INVITACION A LEER

Un rufián en la escalera. Joe Orton.

Un rufián en la escalera Joe Orton Personajes: Mike                    Joyce                    Wilson ESCENA I ...

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23/4/08

6 ESTAMPAS 6 ESTAMPAS 6 ESTAMPAS 6 ESTAMPAS 6 ESTAMPAS 6 ESTAMPAS DE TEATRO ALTARES 6 VECES ALTARES DE TEATRO DE PATRICIA RIVAS LLEVE SU ESTAMPA!!!!!












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DE LA DIFERENTE RELACIÓN
(de los hombres y las mujeres) CON LOS ALTARES

ESPECTÁCULO DE PATRICIA RIVAS
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PRIMERA ESTAMPA
Entra a su departamento un hombre de mediana edad. Carga una bolsa de plástico, la pone en la mesa y saca una botella. Va por un vaso, se sirve. Enciende un cigarro. Se sienta. Por la ventana entra un fulgor de un anuncio de neón. Prende la tele con el control y el resplandor de la pantalla lo ilumina. Se escucha un programa que habla sobre la fe. El tipo cambia de canal. Se escucha un programa sobre diferentes tipos de religión.
Él dice cosas como: “¿Y el campeonato?, ¿Cómo? ¿A ver? ¿Y el 22? ... A ver si agarra el 19... ¿Qué onda?
El tipo vuelve a cambiar de canal. Se escucha: “Dios está contigo, Dios está contigo”.
Recorre todos los canales con el control y siempre se encuentra con lo mismo, programas sobre fe y religión. Apaga el televisor diciendo: “Me lleva la chingada, no puedo ver el campeonato... ¿Qué pasa con este complot religioso? ¿qué onda con este rollo apocalíptico?”.
Mientras tanto bebe y sigue fumando. De pronto entra una corriente de aire muy fuerte seguida por el estallido de un trueno. Se sobresalta. Se levanta para cerrar la ventana, antes de hacerlo se escucha otro trueno violento, al tiempo que entra por la ventana el anuncio de neón, bloqueándola. Su forma es la de una mano señalando con el índice que curiosamente, lo señala directamente. Se queda paralizado observando el dedo señalador.
El anuncio de neón genera sonidos de corto circuito. Se dirige rápidamente a la puerta, al tocarla se da cuenta que está electrificada. Su cuerpo se convulsiona. Poco a poco se recompone y se dirige angustiado al teléfono.
Al tomar el auricular suelta una descarga eléctrica. Lo arroja desesperado. Se hinca, extiende sus brazos para abrazarse, una descarga aún más violenta surge de su propio cuerpo. Trata de soltarse pero no puede.
En ese momento se escucha una voz metálica que repite obsesivamente: Dios está contigo, Dios está contigo...
Después de algunos momentos de paroxismo, todo parece regresar a la normalidad. El dedo de neón se apaga. El tipo se desplaza cautelosamente por su departamento sin atreverse a tocar nada, por fin se acerca a la botella y extiende su mano, asustado. Al tocarla la retira dando un salto hacia atrás, pero dándose cuenta de que no está electrificada. La toma y bebe. Se queda totalmente abrumado hasta que tocan a la puerta. Se escuchan voces que le preguntan si está bien, le avisan que el anuncio de neón se derrumbó y provocó un corto circuito en el edificio que se encuentra sin luz. Por fin reacciona, se dirige a la puerta. Antes de abrirla duda, toma aire y abre. En ese momento se va la luz en su departamento.
Aparecen algunos vecinos con veladoras. Uno le regala una veladora encendida. Se retiran. Cierra la puerta. En ese momento se vuelve a encender el anuncio de neón con su sonido entrecortado. Temblorosamente se acerca al neón. Extiende su brazo hasta que su dedo índice toca el dedo del anuncio. Al tocarlo, se apaga. Queda la luz de la veladora iluminándolo, mientras empieza a repetir en voz baja: “Dios está conmigo, Dios está conmigo”.
Después de algunos instantes se va haciendo el oscuro.

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SEGUNDA ESTAMPA
Tres secuestradores están alrededor de una mesa donde hacen girar un dedo de yeso. A quien señale le corresponde contar una adivinanza. El secuestrador que la responde correctamente tiene derecho a una rebanada de pizza. Al fondo se encuentra un altar conformado por imágenes de yeso: Dedos, lenguas, orejas, etc. El secuestrado está sentado en una silla, ligeramente amarrado de los pies. Tiene un plato de cartón en las rodillas con una rebanada de pizza. Jadea ostensiblemente tocándose el pecho. Por fin les dice: “Me duele mucho el pecho, les juro que si no me doy un pase me va a dar un infarto”. Secuestrador A, le responde: “Ni creas que te vamos a dar respiración de boca a boca”. Secuestrador B: “Vas bien, vas muy bien”. Por eso tienes esos dolores, mejor comete tu pizza y se te pasa la ansiedad”. Secuestrador C: “Lo único que podemos ofrecerte, -le dice, acercándose para darle un pellizco en la nariz- es este papelito. Es una oración muy milagrosa para todos los necesitados”. Los tres secuestradores estallan en carcajadas.
Él secuestrado se retuerce en la silla, gime constantemente. “Además tengo problemas de circulación... jamás como entre comidas... Soy alérgico al glutamato. Si sigo amarrado me puede venir una descompensación. Me siento mal, muy mal. Todo se puede resolver de la mejor manera... Si me muero no les pagarán nada... Valgo una fortuna... Aliviánenme, soy alguien muy importante, consíganme un pase”.
Conforme dice esto los secuestradores se burlan de él imitándolo. Se escucha un teléfono en off. Los secuestradores se ponen de acuerdo. A, se para a contestar. Resulta ser una llamada de TELMEX para pagar un adeudo pendiente y evitar la suspensión. Regresa diciendo: “¿Adivinen quién era?” B responde: Era la mamá de éste, para recordarle que no se olvide de pagar el seguro de vida”. C dice:“Nada de eso, era su papá pidiendo que le guardemos la nariz”.
Los tres secuestradores ríen divertidos mientras él grita exasperado: “Mentira, ustedes no saben nada de mí, mis padres están muertos.
Seguro eran mis abogados, soy una personalidad pública... Ustedes... ustedes...” Empieza a llorar compulsivamente.
Los tres se le acercan para consolarlo mientras A le dice: “Ya, no llores, era una broma, de veras, no te saques de onda, te vas a poner mal. B dice: “Todos te queremos, a ver, ¿quién lo quiere? A ver, quién lo quiere?” C dice: “Mejor cántanos una canción” mientras le tararea alguna canción de moda. Él se desespera y grita: “¡¡¡Consíganme algo de coca y les canto lo que quieran!!!”.
Vuelve a llorar desconsolado.
A le dice paternalmente: “Lo mejor será que comas un poco, no vaya a ser que te desmayes”, se la acerca y lo hace masticar un pedazo de pizza. Él logra por fin pasar la comida y tartamudeando les dice: “Nadie va a salir bien librado de esto, seguro su teléfono ya está intervenido, no saben con quién se metieron” Él interrumpe su discurso por un ataque de estornudos, pide una servilleta y con los ojos llorosos prosigue: “Todo se reduce a que les paguen lo que valgo, van a ser ricos a mis costillas, seguro ahorita va a sonar el teléfono... pero mientras consigan algo para alivianarme”.
Suena el teléfono. El secuestrador B corre para contestarlo. Luego de unos momentos regresa muy contento: “¿Adivinen qué? ¡Fueron gemelos! Al rato me acompañan al hospital, quiero que sean mis compadres”. Los tres se abrazan fraternalmente y mientras esto sucede él empieza a jadear mientras dice: “No saben lo que les depara el destino, son unos miserables, sé que tienen droga escondida, no saben con quién se metieron”. Ninguno de ellos lo escucha porque hablan efusivamente de los nombres de los bebés, del bautizo, de los regalos, etc.
Vuelve a sonar el teléfono. Al decidir quién contesta esta vez se dan cuenta de que él está inmóvil, con la cabeza reclinada sobre la silla. C se le acerca y lo examina descubriendo que ha muerto. Los tres lo observan inmóviles, Mientras el teléfono sigue sonando. Por fin B se dirige a contestarlo. A y C se dirigen hacia el altar. A dice hincándose: “Están de testigos que no le hicimos nada”. C se santigua y prende dos veladoras: “Por los dos angelitos que acaban de nacer”.
Se escucha en OFF la voz de B diciendo: “Dejen el dinero donde ya les dijimos y una hora después lo recogen sano y salvo en ese mismo lugar”. Cuelga.
El secuestrado ha quedado con un rictus, con los ojos desorbitados. B regresa, mira la escena, se santigua y se dirige al altar para encender otra veladora. Los tres se abrazan conversando en voz baja y mirando su altar. Luego de unos momentos, A toma un pequeño bote que se encuentra a un lado del altar, mientras C trae un recipiente con agua y una espátula. Juntos proceden a preparar una mezcla con yeso. A comienza a colocarla sobre el rostro del secuestrado para sacar un molde de su nariz. B prepara mientras una manta que extiende sobre el piso. El altar queda encendido unos instantes mientras se va haciendo el oscuro.


TERCERA ESTAMPA

Se ilumina el escenario. Se vea a una solterona encorvada en un su cuarto. Acomoda objetos en un altar, con la imagen de un santo inexistente. Es la representación del hombre de su vida. Le coloca flores e inciensos. Prende veladoras de colores. Después empieza a pedirle fervorosamente un esposo como él, acercándose una y otra vez a la imagen para tocarla anhelante, al tiempo que va transformándose en una mujer atractiva y sensual. Descuelga la imagen y voluptuosamente se deja ir hasta abandonarse en una crisis sexual. Lo besa por todas partes hasta que termina haciéndole el amor. Se empieza a escuchar insistentemente el sonido del timbre de su puerta. Ella va conteniéndose y respirando con dificultad contesta ahogadamente: “¿Quién?
Vuelven a tocar. Ella reacomoda su pelo y su vestimenta y adopta su postura enjuta. Abre la puerta. Se trata de dos vecinas que comentan alteradamente entre sí: “No se puede vivir así, ya es cosa de todos los días, a todas horas. ¡Llévensela! ¡Está loca! ¡Ni familia tiene!”
Entra un enfermero cuya apariencia es la misma de la imagen del santo. La toma entre sus brazos y la carga, abrazándola. Se enciende un seguidor sobre ellos. Ambos se miran extasiados. Él le dice amorosamente: “No te preocupes por nada, he venido por ti”.
Sale seguidor junto con ellos. Las vecinas los miran asombradas y deciden entrar al cuarto de la solterona cerrando la puerta tras ellas. Colocan la imagen en su lugar, reacomodando todo. Ambas permanecen como hipnotizadas frente al santo, se arrodillan y empiezan a tocarlo lascivamente hasta caer convulsionadas. Se va haciendo el oscuro quedando el altar iluminado unos segundos.



CUARTA ESTAMPA

Cortés lleva en brazos a Cuauhtémoc mientras asciende una escalera. El segundo va semi inconsciente. Lleva los pies llenos de sangre. La subida es muy dificultosa. Al final de la escalera se ve una cama y un altar conformado por una pintura con la imagen de Quetzalcóatl, yéndose por los mares del pacífico en una balsa de serpientes. La pintura está rodeada por series de foquitos de colores, flores y veladoras. Por fin, Cortés llega hasta la cama y lo acuesta. Le quita el penacho y la túnica y luego él se quita su traje de conquistador. Le dice: “Reacciona, ¿para que te metiste tanta mierda? Hasta un vidrio pisaste... que pendejo”. Cuauhtémoc empieza a tener espasmos. Cortés busca trapos y alcohol. Los empapa para curarle el pie herido. Después logra incorporarlo y coloca a sus pies una cubeta para tratar de que su compañero vomite sin lograrlo. Vuelve a recostarlo y se dirige hacia el altar para rezar. Su amigo finalmente empieza a respirar con normalidad. Cortés se santigua. Pone música suave y se mete a la cama con él, lo abraza y empieza a arrullarlo.
Poco a poco se va haciendo el oscuro.


QUINTA ESTAMPA
Se ve un hombre sentado en una silla de ruedas. Sus piernas carecen de movilidad como si fueran de trapo. Las reacomoda continuamente. Vende plantillas para zapatos. Detrás de él hay una proyección de una calle transitada. Mediante tal proyección se verá que el hombre pasa de la mañana a la noche vendiendo su mercancía. La exhibe alrededor de su silla de ruedas gritando: ¡Plantillas! ¡Plantillas! ¡Lleve sus plantillas!. Al hacerse el anochecer en la proyección, emprende el regreso a su casa. Se hace oscuro.
El vendedor aparece conduciendo su silla hacia una puerta, la abre y entra a su cuarto. Hay un camastro y un altar integrado por enormes milagros de latón con forma de forma de piernas. Se baja de su silla y se va arrastrando hasta su altar. Se santigua, reza, y después va hacia su cama para echarse a dormir. Se hace oscuro.
Poco después se escucha el canto de un gallo. Se vuelve a iluminar el espacio. El baja de su cama como todos los días, es decir, haciendo los mismos movimientos de inválido. No se percata que lleva arrastrando una pierna completamente sana y robusta. Mira incrédulo su pierna. Toca su otra extremidad y se da cuenta que también la tiene sana y fuerte.
Empieza a gritar: “¡Milagro, milagro! Extasiado patea impulsivamente todo lo que se encuentra en su camino. En su arrebato decide probarse sus plantillas mientras exclama: “¡Por fin las puedo usar, ¡malditas! ¡Por fin las hice mías!”. En su delirio decide ejecutar una secuencia de movimientos marciales, adoptando una actitud de guerrero japonés, mientras va eliminando uno a uno a sus hipotéticos adversarios. Finalmente, hace un movimiento brusco y tropieza con la pata del camastro, y se rompe un pie. Al caer se revuelca hasta chocar con el altar cayéndole sobre su espalada un enorme milagro en forma de pierna. Aúlla inmovilizado, se da cuenta que ha quedado paralizado de la cintura para abajo. Empieza a llorar desesperado. Poco a poco se hace el oscuro.
Se escucha el canto de un gallo. Se ilumina poco a poco el escenario. Se ve al vendedor de plantillas dormido en su camastro. Se despierta sobresaltado. Se toca las extremidades que son las mismas de siempre. Se baja con dificultad de su camastro, se arrastra hacia su altar, se santigua y prende una veladora nueva. Después de unos momentos se hace poco a poco el oscuro total.





SEXTA ESTAMPA
Una mujer entra a su departamento hablando por su celular, acompañada de un cargador que trae un enorme bulto en un diablito, en los extremos del diablito cuelgan enormes bolsas de plástico. Ella le indica que acomode todo en una esquina y lo despide. Prende su estéreo. El ambiente se llena de música electrónica. Se sirve un trago. Enciende un cigarro y procede a revisar varios documentos olvidándose por completo de las bolsas y el bulto. Se interrumpe para hacer llamadas o contestarlas.
Todas ellas son llamadas de demandas que tiene que entablar, de cobros, de meter a alguien a la cárcel, de chismes, de quejas contra sus vecinos, de amores no correspondidos, de intrigas, de engaños, de trampas. Termina por fin hacer llamadas y de revisar papeles y recuerda los paquetes. Saca un pastillero de su bolsa y se toma dos comprimidos. Empieza a sacar cosas de las bolsas: Veladoras gigantes, enormes manojos de hierba, flores gigantes, inciensos descomunales. Ve todo con perplejidad, le da una bocanada a su cigarro. Marca un teléfono. Se le escucha hablar con alguien llamado “Teddy”.
Le hace preguntas de modo prepotente, sucesivas y sin respiro de cómo acomodar todo lo que acaba de comprar, le pregunta si seguro funciona, en cuanto tiempo se ven los resultados, etc. Termina la conversación bruscamente. Se acerca al bulto y lo empieza a desenvolver. Es un buda de tamaño natural. Mientras lo revisa de un lado y de otro, el buda empieza a hacer gestos de disgusto sin que ella se percate. La mujer procede a colocar los diferentes objetos de su altar mientras va haciendo las respectivas peticiones a realizar, su tono es muy perentorio.
Enciende las veladoras y empieza a acomodar las flores y sin que se de cuenta, el buda tira una de las veladoras provocando un pequeño incendio. La mujer da un grito y sale para regresar con una cubeta llena de agua que arroja sobre el altar logrando consumir el fuego pero provocando que todos los objetos se mojen, particularmente buda que reacciona cada vez con más disgusto.
Desesperada llama de nuevo a Teddy. Se escucha una grabación que dice que ese número no existe. Intenta hacer otros llamados e invariablemente se escucha la misma grabación. Está por aventar el teléfono cuando este suena. Al contestar escucha una voz que la amenaza con un juicio legal. Cuelga. Tocan a su puerta. Al dirigirse a abrirla encuentra un sobre. Es un citatorio. Lo rompe furiosa. De nuevo suena el teléfono. Es su secretaria que le informa de un corto circuito en su negocio que provocó un incendio. La secretaria se escucha feliz de darle esta noticia. Ella se queda con la boca abierta y el teléfono en la oreja. Al recuperarse de su asombro busca su pastillero. Al abrirlo se cae todo el contenido en el agua que derramo. Aúlla de coraje. Tocan de nuevo a su puerta. Un sobre se desliza por debajo. Al abrirlo descubre que es la invitación a la boda de su ex pareja. Cae en una crisis de llanto. El buda sonríe beatíficamente afirmando con la cabeza. Entra en un ataque de histeria gritando desaforadamente. De pronto se escucha que golpean fuertemente a su puerta. Se trata de sus vecinos que a su vez le gritan que se calle, insultándola y amenazándola. Ella reacciona arrojando cosas del altar contra la puerta y gritando aún más fuerte. Sobre los gritos se escuchan sirenas de patrullas. Vuelven a golpear su puerta. En esta ocasión es la policía que viene por ella.
Decide esconderse debajo del manto del buda y comienza a rezar elaborando un discurso de contrición y arrepentimiento. El buda la observa con cara adusta mientras las oraciones continúan. De pronto el buda cierra los ojos y las sirenas se silencian, dejan de golpear a la puerta y se apaga el sonido del estéreo. Ella tiembla. Transcurre medio minuto de silencio absoluto. Repentinamente suena su celular. Se tarda en reaccionar. Por fin sale de debajo del manto del buda. Como autómata alcanza el teléfono. Contesta atemorizada, se trata de Teddy quién le llama para darle una serie de nuevas indicaciones para su altar.
Lo escucha sin moverse, simplemente asiente con la mirada perdida. Va dejando resbalar el celular. Vuelve a sonar pero ella no responde. El sonido del teléfono se empieza a transformar en música electrónica. Va subiendo de volumen conforme se va haciendo el oscuro.
Queda iluminada débilmente la cara de Buda durante algunos segundos y después se hace el oscuro total.
FIN

Patricia Rivas, noviembre del 2005
DERECHOS REGISTRADOS

6/3/08

Un monólogo: CROMOSOMA GALIA, desde Argentina lo envía Gabriel Fernández Chapo.


“Cromosoma Galia”
por Gabriel Fernández Chapo



SINOPSIS: Una mujer de treinta años, cansada de su rutina matrimonial, decide abandonar a su marido y escapar a un hotel de baja categoría. Por primera vez sola, intentará encontrarse a sí misma y jugará a coquetear con ser otra mujer: una prostituta.

Correo electrónico del autor:


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CROMOSOMA GALIA

Silencio. Ruido de secador de pelo. Se ilumina la escena. Habitación de hotel de baja categoría. Galia, mujer bonita de 30 años, está secándose las uñas recién pintadas de los pies con el secador de pelo. Se encuentra sentada en el frente de la cama. A la izquierda, hay un gran ventanal con las cortinas mustias abiertas. El atardecer comienza a mostrar su color rojizo. El ventilador de techo gira muy lentamente. Olor a sudor y sábanas sucias inundan el ambiente. La televisión está encendida, pero con el volumen apagado.
Durante toda la escena, Galia irá cambiando su ropa, y preparándose para un encuentro íntimo. El parlamento final la debe encontrar en situación precisa en vestimenta y posición para una relación sexual.
Comienza a sonar su teléfono celular sobre la mesa de luz. Suspirando, se recuesta de espaldas sobre las sábanas. El celular sigue sonando. Recostada, cuenta las marcas de quemaduras de cigarrillos en el respaldo de la cama. El celular no deja de sonar.
GALIA: ¡Mierda! (Atiende)
Ya te dije, Julio.
¿Me escuchás?
Aprendí.
Ya no soy la misma.
Tanto he rascado mis heridas que me encontré otra piel...
de hembra sin dueño ni sueños.
Qué increíble, ¿no?
Tanto rato a tu lado sin cambiar nada,
el lugar en la mesa,
la presa del pollo
y ahora...en unos días...puuufff.
Todo cambia.
Ahora encendés tu auto.
Querés ir a buscar a tu esposa.
Estás convencido de que las puertas de tu rodado
tienen trabas suficientemente fuertes
como para detener la furia de una mujer.
¿Adónde vas a ir? ¿dónde me buscarás?
¿En qué puerta tocarás bocina con la esperanza
de que suba corriendo a tu máquina?
Estás desorientado.
La vida, carajo, es rara.
Años usando el mismo perfume
como si fuera una laca que podía perpetuar
nuestra pareja pasteurizada,
creyendo que la felicidad era eso:
empujar a tu lado los domingos un carrito de supermercado
con orgías de promociones “Carrefour”.
Infamias
de mi pecho
que gusta
de llenar de ilusiones a barcos con destinos inciertos,
de dejar cajitas con pedazos de mi alma en esquinas cualquieras.
Pero repito:
a pren dí.
Esa mujer que nos inventamos no soy yo.
¡Ok!
Tanto golpear con la frente las paredes
abrí una idea en mí.
Ya la sabía.
Sólo que de vestirme de tantas mentiras,
la verdad ya no me sentaba bien.
¿Acaso no veías
que un cansancio eterno me arrullaba los ojos,
que mis días se montaban a una silla de ruedas
en una pendiente sin fin?
¡Forro! ¡Pendejo!
Las cosas cambian.
Cuando te conocí, te había visto
tan entusiasmado en romperme el pecho
que no te llevé la contra.
Toda esa ilusión ingenua
de las dos toallas con nuestras iniciales colgadas del baño.
Un amor tonto, pero cómodo, de sofá beige
con almohadones color ladrillo.
¡Mierda!
¡Mierda que una mujer puede ser bien tonta
si un tipo le resuelve el enigma de su pena!
¡Qué me parió!
¿Por qué me ahogué en tus ojos color traición
y quebré mi promesa de no volver a embriagarme
en el bar de la desilusión?
¡Cuánto de vida he pagado
para poder quedarme dormida
tan mínima tan pequeña
en los brazos de un hombre!
Pero basta, Julio.
Tu imperio de cafés en la cama,
de milenios de silencio pedidos solo para mirarte ha caído.
Date cuenta.
Ya no me reiré de tus chistes malos,
no miraré el fútbol contigo
ni mentiré por ti enfermedades en tu trabajo.
Tu trono lo ha ganado la desazón y el vacío.
Ahora un portaretrato sin foto se columpia frente a mis ojos.
(Pausa)
Siento el motor de tu vehículo
rugir debajo de tus pies.
Inquietos: no saben si frenar o acelerar.
¿Hacia dónde ir?
Para encontrarme, sólo tenés que guiarte por la intuición.
Si soy tu mujer, no te hace falta olfato ni ojos para hallarme.
¿Cuánto sabés de mí?
¿Cuánto de mí pudiste retener realmente en tu mente estos años?
Sabés...
anoche
por primera vez
me dije a mi misma la palabra “soledad”
y no temblé.
Ya no me asusta pararme frente al espejo
y ver todo lo que no seré.
¡Qué se vaya todo a la mierda!
No ser nada
ofrece tanto alivio, tanta liviandad.
Lo entendí, Julio.
En un segundo.
Como si mi cuerpo, mi alma
hubiese estado 30 años gestando esto...
que recién ahora puja por salir.
Maduré...
o me pudrí.
Vaya a saber.
¿Cuál es la diferencia?
¿El olor?
En este cuarto nada huele bien.
Así...
en un chasquido de dedos
entendí todo:
la naturaleza lo sabe.
La clave es comer y no ser comido.
Y vos me devoraste, Julio.
Todos estos años.
Con tu aire a Hugh Grant
y tus pullóveres lisos color pastel.
Me volaste los pétalos
y quedé sólo espinas.
Decime:
¿cuándo dejamos de buscar la luna por las noches,
cuándo dejamos de volver rápido a casa para vernos?.
(Escucha a Julio por teléfono. Recobrando su ímpetu)
¿Ahora me querés ver?
Me ves cuando no estoy.
¡Paradoja de pajero!
Cuando podías verme, esquivabas la mirada.
Fui el adorno más costoso de tu departamento,
con ropa “Zara” y fragancias de “Chanel”.
Tranquilo te llenabas de negocios
y aspiraciones nuevas
mientras tu mujer se entretenía por las mañanas
entre microscopios y tubos de ensayo.
Y una esposa con delantal blanco y paga escasa
está bien visto por tus colegas con el código de barras
tatuado en sus culos.
Tranquilo fuiste matando a mi hombre amado
y dejaste en su lugar a este impostor
al que le sienta muy bien tu cuerpo.
Nunca me viste, Julio.
¿Entiendes lo que digo por ver?
¡Carajo! ¡Qué vas a saber!
Ni te interesa.
Me dices que siempre estoy disconforme con todo,
que nada me viene bien
y con eso me callas y vuelves invisibles
mis palabras.
Como tu photus de balcón,
me regás con tu leche una vez a la semana
y que no joda.
Y yo, tu yerma, preparando tus tortillas de papas
y rogando ganar la quiniela en la jugada del domingo.
Mi concha, vientre de vida, se volvió cicatriz
y por ella sangro.
Vuelvo rojo mis días.
Te rogué:
tapá mi torrente con tu niño,
pongamos a un bebé todos nuestros sueños frustrados.
Nada.
Laburo. Y más laburo.
Que la hipoteca y me cago en Dios.
(El le habla)
¡Qué carajo me importa tu fidelidad!
Tu cerebro de átomo desintegrado
solo cree que una mujer sigue un camino de huida
si le son infiel.
Quizás otra vagina caliente
te hubiera dado el electroshock justo
para que tu pecho vuelva a latir.
Yo no.
Soy solo una célula blanca.
Una infección que se pone mis ropas.
Y me oxido.
¿Sabías que las personas nos oxidamos?
Sí. Como los hierros o las manzanas.
En el laboratorio lo veía por el microscopio
cuando en realidad el microscopio me miraba a mí.
Ya no.
Todo en mí es una alarma que no calla.
Vos trabajabas y una tarde
abrí la heladera y vi.
Allí... cada uno de mis deseos
vencidos, fríos,
juntando gusanos y pobredumbre.
Es mi culpa.
Que ya no repetiré.
No me quedaré más a la sombra
vagabunda de tu barba de tres días
ni me invitaré sola a la fiesta de tu alegría triste.
Ya no me apetece vivir
solo la resaca del amor.
Y aunque llegué tarde a la cita con la suerte,
prefiero esperarla aquí.
Quizás olvidó algo por estas calles
y se dé una vuelta nuevamente.
Hagamos silencio.
Quizás yo escuche el escape de tu automóvil
haciéndome saber que estás acá.
Quizás abras esta puerta de una patada,
me cojas violentamente en esta cama extraña
y por unos minutos nos olvidemos de todo.
¿No te das cuenta, Julio?
Olvidamos lo que es extrañarnos.
No nos mintamos más.
Cada uno por las noches soñaba secretamente
con volver a enamorarse.
Porque eso quiero...
un nuevo amor
de receta irrepetible
y sabor inigualable.
Sin condicionamientos
ni letra chica.
Quiero un amor adolescente.
Fresco, puro presente.
Que mis pezones como ojos
le apunten a su entrepierna.
Un amor que no especule,
cuya única preocupación sea
qué vestido ponerme la próxima cita
o hasta dónde dejaré sus dedos
hurgar debajo de mi pollera.
Un amor que me dé el impulso de saltar de la cama
y no convierta mis sábanas en plomo.
¿Recordás esa sensación?
El arrebato,
las noches sin dormir,
los llantos hasta que los ojos se caen,
el latido más fuerte,
las cartas quemadas,
el teléfono mudo?
¿Te acordás cuando alguna vez
perdiste una de tus putas tardes
sólo para ver a alguna muchacha
pasar por la esquina?
¿Cuánto hace que no te gana el insomnio por una mujer?
¿Cuánto hace que no cogés con la mina que realmente deseás?
Me siento tan bebé.
Cada pensamiento me quita diez años.
Cada paso parece dirigirme hacia el vientre de mi madre.
¿Por qué pasa, Julio?
Cuando pusiste todos los ingredientes de la receta
y el plato no sale sabroso, ¿qué se hace?.
Ya cumplí todos los requisitos para entrar a la felicidad.
Hice las cuentas y los deberes
pero no tengo nada.
¿Qué le digo a mis días que me pedían agua
pero mi sed nunca se acaba?
¿Qué mierda hacer?
¿Dónde está mi falla de fabricación,
quién cubre la garantía de mi deterioro?
Cuando vivís una vida creyendo en el frío del mar
y resulta que los peces hierven.
¿Se puede aprender a caminar haciendo la vertical con las manos
o como hacer para que el mundo no me parezca que está al revés?
Quiero ser una mujercita
feliz del peceto con papas
y de que la nena volvió a cagar bien.
Quiero mandarte mensajitos preguntándote
a qué hora pongo los fideos
o si para mañana debo plancharte una camisa.
Me calcé la chaqueta de la vida ordinaria
y la rutina me volvió trampolín sin agua
el camino de los días.
Ya estoy grande para empezar una vida.
Una vida que no me enseñaron, que desconozco.
¿Entendés?
Ahora que pienso nunca estuve sola.
No sé lo que es estar conmigo.
Nunca me tragué el llanto menstrual por mi misma
ni tuve todas las cuentas a mi nombre.
Toda la vida cogiendo en lugares limpios y seguros,
esperando con tu campera en mano que salgas de las casas de deportes
o contando los lunares de tu espalda tumbada en la cama.
Andá, tranquilo, Julio.
No llamaré y cortaré por teléfono toda la noche
ni pondré tus anécdotas de avaro en bocas risueñas de divorciadas.
(Se recuesta en la cama. Está en justa posición para iniciar un encuentro íntimo)
Seguiré aquí...
muriendo horas hasta que llegue el tipo que me coja sin amor.
Menos que puta seré. Escupiré sus monedas.
Ligándome un cuerpo extraño, Julio, veré
cuán extraño me era el tuyo.
(Se escucha una frenada de automóvil)
Apagón

3/3/08

Desde Argentina, una obra que hay que conocer con un cronómetro: LA CARRERA, DE GABRIEL FERNÁNDEZ CHAPO


........................................LA CARRERA

por Gabriel Fernández Chapo


(ver currículum del autor más... adelante)



Sinopsis de la obra “La carrera”

Un efectivo policial es despedido de las fuerzas de seguridad por ser cómplice de un delito menor. Al mismo tiempo, su esposa lo abandona con la beba de ambos, al no poder alcanzar el sustento mínimo para vivir. El efectivo policial opta por entrenar a los perros que trabajaban con él dentro de la policía para correr carreras ilegales de perros.

Dirección electrónica del autor:
fernandezchapo@yahoo.com.ar
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LA CARRERA
Departamento típico de los conglomerados de edificios de barrios obreros. La vivienda está muy deteriorada. Se evidencia que el living es utilizado por Juan para dormir. El sofá es su cama. Las ventanas están tapadas con papeles de diarios. Entra muy poca luz.
De la calle ingresa Juan con un perro. Sumamente ofuscado mete el perro en la habitación contigua. Los ladridos de otros perros dejan adivinar que tres o cuatro perros más están encerrados en ese cuarto.


JUAN: (Mirando el cronómetro que tiene en su mano derecha) Tres minutos cuarenta. No puede ser. Una eternidad. Una vida. Como la mía que se va por su culpa, hijos de puta. (Patea la puerta) Una simple corrida nada más. Eso. Tan solo eso les pido. (Angustiado) Pero no. Tres minutos cuarenta. No hay duda: seguirán sin comer. (Agarra una campanilla del modular y se las hace sonar insistentemente a los perros) Escuchen. ¿Ustedes creen que es joda esto? Es una carrera ilegal: ganan o mueren. Ahora... a sufrir el hambre. Cuando corran como deben, los dejaré de aturdir con esta campanita y comerán lo que quieran.


Juan toma una libreta y realiza anotaciones. Arranca la hoja de la libreta y la pincha en una de las ramas del Árbol de Navidad que se encuentra en un rincón del living y que sigue armado pese a ser invierno. El árbol está lleno de hojas de libreta y facturas de servicio e impuestos clavadas en las puntas de sus ramas. Juan, preocupado, lee y compara las anotaciones.
JUAN: (Desesperado.) Tres días. Zeus, Ulises, Aquiles, faltan tres días y ustedes corren como si pasearan por Palermo. Les juro que tendrán que...


Suena el timbre del departamento que tiene un sonido similar al de la campanilla de Juan. En ese momento, Juan comienza a arrascarse desesperadamente como si tuviera pulgas. Se mueve nervioso por el departamento. Abre la puerta. Entra Anna intempestivamente con un bebé en brazos. Se dirige directamente al sofá donde se sienta sin sacarse el saco. Los rasguños de los perros sobre la puerta resuenan en el ambiente a partir del ingreso de Anna.


ANNA: (Totalmente neurótica. Mirando las sábanas que usa Juan para dormir en el sofá) Podrías cambiar las sábanas cada tanto. Cuando traigo a Solcito acá, siempre vuelve con ronchas en los brazos. Ronchas, ¿entendés? De pulgas. Un punto bien rojo que se va haciendo rosado suave. Y cuánto más rosado, más te pica. Te clavas las uñas y te llenas de mugre tu propia roncha. ¿Eso querés? (Juan la calla dándole un beso en la boca. Ella quita sus labios pero sin agresividad. Es un rechazo dulce. Incómodo silencio en el cual no se miran) Hace frío acá.
El la huele como reconociéndola.
JUAN: Las extraño.
ANNA: (Siempre habla sumamente veloz. Como que las palabras se encimaran unas sobre otras sin respirar) Vos elegiste. Había dos opciones. Una y otra. Vos optaste por una. Y en esa una no estábamos Solcito ni yo. Simple. Muy simple. No hay que ser demasiado inteligente para entenderlo.
JUAN: En tres días es la carrera. ¿Entendés amor? Es nuestra oportunidad, es la chance que tanto esperamos para olvidarnos de los quilombos. (Ante la desconfianza de ella) No me mirés así. Hay muchísima plata para el ganador. Con el premio vamos a poder...
ANNA: (Lo interrumpe) Nada. No vamos a poder nada. Con tres perros flacos que los echaron de la Policía con vos, ¿qué vas a hacer? Por favor, Juan...
JUAN: Tienen nombres esos «perros», ¿cuántas veces te lo tengo que decir?, y están flacos porque quiero que estén más livianos y veloces. Serán una pluma, un mínimo esfuerzo de sus patas y volarán. Vas a ver... te voy a dedicar la victoria, vamos a tener un montón de guita. (Entusiasmado. La toma de las manos y le muestra el lugar) Vamos a decorar el departamento a tu gusto, todos los muebles de algarrobo. ¿Eso te gusta, no?
ANNA: (Lo interrumpe) Sabés que lo nuestro no funciona, Juan. Ya ni hablábamos en la mesa. Sólo te miraba masticar. Prefiero seguir como estoy: al menos lavo un sólo plato.
JUAN: ¿Y entonces por qué venís tan seguido a verme? ¿Será que te diste cuenta que no es tan fácil llenar ese único plato? Ehh... decime por qué venís.
ANNA: No sé.
JUAN: ¿No sé?
ANNA: Quizás porque alguna vez fui feliz acá. Bahh... eso creo. Es el único recuerdo de mi vida, el único momento en que no desee ser otra. Y me agarro a él. ¿Está mal? Aunque cada día parece que se alejara más de mí. Es como un orgasmo, cuánto más lo querés sentir, más se aleja. Y te desesperás. Y los desesperados hacen boludeces. Como venir acá.
JUAN: ¿Qué decís?
ANNA: (Deja a la beba sobre el sofá y representa el recuerdo. Juan se deja llevar) ¿No entendés? Un recuerdo feliz. Fue una noche. ¿No te acordás? La cebolla saltaba en la sartén y vos escuchabas unos discos. De golpe me sacaste a bailar. Nos tropezamos con el alfombra y caímos al suelo.
JUAN: Sí, me acuerdo. No podíamos parar de reírnos.
ANNA: Lo hicimos ahí donde caímos. Fue la única vez que tuvimos sexo fuera de la cama...y que quedé embarazada.
Juan pretende besarla pero ella se separa con bronca.
ANNA: Tu hija también está veloz. (Mostrándole las piernitas de la beba) Mirá que flaca que está. Si corriera, también podría volar como tus perros.
JUAN: No me digas eso.
ANNA: Es la verdad, Juan. Aunque no quieras escuchar, su panza sigue crujiendo.
JUAN: (Nervioso) ¿Qué querés que haga? Yo no elegí estar sin laburo. ¿Qué pretendés? ¿Que salga a afanar?
ANNA: (Irónica) Por algo te echaron de la Policía, ¿no?. Pero sos tan imbécil que no tenés nada, no te quedó nada.
JUAN: No hablés si no sabés. Porque no tenga guita, no quiere decir que no tenga dignidad. (La beba empieza a llorar. Juan quiere alzarla. Ella lo quiere impedir.)
ANNA: Cumplí como padre y después te dejo agarrar a la nena.
JUAN: (Ahora es él quien muestra su fortaleza) ¿Cómo? ¿Vos vas a decidir si puedo o no tener en brazos a mi hija? (Con suma tensión, Juan sujeta con su mano el rostro de Anna. Parece mostrarle que si él quisiera podría pegarle en ese preciso instante. Ella deja que él tome a la beba)
Venga mi nena. Estos brazos son tus brazos aunque tu mami no lo entienda. ¿Sabés? Ella no cree en mí. Piensa que nunca puedo hacer algo que salga bien. Sí, Solcito, a mami nunca le alcanza.(Juan se acerca a la habitación de los perros que empiezan a ladrar. Hablándole a Anna) ¿Sabés? Zeus, Ulises y Aquiles hace varios días que no comen, sólo escuchan el castigo de mi campanita resonar.
ANNA: (Nerviosa) Juan... es una beba... cuidado con lo que hacés.
JUAN: No comen hace días y podría dejar a Solcito entre ellos durante horas y no le pasaría nada. Eso es la dignidad de no tener nada. Algo que vos desconocés. (Juan abre la puerta donde se encuentran los perros. Anna se abalanza sobre él para quitarle la nena pero él le da un terrible empujón contra una de las paredes)
ANNA: (Sin aire por el golpe. Entre cortada) Pará, hijo de puta, pará. Con la beba no.
(Juan apoya la beba en el piso del cuarto donde están los perros y cierra la puerta dejando la beba sola con los perros. Anna trata de empujarlo pero él la toma por la espalda y la inmoviliza.)
ANNA: (Llorando. Desesperada) Ya está, ya está. Hago lo que quieras. Por favor....te lo suplico.
JUAN: (Haciendo en su oído con la boca el ruido de un reloj) Callate. Fijate cuánto pesan los segundos. Mucho, ¿no? Es el peso de estar solo. A mí me pasa todos los días. Vos no. Vos te agarrás de la nena para salvarte. No es justo.
Juan la suelta, y Anna entra al cuarto y recoge a la beba que se encuentra perfectamente.
ANNA: (Acariciando a su hija, se aleja). ¿Estás bien, mi amor? Sí, no llorés que no te pasó nada. (Gritando) ¡Sos un loco de mierda! Nunca más la vas a tocar.
JUAN: En tres días, vas a rogarme que te deje quedarte conmigo. Quince lucas para el ganador. (Juan se acerca a su lado y aproxima su nariz al cuello de ella. La huele exageradamente como hacen los perros)
ANNA: Dejame, hijo de puta. Me voy.


Escena 2


Día siguiente. Juan está sentado en el sofá. Se lo ve desconsolado. Suena el timbre del departamento. Juan comienza a arrascarse insistentemente todo el cuerpo. Abre la puerta. Es Anna, quien ingresa rápidamente y se dirige directo al modular donde comienza a abrir los cajones. Se la ve nerviosa al no encontrar lo que busca. Juan se acerca lentamente y saca de uno de los estantes superiores del modular un recipiente con unas pocas galletitas dulces. Anna abre la tapa y comienza a comer desesperadamente las galletitas. Apoya su pared contra la espalda y se sienta en el piso. Llena su pecho de migas. Juan se sienta a su lado.
ANNA: (Con la boca llena) No puedo, Juan. No puedo más.
JUAN: Yo tampoco.
El intenta abrazarla, pero una vez que ella comió todas las galletitas, se limpia las migas, coloca el recipiente en el modular y se para con su normal postura como si el momento anterior no hubiera existido. Ella se dirige hacia la ventana. Arranca los papeles que cubren las ventanas.
JUAN: ¿Qué hacés?
ANNA: (Con su habitual neurosis) A este departamento le falta vida. No podés vivir encerrado en la oscuridad. Hay que dejar entrar el aire. Te quiero aclarar una cosa: si voy a volver a vivir acá después de la carrera, tenés que empezar a...
JUAN: (Desconcertado) Yo no te dije que...
ANNA: No hagas bromas, Juan. Ayer me dijiste que al ganar la carrera, con los quince mil pesos, íbamos a poder salir adelante.
JUAN: (Con un tono de preocupación) Pasó algo, Anna.
ANNA: ¿Qué?
JUAN: Hoy murió de hambre Zeus y ahora Ulises y Aquiles no me hacen caso. Se rebelaron.
ANNA: ¿Y?
JUAN: ¿No te das cuenta? A un día de la carrera, los animales no me responden. Tanto entrenamiento, tantos sacrificios y ahora...
ANNA: No hay carrera, no hay premio, no hay vida nueva... (Anna le da un cachetazo a Juan. Conteniendo el llanto) Te creí, Juan. Como una tonta una vez más lo hice. (Se levanta y se dirige hacia la puerta. Cuando va a abrir el picaporte, escucha el llanto de Juan. Se detiene)
JUAN: (Llorando, se va deslizando hasta caer en los pies de Anna. Comienza a besarle los zapatos como si fuera una mascota) No me abandones, Anna.
ANNA: ¿Qué querés que haga? Era tu última oportunidad. Yo le tengo que dar de comer a Solcito.
JUAN: Yo te juro que voy a...
ANNA: No jurés nada. Si no sabés, ni podés cumplir. No sos suficiente hombre para mantener siquiera una beba de seis meses.
JUAN: Callate, perra hija de puta.
ANNA: Sí, eso es lo que te gustaría que fuera. Una perra. Una perra veloz que gane tu carrera y te vuelva a sacar de la mierda. Pero no. Digo basta. Quiero un hombre que me salve a mí. A mí, ¿entendés?. Y lo voy a encontrar.
JUAN: Puedo trabajar en seguridad privada. Custodiar un shopping, una galería o tener una garita en una esquina de barrio.
ANNA: Por 300 pesos y una pistola de juguete. ¡Qué futuro digno nos espera!
JUAN: ¿Y qué querés, enferma? (Agarra un revolver que tenía en un cajón) ¿Querés que me pegue un tiro?
ANNA: (Bajándole el arma) No te equivoques. Yo no quiero nada. Nunca más voy a querer algo. Por eso ya no sufro.
JUAN: (La sujeta por detrás) ¡Qué afortunada que sos! No sufrís. (Pasándole el arma por el pubis) ¿O será que ya tenés otro macho que te chupa las lágrimas?
ANNA: Sí, uno bien hombre...hasta con techo y comida. (Con ironía) Qué grandes ambiciones que tengo, ¿no?
Juan le pega un cachetazo fuerte con la mano que no tiene el arma. Luego se agarra angustiado la mano con la que golpeó.
JUAN: Vos me provocaste. Perdoname.
ANNA: Hace tiempo que dejé de perdonarte. ¿Qué cambia eso?
JUAN: Sabés que hace mucho que no pasaba. Entendeme.
ANNA: Sí.
JUAN: ¿Sí que?
ANNA: Sí, a lo que quieras.
Silencio. Se miran como estudiando qué hará el otro.
ANNA: Me voy.
JUAN: No, por favor. Te lo ruego. No me dejés hoy. Vos y Sol son lo más importante para mí. Me muero sin ustedes.
ANNA: ¿Morir de amor? No, Juan. De hambre vas a morir. Y yo no te quiero acompañar en tu cajón. (Enfila hacia la puerta. Juan corre hacia la habitación de los perros. Hace sonar la campanilla, se arremanga uno de los brazos y lo mete dentro del cuarto. Se escuchan unos ladridos. Luego de unos segundos saca el brazo todo ensangretado)
JUAN: Hablo en serio, Anna. Me muero si no las tengo conmigo. (Mostrándole el brazo mordido) Ya sufrí como vos. Ahora hay algo que nos une. Quedate al lado mío.
ANNA: (Anna lo mira no sabiendo si amarlo u odiarlo. Toca con su dedo el brazo herido y lame una gota de sangre que quedó en el mismo. Una lágrima comienza a recorrer la mejilla de Anna)
JUAN: ¿Qué pasa?
ANNA: Rápido. Andá a poner los discos.
JUAN: Los vendí.
ANNA: Tirá la cebolla en la sartén.
JUAN: No tengo.
ANNA: Hijo de puta. No lo puedo recuperar. Se fue. Se perdió. El recuerdo se desvaneció. Hacé algo, la puta madre.
JUAN: Cerrá los ojos fuerte, bien fuerte. Olvidate de todo. Sólo dejate llevar. (El comienza a cantarle la polca paraguaya del disco que escucharon aquel día)
ANNA: No. Inútil. Ya no está. Es como si lo hubieran borrado.
JUAN: No, no volvamos a intentar. (Canta más fuerte)
ANNA: (Abre los ojos lentamente. Con una mirada descarnada recorre todo el espacio y termina mirando a Juan) Me voy, Juan.
JUAN: No vas a volver, ¿no?
ANNA: No.
JUAN: ¿Aunque de alguna forma consiga guita?.
ANNA: Aunque... (Se calla) Se fue, Juan.
JUAN: Por lo menos, una vez por semana. No puedo vivir sin vos.
ANNA: (Anna quita su pañuelo del cuello y cubre dulcemente la herida del brazo de Juan) Adiós, Juan. (Lo besa en la mejilla. El la huele mientras ella lo besa. Se miran. Ambos saben. Ella sale.)


Juan se da unos golpes a sí mismo. Se angustia. Comienza a llorar y a arrascarse frenéticamente. Vuelve a tapar las ventanas con los papeles de diarios. Empieza a sacarse la ropa hasta quedar completamente desnudo. Busca su libreta de anotaciones y la deja sobre la mesa. Camina lentamente hacia la habitación de los perros. Ingresa. Sólo se escuchan los ladridos.
Apagón final
Gabriel Fernández Chapo
Tel/Fax: 4306-8430/ 4282-3381 / 15-6460-9730
E-Mail: mailto:fernandezchapom@yahoo.com.ar
Página web: portaldedramaturgos.com.ar/chapo


GABRIEL FERNÁNDEZ CHAPO




DATOS PERSONALES


FECHA DE NACIMIENTO: Enero 2 de 1975.
NACIONALIDAD: Argentino
ESTADO CIVIL: Soltero
D.N.I: 24.313.359 Nro. CUIL: 23-24.313.359-9




ESTUDIOS UNIVERSITARIOS Y TERCIARIOS


1996/2004 LICENCIATURA EN LETRAS, especialización Teatro
Universidad Nacional de Lomas de Zamora.


1996/2004 PROFESORADO EN LETRAS
Universidad Nacional de Lomas de Zamora.


1989/1995 PROFESOR SUPERIOR DE INGLÉS
Asociación Argentina de Cultura Inglesa




CURSOS Y TALLERES


· “EL TEXTO Y SU PUESTA EN ESCENA”
Curso dictado por el Dr. Patrice Pavis en el Teatro Cervantes, con la organización del Instituto de Artes del Espectáculo (UBA). 2001


· “LITERATURA ARGENTINA Y UNIVERSAL”.
Curso de Extensión Universitaria de la UADE, dictada por los docentes I. Bordealois, C. Piña, N. Ulla y M. Arlt, entre otros. 2001


· “DRAMATURGIA”.
Taller individual dictado por Carmen Arrieta. 2002


· “DRAMATURGIA”.
Seminario dictado en ARGENTORES por Ricardo Halac. 2003-2004


· “DRAMATURGIA”.
Taller individual dictado por Gladys Lizarazu. 2004
· “DIRECCIÓN Y PUESTA EN ESCENA”.
Taller dictado por Rubén Szuchmacher. 2005-2007


· “DRAMATURGIA”.
Taller dictado por Mauricio Kartún. 2006


· “PUESTA EN ESCENA”.
Taller dictado por Bernardo Cappa. 2007


“Montaje teatral a partir de textos no-ficcionales”
Taller dictado por el director español Paco Zarzoso. Valencia (España).
2007


· “DRAMATURGIA Y MONTAJE”.
Taller dictado por Lola Arias. 2007




ANTECEDENTES PROFESIONALES


¨ Durante 10 años (1990-2000) se desempeñó como actor de la compañía teatral “El Grito” (dirigida por Miguel Santín y Carmen Arrieta), donde realizó una decena de puestas en escena de autores nacionales e internacionales que se representaban en giras por el interior de la provincia de Buenos Aires. Obras: “Pim Pam Pum. Juego de Masacres” de E. Ionesco/ “Así que pasen cinco años”, Yerma” y “Bodas de Sangre” de F. García Lorca/ “Tentempie” de Ricardo Halac/ “El organito” de A. Discépolo/ “La mandrágora” de Maquiavelo.


¨ Es Profesor Adjunto y Jefe de Trabajos Prácticos de la materia “Panorama del Teatro I” de la Universidad del Cine (Ciudad de Buenos Aires). Docente titular: Mirta Arlt. (2002-en curso)


¨ Es Colaborador de los Seminarios de Teatro que se dictan en la carrera de Licenciatura en Letras de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Docente titular: Jorge Dubatti


¨ Fue Profesor Ayudante del Seminario “Historia del teatro del siglo XIX” que se dictó en el Teatro General San Martín de la Ciudad de Buenos Aires. Docente titular: Jorge Dubatti


¨ Fue Profesor del Taller de Lectura e Interpretación de Texto que se dicta en el marco del Curso de Orientación y Formación (COF) en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (2005)


¨ Es Profesor de la cátedra “Historia Social y Cultural de la Literatura 1” en el Instituto Superior de Formación Docente N 102 de la provincia de Buenos Aires, perteneciente al Profesorado de Lengua y Literatura (2005-en curso)


¨ Es redactor del periódico “Artes Escénicas” (Director: Claudio Pansera), de la revista “Palos y piedras” (Director: Jorge Dubatti) y crítico teatral de la página “Cartelera Teatro Off”.


¨ Dicta Seminarios y Conferencias de Teatro en festivales argentinos de Teatro.


¨ Es jurado del Premio “Teatro del Mundo”, que otorga la Universidad de Buenos Aires (UBA) a la producción teatral nacional.




INVESTIGACIÓN Y CRÍTICA TEATRAL


¨ Es investigador del Centro de Investigación en Historia y Teoría Teatral (CIHTT) del Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). (2003-en curso)


¨ Es investigador del Centro de Investigación en Literatura Comparada (CILC) de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. (2002-en curso)


¨ Es investigador del Area de Artes Escénicas del Centro Cultural de la Cooperación (CCC). (2003-en curso)


¨ Es miembro fundador de la Asociación Argentina de Teatro Comparado.


¨ Fue curador del I Congreso Argentino Internacional de Teatro Comparado, realizado en setiembre de 2003.


¨ Fue traductor y editor de las clases magistrales que se dictaron en el III Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires.




PUBLICACIONES ENSAYÍSTICAS


¨ “Spregelburd-Pellicori: la traducción espejo en la obra ´Decadence´ de Steven Berkoff”. Conferencia publicada en las Actas de las VII Jornadas de Teatro Comparado “El Teatro de Peter Brook” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2001)


¨ ¨La traducción teatral: muerte y resurrección del autor”. Ensayo publicado en el número 22 de la REVISTA CELCIT. Directores: J.C. Gené/ C. Ianni.


¨ “La improvisación teatral como espectáculo” Artículo publicado en el número correspondiente a noviembre de 2002 de la REVISTA “DIONISIO”. Director: Héctor Oliboni.


¨ “La importancia de la adaptación teatral”. Conferencia publicada en las Actas de las VIII Jornadas de Teatro Comparado “Antonin Artaud” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2002)


¨ ¨Cuatro vientos: teatro hecho a pulmón”. Ensayo publicado en el libro “El teatro de grupos, compañías y otras formaciones”. Marzo 2003. Compilador: Jorge Dubatti. Editado por el Centro Cultural de la Cooperación.


¨ ¨Augusto Boal y el Teatro del Oprimido”. Traducción y edición de la conferencia brindada en el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires publicado en el libro “Clases Magistrales de Teatro Contemporáneo”. Setiembre 2003. Editado por FIBA y Editorial Atuel.


¨ “Griselda Gambaro: la impronta política del Teatro del Absurdo argentino”. Conferencia publicada en las Actas de las IX Jornadas de Teatro Comparado “Constantin Stanilavsky” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2003)


¨ “Dramaturgos de la zona sur”. Ensayo publicado en los Cuadernillos del I Congreso Internacional de Teatro Comparado (Centro Cultural de la Cooperación – Buenos Aires- 2003)


¨ “El teatro de la postdictadura”. Conferencia publicada en las Actas del Foro “Teatro y Democracia” (Teatro Nacional Cervantes- Junio 2004)


¨ ¨El teatro de Oscar Wilde”. Crítica a la edición de Editorial Losada del “Teatro Completo de Oscar Wilde” aparecida en la revista “Palos y Piedras”. Noviembre 2004. Editado por el Centro Cultural de la Cooperación.


¨ ¨El teatro en la Feria del Libro”. Artículo publicado en el número 35 del periódico “Artes Escénicas”. Abril 2005.


¨ ¨La literatura como atracción turística”. Artículo publicado en el número 37 del periódico “Artes Escénicas”. Junio 2005.


¨ ¨La figura del actor en la dramaturgia de Sartre”. Ensayo publicado en el libro “El teatro de Jean Paul Sartre”. Junio 2005. Editado por Editorial Atuel (en imprenta).


¨ ¨Estructura y metodología de los proyectos que vinculan arte y sociedad”. Capítulo dedicado


¨ al análisis de los programas de asistencia social a partir del arte que integra el libro “Cuando el arte da respuestas”. Julio 2005. Editado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el marco de las Terceras Jornadas de “Arte y Desarrollo Social”.


¨ ¨La publicación de teatro en Buenos Aires”. Artículo publicado en el número 39 del periódico “Artes Escénicas”. Diciembre 2005.


¨ ¨El comienzo del teatro de Ibsen”. Capítulo del libro “Ibsen y el drama moderno” (coordinación de Jorge Dubatti). Marzo 2006. Editado por Editorial Colihue.


¨ “La ruptura de las convenciones del lenguaje en el Teatro del Absurdo”. Ensayo publicado en el número 19 de la revista de Filología de la Universidad de Málaga (España). Junio 2006.


¨ “Teatro cómico/ Humor/ Comedia asainetada/ Comedia brillante”. Términos del Diccionario Teatral en preparación por parte del crítico Jorge Dubatti. (Marzo 2007) (En preparación).


¨ “Escritura teatral a partir de textos no-ficcionales”. Ensayo final sobre Beca Segundo Llamado 2006 de la Secretaría de Cultura de la Nación convocatoria “Ayuda a Artistas” para cursar en verano 2007 taller de dramaturgia en Sociedad General de Autores y Editores de Valencia (España) (En preparación)


¨ “Ubú Rey y la crítica en 1896”. Capítulo del libro “El teatro de Alfred Jarry”. (Jorge Dubatti compilador). Editorial Colihue. (En imprenta)




CONFERENCIAS Y PONENCIAS


¨ “El teatro popular en Argentina”. Conferencia brindada en el VI Festival de Teatro Independiente de Murphy (pcia. de Santa Fe). Mayo de 2001.


¨ “Spregelburd-Pellicori: la traducción espejo en la obra ´Decadence´ de Steven Berkoff”. Conferencia brindada en las VII Jornadas de Teatro Comparado “El Teatro de Peter Brook” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2001)


¨ “La teatralidad joven en Argentina”. Seminario dictado en el Segundo Festival de Teatro Joven de Viedma (pcia. de Río Negro) Octubre de 2002.


¨ “La importancia de la adaptación teatral”. Conferencia brindada en las VIII Jornadas de Teatro Comparado “Antonin Artaud” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2002)


¨ “La vigencia de Stanislavsky”. Conferencia brindada en las IX Jornadas de Teatro Comparado “Constantin Stanislavsky” (Centro Cultural Ricardo Rojas – Universidad de Buenos Aires- 2003)


¨ “El teatro de la postdictadura”. Conclusiones sobre la mesa “Veinte años de democracia” realizada en el Foro “Teatro y Democracia” (Teatro Nacional Cervantes- Junio 2004)


¨ “Veinte años de teatro”. Disertación en el marco de las Jornadas “Veinte años del Centro Cultural Ricardo Rojas”. (Centro Cultural Ricardo Rojas - Julio 2004)


¨ ¨La dramaturgia de Gregorio de Laferrere”. Conferencia incluida en el programa especial “Laferrere en el teatro Cervantes” (Canal 7 Argentina- Setiembre 2004)


¨ ¨El pensamiento metateatral de Víctor Hugo”. Conferencia ofrecida en el “1er Congreso Internacional de Historia del Teatro” en el Centro Cultural Rojas (UBA),(Setiembre 2004)


¨ ¨La figura del actor en la dramaturgia de Sartre”. Conferencia brindada en las Jornadas “El teatro de Jean Paul Sartre”, realizadas en la Alianza Francesa de Buenos Aires. (Junio 2005).


¨ “Los personajes teatrales femeninos en tiempos de Nora”. Conferencia brindada en las XI Jornadas “El teatro de Ibsen”, realizadas en el Centro Cultural Rojas. (Diciembre 2005).


¨ ¨El teatro de la década del ´60 de Griselda Gambaro como metáfora del posmodernismo”. Conferencia brindada en las XV Congreso Internacional de Teatro Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino, organizadas por GETEA. (Agosto 2006).


¨ ¨Catilina: entre el drama histórico y de conciencia”. Ponencia ofrecida en el “3er Congreso Internacional de Historia del Teatro Occidental” en el Centro Cultural de la Cooperación, (Agosto 2006)


¨ ¨El teatro de Alfred de Musset”. Conferencia ofrecida en una mesa redonda en el Centro Cultural Rojas (Buenos Aires) (Mayo 2007)


¨ ¨El humor en el teatro y la literatura”. Conferencia ofrecida en la V Feria del Libro de Cipolleti (Río Negro) (Junio 2007)


¨ ¨La adaptación de textos narrativos al teatro”. Taller ofrecido en la V Feria del Libro de Cipolleti (Río Negro) (Junio 2007)


¨ ¨El teatro de Alfred de Musset: relectura de Lorenzaccio”. Conferencia ofrecida en el IV Congreso Argentino de Historia del Teatro Universal, organizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) (Agosto 2007)


¨ ¨Dramaturgia de textos literarios: el fenómeno de la adaptación”. Conferencia ofrecida en el III Congreso Argentino Internacional de Teatro Comparado, organizado por ATEACOMP en la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) (Setiembre 2007)




EXPERIENCIA TEATRAL


¨ 2002 (Dramaturgia) “Amores y desdenes” Dirección: Carmen Arrieta y Miguel
Santín. Sala “EL GRITO”. Lomas de Zamora. Obra contratada por la
Municipalidad de Lomas de Zamora para ser representada en el Ciclo de
Verano 2002 de la mencionada comuna.


2003 (Dramaturgia) “La luna” Tercer premio del Concurso Internacional de
Teatro “Expresiones” (República de Venezuela). Obra estrenada en Caracas
(Venezuela) por el grupo “Expresiones”.


¨ 2004 (Dramaturgia) “La carrera” Dirección: Andrés Bazzallo. Sala “Gregorio
de Laferrere” ARGENTORES. Ciudad de Buenos Aires.


¨ 2005/2006 (Dramaturgia y Dirección) “La casa chica” Dirección: Gabriel
Fernández Chapo. Obra subsidiada por el INT. Comienzo de gira: Teatro
de las Nobles Bestias. (Temperley).


¨ 2006 (Dramaturgia) “Perturbaciones” (Obra en coautoría, con el apoyo de
ARGENTORES) Dirección: Lidia Villareal y Hernán Vidal. Teatro
IFT. Ciudad de Buenos Aires. Obra subsidiada por Proteatro..


2006 (Dramaturgia) “Entre grietas y ríos. Intersticios de vidas a flote”
Dirección: Daniel Luppo. Obra contratada para su escritura, publicación y
representación por el 2do Festival Internacional de Teatro de Formosa. Obra
elegida como única representante de toda la provincia de Buenos Aires.


2006 (Dramaturgia) “Lamáquinahamlet” (Obra en coautoría, bajo la
coordinación de Luis Cano) Proyecto de la Fundación “Pluja”
(Unquillo- Córdoba) y el Instituto “Goethe” en el marco del Segundo
Encuentro de Dramaturgos “Jorge Díaz”. (Junio 2006). Reescritura de la
pieza “Hamlet Machine” de Heiner Muller.


2006 (Dramaturgia y Asistencia de Dirección) “Mil puertas (Retrato
psicótico del encierro infinito”. Obra seleccionada por la Asociación de
Abuelas de Plaza de Mayo para su participación en el ciclo “Teatro x la
Identidad 2006”. Estreno: octubre 2006 en la Universidad Nacional de
Quilmes.


2007 (Dramaturgia y Dirección) “Harriet. Boceto de una inglesa de cierta edad”. Estreno: junio de 2007 en el Centro Cultural Rojas (UBA) de la Ciudad de Buenos Aires.


PUBLICACIONES DRAMATÚRGICAS


¨ 2003 “La luna”. Antología editada por el proyecto “Expresiones” de los ganadores de
su concurso internacional de teatro . (República de Venezuela)


¨ 2005 “La casa chica. Crónica del deseo apagado de vivir del otro lado”. 68 pags.
Edición del Autor.


¨ 2006 “Nueva dramaturgia. Siete obras de teatro sobre los miedos”. Antología de
obras cortas de dramaturgos jóvenes de la provincia de Buenos Aires. Editado
por Editorial Universitaria de La Plata, con el apoyo del Instituto Nacional del
Teatro (en imprenta).


¨ 2006 “Grietas. Intersticios de vidas a flote”. Integrante de la Antología “El agua y
la creación dramática”, publicación de extensión del 2do Festival
Internacional de Teatro de Formosa. (Agosto 2006)
MENCIONES Y RECONOCIMIENTOS


¨ Ha sido distinguido con una mención honorífica por parte de Argentores en el año 2002 por su proyecto de investigación “La adaptación y traducción en la producción nacional”


¨ “Premio Carlos Mujico a la labor artística”, otorgado por la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Setiembre de 2001.


Tercer premio del Concurso Internacional de Teatro “Expresiones” (República
de Venezuela) por la obra “La luna”. Julio 2003.


¨ Beca Segundo Llamado 2006 de la Secretaría de Cultura de la Nación convocatoria “Ayuda a Artistas y Profesionales de la Cultura” para investigar la “Escritura teatral a partir de textos no-ficcionales” en la Sociedad General de Autores y Editores de Valencia (España)


¨ Su texto “Mil puertas” fue ganador del concurso “Teatro x la Identidad 2006” que organiza la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.

8/2/08

Lejos del corazón, de Estela Leñero


Estela Leñero









 





Lejos del corazón, de Estela Leñero



LEJOS DEL CORAZÓN

Estela Leñero

Mención de honor en el Premio Internacional de Teatro 2007 Casa de Teatro de Santo Domingo

ESTELA LEÑERO (México 1960. Dramaturga)
Antropóloga de profesión y estudios especializados de teatro en España ha llevado a escena y publicado más de quince obras de teatro, entre las que se encuentran Casa llena, Habitación en blanco, Lejos del corazónPaisaje interior norte/sur y El Codex Romanoff. Premio Nacional de la Juventud (1983),  Premio Nacional Obra de Teatro Baja California (1989) Premio Nacional Víctor Hugo Rascón (2004) Premio de Periodismo 1983, entre otros. Imparte talleres de dramaturgia en el Foro Shakespeare de la ciudad de México y es  columnista de teatro en el semanario Proceso.
LEJOS DEL CORAZÓN se presentó en el 2006 y 2007
en el Teatro Orientación de Instituto Nacional de Bellas Artes

Dirección: Iona Weissberg

Escenografía e iluminación: Philippe Amand

Ismene: Carmen Mastache

Antígona: Guillermina Campuzano

Edipo: Miguel Ángel Flores

Teseo: Mauricio Isaac

Padre, Hermano y Marino:  Ángel Enciso


LEJOS DEL CORAZÓN

PERSONAJES

ISMENE                      26 años
TESEO                        30 años
ANTÍGONA             28 años
EDIPO CIEGO         57 años
PADRE JOSÉ            50 años
HERMANO               30 años
MARINO                  40 años


ÉPOCA
Segunda mitad del siglo XIX

LUGARES DE  LA HISTORIA
Profundidades de una mina en Arizona, EUA.
Superficie de la mina
Profundidades de una gruta en la isla de Fuerteventura, Canarias, España
Puerto de Veracruz
Monasterio en Arizona
Barco en altamar
Café del Nuncio en Madrid, España

ESPACIO ESCÉNICO
El escenario está dividido en dos partes: del lado izquierdo, América y del derecho Europa, con un gran mapa al fondo que lo ilustra. Al centro, el mar.


LEJOS DEL CORAZÓN

ESCENA 1

En las profundidades de una mina de oro, allá por 1850, cuando Arizona ya no era México,  Teseo cava una tumba.

Arriba de la mina, en penumbra, Ismene junta y limpia un sin fin de botas de minero viejas y sucias. Trae vendadas las manos.

En una gruta localizada en la isla  de Fuerteventura, España, Edipo ciego, con una venda en los ojos, duerme.  Junto  a él un montón de mapas enrollados. Antígona lee un libro. Una antorcha los ilumina.

ISMENE: No sé cuánto tarde en llegarles esta carta. Estoy confiando en Teseo, un hombre que conocí cuando estuve en San Antonio de Béjar y me llevó a trabajar en su mina aquí en Arizona. No había podido confiar en nadie. Son tiempos donde sólo se habla con las armas y la mentira. Usted padre está en todas las listas negras desde que perdimos los territorios del norte. Quieren buscar culpables y lo encontraron a usted.
Teseo me aseguró que esta carta llegaría a sus manos sin ser abierta, así que voy a hablarles con franqueza, aunque no pueda quitarme ese miedo de saber que cualquier carta es un riesgo para su captura.
Ahora trabajo en una mina de oro; pero no vayan a creer que abajo, en esa oscuridad que me aterra y hace sentir a mis ojos ciegos. Allá van solamente hombres, porque las mujeres dicen, traen la mala suerte. Nosotras nos dedicamos a otras labores. Cocino en la mañana, lavo y plancho tarde y noche y hago lo necesario cuando los hombres regresan del trabajo. En el interior de las minas mueren muchos. Y aunque se acabó la guerra yo no he dejado de enterrar muertos.  Vivimos amontonados en cuartuchos, oliéndonos mutuamente los cuerpos. Imagínense lo que es lavar la ropa de toda esta gente. Traigo vendadas las manos la mayor parte del tiempo porque la lejía me las ha destrozado. Pido una disculpa, querida hermana, si no reconoces mi letra. (Pausa).    Aunque dicen que Arizona es ya los Estados Unidos, esto sigue siendo México para nosotros. Convivo con cantidad de mexicanos que llegaron buscando minas de oro ilusionados por cambiar su suerte. Algunos la encontraron, como Teseo, pero otros viven sumergidos en los túneles con sus pulmones enfermos y a punto de quedarse ciegos. En días terciados me toca vigilar por si los apaches llegan. Como ya no tienen tierras, saquean minas, abusan de las mujeres y matan para quedarse con todo. Lo yanquis quieren acabar con ellos y también con los mexicanos. A la familia Cortez le mataron siete hermanos al  quererles quitar su mina.  No pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana. Los mexicanos siguen siendo los pobladores de este lugar por más que ellos insistan que ganaron la guerra. Es peligroso vivir aquí, pero por suerte estoy bajo la protección de Teseo este buscador de minas. Él siempre va armado y lo acompañan seis hombres para defenderlo. Me siento tranquila, aunque al mismo tiempo prisionera. (Pausa.)  No se rían de que aquí me llamo Irene Morgan. Vivo sin papeles y siempre debo ocultar mi identidad. Cada vez que estoy a punto de explotar pienso que habrá tiempos mejores   Guardo la esperanza de que pronto estaré fuera de aquí. Resistiré lo más posible, para lograrlo.
He sufrido demasiado por no saber si seguían vivos. Apenas el año pasado supe de ustedes por un capitán de barco que presenció el momento más insufrible de mi vida: Cuando los perdí. La escuadra de este capitán francés estaba estacionada en el puerto cuando vio zarpar un barco español llevando a bordo muchos curas de la Compañía de Jesús. ¿Recuerda padre que al no poder subir al barco con ustedes grité tan fuerte que me dieron convulsiones? Una niña tirada en el suelo revolcándose de dolor no es fácil de olvidar.
Después unos marinos me arrastraron a patadas a su barco y nadie pudo defenderme. Ahí me convertí en su esclava, y cuando llegamos a Tampico esperé el momento de escapar. Salté a otro barco que me llevó a Matamoros donde conseguí un trabajo de aprendiz de carpintero de navío. Tuve que registrarme como marino, aunque no supiera ni gota de velas amarras y gavias. Sólo así no te desnudan.

Al fondo de la mina el Hermano entrega a Teseo un sobre abierto.

HERMANO: Lee la carta hermano.
TESEO: Pero sabrán que la he abierto.
HERMANO: Me las ingeniaré para que nadie lo descubra. El sobre ya lo he abierto.
TESEO: No debería.
HERMANO: Desconfía hermano y acertarás.

Teseo saca la carta del sobre  y la lee.

ISMENE: (Continúa) Tengo planes de irlos a buscar. De Nueva Orleáns salen barcos rumbo al otro Continente. Es mi obligación alertarlos pues no pueden volver a México… Yo tampoco. Desde la invasión por Texas, los de la Sociedad de Geografía e Historia terminaron por convencerse de que usted padre, les había vendido los mapas a los yanquis. Lo buscan por todas partes. Los gobiernos cambian de la noche a la mañana; los buenos se vuelven malos y cualquiera puede ser un delator. Ya no hay a quién creerle…
Pero no podré quedarme mucho tiempo con ustedes pues en medio de esta oscuridad, creo que me ha llegado el amor. La voz de Teseo abre el cielo y deja caer una llovizna que me da alivio en medio de esta soledad. De no encontrarlos, sepan que a donde vaya, siempre estarán en mi corazón.
Los quiere                 Ismene.
Ocho de julio de 1850

Teseo, furibundo, irrumpe el lugar donde se encuentra Ismene con la carta arrugada en la mano y se la avienta.

TESEO: ¿Creías que no me iba a enterar?
ISMENE: Prometiste no abrirla.
TESEO: La abrió mi hermano temiendo una trampa; y estaba en lo cierto.
ISMENE: ¿Por qué  confías en tu hermano y no en mí?
TESEO: Siempre lo he hecho.
ISMENE: Y no siempre te ha cumplido.
 TESEO: Tú eres la que me traicionaste.
ISMENE:  No es lo que parece.
TESEO:  ¿Ah, sí?, ¿entonces qué es?
ISMENE: Sabía que no lo entenderías.
TESEO:  Sólo esta carta es tu verdad.
ISMENE: Necesitaba tiempo para poder hablarte sobre mi otra vida, la de México.
TESEO: Y te aprovechaste de mi para planear tu fuga a España.
ISMENE: Estás interpretando mal las cosas, Teseo.
TESEO: (La aprisiona entre sus brazos) Tus planes hablan por sí mismos.
ISMENE: (Solloza) Es mi familia.
TESEO:  Planeaste tu huída a mis espaldas.
ISMENE: Tu hermano metió esas ideas en tu cabeza.
TESEO: ¿Es cierto que desde que nos conocimos estás queriéndote ir?
ISMENE: Te lo dije desde el principio.
TESEO: ¿Qué, de todo lo que me dijiste?
ISMENE: Que primero tenía que encontrarme con mis hermanos y después entregarme a ti por completo. (Se echa a sus brazos. Sus cuerpos se encuentran, se desean)
TESEO:  Lo único que sé es que te quieres ir de mí.
ISMENE: Para regresar. (Susurra) Mi amor.
TESEO:  No te entiendo.
ISMENE: Por favor, deja que lo haga.
TESEO: No puedo.
ISMENE: Acompáñame.
TESEO:  ¿Estás loca?
ISMENE: La mina puede vivir un tiempo sin tí.
TESEO: Si me voy, estos cabrones yanquis se la apropiarían. No permitiré que te salgas de aquí.

Teseo la toma entre sus brazos. La pasión se apodera de ellos. Se besan y se abrazan.

ISMENE: (Se recupera) De todos modos me iré.
TESEO: (La zarandea) Óyelo bien; antes te mato.

Ismene se escapa de sus brazos y sale llorando.


ESCENA 2

Edipo ciego duerme. Trae vendados los ojos y a su lado algunos mapas enrollados.

ANTÍGONA: (Lee un libro) “Andando, andando, no cesaba de analizar en su monte la nueva existencia que emprendía, y su dialéctica la cogía y la soltaba por diferentes lados, apreciándola en todas las fases y perspectivas imaginables, ya favorables, ya adversas, para llegar, como en un juicio contradictorio, a la verdad bien depurada.” (Percibe que su padre se ha quedado dormido y lo alumbra con la antorcha.) Padre no se duerma, deje que acabe de leer la página.

EDIPO CIEGO:  (Reacciona) Deberías de omitir ese capítulo.
ANTÍGONA: No podemos saltarnos una sola palabra. Cada página es oro.
EDIPO CIEGO: Ya no valen nada. Puedo repetirlas de memoria; no las necesitamos.
ANTÍGONA: Quiero seguir leyendo.
EDIPO CIEGO: Eso es un pretexto para no caminar.
ANTÍGONA: Cuando leo viajo más que por estos desesperantes pasillos.
EDIPO CIEGO: Muévete.
ANTÍGONA: Mis pies están deshechos y mi cabeza a punto de reventar.
EDIPO CIEGO: No hagas que me enoje.
ANTÍGONA: Es ridículo caminar sin saber si podremos librarnos de estos muros de agua.
EDIPO CIEGO: Primero hay que salir de esta gruta.
ANTÍGONA: Lo único que me interesa es perderme en este libro.
EDIPO CIEGO: Úsalo para encender la antorcha.
ANTÍGONA: Fray Andrés le recomendó leer mucho para olvidar lo que le atormenta.
EDIPO CIEGO: Qué sabe él de tormentos.
ANTÍGONA: Tiene su misma historia.
EDIPO CIEGO: Te avergüenzas de mi condena.
ANTÍGONA: En lo absoluto, padre.
EDIPO CIEGO: Entonces consideras la semejanza porque a ambos nos abandonaron al nacer.
ANTÍGONA: Por estar obsesionados de su inocencia y creerse víctimas del destino.
EDIPO CIEGO: Levántate y camina que me estás provocando.
ANTÍGONA: (Hace un esfuerzo y se levanta) No puedo más.
EDIPO CIEGO:  Cuando nos encontremos con tu hermana verás que el esfuerzo valió la pena.
ANTÍGONA: El esfuerzo no es suficiente.

Edipo ciego la empuja y Antígona reinician el camino.

EDIPO CIEGO:  Siempre tan pesimista.
ANTÍGONA:  Si fuera pesimista no estaría viva buscando escapar.

Edipo ciego carga sus mapas al hombro y fuerza a Antígona para que camine. Caminan en silencio.

ESCENA 3

En  el monasterio de Arizona, Ismene y el padre José.

ISMENE: ¿Puedo confiar en usted padre?
PADRE JOSÉ:  De qué se trata, hija mía.
ISMENE:  Precisamente quiero dirigirme a usted como una hija que busca infatigablemente a su padre.
PADRE JOSÉ: ¿No vives con tus padres?
ISMENE:   Él y mi hermana están en España. De eso quería hablarle.
PADRE JOSÉ: Escríbeles para que vengan a Arizona y los recibiremos con gusto.
Necesitamos mexicanos que pueblen tanto desierto, para que zaz, de la noche a la mañana matemos a todos los yanquis.
ISMENE:  ¿Matarlos, padre?
PADRE JOSÉ: Tú no estuviste en la guerra, hija, tus abuelos no vivieron en estas tierras, tú no sabes nada. Escribe a tu padre, y le enseñaré a manejar un arma.
ISMENE:        ¡Nooo!, ya de por sí lo persiguen y no puede volver a México.
PADRE JOSÉ: ¿Pues qué cosa tan grave han cometido?
ISMENE: ¡Todo fue por culpa de unos estúpidos mapas que mi padre copió y corrigió!
PADRE JOSÉ: ¿Lo acusan de hacer mapas?
ISMENE: De vender a la patria.
PADRE JOSÉ: ¡Entonces qué lo maten!
ISMENE: Él sólo los dibujaba. Era su trabajo.
PADRE JOSÉ: Mapas se han hecho toda la vida.
ISMENE: Pero no del territorio que nos acaban de quitar.
PADRE JOSÉ: ¿Hizo mapas de esta región? ¡Haberlo dicho antes! ¿Es geógrafo tu padre?
ISMENE: No, explorador. Viajaba a Texas donde ingleses y franceses le contaban las rutas por donde habían llegado a sus minas. Él las apuntaba y después hacía los trazos en los mapas de La Sociedad de Geografía e Historia.
PADRE JOSÉ: ¿Y se puede saber quién los tiene ahora?
ISMENE: Estaban en el Archivo de San Carlos en la ciudad de México.
PADRE JOSÉ: ¿Cómo que estaban? Me importan mucho esos mapas.
ISMENE: ¿Por qué?
PADRE JOSÉ: ¿No te das cuenta de que estos yanquis nos robaron nuestras tierras? Ay, hija, no puedes estar así de impávida llorando sólo a tu padre.
ISMENE: Se los robaron.
PADRE JOSÉ: ¡Quién!
ISMENE:  Unos dicen que se los llevó Santa Ana a Houston, otros que mi padre se los robó. Por eso lo metieron a la cárcel.
PADRE JOSÉ: Entonces tu padre sabe dónde están?
ISMENE: Le doy mi palabra que él no tiene relación alguna con ese robo.
PADRE JOSÉ: Es una lástima, porque podrían sernos de mucha utilidad.
ISMENE:  ¿Para qué?
PADRE JOSÉ: ¿Podría reconstruirlos?
ISMENE: Tal vez. Tiene una memoria prodigiosa.
PADRE JOSÉ:  Pues ve a buscarlo hija, pero ya. ¿Sabes donde está exactamente
ISMENE: Seguramente en Madrid. Llevaba las cuentas de algunos de los comercios de amigos que nacieron allá. Como su trabajo en la Sociedad no era suficiente, con esa ayuda, mal que bien sobrevivimos.
PADRE JOSÉ: ¿Y yo qué tengo que hacer para que encuentres a tu padre?
ISMENE:  En su monasterio se hospeda un francés  que dentro de unas semanas partirá a Nueva Orleáns. Podría irme con él y de ahí saltar a Francia para después cruzar la frontera.
PADRE JOSÉ: ¿Y tienes, nombres, direcciones, pistas?
ISMENE:  De mi padre no sabemos mucho; sólo hablaba de mapas, planos,  minas, países, mares y jardines inventados. Nunca de amigos, familiares o clientes.
PADRE JOSÉ: Pero estando allá, seguro que lo encontrarías y él sí que podría sernos de gran ayuda.
ISMENE:  No sé cuánto me tarde en llegar padre; ni siquiera si lo lograré.
PADRE JOSÉ: Ten fe hija mía, así como nosotros esperamos pacientemente conquistar de nuevo nuestras tierras. A ver dime, ¿y estando en Nuevo Orleans cómo cruzarás al otro Continente? A una mujer le está prohibido viajar en barco.
ISMENE: Me disfrazaría en masculino.
Pausa.
PADRE JOSÉ: Te veo tan sola e indefensa. Pobrecita, qué falta te hace una madre que te proteja. ¿Dónde está ella ahora?
ISMENE: Se fue de nosotros sin pedir permiso a nadie.
PADRE JOSÉ: Mi muy sentido pésame, hija.
ISMENE:  No soportó el oprobio y la vergüenza cuando a mi padre lo metieron a la cárcel.
PADRE JOSÉ: ¿La mataron?
ISMENE:  Ella misma se quitó la vida.
PADRE JOSÉ: (Escandalizado) Yo no estoy para saber esas cosas, hija y… y no creo que pueda ayudarte. Mejor quédate aquí donde no corres peligro… aunque los mapas…
ISMENE: Este lugar ya no es seguro para mí. Hace unos días se instalaron unos soldados cerca de la mina. Dicen que vienen de la ciudad de México y que están haciendo muchas preguntas.  Si se enteran que ando sin papeles, vendrán por mí.
PADRE JOSÉ: No seas exagerada.
ISMENE: A mi padre lo andan buscando pues creen que así recuperarán esos mapas. Además supe que encontraron muerto en Cuba al hombre que lo ayudó  a escapar de la cárcel.
PADRE JOSÉ: ¿Tanto así? 
ISMENE: Si me encuentran, querrán que les diga el paradero de mi padre… Por las buenas o por las malas.
PADRE JOSÉ: No sé qué pensar…
ISMENE: Piense en el dolor de la separación, en una hija abandonada por el destino,  en un padre y una hermana sin saber dónde y cómo se encuentra ella.
DON JOSE: Pienso en la patria, en eso debes pensar.
ISMENE: ¿Qué es más grande que el dolor de los que pierden a sus seres queridos?
PADRE JOSÉ: Como en la guerra hija, como en la guerra.

ESCENA 4

En las profundidades de la gruta el padre y Antígona están sin antorcha que los ilumine.

EDIPO CIEGO: ¿Te acuerdas  de aquel libro que decía…? (Trata de recordar)
ANTÍGONA: ¿Qué decía?
EDIPO CIEGO: (Trata de recordar) Y decía…. (Trata de recordar)
ANTÍGONA:  ¡Qué decía!  
EDIPO CIEGO: Mmmmm. (Trata de recordar) Que todas las islas del mar las hizo el viento.
ANTÍGONA: Parece hablar contra su religión, padre.
EDIPO CIEGO: Al contrario.
ANTÍGONA: ¿Piensa que la isla en la que estamos la haya hecho el viento?
EDIPO CIEGO: Igual que la naturaleza hizo el laberinto del Minotauro.
ANTÍGONA: Fue Dédalo el que lo construyó.
EDIPO CIEGO: No creas las historias que te cuentan.
ANTÍGONA:  Sólo por eso pudo salir de él.
EDIPO CIEGO: No porque esté diseñado por un hombre, se descubre el entramado.
ANTÍGONA:  (Angustiada)  La naturaleza es caótica.
EDIPO CIEGO: Diseñada por Dios.
ANTÍGONA: ¿Cree que esta gruta con tantos niveles, pasillos y bifurcaciones, agujeros que suben y bajan, tiene una lógica que lograremos entender?
EDIPO CIEGO: Conocimos la caverna gigantesca, que podríamos afirmar que es el centro, y descubrimos que no había ningún monstruo que nos devorara, ni mal alguno que nos fuera a matar.
ANTÍGONA:  También supimos que al centro no hay salida.
EDIPO CIEGO: Cada vez conocemos más de esta gruta y de cómo sus túneles se van juntando y dividiendo. Paciencia Antígona.
ANTÍGONA: Dudo.
EDIPO CIEGO: Tu madre es la culpable de haberte metido hasta los tuétanos estas ideas estúpidas de los clásicos.
ANTÍGONA:  Fue Ismene la que aprendió de ella todos esos dioses griegos.
EDIPO CIEGO: Y tú también. Escucha tus argumentos y me darás la razón.
(Transición)  ¿Has seguido al pie de la letra la regla de Maurice para encontrar la salida?
ANTÍGONA:  Parece que sí, pero no creo en ella.
EDIPO CIEGO: ¿Pusiste en la entrada de cada nuevo camino dos señales, y a la salida tres?
ANTÍGONA: También una cuando el camino desembocaba a un nuevo cruce o a un cruce que ya habíamos explorado.
EDIPO CIEGO: ¿Y no se te olvidó colocar otra al entrar a un camino en el que había una sola señal a la entrada?
ANTÍGONA: Dice que así tendremos la seguridad de dar con la salida sin pasar más de dos veces  por cada camino.
EDIPO CIEGO: Ya ves, la has seguido al pie de la letra. Ahora entramos a la última fase cuando el azar es el principio.
ANTÍGONA:  No pienso que el azar intervenga en descifrar este agujero.
EDIPO CIEGO: Es difícil y por eso hay que duplicar la atención. Deja que te la recuerde Antígona.
ANTÍGONA: No se me ha olvidado.
EDIPO CIEGO: La tengo fresca en la mente.
ANTÍGONA: Ya me lo ha dicho, padre.
EDIPO CIEGO: Te la puedo repetir.
ANTÍGONA: No es necesario.
EDIPO CIEGO:  Es de lo poco que esta presto en mi memoria.
ANTÍGONA:  (Cede) Está bien, recuérdemelo, padre.
EDIPO CIEGO: Cuando lleguemos a un cruce, tomaremos al azar uno de los caminos, teniendo cuidado de que el elegido no tenga señal.
ANTÍGONA:  O  que tenga una sola señal.
EDIPO CIEGO:  Y si ninguno de éstos es el caso, tomaremos el camino que tenga tres señales.
ANTÍGONA: Esta regla de los franceses me parece una tontería.
EDIPO CIEGO: Ahí está, siempre quieres explicarte todo con la lógica de los griegos.  Además piensa que las marcas que vamos dejando también son por  Ismene logre salir de esta gruta como nosotros lo haremos. Ten fe, hija mía.
ANTÍGONA: Con tanta fe en sus palabras veo que le influyó demasiado fray Andrés.
EDIPO CIEGO: Habló tanto mientras esperábamos subir al barco, que me convenció.
ANTÍGONA: Él fue el último en lograr salir de la isla en ese barco.
EDIPO CIEGO:  Nosotros éramos dos.
ANTÍGONA:  Nada más por ser español le dieron preferencia
EDIPO CIEGO: A un cura siempre se le cede el lugar… Levántate y vamos a seguir el camino.
ANTÍGONA:  Se apagó la antorcha y  no soporto andar a oscuras.
EDIPO CIEGO: Enciéndela. La necesitas.
ANTÍGONA: Para qué, si tarde o temprano se acabará la brea, los alimentos, y usted tendrá que tirar todos sus mapas y/
EDIPO CIEGO: (La interrumpe) Antes saldremos de aquí.
ANTÍGONA:  Estoy cansada.
EDIPO CIEGO:  No es una razón para detenerse.
ANTÍGONA:  Mi cuerpo no quiere comer  más raíces y menos esos cardones que me han hecho vomitar tantas  veces.
EDIPO CIEGO: (Prepara la antorcha) Deja de quejarte.
ANTÍGONA:      Tengo sed.
EDIPO CIEGO:   Buscaremos un camino que nos lleve al ojo de agua. 
ANTÍGONA:        Pero no sabemos cómo llegar allá.
EDIPO CIEGO:     (Enciende la antorcha) Tú camina.

 Antígona se impregna de la luz y se impulsa a seguir. Caminan en silencio hasta desaparecer.

ESCENA 5

En el monasterio de Arizona, el padre José  lee a Ismene  una carta.

PADRE JOSÉ: Reciba un cordial saludo y dése por enterado de que su prima Ismene Morgan viajará con nosotros en el barco que nos está esperando en Nueva Orleáns con destino a Europa. Sírvase informarle que la estaré esperando el 7 de mayo de 1851 a las seis de la tarde en  el “El Bamboula de Gottschalk”.  Espero que/

Ismene se lanza a los brazos de don José impidiéndole concluir la carta. Lo besa y lo abraza de felicidad.
ISMENE: Gracias, padre, gracias. Tomaré todas las providencias para estar lista cuando usted lo ordene, y tenga por seguro que conseguiremos esos mapas, que mi padre vendrá aquí y los reconstruirá para usted.
PADRE JOSÉ: Eso espero hija, pero no tardes demasiado. Qué tal que si cuando 
vuelvas ya mi cuerpo está bajo tierra.
ISMENE: (Lo vuelve a abrazar) Tenga paciencia y mis ojos volverán a encontrarse con los suyos.

ESCENA 6

En la gruta de Fuerteventura, Antígona lee mientras Edipo ciego duerme.

ANTÍGONA: (Lee emocionada:)  “A Dios, que veía su interior, le constaba que ni los sufrimientos y dolores, de cualquier clase que fueran, torcían su recta voluntad, como hombre que de antiguo saboreaba el misterioso placer de ser víctima de la injusticia y maldad de los hombres”.

Edipo ciego despierta como si hubiera tenido una pesadilla.

EDIPO CIEGO: Soñé….
ANTÍGONA:  ¿Qué le pasa padre?
EDIPO CIEGO: Soñé que encontrábamos la playa.
ANTÍGONA: A lo mejor es la buena nueva de nuestro regreso y ya estamos cerca del exterior.
EDIPO CIEGO: Y que llegaba un barco. (Se levanta dispuesto a iniciar el camino.)
ANTÍGONA: No se levante tan de improviso y repóngase de la visión que tuvo, padre. Tranquilo
EDIPO CIEGO: (Vuelve a sentarse para recuperar la respiración).
ANTÍGONA:  Recuerde exactamente lo que soñó. (Pausa).
EDIPO CIEGO:  (Trata de recordar va a emitir una palabra pero se calla decepcionado) Creo que se me ha olvidado.
ANTÍGONA: Shhhhhhhh. Recuerde.
EDIPO CIEGO:  Soñaba…. soñaba a una joven, quizá Ismene, tendida en la playa sobre arena casi blanca, rodeada de aguas cristalinas azul profundo. Unas algas de mar se enredaban en sus muslos y de vez en cuando una ola mojaba apenas su talón de Aquiles.
ANTÍGONA: Tal vez podamos salir a la playa por una gruta submarina.
EDIPO CIEGO: Yo estaba en el mar y una tortuga me llevaba a ella.
ANTÍGONA:  ¿Estaba viva?
EDIPO CIEGO: Sentí que tenía un mal sueño.
ANTÍGONA:  ¿Oyó su respiración?
EDIPO CIEGO: Estaba muy agitada.
ANTÍGONA: (Se levanta e inicia el camino) Hay que ir a donde se escuche agua. No la del río que nos confundió por tanto tiempo, sino la de las olas del mar.
EDIPO CIEGO: El sueño no llevaba a buen fin.
ANTÍGONA:  (Eufórica) Vamos a encontrarnos con Ismene.
EDIPO CIEGO: Era una pesadilla.
ANTÍGONA: Después esperaremos un barco.
EDIPO CIEGO: Nadie va a querer llevarnos.
ANTÍGONA: Nos iremos ocultos.
EDIPO CIEGO: Mi sueño anuncia fatalidad.
ANTÍGONA: Y encuentro.
EDIPO CIEGO: ¡Fue una pesadilla!
ANTÍGONA:  Vamos a averiguarlo.

Antígona anima a su padre con su cuerpo para que se levante. Edipo ciego se resiste.

EDIPO CIEGO: A veces te invade la ilusión.
ANTÍGONA:  A veces.
EDIPO CIEGO: Pero, es pura ilusión.

Edipo ciego se apoya en Antígona  para levantarse.
Con la antorcha en la otra mano inician en silencio el camino de salida.




ESCENA 7
En las profundidades de la mina en Arizona, Teseo trata de localizar el paradero de  Ismene. Descifra  planos.

TESEO: No pudiste desaparecer sin dejar rastro. Tienes que estar en esta mina... Te voy a encontrar aunque sea muerta… (Revisa un mapa. Pausa) Buscamos en los primeros niveles, pero todavía quedan los más profundos… Estarás muriéndote de miedo, pues bien se que no puedes vivir sin luz. (Señalando en el mapa) Nos falta averiguar si estás en esta zona. Si bajaste hasta este sitio, no podrás encontrar la salida. Los desagües están precisamente del lado contrario, Ismene. (Lo indica en el mapa) Si llegas a las tarantelas no sabrás que hay que colocarse al centro; porque si cae un gabarro y quiebra las trancas, no podrás detenerte de las rocas y sufrirás un accidente fatal. No es que te esté deseando mala suerte, pero…. Pero…. ¡No puedo dejar de odiarte por haberte ido! (Indica varias posibilidades de recorridos en el mapa) ¡Cómo se te ocurre retarme y creer que saldrás sana y salva de mi  mina? (Sube a la superficie de la mina y se dirige al monasterio).



ESCENA 8

Ismene ajetreada por el vaivén del barco. Está disfrazada de marino. El mar inunda el espacio. Algunos de sus textos pueden ir intercalados con el monólogo  de Teseo.

ISMENE: Mañana terminará el martirio del vaivén del mar. Le agradezco padre José que haya permitido que el joven Pierre me acompañara en la travesía a Nuevo Orleáns, pues gracias a él llegué sana y salva hasta este barco.
Le pido que guarde el secreto de nuestra correspondencia pues me fui sin el consentimiento de Teseo. Fingí desaparecer por la mina para que creyeran que estaba muerta o convertida en fantasma. Espero que así, Teseo se convenza de que es imposible buscarme en otro lugar. ¡Ay padre, si usted supiera cómo duele el amor!

Ruge el mar, amenazando tormenta.



ESCENA 9

En el monasterio de Arizona, el padre José no se deja amarrar por Teseo. Lo persigue sin descanso hasta que Teseo logra inmovilizarlo amarrándolo a una silla.

TESEO: ¿Dónde está ahora el tal Pierre?
PADRE JOSÉ: No ha regresado de Nueva Orleáns.
TESEO:  ¿Se embarcó con ella?
PADRE JOSÉ: Sólo la llevó al puerto.
TESEO: (Rompe la carta) ¿A dónde se dirige?
PADRE JOSÉ: Lo decía en esa carta.

Teseo hiere a padre José con el cuchillo en el brazo izquierdo.

TESEO:  Así que era ese francesito con el que se quería ir.
PADRE JOSÉ: El es seminarista y vive entregado al Señor.
TESEO:  Y por lo visto también a Ismene.  
PADRE JOSÉ:  En un par de días él volverá y podrá comprobar que no estaba en lo cierto.
TESEO: Antes, usted irá a buscarla.
PADRE JOSÉ: ¿Yooo?
TESEO:  No podrá estar lejos por mucho tiempo pues anda sin papeles. Le dijeron los soldados a mi hermano.
PADRE JOSÉ: ¿Los soldados?
TESEO: Le dijeron que la buscan: a ella y a su padre, que escapo de la cárcel y que se merece la muerte.
PADRE JOSÉ: ¿Tan grande es su pecado?
TESEO:   No se haga padrecito que usted bien sabe todo eso. Mucho dinero hay de por medio.
PADRE JOSÉ: Nada sé pues no salgo del monasterio.
TESEO:  Pues ahora se va a ir muy lejos.
PADRE JOSÉ: La orden no permitirá que me vaya.
TESEO: Hablé con su superior, el oro nadie lo desprecia. Lo acompañará mi hermano. Será su sombra día y noche y volverán con ella aunque tarde años.
PADRE JOSÉ: Pero aquí peligra, usted mismo lo ha dicho.
TESEO:  Para cuando vuelva estos soldaditos ya no estarán.
PADRE JOSÉ: ¿Cómo sabré donde encontrarla?
TESEO:  Recuerde los amigos de los que le habló Ismene.
PADRE JOSÉ: No sé a qué se refiere.
TESEO:  Usted era su confesor, algo tendrá que saber.
PADRE JOSÉ: No sé nada, se lo juro.
TESEO:  Júrele a su madre.
PADRE JOSÉ: ¿No teme que la pobre sucumba en medio de su estrategia?
TESEO:   Todo plan tiene su riesgo. Así somos los buscadores de minas.
PADRE JOSÉ: ¿Y qué gana con todo esto?
TESEO:     Que ella volverá a mí aunque sea contra su voluntad. Cumpliremos nuestro destino: ella será mi mujer y yo seré su familia.

ESCENA 10

Edipo ciego y Antígona fuera de la gruta.

EDIPO CIEGO: ¡Cuánta gente se fue en el último barco que partía a Cuba!
ANTÍGONA:   Sólo jóvenes. 
EDIPO CIEGO:  Ya estamos viejos.
ANTÍGONA: No puede decir eso de mí, y a usted todavía le falta para llegar a los sesenta.
EDIPO CIEGO: Piensa en tu padre haciendo vías de ferrocarril en Cuba. A mi no me aceptaron por viejo y a ti por ser mujer, acéptalo.
ANTÍGONA: ¡No! La mayoría de los que se fueron, eran nativos de aquí, aguantan más el sol.
EDIPO CIEGO: Será más difícil el regreso.
ANTÍGONA: Nunca creí que lo lograríamos.
EDIPO CIEGO:  No mientas, Antígona, tú estabas segura que hayaríamos la salida.
ANTÍGONA:  Esperaremos al primer barco que llegue. Nos iremos escondidos. Usted sabe contar muchas historias y podrá distraer a los marinos mientras yo trato de entrar por la cocina,
EDIPO CIEGO: No tengo las fuerzas para intentarlo.
ANTÍGONA:  Tendrá que enseñar sus mapas hablar de rutas de caminos y hacer que crean que usted puede serles de gran utilidad si lo llevan a bordo.
EDIPO CIEGO: A un ciego como yo ya nadie lo respeta.
ANTÍGONA:  Muy por el contrario. Admirarán su memoria al darse cuenta que describe los caminos como si todavía los viera.
EDIPO CIEGO: Ya no estoy para esos trotes hija mía.
ANTÍGONA: Lo tendrá que hacer, padre, si no quiere que muramos en esta isla desterrados.


ESCENA 11

Teseo camina de un lado a otro tratando de ubicar en el gran mapa el paradero de su Hermano.

TESEO: Llevo meses sin saber de ellos… Meses… ¿En dónde estarán dentro de este desbarajuste de rutas: El viaje… las cartas…, y tú , Ismene, que me mata tu ausencia. ¿Te tragó la tierra o te hundiste en medio del mar? (Pausa) Prometiste informarme de cada paso que dabas, hermano. ¿Pudiste deshacerte del padrecito? ¿Dónde dejó de existir? ¿Lograste sacarle todo lo que sabía antes de llegar a Nuevo Orleáns o tuviste que subirlo a bordo? ¿Hermano, a qué se debe tu silencio? ¿Habrás llegado a España? ¿Vienen de regreso y pronto sabré de ustedes? ¿La has encontrado… dónde? ¿Aquí… aquí… o aquí? ¡Donde! ¡Ismene, deja ya de esconderte!

ESCENA 12

Ismene de mesera en el Café del Nuncio en  Madrid. Atiende en la barra. Entra el hermano de Teseo. Ismene corre a abrazarlo.

ISMENE: ¿Y Teseo?

 El Hermano la rechaza.

ISMENE:  ¿Dónde está?
HERMANO:  En Arizona. Donde lo dejaste.
ISMENE: ¿No vino contigo?
HERMANO: Mandó por ti.
ISMENE: Ahora no puedo irme, estoy por encontrarlos: es cosa de unos días.
HERMANO: No pienso llevarte con él. Lo has convertido en un idiota. 
ISMENE: Te enojas porque te ha olvidado.
HERMANO:  A la familia no se olvida. Ya ves tú, persiguiéndolos como perra.
ISMENE: Tengo una razón.
HERMANO: ¿Ah sí, ahora cuál inventarás?
ISMENE:  Prevenirlos de que es imposible volver a México.
HERMANO:  ¿No es porque no puedes vivir sin ellos?
ISMENE:   También.
HERMANO:  Ya te pareces a mi hermano de idiota.
ISMENE:    ¿Me mandó algún mensaje?
HERMANO:  ¿Pues quién te crees; la reina Carlota?
ISMENE:  ¿Cómo me encontraste?
HERMANO:  Por tu padre.
ISMENE:   ¿Averiguaste algo? ¿Sabes de él?
HERMANO: Mucho.
ISMENE:  (Le da una cachetada) Por ahí hubieras empezado, cerdo.
HERMANO: (La toma violentamente y la avienta) De reina no tienes ni un pelo. ¿Ya ves, aquí estas de vil sirvienta?
ISMENE: (Desde el suelo) Dime el lugar en que se encuentran.
HERMANO: Ahora sí me ruegas.
ISMENE: ¿Por qué no me lo habías dicho?
HERMANO: ¿Y crees que te lo diré?
ISMENE:  ¿Si no, por qué estás aquí?
HERMANO:  Para llevarte con ellos.
ISMENE:   (Se abraza a sus piernas) Gracias hermano.
HERMANO:  (La patea) No soy tu hermano, reinita.
ISMENE:    ¿Pero cómo supiste de ellos si ni su nombre sabes?
HERMANO:  Fui a la comisaría y allí me dieron todas sus señas.
ISMENE: (Alarmada) ¿A la comisaría?
HERMANO: Sí, fui con los gendarmes: con la policía, para que me entiendas?
ISMENE:  ¿Y ellos saben dónde se encuentran?
HERMANO: Sí.
Pausa.
ISMENE:  Entonces son malas noticias las que me tienes.
HERMANO:  Buenas y malas. (Pausa.) Comenzaré por las malas.
ISMENE:  Mejor calla.
HERMANO:  (Prepotente) Primero déjame contarte que llegaron hace varios meses unos soldados a Arizona. Localizaron la mina y empezaron a hacer preguntas. No te asustes, porque aquí no conocen tu historia. Ahora yo la sé. A mi hermano no le preguntaron nada pues nada sabe de tí, embustera.
ISMENE:  ¿Y el padre José?
HERMANO:  Se lo tragaron los tiburones.
ISMENE:  Deja De insultarlo.
HERMANO: Teseo lo obligó a acompañarme, pero en medio del mar hundió su daga en mi costado, pero él no sabe manejar armas y así fue fácil deshacerme de él.
ISMENE:  Calla, no quiero oírte más.

Ismene llora en silencio.

HERMANO: Los uniformados me dijeron que habían localizado el paradero de tu padre. Lo acusan de cosas graves. Uy, uy, uy, qué vivales es tu padre. ¿En cuánto vendió esos mapas?
ISMENE: No hables así de mi padre pues son falsas sus acusaciones.
HERMANO:  Lo buscaron por más de tres años y supieron que llegaron a España por un cura que ayudó a tu padre a escapar de la cárcel.  Y no tuvieron que venir a buscarlo hasta España, pues los soldados de todo el mundo se ayudan.  Y ellos le hicieron el favor de regresarlo a prisión. Que es donde merece estar tu padre. Y tu hermana, por acompañarlo.
ISMENE: Llévame a la cárcel entonces, que quiero estar con ellos.
HERMANO: ¿Y no te importa traicionar a Teseo nuevamente?
ISMENE: Regresaré a Arizona con Teseo cuando.  Eso fue lo que le dije. Saldremos de ahí, estoy segura.
HERMANO: Ja, ja, ¿y crees que Teseo te seguirá esperando? (Pausa) Pero no pienses que a donde están es un encierro cualquiera. Aquí a los que desobedecen roban o matan, los mandan a una isla lejana. Sobre todo a los traidores a la patria, que aquí llaman monarquía. 
ISMENE: ¿Dónde se encuentran entonces?
HERMANO:  En una isla, te digo, de donde no podrán escapar, hasta que vengan a buscarlos. Quieren hacerle unas preguntas a tu padre y traerse lo que robó.
ISMENE:  El no robó nada, fue el gobierno que vendió la tierra en donde vives. ¿O ya se te olvidó que Arizona antes era de los mexicanos?
HERMANO: Me tiene sin cuidado si ahora es de otros; lo único que me importa es que la mina sea mía. No tuya o de mi hermano.
ISMENE: Es de él y nada más. Tú solamente lo obedeces, pues no eres capaz de encontrar ni una pepita de oro.
HERMANO:  Y ya ves que te encontré a ti aunque seas de puro cobre.
ISMENE:  Así que el que está traicionando a tu hermano eres tú.
HERMANO: Sólo así la mina será  mía.
ISMENE:  ¿Y cómo podré prevenir a Teseo?
HERMANO: No te esfuerces mucho en pensarlo pues irás a parar a Fuerteventura con tu padre y tu hermana. Y ya irán por ustedes algún día. Si no es que antes se arrepienten de hacer tal travesía.
ISMENE:  ¿Y qué dirá tu hermano cuando vea que no vuelves conmigo?
HERMANO:  Le escribiré donde te encuentras para que el mismo venga por tí.
ISMENE:  ¿Así que eso planeas?
HERMANO: Cuando le diga dónde estas, y que se necesita mucho oro para sacarte de esa isla, será razón suficiente para que se atreva a cruzar el mar. ¿No es eso lo que quieres?
ISMENE: Nunca desearía su mal y lo que estás haciendo es robarle su mina, su tierra y mandarlo al destierro.
HERMANO: Tú debes estar contenta porque pronto habrás de encontrarte con tu padre y tu hermana y Teseo vendrá por ti.  (La empuja a la salida) ¿Por qué te resistes si eso era lo que tanto habías buscado?
ISMENE: Pero no a ese precio. (Lo golpea intentando librarse de él) Asesino, embustero, traidor. Teseo ya no podrá llamarte hermano. (Grita) ¡Teseo, escúchame suplicante estés donde estés: no  debes venir a buscarme. Aguarda mi regreso.
HERMANO:  Camina, que estás  cerca del destino que anhelabas.

Salen.

ESCENA 13

Edipo ciego  y Antígona en altamar, de regreso a México. Ella está disfrazada de muchacho. La venda de los ojos de Edipo está ensangrentada.


EDIPO CIEGO: Ya no sé si llegaremos a tierra algún día. Mi cuerpo no deja de vomitar todo lo que como. ¡Ya basta, esto es peor que el infierno!
ANTÍGONA:  (Limpiando al padre) Tiene que soportar los designios del viento, padre. Si hemos de llegar, llegaremos; usted ha dicho que sólo faltan un par de días.
EDIPO CIEGO: Pues ya ni eso creo, hija.
ANTÍGONA: Entonces acepte que la tormenta es la cólera de Dios.
EDIPO CIEGO:  Los seres nacen del caos.
ANTÍGONA: Pero después llega la calma… Pronto veremos tierra, no desfallezca.
EDIPO CIEGO: Yo no llegaré hasta allá.
ANTÍGONA:  Deje de hablar así, padre o tendré que prohibirle que pronuncie palabra alguna.
EDIPO CIEGO: En mi boca sólo habita la desventura, así que callaré.
Silencio.
ANTÍGONA: Si estuviera más fuerte; no tan derrotado. Si su cuerpo no fuera enemigo del mar, podríamos llegar a Veracruz y empezar a buscar a Ismene.

A Edipo le falta el aire.  Antígona coloca un trapo frío en su frente.

ANTÍGONA:  Llegaremos pronto padre, no se acongoje.
EDIPO CIEGO: Tus esperanzas ya no son mis esperanzas.
ANTÍGONA: Duerma un rato, y cuando despierte se sentirá mejor.
EDIPO CIEGO: No puedo hacer otra cosa. Gracias hija.

Antígona acomoda a su padre para dormir. Le acaricia el cabello hasta que se queda dormido.
En silencio Antígona revisa el sextante, la brújula  y el cronómetro para orientarse. Llega un marino.

MARINO: Está dormido el viejo.
Antígona no contesta.
MARINO:  ¿Es su padre?
Antígona no contesta.
MARINO:   ¿Es la primera vez que se embarca?
Antígona no contesta.
MARINO:    No esta bien quedarse callada cuando yo pregunto.
Antígona voltea a verlo sorprendida.
MARINO: ¿Que como me di cuenta que no eres un marino? Es fácil muchacha. (La sujeta de las caderas) Tu cuerpo no es el mismo que el de los demás.
 Antígona no puede librarse de las manos que sujetan sus caderas.
MARINO:     Si el capitán del barco lo supiera, te bajaría en el primer puerto al que arribáramos.
ANTÍGONA: ¿Y guardará el secreto hasta llegar a Veracruz?
MARINO: Sólo si te portas bien conmigo, me mantendré callado.
El marino la besa, la toquetea.
MARINO:  Siempre lo he hecho con todas las muchachas que me he encontrado en este barco.
ANTÍGONA: A mi hermana quizá la haya visto. Se llama Ismene.
MARINO:  Los nombres son  intercambiables. ¿También es mexicana?
Antígona asiente.
MARINO:  Conocí a una mexicana. El Guano, se hacía llamar.
ANTÍGONA:  ¿Y sabe dónde está ahora?
MARINO:   En el puerto de Veracruz regenteando un burdel.
ANTÍGONA: ¿Sería capaz mi hermana de hacer tal cosa?
MARINO: Su madre le ayudaba en todo.
ANTÍGONA: Entonces no es ella, pues mi madre ya no vive, pero a Ismene tal vez la recuerde. Sabía leer en los mapas, orientarse por las nubes, entender a los pájaros, interpretar mis silencios.
MARINO:  Tal vez…. Tal vez sea aquélla.
ANTÍGONA: ¿Quién?
MARINO: En el Maracuya conocí a una mujer que sabía acerca de los vientos y de las olas.
ANTÍGONA: ¿Cómo era ella?
MARINO: Primero deja que te cuente para que lentamente mis manos conozcan tu cueva. Quieto el cuerpo; ya.
ANTÍGONA: Aléjese de mí.
MARINO: ¿No quieres saber si aquella mujer era tu hermana?
ANTÍGONA:   ¿Tenía un tatuaje alrededor del ombligo?
MARINO: No te apresures niña que debo sentir tus partes para que lo puedas averiguar.
ANTÍGONA: Si es el precio que he de pagar, venga pues.
Antígona soporta el suplicio de la intromisión a su cuerpo.
MARINO: Aquella mujer, que… que creo sí tenía alguna marca en su cuerpo, calculaba la posición del barco con el sextante y el cronómetro, como veo que tú lo intentas; manejaba el timón y registraba en el diario de navegación la distancia que había recorrido el buque cada día. La recuerdo porque fue ella la que nos salvó de una tormenta inigualable en el centro de las Antillas.
ANTÍGONA: ¿No dijo quién le enseñó?
MARINO: Fue aprendiz de su marido. Era de esos capitanes que no podía viajar sin su mujer a lado.
ANTÍGONA: Mi hermana no se ha casado aún.
MARINO: ¿Y tú?
ANTÍGONA: ¿Era un tatuaje la marca que usted dice? El de Ismene tenía forma de espiral.
MARINO: No conozco a mujer o marinero con un tatuaje como ese. Conozco mujeres de los puertos que suelen tatuarse los pechos, o su hombro si conocieron a un marino que no pueden olvidar.
ANTÍGONA:  Entonces no es ella.
MARINO:   He visto muchas, pero me temo que a tu hermana no.
El marino trata de besar a Antígona, pero ella evade el contacto.
ANTÍGONA: Por favor no me delate.
MARINO: ¿Quién me ha de quitar el placer de tener una mujer a bordo, gratis?

Edipo despierta intempestivamente de su sueño tratando de buscar la luz.

EDIPO CIEGO: ¡Ismene, hija, has llegado al laberinto!

Antígona corre en su auxilio.

ANTÍGONA: Cálmese padre, que puede venir de nuevo el vómito.
EDIPO CIEGO: ¡No desesperes, hija mía, que hay salidas!
MARINO:  ¿De qué habla el viejo?
ANTÍGONA: Ha visto a mi hermana en el laberinto. Qué más ve padre. ¿Ha llegado al centro?, ¿ha encontrado nuestras marcas?
EDIPO CIEGO: No temas, hija, que no hay un minotauro que te devore. Por ahí no es el camino, aunque lo sabrás hasta que llegues.
MARINO: Familia de locos. Cuida a tu padre, que más tarde vendré por ti. Seré cariñoso contigo niña, pero te llevaré a mi lecho. (Se va)
EDIPO CIEGO: (Al darse cuenta que fue un sueño) Y nosotros seguimos en el mismo barco; rodeados de agua sin rutas que trazar.
ANTÍGONA: No hable, padre, guarde sus fuerzas hasta que lleguemos.
EDIPO CIEGO: Es el fin, Antígona, no me condenes al silencio. No te angusties que Ismene saldrá de esa gruta y volverás a verla. Juntas han de regresar a México y victoriosas dejaran este destierro al que por mi culpa han sido condenadas. Guarden estos mapas y sólo úsenlos para recuperar la tierra que nos han robado.
ANTÍGONA: ¿Estos mapas son los mapas…?
EDIPO CIEGO: Ismene sabrá qué hacer. (Desfallece)
ANTÍGONA: (Lo sacude) ¡Son los mapas!... ¡Padre, padre, son los mapas! (Pausa). Yo no los sé leer. Cómo encontraré a Ismene sin usted. Reaccione padre.
EDIPO CIEGO: (Lanza su maldición) ¡Malditos! Si la muerte es el final de cualquier humano, también ustedes irán a la tumba y lamentarán su suerte. Nadie elude su destino.  (Lleno de ira toma aire tratando de recuperar sus  fuerzas) Aquí me tienen sin otra cosa que mi cuerpo. Nada me llevo porque todo me quitaron. ¡Asesinos, traidores a la patria! ¿Por qué fui yo al que acusaron cómplice de su crimen? Los papeles no son nada frente a su poder. Nos vendieron y nadie les reclama por ello. Viven libres y yo siempre prisionero. (Jadea) Moriré en medio del océano y me comerán los tiburones.  Sin entierro, no habrá lugar donde llorarme. Mi alma vagabunda seguirá huyendo y viviré por siempre desterrado hasta del cielo. (En su último aliento): ¡Que los parta un rayo y que todos se vayan al infierno! (Muere).

Antígona  sacude a su padre intentando que reaccione.

ANTÍGONA: (Entre sollozos) Tendrá su entierro padre, aunque tenga que ir al fin del mundo.  (Llora desconsolada sobre el cuerpo de su padre).



ESCENA 14

Ismene está en la gruta de Fuerteventura con una antorcha. Casi a oscuras busca
agotada un camino que la lleve a la salida.

ISMENE: Heme aquí sola y abandonada en esta oscura gruta impregnada de salitre. Estoy buscando con desesperación una salida antes de que se acabe la brea, se apague la antorcha y me doblegue el cansancio. Camino en círculos concéntricos acechando el momento en que se vuelvan espirales y me conduzcan al centro de este enredado laberinto. Muero de rabia y desilusión ante este destino incomprensible donde ya no sé si voy o vengo, si la ruta empieza o está por terminar.

Antígona arrastra el cuerpo de su padre hasta el agujero que cavó Teseo en la mina.

Teseo, rodeado de mapas, planos y laberintos traza rutas, ubica ciudades y encuentra       caminos posibles.

TESEO: (Señalando un mapa) Planearé el viaje y te iré a buscar cuanto antes, como me escribió mi hermano. Aunque tenga que cruzar el mar, aunque sea hombre de tierra que nunca se ha atrevido a tocar siquiera un lago, llegaré a España. Así es como querías, Ismene… Si hubiera hecho caso a tus palabras.

Antígona echa tierra al agujero que Teseo  cavó al inicio de la historia. Entierra a su padre. Reza.

Ismene en la  oscuridad de la  gruta.

ISMENE: (Grita al silencio) ¡Déjame salir, gruta de recovecos imposibles! Aciago laberinto que con tus múltiples tentáculos me acosas, me pones trampas y me alejas cada vez más de lo que busco. Enciendes mi ira cada vez que vuelvo a perderme en esta oscuridad. Mis ojos ciegos me abisman. (Intenta revitalizar la flama de la antorcha que poco a poco disminuye su luminosidad.  Camina. tropieza, cae, se levanta con dificultad) ¡Dioses, los maldigo una y otra vez! Inhumanos arquitectos que sin piedad construyen   el enredo más complejo en el espacio más pequeño del universo. ¡Malditos sádicos que retrasan lo más posible la dicha del arribo! (Trata de evitar que no se apague la antorcha. Sopla suavemente, hasta que la flama desaparece. En la oscuridad se escucha un grito desolador:) ¡Teseo!

TESEO, como si hubiera escuchado el grito de Ismene, va hacia ella. ISMENE, también,  se acerca al centro del escenario donde está, el mar. Mientras:

TESEO: Dame fuerza, Ismene, que tu hombre se acobarda frente al mar encrespado, frente a las tormentas que hunden barcos y ahogan marineros. Aguarda mi llegada y te traeré de vuelta al lugar de donde eres y así cumplas tu destino.

ISMENE lo toma entre sus manos. Se miran a los ojos.

ISMENE: Cuando salga de aquí, habré resucitado en una playa blanca donde sólo acudan algas y olas. Refrescaré mis pies en aguas cristalinas  y prepararé el retorno. Le daré vuelta al destino y llegaré a la luz... Que la desesperación no altere mis sentidos, que mantenga la cordura y pueda librarme del destierro.

ISMENE y TESEO se besan mientras se hace el OSCURO FINAL.


En escena: Guillermina Campuzano y Miguel Flores