre pa que cuente el cuento. Adios paisanos. TODOS Adios, Moreira. PULPERO (a Navarro) Puede darse por bien servido Amigo, que este bandido no lo haiga degollao pues tiene más agallas que un dorao y no se para en una puñalada más ó menos. NAVARRO El que diga que ese hombre es un bandido, es un puerco, á quien le voy a sacar los ojos á azotes. PULPERO Esta bien Amigo. (Todos se retiran). Escena 6ª Una casa de baile - Se ven varios gauchos bailando, entran Moreira y Julián; toman sus compañeras. Moreira se retira a dormir y lo mismo Julián. Entra la policía buscando a Moreira todos se retiran. Mutación Un patio, un pozo a un lado, al fondo una pared de cerco - a la izquierda cuartos donde están Moreira y Julián. Entra la policía y forman frente. FIN |