Sueños en familia: Brevísima comedia
Por Gavarre Benjamin
® BENJAMÍN GAVARRE SILVA
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escenario contacta con el autor: gavarreunam@gmail.com
PERSONAJES:
MAXIMILIANO EMILIANO (MAX): 17 años. Estudiante de prepa, dramático, inocente.
MAMÁ (TERESA): 40 años. Práctica, elegante, muy informada por
medios de internet.
PAPÁ(ARTURO): 45 años. El padre, el hombre de la casa, varonil,
amoroso, dulce.
SOFI: 20 años. Hermana mayor, sin filtros y amante del
detalle.
ESCENA I: La Regadera
en el Aula
(El escenario es la habitación de MAX, llena
de libros y carteles de bandas de heavy metal clásico. MAXIMILIANO EMILIANO se
despierta de golpe, pálido, jadeando. Se cubre la cara con ambas manos.)
MAX: (Gritando, ahogado) ¡Los pupitres! ¡El jabón de
coco! ¡Y el profe de Química!
(Entra MAMÁ (Teresa), con un termo de café de
diseño. Mira con calma a su hijo.)
MAMÁ: ¿Qué pasa, Maximiliano Emiliano? ¿Qué es tan
urgente que me haces tirar la ESPUMA DE MI CAPUCHINO?
MAX: ¡Tuve un sueño, Mamá! Una pesadilla terrible.
Estaba en la prepa, en el salón de clases. Y... (Se estremece) ME ESTABA
BAÑANDO... En calzones.
MAMÁ: (Bebiendo café) ¿Una ducha en un lugar inadecuado?
Es clásico. Significa que sientes vulnerabilidad ante un entorno de juicio
social. Lo tienes en el temario de tu clase de Higiene Social.
MAX: Y lo peor es que yo me seguía bañando tan
tranquilo, como si nada. ¡Y les gritaba a todos! "¡A que no se dan cuenta
de que estoy en calzones! ¿Que no me ven?".
MAMÁ: ¿No se daban cuenta?
MAX: Al principio no reaccionaban, pero luego, en mi
sueño, se les distorsionaba la cara y empezaban a reír por lo bajo, disimulando
con los libros, y hacían muecas y ruidos de terror. Y el maestro, que dejó de
ser el de Química y se convirtió como en cámara lenta en un maestro con ojos y
orejas de demonio, se acercó a mi pupitre y me susurró, mientras yo me
enjuagaba muy fuerte: "¿Por qué no te quitas los calzones y nos ahorras el
misterio?".
MAMÁ: (Suspira, se sienta en el borde de la cama) Ay,
Maximiliano. No te enredes con tantos detalles. A tu edad, los sueños son puro
desorden hormonal. ¿Ya te hablé de los sueños húmedos? Yo, por ejemplo...
Anoche tuve un sueño…
MAX: (La interrumpe con pánico) ¡No, Mamá! ¡No me
cuentes tus sueños!
MAMÁ: No, déjame. Es relevante. Anoche soñé que estaba en
mi clase de spinning, pero la bicicleta no se movía. Y en lugar de pedalear, el
instructor me obligaba a firmar quince documentos en chino mandarín sobre una
fusión de empresas. ¿Sabes lo que significa eso?
MAX: (Mirándola fijamente) Que tienes mucho trabajo
pendiente.
MAMÁ: ¡Exacto! ¡Que el estrés laboral se está
manifestando en mi subconsciente como una bicicleta estática que no avanza! Tu
sueño es lo mismo: Tú te sientes abrumado por la responsabilidad de tener un
buen desempeño académico y cumplir con las expectativas de los docentes y del
alumnado… Ahora, hablemos de tu futuro.
MAX: Mi futuro es trabajar en un call-center si me
sigues explicando cosas que no entiendo… ¡Yo creo que en lugar de estudiar me
voy a ir a un monte a vivir y a cuidar cabras y conejos!
MAMÁ: ¡Ay, por Dios, otra vez con las cabras y los
conejos! ¿Sabías que no están relacionados?
MAX: ¡Sí! Venderé queso. Y patas de conejo. Soy muy
astuto y me haré rico con mi queso de cabra. ¡Quiero cabras… y conejos!
MAMÁ: Las cabras cuestan dinero, cielo. Y sí sabías que
para tener las patas de conejo… les tienes que dar CRAN a los conejitos que
tanto te gustan.
MAX: No me hables como si fuera todavía un niño… Ya lo
había pensado… Voy a hacer barbacoa de conejo y queso de cabra… Y cuando venga
a esta ciudad que apesta voy a vender conejo frito, patas de conejo y queso de
cabra… La ciudad me está pudriendo el alma… Y sí, necesito la sencillez del
campo para ser feliz. Es por eso que sueño cosas raras…
MAMÁ: Yo te voy a decir lo que pudre el alma,
Maximiliano: un sueño recurrente que tuve a tu edad. Soñé que mi abuela me
perseguía por el súper con un pepino gigante, gritándome que nunca iba a
encontrar el amor. El pepino tenía ojos y boca así como… así. (Hace un gesto
raro con la boca y luego se lleva la mano al pecho, dramática).
MAX: (Parpadeando) Mamá, eso es... bastante específico.
MAMÁ: Y por la mañana, mi abuela me preguntaba:
"Teresa, ¿ya compraste los pepinos para la ensalada?". ¡El destino se
ríe de ti, hijo! No te tomes tan en serio el asunto de los calzones gigantes.
Solo tienes diecisiete.
MAX: (Parpadeando) Mamá, nunca dije que fueran gigantes,
pero sí, eran dos tallas más grandes que los míos… Como los que usa papá...
MAMÁ: Eso lo explica todo.
ESCENA II: El Colmo
del Colmillo
(En ese momento, la puerta principal se abre
ruidosamente. Entran PAPÁ (Arturo) y SOFI, la hermana mayor. Han estado
escuchando desde la puerta.)
PAPÁ: ¡Teresa! ¡Por el amor de Dios! ¿Estaban hablando
del pepino de la abuela otra vez?
SOFI: (Avanza con una sonrisa pícara) Yo pienso que ya es
hora de hablar de sueños, Papá. Y a calzón quitado, digo, para entrar en
contexto. (Condescendiente) Max, tu sueño de la regadera es tierno. Pero hay
que darle contenido.
MAX: (Se encoge, avergonzado) ¡Sofi, cállate! No tenías
por qué escuchar.
SOFI: Claro que sí. Hay que ser honestos. Yo, por
ejemplo, daré mi testimonio onírico, es decir… Voy a hablar sin pelos en la
lengua de mis sueños… (Todos hacen cara de “No, por favor”) Anoche soñé que
estaba en la cima del Ángel de la Independencia, pero el Ángel era un helado de
dos bolas, y yo era la cuchara. Y unas gaviotas rosas me gritaban cosas en
francés. (Se ríe sin pudor).
MAMÁ: (La mira con desaprobación) Sofi, ese es un sueño
demasiado detallado.
PAPÁ: (Poniéndose nervioso) ¡Claro que es detallado! Los
sueños de ustedes siempre son demasiado detallados. ¡Siempre eróticos! ¡Siempre
con pepinos o ángeles helados… y… bolas!
MAMÁ: A ver, Arturo. ¿Y tú qué soñaste? (Con doble
intención) ¿Con la caída de la bolsa?... Ja, ja… O, ya sé, la caída de la Torre
Latinoamericana. (Atenúa ante la mirada ofendida de ARTURO) ¿No? O… ¿Con tu
reporte de Excel?
PAPÁ: No, soñé con un... un búfalo. En medio de la
oficina.
SOFI: ¿Un BÚFALO? Uf. Eso quiere decir: Agresividad
reprimida. Es un clásico, Papi.
PAPÁ: ¡Era un búfalo, pero luego se convirtió en un toro
joven y musculoso! ...Ya saben… (Carraspea) Y luego, tuve otro sueño. Pero ese…
No se los puedo contar… es más… personal. Es muy íntimo.
MAMÁ: ¡Arturo, por favor! Después de los pepinos y las
cucharas en el Ángel, suelta la sopa. ¡Somos una familia!
PAPÁ: (Ruborizándose profundamente, mira hacia todos
lados, como si un pilar lo estuviera escuchando) Soñé que... que me besaba con
un amigo. En la mejilla. Bueno, tal vez... en la boca. Un beso. Uno. (Gesticula
con el dedo, midiendo).
MAMÁ: (Grita) ¡¿Con quién, Arturo?!
PAPÁ: ¡No sé! ¡Un amigo! ¡Pero fue un beso inocente! ¡Muy
casto! ¡Como los que se dan los franceses y los musulmanes cuando se saludan!
¡No tiene nada de malo! ¡Ustedes cuentan sueños eróticos y yo nada más conté un
beso!
MAX: (Grita, agarrando un objeto de la mesa) ¡Mentira, Papá!
¡El beso inocente no existe! Y el beso en la boca nunca es inocente.
(MAX lanza el libro del Lazarillo de Tormes
al Papá).
MAMÁ: (Gritando con un tono agudo y melodramático,
agarrando el termo de café) ¡Un beso con un amigo! ¿Un beso en la boca? ¡Eso no
tiene nada de inocente!
(MAMÁ lanza el termo).
SOFI: (Riendo histéricamente, toma el cojín más cercano)
¡El búfalo se convirtió en toro y el toro se besó con el amigo! ¡Y fue de
lengüita, papi, fue de lengua?
(SOFI lanza el cojín).
(El PAPÁ se cubre la cabeza con las manos
mientras los objetos que lanzan Mamá y Max (libro, termo, cojín) vuelan hacia
él. MAXIMILIANO EMILIANO ríe y llora a la vez, liberado por el absurdo
familiar. SOFI ríe a carcajadas).
(FIN)