ORQUESTA DE SEÑORITAS
de
Jean Anouilh
Traducción y Adaptación de Jorge Paccini
PATRICIA.-Ayer
me preguntaba por los timbales de arroz, ¿no? Le explico. Yo pongo una cebolla
bien picadita y la dejo cocinar lentamente unos... diez minutos, a lo sumo... Cuando
la salsa ya está lista, corto la carne en pedacitos...
PAMELA.-A mí me gusta ponerle tocino.
PATRICIA.-No, no, no, permítame, pero
esta clase de timbales, no llevan tocino.
PAMELA.-Ah, pero yo le pongo.
PATRICIA.-Entonces no son timbales. Es
picadillo para gatos, no sé.
PAMELA.-No sea ridícula. Yo seguí un
curso donde me enseñaron...
PATRICIA.-¡Ah, los cursos, por favor,
los cursos no sirven para nada! Esto me lo enseñó mi madre, y a mi madre, mi
abuela, y así sucesivamente.
(LA
DISCUSION SIGUE UN SEGUNDO EN VOZ MUY BAJA, PORQUE...)
PAMELA.-¡Ah! ¡Cocina moderna!
HORTENSIA.-Tres puntos al revés, dos al
derecho. Salta tres hileras y vuelve a empezar.
SUSANA.-Punto japonés.
HORTENSIA.-(RIE)
No, querida. Punto japonés lleva un solo revés, querida. El que yo le digo, dos
al derecho.
SUSANA.-Discúlpeme,
pero si una quiere hacerle un canelón, son simplemente, dos puntos al
revés. Además, eso debe quedar espantoso en un pulóver para hombre.
HORTENSIA.-¡Haga
lo que quiera, pero punto japonés es tan vulgar! (SIGUE SU CAMINO)
ERMELINDA-Entonces
le dije, ¡le dije!: Edmundo, no se puede hacer sufrir así a una pobre mujer.
LEON.-¿Y
qué te contestó?
ERMELINDA.-¡Andate
a la mierda!
HORTENSIA.-(CARICIA)
¡Ay, señor León, en la luna como siempre! ¡Vamos, rápido, deme esas partituras
o las confundiremos todas de nuevo! ¡Ay, qué soñador, qué soñador se ha puesto!
¡Y esa caspa! ¡Cada vez tiene más! ¡¿Por qué no usa la “Loción de los Papas
como yo le aconsejé!?
LEON.-Le siento perfume oriental y por
eso la encuentro poco viril.
HORTENSIA.-(RIE) Mi marido... cuando me casé con él, la
usaba, y me siento orgullosa de que durante los doce años de nuestro
matrimonio, fui la mujer más satisfecha del mundo. (RISAS DE PAMELA) ¡Mi
marido! ¡Mi marido hacía su obligación, tres veces por día (RISITAS DE PAMELA)
¡Hasta a la hora de la siesta! (MAS RISITAS PAMELA) ¡Fui una mujer... colmada!
(PAMELA IGUAL)
LEON.-Bueno, él era violinista y los
violinistas...
HORTENSIA.-Ah, ah, también conocí
pianistas que tenían temperamento fogoso.
LEON.-Pero es mucho más raro.
(SUSANA DELICIA SE PONE DE PIE DANDO UN
TACONAZO. LA SEÑORA HORTENSIA SIGUE SU CAMINO HACIA CONTRABAJO.)
SUSANA.-¡Parece que esto sigue, ¿no?!
LEON.-Estábamos hablando.
SUSANA.-¡Si no le decís que se calle,
voy a ser yo misma la que lo haga!
LEON.-Es ridículo prohibírselo mientras
estamos trabajando. ¡Es la directora de la orquesta, ¿no?!
SUSANA.-¡Cobarde! ¡Sos un cobarde!...
PATRICIA.-Yo le aplico un poquito de
limpiatodo y lo froto después con trapo de lana, bien, bien seco.
PAMELA.-Yo prefiero unas gotas de
amoníaco.
PATRICIA.-Pero el amoníaco en lugar en
lugar de quitar la mancha, lo que le quita es el barniz.
PAMELA.-Cada una con su método.
PATRICIA.-Bueno, sí; pero hay métodos
que no sirven para nada. Así como también hay mujeres que no tienen la menor
noción de cómo se maneja una casa.
PAMELA.-Mi casa está tan bien manejada
como la suya; aunque tenga menos carpetitas.
PATRICIA.-Ah, por supuesto, no todo el
mundo puede tener gusto de una artista, claro. A mí me agrada que mi hogar sea
algo así como un nidito cálido y blando, poblado por los recuerdos que he ido
acumulando. Y las carpetitas dan esa intimidad.
PAMELA.-¡Nidos de polvo! Mi casa está
amueblada muy moderna y estoy orgullosa: muebles tubulares, todo limpio, ni un
solo adorno.
PATRICIA.-Sí, claro, me imagino: un
sanatorio. Pero gracias, yo no estoy enferma.
PAMELA.-¿Acaso yo estoy enferma?
PATRICIA.-La verdad que, si una tuviera
que juzgar por sus ojeras... (RISITAS DE PATRICIA)
PAMELA.-(PONIENDOSE DE PIE, CON BRAZOS
EN JARRA Y MOVIENDO CADERA) Puede que tenga ojeras, querida, pero eso es porque
tengo un amante que está locamente enamorada de mí; lo que no es su caso,
seguramente. Y además, por lo menos mis dos ojos miran en la misma dirección.
(Y SE SIENTA)
PATRICIA.-(ESPANTADA) ¡Ah! ¡Hacer
alusión a un leve defecto físico, por otra parte casi imperceptible y
esporádico...! Además, no se vanaglorie tanto del amante ese que tiene, porque
después de todo qué es: Un hombre que trabaja de bañero salvavidas.
PAMELA.-Cada uno trabaja en lo que
puede. Lo principal es hacerlo bien. A mí, personalmente, (CON INTENCION Y
GESTO LEVE) el trabajo, me gusta bien hecho.
PATRICIA.-¡Qué vulgar; pero qué vulgar!
Todavía no me explicó cómo tolera a personas como usted en una orquesta
decente.
PAMELA.-Decente no será porque está
usted.
HORTENSIA.-(YENDO A ATRIL NUMEROS)
¡Señoritas, nada de discusiones en el palco! ¡Aún cuando no toquemos, público
no deja de mirarnos! ¡Por favor: sonrisas y gracia! Pueden decirse lo que
piensan, sin dejar de sonreír. (PATRICIA TARAREA COQUETA MIRANDO SU PARTITURA)
¡Pamela, su flor!
PAMELA.-¿Qué tiene mi flor?
HORTENSIA.-Tiene los pétalos para
abajo. ¡Yo quiero que las rosas estén bien derechas!
PATRICIA.-Y claro; la flor también se
zambulle, ahora. (RISAS MALDITAS)
(PAMELA
LE DA UN PISTON A PATRICIA)
PATRICIA.-¡Ay!
HORTENSIA.-¡Señoritas!
PATRICIA.-¡Es una cretina; me acaba de
aplastar un pie!, ¿no vio?
PAMELA.-¡Quien, ¿yo?! ¡Qué cínica!
HORTENSIA.-¡Por favor, compórtense debidamente, pase lo que
pase! ¡Es la regla! ¡Se deben al publico! Patrón me dijo muy claramente, cuando
nos eligió en la selección que hizo, prefiriéndonos a los Stars y a los
Simphony Band, que son orquestas muy reputadas. “Las contrato, porque quiero
mujeres y gracia. Una orquesta que haga soñar a mis clientes.”
PAMELA.-¡Con las ganas de soñar que
tienen los clientes aquí: Una ciudad termal donde curan a los estreñidos!
¿Piensa que nos escuchan? No hablan más que de estreñimiento y lo que les
cuesta. ¡Y hay que ver lo que les cuesta!
(LLEVAR
FLOR)
HORTENSIA.-Bueno, no tiene por qué
interesarnos lo que piensan los clientes y si están secos de vientre o no.
¡Savoir faire y elegancia! Para eso nos han contratado. ¡Y mucha femineidad!
(AL PUBLICO) Ahora vamos a interpretar: "Coqueta", de Bertrand Reyna,
en arreglo de Goldstein. (LLEGA AL PIANISTA, POR DETRÁS) Uh, qué calor tiene,
señor León. ¡Todo el cuello mojado!
LEON.-Siempre traigo dos. Me lo
cambiaré en el intervalo. Después de la marcha de Tanhauser.
(CARRASPEO
DE SUSANA DELICIA. HORTENSIA SALE A PREPARARSE PARA NUMERO)
SUSANA.-¡Basta! ¡Basta o me voy del
palco!
LEON.-Nada de escándalos, te lo
suplico. Me dijo que yo tenía calor y no podía decirle que no.
SUSANA.-¡Monstruo! ¡Monstruo de
crueldad!
HORTENSIA.-(DESDE OFF) ¡Atención al
sostenido durante su solo, señorita Susana Delicia! ¿Estamos?
(SONIDO:
"¿ESTAMOS?" PIE PARA AFINACION)
ERMELINDA.-(SOBRE FINAL AFINACION)
¡Todo, todo! ¡Le dije, absolutamente todo! ¡Estaba embalada! El alquiler sin
pagar, mis preocupaciones por la pobre mamá, y el abrigo, que no me sirve más!
¡Le dije todo!
LEONA.-¿Y qué te contestó?
ERMELINDA.-¡Nada! (T.) ¡Se había
dormido!
LEONA.-¡Oh, qué cretino! Yo a Andrés
nunca le hubiera tolerado una cosa así!
ERMELINDA.-Sí, pero ¿sabés por qué lo
hace?
HORTENSIA.-(APARECIENDO APURADA, YA
LISTA) ¡Bueno! (SE PREPARA. SE PONE EN POSE) ¡Vamos! ¡Un, dos, tres!
(PIE
DE MUSICA PARA "COQUETA")
HORTENSIA.- Porque sé andar y mirar
Porque se hablar y reír
Porque al fin pude encontrar
La alegría de vivir,
Dices que mal pararé
Y alegas en tu razón
La divertida canción
Que yo te repetiré.
LOS DEMAS.-(CORO) (ESTRIBILLO)
Coqueta, coqueta,
Voluble como veleta,
Frívola como un capricho,
Te acordarás que te he dicho,
Coqueta, coqueta.
HORTENSIA.- Aunque
fuese la verdad
Lo que me dices tú hoy,
Se muy bien a dónde voy,
Esa es mi voluntad,
Que una vez que fuerte amé
Dijeron:
LOS DEMAS: ¡Loca! (SUSANA DELICIA LO GRITA MUCHO MAS AGRESIVAMENTE Y CON
MAS VOLUMEN)
HORTENSIA.- Ahora lo demostraré,
(A SUSANA DELICIA) ¡La puta que te
parió!
Mientras me dicen así.
LOS DEMAS.-(CANTAN ESTRIBILLO EN VOZ
MUY BAJA PARA NO TAPAR A:)
PATRICIA.-¡Soy mujer, y mucho más mujer
que usted! ¡Salvo que yo no me meto con cualquiera! Yo todavía espero al hombre
al que pueda mirar sin temor al fondo de sus ojos.
PAMELA.-Con los dos ojos al mismo
tiempo, le va a resultar bastante difícil.
PATRICIA.-¡Esto es demasiado!
¡Demasiado!
(HORTENSIA
LE PEGA CON LA CASTAÑUELA A PAMELA EN LA CABEZA)
HORTENSIA.- Antes que era tan formal
Nadie pretendió mi amor
Ahora que voy hacia el mal
Lo pretenden por favor
Conque venme a aconsejar
Pero muy en cuenta ten
Que con este otro cantar
Me va muy requetebien.
LOS DEMAS.-(ESTRIBILLO CON TODO)
(HORTENSIA
SALUDA A PUBLICO Y SALE A DEJAR ELEMENTOS BAILE)
ERMELINDA.-Entonces, cuando entramos al
restorán, un lugar muy chic, al que habíamos invitado a sus amigos, le digo:
Edmundo, Edmundo, ¿dónde voy, dónde me pongo?
LEONA.-¿Y qué te contestó?
ERMELINDA.-¡Andá al carajo! Es que
todos me comían con los ojos. Lo hizo por celos... (YA LEONA RECOGE LOS
CLAVELES) ¿Te parece?
PATRICIA.-Ah, yo no sé qué espera el
mozo para traer la lista de los pedidos. ¡Yo me muero de la sed! Creo que
también tenemos derecho nosotras, ¿no?
PATRICIA.-¡Ah, sí! ¡Claro, como
siempre! ¡Los artistas para lo último!
HORTENSIA.-(ENTRANDO) ¡Durante el
intervalo, señoritas! Saben muy bien que es así: tenemos derecho a consumisión,
pero en el intervalo.
PATRICIA.-Ayer nos sirvieron después de
medianoche. Fíjese que no pasa lo mismo los sábados, que es el día de las
propinas, claro. Lo que es esta semana, le pienso dar (ADEMAN DE MEZQUINDAD CON
EL CODO) ¡una miseria! ¡Tener que soportar a semejantes brutos! Claro que, para
algunas, es tan natural, que hasta se los llevan a la cama y todo. Pero yo no,
yo he recibido otra clase de educación: Soy hija de militar. ¡Y terminar en un
antro como este!
HORTENSIA.-¡Ah! ¡Ah! ¡El Café del Globo
y de Portugal, es un establecimiento de primer orden, y bien contenta que
estuvo de venir a trabajar aquí, querida; así que haga el favor de no escupir
en su propio plato!
PATRICIA.-(LEVANTANDOSE Y YENDO A
ENFRENTAR A HORTENSIA) ¡Sepa que yo, con mi talento, he dado conciertos como
solista, ¿sabe?!, y en cierta oportunidad, en una fiesta de beneficencia,
Massenet, el Gran Massenet, que estaba en la sala, al final del concierto, me
besó la mano.
HORTENSIA.-La confundió con un obispo.
PATRICIA.-Yo había interpretado un
arreglo para orquesta de Mignon, y me entregué con toda mi alma, y el maestro
quedó tan, pero tan conmovido que... no supo qué decirme. (RISAS MALDITAS DE PAMELA)
¡Y eso que era un charlista famoso! (VOLVIENDO A SU ASIENTO) ¡Pero
evidentemente ustedes no pueden comprender esto, así que no sé para qué estoy
hablando yo aquí! (VA A SENTARSE)
HORTENSIA.-¡Bah! Todas hemos tenido
nuestros éxitos. ¡Je! ¡Mi marido! Mi marido fue primer violín... en la
Cervecería Zurki de San Petersbursgo! Hablo, claro, de antes de la revolución.
¡Y había tocado, había tocado! ¡Había tocado... ante testas coronadas! Pero, en la vida, hay altos
y bajos; lo que no le impidió nunca cumplir concienzudamente con su deber.
PAMELA.-Ah, ¿sí?
HORTENSIA.-¡Ah, sí! ¡Ah, sí! Me decía
siempre: Hortensia, Horte, Hortita, Hortona: La música es como la sopa: siempre
cae bien!
PATRICIA.-(SUSPIRA) ¡Ah! ¡Tener que
entregar el alma ante un público de estreñidos!
HORTENSIA.-¡Que yo sepa estreñimiento
no ha impedido nunca a nadie extasiarse con la música! Yo diría que por el
contrario. ¡Si aquí tenemos excelentes admiradores! ¡Ay, ayer, sin ir más
lejos, gran industrial belga vino a felicitarme y justamente me habló de usted,
Patricia!
PATRICIA.-(HALAGADA) ¿De mí? Pero, ¡qué
curioso! ¿Y qué le dijo?
HORTENSIA.-Me preguntó si usted no
había estado en Gantes.
PATRICIA.-¿En Gantes? No. No estuve.
¿Por qué?
HORTENSIA.-Parece que allí había
personita que se le parecía mucho.
PATRICIA.-(ENCANTADA) ¿A mí? ¡Mire!
HORTENSIA.-Una mujer que cuidaba los
baños en el casino! (RISAS DE PAMELA Y HORTENSIA. INDIGNACION DE PATRICIA)
ERMELINDA.-¡Entonces le dije!, le dije:
Edmundo, puede ser que no te guste, pero ¿por qué quitarle el gusto a los
demás?
LEONA.-¿Y qué te contestó?
ERMELINDA.-¡Nada! (T.) Estaba lavándose
los dientes. ¡Fui terminante! y agregué ¡soy mujer! ¡Y no vas a impedir que una
mujer piense y sienta como mujer! ¡Y esto, querida, me di cuenta de que le
llegó!: ¡Puso una cara...!
LEONA.-¿Y qué te contestó?
ERMELINDA.-¡Nada! Siguió lavándose los
dientes.
LEONA.-¿Y vos qué hiciste?
ERMELINDA.-¡Tiré las tijeras –porque
estaba cortándome las uñas de los pies- y salí del baño!
LEONA.-¿Así nomás?
ERMELINDA.-¡Así nomás! Se lo merecía.
¿O no? (GAG, MIRADA CON LEONA) Entonces, ¿sabés lo que hice?
LEONA.-No. ¿Qué?
ERMELINDA.-¡Me puse las medias, después
los zapatos.
LEONA.-¿Y él?
ERMELINDA.-¡Nada! Hacía gárgaras.
Entonces, me puse el vestido. Estaba decidida, me conocés muy bien. ¡Salí dando
un portazo, hecha una furia! ¡Con el primero, ¿eh?! ¡Con el primero que me
dijera media palabra, le ponía los cuernos!
LEONA.-¡No! (SE SANTIGUA)
ERMELINDA.-Lástima que abajo no había
más que el sereno que ya no puede hacer nada, pobre. Imaginate, 87 años. Y
afuera, a esa hora de la noche, claro, ¡ni un gato! ¡Caminé mientras pude, para
que se asustara! ¡Llegué hasta la catedral!
LEONA.-¡¿A la catedral!?
ERMELINDA.-En la guía de turismo decía
que era muy interesante.
LEONA.-¿Y?
ERMELINDA.-Estaba cerrada.
LEONA.-Claro, ¡también a esa hora!
ERMELINDA.-A las dos y cuarto volví.
LEONA.-¡Dos y cuarto, por Dios!
ERMELINDA.-¡Es que no podía más! Con el
apuro, me había puesto los zapatos rosas –los que te regalé porque me quedaban
chicos- ¡y el callito me mataba! Y además, como al irme le había gritado que
debíamos terminar de una vez, para siempre, definitivamente, tenía miedo de que
avisara a la policía.
LEONA.-¡¿A la policía!? ¿Por qué a la
policía?
ERMELINDA.-¿Cómo por qué? Porque una
mujer, en mi estado, lo primero que piensa es ir... ¡y tirarse al río! Es lo
común. ¡Y fui hasta la costanera!
LEONA.-¡No!
ERMELINDA.-¡Sí! Pero estaba muy oscuro,
y me volví.
LEONA.-Claro, ya entiendo, tenía que
pensar que te habías matado.
ERMELINDA.-¡Para eso lo hice!
LEONA.-¿Y qué hizo cuando te vio?
ERMELINDA.-¡Nada! No me vio.
LEONA.-¿No te vio?
ERMELINDA.-Se había ido.
LEONA.-Ya sé... ¡a la policía!
ERMELINDA.-¡Qué, a la policía! ¡A jugar
a las cartas en el bar de la estación, que está abierto toda la noche! (...)
SUSANA.-(LLEVANDO DE GOLPE APARTE AL
PIANISTA) ¡Soporté todo! Todo.
LEON.-¡Pero, Susana!
SUSANA.-Las citas secretas, los
encuentros en esa pensión de porquería, donde el dueño me trataba como una
cualquiera, a mí, que soñé siempre ir con la frente bien alta al lado del ser
amado -¡¿me querés mirar cuando te hablo?!- pero hay algo que jamás toleraré,
León: admitir los avances de esa mujer sobre el hombre elegido por mí, al que
me entregué en cuerpo y alma. Mientras se trataba de tu pobre mujer enferma,
vaya y pase. Admito la piedad aunque sea cobarde y nuestras precauciones
ignominiosas; pero esta ostentación del deseo aquí, bajo mis propios ojos, en
la orquesta.
LEON.-Nuestras relaciones se mantienen
dentro del plano estrictamente laboral, amor mío.
SUSANA.-¡Ah! Hace un momento ella metió
su goloso dedo en el cuello de tu camisa. ¿Esa es una cuestión de trabajo?
¡Contestá, contestá cuando te hablo! (LEON AMAGA A HABLAR) ¡Callate! Además,
¿por qué te acaricia el pelo?
LEON.-Me mostraba la caspa sobre el
cuello. Como directora está en su derecho.
SUSANA.-¡Tu cuello es mío, León! ¡Tu
pelo y tu caspa, también! Soy la única con derecho a preocuparse por esa leve
llovizna blanquecina. ¡La única!
LEON.-(CASI SIN OIRSE TRATA DE HACERLA
CALLAR) Sh no grites.
SUSANA.-(GRITA MAS) ¡Grito todo lo que
quiero! ¡Yo (YA LLORIQUEA HISTERICA) me entregué por entera, te lo di todo,
todo!: ¡mi inmaculada virginidad, mis más caras ilusiones, el buen nombre de mi
familia...! Hasta la muerte de mi hermana monja... cuando un día se entere de
nuestras relaciones. ¡Todo lo que es tuyo es mío y ahora! Y voy a defender lo
mío con las garras, como una leona.
LEON.-Los leones muerden. Los que usan
las garras son los tigres, ya te lo dije, mi amor.
SUSANA.-¡Entonces, morderé!
(HA APARECIDO LA SEÑORA HORTENSIA Y PARA LLAMAR LA ATENCION SOBRE SU
PRESENCIA DA UN TACONAZO EN EL SUELO)
(SUSANA GIRA, VA HACIA ELLA, LA ENFRENTA Y LE MUESTRA LOS DIENTES
GRUÑENDO)
HORTENSIA.-(FINA) ¡Qué lindo aliento
que tiene! ¿Qué le pasa? ¿Le duelen las muelas?
(EXPLOSION DE SUSANA DELICIA. LEON SE
ACERCA)
HORTENSIA.-Con los nervios a otra
parte, querida, pero en la orquesta ¡no! (LOS CHILLIDOS DE SUSANA) ¡Somos el
punto, el centro de todas las miradas! Golpéele la espalda, que crean que se
atragantó.
LEON.-(PALMANDO ESPALDA DE SUSANA) Mi
ratita, mi conejito... mi comadreja.
HORTENSIA.-¡Ay! Deje las fábulas de
Lafontaine para después. Fuera de hora de trabajo yo no pido cuentas de nada.
SUSANA.-(GIRANDO HACIA LEON) ¡Pero
basta de golpearme así! ¡Me duele!
LEON.-Perdoname.
(ENFRENTAMIENTO DE “BUSTOS”: PRIMERO SUSANA Y DESPUES HORTENSIA)
SUSANA.-¡Amo, y soy amada! ¡Por si le
interesa, señora Hortensia! (A LEON, MAS BAJO, CON SEÑAS) ¡Vení para acá!
HORTENSIA.-¿Quiere que le diga una
cosa, señorita Susana Delicia? ¡No! ¡No me interesa! ¡Aquí estamos en el templo
de la música!
SUSANA.-¡Claro! ¡Es muy fácil hacerme
callar en nombre del arte! ¿Cree que me avergüenzo? ¿Eh? (ARRANCANDOLE LA
PARTITURA QUE HORTENSIA HABIA ENARBOLADO) ¡No, señora! ¡Llevo la frente alta! ¡Bien
alta! ¡¿Me entendió?!
HORTENSIA.-(ARRANCANDOLE OTRA VEZ SU
PARTITURA) ¡Lo único que le pido es que no me rompa la partitura! (SUSANA SE
APARTA) ¡Usted no se imagina lo que cuesta mantener el repertorio! Pero,
fíjese, fíjese: ¡“La trompeta del general” toda arrugada! ¡Con lo difícil que
es conseguir esta partitura!
SUSANA.-(RIE –RISA DE ERMELINDA)
¡Difícil! ¡De Duverge! ¡Ay su gusto por la musiquita barata es deplorable,
permítame que le diga señora Hortensia! (RIE)
HORTENSIA.-¡Pero en arreglo de Bencisseau
¡querida! Un hombre que conoce muy bien su metier. Lamento tener que repetirlo:
lo conocí en el Casino de Royan, en los tiempos de la Sinfónica, y era... ¡todo
un músico!
SUSANA.-A mí me educaron con los
clásicos.
PATRICIA.-A mí también.
SUSANA.-¡Oh, mi Beethoven, oh mi
Berlioz!
HORTENSIA.-Ay, mire, en un sitio como
este, la gente juega al dominó para olvidar sus problemas de salud. Lo único
que hace falta es un buen fondo... sonoro. Esta música es alegre, vibrante,
levanta el ánimo, hace pensar en Francia, cosa que siempre es muy saludable en
una confitería.
SUSANA.-(APOYADA EN EL PIANO, GRITA,
DESCOMPONIENDOSE, AMENAZANDO CON ELLO) ¡Ah, ah, tantas humillaciones me matan!
(MURMULLO DE HORTENSIA) ¡Tanta mediocridad me ahoga! ¡No puedo cantar el Aria
de la Vestal, ahora! ¡Mi voz se ha quebrado! (VUELVE A SU ASIENTO, ASPAVIENTO.
BUSCA PAÑUELO EN SU CARTERA)
HORTENSIA.-(YENDO HACIA ELLA.
AMENAZANTE) ¡La Gran Aria de la Vestal está en programa, impreso! Un cambio en
el programa causa siempre muy mal efecto. Patrón ha prohibido terminantemente.
Así que usted, La Gran Aria de la Vestal, ¡la va a cantar!
SUSANA.-(GRITA CON LLANTO HISTERICO, LO
QUE HACE APARTAR A HORTENSIA) Mis nervios están destrozados. ¡No puedo cantar
ahora! León, ¡esta mujer se encarniza contra mí!
HORTENSIA.-¡Ay, pero qué poca cosa es
usted, señorita Susana Delicia! (TOMANDO A LEON POR EL CUELLO Y ACERCANDOLE
CARA A SU PECHO) ¡Y usted, señor León, que es un hombre, y un artista, estará
de acuerdo conmigo! No es cierto, ¿eh? (SOLTANDOLO Y YENDO HACIA PAMELA) Por
favor, la polvera, Pamela. ¡Ah! ¡Venga! ¡Ah! (LA APARTA HACIA LATERAL
IZQUIERDO)
ERMELINDA.-Mejor que no me meta, ¿no?
Porque después de todo no es asunto mío. Pero si alguien le hiciera a Edmundo
la décima parte de las insinuaciones que le hace ella a ese desgraciado, yo
reventaría de furia.
LEONA.-¿Y qué te parece? ¡Yo también!
ERMELINDA.-Una vez, una vez en el
casino de Palaves, salgo un momento durante el intervalo. Al volver, ya no lo
vi en el palco. ¿Y dónde lo encontré?
LEONA.-No sé.
ERMELINDA.-¡Con al mujer encargada de
los baños! ¡Una pelirroja de la que se contaban horrores! ¡¿Te das cuenta!?
LEONA.-Y en un lugar tan poco
romántico, ¿no?
ERMELINDA.-¿Y sabés que excusa me dio?
LEONA.-Sí: que tenía ganas de hacer
pis.
ERMELINDA.-¡No! ¡Que había ido a buscar
cambio!
LEONA.-Se me ocurre que te quiso tomar
por idiota, ¿eh?
ERMELINDA.-¿Sabés lo que le dije
entonces?
LEONA.-No. ¿Qué?
ERMELINDA.-¡Nada! ¡Los miré con
olímpico desprecio y entré al baño de damas! ¡Y a ella, para humillarla, le
pedí un poco de papel higiénico!
LEONA.-(RISITA) ¿Y él qué hizo?
ERMELINDA.-¡Nada! ¡Entró por la puerta
de los hombres sin decir una palabra! ¡Y se había puesto pálido! ¡Me di cuenta
de que lo había destrozado!
LEONA.-Siendo así, hiciste muy bien. Yo
siempre digo que a esa gente hay que ponderla en su lugar.
ERMELINDA.-¡Una es Ermelinda
Pellisier...! (SIGUE AD LIBITUM HASTA QUE...)
HORTENSIA.-(MOTIVADA POR LA
CONVERSACION QUE HA TENIDO CON PAMELA REACCIONA VINIENDO HACIA SUSANA DELICIA)
¡He tenido hombres por docenas! ¡Grandes, lindos, atléticos! Después de la
muerte de mi marido me tranquilicé. Pero si quisiera tener alguno...
SUSANA.-(INTERRUMPE YENDO A
ENFRENTARLA) ¿Si quisiera tener alguno qué? ¿Qué haría señora Hortensia?
HORTENSIA.-¡Buscaría uno mejor hecho!
¡Tomá!
SUSANA.-¡Ah! ¡No se lo voy a permitir!
(GIRANDO HACIA LEON ARROBADA) ¡León es hermoso! ¡Tiene nariz griega!
HORTENSIA.-Nariz griega o no me importa
un comino. ¡A mí lo que me interesa son... los... pectorales!
LEON.-¡Señora!
HORTENSIA.-¡Ah mi marido! ¡Mi marido
era como un ropero! ¡Aplastaba a cualquier mujer en la cama! ¡Eso es amor!
SUSANA.-¡Qué grosería! ¡Qué mujer tan
vulgar!
LEON.-¡Señoras!
SUSANA.-¡Sus estibadores, sus
camioneros y sus marineros no me interesan! ¡Me dan ganas de vomitar!
¡Preferiría morirme antes de que una de sus sucias manos me tocase!
LEONA.-¡Susana por favor que estamos en
la orquesta!
SUSANA.-(GIRA Y ENAMORADA MIRANDO A
LEON) ¡León es otra cosa!
ERMELINDA.-(CON PENA) Sí.
SUSANA.-¡Es un efebo!
ERMELINDA.-(A LEONA) ¿Qué es un efebo?
SUSANA.-¡Vamos León que te vean! ¡Que
vean que no hay un gramo de grasa de más! (INTENTANDO DESVESTIRLO, MOSTRARLO)
¡Vamos!
(MURMULLOS ESCANDALIZADOS QUE TRATAN DE
PARARLA)
SUSANA.-(A TODAS) ¡Estoy orgullosa de
nuestro amor!
LEON.-¡Susana!
SUSANA.-(YENDO DESAFIANTE A PROSCENIO)
¡Quiero desafiar al mundo! ¡Al universo! ¡Al mundo entero!
(ERMELINDA CORRE HACIA ELLA. LO MISMO QUE LEON. LA ARRASTRAN RECULANDO
HACIA SU ASIENTO. LOGRAN SENTARLA, MIENTRAS ERMELINDA LE DA PALMADAS, PEGANDOLE,
EN LA ESPALDA. ERMELINDA SE DA CUENTA DE QUE HAY PUBLICO Y CAMBIA TOTALMENTE SU
ACTITUD, SONRIENDO PARA DISIMULAR.)
HORTENSIA.-(QUE SE HA ADELANTADO PARA
TAPAR ALGO ESTO. EN MEDIO DE ESCENA) (A LAS DEMAS, ENTRE DIENTES, SIN VOLVERSE)
¿La mataron? ¿No la mataron? ¡Qué lástima! Por favor, que patrón está mirando.
Patrón está mirando. Y él no quiere charlas en la orquesta. Nuestro contrato,
nuestro contrato es rescindible cada quince días. Por f... (HACIA DONDE SE
SUPONE QUE ESTA EL PATRON) ¿Señor? ¿Decía, señor? ¡No lo oigo un...! nada,
señor. Sí, señor, enseguidita empezamos, estamos listas. Hace rato que estamos
listas. ¿Listas señoritas? Vamos, vamos.
(EN EL
APURO SE CREA CONFUSION DE PARTITURAS, QUE REPARTE LEONA)
HORTENSIA.-¿Qué están? ¿Jugando al póker
con las partituras? ¡Ay, la deforme siempre última! ¡Aúrese, desgraciada!
ERMELINDA.-(SE LE ENGANCHA EL ARCO EN
CORTINA) ¡Ay, espere un momento, señora!
HORTENSIA.-¡Claro, rompa! Rompa la
cortina que después pagamos. (A ERMELINDA) ¡¿Lista?!
ERMELINDA.-Sí, señora.
HORTENSIA.-¡Ay, parece Shirley Temple
con tanto rulo! La electrocutaron en la peluquería. ¡Ay, Dios mío, en vez de
una orquesta tendría que tener un hipódromo, con tanta yegua! ¡Ponerse los
sombreros! ¡Uno! (SE PONEN SOMBREROS NAPOLEON) ¡Vamos! ¡Un, dos, tres!
SUSANA.-¡Me mataría! ¡Me mataría! ¡Me
voy a envenenar con láudano!
LEON.-¡Susana!
SUSANA.-¡Me voy a tirar al río!
LEON.-¡Susana!
SUSANA.-¡O abajo de un tren!
LEON.-¡Susana!
SUSANA.-¡No! ¡Claro que no! ¡Así le
daría el gusto, lo tendría para ella sola! Mañana me voy a comprar un vestido
nuevo, el más caro que haya en el Petit-Paris; ¡me voy a gastar todo el sueldo
de la quincena! ¡Le voy a mostrar mi talle de avispa! ¡La voy a hacer
avergonzar de su enorme culo! (REACCION DE HORTENSIA)
LEON.-¡Susana! (LA MUSICA SUBE)
(MUSICA CONTINUA Y VUELVE A BAJAR DE
VOLUMEN)
SUSANA.-León, ¿todavía estás enamorado
de mí?
LEON.-(ANIMADOS POR ES MARCHA) ¡Te
adoro, mi amor, y nunca querré a nadie más!
SUSANA.-No te asusta la muerte, ¿eh?
LEON.-¿Juntos?
SUSANA.-Sí.
LEON.-No. No me asusta.
SUSANA.-¡Entonces moriremos juntos! ¡Y
todos se arrepentirán! ¡Ya vas a ver!
LEON.-Eso es.
SUSANA.-¡Qué cosa hermosa es la muerte!
(SUBE LA MUSICA. TERMINA. HORTENSIA SE ADELANTA A SALUDAR Y AGRADECER
APLAUSOS. GAG SALUDO.)
HORTENSIA.-¿Vieron, vieron cómo
aplaudieron? ¡Con qué entusiasmo, con qué espontaneidad! ¡Ampollas le salieron
en las manos de aplaudir! ¡Qué éxito, querida, qué éxito! ¿Vieron cómo el
arreglo de Benoiseau no es una musiquita cualquiera? ¡Qué efecto, querida, qué
efecto! ¡Ah, esta música, esta música se mete en la sangre del público! Cada
francés piensa que ha sido escrita para él. (EN DIRECTA A SUSANA DELICIA) ¡Hay
que tener sangre de horchata, para no emocionarse y, por lo tanto, para no
querer a la patria!
SUSANA.-Mi única respuesta a la
provocación, es el desprecio.
HORTENSIA.-Yo no sé, yo tengo
patriotismo metido en la sangre; es una cosa que me corre, que me corre por las
venas. Eso que soy extranjera; aunque no se nota.
PAMELA.-No. Y menos cuando habla.
HORTENSIA.-Durante la guerra, en plena
ocupación, me negué a tocar para los alemanes. Conozco a otras, que no tuvieron
tantos escrúpulos.
SUSANA.-(RECIBE ACUSACION. TODAS LA
MIRAN. PAUSA. SE PONE DE PIE INCOMODA) Sus insinuaciones no me llegan. Es
cierto que el cuarenta toqué en una confitería de París; ¡pero en una orquesta
que era de la resistencia! Cuando había oficiales alemanes en la sala, todas
desafinábamos. ¡Y había que tener coraje, porque eran todos muy músicos!
HORTENSIA.-A usted no le habrá costado
mucho desafinar; ni para los enemigos, ni para los amigos.
SUSANA.-¡Ah! ¡Es el colmo! ¡Si aquí se
duda de mi arte, si no se me respeta, me voy!
(SUSANA CORRE A BUSCAR SU ABRIGO A PERCHERO. MIENTRAS QUE LAS DEMAS VAN
SALIENDO...)
PATRICIA.-(COMENTARIO A PAMELA)
(MIENTRAS SE VA DEL PALCO) ...muchas veces tuvimos que salvar la situación
cuando ella desafinaba.
(SUSANA BAJA CORRIENDO PARA IRSE HACIA EL LADO DE LAS SILLAS DE LAS
VIOLINES. LEON LOGRA SUJETARLA POR UN BRAZO CERCA DE LA SILLA DE PAMELA)
LEON.-¡Susana, por favor! Esta
discusión es ridícula; ¡como todas las discusiones! Nadie ha puesto en duda tu
talento.
SUSANA.-¡Mi talento! ¡Si hasta es
posible que lo haya perdido aquí! ¡Por prodigarme! (IRONICA) ¿No es gracioso?
¡Ahora resulta que no he dado nada de mi vida, ni al arte, ni a Francia, ni al
señor León! (INTENTA IRES, LEON LA RETIENE)
LEON.-¡Pero, no, sí que diste, pero...!
¡Por favor, Susana, basta de escándalo!
SUSANA.-¡Estoy más allá del escándalo
ahora! ¡Sufrí demasiado tiempo León! ¡Me entregué en hoteles por hora! (ALTO)
¡Hoteles por hora! ¡¿Me querés mirar cuando te hablo!?
LEON.-Calma, Susana, calma por favor.
Esos hoteles son siempre por hora; al menos en Francia. Además, nuestros
viajes...
SUSANA.-(LO MIRA. IRONIA) (CIERTA PENA)
¡Nuestros viajes! (LENTA DA UN PASO HACIA LATERAL IZQUIERDO) Nunca fuimos
demasiado lejos; hasta la otra punta de la ciudad, y caminando. (CAE SENTADA EN
LA SILLA DE PATRICIA. ABISMADA) Eramos viajeros que nunca necesitábamos
equipaje. Me estremezco al recordar las miradas de los dueños de esos hoteles
que con sus ojos me poseían antes.
LEON.-Estás exagerando Susana. Donde
íbamos habitualmente el dueño es un buen hombre, casado.
SUSANA.-¿Ah sí? Entonces me compartían
dos hombres buenos y casados. (ANTE AMAGO DE EL) ¡Sí compartiéndome con un ojo
puesto en el reloj! ¡Sí en cada uno de nuestros encuentros hacíamos el amor con
un ojo puesto en el reloj! Para que tu mujer enferma no se inquietara por tus
continuas tardanzas. ¿Yo no era tan digna de lástima como ella?
LEON.-Pero... no es lo mismo Susana;
tenés que comprender que...
SUSANA.-¡Viajeros sin equipaje! ¡Sí
pero con relojes!
LEON.-(PARA SI) ¡Y dale con los
relojes!
SUSANA.-Sí, uno en cada mesita de luz.
Hay amantes que hacen el amor al ritmo de sus corazones latiendo al unísono.
Nosotros desperdiciamos el tiempo de nuestros encuentros, preguntándonos si
nuestros relojes no atrasarían. ¡Odio los relojes! ¡Los odio! (COMIENZA A
ARRANCARSE SU RELOJ) ¡Mirá lo que hago con mi reloj! (LO TIRA AL PISO) ¡Dame el
tuyo!
LEON.-(ZAFANDOSE) Por favor, mi amor,
todo el mundo nos está mirando. Quedate quieta. (RECOGE EL RELOJ DE SUSANA) Por
suerte el vidrio no se rompió. Estás exagerando, Susana. La gente mira la hora
en esta época. La vida moderna nos obliga a tener un
ojo sobre el reloj.
SUSANA.-(IRONICA
EXAGERADA) ¡Ahhh entonces yo soy un ejemplo de esta vida moderna! Una mujer
libre que ha abandonado todos los prejuicios como quien dice. ¡No me toques!
¡No me toques! Pero qué cadenas pesadas arrastra esta mujer libre: las cadenas
del reloj. He sido una mujer libre atada a las cadenas de los relojes. ¿No te
parece divertido?
LEON.-(FIRME)
Yo te dije desde el comienzo que no podía arriesgarme a provocar la muerte de
mi pobre mujer enferma. ¡Y me contestaste que nuestro amor sería lo bastante
grande para soportarlo! ¿No?
SUSANA.-(ATACA)
¡Y bueno, no! ¡No fue lo bastante grande! ¡Nuestro amor fue guillotinado por
las agujas de los relojes! ¡Se ahogó en las palanganas junto con los hijos que
pudimos haber tenido! (AMARGA) ¡Diez veces te propuse morir! ¡Morir juntos como
dos amantes! ¡Ahogar todo de una buena vez: el padre, la madre, los hijos...!
¡Era tan simple!
LEON.-¡No
era tan simple! Además, yo no tenía derecho a dejar a esa pobre mujer ahí...
SUSANA.-¡Claro!,
¡¿pero a mi sí!? ¿A mí sí tenías dercho a dejarme a los tres cuartos de hora
reglamentarios? ¡He sido una solterona que conservó su virginidad para
entregársela a un hombre que la hizo mujer tres cuarto de hora por día!
¡Controlados! ¡Y con dos relojes!
LEON.-¡Una
hora! ¡Y a veces hasta una hora y media! ¡Vamos!
SUSANA.-(AMARGA
MAS BAJO) Sí. Incluido el trayecto. Si yo no tenía derecho a ser tu mujer si no
era la otra punta de la ciudad. Teníamos que caminar... indiferentes, como dos
extraños... (SE LE QUIEBRA LA VOZ, LLORA BAJO)
LEON.-¿Qué
importaba si nos amábamos? ¿Qué importa el tiempo entre dos que se quieren?
SUSANA.-(PAUSA.
LO MIRA. PRIMERO A EL Y DESPUES ABISMADA AL HORIZONTE) Importa sí. Terminé por
comprender que importa demasiado el tiempo. Que tiene una importancia terrible,
terrible. Porque al fin de cuentas la vida está hecha de tiempo. (LLORA SIN
IMPORTARLE)
LEON.-¡Susana
por favor!
SUSANA.-¡Perdí
mi tiempo! ¡Perdí mi único tiempo! No es cuestión de rogarle ahora a San
Antonio que me lo devuelva. ¿Qué hora es León? ¿Los dos relojes marcan la misma
hora? Yo tengo las once menos cuarto.
LEON.-Yo
las menos doce. Estamos en pleno trabajo Susana. (HACIENDOLA LEVANTAR. ELLA LO
DEJA HACER. YA HA TOMADO UNA DECISION. DE PIE ANTE LAS SILLAS DE LOS VIOLINES,
ENFRENTADOS) Volvamos a nuestros puestos. Ya tendremos tiempo de hablar de
nuestro asunto en otro intermedio. Tendremos... tendremos todo un cuarto de
hora para nosotros dos.
SUSANA.-(DESHACIENDOSE
DE LAS MANOS DE EL) Gracias, mi trabajo aquí ha terminado.
HORTENSIA.-(APARECIENDO.
LAS OTRAS TAMBIEN. LEON SE APARTA UN POCO) Bueno. ¿Se acabó esta lamentable
escena? ¡Patrón no ha hecho más que mirar! ¿Qué pretenden? ¿Que nos pongan a
todas de patitas en la calle? ¿Esto es lo que pretende? ¡Chiflada!
SUSANA.-¡No
señora! Además, acabo de despedirme de esta orquesta. Renuncio definitivamente
a desafinar aquí. Adiós. Se lo dejo. Y usted tenía razón: ¡es un enano! (SALE
CORRIENDO DESESPERADA)
ERMELINDA.-¡Susana!
HORTENSIA.-(GRITANDO
A SUSANA QUE CORRE Y YA DESAPARECIO) ¡Le advierto que le pongo una multa por
incumplimiento! ¡Y que desde el sábado será reemplazada por otra! ¡Ordinaria de
mierda! ¡Casi me rompe un tímpano con tantos gritos!
LEON.-Sufre
mucho señora Hortensia.
HORTENSIA.-¡Bah!
LEON.-Debería
considerarla y no abusar de su autoridad. Debería darle vergüenza.
HORTENSIA.-¡El
que debería tener vergüenza es usted señor León! ¡Caramba! ¡Con su pobre mujer
enferma! ¡Esta histérica va a terminar por ir a contarle todo a su mujer! ¡Para
desahogarse!
LEON.-(CUBRIENDOSE
EL ROSTRO CON LAS MANOS) ¡Es demasiado! ¡Demasiado!
HORTENSIA.-(SE
ACERCA A LEON POR DETRAS. LO TOMA POR LOS HOMBROS. RIE) ¡Ay señor León! ¡Sé muy
bien lo que es un hombre! He tranquilizado a muchos. Y un hombre tiene
necesidad de satisfacciones. Es humano. Tiene que satisfacer sus deseos y nadie
tendría el menor derecho a reprochárselo. Pero para eso debe confiar en una
verdadera mujer que sepa lo que es la vida. Que haga lo que
corresponde...¡Mentí! ¡Mentí hace un rato cuando dije que lo encontraba mal
hecho! ¡No es verdad! Un poco frágil eso sí. Pero eso no tiene importancia,
para una mujer como yo tan maternal. (PEQUEÑA RISA) Al contrario, le agrega
encanto. (RIE) ¡Ay pero qué calor! ¡Qué calor tiene este sinvergüenza! Necesita
que alguien se ocupe de él.
LEON.-¡Ah!
Estas escenas me destrozan los nervios. Yo soy un artista y no estoy hecho para
la vida.
HORTENSIA.-¡Lo
ayudaremos! Lo consolaremos. Si supiera cómo lo comprendo. ¿Hace falta hacer un
escándalo por cualquier motivo? Un poco de placer discreto debería alcanzar
para ser felices. (RIE) ¡Pero está hecho sopa! Vaya, ¡cambiese el cuello
pichón!
LEON.-Después
de la marcha de Tanhauser. Antes, no vale la pena. (LEVANTANDOSE. GIRA BRUSCO Y
SE TOPA CON EL BUSTO DE HORTENSIA) No crea... no crea que ya no quiero a mi
esposa. Doce años no se olvidan tan fácilmente. Podría haberla internado en un
hospital, si era incurable, quién me lo hubiera reprochado. Pero la quise tener
en casa, a pesar de los celos. Le puse una sirvienta. (ENTUSIASMANDOSE CON LOS
PECHOS DE HORTENSIA) Una mujer responsable. Pero eso cuesta mucho. Y hay
momentos, hay momentos en que uno, uno se siente tan solo... (YA ESTA ENROSCADO
A HORTENSIA)
HORTENSIA.-Necesita,
necesita alguien que lo anime en lugar de torturarlo más. Alguien que tenga...
sentimientos, como usted. (APRETANDOLO CONTRA SUS PECHOS)
LEON.-Es
que yo soy como un arpa. Con nada me quiebro.
HORTENSIA.-Usted
es un artista, señor León. Y los artistas, fuera de su arte no necesitan otras
emociones. Un poco de placer eso sí. El resto, para la música. ¿No se había
dado cuenta de que esa loca era la única que traía problemas a la orquesta?
LEON.-Es
que ella también es como un arpa.
HORTENSIA.-(RECHAZANDOLO.
LEON CAE SENTADO EN SU TABURETE) ¡Sí! ¡Como arpa sin cuerdas! ¡Fíjese que dejar
la orquesta por un capricho! ¡Justo cuando viene el momento tropical del
programa! Leona, querida, bonita, usted que es tan devota, ¿sería tan amable de
ir a ver qué hace esa desgraciada?
LEONA.-Sí
señora. (SALE)
HORTENSIA.-¡Un
dechado de virtudes! ¡Pero esta es un deshecho! Seguramente la otra debe estar
llorando en el baño. ¡Ah los sentimientos! ¡Bah! Los sentimientos están bien
pero primero hay que cumplir con el trabajo. (T.) Patrón no ha hecho más que
mirar. No sé qué le pasa esta noche. Parece como si desconfiara. Voy. Voy a ver
si lo entretengo un rato. (SALE)
PATRICIA.-(PEQUEÑA
RISITA MALIGNA) En realidad estuvo muy odiosa con esa chica. Primero con lo de
la guerra. Es un tema del cual ya no hay que hablar más. Sí. Yo también hice la
resistencia. Escuchaba todos los días la BBC de Londres. Pero yo tenía a mi
cargo a mi madre. No había más remedio que soportar ciertas cosas. (ERMELINDA
COMIENZA A PINTARSE LAS UÑAS)
PAMELA.-¿Vive
todavía con usted?
PATRICIA.-Por
supuesto pobre bichito. Así la llamo ahora: pobre bichito. Es como un chico.
Decidí consagrarle mi vida. Ella, y mi arte; para mí no hay otra cosa. Y mi
casa por supuesto.
PAMELA.-Yo
en cambio nunca podría. Cuando voy a visitar a la mía a Batignole -no está
gagá-, todavía trabaja como portera, al principio estoy muy contenta. “¿Qué tal
mamá como estás?” Me hago la ilusión de que soy de nuevo una chica.
PATRICIA.-(COMENTARIO
AL PASAR, SIN INTERES) Sí. Eso es lo que pasa en estos casos.
PAMELA.-Siempre
prepara un guiso de cordero con porotos. Los porotos son la debilidad de la
vieja. Pero al tercer bocado nunca falla. Ya se arma, nos peleamos y empiezan a
volar los platos. No tengo más remedio que irme.
PATRICIA.-Bueno,
no vaya a creer que nosotras no tenemos también nuestras buenas peleítas.
Porque la pobre bichito, al envejecer, se va poniendo más caprichosa que una
nena. A cada rato un caprichito, a cada rato un caprichito. Pero entonces yo,
me pongo inflexible. Y en cuanto me quiere robar un bombón, la muy bandida, le
doy ¡jam, jam! con el arco del violín en los dedos. Con la parte de la madera
por supuesto. Protesta y lloriquea un rato, pero después se porta bien. Ahora,
cuando realmente molesta, lo que se dice molestar, es cuando la pobre bichito
tiene que hacer sus necesidades. Mire, traté por todos los medios de enseñarle
que pidiera; pero la muy sinvergüenza se hace siempre encima.
PAMELA.-Son
cosas que pasan. Ya va a ver que con el tiempo se acostumbra a pedir.
PATRICIA.-¿Con
el tiempo? ¡Pero si está por cumplir los noventa! ¡Así que no me puedo hacer
muchas ilusiones! ¡No no no! Pero en eso también decidí ser inflexible. Mire:
la cambio tres veces por día, y ni que lo hiciera a propósito, porque cada vez
que estoy con los guantes puestos, maquillada, lista para venir al trabajo,
justo en ese momento, pide.
PAMELA.-Hay
que ser firme. Yo a mi nena cuando la tenía conmigo...
PATRICIA.-¿Y
sabe lo que inventó el invierno pasado? ¡Ahora se chupa el dedo!
PAMELA.-Mi
mamá me ponía mostaza. Pero no sé si con los viejos...
PATRICIA.-(INTERRUMPE)
¿Qué? ¿Mostaza? ¡Ni en broma! ¡Qué más quisiera ella! ¡Se pondría chocha, si le
encanta la mostaza! ¡Ah sí! ¡A ella le gusta
todo lo que le hace mal! Si yo la dejara comer todo lo que ella
quiere... ¡Unas buenas bofetadas cada vez que la sorprendo comiendo lo que no
debe! ¡Y la dejo sin postre que es lo que más le duele! ¡Sí! Si yo le diera
todos los gustos, el sueldo se me iría en golosinas. ¡Ah no! En eso soy muy
pero muy estricta. ¿Eh? Con decirle que nunca tengo bombones en casa. Y cuando
alguna visita le trae una caja, la escondo. Después me la traigo y me los como
aquí, claro, pero a ella, a ella le doy uno, los domingos, si es que se ha
portado bien durante la semana. Tiene que ver cómo llora delante del armario
cuando se los niego: “Bombón bombón quiero un bombón”. Igualita que un chico.
PAMELA.-Pero
si es por su bien... los bombones hacen mal a las muelas.
PATRICIA.-¿A
las qué...? ¡A las muelas! Si a la pobre bichito no le queda ni una. No, pero
yo se los niego por principio, imagínese, si una empieza a ceder...
PAMELA.-No
debe ser muy divertida su vida. Siempre lo mismo, todos los días.
PATRICIA.-Es
una gran satisfacción para una saber que una está cumpliendo con su deber.
¡Mamá es todo para mí! ¡Mamá y mi arte! Por eso acepto el sacrificio que me
permite estar orgullosa de ser una hija ejemplar. Mi única recompensa es que se
porte bien.
PAMELA.-Yo
a mi nena la mandé al campo. Cuando me separé de mi marido y con mi trabajo no
podía tenerla conmigo. Y además, soy mujer. Y como mujer necesito hombres. Y
los hombres no se acostumbran nunca a los chicos. Y si aparece alguno al que le
gustan las criaturas, ya sabe cómo es la vida: algún día una tiene que dejarlo
por otro. Pero todo lo que me gano es para darle los gustos a mi nena. Quiero
que sea muy coqueta mi tesoro; toda una señorita. Cuando cumplió cinco años le
mandé un vestido de marquesa. Todo de seda, armado por debajo y con cintas. Me
costó doce mil francos. Ya ve que no le mezquino nada. Y ordené que le hicieran
la permanente, y le compraran un frasco de esmalte para uñas y un lápiz de
labio del mismo tono. ¡Estaba preciosa! ¡Había que verla con sus uñas rojas,
los labios pintados y todo! ¡Corazón! ¡Igual a mí, mi muñequita!
PATRICIA.-(COMENTARIO
INSERTADO. ALGO SE HA IDO ESPANTANDO CON LO QUE LE CUENTA PAMELA) ¡Ah, no lo
dudo!
PAMELA.-Estoy
orgullosa porque es mi mismo retrato.
PATRICIA.-Pobrecita.
PAMELA.-Desgraciadamente
no pude quedarme. Me había peleado con Fernando y no había querido ni bajar del
auto. -“Mamá mamá”- gritaba la nena –“¡no me diste más que dos besitos!”-. Una
quisiera verla más; pero qué se le va a hacer, así es la vida.
PATRICIA.-¡Ah
es que los artistas tenemos corazón! Mire, mis amigas me dicen siempre por qué
no la interno a la pobre bichito, en una de las casas de reposo que hay, donde
tendría toda la atención y en fin, todo lo que necesita, ¿no? Bueno si,
naturalmente mejor que en casa estaría, donde se pasa la mayor parte del día
sola a causa de mi trabajo. Si bien es cierto que está entretenida, ¿no? porque
lava, plancha, cocina, rasquetea los pisos, lustra los muebles, friega, nunca
le faltan cosas para hacer. Pero, así y todo, ¿qué quiere que le diga?, yo no
podría separarme de ella. No no. Prefiero reprenderla con severidad cada vez
que se hace encima y saber que estoy cumpliendo con mi obligación. ¡Es mi
madre! ¿No? Mis amigas me dicen siempre que yo soy una santa. Pero yo les
contesto que una, una no puede cambiar.
PAMELA.-Y
aunque pudiera, quién sabe si sería para mejor. Yo, por ejemplo, podría haberme
quedado con el padre de la nena y tenerla a mi lado. Cierto que me sorprendió
con Jorge. Pero él creyó que era la primera vez. Después de todo son cosas que
pasan en todos los matrimonios, le decía yo. Se convenció de que era mejor que
siguiéramos juntos y sobre todo por la nena. Pero un día Jorge me dijo: “Me voy
a Niza”; al principio creí que no iba a poder vivir sin ese hombre: estaba como
loca. Y como cada vez lo extrañaba más, tuve que dejar a mi marido y a la nena.
Y fíjese: a los dos meses, Jorge y yo nos separamos. Pero yo no podía saber.
Así es la vida.
PATRICIA.-¿Y
su marido no quiso que usted volviera?
PAMELA.-Yo
pensé que era lo mejor. Por la nena, ¿sabe? Pero él no tuvo tiempo de opinar.
Yo sabía que no tenía más que aparecer para que todo se arreglara. Mi marido
era de esos hombres, ¿sabe?, que solucionan todo en la cama. Hice mis valijas y
me tomé el tren; ¡pero allí me encontré con Gustavo y otro más! Yo viajaba en
segunda y él me ofreció un pasaje de primera. Estábamos solos en el compartimento.
Lo demás ya se lo puede imaginar. Pensar que había comprado un vestidito
hermoso en Niza, con el sombrerito y la carterita haciendo juego. Se lo mandé
por el correo. Y bien contenta que quedó mi tesoro con el regalito de mamá.
Parece que en la escuela las compañeritas se morían de envidia. La nena me
escribió que le decían: “¡Qué suerte tener una mamá así!” Claro, le había
comprado el vestidito más caro que encontré. Es que yo por mi nena no sé lo que
haría.
PATRICIA.-¡Ah
como yo por mi madre! Mire, me sacrifico, le doy todo, pero eso sí ¿eh? me
tiene que obedecer al pie de la letra si no, (CON VERDADERO SADISMO) ¡unas
buenas cachetadas y sin postre! Porque una se desvive, pero que al menos se lo
reconozcan, ¿no?
HORTENSIA.-(SALE
MAS O MENOS POR DONDE HA ENTRADO) Se me ha caido el anillo señor ¿me disculpa
por favor? Allí abajo. (LO BUSCA Y LO HALLA) ¿¡Quién se estará acordando de
mi?! Joya, con k: ¡Cabrón! ¡Oh!, ¡me falta una piedrita! ¡Con lo caro que está
el vidrio! (PASA EL TRASTE POR LA CARA DE LOS ESPECTADORES. GIRA HACIA ELLOS)
¿Quién fue? ¿Quién me tocó? ¿¡Me confundió con pila de agua bendita que todo el
mundo mete la meno!? ¡Confunden! ¡Confunden artista con prostituta!
ERMELINDA.-(CORRE
A ENCONTRARSE CON HORTENSIA EN PROSCENIO, TAMBIEN SE ACERCA LEONA) ¿Qué pasó?
HORTENSIA.-(POR
SEÑA INDICA QUE LE HAN TOCADO EL CULO. ERMELINDA Y LEONA MIRAN CON BRONCA AL
IRRESPETUOSO, SEÑALANDO) Claro, ven una cosa así, y no se aguantan. (A LEONA)
¿Qué pasó, subnormal?
LEONA.-Señora,
la busqué por todos lados. En los baños no estaba. Había uno que estaba ocupado
pero no me atreví a llamar. A lo mejor era un cliente, ¿no?
HORTENSIA.-¡Qué
huevona! ¡Bue..., ataquemos lo mismo!
LEONA.-¡Sí
señora! ¿Qué va?
HORTENSIA.-“La
Camyeguana”.
LEONA.-(CORRIGE)
“La Camagüeyana”, señora.
HORTENSIA.-¿Y
yo qué dije?
LEONA.-
“La Camyeguana”.
HORTENSIA.-...Bueno...
es lo mismo. Lo mismo: Camagüeyana, Camayeguana, ¿vamos a hacer problema de
estado ahora?
LEONA.-No.
Yo le decía nomás. (SALE A BUSCAR LOS SOMBRERITOS)
HORTENSIA.-(A
LEONA) Deforme automática.
ERMELINDA.-¿Qué
pasó?
HORTENSIA.-Patrón.
Protestó porque dice que estamos tardando demasiado.
ERMELINDA.-¿Nosotras?
(YA GIRANDO HACIA PATRON Y SONRIENDO)
HORTENSIA.-Yo
le expliqué, le expliqué. Le dije que ese desgraciado tenía que ir al baño,
que... que tenía colitis.
ERMELINDA.-¿Eso
le dijo?
HORTENSIA.-¡Y
claro! ¡Como el otro día un cliente se intoxicó porque sirvieron champiñones en
mal estado!
ERMELINDA.-¿Acá?
HORTENSIA.-¿No
supo?
ERMELINDA.-Nada.
¿Acá?
HORTENSIA.-Sí,
acá. En Africa no. Acá. El cliente estaba sentado extasiado, escuchando
música... ¡de pronto salió como un rayo para el baño! Pero no llegó. Mi olfato
me dice que... no llegó.
ERMELINDA.-(TOMANDO
EL ABANICO DE HORTENSIA QUE MIRA PARA ADELANTE) ¿Y cómo no me contó nada,
señora? (SE ABANICA)
HORTENSIA.-¿Y
qué voy a contar, qué voy a contar...? (DESCUBRE A ERMELINDA ABANICANDOSE.
ERMELINDA SE HA DADO CUENTA Y TIRA EL ABANICO) ¿Qué hace? ¿Magia ahora? (BUSCA
EL ABANICO. APARECE.) ¡A su sitio! ¡Confianzuda!
ERMELINDA.-No.
No.
HORTENSIA.-¡A
su sitio! (DICE ALGO RECOMENDANDO Y SALE HACIA ADENTRO PARA PREPARARSE PARA
BAILE Y CANTO TROPICAL)
ERMELINDA.-(RECIBIENDO
EL SOMBRERO QUE LE DA LEONA QUE SE HA ACERCADO) ¡Pobre chica! Realmente, ¿no?
¡pobre chica! ¡Sufre! ¡Ahora comprendo por qué dicen que el amor mata! Una vez
le dije a Edmundo cara a cara, ¿no?, Edmundo: en cuestión de sentimientos ¡no
existe el perdón! ¡Si te llego a ver con otra cierro los ojos hasta vaciar el
cargador! Una mujer que ha sufrido lo que yo sufrí, sale absuelta de cabeza.
¡Para algo hay leyes en Francia!
LEONA.-¿Y
qué te contestó?
ERMELINDA.-Nada.
Tenía la boca abierta para bostezar y como le corté el bostezo...
LEONA.-¿Qué hizo?
ERMELINDA.-Nada...
Me di cuenta de que lo había destrozado. Blanco estaba.
HORTENSIA.-(ENTRANDO
APURADA) ¡Vamos! (ERMELINDA Y LEONA CORREN A SUS PUESTOS. ERMELINDA RECOGE
PRIMERO SU MARACA) ¡Con mucho calor y mucha sensualidad!
(LA
CAMAGÜEYANA. CANTAN TODAS. BAILAN.)
HORTENSIA,
ERMELINDA Y LEONA:
Como
soy camagüeyana
Y
a mi patria tengo ley,
Con
ser tan bella La Habana,
Vivir
quiero en Camagüey
Contemplando
la sábana
Como
soy camagüeyana
Y
a mi patria tengo ley.
Soy
camagüeyana
Soy
camagüeyana
PAMELA.-(EN
PARTE NO CANTADA, EL VOLUMEN DEL SONIDO BAJA.) ¡Esta música me hace hervir la
sangre! ¡Me recuerda cada cosa!
PATRICIA.-En
cambio a mí me parece tan vulgar.
PAMELA.-¡Me hace acordar a Jorge! Es
cierto que me pegaba y era una bestia. ¡Pero por la noche! ¡Total! ¡Para lo que
hay que decirse durante el día! ¿Usted no hizo nunca el amor? ¿Ni una vez?
PATRICIA.-Hay
preguntas que no deben hacerse ni entre mujeres.
(SONIDO SUBE, CANTO Y BAILE. CUANDO TERMINA
EL ESTRIBILLO CANTADO, VOLUMEN BAJA.)
HORTENSIA.-(A
LEON) Además, esa chica es muy flaca. Y en el amor se necesita carne. Un hombre
menudito como usted, necesita una mujer que lo proteja, sentirse abrigado,
protegido, como sumergido en ella. Una mujer de carácter y que sepa lo que es
la vida, es como una verdadera madre para el amante.
LEON.-¡Mi
mamá! ¡Solamente mi mamá me ha querido!
(SONIDO SUBE, CANTO Y BAILE. CUANDO TERMINA
EL ESTRIBILLO CANTADO, VOLUMEN BAJA.)
HORTENSIA.-Yo
seré su mamá ¡pichón! ¡Se perderá en mis pechos! ¡Las flacas no piensan más que
en ellas! ¡Claro, no tienen mucho para dar!
(ESTRIBILLO)
ERMELINDA.-¡La
verdad que Edmundo es una porquería! ¡No puede haber un cerdo peor que él!
¡Nunca una palabra de cariño! ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada! ¡Como una ostra!
LEONA.-No
me diga más, ya lo sé: Es un burro.
ERMELINDA.-¡No
le permito!
(SONIDO SUBE. CANTO Y BAILE. CUANDO TERMINA
EL ESTRIBILLO CANTADO, MUSICA BAJA.)
PATRICIA.-No
crea que yo no sufro también. De noche, cuando me miro en el espejo del ropero,
veo que soy hermosa, el vientre redondo, las piernas suaves, ¡pero no! ¡No
puedo! ¡No puedo!
PAMELA.-¡No
sabe lo que se pierde!
ERMELINDA.-A
pesar de todo es parte de mí. Cuando se levanta, no me siento entera; y sólo
espero que él vuelva. Para completarme.
LEONA.-¡Claro!
¡Deja de ser él para ser vos!
ERMELINDA.-¿Eh?
Por eso le pego seis tiros si se va por ahí.
(SONIDO SUBE. CANTO Y BAILE QUE SE
INTERRUMPE POR EL ESTALLIDO DE UN TIRO. SONIDO CORTA EN SECO. TODAS SE
DETIENEN. SUSTO DE TODOS. COMENTARIOS AD LIBITUM)
LEON.-¡Y
me importa un carajo! ¡Mi mujer siempre llorando en su sillón! ¡Y la otra loca,
a cada rato, con su pasión y sus lágrimas! ¡También me importa un carajo! ¡Un
carajo las dos! ¡Viven jodiéndome! ¡No hago más que llorar por ellas! ¡Primero
en el hotel, desnudo! ¡Después en casa, vestido! ¿Y todo para qué? ¡Vivo
consumiéndome, lamentándome! Tengo dolores de estómago. Pero en el fondo, biene
en el fondo de mí: ¡Me importa un carajo! ¡Hay que reconocerlo! A veces me
escapo solo. Y voy a la costanera, a mirar las bañistas en la playa, tomando
sol. Me hago el distraido, como que estoy paseando o buscando a alguien. Pero
en realidad, no busco a nadie. ¡Yo soy el sol y las tomo! ¡Las tomo a todas!
Despacito, con cuidado. Y las voy cambiando. Las morochas, las rubias, las
pelirrojas, las teñidas, las gordas, las flacas. ¡Todas! ¡Todas a mi
disposición! ¡Las más jovencitas todavía vírgenes! ¡Y las madres, veteranas y
calentontas! ¡Y todas ofreciéndose con el culito al aire! ¡Ofreciéndose como
tortas en la vidriera de una confitería! ¡Ofreciendo todo lo que tienen de más
lindo y secreto! ¡Bien expuesto al sol! ¡Para no perder ni un solo rayo!
¡Doradas! ¡Doraditas a la plancha! ¡Y yo soy el cheff! ¡Soy Nerón! ¡Soy
Tiberio! ¡Y todas para mí! ¡Todas! ¡Todas! ¡Una después de otra! ¡A veces
muchas juntas a la vez! ¡Ah! ¡Con algunas soy tierno, suave, las lleno de
caricias y sentimientos!
ERMELINDA.-(POR
LO BAJO, EMPUJANDOLA) Dígale, dígale.
HORTENSIA.-Cálmese
pichón, cálmese.
PATRICIA.-¿No
quiere un bomboncito?
LEON.-¡Ah!
(APARTANDO A TODAS Y ASUSTANDOLAS MAS TODAVIA) ¡Con otras soy fatal! ¡Les pego!
¡Hasta llego a matar a alguna! Con las putas uno sabe que todo puede ser. Pero
hay que buscarlas. Y son caras. Además, uno le tiene miedo a las enfermedades.
(ESTALLA EN CARCAJADAS) Pero, lo más lindo, ¡es el culito de las decentes! ¡Ja
ja ja! ¡Viva! ¡Todas para uno por nada! ¡Vivan las playas y las bañistas!
HORTENSIA.-¡Señor
León!
LEON.-Una
gran playa y todas en pelotas. ¡Todas! ¡Por decreto! ¡Bajo pena de muerte!
HORTENSIA.-¡Basta
señor León, basta! ¡Patrón está mirando por el amor de Dios! ¡Basta!
ERMELINDA.-(QUE
DISIMULADAMENTE SE HABIA IDO, APARECE CORRIENDO CON PAPEL EN LA MANO) ¡Señora
señora: el muchacho! ¡El muchacho me dio esto!
HORTENSIA.-¿Qué
es?
ERMELINDA.-Una
petición.
PATRICIA.-¿Una
petición?
ERMELINDA.-Una
petición.
HORTENSIA.-(ENFOCANDO
Y LEYENDO) ¿A ver? ¡Era de esperar!
PATRICIA.-(CON
MIEDO) ¿Qué?
HORTENSIA.-Patrón
pregunta... qué clase de músicos somos y para qué creemos que nos paga. ¡Nos
trata de cochinas...! ¡Por suicidarnos en los baños!
ERMELINDA.-¡No!
(SALE CORRIENDO. LEONA TAMBIEN POR ORDEN DE HORTENSIA)
HORTENSIA.-¡Ermelinda
vaya a ver! ¡Leona usted también! ¿Qué hizo? ¡Esa muchacha, esa muchacha!
¡Logró lo que se proponía! ¡Nos hizo quedar como el culo con el público!
PATRICIA.-¿Por
qué?
HORTENSIA.-¿Por
qué? Porque desde mañana seremos reemplazadas por otra orquesta.
LEONA.-(ENTRA
CORRIENDO) ¡Acaban de tirar la puerta abajo!
ERMELINDA.-(IDEM)
¡Ha mandado llamar al médico! (A LEONA) ¡Dejame pasar, dejame pasar!
HORTENSIA.-¡Vamos,
rápido... las partituras! ¡Que el público no se de cuenta de nada! ¡Ultimo número
de la noche! (A ERMELINDA) ¡Apúrese desgraciada, apúrese!
ERMELINDA.-¿Qué
va señora qué va?
HORTENSIA.-¡”La
Gran Aria de la Vestal”!
TODAS.-¡No!
LEONA.-¡No!
¡”La Gran Aria” no!
HORTENSIA.-No.
Esa no ¡que la cantaba la muerta! Pamela, ¡cambie el número!, ¡haga algo!
¡estúpida! (PORQUE PAMELA ES LA UNICA QUE SE HA QUEDADO TRANQUILAMENTE SENTADA
AUNQUE TAMBIEN SE HA ASUSTADO PERO LO EXPRESA MUCHO MENOS DESDE SU FRIVOLIDAD.
PAMELA VA A CAMBIAR EL NUMERO Y VUELVE A SU SITIO)
PATRICIA.-¿Pero
qué va señora qué va?
HORTENSIA.-“La
Gaviota del Marquesito”
PATRICIA.-¿Cómo
“La Gaviota”? La “Gabota” será.
HORTENSIA.-Bueno,
es lo mismo: La Gaviota, La Gabota... ¡Vamos rápido! ¡Sombreros bien derechos!
¡Que el público no se de cuenta de que hay una muerta!
ERMELINDA.-¡Apurate
Leona, el trabajo!
HORTENSIA.-¡Ay,
esta deforme siempre última! ¡Qué castigo! ¡Apúrese retardada!
ERMELINDA.-(SE
LE ENGANCHA EL ARCO) ¡Ay espere un momento señora!
HORTENSIA.-¡Vamos
vamos! ¡Un dos tres!
(COMIENZAN A TOCAR, PRIMERO DESAFINANDO
TERRIBLEMENTE “LA GABOTA DEL MARQUESITO”.)
HORTENSIA.-¡Pero
(AD LIBITUM) no ve cómo desafina!...
(LA AFINACION SE LOGRA, O ALGO PARECIDO.
TODAS VAN TOMANDO CONCIENCIA DE TODO EL DESASTRE Y SUS CONSECUENCIAS. HASTA QUE
QUEDAN ESTATICAS EN UNA MUECA.)