BREVE
BREVE MONÓLOGO DE LA DIVA DIVA (RELOADED)
Monólogo
de la Diva
De
Ben Gavarré
Personajes
*
Voces de actores y actrices: (Desde bastidores, susurros, gritos, murmullos)
*
Voz en off: (Del director de escena)
*
Diva: (Patricia)
(El
telón, pintoresco y cliché, alusivo a una obra de Cervantes, parece una
reliquia olvidada. El ambiente se siente tenso y sofocante. Se escucha la voz
del traspunte, con un tono de éxtasis exagerado, anunciando las llamadas. La
primera es un suspiro de beatitud. La segunda, un jadeo. La tercera es un
gemido tan largo, inequívoco y audible que el público se pregunta si la función
ya empezó. De repente, las luces blancas de trabajo se encienden, revelando un
caos. La obra no va a comenzar. Desde bastidores, se escuchan insultos y
gritos.)
Voces
de actores y actrices (Desde bastidores). — ¡Ya, Diva! ¡Estás borracha!
Diva.
— (Se escuchan sus alaridos y sus esfuerzos por defenderse) ¡Suéltenme!
¡Pero cómo se atreven! ¡Cómo que no me van a dejar salir! ¡Si yo soy la Estrella!
¡El escenario es mío! Y este pantalón de licra de los ochenta es un horror.
¡Suéltenme!
Voces
de actores y actrices (De aquí en adelante Voces). — Estás borracha.
¡Ya, Patricia!, ¡entiende que nadie te quiere llamar a trabajar! Eres demasiado
problemática. ¡No nos arruines la función! La gente vino a ver una obra de
Cervantes no a ti. Por favor salte.
Diva.
— ¿Un favor? Yo les voy a hacer el favor de trabajar en su mugroso numerito.
Guácatelas. “Entremeses de Cervantes”, por el amor de Dios. ¿Qué sigue? ¿Una
posada con villancicos? ¿Una pastorela con borrachos y pachecos? ¡Qué falta de
consideración con el Arte pos… moderno! Por lo menos, al enterarse de que voy a
actuar yo, el público vendrá a verme a mí. ¿Me escucharon? ¡A MÍ! (Llega un
personaje Comodín vestido de negro) ¡No me toques! ¡Suéltenme! ¡Mi público
me espera! ¡Y tengo ganas de orinar!
Voces.
— ¡Ya, Diva, estás loca, ¡estás borracha! ¡Vamos a llamar a la policía, ¡vieja
babosa!
Diva.
— (Sale al escenario, tropezando con el telón y por poco cae. Se acomoda,
sonríe al público, y saca un labial de su bolso para retocarse, mientras el
caos detrás de ella continúa). ¡Heme aquí! ¡Mi querido público; ya llegué!
(Se ilumina un pequeño reflector sobre ella). Y bien, ¿dónde está mi
reflector? ¿Ese es mi reflector? ¡Eso no es un reflector, es una linterna de
campamento! (Mira al técnico). ¡Ah, mi cielo! El arte no se improvisa,
se ilumina. ¡No sabes quién soy! ¿Eres nuevo en este negocio, técnico de
cuarta? (Las luces se apagan por completo). ¡Qué gracia! ¿Acaso no pagaron
la luz y se las cortaron? Ya lo decía yo, teatro universitario… Y ni siquiera
del CUT… Han de ser de Filosofía y Letras… Ya saben… Se roban hasta las butacas…
Ya de los reflectores mejor ni… (Una luz cenital se enciende sobre la Diva).
Así me gusta, que me respeten. (De pronto el cenital se apaga y otro se
prende lejos de donde está la Diva. Ella, corre a ponerse debajo de la nueva
luz, como una polilla gigante. Se oyen murmullos del público, algunos se ríen.
La diva “señala” a “alguien” del público, o a una butaca vacía, para no
incomodar…). Muy gracioso. Tú, el del sombrerito con cara de pendejo… No,
no tú, baboso. El otro… Estúpido. Muerto
de hambre… Ah. No eras tú. Porque a mí, a mí me respetan. (La luz se apaga
por completo otra vez. La Diva se ilumina ella sola con la linterna que sacó de
su bolso, la misma linterna que ella despreció hace segundos). A mí todo el
mundo me hace los mandados. Mi público adorado: ¡Sé que me extrañaban!
Voces.
— Ya mandamos por una ambulancia. Te vamos a mandar al manicomio, ¡vieja loca!
Eres Borderline, o por lo menos Bi.
Diva.
— No soy Bi... soy. Soy... No soy Bi, soy... ¡Una bicicleta, eso soy! Una
bicicleta de spinning que nunca se va a bajar de este escenario. Soy... ¡un
alma libre! Y no soy bi, soy… Yo… Yo fluyo…
Voces.
— Pinche maniática. No queremos decir bisexual, ni fluida, aunque lo seas,
pinche polimorfa.
Diva.
— No soy bicicleta, ni polimorfa… soy...
Voces.
— ¡BIPOLAR!
Diva.
— (Ríe a carcajadas, exageradamente, como una villana de telenovela).
¡Ja, ja! Qué ocurrentes, mis amores. Pues sí, mis queridos admiradores. Sabrán
que soy... SOY... una estrella. Una estrella se clasifica, según el libro de
Tomking, o de Tombling, o de Tomphinks… ¿A quién le importa? El punto es que es
un libro. Número Uno: Una estrella siempre debe estar como yo. Al frente del
escenario, con el cenital encima. (Se ilumina el cenital sobre ella, como si
la luz misma se rindiera ante su capricho). ¡Gracias! (Al técnico).
Y que no se mueva. A menos que yo lo diga. ¡Saben que soy la única estrella
aquí!
El arte de ser una Diva y el manual del éxito
Diva.
— (Saca un abanico y se abanica con gracia. Se sienta en el suelo, como si
fuera un diván, y se recuesta de forma dramática). ¿Que si me siento
abochornada, confundida, desencantada, sujeta a malestares inidentificables?
Sí, debo admitirlo. Pero no es que necesite a mi psicoanalista. Es más, estoy
absolutamente feliz con la idea de no tener roles protagónicos con estos... estos...
estos... ¡actores de tercera! Yo trabajo sola. ¡Y me va de maravilla!
Voces.
— Por eso estás desempleada.
Diva.
— ¡Tres! ¡Tres nominaciones a los premios de la academia! Envidia de cientos de
mujeres... Y de hombres... Bueno, es un decir. ¡Yo que he llenado las pantallas
con grandes, grandes, grandes acercamientos a mis fabulosos labios! (Hace un
"duck face" exagerado). Por favor. Yo no estoy para pedirle
favores a nadie. Es más, tengo talento musical, se los demuestro. (Saca un
pequeño ukelele de su bolso). Oigan una de mis más recientes y entrañables
composiciones. (Canta desafinadamente y con un acento muy forzado). My
Fuuuuuuny Valentineeeee, Sweett, sweet... Funnyyy Valentinneeeee... (Se
detiene, se queda en silencio por un momento, esperando aplausos que no llegan).
Eso es por el estilo. ¿Qué les parece? Divino, ¿no?... ¿No?... ¡No! ¿Por qué me
miran así? ¿Qué pasa? ¿Soy o me parezco? ¡Soy! ¿Lo entienden? Yo, bueno. Se los
diré. Nací Diva. Soy la Diva. La Diva Diva. Soy divina, hecha por Dios. Soy de
Dios. Si no, miren nada más mi... cuerpo. Mis... atributos... (Se toca el
pecho y las caderas con teatralidad). Son genuinos, nada de inyecciones, lo
juro... ¡Me costaron... años de esfuerzo, de ejercicio... y de una cirugía que
no existió!
Voces.
— ¡Estás operada!
Diva.
— (Ignora el comentario, o finge que lo hace). Y bueno, ¿qué quieren que
les diga? Aquí por lo visto nadie ha leído el Tompkins, mi libro de cabecera,
el libro de cabecera de toda actriz que se respete. (Saca un libro con la
portada en blanco, como si fuera la Biblia de las Estrellas). Veamos lo que
dice: "La Estrella, es decir Yo, debe verse encantadora en cualquier
momento. Debe mantener, siempre, de manera reservada, su vida privada. No
deberá ocultar nada a la Prensa, eso nunca. Deberá quedarse en casa y cuidar su
salud. Dejarse ver con frecuencia en los sitios.... No, no, no, no, no: en los
lugares selectos, pero públicos. Es así. Deberá... Ser siempre el centro de
atención".
Voces.
— ¡Ya no fastidies! ¡Déjanos trabajar!
Diva.
— Una Diva que se respete no deberá usar nunca el mismo vestido. Deberá ser
como yo, así, tal como soy, sin que nunca nadie pueda ni por casualidad
aventurarse a saber... sobre el claro y manifiesto misterio que la envuelve...
Por eso no tiene nadie mi teléfono, por eso, debemos vivir apartadas en
mansiones maravillosas, rodeadas de guardaespaldas imponentes, siempre
dispuestos a protegernos, a velar por nuestra integridad... Nuestra belleza...
Nuestra cordura. (Saca un pañuelo y se seca una lágrima de forma exagerada).
¡Y no me digan que estoy exagerando! Mis atributos me han costado... mucho
esfuerzo. He cosechado mi estado con más que mil lagartijas cotidianas... ¡Y
una dieta de solo aire y drama! (Se pone de pie de repente y se pone en pose
de luchadora). ¡No van a gritar nada ahora, maleducados?
Voces.
— No, te escuchamos muy interesados, sí como no.
Diva.
— Mis dotes como actriz, pues, ya saben, son invaluables, pero mis atributos,
mis piernas, mi traserito lindo, mis bubis...
Voces.
— Todo falso.
Diva.
— Pues están asegurados, en más dinero de lo que estos pobres piojosos
universitarios nunca sabrán. Millones de dólares, ¿lo saben? ¡Por si alguna vez
se les ocurre tocarme, sabrán que estoy más asegurada que un edificio de Wall
Street!
Voces.
— ¡Estás hecha de silicón!
Diva.
— Ay, estos pelados, han de ser de Filosofía ya saben… hacen huelgas, je. (Le
tira un beso al aire). Y… Como les decía, He trabajado en varios
espectáculos. Siempre como la Estrella, claro. Me recordarán, es inútil
preguntarles... Yo encarné a la máxima figura del Cine Nacional... En ese
entonces me llamaba, no Patricia, no Sara, no María... Aunque Sara me queda
bien, como Sara la conocen, Sara... Ah. Sara... Pues no, yo no era Sara... Era
Blanca Estela. Blanca Estela Bernard.
Voces.
— Ahora resulta. La Félix otra vez.
Diva.
— ¡No! Claro, claro, no era así, No era María, aunque brincos diera, la
estúpida... Era... Blanca Estela Pavo.... ¿Pavo? ¡Pavo! ¡Qué horror! ¡Cómo
alguien puede llamarse Blanca estela Pavo! ¡Qué horror!
Voces.
— Pavón.
Diva.
— ¡Claro! Blanca Estela Pavón, esa sí era yo. Me caí del avión... pero eso fue
en otra vida...
Voces.
— ¡Estás loca!
El
acto final de la Diva
Diva.
— Y sí, es una máxima: una no debe hacer caso a las voces maldicientes que la
tratan de opacar a Una, que es Regia, que es Máxima, que es como si se pudiera
decir: ¡La Máxima Maravilla sobre el escenario! ¡El espectáculo de una sola
mujer!
Voces.
— ¡Ya te vas o qué, la obra ya va a comenzar! Estorbas.
Diva.
— Je, je. Mi querido público, les hablaba de Tompinks, o de Tomblns, o de
Tompsin. Sí. Mi constitución es Rara Avis, lo saben, ¿no? Soy La Estrella. He
trabajado en diversos escenarios y afamados. Soy. Yo Soy…. Qué más puedes
pedir. SOY. ¿Eso está claro?
Voces.
— ¡Que te largues!
Diva.
— Je, je. Lo primero que debe hacer Una Diva como yo, es ignorar los
comentarios insulsos, abyectos, de gente de baja condición, ¿lo saben? De
Desnaturalizados sin fin, de renegados, Neo Hippies, de Resentidos pos…
modernos, sin futuro como los que me gritan. Ah, si supieran las bases del
Manual de Tompens, en donde yo…. Me he instruido. Yo soy universitaria. ¡Me lo
sé de memoria!
Voces.
— ¡Si comenzaste en el Blanquita! NOSOTROS SÍ ESTUDIAMOS.
Diva.
— Ah, ja, ja, ja, ja, ja. ¿Qué es esto que quieren presentar a ustedes, dilecto
Público? ¿Los Entremeses de Cervantes? ¿Qué? CERV... an-tes. ¡De antes! ¡Qué
antigüedad! Yo. En cambio. Soy profesional. He trabajado…
Voces.
— Si eras mesera. Vete al psiquiátrico.
Diva.
— Con Strasberg, con Sekisano, con Elia Kazan, con los Fábregas. (La Diva se
jacta de sus maestros, pero los nombres parecen desvanecerse en el confusión de
su mente).
Voces.
— Ya estás vieja. ¿Los Fábregas?, ya ni se acuerdan, mejor dí Ocesa, o no sé…
en: ¡Zoom!
Diva.
— No, nenes. Con Brecht, que fue mi maestro… Thompinks decía…
Voces.
— ¡Ya ni siquiera sabes qué sigue!
Diva.
— Tom Kings es el manual, por excelencia, por antonomasia. (Se pone en pose
de estatua griega).
Voces.
— ¿Quéeeee? ¡Te huele el Chóstomo!
Diva.
— ¡Qué Vulgares! El Manual, dice: "Una estrella de mi fulgurante condición
solo puede aceptar protagónicos en grandes, ¡ingentes producciones!"
Voz
sola. — ¡¿Quéee!? ¿Qué te levantaron en Insurgentes? ¿Y de a cómo mamacita!
Diva.
— Insulsos, estultos, retrogradas, ¡tarambanas! ¿Han oído ustedes hablar de
alguien tan versátil, tan sin igual, sin referencia, como YOOOOO? Les
demuestro: (Se pone en pose trágica, con las manos en el pecho). ¡Fuego,
fuego, que me quemo, que la cabaña se me abraza, ya dan a mis ojos agua, fuego
amigos fuego, agua, agua…! ¡Agua! ¡Agua! ¡Agua, por favor! (La Diva se tira
al suelo, pidiendo agua, mientras los actores de bastidores la observan sin
hacer nada).
Voces.
— Así no es. Conocemos la obra, es de Tirso. El Burlador…
Diva.
— Sí, sí, sí. Sí, síí. Sííííi. ¡Al carajo Tirso de Mola! No crean que soy una
ignorante.
Voces.
— ¡Sí, lo eres!
Diva.
— En fin. Ya. Bueno. Buhhhhh. Buahhhh. En fin, mi querido público. Yo Soy. Soy.
Algunos me califican como la Diva, Otros...
Voz,
seria, masculina, en off, desde cabina. — Oye, Gustavo, ya salte del escenario.
Diva.
— (Desconcertadísima. Por un momento, el personaje se rompe y se revela un
ser vulnerable). Qué, perdón, no entiendo.
Voz
en off. — Sí, Gustavo, salte. Ya. Ahora. El público pagó, está esperando un
espectáculo, y tú estorbas. YA… Salte, Gustavo.
Diva.
— Pero cómo va a ser. Yo, CUT, Filosofía y Letras, digo, no, fuchi: Enat,
Veracruzana, las más altas calificaciones en... Red
International Society Progress in the Theatre Performance for the Retro... Pos Retro… Neo Retro, Pos… ¿Cómo va a ser? Yo... yo...
¡yo soy la estrella!
Voz
en off. — Así, es Patricia. Lo siento. No es nada personal. Quiero decir,
Gustavo. Estás acabada, acabado. ¡Salte por favor de la mejor manera o no
querrás que las cosas se vayan a Derecho!
Diva.
— ¿Y con el Derecho de quién, retrógradas, estúpidos, imbéciles, descerebrados,
estultos…? Todavía soy una actriz sin igual, SOY HERMOSA, SOY SIN IGUAL, SOY,
aun con mis miles de años que no voy a revelar, soy eximia, soy egregia, soy
incalculable. Imbéciles. ¿Ustedes se atreven a tasarme a Mí? ¿A ponderarme a
mí? Ustedes, que ni estudiaron. ¿Se atreven a medir, a juzgar a tan eximia
actriz????? Yo soy Patricia… Gustavo hace mucho que ya no existe. Exijo
respeto. No son más que una par… Una parvada de imbéciles. No se crean. El
Público me apoya, ¿verdad, público, verdad, ¿verdad que sí? (Se voltea a ver al público, buscando una
confirmación, un aplauso, un mínimo murmullo. Solo hay silencio. Un silencio
pesado, incómodo. El único sonido es el zumbido de una mosca… Tal vez Alguien
sí la apoya). ¡Usted sí?
Diva.
— (En un susurro, a sí misma). Pero y los demás. Idiotas, qué, no saben.
No saben. No saben. (Se ríe sin gracia). En fin, ¡USTEDES NO SABEN NADA!
… Nést-ce pas?... ¿No es así?... Yo Sí soy una mujer informada. Sé francés. Y
mucho más. Sé. Soy traductora, estúpidos. Soy una artista, ¿NO ME ENTIENDEN?
¡Nooo? Ah, bueno. Pues si no entienden. Pues… ¡Me voy! ¡MEJORES COSAS TENGO QUE
HACER!!!!!! (Se pone de pie con dignidad, pero de repente se tambalea).
Abur, idiotas. No saben lo valiosa que soy. NUNCA LO SUPIERON. ¡ABUR! ¡Hasta la
vista! (Camina hacia bastidores, pero se detiene en la boca del escenario).
Voz
en off. — Gustavo, oye. Perdón… Patricia.
Diva.
— ¿Sí?
Voz
en off. — ¡Eres la mejor!
Diva.
— (Se voltea, sonriente y triunfante, con lágrimas de felicidad en los ojos).
¡Siempre lo he sabido! Y por fin me llamas por mi nombre. Bien por ti. Gustavo ya hace mucho que no está. Yo soy… Yo
soy… ¡Divina! (Se da la vuelta y entra a bastidores, dejando al público y a
los actores en un silencio estupefacto). ¡Divina!
OSCURO
FIN