Ensayo General para el
Fin del Mundo (con Canapés y Crisis Existencial)
Una obra
metateatral en un acto
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"Los
Actores" y sus Personajes
- CLARA: (Interpreta a LIMANTOUR) La directora no oficial del grupo.
- SOFÍA: (Interpreta a POLANCO) Energética e intuitiva.
- ANA: (Interpreta a ESCANDÓN) Insegura, pero en el fondo empática y
obstinada.
- LEO: (Interpreta a HERNÁNDEZ) Reflexivo y centrado.
- MATEO: (Interpreta a ALFARO) Carismático y provocador.
- SEÑOR
BENÍTEZ: Un vecino anciano y confundido.
ESCENOGRAFÍA
Una sala
de ensayo que podría ser el salón de un departamento. Es un caos ordenado: un
par de sillas de diseño arrumbadas, un perchero con algunas prendas de
vestuario, una mesa con cafés a medio tomar y guiones subrayados. En el centro,
un par de cubos de utilería. Hay una puerta principal que da a un pasillo
exterior, la cual está ligeramente entreabierta.
(La escena comienza.
CLARA, SOFÍA y ANA están de pie, completamente en sus personajes de LIMANTOUR,
POLANCO y ESCANDÓN en una fiesta exclusiva). (Los otros actores, LEO y MATEO,
mantienen un perfil discreto, observan el ensayo o estudian sus libretos.)
SOFÍA (como POLANCO): Bueno,
cambiando de tema a cosas más importantes... ¿Ya vieron a la prima del
Sabelotodo ese? Pobrecita, desde que se arruinó su matrimonio, es como si fuera
transparente. Nadie la saluda. En fin... ¿no le pasó lo mismo a Lulú De la
Lama? Es para morirse. Creo que firmó cheques o pagarés... una cosa así, del
siglo antepasado… Seguro hasta usaba fax y teléfono fijo.
CLARA (como
LIMANTOUR): (Probando un canapé imaginario con desdén) ¿Es
sobre el divorcio o es algo nuevo? El chisme, como el pescado, debe consumirse
fresco, querida. Y recuerda la primera regla de este mundo: o eres quien se
come el canapé, o eres el canapé. Nuestra querida prima eligió ser un entremés
olvidado.
ANA (como ESCANDÓN): ¡Sí!
¡Qué fuerte lo del divorcio! Yo los vi hace dos semanas en el club, y se veían
tan... ¡como si nada!
SOFÍA (como POLANCO): (La
interrumpe con un gesto) ¡Eso es la punta del iceberg! Resulta que el marido no
la dejó por otra mujer... ¡La dejó por el entrenador de tenis! ¡Un muchachote
de veinticinco años! Un chacal de gimnasio, literal.
CLARA (como
LIMANTOUR): Predecible. El señor De la Lama siempre tuvo
esa... habilidad para evidenciar su gusto por los jovencitos y su disgusto por
estar en un matrimonio forzado... Y sabes, no es el único caso de hombres o
mujeres con triple vida. Deberían declararse poliamorosos en vez de quedar como
completos idiotas tratando de ser algo que no son. Yo digo, si te vas a casar
por el código postal, pues al menos ve a una escuela de actuación para pasar
por hetero. O ya sal del clóset de una vez, que a nadie en estos tiempos le impresiona
si eres maricón o lesbiana.
ANA (como ESCANDÓN): Esas
palabras ya no se usan. Me dijeron que son inapropiadas y ofensivas. Ahora hay
que decir LG... T-U-V-X-Y-Z.
CLARA (como
LIMANTOUR): No, querida, como siempre, estás desinformada. Y
si yo quiero llamarles como se me dé la gana, estoy en mi derecho y en mi
libertad, y punto.
SOFÍA (como POLANCO): ¡Pero
espérate, Clara! ¡No sabes que Lulú —ya sabes, esa Lulú— se operó
la cara con "El Carnicero de Bogotá"... (Hace una pausa dramática y
se retoca un labial invisible). Y quedó tan estirada que cuando sonríe, se le
levanta la ceja izquierda y se le tuerce el labio… Trágico.
CLARA: ¡Y…
Corte!
(Las tres rompen
personaje instantáneamente. La energía cambia.)
CLARA: Bien.
La sincronía del veneno está ahí. Ana, me gustó tu intento de ingenuidad, pero
necesito que seas aún más un felpudo. Tu personaje todavía no tiene derecho a
tener una opinión. La profunda ignorancia del personaje puede ser divertida,
pero no es el punto aquí. No se trata de que los personajes nos caigan bien,
sino de lograr ser un espejo de la realidad en la que creen vivir.
(Mientras hablan, Ana
mira hacia la puerta principal, que está entreabierta.)
ANA:
Oigan... ¿alguien dejó la puerta abierta? Juraría que vi pasar una sombra.
CLARA: (Sin
mirar) Es una corriente de aire, Ana. Concéntrate. A ver, Leo y Mateo, entran
ustedes. Desde el principio de su escena.
(LEO y MATEO se
levantan y hacen movimientos de calentamiento. MATEO se estira como gacela,
haciendo énfasis en su físico. LEO hace gestos faciales, abriendo y cerrando la
boca para prepararse a hablar.)
MATEO: Brutal,
chicas. Ahora, para nuestra entrada. Discutamos la estrategia. Mi Alfaro no es
un seductor, es un antropólogo. Su objetivo es estudiar a esta tribu de
salvajes elegantes.
LEO: Y mi
Hernández es la contraparte. Somos un equipo. Alfaro es como mi ariete y mi
escudo…
MATEO: Y
Hernández es mi Pase VIP para entrar a este mundo de buitres desalmadas que o
quieren acostarse conmigo o quieren matarme… digo, a Alfaro.
CLARA:
Correcto. Vamos. Desde la presentación. ¡Acción!
(La luz cambia
sutilmente. LEO y MATEO entran en la "fiesta".)
LEO (como HERNÁNDEZ): Vaya,
vaya. El cónclave en pleno. ¿Se puede saber a quién van a excomulgar esta
noche? Lamento interrumpir lo que sin duda era una disección sin anestesia de
alguna amiga en común. Les presento a un hombre cuyos talentos son inversamente
proporcionales a su modestia: Braulio Alfaro.
MATEO (como ALFARO): Un
placer. Aunque me temo que interrumpo una conversación de suma importancia.
CLARA (como
LIMANTOUR): Discutíamos las ventajas y desventajas de la
servidumbre moderna.
MATEO (como ALFARO): ¿En
serio?... Seguro que si no son chismes de las altas esferas, son los
inconvenientes de las clases bajas… Ah, el clásico dilema: ¿respetamos a
quienes nos sirven o les pagamos lo suficiente para que mantengan la boca
cerrada? ¿Mi opinión? La lealtad se gana, no se contrata. ¿O esa idea es
demasiado... revolucionaria para esta sala?
(Lo dice con una
sonrisa tan encantadora que las mujeres ríen, nerviosas y descolocadas.)
SOFÍA (como POLANCO): ¡Ay,
qué profundo! ¡Mejor hablemos de algo trivial! ¡La cultura, por ejemplo!
(Clara suena un
silbato… La luz convierte a los personajes en siluetas que hacen movimientos
rebuscados… Los diálogos se superponen. Se sugieren los siguientes, pero se
improvisan de manera rápida y cacofónica):
ANA (como ESCANDÓN): ...es
que Osho te cambia la vida.
CLARA (como
LIMANTOUR): La vida está en otra parte,
de Kundera, o La insoportable levedad del ser… ¡Qué título! Tan
largo...
LEO (como HERNÁNDEZ): Yo
prefiero a Murakami. Tokio Blues es un novelón.
SOFÍA (como POLANCO): ¡Ay,
no! ¡Qué cliché! Mejor la poesía. ¡Octavio Paz!
CLARA (como
LIMANTOUR): Se te llena la boca, Polanco. No seas esnob.
MATEO (como ALFARO):
(Sonriendo) T. S. Eliot es el mejor… Debe pronunciarse Tee... Ess... Eliot… con acento inglés.
(La luz regresa a la
normalidad. Clara ya no usa el silbato; es Sofía (como Polanco) la que
interrumpe con fuerza:)
SOFÍA (como POLANCO): ¡Basta
de cultura! ¡Ya no quiero! ¡Ya dije!
LEO (como HERNÁNDEZ): Yo
quiero hacer un podcast culto, muy culto.
MATEO (como ALFARO): Yo
quiero hacer un OnlyFans, o si no, un pornoentucasa… (Con
falsa afectación) la aplicación, se entiende, ¿no?
SOFÍA (como POLANCO): ¡Yo
quiero mis diez segundos de fama! ¡Ya ni los quince minutos que decía ese
señor!
ANA (como ESCANDÓN): ¿Quién?
CLARA (como
LIMANTOUR): Warhol, Ana. Andy Warhol.
ANA (como ESCANDÓN): ¡Ah!
Uf, no soy tan vieja. Él es de los 60, ¿no? ¡Yo ni había nacido!
CLARA (como
LIMANTOUR): Se nota, querida. Tu ignorancia es insultantemente
joven.
MATEO (como ALFARO, a
CLARA/LIMANTOUR): Señora, insulta usted tan a menudo a la inculta
dama, que parecería que desea cortejarla...
(CLARA (la actriz y
directora) SE MOLESTA POR EL ÚLTIMO COMENTARIO Y SUENA EL SILBATO)
CLARA: ¡Corte!
No funciona. Mateo, ¿qué te pasa? ¡Esto no es una obra del Siglo de Oro
español! ¿Y a qué viene eso de que quiero cortejarla?... Ana es tonta, ya se
sabe, digo, su personaje Escandón es poco verosímil. Se necesita algo más
orgánico, más... más... piel. Cinco minutos. Solo cinco.
(Los actores se
relajan. MATEO se quita la camisa de ensayo.)
MATEO: Uf, me
estaba asando aquí.
SOFÍA: (Sin
levantar la vista de su celular) A nadie engañas, Mateo. El ensayo es solo una
excusa para tu show de estriptis. Bájale a tu ego.
CLARA: (Con un
suspiro de fastidio) La misma historia de siempre, Mateo. Si no eres el centro
de atención, no existes.
(Ignorándola, Mateo va
a la bocina Bluetooth y pone una canción muy sexy, un ícono del striptease
masculino. Ejecuta su acto con virtuosismo; todos sienten una mezcla de
admiración y molestia, sobre todo Clara. Mateo sube el volumen. Ahora comienza
a moverse lentamente, de forma exagerada. Posa, flexiona los músculos y mira
directamente a Clara y a Sofía con una sonrisa provocadora.)
CLARA: ¿Puedes
apagar esa porquería, por favor? Esto es un ensayo, no un table dance en Acapulco.
MATEO:
(Bailando) ¡Estoy explorando la gama erótica de mi personaje! ¡Alfaro es un
pavorreal, necesita mostrar el plumaje!
SOFÍA: Pues tu
"pavorreal" parece más bien un gallo de pelea de pueblo. Le falta
clase.
(Ana, incómoda, se
sienta en un rincón. Leo observa a Mateo con una mezcla de diversión y
fastidio. Mientras Mateo sigue con su "espectáculo", Ana se acerca a
Sofía.)
ANA: Se te
enredó un poco el pelo atrás con tanto movimiento. ¿Te ayudo?
(Ana, con delicadeza,
le empieza a desenredar un mechón a Sofía. Es un gesto de compañerismo en medio
del caos de Mateo.)
MATEO:
(Bajando la música pero sin dejar de posar) ¡Ah! ¡Lo sabía! Observen el ritual
de acicalamiento. Lo que sucede es que la pequeña Escandón no solo admira a la
gran Polanco... ¡le gusta! ¡Está enamorada de ella!
SOFÍA: (Sin
inmutarse) ¿Y qué si es así? ¿Tienes algún problema con no ser el centro de
atención?
MATEO: Para
nada. De hecho, ahora todo tiene sentido. (Se gira hacia Leo). Y tú... no es
que admires a mi personaje. Es que... me traes ganas.
(Mateo se acerca a
Leo, le rodea el cuello con el brazo y se le pega mucho, en una parodia de
seducción.)
LEO: (Riendo
al principio) Ya quítate, baboso.
MATEO:
(Insiste, usando una voz seductora de broma) Ándale, no te hagas del rogar. Sé
que te mueres por este... cuerpo de tentación.
SOFÍA:
(Gritando desde el otro lado) ¡Cuidado, Leo! ¡Ya respingó la nariz y amplió la
sonrisa! ¡Esa es la señal de que va en serio!
(Mateo sonríe aún más,
acentuando el gesto de la nariz respingada mientras mira al cielo. Pero la
broma ha ido demasiado lejos para Leo.)
LEO: (Con
voz firme y baja, apartando bruscamente el brazo de Mateo) Ya, Mateo. Bájale.
En serio. No todo es un chiste. Te lo advierto.
MATEO: ¿Esto
está pasando de verdad? No lo puedo creer.
(La atmósfera se
congela. El cambio en el tono de Leo es real. Mateo da un paso atrás. Hay una
tensión genuina entre los dos amigos.)
CLARA:
(Aplaude una vez, cortante) Perfecto. Se acabaron los cinco minutos. Ya que
nuestro compañero está tan... inspirado con su cuerpo, hagamos un ejercicio. Se
llama "Caminata de Poder". Imaginen que es la alfombra roja del
evento más exclusivo. Su caminar define su estatus. Quién domina y quién es
invisible. Quiero ver a los personajes, no a ustedes. Sofía, empiezas tú. Eres
Polanco, la reina de las socialités. Devórate
el mundo.
(Música adecuada, de
desfile de modas, suena. Sofía se transforma. Camina por el centro de la sala
como si estuviera en una pasarela. Su mirada es altiva, lanza besos al aire,
saca un celular imaginario para una selfie perfecta. Es una clase magistral de
superficialidad carismática.)
CLARA: ¡Sí!
¡Eso es! ¡Falsa, plástica, perfecta! Siguiente. Mateo, tu turno. Eres Alfaro,
el macho alfa que se sabe dueño del lugar.
(Mateo acepta el reto.
Suena su tema musical… algo tipo house… Su caminata es un despliegue de
arrogancia. Camina lento, con las manos en los bolsillos, mirando a todos por
encima del hombro. Se detiene a mitad de camino, se ríe para sí mismo y niega
con la cabeza, como si todo le pareciera mediocre. Es odioso y magnético.)
CLARA: Bien.
Proyecta ese poder sin esfuerzo. Ana, vas. Eres Escandón, desesperada por
encajar. Pero eres gris.
(Suena música de
feria. Ana intenta caminar, pero se ve pequeña, vacilante. Sus hombros están
encorvados, su mirada busca aprobación. Es dolorosamente vulnerable.)
CLARA: (Sin
piedad) No, Ana. Así no. Pareces que pides permiso para existir. Das lástima.
Fuera. Siéntate.
(Ana, humillada, se
retira a una silla. Sus ojos se llenan de lágrimas. Abre la boca para replicar,
un temblor de rabia recorre su cuerpo, pero al final la cierra, tragándose las
palabras en un gesto de derrota.)
CLARA: Leo.
Cierras tú. Eres Hernández. Acabas de ver a tu amigo Alfaro humillar a todo el
mundo y a esta pobre chica ser destrozada. Usa esa rabia. Muéstrame el poder de
la indignación moral. ¡Camina!
(Música tribal,
tambores. Leo se pone de pie. Hay una furia real en sus ojos. Comienza a
caminar. Pero no es la caminata de un personaje. Es la suya. Su paso es pesado,
su mandíbula está apretada. No proyecta poder; proyecta dolor, frustración. Es
un momento de honestidad brutal de un actor que ya no puede fingir. Se detiene
y mira a Clara, desafiante.)
CLARA: (Tras
un silencio helado) ¡CORTE!
(El grito es agudo,
lleno de decepción.)
CLARA: No,
Leo. Simplemente no. ¿Qué fue eso? ¡Eso no es poder, es un berrinche! Parecías
un niño perdido buscando a su mamá en el supermercado. Cero estatus. Cero
control. ¡Patético!
LEO:
(Explotando, toda la tensión contenida sale a la superficie) ¡Estaba siendo
honesto! ¡Estaba usando lo que pasó aquí mismo, lo que tú pediste!
MATEO:
(Interviniendo, furioso por el ataque a su amigo) ¡Lo estaba haciendo
increíble, Clara! Por primera vez alguien logra algo significativo y tú lo
saboteas por envidia.
CLARA: (Encara
a Mateo) ¡Esto no es tu terapia de grupo, Mateo! ¡Es mi visión! ¡Se hace como
yo digo, y punto!
MATEO: ¿Ah,
sí? ¿La "directora no oficial" ha hablado? ¡Qué conveniente! Eres una
Karen del teatro, ¿sabías? ¡Siempre quieres tener la razón, aunque estés
equivocada! Qué narcisismo tan básico.
CLARA: ¡Y tú
eres un provocador mediocre! ¡Un exhibicionista que se cree artista! ¡Lo único
que te importa es tu maldito abdomen perfecto!
MATEO: ¿Te
escuchas a ti misma? Te contradices: ¿soy mediocre o soy perfecto? ¿Quieres un
análisis de verdad, "directora"? No me odias, me deseas. Y como no
puedes tenerme, intentas destruirme. Es el narcisismo más básico que existe.
¡Estúdiate a ti misma, bruja!
(En un arrebato de
furia, Mateo agarra un guion de la mesa y se lo arroja a Clara. No le da, pero
el guion explota en hojas por el aire. Ana ahoga un grito. Leo se interpone
entre los dos.)
LEO: ¡YA
BASTA! ¡BASTA LOS DOS!
(Hay un silencio denso
y pesado. Todos se miran, respirando agitadamente. La pelea real los ha dejado
expuestos.)
LEO: (Más
calmado, dando un paso atrás y observándolos) ...Ya ven. Justo eso. Ese es el
momento en que se perdieron en sus personajes. Tú, Clara, te convertiste en
Limantour: controladora, fría, dictatorial. Y tú, Mateo, te dejaste llevar por
la bravuconería de Alfaro. Dejaron que los personajes se los comieran. La
cuestión no es solo darse cuenta... es cambiar de actitud.
CLARA: (Tras
una pausa, procesando. Asiente lentamente) Tiene razón. La lucha de poder... es
la misma de la obra.
SOFÍA: (Da un
paso al frente, tomando el control con una energía nueva y decidida) Okay, sí,
tiene razón. Pero no podemos quedarnos aquí mirándonos con resentimiento.
Usemos esta energía. Usemos esta... porquería. Tengo una idea para una nueva
escena. Una que no está en el guion.
(Todos la miran,
expectantes.)
SOFÍA: Vamos a
improvisar. Nuestros personajes, Limantour, Alfaro, todos... van a terapia. O
algo así. Una "intervención" en un espacio neutral. Un parque. Para
"hacer conciencia".
MATEO:
(Escéptico) ¿Terapia? ¿Nuestros personajes? Se van a devorar vivos.
SOFÍA:
¡Exacto! ¡Ese es el drama! Vamos a ver qué pasa cuando estos monstruos
narcisistas son forzados a "compartir sus sentimientos". Clara,
Mateo, la rabia que sienten ahora mismo... no la suelten. Dénsela a Limantour y
a Alfaro. Vamos.
(Sofía empieza a
reconfigurar el espacio. Mueve dos cubos para que parezcan una banca de parque.
Coloca una planta de utilería cerca.)
SOFÍA: Aquí.
Esto es un jardín zen. O un rincón discreto de un parque hermoso. Hay árboles,
pájaros, paz. Estamos en un lugar seguro. Yo, como Polanco, voy a guiar la
sesión. Porque claro, Polanco acaba de tomar un curso de fin de semana en mindfulness y ya se cree terapeuta. ¿Listos? Desde...
ahora. ¡Acción!
(La luz cambia
ligeramente, volviéndose más suave. Los actores asumen sus personajes de nuevo,
pero con la tensión real aún vibrando debajo. Se sientan en círculo en el
"parque".)
SOFÍA (como POLANCO): (Con
una voz suave y un poco impostada) Bueno, qué divino que nos demos este espacio
para conectar. Siento que últimamente ha habido... energías encontradas. Y
quiero que todos validemos nuestros sentimientos. Escandón, querida, ¿por qué
no empiezas tú? Comparte con nosotros cómo te hace sentir Limantour.
ANA (como ESCANDÓN): (Con
una sinceridad temblorosa, mirando a Clara) Bueno... a veces siento... que no
me ves. Que no importa lo que yo diga, siempre va a estar mal. Siento que para
ti... soy un cero a la izquierda. Y eso duele.
(Es un momento de
vulnerabilidad real. Leo asiente, conmovido.)
CLARA (como
LIMANTOUR): (En lugar de responder, analiza fríamente)
Fascinante. Una manifestación de libro de texto de un complejo de inferioridad
proyectado en una figura de autoridad. Dramatúrgicamente, es un poco cliché,
pero como punto de partida para tu arco de personaje, supongo que funciona.
ANA: (Como
Ana, herida) ¡No es un arco de personaje, Clara! ¡Así me haces sentir tú!
SOFÍA (como POLANCO):
(Interviniendo rápidamente) ¡Gracias por compartir, Escandón! Clara, gracias
por esa... retroalimentación. Alfaro, tu turno. ¿Cómo te sientes en este
ecosistema?
MATEO (como ALFARO):
(Sonríe, depredador. No mira a Sofía, sino directamente a Clara) Yo me
siento... muy estimulado. Siento una tensión fascinante en el ambiente. Sobre
todo de Limantour. Percibo una necesidad de control tan... palpable. Es como
una armadura. Me pregunto qué pasaría si alguien encontrara una grieta en ella.
Si alguien la ayudara a... relajarse. A liberar toda esa energía contenida.
(La insinuación es a
la vez personal y parte del personaje. La línea se ha borrado por completo.)
CLARA:
(Abandonando a Limantour por completo, su voz es puro hielo) No te atrevas a
psicoanalizarme, Mateo. Ni a mí, ni al personaje. No eres tan listo como crees.
MATEO: (Como
Mateo, pero con la arrogancia de Alfaro) ¿Ves? ¡Justo eso! ¡Te escondes detrás
del personaje! ¡No soportas que alguien te vea de verdad! ¡A la gran Clara, la
intelectual, la directora perfecta! ¡Te mueres de miedo de que la gente
descubra que no eres más que una controladora insegura!
CLARA: ¡Y tú
eres un pavorreal vacío! ¡Un narcisista de manual que necesita la aprobación de
todo el mundo porque en el fondo sabes que no tienes nada que ofrecer más que
un cuerpo bonito!
(La
"intervención" ha fracasado estrepitosamente. La energía es ahora más
fea que antes, más fría y calculada. Leo se levanta.)
LEO: Ya
basta. Sofía, no funcionó. Esto solo lo empeoró.
(El ejercicio se
disuelve. Se sientan en un silencio hostil y derrotado. La espiral los ha
llevado a un punto muerto. Es en este preciso instante de fracaso total cuando
la puerta principal se abre por completo.)
(Entra el SEÑOR
BENÍTEZ. Es un anciano confundido. Está en pijama y pantuflas, completamente
perdido. Su aparición es al mismo tiempo patética, cómica y absurda.)
SEÑOR BENÍTEZ:
Disculpen... ¿El desayuno ya está listo? Marta me dijo que esperara aquí.
(Los cinco actores se
quedan congelados. El contraste entre su drama complejo y tóxico y la simple y
humana necesidad del anciano es brutal.)
MATEO: (En voz
baja) ¿Quién es este señor?
ANA:
(Acercándose con cautela) Señor, ¿se encuentra bien? ¿Quién es Marta?
CLARA:
(Molesta, pero su hostilidad ahora suena hueca, casi avergonzada) Señor, no
puede estar aquí. Estamos ensayando.
SEÑOR BENÍTEZ: (A
Clara) ¿Usted es la nueva enfermera? Tiene cara de pocos amigos.
SOFÍA:
(Tratando de no reír) Creo que el señor está un poco desorientado.
LEO: A ver,
señor, siéntese aquí. (Lo guía a una silla). ¿Quiere un poco de agua?
(Leo le da una botella
de una bebida deportiva. El Señor Benítez bebe un largo trago. Parece volver en
sí.)
SEÑOR BENÍTEZ: Ah...
gracias. Qué amables. Me debo haber equivocado de piso. Mi departamento es el
502. A veces me pasa.
SOFÍA:
Nosotros somos el 602. Es nuestro vecino de abajo.
ANA: Nunca
lo habíamos visto.
SEÑOR BENÍTEZ:
(Sonriendo con tristeza) Nadie ve a los viejos. Somos transparentes. Bueno, no
les quito más el tiempo. Gracias por la bebida, de verdad.
(El señor Benítez se
levanta y sale tan silenciosamente como entró. Los cinco actores se quedan en
un silencio aún más profundo que el de antes, pero esta vez no es hostil. Es
reflexivo. Humilde.)
MATEO:
(Rompiendo el silencio, suavemente) Bueno... eso sí fue un punto de quiebre.
CLARA: (Mira
el desorden de hojas en el suelo. Su voz ha perdido toda su dureza. Por primera
vez, sonríe genuinamente) Olvidemos nuestro drama por ahora. Es un asunto
menor... si lo comparamos con lo verdaderamente dura que puede ser la realidad.
Olvidemos todo. Vayamos al final.
ANA:
(Emocionada, con una nueva luz en los ojos) ¿El número musical?
SOFÍA: (Con
una energía renovada y sanadora) ¡Sí! ¡El número musical!
MATEO: A ese
tango sí le entro.
LEO: Ni
hablar. El cosmos nos mandó un mensaje.
(Mateo corre hacia la
bocina y pone una canción de pop ochentero a todo volumen. La luz cambia. Los
cinco, completamente como ellos mismos, se miran, comparten una risa cómplice y
se lanzan al centro del escenario.)
(Empiezan el número
musical. Ahora no es solo un final feliz; es una catarsis. Es el reconocimiento
de su propia ridiculez y la celebración de su imperfecta y resiliente
conexión.)
TODOS:
(Cantando)
¡Si la vida es un ensayo, y el mundo un gran salón,
y un vecino se aparece buscando el comedor!
¡Que si tu ego te domina, o te vuelves una Karen,
respira hondo y recuerda que los dramas no te
valen!
¡Esto fue el fin del mundo con canapés y con
maldad!
¡Pero al final del día... es puro teatro y amistad!
¡Gracias!
(Terminan en una pose
final, sudorosos, felices y mirando al público. Ríen, no como actores, sino
como personas que acaban de sobrevivir a algo juntos.)
(FIN)