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Riesgo, Vidrio De Dante del Castillo

 




Riesgo, Vidrio
De Dante del Castillo

Personajes
Graciela
Luis
Judith
Jorge
Rafael




Una sala de comedor corrida. Dos puertas, una al centro, la de la salida, y otra a la
izquierda que comunica al comedor con la cocina. A la derecha un principio de
escalera que lleva al piso superior donde se encuentran las habitaciones. Todo el
mobiliario da el aspecto de pertenecer a una familia de mediana posición. Al abrirse
el telón, Graciela está cerca de la mesa acomodando unas cosas. (Pueden ser un
mantel, platos y cubiertos).
Mientras en la sala, cerca del aparato de TV., está Luis, recostado en el piso,
escribiendo sobre un cuaderno.
JUDITH.- (Entra apresuradamente por la puerta de la calle) Mamá, ya comenzó
la comedia, hay que verla.
GRACIELA.- Hoy no prendas la televisión. (Extiende el mantel sobre la mesa y
empieza a acomodar los platos y cubiertos).
JUDITH.- ¿Por qué?
LUIS.- (Levanta la cabeza) ¿No ves que ya se cansó de ver payasadas?
JUDITH.- (A Luis) Cállate, nadie está hablando contigo. (Se dirige al aparato de
TV y lo enciende).
GRACIELA.- (En advertencia) Te dije que no la pusieras.
JUDITH.- (Como si no oyera, empieza a sintonizar la imagen. Cuando por fin lo
logra va a sentarse a uno de los sillones) Un ratito nada más y luego la apago.
LUIS.- Apaga eso, ¿no entiendes?
JUDITH.- Shhh, tu no te metas.
LUIS.- (Se levanta y va hacia la TV) Bueno, pues ya que la prendiste, siquiera
pon otra cosa, no esas porquerías. (Cambia de canal).
JUDITH.- Mamá mira a éste Luis. (Se levanta, vuelve a sintonizar el canal que
estaba viendo).
GRACIELA.- (Terminando de poner la mesa). Esténse quietos. (A Judith) Eres
muy terca, pero allá tú. Donde vea tu papá que encendiste el aparato se
va a enojar.
JUDITH.- Ayer lo prendí y no me dijo nada.
GRACIELA.- Pero hoy llegó de malas.
(Se empiezan a oír voces y lloriqueos provenientes del aparato de TV. Obviamente
se trata de una telecomedia. Judith empieza a interesarse en el
programa. Jorge aparece en bata y con pantuflas bajando la escalera.
Ve que la TV está prendida y visiblemente hace un gesto de desagrado.
Va hasta el aparato y cambia de canal).
JUDITH.- (Protestando) No lo cambies, papá.
JORGE.- Lo siento, quiero ver el juego.
(Luis regresa a su lugar a seguir escribiendo).
JUDITH.- (Consulta su reloj de pulso) Todavía es temprano.
JORGE.- (Se sienta tranquilamente en un sillón)
No le hace, quiero ver el programa que va antes, también me gusta.
JUDITH.- Es que quiero saber qué pasa en este capítulo, ayer se quedó muy
interesante.
JORGE.- (Sigue mirando la TV como si no oyera lo que Judith habla. De pronto a
Graciela): Oye, ¿sabes qué? Hoy quiero que me sirvas la cena aquí.
GRACIELA.- Pero, Jorge, ya puse la mesa.
JORGE.- (Autoritario) Pues ni modo, prefiero que la traigas acá. (Mira la TV).JUDITH.- Papá, hazme caso. ¿Por qué no me dejas ver la novela?
JORGE.- No me gusta ver eso.
JUDITH.- Tú si tienes derecho a ver todo lo que quieras, ¿verdad?
JORGE.- Shhh, hablas como si la televisión fuera tuya.
GRACIELA.- Judith, deja a tu padre en paz.
JUDITH.- Está bien. (Rezongando) Pero algún día he de tener mi casa y mi tele y
entonces haré y veré todo lo que yo quiera. (Está casi a punto de
llorar).
(Luis, que ha estado pendiente de todo, le hace señas de qué bueno, como si tocara
una guitarra imaginaria).
JUDITH.- (A Luis, furiosa) ¡Idiota!
JORGE.- (Se levanta entre enojado y sorprendido) ¿Qué me dijiste?
JUDITH.- (Asustada) Nada, papá.
LUIS.- (En chisme) Dijo idiota.
JUDITH.- Si, pero se lo dije a él (señala a Luis).
JORGE.- (Duda un poco) Mmmh, de todos modos, ten cuidado con lo que dices.
JUDITH.- Papá, te juro que yo...
JORGE.- (No le hace caso; se sienta de nuevo a ver el programa de TV) Shhh,
cállate, no me dejas oír.
(Judith quiere decir algo, pero al ver que su padre está tan entretenido o simula estar
viendo la TV da la vuelta y comienza a caminar hacia la escalera,
rumbo hacia su habitación).
GRACIELA.- (A Jorge) No debiste tratarla así.
JORGE.- (Como disculpa) Me insultó.
GRACIELA.- Es incapaz de hacerlo, se lo dijo a éste. (Señala a Luis) Y es que todo
el día nada más la está molestando. (Pausa) Luis, ¿verdad que te lo
dijo a ti?
LUIS.- (Mintiendo) No sé, mamá, yo no me di cuenta, estaba haciendo mi tarea.
Nada más oí que dijo idiota.
JORGE.- Aunque no me haya insultado. También me da coraje que se crea la dueña
de la televisión. Yo fui quien la compró.
GRACIELA.- Sí, pero la compraste para la casa, para todos.
JORGE.- (Casi gritando) La compré para mí, Graciela, es mía.
GRACIELA.- (Un poco atemorizada) Está bien, está bien, no tienes que gritar así.
LUIS.- Oye, papá, puedo ver contigo ese programa.JORGE.- No.
GRACIELA.- Lo que debes hacer es terminar la tarea, llevas horas haciéndola.
LUIS.- No puedo concentrarme con ese ruido. (Señala la TV).
GRACIELA.- Ve entonces al escritorio de tu papá, ahí no hay ruido.
JORGE.- (Violentamente) No, ahí no. (Graciela se le queda mirando fijamente.
Disculpándose) Es que tengo muchos papeles de trabajo y no quiero
que me los vayan a revolver.
LUIS.- ¿Lo ves, mamá? (Pausa) No puedo trabajar en ninguna parte.
GRACIELA.- (Nerviosa) Mira, deja eso por el momento, después terminarás.
LUIS.- Y entonces, ¿qué hago? Papá tampoco me deja ver la tele.
GRACIELA.- (En el mismo tono) Trae de una vez el pan.
LUIS.- (Feliz) Si, mamá.
(Saca un billete de su monedero, mismo que entrega a Luis) Toma, compras la mitad
de pan blanco y lo demás de pan de dulce.
LUIS.- Sí.
GRACIELA.- Regresas pronto, no quiero que vayas a quedarte en la calle jugando
con tus amigos.
LUIS.- No, mamá.
GRACIELA.- (En advertencia) Mira, si te tardas, voy por ti.
LUIS.- Está bien, mamá. (Sale)
GRACIELA.- (A Jorge) No se por qué te portas así con los muchachos; a veces me
da la impresión de que te estorban o no los quieres.
JORGE.- No digas tonterías.
GRACIELA.- Entonces, ¿cuál es la razón de que te portes así con ellos?
JORGE.- ¡Ah, mujer!, ya quisiera verte en mi lugar: cobrando, discutiendo y haciendo
corajes. Eso sin contar con las grandes caminatas que hago y cuando
por fin llego a mi casa, rendido y con ganas de descansar, siempre me
encuentro con problemas, gritos, ruidos y quejas. ¿Tú crees que no voy
a fastidiarme?
GRACIELA.- Pero los muchachos no tienen la culpa de lo que te pasa en la calle.
JORGE.- No digo que la tengan.
GRACIELA.- Tampoco yo soy culpable.
JORGE.- Pero tú, ¿qué tienes que reprocharme?
GRACIELA.- Conmigo también has cambiado.
JORGE.- ¿En qué sentido?GRACIELA.- Si no es para darme alguna orden, no me hablas. En cambio antes
platicábamos a diario.
JORGE.- ¿Y de qué quieres que platiquemos?
GRACIELA.- Antes lo hacíamos de muchas cosas, nos sobraban temas.
JORGE.- (Interesándose en la TV) Shhh, mejor siéntate y ve conmigo el programa.
GRACIELA.- (Se sienta) Parece que ya no te interesa lo que pasa en tu casa.
JORGE.- ¡Cómo no va a interesarme!
GRACIELA.- Antes, cuando no teníamos la tele, siempre llegabas y preguntabas por
tus hijos, por lo que habían hecho en tu ausencia.
JORGE.- Para que lo pregunto, si me doy cuenta de que están insoportables.
GRACIELA.- Han llegado a la edad en que más debían preocuparte.
JORGE.- ¿Qué quieres decir?
GRACIELA.- Ya no son unos niños y los sigues tratando como si lo fueran.
JORGE.- Siguen siendo unos escuincles malcriados.
GRACIELA.- Debes cambiar con ellos.
JORGE.- ¿En qué sentido?
GRACIELA.- Trátalos de una manera más amistosa.
JORGE.- Sí, cómo no, para que luego me pierdan el respeto.
GRACIELA.- No, para que sientan confianza, para que te quieran, para que borres el
temor que te tienen.
JORGE.- ¡Temor! ¿Pero por qué?
GRACIELA.- Por cualquier insignificancia los estás regañando.
JORGE.- A los hijos hay que corregirlos a tiempo.
GRACIELA.- Pero también hay que demostrarles cariño.
JORGE.- ¿Y acaso crees que no los quiero?
GRACIELA.- Los quieres, pero ya te dije, necesitas demostrárselos.
JORGE.- (Aburrido) Bueno, ¿a qué viene hablar de todo esto precisamente cuando
estoy viendo un programa que me gusta?
GRACIELA.- Es necesario. Sobre todo, al primero que tienes que empezar a ganarte,
es a Rafael.
JORGE.- Mhhh, ya sé por dónde va la cosa, ustedes algo se traen, ¿por qué no lo
dices de una vez?
GRACIELA.- Rafael quiere hablar contigo.
JORGE.- ¿Acerca de qué?GRACIELA.- Quiere estudiar aeronáutica civil.
JORGE.- (Molesto) ¡¿Qué?! Ese muchacho siempre está con sus sueños de
grandeza; antes quiso ser arquitecto, ahora esto. (Pausa) Que ni lo
piense, yo no puedo costearle esa carrera. Es muy cara.
GRACIELA.- Tiene algo ahorrado y sólo quiere saber si cuenta con tu apoyo. Lo
correcto es que lo ayudes, aunque sea con poco dinero.
JORGE.- No puedo, se saldría totalmente de mi presupuesto. Además, recuerda que
estoy juntando para mi carro.
GRACIELA.- Yo sé que puedes ayudarlo habla con él y no lo desanimes.
JORGE.- ¿Cuándo dejarás de abogar por ese flojo?
GRACIELA.- Quiere estudiar, hay que apoyarlo.
JORGE.- ¿Para que haga lo mismo que cuando estudiaba comercio? Nunca se
paraba por la escuela.
GRACIELA.- No le gustaba estudiar eso.
JORGE.- No era cuestión de que le gustara o no; fue lo único que pudimos ofrecerle
y debió aprovecharlo.
GRACIELA.- Una carrera corta nunca me pareció lo mejor para Rafael.
JORGE.- Desperdició una oportunidad que ya la hubiera yo querido tener en mi
tiempo.
GRACIELA.- Soñaba con ser arquitecto.
JORGE.- No estábamos en posibilidades de costear eso, y además, nunca he sido
partidario de carreras largas: muy pocos las llegan a terminar.
GRACIELA.- Aquel fue un tiempo difícil; ahora, con un poco de sacrificio, podemos
ayudarlo.
JORGE.- ¿Y dónde está? De seguro en la calle.
GRACIELA.- No. (Pausa) ¿Por qué siempre piensas que está en la calle? Está arriba
desde temprano, terminando de hacer unas cuentas.
JORGE.- Fíjate, luego si estudia eso, va a descuidar su trabajo. ¿Quién va a llevar la
contabilidad de sus clientes?
GRACIELA.- Él dice que puede con las dos cosas, además por eso no te preocupes,
yo conozco de contabilidad y puedo ayudarlo.
JORGE.- (Viéndose muy forzado) Mmmh, voy a hablar con él, pero no te prometo
nada.
GRACIELA.- (Rápidamente) Entonces, voy a decirle que baje.
JORGE.- No. Espérate a que termine el programa.GRACIELA.- Es más importante el porvenir de tu hijo. (Va hasta el pie de la escalera
y desde abajo grita) Rafael, Rafael. (Aparece éste) Rafael, hijo, tu
padre te está esperando.
RAFAEL.- (Sorprendido) ¿A mí? ¿Para qué?
GRACIELA.- ¿No querías hablar con él de tus estudios?
RAFAEL.- (Un poco desconcertado) Este..., sí.
GRACIELA.- Pues ándale.
(Rafael baja la escalera y se acerca a Jorge, quien sigue viendo la TV).
RAFAEL.- (Tímidamente) Papá...
JORGE.- (Sin dejar de ver la tele) Sí. Te escucho.
GRACIELA.- (Muy amable) Jorge, voy a apagarla. Así podrán hablar mejor. (Apaga
el aparato).
JORGE.- ¡Ah, que lata dan ustedes!
GRACIELA.- (Se acerca nuevamente a Rafael y lo empuja cariñosamente) Ándale.
RAFAEL.- No te quitaré mucho tiempo.
JORGE.- Bueno...
RAFAEL.- (Tragando saliva) ¿Sabes, papá? He decidido seguir estudiando.
JORGE.- Qué bueno.
RAFAEL.- Y... quisiera saber si puedo contar con tu ayuda.
JORGE.- Desde luego.
GRACIELA.- (Feliz) Ya ves, Rafael, cómo hablando se entiende la gente. (Pausa)
Bueno, mientras ustedes se ponen de acuerdo yo voy a terminar de
cocinar, quiero que hoy cenemos todos juntos. (Sale).
RAFAEL.- (Muy contento) No sabes, papá, como temía que no fueras a ayudarme.
JORGE.- ¿Por qué no había de hacerlo?
RAFAEL.- Es que antes no te respondí bien, pero ahora puedes estar seguro de que
llegaré a ser un gran piloto.
JORGE.- (Fingiendo sorpresa) ¡Cómo! Pero, ¿Qué quieres estudiar?
RAFAEL.- Aeronáutica civil, creí que ya mamá te lo había dicho.
JORGE.- No, ella nada más me dijo que querías seguir estudiando y yo creí que ibas
a terminar comercio.
RAFAEL.- (Con vehemencia) No, eso nunca me gustó.
JORGE.- Entonces, ¿Por qué comenzaste a estudiarlo?RAFAEL.- ¿Ya no te acuerdas, papá? Tú fuiste quien me obligó, yo quería estudiar
arquitectura.
JORGE.- Yo no te obligué. En aquel tiempo era imposible costearte esa carrera.
RAFAEL.- Lo comprendí, por eso acepté, pero por más esfuerzos que hice, nunca
me gustó estudiar comercio. Siempre soñaba en construir grandes
casas, edificios, ciudades enteras.
JORGE.- Eran sólo sueños, en cambio yo te di los medios para que pudieras ganarte
la vida.
RAFAEL.- También uno puede vivir haciendo lo que le gusta.
JORGE.- (Sonríe irónicamente) ¿Y con eso que piensas estudiar, podrás
mantenerte?
RAFAEL.- Seguro.
JORGE.- Esa es una carrera de ricos, de gente que tiene buenas relaciones.
RAFAEL.- No soy rico, ya los sé, pero en cuanto a contactos, en la escuela uno se
puede ir relacionando.
JORGE.- Definitivamente eso de los aviones no me gusta, resulta caro y con muy
poco porvenir. (Pausa) Y además yo no tengo medios para ayudarte.
RAFAEL.- Pero si hace un rato estabas de acuerdo.
JORGE.- Creí que te referías a seguir estudiando comercio.
RAFAEL.- No, papá, eso ya no.
JORGE.- No sé por que no te gusta. Ya ves, aunque no te recibiste, estás llevando
varias contabilidades y te sacas tus buenos centavos. Imagínate lo que
ganarías si terminaras tu carrera de contador privado y luego siguieras
estudiando, hasta recibirte de contador público...
RAFAEL.- Mi ambición no es nada más ganar dinero.
JORGE.- ¿Entonces?
RAFAEL.- Quiero hacer lo que siempre he deseado. Aviador.
JORGE.- Antes querías ser otra cosa.
RAFAEL.- Si, pero ahora quiero viajar, conocer otros países, volar.
JORGE.- Toda la vida estás soñando; antes soñabas en fabricar castillos, ahora en
paseos. (Pausa) Date cuenta: somos pobres.
RAFAEL.- Por eso quiero progresar y no seguir estancado.
JORGE.- Pero no puedes aspirar a cosas que no son para ti; ve la realidad,
confórmate con lo que tienes.
RAFAEL.- ¿Y qué es lo que tengo? Nada, papá; todo lo que hay en la casa es tuyo.JORGE.- No te precipites, piénsalo bien. Si quieres seguir estudiando, estudia lo que
ya conoces, sobre todo lo que te sirve.
RAFAEL.- No necesito pensar nada, sé lo que quiero. Mi decisión ya está tomada, y
sólo quiero saber: ¿vas a ayudarme?
JORGE.- Lo haré si estudias comercio.
RAFAEL.- ¡Papá! ¿Por qué siempre te quieres salir con la tuya?
JORGE.- En este caso, sé lo que te conviene.
RAFAEL.- Eso nadie puede saberlo mejor que yo.
JORGE.- Eres muy joven aún, no te das cuenta de muchas cosas, podrías
equivocarte.
RAFAEL.- No me importa, nadie experimenta en cabeza ajena y lo que tú sepas no
me va a servir a mí.
JORGE.- ¿Entonces, definitivamente, ya decidiste estudiar aeronáutica?
RAFAEL.- Sí.
JORGE.- (Indignado) Si vas a hacer lo que quieras, no cuentes conmigo para nada.
RAFAEL.- (Dolido) No sé como llegué a creer por un momento que ibas a cambiar.
(Pausa) Gracias de todos modos, papá. (Exaltado) Pero una cosa si te
digo: de hoy en adelante, bueno o malo para ti, seré lo que yo quiera.
GRACIELA.- (Entra) ¿Qué paso? (Pausa) ¿Ya se pusieron de acuerdo?
(Rafael no contesta. Se dirige violentamente hacia la puerta de la calle y sale).
GRACIELA.- Rafael, ¿A dónde vas?
JORGE.- Déjalo, es un necio.
GRACIELA.- Pero, ¿Por qué se fue?
JORGE.- Se disgustó.
GRACIELA.- ¿Pues que le dijiste?
JORGE.- Qué si estudia comercio lo ayudo, si es otra cosa, no.
GRACIELA.- (Mortificada) Lo sabías muy bien, yo te lo dije: él quiere estudiar
aviación.
JORGE.- No le conviene.
GRACIELA.- No puedes obligarlo a estudiar lo que tú quieras.
JORGE.- Se debe terminar lo que se comienza.
JUDITH.- (Baja por las escaleras) Mamá, ¿puedo salir un rato?
GRACIELA.- Avísale a tu padre.
(Con cierto recelo) Papá, voy a la casa de Cristina.JORGE.- (Muy molesto) ¿De cuando acá sales de la casa sin antes pedir permiso?
JUDITH.- (Desconcertada) Pero, papá, ¿qué estoy haciendo?
JORGE.- Eso no es pedir: me estás avisando, o sea, ya lo decidiste.
JUDITH.- (Sumisa) Bueno, ¿me das permiso?
JORGE.- No, para que otra vez te enseñes a pedirlo. ¡En esta casa ya todo mundo
quiere hacer su voluntad!
JUDITH.- (En ruego) Papá, no seas así. No me dejas ver la tele, no puedo salir.
¿Qué voy a hacer entonces?
JORGE.- Hay muchas cosas en las que puedes ocuparte. Ayuda a tu madre en la
cocina, estudia tus lecciones.
GRACIELA.- (Un poco molesta) Hace un rato me ayudó a limpiar la cocina, su tarea
de la escuela ya la terminó, déjala ir un rato a platicar con su amiga.
JORGE.- No, ya dije que no.
GRACIELA.- (Exaltada) Pero no es justo, Jorge, ella tiene derecho a distraerse un
poco.
JUDITH.- (Tratando de evitar una discusión) No importa, mamá, iré otro día. (Pausa)
¿No tienes algo en que pueda ayudarte?
GRACIELA.- (Nerviosa) Si, por favor vigílame la carne en el horno.
JUDITH.- Si, mamá. (Sale).
GRACIELA.- Jorge, no seas así ¿Por qué no tratas mejor a esa muchacha?
JORGE.- (Prende nuevamente la TV) Hay que fajarse los pantalones, o al rato los
hijos te mandan. (Se sienta nuevamente).
LUIS.- (Entra corriendo asustado) Papá, papá.
JORGE.- Shhh, cállate. No grites. (No le hace caso).
LUIS.- (Va hacia Graciela) Mamá, se van a llevar a Rafael a la cárcel.
GRACIELA.- ¿Qué dices? ¿Por qué?
LUIS.- Rompió los vidrios de la tienda de la esquina.
GRACIELA.- ¿Cómo fue eso?
LUIS.- Dicen que lo hizo a propósito.
GRACIELA.- Pero, ¿Por qué?
LUIS.- No sé.
JORGE.- (Se levanta. Baja el volumen de la TV. A Luis:) A ver, explícate mejor.
LUIS.- A pedradas rompió los cristales y después, en lugar de correr o esconderse,
se quedó viendo lo que había hecho; yo traté de jalarlo, pero me corrió.GRACIELA.- ¡Ay, Dios mío! ¿Y después?
LUIS.- Salió el dueño con otro señor y lo detuvieron.
GRACIELA.- ¿Y tú hermano que hizo?
LUIS.- Nada. Después el dueño llamó a la policía.
JORGE.- (Furioso) Ese muchacho tiene arranques de loco.
GRACIELA.- Jorge, vamos por él antes de que se lo vayan a llevar.
JORGE.- No, ya está grandecito para saber lo que hace.
GRACIELA.- Si tú no quieres acompañarme, iré sola.
JORGE.- Tú no sales, te lo prohíbo.
GRACIELA.- (Comprueba que lleva su monedero) No voy a dejar que se lleven a un
hijo mío a la cárcel.
JORGE.- Déjalo, así escarmentará.
GRACIELA.- Iré, quieras o no.
JORGE.- (Gritando, para tratar de imponerse) Aquí se hace lo que yo digo.
GRACIELA.- Se hará todo, menos dejar que Rafael vaya a la cárcel por tu culpa.
JORGE.- ¿Cómo que por mi culpa?
GRACIELA.- Iba furioso cuando salió de aquí. Yo no sé lo que le dirías.
JORGE.- Con bajarlo de las nubes no creí hacerle un mal.
GRACIELA.- No, no le hiciste nada; ya me imagino, con tu manera de hablar, las
cosas que le habrás dicho. Y lo que más rabia me da es que yo te
advertí que no lo fueras a desanimar. (A Luis) Acompáñame, hijo.
LUIS.- Sí, mamá.
JORGE.- (Les ataja el paso) Ustedes no salen.
GRACIELA.- Déjanos pasar.
JORGE.- Si quieres ir, ve tú sola. (Detiene a Luis con la mano). A los demás no
tienes por qué indisciplinarlos.
GRACIELA.- Quédate, Luis. (Va hacia la puerta de la calle).
JORGE.- Nada más te advierto: si sales de esta casa no vuelves a entrar.
GRACIELA.- (Furiosa) Es lo que tú crees, ésta es mi casa.
JORGE.- (Déspota) ¿Te olvidas de quién paga la renta y quién compró todo lo que
hay aquí?
GRACIELA.- No, ya sé, fuiste tú, yo soy tu esposa y ellos son tus hijos, pero ni ellos
ni yo somos objetos que puedas tratar como se te antoje.
JORGE.- ¿Qué tratas de decirme?GRACIELA.- ¿Todavía debo hablar más claro? Hace un rato te decía que tratas a los
muchachos como a unos niños, pero no era la palabra correcta, los
tratas como máquinas para manejar a tu antojo, y lo digo de una vez,
ya me tienes cansada: o cambias, o te vas de la casa, o nos vamos
nosotros.
JORGE.- (Burlón) ¡Qué valiente te has puesto!
GRACIELA.-¡Desde hace mucho debí ponerme! Tú lo que quieres hacer de Rafael
un don nadie, de Judith una histérica y de Luis un vago. De mí ya ni
hablo; al fin y al cabo te acepté como eres. (Pausa) Y a pesar de todo
te quiero.
JORGE.- (Desconcertado) ¿Pero qué te pasa?
GRACIELA.- Analiza tu conducta y podrás contestarte. Me voy.
JORGE.- No seas loca. ¿Qué vas a hacer?
GRACIELA.- Pagaré los daños.
JORGE.- ¿Cuánto tienes?
GRACIELA.- (Cuenta el dinero de su monedero) Ciento veinte pesos.
JORGE.- (Sonríe triunfal) Eso no te alcanzará para nada.
GRACIELA.- (Desesperada) Pediré prestado.
JORGE.- ¿Y si no consigues?
GRACIELA.- Entonces, veré si quedó un vidrio sano para romperlo y que me lleven
junto con Rafael. (Sale).
JORGE.- (Se queda un momento junto a la puerta. Está muy desconcertado. A Luis)
Tú mamá está loca de remate, igual que el otro, pero eso sí, ni piensen
que yo vaya a sacarlos.
JUDITH.- (Entra) Mamá, ya está la carne.
JORGE.- Tu madre no está.
JUDITH.- ¿Dónde fue?
JORGE.- A romper vidrios.
JUDITH.- (Sorprendida) ¡¿Qué?!
JORGE.- (Muy exaltado va hacia Judith). Mira, hija, yo por ustedes he tenido que
soportar durante años muchas humillaciones, no sólo de mi jefe que es
un déspota y que a la menor protesta que hago, amenaza con quitarme
el trabajo. Ojalá sólo fuera él, pero luego, cuando salgo de la oficina
para hacer los cobros, tengo que enfrentarme con cada cliente... Se
niegan a pagarme, discuten conmigo, algunos han llegado hasta
insultarme y no ha faltado quien me haya dado con la puerta en lasnarices. Eso sucede casi a diario, pero ustedes como no lo saben no
me comprenden. ¿Verdad que no?
(Judith va a decir algo, pero Jorge continúa hablando).
JORGE.- A mí ya no me importa soportar todo eso, pero a cambio creo que tengo
derecho a un poco de consideración. ¿No?
JUDITH.- Sí, papá.
JORGE.- Es verdad, a veces llego de malas y hasta soy injusto, pero ya te expliqué
mi situación.
JUDITH.- Sí, papá.
JORGE.- (Violentamente) Mira, el plan en que se pone tu hermano no es justo.
(Pausa)¿Tú crees que yo no tuve ambiciones?
(Judith se sorprende mucho. No sabe que contestar. Por fin va a decir algo, pero
Jorge continúa hablando).
JORGE.- Sí, hija, también las tuve. (Pausa) Soñé con ser contador público titulado,
pero no siempre se puede conseguir lo que uno desea y menos cuando
ya se tienen obligaciones. (Dolido) Toda mi vida se la he dedicado a
ustedes. ¿Y todo para qué? Para que ahora tu madre, con la mayor
frescura, me corra de la casa.
JUDITH.- (Cada vez entiende menos)¡¿Te corrió?!
JORGE.- Nadie comprende que yo trato de darles lo que nunca tuve; sobre todo,
quiero evitarles desilusiones como las que yo pasé. (Pausa. Dolido,
casi sollozando) Pero una cosa si te digo, Judith: cueste lo que cueste,
debo mantener unida a mi familia.
JUDITH.- (Conmovida) Ay, papá, perdóname, pero no te entiendo nada.
(Se oye en la calle el sonido de la patrulla de policía)
JORGE.- (Como impulsado por un resorte se quita la bata. A Judith) Rápido, dame
mi saco.
JUDITH.- (Va hasta una silla del comedor donde está el saco de Jorge, lo toma y
rápidamente se lo lleva a éste) Aquí tienes.
JORGE.- (Lo recibe, comprueba que lleva su cartera. A Luis) Anda, tráeme mis
zapatos. (Se quita las pantuflas).
LUIS.- Sí, ahorita te los traigo (Sube rápidamente por las escaleras).
JORGE.- (Mientras se pone el saco. A Judith) Hija, si quieres puedes ver la
televisión.
JUDITH.- (Lo mira sorprendida) ¿Qué dices, papá?
JORGE.- Sí, en el canal que quieras. (Va a salir apresuradamente)
LUIS.- (Desde las escaleras le grita) Espérate, no llevas zapatos.JORGE.- (Se detiene, mira sus pies) Es verdad. (Luis va hacia él, le entrega los
zapatos. Jorge los toma y se los pone rápidamente) Ojalá llegue a
tiempo (Sale muy rápido).
JUDITH.- (En voz alta) Oye, ¿dónde vas?
LUIS.- (Sonríe) Mejor se hubiera ido con mamá.
JUDITH.- ¿Adónde fue? No entiendo nada. Explícame. ¿Qué es lo que está
pasando?
LUIS.- (Sentándose en el suelo. Feliz) Te lo voy a contar todo. (Le indica que se
siente junto a él).
(Judith lo hace. En la calle suena otra vez la sirena de policía. Luis empieza a hablar,
pero no se oye lo que dice. Mientras, lentamente va cayendo el
TELÓN).
FIN.