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martes, septiembre 16, 2025

La última cafetería del barrio (Breve farsa en un solo acto). Por Ben Gavarré.

 

 

 

La última cafetería del barrio

(Breve farsa en un solo acto)


Por Ben Gavarré

 

Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com   (Reg. Prop. Int. Expte. Inbox)

 

Personajes:

  • Elisa: 40 años, propietaria de la vieja cafetería tradicional "El Bocado Perfecto".
  • Ricardo: Propietario de "Cuaz Corporation", una cadena de edificios y franquicias.
  • Leo: El cocinero de la cafetería, un anciano cascarrabias.
  • Tres Guerreros: Jóvenes activistas antigentrifi-cación.

(La escena transcurre en "El Bocado Perfecto", una cafetería antigua con sillas de madera y mesas de mármol. Al fondo, se ve la cocina. En la ventana, se refleja un letrero de neón de "MacTonto's" con una hamburguesa de cartón. Leo está limpiando platos en la cocina. El letrero "abierto" está encendido. Hay una puerta al fondo que da a una pequeña habitación con una cama).


Escena I

(Leo y Elisa)

Leo:

(Sacudiendo la cabeza, mientras pule una taza antigua)

No está bien, Elisa. Te estás arruinando la vida. Los vecinos de arriba ya vendieron y se mudaron, y la "experiencia gastronómica" de enfrente ya tiene seis reseñas de cinco estrellas, solo porque ofrecen leche seca, húmeda y esponjosa... ya viste... ¡Si hasta el gato del edificio prefiere su leche a la nuestra! Pero tú, ¡no te has querido modernizar! Nosotros solo ofrecemos leche entera y entera con chocolate... No tenemos nuevos clientes, Elisa... y los de siempre ya se fueron a otro barrio o simplemente se murieron... Bueno, también se fueron a otro...

Elisa:

(Vestida con un delantal impecable y el pelo recogido en un moño estricto)

Yo no me pienso modernizar nada. ¿Para qué? Este es mi negocio. Y lo voy a mantener de la manera tradicional.

Leo:

Pues qué bueno que el negocio está a tu nombre y que tienes los papeles en regla, porque he sabido de varios casos que obligan a los propietarios a vender sí o sí... Y luego nada más ponen sus Airbnbs... sí que sí...

Elisa:

(Con el puño cerrado)

¡Te pido el favor de no volver a hablarme de esas cosas! Me niego a convertirme en una de esas personas sin alma que viven en un Airbnb. Yo tengo mi casa, pero duermo aquí en mi local que es para mí la vida entera. El edificio entero ya casi lo vendieron o fueron obligados a vender, pero a mí no me van a sacar de aquí más que muerta, ¿lo oyes?

Leo:

En lugar de hablar así sería mejor que hicieras las paces con "Cuaz Corporation", tal vez te lo compren y luego lo puedas rentar...

Elisa:

Pero qué dices... Yo no tengo que pagar una renta por algo que es mío... (En comedia) Es mío, ¿lo oyes?

(Se oye un fuerte ruido que viene del baño, cristales y un cuerpo que cae... y un quejido. Es el sonido de alguien entrando por una ventana).

Escena II

(Elisa, Ricardo y los Guerreros)

(Entra Ricardo, muy adolorido por el golpe de haberse caído desde la ventana del baño, viene con el pelo revuelto, un traje de diseñador manchado y un ojo morado. Afuera de la cafetería vemos a los tres Guerreros Unidos que lo habían estado golpeando y luego persiguiendo... Están cómicamente furiosos detrás del ventanal, haciéndole gestos. Ricardo no suelta un folleto todo manchado de sangre de "Cuaz Corporation", su futuro está en el aire).

Elisa:

(Alterada, a Ricardo)

¡Y quién es usted y por qué cree que puede meterse en mi propiedad! ¡Exijo una explicación!

Ricardo:

(Con voz de superioridad, alterado y pidiendo explicaciones)

¡Señora, usted me conoce, soy Ricardo! He tratado por todos los medios de que me venda, no se haga la que no me conoce... Y ahora, ya se puso del lado de la violencia, ¡envió a esos mandriles furiosos para que me golpearan! ¡Usted hizo que esos manatíes andrajosos se pusieran a perseguirme!

Elisa:

(Seca, sin mirarlo)

¿Qué desea?

Ricardo:

Su propiedad, ya lo sabe. Este es el único edificio de la cadena Cuaz que no ha sido vendido en su totalidad. Y todo por qué... por un café rancio, unos cuernitos duros... (Mira alrededor con desprecio) ...una cueva anticuada que no conoce todavía que hay iluminación inteligente, digital... ahorradora, con foquitos led...

Elisa:

(Con una hostilidad cómica)

¿Ya terminó, don... ¿Ricardi?

Ricardo:

Usted se ha convertido en una piedra en las... Usted es un obstáculo molesto y antiguo. Mire, ya le ofrecimos cinco veces el valor real de su mugrero... Usted sabe que no le queda de otra, todos venden.

Elisa:

(A Leo)

Leo, ofrécele uno de nuestros frapuchinos a este señor... y dale una rebanada de pay de maracuyá (Leo asiente y se mete a la cocina).

(A Ricardo)

La gente viene a mi lugar por tradición, porque aquí la atendemos con calor de hogar.

Ricardo:

(Se burla)

Sí, ya lo creo... un calor de hogar del siglo XX... Y es maracuyá... No mura... cuyá... Usted es obsoleta. Se lo digo con todo respeto, y aunque esté usted muy guapa. (Carraspea por haber dicho lo que no debía) ¿Tradición? ¡Este barrio ha sido tomado por la juventud! Y los jóvenes no saben y no quieren saber nada del pasado. Por el amor de Dios, hasta su cocinero es tan viejo como una reliquia tibetana. ¡Este local ya no funciona en mi barrio! Usted ni siquiera vende café rubio y café húmedo... Escúcheme bien... Ser snob no es para nada un exceso... Ser snob se ha convertido en privilegio.

Elisa:

(Con una mezcla de ira y fascinación)

Así que yo le gusto.

Ricardo:

Sí, lo dije, pero nada que ver, eso es otra cosa.

Elisa, pues mire, don Ricardi... Usted me parece un cavernícola con dinero. Usted quiere que se vendan en mi local hamburguesas de cartón de MacTonto y pollo lleno de estrógenos y grasas trans. Mi café es real. Mis pasteles son reales. Mi vida es real. Y es auténtica, es de aquí, de este, mi barrio.

Ricardo:

(Se acerca a ella, con una sonrisa maliciosa)

¡Sabe... y se lo digo sin el menor de los respetos... Usted es una mula vieja y anticuada. No sé cómo pudo llegar a gustarme... ¡Su local es un lunar horrendo en esta que es mi aldea global! Pero en fin... en Cuaz Corporation nos cansamos de esperarla, así que hemos tenido que usar otros métodos. Hemos tenido que tomar otras... medidas...

(En ese momento, los tres Guerreros entran en la cafetería, con bates y pancartas que dicen: "NO A LA GENTRIFICACIÓN" y "EL BARRIO NO SE VENDE").

Guerrero 1:

(Grita)

¡Elisa, no te dejes engañar por este malévolo, criminal, nauseabundo, hijo del Diablo!

Guerrero 2: (A Ricardo)

Viejo perro, puerco, cerdo, malandrín.

Guerrera:

¡Lo hemos estado cazando y ahorita mismo lo vamos a poner en su sitio, la basura!

(Se oye el sonido de un celular. Ricardo sonríe cínicamente. Ricardo contesta y habla como si estuviera hablando con un banco).

Ricardo:

Sí, sí, he autorizado la transferencia. Cinco millones de dólares. A la cuenta de Elisa. ¿Me dice que verificaron su cuenta? Excelente... Sí, ese es el nombre, Elisa del Campo. (Cuelga) Sabe... no fue tan difícil conocer su número de cuenta... (Voltea a ver al Viejo Leo, que hace gestos de incomprensión total)... Eso le pasa por no aceptar tarjetas de crédito... Pero por lo menos acepta transferencias, ¿no es así, Leo? (Leo se lleva la mano a la cabeza. Se da cuenta de que le tendieron una trampa).

Elisa:

(Alterada)

Pero cómo se atreve. Usted... Usted... El único cliente nuevo... ¡Maldito!

Ricardo:

¡No se altere! ¡Usted ha recibido ya el depósito de la venta por su local! Y está obligada a aceptar, ¿sabe? He notificado la transacción al departamento de contraloría y supervisión y mis abogados están listos para demandarla si se niega a cumplir con el trato.

Elisa:

No le creo una palabra. ¡Usted es un desalmado! ¡Un gentri... gentri... ficador! ¿Se cree que puede hacer todo lo que se le venga en gana?

Ricardo:

(Con cinismo)

Claro. ¿Pues cómo cree que se hacen los negocios si alguien no acepta negociar? Valga aquí la... Es la ley del mercado. ¿Sabe? O vendes o te saco del camino. Hay de esas dos sopas. Algo muy bueno puede salir de todo esto... (Expresando otra vez sin querer su atracción por Elisa) Ahora que es rica tal vez se pesque un marido que la quiera así de bella y anticuada como está.

Elisa:

¡No, no lo acepto! Le voy a pedir que se vaya en este instante.

Leo:

(Sale de la cocina, con un gran cuchillo de chef en la mano)

¡Elisa, no dejes que se vaya! ¡Voy a hacer que retroceda y anule toda su horrible trampa!

Ricardo:

(Con furia)

¡Yo tengo a toda una barra de abogados de mi lado! ¡Ya me voy, pero ustedes dos van a tener que salirse de aquí, más rápido de lo que se imaginan!

(Ricardo se dispone a salir pero los Guerreros lo interceptan).

Guerrero 1:

(Tajante, poderoso)

¡Momentito! ¡Ya fue suficiente de tanto abuso y grosería! ¡Haremos un juicio sumario contra este desalmado!

Leo:

(Con su cuchillo)

¡Y yo no lo dejaré ir hasta que firme un documento y admita que el local es de Elisa!

(Los guerreros lo amarran a una silla. Ricardo se niega, pero el cuchillo de Leo y la fuerza de los Guerreros lo obligan).

Ricardo:

(Con una risa amarga)

¿Juicio? ¿En contra del libre mercado? Por favor. Y después de atarme a la silla qué van a hacer. El trato ya está consumado. Consummatum est.

Guerrero 2:

(Se acerca con un puño cerrado)

No me caes bien. Tú y todos los que son así como tú. ¡Admite tus crímenes! ¡Admite que la gentrificación es un delito moral!

Ricardo:

(Se acomoda en la silla)

Admito que ha habido... excesos. Sí. Hay gente que no encaja. Sus casas son vendidas y sus tiendas son sustituidas por cosas que nadie necesita pero que todos quieren. Mis abogados se encargan de los inconvenientes. Pero no me arrepiento. Es el progreso. La aldea global es para los que la construyen, no para los que se quedan en el pasado.

Leo:

¡Miente! ¡Miente como vil serpiente! ¡Ahora firme este documento! (Le entrega un escrito "hecho sobre las rodillas")

Ricardo:

(Revisando el papelito con aire condescendiente. Con un suspiro dramático, como si se rindiera a un capricho)

Al menos conoces el poder de una firma, viejo tramposo. Está bien. Llamaré a mis abogados para que se desistan del intento de compra del local. Y firmaré. No es la primera vez que pierdo una batalla, pero la guerra ya la gané.

Guerrero 1:

¡Ya! Y entregue su identificación. Firme aquí, y también aquí, al margen... Muy bien...

Ricardo:

(Firma resignado y con las emociones encontradas. Lo desatan de la silla y trata de verse menos descompuesto. Luego mira a Elisa con intención)

Me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, Elisa. Usted... me gusta y lo sabe.

Elisa:

(Con un tono muy cómico)

Ah, ja, ja, ja... Pues usted no me gusta, pero para nada. Preferiría casarme con Don Leo antes de pensar en unirme a un tipo como usted.

Leo:

(Se encandila y dice, con una sonrisa)

¿Conmigo...? ¡De verdad?

(Todos mueren de risa por lo desproporcionado de la propuesta).


Oscuro.