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viernes, septiembre 26, 2025

Monólogo de la Diva DIVA. B. Gavarré










Monólogo de la Diva DIVA


Este trabajo ha sido publicado para su difusión libre y abierta, aunque todos los derechos de propiedad intelectual están reservados. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y para obtener la autorización correspondiente comuníquese con bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com (Reg. Prop. Int. Expte. Bandeja de entrada)


 * Voces de actores y actrices: (Desde bastidores, susurros, gritos, murmullos)

 * Voz en off: (Del director de escena)

 * Diva: (Patricia / Gustavo)



(El telón, pintoresco y cliché, alusivo a una obra de Cervantes, parece una reliquia olvidada. El ambiente se siente tenso y sofocante. Se escucha la voz del traspunte, con un tono de éxtasis exagerado, anunciando las llamadas. La primera es un suspiro de beatitud. La segunda, un jadeo. La tercera es un gemido tan largo y audible que el público se pregunta si la función ya empezó. De repente, las luces de trabajo se encienden, revelando un caos. La obra no va a comenzar. Desde bastidores, se escuchan insultos y gritos.)

Voces de actores y actrices (Desde bastidores). — ¡Ya, Diva! ¡Estás borracha!

Diva. — (Se escuchan sus alaridos y sus esfuerzos por defenderse) ¡Suéltenme! ¡Pero cómo se atreven! ¡Cómo que no me van a dejar salir! ¡Si yo soy la estrella! ¡El escenario es mío! Y este pantalón de licra de los ochenta es un horror. ¡Suéltenme!

Voces de actores y actrices (De aquí en adelante Voces). — Estás borracha. ¡Ya, Patricia!, ¡entiende que nadie te quiere llamar a trabajar! Eres demasiado problemática. ¡No nos arruines la función, que ya es un entremés de Cervantes!

Diva. — ¿Un favor? Yo les voy a hacer el favor de trabajar en su mugroso numerito. Guácatelas. Entremeses de Cervantes, por el amor de Dios. ¿Qué sigue? ¿Una posada con villancicos? ¡Qué falta de consideración con el Arte posmoderno! Por lo menos, al enterarse de que voy a actuar yo, el público vendrá a verme a mí. ¿Me escucharon? ¡A MÍ! ¡No me toques! ¡Suéltenme! ¡Mi público me espera! ¡Y tengo ganas de orinar!

Voces. — ¡Ya, Diva, estás loca, ¡estás borracha! ¡Vamos a llamar a la policía, ¡vieja babosa!

Diva. — (Sale al escenario, tropezando con el telón y por poco cae. Se acomoda, sonríe al público, y saca un labial de su bolso para retocarse, mientras el caos detrás de ella continúa). ¡Heme aquí! ¡Mi querido público; ya llegué! (Se ilumina un pequeño reflector sobre ella). Y bien, ¿dónde está mi reflector? ¿Ese es mi reflector? ¡Eso no es un reflector, es una linterna de campamento! (Mira al técnico). ¡Ah, mi cielo! El arte no se improvisa, se ilumina. ¡No sabes quién soy! ¿Eres nuevo en este negocio, técnico de cuarta? (Las luces se apagan por completo). ¡Qué gracia! ¿Acaso no te pagaron la luz? (Una luz cenital se enciende sobre la Diva). Así me gusta, que me respeten. (De pronto el cenital se apaga y otro se prende lejos de donde está la Diva. Ella, corre a ponerse debajo de la nueva luz, como una polilla gigante. Se oyen murmullos del público, algunos se ríen). Muy gracioso. Estúpido. Muerto de hambre. Pero me respetan. (La luz se apaga por completo otra vez. La Diva se ilumina ella sola con la linterna que sacó de su bolso, la misma linterna que ella despreció hace segundos). A mí todo el mundo me hace los mandados. Mi público adorado: ¡Sé que me extrañaban!

Voces. — Ya mandamos por una ambulancia. Te vamos a mandar al manicomio, ¡vieja loca! Eres Borderline, o por lo menos Bi.

Diva. — No soy Bi... soy. Soy... No soy Bi, soy... ¡Una bicicleta, eso soy! Una bicicleta de spinning que nunca se va a bajar de este escenario. Soy... ¡un alma libre!

Voces. — Pinche maniática. No queremos decir bisexual, aunque lo seas, pinche bicicleta.

Diva. — No soy bicicleta, soy...

Voces. — ¡BIPOLAR!

Diva. — (Ríe a carcajadas, exageradamente, como una villana de telenovela). ¡Ja, ja! Qué ocurrentes, mis amores. Pues sí, mis queridos admiradores. Sabrán que soy... SOY... una estrella. Una estrella se clasifica, según el libro de Tomking, o de Tombling, o de Tomphinks… ¿A quién le importa? El punto es que es un libro. Número Uno: Una estrella siempre debe estar como yo. Al frente del escenario, con el cenital encima. (Se ilumina el cenital sobre ella, como si la luz misma se rindiera ante su capricho). ¡Gracias! (Al técnico). Y que no se mueva. A menos que yo lo diga. ¡Pero si yo soy la única estrella aquí!

El arte de ser una Diva y el manual del éxito

Diva. — (Saca un abanico y se abanica con gracia, a pesar de que la sala está a 20 grados. Se sienta en el suelo, como si fuera un diván, y se recuesta de forma dramática). ¿Que si me siento abochornada, confundida, desencantada, sujeta a malestares inidentificables? Sí, debo admitirlo. Pero no es que necesite a mi psicoanalista. Es más, estoy absolutamente feliz con la idea de no tener roles protagónicos con estos... estos... estos... ¡actores de tercera! Yo trabajo sola. ¡Y me va de maravilla!

Voces. — Por eso estás desempleada.

Diva. — ¡Tres! ¡Tres nominaciones a los premios de la academia! Envidia de cientos de mujeres... Y de hombres... Bueno, es un decir. ¡Yo que he llenado las pantallas con grandes, grandes, grandes acercamientos a mis fabulosos labios! (Hace un "duck face" exagerado). Por favor. Yo no estoy para pedirle favores a nadie. Es más, tengo talento musical, se los demuestro. (Saca un pequeño ukelele de su bolso). Oigan una de mis más recientes y entrañables composiciones. (Canta desafinadamente y con un acento muy forzado). My Fuuuuuuny Valentineeeee, Sweett, sweet... Funnyyy Valentinneeeee... (Se detiene, se queda en silencio por un momento, esperando aplausos que no llegan). Eso es por el estilo. ¿Qué les parece? Divino, ¿no?... ¿No?... ¡No! ¿Por qué me miran así? ¿Qué pasa? ¿Soy o me parezco? ¡Soy! ¿Lo entienden? Yo, bueno. Se los diré. Nací Diva. Soy la Diva. La Diva Diva. Soy divina, hecha por Dios. Soy de Dios. Si no, miren nada más mi... cuerpo. Mis... atributos... (Se toca el pecho y las caderas con teatralidad). Son genuinos, nada de inyecciones, lo juro... ¡Me costaron... años de esfuerzo, de ejercicio... y de una cirugía que no existió!

Voces. — ¡Estás operada!

Diva. — (Ignora el comentario, o finge que lo hace). Y bueno, ¿qué quieren que les diga? Aquí por lo visto nadie ha leído el Tompkins, mi libro de cabecera, el libro de cabecera de toda actriz que se respete. (Saca un libro con la portada en blanco, como si fuera la Biblia de las estrellas). Veamos lo que dice: "La Estrella, es decir Yo, debe verse encantadora en cualquier momento. Debe mantener, siempre, de manera reservada, su vida privada. No deberá ocultar nada a la Prensa, eso nunca. Deberá quedarse en casa y cuidar su salud. Dejarse ver con frecuencia en los sitios.... No, no, no, no, no: en los lugares selectos, pero públicos. Es así. Deberá... Ser siempre el centro de atención".

Voces. — ¡Ya no fastidies! ¡Déjanos trabajar!

Diva. — Una Diva que se respete no deberá usar nunca el mismo vestido. Deberá ser como yo, así, tal como soy, sin que nunca nadie pueda ni por casualidad aventurarse a saber... sobre el claro y manifiesto misterio que la envuelve... Por eso no tiene nadie mi teléfono, por eso, debemos vivir apartadas en mansiones maravillosas, rodeadas de guardaespaldas imponentes, siempre dispuestos a protegernos, a velar por nuestra integridad... Nuestra belleza... Nuestra cordura. (Saca un pañuelo y se seca una lágrima de forma exagerada). ¡Y no me digan que estoy exagerando! Mis atributos me han costado... mucho esfuerzo. He cosechado mi estado con más que mil lagartijas cotidianas... ¡Y una dieta de solo aire y drama! (Se pone de pie de repente y se pone en pose de luchadora). ¡No van a gritar nada ahora, maleducados?

Voces. — No, te escuchamos muy interesados, sí como no.

Diva. — Mis dotes como actriz, pues, ya saben, son invaluables, pero mis atributos, mis piernas, mi traserito lindo, mis bubis...

Voces. — Todo falso.

Diva. — Pues están asegurados, en más dinero de lo que estos pobres piojosos universitarios nunca sabrán. Millones de dólares, ¿lo saben? ¡Por si alguna vez se les ocurre tocarme, sabrán que estoy más asegurada que un edificio de Wall Street!

Voces. — ¡Estás hecha de silicón!

Diva. — Ay, estos pelados, han de ser de Filosofía, je. (Le tira un beso al aire). Como les decía, He trabajado en varios espectáculos. Siempre como la Estrella, claro. Me recordarán, es inútil preguntarles... Yo encarné a la máxima figura del Cine Nacional... En ese entonces me llamaba, no Patricia, no Sara, no María... Aunque Sara me queda bien, como Sara la conocen, Sara... Ah. Sara... Pues no, yo no era Sara... Era Blanca Estela. Blanca Estela Bernard.

Voces. — Ahora resulta. La Félix otra vez.

Diva. — ¡No! Claro, claro, no era así, No era María, aunque brincos diera, la estúpida... Era... Blanca Estela Pavo.... ¿Pavo? ¡Pavo! ¡Qué horror! ¡Cómo alguien puede llamarse Blanca estela Pavo! ¡Qué horror!

Voces. — Pavón.

Diva. — ¡Claro! Blanca Estela Pavón, esa sí era yo. Me caí del avión... pero eso fue en otra vida...

Voces. — ¡Estás loca!

El acto final de la Diva

Diva. — Y sí, es una máxima: una no debe hacer caso a las voces maldicientes que la tratan de opacar a Una, que es Regia, que es Máxima, que es como si se pudiera decir: ¡La Máxima Maravilla sobre el escenario! ¡El espectáculo de una sola mujer!

Voces. — ¡Ya te vas o qué, la obra ya va a comenzar! Estorbas.

Diva. — Je, je. Mi querido público, les hablaba de Tompinks, o de Tomblns, o de Tompsin. Sí. Mi constitución es Rara Avis, lo saben, ¿no? Soy La Estrella. He trabajado en diversos escenarios y afamados. Soy. Yo Soy…. Qué más puedes pedir. SOY. ¿Eso está claro?

Voces. — ¡Que te largues!

Diva. — Je, je. Lo primero que debe hacer Una Diva como yo, es ignorar los comentarios insulsos, abyectos, de gente de baja condición, ¿lo saben? De Desnaturalizados sin fin, de renegados, Neo Hippies, de Resentidos pos… modernos, sin futuro como los que me gritan. Ah, si supieran las bases del Manual de Tompens, en donde yo…. Me he instruido. Yo soy universitaria. ¡Me lo sé de memoria!

Voces. — ¡Si comenzaste en el Blanquita! NOSOTROS SÍ ESTUDIAMOS.

Diva. — Ah, ja, ja, ja, ja, ja. ¿Qué es esto que quieren presentar a ustedes, dilecto Público? ¿Los Entremeses de Cervantes? ¿Qué? CERV... an-tes. ¡De antes! ¡Qué antigüedad! Yo. En cambio. Soy profesional. He trabajado…

Voces. — Si eras mesera. Vete al psiquiátrico.

Diva. — Con Strasberg, con Sekisano, con Elia Kazan, con los Fábregas. (La Diva se jacta de sus maestros, pero los nombres parecen desvanecerse en el confusión de su mente).

Voces. — Ya estás vieja. ¿Los Fábregas?, ya ni se acuerdan, mejor dí Ocesa, o no sé… en: ¡Zoom!

Diva. — No, nenes. Con Brecht, que fue mi maestro… Thompinks decía…

Voces. — ¡Ya ni siquiera sabes qué sigue!

Diva. — Tom Kings es el manual, por excelencia, por antonomasia. (Se pone en pose de estatua griega).

Voces. — ¿Quéeeee? ¡Te huele el Chóstomo! (En algunos lugares de México, es una forma de decir que hueles a "choto", que es el olor que dejan algunas partes del cuerpo humano cuando están sucias).

Diva. — ¡Qué Vulgares! El Manual, dice: "Una estrella de mi fulgurante condición solo puede aceptar protagónicos en grandes, ¡ingentes producciones!"

Voz sola. — ¡¿Quéee!? ¿Qué te levantaron en Insurgentes? ¿Y de a cómo mamacita!

Diva. — Insulsos, estultos, retrogradas, ¡tarambanas! ¿Han oído ustedes hablar de alguien tan versátil, tan sin igual, sin referencia, como YOOOOO? Les demuestro: (Se pone en pose trágica, con las manos en el pecho). ¡Fuego, fuego, que me quemo, que la cabaña se me abraza, ya dan a mis ojos agua, fuego amigos fuego, agua, agua…! ¡Agua! ¡Agua! ¡Agua, por favor! (La Diva se tira al suelo, pidiendo agua, mientras los actores de bastidores la observan sin hacer nada).

Voces. — Así no es. Conocemos la obra, es de Tirso. El Burlador

Diva. — Sí, sí, sí. Sí, síí. Sííííi. ¡Al carajo Tirso de Mola! No crean que soy una ignorante.

Voces. — ¡Sí, lo eres!

Diva. — En fin. Ya. Bueno. Buhhhhh. Buahhhh. En fin, mi querido público. Yo Soy. Soy. Algunos me califican como la Diva, Otros...

Voz, seria, masculina, en off. — Oye, Gustavo, ya salte del escenario.

Diva. — (Desconcertadísima. Por un momento, el personaje se rompe y se revela un ser vulnerable). Qué, perdón, no entiendo.

Voz en off. — Sí, Gustavo, salte. Ya. Ahora. El público pagó, está esperando un espectáculo, y tú estorbas. YA… Salte, Gustavo.

Diva. — Pero cómo va a ser. Yo, CUT, Filosofía y Letras, digo, no, fuchi: Enat, Veracruzana, las más altas calificaciones en... Red International Society Progress in the Theatre Performance for the Retro... Pos Retro… Neo Retro, Pos… ¿Cómo va a ser? Yo... yo... ¡yo soy la estrella!

Voz en off. — Así, es Patricia. Lo siento. No es nada personal. Quiero decir, Gustavo. Estás acabada, acabado. ¡Salte por favor de la mejor manera o no querrás que las cosas se vayan a Derecho!

Diva. — ¿Y con el Derecho de quién, retrógradas, estúpidos, imbéciles, descerebrados, estultos…? Todavía soy una actriz sin igual, SOY HERMOSA, SOY SIN IGUAL, SOY, aun con mis miles de años que no voy a revelar, soy eximia, soy egregia, soy incalculable. Imbéciles. ¿Ustedes se atreven a tasarme a Mí? ¿A ponderarme a mí? Ustedes, que ni estudiaron. ¿Se atreven a medir, a juzgar a tan eximia actriz????? No son más que una par… Una parvada de imbéciles. No se crean. El Público me apoya, ¿verdá, público, verdá, verdá que sí…. Nést-ce pas? (Se voltea a ver al público, buscando una confirmación, un aplauso, un mínimo murmullo. Solo hay silencio. Un silencio pesado, incómodo. El único sonido es el zumbido de una mosca).

Diva. — (En un susurro, a sí misma). Es en francés, idiotas, qué, no saben. No saben. No saben. (Se ríe sin gracia). En fin, ¡USTEDES NO SABEN NADA! … Nést-ce pas?... ¿No es así?... Yo Sí soy una mujer informada. Sé francés. Y mucho más. Sé. Soy traductora, estúpidos. Soy una artista, ¿NO ME ENTIENDEN? ¡Nooo? Ah, bueno. Pues si no entienden. Pues… ¡Me voy! ¡MEJORES COSAS TENGO QUE HACER!!!!!! (Se pone de pie con dignidad, pero de repente se tambalea). Abur, idiotas. No saben lo valiosa que soy. NUNCA LO SUPIERON. ¡ABUR! ¡Hasta la vista! (Camina hacia bastidores, pero se detiene en la boca del escenario).

Voz en off. — Gustavo, oye.

Diva. — ¿Sí?

Voz en off. — ¡Eres la mejor!

Diva. — (Se voltea, sonriente y triunfante, con lágrimas de felicidad en los ojos). ¡Siempre lo he sabido! Y te equivocas, mucho, Gustavo ya hace mucho que no está. Yo soy… Yo soy… ¡divina! (Se da la vuelta y entra a bastidores, dejando al público y a los actores en un silencio estupefacto).

OSCURO

FIN















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