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Yerma, García Lorca


FEDERICO GARCÍA LORCA
YERMA
POEMA TRAGICO EN TRES ACTOS
Y SEIS CUADROS
(1934)
PERSONAJES:
YERMA
MARÍA
VIEJA PAGANA
DOLORES
LAVANDERA 1a
LAVANDERA 2a
LAVANDERA 3a
LAVANDERA 4a
LAVANDERA 5a
LAVANDERA 6a
MUCHACHA 1a
MUCHACHA 2a
HEMBRA
CUÑADA 1a
CUÑADA 2a
MUJER 1a
MUJER 2a
NIÑO
JUAN
VÍCTOR
MACHO
HOMBRE 1o
HOMBRE 2°
HOMBRE 3°
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
(Al levantarse el telón está YERMA dormida con un tabanque de costura a los pies.
La escena tiene una extraña luz de sueño. Un pastor sale de puntillas mirando
fijamente a YERMA. Lleva de la mano a un niño vestido de blanco.
Suena el reloj. Cuando sale el pastor, la luz se cambia por una
alegre luz de mañana de primavera. YERMA se despierta.)
CANTO
VOZ DENTRO.-
A la nana, nana, nana,
a la nanita le haremos
una chocita en el campo
y en ella nos meteremos.
YERMA.-Juan, ¿me oyes? Juan.
JUAN.-Voy.
YERMA.-Ya es la hora.
JUAN. ¿Pasaron las yuntas?
YERMA.-Ya pasaron.
JUAN.-Hasta luego. (Va a salir.)
YERMA.-¿No tomas un vaso de leche?
JUAN.- ¿Para qué?YERMA.-Trabajas mucho y no tienes tú cuerpo para resistir los trabajos.
JUAN.-Cuando los hombres se quedan enjutos se ponen fuertes como el acero.
YERMA.-Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera en ella el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras y que te subieras al tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda. Veinticuatro meses llevamos casados, y tú cada vez más triste, más enjuto, como si crecieras al revés.
JUAN.-¿Has acabado?
YERMA.-(Levantándose.) No lo tomes a mal. Si yo estuviera enferma me gustaría que tú me cuidases. “Mi mujer está enferma. Voy a matar ese cordero para hacerle un buen guiso de carne.” “Mi mujer está enferma. Voy a guardar esta enjundia de gallina para aliviar su pecho, voy a llevarle esta piel de oveja para guardar sus pies de la nieve.”Así soy yo. Por eso te cuido.
JUAN.-Y yo te lo agradezco.
YERMA.-Pero no te dejas cuidar.
JUAN.-Es que no tengo nada. Todas esas cosas son suposiciones tuyas. Trabajo mucho. Cada año seré más viejo.
YERMA.-Cada año... Tú y yo seguiremos aquí cada año...
JUAN.-(Sonriente.) Naturalmente. Y bien sosegados. Las cosas de la labor van bien, no tenemos hijos que gasten.
YERMA. - No tenemos hijos... ¡Juan!
JUAN.-Dime.
YERMA.-¿Es que yo no te quiero a ti?
JUAN.-Me quieres.
YERMA. - Yo conozco muchachas que han temblado y que lloraban antes de entrar en la cama con sus maridos. ¿Lloré yo la primera vez que me acosté contigo? ¿No cantaba al levantar los embozos de
holanda? Y no te dije, ¡cómo huelen a manzanas estas ropas!
JUAN.-¡Eso dijiste!
YERMA.-Mi madre lloró porque no sentí separarme de ella. ¡Y era verdad! Nadie se casó con más
alegría. Y, sin embargo. . .
JUAN.- Calla. Demasiado trabajo tengo yo con oír en todo momento...
YERMA.-No. No me repitas lo que dicen. Yo veo por mis ojos que eso no puede ser... A fuerza de caer la lluvia sobre las piedras éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las gentes dicen que no sirven para nada. "Los jaramagos no sirven para nada", pero yo bien los veo mover sus lores amarillas en el aire.
JUAN.-¡Hay que esperar!
YERMA.- Sí; queriendo. (YERMA abraza y besa al marido, tomando ella la iniciativa.) ,
JUAN.-Si necesitas algo me lo dices y lo traeré. Ya sabes que no me gusta que salgas.
YERMA.-Nunca salgo.
JUAN.-Estás mejor aquí.
YERMA.-Sí.
JUAN.-La calle es para la gente desocupada.
YERMA.-(Sombría) Claro.
(El marido sale y YERMA se dirige a la costura, se pasa la mano por el vientre, alza los brazos
en un hermoso bostezo y se sienta a coser.)
¿De dónde vienes, amor, mi niño?
De la cresta del duro frío.
¿Qué necesitas, amor, mi niño?
La tibia tela de tu vestido.(Enhebra la aguja)
¡Que se agiten las ramas al sol
y salten las fuentes alrededor!
(Como si hablara con un niño.)
En el patio ladra el perro,
en los árboles canta el viento.
Los bueyes mugen al boyero
y la luna me riza los cabellos.
¿Qué pides, niño, desde tan lejos?
(Pausa. )
Los blancos montes que hay en tu pecho.
¡Que se agiten las ramas al sol y salten las fuentes alrededor!
(Cosiendo.)
Te diré, niño mío, que sí,
tronchada y rota soy para ti.
¡Cómo me duele esta cintura
donde tendrás primera cuna!
Cuándo, mi niño, vas a venir.
(Pausa.)
Cuando to carne huela a jazmín.
¡Que se agiten las ramas al sol
y salten las fuentes alrededor!
(YERMA queda cantando. Por la puerta entra MARÍA, que viene con un lío de ropa.)
YERMA.-¿De dónde vienes?
MARÍA.-De la tienda.
YERMA.-¿De la tienda tan temprano?
MARÍA.-Por mi gusto hubiera esperado en la puerta a que abrieran; y ¿a que no sabes lo que he
comprado?
YERMA.- Habrás comprado café para el desayuno, azúcar, los panes.
MARÍA.-No. He comprado encajes, tres varas de hilo, cintas y lanas de color para hacer madroños. El dinero lo tenía mi marido y me lo ha dado él mismo.
YERMA.-Te vas a hacer una blusa.
MARÍA.-No, es porque... ¿sabes?
YERMA.--¿Qué?
MARÍA.-Porque ¡ya ha llegado!
(Queda con la cabeza baja. YERMA se levanta y queda mirándola con admiración.)YERMA.-¡A los cinco meses!
MARÍA.-Sí.
YERMA.-¿Te has dado cuenta de ello?
MARÍA.-Naturalmente.
YERMA.-(Con curiosidad.) ¿Y qué sientes?
MARÍA.-No sé. Angustia.
YERMA. - Angustia. (Agarrada a ella.) Pero... ¿cuándo llegó?... Dime. Tú estabas descuidada.
MARÍA.-Sí, descuidada...
YERMA. - Estarías cantando, ¿verdad? Yo canto. Tú... dime...
MARÍA.-No me preguntes. ¿No has tenido nunca un pájaro vivo apretado en la mano?
YERMA.-Sí.
MARÍA.-Pues, lo mismo..., pero por dentro de la sangre.
YERMA. - ¡Qué hermosura! (La mira extraviada.)
MARÍA. - Estoy aturdida. No sé nada.
YERMA.-¿De qué?
MARíA.-De lo que tengo que hacer. Le preguntaré a mi madre.
YERMA. ¿Para qué? Ya está vieja y habrá olvidado estas cosas. No andes mucho y cuando respires
respira tan suave como si tuvieras una rosa entre los dientes.
MARÍA.-Oye, dicen qur más adelante te empuja suavemente con las piernecitas.
YERMA.-Y entonces es cuando se le quiere más, cuando se dice ya: ¡mi hijo!
MARÍA.-En medio de todo tengo vergüenza.
YERMA. ¿Qué ha dicho tu marido?
MARÍA.-Nada.
YERMA. ¿Te quiere mucho?
MARÍA.-No me lo dice, pero se pone junto a mí y sus ojos tiemblan como dos hojas verdes.
YERMA. ¿Sabía él que tú...?
MARÍA.-Sí.
YERMA. ¿Y por qué lo sabía?
MARÍA.-No sé. Pero la noche que nos casamos me lo decía constantemente con su boca puesta en mi
mejilla, tanto que a mí me parece que mi niño es un palomo de lumbre que él me deslizó por la oreja.
YERMA.-¡Dichosa!
MARÍA.-Pero tú estás más enterada de esto que yo.
YERMA. ¿De qué me sirve?
MARÍA.-¡Es verdad! ¿Por qué será eso? De todas las novias de tu tiempo tú eres la única.. .
YERMA.-Es así. Claro que todavía es tiempo. Elena tardó tres años y otras antiguas del tiempo de mi
madre mucho más, pero dos años y veinte días, como yo, es demasiada espera. Pienso que no es justo
que yo me consuma así. Muchas noches salgo descalza al patio para pisar la tierra, no sé por qué. Si sigo así, acabaré volviéndome mala.
MARÍA.-Pero ven acá, criatura; hablas como si fueras una vieja. ¡Qué digo! Nadie puede quejarse de
estas cosas. Una hermana de mi madre lo tuvo a los catorce años, ¡y si vieras qué hermosura de niño!
YERMA.-(Con ansiedad.) ¿Qué hacía?
MARÍA.-Lloraba como un torito, con la fuerza de mil cigarras cantando a la vez y nos orinaba y nos
tiraba de las trenzas, y cuando tuvo cuatro meses nos llenaba la cara de arañazos.
YERMA.-(Riendo.) Pero esas cosas no duelen.
MARÍA.-Te diré...
YERMA.-¡Bah! Yo he visto a mi hermana dar de mamar a su niño con el pecho lleno de grietas y le
producía un gran dolor, pero era un dolor fresco, bueno, necesario para la salud.
MARÍA.-Dicen que con los hijos se sufre mucho.
YERMA.-Mentira. Eso ló dicen las madres débiles, las quejumbrosas. ¿Para qué los tienen? Tener un
hijo no es tener un ramo de rosas. Hemos de sufrir para verlos crecer. Yo pienso que se nos va la mitad
de nuestra sangre. Pero esto es bueno, sano, hermoso. Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos
y cuando no los tiene se le vuelve veneno, como me va a pasar a mí.
MARÍA.-No sé lo que tengo.
YERMA.-Siempre oí decir que las primerizas tienen susto.
MARÍA. - (Tímida.) Veremos... Como tú coses tan bien. . .
YERMA.-(Cogiendo el lío.) Trae. Te cortaré dos trajecitos. ¿Y esto?
MARÍA.-Son los pañales.
YERMA.-Bien. (Se sienta.)
MARÍA.-Entonces... Hasta luego. (Se acerca y YERMA le coge amorosamente el vientre con las
manos.)
YERMA.-No corras por las piedras de la calle.
MARÍA.-Adiós. (La besa y sale.)
YERMA.-Vuelve pronto. (YERMA queda en la misma actitud que al princípio. Coge las tijeras y
empieza a cortar. Sale VÍCTOR,) Adiós, Víctor.
VÍCTOR.-(Es profundo y lleva firme gravedad.) ¿Y Juan?
YERMA.-En el campo.
VÍCTOR.-¿Qué coses?
YERMA.-Corto unos pañales.
VÍCTOR.-(Sonriente.) ¡Vamos!
YERMA.-(Ríe.) Los voy a rodear de encajes.
VÍCTOR.-Si es niña le pondrás tu nombre.
YERMA.-(Temblando.) ¿Cómo?. . .
VÍCTOR.-Me alegro por ti.
YERMA.- (Casi ahogada.) No. . .,no son para mí. Son para el hijo de María.
VÍCTOR.-Bueno, pues a ver si con el ejemplo té animas. En esta casa hace falta un niño.
YERMA.- (Con angustia.) ¡Hace falta!
VÍCTOR.-Pues adelante. Dile a tu marido que piense menos en el trabajo. Quiere juntar dinero y lo
juntará, pero ¿a quién lo va a dejar cuando se muera? Yo me voy con las ovejas. Dile a Juan que recoja las dos que me compró, y en cuanto a lo otro, ¡que ahonde! (Se va sonriente.)
YERMA.-(Con pasión.)
¡Eso! iQue ahonde!
Te diré, niño mío, que sí,
tronchada y rota soy para ti.
¡Cómo me duele esta cintura,
donde tendrás primera cuna!
¿Cuándo, mi niño, vas a venir?
¡Cuando to carne huela a jazmín!
(YERMA, que en actitud pensativa se levanta y acude al sitio donde ha estado VÍCTOR y respira
fuertemente, como si aspirara aire de montaña, después va al otro lado de la habitación como buscando algo y de allí vuelve a sentarse y coge otra vez la costura. Comienza a coser y queda con los ojos fijos en un punto.)
TELÓN
CUADRO SEGUNDO(Campo. Sale YERMA, Trae una cesta. Sale la VIEJA 1a)
YERMA.-Buenos días.
VIEJA 1a-Buenos los tenga la hermosa muchacha. ¿Dónde vas?
YERMA.-Vengo de llevar la comida a mi esposo, que trabaja en los olivos.
VIEJA 1a-¿Llevas mucho tiempo de casada?
YERMA.-Tres años.
VIEJA 1a-¿Tienes hijos?
YERMA.-No.
VIEJA 1a-¡Bah! ¡Ya tendrás!
YERMA.-(Con ansias.) ¿Usted to cree?
VIEJA 1a--¿Por qué no? (Se sienta.) También yo vengo de traer la comida a mi esposo Es viejo. Todavía trabaja. Tengo nueve hijos como nueve soles, pero como ninguno es hembra, aquí me tienes a mí de un lado para otro.
YERMA.-Usted vive al otro lado del río.
VIEJA 1a-Sí. En los molinos. ¿De qué familia eres tú?
YERMA.-Yo soy hija de Enrique el pastor.
VIEJA 1a-¡Ah! Enrique el Pastor. Lo conocí. Buena gente. Levantarse. Sudar, comer unos panes y
morirse. Ni más juego, ni más nada. Las ferias para otros. Criaturas de silencio. Pude haberme casado
con un tío tuyo. Pero ¡ca! Yo he sido una mujer de faldas en el aire, he ido flechada a la tajada de melón, a la fiesta, a la torta de azúcar. Muchas veces me he asomado de madrugada a la puerta creyendo oír música de bandurrias que iba, que venía, pero era el aire. (Ríe.) Te vas a reír de mí. He tenido dos maridos, catorce hijos, cinco murieron y, sin embargo, no estoy triste, y quisiera vivir mucho más. Es lo que digo yo. Las higueras, ¡cuánto duran! Las casas, ¡cuánto duran!, y sólo nosotras, las endemoniadas mujeres, nos hacemos polvo por cualquier cosa.
YERMA.-Yo quisiera hacerle una pregunta.
VIEJA 1a-¿A ver? (La mira.) Ya sé lo que me vas a decir. De estas cosas no se puede decir palabra. (Se levanta.)
YERMA.-(Deteniéndola.) ¿Por qué no? Me ha dado confianza el oírla hablar. Hace tiempo estoy
deseando tener conversación con mujer vieja. Porque yo quiero enterarme. Sí. Usted me dirá . . .
VIEJA 1a-¿Qué?
YERMA.-(Bajando la voz.) Lo que usted sabe. ¿Por qué estoy yo seca? ¿Me he de quedar en plena vida para cuidar aves o poner cortinitas planchadas en mi ventanillo? No. Usted me ha de decir lo que tengo que hacer, que yo haré lo que sea, aunque me mande clavarme agujas en el sitio más débil de mis ojos.
VIEJA 1a-¿Yo? Yo no sé nada. Yo me he puesto boca arriba y he comenzado a cantar. Los hijos llegan como el agua. ¡Ay! ¿Quién puede decir que este cuerpo que tienes no es hermoso? Pisas, y al fondo de la calle relincha el caballo. ¡Ay! Déjame, muchacha, no me hagas hablar. Pienso muchas ideas que no quiero decir.
YERMA. ¿Por qué? ¡Con mi marido no hablo de otra cosa!
VIEJA 1a-Oye. ¿A ti te gusta tu marido?
YERMA.- ¿Cómo?
VIEJA 1a-Que si lo quieres. Si deseas estar con él. . .
YERMA.-No sé.
VIEJA 1a-¿No tiemblas cuando se acerca a ti? ¿No te da así como un sueño cuando acerca sus labios? Dime.
YERMA. - No. No lo he sentido nunca.
V1EJA 1a- ¿Nunca? ¿Ni cuando has bailado?
YERMA.- (Recordando.) Quizá. . . Una vez . . . Víctor . . .
VIEJA la-Sigue.YERMA.-Me cogió de la cintura y no pude decirle nada porque no podia hablar. Otra vez el mismo Víctor, teniendo yo catorce años (él era un zagalón) , me cogió en sus brazos para saltar una acequia y me entró un temblor que me sonaron los dientes. Pero es que yo he sido vergonzosa.
VIEJA 1a-Y con tu marido. . .
YERMA.-Mi marido es otra cosa. Me lo dio mi padre y yo lo acepté. Con alegría. Esta es la pura
verdad. Pues el primer día que me puse de novia con él ya pensé. . . en los hijos... Y me miraba en sus
ojos. Sí, pero era para verme muy chica, muy manejable, como si yo misma fuera hija mía.
VIEJA 1a-Todo lo contrario que yo. Quizá por eso no hayas parido a tiempo. Los hombres tienen que
gustar, muchacha. Han de deshacernos las trenzas y darnos de beber agua en su misma boca. Así corre el mundo.
YERMA.-El tuyo, que el mío no. Yo pienso muchas cosas, muchas, y estoy segura que las cosas que
pienso las ha de realizar mi hijo. Yo me entregué a mi marido por él, y me sigo entregando para ver si
llega, pero nunca por divertirme.
VIEJA 1a-¡Y resulta que estás vacía!
YERMA.-No, vacía no, porque me estoy llenando de odio. Dime: ¿tengo yo la culpa? ¿Es preciso buscar en el hombre al hombre nada más? Entonces, ¿qué vas a pensar cuando te deja en la cama con los ojos tristes mirando al techo y da media vuelta y se duerme? ¿He de quedarme pensando en él o en lo que
puede salir relumbrando de mi pecho? Yo no sé, ¡pero dímelo tú, por caridad! (Se arrodilla.)
VIEJA 1a-¡Ay, qué flor abierta! Qué criatura tan hermosa eres. Déjame. No me hagas hablar más. No
quiero hablarte más. Son asuntos de honra y yo no quemo la honra de nadie. Tú sabrás. De todos modos debías ser menos inocente.
YERMA. - (Triste.) Las muchachas que se crían en el campo como yo, tienen cerradas todas las puertas. Todo se vuelve medias palabras, gestos, porque todas estas cosas dicen que no se pueden saber. Y tú
también, tú también lo callas y lo vas con aire de doctora, sabiéndolo todo, pero negándolo a la que se
muere de sed.
VIEJA 1a-A otra mujer serena yo le hablaría. A ti no. Soy vieja, y sé lo que digo.
YERMA.-Entonces, que Dios me ampare.
VIEJA 1a-Dios, no. A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo os vais a dar cuenta de que no existe? Son los hombres los que te tienen que amparar.
YERMA.-Pero ¿por qué me dices eso, por qué?
VIEJA 1a-(Yéndose.) Aunque debía haber Dios, aunque fuera pequeñito, para que mandara rayos contra los hombres de simiente podrida que encharcan la alegría de los campos.
YERMA.-No sé lo que me quieres decir.
VIEJA 1a-Bueno, yo me entiendo. No pases tristeza. Espera en firme. Eres muy joven todavía. ¿Qué
quieres que haga yo? (Se va. Aparecen dos MUCHACHAS.)
MUCHACHA la - Por todás partes nos vamos encontrando gente.
YERMA.-Con las faenas, los hombres están en los olivos, hay que traerles de comer. No quedan en las casas más que los ancianos.
MUCHACHA 2a-¿Tú regresas al pueblo?
YERMA.-Hacia allá voy.
MUCHACHA 1a-Yo llevo mucha prisa. Me dejé al niño dormido y no hay nadie en casa.
YERMA.-Pues aligera, mujer. Los niños no se pueden dejar solos. ¿Hay cerdos en tu casa?
MUCHACHA 1a-No. Pero tienes razón. Voy de prisa.
YERMA.-Anda. Así pasan las cosas. Seguramente lo has dejado encerrado.
MUCHACHA 1a-Es natural.
YERMA.--Sí, pero es que no os dais cuenta lo que es un niño pequeño. La causa que nos parece más
inofensiva puede acabar con él. Una agujita, un sorbo de agua.
MUCHACHA 1a-Tienes razón. Voy corriendo. Es que no me doy bien cuenta de las cosas.
YERMA: Anda.MUCHACHA 2a-Si tuvieras cuatro o cinco no hablarías así.
YERMA. ¿Por qué? Aunque tuviera cuarenta.
MUCHACHA 2a- De todos modos, tú y yo, con no tenerlos, vivimos más tranquilas.
YERMA.-Yo, no.
MUCHACHA 2a-Yo, sí ¿Qué afán! En cambio, mi madre no hace más que darme yerbajos pare que los tenga, y en octubre iremos al Santo que dicen que los da a la que lo pide con ansia. Mi madre pedirá. Yo, no.
YERMA. ¿Por qué te has casado?
MUCHACHA 2a-Porque me han casado. Se casan todas. Si seguimos así no va a haber solteras más que las niñas. Bueno, y además..., una se casa en realidad mucho antes de ir a la iglesia. Pero las viejas se empeñan en todas estas cosas. Yo tengo diecinueve años y no me gusta guisar, ni lavar. Bueno, pues todo el día he de ester haciendo lo que no me gusta. ¿Y pare qué? ¿Qué necesidad tiene mi marido de ser mi marido? Porque lo mismo hacíamos de novios que ahora. Tonterías de los viejos.
YERMA.-Calla, no digas esas cosas.
MUCHACHA 2a-También tú me dirás loca, ¡la loca, la local (Ríe.) Yo te puedo decir lo único que he
aprendido en la vida: toda la gente está metida dentro de sus casas haciendo lo que no les gusta. Cuánto mejor se está en medio de la calle. Ya voy al arroyo, ya subo a tocar las campanas, ya me tomo un
refresco de anís.
YERMA.-Eres una niña.
MUCHACHA 2a-Claro, pero no estoy loca. (Ríe.)
YERMA.-¿Tu madre vive en la parte más alta del pueblo?
MUCHACHA 2a--Sí.
YERMA. ¿En la última casa?
MUCHACHA 2a-Sí.
YERMA. ¿Cómo se llama?
MUCHACHA 2a-Dolores. ¿Por qué preguntas?
YERMA.-Por nada.
MUCHACHA 2a-¿Por algo preguntarás?
YERMA.-No sé. . ., es un decir. . .
MUCHACHA 2a-Allá tú. . . Mira, me voy a dar la comida a mi marido. (Ríe.) Es lo que hay que ver.
Qué lástima no poder decir mi novio, ¿verdad? (Ríe.) ¡Ya se va la loca! (Se va riendo alegremente.)
¡Adiós!
VOZ de VÍCTOR.-(Cantando.)
¿Por qué duermes solo, pastor?
¿Por qué duermes solo, pastor?
En mi colcha de lana
dormirías mejor.
¿Por qué duermes solo, pastor?
YERMA.-(Escuchando.)
¿Por qué duermes solo, pastor?
En mi colcha de lana
dormirías mejor.
Tu colcha de oscura piedra,
pastor,
y tu camisa de escarcha,
pastor,
juncos grises del invierno
en la noche de tu cama.
Los robles ponen agujas,pastor,
debajo de tu almohada pastor,
y si oyes voz de mujer
es la rota voz del agua.
Pastor, pastor.
¿Qué quiere el monte de ti?
pastor.
Monte de hierbas amargas,
¿qué niño te está matando?
¡La espina de la retama!
(Va a salir y se tropieza con VÍCTOR que entra.)
VÍCTOR -(Alegre.) ¿Dónde va lo hermoso?
YERMA. ¿Cantabas tú?
VÍCTOR -Yo.
YERMA.-¡Qué bien! Nunca te había sentido.
VÍCTOR.-¿No?
YERMA.-Y qué voz tan pujante. Parece un chorro de agua que te llena toda la boca.
VÍCTOR.-Soy alegre.
YERMA.-Es verdad.
VÍCTOR.-Como tú triste.
YERMA.-No soy triste, es que tengo motivos para estarlo.
VÍCTOR.-Y tu marido más triste que tú.
YERMA.-El, sí. Tiene un carácter seco.
VÍCTOR.-Siempre fue igual. (Pausa. YERMA está sentada.) ¿Viniste a traer la comida?
YERMA. - Sí. , (Lo mira. Pausa.) ¿Qué tienes aquí? (Señala la cara.)
VÍCTOR. ¿Dónde?
YERMA.-(Se levanta y se acerca a VÍCTOR.) Aquí..., en la mejilla; como úna quemadura.
VÍCTOR.-No es nada.
YERMA.-Me ha parecido. (Pausa.)
VÍCTOR.-Debe ser el sol. . .
YERMA.-Quizá. . . (Pausa. El silencio se acentúa .y sin el menor gesto comienza una lucha entre los
dos personajes.)
YERMA.-(Temblando.) ¿Oyes?
VÍCTOR. ¿Qué?
YERMA. ¿No sientes llorar?
VÍCTOR.-(Escuchando.) No.
YERMA. - Me había parecido que lloraba un niño.
VÍCTOR. ¿Sí?
YERMA. Muy cerca. Y lloraba como ahogado.
VÍCTOR.-Por aquí hay siempre muchos niños que vienen a robar fruta.
YERMA.-No. Es .la voz de un niño pequeño. (Pausa.)
VÍCTOR.-No oigo nada.
YERMA.-Serán ilusiones mías. (Lo mira fijamente y VÍCTOR la mira también y desvía la mirada lentamente como con miedo. Sale JUAN.)
JUAN.-¡Qué haces todavía aquí!
YERMA.-Hablaba.
VÍCTOR.-Salud. (Sale.)
JUAN.-Debías estar en casa.
YERMA.-Me entretuve.
JUAN.-No comprendo en qué te has entretenido.
YERMA.-Oí cantar los pájaros.
JUAN.-Está bien. Así darás que hablar a las gentes.
YERMA.-(Fuerte.) Juan, ¿qué piensas?
JUAN.-No lo digo por ti, lo digo por las gentes.
YERMA.-¡Puñalada que le den a las gentes!
JUAN.-No maldigas. Está feo en una mujer.
YERMA.-Ojalá fuera yo una mujer,
JUAN.-Vamos a dejarnos de conversación. Vete a la casa. (Pausa.)
YERMA.-Está bien. ¿Te espero?
JUAN.-No. Estaré toda la noche regando. Viene poca agua, es mía hasta la salida del sol y tengo que
defenderla de los ladrones. Te acuestas y te duermes.
YERMA.-(Dramática.) ¡Me dormiré! (Sale.)
TELÓN

ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
(Canto a telón corrido. Torrente donde lavan las mujeres del pueblo
Las lavanderas están situadas en varios pianos.)
CANTAN:
En el arroyo frío
lavo tu cinta,
como un jazmín caliente
tienes la risa.
LAVANDERA 1a-A mí no me gusta hablar.
LAVANDERA 3a--Pero aquí se habla.
LAVANDERA 4a-Y no hay mal en ello.
LAVANDERA 5a-La que quiera honra que la gane.
LAVANDERA 4a-
Yo planté un tomillo,
yo to vi crecer.
El que quiera honra
que se porte bien (Ríen.)
LAVANDERA 5a-Así se habla.
LAVANDERA 1a-Pero es que nunca se sabe nada.
LAVANDERA 4a-Lo cierto es que el marido se ha llevado a vivir con ellos a sus dos hermanas.
LAVANDERA 5a-¿Las solteras?
LAVANDERA 4a-Sí. Estaban encargadas de cuidar la iglesia y ahora cuidan de su cuñada. Yo no podría vivir con ellas.
LAVANDERA 1a-¿Por qué?
LAVANDERA 4a-Porque dan miedo. Son como esas hojas grandes que nacen de pronto sobre los
sepulcros. Están untadas con cera. Son metidas hacia dentro. Se me figura que guisan su comida con el aceite de las lámparas.
LAVANDERA 3a-¿Y están ya en la casa?
LAVANDERA 4a-Desde ayer. El marido sale otra vez a sus tierras.
LAVANDERA 1a-Pero ¿se puede saber lo que ha ocurrido?
LAVANDERA 5a-Anteanoche, ella la pasó sentada en el tranco, a pesar del frío.
LAVANDERA 1a-Pero ¿por qué?
LAVANDERA 4a-Le cuesta trabajo estar en su casa.
LAVANDERA 5a- Estas machorras son así: cuando podían estar haciendo encajes o confituras de
manzanas, les gusta subirse al tejado y andar descalzas por esos ríos.
LAVANDERA 1a-¿Quién eres tú pare decir estas cosas? Ella no tiene hijos, pero no es por culpa suya.
LAVANDERA 4a-Tiene hijos la que quiere tenerlos. Es que las regalonas, las flojas, las endulzadas no son a propósito pare llevar el vientre arrugado. (Ríen.)
LAVANDERA 3a-Y se echan polvos de blancura y colorete y se prenden ramos de adelfa en busca de otro que no es su marido.
LAVANDERA 5a-¡No hay otra verdad!
LAVANDERA 1a-Pero ¿vosotras la habéis visto con otro?
LAYANDERA 4a-Nosotras no, pero las gentes sí.
LAVANDERA 1a-¡Siempre las gentes!
LAVANDERA 5a-Dicen que en dos ocasiones.
LAVANDERA 2a-¿Y qué hacían?
LAVANDERA 4a-Hablaban.
LAVANDERA 1a-Hablar no es pecado.
LAVANDERA 4a-Hay una cosa en el mundo que es la mirada. Mi madre lo decía. No es lo mismo una mujer mirando unas rosas que una mujer mirando los muslos de un hombre. Ella lo mira.
LAVANDERA 1a-Pero ¿a quién?
LAVANDERA 4a-A uno, ¿lo oyes? Entérate tú, ¿quieres que lo diga más alto? (Risas.) Y cuando no lo mira, porque está sola, porque no lo tiene delante, lo lleva retratado en los ojos.
LAVANDERA 1a- ¡Eso es mentira! (Algazara.)
LAVANDERA 5a-¿Y el marido?
LAVANDERA 3a-El marido está como sordo. Parado, como un lagarto puesto al sol. (Ríen.)
LAVANDERA la-Todo se arreglaría si tuvieran criaturas.
LAVANDERA 2a-Todo esto son cuestiones de gente que no tiene conformidad con su sino.
LAVANDERA 4a - Cada hora que transcurre aumenta el infierno en aquella casa. Ella y las cuñadas, sin despegar los labios, blanquean todo el día las paredes, friegan los cobres, limpian con vaho los cristales, dan aceite a la solería, pues cuanto más relumbra la vivienda más arde por dentro.
LAVANDERA 1a-É1 tiene la culpa; él: cuando un padre no da hijos debe cuidar de su mujer.
LAVANDERA 4a-La culpa es de ella que tiene por lengua un pedernal.
LAVANDERA 1a-¿Qué demonio se te ha metido entre los cabellos para que hables así?
LAVANDERA 4a-¿Y quién ha dado licencia a tu boca para que me des consejos?
LAVANDERA 2a-¡Callar!
LAVANDERA la-Con una aguja de hacer calceta, ensartaría yo las lenguas murmuradoras.
LAVANDERA 2a-¡Calla!
LAVANDERA 4a-Y yo la tapa del pecho de las fingidas.
LAVANDERA 2a-Silencio. ¿No ves que por ahí vienen las cuñadas?(Murmullos. Entran las dos cuñadas de YERMA. Van vestidas de luto. Se ponen a levar en medio de un silencio. Se oyen esquilas.)
LAVANDERA 1a-¿Se van ya los zagales?
LAVANDERA 3a-Sí, ahora salen todos los rebaños.
LAVANDERA 4a-Me gusta el olor de las ovejas.
LAVANDERA 3a-¿Sí?
LAVANDERA 4a- ¿Y por qué no? Olor de lo que una tiene. Como me gusta el olor del fango rojo que trae el río por el invierno.
LAVANDERA 3a-Caprichos.
LAVANDERA 5a- (Mirando.) Van juntos todos los rebaños.
LAVANDERA 4a-Es una inundación de lana. Arramblan con todo. Si los trigos verdes tuvieran cabeza,
temblarían de verlos venir.
LAVANDERA 3a-¡Mire cómo corren! iQué manada de enemigos!
LAVANDERA 1a-Ya salieron todos, no falta uno.
LAVANDERA 4a - A Ver. . ., no... Sí, sí, falta uno.
LAVANDERA 5a-¿Cuál . . . ?
LAVANDERA 4a-El de Víctor. (Las dos cuñadas se yerguen y miran.)
En el arroyo frío
lavo tu cinta.
Como un jazmín caliente
tienes la risa.
Quiero vivir
en la nevada chica
de ese jazmín.
LAVANDERA 1a-
¡Ay de la casada seta!
¡Ay de la que time los pechos de arena!
LAVANDERA 5a-
Dime si tu marido
guarda semilla
para que el agua cante
por tu camisa.
LAVANDERA 4a-
Es to camisa
nave de plata y viento
por las orillas.
LAVANDERA 1a-
Las ropas de mi niño
vengo a lavar
para que tome el agua
lecciones de cristal.
LAVANDERA 2a-
Por el monte ya llegami marido a comer.
Él me trae una rosa
y yo le doy tres.
LAVANDERA 5a-
Por el llano ya vino
mi marido a cenar.
Las brisas que me entrega
cubro con arrayán.
LAVANDERA 4a-
Por el aire ya viene
mi marido a dormir.
Yo, alhelíes rojos
y él, rojo alhelí.
LAVANDERA 1a-
Hay que juntar flor con flor
cuando el verano seca la sangre al segador.
LAVANDERA 4a-
Y abrir el vientre a pájaros sin sueño
cuando a la puerta llama temblando el invierno.
LAVANDERA 1a-
Hay que gemir en la sábana.
LAVANDERA 4a-
¡Y hay que cantar!
LAVANDERA 5a-
Cuando el hombre nos trae
la corona y el pan.
LAVANDERA 4a-
Porque los brazos se enlazan.
LAVANDERA 2a-
Porque la luz se nos quiebra en la garganta.
LAVANDERA 4a-
Porque se endulza el tallo de las ramas.
LAVANDERA 1a-
Y las tiendas del viento cubren a las montañas.
LAVANDERA 6a-(Apareciendo en lo alto del torrente.)
Para que un niño funda
yertos vidrios del alba.LAVANDERA 1a-
Y nuestro cuerpo tiene
ramas furiosas de coral.
LAVANDERA 6a-
Para que haya remeros
en las aguas del mar.
LAVANDERA 1a
Un niño pequeño, un niño.
LAVANDERA 2a-
Y las palomas abren las alas y el pico.
LAVANDERA 3a-
Un niño que gime, un hijo.
LAVANDERA 4a-
Y los hombres avanzan
como çiervos heridos.
LAVANDERA 5a-
¡Alegría, alegría, alegría,
del vientre redondo, bajo la camisa!
LAVANDERA 2a-
¡Alegría, alegría, alegría,
ombligo, cáliz tierno de maravilla!
LAVANDERA 1a-
¡Pero, ay de la casada seca!
¡Ay de la que tiene los pechos de arena!
LAVANDERA 3a-
¡Que relumbre!
LAVANDERA 2a-
¡Que coma!
LAVANDERA 5a-
¡Que vuelva a relumbrar!
LAVANDERA 1a-
¡Que cante!
LAVANDERA 2a-
¡Que se esconda!LAVANDERA 1a-
Y que vuelva a cantar.
LAVANDERA 6a-
La aurora que mi niño
lleva en el delantal.
LAVANDERA 2a- (Cantan todas a coro.)
En el arroyo frío
lavo tu cinta.
Como un jazmín caliente
tienes la risa.
¡Ja, ja, ja!
(Mueven los paños con ritmo y los golpean.)
TELÓN
CUADRO SEGUNDO
(Casa de YERMA. Atardece. JUAN está sentado. Las dos CUÑADAS de pie.)
JUAN.-¿Dices que salió hace poco? (La hermana mayor contesta con la cabeza.) Debe de estar en la
fuente. Pero ya sabéis que no me gusta que salga sola. (Pause.) Puedes poner la mesa. (Sale la hermana menor.) Bien ganado tengo el pan que como. (A su hermana.) Ayer pasé un día duro. Estuve podando los manzanos y a la caída de la tarde me puse a pensar pare qué pondría yo tanta ilusión en la faena si no puedo llevarme una manzana a la boca. Estoy harto. (Se pass la mano por la cara. Pausa.) Esa no viene... Una de vosotras debía salir con ella, porque para eso estáis aquí comiendo en mi mantel y bebiendo mi vino. Mi vida está en el campo, pero mi honra está aquí. Y mi honra es también la vuestra.
(La hermana incline la cabeza.) No lo tomes a mal.
(Entra YERMA con dos cántaros. Queda parada en la puerta.)
¿Vienes de la fuente?
YERMA.-Para tener agua fresca en la comida. (Sale la otra hermana.) ¿Cómo están las tierras?
JUAN.-Ayer estuve podando los árboles. (YERMA deja los cántaros. Pausa.)
YERMA.-¿Te quedarás?
JUAN.-He de cuidar el ganado. Tú sabes que esto es cosa del dueño.
YERMA.-Lo sé muy bien. No lo repitas.
JUAN.-Cada hombre tiene su vida.
YERMA.-Y cada mujer la suya. No te pido yo que te quedes. Aquí tengo todo lo que necesito. Tus
hermanas me guardan bien. Pan tierno y requesón y cordero asado como yo aquí, y pasto lleno de rocío tus ganados en el monte. Creo que puedes vivir en paz.
JUAN.-Para vivir en paz se necesita estar tranquilo.
YERMA. ¿Y tú no estás?
JUAN.-No lo estoy.
YERMA.-Desvía la intención.
JUAN.- ¿Es que no conoces mi modo de ser? Las ovejas en el redil y las mujeres en su casa. Tú sales
demasiado. ¿No me has oído decir esto siempre?YERMA.-Justo. Las mujeres dentro de sus casas. Cuando las casas no son tumbas. Cuando las sillas se rompen y las sábanas de hilo se gastan con el uso. Pero aquí no. Cada noche, cuando me acuesto,
encuentro mi cama más nueva, más reluciente, como si estuviera recién traída de la ciudad.
JUAN.-Tú misma reconoces que llevo razón al quejarme. ¡Que tengo motivos para estar alerta!
YERMA.-Alerta ¿de qué? En nada te ofendo. Vivo sumisa a ti, y lo que sufro lo guardo pegado a mis
carnes. Y cada día que pase será peor. Vamos a callarnos. Yo sabré llevar mi cruz como mejor pueda,
pero no me preguntes nada. Si pudiera de pronto volverme vieja y tuviera la boca como una flor
machacada, te podría sonreír y conllevar la vida contigo. Ahora, ahora déjame con mis clavos.
JUAN.-Hablas de una manera que yo no to entiendo. No te privo de nada. Mando a los pueblos vecinos por las cosas que te gustan. Yo tengo mis defectos, pero quiero tener paz y sosiego contigo. Quiero
dormir fuera y pensar que tú duermes también.
YERMA.-Pero yo no duermo, yo no puedo dormir.
JUAN.-¿Es que te falta algo? Dime. ¡Contesta!
YERMA.- (Con intención y mirando fijamente al marido.) Sí, me falta. (Pausa.)
JUAN.-Siempre lo mismo. Hace ya más de cinco años. Yo casi lo estoy olvidando.
YERMA.-Pero yo no soy tú. Los hombres tienen otra vida, los ganados, los árboles, las conversaciones; las mujeres no tenemos más que ésta de la cría y el cuidado de la cría.
JUAN.-Todo el mundo no es igual. ¿Por qué no te traes un hijo de tu hermano? Yo no me opongo.
YERMA.-No quiero cuidar hijos de otros. Me figuro que se me van a helar los brazos de tenerlos.
JUAN.-Con ese achaque vives alocada, sin pensar en lo que debías, y te empeñas en meter la cabeza por una roca.
YERMA.-Roca que es una infamia que sea roca, porque debía ser un canasto de flores y agua dulce.
JUAN.-Estando a tu lado no se siente más que inquietud, desasosiego. En úitimo caso, debes resignarte.
YERMA.-Yo he venido a estas cuatro paredes para no resignarme. Cuando tenga la cabeza atada con un pañuelo para que no se me abra la boca, y las manos bien amarradas dentro del ataúd, en esa hora me
habré resignado.
JUAN.-Entonces, ¿qué quieres hacer?
YERMA.-Quiero beber agua y no hay vaso ni agua, quiero subir al monte y no tengo pies, quiero bordar mis enaguas y no encuentro los hilos.
JUAN.-Lo que pasa es que no eres una mujer verdadera y buscas la ruina de un hombre sin voluntad.
YERMA.-Yo no sé quién soy. Déjame andar y desahogarme. En nada te he faltado.
JUAN.-No me gusta que la gente me señale. Por eso quiero ver cerrada esa puerta y cada persona en su casa.
(Sale la HERMANA PRIMERA lentamente y se acerca a una alacena.)
YERMA.-Hablar con la gente no es pecado.
JUAN.-Pero puede parecerlo.
(Sale la otra hermana y se dirige a los cántaros en los cuales llena una jarra.)
JUAN.-(Bajando la voz.) Yo no tengo fuerzas para estas cosas. Cuando te den conversación cierra la
boca y piensa que eres una mujer casada.
YERMA.-(Con asombro.) ¡Casada!
JUAN.-Y que las familias tienen honra y la honra es una carga que se lleva entre dos. (Sale la hermana con la jarra, lentamente.) Pero que está oscura y débil en los mismos caños de la sangre. (Sale la otra
hermana con una fuente de modo casi procesional. Pausa.) Perdóname. (YERMA mira a su marido,
éste levanta la cabeza y se tropieza con la mirada.) Aunque me miras de un modo que no debía decirte:
perdóname, sino obligarte, encerrarte, porque para eso soy el marido.(Aparecen las dos hermanas en la puerta.)
YERMA.-Te ruego que no hables. Deja quieta la cuestión. (Pausa.)
JUAN.-Vamos a comer. (Entran las hermanas.) ¿Me has oído?
YERMA.-(Dulce.) Come tú con tus hermanas. Yo no tengo hambre todavía.
JUAN.-Lo que quieras. (Entra.)
YERMA.-(Como soñando.)
¡Ay, qué prado de pena!
¡Ay, qué puerta cerrada a la hermosura!,
que pido un hijo que sufrir, y el aire
me ofrece dalias de dormida luna.
Estos dos manantiales que yo tengo
de leche tibia, son en la espesura
de mi carne dos pulsos de caballo
que hacen latir la rama de mi angustia.
¡Ay, pechos ciegos bajo mi vestido!
¡Ay, palomas sin ojos ni blancura!
¡Ay, qué dolor de sangre prisionera
me está clavando avispas en la nuca!
Pero tú has de venir, amor, mi niño,
porque el agua da sal, la tierra fruta,
y nuestro vientre guarda tiernos hijos
como la nube lleva dulce lluvia.
(Mira hacia la puerta.) ¡María!
¿Por qué pasas tan de prisa por mi puerta?
MARÍA.-(Entra con un niño en brazos.) Cuando voy con el niño lo hago..., ¡como siempre lloras!
YERMA.-Tienes razón. (Coge al niño y se sienta.)
MARÍA.-Me da tristeza que tengas envidia.
YERMA.-No es envidia lo que tengo; es pobreza.
MARÍA.-No to quejes.
YERMA.-¡Cómo no me voy a quejar cuando te veo a ti y a otras mujeres llenas por dentro de flores, y viéndome yo inútil en medio de tanta hermosura!
MARÍA.-Pero tienes otras cosas. Si me oyeras podrías ser feliz.
YERMA.-La mujer de campo que no da hijos es inútil como un manojo de espinos, y hasta mala, a pesar de que yo sea de este desecho dejado de la mano de Dios. ( MARÍA hace un gesto para tomar al niño.)
YERMA.-Tómalo, contigo está más a gusto. Yo no debo tener manos de madre.
MARÍA. ¿Por qué me dices eso?
YERMA.-(Se levanta.) Porque estoy harta. Porque estoy harta de tenerlas y no poderlas usar en cosa
propia. Que estoy ofendida, ofendida y rebajada hasta lo último, viendo que los trigos apuntan, que las fuentes no cesan de dar agua y que paren las ovejas cientos de corderos, y las perras, y que parece que todo el campo puesto de pie me enseña sus crías tiernas, adormiladas, mientras yo siento dos golpes de martillo aquí, en lugar de la boca de mi niño
MARÍA.-No me gusta to que dices
YERMA.-Las mujeres cuando tenéis hijos no podéis pensar en las que no los tenemos. Os quedáis
frescas, ignorantes, como el que nada en agua dulce y no tiene idea de la sed.
MARÍA.-No te quiero decir lo que te digo siempre.
YERMA.-Cada vez tengo más deseos y menos esperanzas.
MARÍA.-Mala cosa.
YERMA.-Acabaré creyendo que yo misma soy mi hijo. Muchas veces bajo yo a echar la comida a los
bueyes, que antes no lo hacía, porque ninguna mujer lo hace, y cuando paso por lo oscuro del cobertizo mis pasos me suenan a pasos de hombre.
MARÍA.-Cada criatura tiene su razón.
YERMA.-A pesar de todo sigue queriéndome. ¡Ya ves cómo vivo!
MARÍA. ¿Y tus cuñadas?
YERMA.-Muerta me vea y sin mortaja, si alguna vez les dirijo la conversación.
MARÍA.-¿Y tu marido?
YERMA.-Son tres contra mí.
MARÍA. ¿Qué piensan?
YERMA. - Figuraciones. De gente que no tiene la conciencia tranquila. Creen que me puede gustar otro hombre y no saben que aunque me gustara, lo primero de mi casta es la honradez. Son piedras delante de mí. Pero ellos no saben que yo, si quiero, puedo ser agua de arroyo que las lleve.
(Una hermana entra y sale llevando un pan.)
MARÍA. - De todas maneras, creo que tu marido te sigue queriendo.
YERMA.-Mi marido me da pan y casa.
MARÍA.-¡Qué trabajos estás pasando, qué trabajos! Pero acuérdate de las llagas de Nuestro Señor.
(Están en la puerta.)
YERMA.-(Mirando al niño.) Ya ha despertado.
MARÍA.-Dentro de poco empezará a cantar..
YERMA.-Los mismos ojos que tú, ¿lo sabías? ¿Los has visto? (Llorando.) ¡Tiene los mismos ojos
que tienes tú! ( YERMA empuja suavemente a MARÍA y ésta sale silenciosa. YERMA se dirige a la
puerta por donde entró su marido.)
MUCHACHA 2a-Chiss.
YERMA.-(Volviéndose.) ¿Qué?
MUCHACHA 2a-Esperé a que saliera. Mi madre te está aguardando.
YERMA. ¿Está sola?
MUCHACHA 2a-Con dos vecinas.
YERMA.-Dile que espere un poco.
MUCHACHA 2a-¿Pero vas a ir? ¿No te da miedo?
YERMA.-Voy a ir.
MUCHACHA 2a-¡Allá tú!
YERMA.-¡Que me esperen aunque sea tarde! (Entra VÍCTOR.)
VÍCTOR. ¿Está Juan?
YERMA.-Sí.
MUCHACHA 2a- (Cómplice.) Entonces, luego, yo traeré la blusa,
YERMA.-Cuando quieras. (Sale la MUCHACHA.) Siéntate.
VÍCTOR.-Estoy bien así.
YERMA.-(Llamando.) ¡Juan!
VÍCTOR.-Vengo a despedirme. (Se estremece ligeramente, pero vuelve a su serenidad.)
YERMA.-¿Te vas con tus hermanos?
VÍCTOR.-Así lo quiere mi padre.
YERMA.-Ya debe estar viejo.
VÍCTOR.-Sí. Muy viejo. (Pausa.)
YERMA.-Haces bien de cambiar de campos.
VÍCTOR. - Todos los campos son iguales.
YERMA.-No. Yo me iría muy lejos.VÍCTOR.-Es todo lo mismo. Las mismas ovejas tienen la misma lana.
YERMA.-Para los hombres, sí; pero las mujeres somos otra cosa. Nunca oí decir a un hombre
comiendo: qué buenas son estas manzanas. Vais a lo vuestro sin reparar en las delicadezas. De mí sé
decir que he aborrecido el agua de estos pozos.
VÍCTOR.-Puede ser. (La escena está en una suave penumbra.)
YERMA.-VÍCTOR.
VÍCTOR.-Dime.
YERMA. ¿Por qué te vas? Aquí las gentes lo quieren.
VÍCTOR.-Yo me porté bien. (Pausa.)
YERMA.-Te portaste bien. Siendo zagalón me llevaste una vez en brazos, ¿no recuerdas? Nunca se sabe lo que va a pasar.
VÍCTOR.-Todo cambia.
YERMA. - Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye.
VÍCTOR.-Así es. (Aparece la HERMANA SEGUNDA y se dirige lentamente hacia la puerta, donde
queda fija, iluminada por la última luz de la tarde.)
YERMA.-Pero que si salieran de pronto y gritaran, llenarían el mundo.
VÍTOR.-No se adelantaría nada. La acequia por su sitio, el rebaño en el redil, la luna en el cielo y el
hombre con su arado.
YERMA. - ¡Qué pena más grande no poder sentir las enseñanzas de los viejos! ¡Se oye el sonido largo y
melancólico de las caracolas de los pastores.)
VÍCTOR.-Los rebaños.
JUAN.-(Sale.) ¿Vas ya de camino?
VÍCTOR. Y quiero pasar el puerto antes del amanecer.
JUAN. ¿Llevas alguna queja de mí?
VÍCTOR.-No. Fuiste buen pagador.
JUAN.-(A YERMA.) Le compré los rebaños.
YERMA.-¿Sí?
VÍCTOR.-(A YERMA.) Tuyos son.
YERMA.-No lo sabía.
JUAN.-(Safisfecho.) Así es.
VÍCTOR.-Tu marido ha de ver su hacienda colmada.
YERMA.-El fruto viene a las manos del trabajador que lo busca. (La hermana que está en la puerta
entra dentro.)
JUAN.-Ya no tenemos sitio donde meter tantas ovejas.
YERMA.– (Sombría.) La tierra es grande. (Pausa.)
JUAN.-Iremos juntos hasta el arroyo.
VíCTOR.-Deseo la mayor felicidad para esta casa. (Le da la mono a YERMA.)
YERMA. - ¡Dios lo oiga! ¡Salud!
(VÍCTOR le da salida y, a un movimiento imperceptible de YERMA, se vuelve.)
VICTOR. ¿Decías algo?
YERMA.-(Dramática.) Salud, dije.
VÍCTOR. - Gracias. (Salen. YERMA queda angustiada mirándose la mano que ha dado a VÍCTOR.
YERMA se dirige rápidamente hacia la izquierda y toma un mantón.)
MUCHACHA 2a-Vamos. (En silencio, tapándole la cabeza.)
YERMA. - Vamos. (Salen sigilosamente.)(La escena está casi a oscuras. Sale la HERMANA PRIMERA con un velón que no debe dar al teatro
luz ninguna sino la natural que lleva. Se dirige al fin de la escena, buscando a YERMA. Suenan las
caracolas de los rebaños.)
CUÑADA la-(En voz baja.) ¡Yerma!
(Sale la HERMANA SEGUNDA. Se miran las dos y se dirigen hacia la puerta.)
CUÑADA 2a-(Más alto.) ¡Yerma!
CUÑADA 1a- (Dirigiéndose a la puerta y con una imperiosa voz.) ¡Yerma!
(Se oyen las caracolas y los cuernos de los pastores. La escena está oscurísima.)
TELÓN
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
(Casa de la DOLORES la conjuradora. Está amaneciendo. Entra YERMA
Con DOLORES y dos VIEJAS.)
DOLORES.-Has estado valiente.
VIEJA 1a-No hay en el mundo fuerza como la del deseo.
VIEJA 2a-Pero el cementerio estaba demasiado oscuro.
DOLORES.-Muchas veces yo he hecho estas oraciones en el cementerio con mujeres que ansiaban críos y todas han pasado miedo. Todas menos tú.
YERMA.-Yo he venido por el resultado. Creo que no eres mujer engañadora.
DOLORES.-No soy. Que mi lengua se llene de hormigas, como está la boca de los muertos, si alguna
vez he mentido. La última vez hice la oración con una mujer mendicante que estaba seca más tiempo
que tú, y se le endulzó el vientre de manera tan hermosa que tuvo dos criaturas ahí abajo en el río,
porque no le daba tiempo de llegar a las casas, y ella misma las trajo en un pañal para que yo las
arreglase.
YERMA. ¿Y pudo venir andando desde el río?
DOLORES.-Vino. Con los zapatos y las enaguas empapados de sangre... pero con la cara reluciente.
YERMA. ¿Y no le pasó nada?
DOLORES. - ¿Qué le iba a pasar? Dios es Dios.
YERMA.- Naturalmente. Dios es Dios. No le podía pasar nada. Sino agarrar las criaturas y lavarlas con agua viva. Los animales los lamen, ¿verdad? A mí no me da asco de mi hijo. Yo tengo la idea de que las recién paridas están como iluminadas por dentro y los niños se duermen horas y horas sobre ellas,
oyendo ese arroyo de leche tibia que les va llenando los pechos pare que ellos mamen, para que ellos
jueguen hasta que no quieran más, hasta que retiren la cabeza: "otro poquito más, niño..." y se les llene la cara y el pecho de gotas blancas.
DOLORES.-Ahora tendrás un hijo. Te lo puedo asegurar.
YERMA.-Lo tendré porque lo tengo que tener. O no entiendo el mundo. A veces, cuando ya estoy
segura de que jamás, jamás . . . , me sube como una oleada de fuego por los pies y se me quedan vacías todas las cosas, y los hombres que andan por la calle y los toros y las piedras me parecen como cosas de algodón. Y me pregunto: ¿para qué estarán ahí puestos?
VIEJA la-Está bien que una casada quiera hijos, pero si no los tiene, ¿por qué esa ansia de ellos? Lo
importante de este mundo es dejarse llevar por los años. No te critico. Ya has visto cómo he ayudado a los rezos. Pero, ¿qué vega esperas dar a tu hijo ni qué felicidad, ni qué silla de plata?
YERMA.-Yo no pienso en el mañana, pienso en el hoy. Tú estás vieja y lo ves ya todo como un libro
leído. Yo pienso que tengo sed y no tengo libertad. Yo quiero tener a mi hijo en los brazos para dormir tranquila, y óyelo bien y no te espantes de lo que digo: aunque yo supiera que mi hijo me iba a martirizar después y me iba a odiar y me iba a llevar de los cabellos por las calles, recibiría con gozo su nacimiento, porque es mucho mejor llorar por un hombre vivo que nos apuñala, que llorar por este
fantasma sentado año tras año encima de mi corazón.
VIEJA 1a-Eres demasiado joven para oír conseio. Pero mientras esperas la gracia de Dios debes
ampararte en el amor de tu marido.
YERMA.-¡Ay! Has puesto el dedo en la llaga más honda que tienen mis carnes.
DOLORES.-Tu marido es bueno.
YERMA. - (Se levanta.) ¡Es bueno! ¡Es bueno! ¿Y qué? Ojalá fuera malo. Pero no. El va con sus ovejas por sus caminos y cuenta el dinero por las noches. Cuando me cubre cumple con su deber, pero yo le noto la cintura fría como si tuviera el cuerpo muerto y yo, que siempre he tenido asco de las mujeres calientes, quisiera ser en aquel instante como una montaña de fuego.
DOLORES.-iYerma!
YERMA.-No soy una casada indecente; pero yo sé que los hijos nacen del hombre y de la mujer. ¡Ay, si los pudiera tener yo sola!
DOLORES. - Piensa que tu marido también sufre.
YERMA.-No sufre. Lo que pasa es que él no ansía hijos.
VIEJA 1a-¡No digas eso!
YERMA.-Se lo conozco en la mirada, y como no los ansía no me los da. No lo quiero, no lo quiero y,
sin embargo, es mi única salvación. Por honra y por casta. Mi única salvación.
VIEJA 1a- (Con miedo.) Pronto empezará a amanecer. Debes ir a tu casa.
DOLORES.-Antes de nada saldrán los rebaños y no conviene que te vean sola.
YERMA.-Necesitaba este desahogo. ¿Cuántas veces repito las oraciones?
DOLORES.-La oración del laurel dos veces, y al mediodía la oración de Santa Ana. Cuando te sientas encinta me traes la fanega de trigo que me has prometido.
VIEJA 1a-Por encima de los montes ya empieza a clarear. Vete.
DOLORES.-Como en seguida empezarán a abrir los portones, te vas dando un rodeo porla acequia.
YERMA.-(Con desaliento.) ¡No sé por qué he venido!
DOLORES. ¿Te arrepientes?
YERMA.- ¡No!
DOLORES. - (Turbada.) Si tienes miedo te acompañaré hasta la esquina.
VIEJA 1a- (Con inquietud.) Van a ser las claras del día cuando llegues a tu puerta. (Se oyen voces.)
DOLORES.-¡Calla! (Escuchan.)
VIEJA la-No es nadie. Anda con Dios. ( YERMA se dirige a la puerta y en este momento llaman a ella. Las tres mujeres quedan paradas.)
DOLORES.-¿Quién es?
VOZ.-Soy yo.
YERMA. - Abre. (DOLORES duda.) ¿Abres o no?
(Se oyen murmullos. Aparece JUAN con las dos CUÑADAS. )
CUÑADA 2a-Aquí está.YERMA.-Aquí estoy.
JUAN. ¿Qué haces en este sitio? Si pudiera dar voces levantaría a todo el pueblo para que viera dónde iba la honra de mi casa; pero he de ahogarlo todo y callarme porque eres mi mujer.
YERMA.-Si pudiera dar voces también las daría yo pare que se levantaran haste los muertos y vieran
esta limpieza que me cubre.
JUAN. - ¡No, eso no! Todo lo aguanto menos eso. Me engañas, me envuelves y como soy un hombre
que trabaja la tierra no tengo ideas para tus astucias.
DOLORES.-¡Juan!
JUAN.-¡Vosotras, ni palabra!
DOLORES.-(Fuerte.) Tu mujer no ha hecho nada malo.
JUAN.-Lo está haciendo desde el mismo día de la boda. Mirándome con dos agujas, pasando las noches en vela con los ojos abiertos al lado mío y llenando de malos suspiros mis almohadas.
YERMA.-¡Cállate!
JUAN.-Y yo no puedo más. Porque se necesita ser de bronce para ver a tu lado una mujer que te quiere meter los dedos dentro del corazón y que se sale de noche fuera de su casa, ¿en busca de qué? ¡Dime!, ¿buscando qué? Las calles están llenas de machos. En las calles no hay flores que cortar.
YERMA.-No te dejo hablar ni una sola palabra..Ni una más. Te figuras tú y tu gente que sois vosotros los únicos que guardáis honra, y no sabes que mi casta no ha tenido nunca nada que ocultar. Anda.
Acércate a mí y huele mis vestidos: ¡acércate! A ver dónde encuentras un olor que no sea tuyo, que no sea de tu cuerpo. Me pones desnuda en mitad de la plaza y me escupes. Haz conmigo lo que quieras, que soy tu mujer, pero guárdate de poner nombre de varón sobre mis pechos.
JUAN.-No soy yo quien lo pone, lo pones tú con tu conducta y el pueblo lo empieza a decir. Lo empieza a decir claramente. Cuando llego a un corro, todos callan; cuando voy a pesar la harina, todos callan y
hasta de noche, en el campo, cuando despierto me parece que también se callan las ramas de los árboles.
YERMA.-Yo no sé por qué empiezan los malos aires que revuelcan al trigo; ¡y mira tú si el trigo es
bueno!
JUAN.-Ni yo sé lo que busca una mujer a todas horas fuera de su tejado.
YERMA.-(En un arranque y abrazándose a su marido.) Te busco a ti Te busco a ti, es a ti a quien busco día y noche sin encontrar sombra donde respirar. Es tu sangre y tu amparo lo que deseo.
JUAN.-Apártate.
YERMA.-No me apartes y quiere conmigo.
JUAN.- ¡Quita!
YERMA.-Mira que me quedo sola. Como si la luna se buscara ella misma por el cielo. ¡Mírame!
(Lo mira. )
JUAN.-(La mira y la aparta bruscamente.) ¡Déjame ya de una vez!
DOLORES.-¡Juan! ( YERMA Cae al suelo.)
YERMA.-(Alto.) Cuando salía por mis claveles me tropecé con el muro. ¡Ay! ¡Ay! Es en ese muro
donde tengo que estrellar mi cabeza.
JUAN.-Calla. Vamos.
DOLORES.-¡Dios mío!
YERMA. - (A gritos.) Maldito sea mi padre que me dejó su sangre de padre de cien hijos. Maldita sea mi sangre que los busca golpeando por las paredes.
JUAN.-¡Calla he dicho!
DOLORES. - ¡Viene gente! Habla bajo.
YERMA.-No me importa. Dejarme libre siquiera la voz, ahora que voy entrando en lo más oscuro del
pozo. (Se levanta.) Dejar que de mi cuerpo salga siquiera esta cosa hermosa y que llene el aire.
(Se oyen votes.)
DOLORES.-Van a pasar por aquí.
JUAN.-Silencio.
YERMA.-¡Eso! ¡Eso! Silencio. Descuida.
JUAN.-Vamos. ¡Pronto!
YERMA.-Ya está! ¡Ya está! ¡Y es inútil que me retuerza las manos! Una cosa es querer con la cabeza...
JUAN.-Calla.
YERMA.-(Bajo.) Una cosa es querer con la cabeza y otra cosa es que el cuerpo, ¡maldito sea el cuerpo!,
no nos responda. Está escrito y no me voy a poner a luchar a brazo partido con los mares. ¡Ya está! ¡Que
mi boca se quede muda! (Sale.)
TELÓN RÁPIDO
CUADRO SEGUNDO
(Alrededores de una ermita, en plena montaña. En primer término, unas ruedas de carro y unas mantas
formando una tienda rústica donde está YERMA. Entran las mujeres con ofrendas a la ermita. Vienen
descalzas. En escena está la vieja alegre del primer acto.)
(Canto a telón corrido.)
No te pude ver
cuando eras soltera,
mas de casada
te encontraré.
Te desnudaré
casada y romera,
cuando en lo oscuro
las dote den.
VIEJA.-(Con sorna.) ¿Habéis bebido ya el agua santa?
MUJER 1a-Sí.
VIEJA.-Y ahora a ver a ése.
MUJER 1a-Creemos en él.
VIEJA.-Venís a pedir hijos al Santo y resulta que cada año vienen más hombres solos a esta romería;
¿qué es lo que pasa? (Ríe.)
MUJER 1a-¿A qué vienes aquí si no crees?
VIEJA.- A ver. Yo me vuelvo loca por ver. Y a cuidar de mi hia. El año pasado se mataron dos por una
casada seca y quiero vigilar. Y en último caso, vengo porque me da la gana.
MUJER 1a-¡Que Dios te perdone! (Entran.)
VIEJA.-(Con .sarcasmo.) Que te perdone a ti. (Se va. Entra MARÍA con la MUCHACHA 1a)
MUCHACHA 1a--¿Y ha venido?
MARÍA.-Ahí tienes el carro. Me costó mucho que vinieran. Ella ha estado un mes sin levantarse de la
silla. Le tengo miedo. Tiene una idea que no sé cuál es, pero desde luego es una idea mala.
MUCHACHA 1a-Yo llegué con mi hermana. Lleva ocho años viniendo sin resultado.
MARÍA.-Tiene hijos la que los tiene que tener.
MUCHACHA la-Es lo que yo digo.
(Se oyen voces.)
MARÍA.-Nunca me gustó esta romería. Vamos a las eras, que es donde está la gente.
MUCHACHA 1a- El año pasado, cuando se hizo oscuro, unos mozos atenazaron con sus manos los
pechos de mi hermana.
MARÍA.-En cuatro leguas a la redonda no se oyen más que palabras terribles.
MUCHACHA 1a- Más de cuarenta toneles de vino he visto en las espaldas de la ermita.
MARÍA.=Un río de hombres solos baja esas sierras.
(Salen. Se oyen votes. Entra YERMA con seis mujeres que van a la iglesia. Van descalzas y llevan
cirios rizados. Empieza el anochecer.)
MARÍA.-
Señor, que florezca la rosa,
no me la dejéis en sombre.
MUJER 2a-
Sobre su carne marchita
florezca la rosa amarilla.
MARÍA.-
Y en el vientre de tus siervas
la llama oscura de la tierra.
CORO DE MUJERES.-
Señor, que florezca la rosa,
no me la dejéis en sombra.
(Se arrodillan.)
YERMA.-
E1 cielo tiene jardines
con rosales de alegría,
entre rosal y rosal
la rosa de maravilla.
Rayo de aurora parece,
y un arcángel la vigila,
las alas como tormentas,
los ojos como agonías.
Alrededor de sus hojas
arroyos de leche tibia
juegan y mojan la cara
de las estrellas tranquilas.
Señor, abre tu rosal
sobre mi carne marchita.
(Se levantan.)
MUJER 2a-
Señor, calma con tu mano
las ascuas de su mejilla.
YERMA.-
Escucha a la penitente
de tu santa romería.
Abre tu rosa en mi carne
aunque tenga mil espinas.
CORO.-
.Señor, que florezca la rosa,
no me la dejéis en sombra.
YERMA.-
Sobre mi carne marchita
la rosa de maravilla.
(Entran.)
(Salen muchachas corriendo, con largas cintas en las manos, por la izquierda. Por la derecha, otras
tres mirando hacia atrás. Hay en la escena como un crescendo de voces y de ruidos de cascabeles y
colleras de campanilleros. En un plano superior aparecen las siete muchachas que agitan las cintas
hacia la izquierda. Crece el ruido y entran dos máscaras populares. Una como macho y otra como
hembra. Llevan grandes caretas. El macho empuña un cuerno de toro en la mano. No son grotescas de
ningún modo, sino de gran belleza y con un sentido de pura tierra. La hembra agita un collar de
grandes cascabeles. El fondo se llena de gente que grita y comenta la danza. Está muy anochecido. )
NIÑOS.-¡El demonio y su mujer! ¡El demonio y su mujer!
HEMBRA.-
En el río de la sierra
la esposa triste se bañaba.
Por el cuerpo le subían
los caracoles del agua.
La arena de las orillas
y el aire de la mañana
le daban fuego a su risa
y temblor a sus espaldas.
¡Ay, qué desnuda estaba
la doncella en el agua!
NIÑO.-
¡Ay, cómo se quejaba!
HOMBRE 1°.-
¡Ay, marchita de amores
con el viento y el agua!
HOMBRE 2°-
¡Que diga a quién espera!
HOMBRE 1°.-
iQue diga a quién aguarda!
HOMBRE 2°-
¡Ay, con el vientre seco
y la color quebrada!
HEMBRA.-
Cuando llegue la noche lo diré,
cuando llegue la noche clara.
Cuando llegue la noche de la romería
rasgaré los volantes de mi enagua.
NIÑO.-
Y en seguida vino la noche.
¡Ay, que la noche llegaba!
Mirad qué oscuro se pone
el chorro de la montaña.
(Empiezan a sonar unas guitarras.)
MACHO.-(Se levanta y agita el cuerno.)
¡Ay, qué blanca
la triste casada!
¡Ay, cómo se queja entre las ramas!
Amapola y clavel será luego
cuando el macho despliegue su capa.
(Se acerca.)
Si tú vienes a la romería
a pedir que to vientre se abra,
no te pongas un velo de luto
sino dulce camisa de holanda.
Vete sola detrás de los muros
donde están las higueras cerradas
y soporta mi cuerpo de tierra
hasta el blanco gemido del alba.
¡Ay, cómo relumbra!
¡Ay, cómo relumbra,
ay, cómo se cimbrea la casada!
HEMBRA.-
Ay, que el amor le pone
coronas y guirnaldas,
y dardos de oro vivo
en su pecho se clavan.
MACHO.-
Siete veces gemía,
nueve se levantaba,quince veces juntaron
jazmines con naranjas.
HOMBRE 3°-
¡Dale ya con el cuerno!
HOMBRE 2°.-
¡Con la rosa y la danza!
HOMBRE 1°-
¡Ay, cómo se cimbrea la casada!
MACHO.-
En esta romería
el varón siempre manda.
Los maridos son toros.
El varón siempre manda.
¡Dale ya con la rama!
Y las romeras flores
para aquel que las gana.
NIÑO.-
¡Dale ya con el aire!
HOMBRE 2°-
¡Dale ya con la rama!
MACHO.-
Venid a ver la lumbre
de la que se bañaba!
HOMBRE 1°.-
Como junco se curva.
HEMBRA.-
Y como flor se cansa.
HOMBRES.-
¡Que se aparten Las niñas!
MACHO.-
Que se queme la danza
y el cuerpo reluciente
de la linda casada.
(Se van bailando con son de palmas y sonrisas. Cantan.)
E1 cielo tiene jardines
con rosales de alegría,
entre rosal y rosal
la rosa de maravilla.
(Vuelven a pasar dos muchachas gritando. Entra la VIEJA alegre.)
VIEJA.-A ver si luego nos dejáis dormir. Pero luego será ella. (Entra YERMA. ) ¡Tú! (YERMA está
abatida y no habla.) Dime, ¿para qué has venido?
YERMA.-No sé.
VIEJA.-¿No te convences? ¿Y tu esposo? ( YERMA da muestras de cansancio y de persona a la que
una idea fija le quiebra la cabeza.)
YERMA.-Ahí está.
VIEJA. ¿Qué hace?
YERMA. - Bebe. (Pausa. Llevándose Las manos a la frente.) ¡Ay!
VIEJA.-¡Ay, ay! Menos ¡ay! Y más alma. Antes no he podido decirte nada, pero ahora sí.
YERMA.-¡Y qué me vas a decir que ya no sepa!
VIE JA.-Lo que ya no se puede callar. Lo que está puesto encima del tejado. La culpa es de to marido.
¿Lo oyes? Me dejaría cortar las manos. Ni su padre, ni su abuelo, ni su bisabuelo, se portaron como
hombres de casta. Para tener un hijo ha sido necesario que se junte el cielo con la tierra. Están hechos
con saliva. En cambio, tu gente no. Tienes hermanos y primos a cien leguas a la redonda. Mira qué
maldición ha venido a caer sobre to hermosura.
YERMA.-Una maldición. Un charco de veneno sobre las espigas.
VIEJA.-Pero tú tienes pies para marcharte de tu casa.
YERMA. ¿Para marcharme?
VIEJA.-Cuando te vi en la romería me dio un vuelco el corazón. Aquí vienen las mujeres a conocer
hombres nuevos. Y el Santo hace el milagro. Mi hijo está sentado detrás de la ermita esperándote. Mi
casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos. Mi hijo sí es de sangre. Como yo. Si
entras en mi casa todavía queda olor de tunas. La ceniza de tu colcha se te volverá pan y sal para las
crías. Anda. No te importe la gente. Y en cuanto a tu marido, hay en mi casa entrañas y herramientas
para que no cruce siquiera la calle.
YERMA. -¡Calla, calla, si no es eso! Nunca lo haría. Yo no puedo ir a buscar. ¿Te figuras que puedo
conocer otro hombre? ¿Dónde pones mi honra? El agua no se puede volver atrás ni la luna llena sale al
mediodía. Vete. Por el camino que voy, seguiré. ¿Has pensado en serio que yo me pueda doblar a otro
hombre? ¿Qué yo vaya a pedirle lo que es mío como una esclava? Conóceme, para que nunca me hables
más. Yo no busco.
VIEJA. - Cuando se tiene sed, se agradece el agua.
YERMA.-Yo soy como un campo seco donde caben arando mil pares de bueyes y lo que tú me das es
un pequeño vaso de agua de pozo. Lo mío es dolor que ya no está en las carnes.
VIEJA.-(Fuerte.) Pues sigue así. Por tu gusto es. Como los cardos del secano, pinchosa, marchita.
YERMA. - (Fuerte.) ¡Marchita, sí, ya lo sé! ¡Marchita! No es preciso que me lo refriegues por la boca.
No vengas a solazarte como los niños pequeños en la agonía de un animalito. Desde que me casé estoy
dándole vueltas a esta palabra, pero es la primers vez que la oigo, la primera vez que me la dicen en la
cara. La primer vez que veo que es verdad.
VIEIA.-No me das ninguna lástima, ninguna. Yo buscaré otra mujer para mi hijo.
(Se va. Se oye un gran coro lejano cantando por los romeros. YERMA se dirige hacia el carro y
aparece detrás del mismo su marido.)
YERMA.-¿Estabas ahí?
JUAN.-Estaba.
YERMA. ¿Acechando?JUAN.-Acechando.
YERMA. ¿Y has oído?
JUAN.-Sí.
YERMA. ¿Y qué? Déjame y vete a los cantos. (Se sienta en las mantas.)
JUAN.-También es hora de que yo hable.
YERMA.-¡Habla!
JUAN.-Y que me queje.
YERMA. ¿Con qué motivos?
JUAN-Que tengo el amargor en la garganta.
YERMA.-Y yo en los huesos.
JUAN.-Ha llegado el último minuto de resistir este continuo lamento por cosas oscuras, fuera de la vida,
por cosas que están en el aire.
YERMA. - (Con asombro dramático.) ¿Fuera de la vida, dices? ¿En el sire, dices?
JUAN.-Por cosas que no han pasado y ni tú ni yo dirigimos.
YERMA. - (Violenta.) ¡Sigue! ¡Sigue!
JUAN.-Por cosas que a mí no me importan. ¿Lo oyes? Que a mí no me importan. Ya es necesario que te
lo diga. A mí me importa lo que tengo entre las manos. Lo que veo por mis ojos.
YERMA.-(Incorporándose de rodillas, desesperada.) Así, así. Eso es lo que yo quería oír de tus labios.
No se siente la verdad cuando está dentro de una misma, pero ¡qué grande y cómo grita cuando se pone
fuera y levanta los brazos! ¡No te importa! ¡Ya lo he oído.
JUAN.-(Acercandose.) Piensa que tenía que pasar así. Óyeme. (La abraza para incorporarla.) Muchas
mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos. No
tenemos culpa ninguna.
YERMA.-¿Y qué buscabas en mí?
JUAN.-A ti misma.
YERMA.-(Excitada.) ¡Eso! Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. ¿Es verdad lo
que digo?
JUAN.-Es verdad. Como todos.
YERMA. ¿Y lo demás? ¿Y tu hijo?
JUAN.-(Fuerte.) ¿No oyes que no me importa? ¡No me preguntes más! ¡Que te lo tengo que gritar al
oído para que to sepas, a ver si de una vez vives ya tranquila!
YERMA. ¿Y nunca has pensado en él cuando me has visto desearlo?
JUAN.-Nunca.
(Están los dos en el suelo.)
YERMA.-¿Y no podré esperarlo?
JUAN.-No.
YERMA.-¿Ni tú?
JUAN.-Ni yo tampoco. ¡Resígnate!
YERMA.-¡Marchita!
JUAN.-Y a vivir en paz. Uno y otro, con suavidad, con agrado. ¡Abrázame! (La abraza.)
YERMA. ¿Qué buscas?
JUAN.-A ti to busco. Con la luna estás hermosa.
YERMA.-Me buscas como cuando te quieres comer una paloma.
JUAN.-Bésame . . . , así.
YERMA.-Eso nunca, nunca. ( YERMA da un grito y aprieta la garganta de su esposo. Éste cae hacia
atrás. Le aprieta la garganta hasta matarle. Empieza el coro de la romería.) Marchita. Marchita, pero
segura. Ahora sí que lo sé de cierto. Y sola. (Se levanta. Empieza a llegar gente.) Voy a descansar sin
despertarme sobresaltada, para ver si la sangre me anuncia otra sangre nueva. Con el cuerpo seco para siempre. ¿Qué queréis saber? No os acerquéis, porque he matado a mi hijo, ¡yo misma he matado a mi
hijo! (Acude un grupo que queda al fondo. Se oye el coro de la romería.)
TELÓN
FIN DE
“YERMA”

BODAS DE SANGRE, Lorca


Federico García Lorca
BODAS DE SANGRE
TRAGEDIA EN TRES ACTOS
Y SIETE CUADROS
(1933)
PERSONAJES.
LA MADRE..
LA NOVIA.
LA SUEGRA.
LA MUJER DE LEONARDO.
LA CRIADA.
LA VECINA.
MUCHACHAS.
LEONARDO.
EL NOVIO.
EL PADRE DE LA NOVIA.
LA LUNA.
LA MUERTE (como mendigo).
LEÑADORES.
MOZOS.
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
Habitación pintada de amarillo.
NOVIO.-(Entrando.) Madre.
MADRE.-¿Qué?
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-¿Adónde?
NOVIO.-A la viña. (Va a salir.)
MADRE.-Espera.
NOVIO.-¿Quiere algo?
MADRE.-Hijo, el almuerzo.
NOVIO.-Déjelo. Comeré uvas. Deme la navaja.
MADRE.-¿Para qué?
NOVIO.-(Riendo.) Para cortarlas.
MADRE.-(Entre dientes y buscándola.) La navaja, la navaja. .. Malditas sean todas y el bribón que las
inventó.
NOVIO.-Vamos a otro asunto.MADRE.-Y las escopetas y las pistolas y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de
la era.
NOVIO.-Bueno.
MADRE.-Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca,
que sale a las viñas o va a sus olivos propios, porque son de él, heredados...
NOVIO.-(Bajando la cabeza) Calle usted.
MADRE.- ... y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal
gorda para que no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo yo dejo a
la serpiente dentro del arcón.
NOVIO.-¿Está bueno ya?
MADRE.-Cien años que yo viviera, no hablaría de otra cosa. Primero tu padre; que me olía a clavel y lo
disfruté tres años escasos. Luego tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una
pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los meses y
la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.
NOVIO.-(Fuerte.) ¿Vamos a acabar?
MADRE.-No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien traer a tu padre? ¿Y a tu hermano? Y luego el
presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos llenos de
hierba, sin hablar , hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios. ..Los matadores, en presidio,
frescos, viendo los montes. ..
NOVIO.-¿Es que quiere usted que los mate?
MADRE.-No. ..Si hablo es porque. ..¿Cómo no voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es que no me
gusta que lleves navaja. Es que. ..que no quisiera que salieras al campo.
NOVIO.-(Riendo.) ¡Vamos!
MADRE.-Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos
cenefas y perritos de lana.
NOVIO.-(Coge de un brazo a la MADRE y ríe.) Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?
MADRE.-¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me ibas a meter debajo de los pámpanos?
NOVIO.-(Levantándola en sus brazos.) Vieja, revieja, requetevieja.
MADRE.- Tu padre sí que me llevaba. Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó un hijo en cada
esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo.
NOVIO.-¿ Y yo, madre?
MADRE.-¿ Tú, qué?
NOVIO. -¿Necesito decírselo otra vez?
MADRE.-(Seria.) ¡Ah!
NOVIO.-¿Es que le hace mal?
MADRE.-No.
NOVIO.-¿Entonces?
MADRE.-No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena.
¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento sin embargo, cuando la
nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.
NOVIO.- Tonterías.
MADRE.-Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no me quedas más que tú y siento que te vayas.
NOVIO.-Pero usted vendrá con nosotros.
MADRE.-No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas,
y si me voy es fácil que muera uno de los Félix, uno de la familia de los matadores, y lo entierren al
lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola los machacocontra la tapia.
VECINA.-jAy!
MADRE.-(Mirándolo.)
NOVIO.-Me
VECINA.-¿Cómo
VECINA.-Tú
voy.
estás Mañana
estás?
bien. Hijo.
iré a verla.
MADRE.-¡Ay! (Pausa.)
NOVIO.-¿Qué ves.
MADRE.-Ya
quiere usted?
VECINA.-(Triste.) ¿ y tu hijo?
NOVIO.-(Fuerte.) Vuelta otra vez.
MADRE.-Salió.
MADRE. -Perdoname. (Pausa.)¿Cuánto
VECINA.-¡Al fin compró la viña!
tiempo llevas en relaciones?
MADRE.- Tuvo suerte.
NOVIO.-Tres años. Ya pude comprar la
viña.
MADRE.- Tres años. ¿Ella tuvo un novio, no?
NOVIO.-No sé. Creo que no. Las muchachas tienen que mirar con quién se casan.
MADRE.-Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu padre, y cuando lo mataron miré a la pared de enfrente. Una
mujer con un hombre, y ya está.
NOVIO.-Usted sabe que mi novia es buena.
MADRE.-No lo dudo. De todos modos siento no saber cómo fue su madre.
NOVIO.-¿Qué mas da?
MADRE.-¡Que es verdad! ¡Que tienes razón! ¿Cuándo quieres que la pida?
NOVIO.-(Alegre) ¿Le parece bien el domingo?
MADRE.-(Seria.) Le llevaré los pendientes de azófar, que son anti.guos, y tú le compras. ..
NOVIo.-Usted entiende más. ..
MADRE.-Le compras unas medias caladas, y para ti dos trajes. .. ¡Tres! ¡No te tengo más que a ti!
MADRE.-Sí, sí, y a ver si me alegras con seis nietos, o los que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo
lugar de hacérmelos a mí.
NOVIO.-El primero para usted.
MADRE.-Sí, pero que haya niñas. Que yo quiero bordar y hacer encaje y estar tranquila.
NOVIO.-Estoy seguro de que usted querrá a mi novia.
MADRE.-La querré. (Se dirije a besarlo y reacciona.) Anda, ya estás muy grande para besos. Se los das
a tu mujer. (Pausa. Aparte.) Cuando lo sea.
NOVIO.-Me voy.
MADRE.-Que caves bien la parte del molinillo, que la tienes descuidada.
NOVIO.-¡Lo dicho!
MADRE.-Anda con Dios. (Vase el NOVIO. La MADRE queda sentada de espaldas a la puerta.
Aparece en la puerta una VECINA vestida de color oscuro, con pañuelo a la cabeza.) Pasa.
VECINA.-Yo bajé a la tienda y vine a verte. ¡Vivimos tan lejos!. ..
MADRE.-Hace veinte años que no he subido a lo alto de la calle.
MADRE.-¿Lo crees?
VECINA.-Las cosas pasan. Hace dos días trajeron al hijo de mi vecina con los dos brazos cortados por
la máquina. (Se sienta.)
MADRE.-¿A Rafael?
VECINA.-Sí. y allí lo tienes. Muchas veces pienso que tu hijo y el mío están mejor donde están,
dormidos, descansando, que no expuestos a quedarse inútiles.
MADRE.-Calla. Todo eso son invensiones, pero no consuelo.
VECINA.-Ahora se casará.
MADRE.-(Como despertando y acercando su silla a la silla de la VECINA.) Oye.
VECINA.-(En plan confidencial.) Dime.
MADRE.-¿Tú conoces a la novia de mi hijo?MADRE. -¿Has
MADRE.-No
le diré
visto nada.
qué día de calor?
VECINA.-(Besándola.) Nada.
MADRE.-(Serena.) ¡Las cosas!...
MADRE.-¡Siempre igual!
MADRE.-Sí pero...
VECINA.- Tú me preguntaste.
VECINA.-Pero quien la conozca a fondo
no hay nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez leguas de la casa más cercana. Pero es buena.
Acostumbrada a la soledad.
MADRE.-¿Y su madre?
VECINA.-A su madre la conocí. Hermosa. Le relucía la cara como a un santo; pero a mí no me gustó
nunca. No quería a su marido.
MADRE. -(Fuerte.) Pero ¡cuántas cosas sabéis las gentes!
VECINA.-Perdona. No quise ofender; pero es verdad. Ahora, si fue decente o no, nadie lo dijo. De esto
no se ha hablado. Ella era orgullosa.
MADRE.-Es que quisiera que ni a la viva ni a la muerta las conociera nadie. Que fueran como dos
cardos, que ninguna persona les nombra y pinchan si llega el momento.
VECINA.-Tienes razón. Tu hijo va le mucho.
MADRE.-Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo.
VECINA.- Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos años, con una prima de ella, por cierto.
Nadie se acuerda del noviazgo.
MADRE.-¿Cómo te acuerdas tú?
VECINA.-¡Me haces unas preguntas! ...
MADRE.-A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele. ¿Quién fue el novio?
VECINA.-Leonardo.
MADRE.-¿Qué Leonardo?
VECINA.-Leonardo el de los Félix.
MADRE. -(Levantándose.) ¡De losFélix!
VECINA.-Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él tenía ocho años cuando las cuestiones.
MADRE.-Es verdad... Pero oigo eso de Felix que llenárseme de cieno la boca (Escupe) y tengo que
escupir, tengo que escupir por no matar.
VECINA.-Repórtate; ¿qué sacas con eso?
MADRE.-Nada. Pero tú lo comprendes.
VECINA.-No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le digas nada. Tú estas vieja. Yo, tambien. A ti y a
mí nos toca callar.
VECINA.-Me voy, que pronto llegará mi gente del campo.
VECINA.-Iban negros los chiquillos que llevan el agua a los segadores. Adiós, mujer.
MADRE.-Adiós (La Madre se dirige a la puerta de la izquierda. En medio del camino se detiene y
lentamente se santigua.)
TELÓN
VECINA.-¡Buena muchacha!
CUADRO SEGUNDO
Habitación pintada de rosa con cobres y ramas de flores populares. En el
Centro, una mesa con mantel. Es la mañana.
(SUEGRA de LEONARDO con un niño en brazos. Lo mece. La MUJER en la
otra esquina, hace punto de media.)por su verde sala?
MUJER.- (Bajo)
Duérmete clavel,
Que el caballo no quiere beber.
más fuerte que el agua.
MUJER.-
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
SUEGRA.-
su belfo caliente
Nana, niño, nana
con moscas de plata.
del caballo grande
A los montes duros
que no quiso el agua.
sólo relinchaba
El agua era negra
dentro de las ramas. SUEGRA.-
Cuando llega al puente Duérmete, rosal.
que el eaballo se pone a llorar.
se detiene y canta.
¿Quién dirá, mi niño, MUJER..-
lo que tiene el agua,
No quiso tocar
con su larga cola
la orilla mojada
SUEGRA.
con el río muerto
Duérmete. rosal,
sobre la garganta,
que el caballo se pone a llorar.
¡Ay caballo grande
L.as patas heridas,
que no quiso el agua!
las crines heladas,
¡ Ay dolor de nieve,
dentro de los ojos
caballo del alba!
un puñal de plata.
Bajaban al río.
SUEGRA.-
¡Ay, cómo bajaban!
¡No vengas! Detente,
La sangre corría
cierra la ventana
con ramas de sueños
y sueños de ramas.
MUJER.-
Mi niño duerme.
SUEGRA.-
Mi niño se calla.
MUJER.-
Caballo, mi niño
Tiene una almohada.SUEGRA.-
Su cuna de acero.
MUJER.-
Su colcha de holanda.
SUEGRA.-
Nana, niño nana.
MUJER.-
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!
SUEGRA.-
¡No vengas, no entres!
Vete de la montaña.
Por los valles grises
Donde está la jaca.
MUJER.-(Mirando.)
Mi niño se duerme.
SUEGRA.-
Mi niño descansa.
MUJER.- (Bajito.)
Duérmete, clavel,
que el caballo no quiere beber.
SUEGRA.- (Levantándose y muy bajito.)
Duérmete rosal,
que el caballo se pone a llorar.
(Entran al niño. Entra LEONARDO.)
LEONARDO.- ¿Y el niño?
MUJER.-Se durmió.
LEONARDO.-Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.
MUJER.-(Alegre.) Hoy está como dalia. ¿Y tú? ¿Fuiste a casa del herrador?
LEONARDO.-De allí vengo ¿Querrás creer? Llevo más de dos meses poniendo herraduras nuevas al
caballo y siempre se le caen. Por lo visto se las arranca con las piedras.
MUJER.-¿Y no será que lo usas mucho?
LEONARDO.-No. Casi no lo utilizo.
MUJER.-Ayer me dijeron las vecinas que te habían visto al limite de los llanos.
LEONARDO.-¿Quién lo dijo?
MUJER.-Las mujeres que cogen las alcaparras. Por cierto que me sorprendió. ¿Eras tú?LEONARDO.-No. ¿Qué iba a hacer yo allí, en aquel secano?
MUJER.-Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de sudar.
LEONARDO.-¿Lo viste tú?
MUJER.-No. Mi madre.
LEONARDO.-¿Está con el niño?
MUJER.-Sí ¿Quieres un refresco de limón?
LEONARDO.-Con agua bien fría.
MUJER.-¿Cómo no veniste a comer?...
LEONARDO.-Estuve con los medidores del trigo. Siempre entretienen.
MUJER.-(Haciendo el refresco y muy tierna.) ¿Y lo pagan a buen precio?
LEONARDO.-El justo.
MUJER.-Me hace falta un vestido y al niño una gorra de lazos
LEONARDO.- (Levantandose.) Voy a verlo.
MUJER.-Ten cuidado, que está dormido
SUEGRA.-(Saliendo.) Pero ¿quién da esas carreras al caballo? Está abajo tendido, con los ojos
desorbitados como si llegara del fin del mundo.
LEONARDO.-(Agrio.) Yo.
SUEGRA.-Perdona; tuyo es.
MUJER.-(Timida.) Estuvo con los medidores del trigo.
SUEGRA.-Por mí, que reviente. (Se sienta. Pausa.)
MUJER.-El refresco. ¿Está frío?
LEONARDO.-Sí.
MUJER.-¿Sabes que piden a mi prima?
LEONARDO.-¿Cuándo?
MUJER.-Mañana. La boda será dentro de un mes. Espero que vendrán a invitarnos.
LEONARDO.-(Serio.) No sé.
SUEGRA.-La madre de él creo que no estaba muy satisfecha con el casamiento.
LEONARDO.-Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.
MUJER.-No me gusta que penséis mal de una buena muchacha.
SUEGRA.-Pero cuando dice eso es porque la conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya? (Con
intención.)
LEONARDO.-Pero la dejé. (A su MUJER.) ¿Vas a llorar ahora?
MUJER.-¡Quita! (Le aparta bruscamente las manos de la cara.) Vamos a ver al niño.
(Entran abrazados. Aparece la MUCHACHA, alegre. Entra corriendo.)
MUCHACHA.-Señora.
SUEGRA.-¿Qué pasa?
MUCHACHA.-Llegó el novio a la tienda y ha comprado todo lo mejor que había.
SUEGRA.- ¿Vino solo?
MUCHACHA.-No, con su madre. Seria, alta. (La imita.) Pero ¡qué lujo!
SUEGRA.-Ellos tienen dinero.
MUCHACHA.-¡Y compraron unas medias caladas!... ¡Ay, qué medias! ¡El sueño de las mujeres en
medias! Mire usted: una golondrina aquí Señala el tobillo), un barco aquí (Señala la pantorrilla), y aquí
una rosa (Señala el muslo).
SUEGRA.-¡Niña!MUCHACHA.-¡Una rosa con las semillas y el tallo! ¡Ay! ¡Todo en seda!
SUEGRA.-Se van a juntar dos buenos capitales.
(Aparecen LEONARDO y su MUJER.)
MUCHACHA.-Vengo a deciros lo que están comprando.
LEONARDO.-(Fuerte) No nos importa.
MUJER.-Déjala.
SUEGRA.-Leonardo, no es para tanto.
MUCHACHA.-Usted dispense. (Se va llorando)
SUEGRA.-¿Qué necesidad tienes de poner a mal con las gentes?
LEONARDO.-No le he preguntado su opinión. (Se sienta)
SUEGRA.-Está bien. (Pausa.)
MUJER.-(A LEONARDO.) ¿Qué te pasa? ¿Qué idea te bulle por dentro de la cabeza? No me dejes así
sin saber nada...
LEONARDO.-Quita.
MUJER.-No. Quiero que me mires y me lo digas.
LEONARDO.-Déjame. (se levanta.)
MUJER.-¿Adónde vas, hijo?
LEONARDO.-(Agrio.) ¿Te puedes callar?
SUEGRA.- (Enérgica, a su hija.) ¡Callate! (Sale LEONARDO.) ¡El niño!
(Entra y vuelve a salir con él en brazos. La MUJER ha permanecido de pié, inmóvil.)
Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaban al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
mas fuerte que el agua.
MUJER..-(Volviéndose lentamente y como soñando.)
Duérmete clavel,
que el caballo se pone a beber.
SUEGRA.-
Duérmete rosal,
que el caballo se pone a llorar.
MUJER.-
Nana, niño nana.
SUEGRA.-
¡Ay caballo grande
que no quiso el agua!MUJER.-(Dramática.)
¡No vengas, no entres!
¡Vete a la montaña! ¡Ay dolor de nieve,
caballo del alba!
SUEGRA.-(Llorando.)
Mi niño duerme...
MUJER.-(Llorando y acercándose lentemente.)
Mi niño descansa...
SUEGRA.-
Duérmete, clavel,
que el caballo se pone a beber.
MUJER.-(Llorando y apoyándose sobre la mesa.)
Duérmete, rosal,
Que el caballo se pone a llorar.
TELÓN
CUADRO TERCERO
Interior de la cueva donde vive la NOVIA. Al fondo, una cruz de grandes
flores rosa. Las puertas redondas con cortinas de encaje y lazos rosa.
Por las paredes de material blanco y duro, abanicos redondos, jarros azules
y pequeños espejos.
CRIADA.- Pasen... (Muy afable, llena de hipocrecía humilde. Entran el NOVIO y su MADRE. La
MADRE viste de raso negro y lleva mantilla de encaje. El NOVIO, de pana negra con gran cadena de
oro.) ¿Se quieren sentar? Ahora vienen. (Sale.)
(Quedan madre e hijo sentados, inmóviles como estatuas. Pausa larga.)
MADRE.-¿Traes reloj?
NOVIO.-Sí. (Lo saca y lo mira.)
MADRE.-Tenemos que volver a tiempo. ¡Qué lejos vive esta gente!
NOVIO.-Pero estas tierras son buenas.
MADRE.-Buenas; pero demasiado solas. Cuatro horas de camino y ni una casa ni un árbol.
NOVIO.-Éstos son los secanos.
MADRE.-Tu padre los hubiera cubierto de árboles.
NOVIO.-¿Sin agua?
MADRE.-Ya la hubiera buscado. Los tres años que estuvo casado conmigo, plantó diez cerezos.
(Haciendo memoria.) Los tres nogales del molino, toda una viña y una planta que se llama Júpiter, que
da flores encarnadas, y se secó (Pausa.)
NOVIO.-(Por la novia.) Debe estar vistiéndose.(Entra el PADRE de la novia. Es anciano, con el cabello blanco reluciente. Lleva la cabeza inclinada.
La MADRE y el NOVIO se levantan y se dan las manos en silencio.)
PADRE.- ¿Mucho tiempo de viaje?
MADRE.-Cuatro horas. (Se sientan.)
PADRE.-Habéis venido por el camino más largo.
MADRE.-Yo estoy ya vieja para andar por las terreras del río.
NOVIO.-Se marea. (Pausa.)
PADRE.-Buena cosecha de esparto.
NOVIO.-Buena de verdad
PADRE.-En mi tiempo, ni esparto daba esta tierra. Ha sido necesario castigarla y hasta llorarla, para que
nos de algo provechoso.
MADRE.-Pero ahora da. No te quejes. Yo no vengo a pedirte nada.
PADRE.-(Sonriendo.) Tú eres más rica que yo. Las viñas valen un capital. Cada pámpano una moneda
de plata. Lo que siento es que las tierras...¿entiendes?...esten separadas. A mí me gusta todo junto. Una
espina tengo en el corazón, y es la huertecilla ésa metida entre mis tierras, que no me quieren vender por
todo el oro del mundo.
NOVIO.-Eso pasa siempre.
PADRE.-Si pudiéramos con veinte pares de bueyes traer tus viñas aquí y ponerlas en la ladera. ¡Qué
alegría!...
MADRE.-¿Para qué?
PADRE.-Lo mío es de ella y lo tuyo de él. Por eso. Para verlo todo junto. ¡que junto es una hermosura!
NOVIO.-Y sería menos trabajo.
MADRE.- Cuando yo me muera, vendéis aquello y compráis aquí al lado.
PADRE.- Vender, ¡vender!, ¡bah! Comprar, hija, comprarlo todo. Sí yo hubiera tenido hijos hubiera
comprado todo este monte hasta la parte del arroyo. Porque no es buena tierra; pero con brazos se la
hace buena, y como no pasa gente no te roban los frutos y puedes dormir tranquilo. (Pausa.)
MADRE.-Tú sabes a lo que vengo.
PADRE.-Sí.
MADRE.-¿Y qué?
PADRE.-Me parece bien. Ellos lo han hablado.
MADRE.-Mi hijo tiene y puede.
PADRE.-Mi hija también.
MADRE.-Mi hijo es hermoso. No ha conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol.
PADRE.-Qué te digo de la mía. Hace las migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca; suave como
la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes.
MADRE.-Dios bendiga su casa
PADRE.-Que Dios la bendiga.
(Aparece la CRIADA con dos bandejas. Una con copas y la otra con dulces.)
MADRE.-(Al hijo.) ¿Cuándo queréis la boda?
NOVIO.-El jueves próximo.
PADRE.-Día en que ella cumple veitidós años justos.
MADRE.-¡Veintidós años! Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera. Que viviría caliente y macho
como era, si los hombres no hubieran inventado las navajas.PADRE.-En eso no hay que pensar.
MADRE.-Cada minuto. Métete la mano en el pecho.
PADRE.-Entonces el jueves. ¿No es así?
NOVIO.-Así es.
PADRE.-Los novios y nosotros iremos en coche hasta la iglesia, que está muy lejos, y el
acompañamiento en los carros y en las caballerías que traigan.
MADRE.-Conformes.
(Pasa la CRIADA.)
PADRE.- Díle que ya puede entrar, (A la MADRE.) Celebraré mucho que te guste.
(Aparece la NOVIA. Trae las manos caídas en actitud modesta y la cabeza baja.)
MADRE.- Acércate. ¿Estás contenta?
NOVIA.-Sí, señora.
PADRE.-No debes estar seria. Al fin y al cabo ella va a ser tu madre.
NOVIA.-Estoy contenta. Cuando he dado el sí es porque quiero darlo.
MADRE.-Naturalmente. (Le coge la barbilla.) Mírame.
PADRE.-Se parece en todo a mi mujer.
MADRE.-¿Sí?¡Qué hermoso mirar! ¿Tú sabes lo que es casarse, criatura?
NOVIA.-(Seria.) Lo sé.
MADRE.-Un hombre, unos hijos y una pared de dos varas de ancho para todo lo demás.
NOVIO.-¿Es que falta otra cosa?
MADRE.-No. Que vivan todos, ¡eso! ¡Que vivan!
NOVIA.-Yo sabré cumplir.
MADRE.-Aquí tienes unos regalos.
NOVIA.-Gracias.
PADRE.-¿No tomamos algo?
MADRE.- Yo no quiero. (Al NOVIO.) ¿Y tú?
NOVIO.- Tomaré. (Toma un dulce. La NOVIA toma otro.)
PADRE.-(Al NOVIO.) ¿Vino?
MADRE.-No lo prueba.
PADRE.-¡Mejor! (Pausa. Todos están de pie.)
NOVIO.- (A la NOVIA.) Mañana vendré.
NOVIA.-¿A qué hora?
NOVIO.-A las cinco.
NOVIA.-Yo te espero.
NOVIO.-Cuando me voy de tu lado siento un despego grande y así como un nudo en la garganta.
NOVIA.-Cuando seas mi marido ya no lo tendrás.
NOVIO.-Eso digo yo.
MADRE.-Vamos. El sol no espera. (Al PADRE.) : ¿Conformes en todo?
PADRE.-Conformes.
MADRE. -(A la CRIADA.) Adiós, mujer.
CRIADA.-Vayan ustedes con Dios.(La MADRE besa a la NOVIA y van saliendo en silencio.)
CRIADA.-Niña, hija, ¿qué te pasa? ¿Sientes dejar tu vida de reina? No pienses en cosas agrias. ¿Tienes
motivos? Ninguno. Vamos a ver los regalos. (Coge la caja.)
NOVIA.-Cogiéndola de las muñecas.) Suelta.
CRIADA.-¡Ay, mujer!
NOVIA.-Suelta, he dicho.
CRIADA.- Tienes más fuerza que un hombre.
NOVIA.-¿No he hecho yo trabajos de hombre? ¡Ojalá fuera!
CRIADA.-¡No hables así!
NOVIA.-Calla he dicho. Hablemos de otro asunto.
(La luz va desapareciendo de la escena. Pausa larga.)
CRIADA.-¿Sentiste anoche un caballo?
NOVIA.-¿A qué hora?
CRIADA.-A las tres.
NOVIA.-Sería un caballo suelto de la manada.
CRIADA.-No. Llevaba jinete.
NOVIA.-¿Por qué lo sabes?
CRIADA.-Porque lo vi. Estuvo parado en tu ventana. Me chocó mucho.
NOVIA.-¿No sería mi novio? Algunas veces ha pasado a esas horas.
CRIADA.-No.
NOVIA.-¿Tú le viste?
CRIADA.-Sí.
NOVIA.-¿Quién era?
CRIADA.-Era Leonardo.
NOVIA.-(Fuerte.) ¡Mentira! ¡Mentira! ¿A qué viene aquí?
CRIADA.-Vino.
NOVIA.-¡Callate! ¡Maldita sea tu lengua!
(Se siente el ruido de un caballo.)
CRIADA.- (En la ventana.) Mira, asómate. ¿Era?
MADRE.-(En la puerta.) Adiós, hija. (La NOVIA contesta con la mano.)
PADRE. -Yo salgo con vosotros.
(Salen.)
CRIADA.-Que reviento por ver los regalos.
NOVIA.-(Agria.) Quita.
CRIADA.-¡Ay, niña, enséñamelos!
NOVIA.-No quiero.
CRIADA.-Siquiera las medias. Dicen que son todas caladas. ¡Mujer!
NOVIA.-¡Ea, que no!
CRIADA.-¡Por Dios! Está bien. Parece como si no tuvieras ganas de casarte.
NOVIA.-(Mordiéndose la mano con rabia.) ¡Ay!NOVIA.-¡Era!
TELÓN RÁPIDO
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
Zaguán de casa de la NOVIA. Portón al fondo. Es de noche. La NOVIA sale
con enaguas blancas encañonadas, llenas de encajes y puntas bordadas y un
corpiño blanco, con los brazos al aire. La CRIADA, lo mismo.
CRIADA.-Aquí te acabaré de peinar.
NOVIA.-No se puede estar ahí dentro del calor.
CRIADA.-En estas tierras no refresca ni al amanecer.
(Se sienta la NOVIA en una silla baja y se mira en un espejito de mano. La CRIADA la peina.)
NOVIA.-Mi madre era de un sitio donde había muchos árboles. De tierra rica.
CRIADA.-¡Así era ella de alegre!
NOVIA.-Pero se consumió aquí.
CRIADA.-El sino.
NOVIA.-Como nos consumimos todas. Echan fuego las paredes. ¡Ay! No tires demasiado.
CRIADA.-Es para arreglarte mejor esta onda. Quiero que te caiga sobre la frenté. ( La NOVIA se mira
en el espejo.) ¡Qué hermosa estás! ¡Ay! (La besa apasionadamente.)
NOVIA. -(Seria.) Sigue peinándome.
CRIADA. -(Peinándola.) ¡Dichosa tú que vas a abrazar a un hombre, que lo vas a besar, que vas a sentir
su peso!
NOVIA.-Calla.
CRIADA.-Y lo mejor es cuando te despiertes y lo sientas al lado y que él te roza los hombros con su
aliento, como con una plumilla de ruiseñor.
NOVIA.-(Fuerte.) ¿Te quieres callar?
CRIADA.-¡Pero niña! ¿Una boda, qué es? Una boda es esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos
de flores? No. Es una cama relumbrante y un hombre y una mujer.
NOVIA.-No se debe decir.
CRIADA.-Eso es otra cosa ¡Pero es bien alegre!
NOVIA.-O bien amargo.
CRIADA.-El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el
peinado. (Le prueba un ramo de azahar.)
NOVIA. -(Se mira en el espejo.) Trae. (Coge el azahar, lo mira y deja caer la cabeza, abatida.)
CRIADA.-¿Qué es esto?
NOVIA.-Déjame.
CRIADA.-No son horas de ponerse triste. ( Animosa.) Trae el azahar. (La NOVIA tira el azahar.)
¡Niña! ¿Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar?
Dilo. Todavía te puedes arrepentir. (Se levanta.)
NOVIA.-Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene?
CRIADA.-¿Tú quieres a tu novio?NOVIA.- Ya me he comprometido.
CRIADA.- Te voy a poner la corona.
NOVIA. -(Se sienta.) Date prisa, que ya deben ir llegando.
NOVIA.-Lo quiero.
CRIADA.-Ya llevarán lo menos dos horas de camino.
CRIADA.-Sí, sí, estoy segura.
NOVIA.-¿Cuánto hay de aquí a la iglesia?
NOVIA.-Pero éste es un paso muy grande.
CRIADA.-Hay que darlo.
NOVIA.-(Fuerte.) ¿Te quieres callar?
CRIADA.-¡Pero niña! ¿Una boda, qué es? Una boda es
esto y nada más. ¿Son los dulces? ¿Son los ramos de flores? No. Es una cama relumbrante y un hombre
y una mujer.
NOVIA.-No se debe decir.
CRIADA.-Eso es otra cosa ¡ Pero es bien alegre!
NOVIA.-O bien amargo.
CRIADA.-El azahar te lo voy a poner desde aquí hasta aquí, de modo que la corona luzca sobre el
peinado. (Le prueba un ramo de azahar.)
NOVIA. -(Se mira en el espejo.) Trae. (Coge el azahar, lo mira y deja caer la cabeza, abatida.)
CRIADA.-¿Qué es esto?
NOVIA.-Déjame.
NOVIA.-(Sonriente.) Vamos.
CRIADA.-No son horas de ponerse triste. (Animosa.)
Trae el azahar. (La NOVIA tira el azahar.) ¡Niña!
¿Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar? Dilo.
Todavía te puedes arrepentir. (Se levanta.)
NOVIA.-Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene?
CRIADA.-¿Tú quieres a tu novio?
NOVIA.-Lo quiero.
CRIADA.-Sí, sí, estoy segura.
NOVIA.-Pero éste es un paso muy grande.
CRIADA.-Hay que darlo.
CRIADA.-Cinco leguas por el arroyo, que por el camino hay el doble.
(La NOVIA se levanta y la CRIADA se entusiasma al verla.)
Despierte la novia
la mañana de la boda.
¡Qué los ríos del mundo
lleven tu corona!
CRIADA.-(La besa entusiasmada y baila alrededor.)
Que despierte
con el ramo verde
del laurel florido.
¡Que despierte
por el tronco y la rama
de los laureles!
(Se oyen unos aldabonazos.)NOVIA.-¡Abre! Deben ser los primeros convidados. (Entra. La CRIADA abre sorprendida.)
CRIADA.-¿ Tú?
LEONARDO.-Yo. Buenos días.
CRIADA.-¡El primero!
LEONARDO.-¿No me han convidado?
CRIADA.-Sí.
LEONARDO.-Por eso vengo.
CRIADA.-¿Y tu mujer?
LEONARDO.-Yo vine a caballo. Ella se acerca por el camino.
CRIADA.-¿No te has encontrado a nadie?
LEONARDO.-Los pasé con el caballo.
CRIADA.-Vas a matar al animal con tanta carrera.
LEONARDO. -iCuando se muera muerto está! ( Pausa.)
CRIADA.-Siéntate. Todavía no se ha levantado nadie.
LEONARDO.-¿Y la novia?
CRIADA.-Ahora mismo la voy a vestir.
LEONARDO.-¡La novia! ¡Estará contenta!
CRIADA. -(Variando de conversación.) ¿ Y el riiño?
LEONARDO.-¿Cuál?
CRIADA.- Tu hijo.
LEONARDO.- (Recordando como soñoliento.) ¡Ah!
CRIADA.-¿Lo traen?
LEONARDO.-No. (Pausa. Voces cantando muy lejos.)
VOCES.-
¡Despierte la novia
la mañana de la boda!
LEONARDO.-
Despierte la novia
la mañana de la boda.
CRIADA.-Es la gente. Vienen lejos todavía.
LEONARDO.-(Levantándose.) ¿La novia llevará una corona grande, no? No debía ser tan grande. Un
poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?
NOVIA. -(Apareciendo todavía en enaguas y con la corona de azahar puesta.) Lo trajo.
CRIADA.-(Fuerte.) No salgas así.
NOVIA. -¿Qué más da? ( Seria.) ¿Por qué preguntas si trajeron el azahar? ¿Llevas intención?
I.EONARDO.-Ninguna. ¿Qué inteneión iba a tener? (Acercándose.) Tú, que me conoces, sabes que no
la llevo. Dímelo. ¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala
choza son casi nada. Ésa es la espina.
NOVIA.-¿A qué vienes?
LEONARDO.-A ver tu casamiento.
NOVIA.-¡También yo vi el tuyo!LEONARDO.-Amarrado por ti, hecho con tus dos manos. A mí me pueden matar, pero no me pueden
escupir. Y la plata, que brilla tanto, escupe algunas veces.
NOVIA.-¡Mentira!
LEONARDO.-No quiero hablar, porque soy hombre de sangre y no quiero que todos estos cerros oigan mis
voces.
NOVIA.-Las mías serían más fuertes.
CRIADA.-Estas palabras no pueden seguir. Tú no tienes que hablar de lo pasado. ( La CRIADA mira a las
puertas presa de inquietud.)
NOVIA.-Tiene razón. Yo no debo hablarte siquiera. Pero se me calienta el alma de que vengas a verme y
atisbar mi boda y preguntes con intención por el azahar. Vete y espera a tu mujer en la puerta.
LEONARDO.-¿Es que tú y yo no podemos hablar?
CRIADA.-(Con rabia.) No; no podéis hablar.
LEONARDO.-Después de mi casamiento he pensado noche y día de quién era la culpa, y cada vez que
pienso sale una culpa nueva que se come a la otra; ¡pero siempre hay culpa!
NOVIA.- ( Temblando.) No puedo oírte. No puedo oír tu voz. Es como si me bebiera una botella de anís
y me durmiera en una colcha de rosas. Y me arrastra, y sé que me ahogo, pero voy detrás.
CRIADA. -(Cogiendo a LEONARDO por las solapas.) ¡Debes irte ahora mismo!
LEONARDO.-Es la última vez que voy a hablar con ella. No temas nada.
NOVIA.- Y sé que estoy loca y sé que tengo el pecho podrido de aguantar, y aquí estoy quieta por oírlo,
por verlo menear los brazos.
LEONARDO.-No me quedo tranquilo si no te digo estas cosas. Yo me casé. Cásate tú ahora.
CRIADA.-(A LEONARDO.) ¡Y se casa!
VOCES.-(Cantando más cerca.)
Despierte la novia
la mañana de la boda.
NOVIA.-
¡Despierte la novia!
(Sale corriendo a su cuarto.)
CRIADA.-Ya está aquí la gente. ( A LEONARDO.) No te vuelvas a acercar a ella.
LEONARDO.-Descuida. (Sale por la izquierda. Empieza áclarear el día.)
MUCHACHA 1a (Entrando.)
Despierte la novia
la mañana de la boda;
ruede la ronda
y en cada balcón una corona.
VOCES..-
¡Despierte la novia!
CRIADA.-(Moviendo algazara.)
Que despierte
con el ramo verde
del amor florido.
¡Que despierte
por el tronco y la rama de los laureles!MUCHACHA 2a (Entrando.)
Que despierte
con el largo pelo,
camisa de nieve,
botas de charol y plata
y jazmines en la frente.
CRIADA.-
¡Ay, pastora,
que la luna asoma!
MUCHACHA 1a.-
¡Ay, galán,
deja su sombrero por el olivar!
Mozo 1.o (Entrando con el sombrero en alto.)
Despierte la novia,
que por los campos viene
rodando la boda,
con bandejas de dalias
y panes de gloria.
VOCES.-
¡Despierte la novia!
MUCHACHA 2a.-
La novia
se ha puesto su blanca corona,
y el novio
se la prende con lazos de oro.
CRIADA.-
Por el toronjil
la novia no puede dormir.
MUCHACHA 3a.-(Entrando.)
Por el naranjel
el novio le ofrece cuchara y mantel.
(Entran tres CONVIDADOS.)
MOZO 1.o-
¡Despierta, paloma!
El alba despeja
campanas de sombra.CONVIDADO.-
La novia, la blanca novia,
hoy doncella,
mañana señora.
MUCHACHA 1a.-
Baja, morena
arrastrando tu cola de seda.
CONVIDADO.-
Baja, morenita,
que llueve rocío la mañana fría
MOZO 1.o-
Despertad, señora. despertad,
porque viene el aire lloviendo azahar.
CRIADA.-
Un árbol quiero bordarle
lleno de cintas granates
y en cada cinta un amor
con vivas alrededor.
VOCES.-
Despierte la novia.
MOZO 1.o-
¡La mañana de la boda!
CONVIDADO.-
La mañana de la boda
qué galana vas a estar
pareces, flor de los montes,
la mujer de un capitán.
PADRE.-(Entrando.)
La mujer de un capitán
se lleva el novio
¡Ya viene con sus bueyes
por el tesoro!
MUCHACHA 3.o-
El novio
parece la flor del oro;
cuando camina,
a sus plantas se agrupan las clavelinasCRIADA.-
¡Ay mi niña dichosa!
MOZO 2.o-
Que despierte la novia.
CRIADA.-
¡Ay mi galana!
MUCHACHA 1.a-
La boda está llamando
por las ventanas.
MUCHACHA 2.a-
Que salga la novia.
MUCHACHA 1.a-
¡Que salga, que salga!
CRIADA.-
¡Oue toquen y repiquen
las campanas!
MOZO 1.o-
¡Que viene aquí! ¡Que sale ya!
CRIADA.-
¡Como un toro, la boda
levantándose está!
(Aparece la NOVIA. Lleva un traje negro mil novecientos, con caderas y larga cola rodeada de gasas
plisadas y encajes duros. Sobre el peinado de visera lleva la corona de azahar. Suenan las guitarras.
Las MUCHACHAS besan a la NOVIA.)
MUCHACHA 3.a-¿Qué esencia te echaste en el pelo?
NOVIA.-(Riendo.) Ninguna.
MUCHACHA 2.a-(Mirando el traje ) La tela es de lo que no hay.
MOZO 1.o-¡Aquí está el novio!
NOVIO.-¡Salud!
MUCHACHA 1.a-(Poniéndole un flor en la oreja.)
El novio
parece la flor del oro.
MUCHACHA 2.a-¡iAires de sosiego
le manan los ojos!
(El Novio se dirige al lado de la NOVIA.)NOVIA.-¿Por qué te pusiste esos zapatos?
NOVIO.-Son más alegres que los negros.
MUJER DE LEONARDO. -(Entrando y besando a la NOVIA.) ¡Salud!
(Hablan todas con algazara.)
LEONARDO.-(Entrando como quien cumple un deber.)
La mañana de casada
la corona te punemos.
MUJER.-
¡Para que el campo se alegre
con el agua de tu pelo!
MADRE.-(Al PADRE.) ¿También están ésos aquí?
PADRE.-Son familia. ¡Hoy es día de perdones!
MADRE.-Me aguanto, pero no perdono.
NOVIO.-¡Con la corona da alegría mirarte!
NOVIA. -¡Vámonos pronto a la iglesia!
NOVIO.-¿ Tienes prisa?
NOVIA.-Sí. Estoy deseando ser tu mujer y quedarme sola contigo, y no oír más voz que la tuya.
NOVIO.-¡Eso quiero yo!
NOVIA.- Y no ver más que tus ojos.y que me abrazaras tan fuerte, que aunque me llamara mi madre,
que está muerta, no me pudiera despegar de ti.
NOVIO.-Yo tengo fuerza en los brazos. Te voy a abrazar cuarenta años seguidos.
NOVIA. -(Dramática, cogiéndolo del brazo.) ¡Siempre!
PADRE.-Vamos pronto! ¡A coger las caballerías y los carros! Que ya ha salido el sol.
MADRE.-¡Que llevéis cuidado! No sea que tengamos mala hora.
(Se abre el gran portón del fondo. Empiezan a salir.)
CRIADA-( Llorando.)
Al salir de tu casa,
blanca doncella,
acuérdate que sales
como una estrella. ..
MUCHACHA.- 1.a-
Limpia de cuerpo y ropa,
al salir de tu casa para la boda.
(Van saliendo.)
CRIADA.-
¡El aire pone flores
por las arenas!
MUCHACHA.- 3.a-¡Ay la blanca niña!
de su mantilla
CRIADA.-
Aire oscuro el encaje
VOCES.
(Salen. Se oyen guitarras, palillos y panderetas. Quedan solos LEONARDO y su MUJER.)
MUJER.-Vamos.
LEONARDO.-¿Adónde?
MUJER.-A la iglesia. Pero no vas en el caballo. Vienes conmigo.
LEONARDO.-¿En el carro?
MUJER.-¿Hay otra cosa? ,
LEONARDO. -Yo no soy hombre para ir en carro.
MUJER.-Y yo no soy mujer para ir sin su marido a un casamiento. ¡Que no puedo más!
LEONARDO.-¡Ni yo tampoco!
MUJER.-¿Por qué me miras así? Tienes una espina en cada ojo.
LEONARDO.-¡Vamos!
MUJER.-No sé lo que pasa. Pero pienso y no quiero pensar. Una cosa sé. Yo ya estoy despachada. Pero
tengo un hijo. y otr19 que viene. Vamos andando. El mismo sino tuvo mi madre. Pero de aquí no me
muevo. (Voces fuera.)
¡Al salir de tu casa
para la iglesia,
acuérdate que sales
como una estrella!
MUJER.-(Llorando.)
¡Acuerdate que sales
como una estrella!
Así salí yo de mi casa también.
Que me cabía todo el campo en
la boca.
LEONARDO.-(Levantándose.) Vamos.
MUJER.-¡Pero conmigo!
LEONARDO.-Sí. (Pausa.) ¡Echa a andar! (Salen.)
VOCES.-
Al salir de tu casa
para la iglesia,
acuérdate que sales
como una estrella.
TELÓN LENTO
CUADRO SEGUNDOMADRE.-(Entrando.) ¡Por fin! Exterior de la cueva de la NOVIA. Entonación en
blancos, grises y azules
fríos. Grandes chumberas. Todos sombríos plateados. Panorama de mesetas
color barquillo, todo endurecido como paisaje de cerámica popular.
CRIADA.-(Arreglando en una mesa copas y bandejas.)
Giraba
giraba la rueda
y el agua pasaba;
porque llega la boda
que se aparten las ramas
y la luna se adorne
por su blanca baranda.
(En voz alta.) ¡Pon los manteles!
(En voz patética) Cantaban,
cantaban los novios
Y el agua pasaba.
Porque llega la boda
que relumbre la escarcha
y se llenen de miel
las almendras amargas.
(En voz alta.) ¡Prepara el vino!
(En voz poética.) Galana.
Galana de la tierra,
mira cómo el agua pasa.
Porque llega tu boda
recógete las faldas
y bajo el ala del novio
nunca salgas de to casa.
Porque el novio es un palomo
con todo el pecho de brasa
y espera el campo el rumor
de la sangre derramada.
Giraba,
giraba la rueda
y el água pasaba.
¡Porque llega to boda,
deja que relumbre el agua!
PADRE.- ¿Somos los primeros?CRIADA.-No. Hace rato llegó Leonardo con su mujer. Corrieron como demonios. La mujer llegó
muerta de miedo. Hicieron el camino como si hubieran venido a caballo.
PADRE.-Ése busca la desgracia. No tiene buena sangre.
MADRE. ¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y
sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.
PADRE.-¡Vamos a dejarlo!
CRIADA.- ¿Cómo lo va a dejar?
MADRE.-Me duele hasta la punta de las venas. En la frente de todos ellos yo no veo más que la mano
con que mataron a lo que era mío. ¿Tú me ves a mí? ¿No to parezco loca? Pues es loca de no haber
gritado todo lo que mi pecho necesita. Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie a quien tengo
que castigar y meter entre los mantos. Pero se llevan a los muertos y hay que callar. Luego la gente
critica. (Se quita el manto.)
PADRE.-Hoy no es día de que to acuerdes de esas cosas.
MADRE.-Cuando sale la conversación, tengo que hablar. Y hoy más. Porque hoy me quedo sola en mi
casa.
PADRE.-En espera de estar acompañada.
MADRE. - Ésa es mi iilusión: los nietos. (Se sientan.)
PADRE.-Yo quiero que tengan muchos. Esta tierra necesita brazos que no sean pagados. Hay que
sostener una batalla con las malas hierbas, con los cardos, con los pedruscos que salen no se sabe dónde.
Y estos brazos tienen que ser de los dueños, que castiguen y que dominen, que hagan brotar las
simientes. Se necesitan muchos hijos.
MADRE.-¡Y alguna hija! ¡Los varones son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas
no salen jamás a la calle.
PADRE.-(Alegre.) Yo creo que tendrán de todo.
MADRE.-Mi hijo la cubrirá bien. Es de buena simiente. Su padre pudo haber tenido conmigo muchos
hijos.
PADRE.-Lo que yo quisiera es que esto fuera cosa de un día. Que en seguida tuvieran dos o tres
hombres.
MADRE.-Pero no es así. Se tarda mucho. Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el
suelo. Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años. Cuando yo llegué a ver a mi
hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua.
Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y topacios pondría yo la tierra em-
papada por ella.
PADRE.-Ahora tienes que esperar. Mi hija es ancha y tu hijo es fuerte.
MADRE.-Así espero. (Se levantan.)
PADRE. - Prepara las bandejas de trigo.
CRIADA.-Están preparadas.
MUTER DE LEONARDO.-(Entrando.) ¡Que sea para bien!
MADRE.-Gracias.
LEONARDO. ¿Va a haber fiesta?
PADRE.-Poca. La gente no puede entretenerse.
CRIADA.-¡Ya están aquí!
(Van entrando invitados en alegres grupos. Entran los novios cogidos del brazo. Sale LEONARDO.)
NOVIO.- En ninguna boda se vio tanta gente.NOVIA.-(Sombría.) En ninguna.
PADRE.-Fue lucida.
MADRE.-Ramas enteras de familias han venido.
NOVIO.-Gente que no salía de su casa.
MADRE.-Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú.
NOVIO.-Hubo primos míos que yo ya no conocía.
MADRE.-Toda la gente de la costa.
NOVIA.- (Alegre.) Se espantaban de los caballos. (Hablan.)
MADRE.-(A la NOVIA.) ¿Qué piensas?
NOVIA.-No pienso en nada.
MADRE.-Las bendiciones pesan mucho. (Se oyen guitarras.)
NOVIA-Como plomo.
MADRE.-(Fuerte.) Pero no han de pesar. Ligera como paloma debes ser.
NOVIA. ¿Se queda usted aquí esta noche?
MADRE.-No. Mi casa está sola.
NOVIA.-¡Debía usted quedarse!
PADRE.- (A la MADRE.) Mira el baile que tienen formado. Bailes de allá de la orilla del mar.
(Sale LEONARDO y se sienta. Su MUJER detrás de él, en actitud rígida.)
MADRE.-Son los primos de mi marido. Duros como piedras para la danza.
PADRE. - Me alegra verlos. ¡Qué cambio para esta casa! (Se va.)
Novio.-(A la NovIA.) ¿Te gustó el azahar?
NOVIA.-(Mirándole fija.) Sí.
NOVIO. - Es todo de cera. Dura siempre. Me hubierá gustado que llevaras en todo el vestido.
NOVIA.-No hace falta. (Mutis LEONARDO por la derecha.)
MUCHACHA 1a.-Vamos a quitarte los alfileres.
NOVIA.-(Al NOVIO.) Ahora vuelvo.
MUJER.-¡Que seas feliz con mi prima!
NOVIO.-Tengo seguridad.
MUJER.-Aquí los dos; sin salir nunca y a levantar la casa. ¡Ojalá yo viviera también así de lejos!
NOVIO. ¿Por qué no compráis tierras? El monte es barato y los hijos se crían mejor.
MUJER.-No tenemos dinero. ¡Y con el camino que llevamos!
NOVIO.-Tu marido es un buen trabajador.
MUJER.-Sí, pero le gusta volar demasiado. Ir de una cosa a otra. No es hombre tranquilo.
CRIADA. ¿No tomáis nada? Te voy a envolver unos roscos de vino para to madre, que a ella le gustan
mucho.
NOVIO.-Ponle tres docenas.
MUJER.-No, no. Con media tiene bastante.
NOVIO.-Un día es un día.
MUJER.-(A la CRIADA.) ¿Y Leonardo?
CRIADA.-No lo vi.
NOVIO.-Debe estar con la gente.
MU JER.-¡Voy a ver! (Se va.)
CRIADA.-Aquello está hermoso.
NOVIO.- ¿Y tú no bailas?CRIADA.-No hay quien me saque.
(Pasan al fondo dos MUCHACHAS; durante todo este acto el fondo será un animado cruce de
figuras.)
NOVIO.-(Alegre.) Eso se llama no entender. Las viejas frescas como tú bailan mejor que las jóvenes.
CRIADA.-Pero ¿vas a echarme requiebros, niño? ¡Qué familia la tuya! ¡Machos entre los machos!
Siendo niña vi la boda de tu abuelo. ¡Qué figura! Parecía como si se casara un monte.
NOVIO-Yo tengo menos estatura.
CRIADA.-Pero el mismo brillo en los ojos. ¿Y la niña?
NOVIA.-Quitándose la toca.
CRIADA.-¡Ah! Mira. Para la medianoche, como no dormiréis, os he preparado jamón, y unas copas
grandes de vino antiguo. En la parte baja de la alacena. Por si lo necesitáis.
NOVIO. - (Sonriente.) No como a media noche.
CRIADA.-(Con malicia.) Si tú no, la novia. (Se va.)
Mozo 1°-(Entrando.) ¡Tienes que beber con nosotros!
NOVIO. Estoy esperando a la novia.
Mozo 2°-¡Ya la tendrás en la madrugada!
Mozo 1°-¡Que es cuando más gusta!
Mozo 2°-Un momento.
NOVIO.-Vamos.
(Salen. Se oye gran algazara. Sale la NOVIA. Por el lado opuesto salen dos MUCHACHAS corriendo
a encontrarla.)
MUCHACHA 1.a-¿A quién diste el primer alfiler, a mí o a ésta?
NOVIA.-No me acuerdo.
MUCHACHA 1-a -A mí me lo diste aquí.
MUCHACHA. 2a -A mí delante del altar.
NOVIA.-(Inquieta y con una gran lucha interior.) No sé nada.
MUCHACHA 1a -Es que yo quisiera que tú . . .
NOVIA.-(Interrumpiendo.) Ni me importa. Tengo mucho que pensar.
MUCHACHA 2a - Perdona. (LEONARDO Cruza al fondo.)
NOVIA.- (Ve a LEONARDO.) Y estos momentos son agitados.
MUCHACHA 1a -¡Nosotras no sabemos nada!
NOVIA.-Ya lo sabréis cuando os llegue la hora. Estos pasos son pasos que cuestan mucho.
MUCHACHA 1a -¿Te has disgustado?
NOVIA.-No. Perdonad vosotras.
MUCHACHA 2a -¿De qué? Pero los dos alfileres sirven para casarse, ¿verdad?
NOVIA.-Los dos.
MUCHACHA 1a -Ahora, que una se casa antes que otra.
NOVIA.-¿Tantas ganas tenéis?
MUCHACHA 2a -(Vergonzosa.) Sí.
NOVIA. ¿Para qué?
MUCHACHA 1a -Pues... (Abrazando a la segunda.)
(Echan a correr las dos. Llega el NOVIO y muy despacio abraza a la NOVIA por detrás.)NOVIA.- (Con gran sobresalto.) ¡Quita!
NOVI-¿Te asustas de mí?
NOVIA-¡Ay! ¿Eras tú?
NOVIO.-¿Quién iba a ser? (Pausa.) Tu padre o yo.
NOVIA.-¡Es verdad!
NOVIO.-Ahora que tu padre te hubiera abrazado más blando.
NOVIA.-(Sombría.) ¡Claro!
NOVIO.-(La abraza fuertemente de modo un poco brusco.) Porque es viejo.
NOVIA.-(Seca.) ¡Déjame!
NOVIO. ¿Por qué? (La deja.)
NOVIA.-Pues. .. la gente. Pueden vernos. (Vuelve a cruzar al fondo la CRIADA, que no mira a los
novios.)
NOVIO. ¿Y qué? Ya es sagrado.
NOVIA.-Sí, pero déjame.... Luego.
NOVIO.-¿Qué tienes? ¡Estás como asustada!
NOVIA.-No tengo nada. No te vayas. (Sale la mujer de LEONARDO.)
MUJER.-No quiero interrumpir...
NOVIO.-Dime.
MUJER. ¿Paso por aquí mi marido?
NOVIO.-No.
MUJER.-Es que no lo encuentro, y el caballo no está tampoco en el establo.
NOVIO.-(Alegre.) Debe estar dándole una carrera. (Se va la MUJER inquieta. Sale la CRIADA.)
CRIADA. ¿No andáis satisfechos de tanto saludo?
NOVIO.-Ya estoy deseando que esto acabe. La novia está un poco cansada.
CRIADA.-¿Qué es eso, niña?
NOVIA.-¡Tengo como un golpe en las sienes!
CRIADA.-Una novia de estos montes debe ser fuerte. (AI Novio.) Tú eres el único que la puedes. curar,
porque tuya es. (Sale corriendo.)
NOVIO.-(Abrazándola.) Vamos un rato al baile. (La besa.)
NOVIA.-(Angustiada.) No. Quiero echarme en la cama un poco.
NOVIO.-Yo to haré compañía.
NOVIA.-¡Nunca! ¿Con toda la gente aquí? ¿Qué dirían? Déjame sosegar un momento.
NOVIO.-¡Lo que quieras! ¡Pero no estés así por la noche!
NOVIA.-(En la puerta.) A la noche estaré mejor.
NOVIO.-¡Que es lo que yo quiero!
(Aparece la MADRE.)
MADRE.-Hijo.
NOVIO. ¿Dónde anda usted?
MADRE. En todo ese ruido. ¿Estás contento?
NOVIO.-Sí.
MADRE. ¿Y tu mujer?
NOVIO. - Descansa un poco. ¡Mal día para las novias!
MADRE. ¿Mal día? El único bueno. Para mí fue como una herencia. (Entra la CRIADA y se dirige al
cuarto de la NOVIA.) Es la roturación de las tierras, la plantación de árboles nuevos.NOVIO.-¿Usted se va a ir?
MADRE.-Sí. Yo tengo que estar en mi casa.
NOVIO.-Sola.
MADRE.-Sola no. Que tengo la cabeza llena de cosas y de hombres y luchas.
NOVIO.-Pero luchas que ya no son luchas.
(Sale la CRIADA rápidamente; desaparece corriendo por el f ondo.)
MADRE.-Mientras una vive, lucha.
NOVIO.-¡Siempre la obedezco!
MADRE.-Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notaras infatuada o arisca, hazle una caricia que le
produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda
disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que manda. Así aprendí de tu padre. Y
como no to tienes, tengo que ser yo la que te enseñe estas fortalezas.
NOVIO.-Yo siempre haré lo que usted mande.
PADRE.-(Entrando.) ¿Y mi hija?
NOVIO.-Está dentro.
MUCHACHA la - ¡Vengan los novios, que vamos a bailar la rueda!
MOZO 1°-(Al Novio.) Tú la vas a dirigir.
PADRE.-(Saliendo.) ¡Aquí no está!
NOVIO. ¿No?
PADRE.-Debe haber salido a la baranda.
NOVIO.-¡Voy a ver! (Entra.)
(Se oye algazara y guitarras.)
MUCHACHA 1a-¡Ya han empezado! (Sale.)
NOVIO.-(Saliendo.) No está.
MADRE.-(Inquieta.) ¿No?
PADRE.-¿Y dónde pudo haber ido?
CRIADA.-(Entrando.) ¿Y la niña, dónde está?
MADRE.-(Seria.) No lo sabemos.
(Sale el NOVIO. Entran tres invitados.)
PADRE.-(Dramático.) Pero ¿no está en el baile?
CRIADA.-En el baile no está.
PADRE.-(Con arranque.) Hay mucha gente. ¡Mirad!
CRIADA.-¡Ya he mirado!
PADRE. - (Trágico.) ¿Pues dónde está?
NOVIO.-(Entrando.) Nada. En ningún sitio.
MADRE.-(Al PADRE.) ¿Qué es esto? ¿Dónde está tu hija?
(Entra la mujer de LEONARDO.)
MUJER.-¡Han huido! ¡Han huido! Ella y Leonardo. En el caballo. ¡Iban abrazados, como una exha-
lación!
PADRE.-¡No es verdad! ¡Mi hija. no!MADRE.-¡Tu hija, sí! Planta de mala madre, y él, también él. ¡Pero ya es la mujer de mi hijo!
NOVIO.- (Entrando.) ¡Vamos detrás! ¿Quién tiene un caballo?
MADRE. ¿Quién tiene un caballo ahora mismo, quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo,
mis ojos y hasta mi lengua...
VOZ.-Aquí hay uno.
MADRE. - (Al hijo.) ¡Anda! ¡Detrás! (Sale con dos mozos.) No. No vayas. Esa gente mata pronto y
bien...; ¡pero sí, corre, y yo detrás!
PADRE.-No será ella. Quizá se haya tirado al aljibe.
MADRE.-Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡ésa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. Dos bandos.
Aquí hay dos bandos. (Entran todos.) Mi familia y la tuya. Salid todos de aquí. Limpiarse el polvo de
los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo. (La gente se separa en dos grupos.) Porque tiene gente; que son
sus primos del mar y todos los que llegan de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos. Ha
llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás! ¡Atrás!
TELÓN
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
Bosque. Es de noche. Grandes troncos húmedos. Ambiente oscuro. Se oyen dos violines.
(Salen tres LEÑADORES.)
LEÑADOR 1o-¿Y los han encontrado?
LEÑADOR 2°-No. Pero los buscan por todas partes.
LEÑADOR 3o-Ya darán con ellos.
LEÑADOR 2°.-¡Chisss!
LEÑADOR 3°-¿Qué?
LEÑADOR 2°-Parece que se acercan por todos los caminos a la vez.
LEÑADOR 1o-Cuando salga la luna los verán.
LEÑADOR 2°-Debían dejarlos.
LEÑADOR 1o-El mundo es grande. Todos pueden vivir en él.
LEÑADOR 3°-Pero los matarán.
LEÑADOR 2o-Hay que seguir la inclinación; han hecho bien en huir.
LEÑADOR 1°-Se estaban engañando uno a otro y al final la sangre pudo más.
LEÑADOR 3o-¡La sangre!
LEÑADOR 1°-Hay que seguir el camino de la sangre.
LEÑADOR 2o-Pero sangre que ve la luz se la bebe la tierra.
LEÑADOR 1°-¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida.
LEÑADOR 3°-Callar.
LEÑADOR 1°-¿Qué? ¿Oyes algo?
LEÑADOR 3o-Oigo los grillos, las ranas, el acecho de la noche.
LEÑADOR 1o-Pero el caballo no se siente.
LEÑADOR 3°.-No.LEÑADOR 1°-Ahora la estará queriendo.
LEÑADOR 2o-El cuerpo de ella era para él y el cuerpo de él para ella.
LEÑADOR 3°-Los buscan y los matarán.
LEÑADOR 1°-Pero ya habrán mezclado sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos
arroyos secos.
LEÑADOR 2°-Hay muchas nubes y será fácil que la luna no salga.
LEÑADOR 3°-El novio los encontrará con luna o sin luna. Yo lo vi salir. Como una estrella furiosa. La
cara color ceniza. Expresaba el sino de su casta.
LEÑADOR 1°-Su casta de muertos en mitad de la calle.
LEÑADOR 2°-¡Eso es!
LEÑADOR 3°-¿Crees que ellos lograrán romper el cerco?
LEÑADOR 2°-Es difícil. Hay cuchillos y escopetas a diez leguas a la redonda.
LEÑADOR 3°-Él lleva un buen caballo.
LEÑADOR 2°-Pero lleva una mujer.
LEÑADOR 1°-Ya estamos cerca.
LEÑADOR 2°-Un árbol de cuarenta ramas. Lo cortaremos pronto.
LEÑADOR 3°-Ahora sale la luna. Vamos a darnos prisa.
(Por la izquierda surge una claridad.)
LEÑADOR 1°.-
¡Ay luna que sales!
Luna de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.-
¡Llena de jazmines la sangre!
LEÑADOR 1°-
¡Ay luna sola!
¡Luna de las verdes hojas!
LEÑADOR 2°-
Plata en la cara de la novia.
LEÑADOR 3°.
¡Ay luna mala!
Deja para el amor la oscura rama.
LEÑADOR 1°
¡Ay triste luna!
¡Deja para el amor la rama oscura!
(Salen. Por la claridad de la izquierda aparece la LUNA. La LUNA es un leñador joven con la cara
blanca. La escena adquiera un vivo resplandor azul.)
LUNA.-
Cisne redondo en el río,
ojo de las catedrales,
alba fingida en las hojas
soy; ¡no podrán escaparse!¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
por la maleza del valle?
La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!
¡Abrir tejados y pechos
donde pueda calentarme!
¡Tengo frío! Mis cenizas
de soñolientos metales,
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.
Pero me lleva la nieve
sobre, su espalda de jaspe,
y me anega, dura y fría,
el agua de los estanques.
Pues esta noche tendrán
mis mejillas roja sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¡No haya sombra ni emboscada,
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mí!
¡Caliente, que se derrame
por los montes de mi pecho;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
(A las ramas.)
No quiero sombras. Mis rayos
han de entrar en todas partes,
y haya en los troncos oscuros
un rumor de claridades,
para que esta noche tengan
mis mejillas dulce sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!
¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo
una fiebre de diamante.(Desaparece entre los troncos, y vuelve la escena a su luz oscura. Sale una anciana totalmente cubierta
por tenues paños verdeoscuros. Lleva los pies descalzos. Apenas si se !e verá el rostro entre los
pliegues. Este personaje no figura en el reparto.)
MENDIGA.-
Esa luna se va y ellos se acercan.
De aquí no pasan. El rumor del río
apagará con el rumor de troncos
el desgarrado vuelo de los gritos.
Aquí ha de ser, y pronto. Estoy cansada.
Abren los cofres, y los blancos hilos
aguardan por el suelo de la alcoba
cuerpos pesados con el cuello herido.
No se despierte un pájaro y la brisa,
recogiendo en su falda los gemidos,
huya con ellos por las negras copas
o los entierre por el blando limo.
(Impaciente.)
¡Esa luna, esa luna!
(Aparece la LUNA. Vuelve la luz azul intensa.)
LUNA.-
Ya se acercan.
Unos por la cañada y otros por el río.
Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?
MENDIGA.-
Nada.
LUNA.-
El aire va llegando duro, con doble filo.
MENDIGA.-
Ilumina el chaleco y aparta los botones,
que después las navajas ya saben el camino.
LUNA.-
Pero que tarden mucho en morir. Que la sangre
me ponga entre los dedos su delicado silbo.
¡Mira que ya mis valles de ceniza despiertan
en ansia de esta fuente de chorro estremecido!
MENDIGA.-No dejemos que pasen el arroyo. ¡Silencio!
LUNA.-
¡Allí vienen! (Se va. Queda la escena oscura.)
MENDIGA.-
De prisa. Mucha luz. ¿Me has oído? ¡No pLieden escaparse!
(Entran el Novio y Mozo 1° La MENDIGA se sienta y se tapa con el manto.)
NOVIO.-Por aquí.
Mozo 1o-No los encontrarás.
NOVIO (Enérgico.) ¡Sí los encontraré!
MOZO 1°-Creo que se han ido por otra vereda.
NOVIO.-No. Yo sentí hace un momento el galope.
MOZO 1°-Sería otro caballo.
NOVIO.-(Dramático.) Oye. No hay más que un caballo en el mundo, y es éste. ¿Te has enterado? Si me
sigues, sígueme sin hablar.
MOZO. 1°-Es que quisiera...
NOVIO.-Calla. Estoy seguro de encontrármelos aquí. ¿Ves este brazo? Pues no es mi brazo. Es el brazo
de mi hermano y el de mi padre y el de toda mi familia que está muerta. Y tiene tanto poderío, que
puede arrancar este árbol de raíz si quiere. Y vamos pronto, que siento los dientes de todos los míos
clavados aquí de una manera que se me hace imposible respirar tranquilo.
MENDIGA.-(Quejándose.) ¡Ay!
MOZO 1°-¿Has oído?
NOVIO. - Vete por ahí y da la vuelta.
MOZO 1°-Esto es una caza.
NOVIO.-Una caza. La más grande que se puede hacer.
(Se va el Mozo. El Novio se dirige rápidamente hacia la izquierda y tropieza con la MENDIGA, la
Muerte.)
MENDIGA.-¡Ay!
NOVIO. ¿Qué quieres?
MENDIGA.-Tengo frío.
NOVIO.-¿Adónde to diriges?
MENDIGA. - (Siempre quejándose como una mendiga.) Allá lejos. . .
NOVIO.-¿De dónde vienes?
MENDIGA.-De allí . . . , de muy lejos.
NOVIO. ¿Viste un hombre y una mujer que corrían montados en un caballo?
MENDIGA.-(Despertándose.) Espera. . . (Lo mira.) Hermoso galán. (Se levanta.) Pero mucho más
hermoso si estuviera dormido.
NOVIO.-Dime, contesta, ¿los viste?
MENDIGA.-Espera... ¡Qué espaldas más anchas! ¿Cómo no to gusta estar tendido sobre ellas y no andar
sobre las plantas de los pies que son tan chicas?
NOVIO.-(Zamarreándola.) ¡Te digo si los viste! ¿Han pasado por aquí?MENDIGA.-(Enérgica.) No han pasado; pero están saliendo de la colina. ¿No to oyes?
Novio-No.
MENDIGA. ¿Tú no conoces el camino?
NOVIO.-¡Iré sea como sea!
MENDIGA.-Te acompañaré. Conozco esta tierra.
NOVIO. - (Impaciente.) ¡Pues vamos! ¿Por dónde?
MENDIGA.-(Dramática.) ¡Por allí!
(Salen rápidos. Se pyen lejanos dos violines que expresan el bosque. Vuelven los LEÑADORES. Llevan
las hachas al hombro. Pasan lentos entre los troncos.)
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte que sales!
Muerte de las hojas grandes.
LEÑADOR 2°.-
¡No abras el chorro de la sangre!
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte sola!
Muerte de las secas hojas.
LEÑADOR 3°-
¡No cubras de flores la boda!
LEÑADOR 2°-
¡Ay triste muerte!
Deja para el amor la rama verde.
LEÑADOR 1°.-
¡Ay muerte mala!
¡Deja para el amor la verde rama!
(Van saliendo mientras hablan. Aparecen LEONARDO y la NOVIA.)
LEONARDO.-
¡Calla!
NOVIA.-
Desde aquí yo me iré sola.
¡Vete! Quiero que to vuelvas.
LEONARDO.-
¡Calla, digo!
NOVIA.-
Con los dientes,con las manos, como puedas,
quita de mi cuello honrado
el metal de esta cadena,
dejándome arrinconada
allá en mi casa de tierra.
Y si no quieres matarme
como a víbora pequeña,
pon en mis manos de novia
el cañón de la escopeta.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
LEONARDO.-
Ya dimos el paso; ¡calla!
porque nos persiguen cerca
y to he de llevar conmigo.
NOVIA.-
¡Pero ha de ser a la fuerza!
LEONARDO.-
¿A la fuerza? ¿Quién bajó primero las escaleras?
NOVIA.-
Yo las bajé.
LEONARDO.-
¿Quién le puso al caballo bridas nuevas?
NOVIA.-
Yo misma. Verdá.
LEONARDO.-
¿Y qué manos me calzaron las espuelas?
NOVIA.-
Estas manos, que son tuyas,
pero que al verte quisieran
quebrar las ramas azules
y el murmullo de tus venas.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera,
te pondría una mortaja con los filos de violetas.
¡Ay, qué lamento, qué fuego
me sube por la cabeza!
LEONARDO.-¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No to recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
NOVIA.-
¡Ay qué sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena,
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en la mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo
y no quiero que lo sea.
¡Déjame sola! ¡Huye tú!
No hay nadie que te defienda.
LEONARDO.-
Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente
ni el veneno que nos echa.(La abraza f uertemente.)
NOVIA.-
Y yo dormiré a tus pies
para guardar lo que sueñas.
Desnuda, mirando al campo,
(Dramática.)
como si fuera una perra,
¡porque eso soy! Que te miro
y tu hermosura me quema.
LEONARDO.-
Se abrasa lumbre con lumbre.
La misma llama pequeña
mata dos espigas juntas.
¡Vamos!
(La arrastra.)
NOVIA.-
¿Adónde me llevas?
LEONARDO.-
Adonde no puedan ir
estos hombres que nos cercan.
¡Donde yo pueda mirarte!
NOVIA.-(Sarcástica.)
Llévame de feria en feria,
dolor de mujer honrada,
a que las gentes me vean
con las sábanas de boda
al aire, como banderas.
LEONARDO.-
También yo quiero dejarte
si pienso como se piensa.
Pero voy donde tú vas.
Tú también. Da un paso. Prueba.
Clavos de luna nos funden
mi cintura y tus caderas.
(Toda esta escena es violenta, llena de gran sensualidad.)
NOVIA.-
¿Oyes?LEONARDO. -
Viene gente.
NOVIA:
¡Húye!
Es justo que yo aquí muera
con los pies dentro del agua
y espinas en la cabeza.
Y que me lloren las hojas,
mujer perdida y doncella.
LEONARDO.-
Cállate. Ya suben.
NOVIA.-
¡Vete!
LEONARDO.-
Silencio. Que no nos sientan.
Tú delante. ¡Vamos, digo!
(Vacila la NOVIA.)
NOVIA.-
¡Los dos juntos!
LEONARDO.-(Abrazándola.)
¡Como quieras!
Si nos separan, será
porque esté muerto.
NOVIA.-
Y yo muerta.
(Salen abrazados.)
(Aparece la LUNA muy despacio. La escena adquiere una fuerte luz azul. Se oyen los dos violines.
Bruscamente se oyen dos largos gritos desgarrados, y se corta la música de los violines. Al segundo
grito aparece la MENDIGA y queda de espaldas. Abre el manto y queda en el centro como un gran
pájaro de alas inmensas. La LUNA se detiene. El telón baja en medio de un silencio absoluto.)
TELÓN
CUADRO ULTIMOHabitación blanca con arcos y gruesos muros. A la derecha y a la izquierda escaleras blancas. Gran
arco al fondo y pared del mismo color. El suelo será también de un blanco reluciente. Esta habitación
simple tendrá un sentido monumental de iglesia. No habrá ni un gris, ni una sombra, ni siquiera to
preciso para la perspectiva.
(Dos MUCHACHAS vestidas de azul oscuro están devanando una madeja roja.)
MUCHACHA 1a-
Madeja, madeja,
¿qué quieres hacer?
MUCHACHA 2a-
Jazmín de vestido,
cristal de papel.
Nacer a las cuatro,
morir a las diez.
Ser hilo de lana,
cadena a tus pies
y nudo que apriete
amargo laurel.
NIÑA.- (Cantando)
¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA la-
No.
NIÑA.-
¡Tampoco fui yo!
¿Qué pasaría
por los tallos de las viñas?
¿Qué pasaría
por el ramo de la oliva?
¿Qué pasó
que nadie volvió?
¿Fuisteis a la boda?
MUCHACHA 2a-
Hemos dicho que no.
NIÑA (Yéndose.)
¡Tampoco fui yo!
MUCHACHA 2a-
Madeja, madeja,
¿qué quieres cantar?
MUCHACHA 1a-Heridas de cera,
dolor de arrayán.
Dormir la mañano
de noche velar.
NIÑA. (En la puerta.)
El hilo tropieza
con el pedernal.
Los montes azules
lo dejan pasar.
Corre, corre, corre,
y al fin llegará
a poner cuchillo
y quitar el pan.
(Se va)
MUCHACHA 2a-
Madeja, madeja,
¿qué quieres decir?
MUCHACHA 1a-
Amante sin habla.
Novio carmesí.
Por la orilla muda
Tendidos los vi.
(Se detiene mirando madeja.)
NIÑA (Asomandose a la puerta.)
el hilo hasta aquí.
Cubiertos de barro
los siento venir.
¡Cuerpos estirados,
paños de marfil!
(Se va.)
(Aparecen la MUJER y la SUEGRA de LEONARDO. Llegan angustiadas.)
MUCHACHA 1a-
¿Vienen ya?
S U EGRA.- (Agria. )
No sabemos.
MUCHACHA 2a-¿Qué contáis de la boda?
MUCHACHA 1a-
Dime.
SUEGRA.- (Seca.)
Nada.
MUJER.-
Quiero volver para saberlo todo.
S U EGRA.- (Enérgica.)
Tú, a to casa.
Valiente y sola en tu casa.
A envejecer y a llorar.
Pero la puerta cerrada.
Nunca. Ni muerto ni vivo.
Clavaremos las ventanas.
Y vengan lluvias y noches
sobre las hierbas amargas.
MUJER.-
¿Qué habrá pasado?
S UEGRA.-
No importa.
Échate un velo en la cara.
Tus hijos son hijos tuyos
nada más. Sobre la cama
pon una cruz de ceniza
donde estuvo su almohada.
(Salen.)
MENDIGA.-(A la puerta.)
Un pedazo de pan, muchachas.
NIÑA.-
¡Vete!
(Las MUCHACHAS se agrupan.)
MENDIGA.-
¿Por qué?
NIÑA.-
Porque tú gimes: vete.MUCHACHA 1a-
¡Niña!
MENDIGA.-
¡Pude pedir tus ojos! Una nube
de pájaros me sigue; ¿quieres uno?
NIÑA.-
¡Yo me quiero marchar!
MUCHACHA 2a- (A la MENDIGA.)
¡No le hagas caso!
MUCHACHA.1a-¿Vienes por el camino del arroyo?
MENDIGA.-
¡Por allí vine!
MUCHACHA 1a- (Tímida.)
¿Puedo preguntarte?
MENDIGA.-
Yo los vi; pronto llegan: dos torrentes
quietos al fin entre piedras grandes,
dos hombres en las patas del caballo.
Muertos en la hermosura de la noche.
(Con delectación.)
Muertos, sí, muertos.
MUCHACHA 1a-
¡Calla, vieja, calla!
MENDIGA.-
Flores rotas los ojos, y sus dientes
dos puñados de nieve endurecida.
Los dos cayeron, y la novia vuelve
teñida en sangre falda y cabellera.
Cubiertos con dos mantas ellos vienen
sobre los hombros de los mozos altos.
Así fue, nada más. Era lo justo.
Sobre la flor del oro, sucia arena.
(Se va. Las MUCHACHAS inclinan la cabeza y rítmicamente van saliendo.)
MUCHACHA 1a-
Sucia arena.
MUCHACHA 2a-
Sobre la flor del oro.NIÑA.-
Sobre la flor del oro
traen a los muertos del arroyo.
Morenito el uno,
morenito el otro.
¡Qué ruiseñor de sombra vuela y gime
sobre la flor del oro!
(Se va. Queda la escena sola. Aparece la MADRE con una VECINA. La VECINA viene llorando.)
MADRE.-Calla.
VECINA.-No puedo.
MADRE.-Calla, he dicho. (En la puerta.) ¿No hay nadie aquí? (Se lleva las manos a la frente.) Debía
contestarme mi hijo. Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es ya una voz oscura detrás
de los montes. (Con rabia a la VECINA.) ¿Te quieres callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras
lágrimas son lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de los
pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.
VECINA.-Vente a mi casa; no te quedes aquí.
MADRE. Aquí. Aquí quiero estar. Y tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche dormiré, dormiré
sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se asomarán a las ventanas, azotadas por la
lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo no. Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve
camelias de escarcha sobre el camposanto. Pero no; camposanto no, camposanto no: lecho de tierra,
cama que los cobija y que los mece por el cielo. (Entra una mujer de negro que se dirige a la derecha y
allí se arrodilla. A la VECINA.) Quítate las manos de la cara. Hemos de pasar días terribles. No quiero
ver a nadie. La tierra y yo. Mi llanto y yo. Y estas cuatro paredes. ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta transida.)
VECINA.-Ten caridad de ti misma.
MADRE.-(Echándose el pelo hacia atrás.) He de estar serena. (Se sienta.) Porque vendrán las vecinas y
no quiero que me vean tan pobre. ¡Tan pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse
llevar a los labios.
(Aparece la NOVIA. Viene sin azahar y con un manto negro.)
VECINA.-(Viendo a la NOVIA con rabia.) ¿Dónde vas?
NOVIA.-Aquí vengo.
MADRE.-(A la vecina.) ¿Quién es?
VECINA.-¿No la reconoces?
MADRE.-Por eso pregunto quién es. Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en
el cuello. ¡Víbora! (Se dirige hacia la NOVIA con ademán fulminante; se detiene. A la VECINA.) ¿La
ves? Está ahí y está llorando, y yo quieta sin arrancarle los ojos. No me entiendo. ¿Será que yo no quería
a mi hijo? Pero ¿y su honra? ¿Dónde está su honra? (Golpea a la NOVIA. Esta cae al suelo.)
VECINA-¡Por Dios! (Trata de separarlas.)
NOVIA.-(A la VECINA.) Déjala; he venido para que me mate y que me lleven con ellos. (A la MA-
DRE.) Pero no con las manos; con garfios de alambre, con una hoz, y con fuerza, hasta que se rompa enmis huesos. ¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me pueden
enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos:
MADRE.-Calla, calla; ¿qué me importa eso a mí?
NOVIA.-¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una
mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo
esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de
sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el
otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas
de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería.
¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar,
como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido
vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos. (Entra una vecina.)
MADRE.-Ella no tiene la culpa, ¡ni yo! (Sarcástica.) ¿Quién la tiene, pues? ¡Floja, delicada, mujer de
mal dormir es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por otra mujer!
NOVIA.-¡Calla, calla! Véngate de mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos
trabajo que segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como una niña recién nacida. Y
fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre. Vamos a meter las manos: tú, por tu hijo; yo, por mi
cuerpo. Las retirarás antes tú. (Entra otra vecina.)
MADRE.-Pero ¿qué me importa a mí tu honradez? ¿Qué me importa tu muerte? ¿Qué me importa a mí
nada de nada? Benditos sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos; bendita sea la lluvia,
porque moja la cara de los muertos. Bendito sea Dios, que nos tiende juntos para descansar. (Entra otra
vecina.)
NOVIA.-Déjame llorar contigo.
MADRE.-Llora. Pero en la puerta.
(Entra la NIÑA. La NOVIA queda en la puerta. La MADRE, en el centro de la escena.)
MUJER.-(Entrando y dirigiéndose a la izquierda.)
Era hermoso jinete,
y ahora montón de nieve.
Corría ferias y montes
y brazos de mujeres.
Ahora, musgo de noche
le corona la frente.
MADRE.-
Girasol de tu madre,
espejo de la tierra.
Que te pongan al pecho
cruz de amargas adelfas;
sábana que te cubra
de reluciente seda.
y el agua forme un llanto
entre tus manos quietas.
MU JER.-¡Ay, que cuatro muchachos
llegan con hombros cansados!
NOVIA.-
¡Ay, qué cuatro galanes
traen a la muerte por el aire!
MADRE.-
Vecinas.
NIÑa.-(En la puerta)
Ya los traen.
MADRE.-
Es to mismo.
La cruz, la cruz.
MUJERES.-
Dulces clavos,
dulce cruz.
dulce nombre
de Jesús.
NOVIA.-
Que la cruz ampare a muertos y vivos.
MADRE.-
Vecinas, con un cuchillo,
Con un cuchillito,
en un día señalado, entre las dos y las tres,
se mataron los dos hombres del amor.
Con un cuchillo,
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino
por las carnes asombradas,
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
NOVIA.-
Y esto es un cuchillo,
un cuchillito
que apenas cabe en la mano;
pez sin escamas ni río,
para que un día señalado, entre las dos y las tres,
con este cuchillo,se queden dos hombres duros
con los labios amarillos.
MADRE.-
Y apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para, en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
(Las vecinas, arrodilladas en el suelo, lloran.)
TELÓN
FIN DE
“BODAS DE SANGRE”