4/2/15

Demetrio Aguilera Malta DIENTES BLANCOS





Demetrio Aguilera Malta
DIENTES BLANCOS


Pieza en un Acto

PERSONAJES:
EBRIA
EBRIO
WILLIAM
PETER
ERNEST
PATRON

(Al levantarse el telón, un reflector focaliza el centro del escenario.
La decoración representa la tarima de una orquesta de negros, en un cabaret centroamericano. Se oye, de rato en rato, el rumor de la fiesta, destaparse de botellas, gritos estridentes, carcajadas. Los músicos negros —Peter, William y Ernest— tocan piano, saxofón y batería, respectivamente. Están vestidos de frac blanco. Miran, a veces, abajo, donde se supone que están divirtiéndose los blancos.
Durante todo el acto, cada vez que William ríe, con su estruendosa carcajada, Ernest lo acompaña, como un autómata, con el sonido, también estruendoso, de su batería.)

PETER. (Mirando angustiado para todas partes, como buscando una salida.) ¿Serán las tres de la madrugada?
WILLIAM. (Lo observa, como a un bicho raro. Después, estalla en una carcajada martillante, onomatopéyica, que muestra sus dientes blanquisimos.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!
PETER. (Volviéndose furioso a William. Sintiendo que encuentra, por fin, alguien contra quien descarga su cólera.) ¿Y tú? ¿De qué te ríes?
WILLIAM. (Un tanto desconcertado. Con súbita seriedad.) De tu preocupación por el tiempo. Sabes que trabajaremos hasta cuando el sol baile en las calles. Y preguntas a cada instante la hora.
¿Cómo quieres que no ría? (Transición. Con su risa estruendosa.)
¡Jajajá! . . . ¡ Jajajá! . . .                                   
ERNEST. (Después de acompañar, como lo hace siempre, con su batería, la risa de William. Como despertando.) Es que lo espera su mujer. . .
WILLIAM. (Asombrado.) ¿Su mujer?. . . ¿Qué mujer?
ERNEST. (Señalando a PETER.) La mujer de él. ¿No sabes que se casó ayer, no más?
WILLIAM. (Como para sí mismo.) ¡Ah! ¿Se ha casado? Entonces, no debía estar trabajando. ¡Debía estar con ella!
ERNEST. Por lo menos esta noche. (Sordamente.) ¡Es su primera noche!
PETER. (Con desesperación.) ¡Sí pudiera hacerlo!
ERNEST. (Pesando sus palabras. Preocupado.) ¡Y se ha casado con una mujer blanca! ¡O casi blanca!
WiLLIAM. (Histérico. Vibrando todo. Riendo, mientras lo acompaña Ernest, con su batería, cada vez que lanza su carcajada.) ¡Una mujer casi blanca!.. . ¡Jajajá!.. . ¡Una mujer casi blanca!.. . ¡ Jajajá! . . . ¡ Jajajá! . . .
PETER. (Con rabia creciente.) ¿Y ahora? ¿De qué te ríes?
WiLLIAM. (Transición. Preocupado.) ¿Yo? ¡De nada! Tú sabes. Yo sólo sé reír. . . (Transición. Eufórico.) ¡Una mujer casi blanca!. . . ¡Jajajá! . . . ¡Lo que vas a tener que trabajar para que dure a tu lado!.. . ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
PETER. (Sin poderse contener más. Abalanzándosele encima a William. Agarrándolo por la solapa del frac. Sacudiéndolo, mientras su contendor en vano intenta desasirse.) ¡Cállate!
ERNEST. (Se levanta rápidamente. Se interpone entre Peter y William. Después de breve esfuerzo, los separa.) ¿Qué te ocurre hoy, Peter? ¡Estás muy nervioso!
WILLIAM. (En actitud canalla.) ¿Acaso tienes miedo de que, .. ?
PETER. ¿De qué?
WILLIAM. ¿¿De que tu mujer?.. .
PETER. ¿Qué, pues, qué?
WILLIAM. (Lentamente. Calculando todo el efecto de sus palabras.)
¿Se canse de esperarte y se vaya con otro?. . .
PETER. ¡Desgraciado!
(Peter se lanza, otra vez, contra William. Empieza a golpearlo. William se defiende, pero casi sin responder los golpes. Tratando, más bien, de contener a Peter. Ernest vuelve a separarlos.)
ERNEST. ¿Es que no pueden hablar de otra cosa?
WILLIAM. (Transición a la euforia.) ¡Del cabaret, por ejemplo! ¡Jajajá! (Coge el saxofón y empieza a dar vueltas como si el instrumento fuera una mujer con la cual estuviese bailando un ritmo loco. En tanto, toca unos compases.)
PETER. (Sombrío.) ¡El cabaret! ¡Sólo piensas en el cabaret!
WILLIAM. ¿En qué más quieres que piense! ¡Aquí he nacido! Aquí he vivido siempre. ¿Te imaginas esto sin la risa del negro William? Sabría mal el champaña. Las mujeres no darían el mismo placer a los hombres. El cabaret me necesita. ¡Yo soy el alma! ¡El alma negra del cabaret. ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!
PETER. (Con desprecio.) ¡Me das lástima!
WILLIAM. (Danzando con el saxofón.) ¡Jajajá! ¡Jajajá!
PETER. Vives contento con fu suerte. ¡Infeliz!
WiLLIAM. (Como antes.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
PETER. ¡Eres un traidor a ti y a la raza!
WILLIAM. (Como antes.) ¡Jajajá!.. . ¡Jajajá!.. .
ERNEST. (Qué, como siempre, ha acompañado automáticamente,  con su bateria, las carcajadas de William. Como dejando de ser
autómata, para volverse hombre.) ¿Pero qué te ocurre hoy, Peter?
PETER. (Amargamente.) ¿A mí? ¿Qué puede ocurrirme, Ernest? ¡Esta noche es igual a todas. . . a todas las noches de mi vida!
ERNEST. ¿Entonces?
PETER. ¿Qué?
ERNEST. ¿Por qué estás así con William? Él es tu amigo. Y él, esta noche, también está igual a todas las noches de su vida.
WILLIAM. ¡Y seguiré igual, hasta después de muerto! ¡Jajajá!
¡Jajajá!
(Por la izquierda, sube a la tarima el Ebrio, vestido de frac negro, con una copa de champaña en la mano izquierda y una botella del mismo licor en la diestra. A su lado, sube, también, la Ebria, que va vestida de noche y también lleva una copa de champaña. De vez en cuando, ambos beben. Suben con dificultad a la tarima. La embriaguez los torna desdibujados, caricaturescos.)
EBRIO. Tengo que irme mañana mismo.
EBRIA. Ya me lo has dicho.
EBRIO. Pero quiero decírtelo otra vez. Tengo que irme. . .
EBRIA. (Continuando la frase de él) ... mañana mismo.
EBRIO. Así es. ¡Salud! (Bebe.)
EBRIA. ¡Salud! (Bebe.)
PETER. (Con repugnancia y rabia.) ¡Sólo nos faltaba eso! ¡Que vinieran hasta aquí!
WILLIAM. ¡Hay que aprovecharlos!
(William se acerca a los Ebrios y empieza a hacerles muecas. A bailarles. A hacerles gracias, como si se tratara de un payaso negro. Los Ebrios, al principio, no se dan cuenta de qué se trata. Después, ríen. A su vez, William empieza a reír, enseñando sus dientes blancos. Su carcajada va siendo tan contagiosa, que, al final, todos, excepto Peter, estallan en carcajadas estruendosas. Esta vez, Ernest, como loco, golpea todos los instrumentos de la
batería, en una forma extraordinaria.)
EBRIA. (Cuando todos parecen agotarse de tanto reír y se hace un breve silencio.) ¡Qué negro más gracioso!. . . ¿Me lo compras, querido?               
EBRIO. ¡No puedo! ¡Tengo que irme. . .
EBRIA. (Continuando la frase.) ...mañana mismo! ¡Ya me lo has dicho, querido!
EBRIO. ¿No puedo decírtelo otra vez?
EBRIA. Sí. Sí querido. . . (Pausa.) ¿Y una copa? ¿Le puedes brindar una copa?
EBRIO. Sí. ¡Se la ha ganado!
WILLIAM. ¡Claro que me la he ganado! (Da unos cuantos pasos de baile con su saxofón.) ¡Jajajá!.. . ¡Champaña! Jajajá!.. . ¡Jajajá!
EBRIO. (Sirve más champaña en su copa. La tiende a William.)
¡Toma! ¡Bebe!
(William va a beber. Pone la copa en sus labios. Pero, de salta de la mano de WILLIAM, cayendo al suelo. Ante la estupefacción de todos, después, se dirige hacia el Ebrio, a quien arrebata la botella y, también, la arroja al suelo.)
PETER. ¡Canalla!
(Pasado un brevísimo instante de estupor, Ernest se lanza contra Peter. Lo toma por los brazos. Lo sacude.)
ERNEST. ¡Peter! ¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loco?
PETER. (Haciendo desesperados esfuerzos por desasirse de Ernest.)
¡Suéltame!
WILLIAM. (Que está desconcertado. Reaccionando.) Peter. . . yo . . . yo. . .
PETER. (Furioso. Fuera de sí). ¡Cállate!
EBRIO. (Tratando de comprender.) ¿El champaña no es bueno para los negros?
EBRIA. ¡Oh querido! ¿Eres tonto? Este negro (señala a Peter) no quiere nuestro champaña.
EBRIO. (Sin entender.) ¿No lo quiere? ¿Por qué?
EBRIA. ¡Es un negro insolente! ¡Atrevido!
EBRIO. (Haciendo ademán de irse.) Bien. ¡Pidamos otra botellal
EBRIA. ¿Y qué? ¿No eres hombre? ¿No vas a hacerte justicia por ti mismo?
EBRIO. ¿Yo? ¿Golpear a un negro? ¡Nunca! Me ensuciaría las manos!
PETER. (Sacudiéndose. Tratando de soltarse de las manos de Ernest.)
¡Suéltame! ¡Suéltame! (Al Ebrio.) ¡Borracho maldito!
ERNEST. ¡Cálmate!
EBRIA. ¿Vas a permitir que te siga insultando?
ERNEST. (Soportando a duras penas las sacudidas de Peter.) Todos se están dando cuenta de lo que pasa. Hasta el patrón. ¡Tranquilízate!
WILLIAM. (Dominándose. Amistoso.) Ernest tiene razón, Peter. ¡Tranquilízate! .. . No sé por qué te has disgustado. Sobre todo, conmigo.
Yo siempre tomo champaña. Me gusta. ¿No me has visto recoger las sobras todas las copas, cuando se van los clientes? ¡Champaña!
PETER. ¡Miserable!
EBRIA. ¿Lo ves, querido? ¿Vas a dejar que te sigan ofendiendo?
EBRIO. En mi hacienda, siempre les doy látigo. ¿Puedes conseguirme un látigo? Pídele al dueño del cabaret. Tal vez, él tenga un látigo.
(Peter, con un desesperado esfuerzo, logra soltarse de las manos de Ernest.)
PETER. ¿Látigo? ¿Ha dicho, látigo? (Se lanza contra el Ebrio. Lo agarra por el cuello y empieza a sacudirlo. Ernest, William y la Ebria intervienen y, después de breve lucha, consiguen soltar al Ebrio de las manos de Peter. Desde este momento empiezan a surgir numerosas voces de la Muchedumbre, fuera de escena.)
MUCHEDUMBRE. (Desde fuera.) ¡Afuera, el negro! ¡Afuera! ¡Que lo cuelguen! ¡Afuera! ¡Afuera!.. . ¡Atrevido! ¡Asqueroso! ¡Afuera! ¡Sáquenlo! ¡Afuera!
(El Patrón sube a la tarima de los músicos. Los músicos se  apartan respetuosamente.)
PATRON. ¿Qué pasa aquí?
EBRIO. (Tratando de reaccionar. Monocordemente.) Que me voy mañana mismo.
EBRIA. (Al Ebrio.) ¡Idiota! (Transición. Al Patrón, indicando a Peter.)
Este negro nos rompió una botella de champaña. Y no contento con eso, intentó pegarle a él. (Señala al Ebrio.)
WILLIAM. ¡Pobre Peter!
PETER. ¡Pobre tú! ¡Descastado!
PATRON. ¡Silencio!
WILLIAM. Peter es magnífico, Patrón. Usted lo sabe. ¡Pero esta
noche ha perdido el juicio!
MUCHEDUMBRE. (Desde fuera de escena.) ¡Afuera el negro! ¡Que lo boten! ¡Que lo cuelguen! ¡Afuera! ¡Afuera el negro! ¡Afuera!
PETER. (Transformándose.) ¡Sí! ¡Que me cuelguen! ¡Es lo mejor que pueden hacer!
WiLLiAM. No le haga caso, Patrón. Es verdad lo que le digo. ¡Peter está medio loco!
PATRON. Yo no permito aquí a ningún loco. Este es un cabaret, no un manicomio.
PETER. (Completamente fuera de sí.) ¡No! ¡Todavía no estoy loco! ¡Enloqueceré, no cabe duda! Pero todavía no estoy loco. Aun puedo darme cuenta de la vida que llevamos. ¡Nos consumimos como antorchas negras, para alumbrar la alegría de los blancos!
WILLIAM. (Queriendo disculpar a Peter en cualquier forma.) ¿Sabe usted, Patrón? Se casó ayer. Esta es su noche de bodas. Y... usted comprende.
PATRON. ¡No! ¡No comprendo! Además, ¿para qué? Tampoco permito
que mis músicos vengan a celebrar aquí sus noches de bodas.
PETER. (Mirando al Patrón con odio y desprecio.) ¡Cerdo!
PATRON. (Desconcertado.) ¿Qué dices?
PETER. ¡Cerdo!
PATRON. (Buscando a su derredor.) ¿Quién?
PETER. ¡Usted!
PATRON. (Dudando de lo que ha oído.) ¿Yo?
PETER. Sí. ¡Usted!
PATRON. (Se rasca la oreja, meditando. Duda. Después, se encoge de hombros.) ¡Uhm! ¡Bien! ¡Estás despedido! ¡Ya trataré de que nadie vuelva a darte empleo!. . . ¡Ahora, vete!. . . ¡Vete enseguida!
PETER. Cállate
WILLIAM. Pero, patrón. Peter. . .
(Con pasos lentos, Peter sale de escena, mientras arrecian los gritos de la Muchedumbre.)
MUCHEDUMBRE. (Fuera de escena.) ¡Afuera el negro! ¡A colgarlo!
¡A colgarlo fuera! ¡A colgarlo! ¡Atrevido! ¡Fuera!
PATRON. (Al Ebrio.) Perdone usted, señor. . . Usted comprende, ¿verdad? Se trata de un negro.
EBRIO. No se preocupe. Yo me voy mañana mismo. Estoy de paso.
Hoy llegué de mi hacienda de bananos. Esa es mi mina de oro verde. Mañana me voy a París. ¿Sabe? Voy a pasar mis vacaciones en París.
EBRIA. ¿Por qué no me llevas a París, querido?
EBRIO. No. No puedo. Voy con mi mujer. . . (Transición.) Pero te puedo dar más champaña.
EBRIA. (Encogiéndose de hombros.) ¡Champaña! ¡Eso es! ¡Champaña!
EBRIO. (Sonando las manos.) ¡Mozo! ¡Mozo! ¡Champaña!
PATRON. (A William.) Bueno. ¿Y tú? ¿Qué esperas?
WILLIAM. (Como despertando.) ¿Yo?
PATRON. Sí. ¿Por qué no ríes?
WILLIAM. Es que . . .
PATRON. ¡Ríe! El cabaret no puede estar sin tu risa. Sin que enseñes la doble hilera de tus dientes blancos. ¡Apúrate! ¡Ríe!
WILLIAM. (Angustiado.) Este.. . yo.. .
PATRON. Todos estamos esperando. ¡Apresúrate! ¡Ríe!
WILLIAM. (Intenta sonreír. Pero le sale una mueca horrible.) ¿No ve que no puedo?
PATRON. ¡No importa! ¡Tienes que reír! ¡Para eso te pago! . . .
WILLIAM. (Vuelve a intentar reír. Pero le resulta la misma mueca trágica.) | No!  ¡No puedo!
EBRIA. ¡Ríe, negrito! ¡Ya viene el champaña! ¡Nuestro champaña!
EBRIO. Ríe. Me voy a París mañana mismo. Y antes quiero verte reír.
ERNEST. Tienes que reír, William. Es tu deber. Está escrito en el contrato.
WILLIAM. ¡No quiero champaña! ¡No quiero reír!
KWCHEDUMBRE, (Fuera de escena . En coro. Con acompañamiento de golpes sobre las mesas.) ¡Ríe! ¡Ríe! ¡William ! ¡Ríe, William !
PATRON. Si no ríes, ¿para qué sirves? ¿Quieres que también te despida a ti y a Ernest? Recuerda que Ernest es sólo una batería..
¡Y una batería sola no sirve de nada! ¡Anímalo, Ernest!
(Ernest empiezo a tocar desesperadamente la batería.)
WILLIAM. (Haciendo un esfuerzo sobrehumano. Con risa triste.)
¡Jajajá! ¡Jajajá!
PATRON. ¿Yo ves como si podías reír? ¡Ríe! ¡Ríe, más! ¡Ríe!
WILLIAM. Jajajá. Jajajá. ¡Jajajá! ¡Jajajá!
PATRON. ¡Venga alegría, señores! ¡Riamos con William! Más fuerte.
¡Más fuerte! ¡Jajajá! ¡Jajajá!.. .
(Los Ebrios, Ernest, el Patrón, la Muchedumbre fuera de escena, todos, van contagiándose de la carcajada de William que, poco a poco, va siendo más fuerte, más fuerte, acompañada por la batería enloquecida de Ernest, hasta que cae violentamente, el telón.)

FIN DE LA PIEZA