LA RATONERA
(THE MOUSETRAP)
de Agatha Christie
(1952)
Comedia en dos actos el primero
dividido en dos cuadros.
Estrenada en el Ambassadors
Theatre de Londres, el 25 de noviembre de 1952.
PERSONAJES
MOLLIE RALSTON
GILES RALSTON
CHRISTOPHER WREN
MRS. BOYLE
MAYOR METCALF
MISS CASEWELL
MR. PARAVICINI
SARGENTO DETECTIVE TROTTER
SINOPSIS DE LOS CUADROS
ACTO PRIMERO:
CUADRO PRIMERO: La sala principal
de Monkswell Manor. Avanzada ya la tarde.
CUADRO SEGUNDO: El mismo sitio.
Al día siguiente después del almuerzo.
ACTO SEGUNDO:
El mismo sitio. Diez minutos más
tarde.
Época actual.
LA CANCION DE LOS «TRES RATONES
CIEGOS»
Tres ratones ciegos,
tres ratones ciegos.
Mirad cómo corren,
corren todos tras la mujer del
granjero.
Les cortó el rabo con un
trinchante.
¿Visteis nunca algo semejante...
a
Tres ratones ciegos,
tres ratones ciegos?
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
La sala principal de Monkswell
Manor. La tarde está ya muy avanzada. Más que de una mansión
antigua, el salón parece de una casa en la que desde hace varias
generaciones vive la misma familia venida a menos. Hay un gran
ventanal en el centro, una salida a la derecha que conduce al
vestíbulo, la puerta de la calle y la cocina. A la izquierda hay
otra salida que lleva al piso de arriba, donde están los
dormitorios. A poca distancia de donde terminan los peldaños de la
izquierda se halla la puerta de la biblioteca. En el extremo
izquierdo del escenario está la puerta de la salita de estar y en el
de la derecha la puerta (que se abre hacia el escenario) del comedor.
A la derecha hay una chimenea abierta y debajo del ventanal del
centro hay un asiento y un radiador.
El mobiliario de la estancia es
el propio de un salón. Hay varios muebles de roble, todos ellos de
calidad, entre los que se halla una mesa grande cerca del ventanal,
un arca de roble en el vestíbulo y una banqueta en las escaleras de
la izquierda. Las cortinas y los muebles tapizados (un sofá a la
izquierda del centro, una butaca en el centro, Un gran sillón de
cuero a la derecha y una butaca pequeña de estilo victoriano más
cerca del público) son anticuados y están gastados. A la izquierda
hay un mueble que es escritorio y librería a la vez; sobre él hay
un aparato de radio y un teléfono y a su lado una silla. Se colocará
otra silla a derecha, cerca del ventanal, un revistero con periódicos
y revistas cerca de la chimenea y una mesita de juego, pequeña y
semicircular, detrás del sofá. Dos apliques de pared, sobre la
chimenea, se encienden y apagan juntos. Hay otro en la pared de la
izquierda, otro a la izquierda de la de la biblioteca y, finalmente,
uno en el vestíbulo. También éstos se encienden y apagan a la vez.
Al lado de la salida de la derecha y de la puerta de la izquierda hay
sendos interruptores dobles, así como uno sencillo cerca de la
puerta de la derecha. Sobre la mesa que hay detrás del sofá
descansa una lámpara.
Antes de alzarse el telón las
luces bajan hasta apagarse del todo y se escucha la música de «Tres
ratones ciegos».
Al levantarse el telón, el
escenario se halla sumido en total oscuridad. La música va
desvaneciéndose y en su lugar se escucha la misma melodía silbada
estridentemente. Se oye un grito de mujer y luego voces masculinas y
femeninas que exclaman a un tiempo «¡Dios mío! ¿Qué ha sido eso?
¡Fue por allí! ¡Oh, Dios mío!». Seguidamente se oye un silbato
de policía, luego varios silbatos, hasta que por fin se hace el
silencio.
VOZ DE LA RADIO
...y según Scotland Yard, el
crimen se cometió en el número veinticuatro de Culver Street,
Paddington.
(La luz se enciende poco a poco y
deja ver la sala de Monkswell Manor. La tarde está avanzada y casi
no hay luz. A través del ventanal se ve nevar copiosamente. La
chimenea está encendida. Apoyado en los peldaños de la izquierda
hay un rótulo recién pintado cuyas grandes letras rezan: «CASA DE
HUESPEDES DE MONKWELL MANOR».)
La víctima del asesinato era una
tal mistress Maureen Lyon. En relación con el asesinato, la policía
está muy interesada en interrogar a un hombre que fue visto por los
alrededores y que llevaba abrigo oscuro, bufanda de color claro y un
sombrero de fieltro.
(Mollie Ralston entra por la
derecha del escenario. Es una joven alta y bonita, de expresión
ingenua. Deja el bolso y los guantes sobre la butaca del centro, se
acerca al aparato de radio y lo desconecta mientras la voz da la
siguiente noticia. Deja un paquetito en el armario del escritorio.)
Advertimos a los automovilistas
que el hielo cubre el firme de las carreteras. Se prevé que seguirá
nevando copiosamente y habrá heladas por todo el país,
especialmente en puntos de la costa norte y nordeste de Escocia.
MOLLIE
(Llamando.) ¡Mistress Barlow!
¡Mistress Barlow! (Al no recibir contestación, se aproxima a la
butaca, recoge el bolso y un guante y luego cruza el umbral de la
derecha. Se quita el abrigo y vuelve a entrar.) ¡Brr! ¡Qué frío!
(Se acerca al interruptor de la derecha y enciende los apliques que
hay sobre la chimenea. Se dirige al radiador, lo toca con la mano y
corre la cortina. Luego se aproxima a la mesita del sofá y enciende
la lámpara. Echa un vistazo a su alrededor y ve el rótulo apoyado
en los peldaños. Lo coge y lo deja apoyado en la pared a la
izquierda del ventanal. Retrocede unos pasos, asintiendo con la
cabeza.) Ha quedado muy bien...¡ Oh! (Se ha fijado en que falta la
«S» de Monkswell.) ¡Ese tonto de Giles! (Consulta su reloj de
pulsera y luego mira el reloj de pared.) ¡Caramba!
Mollie sale apresuradamente por
la izquierda. Entra Giles por la puerta de la derecha. Es un joven de
unos treinta años, arrogante, pero atractivo. Pisa fuerte para
quitarse la nieve de los pies, abre el arca de roble y deposita en su
interior un voluminoso paquete que traía en la mano. Se quita el
abrigo, el sombrero y la bufanda, da unos pasos y los arroja sobre un
sillón. Luego se acerca a la chimenea y se calienta las manos.
GILES
(Llamando.) ¡Mollie! ¡Mollie!
¡Mollie! ¿Dónde estás?
Mollie entra en la sala.
MOLLIE
(Alegremente.) ¡Haciéndolo todo
yo, so bruto! (Se aproxima a Giles.)
GILES
¡Ah, estás aquí!... Déjame a
mí. ¿Hay que echar carbón a la caldera?
MOLLIE
Ya está.
GILES
(Besándola.) Hola, querida.
¿Sabes que tienes la nariz fría?
MOLLIE
Acabo de llegar. (Se acerca a la
chimenea.)
GILES
¿Ah, sí? ¿Adónde has ido? No
irás a decirme que has salido con ese tiempecito que hace.
MOLLIE
Tuve que bajar al pueblo por algo
que se me había olvidado. ¿Encontraste la red para el gallinero?
GILES
No había del tipo que buscaba.
(Se sienta en el brazo izquierdo de la butaca.) Fui a ver en otro
lugar, pero tampoco hubo suerte. He perdido prácticamente todo el
día. ¡Dios mío, estoy casi helado! El coche patinaba que daba
gusto. ¡Hay que ver cómo nieva! ¿Qué te apuestas a que mañana
estarnos aislados por la nieve?
MOLLIE
¡Ay! ¡Espero que no! (Se acerca
al radiador y lo toca con la mano.) ¡Si al menos no se hielan las
cañerías...!
GILES
(Levantándose y acercándose a
Mollie.) Tendremos que vigilar que la calefacción central no se
apague. (Toca el radiador con la mano.) ¡Hum! No me gusta demasiado.
Ojalá vengan pronto los del carbón. No andamos sobrados.
MOLLIE
(Yendo hasta el sofá y
sentándose.) ¡Oh! ¡Me gustaría tanto que todo comenzase bien! Las
primeras impresiones son tan importantes...
GILES
(Acercándose al sofá por la
derecha.) ¿Está todo preparado? Supongo que aún no habrá llegado
nadie, ¿verdad?
MOLLIE
No, gracias a Dios. Me parece que
todo está en orden. Mistress Barlow se largó temprano. Supongo que
tendría miedo del frío.
GILES
Estas asistentas son una lata.
Ahora tú tendrás que apechugar con todo el trabajo.
MOLLIE
Y tú también. Recuerda que
somos socios.
GILES
(Acercándose a la chimenea.)
Mientras no me hagas guisar...
MOLLIE
(Levantándose.) No, no, la
cocina es cosa mía. De todos modos, tenemos muchas conservas por si
nos quedamos aislados por la nieve. (Acercándose a Giles.) ¡Oh,
Giles! ¿Crees que todo va a salir bien?
GILES
¿Tienes miedo? ¿Te sabe mal no
haber vendido la casa cuando tu tía te la dejó, en vez de
embarcarnos en esta locura de convertirla en casa de huéspedes?
MOLLIE
No, no tengo miedo, y me encanta
lo que hemos hecho. Y hablando de casas de huéspedes, ¡mira eso!
(Señala el rótulo con gesto acusador.)
GILES
(Complacido.) Ha quedado bien,
¿eh? (Se acerca al rótulo.)
MOLLIE
¡Es un desastre! ¿No lo ves? Te
has dejado la «S». Has escrito «Monkwell» en lugar de
«Monkswell».
GILES
¡Cielos, es verdad! No sé cómo
pudo sucederme. Aunque la verdad es que no tiene importancia, ¿no es
así? «Monkwell» me parece bien.
MOLLIE
Mereces un castigo. (Se acerca al
escritorio.) Vete a cargar la caldera.
GILES
¿Quieres que salga el patio con
semejante frío? ¡Ay! ¿La dejo cargada para toda la noche?
MOLLIE
No, eso lo harás a las diez o
las once de la noche.
GILES
¡Qué horror!
MOLLIE
Date prisa. Puede que llegue
alguien de un momento a otro.
GILES
¿Ya has distribuido las
habitaciones?
MOLLIE
Sí. (Se sienta delante del
escritorio y coge un periódico que hay encima.) Mistress Boyle tiene
la de la cama de columnas, en la parte de delante. El mayor Metcalf
ocupará el cuarto azul. Miss Casewell, la habitación del este.
Míster Wren, el cuarto de roble.
GILES
(Acercándose a la mesita que hay
detrás del sofá.) Me pregunto cómo será toda esta gente. ¿No te
parece que deberíamos haberles cobrado el alquiler por adelantado?
MOLUE
Oh, no, no lo creo.
GILES
Este oficio es nuevo para
nosotros.
MOLLIE
Traerán equipaje. Si no nos
pagan, nos quedaremos con el equipaje. Es muy sencillo.
GILES
Pienso que deberíamos haber
hecho un curso de hostelería por correspondencia. Estoy seguro de
que algo nos va a salir mal. Puede que el equipaje contenga solamente
ladrillos envueltos en papel de periódico. ¿Qué haríamos
entonces?
MOLLIE
Todas las cartas llegaron de
buenos sitios.
GILES
Eso es precisamente lo que hacen
los criados que falsifican sus cartas de referencia. Puede que alguno
de los huéspedes sea un delincuente que quiera ocultarse de la
policía. (Se acerca al rótulo y lo coge.)
MOLLIE
Me importa un bledo lo que sean
mientras nos paguen siete guineas a la semana.
GILES
Eres una maravillosa mujer de
negocios, Mollie.
Giles sale por la derecha
llevándose el rótulo. Mollie pone la radio.
VOZ EN LA RADIO
Y según Scotland Yard, el crimen
se cometió en el número veinticuatro de Culver Street, Paddington.
La victima del asesinato era una tal mistress Maureen Lyon. En
rejación con el asesinato, la policía...
(Mollie se levanta y se acerca al
sillón del centro.)
...está muy interesada en
interrogar a un hombre que fue visto por los alrededores y que
llevaba abrigo oscuro...
(Mollie coge el abrigo de Giles.)
...bufanda de color claro...
(Mollie coge la bufanda de
Giles.)
... y un sombrero de fieltro.
(Mollie coge el sombrero de Giles
y sale de la estancia.)
Advertimos a los automovilistas
que el hielo cubre el firme de las carreteras...
(Suena el timbre de la puerta.)
Se prevé que seguirá nevando
copiosamente y habrá heladas por todo el país...
Mollie entra en la sala, se
acerca al escritorio, apaga la radio y sale apresuradamente por la
derecha.
MOLLIE
(En off.) Encantada de conocerle.
CHRISTOPHER
(En off.) Muchas gracias.
(Christopher Wren entra por la
derecha. Lleva una maleta que deposita junto a la mesa grande. Se
trata de un joven de aspecto un tanto neurótico y alocado. Lleva el
pelo largo y descuidado y una corbata de punto que parece propia de
un artista. Sus modales son confiados, casi infantiles.)
Espantoso, este tiempo es
sencillamente espantoso. El taxi me dejó ante la puerta del jardín.
(Da unos pasos y deja el sombrero en la mesita detrás del sofá.) No
quiso aventurarse a recorrer la calzada hasta la puerta de la casa.
¡Qué falta de espíritu deportivo! (Se acerca a Mollie.) ¿Usted es
mistress Ralston? ¡Estupendo! Me llamo Wren.
MOLLIE
Encantada de conocerle, míster
Wren.
CHRISTOPHER
¿Sabe que no se parece usted
nada a como me la había figurado? Me la imaginaba como la viuda de
un general retirado, del ejército de la India. Me decía que sería
usted una señora muy seria, toda una memsahib,
y que la casa estaría llena de objetos de latón de Benarés. Y en
vez de ello, me encuentro con un paraíso (Pasa por delante del sofá
y se aproxima a la mesita de detrás.)... todo un paraíso. Muy bien
proporcionado. (Señala el escritorio.) ¡Esa es de imitación!
(Señala la mesita del sofá.) ¡Ah, pero esta otra mesa es
auténtica! Me voy a sentir a gusto aquí, sencillamente a gusto. (Se
acerca a la butaca del centro.) ¿Tiene usted flores artificiales o
aves del paraíso?
MOLLIE
Me temo que no.
CHRISTOPHER
¡Qué lástima! Bueno, ¿y qué
me dice de un aparador? ¿Un hermoso aparador de caoba con grandes
tallas en forma de frutas?
MOLLIE
Sí, eso si lo tenemos... en el
comedor. (Vuelve los ojos hacia la puerta de la derecha.)
CHRISTOPHER
(Siguiendo la mirada.) ¿Ahí
dentro? (Se acerca a la puerta y la abre.) Necesito verlo.
Chrístopher entra en el comedor
y Mollie lo sigue. Entra Giles por la derecha. Mira a su alrededor y
examina la maleta. Se oyen voces en el comedor. Giles sale por la
derecha.
MOLLIE
(En off.) Venga, venga y
caliéntese.
Mollie entra en la sala
procedente del comedor. Christopher entra tras ella. Mollie se acerca
al centro.
CHRISTOPHER
(Al entrar.) Perfecto,
absolutamente perfecto. Respetabilidad verdadera, sólida como una
roca. Pero, ¿por qué han quitado la mesa de caoba que debería
haber en el centro? (Mira hacia la derecha.) Las mesitas estropean el
efecto.
Entra Giles por la derecha y se
queda de pie al lado de la butaca grande.
MOLLIE
Nos dijimos que los huéspedes
preferirían las mesitas... Le presento a mi marido.
CHRISTOPHER
(Acercándose a Giles y
estrechándole la mano.) Mucho gusto. Menudo tiempecito, ¿verdad? Te
hace retroceder a los tiempos de Dickens, de Scrooge y del pesado de
Tim el Menudo. ¡Resulta tan falso! (Se vuelve hacia la chimenea.)
Claro, claro, mistress Ralston, tiene usted absolutamente toda la
razón en lo de las mesitas. Me estaba dejando llevar por mi afición
a los muebles clásicos. Si en el comedor hubiese una mesa de caoba,
haría falta una familia que se sentase a su alrededor. (Se vuelve
hacia Giles.) Un padre barbudo y de aspecto severo; una madre
prolífica, algo envejecida; once criaturas de diversas edades, un
ama de llaves avinagrada y alguien que se llamase «la pobre
Harriet», la pariente pobre que carga con la culpa de todo y se
siente muy, pero que muy agradecida por tener un hogar.
GILES
(Sintiendo antipatía.) Subiré
la maleta a su habitación. (Coge la maleta y se vuelve hacia
Mollie.) Dijiste el cuarto de roble, ¿verdad?
MOLLIE
Sí.
CHRISTOPRER
Espero que la cama sea de
columnas y tenga un cobertor con rosas estampadas.
GILES
Pues no es así.
Giles sale con la maleta en
dirección a la escalera.
CHRISTOPHER
Me parece que no voy a caerle
simpático a su marido. (Da unos pasos hacia Mollie.) ¿Cuánto
tiempo llevan casados? ¿Están muy enamorados?
MOLLIE
(Fríamente.) Llevamos casados un
año justo. (Se dirige a la escalera.) ¿No quiere usted subir a ver
su habitación?
CHRISTOPHER
¡Touché! (Pasa por delante de
la mesita del sofá.) Pero es que me gusta tanto saberlo todo acerca
de la gente. Quiero decir que la gente me parece tan interesante, tan
enloquecedoramente interesante. ¿A usted no?
MOLLIE
Pues, supongo que algunas
personas lo son y (Se vuelve hacia Christopher.) otras no lo son.
CHRISTOPHER
No, no estoy de acuerdo. Todas
son interesantes, absolutamente todas... Porque nunca se llega a
saber realmente cómo son o qué es lo que piensan en realidad. Por
ejemplo, usted no sabe qué estoy pensando en este momento, ¿verdad?
(Sonríe como por efecto de algún chiste secreto.)
MOLLIE
No tengo la menor idea. (Se
acerca a la mesita del sofá y coge un cigarrillo de la tabaquera.)
¿Un cigarrillo?
CHRISTOPHER
No, gracias. (Se acerca a
Mollie.) ¿Lo ve? Las únicas personas que saben realmente cómo son
los demás son los artistas... ¡ y no saben por qué lo saben! Pero
si se trata de retratistas (Da unos pasos.), la cosa sale... (Se
sienta en el brazo derecho del sofá.) en el lienzo.
MOLLIE
¿Es usted pintor? (Enciende el
cigarrillo.)
CHRISTOPHER
No. Soy arquitecto. Verá: mis
padres me pusieron Christopher con la esperanza de que llegase a
arquitecto. Christopher Wren! (Se ríe.) Es como estar a medio
camino. En realidad, claro, todo el mundo se ríe de ello y hace
chistes sobre la catedral de San Pablo. De todos modos... ¿quién
sabe?... Aún puede que sea yo el último en reírse.
(Entra Giles procedente del piso
de arriba.)
¡Puede que los Nidos
Prefabricados Chris Wren aún pasen a la historia! (Se vuelve hacia
Giles.) Me voy a encontrar a gusto aquí. Su esposa es de lo más
simpática.
GILES
(Fríamente.) Claro.
CHRISTOPHER
(Volviéndose para mirar a
Mollie.) Y muy hermosa, verdaderamente hermosa.
MOLLIE
¡Oh, no diga tonterías!
CHRISTOPHER
¡Ea! ¿Hay algo más propio de
una inglesa? Los cumplidos siempre las azoran. Las europeas se toman
los cumplidos como algo natural, pero las inglesas se quedan sin
espíritu femenino por culpa de sus maridos. (Se vuelve y mira a
Giles.) Los maridos ingleses tienen un no sé qué que resulta muy
grosero.
MOLLIE
(Apresuradamente.) Suba a ver su
habitación. (Se dirige a la salida de la izquierda.)
CHRISTOPHER
¿Subo?
MOLLIE
(Dirigiéndose a Giles.) ¿Podrías
cargar la caldera del agua caliente?
Mollie y Christopher se dirigen a
la escalera. Giles pone cara de malhumor y se acerca al centro de la
estancia. Suena el timbre. Hay una pausa, luego el timbre vuelve a
sonar varias veces con impaciencia. Giles se encamina hacia la puerta
de la calle con pasos rápidos. Durante unos instantes se oye el
ruido del viento y de la nieve.
MRS. BOYLE
(En off.) Esto será Monkswell
Manor, digo yo. ¿No?
GILES
(En off.) Sí...
Mistress Boyle penetra en la
sala. En una mano lleva una maleta y en la otra varias revistas y los
guantes. Es una mujer corpulenta, imperiosa y con cara de estar de
muy mal humor.
MRS. BOYLE
Soy mistress
Boyle. (Deja la
maleta en el suelo.)
GILES
Me llamo Giles Ralston. Acérquese
al fuego, mistress Boyle, y entrará en calor.
Mistress Boyle se aproxima a la
chimenea.
Hace un tiempo espantoso,
¿verdad? ¿Es éste todo su equipaje?
MRS. BOYLE
Un tal mayor... Metcalf, se llama
así, ¿no?... se ocupa del resto.
GILES
Dejaré la puerta abierta para
cuando llegue.
Giles sale a abrir la puerta.
MRS. BOYLE
El taxista no quiso arriesgarse a
venir hasta la puerta.
(Giles vuelve a entrar en la sala
y se acerca a mistress Boyle.)
Se detuvo ante la puerta del
jardín. Tuvimos que compartir uno de los taxis que esperaban en la
estación> e incluso así nos dio trabajo encontrar uno libre.
(Acusadoramente.) M parecer nuestra llegada fue inesperada.
GILES
Lo siento muchísimo. Ignorábamos
en qué tren llegaría, ¿sabe? De lo contrario, habríamos hecho que
alguien... esto... la esperase.
MRS. BOYLE
Deberían haber mandado a alguien
a esperar todos los trenes.
GILES
Permítame su abrigo.
(Mistress Boyle le da a Giles los
guantes y las revistas. Luego se queda de pie ante la chimenea,
calentándose las manos.)
Mi esposa estará con usted
dentro de un instante. Mientras, iré a echarle una mano a Metcalf
con el equipaje.
Giles sale de la estancia.
MRS. BOYLE
(Acercándose a la puerta por
donde acaba de salir Giles.) Al menos habrían podido quitar la nieve
de la calzada. (Cuando Giles ya ha salido al jardín.) Todo me parece
muy improvisado. (Se acerca de nuevo a la chimenea y mira a su
alrededor con expresión de desaprobación.)
Mollie llega apresuradamente del
piso de arriba, un poco jadeante.
MOLLIE
Siento mucho que...
MRS. BOYLE
¿Mistress Ralston?
MOLLIE
Sí. Yo... (Se acerca a mistress
Boyle, hace como si fuera a ofrecerle la mano, luego la retira, no
muy segura de cómo se comportan los propietarios de las casas de
huéspedes.)
Con cara de desagrado, mistress
Boyle inspecciona a Mollie.
MRS. BOYLE
Es usted muy joven.
MOLLIE
¿Joven?
MRS. BOYLE
Para llevar un establecimiento de
esta clase. Sin duda no tiene mucha experiencia.
MOLLIE
(Retrocediendo.) En todo hay
siempre una primera vez, ¿no cree?
MRS. BOYLE
Entiendo. Completamente
inexperta. (Mira a su alrededor.) La casa es vieja. Espero que no
haya carcoma. (Husmea el aire con cara de suspicacia.)
MOLLIE
(Indignada.) ¡Por supuesto que
no!
MR5. BOYLE
Mucha gente no sabe que tiene
carcoma en casa hasta que ya es demasiado tarde para hacer algo.
MOLLIE
La casa está en perfecto estado.
MRS. BOYLE
¡Hum! No le vendría mal una
mano de pintura. Mire, este roble de aquí sí está carcomido.
GILES
(En off.) Por aquí, mayor.
(Giles y el mayor Metcalf entran
en la sala. El mayor Metcalf es un hombre de mediana edad, hombros
cuadrados y porte militar. Giles se adelanta hacia el centro de la
estancia. El mayor Metcalf deja en el suelo la maleta que lleva en la
mano y se acerca a la butaca. Mollie sale a su encuentro.)
Le presento a mi esposa.
MAYOR METCALF
(Estrechando la mano de Mollie.)
Encantado. ¡Menuda ventisca tenemos! Creí que no llegaríamos. (Se
da cuenta de que mistress Boyle está presente.) ¡Oh, le ruego que
me perdone! (Se quita el sombrero.)
(Mistress Boyle sale de la
estancia.)
Si sigue así, me parece que
mañana habrá casi dos metros de nieve. (Se aproxima al fuego.) No
he visto nada parecido desde aquella vez que estaba de permiso en mil
novecientos cuarenta.
GILES
Subiré esto arriba. (Recoge las
maletas. Se dirige a Mollie.) ¿Qué habitaciones dijiste? ¿El
cuarto azul y el rosa?
MOLLIE
No. En el cuarto rosa he puesto a
míster Wren. Le gustó tanto la cama de columnas... Así que
mistress Boyle ocupará el cuarto de roble y el mayor Metcalf la
habitación azul.
GILES
(Con voz autoritaria.) ¡Mayor!
(Da unos pasos hacia la salida.)
MAYOR METCALF
(Reaccionando con su instinto
militar.) ¡Señor!
El mayor Metcalf sigue a Giles y
los dos abandonan la sala para subir al piso de arriba. Mistress
Boyle vuelve a entrar y se acerca a la chimenea.
MRS. BOYLE
¿Tienen muchas dificultades con
el servicio por aquí?
MOLLIE
Viene una asistenta del pueblo
que es muy eficiente.
MRS. BOYLE
¿Y cómo andan de personal
permanente?
MOLLIE
No tenemos personal permanente.
Estamos los dos solos. (Se acerca a la butaca del centro.)
MRS. BOYLE
¿De veras? Tenía entendido que
esto era una casa de huéspedes en toda la regla.
MOLLIE
Es que acabamos de empezar.
MRS. BOYLE
Hubiera dicho que antes de abrir
un establecimiento de esta clase era esencial contar con un servicio
completo. Pienso que su anuncio es de lo más engañoso. ¿Puede
decirme si soy yo el único huésped... es decir, aparte del mayor
Metcalf?
MOLLIE
Oh, no, hay varios más.
MRS. BOYLE
Y encima este tiempo. Nada menos
que una ventisca. (Se vuelve hacia el fuego.) ¡Qué mala suerte!
MOLLIE
¡En verdad que lo del tiempo no
es culpa nuestra!
Christopher Wren entra
silenciosamente en la sala y se acerca a Mollie por detrás.
CHRISTOPHER
(Cantando.) «El viento del norte
sopla
y nieve nos traerá
¿y qué hará entonces el
petirrojo,
pobrecillo?»
Adoro las canciones infantiles.
¿Usted no? Siempre tan trágicas y macabras, sobre todo macabras.
Por eso gustan a los niños.
MOLLIE
Les presentaré. Míster Wren,
mistress Boyle.
Christopher se inclina.
MRS. BOYLE
(Fríamente.) Mucho
gusto.
CHRISTOPHER
Esta casa es muy bonita. ¿No le
parece a usted?
MRS. BOYLE
He llegado a una edad en la vida
en la que las comodidades de un establecimiento son más importantes
que su aspecto.
(Christopher retrocede unos
pasos. Giles aparece por la izquierda y se queda debajo del dintel.)
Jamás hubiera venido aquí de
haber sabido que esto no funciona como es debido. Tenía entendido
que esta casa estaba dotada de todas las comodidades.
GILES
No tiene ninguna obligación de
quedarse si no está satisfecha, mistress Boyle.
MRS. BOYLE
(Dando unos pasos.) En verdad que
no. ¡Pues no faltaría más!
GILES
Si ha habido algún malentendido,
tal vez sería mejor que se alojase usted en otra parte. Si quiere
llamo para que venga a buscarla un taxi. Las carreteras todavía no
están bloqueadas.
(Christopher da unos pasos y se
sienta en la butaca del centro.)
Tenemos tantas solicitudes de
hospedaje que no nos será difícil llenar la vacante que usted deje.
Tanto es así que el mes que viene vamos a subir las tarifas.
MRS. BOYLE
No tengo la menor intención de
irme sin haber comprobado qué tal es este lugar. No piense que me
puede poner en la calle así como así.
(Giles da unos pasos.)
¿Tendrá la bondad de
acompañarme a mi habitación, mistress Ralston? (Se dirige
majestuosamente hacía la escalera.)
MOLLIE
No fallaría más, mistress
Boyle. (Sigue a mistress Boyle y, al pasar junto a Giles, le dice en
voz baja.) Cariño, has estado maravilloso...
Místress Boyle y Mollie salen de
la estancia.
CHRISTOPHER
(Levantándose; con expresión
infantil.) Opino que mujer es perfectamente horrible. No me gusta ni
pizca. Me gustaría que la pusiera de patitas en la calle, bajo la
nieve. Le estaría bien empleado.
GILES
Ese es un placer del que debo
abstenerme, me temo.
(Suena el timbre de la puerta.)
¡Señor, ya ha llegado otro!
(Giles sale a abrir la puerta.)
(En off.) Pase, pase.
Christopher se acerca al sofá y
se sienta. Entra miss Casewell. Es una joven de aspecto hombruno.
Trae una maleta. Va ataviada con un abrigo largo y oscuro, bufanda
clara y no lleva sombrero. Entra Giles tras ella.
MISS CASEWELL
(Con voz grave, varonil.) Me temo
que se me ha estropeado el coche a una media milla de aquí... se me
atascó en la nieve.
GILES
Deme esto. (Se hace cargo de la
maleta y la deja al lado de la mesa grande.) ¿Tiene más equipaje en
el coche?
MISS CASEWELL
(Aproximándose al fuego.) No,
procuro viajar con poco peso.
(Giles da unos pasos hacia la
butaca.)
¡Ah, me gusta que tengan
encendido un buen fuego! (Se sienta a horcajadas en una silla delante
de la chimenea.)
GILES
¡Ejem!... Míster Wren... le
presento a miss...
MISS CASEWELL
Casewell.
(Saluda
a Christopher con la cabeza.)
GILES
Mi esposa bajará en seguida.
MISS CASEWELL
No hay prisa. (Se quita el
abrigo.) Tengo que quitarme el frío de encima. Diríase que van a
quedarse aislados por la nieve. (Saca un periódico vespertino del
bolsillo del abrigo.) Según el hombre del tiempo, nevará
copiosamente. Avisos a los automovilistas, etcétera. Espero que
tengan provisiones abundantes en casa.
GILES
Oh, sí. Mi esposa lleva la casa
muy bien. En todo caso, siempre podemos comernos las gallinas.
MISS CASEWELL
Antes de empezar a comernos los
unos a los otros, ¿eh?
Se ríe con estridencia y arroja
el abrigo a Giles, que lo coge al vuelo. Luego la joven se sienta en
la butaca.
CRRISTOPHER
(Levantándose y acercándose al
fuego.) ¿Alguna noticia interesante en el periódico, aparte del
tiempo?
MISS CASEWELL
La crisis política de siempre.
¡Ah, si, y un asesinato bastante jugoso!
CHRISTOPHER
¿Un asesinato? (Volviéndose
hacia miss Casewell.) ¡Oh, me pirro por los asesinatos!
MISS CASEWELL
(Pasándole el periódico.) Al
parecer, creen que se trata de un maníaco homicida. Estranguló a
una mujer cerca de Paddington. Supongo que será algún maníaco
sexual. (Mira a Giles.)
Giles da unos pasos hacia la
izquierda de la mesita del sofá.
CHRISTOPHER
El periódico no dice mucho,
¿verdad? (Se sienta en el sillón pequeño y sigue leyendo.) «La
policía está muy interesada en interrogar a un hombre que fue visto
por los alrededores de Culver Street. Estatura mediana, abrigo
oscuro, bufanda más bien clara y sombrero de fieltro. La radio ha
estado emitiendo mensajes de la policía en este sentido durante todo
el día».
MISS CASEWELL
¡Menuda descripción! Podría
referirse a cualquiera, ¿no es así?
CHRISTOPHER
Cuando dicen que la policía
desea interrogar a alguien, ¿no es una forma cortés de insinuar que
se trata del asesino?
MISS CASEWELL
Podría ser.
GILES
¿Quién era la mujer asesinada?
CHRISTOPHER
Mistress Lyon. Mistress Maureen
Lyon.
GILES
¿Joven o vieja?
CHRISTOPHER
Aquí no lo dice. No parece que
se tratara de un atraco...
MISS CASEWELL
(Dirigiéndose a Giles.) Ya se lo
dije: un maníaco sexual.
Mollie baja del piso de arriba y
se acerca a miss Casewell.
GILES
Te presento a
miss Casewell, Mollie. Mi
esposa.
MISS CASEWELL
(Levantándose.) Encantada.
(Estrecha vigorosamente la mano de Mollie.)
Giles coge su maleta.
MOLLIE
Hace una noche de perros. ¿Quiere
subir a su habitación? Si desea tomar un baño, el agua está
caliente.
MISS CASEWELL
Buena idea.
Mollie y miss Casewell abandonan
la sala. Giles las sigue con la maleta. Christopher, que se ha
quedado solo, se levanta y efectúa una exploración. Abre la puerta
de la izquierda, se asoma y sale por ella. Instantes después
reaparece por la escalera. Cruza la sala hacia la salida de la
derecha y se asoma por ella. Se pone a cantar «El pequeño Jack
Horner» y se ríe en voz baja. Da la impresión de estar levemente
desequilibrado. Se acerca a la mesa grande. Giles y Mollie entran
hablando en la sala. Christopher se esconde detrás de la cortina.
Mollie se acerca a la butaca grande y Giles se coloca cerca de la
mesa.
MOLLIE
Tengo que darme prisa e ir a la
cocina a prepararlo todo. El mayor Metcalf es muy simpático. No nos
causará molestias. Es mistress Boyle la que me da miedo. La cena
tiene que salir bien por fuerza. Estaba pensando en abrir dos latas
de picadillo de buey y cereal y otra de guisantes, y hacer puré de
patatas también. Y tenemos compota de higos y natillas. ¿Crees que
bastará con todo esto?
GILES
Me parece que sí. Tal vez no...
no sea muy original.
CHRISTOPHER
(Saliendo de detrás de la
cortina y colocándose entre Giles y Mollie.) Les ruego que me dejen
ayudarles. Adoro cocinar. ¿Por qué no hacer también una tortilla.
Tendrán huevos, ¿no es verdad?
MOLLIE
Oh, sí, los hay en abundancia.
Tenemos muchas gallinas. No ponen tanto como debieran, pero hemos
guardado muchos huevos.
(Giles se aparta hacia la
izquierda.)
Y si tienen una botella de vino
barato, de la clase que sea, podrían echarla en «el picadillo de
buey y cereal»... ¿Es eso lo que dijo? Le daría sabor continental.
Muéstreme dónde está la cocina y lo que tenga en ella y es casi
seguro que tendré una inspiración.
MOLLIE
Venga conmigo.
(Mollie y Christopher salen por
la derecha en dirección a la cocina. Giles frunce el ceño, profiere
una exclamación poco lisonjera para Christopher y se aproxima a la
butaca pequeña que hay a la derecha. Coge el periódico y se queda
de pie leyéndolo muy atentamente. Da un salto cuando Mollie entra en
la sala y dice algo.)
¿Verdad que es simpático?
(Mollie se acerca a la mesita del sofá.) Se ha puesto el delantal y
lo está preparando todo. Dice que lo deje en sus manos y que no
vuelva por allí hasta dentro de media hora. Si nuestros huéspedes
desean prepararse ellos mismos la comida, nos ahorraremos mucho
trabajo.
GILES
¿Por qué diablos le diste la
mejor habitación?
MOLLIE
Ya te dije que le gustó la cama
de columnas.
GILES
Le gustó la cama de columnas.
¡El muy cretino!
MOLLIE
¡Giles!
GILES
No me gustan los tipos como él.
(Significativamente.) Tú no llevaste su maleta, pero yo sí.
MOLLIE
¿Estaba llena de ladrillos? (Se
sienta en la butaca grande.)
GILES
No pesaba nada. Seguro que estaba
vacía. Probablemente es uno de esos jóvenes que van por ahí
estafando a los hoteleros.
MOLLIE
No lo creo. Me cae simpático.
(Hace una pausa.) Esa miss Casewell parece algo rara, ¿no crees?
GILES
Es una mujer terrible, es decir,
si es que es mujer.
MOLLIE
¡También es mala pata que todos
nuestros huéspedes sean antipáticos o raros! De todos modos, el
mayor Metcalf parece una persona normal, ¿no crees?
GILES
¡Probablemente bebe demasiado!
MOLLIE
¡Oh! ¿Tú crees?
GILES
No. Hablaba en broma. Es sólo
que me siento algo deprimido. Bueno, de todas formas, ahora ya
conocemos lo peor. Ya han llegado todos.
Suena el timbre.
MOLLIE
¿Quién podrá ser?
GILES
Probablemente el asesino de
Culver Street.
MOLLIE
(Levantándose.) ¡No digas esas
cosas!
Giles va a abrir la puerta.
Mollie se acerca al fuego.
GILES
(En off.) ¡Oh!
Míster Paravicini entra en la
sala con paso vacilante. Lleva una bolsa pequeña. Se trata de un
extranjero moreno y de edad avanzada. Luce un bigote bastante
llamativo. Es una versión algo más alta de Hércules Poirot, tal
que pueda causar una falsa impresión en el público. Lleva un grueso
abrigo con forro de piel. Se apoya en el dintel de la entrada y deja
la bolsa en el suelo. Entra Giles.
PARAVICINI
¡Mil perdones! Estoy... ¿dónde
estoy?
GILES
Esta es la casa de huéspedes de
Monkswell Manor.
PARAVICINI
¡Qué estupenda buena suerte la
mía! ¡Señora! (Se acerca a Mollie, le coge una mano y se la besa.)
(Giles pasa por detrás de la
butaca del centro.)
Mi plegaria ha sido escuchada.
Una casa de huéspedes... y una anfitriona encantadora. Mi Rolls
Royce, ¡ay!, se ha atascado en la nieve. Nieva tanto que apenas se
ve a dos pasos. No sé dónde me encuentro. Tal vez, me digo, moriré
congelado. Y entonces cojo una bolsa pequeña y echo a andar entre la
nieve y veo ante mí la gran veja de hierro. ¡Una casa! ¡Estoy
salvado! Dos veces caigo al suelo mientras camino por la calzada para
coches, finalmente llego a la puerta y en el acto (Mira a su
alrededor.) la desesperación se convierte en gozo. (Cambiando de
tono.) Podrán alquilarme una habitación... ¿sí?
GILES
Oh, sí...
MOLLIE
Me temo que es algo pequeña.
PARAVICINI
Es natural, es natural... tendrán
ustedes otros huéspedes
MOLLIE
Acabamos de inaugurar esta casa
de huéspedes hoy mismo, así que somos... somos algo novatos en el
negocio.
PARAVICINI
(Mirándola con expresión de
sátiro.) Encantadora... Encantadora...
GILES
¿Y su equipaje?
PARAVICINI
No tiene importancia. He dejado
el coche cerrado con llave.
GILES
¿No sería mejor traerlo aquí?
PARAVICINI
No, no. (Se acerca a Giles.) Le
puedo asegurar que en una nochecita como ésta los ladrones no salen
de casa. Y en lo que a mí se refiere, mis necesidades son muy
sencillas. Tengo todo lo que necesito aquí, en esta bolsita. Sí,
todo lo que necesito.
MOLLIE
Será mejor que se caliente ante
el fuego.
(Paravicini se aproxima a la
chimenea.)
Iré a prepararle la habitación.
(Da unos pasos hacia la butaca grande.) Me temo que la habitación es
más bien fría, ya que está orientada al norte, pero es que todas
las demás ya están ocupadas.
PARAVICINI
¿Conque tienen varios huéspedes
más?
MOLLIE
Sí: mistress Boyle, el mayor
Metcalf, miss Casewell y un joven que se llama Christopher Wren... y
ahora... usted.
PARAVICINI
Sí... el huésped inesperado. El
huésped al que ustedes no han invitado. El huésped que acaba de
llegar... de la nada... saliendo de la tormenta. Parece muy
dramático, ¿no creen? ¿Quién soy yo? Ustedes no lo saben. ¿De
dónde vengo? Ustedes lo ignoran. Yo, yo soy el hombre del misterio.
(Se ríe.)
(Mollie se ríe y mira a Giles,
que sonríe débilmente. Paravicini mira a Mollie y mueve la cabeza
de muy buen humor.)
Pero ahora les diré algo.
Completaré el cuadro. De ahora en adelante no habrá más llegadas.
Ni más salidas. Mañana estaremos aislados de la civilización. Tal
vez ya lo estemos. Aislados del carnicero, del panadero, del lechero,
del cartero, del repartidor de periódicos. No habrá nadie ni nada
más que nosotros. Eso es admirable... admirable... admirable. Nada
podría convenirme más. Por cierto, me llamo Paravicini. (Se
aproxima a la butaca pequeña.)
MOLLIE
Oh, sí. Nosotros nos llamamos
Ralston.
Giles se acerca a Mollie.
PARAVICINI
¿Míster y mistress Ralston?
(Mueve la cabeza al ver que ellos asienten. Mira a su alrededor y se
acerca a Mollie.) ¿Y dice que esto es... es la casa de huéspedes de
Monkswell Manor? Bien. La casa de huéspedes de Monkswell Manor. (Se
ríe) Perfecto. (Se ríe.) Perfecto. (Se ríe y se acerca a la
chimenea.)
Mollie mira a Giles y ambos miran
con expresión de inquietud a Paravicini mientras baja el
TELON
CUADRO SEGUNDO
El mismo lugar. El día siguiente
por la tarde.
Al levantarse el telón, ya ha
dejado de nevar, pero la nieve amontonada cubre parte de la ventana.
El mayor Metcalf está sentado en el sofá leyendo un libro y
mistress Boyle está sentada en la butaca grande delante del fuego,
escribiendo en un bloc colocado sobre la rodilla.
MRS. BOYLE
Considero que es una suprema
falta de honradez que no me avisaran de que acababan de inaugurar
este lugar.
MAYOR METCALF
Bueno, todo tiene un principio,
¿sabe? Excelente desayuno esta mañana. Buen café, huevos
revueltos, mermelada hecha en casa... Y todo muy bien servido,
además. La mujercita lo hace todo ella misma.
MRS. BOYLE
¡Aficionados...! Deberían tener
personal como es debido.
MAYOR METCALF
Excelente almuerzo también.
MRS. BOYLE
Carne en conserva.
MAYOR METCALF
Sí, pero muy bien disimulada.
Regada con vino tinto. Mistress Ralston prometió que haría un
pastel para la cena.
MRS. BOYLE
(Levantándose y aproximándose
al radiador.) Estos radiadores no calientan de verdad. Les hablaré
de ello.
MAYOR METCALF
Y las camas son muy cómodas. Al
menos la mía lo es. Espero que la suya también.
MRS. BOYLE
No está mal. (Vuelve a sentarse
en la butaca.) No acabo de ver por qué le darían la mejor
habitación a ese joven tan raro.
MAYOR METCALF
Llegaría antes que nosotros. Ya
se sabe: el primero en llegar es el mejor servido.
MRS. BOYLE
Pues por el anuncio pensé que
este lugar sería muy distinto de lo que en realidad es. Creí que
habría un salón cómodo para escribir y que la casa sería mucho
mayor... que habría bridge y otras distracciones.
MAYOR METCALF
¡Ya son ganas de quejarse, ya!
MRS. BOYLE
¿Decía usted?
MAYOR METCALF
¡Ejem!... que sí, que ya
comprendo lo que quiere decir usted.
Christopher entra en la sala sin
que los demás se percaten de ello.
MRS. BOYLE
Pues no, no pienso quedarme mucho
tiempo aquí.
CHRISTOPHER
(Riendo.) No. No creo que se
quede.
Christopher se va a la
biblioteca.
MRS. BOYLE
De veras que ese joven tiene
cosas muy extrañas. No me sorprendería que fuera un desequilibrado.
MAYOR METCALF
Me parece que se ha fugado de
algún manicomio.
MRS. BOYLE
No me extrañaría ni pizca.
Mollie entra por la derecha.
MOLLIE
(Llamando hacia el piso de
arriba.) ¡Giles!
GILES
(En off.) ¿Sí?
MOLLIE
¿Podrías salir otra vez a
quitar la nieve de la puerta de atrás?
GILES
(En off.) Ahora voy.
Mollie abandona la sala.
MAYOR METCALF
Le echaré una mano, ¿eh? (Se
levanta y se dispone a salir.) Es un buen ejercicio. Tengo que hacer
ejercicio.
El mayor Metcalf sale de la
estancia. Entra Giles, se dirige a la derecha y sale. Mollie vuelve a
entrar con un plumero y una aspiradora, cruza la sala y al subir
corriendo la escalera tropieza con miss Casewell, que en aquel
momento bajaba.
MOLLIE
¡Lo siento!
MISS CASEWELL
No ha sido nada.
Mollie sale. Miss Casewell camina
lentamente hacia el centro.
MRS. BOYLE
¡Hay que ver! Esa joven es
increíble. ¿Es que no sabe nada de las faenas domésticas? ¡Mira
que entrar en la sala principal con una aspiradora! ¿Es que no hay
una entrada de servicio?
MISS CASEWELL
(Cogiendo un cigarrillo del
paquete que lleva en el bolso.) Oh, sí... una buena escalera
posterior. (Se acerca al fuego.) Muy útil en caso de incendio.
(Enciende el cigarrillo.)
MRS. BOYLE
Entonces ¿por qué no la
utilizan? De todos modos, las faenas domésticas deberían haberlas
hecho por la mañana antes del almuerzo.
MISS CASEWELL
Según tengo entendido, nuestra
anfitriona tuvo que preparar la comida.
MRS. BOYLE
Todo muy improvisado y propio de
aficionados. Deberían tener personal como es debido.
MISS CASEWELL
Hoy en día no es fácil
encontrarlo, ¿verdad?
MRS. BOYLE
Ya puede usted decirlo. Las
clases inferiores parecen no tener la menor idea de sus
responsabilidades.
MISS CASEWELL
Las pobrecitas clases
inferiores... Se están desbocando, ¿verdad?
MRS. BOYLE
(Glacialmente.) Me parece que es
usted socialista.
MISS CASEWELL
Oh, yo no diría tanto. No soy
roja... solamente un poquitín rosada. (Se aproxima al sofá y se
sienta en el brazo derecho.) Aunque no me interesa demasiado la
política... Vivo en el extranjero.
MRS. BOYLE.
Supongo que las condiciones de
vida resultan mucho más fáciles en el extranjero.
MISS CASEWELL
No tengo que guisar ni hacer la
limpieza... como, según tengo entendido, todo el mundo tiene que
hacer en este país.
MRS. BOYLE
Es triste, pero la verdad es que
este país va de capa caída. No es lo que era antes. Vendí mi casa
el año pasado. ¡La vida está tan difícil!...
MISS CASEWELL
Los hoteles y las pensiones
facilitan las cosas.
MRS. BOYLE
No hay duda de que te solucionan
algunos problemas. ¿Va a estar mucho tiempo en Inglaterra?
MISS CASEWELL
Depende. Tengo que atender
algunos asuntos. Cuando haya acabado, regresaré.
MRS. BOYLE
¿A Francia?
MISS CASEWELL
No.
MRS. BOYLE
¿Italia?
MISS CASEWELL
No. (Sonríe.)
Mistress Boyle la mira
inquisitivamente, miss Casewell no responde. Mistress Boyle se pone a
escribir. Miss Casewell la mira y sonríe, se acerca a la radio, la
conecta, primero a bajo volumen, después lo aumenta.
MRS. BOYLE
(Molesta porque estaba
escribiendo.) ¿Le importaría no tener la radio tan alta? Siempre me
resulta difícil escribir mientras la radio está puesta.
MISS CASEWELL
¿De veras?
MRS. BOYLE
A menos que desee usted muy
especialmente escucharla ahora...
MISS CASEWELL
Es mi música favorita. Ahí
dentro hay un escritorio. (Con la cabeza señala la puerta de la
biblioteca.)
MRS. BOYLE
Ya lo sé. Pero aquí se está
mucho más caliente.
MISS CASEWELL
Mucho más caliente, estoy de
acuerdo. (Empieza a bailar al compás de la música.)
(Mistress Boyle, tras mirarla
severamente unos instantes, se levanta y entra en la biblioteca. Miss
Casewell sonríe, se aproxima a la mesita de detrás del sofá y
apaga el cigarrillo aplastándolo. Da unos pasos y coge una revista
que hay en la mesa grande.)
¡Vieja bruja! (Se acerca a la
butaca grande y se sienta.)
Christopher sale de la biblioteca
y da unos pasos hacia el centro de la sala.
CHRISTOPHER
¡Oh!
MISS CASEWELL
Hola.
CHRISTOPHER
(Señalando la biblioteca con un
gesto.) Esa mujer parece empeñada en seguirme adonde vaya y luego se
me queda mirando con expresión aviesa, decididamente aviesa.
MISS CASEWELL
(Señalando la radio.) Bájela un
poquito.
Christopher baja la radio hasta
dejarla a un volumen suave.
CHRISTOPHER
¿Así está bien?
MISS CASSWELL
Si, ya ha cumplido su misión.
CHRISTOPHER
¿Qué misión?
MISS CASEWELL
Cosa de táctica, muchacho.
Christopher se queda perplejo.
Miss Casewell señala la biblioteca.
CHRISTOPHER
¡Ah, se refiere a ella!
MISS CASEWELL
Se había apoderado de la mejor
butaca. Ahora la tengo yo.
CHRISTOPHER
Así que usted la ahuyentó. Me
alegro. Me alegro mucho. No me gusta ni pizca. (Se acerca rápidamente
a miss Casewell.) A ver si se nos ocurren más cosas que la molesten,
¿eh? ¡Ojalá se marchase de aquí!
MISS CASEWELL
¿Con este tiempo? Ni lo sueñe.
CHRISTOPHER
Pero cuando se funda la nieve...
MISS CASEWELL
Cuando se funda la nieve puede
que hayan sucedido muchas cosas.
CHRISTOPHER
Sí, sí, eso es cierto. (Se
acerca a la ventana.) La nieve es bonita, ¿no le parece? Tan
pacífica, tan pura... Hace que te olvides de las cosas.
MISS CASEWELL
A mí no me hace olvidar.
CHRISTOPHER
Con qué acento más fiero lo
dice.
MISS CASEWELL
Es que estaba pensando.
CHRISTOPHER
¿Pensando en qué? (Se sienta
junto a la ventana.)
MISS CASEWELL
En el hielo que se forma en la
jarra de agua del dormitorio, en los sabañones en carne viva... en
una sola manta, raída y delgada... en un pequeño que tiembla de
frío y miedo.
CHRISTOPHER
¡Cielos, qué lúgubre resulta!
¿De qué se trata? ¿Una novela?
MISS CASEWELL
Usted no sabía que soy
escritora, ¿verdad?
CHRISTOPHER
¿Lo es? (Se levanta y se acerca
a ella.)
MISS CASEWELL
Lamento decepcionarlo, pero en
realidad no lo soy.
(Oculta el rostro detrás de la
revista.)
Christopher la mira con expresión
de duda, luego se acerca a la radio, la pone a un volumen muy fuerte
y se marcha a la salita de estar. Suena el teléfono. Mollie baja
corriendo del piso de arriba con el plumero en la mano y se acerca al
teléfono.
MOLLIE
(Descolgando el aparato.) ¿Sí?
(Cierra la radio.) Sí ésta es la casa de huéspedes de Monkswell
Manor... ¿Qué?... No, me temo que míster Ralston no puede ponerse
al aparato en este momento. Yo soy mistress Ralston. ¿Quién?... ¿La
policía de Berkshire?...
(Miss Casewell baja la revista.)
Oh, sí, sí, superintendente
Hogben, me temo que eso es imposible. No conseguiría llegar aquí.
La nieve nos tiene bloqueados. Completamente bloqueados. Las
carreteras están intransitables...
(Mis Casewell se levanta y se
dirige a la salida de la izquierda.)
Nada podría llegar hasta aquí...
Sí... Muy bien... ¿Pero qué...? Oiga... ¡oiga!... (Cuelga el
aparato.)
Entra Giles enfundado en un
abrigo. Se lo quita y lo cuelga en el vestíbulo.
GILES
Mollie, ¿sabes dónde hay otra
pala?
MOLLIE
(Dando unos pasos.) Giles, la
policía acaba de llamar.
MISS CASEWELL
Conque problemas con la policía,
¿eh? ¿Es que sirven licor sin tener licencia?
Miss Casewell sube al piso de
arriba.
MOLLIE
Nos mandan un inspector o un
sargento o no sé qué.
GILES
(Acercándose a Mollie.) ¡Pero
si no podrá llegar!
MOLLIE
Eso mismo les dije yo. Pero
parecían muy seguros de que sí llegaría.
GILES
Tonterías. Ni un jeep
llegaría hasta aquí hoy. Pero, ¿se puede saber a qué viene todo
esto?
MOLLIE
Eso mismo les pregunté yo. Pero
el que llamó no quiso contestarme. Se limitó a decirme que
recomendase a mi marido que prestase mucha atención a lo que dijera
el sargento Trotter... creo que ése era el nombre... y que siguiera
sus instrucciones al pie de la letra. ¿Verdad que resulta
extraordinario?
GILES
(Aproximándose a la chimenea.)
¿Qué diablos crees tú que habremos hecho?
MOLLIE
(Acercándose a Giles.) ¿Será
por aquellas medias de nilón que trajimos de Gibraltar?
GILES
No se me olvidó pagar la
licencia de la radio, ¿verdad que no?
MOLLIE
No se te olvidó. Está en el
cajón de la mesa de la cocina.
GILES
Estuve a punto de pegármela con
el coche el otro día, pero la culpa fue del otro, solamente del
otro.
MOLLIE
Algo habremos hecho...
GILES
(Arrodillándose para echar un
leño al fuego.) Probablemente se trata de algo relacionado con el
tener una casa de huéspedes. Seguramente se nos habrá olvidado
alguna estúpida ordenanza de este ministerio o de aquel otro. Hoy en
día eso es prácticamente inevitable. (Se levanta y se queda mirando
a Mollie.)
MOLLIE
¡Ay, querido, ojalá no se nos
hubiera ocurrido poner este negocio! Vamos a pasarnos varios días
bloqueados por la nieve, todo el mundo está de mal humor y se nos
van a terminar todas las latas de conservas.
GILES
Animo, querida. (Rodea a Mollie
con sus brazos.) Ya verás cómo todo sale bien. He llenado todas las
carboneras, he metido dentro la leña y he cargado el calentador.
También me he cuidado de las gallinas. Ahora iré a preparar la
caldera y cortaré un poco más de leña... (Se interrumpe.) ¿Sabes,
Mollie? (Se acerca lentamente a la mesa grande.) Ahora que lo pienso,
debe de tratarse de algo bastante serio para que venga un sargento de
la policía estando como están las carreteras. Debe de tratarse de
algo realmente urgente...
Giles y Mollie se miran con
expresión intranquila. Mistress Boyle sale de la biblioteca.
MRS. BOYLE
(Acercándose a la mesa grande.)
¡Ah, está usted aquí, míster Ralston! ¿Sabe que en la biblioteca
apenas se nota la calefacción central?
GILES
Lo siento mistress Boyle. Vamos
algo escasos de carbón y...
MRS. BOYLE
Les pago siete guineas a la
semana por mi alojamiento... siete guineas y no quiero morir
congelada.
GILES
Iré a cargar la caldera.
Giles sale de la estancia. Mollie
va tras él.
MRS. BOYLE
Mistress Ralston, si me permite
decirle, ese joven que tiene alojado aquí resulta de lo más
extraordinario. Esos modales suyos... y las corbatas que lleva... ¿Se
cepillará el pelo alguna vez?
MOLLIE
Es un joven arquitecto
brillantísimo.
MRS. BOYLE
Perdón, ¿cómo dice?
MOLLIE
Digo que Christopher Wren es
arquitecto...
MRS. BOYLE
Mi querida joven. Naturalmente he
oído hablar de Sir Christopher Wren. (Se aproxima al fuego.) Por
supuesto que era arquitecto. Construyó la catedral de San Pablo.
Ustedes los jóvenes parecen creer que son las únicas personas
cultas.
MOLLIE
Me refiero al Wren de aquí. Se
llama Christopher. Sus padres le pusieron este nombre porque
esperaban que llegase a ser arquitecto. (Se acerca a la mesita de
detrás del sofá y coge un cigarrillo de la tabaquera.) Y lo es... o
le falta poco... de modo que las esperanzas de padres se han
cumplido.
MRS. BOYLE
¡Hum! Todo eso me suena a cuento
chino. (Se sienta en la butaca grande.) Yo en su lugar haría algunas
indagaciones sobre él. ¿Qué saben ustedes de él?
MOLLIE
Ni más ni menos de lo que
sabemos sobre usted, mistress Boyle. Es decir: que ambos nos pagan
siete guineas a la semana. (Enciende el cigarrillo.) En realidad no
necesito saber nada más, ¿verdad? Es lo único que es de mi
incumbencia. No importa que mis huéspedes me gusten o
(Significativamente.) no me gusten.
MRS. BOYLE
Es usted joven e inexperta y
debería agradecer los consejos de alguien que sabe más que usted.
¿Y qué me dice de ese extranjero?
MOLLIE
¿Qué quiere que le diga?
MRS. BOYLE
No le esperaban, ¿verdad?
MOLLIE
Negarle alojamiento a un viajero
va contra la ley, mistress Boyle. Usted debería saberlo.
MRS. BOYLE
¿Por qué lo dice?
MOLLIE
(Dirigiéndose al centro de la
sala.) ¿Acaso no fue usted magistrado, mistress Boyle?
MRS. BOYLE
Lo único que digo es que este
Paravicini o como se llame me parece..
Paravicini entra en la sala sin
hacer ruido.
PARAVICINI
Vaya con cuidado, mi estimada
señora. Habla usted del diablo y aquí lo tiene. ¡Ja, ja!
Mistress Boyle se sobresalta.
MRS. BOYLE
No le he oído entrar.
Mollie se coloca detrás de la
mesita del sofá.
PARAVICINI
Es que entré de puntillas...
así. (Hace una breve demostración.) Nadie me oye si yo no lo
quiero. Lo encuentro muy divertido.
MRS. BOYLE
¿De veras?
PARAVICINI
(Sentándose.) Verá, una vez una
joven...
MRS. BOYLE
(Levantándose.) Bueno, tengo que
terminar las cartas. Veré si la salita de estar está más caldeada.
Mistress Boyle se marcha a la
salita de estar. Mollie la sigue hasta la puerta.
PARAVICINI
Mi encantadora anfitriona parece
preocupada. ¿Qué le ocurre, mi querida señora? (La mira
apreciativamente.)
MOLLIE
Es que esta mañana todo resulta
complicado. Por culpa de la nieve.
PARAVICINI
Sí. La nieve pone las cosas
difíciles, ¿no es verdad? (Se levanta.) O las pone fáciles. (Se
acerca a la mesa grande y se sienta.) Sí... muy fáciles.
MOLLIE
No sé a qué se refiere.
PARAVICINI
En efecto. Hay muchas cosas que
usted no sabe. Me parece, por ejemplo, que no sabe mucho sobre cómo
se lleva una casa de huéspedes.
MOLLIE
(Acercándose a la mesita y
aplastando el cigarrillo.) Eso me temo. Pero nos hemos propuesto
hacerlo bien.
PARAVICINI
¡Bravo, bravo! (Da unas palmadas
y se levanta.)
MOLLIE
Aunque no soy mala cocinera...
PARAVICINI
(Como un viejo verde.) Es usted
una cocinera encantadora, no hay duda de ello. (Se acerca a la mesita
y coge una mano de Mollie.)
(Mollie retira la mano y da unos
pasos.)
¿Me permite que le haga una
pequeña advertencia, mistres Ralston? (Da unos pasos.) Usted y su
marido no deberían ser demasiado confiados, ¿sabe? ¿Tienen
referencias de los huéspedes que hay aquí?
MOLLIE
¿Es normal pedirlas? (Se vuelve
hacia Paravicini.) Siempre creí que la gente sencillamente...
sencillamente se presentaba.
PARAVICINI
Es aconsejable saber algo sobre
la gente que duerme bajo tu techo. Yo, por ejemplo. Me presento
diciendo que el coche se me ha atascado en la nieve. ¿Qué saben
ustedes de mí? ¡Nada en absoluto! Podría ser un ladrón, un
atracador (Se acerca lentamente a Mollie.), un fugitivo de la
justicia, un loco... incluso... un asesino...
MOLLIE
(Retrocediendo.) ¡Oh!
PARAVICINI
¿Lo ve? Y puede que de los demás
huéspedes no sepa mucho más.
MOLLIE
Bueno, en lo que se refiere a
mistress Boyle...
Mistress Boyle entra procedente
de la salita de estar. Mollie da unos pasos hacia la mesa grande.
MRS. BOYLE
En la salita hace demasiado frío
para estarse sentada. Escribiré las cartas aquí. (Se acerca a la
butaca grande.)
PARAVICINI
Si me lo permite, atizaré el
fuego. (Se acerca a la chimenea.)
El mayor Metcalf entra en la
sala.
MAYOR METCALF
(Dirigiéndose a Mollie con
anticuado pudor.) ¿Está aquí su marido, mistress Ralston? Me temo
que las cañerías del... ejem... lavabo de abajo se han helado.
MOLLIE
¡Vaya por Dios! ¡Qué día
éste! Primero la policía y luego las cañerías. (Se dirige a la
salida.)
Paravicini deja caer el atizador
con gran estruendo. El mayor Metcalf se queda como paralizado.
MRS. BOYLE
(Sobresaltándose.) ¿La policía?
MAYOR METCALF
(En voz alta, como si no acabase
de creérselo.) ¿Ha dicho la policía? (Se acerca a la mesa grande.)
MOLLIE
Hace un momento llamaron por
teléfono. Dicen que van a enviarnos un sargento. (Contempla la
nieve.) Pero no creo que consiga llegar.
Giles entra con un cesto lleno de
leños.
GILES
El condenado carbón pesa lo
suyo. Y a este precio... ¡Hola! ¿Sucede algo?
MAYOR METCALF
Acabo de enterarme de que la
policía viene para aquí. ¿Por qué?
GILES
Oh, no importa. Nadie conseguirá
llegar con tanta nieve. Debe de haber metro y medio de espesor. Todas
las carreteras están bloqueadas. Hoy no vendrá nadie. (Se acerca a
la chimenea con los leños.) Con su permiso, míster Paravicini:
quisiera poner esto aquí.
Paravicini se aparta de la
chimenea. Se oyen tres golpes secos en el ventanal y el sargento
Trotter acerca el rostro a los cristales para mirar hacia el
interior. Mollie profiere una exclamación y señala hacia el
ventanal. Giles se acerca y lo abre de par en par. El sargento lleva
esquíes. Es un joven de aspecto corriente, alegre y con un leve
acento «cockney».
TROTTER
¿Es usted míster Ralston?
GILES
Sí.
TROTTER
Gracias, señor. Me presento:
Sargento detective Trotter de la policía de Berkshire. ¿Puedo
quitarme estos esquíes y guardarlos en alguna parte?
GILES
(Señalando hacia la derecha.) Dé
la vuelta hasta la puerta principal. Yo se la abriré.
TROTTER
Gracias, señor.
Giles deja el ventanal abierto y
se dirige a la puerta principal.
MRS. BOYLE
Supongo que para esto pagamos al
cuerpo de policía hoy día: para que se diviertan practicando los
deportes de invierno.
Mollie pasa por detrás de la
mesa grande y se acerca al ventanal.
PARAVICINI
(Dando unos pasos hacia Mollie y
susurrando con furia.) ¿Por qué ha avisado a la policía, mistress
Ralston?
MOLLIE
¡Pero si no la he avisado!
(Cierra el ventanal.)
Christopher entra procedente de
la salita de estar y se acerca al sofá. Paravicini da unos pasos
hacia la derecha de la mesa grande.
CHRISTOPHER
¿Quién es ese hombre? ¿De
dónde ha salido? Lo he visto pasar esquiando por delante de la
ventana de la salita. Llevaba mucho ímpetu y levantaba la nieve a su
paso.
MRS. BOYLE
Puede creerlo o no, pero ese
hombre es un policía. Un policía ¡esquiando!
Giles y Trotter entran en la
sala. Trotter se ha quitado los esquíes y los lleva en la mano.
GILES
(Dando unos pasos.) Esto... les
presento al sargento detective Trotter.
TROTTER
(Avanzando.) Buenas tardes.
MRS. BOYLE
No es posible que sea usted
sargento. Es demasiado joven.
TROTTER
No soy tan joven como parezco,
señora.
CRISTOPHER
Pero si tiene muchos ímpetus.
GILES
Guardaremos sus esquíes debajo
de la escalera.
Giles y Trotter salen de la
estancia.
MAYOR METCALF
Perdóneme, mistress Ralston,
¿puedo usar su teléfono?
MOLLIE
Por supuesto, mayor Metcalf.
El mayor Metcalf se acerca al
teléfono y marca un número.
CHRISTOPHER
(Sentándose en el extremo
derecho del sofá.) Es muy atractivo, ¿no les parece? Los policías
siempre me parecen muy atractivos.
MRS. BOYLE
No tiene cerebro. Se ve en
seguida.
MAYOR METCALF
(Hablando por teléfono.) ¡Oiga!
¡Oiga!... (Se dirige a Mollie.) Este teléfono no funciona, mistres
Ralston.
MOLLIE
Pues hace media hora funcionaba.
MAYOR METCALF
Supongo que la línea habrá
cedido bajo el peso de la nieve.
CHRISTOPHER
(Riéndose histéricamente.) Así
que estamos completamente aislados. Completamente aislados. Es
gracioso, ¿no creen?
MAYOR METCALF
(Acercándose al sofá.) No le
veo la gracia por ninguna parte.
MRS. BOYLE
Yo tampoco.
CHRISTOPHER
Ah, se trata de un chiste que yo
me sé. ¡Chist, que vuelve el sabueso!
Entra Trotter seguido por Giles.
Trotter avanza hacia el centro de la sala y Giles se acerca a la
mesita de detrás del sofá.
TROTTER
(Sacando su librito de notas.)
Ahora podemos poner manos a la obra, mister Ralston. ¿Mistress
Ralston?
Mollie se adelanta unos pasos.
GILES
¿Quiere hablarnos a solas? En
tal caso, podríamos pasar a la biblioteca. (Señala la puerta de la
biblioteca.)
TROTTER
(Dando la espalda al público.)
No es necesario, señor. Ahorraremos tiempo si están todos
presentes. ¿Me permite sentarme ante esta mesa? (Se acerca a la mesa
grande.)
PARAVICINI
Con su permiso. (Se aparta de la
mesa.)
TROTTER
Gracias. (Se instala ante la mesa
con actitud de juez.)
MOLLIE
¡Dése prisa, por favor!
Queremos saber de qué se trata. (Se acerca a la mesa.) ¿Qué es lo
que hemos hecho?
TROTTER
(Sorprendido.) ¿Qué han hecho?
Oh, no es nada de eso, mistress Ralston. Se trata de algo
completamente distinto. Algo relacionado con la protección que la
policía puede darles, si usted me entiende.
MOLLIE
¿Protección policial?
TROTTER
Está relacionado con la muerte
de mistress Lyon... Mistress Maureen Lyon, del veinticuatro de Culver
Street, Londres, W.2, que fue asesinada ayer, quince de los
corrientes. Se habrán enterado del caso por la prensa o la radio,
¿no?
MOLLIE
Así es. Lo oí por la radio. ¿La
mujer estrangulada?
TROTTER
En efecto, señora. (Se vuelve
hacia Giles.) Lo primero que quiero saber es si conocían ustedes a
mistress Lyon.
GILES
Es la primera vez que oímos
hablar de ella.
Mollie menea la cabeza.
TROTTER
Puede que no la conocieran por
Lyon. En realidad no se llamaba así. Estaba fichada por la policía
y en la ficha constaban sus huellas dactilares. Por esto hemos podido
identificarla sin dificultad. Su verdadero nombre era Maureen
Stanning. Su marido era agricultor: John Stanning, con domicilio en
Longridge Farm, no muy lejos de aquí.
GILES
¡Longridge Farm! ¿No fue allí
donde aquellos niños...?
TROTTER
Sí, el caso de Longridge Farm.
Miss Casewell entra en la sala.
MISS CASEWELL
Tres niños... (Se acerca a una
butaca y se sienta.)
Todos los presentes la miran.
TROTTER
Así es, señorita. Los Corrigan.
Dos niños y una niña. Comparecieron ante un tribunal por estar
necesitados de cuidados y protección. Se les encontró un hogar en
casa de míster y mistress Stanning, en Longridge Farm.
Posteriormente uno de los pequeños murió a causa de la falta de
cuidados y los malos tratos persistentes. El suceso causó sensación.
MOLLIE
(Estremeciéndose.) ¡Fue
horrible!
TROTTER
Los Stanning fueron condenados a
la cárcel. Stanning murió en el penal. Mistress Stanning fue puesta
en libertad tras cumplir la sentencia. Ayer, como he dicho, la
encontraron estrangulada en el veinticuatro de Culver Street.
MOLLIE
¿Quién lo hizo?
TROTTER
A eso voy, señora. Cerca de la
escena del crimen se encontró un bloc de notas. En él había dos
direcciones apuntadas. Una era la del veinticuatro de Culver Street.
La otra (Hace una pausa.) correspondía a Monkswell Manor.
GILES
¿Qué?
TROTTER
Así es, señor.
(Durante el siguiente parlamento
Paravicini se dirige lentamente hacia la salida de la izquierda y se
apoya en el dintel.)
Por esto el superintendente
Hogben, al recibir esta información de Scotland Yard, creyó
imprescindible que yo viniera aquí y averiguase si estaban ustedes
enterados de alguna relación entre esta casa, o alguna de las
personas que hay en ella, y el caso de Longridge Farm.
GILES
(Dando unos pasos.) No hay
nada... absolutamente nada. Será una coincidencia.
TROTTER
El superintendente Hogben no cree
que se trate de una coincidencia, señor.
(El mayor Metcalf se vuelve y
mira a Trotter y durante los siguientes parlamentos procede a llenar
su pipa.)
Habría venido personalmente de
haber sido posible. Pero tal como está el tiempo y dado que yo sé
esquiar, me ha enviado aquí con instrucciones de que tome nota de
todo lo referente a cuantos hay en la casa y se lo comunique a él
por teléfono. Asimismo, debo tomar las medidas que me parezcan
oportunas para garantizar la seguridad de todos los presentes.
GILES
¿La seguridad? ¿Qué peligro se
imagina que corremos? ¡Santo Dios, no estará insinuando que aquí
se va a matar a alguien!
TROTTER
No quiero asustar a las
señoras... pero, francamente, sí, eso nos tememos.
GILES
Pero... ¿por qué?
TROTTER
Eso es lo que he venido a
averiguar.
GILES
¡Pero si parece cosa de locos!
TROTTER
Así es, señor. Precisamente por
ser cosa de locos resulta peligroso.
MRS. BOYLE
¡Bobadas!
MISS CASEWELL
Confieso que se me antoja
inverosímil.
CHRISTOPHER
A mí me parece maravilloso. (Se
vuelve y mira al mayor Metcalf.)
El mayor Metcalf enciende la
pipa.
MOLLIE
¿Hay algo que no nos haya dicho,
sargento?
TROTTER
Sí, mistress Ralston. Debajo de
las dos direcciones estaba escrito «Tres ratones ciegos». Y sobre
el cadáver encontraron un papel que decía «Éste es el primero»;
y debajo de estas palabras había tres ratoncitos dibujados y unas
notas musicales. Las notas corresponden a la cancioncilla infantil
titulada «Tres ratones ciegos». Ya la conoce usted. (Canta.) «Tres
ratones ciegos...
MOLLIE
(Cantando.) «Tres ratones
ciegos.
Mirad cómo corren,
corren todos tras la mujer del
granjero...»
Oh, es horrible.
GILES
¿Dice que había tres niños y
que uno murió?
TROTTER
Sí. Murió el más pequeño: un
chico de once años.
GILES
¿Qué fue de los otros dos?
TROTTER
A la chica la adoptaron. No hemos
podido dar con su actual paradero. El chico mayor tendría ahora unos
veintidós años. Desertó del ejército y no se ha sabido más de
él. Según el psicólogo militar, era un caso claro de
esquizofrenia. (Explicando.) Es decir, estaba algo mal de la cabeza.
MOLLIE
¿Creen que fue él quien mató a
mistress Lyon... quiero decir a mistress Stanning? (Se aproxima a la
butaca del centro.)
TROTTER
Sí.
MOLLIE
¿Y que es un maníaco homicida
(Se sienta.) y se presentará aquí y tratará de matar a alguien?
Pero... ¿por qué?
TROTTER
Eso es lo que debo averiguar de
ustedes. Según el superintendente, tiene que haber alguna relación.
(Se dirige a Giles.) ¿Dice usted, señor, que nunca ha tenido nada
que ver con el caso de Longridge Farm?
GILES
En efecto.
TROTTER
¿Y lo mismo dice usted, señora?
MOLLIE
(Azarándose.) Yo... no... quiero
decir que ninguna relación.
TROTTER
¿Qué me dicen del servicio?
Mistress Boyle da muestras de
desaprobación.
MOLLIE
No tenemos sirvientes. (Se
levanta y da unos pasos.) Eso me recuerda algo. ¿Le importaría,
sargento Trotter, que me fuera a la cocina? Si me necesita, allí me
encontrará.
TROTTER
Me parece muy bien, mistress
Ralston.
(Mollie abandona la sala. Giles
se dispone a seguirla pero el sargento Trotter se lo impide al
hablarle.)
¿Harán el favor de darme todos
su nombre?
MRS. BOYLE
Esto es ridículo. No somos más
que huéspedes de esta especie de hotel. Llegamos ayer mismo. No
tenemos que ver nada con este lugar.
TROTTER
Pero tenían pensado venir aquí
y reservaron habitación por adelantado, ¿no es así?
MRS. BOYLE
Pues, sí. Todos salvo mister...
(Vuelve los ojos hacia Paravicini.)
PARAVICINI
Paravicini. (Da unos pasos.) Se
me atascó el coche la nieve.
TROTTER
Entiendo. Lo que trato de
decirles es que tal vez alquien que les vaya siguiendo supiera que
vendrían aquí. Bien, sólo hay una cosa que deseo saber y deseo
saberla en seguida. ¿Quién de ustedes tiene alguna relacion con el
asunto de Longridge Farm?
(Hay un silencio sepulcral.)
¿Saben que no se están
comportando sensatamente? Uno de ustedes corre peligro... peligro de
muerte. Necesito saber de quién se trata.
(Sigue el silencio.)
Muy bien, se lo preguntaré de
uno en uno. (Se dirige a Paravicini.) Usted será el primero, ya que,
según parece, llegó aquí más o menos por casualidad, míster
Pari...
PARAVICINI
Para... Paravicini. Pero, mi
querido inspector, no sé nada, pero nada de todo lo que ha estado
hablando. Soy extranjero en este país. No sé nada de los asuntos
locales que ocurrieron hace años.
TROTTER
(Levantándose y aproximándose a
mistress Boyle.) ¿Mistress...?
MRS. BOYLE
Boyle. No comprendo cómo... La
verdad, me parece una impertinencia... ¿Se puede saber qué relación
iba a tener yo con tan lamentable asunto?
El mayor Metcalf la mira
atentamente.
TROTTER
(Mirando a miss Casewell.)
¿Miss...?
MISS CASEWELL
(Hablando
despacio.) Casewell. Leslie
Casewell. Nunca había oído hablar de Longridge Farm y no sé nada
del asunto.
TROTIER
(Acercándose al mayor Metcalf.)
¿Usted,
señor?
MAYOR METCALF
Metcalf...
mayor. Me enteré
del caso por los periódicos de la época. A la sazón estaba
destinado en Edimburgo. No tengo ninguna relación personal con el
mismo.
TROTTER
(Dirigiéndose a Christopher.) ¿Y
usted?
CHRISTOPHER
Christopher Wren. En aquel tiempo
yo era un niño. No recuerdo nada del caso.
TROTTER
(Acercándose a la mesita del
sofá.) ¿Eso es todo lo tienen que decirme?
(Hay un silencio.)
(Dando unos pasos hacia el
centro.) Bien, si alguno de ustedes muere asesinado, será por su
propia culpa. Vamos a ver, míster Ralston, ¿puedo echar un vistazo
a casa?
Trotter y Giles abandonan la
sala. Paravicini se sienta delante del ventanal.
CHRISTOPHER
(Levantándose.) ¡Qué
melodramático, queridos míos! Es muy atractivo, ¿verdad? (Se
acerca a la mesa grande.) ¡Cómo admiro a la policía! Tan severos e
inflexibles... ¡Qué emocionante resulta todo esto! «Tres ratones
ciegos». ¿Cómo hace la melodía? (Se pone a silbar o a
tararearla.)
MRS. BOYLE
¡Basta ya, míster Wren!
CHRTSTOPHER
¿No le agrada? (Se aproxima a
mistress Boyle.) Pues es una sintonía... la sintonía del asesino.
Imagínese cómo debe de gustarle a él.
MRS. BOYLE
Bobadas melodramáticas. No me
creo ni una sola palabra.
CHRISTOPHER
(Aproximándosele por detrás.)
Pues espere usted, mistres Boyle. Ya verá cuando me acerque
sigilosamente por detrás y sienta mis manos en su garganta.
MRS. BOYLE
Cállese... (Se levanta.)
MAYOR METCALF
Basta ya, Christopher. Es una
broma de mal gusto. De hecho, no tiene ni pizca de gracia.
CHRISTOPHER
¡Pues la tiene! (Da unos pasos.)
Es sencillamente una broma, la broma de un loco. Por esto resulta tan
deliciosamente macabra. (Se acerca a la salida, vuelve la mirada
atrás y se ríe.) ¡Si pudieran verse las caras!
Christopher abandona la sala.
MRS. BOYLE
(Acercándose a la salida.) Este
joven tiene unos modales singularmente malos. Es un neurótico.
Mollie entra por la puerta del
comedor y se queda en el umbral.
MOLLIE
¿Dónde está Giles?
MISS CASEWELL
Haciendo de guía a nuestro
policía.
MRS. BOYLE
(Acercándose a la butaca
grande.) Su amigo, el arquitecto, se ha estado comportando de una
forma muy anormal.
MAYOR METCALF
Hoy día los jóvenes parecen
siempre muy nerviosos. Me imagino que con los años se le pasará.
MRS. BOYLE
(Sentándose.) ¿Nervios? No
tengo paciencia para con la gente que se queja de tener nervios. Lo
que es yo, no los tengo.
Miss Casewell se levanta y da
unos pasos.
MAYOR METCALF
¿No? Pues quizá sea una suerte
para usted, mistress Boyle.
MRS. BOYLE
¿Qué quiere decir?
MAYOR METCALF
(Dando unos pasos hacia el
centro.) Me parece que era usted uno de los magistrados que enviaron
a los niños a Longridge Farm.
MRS. BOYLE
Caramba, mayor, pero no se me
puede hacer responsable de lo ocurrido. Según los informes de los
asistentes sociales, los de la granja eran buena gente y ansiaban
hacerse cargo de los pequeños. La solución parecía de lo más
satisfactoria. Los pequeños tendrían leche y huevos frescos y
podrían jugar al aire libre, que es muy saludable.
MAYOR METCALF
Patadas, golpes, hambre y una
pareja totalmente malvada.
MRS. BOYLE
¿Pero cómo podía saberlo yo?
Parecía un matrimonio tan educado...
MOLLIE
Si, estaba en lo cierto. (Se
acerca a mistress Boyle y la mira fijamente.) Era usted...
El mayor Metcalf mira atentamente
a Mollie.
MRS. BOYLE
Una trata de cumplir sus deberes
públicos y lo único que recibe son insultos.
Paravicini se ríe de buena gana.
PARAVICINI
Les ruego que me perdonen, pero
todo esto me parece muy gracioso. Me lo estoy pasando la mar de bien.
Sin dejar de reír, Paravicini se
marcha a la salita de estar. Mollie se acerca al sofá.
MRS. BOYLE
¡Ese hombre me cayó mal desde
el principio!
MISS CASEWELL
(Acercándose a la mesita.) ¿De
dónde vino anoche? (Coge un cigarrillo de la tabaquera.)
MOLLIE
No lo sé.
MISS CASEWELL
A mí me parece un chanchullero.
Además se maquilla... con colorete y polvos. ¡Qué asco! Debe de
ser muy viejo encima. (Enciende el cigarrillo.)
MOLLIE
Sin embargo, se mueve como un
jovencito.
MAYOR METCALF
Hará falta más leña. Iré por
ella.
El mayor Metcalf sale de la
estancia.
MOLLIE
Ya es casi de noche y son sólo
las cuatro de la tarde. Encenderé las luces. (Se acerca al
interruptor y enciende los apliques que hay encima de la chimenea.)
Así está mejor.
Hay una pausa. Mistress Boyle
mira nerviosamente a Mollie primero y luego a miss Casewell. Ambas la
están mirando.
MRS. BOYLE
(Recogiendo sus utensilios de
escribir.) ¿Dónde habré dejado la pluma? (Se levanta y cruza la
sala.)
Mistress Doyle entra en la
biblioteca. Desde la salita de estar llegan las notas de un piano.
Alguien está tocando «Tres ratones ciegos» con un solo dedo.
MOLLIE
(Acercándose al ventanal para
correr las cortinas.) ¡Qué horrible es esta cancioncilla!
MISS CASEWELL
¿No le gusta? ¿Le recuerda su
infancia quizás... una infancia desgraciada?
MOLLIE
De niña fui muy feliz. (Da unos
pasos hacia la mesa grande.)
MISS CASEWELL
Tuvo usted suerte.
MOLLIE
¿Es que usted no fue feliz?
MISS CASEWELL (Acercándose al
fuego.) No.
MOLLIE
Lo siento.
MISS CASEWELL
Pero ya ha pasado mucho tiempo.
Una se rehace con el tiempo.
MOLLIE
Supongo que sí.
MISS CASEWELL
¿O quizás no? Es difícil
saberlo.
MOLLIE
Dicen que lo que te pasa cuando
eres niña importa más que cualquier otra cosa.
MISS CASEWELL
¡Dicen... dicen! ¿Quién lo
dice?
MOLLIE
Los psicólogos.
MISS CASEWELL
¡Paparruchas! ¡Una sarta de
malditas paparruchas! No puedo ver a los psicólogos y psiquiatras.
MOLLIE
(Dando unos pasos.) En realidad
nunca he tenido mucho trato con ellos.
MISS CASEWELL
Tanto mejor para usted. Dicen
tonterías y nada más que tonterías. La vida es lo que una quiere
que sea. Hay que seguir adelante... sin mirar atrás.
MOLLIE
No siempre se puede evitar mirar
atrás.
MISS CASEWELL
Bobadas. Es cuestión de fuerza
de voluntad.
MOLLIE
Tal vez.
MISS CASEWELL
(Con vehemencia.) Yo lo sé. (Da
unos pasos hacia el centro.)
MOLLIE
Me imagino que tiene usted
razón... (Suspira.) Pero a veces pasan cosas que te hacen
recordar...
MISS CASEWELL
No ceda. Vuélvales la espalda.
MOLLIE
¿Es eso lo que hay que hacer? No
estoy segura. Tal vez sea una equivocación. Tal vez lo que una
debería hacer es... afrontarlas.
MISS CASEWELL
Depende de qué esté hablando.
MOLLIE
(Riendo brevemente.) A veces no
sé apenas de qué estoy hablando. (Se sienta en el sofá.)
MISS CASEWELL
(Acercándose a Mollie.) Nada del
pasado me afectará... salvo de la forma en que yo quiera que me
afecte.
Giles y Trotter regresan a la
sala.
TROTTER
Bien, todo está en orden arriba.
(Mira hacia la puerta del comedor, que está abierta, cruza la sala y
entra en el comedor. Al poco, reaparece por la entrada de la
derecha.)
(Miss Casewell entra en el
comedor dejando la puerta abierta. Mollie se levanta y empieza a
poner orden, arregla los cojines y luego se acerca a las cortinas.
Giles se aproxima a ella. Trotter cruza la sala.)
(Abriendo la puerta de la
izquierda.) ¿Qué hay aquí: la salita de estar?
Mientras la puerta permanece
abierta el sonido del piano se oye mucho más fuerte. Trotter entra
en la salita y cierra la puerta. Al poco reaparece por la puerta de
la izquierda.
MRS. BOYLE
(En off.) ¿Le importaría cerrar
esa puerta? Este lugar está lleno de corrientes de aire.
TROTTER
Perdone, señora, pero tengo que
hacerme una idea de cómo es la casa.
Trotter cierra la puerta y se
marcha escaleras arriba. Mollie da unos pasos por detrás de la
butaca del centro.
GILES
(Aproximándose a Mollie.) ¿A
qué viene todo esto, Mollie?
Trotter vuelve a aparecer al pie
de la escalera.
TROTTER
Bien, con esto termina la
inspección. Nada sospechoso Me parece que ahora mismo informaré al
superintendente Hogben. (Se dirige hacia el teléfono.)
MOLLIE
(Dando unos pasos.) No podrá
telefonear. La línea está cortada...
TROTTER
(Volviéndose bruscamente.) ¿Qué?
(Descuelga el aparato.) ¿Desde cuándo?
MOLLIE
El mayor Metcalf intentó llamar
poco después de llegar usted.
TROTTER
Pues antes funcionaba. El
superintendente Hogben pudo comunicarse con ustedes sin ninguna
dificultad.
MOLLIE
Sí, es cierto. Pero supongo que
después las líneas se vendrían abajo con el peso de la nieve.
TROTTER
No estoy tan seguro. Puede que
alguien las haya cortado adrede. (Cuelga el aparato y se vuelve hacia
los presentes.)
GILES
¿Cortarlas adrede? ¿Quién
podría haberlo hecho?
TROTTER
Míster
Ralston... ¿Qué
sabe usted de estas personas que se alojan en su casa de huéspedes?
GILES
Yo... nosotros... en realidad no
sabemos nada sobre ellas.
TROTTER
Ah. (Se acerca a la mesita de
detrás del sofá.)
GILES
(Aproximándose a Trotter.)
Mistress Boyle nos escribió desde un hotel de Bournemouth; el mayor
Metcalf desde una dirección de... ¿de dónde era?
MOLLIE
De Leamington. (Se acerca a
Trotter.)
GILES
Wren escribió desde Hampstead y
miss Casewell desde un hotel de Kensington. En cuanto a Paravicini,
como ya le hemos dicho, se presentó de repente anoche. De todos
modos, supongo que todos tendrán cartilla de racionamiento o algún
otro documento por el estilo.
TROTTER
Ya me ocuparé de esto, desde
luego. Aunque no hay que fiarse demasiado de esta clase de pruebas.
MOLLIE
Pero aunque este... este maníaco
esté tratando de llegar aquí y matarnos a todos... o a uno de
nosotros, de momento estamos seguros. Gracias a la nieve. Nadie podrá
llegar aquí hasta que se derrita.
TROTTER
A menos que ya esté aquí.
GILES
¿Que ya esté aquí?
TROTTER
¿Por qué no, míster Ralston?
Todas estas personas llegaron aquí ayer por la tarde. Unas horas
después del asesinato de mistress Stanning. Hubo tiempo de sobra
para llegar aquí.
GILES
Pero, a excepción de míster
Paravicini, todas habían reservado habitación por adelantado.
TROTTER
Bien, ¿y por qué no iban a
hacerlo? Estos crímenes estaban planeados.
GILES
¿Crímenes? Solamente ha habido
un crimen: el de Culver Street. ¿Por qué está usted seguro de que
aquí habrá otro?
TROTTER
De que ocurrirá aquí... no.
Espero poder impedirlo. De lo que estoy seguro es de que lo
intentará.
GILES
(Acercándose a la chimenea.) No
puedo creerlo. Es fantástico.
TROTTER
No tiene nada de fantástico.
Hechos y nada más. ~
MOLLIE
¿Tiene usted una descripción
del hombre que fue visto en Londres?
TROTTER
Estatura mediana, complexión
indeterminada, abrigo más bien oscuro, sombrero de fieltro, bufanda
tapándole la cara. Hablaba en susurros. (Se acerca a la butaca del
centro y hace una pausa.) En este mismo instante en el vestíbulo hay
colgados tres abrigos oscuros. Uno de ellos es suyo, míster
Ralston... Hay tres sombreros de fieltro de color más bien claro...
Giles empieza a andar hacia la
salida de la derecha, pero se detiene cuando oye a Mollie.
MOLLIE
Todavía no lo puedo creer.
TROTTER
¿Lo ve? Lo que me preocupa es lo
de la línea del teléfono. Si la han cortado adrede... (Se acerca al
teléfono, se inclina y examina el cable.)
MOLLIE
Tengo que ir a preparar las
verduras.
Mollie sale por la derecha. Giles
recoge el guante de Mollie de la butaca del centro y lo sostiene con
aire distraído, alisándolo. Del guante saca un billete de autobús
de Londres. Lo mira fijamente, luego dirige la mirada hacia el sitio
por donde ha salido Mollie, vuelve a mirar el billete.
TROTTER
¿Hay una extensión?
Giles sigue mirando ceñudamente
el billete y no contesta.
GILLES
Perdone. ¿Ha dicho usted algo?
TROTTER
Sí, míster Ralston. He
preguntado si hay una extensión.
(Da unos pasos hacia el centro.)
GILES
Sí, arriba en nuestro
dormitorio.
TROTTER
¿Me hará el favor de subir y
comprobar si funciona?
Giles se marcha escalera arriba.
Lleva en la mano el guante y el billete de autobús y parece como
aturdido. Trotter continúa siguiendo el cable hasta la ventana.
Descorre la cortina y abre la ventana, tratando de seguir el cable.
Sale de la estancia y a los pocos instantes regresa con una linterna.
Se aproxima a la ventana, salta al exterior y se agacha, luego se
pierde de vista. Es prácticamente de noche. Mistress Boyle sale de
la biblioteca, se estremece y cae en que la ventana está abierta.
MRS. BOYLE
(Acercándose a la ventana.)
¿Quién ha dejado esta ventana abierta? (La cierra y corre las
cortinas, luego se aproxima a la chimenea y echa otro leño al fuego.
Se dirige a la radio y la enciende. Después va hasta la mesa grande,
coge una revista y la hojea.)
Por la radio dan un programa
musical. Mistress Boyle frunce el ceño, vuelve a acercarse a la
radio y cambia el programa.
VOZ DE LA RADIO
... para comprender lo que podría
dominar la mecánica del miedo, hay que estudiar el efecto preciso
que produce en la mente humana. Imagínese, por ejemplo, que está
usted solo en una habitación. La tarde ya está avanzada. Detrás de
usted una puerta se abre silenciosamente...
La puerta de la derecha se abre.
Alguien silba la tonada de «Tres ratones ciegos». Mistress Boyle se
sobresalta y gira sobre sus talones.
MRS. BOYLE
(Con alivio.) ¡Ah, es usted! No
consigo encontrar ningún programa que valga la pena. (Se acerca a la
radio y vuelve a poner el programa musical.)
(Aparece una mano por la puerta
abierta gira y el interruptor. La luz se apaga de repente.)
¡Oiga! ¿Qué hace usted? ¿Por
qué ha apagado la luz?
La radio suena a todo volumen y
entre la música se oye jadear y forcejear. El cuerpo de mistress
Boyle se desploma. Mollie entra en la sala y se queda perpleja.
MOLLIE
¿Por qué está todo oscuro?
¡Qué ruido!
Enciende la luz y se acerca a la
radio para bajar el volumen. Entonces ve a mistress Boyle, que yace
estrangulada delante del sofá, y deja escapar un grito mientras cae
rápidamente el
TELON
ACTO SEGUNDO
El mismo lugar. Diez minutos
después.
Al levantarse el telón, el
cadáver de mistress Doyle ha sido sacado de la sala y en ella se
encuentran todos reunidos. Trotter, sentado ante la mesa grande,
lleva la voz cantante. Mollie está de pie junto a la mesa. Todos los
demás están sentados: el mayor Metcalf en la butaca grande,
Christopher en la silla del escritorio, Giles en la escalera, miss
Casewell en el extremo derecho del sofá y Paravicini en el
izquierdo.
TROTTER
Vamos a ver, mistress Ralston,
trate de hacer memoria... piense...
MOLLIE
(Al borde de las lágrimas.) No
puedo pensar. El cerebro no me funciona.
TROTTER
Mistress Boyle acababa de ser
asesinada cuando usted la encontró. Usted venía de la cocina. ¿Está
segura de no haber visto ni oído a nadie al cruzar el vestíbulo?
MOLLIE
No... no, me parece que no. Sólo
se oía la radio, que estaba muy fuerte. No sé quién pudo ponerla a
un volumen tan alto. Con tanto ruido no podía haber oído nada más,
¿no cree?
TROTTER
Está claro que eso mismo pensó
el asesino... o (Significativamente.) la asesina.
MOLLIE
¿Cómo iba yo a oír algo más?
TROTTER
Algo podía haber oído. Si el
asesino hubiese salido por ahí (Señala hacia la izquierda.) podía
haberla oído salir de la cocina. Tal vez se habría escabullido por
la escalera de atrás o por el comedor...
MOLLIE
Me parece... no estoy segura...
que oí una puerta que se abría y luego se cerraba... justo cuando
ya salía de la cocina.
TROTTER
¿Qué puerta?
MOLLIE
No lo sé.
TROTTER
Piense, mistress Ralston... trate
de pensar. ¿En el piso de arriba? ¿Abajo? ¿Cerca? ¿A la derecha?
¿A la izquierda?
MOLLIE
(Llorosa.) No lo sé, se lo
aseguro. Ni siquiera estoy segura de haber oído algo. (Se acerca a
una butaca y se sienta.)
GILES
(Levantándose y acercándose a
la mesa; enojado.) ¿Por qué no deja de acosarla? ¿No ve que no
puede más?
TROTTER
(Secamente.) Estamos investigando
un asesinato, míster Ralston. Hasta ahora nadie se ha tomado esto en
serio. Mistress Boyle no le dio importancia. Me ocultó información.
Todos me ocultaron algo. Pues bien: mistress Boyle ha muerto. A menos
que lleguemos al fondo de este asunto... y rápidamente... puede que
muera alguien más.
GILES
¿Alguien más? Tonterías. ¿Por
qué?
TROTTER
(Gravemente.) Porque los ratones
ciegos eran tres.
GILES
¿Una muerte por cada ratón?
Pero tendría que haber alguna relación... quiero decir alguna
relación con el caso de Longridge Farm.
TROTTER
Sí, tendría que haberla.
GILES
¿Pero por qué tendría que
producirse aquí la otra muerte?
TROTTER
Porque en la libreta que
encontramos había solamente dos direcciones. Ahora bien, en el
veinticuatro de Culver Street había sólo una posible víctima.
Ahora está muerta. Pero aquí en Monkswell Manor hay más
posibilidades. (Mira significativamente a los reunidos.)
MISS CASEWELL
Bobadas. ¿No cree que sería una
coincidencia muy poco probable que hubieran venido dos personas aquí
por casualidad y que ambas tuvieran que ver con el asunto de
Longridge Farm?
TROTTER
Dadas ciertas circunstancias, la
cosa no tendría tanto de coincidencia. Piénselo bien, miss
Casewell. (Se levanta.) Ahora quisiera saber exactamente dónde
estaba cada uno de ustedes cuando mistress Boyle fue asesinada. Ya
tengo la declaración de mistress Ralston. Estaba usted en la cocina
preparando las verduras. Salió de la cocina, cruzó el pasillo,
entró en el vestíbulo por la puerta giratoria y finalmente entró
aquí. (Señala la entrada de la derecha.) La radio estaba a todo
volumen, pero la luz estaba apagada y la sala a oscuras. Usted
encendió la luz, vio a mistress Boyle y gritó.
MOLLIE
Sí. Grité y grité. Y
finalmente vino gente.
TROTTER
(Dando unos pasos hacia Mollie.)
Sí. Como usted dice, vino gente... mucha gente procedente de
distintas direcciones... y todos llegaron más o menos a la vez.
(Hace una pausa, da unos pasos y se vuelve de espaldas al público.)
Ahora bien, cuando salté por aquella ventana (La señala.) para
seguir el cable del teléfono, usted, míster Ralston, subió a la
habitación que ocupa con mistress Ralston para ver si funcionaba la
extensión. (Da unos pasos hacia el centro.) ¿Dónde estaba usted
mistress Ralston gritó?
GILES
Todavía estaba en nuestro
dormitorio. El teléfono de arriba tampoco funcionaba. Me asomé por
la ventana para ver si los cables estaban cortados, pero no pude ver
nada. Acababa de cerrar la ventana cuando oí gritar a Mollie y bajé
corriendo.
TROTTER
(Apoyándose en la mesa.) Para
tratarse de cosas tan sencillas, tardó usted mucho tiempo, ¿no le
parece, míster Ralston?
GILES
Pues no me lo parece. (Se dirige
a las escaleras.)
TROTTBR
Pues yo diría que se tomó usted
su tiempo para hacerlas.
GILES
Estaba pensando en algo.
TROTTER
Muy bien. Ahora usted, míster
Wren. Quisiera saber dónde estaba usted.
CHRISTOPHER
(Levantándose y acercándose a
Trotter.) Había ido a la cocina para ver si podía ayudar en algo a
mistress Ralston. Adoro guisar. Después subí a mi habitación.
TROTTER
¿Para qué?
CHRISTOPHER
Es algo muy natural subir a tu
habitación, ¿no cree? Quiero decir que a veces uno desea estar
solo.
TROTTER
¿Se fue usted a su habitación
porque deseaba estar solo?
CHRISTOPHER
Y porque quería cepillarme el
pelo y... ejem... arreglarme.
TROTTER
(Mirando fijamente el pelo
desordenado de Christopher.) ¿Quería cepillarse el pelo?
CHRISTOPHER
¡En todo caso, ya le he dicho
dónde estaba!
Giles se acerca a la puerta.
TROTTER
¿Y oyó gritar a mistress
Ralson?
CHRISTOPHER
Sí.
TROTTER
¿Y bajó entonces?
CHRISTOPHER
Sí.
TROTTER
Es curioso que usted y míster
Ralston no se encontrasen en la escalera.
Christopher y Giles se miran.
CHRISTOPHER
Bajé por la escalera de atrás.
Queda más cerca de mi cuarto.
TROTTER
¿Fue usted a su cuarto por la
escalera de atrás o utilizó la principal?
CHRISTOPHER
Subí por la de atrás también.
(Se acerca a la silla del escritorio y se sienta.)
TROTTER
Entiendo. (Da unos pasos hacia la
mesita de detrás del sofá.) ¿Míster Paravicini?
PARAVICINI
Ya se lo he dicho. (Se aproxima
al sofá.) Estaba tocando el piano en la salita de estar... ahí
dentro, inspector. (Señala.)
TROTTER
No soy inspector... sólo
sargento, míster Paravicini. ¿Alguien le oyó tocar el piano?
PARAVICINI
(Sonriendo.) Espero que no.
Estaba tocando muy, muy bajito... con un solo dedo... así.
MOLLIE
Estaba usted tocando «Tres
ratones ciegos».
TROTTER
(Secamente.) ¿De veras?
PARAVICINI
Sí. Es una cancioncilla muy
pegadiza. Es... ¿cómo decirlo?... ¿una cancioncilia obsesionante?
¿No están todos de acuerdo?
MOLLIE
A mí me parece horrible.
PARAVICINI
Y sin embargo... hay quien la
lleva metida en la cabeza. Alguien la estaba silbando también.
TROTTER
¿Silbándola? ¿dónde?
TROTTER
No estoy seguro. Puede que en el
vestíbulo... tal vez en la escalera... quizás incluso en alguno de
los dormitorios.
TROTTER
¿Quién estaba silbando «Tres
ratones ciegos»?
(Nadie contesta.)
¿Se lo está inventando usted,
míster Paravicini?
PARAVICINI
No, no, inspector... perdone,
sargento. Yo no haría una cosa semejante.
TROTTER
Bien, siga. Estaba usted tocando
el piano.
PARAVICINI
(Extendiendo un dedo.) Con un
solo dedo... así. Y entonces oi la radio. Estaba muy fuerte y
alguien gritaba por ella. Me ofendió el oído. Y después de eso,
súbitamente, oí gritar a mistress Ralston. (Se sienta en el sofá.)
TROTTER
(Dando unos pasos y moviendo los
dedos.) Míster Ralston arriba. Míster Wren arriba también. Míster
Paravicini en la salita de estar. ¿Y usted, miss Casewell?
MISS CASEWELL
Yo estaba escribiendo cartas en
la biblioteca.
TROTTER
¿Oyó lo que estaba sucediendo
aquí?
MISS CASEWELL
No, no oí nada hasta que
mistress Ralston gritó.
PARAVICINI
Y entonces ¿qué hizo?
MISS CASEWELL
Vine aquí.
TROTTER
¿En seguida?
MISS CASEWELL
Creo... creo que sí.
TROTTER
¿Dice usted que estaba
escribiendo cartas cuando oyó gritar a mistress Ralston?
MISS CASEWELL
En efecto.
TROTTER
¿Y dejó de escribir en seguida
y vino corriendo para aquí?
MISS CASEWELL
Sí.
TROTTER
Pues en el escritorio de la
biblioteca, al parecer, no hay ninguna carta a medio escribir.
MISS CASEWELL
(Levantándose.) La traje
conmigo. (Abre el bolso, saca una carta, se acerca a Trotter y se la
entrega.)
TROTTER
(Devolviéndosela tras echarle
una ojeada.) Queridísimo Jessie... ¡Hum! ¿Algún amigo o pariente
suyo?
MISS CASEWELL
¡A usted no le importa! (Se
aleja de Trotter.)
TROTTER
Puede que no. (Da unos pasos y se
coloca detrás de la mesa grande.) ¿Sabe que si estuviera
escribiendo una carta y oyera gritar a alguien, no creo que tuviera
tiempo de coger la carta a medio escribir, doblarla y meterla en el
bolso antes de ir a ver qué sucedía?
MISS CASEWELL
¿Ah, no? ¡Qué interesante!
(Sube unos peldaños y se sienta en la banqueta.)
TROTTER
(Aproximándose al mayor
Metcalf.) Vamos a ver, ¿y usted qué me dice, mayor Metcalf? Dice
que había bajado al sótano. ¿Para qué?
MAYOR METCALF
(Plácidamente.) Para echar un
vistazo. Sólo para echar un vistazo. Miré en ese hueco que hay
debajo de la escalera y que sirve de armario, cerca de la cocina. Vi
un montón de trastos viejos. Me fijé en que dentro había otra
puerta y la abrí. Vi unos peldaños que bajaban, me entró
curiosidad y bajé a ver. Tienen ustedes un buen sótano.
MOLLIE
Me alegra que le guste.
MAYOR METCALF
No hay de qué. Diría que se
trata de la cripta de un antiguo monasterio. Probablemente por eso
este lugar se llama «Monkswell».
TROTTER
No estamos haciendo
investigaciones históricas, mayor Metcalf. Estamos investigando un
asesinato. Mistress Ralston nos ha dicho que oyó cómo se cerraba
una puerta. (Da unos pasos.) Esa puerta de la que usted habla hace un
ruidito al cerrarse. Podría ser, ¿sabe usted?, que después de
matar a mistress Boyle, el asesino oyera a mistress Ralston (Da unos
pasos más.) salir de la cocina y se metiera en el armario cerrando
la puerta tras de si.
MAYOR METCALF
Podrían ser tantas cosas...
Mollie se levanta, se acerca a la
butaca pequeña y se sienta. Hay una pausa.
CHRISTOPHER
(Levantándose.) Habría huellas
dactilares dentro del armario.
MAYOR METCALF
Seguro que las mías están allí.
Pero la mayoría de los criminales tienen la precaución de usar
guantes, ¿no es así?
TROTTER
Es lo normal. Pero todos los
criminales se equivocan antes u después.
PARAVICINI
¿Es eso totalmente cierto,
sargento?
GILES
(Dando unos pasos hacia Trotter.)
Oiga, ¿no cree que estamos perdiendo el tiempo? Hay una persona
que...
TROTTER
Por favor, míster Ralston. Esta
investigación la llevo yo.
GILES
Sí, muy bien, pero...
Giles abandona la sala.
TROTTER
(Llamándolo con voz
autoritaria.) ¡Míster Ralston!
(Giles vuelve a entrar de mala
gana y se queda junto a la puerta.)
Gracias. (Colocándose detrás de
la mesa grande.) Tenemos que establecer la oportunidad además del
móvil, ¿saben? Y ahora permítanme que les diga esto: todos ustedes
tuvieron oportunidad de hacerlo.
(Se oyen varios murmullos de
protesta.)
(Levantando una mano.) Hay dos
escaleras: cualquiera pudo subir por una y bajar por la otra.
Cualquiera pudo bajar al sótano por la puerta que hay cerca de la
cocina y subir por el tramo de escalones que pasa por puerta y va a
parar al pie de la escalera de allí. (Señala hacia la derecha.) El
detalle principal es que cada uno de ustedes estaba a solas en el
momento de cometerse el asesinato.
GILES
¡Habla usted como si fuéramos
todos sospechosos! ¡Es absurdo!
TROTTER
En un caso de asesinato todo el
mundo es sospechoso.
GILES
Pero si sabe usted de sobras
quién mató a esa mujer de Culver Street... Usted dice que fue el
mayor de los tres niños de Longridge Farm: un joven desequilibrado
que tendrá ahora veintitrés años. ¡Maldita sea! Aquí hay una
sola persona que responde a esta descripción. (Señala a Christopher
y da unos pasos hacia él.)
CHRISTOPER
¡No es verdad, no es verdad!
Están todos contra mí. Todo el mundo está siempre contra mí. Me
van a cargar el asesinato encima. Es una persecución (Da unos pasos
hacia el mayor Metcalf.), eso es lo que es... una persecución.
Giles lo sigue pero se detiene en
el extremo izquierdo de la mesa grande.
MAYOR METCALF
(Levantándose; amablemente.)
¡Calma, muchacho, calma! (Da unas palmaditas en la espalda de
Christopher, luego saca la pipa.)
MOLLIE
(Levantándose y acercándose a
Christopher.) No te apures, Chris. Nadie está en contra tuya.
(Dirigiéndose a Trotter.) Dígale que no tema nada.
TROTTER
(Mirando a Giles, imperturbable.)
No le echaremos la culpa si es inocente. Nunca lo hacemos.
MOLLIE
(Dirigiéndose a Trotter.) Dígale
que no va a detenerlo.
TROTTER
(Acercándose a Mollie;
imperturbable.) No voy a detener a nadie. Para hacerlo necesito
pruebas. No tengo pruebas... todavía.
Christopher se acerca a la
chimenea.
GILLES
Me temo que estás loca, Mollie.
(Acercándose a Trotter.) ¡Y usted también! Hay sólo una persona
que responde a la descripción y, aunque fuera solamente como medida
de seguridad, debería detenerla. Es lo menos que podemos pedir los
demás.
MOLLIE
Espera, Giles, espera. Sargento
Trotter... ¿puedo... puedo hablar con usted un minuto?
TROTTER
No faltaría más, mistress
Ralston. ¿Quieren los demás pasar al comedor, por favor?
Los demás se levantan y se
dirigen a la puerta de la derecha: primero miss Casewell, luego
míster Paravicini, protestando, seguido por Christopher y el mayor
Metcalf, que se detiene para encender la pipa. El mayor Metcalf se da
cuenta de que todos lo miran fijamente. Salen todos.
GILES
Yo me quedo.
MOLLIE
No, Giles, tú también, por
favor.
GILES
(Furioso.) ¡Yo me quedo! No sé
qué diablos te pasa, Mollie.
MOLLIE
¡Por favor!
Giles sale por donde han salido
los demás deja la puerta abierta. Mollie la cierra. Trotter se
acerca a la salida de la derecha.
TROTTER
Y bien, mistress Raiston (Da unos
pasos hacia la butaca grande.), ¿qué es lo que quiere decirme?
MOLLIE
(Acercándose a Trotter.)
Sargento Trotter, usted piensa que este (Da unos pasos en torno al
sofá.)... que este asesino loco debe de ser el mayor de los niños
de Longridge Farm... pero no lo sabe con certeza, ¿no es así?
TROTTER
En realidad no sabemos nada. Lo
único que hemos averiguado hasta el momento es que la mujer que
junto con su marido maltrató e hizo pasar hambre a aquellos pequeños
ha sido asesinada y que la mujer magistrado que puso a dichos niños
bajo la tutela de aquella pareja ha sido asesinada también. (Da unos
pasos hacia la derecha del sofá.) El cable del teléfono que me
comunicaría con comisaría ha sido cortado...
MOLLIE
Ni eso sabe con certeza. Puede
que haya sido la nieve.
TROTTER
No, mistress Ralston, el cable lo
han cortado a propósito. Lo cortaron a poca distancia de la puerta
principal. Lo he visto con mis propios ojos.
MOLLIE
(Estremeciéndose.) Entiendo.
TROTTER
Siéntese, mistress Ralston.
MOLLIE
(Sentándose en el sofá.) Pero
así y todo, usted no sabe...
TROTTER
(Dando unos pasos alrededor del
sofá.) Me guío por las probabilidades. Todo señala hacia lo mismo:
inestabilidad mental, infantilismo, deserción del ejército y el
informe del psiquiatra.
MOLLIE
Sí, ya sé, y, por tanto, todo
parece señalar a Christopher. Tiene que haber otras posibilidades.
TROTTER
(Volviéndose hacia ella.) ¿Por
ejemplo?
MOLLIE
(Titubeando.) Pues,.. ¿es que
los pequeños no tenían ningún pariente?
TROTTER
La madre era una borracha. Murió
poco después de que le quitasen los pequeños.
MOLLIE
¿Y qué hay del padre?
TROTTER
Era un sargento del ejército y
estaba destinado en el extranjero. Probablemente ya lo habrán
licenciado, si es que vive todavía.
MOLLIE
¿No sabe dónde está ahora?
TROTIER
No tenemos información.
Localizarlo nos llevará tiempo; pero puedo asegurarle, mistress
Ralston, que la policía tiene en cuenta todas las posibilidades.
MOLLIE
Pero no sabe usted dónde está
en este mismo instante y si el hijo es un desequilibrado mental,
puede que el padre también lo fuera.
TROTTER
No deja de ser una posibilidad.
MOLLIE
Si regresó a casa después de
haber sido prisionero de los japoneses y sufrir terriblemente, por
ejemplo... si regresó a casa y se encontró con que su mujer había
muerto y sus hijos habían pasado por un trance terrible, que había
costado la vida a uno de ellos, pudo perder la razón y buscar...
¡venganza!
TROTTER
Eso no es más que una conjetura.
MOLLIE
¿Pero es posible?
TROTTER
Oh, sí, mistress Ralston: es muy
posible.
MOLLIE
De modo que el asesino puede ser
un hombre de mediana edad, o incluso un anciano. (Hace una pausa.)
Cuando dije que la policía había llamado, el mayor Metcalf se puso
muy nervioso. Le vi la cara.
TROTTER
(Reflexionando.) ¿El mayor
Metcalf? (Se aproxima a la butaca grande y se sienta.)
MOLLIE
Mediana edad, soldado... Parece
muy simpático y perfectamente normal... pero podría ser que no se
le notase, ¿verdad?
TROTTER
A menudo no se nota en absoluto.
MOLLIE
(Levantándose y acercándose a
Trotter.) Así que Christopher no es el único sospechoso. El mayor
Metcalf también lo es.
TROTTER
¿Alguna sugerencia más?
MOLLIE
Pues, a míster Paravicini se le
cayó el atizador cuando dije que la policía había llamado.
TROTTER
¿Míster Paravicini? (Parece
reflexionar.)
MOLLIE
Ya sé que parece muy viejo y es
extranjero y lo que usted quiera, pero quizás no sea tan viejo como
parece. Se mueve como si fuera un hombre mucho más joven y no cabe
ninguna duda de que lleva el rostro maquillado. Miss Casewell también
se dio cuenta. Tal vez vaya... ya sé que parece muy melodramático...
pero tal vez vaya disfrazado.
TROTTER
Está usted muy ansiosa por que
no sea el joven míster Wren, ¿no es verdad?
MOLLIE
(Acercándose al fuego.) ¡Parece
tan... tan desamparado! (Volviéndose a Trotter.) Y tan feliz.
TROTTER
Permítame que le diga una cosa,
mistress Ralston. He tenido presentes todas, absolutamente todas las
posibilidades desde el principio. El muchacho que se llamaba Georgie,
el padre... y alguien más. Había una hermana también. No lo
olvide.
MOLLIE
Oh... ¿la hermana?
TROTTER
(Levantándose y acercándose a
Mollie.) A Maureen Lyon pudo matarla una mujer. Una mujer. (Dando
unos pasos.) Llevaba la cara tapada con la bufanda, el sombrero
echado sobre los ojos y hablaba en susurros. La voz es lo que delata
al sexo. (Se acerca a la mesita de detrás del sofá.) Sí, pudo
haber sido una mujer.
MOLLIE
¿Miss Casewell?
TROTTER
(Dirigiéndose a la escalera.)
Parece demasiado mayor para eso. (Sube los peldaños, abre la puerta
de la biblioteca, se asoma. Luego cierra la puerta.) Sí, mistress
Ralston, como usted dice, hay muchas posibilidades. (Baja la
escalera.) Está usted misma, por ejemplo.
MOLLIE
¿Yo?
TROTTER
Tiene más o menos la edad
precisa.
(Mollie está a punto de
protestar.)
(Conteniéndola.) No, no.
Cualquier cosa que me diga sobre usted misma no puedo comprobarla en
estos momentos, recuérdelo. Y también está su marido.
MOLLIE
¿Giles? ¡Qué ridiculez!
TROTTER
(Caminando lentamente hacia
Mollie.) Él y Christopher Wren vienen a tener la misma edad. Mire,
su marido parece mayor de lo que es, y Christopher Wren parece más
joven. Es muy difícil adivinar su verdadera edad. ¿Qué sabe usted
de su marido, mistress Ralston?
MOLLIE
¿Qué sé de Giles? Oh, no diga
sandeces.
TROTTER
¿Cuánto tiempo llevan casados?
MOLLIE
Un año justo.
TROTTER
¿Y dónde lo conoció?
MOLLIE
Fue en un baile, en Londres,
yendo en grupo.
TROTTER
¿Le presentó a su familia?
MOLLIE
No la tiene. Todos sus familiares
han muerto ya.
TROITER
(Significativamente.) ¿Todos han
muerto?
MOLLIE
Sí, pero... Oh, lo dice como si
fuese un delito. Su padre era abogado y su madre murió cuando él
era muy pequeño.
TROTTER
Lo que me está diciendo no es
más que lo que él le contó.
MOLLIE
Sí, pero... (Le vuelve la
espalda.)
TROTTER
No lo sabe usted de propia
fuente.
MOLLIE
(Volviéndose rápidamente.) No
hay derecho que...
TROTTER
Se sorprendería usted, mistress
Ralston, si supiera con cuántos casos como el suyo nos encontramos.
Especialmente desde el final de la guerra. Hogares deshechos,
familias muertas... Se presenta un tipo y dice que ha servido en las
fuerzas aéreas o que acaba de terminar la instrucción militar. Sus
padres murieron durante la guerra y no tiene parientes. La familia no
cuenta hoy en día. La gente joven resuelve sus propios asuntos... se
conocen y se casan. Eran los padres y los parientes los que hacían
las indagaciones antes de dar su consentimiento para la boda. Todo
esto ya se ha acabado. Las chicas se casan con el hombre al que
quieren y sanseacabó. A veces tardan uno o dos años en averiguar
que él es un empleado de banca al que busca la policía, o un
desertor del ejército o cualquier otra cosa igualmente indeseable.
¿Cuánto hacía que conocía a Giles Ralston cuando se casó con él?
MOLLIE
Tres semanas justas. Pero...
TROTTER
¿Y no sabe nada sobre él?
MOLLIE
Eso no es verdad. Lo sé todo
sobre él. Sé perfectamente qué clase de persona es. ¡Es Giles!
(Se vuelve hacia el fuego.) Y es absolutamente absurdo insinuar que
es algún horrible maníaco homicida. ¡Pero si ni siquiera estaba en
Londres ayer cuando se cometió el asesinato!
TROTTER
¿Dónde estaba? ¿Aquí?
MOLLIE
Fue a una subasta en busca de
tela metálica para el gallinero.
TROTTER
¿La trajo a casa? (Se acerca al
escritorio.)
MOLLIE
No, no tenían de la clase que él
quería.
TROTTER
Esto está sólo a treinta millas
de Londres, ¿no es verdad? Ah, veo que tienen la guía de
ferrocarriles. (Coge la guía y la lee.) Sólo una hora en tren... un
poco más en coche.
MOLLIE
(Dando una patada de indignación
en el suelo.) ¡Le digo que Giles no estuvo en Londres!
TROTTER
Aguarde un instante, mistress
Ralston. (Sale al vestíbulo y regresa con un abrigo oscuro. Se
aproxima a Mollie.) ¿Es este abrigo el de su marido?
Mollie mira el abrigo.
MOLLIE
(Con suspicacia.) Sí.
Trotter saca del bolsillo un
periódico de la tarde doblado.
TROTTER
El Evening News de ayer. Lo
vendían en la calle alrededor de las tres y media de ayer tarde.
MOLLIE
¡No lo creo!
TROTTER
¿No? (Se dirige a la salida con
el abrigo.) ¿No lo cree?
Trotter sale por la salida de la
derecha llevándose el abrigo. Mollie se sienta en un sillón y se
queda mirando fijamente el periódico. Se abre lentamente la puerta
de la derecha. Christopher se asoma por la abertura, ve que Mollie
está sola y entra.
CHRISTOPHER
¡Mollie!
Mollie se levanta sobresaltada y
esconde el periódico debajo de uno de los cojines de la butaca
grande.
MOLLIE
¡Me has asustado! (Da unos pasos
alejándose de la butaca.)
CHRISTOPHER
¿Dónde está él? (Acercándose
a Mollie.) ¿Adónde ha ido?
MOLLIE
¿Quién?
CHRISTOPHER
El sargento.
MOLLIE
Oh, ha salido por allí.
CHRISTOPHER
Ojalá pudiera marcharme de aquí.
De alguna manera... da igual. ¿No hay ninguna parte donde pueda
esconderme aquí en la casa?
MOLLIE
¿Esconderte?
CHRISTOPHBR
Sí... de él.
MOLLIE
¿Por qué?
CHRISTOPHER
Pero, querida, ¿no ves que se
han puesto todos en contra mía? Dirán que he cometido estos
asesinatos... Especialmente tu marido. (Se acerca al sofá.)
MOLLIE
No te preocupes por él. (Da un
paso hacia Christopher.) Escucha, Christopher, no puedes seguir
así... huyendo toda tu vida.
CHRISTOPHER
¿Por qué dices eso?
MOLLIE
Pues porque es verdad, ¿no?
CHRISTOPHER
(Con desánimo.) Sí, es muy
cierto. (Se sienta en el sofá.)
MOLLIE
(Sentándose en el otro extremo
del sofá y hablando afectuosamente.) Alguna vez tendrás que hacerte
hombre, Chris.
CHRISTOPHER
Ojalá fuese aún un niño.
MOLLIE
Christopher Wren no es tu
verdadero nombre, ¿verdad?
CHRISTOPHER
En efecto.
MOLLIE
Y tampoco es cierto que estás
estudiando para arquitecto...
CHRISTOPHER
Tampoco.
MOLLIE
¿Por qué...?
CHRISTOPHER
¿Por qué me hago llamar
Christopher Wren? Sólo porque me hizo gracia. Y además en la
escuela se reían de mí y me llamaban el pequeño Christopher Robin.
Robin... Wren... asociación de ideas1.
La escuela fue un infierno.
MOLLIE
¿Cómo te llamas en realidad?
CHRISTOPHER
No hace falta hablar de eso.
Deserté cuando hacia el servicio militar. Lo pasaba tan mal que no
pude aguantar más.
(De repente Mollie es presa de
inquietud. Christopher lo advierte. Mollie se levanta y da unos pasos
hacia la derecha.)
(Levantándose y dando unos pasos
hacia la izquierda.) Sí, soy como el asesino desconocido.
(Mollie se acerca a la mesa
grande y se vuelve de espaldas a él.)
Ya te dije que la descripción
correspondía con mis señas. Verás: mi madre... mi madre... (Da
unos pasos.)
MOLLIE
Sí, tu madre, ¿qué?
CHRISTOPHER
Todo iría bien si ella no
hubiese muerto. Se habría cuidado de mí...
MOLLIE
No puedes pasarte toda la vida
con alguien que te cuide como a un niño. Tienes que aprender a
soportar las cosas que te ocurren... tienes que seguir adelante como
si nada.
CHRISTOPHER
No se puede.
MOLLIE
Sí se puede.
CHRISTOPHER
¿Quieres decir que tú has
podido? (Se acerca a Mollie.)
MOLLIE
(Mirándolo cara a cara.) Sí.
CHRISTOPHER
¿Qué te pasó? ¿Algo muy malo?
MOLLIE
Algo que nunca he olvidado.
CHRISTOPHER
¿Tenía que ver con Giles?
MOLLIE
No, fue mucho antes de conocer a
Giles.
CHRISTOPHER
Debías de ser muy joven. Casi
una niña.
MOLLIE
Quizás fue por eso que resultó
tan... espantoso. Fue horrible... horrible... Trato de borrarlo de mi
mente, de no pensar más en ello.
CHRISTOPHER
Así que... tú también huyes.
¿Huyes de las cosas... en vez de plantarles cara?
MOLLIE
Sí... en cierto modo, también
huyo.
(Hay un silencio.)
Teniendo en cuenta que nunca te
había visto hasta ayer, parece que nos conocemos bastante bien.
CHRISTOPHER
Sí. Es extraño, ¿no crees?
MOLLIE
No lo sé. Supongo que hay una
especie de... simpatía entre nosotros.
CHRISTOPHER
En todo caso, crees que debería
afrontar las cosas, ¿no es así?
MOLLIE
Pues, francamente, ¿qué otra
cosa puedes hacer?
CHRISTOPHER
Podría birlarle los esquíes al
sargento. Sé esquiar bastante bien.
MOLLIE
Sería una tremenda estupidez.
Sería casi como admitir que eres culpable.
CHRISTOPHER
El sargento Trotter cree que lo
soy.
MOLLIE
No, no es verdad. Al menos... yo
no sé qué cree él. (Se acerca a la butaca, saca el periódico
vespertino de debajo del cojín y lo mira fijamente. De pronto, con
pasión.) ¡Lo odio, lo odio, lo odio!
CHRISTOPHER
(Sobresaltado.) ¿A quién?
MOLLIE
Al sargento Trotter. Te mete
ideas raras en la cabeza. Ideas que no son ciertas, que no pueden
serlo de ninguna manera.
CHRISTOPHER
¿A qué viene todo esto?
MOLLIE
¡No lo creo... no quiero
creerlo!
CHRISTOPHER
¿Qué es lo que no quieres
creer? (Se acerca lentamente a Mollie, apoya las manos sobre sus
hombros y la obliga a volverse de cara a él.) ¡Vamos! ¡Dilo ya!
MOLLIE
(Mostrándole el periódico.)
¿Ves eso?
CHRISTOPHER
Sí. ¿Qué es?
MOLLIE
El periódico vespertino de
ayer... un periódico de Londres. Y estaba en el bolsillo de Giles.
Pero Giles no fue a Londres ayer.
CHRISTOPHER
Bueno, si estuvo todo el día
aquí...
MOLLIE
Es que no estuvo. Se marchó en
coche en busca de tela metálica para el gallinero, pero no pudo
encontrarla.
CHRISTOPHER
Bueno, eso no importa. (Dando
unos pasos.) Probablemente subiría hasta Londres.
MOLLIE
Entonces ¿por qué no me lo
dijo? ¿Por qué dijo que había estado todo el día recorriendo la
región en coche?
CHRISTOPHER
Tal vez la noticia del
asesinato...
MOLLIE
Él no sabia nada del asesinato.
¿O sí sabía? ¿Lo sabía? (Se acerca al fuego.)
CHRISTOPHEBR
¡Santo Cielo, Mollie! No irás a
pensar que... El sargento no pensará que...
Durante el siguiente parlamento
Mollie cruza lentamente el escenario hacia la izquierda del sofá.
Christopher, sin decir nada, deja caer el periódico sobre el sofá.
MOLLIE
No sé qué piensa el sargento. Y
es capaz de hacerte pensar cosas sobre la gente. Empiezas a hacerte
preguntas y a dudar. Te imaginas que alguien al que amas y conoces
bien puede ser... un desconocido. (Susurrando.) Eso es lo que sucede
en una pesadilla. Estás en alguna parte en medio de tus amigos y de
pronto les miras las caras y ya no son tus amigos... son otras
personas que fingen serlo. Quizás no se pueda confiar en nadie...
quizás todo el mundo sea un desconocido. (Se cubre el rostro con las
manos.)
Christopher se acerca al extremo
izquierdo del sofá, se arrodilla encima y coge las manos de Mollie
apartándoselas del rostro. Giles sale del comedor, pero se detiene
al verlos. Mollie retrocede y Christopher se sienta en el sofá.
GILES
(Desde la puerta.) Me parece que
he interrumpido algo.
MOLLIE
No, estábamos... hablando,
solamente hablando. He de ir a la cocina... a vigilar el pastel, las
patatas y preparar las espinacas. (Da unos pasos.)
CHRISTOPHER
(Levantándose.) Te echaré una
mano.
GILES
(Acercándose a la chimenea.)
Nada de eso.
MOLLIE
Giles...
GILES
Los tête-à-tête
no son muy saludables en estos momentos. No se acerque a la cocina y
deje en paz a mi mujer.
CHRISTOPHER
¡Pero si yo sólo...!
GILES
(Furioso.) ¡Deje en paz a mi
mujer, Wren! No será ella la próxima víctima.
CHRISTOPHER
¿De modo que eso es lo que
piensa de mí?
GILES
Ya lo ha oído, ¿no es así? Hay
un asesino suelto en esta casa... y me parece que es usted.
CHRISTOPHER
No soy el único que lo parezco.
GILES
No sé quién más será.
CHRISTOPHER
¡Qué ciego está usted! ¿O
sólo lo finge?
GILES
Lo que me preocupa es la
seguridad de mi mujer.
CHRISTOPHER
A mí también. No voy a dejarle
solo aquí con ella. (Se acerca a Mollie.)
GILES
(Acercándose también a Mollie.)
¿Qué diablos...?
MOLLIE
Por favor vete, Chris.
CHRISTOPHER
No me voy.
MOLLIE
Por favor vete, Christopher. Por
favor, hablo en serio...
CHRISTOPHER
(Dando unos pasos.) No estaré
lejos.
Christopher abandona la sala a
regañadientes. Mollie se acerca a la silla del escritorio y Giles la
sigue.
GILES
¿Se puede saber qué pasa? Debes
de haberte vuelto loca, Mollie. Te hubieses encerrado en la cocina
con un maníaco homicida.
MOLLIE
No lo es.
GILES
Basta mirarlo para ver que está
chiflado.
MOLLIE
No lo está. Sólo se siente
desgraciado. No es peligroso, Giles. Lo sabría silo fuese. Y, de
todos modos, sé cuidar de mí misma.
GILES
¡Eso mismo dijo mistress Boyle!
MOLLIE
¡Oh, Giles, no...! (Da unos
pasos.)
GILES
(Acercándose a ella.) Escúchame,
¿qué hay entre tú ese desgraciado?
MOLLIE
¿Qué quieres decir con eso de
«entre nosotros» Me da lástima... eso es todo.
GILES
Puede que le hayas conocido
antes. Quizás le dijiste que viniese y los dos fingiríais veros por
primera vez. Lo habéis tramado entre los dos, ¿no es así?
MOLLIE
¿Has perdido el juicio, Giles?
¿Cómo te atreves a insinuar algo así?
GILES
(Acercándose a la mesa grande.)
¿No te parece extraño que haya venido a hospedarse en un lugar tan
apartado como este?
MOLLIE
No lo es más que el que lo hayan
hecho miss Casewell, el mayor Metcalf y mistress Boyle.
GILES
Una vez leí en el periódico que
estos locos homicidas atraían a las mujeres. Al parecer es verdad.
(Da unos pasos.) ¿Dónde lo viste por primera vez? ¿Cuánto hace
que dura el asunto?
MOLLIE
Te estás comportando como un
chiquillo. (Da unos pasos.) Nunca había visto a Christopher Wren
hasta que llegó aquí ayer.
GILES
Eso es lo que tú dices. Puede
que hayas estado viéndote a escondidas con él en Londres.
MOLLIE
Sabes de sobras que hace semanas
que no he ido a Londres.
GILES
(Con un tono peculiar.) Llevas
semanas sin ir a Londres, ¿no es así?
MOLLIE
¿Qué diablos quieres decir? Es
la verdad.
GILES
¿De veras? Entonces, ¿qué es
esto? (Se saca el guante de Mollie del bolsillo y extrae el billete
de autobús.)
(Mollie se sobresalta.)
Este es uno de los guantes que
llevabas ayer. Se te cayó al suelo. Lo recogí hoy después de
comer, mientras hablaba con el sargento Trotter. Ya ves lo que hay
dentro: ¡un billete de autobús de Londres!
MOLLIE
(Con expresión culpable.) ¡Oh,
eso...!
GILES
(Volviéndose.) Así que, al
parecer, ayer no fuiste solamente al pueblo, sino que también
estuviste en Londres.
MOLLIE
Está bien, fui a...
GILES
Aprovechando que yo iba en coche
de un lado para otro.
MOLLIE
(Con énfasis.) ¡Mientras tú
ibas de un lado para otro en coche...!
GILES
¡Venga! ¡Reconócelo! Estuviste
en Londres.
MOLLIE
Está bien. (Da unos pasos.)
Estuve en Londres. ¡Y tú también!
GILES
¿Qué?
MOLLIE
Tú también estuviste. Volviste
con un periódico de la tarde. (Coge el periódico que hay sobre el
sofá.)
GILES
¿De dónde lo has sacado?
MOLLIE
Estaba en el bolsillo de tu
abrigo.
GILES
Cualquiera pudo ponerlo allí.
MOLLIE
¿Ah, sí? No: tú estuviste en
Londres.
GILES
Está bien. Sí, estuve en
Londres. Pero no fui a reunirme con una mujer.
MOLLIE
(Horrorizada, hablando en
susurros.) ¿No? ¿Estás seguro de que no?
GILES
¿Eh? ¿Qué quieres decir? (Se
acerca a ella.) Mollie retrocede.
MOLLIE
Vete. No te me acerques.
GILES
(Siguiéndola.) ¿Qué sucede?
MOLLIE
No me toques.
GILES
¿Fuiste ayer a Londres para
verte con Christopher Wren?
MOLLIE
No seas estúpido. Claro que no.
GILES
Entonces, ¿a qué fuiste?
Mollie cambia de actitud. Sonríe
con expresión soñadora.
MOLLIE
No... no te lo diré. Quizás...
ahora... se me ha olvidado por qué fui... (Se dirige a la salida de
la derecha.)
GILES
(Acercándose a Mollie.) ¿Qué
te ocurre, Mollie? De pronto has cambiado. Tengo la sensación de que
ya no te conozco.
MOLLIE
Quizás nunca me conociste.
¿Cuánto tiempo llevamos casados? ¿Un año? Pero en realidad no
sabes nada de mí. No sabes qué hacia, pensaba o sentía antes de
conocerme.
GILES
Mollie, estás loca...
MOLLIE
¡Muy bien, estoy loca! ¿Por qué
no iba a estarlo? ¡A lo mejor resulta divertido estar loca!
GILES
(Enojado.) ¿Qué diablos
estás...?
Míster Paravicini entra en la
sala y se interpone entre los dos.
PARAVICINI
Vamos, vamos. Espero que ninguno
de los dos esté diciendo más de lo que en realidad quiere decir.
Sucede tan a menudo en las riñas entre enamorados...
GILES
¡Riñas entre enamorados! Eso
está bien. (Se acerca a la mesa grande.)
PARAVICINI
(Aproximándose al sillón de la
derecha.) Sí, sí. Sé cómo se sienten. Yo pasé lo mismo cuando
era joven. Jeunesse...
jeunesse... como dice
el poeta. Me imagino que no llevan mucho tiempo casados, ¿verdad?
GILES
(Acercándose a la chimenea.) No
es asunto suyo, míster Paravicini...
PARAVICINI
(Dando unos pasos.) No, no lo es
en absoluto. Sólo vengo a decirle que el sargento no encuentra sus
esquíes y me temo que está muy enfadado.
MOLLIE
(Dando unos pasos.) ¡Christopher!
GILES
¿Qué dices?
PARAVICINI
(Colocándose ante Giles.) Quiere
saber si por casualidad los ha guardado usted en otro sitio, míster
Ralston.
GILES
No, claro que no.
El sargento Trotter entra en la
sala con la cara enrojecida y expresión de enojo.
TROTTER
Míster Ralston... mistress
Ralston, ¿han sacado mis esquíes del armario donde los guardamos?
GILES
Desde luego que no.
TROTTER
Alguien los ha cogido.
PARAVICINI
(Acercándose a Trotter.) ¿Cómo
se le ocurrió buscarlos?
TROTTER
La nieve aún no se ha fundido.
Necesito ayuda, refuerzos. Pensaba ir esquiando hasta la comisaría
de Market Hampton para dar cuenta de la situación.
PARAVICINI
Y ahora no puede hacerlo. ¡Vaya
por Dios! Alguien se ha cuidado de impedírselo. Aunque tal vez haya
otra explicación, ¿no le parece?
TROTTER
Sí, ¿cuál?
PARAVICINI
Puede que alguien quiera
marcharse.
GILES
(Acercándose a Mollie y
dirigiéndose a ella.) ¿Por qué dijiste «Christopher» hace unos
instantes?
MOLLIE
Por nada.
PARAVICINI
(Riendo entre dientes.) Así que
nuestro joven arquitecto ha volado, ¿verdad? Muy interesante, mucho.
TROTTER
¿Es eso cierto, mistress
Ralston? (Se acerca a la mesa grande.)
Christopher entra en la sala y se
acerca al sofá.
MOLLIE
(Dando un par de pasos.) ¡Ah,
gracias a Dios! Después de todo, no te has ido.
TROTTER
(Cruzando la sala hasta
Christopher.) ¿Ha cogido usted mis esquíes, míster Wren?
CHRISTOPHER
(Sorprendido.) ¿Sus esquíes,
sargento? Pues no, ¿para qué iba a cogerlos?
TROTTER
Me pareció que mistress Ralston
pensaba que... (Mira a Mollie.)
MOLLIE
Míster Wren es muy aficionado a
esquiar. Se me ocurrió que tal vez los habría cogido sólo para...
hacer un poco de ejercicio.
GILES
¿Ejercicio? (Se acerca a la mesa
grande.)
TROTTER
Bueno, ahora escúchenme todos.
Este asunto es serio. Alguien me ha quitado el único medio de
comunicación con el mundo exterior. Quiero que se reúnan todos
aquí... ahora mismo.
PARAVICINI
Creo que miss Casewell está en
el piso de arriba.
MOLLIE
Iré a buscarla.
Mollie sube la escalera. Trotter
se acerca a la salida de la izquierda.
PARAVICINI
(Dando unos pasos.) Dejé al
mayor Metcalf en el comedor. (Abre la puerta y se asoma.) ¡Mayor
Metcalf! Ya no está aquí.
GILES
Miraré si doy con él.
Giles sale de la estancia. Mollie
y miss Casewell entran en la sala. Mollie se coloca a la derecha de
la mesa grande y miss Casewell a la izquierda. El mayor Metcalf sale
de la biblioteca.
MAYOR METCALF
¿Me buscaban?
TROTTER
Se trata de mis esquíes.
MAYOR METCALF
¿Esquíes? (Se acerca al sofá.)
PARAVICINI
(Acercándose a la puerta de la
derecha y llamando.) ¡Míster Ralston!
Aparece Giles y se queda en el
umbral. Paravicini va a sentarse en el pequeño sillón de la
derecha.
TROTTER
¿Alguno de ustedes dos ha cogido
unos esquíes que estaban en el armario que hay cerca de la puerta de
la cocina?
MISS CASEWELL
¡Santo cielo, no! ¿Por qué iba
a cogerlos?
MAYOR METCALF
Yo ni los toqué.
TROTTER
Pues, a pesar de todo, ya no
están allí. (Dirigiéndose a miss Casewell.) ¿Por dónde subió a
su cuarto?
MISS CASEWELL
Por la escalera de atrás.
TROTTER
Entonces pasó por delante del
armario.
MISS CASEWELL
Si usted lo dice... No tengo idea
de dónde están sus esquíes.
TROTTER
(Dirigiéndose al mayor Metcalf.)
Pues usted ha entrado en ese armario hoy.
MAYOR METCALF
En efecto.
TROTTER
A la hora en que mistress Boyle
fue asesinada.
MAYOR METCALF
Cuando mistress Boyle fue
asesinada yo estaba en el sótano.
TROTTER
¿Estaban los esquíes en el
armario cuando usted pasó por ahí?
MAYOR METCALF
No tengo la menor idea.
TROTTER
¿No los vio allí?
MAYOR METCALF
No lo recuerdo.
TROTTER
¡Pero usted tiene que acordarse
de si estaban allí!
MAYOR METCALF
De nada le servirá gritarme,
jovencito. No pensaba en los condenados esquíes. Lo que me
interesaba era sótano. (Se acerca al sofá y se sienta.) La
arquitectura de este lugar es muy interesante. Abrí la otra puerta y
bajé. Así que no puedo decirle si los esquíes estaban allí o no.
TROTTER
(Dando unos pasos hacia el sofá.)
Se dará cuenta de que tuvo usted una magnífica oportunidad de
cogerlos, ¿no es así?
MAYOR METCALF
Sí, sí, es cierto. De haber
querido cogerlos, claro.
TROTTER
Mi pregunta es la siguiente:
¿dónde están ahora?
MAYOR METCALF
No creo que nos cueste
encontrarlos si los buscamos entre todos. No será como buscar una
aguja en un pajar. Unos esquíes abultan mucho. ¿Y si nos ponemos a
buscarlos? (Se levanta y se acerca a la puerta.)
TROTTER
No tan de prisa, mayor Metcalf.
Puede que sea precisamente eso lo que se pretende que hagamos.
MAYOR METCALF
¿Cómo? No lo entiendo.
TROTTER
Me encuentro en una situación
que me obliga a ponerme en el lugar de un maníaco astuto. Tengo que
preguntarme qué es lo que él quiere que hagamos y qué es lo que él
tiene intención de hacer a continuación. Debo tratar de adelantarme
a él. Porque, si no lo hago, va a haber otra muerte.
MISS CASEWELL
¿Sigue creyéndolo así?
TROTTER
Sí, miss Casewell. Así lo creo.
Tres ratones ciegos: dos ya han sido eliminados. Queda aún el
tercero. (Da unos pasos de espaldas al público.) Ahora hay aquí
seis personas escuchándome. ¡Uno de ustedes es el asesino!
(Hay una pausa. Todos se muestran
afectados y se miran unos a otros.)
Uno de ustedes es un asesino. (Se
acerca a la chimenea.) Todavía no sé Cuál, pero lo sabré. Y otro
de ustedes es la próxima víctima del asesino. A esa persona me
dirijo ahora. (Se acerca a Mollie.) Mistress Boyle me ocultó algo...
ahora mistress Boyle está muerta. (Da unos pasos.) Usted...
quienquiera que sea... me está ocultando algo. Pues... no lo haga.
Porque corre usted peligro. Nadie que ya haya matado dos veces
vacilará en hacerlo una tercera vez. (Da unos pasos hacia el mayor
Metcalf.) Y tal como están las cosas, no sé quién de ustedes
necesita protección.
(Hay una pausa.)
(Dirigiéndose al Centro del
escenario y dando la espalda al publico.) Venga ya, cualquiera de los
presentes que tenga algo que reprocharse, por insignificante que sea,
en relación con aquel viejo asunto: será mejor que me lo diga.
(Hay una pausa.)
Muy bien... no quiere decírmelo.
Atraparé al asesino. De eso no me cabe duda. Pero puede que sea ya
demasiado tarde para uno de ustedes. (Se acerca a la mesa grande.) Y
les diré algo más: el asesino está disfrutando con esto. Sí, se
está divirtiendo de lo lindo...
(Hay una pausa.)
(Va a colocarse detrás de la
mesa grande. Aparta la cortina de la derecha, mira al exterior y
luego se sienta.) Muy bien: ya pueden irse.
El mayor Metcalf entra en el
comedor. Christopher sube al piso de arriba. Miss Casewell se acerca
a la chimenea y se apoya en la repisa. Giles da unos pasos hacia el
centro y Mollie le sigue. Giles se para y se vuelve hacia la derecha.
Mollie le vuelve la espalda y se coloca detrás de la butaca grande.
Paravicini se levanta y se aproxima a Mollie.
PARAVICINI
Por cierto, mi querida señora,
¿ha probado alguna vez hígado de pollo servido sobre una tostada
bien untada de foie gras, con un trocito de tocino al que se le ha
puesto un poquitín de mostaza fresca? Iré con usted a la cocina y
veremos qué podemos hacer entre los dos. Será una ocupación
encantadora.
Paravicini coge a Mollie por el
brazo derecho y empieza a andar hacia la salida de la derecha.
GILES
(Cogiendo a Mollie por el brazo
izquierdo.) Ya ayudaré yo a mi mujer, Paravicini.
Mollie rechaza el brazo de Giles.
PARAVICINI
Su marido teme por usted. Muy
natural en estas circunstancias. No le hace gracia que esté usted a
solas conmigo.
(Mollie rechaza el brazo de
Paravicini.)
Lo que teme son mis tendencias
sádicas... no las poco honorables. (La mira con expresión
lujuriosa.) ¡Ay, siempre el obstáculo del marido! (Besa los dedos
de Mollie.) A
rivederla...
MOLLIE
Estoy segura de que Giles no cree
que...
PARAVICINI
Es muy prudente. No quiere correr
riesgos. (Se acerca a la butaca grande.) ¿Puedo demostrarle a él o
a usted o a nuestro tenaz sargento que no soy un maníaco homicida?
Es tan difícil probar un negativo... ¿Y si en vez de ello en
realidad soy... (Tararea unos compases de «Tres ratones ciegos».)
MOLLIE
Calle. (Se coloca detrás de la
butaca grande.)
PARAVICINI
¿No le parece una cancioncilla
alegre? Les cortó la cola con el trinchante... tris, tris, tris!...
delicioso. Justo lo que encantaría a un niño. Los niños son
crueles. (Se inclina hacia delante.) Algunos nunca dejan de ser
niños:
Mollie suelta una exclamación de
temor.
GILLES
(Acercándose a la mesa grande.)
¡Deje ya de asustar a mi esposa!
MOLLIE
Soy una tonta. Pero, verá
usted... yo encontré a mistress Boyle. Tenía la cara amoratada. No
puedo olvidarlo.
PARAVICINI
Lo sé. Es difícil olvidar,
¿verdad? No es usted de las que olvidan.
MOLLIE
(Incoherentemente.) Tengo que
irme... la comida... la cena... a preparar las espinacas... y las
patatas se están estropeando... por favor, Giles.
Giles y Mollie abandonan la sala.
Paravicini se apoya en el dintel y los sigue con la mirada,
sonriendo. Miss Casewell se queda junto a la chimenea, ensimismada.
TROTTER
(Levantándose y aproximándose a
Paravicini.) ¿Qué le ha dicho a la señora que tanto la ha turbado,
señor?
PARAVICINI
¿Yo, sargento? Oh, sólo ha sido
una bromita inocente. Siempre me han gustado las bromitas.
TROTTER
Hay bromas divertidas y otras que
no lo son.
PARAVICINI
(Dando unos pasos.) ¿Qué quiere
usted decir, sargento?
TROTTER
Me he estado preguntando acerca
de usted, señor.
PARAVICINI
¿De veras?
TROTTER
Me extraña que su coche se haya
atascado en la nieve (Hace una pausa y corre la cortina.) tan
oportunamente.
PARAVICINI
Querrá decir inoportunamente,
¿no es así, sargento?
TROTTER
(Acercándose a Paravicini.) Eso
depende de cómo se mire. Por cierto, ¿adónde iba usted cuando
sufrió este... accidente?
PARAVICINI
Oh... iba a visitar a una amiga.
TROTTER
¿En estos contornos?
PARAVICINI
No muy lejos de aquí.
TROTTER
¿El nombre y la dirección de
esta amiga?
PARAVICINI
Caramba, sargento Trotter, ¿eso
importa ahora? Quiero decir que no tiene nada que ver con lo que ha
pasado aquí, ¿verdad? (Se sienta en el sofá.)
TROTTER
Nos gusta reunir toda la
información posible. ¿Cómo ha dicho que se llama su amiga?
PARAVICINI
No lo he dicho. (Saca un cigarro
de la cigarrera lleva en el bolsillo.)
TROTTER
No, no lo ha dicho. Y, al
parecer, no piensa decirlo. (Se sienta en el brazo derecho del sofá.)
Eso es interesante.
PARAVICINI
Podría ser por tantos...
motivos. Por discreción, por ejemplo. ¡Los maridos son tan
celosos...! (Perfora el cigarro.)
TROTTER
Es usted algo mayor para tener
aventuras amorosas, ¿no le parece?
PARAVICINI
Mi querido sargento, puede que no
sea tan viejo como parezco.
TROTTER
Eso justamente es lo que he
estado pensando, señor.
PARAVICINI
¿Qué? (Enciende el cigarro.)
TROTTER
Que puede que no sea usted tan
viejo como... trata de parecer. Mucha gente intenta quitarse años de
encima. Cuando alguien trata de parecer más viejo de lo que es en
realidad... bueno, uno se pregunta por qué.
PARAVICINI
Así que, además de hacer
preguntas a tanta gente, se las hace usted a si mismo también, ¿eh?
¿No le parece que eso es exagerar?
TROTTER
Tal vez obtenga una respuesta de
mí mismo, ya que de usted no obtengo muchas.
PARAVICINI
Bien, bien, pruebe otra vez. Es
decir, si tiene más preguntas que hacerme.
TROITER
Una o dos. ¿De dónde venía
usted anoche?
PARAVICINI
Esta es sencilla: de Londres.
TROTTER
¿Cuál es su dirección en
Londres?
PARAVICINI
Siempre me hospedo en el Hotel
Ritz.
TROTTER
Debe de ser un lugar muy
agradable, seguro. ¿Cuál es su dirección permanente?
PARAVICINI
No me gusta lo permanente.
TROTTER
¿Cuál es su oficio o profesión?
PARAVICINI
Juego a la Bolsa.
TROTTER
¿Es usted corredor de Bolsa?
PARAVICINI
No, no, no me ha entendido bien.
TROTTER
Se está usted divirtiendo,
¿verdad? Se siente muy seguro de sí mismo. Pues no debería estarlo
tanto. Piense que se halla envuelto en un caso de asesinato. No lo
olvide. Un asesinato no es ningún juego divertido.
PARAVICINI
¿Ni siquiera este asesinato?
(Suelta una risita y mira a Trotter.) ¡Vaya por Dios! Es usted muy
serio, sargento Trotter. Siempre he pensado que los policías no
tienen sentido del humor. (Se levanta y da unos pasos.) ¿La
inquisición ha terminado... de momento?
TROTTER
De momento, sí.
PARAVICINI
Muchas gracias. Iré a ver si sus
esquíes están en la salita. Podría ser que alguien los hubiera
escondido en el piano de cola.
Paravicini abandona la sala.
Frunciendo el entrecejo, Trotter lo sigue con la mirada, se acerca a
la puerta y la abre. Miss Casewell cruza silenciosamente hacia la
escalera de la izquierda. Trotter cierra la puerta.
TROTTER
(Sin volver la cabeza.) Un
momento, por favor.
MISS CASEWELL
(Deteniéndose al pie de la
escalera.) ¿Es a mí?
TROTTER
Sí. (Se acerca a la butaca
grande.) ¿Quiere hacerme el favor de sentarse aquí un momento?
(Prepara la butaca para ella.)
Miss Casewell lo mira cautamente
y se acerca al sofá.
MISS CASEWELL
Bien, ¿qué es lo que quiere?
TROTTER
Quizás habrá oído algunas de
las preguntas que le be hecho a míster Paravicini, ¿no?
MISS CASEWELL
Sí, las he oído.
TROTTER (Acercándose al sofá.)
Quisiera que me diese usted cierta información.
MISS CASEWELL
(Aproximándose a la butaca y
sentándose.) ¿Qué desea saber?
TROTTER
Su nombre completo, por favor.
MISS CASEWELL
Leslie Margaret (Hace una pausa.)
Katherine Casewell.
TROTTER
(Con un tono levemente distinto.)
Katherine...
MISS CASEWELL
Se escribe con «K».
TROTTER
¡Ajá! ¿Dirección?
MISS CASEWELL
Villa Mariposa, Pine d'Or,
Mallorca.
TROTTER
Eso está en Italia, ¿verdad?
MISS CASEWELL
Es una isla... en España.
TROTTER
Ya. ¿Y su dirección en
Inglaterra?
MISS CASEWELL
A la atención de Morgan's Bank,
Leadenhall Street.
TROTTER
¿No tiene ninguna otra dirección
MISS CASEWELL No.
TROTTER
¿Cuánto lleva en Inglaterra?
MISS CASEWELL
Una semana.
TROTTER
¿Dónde se ha hospedado desde su
llegada?
MISS CASEWELL
En el Ledbury Hotel,
Knightsbridge.
TROTTER
(Sentándose en el sofá.) ¿Qué
la ha traído a Monkswell Manor, miss Casewell?
MISS CASEWELL
Buscaba un lugar tranquilo... en
el campo.
TROTTER
¿Cuánto tiempo pensaba... o
piensa... quedarse aquí? (Empieza a alisarse el pelo con la mano
derecha.)
MISS CASEWELL
Hasta que haya terminado lo que
he venido a hacer. (Se fija en que el sargento se está alisando el
pelo.)
Trotter levanta la cabeza,
sobresaltado por la fuerza de la contestación. Miss Casewell lo mira
fijamente.
TROTTER
¿Y qué es lo que ha venido a
hacer?
(Hay una pausa.)
¿Qué es lo que ha venido a
hacer? (Deja de alisarse el pelo.)
MISS CASEWELL
(Con expresión de sorpresa.)
¿Eh?
TROTTER
¿Qué ha venido a hacer aquí?
MISS CASEWELL
Perdone. Estaba pensando en otra
cosa.
TROTTER
(Levantándose y acercándose a
miss Casewell.) No ha contestado mi pregunta.
MISS CASEWELL
No veo por qué tengo que
hacerlo. Es algo que me concierne a mí sola. Un asunto estrictamente
particular.
TROTTER
Aunque así sea, miss Casewell...
MISS CASEWELL
(Levantándose y acercándose al
fuego.) No, no creo que vayamos a hablar de ello.
TROTTER
(Siguiéndola.) ¿Le importaría
decirme su edad?
MISS CASEWELL
En absoluto. Consta en mi
pasaporte. Tengo veinticuatro años.
TROTTER
¿Veinticuatro?
MISS CASEWELL
Piensa que parezco mayor, ¿no es
así? En efecto, lo parezco.
TROTTER
¿Alguien de este país puede
avalarla?
MISS CASEWELL
Mi banco puede darle cuenta de mi
posición económica. También podría darle la dirección de un
abogado... un hombre muy discreto. Pero no puedo darle referencias
sociales. He pasado la mayor parte de mi vida en el extranjero.
TROTTER
¿En Mallorca?
MISS CASEWELL
En Mallorca y en otros lugares.
TROTTER
¿Nació usted en el extranjero?
MISS CASEWELL
No. Salí de Inglaterra cuando
tenía trece años.
Hay una pausa en la que se nota
cierta tensión.
TROTTER
¿Sabe usted,
miss Casewell? No
acabo de entenderla. (Retrocede ligeramente.)
MISS CASBWELL
¿Y eso tiene importancia?
TROTTER
No lo sé. (Se sienta en la
butaca.) ¿Qué está haciendo aquí?
MISS CASEWELL
Parece que eso le preocupa.
TROTTER
Efectivamente, me preocupa... (La
mira fijamente.) ¿Dice que se marchó al extranjero a los trece
años?
MISS CASEWELL
A los doce... a los trece... más
o menos.
TROTTER
¿A la sazón se llamaba
Casewell?
MISS CASEWELL
Así me llamo ahora.
TROTTER
¿Cómo se llamaba entonces?
Vamos... conteste.
MISS CASEWELL
¿Qué trata de demostrar?
(Pierde la calma.)
TROTTER
Quiero saber cómo se llamaba
usted cuando se marchó de Inglaterra.
MISS CASEWELL
Ha pasado mucho tiempo. Lo he
olvidado.
TROTTER
Hay cosas que no se olvidan.
MISS CASEWELL
Posiblemente.
TROTTER
La infelicidad... el desespero...
MISS CASEWELL
Me figuro que...
TROTTER
¿Cómo se llama en realidad?
MISS CASEWELL
Ya se lo he dicho: Leslie
Margaret (Se sienta en el sillón pequeño de la derecha.) Katherine
Casewell.
TROTTER
(Levantándose.) ¿Katherine...?
(Se detiene delante de ella.) ¿Qué diablos hace aquí?
MISS CASEWELL
Pues yo... ¡Oh, Dios!... (Se
levanta, da unos pasos y se desploma sobre el sofá. Rompe a llorar y
a mover el cuerpo hacia delante y atrás.) ¡Ojalá nunca hubiese
venido!
Trotter, sobresaltado, se acerca
al sofá. Christopher entra por la izquierda.
CHRISTOPHER
(Acercándose al sofá.) Me
figuraba que a la Policía no le estaba permitido someter a la gente
al tercer grado.
TROTTER
Lo único que he hecho ha sido
interrogar a miss Casewell.
CHRISTOPHER
Parece que la ha disgustado.
(Dirigiéndose a miss Casewell.) ¿Qué le ha hecho?
MISS CASEWELL
No es nada. Sólo que... todo
esto... el asesinato... ¡Es horrible! (Se levanta y se coloca ante
Trotter, cara a cara.) Me ha cogido de repente. Subiré a mi
habitación.
Miss Casewell sale de la
estancia.
TROTTER
(Acercándose a la escalera y
siguiéndola con la mirada.) Es imposible... no puedo creerlo...
CHRISTOPHER
(Dando unos pasos y apoyándose
en la silla del escritorio.) ¿Qué es lo que no puede creer? ¿Seis
cosas imposibles antes del desayuno, como la Reina Roja?
TROTTER
Sí, eso viene a ser.
CHRISTOPHER
¡Caramba!... Parece que haya
visto usted un fantasma.
TROTTER
(Empleando su tono habitual.) He
visto algo que debería haber visto antes. (Da unos pasos.) ¡ Qué
ciego he sido! Pero me parece que ahora podremos llegar a alguna
parte.
CHRISTOPHER
(Impertinentemente.) La policía
tiene una pista.
TROTTER
(Dando unos pasos; con tono
levemente amenazador.) Sí, míster Wren, por fin la policía tiene
una pista. Quiero que todos vuelvan a reunirse. ¿Sabe dónde están
los demás?
CHRISTOPHER
(Acercándose a Trotter.) Giles y
Mollie están en la cocina. He estado ayudando al mayor Metcalf a
buscar sus esquíes. Hemos mirado en todas partes, pero no ha servido
de nada. No sé dónde está Paravicini.
TROTTER
Yo iré a buscarlo. (Se dirige a
la puerta.) Usted avise a los otros.
(Christopher sale de la
estancia.)
(Abriendo la puerta.) Míster
Paravicini. (Dando unos pasos.) Míster Paravicini. (Volviendo a la
puerta y gritando.) ¡Paravicini! (Se acerca a la mesa grande.)
Paravicini entra alegremente.
PARAVICINI
¿Sí, sargento? (Se acerca a la
silla del escritorio.) ¿Qué puedo hacer por usted? El pequeño
policía ha perdido sus esquíes y no sabe dónde están. Deje de
buscarlos y ya verá cómo vienen solos, arrastrando un asesino tras
ellos. (Da unos pasos.)
El mayor Metcalf entra en la
sala. Le siguen Giles y Mollie, acompañados por Christopher.
MAYOR METCALF
¿Qué sucede? (Se acerca a la
chimenea.)
TROTTER
Siéntese, mayor. Mistress
Ralston...
Nadie se sienta. Mollie se acerca
a la butaca grande, Giles a la mesa grande y Christopher se coloca
entre los dos.
MOLLIE
¿Es necesario que esté
presente? En este momento me va muy mal.
TROTTER
Hay cosas más importantes que la
comida, mistress Ralston. Mistress Boyle, por ejemplo, no necesitará
volver a comer.
MAYOR METCALF
Demuestra tener usted muy poco
tacto al decirlo así, sargento.
TROTTER
Lo siento, pero necesito
cooperación y tengo la intención de conseguirla. Míster Ralston,
¿quiere ir a decirle a miss Casewell que vuelva a bajar? Ha subido a
su cuarto. Dígale que serán sólo unos minutos.
Giles se dirige a la escalera.
MOLLIE
(Dando unos pasos.) ¿Ha
encontrado sus esquíes, sargento?
TROTTER
No, mistress Ralston, pero puedo
decir que tengo fuertes sospechas sobre quién los cogió y por qué
lo hizo. De momento no diré nada más.
PARAVICINI
Así me gusta. (Se acerca a la
silla del escritorio.) Opino que las explicaciones deben dejarse
siempre para el último momento. Para el capítulo final, que es
siempre el más interesante.
TROTTER
(Con tono de reproche.) Esto no
es un juego, señor.
CHRISTOPHER
¿De veras? Me parece que está
usted equivocado. Creo que sí es un juego... para alguien.
PARAVICINI
Cree usted que el asesino se está
divirtiendo. Puede ser... puede ser. (Se sienta en la silla del
escritorio.)
Entran Giles y miss Casewell,
esta última completamente repuesta ya.
MISS CASEWELL
¿Qué ocurre?
TROTTER
Siéntese,
miss Casewell. Mistress
Ralston...
(Miss Casewell se sienta en el
brazo derecho del sofá. Mollie da unos pasos y se sienta en la
butaca grande. Giles se queda de pie en el primer peldaño.)
(Con tono oficial.) ¿Quieren
prestarme atención, por favor? (Se sienta sobre la mesa grande.)
Probablemente recordarán que después del asesinato de mistress
Boyle les tomé la declaración a todos. Dichas declaraciones se
referían al lugar en que estaban ustedes en el momento de cometerse
el asesinato. Y sus afirmaciones fueron las siguientes (Consulta sus
notas.): Mistress Ralston en la cocina, míster Paravicini tocando el
piano en la salita de estar, míster Ralston en su dormitorio. Lo
mismo mister Wren. Miss Casewell en la biblioteca. El mayor Metcalf
(Hace una pausa y mira al mayor Metcalf.) en el sótano.
MAYOR METCALF
Correcto.
TROTTER
Eso es lo que declararon ustedes.
No tenía forma de comprobar que fuera cierto lo que dijeron. Puede
que lo sea y puede que no. Por decirlo claramente: cinco de las
declaraciones son ciertas, la otra es falsa. ¿Cuál? (Hace una pausa
y va mirándolos de uno en uno.) Cinco de ustedes dijeron la verdad,
uno de ustedes mintió. Tengo un plan que puede ayudarme a descubrir
al que miente. Y si descubro que uno de ustedes me mintió, entonces
sabré quién es el asesino.
MISS CASEWELL
No necesariamente. Alguien puede
haber mentido por algún otro motivo.
TROTTER
Lo dudo.
GILES
¿Pero qué pretende? Acaba de
decir que no había forma de comprobar la veracidad de las
declaraciones.
TROTTER
No, pero suponiendo que cada uno
de ustedes lo repitiera por segunda vez...
PARAVICINI
(Suspirando.) Vaya, el viejo
truco de la reconstrucción del crimen.
GILES
Eso es una idea extranjera.
TROTTER
No se trata de la reconstrucción
del crimen en sí, mister Paravicini. De lo que se trata es de
reconstruir los movimientos de unas personas que en apariencia son
inocentes.
MAYOR METCALF
¿Y qué espera averiguar con
ello?
TROTTER
Ya me disculpará si no se lo
digo de momento.
GILES
¿Quiere que repitamos lo que
hicimos?
TROTTER
Sí, míster Ralston, eso quiero.
MOLLIE
Es una trampa.
TROTTER
¿Qué quiere decir con eso de
que es una trampa?
MOLLIE
Pues que es una trampa. Sé que
lo es.
TROTTER
Lo único que quiero es que hagan
exactamente lo mismo que antes.
CHRISTOPHER
(También con suspicacia.) Pues
no veo... sencillamente no veo qué espera averiguar sólo con
hacernos repetir lo de antes. Me parece una tontería.
TROTTER
¿De veras, míster Wren?
MOLLIE
Pues conmigo no cuente. Tengo
demasiado trabajo en la cocina. (Se levanta y se dirige a la puerta.)
TROTTER
No puedo hacer excepciones. (Se
levanta y mira a los reunidos.) Por la cara que ponen casi diría que
todos son culpables. ¿Por qué se muestran tan reacios?
GILES
Claro que haremos lo que usted
dice, sargento. Todos cooperaremos, ¿eh, Mollie?
MOLLIE
(De mala gana.) Muy bien.
GILES
¿Wren?
(Christopher asiente con la
cabeza.)
¿Miss Casewell?
MISS CASEWELL
Sí.
GILES
¿Paravicini?
PARAVICINI
(Alzando las manos) Oh, sí,
consiento.
GILES
¿Metcalf?
MAYOR METCALF
(Lentamente.) Sí.
GILES
¿Todos tenemos que hacer lo
mismo que antes?
TROTTER
Sí, harán lo mismo.
PARAVICINI
(Levantándose.) Entonces volveré
a sentarme ante el piano en la salita de estar. De nuevo con un solo
dedo tocare la sintonía del asesino. (Empieza
a cantar moviendo los dedos.) Tum, dum, dum... dum, dum, dum... (Se
dispone a salir.)
TROTTER
(Dando unos pasos.) No tan de
prisa, míster Paravicini. (Dirigiéndose a Mollie.) ¿Toca usted el
piano, mistress Ralston?
MOLLIE
Sí.
TROTTER
¿Y conoce la tonada de «Tres
ratones ciegos»?
MOLLIE
¿Acaso no la conocemos todos?
TROTTER
Entonces ¿puede interpretarla al
piano con un solo dedo igual que hizo míster Paravicini?
(Mollie asiente con la cabeza.)
Bien. Por favor, entre en la
salita, siéntese al piano y prepárese a tocar cuando yo le dé la
señal.
Mollie se dispone a abandonar la
sala.
PARAVICINI
Pero, sargento, creía que cada
uno iba a hacer lo mismo que antes.
TROTTER
Se harán las mismas cosas, pero
no las harán necesariamente las mismas personas. Gracias, mistress
Ralston.
Paravicini abre la puerta. Mollie
sale.
GILES
No veo la utilidad.
TROTTER
(Acercándose a la mesa grande.)
Pues la hay. Es un medio para comprobar las declaraciones originales
y puede que una de ellas en especial. Vamos a ver, presten todos
atención, por favor. A cada uno le haré ocupar un sitio distinto.
Mister Wren, ¿tiene la bondad de ir a la cocina? Vigile la comida
que mistress Ralston está preparando. Creo que es usted muy
aficionado a la cocina.
(Christopher se marcha a la
cocina.)
Míster Paravicini, ¿quiere
subir a la habitación de mister Wren? Lo mejor será que utilice la
escalera de atrás. Mayor Metcalf, ¿quiere hacer el favor de subir a
la habitación de míster Ralston y examinar el teléfono que hay
allí? Miss Casewell, ¿le importaría bajar al sótano? Mister Wren
le indicará el camino. Desgraciadamente necesito que alguien
reproduzca lo que hice yo. Siento pedírselo a usted, mister Ralston,
pero le ruego que salga por esa ventana y siga el cable del teléfono
hasta la puerta principal. Pasará un poco de frío, pero
probablemente es usted el más fuerte de todos los presentes.
MAYOR METCALF
¿Y usted qué va a hacer?
TROTTER
(Acercándose a la radio,
encendiéndola y apagándola otra vez.) Yo haré el papel de mistress
Boyle.
MAYOR METCALF
Eso es algo arriesgado, ¿no?
TROTTER
(Apoyándose en el escritorio.)
Se colocarán todos en su sitio y no se moverán hasta que yo los
llame.
Mis Casewell se levanta y
abandona la sala. Giles pasa por detrás de la mesa grande y descorre
la cortina. El mayor Metcalf sale también. Trotter mueve la cabeza
indicando a Paravicini que abandone la sala.
PARAVICINI
(Encogiéndose de hombros.)
¡Juegos de salón!
Paravicini abandona la sala.
GILES
¿Le importa que me ponga el
abrigo?
TROTTER
Le aconsejo que lo haga, señor.
(Giles recoge su abrigo del
vestíbulo, se lo pone y vuelve junto a la ventana. Trotter se acerca
a la mesa grande y escribe algo en su libreta de notas.)
Llévese mi linterna, señor.
Está detrás de la cortina.
(Giles sale por la ventana.
Trotter se acerca a la puerta de la biblioteca y desaparece por ella.
A los pocos instantes vuelve a entrar, apaga la luz de la biblioteca,
se acerca a la ventana, la cierra y corre la cortina. Se aproxima a
la chimenea y se instala en la butaca grande. Después de una pausa,
se levanta y se acerca a la puerta de la izquierda.
(Llamando.) Mistress Ralston,
cuente hasta veinte y empiece a tocar.
(Trotter cierra la puerta, se
acerca a la escalera y se asoma. Se oye «Tres ratones ciegos»
interpretada al piano. Tras una pausa, cruza la sala y apaga los
apliques de la pared de la derecha, luego da unos pasos y hace lo
propio con de la izquierda. Camina rápidamente hasta la lámpara de
mesa y la enciende, luego cruza la sala hacia la puerta de la
izquierda.
(Llamando.) ¡Mistress Ralston!
¡Mistress Ralston!
Mollie entra en la sala.
MOLLIE
¿Qué ocurre?
(Trotter cierra la puerta por
donde acaba de entrar Mollie y se apoya en ella.)
Parece usted muy satisfecho de si
mismo. ¿Ha conseguido lo que quería?
TROTTER
Exactamente lo que quería.
MOLLIE
¿Sabe quién es el asesino?
TROTTER
Sí, lo sé.
MOLLIE
¿Quién?
TROTIER
Usted debería saberlo, mistress
Ralston.
MOLLIE
¿Yo?
TROITER
Sí. Ha cometido usted una
tremenda tontería, ¿sabe? Ha estado a punto de que la asesinaran
por haberme ocultado algo. A causa de ello, más de una vez ha
corrido un serio peligro.
MOLLIE
No sé qué quiere decir.
TROTTER
(Dando unos pasos lentamente, sin
dejar de mostrarse natural y amistoso.) Vamos, mistress Ralston.
Nosotros los policías no somos tan tontos como usted piensa. Desde
el principio supe que conocía el caso de Longridge Farm por propia
experiencia. Usted sabía que mistress Boyle era la magistrado que
mandó los niños allí. De hecho, conocía todo el asunto. ¿Por qué
no lo dijo?
MOLLIE
(Muy afectada.) No lo entiendo.
Quería olvidar... olvidar. (Se sienta en el sofá.)
TROTTER
¿De soltera se llamaba usted
Waring?
MOLLIE
Sí.
TROTTER
Miss Waring.
Era usted maestra
de escuela... la escuela a la que asistían aquellos niños.
MOLLIE
Sí.
TROTTER
¿No es verdad que Jimmy, el
pequeño que murió, consiguió mandarle una carta? (Se sienta en el
sofá.) En la carta suplicaba auxilio... auxilio de su bondadosa y
joven maestra. Usted nunca contestó a esa carta.
MOLLIE
No pude hacerlo porque nunca la
recibí.
TROTTER
No... no hizo el menor caso.
MOLLIE
No es verdad. Estaba enferma. Caí
enferma de pulmonía aquel mismo día. La carta quedó entre varias
más. No la encontré hasta varias semanas después. Y para entonces
el pobre pequeño ya había muerto... (Cierra Los ojos.) Muerto...
muerto... Esperando que yo hiciera algo... perdiendo la esperanza
poco a poco... El recuerdo me ha perseguido desde entonces... Si no
hubiese estado enferma... si lo hubiese sabido...! ¡Es monstruoso
que pasen cosas así!
TROTIER
(Con voz súbitamente ronca.) Sí,
es monstruoso. (Saca un revólver del bolsillo.)
MOLLIE
Creía que los policías no
llevaban revólver... (De pronto ve la cara de Trotter y suelta un
respingo de horror.)
TROTTER
No lo llevan... Es que yo no soy
policía, mistress Ralston. Usted pensó que sí lo era porque llamé
desde una cabina y dije que hablaba desde la comisaría y que el
sargento Trotter venía para aquí. Corté el cable del teléfono
antes de llamar a la puerta. ¿Sabe usted quién soy yo, mistress
Raiston? Soy Georgie... soy el hermano de Jimmy, Georgie.
MOLLIE
¡Oh! (Mira a su alrededor
desesperadamente.)
TROTTER
(Levantándose.) Será mejor que
no intente gritar, mistress Ralston... porque si lo hace, dispararé
este revólver... Me gustaría hablar un poco con usted. (Se vuelve.)
Digo que me gustaría hablar un poco con usted. Jimmy murió. (Su
forma de actuar se vuelve muy sencilla e infantil) Aquella mujer
cruel lo mató. La metieron en la cárcel. La cárcel no era bastante
mala para ella. Dije que algún día la mataría... Y lo hice. En
medio de la niebla. Fue muy divertido. Espero que Jimmy lo sepa. «Los
mataré a todos cuando sea mayor». Eso es lo que me a mí mismo.
Porque los mayores pueden hacer cuanto les apetece. (Alegremente.)
Voy a matarla dentro de un minuto.
MOLLIE
Será mejor que no lo haga. (Se
esfuerza por persuadirlo.) No conseguirá escapar de aquí, ¿sabe?
TROTTER
(Asperamente.) ¡Alguien me ha
escondido los esquíes! No los encuentro. Pero no importa. En
realidad me da lo mismo escapar que no. Estoy cansado. Ha sido todo
tan divertido. Observarles a todos... y fingiéndome policía.
MOLLIE
El revólver hará mucho ruido.
TROTTER
Es verdad. Será mejor hacer como
con los demás: estrangularla. (Lentamente se acerca a ella, silbando
«tres ratones ciegos».) El último ratoncillo de la ratonera. (Deja
caer el revólver sobre el sofá y se inclina sobre Mollie, tapándole
la boca con la mano izquierda y sujetándole la garganta con la
derecha.)
Miss Casewell y el mayor Metcalf
entran en sala.
MISS CASEWELL
Georgie, Georgie, me conoces, ¿no
es verdad? ¿No te acuerdas de la granja, Georgie? Los animales,
aquel cerdo viejo y gordo, aquel día que el toro nos persiguió por
el prado. Y los perros. (Se acerca a la mesita de detrás del sofá.)
TROTTER
¿Los perros?
MISS CASEWELL
Sí, «Spot» y «Plain».
TROTIER
¿Kathy?
MISS CASEWELL
Sí, Kathy... ahora me recuerdas,
¿no?
TROTTER
Eres tú, Kathy. ¿Qué estás
haciendo aquí? (Se levanta y se acerca a la mesita.)
MISS CASEWELL
He venido a Inglaterra para
buscarte. No te reconocí hasta que te pusiste a alisarte el pelo
como solías hacer antes.
(Trotter se pasa la mano por el
pelo.)
Sí, siempre lo hacías. Ven
conmigo, Georgie. (Con firmeza.) Vas a venir conmigo.
TROTTER
¿Adónde vamos?
MISS CASEWELL
(Dulcemente, como si hablase con
un niño.) No te preocupes, Georgie. Te llevaré a un sitio donde te
cuidarán y velarán para que no hagas más daño.
Miss Casewell se marcha escalera
arriba llevando a Trotter de la mano. El mayor Metcalf enciende la
luz, se acerca a la escalera y mira hacia arriba.
MAYOR METCALF
(Llamando.) ¡Ralston! ¡Ralston!
El mayor Metcalf sube la
escalera. Giles entra en la sala. Se acerca corriendo a Mollie, que
está sentada en el sofá, se sienta y la toma entre sus brazos,
colocando el revólver sobre la mesita.
GILES
Mollie, Mollie, ¿estás bien?
¡Querida! ¡Querida!
MOLLIE
¡Oh, Giles!
GILES
¿Quién podía suponer que era
Trotter?
MOLLIE
Está loco, completamente loco.
GILES
Sí, pero tu...
MOLLIE
Estuve mezclada en el caso. Era
la maestra de la escuela... No tuve la culpa, pero él piensa que
podría haber salvado al pequeño.
GILES
Debiste decírmelo.
MOLLIE
Quería olvidar.
El mayor Metcalf entra en la sala
y se coloca en el centro.
MAYOR METCALF
Todo está resuelto. Le han dado
un sedante y pronto quedará inconsciente. Su hermana le está
cuidando. El pobre está loco de atar, claro. He sospechado de él
desde el principio.
MOLLIE
¿De veras? ¿No se creyó lo de
que era policía?
MAYOR METCALF
Sabía que no era policía. Verá,
mistress Ralston, el policía soy yo.
MOLLIE
¿Usted?
MAYOR METCALF
En cuanto encontramos la libreta
de notas en la que estaban escritas las palabras «Monkswell Manor»,
comprendimos que era de vital importancia tener a alguien aquí.
Cuando se lo dijimos al mayor Metcalf, se avino a que yo me hiciera
pasar por él. Cuando Trotter se presentó, no acabé de comprender a
qué venía. (Observa el revólver que hay en la mesita y lo coge.)
MOLLIE
¿Y miss Casewell es hermana
suya?
MAYOR METCALF
Sí, al parecer le reconoció
justo antes de que intentase el último crimen. Se quedó sin saber
qué hacer, pero por suerte acudió a mí, justo a tiempo. Bueno, ya
ha empezado a fundirse la nieve y pronto recibiremos ayuda. (Dando
unos pasos.) Ah, por cierto, mistress Ralston, iré a quitar los
esquíes. Los escondí encima de la cama de columnas.
El mayor Metcalf se marcha.
MOLLIE
¡Y yo que pensaba que era
Paravicini...!
GILES
Creo que examinarán
minuciosamente su coche. No me sorprendería que encontrasen mil
relojes suizos escondidos en la rueda de recambio. Sí, a eso se
dedica ese bribonazo. Mollie, creo que pensaste que yo...
MOLLIE
¿Qué hiciste en Londres ayer,
Giles?
GILES
Querida, fui a comprarte un
regalo de aniversario. Hoy hace un año justo que nos casamos.
MOLLIE
Oh, para eso fui yo también a
Londres. No quería que lo supieras.
GILES
¡Ah!
Mollie se levanta, se acerca al
escritorio y saca un paquete. Giles se levanta y va hasta la mesita
de detrás del sofá.
MOLLIE
(Entregándole el paquete.) Son
cigarros. Espero que estén bien.
GILES
(Desenvolviendo el paquete.) ¡Qué
amable eres, querida! Son espléndidos.
MOLLIE
¿Te los fumarás?
GILES
(Heroicamente.) Me los fumaré.
MOLLIE
¿Y mi regalo?
GILES
Ah, sí. Se me olvidaba tu
regalo. (Corre hasta el arca del vestíbulo, saca una sombrerera y
vuelve a entrar. Orgullosamente.) Es un sombrero.
MOLLIE
(Sorprendida.) ¿Un sombrero?
¡Pero si casi nunca llevo!
GILES
Tanto mejor.
MOLLIE
(Levantando el sombrero.) ¡Qué
bonito es, querido!
GILES
Póntelo.
MOLLIE
Más tarde, cuando esté bien
peinada.
GILES
No está mal, ¿verdad? La
dependienta me dijo que era el último grito en sombreros.
Mollie se pone el sombrero. Giles
da unos unos pasos. El mayor Metcalf entra corriendo.
MAYOR METCALF
¡Mistress
Ralston! ¡Mistress Ralston! De
la cocina sale un terrible olor a quemado.
Mollie sale corriendo hacia la
cocina.
MOLLIE
(Quejándose.) ¡Oh, mi pastel!
TELÓN RAPIDO