22/5/18

Bardo, vigor en la atmósfera. Leonel Giacometto. Mónólogo para muchacho.


















Bardo, vigor en la atmósfera

Leonel Giacometto

Bardo, vigor en la atmósfera, de Leonel Giacometto, fue estrenada en la Facultad de arte de la ciudad de Tandil (Buenos Aires, Argentina) en 2015, con la actuación de Lucas Máximo y la dirección de Mariano Espondaburu, Cecilia Gramajo. www.alternativateatral.com/obra38671-bardo-vigor-en-la-atmosfera

El Congo es una región de la mente.
Graham Greene


Se ve una habitación, pero también hay otra. Y otra, quizás. Hay puertas, hay cosas dispersas por ahí. Hay posibles instrumentos musicales. Hay pulcritud, buen gusto, cosas útiles para ser tocadas. Lo de cosas es un decir. Podría haber cosas porque sí (podría no es a propósito el porque sí). No hay ventanas, ni ventilas; ni un ventiluz hay. Pero sí un techo de donde pende un cable, que sostiene una lámpara cromada (o similar), que da una especie de luz semi amarilla, en cono. Todo podría estar a propósito. O no. En las paredes hay dibujos, escritos y collages en los cuales es muy fácil perderse.

Muchacho, no hombre. Está en una espera; o acaso ése sea su estar. No está solo pero sólo se lo ve a él. Ahora no hay nadie a la vista.

El muchacho, desde el off, en el otro espacio, viene manteniendo una conversación. Alguien lo escucha del otro lado. Hay una especie de armado de algo. Entra, sale, vuelve a salir, se demora, reingresa, ensaya diferentes formas y partes de lo próximo; sale, se demora, vuelve a entrar. Pareciera no simular. Ve que hay gente del otro lado. Vuelve a salir. Todo esto muchas veces, a gusto; y a discreción. En sus entradas y salidas -se ve-, el muchacho transporta lo que podrían ser herramientas, sus objetos útiles. O comida. Del otro lado, al parecer, no sólo conversa. También repara algo. O lo prepara. O lo cocina.

Las pausas son algo. Algo es cualquier cosa, hasta un silencio.

Los raptos y trances no son, siquiera, resquicios ni desquicios de resabios farmacológicos. Son ámbitos sensoriales sosegados de efectos visuales, como un olor.

El muchacho fuma.

El muchacho podría hacer canciones algunas de sus palabras (no en off). Algunas.

La cuarta pared es una decisión de ritmo, simulación, suplantación y riesgo.

Muchacho (En off. Bajo. Ya viene hablando.): (…) La venganza de Hermes pensé yo en ese momento, te juro. Fue tan automático lo que se me vino, mirá, que no te puedo decir que lo pensé yo siquiera. (Pausa.) Oporto sazonado. (Pausa.) Digo que se me vino de golpe lo de Hermes cuando Lama me detallaba lo de los moretones. (Pausa.) Olé. (Pausa.) Con la culata de una Versa le pega cuando está por acabar. Eso dijo. (Pausa. Entra. Ensaya lo próximo. Gentil.) Me tuve que inventar meticulosamente una trama para poder estar acá. Y ahora que estoy acá no sé cómo decir esto que es la cortesía que la candidez me pasa, entera, por toda mi existencia. (Silencio. Pausa. Sale y vuelve a entrar, todo rápido. Ensaya lo próximo. Altivo.) Lo primero que hay que hacer, es aceptar lo que acá se está planteando. Esta es la primera contienda. O el primer error. (Sale. En off.) Salgo feo. (Silencio.) Salgo feo. Salgo feo. (Pausa. En off.) Salgo feo, salgo feo, salgo feo. (Pausa. En off.) Kazi Dawa. Algo así. (Pausa. En off.) A mí, sinceramente, me hubiera gustado negar todo el suceso y dar por cierto lo que yo te había dicho que Hermes me había contado sobre la frase ésa que me hizo notar que decía Helena sobre el suicidio de los escorpiones y yo no sé qué más sobre lo real porque no le presté la más mínima atención aquella vez. Ni nunca, en realidad. Ahora la invoco, mirá vos. (Pausa. En off.) Sí, salgo feo. (Pausa. Pareciera repensar.) Que deje, dijeron, ¿no? (Pausa. Reingresa. Ensaya lo próximo.) Que deje todas las luces encendidas, que retire todos los obstáculos, que no me resbale, que use los pasamanos, que me fije la temperatura del agua antes de bañarme. (Pausa.) Eso me dicen. (Pausa.) Ahora. (Pausa. Detención. Piensa en algo fuertemente por un instante, pero no lo dice. Sigue con lo suyo.) Que me evite de vez en cuando, me dicen, en realidad. (Pausa.) Y que me dimensione. Y que me dimensione en mis propias expectativas. (Pausa.) Que vea todos los parches me dicen. (Pausa. Sale. En off.) Afuera es un problema. (Pausa. Reingresa.) Ahora es todo. (Pausa.) Eso me dicen. (Pausa.) Esto es para mí. (Sale. En off. Irritado.) Acerca de qué, acerca de qué, acerca de qué, acerca de qué decime vos, acerca de qué podés hablar en una situación como la mía. (Pausa.) Estoy enmudeciendo, sin embargo. Digo pavadas. Pavadas. Pavadas. (Un golpe se escucha. O el arranqué de un motor.) Juan Manuel tenía siempre camisas celestes. Y andaba siempre de mangas arremangadas, como un colectivero en verano. (Pausa. Sonríe.) Qué sabrá de colectivos Juan Manuel. Lo llevaron a un borde. Gente vil hay en todas partes, te juro. Hermes compró un Shocklender. Acordate. (Pausa.) Tantas promesas que se pagan. (Se ofusca.) De qué. (Pausa.) De qué. (Pausa.) De qué escarbando dentro de qué, decime vos, de qué. (Vuelve a entrar. Otro. Podría ser una canción.) Acerca de lo cerca de todas las cosas juntas y desparramadas que hacen, de todos, que todo lo ajeno se haga propio. Y lo ajeno mío. (Pausa.) Mío. (Pausa.) Mío tan ajeno que a veces duele. (Pausa. Las pausas son algo. Algo es un decir.) Solitaria manifestación de estos tugurios donde yo soy su parte. (Pausa. El muchacho entra, sale, vuelve a salir, se demora, transporta o arrastra, arregla o cocina, reingresa, ensaya diferentes formas y partes de lo próximo; sale, se demora, vuelve a entrar. Ensaya lo próximo. O canta. Un decir, como actuar.) Yo esplendía. (Pausa.) Lo juro. (Pausa.) Y derrapé. (Pausa.) Lo voy a contar. (Pausa.) Corralones a cielo abierto. Lluvias amargas. Atracones. Salvajes sin procedencia. No anunciadas h… (Se interrumpe.) No anunciadas. (Pausa.) O tal vez sí. (Pausa. Rápido, a alguien.) Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.) Atracones fueron decía yo a la vera de la hoy ruta 9. (Pausa.) No sé explicarlo. Perdón. (Pausa.) Pero están. (Pausa.) Ahora es todo. (Pausa.) Los atracones no son un estado discutible para vivir. El que se atraca es propenso a la disolución de las formas y al hastío emocional. (Casi en un rapto. Lúcido.) Costó entenderlo: venían de noche. (Pausa.) Esto cuesta. Esto cuesta. Esto cuesta. (Pausa. Bajo y algo raro.) Somoveintiré. (Pausa.) En demasía ellos querían acortar el trayecto hacia el amanecer. Pero amanecía. Y se iban. Eso hacían. Con la fuerza endeble quedaba yo, que esplendía. (Pausa.) Estelas de polvo y sandalias dejaban. Olor a pasto quemado, a crines, a semillas de veneno guardadas en las manos. (Pausa. Ido.) Filas de rodillas pintadas. (Pausa.) Oí que me llamaban por esto. (Pausa.) Esto es un secreto. (Pausa.) Lo cautivo entra en un valijín. (Pausa.) Lo juro. (Pausa.) Yo no sé si quise. (Pausa. Se excita.) Mador. Mador. Mador. (Pausa.) Me divorciaban de todo. Yo no lo podía creer. Yo no lo podía creer. (Pausa.) Y sin embargo, sucedía. (Pausa.) Sucede aunque me miren así. (Pausa. Vuelve.) Esto cuesta. Ya lo dije. (Pausa. Mira atentamente a alguien. Piensa en irse. Piensa en quedarse y seguir. Pausa.) Malformaciones tenía en todo el cuerpo. (Pausa.) Parecían eso. (Pausa.) Era dolor. (Pausa.) Podría dibujarlo. (Pausa.) Un dibujo de lo que dolía como algo que ejerce presión de adentro hacia afuera podría dibujar. (Se aburre de repente. Amaga con irse. Se queda.) Esto es serio. Era un dolor preciso y l… (Se interrumpe. La resignación o la congoja aparecen.) Era es un decir. Las malformaciones se hicieron zonas: tres. Cabeza, pecho, estómago. Se me hizo habitual. (Pausa. Insiste.) Esto es serio. Repito: es serio. Es el desfajase, la resequedad sin culpa ajena, la domesticación de la rabia, el no verte llegar, el viro errado de la cuestión, el inesperado misterio de no poder encontrarse, de repente, ante el peso del mundo. (Pausa.) Es serio y a pesar mío, esto es teatro. (Pausa. Algo se quebró y algo vino en él. En trance o similar.) Vienen. (Pausa.) Elásticos cuellos de quien… (Se interrumpe.) Me tocan. (Pausa.) Delgados no, delgaduchos y medio encorvados. La mayoría. Sus cuerpos. Cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, cuerpos, fibras con más marcas que carne. Lampiños, extremadamente lampiños. Uno espera más pelo en esa gente. Sólo sus piernas y sus brazos. Mestizos, digamos, cuyas marcas estaban en sus pantorrillas –finas y evocativas de su origen. Eran fuertes gracias al incayuyo. (Pausa. Respira hondamente.) Hay un tropel dentro mío. (Pausa. Rápido, a alguien.) Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.) Eso me dicen. Yo repito. Derrapé. Ya lo dije. (Pausa.) Y soy gentil. Creo. (Pausa.) Hablaban poco. Ahora no. Jamás opinaban. Ahora son todo. (Pausa.) Yeguarizo, Reumay, Tripailao, Coliqueo, Murena, Pincén. Pijudos. (Silencio.) Pijudos que rompían la regla de que todo pijudo es tonto. Vergas. Gruesas, como en gancho. Atravesaban los toldos. Y yo con ellos. (Pausa.) Fueron veintitrés. Me dijeron: “Has de suponer esto como algo preconcebido. Deberemos forzar hasta la proyección. Israel está en la cabeza, en el estómago y en los intestinos. Toda calumnia viene de adentro. Somos la última especie de nosotros mismos”. (Pausa.) Qué, qué, qué sólo atinaba a decir yo, pero más o menos dijeron otra cosa pero ahora el que habla me dice: “a troche y moche te dejaste comer la cabeza por cualquiera. Pudiste haberte defendido apenas notaste cómo te iban dando de relumbrón los acrílicos y los refucilos que, claro está, no brillan como el oro. Ni el cristal. Hemos sido ortodoxos. Como todo cristiano, como todo judío, como todo musulmán. (Pausa.) De estas tres sale todo”. (Pausa. Otro.) Dicen eso. Y es una indiada. Bruta. Resentida. La siento por las noches. (Pausa.) Te comieron la cabeza, entre tanto. (Pausa.) Me comieron la cabeza. (Pausa.) Entran y salen, a voluntad creo. (Algo sale.) Me humillo por esto. (Pausa.) Pero entran y salen. (Pausa.) Escotes, flojedades, tiranteces. Eso quedó. (Pausa.) Todo se escucha. (En trance o similar) Somos 23. (Pausa.) Estamos dentro de la forma. Eso dice el que habla. Somos 23 y hablamos como uno. (Sale y vuelve a entrar.) Comenzó con silbidos alrededor mío. Susurros no, silbidos. Me estaban llamando. (Pausa.) Llevo 23 indios brutos de Chapadmadal dentro. (Pausa.) Suelen hablar, es justo hacerlo notar. (Sale. En off.) ¿Qué? ¿¡De qué hablás?! ¡¿De qué hablás?! (Pausa. En off.) ¡¿De qué hablás?! Yo quiero que vos me mires. Yo quiero que vos te sientes acá y me mires así mientras yo amablemente te siento desde los hombros; y quiero que me escuches y me digas por qué dios se va a ocupar de un planeta donde mora el perdedor? (Pausa. Reingresa. A alguien en particular. Cierta violencia.) Decime. Esto no es una metáfora. (Pausa.) Esto no es una metáfora. Ni un sueño. Ni una alucinación. (Pausa. A alguien.) Toda convención es poco seria acá. Esto no lo pensás mientras grillos te intranquilizan el caminar. (Pausa.) No estás caminando. (Pausa.) ¿Lo ves? ¿Lo ves? Yo soy su parte. ¿Lo ves? (Pausa.) “En la desesperación, todo rincón es una ventanita. Un aire prometido. Un prodigio interno. Un ventiluz”. (Pausa. Silencio.) Ya escuché. (Pausa. Sigue con alguien. Cambia.) Son ganas, en realidad. Yo también necesito de lo agradable. ¿Lo ves? (Pausa.) Dejá eso. (Pausa.) Dejá eso. (Pausa.) Es de Isaías. (Pausa.) Lo mismo que Hermes, dijo. (Pausa.) Lexapro. (Pausa. Otro.) Está lo que se necesita sin pensar, y está lo que uno lleva a cuestas, ¿no? ¿No? (Pausa.) Uno tiene el cuerpo hinchado, malgastado y lastimado. Uno viene sobrellevando remordimientos; casi fresco, casi valiente. (Se va ampliando. Ensaya lo próximo ya es un decir. Lúcido. Repentino y rápido.) Veo una curva. La tomo. Veo una calle con paredes altas, grises, a ambos lados. Pienso en galpones. Claro, al final de la calle, un destello azul. Es de noche, muy de noche. No hay luna. Nunca entendí eso. Hace calor. El destello azul se opaca de a ratos si lo miro fijo. Pienso en algún efecto traslúcido. Camino y veo que lo azul es un charco de agua refractada. Agua estancada. Llovió. (Pausa. A alguien.) Quisiera saltar hacia donde estás. (Pausa.) Hordas agresivas. Machos brutales capaces. Aun no amanecía. No caminábamos. No corríamos. Ni reptábamos. No bailábamos. Otra cosa percibíamos. Danzábamos. El suelo estaba aún inclinado. El mundo aún no se comía. Ni era de juguete. Ni demasiado. Nosotros no éramos faltos. Lo emocional no fallaba aunque había intemperies. No soy dictado. Vigor en la atmósfera. Fortines ilusos. Baúles con próceres incapaces. Los Pasos. Aplomo sin embargo. No sobornarse. Esto tiene su principio. (Íntimo.) A pesar mío, sin ser tenido en cuenta es la sensación que quisiera sentir. Lejos el frenesí iluso de no estar obligado a ver de por vida esto. (Trance o canción.) En el fondo, estamos sin vueltas, más imposibles que ciertos, sin embrago, de ciertos sucesos. (Pausa. Entra.) Impotentes e inútiles. Esto es un decir. Me comieron 23. (Pausa. Sale. Se demora mientras habla, transporta o arrastra, arregla o cocina, reingresa, sale, se demora, vuelve a entrar. Alterna idas y venidas, siempre para salir y comenzar a ingresar cuadros con dibujos e imágenes de alto próceres para terminar entrando, últimos, el de la mujer de Juan Manuel de Rosas. Todos los próceres fueron visibles. Los rocía con algo líquido mientras habla, explica, medita sobre los cuadros que va viendo. A público.) No sabe lo que hace. Nunca saben. Él dice flotar. Poco criterio, indudablemente. Ni la mitad, ni por asomo la mitad de todo lo que se había propuesto. Y eso que fue recién. (Pausa. Va apilando cuadros.) La pose y el arrastre. (Pausa. Otro.) “Detengamos esto”, me dijo Hermes, “te lo pido lo más ciertamente posible, detengamos esto. Yo no quiero hacerlo, y tampoco quiero que vos lo hagas. No quiero”, me dijo, “yo no quiero. Vamos a tener problemas. Tengo los dientes apretados desde febrero. Detengamos esto. Lo voy a contar”. (Pausa. Trance.) Ahora estamos dentro de la forma que se nos ha sido dada. Soy el que me habla. Soy el que me dice ser 23. Soy el que retiene. O no querer. Cerca tuyo doblegar el horror. (Enciende una antorcha o similar. Va a quemar los cuadros.) No hay vuelta atrás. (Sólo la luz del fuego.)

Apagón rápido y total.


Me entregué al misterio. / ¿Qué era?
Un cambio de tiniebla
hacia una tierra que quizá no existe.
Soy fiel. Persevero.

Sara Gallardo