25/11/14

MUERTE ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA Darío Fo


























MUERTE ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA
Darío Fo

PRÓLOGO
Con esta comedia queremos contar el hecho que ocurrió realmente en los Estados Unidos, en 1921.
Una anarquista llamado Salcedo, un inmigrante italiano, “cayó” desde una ventana del piso 14 de la comisaría central de Nueva York. El jefe de la policía declaro que se trataba de un suicidio.
Se realizó una primera investigación, después una súper-investigación por parte de la magistratura descubriéndose que el anarquista había sido literalmente arrojado por la ventana por los policías que lo interrogaban.
Para actualizar la historia, haciéndola al tiempo más dramática, nos hemos tomado la libertad de recurrir a uno de esos trucos que se suelen emplear en el teatro: hemos trasladado la historia a nuestros días, y la hemos ambientado, no ya en Nueva York, sino en una ciudad italiana cualquiera…por ejemplo Milán
Lógicamente, para evitar anacronismos, hemos llamado comisarios a los sheriffs, como jefe al inspector, etc.
También advertimos que, en el caso de que aparezcan analogías con sucesos y personajes de nuestra crónica, el fenómeno deberá atribuirse a esa imponderable magia constante en el teatro, que en infinitas ocasiones ha logrado que incluso historias disparatadas, completamente inventadas, hayan sido impunemente imitadas por la realidad.


Personajes:
• Loco, Sospechoso, Juez, Obispo, Señor con barba
• Comisario de la brigada política
• Comisario Jefe
• Comisario Bertozzo
• Periodista
• Agente


PRIMER ACTO
ESCENA PRIMERA

Un despacho corriente en la jefatura central de policía. Un escritorio, un armario, algunas sillas, una maquina de escribir, un teléfono, una ventana, dos puertas.

Bertozzo (Hojea papeles mientras se dirige a un sospechoso, que está sentado tranquilamente) Vaya, vaya…así que no es la primera vez que te disfrazas. Aquí dice que te has hecho pasar dos veces por cirujano, una por capitán de infantería, tres por obispo, una por ingeniero naval… En total te han detenido…veamos…dos y tres, cinco…una, tres…dos…once veces en total, y con está, doce.
Sospechoso Si, doce detenciones. Pero le hago notar, señor comisario, que jamás me han condenado. Mi certificado de penales está limpio.
Bertozzo No se cómo te las habrás arreglado para escaparte, pero te seguro que ahora te lo mancho yo… ¡puedes jurarlo!
Sospechoso No, si yo le comprendo comisario. Un certificado de penales que manchar le apetece a cualquiera…
Bertozzo Muy gracioso. La denuncia dice que te has hecho pasar por psiquiatra, profesor ex-adjunto en la universidad de Padua. ¿Sabes que puedes ir a la cárcel por impostor?
Sospechoso En efecto, si fuera un impostor cuerdo… pero estoy loco, loco patentado. Observe mi historial clínico: internado dieciséis veces, y siempre por lo mismo. Tengo la manía de los personajes, se llama “histriomanía”, viene de histrión, que significa actor. Tengo el hobby de interpretar papeles siempre distintos. Pero como lo mío es el teatro-verité, necesito que mi compañía la ponga gente de
verdad…que no sepa actuar. Además, carezco de medios, y no podría pagarles. He pedido subvenciones al Ministerio de Cultura, pero al no tener enchufes políticos
Bertozzo …te subvencionan tus actores. Que los explotas, vamos
Sospechoso Yo jamás he estafado a nadie
Bertozzo Si te parece poca estafa cobrar cien mil libras por consulta…
Agente (Qué está detrás del despacho) ¡Qué timo!
Sospechoso Son lo honorarios habituales de un psiquiatra que se respete, y ha pasado dieciséis años estudiando esa disciplina
Bertozzo Oye, pero tú, ¿cuándo has estudiado?
Sospechoso Me he pasado veinte años estudiando, en dieciséis manicomios diferentes, a miles de locos como yo… día a día, y también de noche… por que yo, a diferencia de los psiquiatras corrientes, dormía con ellos…a veces con otros dos, por que siempre faltan camas. De todos modos, infórmese, y comprobara que mi diagnostico de ese pobre esquizofrénico por el que me han denunciado era perfecto.
Bertozzo ¿También las 100.000 liras eran perfectas?
Sospechoso Pero comisario… me he visto obligado, por su bien.
Bertozzo ¿Por su bien? ¿Es parte de la terapia?
Sospechoso Por supuesto. Si no le llego a timar la 100.000, ¿cree que ese pobre desgraciado, y sobre todo sus familiares, se habrían quedado tranquilos? Si les hubiese pedido 20.000, habrían pensado: “No debe valer mucho, a lo mejor ni si quiera es profesor, será un novato recién licenciado”. En cambio, así, se quedaron sin habla al oír la cifra, y pensaron: “¿Quién será? ¿Dios en persona?”, y se fueron más contentos que unas pascuas. Hasta me besaron las manos… “Gracias, profesor”, llorando de emoción.
Bertozzo Caray, qué cuento tienes.
Sospechoso No es cuento, comisario, Si lo dice hasta Freud: “una minuta alta es la mejor panacea, tanto para el médico como para el enfermo”.
Bertozzo No me cabe duda, pero echa un vistazo a tu tarjeta de visita y al recetario. Si no me equivoco, dice: “Profesor Antonio Rabbi, psiquiatra, ex-adjunto en la universidad de Padua”. A ver qué me cuentas ahora.
Sospechoso Primero, realmente soy profesor… de dibujo, ornamental y artístico en las escuelas nocturnas del Sagrado Redentor.
Bertozzo Pues me alegro mucho, pero aquí dice: ¡psiquiatra!
Sospechoso Sí, pero después del punto. ¿Qué tal anda de sintaxis y puntuación, comisario? Fíjese bien: Profesor Antonio Rabbi. Punto. Luego, en mayúscula, P., psiquiatra.
Mire decir “soy psiquiatra” no es suplantar un título. Es como decir: “soy psicólogo, botánico, herbívoro, artístico”. ¿Conoce la gramática y la lengua italiana? ¿Sí? Pues debería saber que si uno escribe “arqueólogo” es como si escribiera “siciliano”… ¡no significa que ha realizado estudios!
Bertozzo ¿Y lo de “profesor ex-adjunto en la universidad de Padua”?
Sospechoso Lo siento, pero ahora es usted el impostor. Dice que conoce la lengua y la sintaxis y la puntuación, y resulta que no sabe ni leer correctamente.
Bertozzo Que no sé…
Sospechoso ¿No ha visto la coma después de ex?
Bertozzo Pues sí, hay una coma…tiene razón, no me había fijado.
Sospechoso ¡Ah, tengo razón!... “No se había fijado”… ¿Y con la excusa de que no se fija, mete en la cárcel a un inocente?
Bertozzo Está chiflado. (Sin darse cuenta empieza a llamarle de usted) ¡Qué tendrá que ver la coma!
Sospechoso Nada, para alguien que desconoce la lengua italiana y la sintaxis… por cierto, a ver si me cuenta qué títulos de estudio posee, y quién le aprobó… ¡Déjeme terminar! La coma es la clave da todo, no lo olvide. Si después del “ex” viene la coma, el sentido de la frase cambia completamente. Tras la coma, hay que inspirar… una breve pausa por que de intención, por que: “la coma impone siempre otra connotación”. Así que se leerá: “Ex”, y aquí puede introducir una leve mueca sarcástica… y si además quiere añadir un gruñido irónico-despectivo, mejor que mejor. Entonces, esta será la lectura correcta de la frase: “Ex (mueca o risita) profesor adjunto en la universidad, otra coma, de Padua”… como diciendo: no me vengas con rollos, quién te va a creer, sólo pican los tontos.
Bertozzo Ah, ¿Qué soy tonto?
Sospechoso No, sólo un poco inculto. Si quiere, puedo darle unas clases. Le haré buen precio. Yo empezaría en seguida, tenemos mucho trabajo. Dígame los pronombres de tiempo y lugar.
Bertozzo No se pase. Empiezo a creer que es realmente un maniaco de la actuación, que incluso está interpretando el papel de loco… ya apuesto que está más cuerdo que yo.
Sospechoso No sé yo qué le diga… la verdad es que su profesión produce muchas alteraciones psíquicas… ¿Me permite que le vea el ojo?: (le baja el párpado con el pulgar.)
Bertozzo ¡Basta! ¿Seguimos con el atestado, o no?
Sospechoso Si quiere escribo yo a maquina, soy mecanógrafo patentado: cuarenta y cinco pulsaciones por minuto.
Bertozzo ¡Estése quieto o mando que lo esposen!
Sospechoso No puede. O camisa de fuerza, o nada. Estoy loco, y si me esposan: Articulo 122 del código penal, “quien imponga en calidad de público oficial instrumentos de contención no clínicos o en todo caso no psiquiátricos a un disminuido psíquico hasta provocarle crisis en su dolencia, incurre en delito punible con penas de cinco a diez años y pierde automáticamente la pensión y el grado”
Bertozzo Ah, veo que también sabe de leyes…
Sospechoso ¿De leyes? Lo sé todo. Llevo veinte años estudiando leyes.
Bertozzo Pero, ¿tú qué tienes, trescientos años? ¿Dónde has estudiado leyes?
Sospechoso En el manicomio. ¡Si supiera qué bien se estudia allí! Había un secretario de juzgado paranoico que me daba clases. En genio. Lo sé todo: derecho romano, moderno, eclesiástico… el código Jusciniano, visigodo… ostrogodo, griego-ortodoxo… ¡Todo! Pregúnteme.
Bertozzo No tengo tiempo, ¡faltaría más! Pero aquí, en tu currículum, no consta que te hayas hecho pasar por juez, ni por abogado
Sospechoso Ah, no nunca haría abogado. No me gusta defender, es un arte pasiva. A mí me gusta juzgar, condenar, reprimir… ¡perseguir! Soy de los suyos, comisario. ¡Vamos a tutearnos!
Bertozzo Cuidado, loco, menos guasa…
Sospechoso No he dicho nada.
Bertozzo Entonces, ¿alguna vez te has hecho pasar por juez?
Sospechoso No, por desgracia no se me ha presentado la ocasión. Pero cómo me gustaría…el juez es el mejor oficio. Primero, casi nunca se jubilan. Es más, cuando un hombre normal, cualquier trabajador, a los 55 o 60 años está para que lo retiren, por que empieza a estar torpe, lento de reflejos, para el juez en cambio, empieza la mejor de su carrera. Un obrero después de los 50 está acabado: provoca retrasos, incidentes, ¡hay que echarle! El minero a los 55 tiene silicosis… El empleado de banca lo mismo, se equivoca en las cuentas, olvida los nombres de los clientes… fuera, a casita, estás viejo… ¡gaga! Pero los jueces no, para ellos es todo lo contrario, cuanto más viejos y ga…distraídos estén, más los eligen para cargos superiores, les confían puestos importantes… ¡absolutos! Tienen el poder de destruir o salvar a una persona a su antojo, y te dictan cadena perpetua como el que dice: “mañana llueve”…50 años para ti… a ti 30… a ti sólo 20… Y encima son sagrados, por que no olvidemos que existe el delito de la injuria por hablar mal de la magistratura… ¡aquí y en Arabia Saudita! Ah, sí, el de juez es el oficio, el personaje por el que daría lo que fuera con tal de interpretarlo, por lo menos una vez en la vida. El juez de la Audiencia, del supremo, del orden superior, “excelencia, pase… silencio, en pie que entra la Corte…oh, mire, se le ha caído un hueso… ¿es suyo? No, imposible, ¡no me quedan!”
Bertozzo Bueno, basta de charlas, me mareas. Siéntate ahí y calla (Lo empuja hacia la silla).
Sospechoso (Histérico) ¡Quita las manos o te muerdo!
Bertozzo ¿A quién vas a morder?
Sospechoso ¡A ti! ¡Te muerdo en el cuello y también en las nalgas! Ñam… Y como reacciones mal, articulo 122 bis: “Provocación y violencia contra disminuido psíquico irresponsable e indefenso, de seis a nueve años más pérdida de pensión”
Bertozzo O te sientas o voy a perder la paciencia. (Al agente) ¿Y tú qué haces ahí como una pasmarote? Siéntate en la silla.
Agente Sí, jefe, pero es que muerde
Sospechoso ¡Claro que muerdo! Grrr grrrr… y os advierto que tengo la rabia. Me la pegó un chucho rabioso que me mordió el trasero. Él se murió y yo me curé, pero sigo siendo venenoso. ¡Magrruuuiimm! ¡Uohohoh!.
Bertozzo Joder, ¡sólo faltaba el loco venenoso! ¿Me dejas terminar el atestado, si o no? Anda, pórtate bien, que luego te suelto. Te lo prometo.
Sospechoso No me eche, señor comisario. Con lo bien que estoy con usted, en la comisaría… me siento protegido. En la calle hay tantos peligros… la gente es mala, conducen, tocan la bocina, frenan con chirridos… hacen huelgas. En los autob8uses y en el metro las puertas se cierran de golpe… friii ñac… espachurrado. Deje que me quede aquí, yo le ayudo a que hablen los sospechosos… los subversivos… sé hacer supositorios de glicerina con nitro…
Bertozzo ¡Basta! Me tienes harto.
Sospechoso Comisario, o deja que me quede o me tiro por la ventana. ¿En qué piso estamos? ¿El tercero? Bueno, un poco justo, pero me tiro, y cuando esté abajo, moribundo, estampado en la acera, jadeando… porque soy duro de morir y jadeo mucho… llegarán los periodistas y les contaré, jadeando, que ustedes me han tirado por la ventana. ¡Que me tiro!
Bertozzo Por favor, déjelo ya (Al agente) Atraca la ventana (Este lo hace)
Sospechoso Pues me tiro por el hueco de la escalera. (Va hacia la puerta)
Bertozzo ¡Se ha terminado, hostias! Siéntate. (Le sienta en la silla) Tú, cierra la puerta con llave… y la quitas
Sospechoso Tírala por la ventana. (El agente, confuso, va a la ventana)
Bertozzo Sí, tírala. No, Métela en el cajón… cierra el cojón con llave… quita la llave…
(El agente obedece mecánicamente)
Sospechoso ¡Métela en la boca y trágatela!
Comisario ¡No, no y no! A mí no me toma el pelo nadie. (Al agente) Dame la llave. (Abre la puerta) Fuera, márchate… y tírate por la escalera, haz lo que quieras… fuera… ¡me vuelves loco!
Sospechoso No, comisario, ¡no puede! No abuse… no empuje, se lo ruego… ¿Por qué quiere que me baje? No es mi parada.
Bertozzo ¡Fuera! (Lo consigue, cierra la puerta) ¡Por fin!
Agente Señor comisario, tengo que recordarle la reunión… llevamos cinco minutos de retraso.
Bertozzo ¿Por qué, qué hora es? (Mira el reloj) Maldita sea, ese desgraciado me ha confundido. Vamos, date prisa (Salen por la izquierda. Por la derecha se asoma el loco a la misma puerta por donde salió).
Loco Se puede… comisario… ¿molesto? No se enfade, he vuelto a por mis documentos. ¿No me contesta? Vamos, no se ponga así… ¿Hacemos las paces? Pero si no hay nadie… bueno, pues los cojo… la cartilla… las recetas… Eh, aquí está la denuncia. Pues la rompemos, y en paz. ¿Y esta otra denuncia de quien es? (lee) “Robo con agravante…” Total, en una farmacia… nada, nada, eres libre. (La rompe) ¿Y tú, qué has hecho? (Lee) “apropiación indebida… injurias…” Cuentos, cuentos, eso es lo que son… ¡Anda chico, eres libre! (Rompe) ¡Todos libres! (Se detiene a examinar un papel) No, tú no… eres un sinvergüenza y te quedas… ¡adentro! (Extiende e papel sobre la mesa, luego abre el armario lleno de legajos) Quieto todo el mundo… ¡ha llegado la justicia! ¿No serán todo denuncias? Pues a quemarlas todas… ¡a la hoguera! (Coge un mechero para quemar un paquete de hojas, lee la primera) “Instrucción en curso…” (En otro paquete) “Orden de archivo de instrucción…” (Suena el teléfono: contesta tranquilamente) Diga, aquí el despacho del comisario Bertozzo. ¿Quién habla? No, lo siento, si no me dice su nombre no se lo paso… Que es... el comisario… ¿usted en persona? ¿De veras? Encantado ¡El comisario de la ventana! No, nada, nada… ¿y de donde llama?...ah claro, qué tonto, del cuarto piso, de dónde va a ser… ¿Qué quien soy? Oye Bertozzo, el azote de subversivos pregunta que quien soy… A ver si aciertas… ¿No tienes tiempo? Vamos, para un colega siempre hay tiempo… Venga, o lo adivinas o no te lo paso a Bertozzo. ¿Quién soy? ¿Anghiari? ¿Soy Anghiari? Has acertado… Soy el comisario Pietro Anghiari. Bravo. Qué hago en Milán… quieres saber demasiado. Mejor dime tú para qué quieres a Bertozzo. No, no se puede poner, dímelo a mí. ¿Un juez superior? ¿Lo envía expresamente de Washington? Sí, perdona quería decir Roma, ha sido un lapsus… Ah, una especie de “revisor”. Es evidente que en el ministerio no están de acuerdo con las alegaciones del juez que ha archivado el procedimiento. ¿Estás seguro? Ah, rumores, ya me parecía… primero les parece estupendo,, y luego se lo piensan… Ah, es por la presión de la opinión pública… no me hagas reír… la opinión pública qué va a presionar… Bertozzo se muere de risa. (Ríe aparentando el auricular) Ja, ja ¡Y también hace unos gestos! (simula llamar) Bertozzo, nuestro amigo del cuarto dice que tú puedes cachondearte por que no estas metido en el fregado, pero qué para el y para su jefe es un marrón…ja ja… dice que os lo comáis solitos… j aja…no, ahora, soy yo el que se ríe… Sí, por que me encantaría que el Comisario Jefe se viera metido en el fregado… es la verdad, se lo puedes decir: “Al comisario Anghiari le encantaría…” y Bertozzo piensa lo mismo, escucha cómo se ríe… (Aleja el auricular) ¡ja ja! ¿Has oído? Y a quien le importe que nos mande cagar… sí, también se lo puedes decir: a Anghiari y a Bertozzo se la suda… (Hace una sonora pedorreta) pret… sí, ha sido él. No te pongas así, hombre… Eso vale, ya hablaremos cara a cara. ¿y qué dices que necesitas de Bertozzo? ¿Qué documento? Sí, díctame que tomo nota: copia de la orden de archivo de la muerte del anarquista… vale, y que te la mande… y también copias de los atestados… sí, está todo aquí, en el archivo… Si, ya lo creo que os tenéis que prepara, pero que mucho… Como el juez que mandan sea la mitad de duro de lo que dicen… ¿Dónde lo dicen? Pues en Roma. Yo vengo de allí, ¿no? ¡Y nada
que no llevan tiempo comentado la que se os viene encima! Claro que conozco al juez. Se llama Malipiero. ¿No te suena? Ya te sonará. Se ha chupado unos diez años de destierro… pregúntale a tu jefe de penales si le suena… No, mejor no se lo preguntes, no e vaya a dar un ataque, y entonces ya no tiene gracia… ¡ja ja! no seas tan picajoso, colega… ¡uno ya no puede reírse un poco en esta policía tan sería! De acuerdo, en seguida te lo enviamos. Hasta luego. Espera, espera… ja ja, Bertozzo acaba de decir una cosa muy graciosa. Si no te mosqueas te la cuento. Ha dicho que después de la visita del juez revisor te va a empaquetar al sur, a Calabria, donde la jefatura está en un solo piso, y el despacho del comisario en el semisótano… ja ja…lo has cogido, en el semisótano… ¡ja ja! ¿Te ha gustado? ¿No te ha gustado? Pues otra vez será. (Simula escuchar) Vale, ahora mismo se la digo a Bertozzo, el futuro calabrés dice que en cuanto nos vea a los dos nos parte la cara. ¡Recibido, paso, prrt! (pedorreta) ¡de parte de los dos y cierro! (cuelga y se lanza en busca del material) “A trabajar, señor juez, que el tiempo apremia”. Ja Ja, qué ocasión para demostrarme a mi mismo y al mundo entero que mis estudios han sido provechosos, que soy digno de entrar en la categoría de los “superiores”, sagrados e infalibles… ¿Dónde voy a encontrar otra igual? ¡Qué emoción! Es como si tuviera que examinarme, o mejor aún, que discutir las tesis… Sí logro convencerlos de que soy un autentico juez revisor… si no meto la pata… ¡es la cátedra! Pero si fallo… Veamos, ante todo la manera de caminar. (Ensaya una, cojeando) No, ésta es la del secretario de juzgado. Paso artrítico, pero digno. Así, con el cuello un poco escorado… de caballo de circo jubilado… (Prueba y desiste) No, mejor paso escurrido con saltito final. (Lo hace) No está mal. ¿Y el estilo rodilla caída? (Lo hace) ¿Y gafas? No, nada de gafas. El ojo derecho semientornado… as, lectura de reojo, pocas palabras… algo de tos, och och… No, nada de tos. ¿Algún tic? Bueno, veremos sobre la marcha. ¿Modales afectados, voz nasal? Bonachón, pero con prontos repentinos: “No, querido Comisario Jefe, usted ya no dirige un penal fascista… ¡No lo olvide!” No, mejor el tipo contrario, frío, distante, tono perentorio, voz monocorde, mirada tristona, de miope… lleva gafas, pero sólo utiliza una lente, así. (Ensaya mientras hojea papeles) ¡Ah, caramba! Aquí estaban los documentos que buscaba. Tranquilo, sin despistes… ¡vuelta inmediata al personaje, vamos! (Con tono tajante) ¿Están todos? Veamos: orden de archivo del tribunal de Milán… Ah, mira, también está la investigación sobre los anarquistas romanos, con el bailarín a la cabeza… ¡Bien! (Mete todo en el maletín, que ha sacudido para asegurarse de que está vació) Un momento, no sea que haya quedado algo dentro… con los maletines de la justicia, ¡nunca sabe! ¡Comprobar antes de usar! (Coge del perchero un abrigo un abrigo oscuro y un sombrero negro y se los pone. Entra Bertozzo, que no le reconoce así vestido y lo mira perplejo).
Bertozzo Buenos días. ¿Qué desear? ¿Busca a alguien?
Loco No, comisario, sólo he vuelto por mis documentos.
Bertozzo ¿Otra vez usted? ¡Fuera!
Loco Por favor, comisario, si está nervioso por algo, no lo pague conmigo.
Bertozzo ¡Fuera! (le empuja hacía a fuera).
Loco ¿Pero bueno, es que están todos neuróticos aquí dentro? Empezando por ese falso loco que le anda buscando para partirle la cara…
Bertozzo (Paralizado) ¿Quién me anda buscando?
Loco Uno con jersey de cuello alto. ¿Aún no le ha pegado?
Bertozzo ¿A mí?
Loco Sí, a usted y aun colega suyo, un tal Angari… o Angario...
Bertozzo Anghiari… ¿Un comisario de Roma… de la política?
Loco ¿Y yo qué sé?
Bertozzo ¿Y a santo de qué va ha pegarnos el del cuello alto?
Loco A santo de una pedorreta.
Bertozzo ¿Una pedorreta?
Loco Bueno, dos en realidad, por teléfono… y con risita malévola, je je, No se acuerda, ja ja… (Mima que se aleja el auricular como antes).
Bertozzo ¿Qué está diciendo? ¿Es otro de sus personajes?
Loco Sí, sí, ya verá qué personaje cuando le pegue el puñetazo en un ojo… y no se lo reprocho, al pobrecito del cuarto piso.
Bertozzo ¿Quién?
Loco Su colega. ¿Cómo se le ocurre decirle que espera que le empaqueten al semisótano calabrés… a él y a su jefe ex guardia de destierro fascista?
Bertozzo ¿Quién, el Comisario Jefe? El que…
Loco … ¡os dirige y os guía!
Bertozzo Oiga, basta, ya he pedido demasiado tiempo con usted. Haga el favor de marcharse. ¡Márchate!
Loco ¿Para siempre? (Mima besos) ¡Mua mua! (Gestos de rabia de Bertozzo) Está bien, me voy. Pero si me permite un consejo… por que me cae bien… cuando se tope con el cuello alto del cuarto… ¡agáchese, hágame caso!
(El loco sale. Bertozzo suspira y se dirige al perchero, que está vació, Sale corriendo tras el loco).
Bertozzo ¡Será sinvergüenza! Con el cuento de que está loco me manga el abrigo… Oye tú. (Cierra el paso al Agente que entraba en ese, momento) Alcanza al loco… el de antes… Se ha llevado mi abrigo, mi sombrero, y seguro que también mi maletín… ¡Claro, también es mío! ¡Espabila, que no se te escape!
Agente Ya voy, jefe. (Se queda en la puerta, hablando con alguien afuera) Si señor, el comisario está aquí, pase usted. (A Bertozoo, que está buscando los papeles que rompió el loco).
Bertozzo ¿Dónde habrán ido a parar las denuncias?
Agente Comisario, está aquí el comisario de la política que desea verle. (Bertozoo levanta la cabeza del escritorio, luego se dirige hacia la puerta de la derecha)
Bertozzo Querido amigo…acabo de hablar de ti con un loco que me decía… ja ja…imagínate, que cuando me vieras, me ibas a pegar un (De dentro sale rápido un brazo que lanza a Bertozzo al suelo, donde consigue terminar la frase)… ¡puñetazo! (Se desploma. Por la puerta asoma el loco).
Loco ¡Ya le dije que se agachara!
(Oscuro. Música, posiblemente una marcha grotesca, del estilo de entrada de los cómicos. El tiempo preciso para el cambio de decorado).
ESCENA SEGUNDA
Un despacho parecido al anterior: más o menos los mismos muebles, pero dispuestos de otra manera. De la pared del fondo cuelga un gran retrato del presidente. Deberá resaltar el recuadro de ana ventana abierta. En escena está el loco, de pie muy tieso, de cara a la ventana y de espaldas a la puerta, por donde entra un comisario con chaqueta deportiva y jersey de cuello alto.
Comisario (En voz baja, al agente que está inmóvil junto a la puerta). ¿Quién es? ¿Qué quiere?
Agente No lo sé, jefe. Ha entrado con unas ínfulas…ni que fuera dios en persona. Dice que quiere hablar con usted y con el Comisario Jefe.
Comisario (Que no deja de frotarse la mano derecha) Ah, ¿quiere hablar? (Se acerca al loco. solito) Buenos días, ¿qué desea? Me han dicho que preguntaba por mí.
Loco (Lo mira de arriba abajo, imposible) Buenos días. (Se fija en la mano que el comisario se sigue frotando) ¿Qué le ocurre en su mano?
Comisario Ah, nada… ¿Quién es usted?
Loco ¿No le ocurre nada? Entonces, ¿por qué se da masaje? ¿Es un tic? (El comisario empieza a ponerse nervioso).
Comisario Puede ser. Le he preguntado que con quién tengo el gusto…
Loco Conocí a un obispo que se daba un masaje como usted… un jesuita.
Comisario ¿Me equivoco o usted…?
Loco Claro que se equivoca. Se equivoca de medio a medio, se insinúa que he querido aludir a la notoria hipocresía de los jesuitas. Si no le importa, para empezar, yo he estudiado con los, jesuitas ¿Tiene algo en contra?
Comisario (Aturdido) No, por dios… pero es que…
Loco (Cambiando al instante detono) Pero ese obispo que le decía, ése si que era un hipócrita, un farsante… la prueba es que siempre se daba masaje en la mano.
Comisario Oiga, pero usted…
Loco (Sin hacer caso) Debería consultar a un especialista. Ese continuo mensaje es síntoma de seguridad, sentimiento de culpa… e insatisfacciones sexual. ¿Tiene problemas con las mujeres?
Comisario (Pierde los estribos) ¡Pero oiga! (Da un puñetazo en la mesa).
Loco (Indicado el gesto) ¡Impulso! He ahí la prueba. Diga la verdad, no se trata de un tic… usted le ha pegado un puñetazo a alguien no hace más de un cuarto de hora, ¡confiese!
Comisario ¿Qué confiese? Más bien dígame con quien tengo el honor… y haga el favor de descubrirse… ¡Además!
Loco Tiene razón. (Se quita el sombrero con calma estudiada) Pero créame, no me lo había dejado por descortesía, es por esa ventana abierta, padezco mucho de las corrientes… sobre todo en la cabeza. ¿Usted no? Oiga, ¿no se podría cerrar?
Comisario (Seco) No. No se puede.
Loco No he dicho nada. Soy el profesor Marcos Malipiero, primer consejero del tribunal Supremo.
Comisario ¿Un juez? (Le fallaban las fuerzas).
Loco Ex…ex profesor adjunto en la universidad de Roma. Son dos “ex”, y tras el segundo va la coma, como siempre.
Comisario (Aturdido) Comprendo…
Loco (Irónico, agresivo) ¿Qué es lo que comprende?
Comisario Nada, nada.
Loco Ya me parecía. (De nuevo agresivo) Es decir, nada de nada. ¿Quién le ha informado de que yo vendría a revisar las instrucciones y la oren de archivo?
Comisario (Derrotado) Pues yo… la verdad…
Loco Mucho cuidado con mentir, Me pone muy nervioso. Yo también tengo un tic, en el cuello… en cuanto me dicen mentiras…mire cómo vibra, ¡mire! Entonces, ¿Sabía o no de mí llegada?
Comisario (Traga saliva, azorado) Pues sí, lo sabía… pero no le esperábamos tan pronto, la verdad…
Loco Claro, y precisamente por eso el Consejo Superior ha decidido adelantar mi llegada. Nosotros también tenemos informadores. Y así los hemos pillado por sorpresa. ¿Lo lamenta?
Comisario (Aturdido) No, qué va, figúrese… (El loco se señala el cuello que vibra)… es decir, sí, muchísimo… (Le indica una silla) Pero póngase cómodo, déme el sombrero. (Lo coge y añade)… ¿O prefiere dejárselo?
Loco Quédeselo, no es mío.
Comisario ¿Cómo? (Se dirige hacia la ventana) ¿Quiere que cierra la ventana?
Loco En absoluto, no se molesta. Pero avise al comisario jefe, me gustaría empezar cuanto antes.
Comisario Claro, claro. Pero… ¿no sería mejor ir a su despacho? Es más cómodo.
Loco Ya, pero fue en este despacho dónde ocurrió ese feo asunto del anarquista, ¿verdad?
Comisario Si, fue aquí.
Loco (Abre los brazos) ¡Pues entonces! (Se sienta saca del maletín unos documentos. Vemos que lleva otro maletín, enorme, del que saca un montón de cachivaches: una lupa, una pinza, una grapadora, un martillo de juez de madera, un código penal. Junto a la puerta el Comisario habla en voz baja al oído del Agente. Sigue ordenando los documentos.) Comisario, prefiero que en mi presencia se hable siempre en voz alta.
Comisario Sí perdón. (Al agente) Dile al señor Comisario Jefe que venga cuanto antes, si puede…
Loco Y si no puede, también.
Comisario (Se corrige, sumiso) ¡Y si no puede, también!
Agente (Saliendo) Si señor.
Comisario (Observa al juez que está ordenando los documentos. Con unas chínchelas ha clavado varios papeles en la pared, en el armario, en las contraventanas. De pronto recuerda algo) ¡Ah, claro… los atestados! (Coge el teléfono y marca) Pásame al comisario Bertozzo. ¿Dónde está? ¿Con el Comisario Jefe? (Cuelga y va a marcar otro número, pero el loco le interrumpe).
Loco Perdone que me meta, comisario…
Comisario Diga, señor juez.
Loco Ese comisario Bertozzo al que busca, ¿tiene algo que ver con la revisión del procedimiento?
Comisario Sí, es que…verá, como él tiene el archivo con toda la documentación…
Loco Pero si no hace falta, yo lo traigo todo, ¿para qué queremos otra copia?
Comisario Tiene razón, para qué la queremos… (Se oye la voz indignada del Comisario Jefe que entra como una catapulta, seguido por el Agente aterrado).
Comisario Jefe A ver, comisario, ¿qué es eso de que venga a verle aunque no pueda?
Comisario Tiene razón jefe… pero es que como…
Comisario Jefe ¡Ni como ni hostias! ¿Es que de pronto es usted mi superior? Ante todo, le advierto que su actitud insolente no me gusta en lo absoluto… y menos con sus colegas… ¡Veamos, si ahora hasta les das puñetazos en la cara!
Comisario Es que, verá, jefe, Bertozzo no le habrá contado lo de la pedorreta, ni lo del semisótano… (El loco, fingiendo colocar sus papeles, se oculta en cuclillas tras la mesa).
Comisario Jefe ¡Pero qué pedorreta ni qué semisótano! Vamos, no sea infantil… en lugar de quedarse calladito, que ya tenemos encima los ojos de todo mundo… con esos canallas periodistas haciendo alusiones, y difundiendo noticias tendenciosas… y deje de hacerme señas para que me calle… yo hablo como me… (El comisario le indica al falso juez, que disimula) ¡Ah, ese! ¿Quién es? ¿Un periodista? Por qué no me lo ha…
Loco (Sin levantar la vista de sus papeles) No, señor director, no se preocupe, no soy periodista, y no habrá chismorreos, se lo aseguro.
Comisario Jefe Se lo agradezco.
Loco Comprendo y comparto su preocupación. De hecho, yo mismo antes que usted he tratado de hacer ver a su joven colaborador…
Comisario Jefe (Al comisario) ¿Ah sí?
Loco Este joven, que parece tener un talante algo irascible e impaciente y que, por lo visto, es también alérgico a las pedorretas calabresas y a los semisótanos… entre nosotros, hágame caso, señor comisario… (Le habla casi al oído)… le hablo como a un padre… este muchacho necesita un buen psiquiatra. Tome, llévelo a que lo vea este amigo mío… es un genio. (Le mete en la mano una tarjeta) Profesor Antonio Rabbi, ex profesor adjunto… Pero repare en la coma.
Comisario Jefe (No sabe cómo zafarse) Gracias, pero si me permite, yo…
Loco (Cambia rápidamente de tono) Claro que le permito, faltaría más. Siéntese y empecemos. Por cierto, ¿Su colaborador le he informado de que yo…?
Comisario No, perdone, no me ha dado tiempo. (Al Comisario Jefe) El profesor Marcos Malipiero es el primer consejero del Tribunal Supremo.
Loco Por favor, olvide lo de “Primer consejero”, es lo de menos… Con decir “uno de los primeros” basta.
Comisario Como guste.
Comisario Jefe (Le cuesta encajar el golpe) Excelencia… no sé como…
Comisario (Trata de ayudarle) El señor juez está aquí para revisar el procedimiento.
Comisario Jefe (Con inesperado ímpetu) ¡Ah, si claro, le estábamos esperando!
Loco ¿Lo ve? Su superior es más sincero, juega con las cartas boca arriba. ¡Aprenda! Claro que es otra generación, otra escuela…
Comisario Jefe Sí, otra escuela.
Loco Mire, deje que se lo diga cuanto antes. Me es usted… como diría, casi familiar… como si le conociera de hace años. ¿Por casualidad no habrá estado en destierro?
Comisario Jefe (En destierro).
Loco Pero ¿qué digo? ¿Un Comisario Jefe en destierro, cuándo se ha visto? Volvamos a lo nuestro.
Comisario Jefe ¡A lo nuestro!
Loco (Lo mira torvamente) ¡Ya está! (Le señala con el dedo) ¡Pero no, es imposible, basta de alucinaciones! (Se frota los ojos, mientras el Comisario cuchichea rápido al oído del Comisario Jefe quien se derrumba literalmente en una silla. Se enciende un cigarro, nervioso) Bien, vayamos a los hechos. Según los atestados… (Hojea unos papeles. Al comisario se le atraganta el humo)… la noche del… la fecha no nos interesa… un anarquista, de profesión maquinista de tren, se encontraba en este despacho para ser interrogado sobre su participación en la operación dinamitera de bancos que causo la muerte a dieciséis ciudadanos inocentes. Y estas son palabras textuales suyas, señor Comisario Jefe: “Había indicios gravísimos en su contra”. ¿Fue eso lo que dijo?
Comisario Jefe Si, pero en un primer momento, señor juez, después…
Loco Precisamente estamos en el primer momento. Procedamos por orden. Hacia medianoche el anarquista, preso de rapto, sigue siendo usted quien habla, preso de rapto se arroja por la ventana estrellándose en el suelo. Ahora bien, ¿Qué es un rapto? Según el diccionario Bandieu, el rapto es una forma exasperada de angustia suicida que afecta a individuos incluso psíquicamente sanos, si se les provoca una violente ansiedad, una angustia desesperada. ¿Correcto?
Ambos: Correcto.
Loco Entonces veamos quién o qué provocó esa ansiedad, esa angustia. No tenemos más que reconstruir los hechos. Le toca salir a escena, señor Comisario Jefe.
Comisario Jefe ¿A mí?
Loco Sí, adelante. ¿Le importa representar su famosa entrada?
Comisario Jefe Perdone, pero… ¿qué famosa…?
Loco La que provocó el rapto.
Comisario Jefe Señor juez, debe haber un malentendido, esa entrada no la hice yo, sino mí adjunto, un colaborador…
Loco Eh eh, no es bonito descargar responsabilidades en los subordinados… peor aún, está muy feo. Vamos, rehabilítese e interprete su pape.
Comisario Pero señor juez, sólo fue uno de esos trucos que se utiliza a menudo... en todas las policías, para que confiese el sospechoso.
Loco ¿Quién le ha preguntado? Haga el favor de dejar hablar a su superior. ¿Sabe que es un grosero? A partir de ahora conteste sólo si se le pregunta, ¿Entendido? Y usted, señor Comisario Jefe, por favor represente esa entrada, en primera persona.
Comisario Jefe Está bien, Fue más o menos así: el anarquista sospechosos estaba ahí, justo donde está usted sentado. Mi colabo… es decir, yo, entré con cierto ímpetu…
Loco ¡Bravo!
Comisario Jefe ¡Y la agredí!
Loco ¡Así me gusta!
Comisario Jefe Querido maquinista, además de subversivo… deja de tomarme el pelo…
Loco No, por favor, siga el libreto. (Muestra el expediente) Aquí no hay censura… ¡no fue eso lo que dijo!
Comisario Jefe Bueno, sí, le dije: no me toques las, nances.
Loco ¿Dijo “narices”?
Comisario Jefe Se lo juro.
Loco Le creo, siga. ¿Cómo terminó?
Comisario Jefe Tenemos pruebas de que fuiste tú quien colocó las bombas en la estación.
Loco ¿Qué bombas?
Comisario Jefe (Baje el tono: didáctico) Estoy hablando del atentado del 25 de…
Loco No, conteste con las mismas palabras de aquella noche. Imagine que soy el ferroviario anarquista. Animo, vamos. ¿Qué bombas?
Comisario Jefe ¡No te hagas el tonto! Sabes perfectamente de qué bombas hablo. Las que colocasteis en los vagones de la estación central, hace ocho meses.
Loco ¿Pero realmente tenían esas pruebas?
Comisario Jefe No, pero como le estaba explicando antes el comisario, era uno de esos trucos que empleamos a menudo en la policía.
Loco Ja ja… son ustedes linces. (Le da un golpe en la espalda que le deja sin aliento).
Comisario Jefe Pero teníamos sospechas… como el acusado era el único ferroviario anarquistas en todo Milán, era fácil deducir que era él.
Loco Evidente. Por lo tanto, si resulta indudable que las bombas de los trenes las ha puesto un ferroviario, en consecuencia podemos deducir que las famosas bombas del palacio de Justicia de Roma las coloco un juez, que las del Monumento al Soldado desconocido las puso en comandante de la guardia y las del banco de agricultura, pues un banquero o un agricultor, según se quiera. (De pronto furioso) Por favor, señores… he venido a realizar una investigación sería, no para jugar a estúpidos silogismos, Sigamos. (Lee) “El anarquista no pareció afectado por las acusaciones, y sonreía incrédulo”. ¿Quién redactó este atestado?
Comisario Yo, señor juez.
Loco Bravo. Así que sonreía… pero aquí se comenta también… son sus palabras textuales, citadas a su vez por el juez que archivó el procedimiento… “Sin duda contribuyó a la crisis suicida el temor a perder su puesto, al despido”. ¿Pero cómo, antes incrédulo, y luego, de pronto, siente temor? ¿Quién le inspiró el temor? ¿Quién habló de despidos masivos?
Comisario No, le juro que yo por mi parte no…
Loco Por favor, nada de minucias. Ni que fueran ustedes violinistas… vamos, todos los policías del mundo entran a saco, y no entiendo por qué precisamente ustedes son los únicos que usan vaselina… Pero si tienen todo el derecho de comportarse así, ¡estaría bueno!
Ambos: Gracias, señor juez.
Loco De nada, Además ya se sabe, a veces puede ser peligroso. Se le dice a un anarquista: “Lo tienes crudo, a lo mejor tus jefes de los ferrocarriles, cuando les contemos que eres anarquista… te echan a la calle… ¡Despedido!”, y se derrumba. Un anarquista, hablemos claro, tiene un especial apego a su puesto de trabajo. En el fondo, son unos pequeños burgueses, aferrados a sus comodidades: sueldo fijo todos los meses, gratificaciones, la extra, la jubilación, la seguridad social, una vejes tranquila… Nadie piensa en su vejez como un anarquista, créanme… Estoy hablando de nuestros anarquistas, por supuesto… de esos comodones de ahora, nada que ver con los de antes que los desterraban de un sitio a otro… ¿entiende usted de destierros, señor Comisario Jefe? Uy, ¿pero qué digo? Entonces, recapitulando, ustedes hunden moralmente al anarquista, le deprimen, y él se tira…
Comisario Si me permite, señor juez, la verdad es que no ocurrió en seguida… aún falta mi intervención.
Loco Claro, claro, tiene razón. Primero ocurrió que usted salio, luego volvió a entrar, y tras una pausa artística, dijo… Ánimo, comisario, diga su réplica, y siga imaginando que soy el anarquista.
Comisario Sí, claro: “Me acaban de llamar de Roma. Hay una buena noticia para ti. Tu amigo, perdón, tu compañero el bailarín he confesado. Ha reconocido que fue él quien colocó la bomba en el banco de Milán”.
Loco ¿Cómo lo tomo el ferroviario?
Comisario Regular, se puso pálido, pidió un cigarro… lo encendió…
Loco Y se tiró.
Comisario Jefe No, no fue enseguida…
Loco En la primera versión usted dijo “en seguida”, ¿no es cierto?
Comisario Jefe Sí, es cierto.
Loco Además, siempre se hablaba con la prensa o la televisión, decía que el anarquista antes de su trágico gesto ya se sentía perdido. Que lo tenían “pillado”, ¿no dijo eso?
Comisario Jefe Sí, dije exactamente “pillado”.
Loco ¿Y qué más declaró?
Comisario Jefe Que su coartada, según la cual pasó la famosa tarde del atentado jugando a las cartas en una taberna de las afueras, se había caído, ya no se sostenía.
Loco Y por tanto el anarquista debía ser claramente inculpado también de los atentados a los bancos, además de los trenes. Y añadió, para terminar, que su gesto suicida era un “evidente acto acusatorio”.
Comisario Jefe Sí, lo dije.
Loco Y usted, comisario, gritó que ya de vivo era un canalla, un delincuente. Pero unas se manas mas tarde, usted, señor Comisario Jefe, declaró – aquí está el documento – que “naturalmente”, repito, “naturalmente”, no había indicios concretos contra el pobre ferroviario. ¿Correcto? Por tanto, era inocente, e incluso usted, señor Comisario Jefe, llegó a comentar: “ese anarquista era un buen muchacho”.
Comisario Jefe Sí, lo admito… nos equivocamos.
Loco Por supuesto, todos podemos equivocarnos. Pero ustedes, perdónenme, se han pasado. Ante todo, detienen de manera arbitraría a un ciudadano libre, a continuación abusan de su autoridad reteniéndole más allá del plazo legal; después lo traumatizan, asegurándole que tienen pruebas de que es el dinamitero de los trenes, acto seguido le crean, de manera más o menos intencionada, la psicosis de que va a perder su puesto de trabajo, y para rematar la faena, el mazazo final: que su amigo y su compañero romano se ha confesado culpable de la masacre de Milán. ¿Su amigo, un asesino repugnante? Tanto que comenta, destrozado:”Es el fin de la anarquía”, y se tira por la ventana. Pero oigan, ¿nos hemos vuelto locos? Llegados a este punto, ¿Cómo va a extrañarnos que a un pobre tan machacado le de un rapto? No, lo siento, pero en mi opinión son ustedes claramente culpables. Son absolutamente responsables de la muerte del anarquista, y deben ser acusados de instigación al suicidio.
Comisario Jefe Pero señor juez, cómo es posible… nuestro oficio, usted mismo lo ha reconocido, requiere que interroguemos a los sospechosos y para hacerles hablar, ha veces nos vemos obligados a recurrir a artimañas, trucos y alguna que otra violencia psíquica…
Loco No, aquí no se trata de “alguna que otra”, sino de continua violencia. Para empezar, ¿tenían pruebas concluyentes de que el pobre ferroviario mintió sobre su coartada? Contesten.
Comisario Jefe No, pruebas concluyentes no teníamos, pero…
Loco Nada de peros. ¿Siguen existiendo dos o tres jubilados que confirmen su coartada?
Comisario Sí, existen.
Loco Entonces mintieron también a la televisión y a la prensa, al decir que la coartada se había caído, pero subsistían indicios graves. O sea que las trampas, las artimañas, los trucos no sólo los utilizan para que confiesen los sospechosos, sino para manipular y traicionarla buena fe del pueblo simple y confiado (El Comisario Jefe quiere intervenir) Haga el favor de dejarme acabar ¿No le suena que difundir noticias falsas, o simplemente tendenciosas, es andelito grave?
Comisario Jefe Pero es que ese colaborador me aseguró…
Loco Ah, otra vez echando balones fuera… Entonces conteste usted, comisario. La noticia de que el bailarín anarquista había confesado, ¿de dónde salio? Me he leído todos los atestados de los interrogatorios realizados por la policía y por el juez instructor de Roma… (Se los enseña)… y en ninguna parte dice que el anarquista admitiera una sola vez su responsabilidad en la masacre de los bancos. ¿Entonces, qué? ¿También se inventaron ustedes esa confesión? ¡Conteste!
Comisario Sí, nos la inventamos.
Loco ¡Oh, vaya fantasía! Deberían ser escritores. Y quizás aún puedan serlo. En la cárcel se escribe divinamente. Están deprimidos, ¿eh? Pues quiero añadir con total franqueza que en Roma tienen pruebas aplastantes de tulpas gravísimas contra ustedes. Qué están acabados, y que los ministerios justicia e interior han padecido cárgaselos, para dar un escarmiento lo más severo posible, y recuperar la credibilidad que la policía ha perdido.
Comisario Jefe ¡No, es increíble!
Comisario Pero cómo pueden…
Loco Pueden, no lo duden. Dos carreras arruinadas. Es la política, señores. Antes servían ustedes para un determinado jefe… había que reventar las luchas sindicales, crear el clima de “muerte al subversivo”… pero han cambiado las tornas, la gente se ha indignado demasiado con la muerte del anarquista defenestrado, pide dos cabezas… ¡y el Estado se las entrega!
Comisario Jefe ¿Y tienen que ser las nuestras?
Comisario ¡Eso!
Loco Hay un viejo dicho inglés: “el amo azuza a los mastines contra los campesinos… si los campesinos se quejan al rey, el amo, para hacerse perdonar, mata a los mastines”.
Comisario Jefe ¿Y usted cree… realmente… está seguro?
Loco ¿Pues quién soy, más que su verdugo?
Comisario ¡Maldito oficio!
Comisario Jefe Ya sé yo quién me ha hecho la cama… pero me la vas a pagar.
Loco Seguramente muchos disfrutarán con su desgracia, y se reirán encantados.
Comisario Sí, empezando por los compañeros… ¡es lo que me cabrea!
Comisario Jefe Por no hablar de la prensa…
Comisario Cómo nos van a poner… ¿Se imagina las revistas?
Comisario Jefe Qué no sacarán, esos gusanos, que antes venían a lamernos las manos… “¡A por el esbirro!”
Comisario “¡Era un sadico, un violento!”
Loco Por no mencionar las humillaciones, las ironías…
Comisario Jefe Y los desplantes. Todos nos volverán la espalda… no encontraremos trabajo ni de aparcacoches.
Comisario ¡Qué asco de mundo!
Loco No, qué asco de gobierno.
Comisario Jefe Puestos así, digamos, ¿Qué podemos hacer? Aconséjenos.
Loco ¿Yo? ¿Y qué les voy a decir?
Comisario Sí, aconséjenos.
Loco Yo, en su lugar…
Comisario Jefe ¿En nuestro lugar?
Loco Me tiraría por la ventana.
Ambos ¿Cómo?
Loco Me han pedido un consejo, y estando así las cosas, que aguantar una humillación semejante… háganme caso, ¡tírense! ¡Ánimo! Déjense llevar por el rapto y tírense. (Los empuja hacia la ventana)
Comisario Jefe ¡No, espere, espere!
Loco ¿Cómo qué espere? ¿Qué esperan ustedes? ¿Qué pintan ya en este mundo asqueroso? ¿Es esto vida? Un asco de mundo, un saco de gobierno, todo es un asco… ¡Tirémonos! (Los arrastra con fuertes tirones).
Comisario Jefe No, señor juez, qué hace… ¡Aún me quedan esperanzas!
Loco No hay esperanzas. Están acabados, ¿lo quiere entender? ¡Acabados! ¡Acabados! ¡Abajo!
Comisario Jefe ¡Socorro! ¡No empuje… por favor!
Loco No empujo yo, si no el rapto. ¡Viva el rapto liberador! (Los agarra de la cintura, obligándolos a subir al alféizar de la ventana).
Comisario Jefe ¡No, no, socorro! (Entra el agente que había salido antes).
Agente ¿Qué ocurre, jefe?
Loco (Los suelta) Nada, nada, no curre nada, ¿verdad comisario, verdad señor Comisario Jefe? Vamos, tranquilice la agente.
Comisario Jefe (Baja la ventana temblando) Bueno… tranquilo… sólo ha sido…
Loco Un rapto.
Agente ¿Un rapto?
Loco Sí, querían tirarse por la ventana.
Agente ¿Ellos también?
Loco Sí, pero no se lo diga a la prensa, por lo que más quiera.
Agente Descuide.
Comisario Pero si no es verdad, era usted señor juez quién quería.
Comisario Jefe Eso.
Agente ¿Usted quería tirarse, señor juez?
Comisario Jefe No, él empujaba.
Loco Es verdad, yo les empujaba. Y por poco se caen en serio… estaban desesperados. Y cuando uno está desesperado, en un tris…
Agente Claro, en un tris…
Loco Y mírelos, siguen desesperados… ¡qué caras de entierro!
Agente (Animado, por la confianza del juez) Sí, con permiso, y hablando mal y pronto, señor juez… me parece que están algo… cagados, como se suele decir…
Comisario Jefe ¿Te has vuelto loco?
Agente Perdone, quería decir… acojonados.
Loco Vamos, vamos, arriba los ánimos, comisarios… ¡un poco de alegría!
Comisario Jefe Sí, usted lo tiene fácil, pero póngase en nuestro lugar… le aseguro que por un momento… ¡casi me tiro de verdad!
Agente ¿Casi se tira? ¿En persona?
Comisario ¡Yo también!
Loco ¿Ven señores, lo que es el rapto? ¿Y quién habría temido la culpa?
Comisario Jefe Esos cabrones del gobierno, quién si no… Primero te azuzan: “reprimir, crear un clima de subversión, de desorden generalizado”…
Comisario “¡De necesidad de un estado fuerte!” y tú te lo tomas en serio, y después…
Loco No, en absoluto. La culpa la habría tenido yo.
Comisario Jefe ¿Usted? ¿Y por que?
Loco Por que todo es mentira. Me lo he inventado todo.
Comisario Jefe ¿Qué quiere decir? ¿No es verdad que en Roma se nos quieren cargar?
Loco Ni se les pasa por la cabeza.
Comisario ¿Y las pruebas aplastantes?
Loco Jamás las hubo
Comisario ¿Y lo del ministro que pedía nuestras cabezas?
Loco Puro invento: el ministro les ama, son ustedes la niña de sus ojos. Y el director de la policía, al oír sus nombres se emociona tanto, que llama a su mamá.
Comisario Jefe ¿No es una broma, verdad?
Loco No lo es. El gobierno entero les ama. Y también les diré que el refrán de los mastines es falso. Ningún amo a matado nunca a un mastín para complacer a un campesino. Si acaso, todo lo contrario. Y si el mastín muere en la reyerta, al rey le falta tiempo para mandar telegramas de pésame al amo. Y coronas con bandera. (El comisario va hablar: el Comisario Jefe, muy nervioso, se impacienta).
Comisario Si no e entendido mal…
Comisario Jefe Claro que ha entendido mal. Déjenme a mí, comisario…
Comisario Si señor, perdone
Comisario Jefe No comprendo por qué ha montado esta farsa, señor juez.
Loco ¿Farsa? Qué va, es uno de esos trucos o engaños tan normales, que la magistratura también emplea a veces, para demostrar a la policía que sus métodos son incorrectos, por no decir criminales.
Comisario Jefe Entonces, ¿sigue creyendo que el anarquista se tiro por la ventana, por que le empujamos nosotros?
Loco Ustedes mismos me lo han confirmado hace un momento… ¡al perder la cabeza!
Comisario Pero si nosotros no estábamos presentes cuando se tiró, pregúnteselo al agente…
Agente Sí, señor juez, acababan de salir cuando se tiró.
Loco Eso es como decir que si uno enciende la mecha de una bomba en un banco y luego sale, no es culpable, por que no estaba presente en el momento de la explosión. Da gusto saber cómo manejan aquí la lógica…
Comisario Jefe No, señor juez, ha habido un malentendido… el agente se refería a la primera versión… y nosotros hablamos de la segunda.
Loco Ah, ya… por que en un segundo momento se retractaron.
Comisario Jefe Bueno, no exactamente… simplemente, puntualizamos.
Loco Bien, oigamos pues. ¿Y qué puntualizaron? (El Comisario Jefe hace una seña al comisario).
Comisario Pues que…
Loco Les advierto que también les traigo los atestados para esta nueva versión. Por favor, continúe.
Comisario Puntualizamos la hora del… cómo decir… del engaño…
Loco ¿La hora del engaño?
Comisario Jefe Bueno, declaramos que el truco del anarquista, con embustes incluidos, no se lo contamos a medianoche, sino a las ocho de la noche.
Comisario O sea, a las veinte horas.
Loco Es decir, que lo adelantamos todo cuatro horas, incluido el vuelo por la ventana. Como un horario de verano perfeccionado.
Comisario No, el vuelo no, seguía siendo a medianoche, sin cambios… había testigos.
Comisario Jefe Entre ellos, ese periodista que estaba en el patio, ¿recuerda? (El “juez” niega con la cabeza) Y que al oír los golpes en la cornisa y en el suelo acudió el primero, y apunto la hora.
Loco Bien. El suicidio ocurrió a medianoche y el truco con embustes a las ocho… ¿y qué hacemos con el rapto? Por que, mientras no se demuestre lo contrario, su versión del suicidio del anarquista se basa en el rapto. Todo mundo, empezando por el juez de instrucción y terminando por el fiscal, han insistido siempre en que ese desgraciado se tiro “por causa de un súbdito rapto”… y ahora, en el mejor momento, borran el rapto de plumazo.
Comisario Jefe No, nosotros no borramos el rapto…
Loco ¡Claro que lo hacen! Distancian el suicidio nada menos que cuatro horas desde le momento en que usted o ese colaborador suyo entra y le gasta la famosa broma del “¡Tenemos pruebas!” ¿Dónde queda ahora el súbdito rapto? Cuatro horas más tarde, total nada… al anarquista le sobró tiempo para olvidar esa broma y muchas otras. Podía incluso haberle contado que Bakunin era confidente de la policía y del vaticano, y se lo habría tragado.
Comisario Jefe ¡Pero si era justo lo que queríamos, señor juez!
Loco ¿Contarle que Bakunin era confidente?
Comisario Jefe No, que queríamos demostrar que el rapto no pudo deberse a nuestros trucos, a nuestras falsas afirmaciones, precisamente porque desde ese momento hasta el del suicidio pasaron cuatro horas.
Loco Ah, claro, tiene razón… una concurrencia genial… ¡Enhorabuena!
Comisario Jefe Gracias, señor juez.
Loco Y así nadie puede inculparles. El embuste mal intencionado existió, pero no puede considerarse determinante.
Comisario Exacto. Por tanto, somos inocentes.
Loco Enhorabuena otra vez. Aunque sigue sin entenderse por qué ese pobre desgraciado se tiró por la ventana, pero no importa. Por ahora, lo, que importa es que ustedes resulten inocentes.
Comisario Jefe Gracias. Le confieso que temía que estuviera prevenido contra nosotros… que quiera encontrarnos culpables a toda costa.
Loco ¡Por dios, todo lo contrario! Les diré que si he estado un poco duro y provocador, ha sido sólo para inducirles a presentar pruebas y argumentos que me permitieran ayudarles a salir airosos del trance.
Comisario Jefe Estoy realmente emocionado… ¡Es hermoso saber que la magistratura sigue siendo la amiga más fiel de la policía!
Loco Dejémoslo en colaboradora…
Ambos: Sí, dejémoslo.
Loco Pero también tienen ustedes que colaborar para que pueda ayudarles hasta el fondo, y convertir su posición en inexpugnable.
Comisario Jefe Por supuesto.
Comisario Con mucho gusto.
Loco En primer lugar tenemos que probar, con argumentos irrefutables, que en esas cuatro horas el anarquista fue superado hasta el más mínimo desaliento, el famoso derrumbamiento psicológico, como e llama el juez que archivo el caso.
Comisario Jefe Bueno, está la declaración del agente aquí, y también la mía, en la que se declara que el anarquista, tras un primer momento de desaliento, se recuperaba…
Loco ¿Consta en atestado?
Comisario Creo que sí…
Loco Sí está, en la segunda versión de los hechos… aquí está: (Lee) “el ferroviario se tranquiliza y manifiesta que sus relaciones con el ex bailarín no eran buenas”. ¡Fantástico!
Comisario Jefe Como diciendo que tampoco le importaba demasiado enterarse de que él era el dinamitero asesino.
Loco Desde luego, no le aprecia demasiado, ni como anarquista ni como bailarín.
Comisario Jefe A lo mejor, ni siquiera les consideraba anarquista.
Loco Yo diría que le despreciaba.
Comisario Durante una discusión llegaron a tirarse un salero…
Comisario Jefe ¡Con mala suerte que trae!
Loco Y no olvidemos que el ferroviario sabía que en el grupo anarquista romano se habían infiltrado un montón de espías y confidentes de la policía. Incluso se lo había advertido al bailarín. “La policía os utiliza para crear disturbios… estáis rodeados de provocadores a sueldo, que os manejan a su antojo, y luego pagará las culpas toda la izquierda”.
Comisario Puede que discutieran precisamente por eso.
Loco Y como el bailarín no le hizo caso, tal vez nuestro ferroviario empezó a sospechar que también él era un provocador.
Comisario Jefe Ah, es posible…
Loco Y entonces, como no le importa nada, prueba irrefutable: el anarquista estaba muy sereno.
Comisario Jefe Si hasta sonreía… se acuerda, y yo mismo lo declaré ya en la primera versión.
Loco Sí, pero el problema es que en la primera versión también declararon que el anarquista se encendió un cigarro, “hundido”, y comentó, “destrozado”: “¡Es el fin de la anarquía!” ¡Ta ta chan! Vamos, ¡a quién se le ocurre montar semejante melodrama!
Comisario Jefe Tiene razón, señor juez. Fue idea de este joven. Yo se lo dije; “las películas para los del cine, nosotros somos policías”.
Loco Hágame caso, llegados a este punto, el único modo de aclararnos, si queremos encontrar una solución orgánica, es hacer borrón y cuanta nueva.
Comisario Jefe ¿Tenemos que dar una tercera versión?
Loco ¡Dios nos libre! Basta con hacer más creíble las dos que tenemos.
Comisario Jefe Ahí, ahí.
Loco Entonces, punto primero, regla primera: lo que está dicho, está dicho, y no hay vuelta atrás. Así que queda establecido que usted comisario, y usted, o quien en su lugar señor Comisario Jefe, montaron el truco con embustes… que el anarquista fumó su último cigarro y pronuncio su frase melodramática… pero, y aquí está la variante, no se tiró por la ventana porque no era aún medianoche, sólo eran las ochos.
Comisario Jefe Como en la segunda versión…
Loco Y ya sabe que un ferroviario respeta siempre los horarios.
Comisario Jefe El caso es que así nos sobra tiempo para hacerle cambiar de humor… hasta el punto de hacerle posponer su intento suicida.
Comisario ¡Impecable!
Loco Sí, pero cómo ocurrió ese cambio de humor… el tiempo sólo no basta para curar ciertas heridas. Alguien tuvo que ayudarle, no sé, con algún gesto…
Agente Yo le di un chicle.
Loco Bien hecho. ¿Y ustedes?
Comisario Jefe Yo no estaba…
Loco No, este es un momento demasiado delicado. ¡Usted sí estaba!
Comisario Jefe De acuerdo, pues estaba.
Loco Bien. Para empezar, ¿podemos decir que la desolación que embargó al anarquista les emociono un poco?
Comisario Sí, a mí me emociono mucho.
Loco ¿Y podemos decir que lamentaba haberle disgustado… señor Comisario Jefe, usted que es tan sensible?
Comisario Jefe Sí, en el fondo me daba pena… lo sentía mucho.
Loco Perfecto. Y seguro que no pudo evitar ponerle la mano en el hombro.
Comisario Jefe No, no creo…
Loco Vamos, un gesto paternal…
Comisario Jefe Bueno, es posible, pero no lo recuerdo.
Loco Estoy seguro de que lo hizo. Se lo ruego, ¡dígame que si!
Comisario Sí, sí que lo hizo… ¡yo lo vi!
Comisario Jefe Bueno, sí él lo vio…
Loco (Al comisario) Y usted, por su parte, le dio un cachete en la mejilla… así. (Le da un cachete).
Comisario No, siento decepcionarle, pero estoy seguro de que no… no le di ningún cachete…
Loco Claro que me decepciona… ¿sabe por qué? Por que ese hombre, además de anarquista, era ferroviario. ¿Lo había olvidado? ¿Y sabe qué significa ferroviario? Significa algo que está ligado a nuestra infancia… trenes eléctricos y de juguete… ¿Nunca tuvo un tren de niño?
Comisario Sí, tenía uno a vapor, que echaba humo… blindado, por supuesto.
Loco ¿Y hacía tu-tuu?
Comisario Sí, tu-tuu…
Loco ¡Magnifico! Ha dicho tu-tuu, y se le han iluminado los ojos. No, usted no puede sentir más que afecto por ese hombre… porque en su subconsciente estaba unido a su trenecillo… y si el sospechoso hubiera sido, qué sé yo, banquero, usted ni le habría mirado siquiera, pero era un ferroviario y, estoy seguro… le dio un cachete…
Agente Sí, es verdad, yo lo vi. ¡Le dio dos cachetes!
Loco Ya lo ve, tengo testigos. ¿Y qué dijo mientras le cacheteaba?
Comisario No recuerdo…
Loco Yo se lo recordaré. Le dijo: “Vamos, vamos, no te deprimas… ya verás, la anarquía no morirá”.
Comisario La verdad, no creo…
Loco Ah, no… lo dijo, o me enfado. Mire mi cuello. ¿Admite que lo dijo, si o no?
Comisario Bueno, si es por darle gusto…
Loco Entonces dígalo. Tengo que incluirlo en el informe. (Empieza a escribir).
Comisario Bueno, pues… le dije… vamos, vamos, no te lo tomes… ya verás… ¡la anarquía no morirá!
Loco Bien. Y luego cantaron.
Comisario Jefe ¿Qué cantamos?
Loco Es natural. Por entonces se había creado tal clima de amistad, de camaradería, que no pudieron dejar de cantar, ¡todos en coro! ¿Y qué cantaron? Me imagino que ¡A las barricadas!...
Comisario Jefe No, perdone señor juez, pero en lo del canto a coro ya sí que no podemos seguirle.
Loco ¿Ah, no me siguen? ¿Pues saben lo que les digo? Que ahí se quedan, y que se las apañen solos. Estableceré los hechos tal y como los han expuestos. ¿Y saben qué saldrá? Perdonen la expresión un poco subida de tono, pero saldrá un auténtico burdel, Primero dicen una cosa, luego se retractan… Dan una versión, y medio hora después, otra completamente distinta… ni siquiera se ponen de acuerdo. Aquí hay un agente que llega a decir que el anarquista ya intentó tirarse por la ventana por primera vez ese mismo día, a última hora de la tarde, delante de ustedes mismos… y ni siquiera me han mencionado ese detalle. Hacen declaraciones a la prensa, y, si no me equivoco, incluso al telediario, de este calibre: Naturalmente, no existen actas de los interrogatorios que se practicaron al anarquista, no nos dio tiempo“… y poco después, milagro, salen a relucir no una as acta, si dos o tres… firmados por él, de su puño y letra, ¡cuando estaba vivo! Si un sospechoso cayera en contradicción sólo la mitad que ustedes, como poco ya se lo habrían cargado. ¿Saben que piensa la gente de ustedes? Que son unos embaucadores, unos farsantes… quién les va a creer a estas alturas, como no sea el juez archivador, por supuesto. ¿Y saben la razón principal porque no les cree la gente? Por su versión de los hechos, además de estrafalaria, carece de calor humano. Nadie olvida las respuestas groseras e insolentes que usted, comisario, dio a la pobre viuda del anarquista, cuando le preguntó por qué no la habían avisado de la muerte de su marido. Ni un instante de emoción, nunca… ninguno de ustedes se dejó llevar… o rió, lloró… ¡canto! La gente sabría perdonarles todas las contradicciones en que han ido cayendo, una tras otra… si detrás de tantas torpezas, lograse vislumbrar un corazón, dos “hombres humanos” que se dejan llevar por la emoción y, aún siendo policías, cantan con el anarquista su canción, con tal de complacerle… “A las barricadas”… quién no se echaría a llorar, quién no gritaría con fervor sus nombres con fervor al escuchar la historia… Se los ruego, por su propio bien, y para que la investigación se vuelva a su favor… ¡Cantes!
(Empieza a cantar en voz baja mirando a los policías que, violentos, empiezan uno tras otro a cantar con él).
“¡En pie pueblo obrero, a la batalla!
¡Hay que derrocar a la reacción!”
¡Vamos, más voz!
(Los agarra de los hombros para animarles)
“¡A las barricadas, a las barricadas”… Voz, ¡hostias!
“Por el triunfo de la confederación!”
(Lentamente, sobre el Coro a plena voz, oscuro).


SEGUNDO ACTO
ESCENA PRIMERA
Aún en oscuro, los cuatro cantan como al final del acto, hasta acabar en el agudo final a plena luz.
Loco (Aplaude, abraza y estrecha las manos) ¡Bravo, bravo! Ahora si qué estamos. Nadie podrá ya en eluda que el anarquista estaba muy tranquilo.
Comisario Yo incluso diría que estaba contento.
Loco Claro, se sentía como en casa, en uno de esos círculos romanos, donde abundan más los policías disfrazados que los auténticos anarquistas.
Comisario Jefe Nuestro bombardero de falsas informaciones no había dejado huella en su espíritu.
Loco Por lo tanto, nada de rapto. El rapto vio más tarde. (Al comisario) ¿Cuando?
Comisario Hacia medianoche.
Loco ¿Qué lo provocó?
Comisario Jefe Bueno, creo que el motivo…
Loco ¡No por Dios, usted no cree nada! Usted de esto no sabe nada, señor Comisario Jefe.
Comisario Jefe ¿Cómo que no sé nada?
Loco Demonios, estamos haciendo juegos malabares para sacarle esto, para demostrar que no tiene nada que ver con la muerte con la muerte del ferroviario... por que ni siquiera estaba presente.
Comisario Jefe Ah sí, tiene razón… perdone, me he distraído.
Loco Se distrae demasiado, tenga cuidado. Así que no estaba, pero si estaba el comisario.
Comisario Bueno, estaba, pero me marché en seguida…
Loco Ah, otra vez con el escaqueo… Sea bu8eno, y cuénteme qué ocurrió hacia medianoche.
Comisario Estábamos seis en este despacho: cuatro agentes, yo… y un teniente de carabineros.
Loco Ah, sí, al que luego ascendieron a capitán.
Comisario Si, ése.
Loco ¿Y qué hacían?
Comisario Le interrogábamos.
Loco ¿Todavía? “¿Dónde estabas, qué hacías? ¡Habla! No te pases de listos”… Caray, después de tantas horas, me figuro que estarían todos un poco alterados… nerviosos… exasperado…
Comisario Oh no, señor juez, estábamos tranquilísimos.
Loco ¿No le pegaron un poco? ¿Ni un tortazo?
Comisario No.
Loco ¿Un guantazo?
Comisario No.
Loco ¿Un revés, de canto?
Comisario ¿De canto?
Loco Sí, como en los mensajes para la celulitis… ¡ta-ta-ta! (Mima veloz) ¡Ah, qué bien sienta! ¡ta!
Comisario Que no, señor juez, ni con masaje. Le interrogamos en broma…
Loco ¿Broma?
Comisario Se lo aseguro. Pregúntele al Agente (empuja al agente hacia el juez).
Loco No es preciso. Resulta increíble, (Ensañe un papel) pero también consta en la declaración ante el juez que archivo el sumario.
Comisario Claro, y él no lo puso en duda.
Loco Yo también lo creo… ¿y en qué sentido, “en broma”?
Comisario Pues el sentido de que estábamos en broma, y le interrogamos para divertirnos un rato.
Loco No comprendo. ¿Es que jugaban a ponerse caretas y tocar trompetitas?
Comisario Tanto no, pero nos reíamos, imitábamos a los sospechosos… unos chistes, unas bromas…
Agente Uy, lo que nos reíamos… Sabe usted, el comisario, ahí donde lo vez, es un bromista… si le viese cuando está de humor, los interrogatorios tan chistosos que hace… ¡ja ja ja, que risa!
Loco Ahora entiendo porqué en Roma han decidido cambiarles el lema.
Comisario Jefe ¿El lema de la policía?
Loco Lo han decidido en ministerio.
Comisario Jefe ¿Nos los cambia?
Loco Más bien se lo completan. ¿Cómo es ahora?
Comisario La policía está al servicio del ciudadano.
Loco Pues a partir de ahora será: “La policía está la servicio del ciudadano para divertirle”.
Comisario Jefe Ja ja, nos toma el pelo…
Loco En absoluto. Estoy seguro de que tratan a los sospechosos en broma, como afirman. Yo estaba en Bérgano, cuando los interrogatorios de la llamada “Banda de los lunes”… recuerdan, estaban implicados un cura, un médico y un farmacéutico, un pueblo entero bajo sospecha, que luego resulto ser inocente. Pues bien, yo vivía en un hotelito situado cerca de la comisaría, y casi todas las noches me despertaban los gritos y lamentos, que al principio atribuí a gente golpeada, maltratada… hasta que comprendí que lo qué oía eran risas. Sí, risas un poco escandalosas de los interrogados: “Jua jua, madre mía” ¡Basta, ja ja! ¡Socorro, no puedo más! ¡Basta, comisario, que me muero de risa!
Comisario Jefe Ironías aparte, ¿sabe que los condenaron a todos, del comandante al último número?
Loco ¡Claro, por exceso cómico! (Los policías hacen muecas de fastidio) No, no estoy en broma. Aún no se han dado cuanta de cuántas personas no culpables se inventan lo que sea, con tal de que las lleven a comisaría. Ustedes creen que son anarquistas, comunistas, sindicalistas, extremista… y en realidad son pobres enfermos deprimidos, hipocondríacos, melancólicos, que se disfrazan de revolucionarios para que ustedes los interroguen, y poder así pasar un buen rato, hacer unas risas.
Comisario Jefe Señor juez, me parece que ahora, más que tomarnos el pelo, se está cachondeando de nosotros.
Loco Qué dice, jamás me atrevería…
Comisario Pues le juro que esa noche, con el anarquista, estábamos en broma.
Agente Eso, de broma… yo también se lo juro.
Loco Tú calla, que sólo pueden jurar los jefes. (El Comisario Jefe aparta bruscamente al agente) Está bien, admitámoslo. ¿Y a santo de qué eran las bromas?
Comisario Sobre todo el anarquista bailarín.
Loco Claro, por que era cojo. El anarquista bailarín, cojo… ja ja
Comisario Sí, también por eso…
Loco Y también dirían alguna maldad, porque además de ser bailarín, se dedicaba a enhebrar cuantas de colores para hacer pantallas modernistas… ¿No sería él también un poco “modernista”?
Agente Ja ja, ¡el anarquista modernista!
Comisario Jefe ¡Calla!
Comisario No, la verdad es que no llegamos a tanto.
Loco Vamos, no sean modestos. De todos modos, está claro que se pasaron un poco con las bromas sobre su amigo el bailarín, y entonces el ferroviario se ofendió. ¿No fue así?
Comisario Bueno, me figuro que sí.
Loco ¡Se levantó de un salto!
Comisario Sí, se levantó de un salto…
Loco … y grito: “¡Basta! No consiento esas insinuaciones, mi amigo es bailarín, vale, enhebra perlitas, es cojo… ¡pero es un tío, hostias!” Y así diciendo, se subió de un salto a la ventana, dio unos pasos de baile, y se tiró.
Comisario Sí, más o menos debió ser así, pero no puedo jurarlo. Ya le he dicho que acababa de marcharme.
Agente Pero yo sí estaba. ¡Si quieren, puedo jurarlo!
Loco No, tú te callas.
Comisario Jefe Caray, qué susceptible era el anarquista… ¡mira que tirarse por la ventana sólo porque se metían con su amigo!
Loco Es que le tocaron un punto sensible. Para los anarquistas, el tema se la virilidad es fundamental. ¿No ha leído “sexo y anarquía”, de otto Weininger? ¿No? Es un clásico.
Comisario Jefe No sé, pero ofenderse por un amigo, con el qué además ya ni siquiera se llevaba bien… son declaraciones textuales suyas, no lo olvide: ¡hasta le había tirado un salero!
Loco Gracias por recordármelo. Entonces no podía estar molesto, irritado.
Comisario Jefe Pues no.
Loco Menudo Maquiavelo… ¡entonces fingió!
Comisario ¿Fingió?
Loco Pues claro. El muy astuto montó la comedia del ofendido a muerte, para tener un pretexto lógico para suicidarse… ¡lógico para ustedes, pero absurdo para los demás!
Comisario Jefe ¿Cómo “para los demás”?
Loco ¿No lo entienden? Se hizo el kamikaze para hundirles. Él se tira ustedes, ingenuos, relatan los hechos tal y como ocurrieron a la prensa y a la televisión, y nadie les cree, menos nuestro amado juez archivador, por supuesto… quien, además, escuchen lo que escribió en la orden “el rapto fue provocado por “orgullo herido”. ¿Y quién se lo traga? ¡Suena a cuento chino!
Comisario Jefe Es verdad, suena casi a broma.
Loco Y así, a ustedes les pierde su sinceridad, y al malvado anarquista se parte de risa en su tumba.
Agente ¡Canalla! Y parecía buena persona.
Comisario Jefe ¡Canalla! (El agente enmudece, encogiéndose como un caracol en su concha) No se ofenda señor juez, pero esta versión del ferroviario kamikaze no me convence.
Comisario Yo también tengo mis reservas…
Loco Pues a mí no me convence en lo más mínimo. No la aceptarían ni en una serie policíaca. Estaba tratando de salvar su versión, que es aún más floja.
Comisario Jefe (Frotándose los hombros) Por favor, ¿no le importa que manden cerrar la ventana? Es que de pronto hace un frío.
Loco Claro, claro… la verdad es que hace frío.
Comisario Es que acaba de ponerse el sol. (A un gesto suyo, el agente cierra la ventana)
Loco Ya… pero entonces, esa noche el sol no se puso.
Comisario ¿Cómo?
Loco Que la noche en que se tiró el anarquista, el sol se quedo arriba, no se puso. (Los tres policías se miran, perplejos).
Comisario Jefe No lo comprendo. (El loco finge enfado).
Loco Digo que, si en pleno mes de diciembre, a medianoche la ventana seguía abierta de par en par, significa que no hacía frío… y si no hacía frío, era por que el sol no se había puesto… vamos, que anochecería más tarde, como en Noruega en julio.
Comisario Jefe No es eso, es que acaban de abrirla… para ventilarla, ¿es verdad?
Comisario Había mucho humo.
Agente El anarquista fumaba mucho, ¿sabe?
Loco ¿Y habían abierto las hojas, y también las contraventanas?
Comisario Si, también.
Loco ¿En diciembre? ¿A medianoche, con el termómetro bajo cero, la niebla que te deja tieso? “¡Venga, venga, aire fresco!” ¡Qué nos importa la pulmonía! ¿Llevaban abrigo?
Comisario No, sólo la chaqueta.
Loco ¡Qué machotes!
Comisario Jefe No, si no hacía frío…
Loco ¿De veras? Esa noche, el boletín meteorológico dio temperaturas como para congelar a un oso polar, y ellos no tenían frío… si parecía primavera… ¿No tendrán un monzón africano privado, que sopla por aquí todas las noches, o será la corriente del golfo, que pasa por estas alcantarillas?
Comisario Disculpe, señor juez pero no el comprendo. Antes dijo que había venido para ayudarnos, y resulta que se dedica a poner en duda nuestras declaraciones, a ridiculizarnos, a humillarnos…
Loco Bueno, puede que exagere y dude en exceso, pero es que esto parece uno de esos juegos para subnormales de los pasatiempos: “Encuentre los 37 errores y contradicciones en que ha caído el comisario ojo de lince…” ¿Cómo voy a ayudarles? (Los policías se sientan en silencio, desconsolados) Bueno, bueno, no pongan esa cara de entierro… ¡Arriba esos ánimos! Les prometo que no volveré a tomarles el pelo, ¡máxima seriedad! Dejemos correr los antecedentes…
Comisario Jefe Sí, dejemos correr…
Loco … Y vayamos a los hechos, al salto.
Comisario De acuerdo
Loco Nuestro anarquista en pleno rapto… ya veremos luego cómo encontrar entre todos un motivo más verosímil para ese gesto insensato… se levanta de un salto, toma carrerilla… Un momento. ¿Quién le sirvió de estribo?
Comisario ¿De estribo?
Loco Sí, ¿quién de ustedes se colocó junto a la ventana, con las manos cruzadas a la altura del vientre, así, para que el apoyara el pie, y ¡zas!, tomara impulso para volar por encima del parapeto?
Comisario Pero, ¿qué está diciendo, señor juez, no pensara que nosotros…?
Loco No, por favor, no se altere, simplemente preguntaba… Es que, al ser un salto tan grande, con tan poca carrerilla, sin ayudarle nadie…pues no quisiera que alguien dudara…
Comisario No hay nada que dudar, señor juez, se lo aseguro. ¡Lo hizo sólo!
Loco ¿No había ni una de esas tarimas de competición?
Comisario No.
Loco ¿El saltarín llevaba zapatos con tacón elásticos?
Comisario No, nada de tacones.
Loco Bien, así que tenemos, por un lado, un hombre de 1.60 escasos, solo, sin ayuda, ni escalera… por otro, media docena de policías que, pese a encontrase a pocos metros, uno incluso a junto a la ventana, no llegan a tiempo de intervenir…
Comisario Es que fue tan repentino…
Agente No se figura lo ágil que era ese demonio, por poco no consiguió sujetarle del pie.
Loco Oh, ya ven, mi técnica de provocación funciona… ¿Le sujetó del pie?
Agente Sí, pero me quedé con el zapato en la mano, y él se cayó.
Loco No importa. Lo importante es que se quedaron con el zapato. L zapato es la prueba irrefutable de su voluntad de salvarle.
Comisario ¡Claro, irrefutable!
Comisario Jefe (Al agente) ¡Bravo!
Agente Gracias señor comi…
Comisario Jefe ¡Calla!
Loco Un momento: aquí hay algo que no cuadra… (Muestra un papel) ¿El suicida llevaba tres zapatos?
Comisario Jefe ¿Cómo tres zapatos?
Loco Pues sí, uno se le quedó en las manos el agente, él mismo lo declaro a los pocos días de la desgracia… (Muestra el papel) Aquí está.
Comisario Es cierto, se lo conoto a un periodista.
Loco Pero aquí, en este otro atestado, se dice que el anarquista moribundo en el suelo del patio seguía calzando los dos zapatos, según testificaron los periodistas presentes.
Comisario No comprendo cómo pudo ser.
Loco Yo tampoco. A menos que este agente tan rápido haya tenido tiempo, lanzándose por las escaleras, de bajar el descansillo del segundo piso, asomarse a la ventana antes de que pasara el suicida, calzarle el zapato al vuelo, y volver a subir como un rayo al cuarto piso en el preciso instante en que el suicida llegó al suelo.
Comisario Jefe Ya estamos, se da cuenta, otra vez con sus ironías…
Loco Tiene razón, no puedo remediarlo, disculpe. Entonces, tres zapatos. ¿No recuerdan si por casualidad era trípedo?
Comisario Jefe ¿Quién?
Loco El ferroviario suicida. Si tenía tres pies, era lógico que llevase tres zapatos.
Comisario Jefe (Molesto) No, no era trípedo.
Loco No se moleste, por favor… de un anarquista cabe esperar cualquier cosa.
Agente Eso es verdad.
Comisario Jefe ¡Calla!
Comisario Qué desastre, maldita sea… hay que encontrar una solución plausible o…
Loco Ya la he encontrado.
Comisario Jefe Le escuchamos.
Loco Ahí va. No hay de duda que uno de los zapatos la quedaba grande, y entonces, al no tener a mano una plantilla, se calzó un zapato más estrecho antes de calzarse el ancho.
Comisario ¿Dos zapatos en el mismo pie?
Loco ¿Qué tiene de raro? Como os chanclos, ¿recuerdan? Ese calzado de goma, que antes se llevaba encima de los zapatos…
Comisario Jefe Eso, antes.
Loco Pero hay gente que aún los lleva. ¿Saben qué les digo? Que lo que le quedó al agente en las manos no era un zapato, si no un chanclo.
Comisario No, es imposible, ¡un anarquista con chanclo! Son cosas de gente anticuada, conservadora…
Loco Los anarquistas son muy conservadores.
Comisario Jefe ¡Ya, por eso matan reyes!
Loco Claro, para poder conservarlos embalsamados. Sí esperas a que se mueran de viejos, apergaminados, consumidos por las enfermedades, después se deshacen, se descomponen, y ya hay quien los conserve. En cambio así, recién matados…
Comisario Se lo ruego, señor juez, con ciertos temas no me gusta…
Comisario Jefe A mí tampoco.
Loco Vaya, les cría nostálgicos, pero no precisamente de la monarquía… De todos modos, si no les valen los chanclos, ni la historia de los tres zapatos… (Suena el teléfono. Todos se paralizan. El comisario lo coge).
Comisario Disculpen. Sí, dime. Un momento. (Al Comisario Jefe) El de la puerta dice que un periodista pregunta por usted.
Comisario Jefe Ah, si… la había citado hoy. Es del “Expreso”, o del “Europeo”, no recuerdo. Pregunte si se llama Feletti.
Comisario (Al teléfono) ¿Se llama Feletti? (Al Comisario Jefe) Sí, María Felletti.
Comisario Jefe Es ella. Quiere una entrevista. Dígale que por favor vuelva otro día, hoy no tengo tiempo.
Loco De ninguna manera, no permitiré que por mi culpa tenga usted problemas.
Comisario Jefe ¿En qué sentido?
Loco La conozco, es importante, y se ofendería, es muy rencorosa… capaz, por despecho, de escribir uno de esos artículos… ¡Hágala pasar, por lo que más quiera!
Comisario Jefe ¿Y su investigación?
Loco Puede esperar. Aún n ha entendido que estamos en el mismo barco, y a esa gente conviene tenerla a favor, no en contra. Hágame caso.
Comisario Jefe De acuerdo. (Al comisario) Que suba.
Comisario (Al teléfono) Acompáñala a mi despacho… (Cuelga).
Comisario Jefe ¿Y usted qué hace, nos deja?
Loco De ninguna manera, yo jamás abandono a los amigos, y menos en los momentos peligrosos.
Ambos ¿Se queda?
Comisario Jefe ¿Y con que identidad? ¿Quiere qué ese buitre de periodista descubra quién es, y a que ha venido, para lego escribirlo a toda pagina en su periódico? Entonces reconozca que quiere hundirnos.
Loco Tranquilos, no quiero hundirles. El buitre jamás abra quién soy en realidad.
Comisario ¿Ah, no?
Loco No, cambiaré de personaje. Para mí es un juego de niños, se lo aseguro. “Psiquiatra de la sección criminal, director de la INTERPOL, dirigente de la policía científica”, lo que prefieran… si el buitre los pone en apuros con alguna pregunta malintencionada, no tienen más que guiñarme el ojo, e intervendré. Lo importante es que no se comprometan.
Comisario Jefe Es usted muy generoso, señor juez… (Le estrecha las manos, emocionado).
Loco No vuelva a llamarme juez, por lo que más quiera. Desde este momento soy el capitán Armando Guerra, de la policía científica, ¿De acuerdo?
Comisario Pero es que el capitán Guerra existe realmente… está en Roma.
Loco Por eso. Si la periodista escribe algo que no nos guste, resultará fácil demostrar fácil que se ha inventado todo, llamando como testigo al autentico capitán Guerra desde Roma.
Comisario ¡Es usted un genio! ¿De veras se atreve a interpretar el papel cié capitán?
Loco Tranquilo, en la última guerra fui capellán del ejército.
Comisario Jefe Silencio, ya está aquí. (Entra la periodista) Pase, señorita.
Periodista Buenos días. ¿El Comisario Jefe por favor?
Comisario Jefe Soy yo, encantado, señorita. Nos conocíamos sólo por teléfono, por desgracia.
Periodista Mucho gusto. El agente de la puerta me ha puesto unas trabas…
Comisario Jefe Tiene razón. Le ruego me disculpe, la culpa es mía por no haber avisado de su visita. Le presento a mis colaboradores, el agente Pisani y el comisario que dirige esta sección.
Periodista Mucho gusto.
Comisario El gusto es mío, señorita. (Le estrecha la mano al estilo militar).
Periodista Caray, vaya apretón…
Comisario Disculpe…
Comisario Jefe (Indica al loco que está de espaldas, ocupado en algo)… y para terminar, el capitán… ¿Capitán?
Loco Voy. (Aparece con bigote postizo, parche negro en un ojo, y mano cubierta por un guante marrón. El Comisario Jefe, atónito, enmudece. El loco se presenta) Capitán Armando Guerra, de la policía científica. Disculpe la mano rígida… es de madera, un recuerdo de la campaña de Argelia, ex paracaidista de la legión extranjera… pero tome asiento, señorita.
Comisario Jefe ¿Le apetece comer algo?
Periodista No, gracias. Si no le importa, prefiero empezar cuanto antes. Lo siento, pero tengo un poco de prisa. Debo entregar el artículo esta tarde, para que entre esta noche.
Comisario Jefe Como guste. Empecemos pues, estamos preparados.
Periodista Tengo bastantes preguntas que hacerle. (Saca le bloc y lee) La primera es para usted, comisario, y perdone que sea un poco provocadora. Si no les importa, voy a grabar… a menos que tenga algo en contra… (Saca la grabadora del bolso).
Comisario Pues la verdad… es que…
Loco Faltaría más, adelante… (Al comisario) Primera regla; no contradecir.
Comisario Pero como se nos escape algo… si después queremos desmentir, ella tendrá pruebas…
Periodista Señores, ¿ocurre algo?
Loco (Rápido) No, todo lo contrario… El comisario la estaba poniendo por las nubes… dice que usted es una mujer valiente, demócrata convencida, amante de la verdad y de la justicia... ¡Cueste lo que cueste!
Periodista El comisario es muy amable.
Comisario Pues usted dirá.
Periodista ¿Por qué le llaman “el saltaventanas”?
Comisario ¿El saltaventanas? ¿A mí?
Periodista Sí, y también “el comisario olímpico”.
Comisario ¿Y quién me lo llama?
Periodista Aquí tengo fotocopia de la carta de un joven anarquista, escrita desde la cárcel, donde estaba recluido en los días en que murió nuestro anarquista. Habla usted, comisario, y de este despacho.
Comisario ¿Ah, sí? ¿Y que dice?
Periodista (Lee) “El comisario del cuarto piso me sentó a la fuerza en la ventana, con la pierna colgando hacia fuera, y me provocaba: “Tírate”, y me insultaba… “¿Por qué no te tiras? ¿Te falta valor, eh? ¡Acaba de una vez! ¿A qué esperas?” Os aseguro que tuvo que apretar los dientes para no ceder y dejarme caer…”
Loco Muy bueno, parece el guión de una película de Hitchcock
Periodista Por favor, capitán… le pregunto al jefe de este despacho, no a usted. ¿Qué me contesta? (Acerca el micro a la boca del comisario).
Loco (Al oído del comisario) ¡Calma e indiferencia!
Comisario No tengo nada que contestar. Más bien usted debe contestarme, con toda sinceridad: ¿Cree que también senté en la ventana al ferroviario?
Loco Calla, no caiga en la trampa. (Canturrea) Buitre malo vete ya, a mí deja en paz…
Periodista ¿Me equivoco, o usted capitán está obstaculizando?
Loco En absoluto, sólo comentaba… Si me permite, señorita Felleti, quisiera preguntarle si nos ha tomado por presentadores de detergentes, ya que se empeña en vernos obsesionados con hacerle la prueba de la ventana todo anarquista que se nos ponga a tiro.
Periodista Hay que reconocer que es usted muy hábil, capitán.
Comisario Gracias, de menudo apuro me ha sacado… (Le palmea en la espalda).
Loco Cuidado con los golpes, comisario… tengo un ojo de cristal. (Señala el parche).
Comisario ¿Un ojo de cristal?
Loco Y tenga también cuidado con la mano… es postiza.
Periodista Volviendo a la ventana, en el expediente de la orden de archivo del caso falta el informe pericial de la parábola de caída.
Comisario Jefe ¿Parábola de caída?
Periodista Sí, la parábola de caída del presunto suicida.
Comisario Jefe ¿Y eso para que sirve?
Periodista Para determinar si el anarquista estaba vivo en el momento del salto por la ventana. Es decir, si saltó dándose un mínimo impulso, o bien cayó inerte, como de hecho consta, resbalando por la pared… si se produjo fracturas o lesiones en los brazos o en las manos, como de hecho no consta… lo que significa que el presunto suicida no se protegió con las manos por delante en el momento de estrellarse en el suelo… un gesto normal e instintivo, por otro lado.
Comisario Sí, pero no olvide que hablamos de un suicida, alguien que se tira por que quiere morir.
Loco Ah, nada tiene que ver, en eso le doy la razón a la señorita. Como ve, soy objetivo. Se han hecho montones de experimentos al respecto: han cogido suicidas, los han tirado por la ventana, y han comprobado que todos, llegado el momento… ¡zas, las manos por delante!
Comisario Jefe Vaya una ayuda la suya… ¿está loco?
Loco Sí. ¿Quién se lo ha dicho?
Periodista Pero el detalle más desconcertante, que agradecería me explicaran, es la ausencia, en esa orden de archivo, de la cinta donde se grabó la hora exacta en que llamaron la ambulancia… llamada que se hizo desde la centralita de la comisaría, y que, según ha declaro el camillero, se produjo a las doce menos dos minutos. Sin embargo, los periodistas que acudieron al patio declararon que el salto ocurrió a las doce y tres minutos… En pocas palabras, llamaron a la ambulancia cinco minutos antes de que el anarquista volara por la ventana. ¿Alguien entre ustedes puede explicarme esta curiosa anticipación?
Loco Bueno, a veces llamamos ambulancias así, por si acaso… porque nunca se sabe, y ya ve, a veces acertamos.
Comisario (Le da un manotazo en la espalda) ¡Bravo!
Loco Ojo con el ojo, que se me va a salir…
Comisario Jefe Además, no comprendo de qué quiere acusarnos. ¿Ser previsores es un delito? Total, por tres minutos de nada… ¡además, para la policía adelantarse es fundamental!
Comisario Estoy seguro de que la culpa la tienen los relojes. Los periodistas los llevarían adelantados… quiero decir, adelantados…
Comisario Jefe A lo mejor se retrasaba el reloj de la centralita telefónica que grabó nuestra llamada…
Agente Claro, seguro que fue eso…
Periodista ¡Qué extraña hecatombe de relojes!
Loco ¿Por qué extraña? Ni que estuviéramos en Suiza… aquí cada uno pone su reloj como le parece… uno prefiere llevarlo adelantado, otro atrasado… este es un país de artista, de individualistas rebeldes a la rutina…
Comisario ¡Bravo, formidable! (Otro manotazo; se oye una canica rebotando en le suelo)
Loco ¿Ha visto? ¿Qué le había dicho? ¡Me ha sacado el ojo de cristal!
Comisario (Se lanza a buscarlo, a cuatro patas) Perdone, ahora mismo se lo encontramos…
Loco Menos mal que el parche lo ha retenido, que si no… a saber dónde iba a parar… Disculpe, señorita, ¿de que estábamos hablando?
Periodista De que este es un país de artistas rebeldes a la rutina, y tiene razón: los más rebeldes son los jueces, que archivan, que omiten recoger los testimonios directos, las cintas con la hora grabada, las pruebas parciales de la caída, que no se pregunta porqué se llamo a la ambulancia con antelación… ¡minucias! Incluyendo los hematomas en el cuello del Fallecido, cuyas causas no han sido aclaradas.
Comisario Jefe Cuidado, señorita. Le aconsejo que no hable por hablar, es peligroso.
Periodista ¿Es una amenaza?
Loco No, señor Comisario Jefe, no creo que la señorita hable por hablar. Creo que se refiere a una versión de los hechos que he oído contar de más de una ocasión, y que curiosamente a salido de esta casa.
Comisario Jefe ¿Y en qué consiste?
Loco Se rumorea que durante el último interrogatorio al anarquista, uno de los presentes, minutos antes de la media noche, perdió la paciencia y le asestó un fuerte manotazo en el cuello… tranquilo, comisario… y lo dejó casi paralizado. Además jadeaba, no podía respirar… entonces llamaron la ambulancia, y en un intento de reanimarlo, abrieron la ventana y lo llevaron allí, asomándolo un poco para que el aire fresco de la noche lo espabilara… Se lo comente que lo sujetaban entre dos, y, como suele pasar en estos casos, el tino se fiaba del otro… lo sujeto yo, lo sujetas tú… ¡y patapúm, se les cayó! (El comisario avanza, furioso, pisa la canica y se cae).
Periodista Exacto, precisamente así.
Comisario Jefe Pero, ¿se ha vuelto loco?
Loco Sí, dieciséis veces, Comisario Jefe.
Comisario ¡Caray! ¿Que he pisado?
Loco Mi ojo de cristal. ¡Mire como me lo ha dejado! Agente, ¿le importa traerme un vaso de agua para que lo lave? (El agente sale).
Periodista Reconocerán que esta versión aclararía muchos misterios: el por qué de la llamada anticipada a la ambulancia, el porque de la caída a peso muerto… e incluso el porqué del extraño término que el fiscal empleó en sus conclusiones.
Loco ¿Qué termino? Procure ser más clara, que ya tengo jaqueca.
Periodista El fiscal declaró por escrito que la muerte del anarquista debe considerarse como “muerte accidental”. Y hay una gran diferencia entre ambos términos. Por otro lado, el drama, tal y como lo ha expuesto el capitán, podría difundirse precisamente como un accidente. (Mientras, ha llegado el agente con el vaso de agua: se lo ofrece al loco que, atento a la periodista, sin darse cuenta se traga la canica como si fuese una aspirina).
Loco ¡Cielos, mi ojo! Me lo he tragado… bueno, a ver si se me pasa la jaqueca…
Comisario Jefe (Le dice al oído) ¿A qué juega ahora?
Comisario ¿No cree que le ha dado demasiada cuerda al buitre? Ahora está segura de habernos pillado.
Loco Déjenme a mí, por favor. (A la periodista) Señorita, voy a demostrarle que esa última versión es inverosímil.
Periodista Sí, tan verosímil como lo fue para el juez que archivó el caso la declaración de los jubilados.
Loco ¿Qué es esa historia de los jubilados inverosímiles?
Periodista Me extraña que no lo sepa. En su orden de archivo, el juez declaró inverosímil los testimonios de los tres jubilados citados por el anarquista, que declararon que pasaron la trágica tarde de las bombas jugando con él a las cartas en una taberna del barrio.
Loco ¿Testimonios inverosímiles? ¿Y por que?
Periodista Porque, según el juez, “se trata de anciano de salud precaria y además inválido”.
Loco ¿Y lo escribió en la orden?
Periodista Sí.
Loco Bueno, no le culpo. ¿Cómo se puede pedir, siendo objetivo, que un jubilado, anciano inválido, de guerra o por accidente de trabajo, ex obrero, posea las mínimas condiciones psicofísicas que se exigen para la delicada responsabilidad de testificar?
Periodista ¿Por qué no? Explíquese.
Loco ¿En que mundo vive? En lugar de ir de enviada especial a Argelia o a Ruanda, ¿por qué no se da una vuelta por los barrios de nuestras ciudades? ¿Tiene idea de lo que es un obrero? Cuando se jubilan, los han exprimido como limones, son auténticas larvas, sin reflejos… ¡una lastima!
Periodista Creo que exagera.
Loco Ah, sí… pues desee una vuelta por las tabernas de los jubilados juegan al mus y se enterará. Se insultan, se reprochan que no recuerdan las cartas, se enfadan… ¡casi se pegan!
Periodista Cómo se pasa… pero aunque así fuera, ¿tienen ellos la culpa de estar hechos una pena?
Loco Por su puesto que no, la culpa es de la sociedad. Pero no estamos aquí para procesar a la patronal y al capitalismo, sino para discutir la fiabilidad de los testigos. Si alguien esta hecho un desastre por que lo han explotado, o por que ha sufrido un accidente laboral, a nosotros, que somos gente de orden y de justicia, no nos incumbe.
Comisario Jefe ¡Bravo, capitán!
Loco ¿No tienes medios para comprarte vitaminas, proteínas, azúcares, grasas y calcio para la memoria…? Pues peor para ti, yo como juez te digo que lo lamento mucho, pero está fuera de juego, eres un ciudadano de segunda.
Periodista Ya sabía yo que acabaría saliendo el clasismo, y el rollo de los privilegios de clase…
Loco ¿Y quién defiende lo contrario? Lo admito, en nuestra sociedad se divide en clases, incluso en lo tocante a testigos: los hay de primera, segunda y tercera categoría. No tiene que ver con la edad… puedes ser mas viejo que Matusalén, y estar completamente gaga, pero si vienes de la sauna caliente y fría, masaje, rayos UVA, camisa de seda, Mercedes con chofer… a ver que juez no te considera fiable. Incluso te besa la mano “¡súper fiable extra!” Por ejemplo, en el famoso proceso por la ruptura del embalse del Vaionl, los ingenieros acusados – los pocos que se dejaron pillar, por que los demás se esfumaron… a saber quién les pondría de aviso…- esos cinco o seis, que para embolsarse unos cuantos millones, ahogaron a unas dos mil personas en una sola noche, esos, aún siendo más viejos que nuestros jubilados, no fueron considerados poco de fiar, si no todo lo contrario, ¡máxima fiabilibidad! Porque, vamos, ¿para qué estudia uno una carrera? ¿Para qué se hace accionista mayoritario, para que le traten igual que a un jubilado muerto de hambre? Dicen que antes de su declaración, a esos accionistas no se les exigió que pronunciaran la fórmula clásica de “juro decir la verdad, toda la verdad” Parece ser que el secretario dijo: “Tomen asiento, señor ingeniero jefe, director de las construcciones hidráulicas X, y usted también, señor ingeniero y asesor ministerial, ambos accionistas con capital de 160 millones, siéntense, les escuchamos y les creemos” Después, con gran solemnidad, los jueces se pusieron en pie, y todos a coro, la mano en la Biblia, declamaron: “Juramos que dirán la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¡Lo juramos!” (El loco sale de detrás del escritorio, y vemos que tiene una pata de palo, estilo pirata. Todos le miran, atónitos. Se abre la puerta y asoma el comisario Bertozzo, con un ojo vendado).
Berozzo Disculpen, ¿les interrumpo?
Comisario Jefe Pase, Berozzo, siéntese.
Bertozzo Sólo venía a entregar esto (Muestra una caja de metal).
Comisario Jefe ¿Qué es?
Bertozzo El facsímil de la bomba que estallo en el banco.
Periodista ¡Dios mío!
Bertozzo No se preocupe, señorita, está desactivada.
Comisario Jefe Déjela ahí, y estreche la mano de su compañero. Usted, comisario… acérquese, y hagan las paces.
Bertozzo Pero qué paces jefe… si por lo menos supiera porqué se puso así conmigo… mire mi ojo… (El Comisario Jefe le da un codazo).
Comisario ¿No lo sabes, eh? ¿Y la pedorreta, qué?
Bertozzo ¿La pedorreta?
Comisario Jefe Bueno, basta, que no están solos.
Loco Eso.
Bertozzo Pro jefe, es que me gustaría saber que mosca le ha picado… entró, y sin decir ni hola, ¡zaca!
Loco Tiene razón, podía haberle dicho “hola”.
Bertozzo Es que… perdone, pero su cara me suena.
Loco Será por que los dos llevamos el ojo tapado. (Todos ríen)
Bertozzo No, que no es broma…
Loco Permítame: Capitán Armando Guerra, de la científica.
Bertozzo ¿Guerra imposible? No, imposible, conozco al capitán Guerra.
Comisario Jefe (Le da una patada) No, no le conoce.
Bertozzo ¿Qué no lo conozco? ¿Está de broma?
Comisario No, no le conoces. (Patada).
Bertozzo No empieces…
Comisario Jefe Déjelo ya… (Patada).
Bertozzo Pero si fuimos compañeros de curso… (Patada del loco).
Loco ¡Le están diciendo que lo deje! (Le da un capón).
Bertozzo ¡Eh, oiga!
Loco (Indica al comisario) Ha sido él. (El Comisario Jefe lo arrastra hasta la periodista).
Comisario Jefe Comisario, le presento a la señorita… luego hablamos…. La señorita Feletti, periodista, ¿Comprende? (Codazo).
Bertozzo Mucho gusto, comisario Bertozzo… No, no lo comprendo. (Patada del Comisario Jefe, patada del loco que le está cogiendo gusto y le da otra al Comisario Jefe; al mismo tiempo da un manotazo en el cuello a Bertozzo y al Comisario Jefe).
Bertozzo (Creyendo que ha sido el comisario) ¿Se da cuenta, jefe, que siempre empieza él? (El loco remata la faena con un azote a la periodista, mientras señala al Comisario Jefe).
Periodista Pero oiga, ¿Le parecen modelos?
Comisario Jefe (Creyendo que se refiere a la discusión) Tiene razón, no sé cómo explicármelo… Bertozzo, déjelo ya y escúcheme. La señorita está aquí para una entrevista muy importante, ¿comprende? (Patada, y le guiña un ojo).
Bertozzo Comprendo.
Comisario Jefe Bien, señorita, si quiere preguntarle algo… el comisario es un experto en balística y explosivos.
Periodista Pues sí. Quíteme de curiosidad. Antes dijo que en esa caja hay un facsímil de la bomba del banco.
Bertozzo Bueno, un facsímil aproximado, ya que se perdieron las piezas originales, ya me comprende.
Periodista Pero quedo una bomba, que no llegó a explotar.
Bertozzo Sí, la del banco comercial.
Periodista ¿Puede explicarme por qué, en lugar de desactivarla y entregarla a la policía científica, según el reglamento, para que la examinara a fondo, los que la encontraron corrieron a enterrarla y la hicieron estallar?
Bertozzo ¿Por qué e lo pregunta?
Periodista Lo sabe mejor que yo, comisario. De eso modo, además de la bomba, destruyeron también la firma de los asesinos.
Loco Cierto. En efecto, se dice: “Dime cómo fabricas una bomba y te diré quién eres”.
Bertozzo (Sacude la cabeza) ¡No, eso no es guerra! (El loco coge la caja).
Comisario Jefe ¡Claro que no es! ¿Se quiere callar?
Bertozzo Ya decía yo… ¿y quien es? (Otra patada).
Loco Si el comisario Bertozzo me permite, en mi calidad de dirigente de la científica…
Bertozzo ¿A quién quiere liar? ¿Qué hace? Deje esa caja por favor… ¡es peligroso!
Loco (Le da una patada) Soy de la científica. Apártese.
Comisario Jefe ¿De veras entiende? (El lodo le mira, despectivo).
Loco Verá, señorita, estas bombas son muy complejas. Observe la cantidad de cables, dos detonadores, el temporizador… palancas y palanquitas… es tan compleja, decía, que se puede ocultar en ella un doble mecanismo de explosión retardada sin que nadie pueda detectarlo a menos que la desmonte pieza por pieza, lo que llevaría un día entero, y mientras tanto, ¡BUMMM!
Comisario Jefe (A Bertzzo) Parece un experto, ¿verdad?
Bertozzo (Testarudo) Sí, pero no es Guerra
Loco Por eso han preferido borrar la firma de los asesinos, como usted decía, y explosionar la bomba, antes que correr el riesgo de que estallara entre la gente, provocando una matanza peor que la primera.
Periodista Sí, esta vez me ha convencido.
Loco Hasta me he convencido ha mí mismo.
Comisario Yo también me he convencido… bravo, qué buena idea. (Le estrecha la mano con fuerza; la mano de madera se le queda entre los dedos)
Loco Vaya, me la ha sacado. Ya le dije que era de madera.
Comisario Perdone.
Loco Ahora sólo queda arrancarme la pierna. (Se atornilla la mano).
Comisario Jefe Usted también diga lago, Bertozzo, demuestre que aquí no nos dormimos. (Golpe en la espalda para animarle).
Bertozzo Claro. La bomba auténtica era muy compleja, yo la vi. Mucho más que está, sin duda obra de técnicos de alto nivel, de profesionales, como se suele decir.
Comisario Jefe Cuidado.
Periodista ¿Profesionales? ¿Militares, tal vez?
Bertozzo Es lo más probable. (Patadas de los otros tres).
Comisario Jefe Insensato…
Bertozzo ¡Ayyy! ¿Pero que he dicho?
Periodista (Acabando de tomar nota) Bien, bien, así que ustedes, sabiendo que para fabricar, además de para manejar bombas semejantes, se precisa la experiencia y habilidad de profesionales, preferiblemente militares… a pesar de ello se lanzaron a tumba abierta contra un grupúsculo de anarquistas, despreciando todas las otras pistas… y no necesito precisar de qué color y tendencia.
Loco Cierto, si se remite a la versión de Bertozzo, que no es infalible, al no ser un verdadero técnico en explosivos… sólo le interesa como hobby.
Bertozzo ¿Cómo hobby? ¿Qué no entiendo? ¿Y usted que sabe? Usted quien es para… (A los dos policías) ¿Quién es… me lo queréis decir? (Nuevas patadas e obligan a sentarse).
Comisario Jefe Tranquilo…
Comisario Cálmate…
Periodista Cálmense, comisario. Estoy segura que todo lo que ha dicho es cierto, tan cierto como que la policía y la magistratura se han lanzado a acusar… y perdonen la expresión, a la más disparatada y patética panda de estrafalarios que imaginarse pueda: el grupo de anarquista, encabezado por el bailarín.
Comisario Jefe Tiene razón, eran estrafalarios, pero esa era la fachada que se habían montado para no llamar la atención.
Periodista Y en efecto, ¿qué se descubre tras la fachada? Que de diez de la banda, dos eran infiltrados suyos, dos confidentes, o mejor, espías y provocadores. Uno es un fascista romano, conocido por todos menos por ese grupo de incautos, y el otro un policía, disfrazado también de anarquista.
Loco Respecto al agente disfrazado, no me explico cómo pudo colocar. Lo conozco, es un lince, quien si le preguntas quien era Bakunin, te contesta que un queso suizo sin agujeros.
Bertozzo Me da tanta rabia, lo sabe todo, conoce a todos… ¡pues yo lo conozco!
Comisario Jefe No estoy de acuerdo, capitán. Ese agente espía es un excelente elemento, muy preparado.
Periodista ¿Y tiene muchos agentes espías tan preparados infiltrados en los grupúsculos extra-parlamentarios?
Loco (Canta) Buitre malo vete ya…
Comisario Jefe No tengo inconveniente en revelarte que en efecto, tenemos muchos, por todas partes.
Periodista Menos lobos, Comisario Jefe…
Comisario Jefe ¿No me cree? Incluso esta noche, entre el público, tenemos unos cuantos, como siempre… ¿quiere verlo? (Da una palmada: del patio de butacas salen voces, de sitios diferentes).
Voces: ¡Mande, jefe! ¡A sus órdenes! (El loco riendo se dirige al público).
Loco No se preocupen, son actores. Los verdaderos están sentaditos y mudos.
Comisario Jefe ¿Ha visto? Los confidentes y los espías son nuestras fuerzas.
Comisario Nos sirven para prevenir, controlar…
Loco … provocar atentados que ofrezcan el pretexto para reprimir… (Los policías se vuelven sobresaltados) Sólo quería adelantarme a la replica segura de la señorita
Periodista ¡Y tan segura! De todos modos, ¿cómo es posible que aún teniendo completamente bajo control a cada miembro de ese grupito de estrafalarios, estos logran organizar un golpe tan complejo, sin que ustedes hicieran nada para evitarlo?
Loco ¡Cuidado, el buitre se lanza en picado!
Comisario Jefe El caso es que esos días nuestro agente espía estaba ausente…
Loco Claro, traería una justificación de su papá…
Comisario Jefe Por favor… (Bajando la voz)… señor juez…
Periodista ¿Y el otro confidente, el fascista? El sí estaba, ¿verdad?, puesto que el juez de Roma lo consideraba el principal responsable, organizador y mandante, que utilizó, sigue hablando el juez, la credulidad de los anarquistas para inducirlos a perpetuar el atentado cuyo alcance criminal ni sospechaban siquiera… siguen siendo palabras y opiniones del juez, claro.
Loco Cuidado, cuidado… ¡El buitre ha aterrizado!
Comisario Jefe Para empezar, le diré que el fascista del que nos habla no es confidente nuestro.
Periodista ¿Entonces cómo era tan asiduo de las comisarías, sobre todo de la sección política de Roma?
Comisario Jefe Si usted lo dice… a mí no me consta.
Loco (Le tiende la mano) ¡Bravo, una buena parada! (Al Comisario Jefe se le queda la mano de madera entre los dedos).
Comisario Jefe ¡Gracias! Oh, su mano… lo siento.
Loco (Con indiferencia) Quédesela, tengo otra. (Saca una mano de mujer).
Comisario ¡Pero si es de mujer!
Loco No, es mi unisex. (Se la atornilla).
Periodista (Sacando unos papeles de una carpeta) Así que no le consta… ¿y tampoco le consta que, de 173 atentados con dinamita hasta el día de hoy, doce al mes, uno cada tres días, de 17.3 atentados (Leyendo) se ha descubierto que la friolera de 102 han sido con toda seguridad organizado por fascistas, y en más de la mitad
de los 71 restantes, hay serios indicios que son también obra de fascistas, o por lo menos de organizaciones paralelas?
Loco (Agita la mano en abanico bajo la barbilla) ¡Cómo es!
Comisario Jefe Sí, más o menos esas serán las cifras… qué opina, comisario…
Comisario Tendría que comprobarlas, pero así por encima parece que coinciden con las nuestras.
Periodista Pues si tiene ocasión, compruebe también cuantos de esos atentados fueron organizados con el propósito de que las sospechas y la responsabilidad recayeran sobre grupos de extrema izquierda.
Comisario Pues… casi todos, es obvio.
Periodista Claro, es obvio. ¿Y cuántas veces se lo tragaron ustedes, más o menos ingenuamente?
Loco (Sigue agitando la mano) ¡Qué mala!
Comisario Jefe Si es por eso, también se tragaron varios sindicalistas y algunos dirigentes del PCI, más o menos ingenuamente… Mire, casualmente tengo aquí un artículo de “L`Unita”, que les a acusa de “izquierdismo inconsecuente y peligrosos”, a raíz de un acto vandálico con el que los subversivos acusados no tenían nada que ver, según se supo después.
Periodista Ya lo conozco. Ha sido periódico de derecha el que difundido esas noticias, con el acostumbrado titular: “Enfrentamiento de extremistas de signo opuesto”, que siempre funciona, incluso para ustedes.
Loco ¡Víbora!
Bertozzo Pues yo le conozco… ¡a que le arranco el parche!
Loco (Interviene irónico) ¿Pero qué busca, señorita, con sus evidentes provocaciones? ¿Qué reconozcamos que si la policía, en lugar de perder al tiempo con cuatro anarquistas de medio pelo, se hubiese preocupado de seguir seriamente otras pistas más verosímiles, como organizaciones paramilitares y fascistas, financiadas por industriales, dirigidas y auspiciadas por militares griegos y vecinos, tal vez habría sacado algo en limpio?
Comisario Jefe (A Bertozzo, que está frenético) Tranquilo. Ahora le ciará la vuelta a la tortilla de un solo golpe… es su técnica, ya le conozco. ¡Dialéctica jesuítica!
Bertozzo ¡Caray con la dialéctica jesuítica!
Comisario Jefe ¿Se ha vuelto loco?
Bertozzo ¿Loco? (Se le ilumina la cara) El loco… ¡claro! ¡Es él, es él!
Periodista La verdad es que esas afirmaciones, en boca de un policía… me desconcierta.
Bertozzo (Tira de la amarga al Comisario Jefe) Ya sé quién es. Lo conozco.
Comisario Jefe Pues cállese, y no se lo diga a nadie. (Lo deja plantado y se acerca el loco y la periodista).
Bertozzo (Aparte, al otro comisario) Te juro que lo conozco. No es de la policía, se ha disfrazado.
Comisario A buenas horas… ya lo sé. Que no te oiga la periodista.
Bertozzo Pero si es un maníaco… ¿no me comprendes?
Comisario Tú si que eres un maníaco, que no me dejas oír lo que dicen. ¡A ver si te callas!
Loco (Que ha seguido hablando animado con los otros dos) Claro, usted es periodista, y en un escándalo de ese calibre estaría tan a gusto…aunque le incomodaría descubrir que esa matanza inconsciente del banco sirvió tan sólo para debilitar las luchas de aquel otoño caliente, y provocar la tensión necesaria para que la opinión pública, asqueada, indignada ante la criminalidad subversiva, exigiese la creación de un Estado fuerte.
Bertozzo (Se le acerca por la espalda y le arranca el parche) ¡Ya está! ¿Lo ven? ¡Tiene ojo, lo tiene!
Comisario Jefe ¿Está loco? ¡Pues claro que lo tiene! ¿Por qué no iba ha tener?
Bertozzo Entonces, ¿Por qué lleva un parche, si tiene ojo?
Comisario Tú también tienes ojo bajo la venda, y nadie te la arranca. (Lo lleva a parte). Tranquilo, luego te explico.
Periodista Uy, qué gracia… ¿lleva el parche por coquetería?
Loco No, sólo para llamar la atención. (Ríe)
Periodista Ja Ja, qué bromista… pero siga, hábleme del escándalo que se habría montado.
Loco Ah, sí, un gran escándalo… muchas detenciones entre la derecha, unos cuantos procesos… peces gordos involucrados… senadores, diputados, militares… Los socialdemócratas lloran, algún diario importante cambia de director, la izquierda exige la ilegalización de los fascistas… elogian al director de la policía por la valiente operación… y lo jubilan.
Comisario Jefe No, capitán, sus deducciones, si me permite, no tiene fundamento.
Periodista Estoy de acuerdo con usted, Comisario Jefe. Creo que un escándalo de ese calibre daría prestigio a la policía. Los ciudadanos tendrían la sensación de vivir en un estado mejo, con una justicia menos injusta…
Loco Claro, ¡y sería más que suficiente! ¿El pueblo pide una verdadera justicia? Pero hacemos que se conforme con una un poco menos injusta. ¿Los trabajadores gritan basta ya de explotación? Pues procuremos que sean un pocos menos explotados, pero sobre todo, que no se avergüencen de serlo… ¿Quieren que desaparezcan las clases? Pues haremos que no haya tanta diferencia, o mejor,
que no se note tanto. ¿Quieren a revolución? Pues les daremos reformas, los ahogaremos en reformas… mejor aún, en promesas de reformas que jamás les daremos.
Comisario Jefe ¡Pero bueno… está completamente loco!
Bertozzo Pues claro, jefe, llevo una hora diciéndoselo.
Loco Mire, al ciudadano de a pie no le interesa que la mierda desaparezca, le basta con que se denuncie, estalle el escándalo y se pueda comentar. Para él, esa es la verdadera libertad y el mejor de loso mundos, ¡aleluya!
Bertozzo (Le agarra la pierna y se la sacude) Fíjese en la pierna… ¿no ven que es postiza?
Loco Claro que lo es. De nogal, para ser exactos.
Comisario Jefe Ya nos habíamos dado cuanta.
Bertozzo Pero es un truco, la lleva atada a la rodilla (Va a desatársela).
Comisario ¡Suéltale insensato! ¿Es que quieres demostrarlo?
Loco No, déjele, desate lo que quiera, se lo agradezco… se me estaba durmiendo la pierna.
Periodista Oigan, ¿Por qué interrumpen siempre? ¿Qué creen que van a conseguir, que me parezca un indeseable, sólo porque no tiene la pierna de madera?
Bertozzo No, es para demostrarle que es un farsante un “hipocritomaníaco”, que jamás ha sido ni mutilado, ni capitán.
Periodista ¿Entonces quién es?
Bertozzo Simplemente… (Los otros policías acuden corriendo a taparle la boca y se lo llevan).
Comisario Jefe Perdone, señorita, es que le llaman por teléfono. (Le sientan en el escritorio y le plantan el auricular en la boca).
Comisario (Hablándole al oído) ¿Nos quieres hundir insensato? (A la derecha, el loco y la periodista siguen siendo hablando sin hacer caso).
Comisario Jefe ¿No comprendes que debe quedar en secreto? Sí ella descubre lo de la contra investigación, estamos perdidos.
Bertozzo ¿Qué contra investigación? (Vuelve a taparle la boca con la auricular).
Comisario ¿Y lo preguntas? ¿Entonces qué presumías de saberlo todo, si no tienes ni idea? Hablas, hablas y enredas…
Bertozzo No enredo, sólo quiero saber…
Comisario Jefe Silencio. (Le golpea la mano con el auricular) Limítese a hablar por teléfono.
Bertozzo ¡Ayyyy!... ¿Diga, quién es?
Periodista (Que sigue hablando con el loco) ¡Oh, qué gracia! Comisario Jefe, no debe preocuparse el capitán… quiero decir, el ex - capitán me lo ah contado todo.
Comisario Jefe y Comisario ¿Qué le ha dicho?
Periodista Quién es realmente.
Comisario Jefe y Comisario ¿Se lo ha dicho?
Loco Sí, ya no podía seguir mintiendo… ella se lo figuraba.
Comisario Jefe ¿Pero le habrá prometido que no lo publicara?
Periodista Por supuesto que lo publicaré. (Lee sus apuntes) aquí esta: “En las dependencias policiales he conocido a un obispo de paisano”.
Comisario Jefe y Comisario ¿Un obispo?
Loco Disculpen que se lo haya ocultado. (Con toda claridad da la vuelta al cuello, que parece redondo, el típico de cura, con mía pechera negra).
Bertozzo (Se da un golpe en la frente) ¡Lo que faltaba, ahora de obispo! ¿No le irán a creer? (El comisario coge un sello de gran tamaño y se lo mete en la boca).
Comisario ¡Nos tienes artos! (El loco saca un solideo rojo y se lo coloca con gestos austeros y estudiados: se desabrocha la chaqueta, mostrando una cruz barroca de oro y plata, y se pone un anillo con un gran pedrusco morado)
Loco Permítanme que me presente: Padre Augusto Iglesias, enviado por la Santa Sede como observador de enlace con la policía italiana. (Ofrece el anillo al agente, que se apresura a besarlo).
Bertozzo (Avanza, quitándose el “chupete”) ¿Enlace con la policía?
Loco Tras los ataques de los que ha sido victima el Santo Padre en los últimos tiempos, comprenderá que, como representante de la iglesia, tenemos el deber de prevenir, establecer contactos…
Bertozzo ¿Ah, no, no? Esto es demasiado, ahora ya de obispo policía… (El comisario vuelve a ponerle el “chupete” y se lo lleva a aun lado).
Comisario Ya sabemos que es mentira, pero se finge obispo para salvarnos, ¿Comprendes?
Bertozzo ¿Para salvarnos? ¿Tienes una crisis mística? ¿Para salvarnos el alma?
Comisario Tú calla, y bésale el anillo. (Le obliga a acercar la boca a la mano del loco, quien, como el que no quiere la cosa, ha logrado que todos cumplan el acto de sumisión).
Bertozzo ¡Que hostias, el anillo no, me mego! ¡Estáis todos locos! ¡Os ha contagiado! (Rápidamente el comisario y el agente cortan tiras de esparadrapo con las que tapan media cara, de la nariz a la barbilla).
Periodista ¿Qué le pasa, pobrecillo?
Loco Parece una crisis. (Saca una jeringa del breviario y se dispone a inyectarle) Sujétale. Esto le vendrá bien… es calmante benedictino.
Comisario Jefe ¿Benedictino?
Loco ¡Sí, licor inyectable! (Le pone la inyección: tras extraer la jeringa, la observa) Queda poco, ¿Le apetece? (Sin esperar respuesta pincha al Comisario Jefe, que lanza un gemido ahogado).
Periodista No va a creerme, eminencia, pero antes, cuando dijo a propósito de los escándalos: “El mejor de los mundos, ¡Aleluya!”, en seguida pensé… perdone la falta de respeto…
Loco Continúe, hija…
Periodista Pensé: “¡Habla como un cura!”… ¿No se ofende, verdad?
Loco ¿Por qué iba a molestarme, si es verdad? (Mientras tanto, Bertozzo ha escrito con rotulador: “Es un loco, un maníaco” en el reverso del retrato del presidente, y lo enseña a espaldas del loco) Además, san Gregorio Magno, cuando, recién nombrado papa, descubrió que algunos trataban, con sucios manejos y artimañas, de tapar graves escándalos, gritó la famosa frase: “Nolimus aut velimus, ómnibus, justitiam et varitatem…”
Periodista Por favor, eminencia, nunca se me dio bien el latín…
Loco Sí en pocas palabras, dijo: “Guste o no guste, la justicia y verdad yo impongo, y haré lo imposible para que los escándalos estallen del modo más clamoroso; y no tomáis que en su podredumbre se hunda toda autoridad. Bien venido sea el escándalo, ya que en él se fundamentan el poder más duradero del Estado”.
Periodista ¡Es extraordinario! ¿Le importa escribirlo entero, aquí? (El loco dispone se a escribir la frase, obviamente adoptada, de san Gregorio en el bloc de la periodista. Mientras, el comisario arranca el retrato de manos de Bertozzo y lo rompe).
Comisario Jefe (Le agrede) ¿Pero qué hace? ¿Ha roto el retrato del presidente? ¿No sabe que es un delito? ¿Qué mosca le ha picado?
Comisario Jefe, es que escribe cada cosa… (Indicando a Bertozzo).
Comisario Jefe Puedo estar de acuerdo con usted sobre su manía de pronunciar de discursos melodramáticos, pero de ahí a romper su retrato… ¿no le da vergüenza? (A espaldas del loco la periodista lee atentamente la frase de san Gregorio).
Periodista En pocas palabras, viene a decir que el escándalo, cuando no lo hay, conviene inventarlo, ya que es un medio extraordinario para mantener el poder, aliviando la conciencia tic de los oprimidos.
Loco Claro, la catarsis liberadora de tensiones, y ustedes los periodistas independientes con sus máximos sacerdotes.
Periodista ¿Ah, sí? Pues no será para el gobierno, que se agita y corre como un loco a tapar cada escándalo que destapamos.
Loco Se agita el gobierno, que sigue siendo decimonónico, precapitalista… pero fíjese en gobiernos mas evolucionados, como los de Europa del norte. ¿Se acuerda del escándalo Profumo, en Inglaterra? Ese ministro de defensa implicado en un red de prostitución, droga, espionaje… ¿acaso se hundió el Estado, o la bolsa? Al contrario, bolsa y estado jamás fueron tan fuertes como después de ese escándalo. La gente pensaba: “Sí, hay mucha mierda, pero sale a flote… Nadamos en ella y hasta nos la comemos, pero nadie viene a contarnos que es té con limón, ¡y eso es lo que importa!” (Encantados con la idea del cartel de Bertozzo, los otros tres policías inician u rápido dialogo con carteles, comentando el discurso del loco).
Cartel Comisario “¿No os parece un discurso un poco marxista?”
Cartel Comisario Jefe “No, es la típica dialéctica jesuítica: primero te da la razón, y después te destroza”.
Cartel Bertozzo “No, este primero nos destroza y después nos da la razón”.
Loco Lo importante es convencer a la gente de que todo marcha sobre ruedas… Los Estado Unidos, un país realmente evolucionado, nadan en escándalos, engordan con ellos… matan a un presidente para hacer un poco conservador… en el asesinato están implicados nada menos que la CÍA y el FBI… matan a unos veinte testigos, la opinión pública está desolada, escandalizada… se investiga. La prensa y la televisión gritan, acusan, denuncian… y el resultado directos que resultan elogiadlos primero Jonson y después, nada menos que Nixon.
Periodista ¿Es como decir que el escándalo es el abono de la reacción?
Loco No, el escándalo es un antídoto contra el pero de los venenos, la concienciación de la gente. Y de hecho, ¿acaso el gobierno americano impuso alguna censura para que la gente no se enterase del asesinato de los lideres del movimiento negro o de la masacre de miles de civiles indefensos en Vietnam? En absoluto. Por el contrario, la televisión y la prensa clamaron semanas enteras contra la indigna matanza, el horror, la vileza… un diario de New York salió con este titular: “Somos los asesinos del mundo”.
Periodista Ya me acuerdo. Debajo había una foto a cinco columnas de niños masacrados, que compraron en exclusiva por una montaña de dólares.
Cartel Comisario “¡Claro!” ¡Dice que, a más mierda, más contentos están!
Cartel Comisario Jefe “¡Seguro, porque es su mierda, y la de Lino no tía saco!”
Cartel Agente “¡A nosotros no nos da asco ni la suya, porque, al fin y al cabo, es americana!”
Cartel Bertozzo “¡Y si es en lata, mejor!” (También el loco, que sigue hablando, impertérrito, levanta con indiferencia un cartel que saca de detrás de un mueble).
Cartel Loco “¡Basta, que hay señoras!” ¿Nos les da vergüenza?
Cartel Bertozzo “Tiene razón, dejemos estos temas… tengo hambre”.
Loco Sin embargo, nunca como ahora el sistema americanota contado con el apoyo masivo, apasionado, no sólo de los industriales, si no de casi todos sus trabajadores, dispuestos a salir a la calle, llegado el caso, a dar una lección a esos sucios subversivos blancos y negros que atentan contra el estado de sus amos.
Cartel Bertozzo “Moraleja: el estado burgués se destruye, no se cambia”.
Cartel Comisario “Con que dialéctica jesuítica… ¿del evangelio según Lin Piao?”
Cartel Comisario Jefe “Me están entrando dudas… “
Periodista (Advierte los carteles y los señala divertida, sobre todo el primero) Perfecto. Realmente es la conclusión obvia de su discurso… eminencia. (Bertozzo entrega su cartel al agente: saca rápidamente una pistola, apunta a los otros policías, se arranca el esparadrapo y grita:)
Bertozzo ¡Arriba las manos! ¡Contra la pared, o disparo!
Comisario Bertozzo… ¿Te has vuelto loco?
Bertozzo ¡Redicho manos arriba! Usted también jefe. ¡Les advierto que no respondo!
Periodista ¡Dios mío!
Comisario Jefe ¡Bertozzo, cálmese!
Bertozzo Cálmese usted, jefe, y no se preocupe… (Saca del escritorio varias esposas, se las entrega al agente y le indica que espose a todos)m Vamos cuélgalos uno a uno en el perchero. (Al fondo hay un abarra horizontal, de la que van colgando todos, una esposa en la muñeca y la otra de la barra) Y no me miréis con esa cara. En seguida comprenderéis que no tenía otra solución para que me escucharais. (Al agente, que no sabe si esposar a la periodista) Sí, a ella también… y ahora tu. (Al loco) Tú en cambio me vas hacer el favor, transformista de los cojones, de confesar quién eres realmente… si no, como me tienes harto, te disparo a los dientes, ¿queda claro? (Los policías y la periodista hacen gestos de desaprobación ante su falta de respeto).
Loco Con mucho gusto, pero temo que, si se lo digo así, de viva voz, no me crean.
Bertozzo ¿Y qué quieres, cantárselo?
Loco No. Bastaría con señalarles los documentos… la cartilla psiquiátrica, etc.
Bertozzo Vale. ¿Dónde están?
Loco Ahí, en esa bolsa.
Bertozzo Ve a buscarlos. Sin bromas, ¡que te mato! (El loco saca media docena de carpetas y cartillas).
Loco Aquí están. (Se las entrega a Bertozzo).
Bertozzo (Las coge y reparte entre los esposados, que tienen la mano izquierda libre) Observen, señores… ¡ver para creer!
Comisario Jefe ¡Noo! ¿Ex-profesor de dibujo? ¿Ingresado? ¿Con delirio paranoico? ¡Pero si está loco!
Bertozzo (Suspira) Llevo una hora diciéndoselo.
Comisario (Lee en otra cartilla) Hospital psiquiátrico de Milán, Roma, Turín, Génova… ¡los ha recorrido todos!
Loco Claro, la vuelta a Italia de los locos
Periodista Quince días de aislamiento… veinte electroshock, tres crisis de vandalismo…
Agente (Lee) ¡Pirómano! ¡Díez incendios provocados!
Periodista ¿Me deja ver? ¡Incendiada la biblioteca de Alejandría de Egipto! ¡Siglo segundo antes de cristo!
Bertozzo Imposible. Déjeme ver. (Observa) Lo ha añadido él ha mano, ¿no ve? ¡De Egipto en adelante!
Comisario Jefe Así que falsario, además de mixtificador, simulador, transformista… (Al loco, que permanece sentado, ausente, con su cartera en las rodillas) Te voy a encerrar por abuso y apropiación indebida de cargos sacros y civiles.
Loco (Irónico) Chstt, chstt… (Niega con la cabeza).
Bertozzo No hay nada que hacer, está loco patentado… ¡ya me lo sé!
Periodista Lástima, me iba ha salir un artículo estupendo, y me lo ha fastidiado…
Comisario Yo si que lo voy a fastidiar a él. Bertozzo, haz el favor, suéltame.
Bertozzo Eso, para que termines de fastidiarte tú… Aquí los locos, y deberías saberlo, son como las vacas sagradas en la India… si los tocas, te linchan.
Comisario Jefe Menudo delincuente, loco y criminal… mira que hacerse pasar por juez… con que contra investigación… ¡y el susto que me ha hecho pasar!
Loco Ese susto no fue nada comparado con el que viene ahora. Observen. (Saca de la cartera la caja de Bertozzo había dejado en la mesa) Cuenten hasta diez, y saltaremos todos por los aires.
Bertozzo Pero qué haces… ¡no seas imbécil!
Loco Soy loco, no imbécil. Mide tus palabras Bertozzo, y tira al suelo la pistola o la hago estallar y terminamos antes.
Periodista ¡Dios mío! Por favor, señor loco…
Comisario Jefe No le crea, Bertozzo, la bomba está desactivada, ¿Cómo va a estallar?
Comisario ¡Eso, no te lo creas!
Loco Pues entonces, Bertozzo, tú que sabes de esto, aunque seas tan bruto, mira si está el detonador… míralo, ahí… ¿lo ves? Es un lungber acústico.
Bertozzo (Desalentado, deja caer la pistola y las llaves de las esposas) ¿Un longber acústico? ¿De dónde lo has sacado? (El loco recoge la pistola y las llaves)
Loco Me lo he traído. (Señala la cartera) Aquí llevo de todo. Hasta una grabadora, donde he grabado lo que habéis dicho desde que entré. (La saca para enseñarla) Aquí está.
Comisario Jefe ¿Y que piensas hacer?
Loco Sacar cien copias de la cinta, y enviárselas a partidos, periódicos, ministerios, etc. Ja ja , esta sí que es una bomba…
Comisario Jefe No, no puede hacerlo. Sabe perfectamente que nuestras declaraciones han sido manipuladas, tergiversadas por sus provocaciones de falso juez.
Loco ¡Que más da! Lo que importa es que importa es que el escándalo estalle. ¡”Nolimus aut velimus”! Y que el pueblo italiano, al igual que el americano o el inglés, se vuelva moderno y socialdemócrata, y exclame por fin: “Estamos de mierda hasta el cuello, es cierto, y precisamente por eso podemos ir con la cabeza bien alta. Quien es conciente de lo que ocurre bajo su barbilla gana en dignidad”. (Así diciendo, esposa a Bertozzo y lo cuelga)
Comisario Está bien, haga lo que quiera, pero, por favor, ¡desactive ahora mismo esa bomba!
Loco No, voy a dejarla aquí. Les mantendrá quietos hasta a salvo de sus garras. Antes de irme bajaré esta palanquita, y saldré de puntillas… mientras ustedes tendrán que retener la respiración, porque como alguien intente moverse para dar la alarma, explotará y de ustedes no quedara ni un botón. (Se apaga la luz).
Periodista ¿Qué ocurre? ¿Quién ha apagado la luz?
Loco ¿Quién ha sido? ¡Nada de bromas! ¡No… socorro! (Se oye un grito que continua fuera de escena, y también fuera, una explosión, que parece venir del patio).
Comisario Jefe Maldita sea, el loco ha debido tirar la bomba. ¿Encendéis, o qué?
Comisario Debe ser una avería. Bertozzo, tú estás cerca de la llave, mira a ver… (Vuelve la luz: Bertozzo tiene la mano en el interruptor).
Comisario Jefe ¡Por fin!
Bertozzo ¿Cómo habrá sido?
Periodista ¿Dónde está el loco?
Comisario Habrá salido…
Agente (Probando con el picaporte) La puerta está cerrada.
Comisario … ¡Por la ventana!
Periodista Fíjese… tengo la mano tan fina que se me ha salido la esposa.
Comisario Jefe Qué suerte… nosotros no podemos, por desgracia, y las llave las tiene le loco. Pero rápido, asómese a la ventana.
Periodista (Corre a asomarse) Haya un corro de gente que rodea a ese pobre hombre… es terrible, cómo ha podido ocurrir… (Al Comisario Jefe) ¿Tiene lago que decir? (Otra vez en su papel de periodista, le acerca un micrófono).
Comisario Jefe Bueno, verá… yo acababa de salir…
Periodista ¿Qué dice? ¿Cómo iba a salir si estaba aquí esposado?
Comisario Jefe Ah ya, tiene razón, es que estoy un poco alterado… me eh confundido con la otra vez…
Comisario De todos modos, señorita, usted es testigo de la caída de ese pobre hombre, y de que nosotros estamos libres de toda responsabilidad.
Periodista Claro, si estaban encadenados… Ahora no tendré más remedio que replantearme mi postura respecto a la otra caída.
Comisario y Comisario Jefe Por dios, ¡quién no se equivoca! Creo que en este caso el gesto insensato puede deberse a un “rapto por oscuridad”, quiero decir, que la repentina oscuridad ha asustado al loco, y al ser la ventana el único punto de luz, aunque débil, se ha lanzado como polilla asustada, cayendo al vacío.
Periodista No ha podido ser más que así. Me voy corriendo al periódico a dar la noticia.
Comisario Jefe Como guste, sin cumplidos… (Todos tienden la mano izquierda a la periodista)…hasta pronto…
Comisario Encantado, y ya sabe, si nos necesita… a sus pies.
Bertozzo Hasta la vista, señorita. (Sin darse cuenta saca la mano esposada y se la tiende, luego le besa la mano y vuelve a introducir la suya en la esposa. La periodista le mira, perpleja. El comisario da un capón a Bertozzo. La periodista reacciona).
Periodista Gracias otra vez y hasta la vista. (Sale girando la llave, que estaba en la cerradura).
Bertozzo ¿Por qué me has dado un capón? ¿Crees que no tenía que besarle la mano sino está casada? ¡Mira que eres fino! (Se abre la puerta y aparece el actor que interpreta al loco. Ahora tiene una tupida barba negra, vientre prominente, actitud severa, y lleva un maletín).
Señor con barba Disculpen. ¿Es este el despacho del comisario de la primera brigada política?
Coro ¡Otra vez tú!
Comisario Jefe ¿Pero, no se había estrellado…?
Agente ¡Ni que fuera un gato!
Bertozzo Lleva barba postiza, y la tripa es de relleno.
Comisario Esta vez te la arranco y te la hago comer. (Se le echan encima, arrastrando el perchero).
Señor con barba (Grita) ¡Pero oigan, qué modales son estos! (Los arroja literalmente contra la pared de la derecha).
Comisario ¡Pero si no es postiza! A menos que se haya trasplantado los pelos uno a uno…
Bertozzo ¡La tripa también es de verdad!
Señor con barba ¿Cómo se atreven? ¿Suelen arrancar mechones de barba y pellizcar el vientre a todos los jueces que vienen a investigar?
Comisario Jefe ¿Es usted juez?
Señor con barba Sí, ¿qué tiende de raro? Juez del tribunal Supremo. Me llamo Antonio Garantini, y he venido para reabrir el sumario de la muerte del anarquista. ¿Tiene inconveniente en que empecemos cuanto antes? (Se sienta y saca del maletín un montón de carpetas. Los cuatro policías se dejan caer sentados en el suelo, volcando el perchero del que siguen colgando)
Coro Sí, si… ¡empecemos cuanto antes!
(Oscuro. Música.)