SALA DE ESPERA
de Benjamín Gavarre
A la memoria de Raúl, Sergio, Héctor y Luis Pablo.
Vemos la sala de espera de una oficina: un discreto escritorio, dos o tres incómodos sillones y una mesita al centro. En las paredes cuelgan algunos cuadros impersonales: naturalezas muertas. En una esquina, en el suelo, un arreglo floral: rosas rojas. A la izquierda la puerta principal; al fondo, la puerta de un despacho.
En los sillones se encuentran: Sofía (29 años: ensimismada), Sara (35 años: dormida), Francisco (28 años: hojea revistas), Margo (65 años: absorta), y Arturo (38 años: mira la palma de su mano). En el escritorio se encuentra una adusta y eficiente recepcionista: edad indefinida.
Después de unos segundos llega un hombre impecablemente vestido de traje: es El Ejecutivo. Todos lo miran inquietos. El hombre se acerca a la recepcionista y le dice algo al oído. Señalan a Arturo, quien se levanta y les entrega un expediente. El Ejecutivo revisa y firma el documento; la recepcionista lo sella y se lo da de nuevo al Ejecutivo, quien, con aire grave, entra a su despacho. Arturo regresa a sentarse cerca de Sofía.
ARTURO.- ¿Tan seria, Sofía?
SOFIA.- Ya ves.
ARTURO.- Ahí está Sara. Se ve que no ha dormido. Ahí está el buen Francisco, siempre atormentado.
SOFIA.- Le va mal.
ARTURO.- Margo... ¿Ella compró las rosas?
SOFIA.- Seguro.
ARTURO.- No me equivoqué.
Arturo se levanta, se acerca a la recepcionista y le pregunta algo al oído, ella asiente. Luego regresa a su lugar, toma un pequeño portafolios y lo abraza, ansioso.
SOFIA.- ¿Ya es hora?
ARTURO.- Todavía no; es hasta que nos llamen.
SOFIA.- Muchos trámites.
ARTURO.- Sí. Cada uno tiene su fecha y su hora. Algunos no tienen prisa; a la mayoría no le importa o ni siquiera lo piensa. (En voz baja.) Yo hice trampa.
SOFIA.- Me lo imaginé.
ARTURO.- ¿Y por qué no? Quise hacerlo.
SOFIA.- Sí.
ARTURO.- Pero ya estoy cansado; quiero reunirme con Sergio. Tenía la esperanza de que surgiera un hecho extraordinario, alguna peripecia inusitada, pero... Nunca hay que forzar las cosas.
SOFIA.- Soñé con una bestia colosal, un toro. Respiraba furioso junto a mí, pero no me embestía. Alguien, un hombre, me dijo: No lo veas fijamente, hazlo bajando la mirada, con la mirada gris, hacia abajo. El toro estaba junto a mí y yo lo acariciaba apenas, como sin hacerle caso. Me gustaba el toro, era mi amigo.
FRANCISCO.- (A Arturo.) A mí me gustaría un café, muy cargado.
ARTURO.- (Refiriéndose a la recepcionista.) ¿Por qué no se lo pides?
FRANCISCO.- Se ve que tiene mal carácter.
ARTURO.- No lo creas. Pídeselo.
FRANCISCO.- (A la recepcionista.) ¿Puedo tomar café?
La Recepcionista asiente con un gesto casi imperceptible. Francisco va hacia una mesita donde se encuentra una cafetera. se sirve un café, y lo toma de pie, a pequeños sorbos.
ARTURO.- (A Sofía.) Francisco sigue comportándose como un adolescente.
SOFIA.- Y seguirá, pero le funciona.
ARTURO.- ¿Lo sigues amando?
SOFIA.- ¿Qué! Para nada. Yo nunca...
ARTURO.- Te gustaba.
SOFIA.- Esa es otra cosa, pero amarlo... Odio sus métodos de seducción: siempre tan desprotegido, como perrito hambriento.
FRANCISCO.- (Desde lejos.) Soy el hombre de tus sueños, lo dijiste.
SOFIA.- ¡Nunca!
FRANCISCO.- Dijiste que era un amante inmejorable, en tus sueños.
ARTURO.- ¿Es verdad?
SOFIA.- ¡No! (A Arturo.) ¡Cómo puede ser tan vanidoso! Soy la única que no... ¡No voy a decir nada!
FRANCISCO.- (Se acerca a Sofía y mientras sigue tomando su café dice...) Me gustaría desabotonarte la blusa con los dientes, morderte los senos, lamerte los pezones. Quiero abrirte las piernas, meter mi cabeza entre tus muslos, luego...
SOFIA.- ¡Basta! Vete de aquí. (Francisco regresa sonriente a su lugar, siempre tomando pequeños sorbos de café.) Es inconcebible. Es tan vanidoso que sería capaz de acostarse conmigo sólo porque ahora lo rechazo.
ARTURO.- ¿Dices que le va mal?
SOFIA.- A mí él no me importa.
ARTURO.- ¿Te va mal, Francisco?
FRANCISCO.- ¿Mal? Me ha ido de la hiperverga, en varios aspectos, pero lo peor es el dinero. Tengo que encontrar un trabajo estable. He estado comiendo arroz y sólo arroz. Vendí unos cascos de cocacola para comprar queso, tortillas, cigarros, y ya. He comido eso durante tres días. Gracias a Dios hoy me pagaron 800 pesos por una semana de arduo, muy arduo trabajo.
SOFIA.- ¿No te lo dije? Se comporta como perrito sin dueño. Francisquito, ¿no quieres que te preste quinientos pesos?
FRANCISCO.- ¿Sólo quinientos?
SOFIA.- Eres un asco.
ARTURO.- (Sin mirar a nadie directamente.) ¿Y no andas con nadie ahora?
SOFIA.- ¿Yo?
ARTURO.- No, sí, también... disculpa, le preguntaba a Francisco.
SOFIA.- ¿Eso? Sus conquistas le duran una hora... ¿Cuánto duró la última?
FRANCISCO.- ¿Me hablas a mí?
SOFIA.- ¿Dos horas?
FRANCISCO.- Un poco más... La rescaté de un viaje de éxtasis. Veinticinco años, con coche golf, con dinero: dueña de dos casas y más o menos dispuesta. Salimos durante cuatro días, fuimos a comer, vimos teatro, cenamos, comimos... Cogimos muy bien una vez; algunas otras veces simplemente cogimos. El último día que nos vimos, de repente, después de haber visto una obra de teatro en Coyoacán, ya en su casa, la intenté besar.
SOFIA.- Pero no has dicho su nombre.
FRANCISCO.- ¿Quieres nombres y todo?
SOFIA.- Pues sí.
FRANCISCO.- Martha.
SOFIA.- No, en serio.
FRANCISCO.- Así se llamaba, qué quieres. Yo estaba verdaderamente pacheco. Se portó tan evasiva... Yo no sabía qué le pasaba. Me dijo que se sentía como prostituta, que no creía en las relaciones, que siempre acababa sintiéndose fría y lejana, que no quería seguir.
Silencio. Entra Max, 39 años, alto y delgado. Es muy elegante. Se sienta en un sillón, apartado de todos. Abre un portafolios, saca algunos papeles y los revisa rápidamente, con fastidio. Se levanta y va con la recepcionista. Ella, muy profesional, recibe los documentos y le entrega un cuestionario. Max regresa a contestarlo a su lugar.
MAX.- (Habla mientras responde el cuestionario, mirando de vez en cuando a Sofía y a Arturo.) Vi una encuesta en la tele sobre cómo pensaban ciertos grupos que les iba en su vida. Entre mucho mejor y mucho peor había distintas opciones. Yo estoy en la reducida población, 3%, de los que les va mucho peor. Los de mucho mejor son del 3% también. Los extremos siempre engloban a pocos.
SOFIA.-A mí en la vida me va más o menos, ¿en qué porcentaje estaré?
ARTURO.- Yo nunca he creído en las estadísticas.
MAX.- El mío es un problema de comunicación. De no saber tratar al otro, de no interesarme por los demás. Mi problema es desconfiar de los demás, es querer estar solo porque los demás me dan demasiado miedo. Estoy pensando siempre que me van a hacer daño y por eso alejo cualquier posibilidad de establecer vínculos reales. Qué puta neurosis.
SOFIA.- Pobre Max, siempre me ha caído bien, pero es tan agresivo, tan inaccesible.
ARTURO.- Yo creo que es un tipazo, y no te lo digo porque esté aquí presente, lo diría igual. Con él he pasado los momentos más divertidos que recuerde.
FRANCISCO.- A mí al principio, cuando lo conocí, me daba miedo. Me parecía que me iba a fulminar con esa mirada que tiene. Te acuerdas Max, ¿cuando nos fuimos de vacaciones los tres a la playa?
Max mira a Francisco y por toda respuesta emite un gruñido.
SOFIA.- ¿Cuáles tres?
FRANCISCO.- Pues cuáles: Yo, Arturo y Max.
SOFIA.- El burro primero.
FRANCISCO.- Pasamos una de las navidades más aciagas de que tenga memoria.
SOFIA.- ¡Aciagas!, ¡vaya con la palabrita!
FRANCISCO.- ¿Qué quieres que diga? Horrendas, espeluznantes, ¿jodidas?... ¿Te acuerdas Max?, en Morelia, eran como las dos de la mañana y lo único que tuvimos para cena fue el último hot dog del último carrito de hot dogs que había en el Centro. Un hot dog para tres, fue delicioso.
SOFIA.- Mhh.
FRANCISCO.- Luego, en el hotel, nos atascamos con el pastel de navidad que la mamá de Arturo había cocinado... Una coca familiar y media botella de alcohol de noventa y seis. Estos desgraciados no me dejaron dormir en toda la noche.
SOFIA.- ¿Por qué?
FRANCISCO.- ¿Tú por qué crees?
ARTURO.- (Con doble intención.) Estuvimos "platicando" toda la noche.
SOFIA.- Ahh.
MAX.- Malditos formularios, ¿ustedes creen que yo me voy a acordar de cual es mi número de naturalización? ¿Qué es eso?
ARTURO.- Es sólo para extranjeros, Max. Pero sí, ¡preguntan cada cosa!
MAX.- De repente miro al vacío y no pasa nada. Nada. Sólo me angustio de que no pase nada y de que estoy seguro no pasará nada. Me dan ganas de acabar con todo, pero es solamente una vaga idea. No me atrevería a suicidarme. El caso es que tampoco me atrevo a hacer nada para que mi circunstancia cambie. Qué en serio me tomo, pero el asunto es serio.
Silencio.
Se abre la puerta del despacho y El Ejecutivo aparece con un documento en la mano.
EL EJECUTIVO.- Voy a decir los nombres de las personas que están en el conteo relativo. Debo aclarar que el hecho de que alguno de ustedes esté en esta lista no significa necesariamente que vayan a ser ingresados; sólo indica que han venido cubriendo los requisitos correspondientes y que su expediente está siendo revisado. Al final del día las personas que ya requisitaron la categoría BF 0650 serán llamadas para su ingreso final. Por lo pronto... Señor Arturo Morales Olguín.
ARTURO.- Aquí.
EL EJECUTIVO.- Señor Maximiliano Santos García Oleguibel.
MAX.- Olaguivel.
EL EJECUTIVO.- Señor Joaquín Arizmendi Loaeza.
Nadie contesta.
EL EJECUTIVO.- ¿No está?... ¿Señora Consuelo Gutiérrez González?... (Nadie contesta.) ¿No?... Señora Margarita García Olaguibel Miranda.
Margo, quien hasta el momento habia permanecido totalmente absorta, responde con un gesto seco, para retomar inmediatamente la misma actitud.
EL EJECUTIVO.- ¿Señor Jorge Murcio Montoya? (Nadie contesta.) Señorita Sofía Trueba Alcántara.
SOFIA.- Presente, señor.
EL EJECUTIVO.- Señor Francisco Toledano Flores.
FRANCISCO.-Aquí.
EL EJECUTIVO.- Y por último... la señorita María Sara Rendón Batalla...
SOFIA.- ¿No es Sara?
EL EJECUTIVO.- ¿Está?
SOFIA.- ¡Sara, despierta!
SARA.- ¿Qué?... ¿Ya?
EL EJECUTIVO.- ¿María Sara Rendón Batalla?
SARA.- (Adormilada.) Sí, yo...
EL EJECUTIVO.- Parece que ha habido algunos errores en su BF- 005, ¿podría cotejar los datos con Leonor?
SARA.- ¿Leonor?
EL EJECUTIVO.- La recepcionista.
SARA.- Sí, desde luego, señor.
EL EJECUTIVO.- (A la recepcionista.) Hazte cargo.
El Ejecutivo vuelve a su despacho. Sara busca en un morral artesanal de lana ya muy gastado. Saca unos documentos y trata de ordenarlos.
SOFIA.- ¿Y eso fue todo?
ARTURO.- ¿Querías más? Ya estamos en la lista.
SOFIA.- Pero algunos ni siquiera están aquí.
ARTURO.- Siempre sucede.
SOFIA.- ¿Se imaginan? ¿Que se equivocaran de persona?
FRANCISCO.- Investigan a fondo.
SOFIA.- No sé, quizá no todo lo tengan planeado. Por ejemplo, qué es eso de que todavía usen máquina de escribir, ¿qué no saben que el mundo ha evolucionado?
ARTURO.- ¿Sí?
SOFIA.- ¡Y este lugar... tan sórdido! Es como si las calles y la gente hubieran quedado muy lejos.
FRANCISCO.- Oye, Sara, yo siempre he querido un morral como el tuyo, pero todavía no lo he encontrado.
ARTURO.- No la molestes; ves que se hace cruces con la documentación y tú todavía...
SOFIA.- Yo ya lo he dicho: Francisco es un animal. ¿Te ayudamos, Sara?
SARA.- No, ya casi termino... (A la recepcionista.) ¿La BF-005 tiene que llevar el sello naranja con la firma de recibido?
La Recepcionista simplemente asiente.
FRANCISCO.- No, la que es un tormento es la BF- 001 tienes que conseguir hasta el acta de matrimonio de tus abuelos, y luego, cuatro fotografías tamaño postal, tres fotografías mignon, seis fotografías tamaño infantil... Uf...
SOFIA.- A ti esas no te han de haber costado trabajo, las infantiles.
FRANCISCO.- Vieras que sí: son muy caras.
SARA.- Ya está... (Se levanta con un mar de papeles, de ahí saca una hoja y se la entrega a la recepcionista.) Me había quedado con el original. ¿Todo bien?
La Recepcionista asiente. Sara se queda algunos segundos esperando algún comentario mas, pero la recepcionista, sin voltearla a ver, se levanta con el documento y entra al despacho de el ejecutivo.
ARTURO.- Sara: no tienes remedio.
SARA.- Es que estos cabrones...
ARTURO.- ¡Sarita!
SARA.- Es que eso son, unos cabrones. No les importa mi vida, no les importa si tengo que cuidar a mi hijo, no les interesa si tengo que trabajar como una esclava o si tengo que pasarme las noches en vela en el hospital...
ARTURO.- ¿El hospital?... Por qué, qué pasó.
SARA.- Soy una imbécil... (Pausa.) No queríamos que supieras.
ARTURO.- Qué.
SARA.- Es Marco... Está internado.
PAUSA.
ARTURO.- Carajo.
PAUSA.
SARA.- Desde hace tres semanas.
ARTURO.- ¿Muy grave?
SARA.- Delicado.
ARTURO.- Quisiera verlo.
SARA.- Ya sabes cómo es esto: antes que nadie la familia se hace cargo. Es un poco como si se volviera a nacer. A mí me dejaron cuidarlo porque... No sé, la familia de Marco siempre tuvo la idea de que yo había sido su novia o algo así.
FRANCISCO.- Bueno, fuiste una de las pocas mujeres en su vida.
SOFIA.- Francisco, no tienes madre.
SARA.- Siempre había pensado que lo más hermoso de una relación era el romance. Ahora, a pesar de que puedo nombrar a Marco como el hombre de mi vida, pienso que lo más importante para mí fueron estos últimos años, en los que sólo puedo decir que fuimos amigos... (A Arturo.) El sabe que lo quisiste mucho.
ARTURO.- Espero que sí.
Pausa larga. Sara cierra los ojos.
MAX.- Soñé una casa luminosa con una enorme alberca, pero enorme alberca. El trampolín estaba muy en lo alto; también había un tobogán. Un clavadista suspendido en las alturas, parecía estar preparado, pero cualquiera hubiera pensado que tenía miedo de caer fuera de la fosa; necesitaba calcularlo todo muy bien antes de entrar al agua. Cuando desperté tuve la seguridad de que "echarse el clavado" era morirse. La fosa de clavados era una tumba.
ARTURO.- Estamos como en guerra o como si fuéramos muy, muy viejos. Estamos llenos de muerte y no sabemos qué hacer con ella.
FRANCISCO.- Yo bebo. Bebo y he bebido todos TODOS los días. Y no me ayuda en nada, a pesar de que por lo menos me emboto y no pienso. Me encuentro no en un callejón sin salida sino en algo peor, un callejón sin el concepto salida. Qué te parece, Arturo, en la última fiesta bebí como hace rato no lo hacía. En el sillón, cuando estaba muy borracho, no sé si oí que hablaban de mí o si de verdad lo hacían. Alguien le decía a otro: "Es una pena verlo así". Creo que lo imaginé, pero es muy triste que me tengan pena.
ARTURO.- Sara me contó que te vio esperando el camión en Insurgentes, que te hizo señas y no volteaste. ¿Verdad, Sara?
SOFIA.- Está dormida. Yo a quien vi esperando en una parada fue a Rubén, ¿se acuerdan de Rubén? El que se peinaba con limón y sacaba puras emebés, siempre tan zalamero y jactancioso.
FRANCISCO.- ¡Zalamero!... Y tú me criticas por mis palabras domingueras. ¡zalamero!
SOFIA.- (Sin inmutarse.) Yo pensé: así que de nada le sirvió sacar puros dieces al buen Rubén. Qué formal es hasta esperando el camión. Se veía desencajado, a punto de la desesperación.
FRANCISCO.- Es que a veces pensamos las cosas un millón de veces antes de simplemente hacerlas. Yo, por ejemplo, sé que es sencillo realizar muchas pequeñas hazañas como... apagar el gas, antes de permitir que se evapore el agua y se queme la olla. Pienso en levantarme y me veo realizando ese pequeñísimo prodigio que es girar la llave del gas y listo, el agua deja de hervir, sin embargo, solamente lo pienso y claro, ¿saben cuántas ollas tengo hechas un chicharrón.
SOFIA.- ¿Qué tiene que ver todo eso con Rubén?
FRANCISCO.- ¿En qué sentido?
SOFIA.- ¿Francisco, dónde aprendiste a pensar?
FRANCISCO.- Sofía, no te gustaría casarte conmigo, me encanta que te pases la vida regañándome.
SOFIA.- Tal vez en otra vida.
FRANCISCO.- Ya dijiste.
La Recepcionista sale del despacho del ejecutivo con una nueva lista.
LA RECEPCIONISTA.- ¿El señor Marco Antonio Moncada Escárcega? ¿La señora Nancy Rosedal Torres? ¿Mauricio Parra Solís?
SOFIA.- ¡Mauricio?, ¡Mauricio Parra?
LA RECEPCIONISTA.- ¿Lo conoce?
SOFIA.- ¿Conocerlo? ¿Dijo Mauricio Parra Solís?
LA RECEPCIONISTA.- Así es.
SOFIA.- (A los demás.) ¿Mauricio se apellida Parra?
ARTURO.- Tú deberías saberlo.
SOFIA.- Pues no me acuerdo. Creo que Parra Ceruti (A la recepcionista).. No, disculpe es Mauricio Parra Ceruti. ¿No es ese, verdad?
La Recepcionista niega con la cabeza e inmediatamente después se mete al despacho.
FRANCISCO.- Insisto en que tiene mal carácter.
SOFIA.- ¿Qué será de Mauricio? Me acuerdo que una vez intenté ir con él al cine y fue un desastre. Ibamos a ver una de Tarkovski, imagínense. El llegó tarde y eso me puso de malas desde el principio. Fuimos a la taquilla y descubrimos que no había boletos. Decidimos ir a tomar una cerveza mientras. Me empecé a sulfurar desde el momento en que se puso a hablar mal de todo lo que veía y a tratarme como si yo fuera una extranjera en mi propio país. Me dijo: (Imita un acento argentino.) "Qué curioso estar rodeado de puros extranjeros". Yo, le contesté: "Mi vida, aquí el único extranjero eres tú".
Margo, quien hasta el momento había estado sumergida en un asiento poco visible, se levanta, se acerca al arreglo floral, y en cuclillas, quita algunas rosas. luego, las reparte a los demás, diciendo a cada uno la misma frase.
MARGO.- Es inútil cultivar recuerdos, es absurdo.
Le dice a todos lo mismo, pero cuando llega con Max se queda un momento en silencio y luego repite:
MARGO.- Es inútil cultivar recuerdos, es absurdo.
MAX.- Siempre has sido tan dura.
MARGO.- He tenido que serlo. Cuando murió tu padre, ni una lágrima.
MAX.- Soy igual que tú.
MARGO.- Eres débil. Has guardado silencio y eso está bien a veces, pero tú has ido demasiado lejos. Aquí están tus amigos.
MAX.- Lo sé.
FRANCISCO.- Déjelo, señora, él siempre ha sido...
MAX.- ¿Yo qué?
FRANCISCO.- Nada, Max. Mira, yo te he estado hablando por teléfono casi todos los días y siempre es la misma respuesta. "Ahora no quiere hablar con nadie, se siente mal". ¿No es cierto, señora?
SOFIA.- Yo también te he tratado de hablar.
MAX.- ¿Y por qué no me han ido a ver? Nunca he salido de casa. (Pausa.) Yo estoy de acuerdo con mi madre: la memoria es inútil. Hay tantas historias absurdas. Me pregunto qué va a pasar con todo lo que he aprendido: tantas lecturas, tanta experiencia. Yo he dado mucho, generosamente, he sido un buen maestro, sobre todo he sido un buen amigo. Ahora estoy cansado. Me sé de memoria lo que viene, ya lo he visto muchas veces. Esta vez me toca a mí. (Pausa.) Voy a darle vuelta a la hoja, todos los demás deberían hacer lo mismo, tú también mamá.
MARGO.- Algunos de ustedes son héroes sin homenaje.
MAX.- Es mejor así, algunos homenajes solamente engargolan el espíritu.
MARGO.- Nunca he dicho nada, pero paso las tardes en silencio, pensando en todos ustedes. Mi vida seguirá entre pequeñas brumas, horarios exactos y visitas cotidianas. No contaré las horas, pero nada será igual.
MAX.- Hay que cambiar de página, madre.
MARGO.- A cambiar de página, amor. (Regresa a su sillón.)
SILENCIO
FRANCISCO.- Cuando murió Esteban había muchas velas, ¿se acuerdan?... Yo había estado con su mamá un buen rato y en eso que me llama no sé quién, creo que Mónica. Pasé delante de la mesita con las veladoras y sentí como si me incendiara pero sin quemarme, una sensación de fuego muy agradable. Estoy seguro que se despidió de mí en esa forma...(Pausa.) Yo no creo que la memoria sea inútil, al contrario, creo que nos da sentido, maldita o llena de luz. Y sin embargo, yo no tengo ningún prueba de las batallas que he vivido, ninguna cicatriz visible... Ni siquiera una señal tan simple como una carta, una foto: todo lo rompo. Es como si muchas historias no hubieran sucedido. No me gustan las cosas, los objetos, los trofeos. Me gustan en las casas de otros, ahí están bien esas pequeñas figuritas, esos diminutos cofrecitos llenos de historias.
ARTURO.- Yo tampoco tengo fotos de nadie, siempre fui muy espartano, como Francisco. La ropa que llevara encima... mis zapatos... y ya.
Todos vuelven a quedar en silencio. de pronto Sofía trata de reprimir una carcajada pero no puede.
SOFIA.- Perdón. Pero es que... Yo me puse hasta mi madre y ¡dije cada estupidez!
FRANCISCO.- ¿En el velorio?
ARTURO.- Sí, todos nos pusimos hasta atrás.
SOFIA.- Le dije a René, el novio de Susana que me encantaba el bulto que tenía bajo la bragueta.
ARTURO.- ¡Cómo pudiste!
SOFIA.- ¿Qué tiene ? ¿A ti no te gusta?
ARTURO.- Por supuesto que no.
SOFIA.- No seas hipócrita.
ARTURO.- Bueno, está bien, un poco, como a todos.
SOFIA.- ¿A todos?... A Francisco no.
FRANCISCO.- ¿A mí no qué?
SOFIA.- A ti no te gusta René, espero.
FRANCISCO.- Qué te puedo decir, aquí está la mamá de Max.
SOFIA.- No creo que, a estas alturas, doña Margo se asuste de nada.
FRANCISCO.- Pues mira, no es mal tipo.
ARTURO.- Paco, no andes tirando anzuelos, que luego no te aguantas. ¿Qué es eso de que no es mal tipo?
FRANCISCO.- Eso, que no es mal tipo.
SOFIA.- ¿Tú también, Bruto?
FRANCISCO.- Sólo dije que no era mal tipo, ¿me van a linchar?
SOFIA.- ¡Pero si parece un mecánico!
FRANCISCO.- ¿No dijiste que te gustaba?
SOFIA.- ¿Tienes algo contra los mecánicos?
ARTURO.- ¿Yo?... No.
FRANCISCO.- No entiendo nada.
SOFIA.- No eres el único. Mira, a mí me gustan pero no en espíritu, ¿me explico?... Quiero decir: el hecho de que me gusten no significa que no me gusten.
FRANCISCO.- Olvídalo.
ARTURO.- Yo tampoco entiendo nada ya.
SILENCIO
SOFIA.- Anoche, como a las tres de la madrugada recibí una llamada grotesca. Era una voz de mujer, casi estoy segura. Me dejó grabado: "Nenita... hazme un 'guaguis' ayy". Fue asqueroso. Por varias razones.
MAX.- No me extraña que precisamente a ti te ocurran ese tipo de cosas.
SOFIA.-¿Y por qué lo de precisamente a mí?
MAX.- ¿No te das cuenta de que eres sumamente vulgar? "Y tú con quién andas... y, ¿no te gustaba fulanito? y ¿no te acostaste con menganito"... Me das nauseas.
SOFIA.- Ushh... Disculpa, men, se me había olvidado que eras aristócrata.
MAX.- Pues aunque te moleste.
SOFIA.- "Maximiliano García Oleguibel". Estás orgulloso del García o del... Oleguibel...
MAX.- García Olaguibel, es apellido compuesto.
SOFIA.- Ohh.
SARA.- Por qué no dejan de pelear.
ARTURO.- Ya despertó Sara.
SARA.- No lo estaba... No estaba dormida. Estaba pensando en que sí, somos vulgares, somos cínicos, insoportables y lo peor de todo, indiferentes. Deberíamos hacer algo por nuestras vidas.
FRANCISCO.- Sara, siempre ha sido una idealista.
SARA.- Y tú crees que es mejor cruzarse de brazos mientras la vida se nos va.
FRANCISCO.- Siempre has sido un idealista y una ingenua. Crees que con afiliarte a la sociedad civil de moda vas a cambiar el mundo. Tú buscas quimeras, héroes imposibles. Vas a las manifestaciones pensando que vas a transformar el mundo y ni siquiera sabes quién mueve los hilos ni con qué intención. Eres ingenua y anticuada.
SARA.- Por lo menos no estoy en la reacción como otros.
FRANCISCO.- Dime reaccionario, pero no anticuado, mírate Sara, pareces sacada del catálogo "Folklorito venceremos", déjame decirte algo, el muro de Berlín ya no existe, es más, ¿sabías que desapareció la Unión Soviética?
SARA.- Yo todavía pienso que hay hombres, y que pronto tendremos un líder a quién seguir.
FRANCISCO.- Sí, Sara, ojalá encuentres uno, te hace falta.
SARA.- No me refería a eso... Mierda, más que mierda.
Silencio muy largo.
El Ejecutivo y la recepcionista salen del despacho, se dirigen al escritorio y firman un documento. voltean a ver a Arturo y luego hablan entre si. finalmente el ejecutivo se dirige, muy molesto, a Arturo...
EL EJECUTIVO.- ¿Señor Arturo Morales Olguín?
ARTURO.- Sí.
EL EJECUTIVO.- Podría ponerse de pie.
ARTURO.- Así estoy bien, señor.
EL EJECUTIVO.- Debo informarle que hemos tenido una serie de desajustes debidos a una incalificable falsificación de su parte.
ARTURO.- No me lo explico, señor.
EL EJECUTIVO.- Según esto, usted debió ser transferido el día 24 de julio del año pasado, pero, por una alteración en su documentación primaria, el ingreso final fue retrasado en por lo menos doscientos cuarenta y tres días ejecutables. Los límites que usted ha traspasado impiden que le sea concedida la prórroga opcional. Asimismo, le informo que en el próximo ciclo le serán confiscados el número de días sustraídos más un 37% como recargo. ¿Tiene algo que decir en su favor ?
ARTURO.- Nada, a usted no tengo que decirle nada.
EL EJECUTIVO.- Muy bien. Entonces... acompáñeme.
ARTURO.- Voy a despedirme.
EL EJECUTIVO.- De ninguna manera.
ARTURO.- ¿Y quién me lo va a impedir? ¿Usted?
EL EJECUTIVO.- (Mira su reloj.) Tiene un minuto.
El Ejecutivo entra a su despacho; la recepcionista se sienta, impasible, en su escritorio. Arturo se queda en medio de la sala con la mirada en el piso. Sofía se levanta, lo abraza intensamente, lo besa y le acaricia el cabello. Francisco se levanta y se une al abrazo. luego, Arturo se separa de ellos y va con Sara, quien solloza en el sillón, la acaricia y la besa; luego se despide de margo con un beso en la mejilla. finalmente se acerca a Max, le tiende la mano, pero el esquiva la mirada.
ARTURO.- ¿No te vas a despedir?
MAX.- No.
ARTURO.- ¿Por qué?
MAX.- Prefiero irme contigo.
ARTURO.- No entiendo, te quedan todavía algunos días, meses quizá.
MAX.- Prefiero irme.
ARTURO.- (A la recepcionista.) ¿Puede hacerlo?
La Recepcionista asiente con un gesto indiferente.
Max se levanta, toma su portafolios y dice sin mirar a nadie:
MAX.- Adiós a todos.
El Ejecutivo vuelve a asomarse y mira a Arturo significativamente.
EL EJECUTIVO.- Ya es hora.
ARTURO.- (Por Max.) Viene conmigo.
EL EJECUTIVO.- Es su decisión, todos sus papeles están en orden
ARTURO.- Lo ves, Max: todo está en orden, qué curioso. Yo pensaba que tenía algo más que hacer o qué decir, pero no... Nada qué hacer, Max. Nada.
SE DIRIGEN HACIA EL INTERIOR DEL DESPACHO. EL EJECUTIVO CIERRA LA PUERTA.
FIN
Analysis of "Waiting Room"
Thank you! This is a truly insightful play. Here's the English translation of the analysis, along with a deeper dive into staging considerations, audience reception, and intergenerational perspectives on death.
Complete Analysis and Interpretation of "Waiting Room"
Benjamín Gavarre's play, "Waiting Room," initially presents a seemingly ordinary situation: a group of people waiting in a bureaucratic office. However, as the plot unfolds and the dialogues unravel, it reveals a profound exploration of existential themes, the human condition, mortality, the passage of time, regret, and the search for meaning in an environment that appears stripped of it.
1. Scenic Elements and Symbolism
The setting of the "waiting room" is crucial.
* The Room: It's not just a physical space, but a metaphor for limbo, for transition. It's a place where life, or perhaps existence, is in a state of indefinite pause, at the mercy of an impersonal authority. The "uncomfortable armchairs" and "impersonal paintings" reinforce the sense of unease and anonymity.
* The Red Roses: This "floral arrangement" is the only element with some vitality and color in an environment described as "sordid" and "impersonal." They are bought by Margo, the oldest and most enigmatic figure, which could symbolize the persistence of beauty, memory, or life itself, even in a place that anticipates the end.
* The Receptionist and The Executive: These are archetypal figures of dehumanized bureaucracy. The receptionist is "stern and efficient," of "indefinite age," underscoring her role as an automaton. The Executive, "impeccably dressed in a suit" and with a "grave air," represents unbreakable authority, an unappealable destiny. The indifference with which they treat the characters highlights the characters' powerlessness against a larger system that controls them.
* The Doors: The "main door" for entry and the "office door" in the background are significant. The first, the entrance to this "waiting room," and the second, the exit to the unknown (the "final admission").
2. Characters and Their Arcs
The characters, despite their superficial interactions, reveal layers of their personalities and internal struggles.
* Arturo (38 years old): He's the catalyst for much of the conversation. His "trick" (suggesting an attempt to hasten his fate) and his weariness from waiting position him as someone seeking control and an end. His desire to "meet with Sergio" and his eventual acceptance of fate, along with Max, make him a central figure in the resolution. He represents the search for an exit, even if it's a forced one.
* Sofía (29 years old): Initially engrossed, she becomes more open and confrontational as the dialogue progresses. Her sarcasm towards Francisco and Max, her dream of the bull (symbolizing confrontation with death or an inevitable but not necessarily violent fate), and her eventual emotional farewell to Arturo show her as someone who battles against indifference and the vulgarity of life. Her uncontrollable laughter and the wake anecdote suggest a way of coping with absurdity and tragedy through irreverence.
* Francisco (28 years old): The youngest of the group, he projects an image of immaturity ("like a teenager," "hungry puppy"). His economic precarity and his anecdotes of failed conquests paint him as someone who hasn't yet found his place or purpose. His reflections on alcohol and his inability to act, despite being aware of his problems, reveal him as a character trapped in inertia and self-deception. Despite his superficiality, he's capable of remembering shared moments and possesses a certain naiveté that makes him vulnerable.
* Margo (65 years old): Absorbed and almost inaudible at first, she emerges as a matriarchal figure carrying painful wisdom. Her repeated phrase, "It's useless to cultivate memories, it's absurd," is a mantra that encapsulates despair and resignation towards memory and the past. Her husband's death and her toughness in the face of pain have marked her, and she transmits this view to Max, her son.
* Max (39 years old): Elegant and seemingly distant, he's the character who most explicitly verbalizes his existential anguish. His problem with "communication," "distrust," and "fear of others" isolates him. His dream of the "diving pit" as a "grave" is a direct metaphor for his perception of death as an inevitable "plunge." Despite his apparent harshness, his vulnerability is exposed through his mother and his final decision to accompany Arturo. He represents exhaustion, neurosis, and direct confrontation with futility.
* Sara (35 years old): Asleep at the beginning, she's awakened by the reality of her situation. Her idealism, contrasted by Francisco's cynicism, positions her as the only one who still believes in the possibility of change or a "leader." The revelation of her son Marco's illness is the play's hardest blow and connects her to the deepest vulnerability and pain, symbolizing a mother's tireless struggle.
3. Main Themes
* Death as a Bureaucratic Process: This is the central theme. The "waiting room" is the antechamber to death. The "transfer," "final admission," "files," "documentation errors" (BF-005, BF-0650), and the confiscation of days are terms that strip death of its solemnity, turning it into a cold, impersonal administrative procedure. This prompts reflection on how society (or existence itself) can reduce the most transcendental human experience to a mere process.
* Time and Waiting: The characters are trapped in a wait that consumes them. Time dissolves into incomprehensible procedures and agonizing anticipation. Arturo's "trick" and the postponement of his "transfer" emphasize the impossibility of controlling one's own destiny, even when attempting to manipulate the system.
* Memory and Forgetting: Margo and Max are the main exponents of this theme, with the idea that "it's useless to cultivate memories, it's absurd." However, Francisco contradicts this by asserting that memory "gives us meaning, cursed or full of light," even though he destroys his own "proof." This raises the question of the value of personal history and whether attachment to the past is a burden or a source of meaning.
* Solitude and Human Connection: Despite being together in the room, there's a profound loneliness in each character. Interactions are often superficial, confrontational, or filled with misunderstanding. However, moments like the embrace of Arturo, the concern for Marco, or Max's decision to go with Arturo, suggest that, even at the end, human connection and affection are the only possible comforts.
* Search for Meaning vs. Absurdity: The play balances between the desperate search for meaning (Sara with her idealism, Max with his reflection on his life as a teacher) and the recognition of the absurd (Francisco with his inability to act, Sofía with her cynicism, the very bureaucratic nature of death). Max's line, "Sometimes I stare into the void and nothing happens. Nothing. I just get anxious that nothing is happening and that I'm sure nothing will happen," is the essence of this struggle.
* Human Vulnerability: Francisco's economic precarity, Marco's illness, Max's existential anguish, and Arturo's fatigue all illustrate the fragility of the human condition in the face of larger forces, whether social, personal, or metaphysical.
4. Style and Tone
* Realistic and Agile Dialogue: The play relies heavily on dialogue, which sounds authentic and reflects each character's personality. There are interruptions, sarcasm, intimate confessions, and moments of lightness that contrast with the gravity of the situation.
* Dark Comedy and Sarcasm: Despite the somber theme, there are moments of dark humor and sarcasm, especially in the interactions between Sofía and Francisco, and Max's comments. This lightens the dramatic load and highlights the absurdity of the situation.
* Fragmentation: Conversations jump from one topic to another, reflecting the mental dispersion of people waiting and the lack of linear narrative control over their own lives.
* Somber and Reflective Tone: Although there are moments of humor, the overall tone is melancholic and deeply reflective about life, death, and purpose.
5. Staging Considerations
Bringing "Waiting Room" to the stage would require a minimalist yet evocative approach, emphasizing the claustrophobic and timeless nature of the setting.
* Set Design: The "discreet desk," "uncomfortable armchairs," and "small table" should be stark and functional, perhaps with muted colors to enhance the "sordid" feel. The "impersonal paintings: still lifes" could be genuinely generic or subtly unsettling. The red roses in the corner should be a striking pop of color, drawing the eye and serving as a focal point for Margo's action. The doors (main and office) should be distinct and perhaps even imposing, especially the office door which represents the ultimate threshold.
* Lighting: Lighting could be used to emphasize the passage of time (subtle shifts from morning to afternoon, though time itself is fluid) or to highlight individual characters during monologues or moments of introspection. A dim, almost sterile wash could reinforce the bureaucratic, lifeless atmosphere, with occasional spotlights on characters as they speak, drawing the audience's focus to their internal struggles.
* Sound Design: Beyond dialogue, minimal sound effects would be powerful. The occasional subtle sound of a typewriter from the receptionist's desk could emphasize the antiquated bureaucracy. The distant, muffled sounds of a city (cars, faint chatter) could occasionally break through, underscoring the feeling that "streets and people were very far away," a stark contrast to the enclosed space. Moments of silence are explicitly marked in the script and should be carefully observed to build tension and allow the weight of the dialogue to settle.
* Blocking and Movement: The characters' initial stillness and discomfort in the chairs should be maintained. Movement should be purposeful and reveal character: Francisco's nervous page-flipping, Arturo's anxious embrace of his briefcase, Sara's fumbling with papers, Margo's deliberate action with the roses, Max's elegant but annoyed entry. The Executive's entrances and exits should be crisp and authoritative, emphasizing his power. The final goodbyes would require careful choreography to convey the emotional weight of each interaction within the minute given.
* Costumes: Costumes should reflect the characters' descriptions: The Executive "impeccably dressed," Max "very elegant," Francisco perhaps a bit disheveled, Sara in her "worn artisan wool bag," Sofía in more contemporary attire. These details subtly reinforce their social standing and internal states.
6. Audience Reception
"Waiting Room" is likely to elicit a range of powerful reactions from an audience.
* Initial Engagement: The everyday setting and relatable characters would immediately draw audiences in, creating a sense of "I've been there." The initial banter and character introductions establish a seemingly normal, albeit somewhat dysfunctional, group dynamic.
* Growing Unease and Identification: As the play progresses and the underlying themes of death, bureaucracy, and existential dread emerge, audience members would likely experience a growing sense of unease. They might begin to identify with the characters' anxieties about time, purpose, and the unknown. The play's allegorical nature would encourage deeper reflection, prompting questions about their own lives and their relationship with mortality.
* Emotional Impact: The revelations about Marco's illness and Max's decision to "go with" Arturo would be particularly poignant. The raw vulnerability of characters like Sara and Max, contrasted with the cynical humor, would create a complex emotional landscape. The final scene, with Arturo's resigned acceptance and Max's choice, would likely leave a lasting impression of profound sadness tempered by a quiet dignity.
* Intellectual Provocation: The play doesn't offer easy answers, instead it provokes thought. The dialogue about memory, meaning, and the absurdity of life would stimulate intellectual engagement. Audiences might leave debating the play's interpretation of death and the human condition.
* Resonance of the Universal: Ultimately, the play taps into universal fears and experiences: the fear of the unknown, the struggle for agency, the desire for connection, and the confrontation with mortality. This universality would ensure a strong emotional and intellectual resonance.
7. Generational Conclusions Regarding Death
"Waiting Room" offers a fascinating, albeit bleak, commentary on how different generations might perceive and cope with death and the end of life.
* The Younger Generation (Francisco, Sofía): Francisco (28) and Sofía (29) embody a more immediate, perhaps even flippant, relationship with life and death. Francisco's struggles are primarily financial and interpersonal, rooted in the present. His reflections on death are intellectualized ("alley without the concept of an exit") rather than deeply personal until he mentions Esteban's death. Sofía, with her irreverent humor and focus on fleeting relationships, initially appears less burdened by existential dread. Their discussions often revolve around personal grievances or fleeting pleasures, reflecting a generation still actively engaged in the "game of life," even if struggling. Their "waiting" is frustrating but not yet fully understood as an inevitable end.
* The Middle Generation (Arturo, Max, Sara): Arturo (38), Max (39), and Sara (35) carry the heaviest existential weight. They are old enough to have accumulated regrets, experienced significant losses (Marco's illness, Max's father's death), and faced personal and professional disillusionment.
* Arturo seeks to control his fate, even if through "cheating," and expresses a deep weariness. His "desire to meet with Sergio" hints at a longing for a reunion beyond this life.
* Max is consumed by neurosis and the fear of a meaningless existence. His "turning the page" reflects a profound exhaustion with life as he knows it. For this generation, death isn't just a distant concept but a palpable, approaching reality, a "diving pit" that must be faced.
* Sara, despite her idealism, is grounded by the harsh reality of her son's illness. Her perspective is shaped by caregiving and the fragility of life. For her, death isn't a philosophical concept but a deeply personal threat, embodying the relentless struggle of a parent.
This generation is at a pivotal point where the illusions of youth have faded, and the stark realities of mortality become undeniable. Their "waiting" is a process of internal reckoning.
* The Older Generation (Margo): Margo (65) represents a hardened, resigned acceptance of death and the futility of life's attachments. Her mantra, "It's useless to cultivate memories, it's absurd," speaks to a life lived, perhaps marked by too much loss, leading to a detachment from the past as a coping mechanism. She has faced profound grief (her husband's death without tears) and now stands as a somber guide to her son. Her "small mists, exact schedules and daily visits" suggest a life already scaled back, quietly waiting. For her, death is less a fear and more a quiet, known certainty, a natural progression where "nothing will be the same," but life will continue in its reduced form.
In conclusion, the play suggests that while death is an absolute and impersonal bureaucratic process that awaits all, the journey towards it is experienced profoundly differently across generations. Younger individuals may grapple with more immediate life struggles, while the middle-aged confront deeper existential exhaustion and the weight of their choices. The older generation, having weathered significant loss, may adopt a more detached, resigned acceptance, viewing memory itself as a burden. The ultimate act of choosing to "go together" (Arturo and Max) transcends these generational differences, suggesting that perhaps the only true defiance against the impersonal machinery of death is the solidarity and shared humanity found in the final moments.
Análisis e Interpretación Completa de "SALA DE ESPERA"
La obra de Benjamín Gavarre, "Sala de Espera", es una pieza de teatro que, a primera vista, presenta una situación cotidiana: un grupo de personas aguardando en una oficina burocrática. Sin embargo, a medida que la trama avanza y los diálogos se despliegan, se revela una profunda exploración de temas existenciales, la condición humana, la mortalidad, el paso del tiempo, el arrepentimiento y la búsqueda de sentido en un entorno que parece despojado de él.
1. Elementos Escénicos y Simbolismo
El setting de la "sala de espera" es crucial.
* La Sala: No es solo un espacio físico, sino una metáfora del limbo, de la transición. Es un lugar donde la vida, o quizás la existencia, se encuentra en un estado de pausa indefinida, a merced de una autoridad impersonal. Los "incómodos sillones" y los "cuadros impersonales" refuerzan la sensación de desasosiego y anonimato.
* Las Rosas Rojas: Este "arreglo floral" es el único elemento con cierta vitalidad y color en un ambiente descrito como "sórdido" e "impersonal". Son compradas por Margo, la figura más anciana y enigmática, lo que podría simbolizar la persistencia de la belleza, la memoria o la vida misma, incluso en un lugar que anticipa el fin.
* La Recepcionista y El Ejecutivo: Son figuras arquetípicas de la burocracia deshumanizada. La recepcionista es "adusta y eficiente", de "edad indefinida", lo que subraya su rol como un autómata. El Ejecutivo, "impecablemente vestido de traje" y con un "aire grave", representa la autoridad inquebrantable, el destino inapelable. La indiferencia con la que tratan a los personajes acentúa la impotencia de estos frente a un sistema mayor que los controla.
* Las Puertas: La "puerta principal" de entrada y la "puerta de un despacho" al fondo son significativas. La primera, la entrada a esta "sala de espera", y la segunda, la salida hacia lo desconocido (el "ingreso final").
2. Personajes y sus Arc os
Los personajes, a pesar de sus interacciones superficiales, revelan capas de sus personalidades y sus luchas internas.
* Arturo (38 años): Es el catalizador de gran parte de la conversación. Su "trampa" (que sugiere un intento de adelantar su destino) y su cansancio por la espera lo posicionan como alguien que busca control y un final. Su deseo de "reunirse con Sergio" y su aceptación final del destino, junto con Max, lo convierten en una figura central en la resolución. Representa la búsqueda de una salida, incluso si es una forzada.
* Sofía (29 años): Ensimismada al principio, se muestra más abierta y confrontativa a medida que avanza el diálogo. Su sarcasmo hacia Francisco y Max, su sueño del toro (simbolizando la confrontación con la muerte o un destino inevitable pero no necesariamente violento) y su eventual despedida emotiva con Arturo, la muestran como una persona que lucha contra la indiferencia y la vulgaridad de la vida. Su risa incontrolable y su anécdota del velorio sugieren una forma de lidiar con el absurdo y la tragedia a través de la irreverencia.
* Francisco (28 años): El más joven del grupo, proyecta una imagen de inmadurez ("como un adolescente," "perrito hambriento"). Su precariedad económica y sus anécdotas de conquistas fallidas lo pintan como alguien que aún no ha encontrado su lugar ni propósito. Sus reflexiones sobre el alcohol y la incapacidad de actuar, a pesar de la conciencia de sus problemas, lo revelan como un personaje atrapado en la inercia y el autoengaño. A pesar de su superficialidad, es capaz de recordar momentos compartidos y de una cierta ingenuidad que lo hace vulnerable.
* Margo (65 años): Absorta y casi inaudible al principio, emerge como una figura matriarcal y portadora de una sabiduría dolorosa. Su frase repetida, "Es inútil cultivar recuerdos, es absurdo," es un mantra que encapsula la desesperanza y la resignación ante la memoria y el pasado. La muerte de su esposo y su dureza ante el dolor la han marcado, y ella transmite esta visión a Max, su hijo.
* Max (39 años): Elegante y aparentemente distante, es el personaje que más explícitamente verbaliza su angustia existencial. Su problema de "comunicación," "desconfianza" y "miedo a los demás" lo aísla. Su sueño de la "fosa de clavados" como una "tumba" es una metáfora directa de su percepción de la muerte como un "salto" inevitable. A pesar de su aparente dureza, su vulnerabilidad se expone a través de su madre y su decisión final de acompañar a Arturo. Representa el agotamiento, la neurosis y la confrontación directa con la futilidad.
* Sara (35 años): Dormida al inicio, es despertada por la realidad de su situación. Su idealismo, contrastado por el cinismo de Francisco, la posiciona como la única que aún cree en la posibilidad de un cambio o un "líder". La revelación de la enfermedad de Marco, su hijo, es el golpe más duro de la obra y la conecta con la vulnerabilidad y el dolor más profundos, simbolizando la lucha incansable de una madre.
3. Temas Principales
* La Muerte como Proceso Burocrático: El tema central. La "sala de espera" es el antesala de la muerte. La "transferencia," el "ingreso final," los "expedientes," los "errores en la documentación" (BF-005, BF-0650), y la confiscación de días son términos que despojan a la muerte de su solemnidad, convirtiéndola en un trámite administrativo frío e impersonal. Esto genera una reflexión sobre cómo la sociedad (o la existencia misma) puede reducir la experiencia humana más trascendental a un mero procedimiento.
* El Tiempo y la Espera: Los personajes están atrapados en una espera que los consume. El tiempo se diluye en trámites incomprensibles y en una anticipación angustiante. La "trampa" de Arturo y la postergación de su "transferencia" enfatizan la imposibilidad de controlar el propio destino, incluso intentando manipular el sistema.
* La Memoria y el Olvido: Margo y Max son los principales exponentes de este tema, con la idea de que "es inútil cultivar recuerdos, es absurdo." Sin embargo, Francisco lo contradice al afirmar que la memoria "nos da sentido, maldita o llena de luz," aunque él mismo destruya sus propias "pruebas." Esto plantea la pregunta sobre el valor de la historia personal y si el apego al pasado es una carga o una fuente de significado.
* La Soledad y la Conexión Humana: A pesar de estar juntos en la sala, hay una profunda soledad en cada personaje. Las interacciones son a menudo superficiales, confrontacionales o llenas de incomprensión. Sin embargo, momentos como el abrazo a Arturo, la preocupación por Marco, o la decisión de Max de irse con Arturo, sugieren que, incluso al final, la conexión humana y el afecto son los únicos consuelos posibles.
* La Búsqueda de Sentido vs. el Absurdo: La obra se balancea entre la desesperada búsqueda de significado (Sara con su idealismo, Max con su reflexión sobre su vida como maestro) y el reconocimiento del absurdo (Francisco con su incapacidad de actuar, Sofía con su cinismo, la naturaleza misma del proceso burocrático de la muerte). La frase de Max, "De repente miro al vacío y no pasa nada. Nada. Sólo me angustio de que no pase nada y de que estoy seguro no pasará nada," es la esencia de esta lucha.
* La Vulnerabilidad Humana: La precariedad económica de Francisco, la enfermedad de Marco, la angustia existencial de Max y la fatiga de Arturo, todos ilustran la fragilidad de la condición humana frente a fuerzas mayores, ya sean sociales, personales o metafísicas.
4. Estilo y Tono
* Diálogo Realista y Ágil: La obra se basa fuertemente en los diálogos, que suenan auténticos y reflejan las personalidades de cada personaje. Hay interrupciones, sarcasmo, confesiones íntimas y momentos de ligereza que contrastan con la gravedad de la situación.
* Comedia Negra y Sarcasmo: A pesar del tema sombrío, hay momentos de humor negro y sarcasmo, especialmente en las interacciones entre Sofía y Francisco, y los comentarios de Max. Esto aligera la carga dramática y resalta el absurdo de la situación.
* Fragmentación: Las conversaciones saltan de un tema a otro, reflejando la dispersión mental de las personas en espera y la falta de un control narrativo lineal sobre sus propias vidas.
* Tono Sombrío y Reflexivo: Aunque hay momentos de humor, el tono general es melancólico y profundamente reflexivo sobre la vida, la muerte y el propósito.
5. Interpretación Profunda
"Sala de Espera" es una alegoría de la vida misma, vista como una interminable sala de espera hacia la muerte. Los personajes son almas en tránsito, cada una lidiando con sus propias cargas, arrepentimientos y expectativas. La "oficina" y sus "trámites" pueden interpretarse como el destino, el karma o simplemente la indiferencia cósmica. La vida se reduce a "requisitos" y "expedientes," despojando a la existencia de su trascendencia.
La decisión final de Max de acompañar a Arturo, a pesar de tener más "días," es un momento crucial. Sugiere que, ante la inevitabilidad del final, la compañía y la elección consciente de no esperar pasivamente son actos de afirmación. Es un rechazo a la soledad del proceso y una aceptación de la conexión en el momento final. La frase de Arturo al final, "todo está en orden, qué curioso. Yo pensaba que tenía algo más que hacer o qué decir, pero no... Nada qué hacer, Max. Nada," es una conclusión desoladora pero liberadora. Implica que, al final, las grandes ambiciones, los logros y las palabras a menudo carecen de importancia frente a la simple y absoluta realidad de la partida. La vida es la espera, y la muerte es simplemente el momento en que se "cierra la puerta" de esa sala.
La obra nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra propia espera: ¿nos aferramos a la memoria, la despreciamos, buscamos significado, caemos en la inercia, o intentamos forzar nuestro camino? En última instancia, sugiere que, aunque el "ingreso final" sea inevitable y burocrático, la forma en que nos relacionamos y el significado que le damos a nuestra "espera" son las únicas variables que podemos controlar.