Últimas
horas de la tarde, dentro de algún tiempo.
El
cuchitril de KRAPP.
Centrada
en primer término, una mesa pequeña cuyos dos cajones se abren
hacia el espectador.
Sentado,
de frente, es decir, del otro lado de los cajones, un viejo
deformado; KRAPP.
Pantalones
estrechos, demasiado cortos, de un negro descolorido por la orina.
Chaleco negro muy deslucido, con cuatro bolsillos holgados. Pesado
reloj de plata, con cadena. Camisa blanca, mugrienta, desabrochada,
sin cuello. Extraño par de botas, de un blanco sucio, del 48 por lo
menos, muy estrechas y puntiagudas.
Tez
blanca. Nariz violácea. Pelo gris en desorden. Mal afeitado.
Muy
miope (pero sin gafas). Duro de oído.
Voz
cascada. De tono muy particular.
Andar
penoso.
Sobre
la mesa, un magnetofón con micrófono y numerosas cajas de cartón
que contienen bobinas con cintas grabadas.
Mesa
y alrededores inmediatos bañados por una luz intensa. Resto de la
escena en la oscuridad.
KRAPP permanece
un momento inmóvil, suspira profundamente, mira su reloj, registra
sus bolsillos, saca un sobre, lo vuelve a depositar en su sitio,
registra de nuevo, saca un pequeño llavero, lo eleva a la altura de
sus ojos, elige una llave, se levanta y va hacia la parte delantera
de la mesa. Se agacha, abre con la llave el primer cajón, mira en su
interior, lo registra con la mano, saca una bobina, la examina de
cerca, la vuelve a meter, cierra el cajón y echa la llave, abre el
segundo cajón, mira en su interior, lo registra con la mano, saca un
plátano, lo examina de cerca, cierra el cajón y echa la llave, se
mete el llavero en el bolsillo. Se vuelve, avanza hacia el borde del
proscenio, se detiene, acaricia el plátano, lo monda, deja caer la
piel al suelo, se mete la punta del plátano en la boca y permanece
inmóvil, con la mirada perdida en el vacío. Muerde, finalmente, la
punta del plátano, se vuelve y empieza a ir y venir, sin salir del
espacio iluminado, es decir, a razón de cuatro o cinco pasos a lo
más en cada sentido, mientras come meditativamente el plátano. Sin
darse cuenta pisa la piel, resbala, se tambalea, recobra el
equilibrio, se inclina, mira la piel y finalmente le da un puntapié,
empujándola hacia el foso. Reanuda su ir y venir, termina de comer
el plátano, vuelve junto a la mesa, se sienta, permanece un momento
inmóvil, suspira profundamente, saca las llaves del bolsillo, las
eleva a la altura de sus ojos, elige una, se levanta y va hacia la
parte delantera de la mesa, frente a los cajones. Se agacha, mete la
llave en la cerradura del segundo cajón, saca otro plátano, lo
examina de cerca, cierra el cajón y echa la llave, se mete las
llaves en el bolsillo, se vuelve, avanza hasta el borde del
proscenio, se detiene, acaricia el plátano, lo monda, arroja la piel
al foso, se mete la punta del plátano en la boca y se queda inmóvil,
con la mirada perdida en el vacío. Finalmente tiene una idea: mete
el plátano en uno de los bolsillos de su chaleco, del que
sobresaldrá ostensiblemente, y con toda la velocidad de que es
capaz, corre al fondo de la escena que está a oscuras. Diez
segundos. Ruido de descorchar una botella. Quince segundos. Vuelve al
espacio iluminado con un viejo libro de registro y se sienta a la
mesa. Pone el libro sobre la mesa, se enjuaga los labios, se limpia
las manos en el chaleco, da una palmada y se frota las manos.
KRAPP
(vivamente):
¡Ah! (Se
inclina sobre el libro, lo hojea, encuentra la anotación que busca,
lee.)
Caja... trres... bobina... ccinco. (Levanta
la cabeza y mira fijamente hacia adelante. Con fruición.)
¡Bobina! (Pausa.)
¡Bobiiina! (Sonrisa
feliz. Se inclina sobre la mesa y empieza a revolver cajas y a
examinarlas muy de cerca.)
Caja... trres... trres... cuatro... dos... (con
sorpresa)
¡nueve! ¡Maldita sea!... siete... ¡ah, la muy canalla! (Coge
una caja y la examina desde muy cerca.)
Caja tres. (La
pone en la mesa, la abre y se inclina sobre las bobinas que hay en su
interior.)
Bobina... (se
inclina sobre el registro)...
cinco... cinco... ¡ah, la muy granuja! (Saca
una bobina, la examina muy de cerca.)
Bobina cinco. (La
deja sobre la mesa, cierra la caja tres y la vuelve a poner junto a
las otras, coge la bobina.)
Caja tres, bobina cinco. (Se
inclina sobre el aparato, levanta la cabeza. Con fruición.)
¡Bobina! (Sonrisa
de felicidad. Se inclina, coloca la bobina sobre el aparato, se frota
las manos.)
¡Ah! (Se
inclina sobre el libro, lee una anotación a pie de página.)
Mamá por fin en paz... Hum... La pelota negra... (Levanta
la cabeza, mira en vacío hacia adelante. Intrigado.)
¿Pelota negra?... (Se
inclina otra vez sobre el libro, lee.)
La criada morena... (Levanta
la cabeza, se ensimisma, se inclina de nuevo sobre el libro, lee.)
Ligera mejoría del estado intestinal... Hum... Memorable... ¿qué?
(Acerca
más los ojos al libro, lee.)
Equinoccio, memorable equinoccio. (Levanta
la cabeza, mira en vacío hacia adelante. Intrigado.)
¿Memorable equinoccio?... (Pausa.
Se encoge de hombros, se inclina de nuevo sobre el libro, lee.)
Adiós... al a... (vuelve
la hoja)...
mor.
(Levanta
la cabeza, se ensimisma, se inclina de nuevo sobre el aparato, lo
pone en marcha y queda a la escucha, es decir, de cara a la sala, el
busto inclinado hacia adelante, con los codos sobre la mesa y la mano
en forma de bocina detrás de la oreja en dirección al aparato.)
CINTA
(voz
recia, algo solemne, indudablemente la voz de KRAPP en
una época muy anterior):
Treinta y nueve años hoy, fuerte como un... (Al
querer acomodarse mejor hace caer una de las cajas, suelta una
palabrota, desconecta el aparato, barre con violencia cajas y libro,
que caen al suelo, hace retroceder la cinta al punto de partida,
vuelve a poner en marcha el aparato, adopta de nuevo la postura
anterior.)
Treinta y nueve años hoy, fuerte como un roble, aparte de mi viejo
punto débil, e intelectualmente tengo mis razones para suponer
que... (vacila)...
que he alcanzado la cresta de la ola –o casi. Celebrada la solemne
fecha, como los últimos años, tranquilamente en la taberna. Ni un
alma. Sentado al amor de la lumbre, con los ojos cerrados, ocupado en
separar el grano de la paja. Garabateado unas notas en el dorso de un
sobre. Contento de estar de vuelta en mi cuchitril, con mis viejos
harapos. Acabo de comer, siento decirlo, tres plátanos, y, con
dificultades me abstuve de un cuarto. Algo fatal para un hombre en
mis circunstancias. (Con
vehemencia.)
¡Hay que eliminarlo! (Pausa.)
El nuevo alumbrado de mi mesa es una gran mejora. Con esta oscuridad
a mi alrededor me siento menos solo. (Pausa.)
En cierto modo. (Pausa.)
Me gusta levantarme para dar una vuelta por allí y luego volver
aquí... (vacila)...
conmigo. (Pausa.)
Krapp.
(Pausa.)
El
grano, es decir... me pregunto qué es lo que entiendo por grano...
(vacila)...
supongo que me refiero a esas cosas que aún valdrán la pena cuando
todo el polvo haya –cuando todo el polvo haya arraigado. Cierro los
ojos y lo intento, me las imagino.
(Pausa.
KRAPP cierra
los ojos un momento.)
Silencio
extraordinario en esta noche. Agudizo el oído y no oigo ni un
aliento. La vieja señorita McGlome siempre canta a esta hora. Pero
esta noche no. Canciones de su adolescencia, dice. Difícil
imaginarla de muchacha. Maravillosa anciana, sin embargo. De
Connaught, me parece. (Pausa.)
¿Cantaré yo también cuando tenga su edad, si es que llego a
tenerla? No. (Pausa.)
¿He cantado alguna vez? No.
(Pausa.)
Precisamente,
recién escuchados, de un año viejo, pasajes al azar. No lo he
comprobado en el libro, pero deben datar de diez o doce años por lo
menos. Creo que en ese momento aún vivía con Bianca en Kedar
Street. Salí bien de aquello. Gracias a Dios. Asunto sin esperanzas.
(Pausa.)
Poca cosa sobre ella, salvo un homenaje a sus ojos. Muy cálidos. Los
he vuelto a ver de repente. (Pausa.)
¡Incomparables! (Pausa.) En fin... (Pausa.)
Esas viejas exhumaciones suelen ser siniestras pero a menudo las
encuentro... (KRAPP desconecta
el aparato, se ensimisma, vuelve a conectar)...
útiles antes de lanzarme a una nueva... (vacila)
rememoración. ¡Que yo haya sido ese cretino! ¡Qué voz! ¡Jesús!
¡Y qué aspiraciones! (Risita
a la que KRAPP se
suma.)
Beber menos, particularmente. (Risita
de KRAPP solamente)
Estadísticas. Mil setecientas horas sobre las ocho mil y pico
precedentes, volatilizadas tan sólo en las tascas. Más del 20%,
digamos el 40% de su vida activa. (Pausa.)
Planes para una vida sexual menos... (vacila)...
absorbente. Última enfermedad de su padre. Persecución cada vez más
lánguida de la felicidad. Fracaso de los laxantes. Choteo a
propósito de lo que él llama su juventud y acción de gracias por
haber terminado. (Pausa.)
Ahí desafiné. (Pausa.)
Sombra del opus... magnum.
Y para terminar un... (risita)...
ladrido destinado a la Providencia. (Risa
prolongada a la que KRAPP se
suma.)
¿Qué queda de toda esa miseria? ¿Una muchacha con un viejo abrigo
verde en el muelle de la estación? ¿No?
(Pausa.)
Cuando...
(KRAPP desconecta
el aparato, queda un instante ensimismado, mira el reloj, se levanta,
y va al fondo de la escena, en la oscuridad. Diez segundos. Ruido de
descorchar una botella. Diez segundos. Segundo descorche. Diez
segundos. Tercer descorche. Brizna súbita de canto tembloroso.)
KRAPP
(canta):
“Ahora el día termina, la noche desenvaina su alta noche,
sombras...”1
(Acceso
de tos. Vuelve al espacio iluminado, se sienta, se enjuga los labios,
conecta el aparato, adopta de nuevo su postura de escucha.)
CINTA:
Recuerdo el año transcurrido, tal vez con –así lo espero– algo
de mi vieja mirada futura, está naturalmente la casa del canal,
donde mamá se extinguía, en el otoño moribundo después de una
larga viudez (KRAPP se
sobresalta),
y el... (KRAPP desconecta,
hace retroceder un poco la cinta, se inclina sobre el aparato y lo
conecta de nuevo)...
se extinguía, en el otoño moribundo después de una larga viudez y
el...
(KRAPP desconecta
el aparato, levanta la cabeza, mira frente a él al vacío. Sus
labios se mueven en silencio articulando las sílabas de la viudez.
Se levanta va al fondo de la escena, en la oscuridad, vuelve con un
enorme diccionario, se sienta, lo coloca sobre la mesa y busca la
palabra.)
KRAPP
(leyendo
en el diccionario):
“Estado o condición de quién es o permanece viudo, o viuda”:
(Levanta
la cabeza. Intrigado.)
¿De quién es o permanece...? (Pausa.
Se inclina otra vez sobre el diccionario, pasa unas hojas.)
“Viudedad”... “viudez”... “viudo”, “viuda”...
(Leyendo.)
Los tupidos velos de la viudez... viudita, ave insectívora de la
familia de los loros, con plumaje verde... y en la cabeza una especie
de toca blanca... (Levanta
la cabeza, Con deleite.)
¡La toca blanca de la viudita!
(Pausa.
Cierra el diccionario, conecta el aparato, adopta su postura de
escucha.)
CINTA:...
banco junto a la acequia, desde el cual yo podía ver su ventana, me
sentaba allí bajo el viento recio, deseoso de que ella terminara
cuanto antes. (Pausa.)
Casi nadie, solamente unos pocos asiduos, criadas, niños, ancianos,
perros. Acabe por conocerlos bien –quiero decir de vista,
¡naturalmente! Recuerdo sobre todo a una joven belleza morena, toda
blancura y almidón, con un busto incomparable, que empujaba un gran
coche de niño con capota negra, fúnebre a más no poder. Cada vez
que yo miraba en dirección suya, tenía sus ojos puestos en mí. Y,
sin embargo, cuando me atreví a dirigirle la palabra –sin haber
sido presentado– me amenazó con llamar a un guardia. ¡Como si mi
intención hubiese sido deshonesta! (Risa.)
¡Qué cara puso! ¡Y qué ojos! ¡Como... (vacila)...
crisólito! (Pausa.)
En fin... (Pausa.)
Estaba allí cuando... (KRAPP desconecta
el aparato, se ensimisma, conecta de nuevo.)...
se corrió la cortina, uno de esos chismes de color marrón sucio que
se enrollan, estaba allí, dispuesto a tirar una pelota a un perrito
blanco; cosas que pasan... Levanté la cabeza. Dios sabe por qué, ¡y
al que se armó! En fin, asunto terminado. Todavía me quedé allí
unos instantes, sentado en el banco, con la pelota en la mano y el
perro que ladraba a mis pies y la mendigaba con la pata. (Pausa.)
Instantes. (Pausa.)
Sus instantes, mis instantes. (Pausa.)
Los instantes del perro. (Pausa.)
Finalmente se la di y la cogió con la boca, suavemente, suavemente.
Una pelotita de goma, vieja, negra, maciza, dura. (Pausa.)
La sentiré en mi mano hasta el día de mi muerte. (Pausa.)
Podía haberla guardado. (Pausa.)
Pero se la di al perro.
(Pausa.)
En
fin...
(Pausa.)
Espiritualmente,
un año de lo más negro y pobre hasta aquella memorable noche de
marzo, en el extremo del muelle, bajo el ventarrón, jamás lo
olvidaré, en que todo se me aclaró. Al fin, la revelación. Me
imagino que esto es, sobre todo, lo que debo grabar esta noche,
pensando en el día en que mi labor esté concluida y ya no quede
sitio en mi memoria, ni frío ni cálido, para el milagro que...
(vacila)...
para el fuego que la abrasó. Lo que entonces vi de repente, fue que
la creencia que había guiado toda mi vida, es decir...
(KRAPP desconecta
el aparato con impaciencia, hace avanzar la cinta, conecta de
nuevo)...
grandes rocas de granito y la espuma que brillaba a la luz del faro,
y el anemómetro que daba vueltas como una hélice; veía claro, en
fin, que la oscuridad que yo siempre había rechazado
encarnizadamente era, en realidad, mi mejor... (KRAPP desconecta
el aparato con impaciencia, hace avanzar la cinta, conecta de
nuevo)...
indestructible asociación, hasta mi disolución de tempestad y noche
en la luz del entendimiento y el fuego... (KRAPP suelta
una palabrota, desconecta el aparato, hace avanzar la cinta, conecta
de nuevo)...
el rostro contra sus senos, y mi mano sobre ella. Estábamos allí,
tendidos, sin movernos. Pero debajo de nosotros todo se movía y nos
movía, suavemente, de arriba abajo y de un lado a otro.
(Pausa.)
Pasada
medianoche. Jamás conocí silencio semejante. Como si la tierra
estuviese deshabitada.
(Pausa.)
Y
aquí termino...
(KRAPP desconecta
el aparato, hace retroceder la cinta, conecta de nuevo.)
...
en el lago, con la barca, bogué cerca de la orilla, luego empujé la
barca aguas adentro y abandoné a la deriva. Ella estaba tendida en
las tablas del fondo, con las manos debajo de la cabeza y los ojos
cerrados. Sol ardiente, apenas brisa, el agua algo rizada, como a mí
me gusta. Noté un rasguño en su muslo y le pregunté cómo se lo
había hecho. Cogiendo cascallejas, me respondió. Volví a decirle
que aquello me parecía inútil, y que no merecía la pena continuar,
y ella dijo que sí sin abrir los ojos. (Pausa.)
Entonces le pedí que me mirase y al cabo de unos instantes...
(pausa)...
al cabo de unos instantes lo hizo, pero sus ojos eran como grietas
por culpa del sol. Me incliné sobre ella para darle sombra y los
ojos se abrieron. (Pausa.)
Me dejaron entrar. (Pausa.)
La barca se había metido entre las cañas y se quedó encallada.
¡Cómo se doblaron, con un suspiro, ante la proa! (Pausa.)
Me deslicé por encima de ella, el rostro contra sus senos, y mi mano
sobre ella. Estábamos allí, tendidos, sin movernos. Pero debajo de
nosotros todo se movía y nos movía, suavemente, de arriba abajo y
de un lado a otro.
(Pausa.)
Pasada
medianoche. Jamás conocí silencio semejante. Como si la tierra
estuviese deshabitada.
(KRAPP desconecta
el aparato; se ensimisma. Finalmente registra en sus bolsillos, da
con el plátano, lo saca, lo examina de cerca, lo vuelve a meter en
el bolsillo, hurga de nuevo, saca el sobre, registra otra vez,
devuelve el sobre a su sitio, mira su reloj, se levanta y va al fondo
de la escena, en la oscuridad. Diez segundos. Ruido de una botella
que choca con un vaso. Luego, breve ruido de sifón. Diez segundos.
Otra vez la botella contra el vaso, sin más. Diez segundos. Vuelve
con paso inseguro al espacio iluminado, va hasta la parte delantera
de la mesa. De espaldas a la sala saca el llavero, lo eleva a la
altura de sus ojos, elige una llave, abre el primer cajón, mira
dentro, lo registra con la mano, saca una bobina, la examina muy de
cerca, cierra el cajón con llave, mete el llavero en el bolsillo, va
a sentarse, quita la bobina del aparato, la deja encima del
diccionario, coloca la bobina virgen en el aparato, saca el sobre del
bolsillo, mira el dorso del sobre, lo deja encima de la mesa, se
ensimisma, conecta el aparato, carraspea y empieza a grabar.)
KRAPP:...
Acabando de escuchar a este pobre cretino que tomé por mí hace
treinta años. Difícil de creer que fuese estúpido hasta ese
extremo. Gracias a Dios, por lo menos todo eso ya pasó. (Pausa.)
¡Qué ojos tenía! (Se
ensimisma se da cuenta de que está grabando el silencio, desconecta
el aparato, se ensimisma. Finalmente.):
Ahí estaba todo, todo lo... (Se
da cuenta de que el aparato no está conectado, lo conecta.)
¡Todo estaba ahí, toda esa vieja carroña de planeta, toda la luz y
la oscuridad y el hambre y las comilonas de los... (vacila)...
de los siglos! (Pausa. Con
un grito.)
¡Sí! (Pausa.
Amargo.)
¡Que desaparezca! ¡Jesús! ¡Habría podido distraerle de sus
deberes! ¡Jesús! (Pausa.
Cansado.)
En fin, quizá tenía razón. (Pausa.)
Quizá tenía razón. (Se
ensimisma. Unos segundos de silencio. Al darse cuenta desconecta el
aparato. Consulta el sobre.)
¡Bah! (Lo
arruga y lo tira. Se ensimisma. Conecta el aparato.)
Nada que decir; ni pío. ¿Qué representa hoy un año? Bolo ácido y
tapón en el culo. (Pausa.)
Saboreado la palabra bobina. (Con
deleite.)
¡Bobiiina! El instante más feliz de los últimos quinientos mil.
(Pausa.)
Diecisiete ejemplares vendidos, once de ellos a precios de mayorista,
a bibliotecas municipales de ultramar. En camino de ser alguien.
(Pausa.)
Una libra, seis chelines y algunos peniques, ocho probablemente.
(Pausa.)
Me aventuré afuera una o dos veces antes de que el verano se
enfriase. Permanecía sentado en el parque, tiritando, enfrascado en
mis sueños y deseando acabar pronto. Ni un alma. (Pausa.)
Últimas quimeras. (Con vehemencia)
¡Fuera! ¡Atrás! (Pausa.)
Volví a quemarme las cejas leyendo Effie, una página por día, otra
vez con lágrimas. Effie... (Pausa.)
Habría podido ser feliz con ella allá en el Báltico, entre los
pinos y las dunas. (Pausa.)
¿Habría podido? (Pausa.)
¿Y ella? (Pausa.)
¡Bah! (Pausa.)
Fanny vino una o dos veces. Vieja sombra esquelética de puta.
Imposible hacer gran cosa, pero mejor en todo caso que una patada en
la muleta. La última vez no estuvo del todo mal. ¿Cómo te las
arreglas, me dijo, a tu edad? Le respondí que me había reservado
para ella toda mi vida. (Pausa.)
Una vez estuve en la iglesia a la hora de Vísperas, como cuando
llevaba pantalones cortos. (Pausa. Canta.)
“Ahora
el día termina,
la
noche desenvaina su alta noche,
sombras...
(acceso
de tos.
Casi
inaudible.)...
del crepúsculo
cruzan
furtivamente por el cielo.”2
(Jadeante.)
Me quedé dormido y he caído del banco. (Pausa.)
Alguna vez, por la noche, me pregunto si un último esfuerzo no sería
quizá... (Pausa.)
¡Basta! ¡Vacía la botella y el catre!... (Pausa.)
Continúa con estas vaciedades mañana. O no pases de ahí. (Pausa.)
Acomódate en la oscuridad, pegado a la almohada... y vagabundea.
Vuelve al valle una víspera de Navidad a coger el aceo, el de bayas
rojas. (Pausa.)
Una mañana brumosa de domingo vuelve a subir al Croghan, con la
perra; párate y escucha las campanas. (Pausa.)
Y así sucesivamente. (Pausa.)
Vuelve a... vuelve a... (Pausa.)
Toda esa vieja miseria. (Pausa.)
Con una vez no tuviste bastante. (Pausa.)
Deslízate pro encima de ella.
(Pausa
prolongada. Se inclina bruscamente sobre el aparato, lo desconecta,
saca la bobina con la cinta que estaba grabando, la arroja al suelo,
coloca la otra bobina en el aparato, lo hace avanzar hasta un punto
determinado, conecta el aparato, escucha con la mirada fija delante
de él.)
CINTA:...
cascallejas me respondió. Volví a decirle que aquello me parecía
inútil, y que no merecía la pena continuar, y ella dijo que sí sin
abrir los ojos. (Pausa.)
Entonces le pedí que me mirase y al cabo de unos instantes...
(pausa)...,
al cabo de unos instantes lo hizo, pero sus ojos eran como grietas
por culpa del sol. Me incliné sobre ella para darle sombra y los
ojos se abrieron. (Pausa.)
Me dejaron entrar. (Pausa.)
La barca se había metido entre las cañas y se quedó encallada.
¡Cómo se doblaron, con un suspiro, ante la proa! (Pausa.)
Me deslicé por encima de ella, el rostro contra sus senos, y mi mano
sobre ella. Estábamos allí, tendidos, sin movernos. Pero debajo de
nosotros todo se movía y nos movía, suavemente, de arriba abajo y
de un lado a otro.
(Pausa.
Los labios de KRAPP se
mueven en silencio.)
Pasada
medianoche. Jamás conocí silencio semejante. Como si la tierra
estuviese deshabitada.
(Pausa.)
Y
aquí termino esta cinta. Caja... (pausa)...
tres, bobina... (pausa)...
cinco. (Pausa.)
Quizá mis mejores años han pasado. Cuando existía alguna
posibilidad de ser feliz. Pero ya no querría tenerla otra vez. Y
menos ahora, que tengo ese fuego en mí. No querría tenerla otra
vez.
(KRAPP permanece
inmóvil, con los ojos fijos en el vacío. La cinta continúa rodando
en silencio.)
TELÓN
Samuel
Beckett
.
En la versión francesa: “Rueda la sombra sobre las montañas,/ ya
la luz del sol se marchita,/ reina el silencio...”
.
En la versión francesa: “... y en nuestros campos/ todo muy
pronto dormirá en paz”.