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jueves, diciembre 11, 2025

FARSA DE LA GRIPE ASINTOMÁTICA. Por GAVARRE BENJAMIN.

 


FARSA DE LA GRIPE ASINTOMÁTICA

Por GAVARRE BENJAMIN


® Benjamín Gavarre Silva

Contact: gavarreunam@gmail.com 

benjamingavarre@filos.unam.mx  

 

FARSA DE LA GRIPE ASINTOMÁTICA

Una farsa de culpa, jabón y amores imprevistos.


Esta obra es una fusión delirante entre la estructura del clásico entremés del Siglo de Oro y la picaresca urbana contemporánea. Nos adentramos en la intimidad de un hogar de "barrio bravo", donde la astucia es la única medicina contra la miseria y la violencia.

Aquí verán cómo Kimberly, una mujer harta de sus circunstancias, pero ingeniosa, se alía con Lucas, un médico charlatán de dudosa ética, para darle una lección a Martín, su marido: un hombre de puño duro, cerebro diminuto y una culpa gigantesca. A través de una enfermedad inventada —la temible "Gripe Asintomática"— y la aparición de un supuesto primo llamado Ángel, descubriremos que el castigo perfecto no siempre es el que uno planea, y que, entre baños de espuma y vinos caros, el corazón del bruto puede tomar rumbos... inesperadamente suaves. ¡Prepárense para reírse de la desgracia ajena y recuerden: nadie es perfecto!

 

PERSONAJES:

· LUCAS: Médico de dudosa procedencia, charlatán, vive en la miseria pero tiene mucha labia.

· KIMBERLY: Mujer golpeada, pero vengativa, astuta y de armas tomar.

·  MARTÍN: Marido violento, de cerebro muy pequeño, culpa muy grande y sentimientos confusos.

· ÁNGEL ("BABY FACE"): El "primo", un vividor con cara de niño bueno y piel muy suave.


ESCENA I: LA CONSULTA DE LA HAMBRUNA

(El consultorio de LUCAS. Es un cuartucho triste, pero en estilo Kitsch gracioso, con una silla rota, un esqueleto de plástico al que le falta una pierna y frascos vacíos. LUCAS se pasea sobándose el estómago, que ruge sonoramente).

LUCAS

¡Ay, qué miseria la mía! ¡Todo el día sin recetar ni un méndigo paracetamol! Tres días llevo sin probar bocado y mis tripas hacen más ruido que un mercader de fierro viejo que vendaaan. Si no cae un enfermo pronto, tendré que comerme el yeso de las paredes y hacerme un caldo de calzón para que apriete.

 

(Entra La KIMBERLY, usando unos lentes oscuros enormes que le cubren medio rostro).

KIMBERLY

¡Ay, LUCAS! ¡Socorro, que me desmayo, que me muero!

LUCAS

¡Pásele, pásele, mi Kim querida! Siéntese en la silla buena, que la otra muerde. ¿Qué le agobia? Qué le duele, que le pica… aunque para mí, por el moretón que se le asoma por debajo de los lentes, yo digo que se tropezó con el puño de su marido... otra vez.

 

KIMBERLY

¡Calle, calle! Que no fue Martín esta vez. Es que... hay una plaga de pulgas en la casa. Unas pulgas muy bravas, doctor, que pican y ¡zaz!, le dejan a una el ojo morado y la comezón que no se aguanta.

LUCAS

Pulgas peso pulgón, medio cabrón, ya veo. Mire, Kimberly, a mí no me haga tarugo que yo estudié en la universidad de la vida. Ese fue el animal de Martín. ¿Y qué hizo después la bestia?

KIMBERLY

Pues lo de siempre, doctor. Apenas me puso el soplamocos y vio que me puse a llorar, pues que pone su cara de perrito con cola entre las piernas. Me llenó la casa de flores que apestan a panteón, me trajo un perro de peluche gigante que no cabe en la sala y se gastó la quincena en tres alebrijes de iguana y una piñata de siete picos.

LUCAS

¿Y la piñata tiene dulces o fruta?

KIMBERLY

La piñata tiene caca, cacahuates de a montón como dice la canción, pero nada dulce, nada fresco, nada sabroso, si me entiende. Ya me cansé, Doc. Quiero venganza, pero no puedo dejar que me deje, pues si no es por él, quien me da de comer, o qué.

LUCAS

Mire, la solución perfecta para todos sus problemas la tengo yo, con un enredo que yo me sé.  Escuche bien lo que vamos a hacer. Usted necesita cuidados intensivos y, sobre todo, "apoyo familiar". ¿Tiene algún primo que le caiga bien?

KIMBERLY

Tengo al Ángel... le dicen el "Baby Face". Es muy... "cariñoso" conmigo.

LUCAS

¡Perfecto! Tráigalo a casa de inmediato. Usted y él van a sufrir una terrible enfermedad moderna: La Gripe Asintomática. Es un padecimiento tan grave y traicionero que no se nota nada por fuera, pero requiere lujos excesivos y descanso absoluto. Y el Martín, por su culpa, será el enfermero esclavo. Déjemelo a mí.


ESCENA II: EL DIAGNÓSTICO Y LA PENITENCIA

(Sala de la casa de Martín y Kimberly. MARTÍN entra cargando una piñata enorme y colorida, lloriqueando ruidosamente).

MARTÍN

¡Ay, mi Kimberly adorada! ¡Soy una bestia, lo reconozco! ¡Soy una acémila, una mula mal parida! Mira, mi vida, te traje esta piñata para que me perdones. Pégame a mí, rómpemela en la cabeza si quieres, sácame el relleno, pero no me mires con esos ojos... bueno, con el ojo bueno.

KIMBERLY

(Acostada en el sofá, fingiendo una debilidad mortal)

Ay, Martín... que te sientas culpable no hace que se me quite el dolor. Yo creo que ahora sí que me voy a morir. Ya lo siento, voy hacia la luz, veo fantasmas, ¡estoy muerta!...

MARTÍN

¡No! ¡No te mueras! ¿Qué hago? ¿Te compro otra piñata? ¿Te hago molito? ¿Te traigo mariachis?

KIMBERLY

No, Martín. Necesito apoyo moral de mi sangre, de mi familia, un padre, una madre, un primo. Y qué casualidad, ya viste, por puritita suerte, salí por la ventana y quién crees que iba pasando tan orondo…

MARTÍN

¿Tú mami?... (Kimberly niega con la cabeza) ¿Tu hermana?…

KIMBERLY

No tengo hermanas, ya lo sabes, pero iba pasando mi primo que lo corrieron de Los Ángeles y esta aquí desde hace tres semanas.

MARTÍN

Algo supe, al que le dicen Cara de pollo, ¿o qué no?

KIMBERLY

Cara de Ángel, Baby Face, mejor dicho… Se llama Ángel…

venía pasando y tú crees que él también se sentía mal, como yo, yo creo que hay una epidemia… se sentía tan mal que le dije que entrara para darle una sopita de pollito.

MARTÍN

Ah…

(Entra ÁNGEL, muy galán y bien peinado, fingiendo toser una vez, muy levemente, cubriéndose la boca con un pañuelo de seda).

ÁNGEL

(Con voz suave y melodiosa)

Hola, primo Martín. Ay, qué me da otra vez. Siento como vidrios en la garganta y todo el cuerpo hecho pedazos... necesito recostarme junto a mi prima para que nos demos calor de familia.

MARTÍN

¿Tú también estás malo, primo? ¡Pásale, mi casa es tu hospital! ¡Siéntate, no te vayas a romper!

(Entra LUCAS con gran pompa, improvisando un estetoscopio con un embudo y una manguera).

LUCAS

¡Abran paso a la ciencia! He venido a revisar a los moribundos. Permítanme.

(LUCAS examina a Kimberly y a Ángel, les toca la frente, les mira las pupilas. Los "enfermos" se ven perfectamente sanos y le guiñan el ojo al doctor cuando Martín no ve).

MARTÍN

Dígame la verdad, Doctor, aunque me duela. ¿Se van a salvar? Yo los veo muy chapeados y contentos, hasta brillan.

LUCAS

¡Ese es el peligro, ignorante! Tienen Gripe Sintomática-Asintomática Fulminante con variante de Euforia. El síntoma principal es que se ven guapos y saludables, pero de repente les dan calambres horrorosos, cuerpo cortado, dolor de garganta, úlceras... bueno eso es a veces.  ¡Es una trampa mortal! El virus no soporta el placer ni mucho menos el éxtasis continuo, Si no actuamos ya, estiran la pata antes de la cena.

MARTÍN

¡Santo Niño de Atocha! ¡Me lleva el tren! ¿Y qué hago, doctor? ¡Mándeme lo que sea!

LUCAS

La receta es estricta y cara. Como dije, tenemos que darles placer para fortalecer su sistema inmune. (Los Primos ponen cara de enfermos terminales, pero se recuperan luego luego y hasta sonríen) ¿Ya vio?, la Gripe Sintomática-Asintomática está actuando en ellos a su máxima potencia.

MARTÍN

¡Lo puedo ver, lo noto, está muy claro, pero yo qué puedo hacer, doctor, dígamelo!

LUCAS

Primero, deben comer alimentos gourmet para subir las defensas, nada de frijoles ni tortillas, puro salmón noruego, jamón serrano del fino y vino tinto del caro para oxigenar la sangre y alegrar sus defensas. Segundo, nada de estrés, prohibido que muevan un dedo. Y lo más importante: Hidroterapia intensa de contacto.

MARTÍN

¿Hidro qué?

LUCAS

Baños, Martín, baños con masaje. Usted debe darle un baño de espuma con esponja suave al primo Ángel para bajarle la fiebre interna, mientras Kimberly descansa viendo la tele. Luego, como usted seguramente estará cansado, Baby Face le dará un buen baño a la Kimberly.

MARTÍN

¿Seguro? ¿Yo? ¿Bañar al primo? ¿Al Baby Face? Y- el- bañar- después- mi Kimberly?

LUCAS

Es usted notablemente inteligente, mi querido Martín. Usted será el héroe de esta película, Papá… Nada más hay que tratarlos como nenes consentidos… y, claro, lo más indicado es que empiece usted con Baby Face, porque él ya recuperado podrá darle masajito a la Kimberly.

MARTÍN

¡No, no! ¿“Quiere hacer de mí un cornudo y de mi esposa una puta”?

LUCAS

Así es, digo no lo vea de esa manera. Usted será como el catalizador de su curación, y además de todo, estará libre de toda culpa, cómo ve.

MARTÍN

(Figurándose el escenario)

¡Yo lo baño! ¡Yo lo tallo! ¡Yo compro el salmón! ¡Yo soy su esclavo!... (Con una extraña sonrisa, mira a Baby Face) ¿Qué puede salir mal?

ÁNGEL

Ay, gracias, por aceptar, querido primo. Pero un favor, si puede ser que el agua esté tibia, sí, primito lindo… es que… si está demasiado fría se me arruga el cutis. Ah, y si puedes, cómprame unas uvas sin semilla para botanear mientras me tallas la espalda.

MARTÍN sigue con su extraña sonrisa que se convierte en un raro sonido parecido a la risa. Los otros se miran cómplices y encantados.

 

Oscuro, o telón.


ESCENA III: EL BAÑO Y EL ELOGIO DE LA CARNE

Vemos el amplio cuarto de baño de la casa. ÁNGEL está metido en una tina de aluminio muy grande, pero aun así tiene las piernas de fuera. Lleva una encantadora gorra de baño con patitos o peces. MARTÍN, en shorts y chanclas está sudando, tiene una esponja en una mano y una jícara en la otra. KIMBERLY observa desde el marco de la puerta, comiéndose una manzana con total descaro).

MARTÍN

(Echándole agua con la jícara con sumo cuidado)

Ay, primo... no sabes cuánto me pesa verte así, tan... asintomático-sintomático. Bueno, ya los síntomas han desaparecido por completo.  LUCAS dijo que el agua caliente saca al chamaco de los poros. El chamuco, quise decir… el mismísimo diablo que siempre se nos mete entre las piernas… por la cabeza… por la mente… ¿Cómo sientes la temperatura, primito? ¿Estás a gusto o le echo más lecha al boiler? ¿Leña?

ÁNGEL

(Estirando una pierna con arrogancia)

Un poquito más caliente, Martín, que siento frío en el... en el espíritu. Y pásale la esponja por los chamorros, que ahí siento que se me agolpa el virus traicionero.

MARTÍN

(Tallando la pierna de Ángel con vigor y admiración)

¡A la orden! Oye, primo... pero qué bárbaro. (Recupera el poco pudor que le queda y lo vuelve a llamar “de Usted”) Ahora que lo tengo aquí tan de cerca... ¡qué buena hechura tiene usted! Mire nomás qué piernas, si parecen de futbolista de primera división. No como las mías que parecen de pollo amarillo y mal nutrido.

ÁNGEL

(Sonriendo a Kimberly, que se aguanta la risa)

Son los genes, Martín. Y los muchos sufrimientos que me ha dado la vida… Es tanto sufrir y nada de recompensa, pero contigo todo parece ser distinto, ¿no lo crees?

MARTÍN

(Aprieta el músculo del muslo, como si checara fruta en el mercado)

Duro, duro. Como piedra de molcajete. ¡Válgame, Dios! Con razón Kimberly lo quiere tanto, primo. Usted es pura salud desperdiciada en esta tina. Oiga, ¿y de pecho cómo andamos? A ver, levante el bracito para tallarle el ala.

(Ángel levanta el brazo. Martín lo jabona con devoción casi religiosa).

MARTÍN

¡Híjole! Suavecito... suavecito como nalga de querubín... digo, haciendo honor a su nombre de Ángel. Yo tengo el lomo como lija del número cero de tanto cargar bultos en la Merced. En cambio usted... tiene piel de durazno de importación.

KIMBERLY

(Interviniendo desde la puerta, masticando la manzana)

Bueno, ya, Martín, no te lo acabes! No lo talles con tanta fuerza. El primo es "fino", ya te diste cuenta no se nos vaya a quebrar. Trátalo como si estuvieras lavando la figurita de porcelana de mi abuela, con tacto, pero cuidando de que no se rompa.

MARTÍN

Perdón, mi vida, perdón. Es que me emociono de ver que, a pesar de estar tan enfermo, el muchacho está tan… bien dotado.

(A Ángel)

Y dígame, primo, ¿no le duele aquí cuando le aprieto el trapecio?

ÁNGEL

¡Ay! ¡Ay! ¡Sí, ahí! ¡Ahí está el nudo de la enfermedad! ¡Masajea, Martín, masajea fuerte para que salga el mal!

MARTÍN

(Masajeando con ahínco y ojos cerrados)

¡Salte, bicho, salte! ¡Abandona este cuerpo del pecado!

(Pausa, reflexivo, mirando la espalda de Ángel)

Caray... Si yo tuviera este porte, primo, a lo mejor la Kimberly no se enojaba tanto conmigo. Usted huele a jabón chiquito de hotel caro, y yo huelo a sobaco de microbusero en viernes santo.

ÁNGEL

No te martirices, Martín. Lo tuyo es rústico, lo mío es estético. Pero sígueme tallando la espalda baja, que ahí es donde la "gripe" me da unos piquetes muy feos.

MARTÍN

Sí, sí. Oiga primo... una pregunta de hombre a hombre, aprovechando la intimidad del vapor y la espuma.

ÁNGEL

Dime, buen Martín, soy todo oídos.

MARTÍN

¿Usted cree que si yo me pongo a dieta de puro salmón y vino tinto como usted... se me ponga el cutis así de bonito y lustroso?

ÁNGEL

(Guiñando un ojo a Kimberly)

No, Martín. Lo tuyo es caso perdido, es falla de fábrica. Pero mientras me sigas tallando así de bien... yo le hablaré bien de ti a los santos para que te perdonen tus pecados de bruto. Ya después de esto ni por asomo le vas a querer pegar a mi Kim… a Kimberly.

MARTÍN

Faltaba más. ¡Es usted un santo! Me siento bien curado, soy un hombre renacido.

(Le echa un jicarazo de agua en la cara sin querer por la emoción).

ÁNGEL

¡Cuidado, animal! ¡En los ojos no, porque me arde!

MARTÍN

¡Perdón! ¡Es la emoción del contacto cercano con mis seres queridos! ¡Pura emoción, primito, pura emoción!


ESCENA IV: EL COBRO, LA PIÑATA Y EL AMOR INESPERADO.

(Horas después, en la sala. Hay restos de un festín gourmet sobre la mesa: copas vacías, espinas de pescado y servilletas de tela tiradas. KIMBERLY y ÁNGEL, muy satisfechos y sonrojados por el vino, están sentados en el sofá. MARTÍN termina de secarle los pies a ÁNGEL con una toalla esponjosa y lo ayuda a calzarse con una delicadeza inusual. Kimbely tiene una cara…)

LUCAS

(Entrando con aire triunfal y frotándose las manos)

¡Albricias y victoria! Veo en el rubor de sus mejillas que la terrible gripe asintomática ha sido derrotada. Mi ciencia, combinada con la hidroterapia del buen Martín, ha obrado el milagro. Ahora, como todo trabajador en este caso de la Ciencia, creo ser digno de recibir mis honorarios… Un trámite doloroso, pero necesario. Serían quinientos de la consulta, cuatrocientos de la visita a domicilio y mil doscientos cincuenta del seguimiento epidemiológico… Eso nos da una suma de….

MARTÍN

(Lo interrumpe, ansioso, levantándose del suelo, sacudiéndose las rodillas y buscando en sus bolsillos con cara de angustia.)

Híjole, mi Licenciado doctor don Lucas... Si viera que he tenido muchos gastos… salmón, jamón serrano, vino espumoso… ése que le mejora al primo la circulación... sanguínea… Ejem… pues ya comprenderá que estoy vacío y desinflado.

LUCAS

(Borrando la sonrisa de golpe)

Puedo verlo, todos pueden notarlo, pero eso no lo exime de tener una deuda pendiente… conmigo… ¡Yo no ceno aire! Me tiene que pagar o le haré saber a todos en el barrio que usted… Que usted…  ¡Págueme o soy capaz de volverlos a enfermar!

KIMBERLY

(Limándose una uña, molesta por el inesperado giro que han tomado los hechos)

Ay, Doctor, si usted va de chismoso por ahí, las cosas se le pueden poner difíciles, ya sabe… Todos saldríamos perdiendo, ¿no cree?… Maridito, págale aquí al doctorcito en especie, no sé, dale un baño de espuma, trátalo con cariño también a él, ya que te has aprendido el caminito.

LUCAS

Qué baño de espuma ni que diablos, yo lo que quiero es dinero constante y sonante, y mientras más sonante mejor.

MARTÍN

¡No se esponje, don LUCAS! Mire, dinero no voy a tener por lo pronto de aquí a Navidad… ya solo faltan… Bueno, no importa porque seguro que tendré otros gastos, pero yo tengo la solución para usted, y se pondrá muy feliz y satisfecho: tengo capital en especie. Para que vea que soy generoso:  Llévese la piñata de siete picos que compré. Está nuevecita, los colores hacen juego con su cara y los picos brillan con alegría y satisfacción.

LUCAS

(Mirando la piñata con desprecio)

¿En serio? Cómo se atreve… Si lo que ahora quiero es agarrarlo a usted a palos para sacarle el relleno… Cree que con su piñata voy a comer, ¡acaso cree que con su piñata voy a pagar la renta!

MARTÍN

No es suficiente. Comprendo. Llévese también los tres alebrijes y el perro de peluche gigante. El perro es hipoalergénico. Lo vende usted todo en el tianguis y le saca el doble de lo que le debo. ¡Ándele, sale usted ganando!

LUCAS

(Resignado, agarra la piñata por un pico y se echa el perro de peluche al hombro)

Ya qué. No voy a sacar agua de un muro de piedra. Al menos este perro me servirá de almohada. Con su permiso, malnacidos todos. Y usted, Martín, todavía no se ha dado cuenta de lo que no se ha dado cuenta… Ya después me entenderá… Bola de babosos.

 

(LUCAS sale refunfuñando, arrastrando la piñata).

ÁNGEL

 

(Poniéndose de pie, estirándose como gato)

Pues… Bueno, primo Martín, prima Kimberly. Me siento renovado. Creo que es hora de que este cuerpo saneado se retire a su casita. Gracias por los manjares y por el vino espumoso. Martín, gracias por su entusiasmo, debo decir que fue casi una experiencia religiosa.

KIMBERLY

Sí, ándale Primo, ya muchas palabras, ¿qué no? Ya vete con cuidado. Martín, ábrele la puerta al muchacho.

 

(Martín corre a la puerta, pero se interpone antes de que Ángel salga. Lo mira a los ojos con una intensidad brillante, casi devota, y le toma las manos entre las suyas).

MARTÍN

Primo Ángel. No se vaya así sin escucharme. La verdad es que... mientras le secaba los pies…

ÁNGEL

(Nervioso, intentando soltar las manos)

Primo Martín… Se me hace tarde y la verdad ya me puso de nervios.

MARTÍN

Es que, después de verlo ahí en la tina, tan indefenso, tan blanquito, y luego de sentir la firmeza de sus hombros... sentí algo, no sé bien, aquí en el pecho. No sé, primo. Kimberly es mi mujer y la quiero, pero usted... usted tiene una piel que no la tiene ni la Virgen de los Remedios.

KIMBERLY

(Abriendo los ojos como platos desde el sofá)

¡Martín! ¿Qué estás diciendo? ¡Te pasas! ¡Es mi primo! Y sí te diste cuenta de que tiene… su manzanota de Adán

MARTÍN

(Sin dejar de mirar a Ángel con ojos soñadores)

Ya lo sé, Kimberly, ya lo sé. Tiene manzana, tiene bigote y tal vez hasta fume puro. Pero, ¡ay, qué  caray, Kim… Nadie es perfecto.

(Martín suspira profundamente, le acomoda el cuello de la camisa a Ángel con ternura y le da una palmadita suave, casi una caricia, en la mejilla).

MARTÍN

Si algún día se cansa de vivir solo, primo... aquí tiene su casa. Yo le puedo dar sus baños de espuma todos los días. Tengo una mano muy suave para enjabonar, ¿verdad que sí?

ÁNGEL

(Mirando a Kimberly con pánico absoluto)

Eh... sí, sí... muy suave, Martín. ¡Ahí la dejamos, digo, ustedes me hablan… o mejor aún, yo soy el que les llamo… Nos vemos, eh!

(Ángel sale corriendo despavorido hacia la calle. Kimberly se tapa la cara con las manos. Martín se queda en el marco de la puerta, suspirando y mirando cómo se aleja, con una sonrisa boba en la cara.)

MARTÍN

(Gritando hacia la calle con voz enamorada)

¡Cúbrete la espalda, primo! Tápate bien cuando llegues a tu casa.

Kimberly se deja caer en el sofá sin saber si reír o llorar, mientras Martín cierra la puerta suavemente, tarareando una canción romántica y abrazándose a sí mismo como si recordara el tacto de la esponja).

 

TELÓN    

 



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