Federico García Lorca: Así que pasen cinco años y El Público:
Comentario de textos: Benjamín Gavarre
Federico García Lorca escribió Así que pasen cinco años con una perspectiva más o menos cercana a la vanguardia surrealista y escribió El Público como uno de los proyectos más personales si no es que el más personal, lo cierto es que ambas obras expresan el mundo onírico de Lorca y por consiguiente, las claves para atisbar su subconciente. Insisto en la idea de que el material para el análisis psicoanalítico se encuentra en muchas de sus obras bajo el disfraz de la ficción, incluso en alguna obra tan temprana como El maleficio de la mariposa, donde una cucaracha macho enamorada sin remedio de una mariposa, se maquilla de insecto amarillo para que ella le haga caso. En esa escena el Joven Lorca expresa ya un conflicto: el sujeto amado es inalcanzable porque el sujeto enamorado no es lo que debiera ser. Una posibilidad (ingenua) de que el amado atienda y considere el afecto del otro es el recurso del disfraz o el maquillaje.
En Así que pasen cinco años Lorca presenta un joven delicado que no atiende el llamado amoroso aunque éste se encuentre frente a él, la Mecanógrafa enamorada, en clara demanda de atención. Por otro lado este joven espera durante cinco años para tener una entrevista importante con una antigua niña que luego de cinco años se ha convertido en una mujer rechazante y a la que le fastidia la suavidad de las manos del Joven y prefiere la rudeza masculina del Jugador de rugby. El Joven desprecia el amor de la Mecanógrafa y a él lo desprecia su antigua novia infantil porque ya no se trata de la infancia, el tiempo ha pasado y el joven delicado se niega a madurar o por lo menos se niega a hacerlo en la forma de un jugador de rugbi. El camino del héroe para este joven se presenta tortuoso y pesadillesco y lo peor aun es que no parece haber salida.
La negativa al llamado
En el primer cuadro de la obra el personaje joven se relaciona con el personaje viejo. Más adelante, atando cabos, pensamos que es la imagen de la vejez que no desea Lorca, la vejez a la que tiene miedo y abomina porque él desearía ser permanentemente niño. El viejo le dice que tiene una cita con la novia que ya no tiene trenzas, que ya no es una niña y que va a encontrarse con una joven de veinte años que lastimará su corazón.
En ese mismo primer cuadro llega a escena el personaje llamado simplemente el Amigo, un joven alegrísimo que verdaderamente inunda la escena de energía y que podría ser ese Lorca que llevaba a cabo proyectos tan grandes como el Teatro de la Barraca. El amigo, que se enamora de muchas mujeres y que en el momento en que entra a escena desea a una mujer que parece un domador: “Y me gusta porque parece un domador” (García Lorca,1991:511), clara anticipación de uno de los temas de El Público, en el que Lorca dice que lo importante es el amor, no el objeto amoroso. Este amigo es la imagen misma de la juventud y de la vitalidad que amaba Lorca, en contraste con la amargura del Viejo que le dice que lo más importante es el recuerdo.
Antes de la cita con la Novia, el Joven se despide de la Mecanógrafa, quien como ya había mencionado, le dice al Joven que lo ama, pero éste no le hace el menor caso aunque es clara la intención. Triste y lastimada, la Mecanógrafa se va y el Joven queda en escena jalado por dos fuerzas: la viva juventud infantil del Amigo y el Amigo 2º... y la amarga presencia del Viejo. El cuadro termina con el estrépito de cristales que anuncia una desgracia. El Joven no quiere enterarse y manda al Criado a cerrar la ventana. El Joven, alegre, le dice que abra la ventana; el Viejo apoya la decisión del Joven de no enterarse de lo que pasa afuera. En conclusión la negativa al llamado es por una parte el no hacer caso al amor de la Mecanógrafa y por otra, el no querer enfrentar lo que sucede afuera: por lo menos no ahora, quizá mañana: “pero ahora, ¡ahora no!” (Op. Cit: 514).
En el cuadro siguiente del Gato (que en realidad es Gata) y el Niño, Lorca representa en una hermosa escena una añoranza de su niñez ya muerta y una negativa a dejarla del todo. El Gato (que es Gata) y el Niño acaban de morir. El estrépito de cristales que se menciona en el cuadro primero es la anticipación de la muerte de este niño pequeñito, un ser frágil que se niega a morir y que cruzará la escena posteriormente. Lorca, niño permanente, que se niega a la llamada al viaje del héroe.
La iniciación, las pruebas.
El Acto segundo da pie a la iniciación de este héroe que usaba pijama azul en su casa y tenía una cita con su novia de quince, cita que se cumple luego de cinco años. La difícil prueba que es el paso del tiempo es una que el Joven es incapaz de superar. La cruel actitud de la Novia hacia él es una cubetada de agua helada que lo hace reflexionar sobre lo que siempre tuvo al lado y no supo reconocer, el amor de la Mecanógrafa. Una vez que la Novia se va con su masculino Jugador de rugby, el Joven cruza el umbral y se mueve en un mundo de sueño: en el escenario hablará con un Maniquí tristísimo porque nadie usará el vestido de novia que tiene puesto. El maniquí le dice al joven que busque a la mecanografa, que ella puede usar el vestido, ella ama al joven.
El héroe perdido en el bosque.
El Joven se encuentra solo y literalmente perdido en el bosque de su subconciente. En este bosque con grandes troncos hay un teatro, lugar seguro para Federico. En el bosque y cerca de este teatro de títeres, teatro para niños, el Joven encuentra a un Arlequín, que lleva dos caretas, una en cada mano, una careta de vivísima alegría y otra de expresión dormida. En ese bosque, donde hay un teatro de títeres también están el personaje de la Máscara y un Payaso. Los personajes del bosque son los titeres de la niñez del Joven, una niñez que el héroe se niega a dejar atrás. En ese bosque el Arlequín y el Payaso, verdaderos bastones, le muestran el camino para llegar hasta la Mecanógrafa. El encuentro amoroso aparentemente tendrá lugar pero habrá obstáculos infranqueables.
Trágico desencuentro
Aparentemente la unión del Joven con La Mecanógrafa sería la reconciliación del Joven con la vida, pero esta vida ordenada se le escapa al decirle que están en tiempos distintos y cuando el Joven le dice: “Vente”, la Mecanógrafa contesta: “Te he querido tanto” y el Joven responde: “Te quiero tanto”, ante lo que la Mecanografa concluye: “Te querré tanto” (Ibid: 576). Nunca se podrán encontrar en un mismo tiempo, siempre habrá esta separación, esta imposibilidad de encontrar la armonía. Más adelante, una situación inquietante, el Joven habla de su hijo: “Sí, mi hijo, Corre por dentro de mí, como una hormiga sola dentro de una caja cerrada” (p. 577). Un hijo que está dentro del Joven y que en el escenario identificamos con ese niño muerto y solo que cruza el escenario: “Cruza la escenita el niño muerto. Viene solo y entra por una puerta de la izquierda” (p. 577). El Joven pierde a su hijo, pierde a su propio niño y está imposibilitado para tener una relación en el mismo plano con la Mecanógrafa. Es un amor que no se puede realizar, porque ambos se encuentran en planos diferentes. La escena del bosque finaliza con la Mecanografa (¿será finalmente La Madre de la que habla Joseph Campbell?) que le indica al Joven una puerta que él no puede encontrar. No encuentra la salida, el viejo está ahí cerca, amenazante, el joven quiere volver, quiere volver con la Mecanógrafa, pero no encuentra la salida, por más que el Arlequín y el Payaso le marquen la dirección a la izquierda, luego a la derecha... el Joven sigue perdido.
¿El regreso?
El cuadro final de Así que pasen cinco años es un panorama desolado. El Maniquí de la Novia está ahí, sin vida, ya no es el mundo donde los vestidos cobran vida. El Joven está desesperanzado y desfalleciente: espera la llegada de tres jugadores que tendrán una partida de naipes final con él. El Joven espera la muerte y ésta llega de una manera muy elegante, vestida de frac con capas de raso blanco. Como en el mito en el que Eco perseguía a Narciso, del Joven sólo queda la voz, el viaje del héroe termina mal.
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El Público, otra obra donde no hay salida.
Expongo a continuación la trama de esta difícil obra (me baso en el ensayo de Martínez Nadal que menciono en la bibliografía) y luego algunos comentarios sobre el camino del héroe, que en este caso sería el camino trunco del propio Lorca, identificado con el personaje del Director.
El Público: Cuadro primero:
Tres hombres barbudos le piden al Director que se diga la verdad en los teatros, la verdad que está detrás de su puesta de Romeo y Julieta , y la verdad que está detrás del amor.
Frente al teatro al aire libre (teatro con apariencia de verdad, El Hombre 1º propugna el teatro bajo la arena. El Director se niega a presentar la Verdad por miedo al público y la Máscara. El Director pide que aparezca un biombo que tiene la virtud de descubrir la verdadera personalidad de todo aquel que pase detrás de él. Cuando cada uno de los personajes pasa, muestra una personalidad inesperada. El Director, un Arlequin; el Hombre dos, una mujer; el Hombre tres; un hombre pálido y con un látigo. Sólo dos personajes (Gonzalo y el Criado) pasan por el biombo sin que demuestren ser otra cosa de lo que son.
Ruina romana:
En un juego de posibles transformaciones: “y si yo me convirtiera en”... dos figuras son el desdoblamiento de dos de los personajes: El Director, Enrique, es la Figura de Cascabeles y Gonzalo, el Hombre uno, que no había ocultado ninguna personalidad, puede desdoblarse en otro. Quizá una cosa es desdoblamiento o representación y otra cosa es ocultamiento de personalidad ( enmascaramiento) y otra cosa es transformación, metamorfosis.
Cuadro sin numeración:
Onírico. Julieta, la de Verona, asediada por tres caballos que quieren dormir con ella. Cuatro muchachos quieren ponerle un falito de barro y un bigote. Se establece una lucha amorosa entre el Hombre 1º y Enrique, el Director, quien supuestamente antes buscaba a una mujer llamada Elena. Nueva transformación: el Director se transforma en bailarina. Julieta es asediada ahora por el Hombre tres, ella dice que prefiere al Hombre dos ahora transformado en mujer. Los mismos trajes toman cuerpo y forman parte de la escena. La escena termina con el inútil llamado de Gonzalo a Enrique, quien no le hace caso.
Cuadro quinto:
Desnudo rojo que es también Gonzalo. Agoniza en una cama de hospital y es como la figura de Cristo. Diálogo totalmente absurdo. En el que están presentes las palabras de Cristo en la Cruz y la agonía de un enfermo en un hospital. Por el enfermero nos enteramos de varios sucesos: a Gonzalo lo están buscando en la ruina. Hay una multitud (el público) que pide la muerte del director. La multitud pide que sea arrastrado por los caballos. Los estudiantes y las damas nos informan que afuera ha estallado una revolución y que los caballos han escapado junto con el Director. Todo debido a que el público, guiado por Elena, descubrió que Romeo era un hombre de 35 años y Julieta, un muchacho de 15. Los estudiantes nos informan que Romeo finalmente ha muerto. Han muerto también Julieta (el muchacho de 15) y la Julieta verdadera, que gemía debajo de las butacas. Entre dos estudiantes, uno, el estudiante V que decía que no le importaba que Julieta fuera un muchacho y otro, el estudiante I, se entabla una relación amorosa que podría tomarse como el orden final, salvo que muchas de las damas y estudiantes se debaten por encontrar una posible salida de este teatro que se parece al bosque donde el Joven de Así que pasen cinco años está perdido.
Cuadro final
El Director con la Muerte, disfrazada de Prestidigitador. Como en la escena del principio, el director en su cuarto, pero esta vez, en lugar de los tres viejos se encuentra El Prestidigitador que le indicará al director su muerte. Una muerte fría donde caen copos de nieve. El director no vio salida posible a sus problemas.
Coincidencias con Así que pasen cinco años:
El personaje de el Director al que es posible identificar con Lorca recorre este camino ya no como el joven de Así que pasen cinco años sino como el hombre maduro que es incapaz de enfrentar al Público y que es requerido por las figuras de los viejos barbados para que exponga la verdad. Antagonista de este Director que se esconde y se escapa, está la figura de Gonzalo, quien finalmente muere pero a quien podemos identificar como un espiritu libre. Al igual que el Joven de Así que pasen... El Director de El Público se encuentra en el primer acto con la imagen de la ancianidad y el final de ambas obras es similar. El joven muere a manos de los tres jugadores y el Director muere a manos de este Prestidigitador, otra especie de jugador. Ni el Joven, ni el Director son capaces de afrontar su destino, ambos representan la figura del autor y representan claramente su mundo interno en forma de pesadilla: un bosque donde no hay salida y un teatro donde no hay salida. Un final similar, la muerte que se presenta de manera irremediable. Dos obras de una gran belleza y dos obras inquietantes por ser la premonición de la muerte del autor.
Bibliografía:
Campbell, Joseph. El héroe de las mil máscaras. México. FCE. 1959.
García Lorca, Federico. Obras Completas (Tomo II.)México. Aguilar. 1991.
Martínez Nadal Joaquín. El Público, amor y muerte en la obra de Federico García Lorca. Madrid. 1991.