lunes, diciembre 08, 2014

CORNUDO Y CONTENTO. LOPE DE RUEDA





















"CORNUDO Y CONTENTO" (Paso muy gracioso)

Compuesto por Lope de Rueda

Personajes

  • LUCIO: Doctor médico.

  • JERÓNIMO: Estudiante (el amante).

  • MARTÍN DE VILLALBA: Simple (el marido cornudo).

  • BÁRBARA: Su mujer (la infiel).


Escena I: La Consulta del Doctor

(Entra LUCIO, lamentándose por la falta de clientela. Ve llegar a MARTÍN)

LUCIO

¡Oh, miserabelis doctor, quanta pena paciuntur propter miseriam! ¿Qué fortuna es ésta, que no haya receptado en todo el día de hoy recepta ninguna? Pues, ¡mirad quién asoma para mitigar mi pena! Éste es un animal que le ha hecho creyente su mujer qu'está enferma, y ella hácelo por darse el buen tiempo con un estudiante. Y él es tan importuno que no lo hace con dos ni tres visitas al día. Pero venga, qu'en tanto que los pollos en el corral le turaren, nunca su mujer estará sin fiebre. —Sea bien allegado el bueno de Alonso de...

MARTÍN

No, no, señor Licenciado; Martín de Villalba me llamo para toda su honra.

LUCIO

Salus adque vita in qua Nestoreos superetis dias. ¿Para qué era nada d'esto, hermano Martín de Villalba?

MARTÍN

Señor, perdone vuesa merced, que aún están todavía pequeñuelos; pero sane mi mujer, que yo le prometo un ganso que tengo a engordar.

LUCIO

Déos Dios salud.

MARTÍN

No, no; primero a mi mujer, plegue a Dios, señor.

(LUCIO llama a su criado, ignorando la ofrenda de MARTÍN)

LUCIO

Mochacho, toma esos pollos, ciérrame esa gelosía.

MARTÍN

No, no, señor, que no son pollos de gelosía; vuesa merced puede estar descuidado. ¿Sabe cómo los ha de comer?

LUCIO

No, por cierto.

MARTÍN

Mire: primeramente les ha de quitar la vida, y plumallos, y echar la pluma y los hígados, si los tuviere dañados.

LUCIO

¿Y después?

MARTÍN

Después, ponellos a cocer y comer si tuviere gana.

LUCIO

Bien me parece todo eso. Pues, ¿cómo se ha sentido esta noche vuestra mujer?

MARTÍN

Señor, algún tanto ha reposado, que, como ha dormido en casa aquel su primo el estudiante, que tiene la mejor mano de ensalmador del mundo todo, no ha dicho en toda esta noche “aquí me duele”.

LUCIO

Yo lo creo.

MARTÍN

¡Guárdenos Dios del diablo!

LUCIO

¿Y queda en casa?

MARTÍN

Pues si aqueso no huese, ya sería muerta.

LUCIO

¿Tomó bien la purga?

MARTÍN

¡Ah, mi madre! Ni aun la quiso oler. Pero buen remedio nos dimos porque le hiciese impresión la melecina.

LUCIO

¿Cómo así?

MARTÍN

Señor, aquel primo suyo, como es muy letrudo, sabe lo qu'el diablo deja de saber.

LUCIO

¿De qué manera?

MARTÍN

Díjome: “Mirad, Martín de Villalba: vuestra mujer está de mala gana y es imposible qu'ella beba nada d'esto. Vos decís que queréis bien a vuestra mujer.” Dije yo: “¡Ah, mi madre! No estéis en eso, que juro a mí que la quiero como las coles al tocino.” Dijo él entuences: “Pues tanto monta; bien os acordáis que, cuando os casaron con ella, dijo el crego ser unidos en una misma carne.” Dije yo: “Así es verdad.” Dijo él: “Pues siendo verdad lo qu'el crego dijo, y siendo todo una misma carne, tomando vos esa purga, tanto provecho le hará a vuestra mujer como si ella la tornase.”

LUCIO

¿Qué hecistes?

MARTÍN

¡Pardiez! Apenas hubo acabado la zaguera palabra, cuando ya estaba el escudilla más limpia y enjuta que la podía dejar el gato de Mari Jiménez, que creo que no hay cosa más desbocada en toda esta tierra.

LUCIO

¡Bien le aprovecharía!

MARTÍN

¡Guárdenos Dios! Yo fui el que no pude más pegar los ojos, que ella a las once del día se despertó. Y como a mí me había quedado aquella madrugada tan enjuto el estómago con aquello de la escudilla, hízole tanto provecho a ella que se levantó con una hambre que se comiera un novillo, si se lo pusieran delante.

LUCIO

¿En fin...?

MARTÍN

En fin, señor, que como no me podía menear del dolor qu'en estos ijares sentía, díjome su primo: “Andad mal punto, que sois hombre sin corazón; de una negra purguilla estáis que no parescéis son búho serenado.” Entuences el señor, diciendo y haciendo, apañó una gallina por aquel pescuezo, que paresce que agora lo veo, y en un santiamén fue asada y cocida y traspillada entre los dos.

LUCIO

Hiciérame yo al tercio, como quien juega a la primera de Alemaña.

MARTÍN

¡Ah, mi madre! Bien lo quisiera yo, sino que me hicieron creyente que le haría daño a mi mujer lo que yo comiere.

LUCIO

Hicistes muy bien. ¡Mirad quién ha de vivir seguro de aquí adelante! Según me parece, a vos basta que curemos.

MARTÍN

Sí, señor, pero no me mande más de aquello de la'scudilla. Si no, no será mucho, a muchas escudilladas, ahorrar de tripas y quedarse el cuerpo como cangilón agujereado.

LUCIO

Agora, pues yo tengo ciertas visitas, id en buen hora, y acudíos por acá mañana, que con un buen regimiento que yo's ordenare, basta para que se acabe de curar.

MARTÍN

Dios lo haga, señor.

(Éntrase el DOCTOR y queda MARTÍN DE VILLALBA.)


Escena II: El Encuentro

(Sale BÁRBARA, su mujer, y el ESTUDIANTE, JERÓNIMO.)

JERÓNIMO

¡Por el cuerpo de todo el mundo! Señora Bárbara, veis aquí a vuestro marido que viene de hacia casa el doctor Lucio, y creo que nos ha visto. ¿Qué remedio...?

BÁRBARA

No tengáis pena, señor Jerónimo, que yo le enalbardaré como suelo. Hacerle he en creyente que vamos a cumplir ciertos votos que convienen para mi salud.

JERÓNIMO

¿Y... creerlo ha?

BÁRBARA

¿Cómo si lo creerá? Mal lo conocéis. Si yo le digo qu'en lo más fuerte del invierno se vaya a bañar en la más helada acequia, diciendo qu'es cosa que importa mucho a mi salud, aunque sepa ahogarse, se arrojará con vestidos y todo. Háblele.

JERÓNIMO

Bien venga el señor Martín de Villalba, marido de la señora mi prima y el mayor amigo que tengo.

MARTÍN

¡Oh, señor primo de mi mujer! Norabuena vea yo aquesa cara de Pascua de hornazos. ¿Dónde bueno? ¡Oh! ¿Quién es la revestida como la borrica de llevar novias?

JERÓNIMO

Déjala; no la toques. Una moza es que nos lava la ropa allá en el pupilaje.

MARTÍN

Mas, ¿a fe?

JERÓNIMO

Sí, en mi ánima; ¿habíate de decir yo a ti uno por otro?

MARTÍN

Bien lo creo, no te enojes. ¿Y adónde la llevas?

JERÓNIMO

A casa de unas beatas que le han de dar una oración para el mal de la jaqueca.

MARTÍN

¿Búrlasme, di?

JERÓNIMO

No, por vida tuya y de cuanto luce delante mis ojos.

MARTÍN

Ve'n buen hora. ¿Has menester algo?

JERÓNIMO

Dios te dé salud, no agora.

MARTÍN

Como tú deseas.

BÁRBARA

¡Oh, grande alimaña, que aun no me conoció! Aguija, traspongamos.

MARTÍN

¡Hola, hola, primo de mi mujer!

JERÓNIMO

¿Qué quieres?

MARTÍN

¡Aguarda, cuerpo del diabro! Que o yo m'engaño..., o es aquella saya la de mi mujer. Si ella es, ¿dónde me la llevas?

BÁRBARA

¡Ah, don traidor! ¡Mirad qué memoria tiene de mí, que topa su mujer en la calle y no la conoce!

MARTÍN

Calla, no llores, que me quiebras el corazón; que yo te conoceré, mujer, aunque no quieras, de aquí adelante. Pero dime: ¿ dónde vas?, ¿volverás tan presto?

BÁRBARA

Sí, volveré, que no voy sino a tener unas novenas a una santa con quien yo tengo grandísima devoción.

MARTÍN

¿Novenas? ¿Y qué son novenas, mujer?

BÁRBARA

¿No lo entendéis? Novenas s'entiende que tengo d'estar yo allá encerrada nueve días.

MARTÍN

¿Sin venir a casa, alma mía?

BÁRBARA

Pues..., sin venir a casa.

MARTÍN

Sobresaltado me habías, primo de mi mujer. ¡Burlonazo, maldita la sangre que me habías dejado engotada!

BÁRBARA

Pues conviene una cosa.

MARTÍN

¿Y qué, mujer de mi corazón?

BÁRBARA

Que ayunéis vos todos estos días que yo allá estuviere, a pan y agua, porque más aproveche la devoción.

MARTÍN

Si no es más que aqueso, soy muy contento. Ve'n buen hora.

BÁRBARA

Adiós; mirad por esa casa.

MARTÍN

Señora mujer, no te cumple hablar más como enferma, qu'el doctor me ha dicho que a mí me ha de curar, que tú, ¡bendito Dios!, ya vas mejorando.1

JERÓNIMO2

Quedad en buen hora, hermano Martín de Villalba.3

MARTÍN4

Ve con Dios. Mira, primo de mi mujer, no dejes de aconsejarle que, si se halla bien con las novenas, que las haga decenas, a5unque yo sepa ayunar un día más por su salud.

JERÓNIMO

Yo lo trabajaré. Queda con Dios.

MARTÍN

Y vaya con Él.

(FIN DEL PASO)

LA CARÁTULA DE DIEGO SÁNCHEZ, LOPE DE RUEDA.




LA CARÁTULA
Paso  muy gracioso, en el cual se introducen tres personas, compuesto por Lope de
Rueda
ALAMEDA, simple.
SALCEDO, su amo.
ALAMEDA
¿Acá está vuesa merced, señor mosamo?
SALCEDO
Aquí estoy, ¿tú no lo ves?
ALAMEDA
Pardiez, señor, a no toparos, que no le pudiera encontrar, aunque echara más vueltas que un
podenco cuando se viene a acostar.
SALCEDO
Por cierto, Alameda, qu'es negocio ése que se te puede creer fácilmente.ALAMEDA
A no creerme, dijera que no estábades en vuestro juicio, pues a fe que vengo a tratar con vuesa
merced un negocio que me va mucho en mi conscencia, si acaso me tiene cilicio.
SALCEDO
Silencio querrás decir.
ALAMEDA
Sí, silencio será; pienso que...
SALCEDO
Pues di lo que quieres, qu'el lugar harto apartado es, si ha de haber silencio o cosa de secreto.
ALAMEDA
¿Hay quien nos pueda oír por aquí? Mírelo bien, porqu'es cosa de grande secreuto. Y en
topetando que le topeté, luego le conoscí qu'era vuesa merced como si me lo dijeran al oído.
SALCEDO.
Que te creo sin falta.
ALAMEDA
¿Pues no m'había de creer, siendo nieto de pastelero?
SALCEDO
¿Qué hay? Acabemos.
ALAMEDA
Hable quedo.
SALCEDO
¿Qué aguardas?
ALAMEDA
Más quedo.
SALCEDO
Di lo que has de decir.
ALAMEDA
¿Hay quien nos escuche?
SALCEDO
¿No te habemos dicho que no?
ALAMEDASabed que me he hallado una cosa con que podré ser hombre, de Dios en ayuso.
SALCEDO
¿Cosa de hallar, Alameda? Tu compañero quiero ser.
ALAMEDA
No, no; solo me lo hallé, solo me lo quiero gozar, si la fortuna no m'es adversa.
SALCEDO
Amuesa qué te has hallado; enséñanoslo.
ALAMEDA
¿Ha visto vuesa merced un cernícalo?
SALCEDO
Sí, muy bien.
ALAMEDA
Pues mayor es mi hallazgo, con más de veinte y cinco maravedís.
SALCEDO
¿Es posible? Amuestra a ver.
ALAMEDA
Ni sé si la venda, ni sé si la'mpeñe.
SALCEDO
Amuesa.
ALAMEDA
A paso, a paso; mírela tantico.
SALCEDO
¡Oh, desventurado de mí! ¿Qué, todo eso era tu hallazgo?
ALAMEDA
¡Cómo! ¿No's bueno? Pues sepa vuesa merced que viniendo del monte por leña, me la'ncontré
junto al vallado del corralejo, este diabro de hilosomía. ¿Y adónde nascen éstas, si sabe vuesa
mercé?
SALCEDO
Hermano Alameda, no sé qué te diga, sino que fuera mejor que se te cayeran las pestañas de los
ojos antes que te acontesciera una desdicha tan grande.
ALAMEDA
¿Desdicha es hallarse el hombre una pieza como ésta?SALCEDO
¡Y cómo si es desdicha! No quisiera estar en tu piel por todo el tesoro de Venecia. ¿Tú conosces
este pecador?
ALAMEDA
¿Pecador es éste?
SALCEDO
Parésceme a mí que lo quiero conoscer.
ALAMEDA
Yo también.
SALCEDO
Dime, Alameda, ¿no tienes noticia del santero que desollaron los ladrones la cara por roballo,
Diego Sánchez?
ALAMEDA
¿Diego Sánchez?
SALCEDO
Sí, Diego Sánchez; no me puedes negar que no sea éste.
ALAMEDA
¿Qu'ést'es Diego Sánchez? ¡Oh, desdichada de la madre que me parió! ¿Pues cómo no
m'encontró Dios con unas árguenas de pan, y no con una cara de un desollado? ¡Ce, Diego
Sánchez, Diego Sánchez! No, no pienso que responderá por más voces que le den. Y diga, señor,
¿qué se hicieron de los ladrones? ¿Halláronlos?
SALCEDO
No los han hallado. Pero sábete, hermano Alameda, que anda la Justicia muerta por saber quién
son los delincuentes.
ALAMEDA
¿Y por dicha, señor, soy yo agora el delincuente?
SALCEDO
Sí, hermano.
ALAMEDA
¿Pues qué me harán si me cogen?
SALCEDO
El menor mal que te harán, cuando muy misericordiosamente se hayan contigo, será ahorcarte.ALAMEDA
¿Ahorcarme? Y después echarme han a galeras..., y más yo que soy algo ahogadizo de la
garganta...; y an por averiguado tengo, señor, que si me ahorcasen, se me quitaría la gana del
comer...
SALCEDO
Lo que yo te doy por consejo, hermano Alameda, es que luego te vayas a la ermita de Sant Antón
y te hagas santero, así como lo era el otro cuitado. Y d'este arte, la Justicia no te hará mal
ninguno.
ALAMEDA
Y dígame, señor, ¿cuánto me costará una tablilla y campanilla como aquélla de aquel
desdichado?
SALCEDO
No es menester hacella de nuevo, que la del pasado santero anda vendiendo el pregonero de la
villa y se la podrás comprar. Mas de una cosa tengo miedo...
ALAMEDA
Yo, de más de docientas... ¿Y es la suya de qué?
SALCEDO
Que estando solo en la ermita te podría asombrar alguna noche el espíritu de aquel cuitadillo;
pero más vale que te asombre a ti que no que asombres tú a otros colgado del pescuezo, como
podenco en barbacana.
ALAMEDA
Y más yo, qu'en apretándome la nuez un poco, no puedo resollar.
SALCEDO
Pues, hermano, anda presto, porque, si te tardas, podría ser que topases la Justicia.
ALAMEDA
¿Y qué se ha de hacer de aquesta filomancía o qué es?
SALCEDOÉsta déjala estar, no te topen con ella.
ALAMEDA
Pues yo me voy. Ruegue a Dios que me haga buen santero. Ora, ¡sus!, quedad norabuena, señor
Diego Sánchez.
SALCEDO
Agora menester será, pues le he hecho encreyente a este animalazo qu'esta carátula es el rostro
de Diego Sánchez, de hacelle una burla sobr'ella. Y es que yo me quiero ir a apañar con una
sábana lo mejor y más artificiosamente que pueda y le saldré al encuentro, fingiendo que soy elespíritu de Diego Sánchez. Y veréis qué burla tan concertada será ésta. ¡Sus! Voylo a poner por
obra.
(Éntrase SALCEDO y sale ALAMEDA, simple, vestido como santero, con una lumbre en la
mano y una campanilla.)
ALAMEDA
¡Para la lámpara del aceite, señores! Trabajosísima cosa es el hombre santero, que nunca se
mantiene sino de mendrugos de pan, que no parezco sino gozque de conejero, que lo matan de
hambre porque cace mejor a sabor. Y más, que los gozques que solía tener por amigos, como me
ven con este traje, me han desconoscido, y como ven que de puerta en puerta ando pidiendo y les
recoxgo los mendrugos de pan qu'ellos solían tener por principal mantenimiento, así se vienen a
mí, las bocas abiertas, como el cuquillo a las mariposas.
Y lo peor de todo es que no se menea un mosquito en la ermita, cuando luego pienso qu'es el
álima del santero desollado; y no tengo otro remedio sino, en sintiendo algo, capuzarme la
cabeza debajo la ropa, que no parezco sino olla de arroz que la tapan porque no se le salga la
substancia d'ella. Dios me despene por quien Él es, amén.
SALCEDO
¡Alameda!
ALAMEDA
¡Ay, llamado me han! ¿Hay quien dé, por Dios, para la lámpara del aceite?
SALCEDO
¡Alameda!
ALAMEDA
Ya son dos alamedadas. ¿Alameda y en meitad del monte? No's por mi bien. ¡Dios sea conmigo!
SALCEDO
¡Alameda!
ALAMEDA
El Espíritu Sancto consolador sea conmigo y contigo, amén. Quizás será alguno que me quiera
dar limosna.
SALCEDO
¡Alameda!
ALAMEDA
Así, así, mucho “¡Alameda, Alameda!”, y después quebrarme han el ojo con una blanca.
SALCEDO
¡Alonso de Alameda!ALAMEDA
¿Alonso y todo? Ya me saben el nombre de pila. No es por bien esto. Quiero preguntar que quién
es, con dolor de mi corazón.¿ ¿Quién sois?
SALCEDO
¿No me conosces en la voz?
ALAMEDA
¿Yo en la voz? Ni aun querría... No's conozco, si no's viese la cara.
SALCEDO
¿Conosciste a Diego Sánchez?
ALAMEDA¡
Él es, él es! Mas..., podrá ser que no sea él, sino otro.¿ Señor, conoscí siete o ocho en esta vida.
SALCEDO
Pues, ¿cómo no conosces a mí?
ALAMEDA
¿Sois vos alguno d'ellos?
SALCEDO
Sí soy, porque antes que me desollasen la cara...
ALAMEDA
¡El desollado es, el desollado es! ¡Dios sea con mi álima!
SALCEDO
Porque me conozcas, me quiero mostrar a ti.
ALAMEDA
¿A mí? Yo's lo perdono. Mas, señor Diego Sánchez, aguarde que pase por el camino otro que lo
conozca mejor que yo.
SALCEDO
A ti soy enviado.
ALAMEDA
¿A mí, señor Diego Sánchez? Por amor de Dios, yo me doy por vencido, y me pesa de buen
corazón y de mala voluntad.
SALCEDO
¿Qué dices?ALAMEDA
Estoy turbado, señor.
SALCEDO
¿Conóscesme agora?
ALAMEDA
¡Ta, ta, ta..., sí, señor! ¡Ta, ta, ta..., ya le conozco!
SALCEDO
¿Quién soy yo?
ALAMEDA
Si no m'engaño, sois el santero que le desollaron la cara por roballe.
SALCEDO
Sí soy.
ALAMEDA
Pluguiera a Dios que nunca lo fuérades. ¿Y no tenéis cara?
SALCEDO
Denantes solía tener cara, aunque agora la tengo pegadiza por mis pecados.
ALAMEDA
¿Pues qué quiere agora, señor, su merced Diego Sánchez?
SALCEDO
¿Dónde están las notomías de los muertos?
ALAMEDA
¡A las sepulturas me envía! ¿Y comen allá, señor Diego Sánchez?
SALCEDO
Sí, ¿por qué lo dices?
ALAMEDA
¿Y qué comen?
SALCEDO
Lechugas cocidas y raíces de malvas.
ALAMEDA
¡Bellaco manjar es ése por cierto! ¡Qué de purgados debe de haber allá! ¿Y por qué me queréis
llevar con vos?SALCEDO
Porque sin mi licencia os posistes mis ropas.
ALAMEDA
Tómelas, tómelas y lléveselas, que no las quiero.
SALCEDO
Vos proprio habéis de venir y, si diéredes el descargo que convenga, dejar os han que volváis.
ALAMEDA
¿Y si no?
SALCEDO
Quedaros heis con las notomías en las cisternas viejas. Mas resta otra cosa.
ALAMEDA
¿Qué's, señor?
SALCEDO
Habéis de saber que aquellos que me desollaron me echaron en un arroyo...
ALAMEDA
¡Fresco estaría allí Su Magnificencia!
SALCEDO
... y es menester que al punto de la media noche vais al arroyo y saquéis mi cuerpo y le llevéis al
cimenterio de Sanct Gil, qu'está al cabo de la villa, y allí junto digáis a grandes voces: ¡Diego
Sánchez!
ALAMEDA
Y diga, señor, ¿tengo d'ir luego?
SALCEDO
Luego, luego.
ALAMEDA
Pues, señor Diego Sánchez, ¿no será mejor que vaya a casa por un borrico en que vaya caballero
su cuerpo?
SALCEDO
Sí, aguija presto.
ALAMEDA
Luego torno.
SALCEDOAndá, que aquí os aguardo.
ALAMEDA
Dígame, señor Diego Sánchez, ¿cuánto hay de aquí al día del juicio?
SALCEDO
Dios lo sabe.
ALAMEDA
¡Pues hasta que lo sepáis vos, podéis aguardar.¿
SALCEDO
Venid presto.
ALAMEDA
No comáis hasta que venga.
SALCEDO
¿Ansí? Aguarda, pues.
ALAMEDA
¡Válame Sancta María! ¡Dios sea conmigo, que me viene siguiendo!
FIN DEL PASO

Paso El Deleitoso , de Lope de Rueda






















EL DELEITOSO

Paso muy gracioso, en el cual se introducen tres personas, compuesto por Lope de
Rueda




LUQUITAS, paje.
ALAMEDA, simple.
SALCEDO, amo.
LUQUITAS
¡Anda, anda, hermano Alameda!
ALAMEDA
¡Que ya voy! ¡Pardiez, que me la he colado!
LUQUITAS
¡Qu'en viendo una taberna te has de quedar aislado!
ALAMEDA
Si me hace del ojo el ramo, ¿quieres tú que use con él de mala crianza?
LUQUITAS
Acaba, anda; caminemos presto, que no's mucho que señor, de malsufrido, que no piense que nos
habemos ido de casa con el dinero.
ALAMEDA
Qué, tanto te paresce que hemos tardado?
LUQUITAS
¡Mira si no...! A tardarnos un poquito más, podría ser que señor nos recibiera con lo que suele...
ALAMEDA
Pardiez, si tú no te detuvieras tanto en casa de aquélla, que buen siglo haya el álima que tan buen
oficio l'enseñó, allí me tuvieras de mi propria voluntad, con una cuerda de lana más amarrado
que si estuviera por fuerza en el cepo de la Casa fosca de Valencia.
LUQUITAS
En casa de la buñolera querrás decir.ALAMEDA
¿Buñolera se llama aquélla? ¡Oh, qué autorizado nombre, bendito Dios!
LUQUITAS
Pues, ¿tú no lo viste?
ALAMEDA
Pardiez, hermano Lucas, no me curé de saber cómo se llamaba. Basta que si Dios o mi buena
dicha me llevare otra vez a la villa, que no le marre la casa, aunque vaya a gatas y los ojos
puestos tras el colodrillo.
LUQUITAS
¿Comiste mejor cosa después que tu madre te parió?
ALAMEDA
¡Pardiez, ni aun antes que me pariera! Yo, como los vi tan autorizados y en aquel pratel con
aquella sobrehusa encima, no sabía qué cortesía les hiciese, qu'en cada uno d'ellos me quisiera
estar larguísima hora y media. Mas, ¡cómo debían ser tus amigos y los debías de conoscer de
antes, que ansí menudeabas sobr'ellos como banda de gallinas sobre puñado de trigo!
LUQUITAS
Sí, sí, que a ti te faltaba aliento...
ALAMEDA
Eso fue, mal punto, cuando yo vi el preito que se sentenciaba contra mí, que, de antes, a fe que
me hacías engollir sin mascar.
LUQUITAS
Aquellos pasteles estaban mal cocidos y el suelo áspero; debía ser puro afrecho.
ALAMEDA
¿Qué, suelos tenían?
LUQUITAS
Sí, ¿pues no los viste?
ALAMEDA
Yo juro a los huesos de mi bisagüela la tuerta, que ni miré si tenían suelos, ni suelas, ni an
tejados. Mas no digo yo que fuera de puro afrecho, como tú dices, mas de serraduras de corcho
me lo comiera, que ni dejara alto ni bajo, pequeño ni grande... Holguéme, hermano Lucas,
cuando te vi dar tras ellos tan a sabor, y como te vi que de rato en rato te ibas mejorando en jugar
de colmillo, y como quedé escarmentado de aquellos redondillos, el pastel toméle a tajo abierto,
de modo que hice que se desayunase mi estrómago de cosa que jamás hombre de mi linaje había
comido.LUQUITAS
Habías de comer primero el hojaldrado y después la carne, y así te supiera mejor.
ALAMEDA
¿Y qué era hojaldrado?
LUQUITAS
Aquello d'encima.
ALAMEDA
La tapa querrás decir.
LUQUITAS
Sí, hermano, la tapa y aquello de los lados.
ALAMEDA
¡Válasme Dios, y qué de nombres que sabes en cosas de comer!
LUQUITAS
En fin, ¿hate supido bien el almuerzo?
ALAMEDA
Mira qué tanto, que aunque nunca hubiéramos acabado, no me diera nada, según el almuerzo ha
sido de autorizado. Mas por tu vida, hermano Lucas, ¿dirásme una verdad?
LUQUITAS
Sí, si la sé.
ALAMEDA
¿Por el álima de tus infuntos?
LUQUITAS
Ea, que sí diré.
ALAMEDA
¿Por vida de tu madre?
LUQUITAS
¡Acabemos!
ALAMEDA
¿A cuánto llegó el gaudeamos de hoy?
LUQUITAS
A más de veinte y dos maravedís.ALAMEDA
¡Qué bien te das a ello! ¡Bendita sea la madre que te parió, que tan bien te apañas a la sisa! Todo
mochacho que sisa no puede dejar de ser muy honrado. Honrados días vivas, que honrado día me
has dado.
LUQUITAS
¡Oh, cata señor do viene! Si te preguntare en qué nos hemos detenido, dirás que había mucha
prisa en las cebollas y el queso.
ALAMEDA
¿Cuáles cebollas o queso? Yo no vi tal.
LUQUITAS
¡Que ya lo sé! Sino, porque no nos riña, echarás tú esa mentira.
ALAMEDA
¿Quies que mienta? En eso, mis manos por candil, no tienes necesidad de avisarme, que yo
haré de manera que tú quedes condenado y señor con queja.
LUQUITAS
Que no dices bien, sino que yo quede desculpado y señor sin queja.
ALAMEDA
Así iba yo a decir, sino como quemaba tanto aquella pimienta de los pasteles, háseme turbiado la
luenga.
LUQUITAS
Pues, hermano Alameda, por tu vida, que mires por la honra d'entrambos, pues te va tanto a ti
como a mí.
ALAMEDA
Calla, calla, que no's menester avisarme, que los hombres de bien y amigos de amigos tienen la
cara con dos haces, que toda mi vida lo tuve: “no por sí, sí por no”.
SALCEDO.
¡Oh, qué buena gentecilla!
ALAMEDA
Garrote trae, riendo se viene, de buen tiempre allega... ¡Ha, ha!
SALCEDO
¿De qué te ríes?
ALAMEDA
¿No quiere vuesa merced que me ría? ¡Ha, ha!SALCEDO
Pues, señor, cuando haya acabado, merced recebiré que me avise.
ALAMEDA
Ya, ya compiezo de acabar. ¡Ha, ha!
SALCEDO
¿Habéis acabado, señor?
ALAMEDA
Ya puede vuestra merced hablar.
SALCEDO
¡Oh, bendito sea Dios!
ALAMEDA
Espere, espere, que me ha quedado un poco. ¡Ha, ha!
SALCEDO
¿Quédate más?
ALAMEDA
No, señor.
SALCEDO
¡Alabado sea Aquel que os ha dejado aportar acá! ¿Y en qué ha sido la tardanza, galanes?
ALAMEDA
¿Qué hora es, señor?
SALCEDO
¡Ya me paresce que pasa de hora de haber comido!
ALAMEDA
¿Que y'an comido en casa?
SALCEDO
¿Ya no's he dicho que sí?
ALAMEDA
¡Reventado muera yo d'ese arte! ¿Paréscete bien, hermano Lucas, hacerme trocar una comida por
un almuerzo? ¿Cuándo lo podré yo alcanzar, aunque viva más que d'aquí al día de los
meresientes?
SALCEDO¿No me decís en qué ha sido la tardanza? ¿Vos, Lucas, de qué huís? ¡Tomá, tomá, don rapaz!
Tened cuenta de venir presto del mandado.
LUQUITAS
¡Ay, ay, señor! Que había gran priesa en las cebollas y el queso...; si no, dígalo Alameda.
SALCEDO
¿Es verdad esto que dice Luquillas?
ALAMEDA
Vuesa merced ha de saber que cuando... al tiempo que vuesa merced... y yo estaba...
SALCEDO
¿Qué dices, villano? ¡Tomá tú también!
ALAMEDA
¡Luquitas, en medio, en medio! Yo juro a San.... que no ha sido hecho de hombres de pro; ¡al
mochacho con la mano y a mí con el garrote! ¡No se sufre entre hombres de buena crianza!
SALCEDO
Ora dejaos d'eso y decíme la verdad: ¿en qué habéis tardado?
ALAMEDA
¡¿Cómo me dijistes de ante, Luquillas?!
LUQUITAS
¡Que había gran prisa en las cebollas y el queso.¿
ALAMEDA¡¿Cuáles cebollas ni queso? Yo no vi tal.¿
LUQUITAS
¡Dilo tú ansí, porque no nos riña más.¿
ALAMEDA
¡Ah! ¿Por eso es? Pues tú ten cuenta que, si me errare, de tirarme de la halda.¿
SALCEDO
Qué conciertos son éstos? Acabad, contádmelo vos.
ALAMEDA
Ya lo empiezo de contar.
SALCEDO
Pues acaba ya.
ALAMEDAVuesa merced ha de saber... ¡¿Cómo empieza, Luquillas?¿
LUQUITAS
¿Lo de las cebollas?
ALAMEDA
Sí, señor, que como llegamos a la villa y fuimos a la praza y entró Luquillas y sentóse, y como
había tantos pratos por allí, y había tantas cebollas en la prisa, como digo, señor, tantas cebollas
en el queso...
SALCEDO
¿Qué dices?
ALAMEDA
Digo, señor, tantos quesos en las cebollas... Paresce ser que no nos pudo despachar más
presto la buñolera... No, no, la pastelera quise decir.
LUQUITAS
¡Mirá el asno! Por decir la vendedera dijo la buñolera. ¡Como todo acaba en a...!
ALAMEDA
Sí, sí señor; ¡como todo acaba en a... Eso debe de ser. Dígame vuesa merced: ¿cómo se llama
aquello que echan como arrope encima de unos redondillos?
SALCEDO
La miel querrás decir.
ALAMEDA
¿Qué, miel se llama aquélla? Pues en despegalla del prato se ha detuvido más Luquillas qu'en
todo.
LUQUITAS
En verdad, señor, que miente.
ALAMEDA
¿Que miento? ¡Juro a diez que habéis pecado! ¡Llevaos ese pecadillo a cuestas! ¿Mentís a un
hombre huérfano como yo?
LUQUITAS
Mire vuesa merced: yo llegué a casa de la que vendía el queso y, de un real que le di, negábame
la vuelta, hasta que vino l'alguacil de la villa y hizo que me lo volviese.
ALAMEDA
¿Alguacil era aquél que estaba a la boca del horno con la pala larga?
LUQUITASA la boca de la calle, querrás decir.
ALAMEDA
¿Aquélla era boca de calle? ¡Juro a San... que era boca de horno y tabla de pasteles!
SALCEDO
Agora este negocio veo muy mal marañado... y no puedo juzgar cuál de los dos tenga la culpa;
mas tú que lo viste y tú que lo heciste, tanta pena meresce el uno como el otro.
LUQUITAS
Sepa, señor, que Alameda entró delante.
ALAMEDA
Es verdad, señor, que yo entré delante, mas ya llevaba el señor Luquillas la sisa repartida, dónde
había de cuadrar lo uno y esquinar lo otro.
SALCEDO
Baste, qu'entrambos me lo pagaréis.
LUQUITAS
(¡Ce, Alameda, ce! Oye acá.)
ALAMEDA
(¿A mí ce?)
LUQUITAS
(A ti. Ya sabes que tú entraste delante en casa de la buñolera y comiste tanto como yo.)
ALAMEDA
(Ya, ya, no me digas nada.)
LUQUITAS
(Mira que somos amigos y, por tanto, discúlpame con señor y di que lo dijiste por burla.)
ALAMEDA
(Pierde cuidado, que yo te desculparé.)
-Sepa, señor, que Luquillas es uno de los mayores sisones del mundo, y que, de un real, sisa el
medio.
SALCEDO
Decíme cómo pasó.
ALAMEDA
Sepa vuesa merced que, como él entró, yo ya'staba allí. Y púsose entre los pratos y tomé, al
tiempo que yo dije...SALCEDO
¿Qué miras, villano?... ¿Por qué me diste?
ALAMEDA
¡San Jorge, Sant Jorge!
SALCEDO
¿Qué's eso? ¿Araña? ¡Mátala, mátala!
ALAMEDA
Espere, señor, que allí se quedó.
SALCEDO
¡Eh, mírala!
ALAMEDA
No, no, señor, que no's nada; la sombra de la oreja era, perdone vuesa merced.
SALCEDO
Ora entrad acá dentro, que todo me lo pagaréis junto, como el perro los palos.
ALAMEDA
¡Ofrezco al diabro pescuezo tan duro, amén, amén, que m'a lastimado la mano!
SALCEDO
¿Pues habíase de tomar ansí, señor?
ALAMEDA
Con un ladrillo se matara mejor...
SALCEDO
Así pues, entrá.
ALAMEDA
Vaya vuesa merced...
SALCEDO
¡Pasad delante!
ALAMEDA
¡Ande d'ahí, que me hará reír! Mejor beba yo que tal haga.
FIN DEL PASO

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