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jueves, septiembre 11, 2025

Nuestro querido parque. De Ben Gavarré.

 

 

 Nuestro querido parque

 

Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com   (Reg. Prop. Int. Expte. Inbox)

 

Personajes:

  • DYLAN: Un adolescente de 17 años, un tanto torpe, inseguro y nervioso, nada grave, es adolescente y ya se sabe que así son a veces.
  • VICTORIA: La madre de DYLAN, maestra de filosofía, con un sentido del humor un poco excéntrico.
  • MARTE: Un adolescente de 18 años, libre de espíritu, con una pasión por el baile.
  • BRUNO: El padre de MARTE, excéntrico y con una afición por la comedia.
  • PETRA: La madre de MARTE, devota a Dios, pero con un toque de liberación en su interior.
  • EL EXTRAÑO:  Se llama Orestes pero esta información se da al final. Es un personaje misterioso y aterrador que resulta ser un clochard (persona que abandona el mundo estructurado por elección).
  • REPARTIDOR/LADRÓN: Le gusta el dinero fácil, y no es tan tonto, aunque no sabe reaccionar ante lo inesperado.

 

Escena 1: Un Primer Movimiento

Lugar: Dos mesas de ajedrez en un parque.

(En la derecha del escenario, Dylan y Victoria están en una mesa de ajedrez, moviendo las piezas. En el otro lado, Bruno se estira exageradamente en el suelo, haciendo sonidos de esfuerzo, mientras Marte lo mira, visiblemente aburrido. Petra lee una enorme Biblia ya muy usada.)

DYLAN (Mueve uno de sus peones.) Mamá, si tuvieras que hacer un primer movimiento… un movimiento de apertura en una relación… ¿qué harías?

VICTORIA (Mira el tablero con concentración.) ¿Yo?... un juego lento y estratégico? O un juego agresivo. Cualquiera de los dos.

DYLAN (Mueve las piezas sin ton ni son.) No, mamá. No es un juego. Es una persona. Demonios, no me pones la atención que necesito.

VICTORIA (Suspira, sin mirarlo.) No te preocupes, hijo. Para todo hay una estrategia. Solo tienes que pensar dos o tres jugadas por delante.  Te voy a comer la Reina.

DYLAN ¡No me refiero a eso! No quiero una estrategia. No sé cómo… cómo hacer el primer movimiento.

(La conversación se interrumpe cuando llega un hombre vestido de un traje de casimir, alguna vez de buena marca, ahora viejo y sucio, sombrero y gesto adusto. Es pálido como un cadáver y su aspecto es atractivo porque es auténtico. Se sienta y saca de su bolsillo algunas piezas de ajedrez. El silencio es pesado.)

DYLAN (Le habla a su mamá en un susurro audible.) Mira a ese tipo. Tiene una cara… Yo creo que es un asesino. (Hace una voz cómica de muajaja) La permanencia del Mal… como tú dices.

VICTORIA (Le devuelve el susurro.) Dylan, solo es un hombre.

(EL EXTRAÑO, sin levantar la cabeza, golpea el tablero con una de las piezas, como si estuviera matando una cucaracha. Se queda inmóvil.)

DYLAN No, mamá. Es algo más, nos está vigilando… ¡Nos quiere matar!

VICTORIA (Le sonríe al hombre.) Cállate, ¿quieres?

(EL EXTRAÑO se levanta lentamente, sin dejar de mirar el tablero. Sus movimientos son robóticos, da vueltas, es hiperquinético a veces y a veces muy calmado, casi inmóvil. Camina hacia la mesa de los aterrados Dylan y Victoria, pero a la mitad del camino, se detiene abruptamente. Suelta una risa profunda y gutural. Los dos se miran con pánico. El hombre cambia de dirección y se marcha, dejando sus piezas de ajedrez en la mesa.)

 

Escena 2: Todo es Inesperado

Lugar: Una típica banca de parque.

(Bruno se esfuerza por tocarse la punta de los pies, con un rostro de intenso dolor. Está en el suelo, cerca del lugar donde Marte y Petra están sentados. Petra lo mira de repente con desaprobación, pero prefiere leer su Biblia.)

BRUNO ¡Vamos, MARTE, anímate! Solo unos abdominales. Hay que lograr un cuerpo fuerte… ¡Como un roble!

MARTE (Evidenciando que no le cree una palabra a su “robusto” padre.) Papá… No pienso lastimarme la espalda. A mí me gustaría hacer algo más rítmico… mover el cuerpo, pero con gusto… Dejándote llevar por la música.

BRUNO (Se levanta con dificultad.) ¡Tonterías! Si ya estoy haciendo condición… Escucha… Si no duele… (Se dobla un poco por el dolor.) ... no sirve.

MARTE (Se levanta y hace unos pasos de coreografía.) Yo prefiero bailar… mover las caderas. ¡Bailar! Si no te duele… te va a gustar, ja, ja....

PETRA (Finalmente expresa su desaprobación.) ¿Dijiste caderas?... BRUNO, deja a tu hijo en paz con esos ejercicios del diablo, ya ves qué cosas dice. El verdadero camino, está con mi padre… con mi papá Dios. Él me cuida del demonio y sus tentaciones… Mover las caderas lleva directamente a uno de los más graves pecados capitales… La lujuria.

(EL EXTRAÑO se acerca con un andar cojo y espasmódico. Se sienta en la banca y todos permanecen sentados unos momentos, pero después se levantan, incomodísimos. Petra respira profundo y lo saluda con un gesto exagerado. El hombre no responde, se limita a recoger uno de los folletos que se le habían caído a Petra. Revisa el folleto con su hiperquinesia, le da vueltas, lo arruga, lo desarruga, con una expresión hierática. Petra, lo observa aterrada, pero convencida de que tiene una misión, sintiendo que es su oportunidad de oro, rompe el silencio.)

PETRA ... Hay que encomendarse a Dios. Dios es el remedio. Hay que vivir bajo su manto. La creación del Cosmos es obra suya. Sin duda cuando observamos el cielo en toda su maravillosa luz, nos damos cuenta del milagro que significa estar vivos y… Y hay que encomendarse a Dios, ¿sabe?

(El hombre la ignora. Petra insiste, convencida de que está a punto de salvar un alma. Bruno y Marte están detrás de Petra y tratan de lograr que se vaya lentamente con ellos, como si estuvieran frente a una fiera salvaje)

PETRA En estos días de tentación hay que acercarse a nuestro padre... A nuestro padre, papá Dios… El padre de todos nosotros…

(El hombre la mira de reojo. Su cara es una máscara. El silencio es tenso. El hombre aprieta el folleto que estaba leyendo, lo comprime hasta hacerlo bolita. Y finalmente lo avienta hacia atrás.)

PETRA (Tiembla, pero continúa.) No me importa si usted me ignora. Yo sé que en alguna parte de su alma está la luz de Dios. Hay que rendir cuentas, el día del juicio se acerca... Hay que tener cuidado porque...

(En ese momento, llega un repartidor de comida en bicicleta, con un casco enorme y una caja térmica en la espalda. Se acerca a ellos, confundido.)

REPARTIDOR Disculpen… ¿alguno de ustedes pidió un PFK?

(Todos se miran. Bruno y Marte se hacen un gesto de que "nadie" lo ha pedido. EL EXTRAÑO, en un gesto inesperado, gruñe. El repartidor se sobresalta.)

REPARTIDOR Ah… creo que es para… ¿usted, señor? (Señala al Hombre del Saco. EL EXTRAÑO gruñe de nuevo, y el repartidor se asusta.) ¡Oiga! Yo solo soy un repartidor, no me haga daño, por favor.

MARTE (Al repartidor.) Tranquilo. Solo déjelo y corra.

(El repartidor deja el Bucket (Cubeta con pollo crujiente) en el suelo y se va a toda velocidad. Se puede entender que el pedido ya está pagado. EL EXTRAÑO confirma algo con su teléfono, luego toma el bucket, sujeta con sus sucias manos una pieza de pollo crujiente y con inesperada delicadeza lo disfruta. Se sienta a comer, pero no sin dejar de ver a los “intrusos” con desagrado. Parece que les va a invitar un poco de “la receta secreta”, pero desvía la invitación para comerse otra pieza, cómicamente, ahora como una bestia hambrienta. Petra se tapa la boca con las manos. Está aterrada, pero con expresión de “Ni al caso, no tiene remedio este hombre”.)

PETRA No tiene remedio este señor… ¡Es la expresión misma de todos los pecados!

(Finalmente, Petra accede a ser llevada por Marte y Bruno… Se alejan trastabillando, no sin antes Petra grite con todas sus fuerzas.)

PETRA ¡Es el demonio! ¡El mismísimo demonio está con nosotros!

(Una vez que Petra y los chicos han salido de escena, el hombre toma otro folleto. Lo revisa minuciosamente y sonríe y da un gruñido. Se levanta y se va lentamente por la misma dirección que la familia.)

 

Escena 3:  BRUNO Y EL EXTRAÑO

(Bruno llega a la banca del parque. Se pone a hacer ejercicio, cómicamente eleva las piernas y luego las recoge y las estira… Se levanta… y finalmente se acuesta en la banca. EL EXTRAÑO llega y se le queda viendo.)

BRUNO No se enoje Usted. Le quité su lugar, ¿no es cierto? Su lugar de hecho es todo el parque… Eso es una maravilla… No sé por qué… Usted se la pasa bien… Eh… Usted se levanta cuando quiere y dice… Todo esto es mío… es mi parque. Es mi libertad. Oiga, y usted sí puede hablar o no mucho… ¿Cómo se llama?... (Pareciera que el EL EXTRAÑO fuera a decir algo, pero solo hace un ruido extraño gutural y largo) Ya se enojó. (EL EXTRAÑO levanta un brazo y pareciera que va a hacerle algo al asustado Bruno que se dispone a marcharse de ahí) Ya, ya, ya entendí… Y ya me voy. (En cámara lenta Bruno camina para atrás y EL EXTRAÑO camina hacia él levantando cómicamente los brazos, en una parodia de amenaza. Finalmente BRUNO sale de escena y EL EXTRAÑO sale tras de él haciendo sonidos extraños, pero cómicos.)

Oscuro

 

Escena 4: Dylan, Marte, y sus madres liberadas

Lugar: El mismo parque.

(Se ilumina el escenario. Dylan y Marte marcan con sus mochilas y suéteres una cancha improvisada. Luego se ponen a jugar con un balón algo parecido al fútbol Se les ve cómodos, con una amistad ya consolidada. Se ríen de sus pases fallidos.)

DYLAN ¡No, no! Así no es, tienes que darle con el empeine, no con la punta del pie. No seas un bruto, Marte.

MARTE (Se ríe.) Perdón, Maradona. Yo solo quiero que la pelota me obedezca, no me importa cómo.

DYLAN Así es la vida, ¿no? A veces solo quieres que las cosas se muevan para donde quieres, sin importar cómo. Y no, no. La vida no te obedece. Como dice mi mamá… cada día trae sus nuevas sorpresas.

MARTE (Se le queda mirando. Se detiene.) ¿Te sientes bien?

DYLAN (Le devuelve la mirada, pero bromea.) Me siento perfectamente. Es solo un pensamiento de filósofo. Herencia de mi padre.

MARTE Ah, mira… debo decirte que a mí me gusta la filosofía, y también me gusta el baile… No se oponen, ¿verdad?

DYLAN Claro que no. Pero no si mezclas todo junto, no si los mezclas al mismo tiempo. ¿Me explico?

MARTE No, ciertamente no. Jajaja.

(Se siguen pasando el balón. Y luego se sientan y conversan en silencio. Se ve a Victoria y Petra que llegan caminando por el andador. Ellas tienen ahora el foco de la acción. Se ríen a carcajadas. Petra no lleva su Biblia, sino una bolsa de mano. Las dos se paran cerca de una banca.)

VICTORIA ¡Te lo juro, Petra! Era todo un tóxico de esos que ya sabes… No sé cómo logramos tener un hijo tan maravilloso. Tú crees, ¡me dijo que no le hablara de filosofía! Que la filosofía no servía para nada. Que a mí me parecía poca cosa por ser un taxista miserable, que sentía que lo humillaba aunque él ganara más que yo… Yo, tan estudiada… y con mi maestría y medio doctorado… Me sentía tan lejana a él. No sé cómo en algún momento hasta lo quería, y debo admitirlo, me gustaba mucho… Dylan es muy parecido a él…

 Pero... no dejo de hablar verdad y no debería contarte todas mis penas. Tú tienes tus propios problemas, pero tienes a tu biblia, eso sí.

PETRA (Sonríe, por primera vez serena y ecuánime) La Biblia es un peso que llevo por la vida… literal… ja, ja… Pero hoy la dejé en mi buró. Ninguna Biblia o libro mágico me puede ayudar a soportar a mi marido.

VICTORIA (Con una sonrisa.) Nadie debería tener que soportar algo.

PETRA Sí, no… Ya no tiene sentido que estemos juntos. Y sabes… ya no hacemos nada... me refiero a… (VICTORIA asiente, empática) Ya te imaginas claro. Ya ni siquiera hablamos. Y tengo que aguantarlo con sus manías y sus costumbres de maniático … También sabes de qué hablo, ¿no es cierto?

VICTORIA No. La verdad no, pero estoy intrigada, cuéntame todos los detalles....

(Victoria y Petra se levantan y caminan, sintiéndose liberadas, hasta que se acercan a Dylan y Marte, que siguen sentados y conversando. Todos se sientan en la misma banca, como si fueran una familia reunida.)

 

Escena 5: La sopa sin sal

Lugar: El mismo parque.

(Llega Bruno y se sienta en la banca. Lleva puesto un abrigo larguísimo todo desgastado y sucio, además usa unos de jeans rotos y botas negras muy grandes y toscas. Está irreconocible o bien se le puede confundir con EL EXTRAÑO. Pasa un momento a solas. Voltea a donde está su familia pero no lo reconocen y sonríe por ello. Llega EL EXTRAÑO y se pone en un lugar visible para Bruno y el público. Da ligeras vueltas en círculo y tiene el celular en la mano. De repente, también, trata de aplastar algo con un pie o revisa su teléfono celular compulsivamente. Bruno se levanta y se le acerca, cauteloso. EL EXTRAÑO abre desmesuradamente los ojos pero no voltea a ver a su nuevo clon.)

BRUNO (Le habla en voz baja, con admiración en la voz.) ¡Señor! Lo he estado observando. Usted... usted es un ejemplo de libertad. No necesita nada. Vive todos los días en este parque con la lluvia, el frío, el sol… Usted ha sabido cómo encontrar la paz. No como yo.

(EL EXTRAÑO lo mira de reojo. Bruno sigue hablando.)

BRUNO Soy un desgraciado… No me refiero a que sea yo malo, sino que mi vida es una desgracia. Mi vida es tan predecible… Mi esposa no me hace caso... No soy un ejemplo a seguir para mi hijo. Mi vida… es una sopa sin sal. Sería todo un cambio si yo me libero de todo y vivo como usted, libre como un pájaro.

(EL EXTRAÑO hace un movimiento y una cara de inmenso fastidio… Gruñe, pero no dice una palabra, y trata de irse lentamente, pero Bruno lo sigue con admiración. De pronto, un hombre enmascarado se acerca al lugar donde están las dos madres y los dos chicos. Es el mismo repartidor, pero esta vez con una navaja y una expresión desesperada. Les exige todo su dinero.)

LADRÓN Ya se la saben. ¡Denme todo! ¡Todo su dinero, sus celulares, todo!

(Los dos chicos, Dylan y Marte, se quedan pasmados. Victoria y Petra se miran, asustadas. EL EXTRAÑO y Bruno reaccionan para defenderlos.)

BRUNO (Se pone delante de los demás, con los brazos extendidos, y mira al ladrón.) ¡Alto ahí, señor! ¡Ese hombre y yo estamos en paz! ¡No nos va a quitar lo que no tenemos!

LADRÓN (Mira a Bruno, luego al Extraño, luego a los demás, confundido. Se le nota que no entiende nada.) ¿De qué demonios habla? ¿Qué hombre?

BRUNO Ese hombre. Por cierto, ¿cómo se llama usted…?

EL EXTRAÑO (Con una voz que parece salida de ultratumba) Me llamo Orestes, pero ya nadie me nombra.

BRUNO Ah, qué bonito, qué poético… Yo quiero ser como usted…

El LADRÓN ¡Oiga! Sí sabe que esto es un asalto, ¿no?

BRUNO Eso es una agresión. Es como la guerra y yo quiero hablar de paz. ¡Quiero encontrar la paz! ¡La redención que da la paz! ¡La paz que se encuentra en un parque! ¡Este hombre, que nadie nombra y que se llama Orestes… y yo que me cambiaré de nombre y me llamaré… Teodosio… somos libres! ¡No tenemos nada! ¡Ni una cartera! ¡Ni un celular! ¡Ni un… un… un…!

(Orestes toma al ladrón del cuello con una fuerza inesperada y se lo lleva lejos. El ladrón se ve arrastrado y amenaza inútilmente a todos con la mirada. Las dos madres, Victoria y Petra, y los dos chicos, Dylan y Marte, se quedan asombrados y aliviados. Bruno se acerca a ellos, con una sonrisa de oreja a oreja.)

BRUNO (Con una voz solemne.) Hola… (Levanta las manos). Yo soy Teodosio. Y soy amigo de Orestes. He decidido, oficialmente, venirme a vivir al parque. (Se ríe).

(Victoria lo mira con ternura. Petra lo mira aliviada. Dylan y Marte sonríen y aprueban gestualmente. Orestes, llega y se pone a un lado de Bruno sin decir una palabra, pero le pone una mano en el hombro.)

BRUNO (Con una sonrisa, levanta la mano y le dice adiós.) ¡Bueno, familia! Ya saben dónde vivo. ¡Pueden venir a visitarme!

(Bruno y Orestes se marchan, muy amistosamente. Victoria y Petra se abrazan. Se les ve felices.)

VICTORIA Un gran cambio, amiga. Y sin ayuda de la Biblia.

PETRA (Se ríe con ganas, y levanta la bolsa de mano.) La biblia, se quedara quieta en un cajón, y la sacaré de ahí solo si me hace falta. Todavía me queda mucho por aprender.  

VICTORIA Somos afortunadas… Se ven felices y yo me siento bien. (En son de extraña broma) Oye… No te gustaría vivir al aire libre… hay muchos más parques, sabes?

(Ambas mujeres se despiden con una sonrisa cómplice de sus hijos. Ya solos Dylan y Marte se miran como pudieran hablarse por telepatía. Marte saca su celular y pide algo de comer a domicilio.

MARTE Me gustaría que nos fuéramos de fiesta. Bailar hasta cansarnos. Me siento como un hombre nuevo. Y tengo la sensación de que alguien va a traernos sushi.

DYLAN (Sonríe, y mira a Marte a los ojos.) Estoy confundido. Son dos cosas diferentes, ¿no?

MARTE Seguro. Vámonos de fiesta, ¿te parece?

DYLAN Me parece bien. Pero con una condición.

MARTE ¿Cuál?

DYLAN Que me acompañes a tu casa,

MARTE No se dice “¿Que me acompañes a tu casa?”.

DYLAN (Contesta con cara de duda y sonríe al mismo tiempo, ya no entiende nada). Claro. Ya no entiendo nada, pero yo nunca entiendo nada. Vamos… (Se detiene) Oye, ¿y el sushi que era una sorpresa…? ¿Va? O no va mucho.

(Marte se ríe con un gesto de ya vas a ver. Los dos se van juntos, jugando a pasarse el balón. La escena se oscurece.)