La última cafetería del barrio
(Breve farsa en un solo
acto)
Por Ben Gavarré
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Personajes:
- Elisa: 40 años, propietaria de la vieja cafetería tradicional "El
Bocado Perfecto".
- Ricardo: Propietario de "Cuaz Corporation", una cadena de
edificios y franquicias.
- Leo: El cocinero de la cafetería, un anciano cascarrabias.
- Tres Guerreros: Jóvenes activistas antigentrifi-cación.
(La escena transcurre
en "El Bocado Perfecto", una cafetería antigua con sillas de madera y
mesas de mármol. Al fondo, se ve la cocina. En la ventana, se refleja un
letrero de neón de "MacTonto's" con una hamburguesa de cartón. Leo está
limpiando platos en la cocina. El letrero "abierto" está encendido.
Hay una puerta al fondo que da a una pequeña habitación con una cama).
Escena I
(Leo y Elisa)
Leo:
(Sacudiendo la cabeza,
mientras pule una taza antigua)
No está bien, Elisa.
Te estás arruinando la vida. Los vecinos de arriba ya vendieron y se mudaron, y
la "experiencia gastronómica" de enfrente ya tiene seis reseñas de
cinco estrellas, solo porque ofrecen leche seca, húmeda y esponjosa... ya viste...
¡Si hasta el gato del edificio prefiere su leche a la nuestra! Pero tú, ¡no te
has querido modernizar! Nosotros solo ofrecemos leche entera y entera con
chocolate... No tenemos nuevos clientes, Elisa... y los de siempre ya se fueron
a otro barrio o simplemente se murieron... Bueno, también se fueron a otro...
Elisa:
(Vestida con un
delantal impecable y el pelo recogido en un moño estricto)
Yo no me pienso
modernizar nada. ¿Para qué? Este es mi negocio. Y lo voy a mantener de la
manera tradicional.
Leo:
Pues qué bueno que el
negocio está a tu nombre y que tienes los papeles en regla, porque he sabido de
varios casos que obligan a los propietarios a vender sí o sí... Y luego nada
más ponen sus Airbnbs... sí que sí...
Elisa:
(Con el puño cerrado)
¡Te pido el favor de
no volver a hablarme de esas cosas! Me niego a convertirme en una de esas
personas sin alma que viven en un Airbnb. Yo tengo mi casa, pero duermo aquí en
mi local que es para mí la vida entera. El edificio entero ya casi lo vendieron
o fueron obligados a vender, pero a mí no me van a sacar de aquí más que
muerta, ¿lo oyes?
Leo:
En lugar de hablar así
sería mejor que hicieras las paces con "Cuaz Corporation", tal vez te
lo compren y luego lo puedas rentar...
Elisa:
Pero qué dices... Yo
no tengo que pagar una renta por algo que es mío... (En comedia) Es mío, ¿lo
oyes?
(Se oye un fuerte
ruido que viene del baño, cristales y un cuerpo que cae... y un quejido. Es el
sonido de alguien entrando por una ventana).
Escena II
(Elisa, Ricardo y los
Guerreros)
(Entra Ricardo, muy
adolorido por el golpe de haberse caído desde la ventana del baño, viene con el
pelo revuelto, un traje de diseñador manchado y un ojo morado. Afuera de la
cafetería vemos a los tres Guerreros Unidos que lo habían estado golpeando y luego
persiguiendo... Están cómicamente furiosos detrás del ventanal, haciéndole
gestos. Ricardo no suelta un folleto todo manchado de sangre de "Cuaz
Corporation", su futuro está en el aire).
Elisa:
(Alterada, a Ricardo)
¡Y quién es usted y
por qué cree que puede meterse en mi propiedad! ¡Exijo una explicación!
Ricardo:
(Con voz de
superioridad, alterado y pidiendo explicaciones)
¡Señora, usted me
conoce, soy Ricardo! He tratado por todos los medios de que me venda, no se
haga la que no me conoce... Y ahora, ya se puso del lado de la violencia,
¡envió a esos mandriles furiosos para que me golpearan! ¡Usted hizo que esos
manatíes andrajosos se pusieran a perseguirme!
Elisa:
(Seca, sin mirarlo)
¿Qué desea?
Ricardo:
Su propiedad, ya lo
sabe. Este es el único edificio de la cadena Cuaz que no ha sido vendido en su
totalidad. Y todo por qué... por un café rancio, unos cuernitos duros... (Mira
alrededor con desprecio) ...una cueva anticuada que no conoce todavía que hay
iluminación inteligente, digital... ahorradora, con foquitos led...
Elisa:
(Con una hostilidad
cómica)
¿Ya terminó, don...
¿Ricardi?
Ricardo:
Usted se ha convertido
en una piedra en las... Usted es un obstáculo molesto y antiguo. Mire, ya le
ofrecimos cinco veces el valor real de su mugrero... Usted sabe que no le queda
de otra, todos venden.
Elisa:
(A Leo)
Leo, ofrécele uno de
nuestros frapuchinos a este señor... y dale una rebanada de pay de maracuyá
(Leo asiente y se mete a la cocina).
(A Ricardo)
La gente viene a mi
lugar por tradición, porque aquí la atendemos con calor de hogar.
Ricardo:
(Se burla)
Sí, ya lo creo... un
calor de hogar del siglo XX... Y es maracuyá... No mura... cuyá... Usted es
obsoleta. Se lo digo con todo respeto, y aunque esté usted muy guapa.
(Carraspea por haber dicho lo que no debía) ¿Tradición? ¡Este barrio ha sido
tomado por la juventud! Y los jóvenes no saben y no quieren saber nada del
pasado. Por el amor de Dios, hasta su cocinero es tan viejo como una reliquia
tibetana. ¡Este local ya no funciona en mi barrio! Usted ni siquiera vende café
rubio y café húmedo... Escúcheme bien... Ser snob no es para nada un exceso...
Ser snob se ha convertido en privilegio.
Elisa:
(Con una mezcla de ira
y fascinación)
Así que yo le gusto.
Ricardo:
Sí, lo dije, pero nada
que ver, eso es otra cosa.
Elisa, pues mire, don
Ricardi... Usted me parece un cavernícola con dinero. Usted quiere que se
vendan en mi local hamburguesas de cartón de MacTonto y pollo lleno de
estrógenos y grasas trans. Mi café es real. Mis pasteles son reales. Mi vida es
real. Y es auténtica, es de aquí, de este, mi barrio.
Ricardo:
(Se acerca a ella, con
una sonrisa maliciosa)
¡Sabe... y se lo digo
sin el menor de los respetos... Usted es una mula vieja y anticuada. No sé cómo
pudo llegar a gustarme... ¡Su local es un lunar horrendo en esta que es mi
aldea global! Pero en fin... en Cuaz Corporation nos cansamos de esperarla, así
que hemos tenido que usar otros métodos. Hemos tenido que tomar otras...
medidas...
(En ese momento, los
tres Guerreros entran en la cafetería, con bates y pancartas que dicen:
"NO A LA GENTRIFICACIÓN" y "EL BARRIO NO SE VENDE").
Guerrero 1:
(Grita)
¡Elisa, no te dejes
engañar por este malévolo, criminal, nauseabundo, hijo del Diablo!
Guerrero 2: (A
Ricardo)
Viejo perro, puerco,
cerdo, malandrín.
Guerrera:
¡Lo hemos estado
cazando y ahorita mismo lo vamos a poner en su sitio, la basura!
(Se oye el sonido de
un celular. Ricardo sonríe cínicamente. Ricardo contesta y habla como si
estuviera hablando con un banco).
Ricardo:
Sí, sí, he autorizado
la transferencia. Cinco millones de dólares. A la cuenta de Elisa. ¿Me dice que
verificaron su cuenta? Excelente... Sí, ese es el nombre, Elisa del Campo.
(Cuelga) Sabe... no fue tan difícil conocer su número de cuenta... (Voltea a ver
al Viejo Leo, que hace gestos de incomprensión total)... Eso le pasa por no
aceptar tarjetas de crédito... Pero por lo menos acepta transferencias, ¿no es
así, Leo? (Leo se lleva la mano a la cabeza. Se da cuenta de que le tendieron
una trampa).
Elisa:
(Alterada)
Pero cómo se atreve.
Usted... Usted... El único cliente nuevo... ¡Maldito!
Ricardo:
¡No se altere! ¡Usted
ha recibido ya el depósito de la venta por su local! Y está obligada a aceptar,
¿sabe? He notificado la transacción al departamento de contraloría y
supervisión y mis abogados están listos para demandarla si se niega a cumplir
con el trato.
Elisa:
No le creo una
palabra. ¡Usted es un desalmado! ¡Un gentri... gentri... ficador! ¿Se cree que
puede hacer todo lo que se le venga en gana?
Ricardo:
(Con cinismo)
Claro. ¿Pues cómo cree
que se hacen los negocios si alguien no acepta negociar? Valga aquí la... Es la
ley del mercado. ¿Sabe? O vendes o te saco del camino. Hay de esas dos sopas.
Algo muy bueno puede salir de todo esto... (Expresando otra vez sin querer su
atracción por Elisa) Ahora que es rica tal vez se pesque un marido que la
quiera así de bella y anticuada como está.
Elisa:
¡No, no lo acepto! Le
voy a pedir que se vaya en este instante.
Leo:
(Sale de la cocina,
con un gran cuchillo de chef en la mano)
¡Elisa, no dejes que
se vaya! ¡Voy a hacer que retroceda y anule toda su horrible trampa!
Ricardo:
(Con furia)
¡Yo tengo a toda una
barra de abogados de mi lado! ¡Ya me voy, pero ustedes dos van a tener que
salirse de aquí, más rápido de lo que se imaginan!
(Ricardo se dispone a
salir pero los Guerreros lo interceptan).
Guerrero 1:
(Tajante, poderoso)
¡Momentito! ¡Ya fue
suficiente de tanto abuso y grosería! ¡Haremos un juicio sumario contra este
desalmado!
Leo:
(Con su cuchillo)
¡Y yo no lo dejaré ir
hasta que firme un documento y admita que el local es de Elisa!
(Los guerreros lo
amarran a una silla. Ricardo se niega, pero el cuchillo de Leo y la fuerza de
los Guerreros lo obligan).
Ricardo:
(Con una risa amarga)
¿Juicio? ¿En contra
del libre mercado? Por favor. Y después de atarme a la silla qué van a hacer.
El trato ya está consumado. Consummatum est.
Guerrero 2:
(Se acerca con un puño
cerrado)
No me caes bien. Tú y
todos los que son así como tú. ¡Admite tus crímenes! ¡Admite que la
gentrificación es un delito moral!
Ricardo:
(Se acomoda en la
silla)
Admito que ha
habido... excesos. Sí. Hay gente que no encaja. Sus casas son vendidas y sus
tiendas son sustituidas por cosas que nadie necesita pero que todos quieren.
Mis abogados se encargan de los inconvenientes. Pero no me arrepiento. Es el
progreso. La aldea global es para los que la construyen, no para los que se
quedan en el pasado.
Leo:
¡Miente! ¡Miente como
vil serpiente! ¡Ahora firme este documento! (Le entrega un escrito "hecho
sobre las rodillas")
Ricardo:
(Revisando el papelito
con aire condescendiente. Con un suspiro dramático, como si se rindiera a un
capricho)
Al menos conoces el
poder de una firma, viejo tramposo. Está bien. Llamaré a mis abogados para que
se desistan del intento de compra del local. Y firmaré. No es la primera vez
que pierdo una batalla, pero la guerra ya la gané.
Guerrero 1:
¡Ya! Y entregue su
identificación. Firme aquí, y también aquí, al margen... Muy bien...
Ricardo:
(Firma resignado y con
las emociones encontradas. Lo desatan de la silla y trata de verse menos
descompuesto. Luego mira a Elisa con intención)
Me hubiera gustado que
las cosas fueran diferentes, Elisa. Usted... me gusta y lo sabe.
Elisa:
(Con un tono muy
cómico)
Ah, ja, ja, ja... Pues
usted no me gusta, pero para nada. Preferiría casarme con Don Leo antes de
pensar en unirme a un tipo como usted.
Leo:
(Se encandila y dice,
con una sonrisa)
¿Conmigo...? ¡De
verdad?
(Todos mueren de risa
por lo desproporcionado de la propuesta).
Oscuro.